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Administración Pública
para la paz
Reflexiones, acciones y prospectiva desde la gestión pública
ESCUELA Giovany Javier Chamorro Ruales
SUPERIOR DE Director Nacional (E)
Alexander Cruz Martínez
ADMINISTRACIÓN Subdirector de Proyección Institucional
PÚBLICA Diana Marcela Bustamante Arango
Subdirectora Académica
Antonio Fernández Poyato
Director de Goberna. Escuela de política y alto gobierno
AUTORES
Manuel Pérez Yruela
Eduardo Wills Herrera
Andrés Bravo Morán
Alexander Cruz Martínez
Francisco Taborda Ocampo
John Jairo Montoya Rivera
EQUIPO EDITOR
Subdirección de Proyección Institucional
ISBN: 978-958-652-933-4
Bogotá, 2018
Contenido
Prólogo 6
Antecedentes y objetivos 13
El Programa Leader 31
Conclusiones y recomendaciones 43
Bibliografía 47
Gobernanza para la paz: nuevas reglas de juego para la
reconstrucción del tejido institucional 53
El fortalecimiento institucional 63
Bibliografía 71
Introducción 76
El Salvador 78
El caso Colombia 84
Conclusiones 88
Bibliografía 93
Epílogo 95
Prólogo
6
A lo largo de su trayectoria, la Escuela Superior de Administración
Pública - ESAP, ha sido participe de momentos determinantes para la
historia de Colombia. Uno de estos momentos es el camino que re-
corremos hoy todos los colombianos hacia la construcción de una paz
estable y duradera.
8 para la paz.
territorial en Colombia, en el contexto de la aplicación de los acuerdos
de paz1. Las ideas plasmadas en este acápite pueden sintetizarse en tres
puntos: primero, la apuesta por y para la paz ha de ser territorial con un
involucramiento del más alto nivel del gobierno; segundo, participación
de actores locales, es decir, aplicar el concepto de gobernanza; tercero,
fortalecimiento institucional en el territorio, es decir, contribuir a la con-
solidación de un Estado local que involucre a las comunidades y ofrezca
salidas efectivas a sus necesidades.
1 Este capítulo corresponde a una versión revisada por el profesor Manuel Pérez Yruela
del libro Estrategia de Innovación para la gobernanza de la paz territorial. Publicado en
el año 2015 por Goberna América Latina y Goberna Colombia. Fruto del trabajo reali-
zado por el profesor Manuel Pérez Yruela del Instituto de Estudio Sociales Avanzados
del CSIC, por el profesor Eduardo Wills, de la Universidad de los Andes, y por Andrés
Bravo del equipo Goberna, en el marco del convenio suscrito entre la Escuela Superior
de Administración Pública (ESAP) y Goberna América Latina.
Una tercera alianza, fue la que realizó la ESAP con el Centro de Investi-
gación y Educación Popular (Cinep), en el marco de la cual se construyó
un fructífero diálogo académico. El capítulo tres hace un balance de la
implementación de los acuerdos de paz, poniendo en evidencia que en
la región los procesos de paz pasaron por inconvenientes similares a
10 para la paz.
los del orden nacional, por lo cual es muy importante aprender de esas
experiencias.
Autores
Manuel Pérez Yruela
Instituto de Estudios Sociales Avanzados, CSIC, España.
2 Este capítulo corresponde a una versión revisada por el profesor Manuel Pérez Yruela
del libro Estrategia de Innovación para la gobernanza de la paz territorial. Publicado en
el año 2015 por Goberna América Latina y Goberna Colombia. Fruto del trabajo reali-
zado por el profesor Manuel Pérez Yruela del Instituto de Estudio Sociales Avanzados
del CSIC, por el profesor Eduardo Wills, de la Universidad de los Andes, y por Andrés
Bravo del equipo Goberna, en el marco del convenio suscrito entre la Escuela Superior
de Administración Pública (ESAP) y Goberna América Latina.
Antecedentes y objetivos
El objetivo de este trabajo es presentar una síntesis de los resultados de
un proyecto fruto de la colaboración entre la Escuela Superior de Admi-
nistración Pública de Colombia (ESAP) y el programa Goberna América
Latina, que depende del Instituto Universitario de Investigación de la
Fundación Ortega Marañón de España. La finalidad del proyecto fue
argumentar y concretar una propuesta de política de desarrollo rural con
enfoque territorial (DTR, en adelante) para Colombia, en el contexto de
la aplicación de los acuerdos de paz.
14 para la paz.
tó, además, que la ESAP, por su implantación en casi todo el territorio
de Colombia y su misionalidad, podía tener un papel relevante en la
ejecución de la propuesta. De todo esto surgió la idea de un convenio
de colaboración entre la ESAP y Goberna para presentar una propues-
ta inspirada en la concepción del DTR que tiene la metodología Leader,
entre otras cosas.
16 para la paz.
El analfabetismo disminuyó respecto al censo de 2005, pero el 11 %
de los adultos mayores de 17 años aún son analfabetos. En cambio, la
situación de salud mejoró al tener una cobertura del 94 % de la pobla-
ción. Sin embargo, el 56% de los habitantes rurales no tienen acceso al
agua potable y el 24% habita en viviendas con condiciones inadecuadas.
18 para la paz.
el campo colombiano responden a que las brechas entre las zonas ur-
banas y las rurales en materia de indicadores sociales son significativas.
En el campo se concentran los principales problemas de pobreza, falta
de educación y falta de infraestructura; además, muchos de los pro-
blemas de violencia y narcotráfico se sufren en mayor medida en las
zonas rurales. Para consolidar la paz en el territorio, Colombia necesita
una estrategia integral de transformación del campo, que lo atienda y
lo modernice… articulando las políticas agropecuarias a un programa
más amplio de desarrollo rural que garantice la calidad de vida de los
habitantes rurales”. En consecuencia, el tercer objetivo del plan es: “Re-
ducir las desigualdades sociales y territoriales entre los ámbitos urbano
y rural, mediante el desarrollo integral del campo como garantía para la
igualdad de oportunidades”.
20 para la paz.
seriamente, especialmente en los ámbitos local y regional. La debilidad
institucional es particularmente grave en los municipios más rurales
del país. En algunos territorios de Colombia, los grupos armados ilega-
les de todas las tendencias lograron modificar las estructuras políticas,
económicas y sociales, imponiendo órdenes locales de poder que han
provocado fracturas sociales y procesos de desplazamiento, los cuales
han tenido repercusiones sociales y económicas muy graves. Entre las
primeras, las derivadas de la violencia en todas sus dimensiones y su
influencia en el deterioro de la cohesión social en los ámbitos colectivo,
vecinal y familiar. Entre las segundas, el deterioro o pérdida de viviendas,
cultivos, ganados, instalaciones e infraestructuras.
Por todo esto, para la puesta de una política de este tipo, el pre-
rrequisito prioritario es la consolidación y fortalecimiento de la ins-
titucionalidad local y regional en varios aspectos. Es necesario un
adecuado marco institucional local que garantice condiciones para
la efectiva y transparente inversión de recursos públicos, que logre
recuperar la confianza y la legitimidad del Estado frente a las comu-
nidades y que facilite la puesta en marcha de programas de DTR.
Sin ellos será difícil que prospere el esfuerzo de construcción de paz
sostenible en los territorios.
Componentes de la Política de
Desarrollo Rural con Enfoque
Territorial
22 para la paz.
gestionar los procesos de cambio y desarrollo socioeconómico−, cuen-
tan con bastante tradición, pero no han logrado que sus aportaciones
se hayan tenido en la consideración que merecen en las políticas públi-
cas para el desarrollo10.
10 El contenido de este apartado se basa en las fuentes que se citan en la bibliografía, pero
especialmente en el reciente trabajo de síntesis y crítica sobre el estado de la cuestión
de Pérez Yruela, M. et. al. (2016), El enfoque territorial del desarrollo en zonas rurales:
de la teoría a la práctica, op. cit.
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del sistema de gobernanza multinivel (municipal, regional o estatal), a la
vez que participe activamente en el proceso de desarrollo.
En cuanto al primer vector, la lección más importante tiene que ver con
la percepción que tienen los habitantes de muchos territorios rurales
acerca de que las promesas de DTR suelen no cumplirse, especialmente
en las zonas rurales más necesitadas. Aseguran que se les convoca con
frecuencia a talleres y reuniones para hacer diagnósticos de la situación
de sus municipios y planes desarrollo, los cuales no han tenido conti-
nuidad ni han acabado en nada visible y concreto. Esta queja se ha oído
en los municipios visitados, si bien los entrevistados reconocen el valor
que sigue teniendo para ellos que se les siga convocando para hablar de
esos temas, aunque los resultados sean inciertos. Esta percepción des-
anima a los ciudadanos, mina su confianza en el futuro del desarrollo de
sus territorios y desacredita ante ellos el valor de esas promesas.
12 En el caso de Colombia se pueden citar las experiencias previas de DTR del presidente
Virgilio Barco (1986-1990) conocida como Plan Nacional de Rehabilitación y la del pre-
sidente Álvaro Uribe (2002-2006) conocida como Estrategia Nacional de Consolidación
Territorial.
26 para la paz.
dinación entre ellos y con la sociedad civil y la empresa privada. Todo
esto se relaciona con las nuevas ideas acerca de la gobernanza y el buen
gobierno que se analizan en otro capítulo de este libro.
13 Sobre el tema de la identidad y su relación con el desarrollo puede verse Pérez Yruela,
M. (2014), Un relato sobre identidad y vida buena en Andalucía. Sevilla, Centro de Estu-
dios Andaluces, Colección Actualidad. Nº 70.
28 para la paz.
Una política de DTR debe basarse en una clasificación de los territorios
en función de diversos indicadores de necesidades, problemas y poten-
cialidades, para adaptarla en función de las características y necesida-
des de estos. En el caso de Colombia ya existen tipologías como la de
municipios de consolidación o las que elabora la Dirección Nacional de
Participación, que pueden servir de base a este objetivo.
14 Entre ellas pueden citarse: Plan Nacional de Desarrollo, Dirección Nacional de Plani-
ficación, la futura Ley de Tierras y Desarrollo Rural, la Ley de Víctimas y Restitución de
Tierras, Sistema Nacional de Atención y Reparación a las Victimas, Plan Nacional de
Consolidación Territorial, Agencia Nacional para la Superación de la Pobreza Extrema,
Programas Regionales de Desarrollo y Paz, Áreas de Desarrollo Territorial, Comités Loca-
les de Restitución de Tierras, Comisiones Locales de Desarrollo Rural, Juntas de Acción
Comunal, entre otras.
30 para la paz.
sectoriales con incidencia en los territorios, prever el sistema de partici-
pación social y crear los espacios de articulación social y demás ajustes
institucionales necesarios−, se hiciera un “mapeo” del sistema institu-
cional vigente y de los recursos disponibles. A partir de los resultados
de este análisis, proponer qué cambios serían necesarios para ajustar el
sistema institucional a estos requerimientos, sin crear más instituciones
y políticas nuevas que las imprescindibles. La duración y alcance del pro-
yecto no nos ha permitido ir más allá de estos lineamientos generales.
El Programa Leader
32 para la paz.
Regional (Feder), Fondo de Cohesión (FC) y Fondo Social Europeo
(FSE), para ayudar a las regiones y países con menor riqueza y renta a
mejorar su desarrollo y promover la cohesión social mediante la trans-
ferencia de recursos económicos. A estos hay que añadir la antigua
Política Agrícola común (PAC) iniciada en 1957, que hoy se gestiona a
través de dos fondos. En primer lugar, el Fondo Europeo Agrícola de
Garantía (FEAGA), heredero de la parte más importante y tradicional
de la Política Agrícola Común iniciada en 1957, que puede conside-
rarse la primera política de cohesión social y territorial. Su objetivo es
apoyar a los agricultores mediante pagos directos y otras formas de
ayuda, contribuye al mantenimiento de las rentas de los trabajadores
del agro y al desarrollo económico basado en el sector agrario de las
zonas rurales, evitando que se agrande la brecha de desarrollo y condi-
ciones de vida entre zonas urbanas y rurales y entre regiones de mayor
y menor nivel desarrollo.
34 para la paz.
sarrollo. Los Grupos de Acción Local cuentan con un equipo técnico
de apoyo, financiado generalmente con fondos del programa, que es el
responsable de toda la actividad técnica del programa.
36 para la paz.
Hay otra parte de las evaluaciones18 que analiza el funcionamiento en la
práctica de las características de la metodología Leader y los problemas
con los que se encuentran según la experiencia. Las conclusiones de
estas evaluaciones permiten conocer los aspectos que hay que tener
en cuenta para que las características de la metodología se puedan apli-
car bien. A continuación se exponen estas conclusiones resumidas para
cada característica. El alcance de este trabajo nos impide una explica-
ción más detallada de las mismas.
18 Para estas evaluaciones puede verse Pérez Yruela, M. et. al. (2016), op. cit., especial-
mente apartado 4. También, para el caso español Red Rural Nacional (2011) LEADER
en España (1991-2011). Una contribución activa al desarrollo rural. Madrid. Además
pueden verse las referencias que figuran en la bibliografía sobre el tema.
En los GAL done han predominado los actores públicos, la mayoría ten-
dieron a ser menos innovadores y a tener una visión menos multisecto-
rial del desarrollo, en relación con aquellos en los que han prevalecido
lo actores privados, la minoría. A cambio han tenido más capacidad
para defender los intereses colectivos frente a los privados. Por ello, la
calidad del GAL −en cuanto a representatividad y equilibrio en la repre-
sentación de intereses, autonomía y capacidad técnica para el diseño
y aplicación de la estrategia de desarrollo− es básica para el éxito de la
metodología.
38 para la paz.
Integración multisectorial. Es otra característica difícil de implemen-
tar, que se ha desarrollado débilmente. Esto puede deberse al peso
de la lógica sectorial de financiación y ayudas. El sector agrario sigue
teniendo mucha importancia en el desarrollo de las zonas rurales y una
agricultura de mucho peso en la estructura económica del territorio
obstaculiza aún más la integración. Hay ejemplos variados de diversi-
ficación, que incluyen proyectos industriales, de nuevas tecnologías o
de innovación tecnológica de actividades tradicionales. No obstante, la
diversificación es una característica de la metodología que se ha desa-
rrollado débilmente.
40 para la paz.
En cuanto a la gobernanza para la paz, es la consultoría a través de la
cual la ESAP puede ser la institución pública que lidere en el sector
público la gestión del conocimiento y la formación de profesionales que
presten sus servicios en los territorios −por medio de las Agencias de
Desarrollo Territorial− y ayude a otras instancias que también acompa-
ñen a los territorios en el proceso de desarrollo.
Los del segundo tipo son los conocimientos aplicados que necesitan los
técnicos de las Agencias de Desarrollo Territorial para realizar las tareas
de acompañamiento necesarias en los territorios para apoyar sus proce-
sos de desarrollo. En los análisis sobre la práctica del DTR se subrayan
los aspectos culturales que subyacen a la participación de la sociedad
civil en esos procesos como el capital social, la asociatividad o la parti-
cipación social. Sobre estos aspectos hay menos conocimiento práctico
acumulado acerca de cómo adquirir esas capacidades y habilidades, en-
tre las que están las necesarias para la negociación, la cooperación, el
emprendimiento, el liderazgo colectivo y la toma de decisiones. Asimis-
mo, hay menos conocimiento sobre las necesarias para fomentar y apo-
yar los procesos participativos y asociativos con objetivos económicos,
culturales, educativos, sociales, de ayuda mutua o de creación de bienes
comunes para mejorar el bienestar de la comunidad.
Los del tercer tipo son los conocimientos aplicados necesarios para la
consolidación institucional de los territorios que carecen de una insti-
tucionalidad aceptable. Entre estos son importantes los conocimientos
Los de cuarto tipo son los conocimientos aplicados necesarios para apo-
yar los procesos de reconciliación y construcción de la paz en las comu-
nidades y para identificar, analizar y prevenir los riesgos institucionales
también señalados antes. Aquí son necesarios conocimientos específi-
cos sobre atención psicológica a víctimas y victimarios, conocimientos
específicos sobre estrategias y prácticas de reconciliación, conocimien-
tos sobre identificación de riesgos institucionales y sobre indicadores de
monitoreo y seguimiento de los mismos.
42 para la paz.
Conclusiones y recomendaciones
El primer eje consiste en hacer del DTR una política de Estado que se
visualice con el rango más alto en el nivel político, para mostrar que en
efecto los territorios y sus habitantes van a ser prioritarios en la acción
de gobierno. Se requiere que, desde el inicio, su enfoque sea diferencial
de acuerdo a la heterogeneidad de municipios y territorios.
Los proyectos que prioricen los GAL serán presentados a los Fondos
de Cofinanciación para el Desarrollo Regional que deben fortalecerse
y reestructurarse a partir de los fondos ya existentes. Estos trabajarán
sobre proyectos productivos, proyectos orientados a fortalecer la cohe-
sión social y la innovación territorial como se desprende de la experien-
cia de la Unión Europea.
44 para la paz.
reglas y acordar nuevos comportamientos ciudadanos. Los esfuerzos de
reconstrucción y fortalecimiento de la institucionalidad local deben di-
rigirse prioritariamente hacia la generación de capacidad en la gestión
pública local y en la rendición de cuentas, a la presencia de la adminis-
tración de justicia del nivel local para garantizar la protección de los
derechos, a la actualización y fortalecimiento del catastro municipal y
la titulación de tierras y definición de baldíos, zonas protegidas y áreas
especiales, y al fortalecimiento de la democracia local, incluyendo a los
partidos opositores y el proceso electoral.
Es necesario reducir los niveles de captura del aparato estatal por grupos
ilegales, de corrupción e ineficiencia en que se encuentran algunos mu-
nicipios como consecuencia del prolongado conflicto, lo que les impide
cumplir adecuadamente con su función dentro del proceso y garantizar el
bien común. También es necesario entender el antagonismo a este proce-
so por parte de grupos poderosos que actúan en el ámbito local y quienes
se benefician del actual estado de cosas. Por ello, podría acompañarse de
la creación de una defensoría delegada para las comunidades con riesgo
institucional, a fin de evitar la influencia de actores al margen de la ley o
grupos que pretendan capturar la institucionalidad local. Para todo ello re-
querirán de un acompañamiento especial por parte del gobierno central.
46 para la paz.
Bibliografía
Bateson, R (2015). How local institutions emerge from civil war. Wor-
king Paper. MIT
48 para la paz.
Gafaro, M., A. M. Ibañez y P. Justino P (2014). Local Institutions and
Armed Group Presence in Colombia. Household in Conflict Network,
Institute of Development Studies, University of Sussex.
Pérez Yruela, M. et. al. (2000). La nueva concepción del desarrollo rural:
estudio de casos. Madrid, CSIC.
50 para la paz.
Pérez Yruela, M. y M. M. Giménez Guerrero (1994). Desarrollo local y
desarrollo rural: el contexto el programa Leader, Papeles de Econo-
mía, 60/61: 219-233
Wood, E, J (2008). The social process of civil war: the wartime transfor-
mations of social networks. Annual review of Political Science, Vol.
11.
52 para la paz.
Gobernanza para la
paz: nuevas reglas
de juego para la
reconstrucción del
tejido institucional19
Autor
Alexander Cruz Martínez
Subdirector de Proyección Institucional
Escuela Superior de Administración Pública (ESAP)
19 El presente capitulo tiene como insumos los lineamientos conceptuales del proyec-
to ‘Municipios en zonas de conflicto fortalecidos en su institucionalidad para la paz’ /
Gobernanza para la paz, convenio interadministrativo 315 de 2016 ESAP-Fodesep y
contrato interadministrativo 209 de 2017 ESAP-Fodesep.
Abstract
Palabras claves
54 para la paz.
mente por las traducciones erróneas del inglés al español (Torres-Melo,
2007) y en el uso indistinto de ambos términos por parte de organis-
mos internacionales, sin tener un conocimiento profundo de los mismos
(Prats, 2003).
56 para la paz.
GMN se entiende como un sistema en donde los diferentes niveles de
gobierno comparten definiciones de problemas y políticas de grandes
temas, que surgen en la convergencia entre los espacios local, regional,
estatal y supraestatal (Ruano de la Fuente et al., 2004).
58 para la paz.
una apertura de gobernanza de seguridad que sólo se evidenciará en el
tiempo y en el espacio (Flemes & Radseck, 2012).
Para finales de los años 70 e inicio de los 80, llega a América del Sur la
llamada Tercera Ola de Democratización. Prats (2003) retoma los apor-
tes de Guillermo O’Donnell (1979) y Adam Przeworski (1988), quienes
introducen una nueva manera de interpretar el concepto de gobernabi-
60 para la paz.
De acuerdo con Rosas Huerta (2008), el concepto de buen gobierno está
relacionado con la capacidad institucional en la medida que se cumplan
tres escenarios bajo responsabilidad del Estado, que permitan el funcio-
namiento de las democracias y los mercados. Y son estos escenarios: el
diseño de políticas públicas apropiadas, la administración equitativa y
transparente de los recursos y, por último, la atención a las demandas de
la comunidad para garantizar el bienestar social.
62 para la paz.
Así pues, de acuerdo con los autores analizados, el buen gobierno tiene
estricta relación con la participación pública de manera que se esta-
blezcan las prioridades políticas, sociales y económicas basadas en un
amplio consenso social que garantice la participación en la toma de de-
cisiones políticas de las poblaciones más pobres y vulnerables. De igual
manera, el buen gobierno es eficaz, equitativo y promueve el Estado
de derecho y la transparencia de las instituciones, los funcionarios y los
procedimientos.
El fortalecimiento institucional
64 para la paz.
su mandato institucional o lo hace de forma parcial, pero satisfactorio
para sus servidores. Lleva así a un mejoramiento de la capacidad admi-
nistrativa que supone el fortalecimiento de la meritocracia y el blindaje
de la institución frente a la influencia de grupos de poder interno y de
otros actores. 2) La dimensión de proactividad, que representa aspec-
tos de la organización en su forma de interactuar con actores externos,
para lo cual amplía sus capacidades institucionales e intenta ir más allá
de lo estipulado en su diseño. 3) La dimensión de legitimidad, que se
refiere a los niveles adecuados de confianza que la ciudadanía tiene en
las actividades de la organización, para lo cual se revisan atributos orga-
nizacionales como la integridad, probidad y transparencia (DDDI, 2014).
66 para la paz.
los intereses y las ideologías que se desarrollan dentro y fuera de su
aparato administrativo.
Por ello, los gobiernos hacen uso de una serie de indicadores de gestión,
a través de los cuales es posible controlar, monitorear y medir perma-
nentemente la organización y el manejo de los recursos de las entidades
públicas, en términos de eficacia, eficiencia y efectividad (Isaza, s/f). La
información recabada de estos indicadores permite su análisis y facilita
el proceso de toma de decisiones, de acuerdo con la normatividad di-
señada por el gobierno central. Esto con el objetivo de establecer unas
condiciones mínimas para el desarrollo de todo el territorio nacional.
Además, se busca marcar una hoja de ruta que le permita orientar sus
acciones de acuerdo con las condiciones propias de la nación y del con-
texto internacional.
Matilde Luna (citada por Uvalle, 2009, pp. 48–49) define las redes ins-
titucionales como unas entidades complejas, orientadas a la solución
de problemas que cruzan barreras organizativas, sectoriales, institucio-
nales, culturales o territoriales. Como patrón específico de toma de de-
cisiones, las redes responden a la lógica de la negociación y construc-
ción de consensos. Por ello, ningún miembro tiene una total autoridad
y todos tienen una cierta autonomía; se estructuran con eficacia y dan
vida a una acción gubernamental más coordinada y con rendimientos
crecientes que apuntan hacia un accionar estatal más cooperativo en la
construcción de soluciones en materia de problemas públicos.
68 para la paz.
conocimientos, la disminución de desperdicio de recursos y el aumento
del uso efectivo de los mismos, de manera que podrán ser destinados
a otros temas de igual importancia social. Por otro lado, se promueve la
participación comunitaria y se evita duplicar los esfuerzos de las enti-
dades en el logro de objetivos, entre muchos otros beneficios. Debido
a ello, la articulación institucional tiene un papel determinante en los
procesos de desarrollo social, económico y político en las regiones.
70 para la paz.
Bibliografía
Isaza, C. (s. f.). Capacidad del Estado : cómo medir y qué medir para
mejorar el desempeño de la administración pública. En II Congreso
Internacional de Investigación en Gestión Pública (IGP) (pp. 1-17).
Bogotá: Procuradoría General de la Nación.
Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos
Humanos (Oacdh). (2008). Prácticas de buen gobierno para la pro-
72 para la paz.
tección de los derechos humanos. New York y Ginebra: ONU. Recu-
perado a partir de https://goo.gl/wpGTW5
74 para la paz.
Demandas
conflictivas de los
acuerdos de paz
Autores
John Jairo Montoya Rivera, S.J.
Investigador del Centro de Investigación y Educación Popular, Cinep. Docente Escuela Su-
perior de Administración Pública –ESAP−, Universidad Javeriana, jmontoya@cinep.org.co
76 para la paz.
para convertirse en ciudadanos y ciudadanas acogidos a la legalidad,
algunos de ellos con aspiraciones políticas o con el deseo de contribuir
desde otras dimensiones al desarrollo de sus comunidades. Con ese
objetivo, se conformaron equipos de docentes de la escuela y del Cinep,
que trabajaron en esas ocho zonas. En este capítulo se recoge también
la sistematización de ese proceso de capacitación y sensibilización para
la reconciliación, como un aporte a procesos educativos futuros, tanto
con personas de las Farc, como, deseablemente, del ELN, e incluso de
otros grupos armados ilegales que posteriormente se reincorporen a la
vida civil para tener por fin una paz completa en nuestro país.
Las reflexiones que se plasman aquí son un aporte del Convenio ESAP -
Cinep, que pretende poner a disposición de lectores de esta publicación
un marco de análisis comparado, sobre la alternancia de sucesos posi-
tivos y adversidades en la implementación del acuerdo de paz firmado
hace un año entre el Gobierno y la guerrilla de las Farc-EP. Los autores
evidencian que las vicisitudes que marcan hoy la implementación del
acuerdo no son una fatalidad colombiana, sino que han caracterizado al-
gunas de las más importantes transiciones en distintos lugares, aunque
se enfocan en países de Latinoamérica, con algunas referencias a Sudá-
frica. Adicionalmente, la publicación, en este mismo libro, de las memo-
rias y la sistematización del proceso llevado a cabo en las ocho zonas
veredales, ya mencionado, pretende ser un mensaje de aliento a futuros
procesos de formación educativa, pues la academia no puede resignarse
a ser una mera notaria de fatalidades, sino que debe comprometerse
genuinamente con el logro de la paz, el cual pasa por habilitar espacios
cuya sistematización se presenta en esta publicación, para contribuir a
que la reconciliación sea posible.
El Salvador
El 13 de julio de 2016, la Corte Suprema de Justicia de El Salvador, en
un fallo considerado histórico, declaró inconstitucional la Ley de Amnis-
tía General para la Consolidación de la Paz, aprobada en 1993, con lo
cual abrió la puerta para enjuiciar a los acusados −en su gran mayoría
miembros de las Fuerzas Armadas− de cometer crímenes de guerra y
lesa humanidad. En su resolución, la Corte dijo que son inconstitucio-
nales los artículos primero y 144 de la Ley de Amnistía, porque violan
el derecho al “acceso a la justicia” y a la “reparación de las víctimas”.
Igualmente, sentenció que esos delitos no prescriben, es decir que pue-
den ser perseguidos con independencia del momento en que fueron
cometidos.
78 para la paz.
Las reacciones a este fallo, como habría de esperarse, han sido contra-
dictorias. De un lado, víctimas y algunas organizaciones de derechos
humanos han celebrado el fallo. Lo ven como un cambio de paradigma
en la aplicación de justicia, sobre todo cuando se trata de violaciones
a los derechos humanos. El victimario deja de ocupar el centro de la
justicia, para compartirlo con las víctimas, quienes tienen derecho a jus-
ticia y reparación. De otro lado, sus opositores señalan la sentencia de
inconstitucionalidad como “un intento de desestabilizar al país, un golpe
a la institucionalidad y una traición a los Acuerdos de Paz”.
80 para la paz.
desagregados de esta votación muestran una realidad similar a la co-
lombiana, aunque en sentido inverso, en la que el voto de las capitales
muestra tendencias muy distintas del voto rural o de las ciudades inter-
medias. “En Montevideo el 56.4% se pronunció contra la convalidación
de la ley (mientras en el interior del país, el 69.6% votó a favor de esta)”.
82 para la paz.
domiciliario en Londres −pese al fallo del juez Nicholls que autorizó la
extradición solicitada por su colega español Baltazar Garzón, con el fin
de concretar la orden de captura expedida en su contra−, Pinochet fue
finalmente autorizado a dejar Inglaterra, pero con destino a Santiago.
¿Cómo se han logrado sortear las demandas de justicia sin que necesa-
riamente se ponga en peligro la transición? América Latina nos presenta
el mayor número de casos de países que han estado en período de
transición bajo la combinación de juicios criminales y comisiones de la
verdad para satisfacer las conflictividades que surgen de la demanda de
justicia por parte de las víctimas. Esta combinación puede ser el resul-
tado de un acuerdo de paz, como es el caso de El Salvador, o de una
decisión del gobernante encargado de implementar períodos de transi-
El caso Colombia
84 para la paz.
de octubre de 2016, resultando triunfadora, aunque por un porcentaje
muy pequeño, la negativa a avalarlo. Aunque no nos detendremos en
aspectos técnicos de dicho mecanismo de participación, simplemente
nos referiremos a éste, como una manera de darle reconocimiento po-
lítico a los acuerdos de paz con las Farc. Reconocimiento que, para el
caso de este acuerdo, se dio por la vía del Congreso de la República y
que, a nuestro juicio, sirvió para darle alguna garantía de cumplimiento.
En su libro On the Law of Peace, Christine Bell señala con razón que los
acuerdos de paz se han convertido en la respuesta contemporánea a los
conflictos intra-estatales. En los acuerdos de paz, dice la autora, normal-
mente se negocia −según las particularidades del conflicto− la redefini-
ción del Estado (no es el caso de Colombia, como desde un principio lo
han advertido los negociadores del gobierno), la disgregación del poder
(posibilidad de que antiguos combatientes ingresen a la arena política) y
la disociación del poder (mediación entre el viejo y el nuevo orden). Son
estos dos últimos los más característicos de la solución negociada en
este último proceso con las Farc.
86 para la paz.
Otro ejemplo se encuentra en los acuerdos de paz de El Salvador. Di-
chos acuerdos no tuvieron refrendación política por parte del pueblo
salvadoreño. Podría sonar paradójico calificar los acuerdos de paz de El
Salvador como exitosos, aunque sí lo son en el sentido más restringido.
Esto es, en tanto y cuanto los procesos dieron paso a la terminación del
conflicto armado en ese país centroamericano y permitieron la incorpo-
ración de nuevas fuerzas políticas ―antes armadas― a la vida política
del país. Era impensable, antes de los acuerdos de paz, que El Salvador
tuviera un presidente de izquierda elegido democráticamente (que por
demás había formado parte del grupo armado rebelde). Se puede seña-
lar, sin embargo, que el proceso de paz ha sido exitoso hacia el futuro.
No obstante, el déficit en su reconocimiento político ha ocasionado su
no implementación en la justiciabilidad de las violaciones a los DD.HH.
cometidas en el pasado. En el caso de El Salvador, el reconocimiento
de los acuerdos ha venido más desde el ámbito jurídico, mediante la
referida sentencia de la Corte Interamericana y el reciente fallo de la
Corte Suprema de Justicia que declaró la inconstitucionalidad de la ley
de amnistía. La polarización que hay en el país en este momento, por
la decisión de la Corte, nos muestra el alto grado de conflictividad que
tiene el reconocimiento de los acuerdos de paz.
Conclusiones
88 para la paz.
tradicionales categorías jurídicas de constitución, ley, tratado o acuerdo
internacional, que tienen por sí mismos fuerza vinculante. Para que es-
tos elementos conflictivos no arruinen el propósito de los acuerdos de
paz, es necesario que la sociedad civil exija la institucionalización de los
cambios democráticos que los acuerdos requieran.
90 para la paz.
(neo-paramilitares como les llaman algunos o grupos sucesores del
paramilitarismo, como se les llama en el acuerdo de paz) que están
copando los territorios que ya dejaron las Farc, al momento de la
entrega de las armas e inicio de su proceso de reincorporación a la
vida civil.
92 para la paz.
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94 para la paz.
Epílogo
96 para la paz.
Este capítulo llama la atención sobre la urgencia de aprender de las ex-
periencias de posconflicto y paz que el contexto internacional en gene-
ral y el latinoamericano en particular pueden aportar. Esta experiencia
de apostar por la paz es un camino que otros países aún siguen reco-
rriendo y es por ello por lo que se puede seguir aprendiendo de sus
aciertos y tropiezos.
98 para la paz.
decisiones administrativas que demarquen la construcción de políticas
públicas sólidas y de cara a las realidades institucionales y sociales de
cada comunidad.
Ello sentaría las bases para que los ciudadanos y sus organizaciones
se integren a los escenarios de definición de horizontes futuros de las
distintas unidades territoriales del país, así como en el diseño, ejecu-
ción, seguimiento y control de políticas públicas, consecuente con la
importancia de fomentar la participación ciudadana como pilar para el
Los pactos colectivos por la paz son ahora el tema principal que tratar
para la reconstrucción de nuestro país. Es por eso por lo que contar
con la participación de los ciudadanos en la elaboración de pactos co-
lectivos no sólo resulta fundamental para contribuir a la solución de los
problemas más próximos a los ciudadanos en el nivel local, si no para
lograr más eficiencia y eficacia en el diseño e implementación de polí-
ticas públicas. Del mismo modo, las prácticas participativas ratifican la
existencia de ciudadanos y ciudadanas con diferentes características e
intereses; refuerzan la responsabilidad que estos tienen en conocer y
hacer efectivos sus derechos y en contribuir al desarrollo de su territo-
rio incidiendo en la planeación, ejecución, control y seguimiento de los
diferentes planes y programas liderados por las autoridades nacionales
y territoriales; al tiempo, fortalecen la generación de nuevos modos de
relación entre los ciudadanos basados en la confianza, el diálogo, la soli-
daridad, el respeto por las instituciones, el respeto por la ley y la acción
colectiva.