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– Me falto mi padre…
– Estaba ausente
– No supe/pude acercarme a él
– No pudimos comunicarnos
– La relación fue desastrosa
– La versión fue tan increíble que lo busco en mis parejas
Es la relación con el padre la que determina cuán exitosas o no, serán en sus
relaciones con los hombres, lo cual en gran medida, se traducirá en la estima que
tengan de sí mismas.
– El Ausente Físicamente
Un padre egocéntrico, que se dedica a buscar lo que necesita, se le dificulta ver las
necesidades emocionales de los otros, no tiene consciencia de que su esposa e
hijos necesitan de él.
Con un padre así cuando niña tú sólo sientes o intuyes que no te amaban o
aceptaban como tu pequeño ser necesitaba, de ésta manera desarrollas
comportamientos basados en las conductas y mensajes de los otros hacia ti, en
este caso, de tu padre y tu madre, incluyendo el conflicto que vivían de pareja.
Todo ésto conformó tu personalidad, que llamaremos disfuncional, porque en el
presente no funciona, no logra ayudarte a ser feliz, a amarte a tí misma, a
convecerte de que te aman, y por eso, no escoges hombres que sepan amar, o
sea, que ya sepan amarse a sí mismos, y acepten quienes son (sin juicios) que
acepten a los demás, que no vivan sólo centrados en lo que quieren para sí.
Hombres que hayan aprendido a escucharse y a escuchar a los demás, que al
madurar como personas su nivel de tolerancia vaya en aumento también, es decir,
que acepten que en la vida no siempre se obtiene lo que se desea en la forma que
se desea, que sepan que la mujer se comunica y entiende la vida de una manera
diferente a la de los varones.
Es importante también ver qué pasa con la madre… si también vive con un esposo
distante, es seguro que no está conectada de manera adecuada con ese hombre, y
mucho menos con las necesidades de los hijos.
– El controlador
– El violento
Acá el padre en su duelo egocentrado, sólo puede ver su coraje y dolor por la
pérdida. Mientras el padre no se despoje de la ira que siente hacia la ex-esposa no
estará emocionalmente disponible para la hija.
En definitiva, estas cosas que marcan la vida y el corazón, tienen que expresarse,
charlarse, desahogarse. Hay que sacarlo todo afuera para que adentro nazcan
cosas nuevas.
Trabaja con cada uno de los ejercicios propuestos y disfruta dándote todo lo que
necesitas ahora que eres una adulta. Quiero que sepas que ya no es tu imagen
paterna de niña la que te daña sino la que has forjado en tu mente.
Ocuparme de sanar la relación con mis padres, después de los 30, no pasó de un momento a otro,
de hecho me sentía orgullosa de la relación que teníamos.
Yo me sentía amada, respaldada y cuidada por ellos, antes y después de estar casada y con dos
hijas.
Fue en el ir y venir de la vida que comencé a asociar vivencias de la infancia con situaciones de
sufrimiento, que comenzaron a ser reiterativas en mis entornos laborales y relaciones personales.
Este post ilustra mi sanación y quiero compartir contigo mis comprensiones y cómo logré
liberarme y liberarlos para volver a empezar.
3. Mi ritual
3.1 El conjuro
Tenía alrededor de 3 años cuando mis padres decidieron que no estaban hechos el uno para el
otro.
Así que me quedé con mi madre, y soy de las afortunadas por tener un padre presente, nunca me
faltó su abrazo, su amor, su olor o la palabra de apoyo.
Aunque de esa relación no llegaron hermanos para compartir el cariño, si llegaron nuevas parejas,
hombres y mujeres que también querían, y merecían, algo de atención.
Y detrás de la amenaza a perder su amor, algo que mi mente creo no sé cómo, comencé a
construir una personalidad.
No quería equivocarme
Quería su amor
Quería su atención
Quería su tiempo
Quería su aprobación
Entonces, sin consultarlo con nadie, me camuflé en su sombra, en silencio. Nunca protesté y
estuve de acuerdo o los apoyé en casi el 100% de todas las decisiones que tomaron, como:
Casarse
Divorciarse
Volver a casarse
Mi voz de apoyo y comprensión estuvo siempre ahí, muy pocas veces expuse mis miedos, dudas,
dolores, yo quería hacerlos sentir que estaba de su lado, que era incondicional.
Hoy entiendo que detrás de eso quería su aprobación y que me escogieran por encima de lo que
fuera.
Mis padres hicieron siempre lo mejor que pudieron, tuvieron las mejores intenciones, y estoy
segura que si hubiera manifestado la avalancha de pensamientos, miedos y confusiones que me
atropellaban por dentro, ellos habrían hecho lo mejor por ayudarme a salir de ese sufrimiento.
Pero no lo hice, me comí las emociones, las frustraciones, lloré en silencio mis celos Clic para
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Recuerdo muchas veces ese “tener ganas de decir o gritar algo” y elegir no hacerlo, aceptando
cualquier culpa con tal de pasar esa página rápidamente.
Recuerdo tener algo importante que comunicar y decidir no hacerlo por verlos un poco ocupados
o hablando entre adultos.
Es probable que la relación con mis padres se haya manifestado en muchas escenarios de mi vida,
pero fue en el entorno laboral donde la percibí con fuerza.
Ni que decir de lanzarme a tomar la palabra en una reunión, moría del susto.
Y esa necesidad de sentirme querida, aprobada, aceptada, respetada, acogida, esa necesidad de
reconocimiento, de hacer parte de la manada, volvió con toda su fuerza y me enjauló en un
torbellino de sufrimiento.
Las estrategias de supervivencia que adopté en la infancia fueron insuficientes, este escenario
requería que saliera, ahora sí en serio, del nido, de la zona de confort, de la sombra de mis padres.
Suficiente
Valiosa
Importante
No necesitaba la aprobación ni el aplauso del entorno para ser feliz, bastaba con mirarme y tomar
la decisión de serlo cada día, así mis pensamientos e ideas fueran discrepantes con las de mis jefes
y colegas.
3. Mi ritual
Si bien ya tenía claro que la relación de infancia con mis padres estaba generando ruidos en mi
vida adulta, aún tenía que sanarla.
Y lo que te cuento a continuación funcionó para mí, no hay una fórmula mágica, tal vez esto te
inspire y logres un ritual propio de sanación.
Para empezar, sé que aquello que no he sanado se manifestará tantas veces como sea necesario
en mi vida hasta que por fin ponga un ojo sobre él y le de el lugar que corresponde, pero desde el
amor y la consciencia.
En mi caso no bastó sólo saber que determinados patrones se estaban repitiendo, así que después
de cumplir 30, y cada vez con mayor frecuencia, comencé a experimentar situaciones que me
ponían al límite con mis padres, a quienes amo y respeto profundamente.
Como de costumbre, las primeras situaciones tuvieron como resultado mi silencio o aprobación.
Siempre aceptaba las condiciones y muy poco ponía trabas a las cosas, así no estuviera totalmente
de acuerdo.
Hasta que una fibra sensible me fue tocada, y de la forma más visceral y violenta reaccioné,
vomité todas las emociones reprimidas.
Ahí estaba mi niña herida, gritando que no quería sufrir más Clic para tuitear
Contrario a lo que tradicionalmente podría seguir a uno de mis contados arrebatos, no me sentí
culpable.
No quiero volver a reaccionar así, esa tampoco soy yo. Ni sumisa, ni viceral, ninguna de las dos era
Rossana
3.1 El conjuro
Ese día recuerdo haber dejado a mi mamá en el aeropuerto, tranquila, el beso y el abrazo del
agradecimiento.
Y con este conjuro nos liberé, pero desde la consciencia, desde el amor y el agradecimiento.
¿Pero cómo llegué a ese ritual y a la claridad de las heridas que debían ser sanadas?
La vida fue amorosa y cuidadosa mostrándome el camino, susurrándome que era el momento.
Así llegó María Mikhailova a mi vida, me acompañó para abrir la Caja de Pandora y dar el primer
paso a la sanación.
Con su meditación del Niño Interior, María me ayudó a conectar conmigo, con las emociones
enterradas que hacían fiesta en mi inconsciencia y controlaban mis reacciones, pasivas o
viscerales.
Al inicio del post comenté que no pensé que algo debiera ser enmendado, gracias a esta
meditación logré reconocer esas heridas, logré darles lugar y comenzar el camino para mostrarles
la luz que necesitaban.
No siento que deba perdonarles nada, para mi fue perfecto como pasó y estoy profundamente
agradecida.
Sé que los elegí y que cada experiencia vivida ha sido necesaria en mi proceso para despertar y
enriquecer mi consciencia.
Seré tan visceral tantas veces como sea necesario, y como la felicidad, reconoceré que no soy
ninguna de las dos y que puedo elegir.
Elijo sanar, soltar, crecer, evolucionar y recibir con amor todas las experiencias que el universo
considere necesarias, a eso he venido.
La vida es un complot en nuestra contra para que nos sanemos, cada conflicto es la excusa que se
manifiesta en nuestras realidades para que decidamos voluntariamente VER y ATRAVESAR el
desierto de nuestra mente y la manera como interpretamos las experiencias que vivimos…
El ritual para sanar la relación con mis padres está funcionando, me encantará saber si tú también
tienes uno! Te espero en los comentarios!