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El término afeminado ya no se escucha mucho, o bien en un sentido


restringido. La neolengua del último diccionario de la RAE ha eliminado
incluso alguna de sus acepciones. Así, usualmente (ver diccionario RAE
histórico 1960-1995) significaba 1) “Propio de la mujer, característico de ella;
femenino; Que parece de mujer”; 2) “Dícese del hombre homosexual; Dícese del
que en su persona, modo de hablar, acciones o adornos se parece a las
mujeres”; 3) “Inclinado a los placeres; lujurioso, disoluto”; 4) “Débil, delicado,
blando”; 5) “Sin brío; pusilánime, cobarde”. Sin embargo, en la última versión
del diccionario de la RAE han permanecido las tres primeras acepciones y se
han eliminado las dos últimas. Ya los afeminados no son débiles ni delicados ni
blandos ni sin brío ni pusilánimes ni cobardes, nova RAE dixit. POST RECIENTES

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El derecho a una verdad colectiva
Corrección Política José Carlos Rodríguez - 25 enero, 2021
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1

El Gran bulo
Parece sugerirse con este cambio lingüístico que, en contra de lo que se ha
Mecenas Javier Benegas - 24 enero, 2021 1
venido pensando durante todo el resto de la historia de la humanidad en
cualquier cultura, ya no es propio de la masculinidad el arrojo, la temeridad, la
fortaleza, la dureza, la valentía en el enfrentamiento con la realidad exterior al Notas del incierto futuro

núcleo familiar. La feminidad tiene también muchas otras virtudes


Sociedad J.L. González Quirós - 23 enero, 2021 3

encomiables, pero no han sido estas por lo general, al menos en sentido


estadístico. Por mucho que insista la propaganda ideológica de ridículas Y después, ¿qué?
fantasías épicas cinematográficas, en realidad, la frecuencia de hombres ha Política José Luis Montesinos - 23 enero, 2021 2

sido y sigue siendo muchísimo mayor a la de mujeres en actividades que


supongan arriesgar la vida por otros seres humanos que no sean su familia. La política de las turbas
Política Tribuna Libre - 23 enero, 2021 10

Los hombres han nacido con el pecado original de la lascivia y la lujuria en


mayor grado que las mujeres. Hubo épocas en las que esto se vio con cierto
honor, tal cual gallo enseñoreado en un gallinero, y se destacó la virilidad del
Hemeroteca
hombre activo sexualmente. Otrora, salvo casos de afeminados o atados corto
por sus consortes, ¿qué rey u hombre de alto rango o nobleza no ha tenido su enero 2021
cohorte de amantes?, ¿o qué sultán que no fuera de pacotilla no ha tenido su
L M X J V S D
harén? Si bien, esos rasgos de virilidad iban acompañados de algo más que la
erótica del poder. El pueblo veía en sus soberanos a los protectores de sus 1 2 3
tierras, individuos poderosos que les garantizaban cierto grado de seguridad 4 5 6 7 8 9 10
ante los peligros de invasores. A nivel plebeyo, también la hombría tenía ese
11 12 13 14 15 16 17
valor: los hombres iban a la guerra, asumían los trabajos duros, ponían en
riesgo su vida y su salud, mientras que las mujeres se quedaban en casa, 18 19 20 21 22 23 24
sacrificándose en el nacimiento y crianza de los hijos, o en labores menos 25 26 27 28 29 30 31
pesadas y/o peligrosas.
« Dic

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NO ES LO MISMO UN CALZONAZOS QUE UN HOMBRE


AFEMINADO, AUNQUE AMBOS TIENEN EN COMÚN LA
MENGUA DE LA MASCULINIDAD Y UNA POSICIÓN
DÉBIL O DE COBARDÍA: EL PRIMERO DE PUERTAS DEL
HOGAR HACIA ADENTRO Y EL SEGUNDO DE PUERTAS
HACIA AFUERA
En nuestros tiempos sin guerras locales, con medios anticonceptivos y en los
que los trabajos son muchos menos duros y más seguros, las mujeres
reivindican su puesto en el mundo que antaño era de los hombres. Desde
siempre, las mujeres han vivido mejor y con más privilegios que los hombres,
sobre todo en clases altas o medias-altas, y por ello dejaron antaño a aquellos
que bregaran con las cosas del inhóspito mundo, pero, ahora que el mundo se
ha convertido en un lugar más apacible, quieren ser las primeras en
beneficiarse de tal.

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He ahí el pecado original de las mujeres: querer domesticar a los hombres para
utilizarlos en beneficio propio y de sus retoños. Eso no es ni bueno ni malo y,
gracias a la mayor tendencia libidinosa masculina y a la mayor tendencia
domesticadora femenina, hemos nacido todos de una madre y un padre, así
que agradecidos debemos estar de cómo funciona la biología. Si bien, resulta
desconcertante la disolución actual de los caracteres prístinos.

No se trata aquí de hacer un alegato sobre lo pernicioso del natural


afeminamiento de las mujeres, ni tampoco el de los hombres que se pasan a la
acera de enfrente. De lo que se trata es de señalar la mengua de masculinidad
incluso entre hombres heterosexuales en nuestra civilización y de cómo estos
se están viendo sometidos dócilmente al poder femenino, autocastrando su
personalidad innata.

El poder femenino siempre ha estado ahí, desde tiempos inmemoriales.


Cualquiera que haya leído algo de literatura o pensamiento de autores del
pasado, o vivido con los ojos abiertos en el presente, sabrá a lo que me refiero.
Conocido es el hecho de que una buena parte de la población femenina ha
manipulado, domesticado y dominado a la masculina. Al hombre en una
situación de debilidad superlativa se le llama calzonazos. No es lo mismo un
calzonazos que un hombre afeminado, aunque ambos tienen en común la
mengua de la masculinidad y una posición débil o de cobardía: el primero de
puertas del hogar hacia adentro y el segundo de puertas hacia afuera. La
literatura al respecto es amplia, así que no me voy a entretener en este aspecto.

Llama sin embargo la atención en nuestros tiempos que esa dominación se ha


sublimado desde el ámbito de la pareja a escala social. Hoy la mujer —en
singular, denominando al conjunto femenino actuando como una unidad—
impone su orden interfiriendo en el orden social; un decir “si no cede la
sociedad ante nuestras demandas de beneficios extraordinarios a nuestro
género en perjuicio del masculino, montamos un berrinche en la calle y en los
medios todos los días y…”. Y políticos, periodistas, fuerzas del orden,
profesionales de distintos ámbitos, jueces,… se echan a temblar ante tales
amenazas, y contestan: “sí, mi reina, lo que tú digas…”. Se podría decir que la
mujer tiene a la sociedad mangoneada o acalzonazada.

Más allá de visiones generales, vemos condenas particulares penales o al


menos de la opinión pública por acciones de galantería sin uso de la violencia
que hoy se tachan de acoso sexual. Ciertamente, podría haber delito en ciertos
casos denominados de acoso cuando se utilizan por ejemplo como un chantaje
para evitar un despido, pero aquí el delito debería caer dentro del ámbito
laboral y no dentro del ámbito de la violencia sexual; además, son tan
delincuentes los jefes que extorsionan a sus empleadas para tener sexo como
las mujeres que aceptan tales ofertas para medrar y pasar por encima de los
demás compañeros, y no veo en movimientos como el #MeToo ninguna
demanda de justicia en ese segundo sentido. Puestos a ser moralistas, uno se
pregunta si casos como los de Plácido Domingo, entre muchos otros,
sometidos al hostigamiento por parte de los medios por comportarse como es
normal que se comporten los hombres con status, haciendo uso de su poder
aunque sin incurrir en violencia alguna, no deben tener también su
correspondiente lapidación mediática de todas aquellas arpías que han
medrado ilícitamente en sus carreras prostituyéndose.

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SE INVITA A CASTRAR TODA EXPRESIÓN DE


MASCULINIDAD CONVIRTIENDO EN DELITO DE ACOSO
LO QUE ES PROPIO DE UNA CONDUCTA MASCULINA
SEDUCTORA NO-VIOLENTA
Se reivindica que la mujer pueda expresar su feminidad del modo que desee,
utilizando las vestimentas y los medios de seducción que se le antoje, como un
derecho inalienable de la mujer libre, y que pueda tener hijos cuando quiera o
no tenerlos cuando no quiera, sin que nadie pueda decidir sobre su vida. Sin
embargo, se invita a castrar toda expresión de masculinidad convirtiendo en
delito de acoso lo que es propio de una conducta masculina seductora no-
violenta. También con frecuencia se les encasquetan a los hombres sin voz ni
voto tareas de puericultor decididas por misteriosos fallos en los medios
anticonceptivos controlados por la mujer, quien se arroga así todo el poder de
decidir sobre la vida y libertades del hombre.

Lo grave no es que muchas mujeres apoyen tales causas, hacen bien si pueden,
son más listas (y más aprovechadas) que los hombres en general, aunque
muchas hay con mayor dignidad que no las apoyan. Lo grave es que muchos
hombres se unan a tales reivindicaciones, autocastrándose y ayudando a
castrar a los de su género, o guardando silencio por temor a quedar excluidos
dentro del actual orden supremacista femenino. El único arrojo de
pseudovalentía de estos feministos lo tienen para defender con puños
erguidos causas ya ganadas de antemano, pues para amparar causas justas en
desventaja hay que ser un hombre íntegro, luchar y tener más coraje. Le
sucedió a aquel temerario que, ante una performance de “Un violador en tu
camino” en Santiago de Compostela, interrumpió el ritual al grito de “Ahora a
casa a hacer la cena”, y le salieron al paso algunos pseudogallitos a defender el
gallinero. Para más inri, el partido político PP al que pertenecía el gracioso lo
expulsó, dejando claro que esto del afeminamiento en el sentido de cobardía es
transversal, afecta a la mayoría de partidos tanto de izquierdas como de
derechas.

La censura sobre el sentido del humor es de hecho una de las herramientas


más alienantes de nuestra sociedad. Desde siempre, el humor ha servido de
canalización del malestar, de crítica implícita y desenfadada. Pero se impone
hoy en día también el silencio hasta en los chistes de mujeres (o de
homosexuales u otros). El temor a ser clasificado de misógino o machista
enmudece a los débiles, y para los que les queda un poco de arrojo la ley deja
entrever posibles delitos de odio en tales sonrisas. Según se da a entender, el
hombre debe hoy tragarse su calzonacería y ni siquiera puede bromear con el
tema.

Lo que tanto ha escandalizado de la celebración del 8-M en nuestro país en


este año de desgracia coronavírica es precisamente el hecho sangrante —
nunca mejor dicho, a colación de los muchos miles de muertes que se podrían
haber evitado de no haberse celebrado el evento— de que los gobernantes
sabían perfectamente del peligro del virus y la celebración de manifestaciones
en la calle, pero no se atrevieron a parar el 8-M y hacerle frente al
todopoderoso lobby feminista. ¿Cómo decirle a la turba furibunda que no salga
a la calle a gritar aquello de “sola y borracha quiero llegar a casa”? Esto,
unido a los intentos posteriores de acallar la vergüenza, forma y formará parte
de la larga historia de calzonazos que se dejaron mangonear en nuestro país
por la irracionalidad de unas hembras anhelantes de más poder, con fatales
consecuencias. El feminismo mata, ¡vaya si mata!

Ser hombre no está de moda. Sus desgracias [en España: 80% de los suicidios
(unos tres mil hombres al año), muchos de ellos causados por abusos de sus
parejas o exparejas en procesos de separación; 80% de los “sin techo”; 95% de
los siniestros en el lugar de trabajo (unas 500 muertes de hombres frente a
unas 25 muertes de mujeres al año); ninguneado en los casos en que es
víctima grave o incluso mortal de violencia doméstica; espoliado de sus bienes
en una buena parte de casos de divorcio, y/o apartado de sus hijos; etc.] no
venden como para hacer un drama victimista al uso. Los niños también sufren
tasas de abandono y fracaso escolar mucho más elevadas que las niñas.
“Claro, las niñas son mejores que los niños, y si hubieran sido las tasas de
fracaso a la inversa es que estaban discriminadas o no se las había educado
adecuadamente” —dirían los igualitaristas modernos. Del mismo modo se
aplica a las distintas facetas de hombres y mujeres adultos.

EL AFEMINAMIENTO DE NUESTROS TIEMPOS ES


TAMBIÉN EVIDENTE EN ESE BUENISMO QUE
IMPREGNA TODA NUESTRA SOCIEDAD, ESA EUROPA
“PODRIDA DE VEGETARIANOS Y CICLISTAS”, DE
NENAZAS QUE SE ARRUGAN ANTE CUALQUIER SIGNO
DE TEMPESTAD Y PREFIEREN EVITAR CONFLICTOS

La Universidad tiene actualmente un 60% de estudiantes mujeres; no llegan en


el mismo porcentaje a los puestos jerárquicos más altos por razones bien
conocidas y que no tienen que ver con la discriminación. Con todo, copan
algunas de las carreras más lucrativas dentro del área sanitaria o jurídica entre
otras. Sin embargo, ven que todavía son minoría en áreas científico-técnicas y
están presionando los feministas para conseguir también ahí que alrededor de
la mitad sean mujeres. Mientras, los puestos más peligrosos o los que requieren
mayores sacrificios, como albañiles de andamio, se dejan casi íntegramente
para los hombres. Dicho de otro modo: las frescas feministas (y los feministos
que les siguen la corriente) aspiran a lograr la mayor representación femenina
en cómodos puestos bien pagados de guante blanco, y mantener la mayor
representación masculina en puestos de mayores sacrificios, mayores riesgos y
menor status.

El afeminamiento de nuestros tiempos es también evidente en ese buenismo


que impregna toda nuestra sociedad, esa Europa “podrida de vegetarianos y
ciclistas”, de nenazas que se arrugan ante cualquier signo de tempestad y
prefieren evitar conflictos —muy femenino eso—, que se enternece con la
llegada de inmigrantes acogiéndolos como quien recoge gatitos abandonados,
sin advertir los peligros que ello puede acarrear. Una sociedad de ofendiditos,
tal cual damas delicadas, y que califica la masculinidad luchadora de tóxica.
Hombres que han substituido la lucha en la guerra o en su trabajo por cambiar
pañales y la conciliación familiar. Una sociedad decadente que ampara a unos
desempleados que prefieren cobrar los subsidios estatales en vez de trabajar,
peligrando incluso la producción de bienes básicos, como en el reciente
confinamiento de la COVID-19. Una sociedad que repudia la violencia
necesaria, y deja que metafóricamente le meen en el bolsillo del pantalón por
no querer aplicar ley y orden, como en los tristes acontecimientos en
Cataluña a finales de 2019 en que los policías tuvieron que aguantar palos
pudiendo hacer poco contra vándalos y agresores (por cierto, no recuerdo
haber visto mujeres entre el colectivo de policías que recibía los golpes). En
verdad, resultaría loable ese toque femenino a la sociedad si se uniese al
complementario lado masculino para mantener el equilibrio de fuerzas. Sin
embargo, castrada la masculinidad, queda una sociedad afeminada en el
sentido clásico: débil, delicada, blanda, sin brío, pusilánime, cobarde. Está
condenada al hundimiento y a que venga otra civilización más fuerte que la
nuestra que la termine absorbiendo o eliminando.

Foto: Tom Pumford

Más del autor sobre el tema en el artículo “Una visión alternativa sobre la
historia de la mujer occidental y el feminismo” y en el capítulo “La cosa
ésa de ser mujer” (cap. 5 [5 del vol. I]) de Voluntad. La fuerza heroica que
arrastra la vida.

Por favor, lee esto

Disidentia es un medio totalmente orientado al público, un espacio de libertad de opinión, análisis


y debate donde los dogmas no existen, tampoco las imposiciones políticamente
correctas. Garantizar esta libertad de pensamiento depende de ti, querido lector. Sólo tú,
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La política en la era del Burro Volador La subida del nivel de los océanos

Martín López Corredoira


https://corredoira.000webhostapp.com/

Martín López Corredoira (Lugo, 1970). Soy Dr. en Cc. Físicas (1997, Univ. La Laguna)
y Dr. en Filosofía (2003, Univ. Sevilla) y actualmente investigador titular en el
Instituto de Astrofísica de Canarias. En filosofía me intereso más bien por los
pensadores clásicos, faros de la humanidad en una época oscura. Como científico
profesional, me obstino en analizar las cuestiones con rigor metodológico y observar
con objetividad. En mis reflexiones sociológicas, me considero un librepensador, sin
adscripción alguna a ideología política de ningún color, intentando buscar la verdad
sin restricciones, aunque ofenda.

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Feminismo: sólo hay dinero para A los feminista radicales de todos los Feminismo y decadencia
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29 COMENTARIOS

Causlubis 5 agosto, 2020 At 11:22

Vegetarianos, ciclistas y runners, no se olvide de ellos por dios. Nada mas


gratificante que ver como se machacan rodillas y tobillos contra el asfalto a
cualquier hora del mediodía de cualquier mes de julio y agosto

Afeminados y calzonazos | Magazine 11 julio, 2020 At 13:54

[…] Origen: Afeminados y calzonazos – Disidentia […]

Argantonio rey de Tartessos 9 julio, 2020 At 07:32

Artículo políticamente incorrecto donde los haya. Para enmarcar. Felicidades al autor.
Si esto lo saca El País o otro diario de «tirada nacional» ya puede el autor buscarse
un lugar donde esconderse.

El problema de todo esto es civilizatorio. Cuando todo se lleva al exceso por


determinados intereses, estamos ante una parte más de una agenda política suicida y
distópica.

Tamuda 9 julio, 2020 At 04:25

Un aplauso para el articulista que no tiene pelos en la lengua. ¡Bravo!


rabo_de_pasa 9 julio, 2020 At 02:14

Les dejo un link relacionado con el tema

https://carmesi.wordpress.com/2020/05/17/el-nuevo-contrato-sexual-i/

«… ¿Quién domesticó al sapiens? ¿fueron los extraterrestres, fue un proceso de auto-


domesticación y si fue así cual fue la razón?

Obviamente fueron las mujeres las que domesticaron a los hombres. Vale la pena
releer “El príncipe y la rana” o “La bella y la bestia”

¿Pero quien domesticó a las mujeres?

Las mujeres no necesitan ser domesticadas pues vienen de serie con “la cruel
atadura”, es decir con el lastre de la maternidad.

“En el libro, Dench desarrolla la idea de que el núcleo de la sociedad es femenino y


surge de la necesidad de organizar la reproducción de forma eficaz. Las actividades
más esenciales de la sociedad son la que tienen que ver con el cuidado de los niños.
La maternidad compartida es la base de toda la sociedad humana. Las mujeres son
las que tienen los hijos y la mayor responsabilidad por ellos las hace conscientes de
que van a necesitar apoyos en el futuro. Las estructuras para apoyarse entre ellas
serían probablemente el contrato social original (la aloparentalidad)”…»

«… la igualdad de las mujeres ha terminado por dar a los hombres lo que desean:
sexo fácil sin compromisos familiares, algo que es letal para hombres, mujeres y la
sociedad en general….»

ETc, etc…

echen un vistazo al link. Yo creo que está muy relacionado con el tema que nos
ocupa.

Un cordial saludo

Martín López Corredoira 9 julio, 2020 At 12:43

Excelente artículo el que recomienda. Hila fino.


Sobre el tema de la mujer domesticando al hombre, hay una obra (citada
en uno de los enlaces del artículo) que se puede considerar un clásico
moderno (es de los años 70): «El varón domado» de Esther Vilar
(https://es.wikipedia.org/wiki/El_var%C3%B3n_domado); fue también un
bestseller en su época.

Silvia 8 julio, 2020 At 20:35

«No se trata aquí de hacer un alegato sobre lo pernicioso del natural afeminamiento
de las mujeres, ni tampoco el de los hombres que se pasan a la acera de enfrente. De
lo que se trata es de señalar la mengua de masculinidad incluso entre hombres
heterosexuales en nuestra civilización y de cómo estos se están viendo sometidos
dócilmente al poder femenino, autocastrando su personalidad innata»

Lo doy por supuesto, Martín. Entre otras cosas, porque hacer un «alegato» sobre lo
«pernicioso del natural afeminamiento de las mujeres» no tiene sentido. Una cosa es
referirse a los hombres como «afeminados», pero no existen las mujeres
«afeminadas». A no ser que usted le dé al término un significado distinto, porque un
hombre «afeminado» sería una persona del género masculino que presenta
características femeninas en su personalidad o en su conducta.
Del igual modo que una mujer «marimacho» sería una persona del género femenino
que representa características masculinas en su personalidad o en su conducta.
Tampoco el término «afeminado» es indicativo ni condición necesaria para que «los
hombres se pasen a la cera de enfrente».
Por ejemplo, en tiempos de la Grecia clásica y el Imperio Romano se identificaba el
«afeminamiento» como un signo de debilidad, vulnerabilidad o cobardía que incluso
era severamente castigado. El término entonces ya tenía un sentido peyorativo, igual
que el que desarrolla en el artículo.

En la época feudal se consideraba como afeminamiento la debilidad e incapacidad que


tenía una figura de autoridad para ejercer su poder.
Y no es hasta el siglo XVII cuando el significado implícito del término se refiere a «ser
sometido y humillado por una mujer e incapaz de imponer su masculinidad dentro del
seno familiar».
El papel de la figura masculina y la figura femenina en los roles tradicionales familiares
y en el lecho matrimonial reproducen estos roles sociales en uno y en otro sexo.
¿Diría usted que estos roles se reproducen hasta final del siglo XX, principios del XXI o
siguen vigentes hoy en día? Lo pregunto porque no esta claro que su artículo sea un
alegato reivindicativo de la masculinidad perdida o si es partidario de perpetuar esos
roles masculinos y femeninos instaurados hace cuatro siglos.

En cualquier caso, no se apure, la sociedad en su conjunto, a pesar de la presión, el


ruido y la propaganda del lobby feminista, sigue funcionando dentro de esos roles. Al
menos, mientras el peso del embarazo y el parto siga siendo cosa de mujeres. Qué
menos que una crianza responsable y compartida por ambos progenitores.

Martín López Corredoira 9 julio, 2020 At 00:06

Muchas gracias por sus comentarios, que han añadido información


interesante sobre el significado del término «afeminado». Creo incluso que
sus apreciaciones refuerzan mi argumento principal de la tradicional
asociación de tal palabra con «debilidad», en contra de lo que la RAE ha
omitido en la última versión de su diccionario.
Hablar sobre la masculinización de las mujeres daría también para muchos
comentarios, pero por limitaciones de la extensión he dejado ese tema de
lado.
No hablo sobre roles sino sobre caracteres. No digo lo que tiene que hacer
cada cual, o el reparto del trabajo. Solo señalo que no es bueno una
sociedad en la que la se suprime la masculinidad (es decir, aquello que es
propio del hombre, en el sentido tradicional); tampoco sería bueno una
sociedad en que se suprime la feminidad. Esenciales son algunas de las
características biológicas del ser humano, y en el caso del hombre
(masculino) el temperamento de luchador y cazador es importante si se
quiere evitar la decadencia o el agotamiento por debilidad. Una sociedad de
eunucos domesticados no es deseable.

Silvia 9 julio, 2020 At 20:05

«No hablo sobre roles sino sobre caracteres. No digo lo que tiene
que hacer cada cual, o el reparto del trabajo. Solo señalo que no es
bueno una sociedad en la que la se suprime la masculinidad (es decir,
aquello que es propio del hombre, en el sentido tradicional)»

Pues no sé qué decirle, Martín, a mí me ha parecido que sí hablaba


de roles: «También con frecuencia se les encasquetan a los hombres
sin voz ni voto tareas de puericultor decididas por misteriosos fallos
en los medios anticonceptivos controlados por la mujer, quien se
arroga así todo el poder de decidir sobre la vida y libertades del
hombre».
Hombre, no creo que esta sea la norma ni que las relaciones entre
hombre y mujer se rijan por estos parámetros, que, ciertamente, no
pueden ser más tradicionales. Y la desconfianza en el uso de
anticonceptivos de uso femenino ya es para nota. Pero, en fin, no
voy a insistir en ello, porque está claro que no debatimos con el
mismo nivel de testosterona. Y en este hilo hay para dar y regalar.
Buenas tardes,

Martín López Corredoira 9 julio, 2020 At 20:51

El rol que ocupa cada cual es lo de menos; lo que he querido


resaltar es el tema de la libertad para elegir voluntariamente
cada cual su vida. ¿Alguien ha preguntado a los hombres si
quieren dedicar parte de su tiempo a cuidar niños o es una
imposición tal cual servicio militar? Ésa es la cuestión.

Silvia 10 julio, 2020 At 00:12

La cuestión es que leyendo su artículo y sus


comentarios he retrocedido quince años en el tiempo.

https://www.elperiodicodearagon.com/noticias/arago
n/libros-no-son-ellos_167355.html

colapso2015 9 julio, 2020 At 01:11

“Por ejemplo, en tiempos de la Grecia clásica y el Imperio Romano se


identificaba el «afeminamiento» como un signo de debilidad, vulnerabilidad o
cobardía que incluso era severamente castigado.”

Tengo curiosidad por conocer el origen de tal aseveración.


Desde Sócrates, Heródoto,​ Platón, Aristóteles, Jenofonte, Ateneo, Solón,..,
etc pasando incluso por mitos como Aquiles eran “de la otra acera”. Es más,
la caterva filosófica griega fundamento del pensamiento occidental eran
unos calientes pervertidos/degenerados sexuales.

La homosexualidad era muy usual, pero no era el “neg-ocio” reservado al


sexo macho-hembra.
Aunque solo estaba bien vista con diferencia de status entre amantes.

Por otra parte, cabría recordar el “Batallón Sagrado de Tebas” (falange de


amantes homosexuales), que “castraron” a los espartanos, o mismamente
los dos homosexuales Harmodio y Aristogitón (héroes por la libertad) que
mataron el tirano.

¿Eran “afeminados” tanto unos como otros?

¿Están las vir-tudes de los machos humanos relacionadas con la orientación


sexual o son independientes?

Silvia 9 julio, 2020 At 23:59

Las fuentes de la época, hablan de hombres viriles en contraste con


los afeminados, que nada tienen que ver con su orientación sexual.
Los hombres podían ser muy masculinos y viriles y tener relaciones
sexuales con otros hombres o adolescentes (incluidos a la
«caterva» de pensadores que señala con sus vicios y sus virtudes).
Ser afeminado se relacionaba más con la adopción de un rol pasivo
de sometimiento en las relaciones sexuales que con una orientación
homosexual o heterosexual. Y también influía la clase y el estatus
elevado, por supuesto. Así que, en ese contexto histórico, decir que
«eran de la otra acera»o que eran afeminados no es correcto.

Es el estereotipo contemporáneo el que relaciona lo afeminado con


la homosexualidad. El afeminamiento se expresaría en una identidad
transgénero en la que hay discordia entre el sexo biológico y los
roles sociales asignados (travestis, Drag Queens, transexuales).
«¿Están las vir-tudes de los machos humanos relacionadas con la
orientación sexual o son independientes?»
Pues creo que no están relacionadas con la orientación sexual, pero
ya ve que en la segunda década del siglo XXI hay muchas
sensibilidades al respecto.

Causlubis 5 agosto, 2020 At 11:18

Si usted considera que el hombre se somete dócilmente es que no conoce


los efectos que en los hombres causa la ley de violencia de genero. De
docilidad nada, se está recurriendo a las mayores injusticias para someter al
hombre y saltándose preceptos básicos del derecho, como la presunción de
inocencia. Vamos si eso es docilidad………..

Henry Killer 8 julio, 2020 At 18:19

Los académicos de la lengua llevan bastantes años haciendo el ridículo. A mí me da


igual, estoy inmunizado, siendo un niño me enamoré de las palabras. Que luego me
abandonaran es otra cosa complicada de explicar. Uno se enamora de las palabras
como se enamora de lo femenino, imaginando todo lo que encierran.

Lo de albóndiga o almóndiga me da exactamente igual, lo importante es que la bola


de carne esté rica o mejor aún, exquisita, lo nombre como lo nombre el cocinero.

Más graves son otras adaptaciones de la verdad a la mentira que nos regala la
Academia con sensatez maricona, sin rubor nos priva de la experiencia universal de
los hombres que nos precedieron.

«Si como dice el griego en Cratilo el nombre es arquetipo de la cosa…» J. L. Borges.


«El Golem»

Cambiar el significado de un nombre es destruir un arquetipo experimentado y


definido por nuestros antepasados.
«Sócrates.- Pero dime a continuación todavía una cosa: ¿cuál es, para nosotros, la
función que tienen los nombres y cuál decimos que es su hermoso resultado?

Crátilo.- Creo que enseñar, Sócrates. Y esto es muy simple: el que conoce los
nombres, conoce también las cosas.»

Por eso no puedo perdonar a los meapilas académicos que priven de la experiencia a
las siguientes generaciones camuflando el nombre de las cosas.

Podría poner muchos ejemplos aparte de los que ya cita el autor del artículo, pero
solo voy a poner uno que creo que define mejor que cualquier otro la forma en que
conciben el lenguaje los académicos desde hace algún tiempo, y sé que puede
molestar, ya que casi todos estamos abducidos en mayor o menor medida por el
prejuicio lingüístico, pero porfa, los académicos deberían como mínimo respetar el
nombre de las cosas.

Mi palabra talismán para este asunto es «intuición», me parece que las progresivas
modificaciones realizadas por la Academia son tan aberrantes que definen
perfectamente todo un sistema de pensamiento que nos aleja de la verdad.

1960. Intuición.
Fil. Percepción clara, íntima, instantánea de una idea o una verdad, tal como si se
tuviera a la vista.
Teol. Visión beatífica.

Año 1992. Intuición.


Fil. Percepción íntima e instantánea de una idea o una verdad, tal como si se l tuviera
a la vista.
Facultad de comprender las cosas instantáneamente, sin razonamiento.
Teol. Visión beatífica.
Aquí observamos que desaparece «clara».y se añade «facultad»

intuición
Del lat. mediev. intuitio, -onis.

1. f. Facultad de comprender las cosas instantáneamente, sin necesidad de


razonamiento.

2. f. Resultado de intuir.

3. f. coloq. presentimiento.

4. f. Fil. Percepción íntima e instantánea de una idea o una verdad que aparece como
evidente a quien la tiene.

5. f. Rel. visión beatífica.

De repente la «intuición» original se convierte en una «facultad»


Buscamos facultad.
1. f. Aptitud, potencia física o moral. U. m. en pl.

2. f. Poder o derecho para hacer algo.

Buscamos potencia.
Del lat. potentia.

1. f. Capacidad para ejecutar algo o producir un efecto. Potencia auditiva, visiva.

De repente un suceso excepcional como la percepción clara, íntima, instantánea de


una idea o verdad o una visión beatífica, se convierte en una facultad. ¿….?

Comprendo que para algunos pueda ser complejo distinguir como han difuminado el
arquetipo de la cosa, ni la premonición o el presentimiento tienen nada que ver con la
intuición, un presentimiento estaría más cerca del prejuicio que de la verdad, y una
premonición (premoción) (premonitorio) sería una advertencia moral o un síntoma
que nos avisa anticipadamente.

Creo sinceramente que destruir el arquetipo de la cosa no es la labor de la Academia,


alguien me dirá que si esa acepción ha adquirido un nuevo significado que nada tiene
que ver con el original la Academia debe recogerlo, pues no, todo lo contrario, en el
caso que la palabra pueda perder su significado original es cuando más se debe
empeñar la Academia en protegerlo y ponerlo a salvo, señalando otra palabra que
signifique lo que no significa la expropiada.

Y con respecto a las mujeres ahora contesto a Emme, que de esto sabe más,
aunque como macho, masculino y machista, esto último cada vez menos, cada día
soy más masculino y menos machista, un verdadero cabrón encantador que dicen las
mujeres, no me queda más remedio dar la razón al autor, aquí hace falta mucho
macho masculino con el pene blanco, que el de los negros es como los golpes de
estado para Marchena, ensoñación femenina.

Emme 8 julio, 2020 At 19:14

oh Dios……………yo ahí diciendo pues es verdad eso de intuición, este Henry


que listo es,

Llego al final del comentario……………y ahora es cuando una dama pediría las
sales o el agua del Carmen

Esto es Disidentia ¿no? jajajjaaa

Henry Killer 8 julio, 2020 At 19:55

No era mi intención causar un desmayo a una delicada y sensible


dama aprensiva. Tiene mi palabra. Espero que el autor no me envíe
a sus padrinos por haberla escandalizado. Espero.

Henry Killer 8 julio, 2020 At 20:49

4. f. Fil. Percepción íntima e instantánea de una idea o una verdad que


aparece como evidente a quien la tiene.

Esta última la había pasado por alto, aquí ya no sabemos si una intuición en
un brote psicótico, una alucinación o cualquier otro tipo de desvarío, incluso
si estando borracho como una cuba te morreas a un travesti pensando que
es la más guapa del lugar.

Yo tengo un amigo que aún se pone colorado cuando se lo recordamos en


público, y no sé por qué a las mujeres les hace gracia.
kj26 8 julio, 2020 At 15:40

El artículo, excelente por cierto, va de la transformación de ‘lo hombre’ en el mundo


feminista que nos ha tocado vivir.

Sobre las falacias feministas ya dice bastante el artículo. Añadir que mi experiencia
vivida es muy diferente de cómo la cuentan las fumistas. En mi casa y en la de mi
mujer, el mando totalitario lo ejercieron siempre las madres. A los padres solo se les
permitía decir:” si wuana”. Por eso, cuando en el telediario sale una feminista
bramando contra el patriarcado, me desconecto y pienso: “otra queriendo vivir a
costa del sufrido patriarcado”.

Hay otro aspecto que me gustaría comentar. Cómo se ve así misma y a qué aspira la
mujer fumista actual?

El asunto surgió uno de estos dias, cuando tropecé por casualidad con dos articulos
curiosos. Un artículo es de The Guardian, el otro de The Newyorker. Ambos medios
líderes del progresismo a nivel mundial.

https://www.theguardian.com/lifeandstyle/2020/jul/07/why-i-dont-have-a-child-i-
watched-my-own-mother-struggle-with-parenthood

https://www.newyorker.com/books/under-review/the-study-that-debunks-most-
anti-abortion-arguments

El artículo de The Guardian se titula: “Porqué no tengo hijos?: ví a mi madre luchar


contra la maternidad”

El artículo de Newyorker se titula: “un estudio que desmonta la mayoría de los


argumentos anti-aborto”.

En el primero, una mujer explica porqué no tiene hijos y porqué es muy feliz por ello.
En el segundo, trata de elevar a científico ‘lo bueno y conveniente’ que es aceptar el
aborto. Las pocas contraindicaciones que tiene y los muchos beneficios.

Ambos artículos me dejaron impresionado. Qué buscan estas mujeres? Convertirse


en hombres?.

Imaginense por un momento que todas las mujeres en un deseo vehemente de


‘convertirse en hombres’ rechazan la maternidad. Qué sucederá a esa sociedad?

Vaya por delante mi respeto a todas las opciones personales, aunque el aborto es
algo que ni entiendo, ni acepto como algo bueno, conveniente y deseable. Cada ser
humano disponga dentro de su libertad, pero no mate a nadie, ni perjudique a nadie.

Y sin embargo, los artículos anteriores me produjeron preocupación. Vale, todas las
mujeres ‘se hacen hombres’ y rechazan la maternidad o llevan a cabo una
maternidad deficiente. Qué pasa? Pues pasa que ellas tienen un problema, nosotros
tenemos un problema, y la sociedad tiene un problemón.

Realmente, necesitamos socialmente que las mujeres se hagan ejecutivas y reniegen


de la maternidad? O nos sobran ejecutivos y nos faltan ‘madres’?
Atendiendo a lo que veo en mi familia extensa, ahora todas mis hijas y sobrinas
trabajan. Sin embargo, llevan como pueden (por no decir directamente mal) el
cuidado de los hijos.

Por otra parte, en el aula se siente que casi la mitad de los niños tienen profundas
carencias de cuidado y cariño. Muchos desarrollaran psicopatías.

No esperen de mi comentario una solución. Solamente apuntar que esta vorágine


feminista que lo invade todo, necesita ocultar los inmensos problemas que crea a la
sociedad. Necesitaríamos un estado que no atienda solo a las reclamaciones
feministas, sino al interés de todos, balanceando unos intereses con otros. Cosa que
hoy no sucede y que de mantenerse en el tiempo terminará produciendo cantidades
ingentes de humanos, deshumanizados, psicóticos, desgraciados e infelices.

kj26 8 julio, 2020 At 15:47

Estos dos artículos son solo una muestra. En esos dos medios hay multitud
de articulos haciendo preselitismo de la ‘mujer sin hijos’ y del ‘aborto’ como
descubrí buscandolos para referenciarlos en mi comentario.

Creánme, no logro entender que ‘bienestar’ persiguen esos medios


abandorados de la progresía mundial.

Martín López Corredoira 8 julio, 2020 At 15:40

Cierto, las sociedades de despacho también son otro elemento a destacar en la


larga lista de elementos que han hecho a la sociedad más blanda, menos apta para
la lucha (fuera de la lucha contra la burocracia, que no es moco de pavo).

colapso2015 8 julio, 2020 At 14:56

“La feminidad tiene también muchas otras virtudes”.


Vir-tudes,…

“El pueblo veía en sus soberanos a los protectores de sus tierras, individuos
poderosos que les garantizaban cierto grado de seguridad ante los peligros de
invasores.”
Siempre ha habido cierta adoración por el orden jerárquico entre hombre poco “vir-
tuosos”. Un vistazo a la historia de la Península Ibérica (milicias concejiles, caballeros
villanos,…,); puede dilucidad que el sometimiento a la jerarquía sin “vir-tud” es
generalmente una forma de castración.
Algo que usted explicita con el “status del varón”; como si los demás varones
debieran someterse al “hombre fuerte” que tiene un harem. Y de paso hacerse
homosexual por escasez de hembras (Ejemplo: guerreros Azandé).

“En nuestros tiempos sin guerras locales”


Los “Standing armies” de Thomas Jefferson indican lo contrario.

“las mujeres han vivido mejor y con más privilegios que los hombres”
Esto es historia ficción entre las clases populares.

“lo que se trata es de señalar la mengua de masculinidad incluso entre hombres


heterosexuales”
El concepto “masculinidad” es bastante etéreo y contemporáneo. La concreción se
plasma en un descenso muy significativo de los niveles de testosterona.

“Se podría decir que la mujer tiene a la sociedad mangoneada o acalzonazada.”


La sociedad es un mito. “La mujer” al igual que el hombre no es un conjunto, ni
homogéneo, ni con intereses concurrentes. De hecho, el principal rival en todos los
aspectos del varón son otros varones con otros esquemas de “vir-tudes”; es decir,
distinta visión sobre el elemento constitucional de la comunidad. El ADN humano
muestra que la tasa de supervivencia femenina es superior, y que una parte muy
importante de varones han muerto sin descendencia (ejemplo: península ibérica,
neolítico,…, ).

“Delito…tener sexo como las mujeres que aceptan tales ofertas para medrar y pasar
por encima de los demás compañeros”.
Delito no es, pero puede atentar contra el conjunto de “vir-tudes” constitucionales de
cierta visión del mundo. En este caso creo se refiere al “esfuerzo y mérito”; valores
principalmente ligados a la estructura estatal. Concretamente el ejército; si bien al
comienzo como relatan las crónicas solo la peor chusma se metía a matar para
otros. Hoy día tiene cierto aquel por la profesionalización (“no pongo ni quito rey pero
ayudo a mi señor”) del “Bertrand du Guesclin” conocido por estos lares.

“Lo grave es que muchos hombres se unan a tales reivindicaciones, autocastrándose


y ayudando a castrar a los de su género, o guardando silencio por temor a quedar
excluidos dentro del actual orden supremacista femenino”
No hay tal orden supremacista femenino; lo que hay es un orden estatal con una
agenda. A la que muchos se apuntan; sirva para ejemplo que hay cerca de 3 millones
de empleados públicos al servicio del Estado. Le dicen Estado de Derecho; realmente
es Derecho del Estado; pero ello no quita que “Bertrand du Guesclin” tenga millones
de caras.

“por cierto, no recuerdo haber visto mujeres entre el colectivo de policías que recibía
los golpes”
Yo sí, hay videos.

“Está condenada al hundimiento y a que venga otra civilización más fuerte que la
nuestra que la termine absorbiendo o eliminando.”
El Estado Liberal es cosmopolita por definición (Derechos del Hombre y el ciudadano
1789 => declaración Universal de Derechos Humanos 1948). Es decir, los pobladores
son piezas de puzzles intercambiables. Cuyo máximo exponente es la abstracción de
la “sociedad” abierta.

Martín López Corredoira 8 julio, 2020 At 16:39

Ciertamente, si se considera que «el concepto ‘masculinidad’ es bastante


etéreo y contemporáneo», poco sentido tiene para algunos hablar del
creciente afeminamiento (en contraposición a la masculinidad) de la
«sociedad» (concepto también considerado por colapso2015 como un
mito). Entiendo lo que se quiere decir, criticando abstracciones de colectivos
que no son más que la suma de los individuos. No obstante, estas
abstracciones son útiles en el lenguaje. También la belleza en un cuadro es
algo abstracto y etéreo y difícil de cuantificar científicamente, y eso no
significa que no podamos hablar de una mengua de la belleza en el arte
contemporáneo en comparación con el arte clásico.
A buen entendedor, sobran las palabras, dice un dicho español, y me parece
que hablar del creciente «afeminamiento» de la «sociedad» es una
expresión que se entiende bien, por mucho que se quiera enturbiar el
lenguaje con un decir que no está claro que lo que es afeminar/masculinizar
ni lo que es sociedad.

Emme 8 julio, 2020 At 14:16

A veces creo que es inevitable el afeminamiento masculino y ojo, eso lo dice una
mujer que precisamente no le gustan nada pero nada los hombre afeminados
jajajaj….pero claro si lo pienso bien en el fondo me gustan los hombres que se cuidan
o que sean masculinos pero con elegancia, sibaritas etc etc etc

Un lío

Cuando digo que es inevitable el afeminamiento masculino lo digo convencida, el


hombre siempre ha sido más fuerte que la mujer, con rasgos más bruscos,
musculatura más marcada pero los trabajos que hacía el hombre requerían mayor
fortaleza, incluso aquellos que tenían por ocio aficiones típicas masculinas necesitaban
ser fuertes, tener vigor. Hoy, en sociedades de despacho el cuerpo termina
afeminándose. Las sociedades metrosexuales se iniciaron hace décadas. Las formas
de vida han cambiado. Inmensidad de hombres hoy en día no han cogido una azada
ni para plantar un rosal en un jardín.Veo hombres con manos tan inmensamente
cuidadas y femeninas que me asombra, eso hace unas décadas era impensable.

La forma de trabajar y de cubrir las necesidades diarias cambia y eso influye y mucho
en el cuerpo y supongo que termina influyendo en todo.

Sí vale luego está todas las chorradas del género, pero que hoy por la forma de vida
los hombres se han afeminado sin duda

Martín López Corredoira 8 julio, 2020 At 16:20

Cierto, las sociedades de despacho también son otro elemento a destacar


en la larga lista de elementos que han hecho a la sociedad más blanda,
menos apta para la lucha (fuera de la lucha contra la burocracia, que no es
moco de pavo).

Emme 8 julio, 2020 At 19:08

La lucha contra la burocracia nos convierte a hombres y mujeres en


titanes

Qué horror.

Henry Killer 8 julio, 2020 At 18:55

Emme lo has definido a la.perfeccion, un lío, pero un lío fascinante, lo que


pasa que las mujeres y los hombres son muy brutos y cuando termina el lío
arman el lío, y es que no se pueden liar las cosas al gusto de todos.

A mí me pasa con las mujeres lo mismo que a ti con los hombres, me


gustan guapas, inteligentes, ricas, por supuesto femeninas, alegres,
divertidas, celosillas condescendientes, positivas, resolutivas, elegantes,
discretas, pero que te quiten el hipo y te provoquen la asfixia, aunque en
realidad siempre me conformo con la inevitable, a esa que no sabes por qué
no le puedes decir que no y la añades al mapa de lo femenino como tierra
incógnita.

Menos mal que esto es Disidentia y no Tinder, porque me iban a llover las
ofertas de amor eterno. Feministas abstenerse.
Un cordial saludo, Emme.

Emme 8 julio, 2020 At 19:03

jajajajaja Henry entonces yo no le gustaría no tengo tiempo para


ser «celosilla condescendiente» jajjajaa

Y discreta pssssssssss depende jajajaja

En fin, que no falten las risas, Siempre existirán hombres y mujeres


que terminen en lío y así perpetuar la especie

Emme 8 julio, 2020 At 19:05

ahhh ese «le» era «te»……….la falta de costumbre

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