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El Buen Vivir: la búsqueda de un “mundo donde quepan muchos mundos”

Sofía Chipana Quispe1

La señora Harlem Bruntland, que encabeza el gobierno de Noruega, comprobó


recientemente que “si los siete millones de pobladores del planeta consumieran lo
mismo que los países desarrollados de Occidente, harían falta diez planetas como
el nuestro para satisfacer todas sus necesidades” (Galeano 1998:10).

Unas palabras necesarias

Empiezo este compartir con unas palabras necesarias de Eduardo Galeano. Pues lo que comprobó
la señora Harlem, nos toca el corazón y nos deja una sensación de vértigo, porque algunas
mujeres y hombres de fe también vimos con buenos ojos, lo que se nos presentó como
“desarrollo” y nos empeñamos desde nuestros diversos compromisos a sumarnos en la fila de los
proyectos del supuesto “desarrollo”, con la esperanza de dignificar la vida, desde la “inclusión”
en la cultura dominante y hegemónica, sobre todo cuando emprendimos proyectos de desarrollo y
propuestas educativas que priorizaron el conocimiento noreuropeo2, como parámetros.

En estos últimos tiempos, las crisis económicas que atraviesan diversos países “desarrollados”, y
las crisis de nuestros países denominados “sub-desarrollados” en su afán de seguir las políticas
extractivas y las agendas direccionadas por los mercados globales de los tratados de libre
comercio, no lograron superar los altos índices de empobrecimiento, más bien agrandaron las
grandes desigualdades o brechas entre ricos y empobrecidos/as; todo esto para algunos analistas
deja entrever que el sistema capitalista y globalizante, está en crisis. Sin bien el modelo está en
crisis, pero dejó marcas en los cuerpos que entramos en contacto con sus supuestos “valores”,
reflejo de esos procesos es el narcicismo individualista actual, en la que importa el propio
bienestar a costa de todo, esto no sólo se da en los espacios de poblaciones ricas que cuidan su
confort, sino también en las poblaciones empobrecidas que buscan de cualquier modo entrar en
las reglas de juego que marca el sistema a fin de sentirse “incluida”.

Otra situación que evidencia que el “desarrollo” entendido sólo desde el crecimiento económico
es limitado, son las alarmantes realidades de violencias en todos los niveles y ámbitos que
muchas veces justifica la adquisición de armas, y hasta la intervenciones armadas a países a fin
de garantizar sus seguridades, o las guerras internas, avaladas por principios religiosos y
discursos de paz, cuando en realidad se trata del poder del mercado armamentista. Por lo que
habrá que preguntarse si realmente el supuesto “desarrollo”, ha generado, un desarrollo pleno en
el ser humano/a, no sólo en esa arrogancia del poder humano en su posibilidad de destrucción y
dominación, sino de descubrirse en su vulnerabilidad y su dependencia en el fluir de la vida del
cosmos, que le lleva a conectarse con esas otras dimensiones de su ser, como la posibilidad de
dolerse con todo aquello que genera muerte, violencia, para actuar desde el ritmo del corazón que

1
Miembro de la Congregación de Religiosas Trinitarias y de la Comunidad de Teólogas Indígenas de Abya Yala. Es
docente en el Instituto Ecuménico Andino de Teología, y coordinadora del Programa de Educación alternativa,
Thakichañani (haciendo camino).
2
Uso este término, para no usar el término occidente, a fin de evidenciar que tenemos unos modelos de “desarrollo”
y “civilización” que han y siguen siendo considerados como parámetros o modelos.
busca ofrecer signos vitales y constantes a la vida humana en conexión con los latidos del cosmos
que clama justicia.

A través de estas palabras, evoco también las voces y cuerpos que en los diversos espacios de
nuestra gran casa común, la Madre Tierra, están cuidando la vida desde los espacios locales y
cotidianos para incidir en los espacios que definen de algún modo en las políticas y economías
que pueden llevarnos a otros modos de comprendernos como seres que buscan asumir con
responsabilidad su propósito en el paso por esta tierra. Pues, desde esos otros caminos comparto
el sentido del Buen Vivir, que adquiere multiplicidad de sentidos en los diversos idiomas de
nuestras gran Abaya Yala3, y otros espacios de esta gran casa que habitamos y que nos habita.

Espacios donde se teje el Buen Vivir

“Crecerá la vida en granos, semillas germinarán.


En los campos habrá minga y en los campos el maíz sonreirá.”
Grupo Coca

En estos últimos tiempos, somos testigos de la emergencia de lo inédito o los sujetos emergentes,
que no es “solamente una categoría sociológica, como muchas veces habíamos pensado,
identificándolo con los pobres, con los lugares marginales. Lo inédito es un lenguaje, una
cosmovisión, una filosofía, una sabiduría que debemos aprender a escuchar y a reconocer, para
poder luego hablar de los “inéditos”, es decir de la historia no oficial” (Potente 2001:45), en su
relación con la vida y con el misterio que encierra. Se trata de la vida de los pueblos que se
resistieron a morir, y las comunidades humanas que transgredieron a la cultura hegemónica y a
las normas heterónomas que crearon categorías reproductoras de desigualdades de nuestras
diferencias no sólo culturales, sino también humanas.

No fue fácil, ni será fácil reconocer a las poblaciones inéditas que desde siempre estuvieron ahí y
que están ahí, sosteniendo no sólo sus vidas, sino también la vida de aquellas/os que nunca los
consideraron como sujetos, como seres vivientes, sino como objetos de producción y de trabajo,
como seres sin alma.

Significativamente, la perspectiva del Buen Vivir proviene de los pueblos y espacios marginados,
se trata de un quipu4, es decir, una palabra vital que por mucho tiempo nutrió la resistencia de
muchos pueblos que se resistieron a ser despojados de sus tierras, territorios y su identidad. A su
vez, reconocemos que el Buen Vivir, el Sumak Kausay, ha sido parte del proyecto histórico,
político, económico, social y religioso de los pueblos ancestrales que habitaron Abya Yala, y que
fue interrumpido con la conquista, sin embargo, hoy se ofrece como una alternativa al supuesto
“desarrollo” que nos presenta el mercado y las políticas globales.

Estamos en la búsqueda de los sentidos profundos del Buen Vivir, que se ha perdido en el tiempo
y con la imposición de los nuevos modos de ser, pero se percibe su ajayu, su fuerza de vida, en
algunas vivencias o prácticas también fragmentadas de nuestros pueblos indígenas. Por lo tanto,
3
Este término es usado por el pueblo Kuna (Panamá), para nombrar a nuestras tierras, a fin de dejar el término
colonial de Latinoamerica.
4
Escrito andino, conocido en quechua como quipu y en aymara como chinu, se trata de nudos en lanas de colores
que narran las historias y deseos de los pueblos andinos, que también son recogidos en los diversos tejidos.
para comprender los múltiples sentidos del Buen Vivir, será imprescindible la aproximación a las
cosmovisiones y espiritualidades que aún conservan muchos de nuestros pueblos vinculados a sus
raíces ancestrales y su vínculo con toda la gran comunidad de la vida.

La cosmovisión que fundamenta el Buen Vivir

Según Fernando Huanacuni, en el camino del Capac Ñan5, “para reconstituir la cultura de la
vida en el horizonte del vivir bien, tenemos que reconstruir nuestra cosmovisión y eso significa
nuestra identidad” (2012:25). Ya que la cosmovisión es el modo en la que las diferentes culturas
y personas construyen su forma de ver la vida, configuran su espiritualidad, su religión, su
organización, y cómo estás van transformándose en el tiempo.

Cada persona y pueblo se constituye desde una cosmovisión, sea conscientemente asumida o no,
porque toda la vida está afectada por nuestro modo de ver y estar en el mundo. Se trata de una
experiencia vital que tiene que ver con las relaciones, sensaciones y emociones producidas por el
modo de sentir el mundo desde un ambiente determinado y concreto. Por lo tanto, no es una
elaboración sólo filosófica, se trata del horizonte de sentidos que contiene lo más profundo de un
pueblo, es decir, las biografías culturales que están registradas y que se perciben en la vida
cotidiana de los pueblos, como la fiesta, las relaciones, la ritualidad, el cultivo, la organización, la
convivencia y el cuidado de la vida de todas/os las/os seres.

En estos últimos tiempos, desde los planteamientos sobre todo ecológicos, se evidenciaron tres
cosmovisiones que determinan ciertos comportamientos en relación con la Madre Tierra y todos
los seres que la habitamos: La antropocéntrica, la biocéntrica y la cosmocéntrica.

 La cosmovisión antropocéntrica: puso como centro del cosmos al ser humano racional,
cosmovisión que de algún modo se fundamentó por las relecturas cristianas que se hicieron
sobre el ser humano, como imagen y semejanza de Dios, que tiene la potestad de someter y
dominar a las/os otras/os seres (cf. Gn 1:28). Esta cosmovisión sustenta al sistema
hegemónico del mercado y a una parte de la cultura noreuropea dominante que vio y ve a
los/as seres vinculados a la naturaleza como objetos, por lo tanto mercancía. E introyectó en
las personas una serie de características: individualista, jerárquico, depredador,
homogenizador; que se reproducen de diversas maneras y en las diversas esferas de la vida.

Está cosmovisión está tan enquistada en nuestro ser que definen nuestras acciones, en estos
últimos tiempos si bien hay un mayor compromiso ecológico, pero todavía en diversos
ámbitos eclesiales, sociales y de estados, aún predomina lo antropocéntrico en el sentido de
cuidar la Tierra y todo lo que habita en ella, a fin de salvaguardar la vida del ser humano/a, y
desde el compromiso más social salvaguardar la calidad de vida para las/os empobrecidas/os.
Este planteamiento queda confrontado, cuando se trata de una justicia ambiental y ecológica,
que propone a todas/os los otras/os seres no humanos como sujetos de derecho. Que conlleva
un cambio en nuestro modo de ver, sentir la vida, tal como lo plantea la comisión biocéntrica.

 La cosmovisión biocéntrica: asume que la vida humana y no humana tiene un valor


intrínseco. Y que el valor de las diversas formas de vida no humanas es independiente de la
5
El camino para alcanzar la vida bondadosa, y la sabiduría.
utilidad que pudiera tener para los propósitos humanos; aunque la riqueza y diversidad de
vida, contribuyen a la continuidad de la vida humana y no humana en la Tierra. Según esta
cosmovisión, “todos los seres vivos tienen derecho a disfrutar de su desarrollo como a
completar sus propias vidas… Por lo que cada ser vivo debe recibir una justa porción de los
recursos ambientales, sea tanto a nivel individual como poblacional. Y el ser humano es uno
más en ese conjunto” (Gudynas 2010: 50).

 La cosmovisión cosmocéntrica: tiene como centro al cosmos, para los pueblos andinos la
Pacha6. Se trata de la cosmovisión de los pueblos vinculados a la tierra que viven su
relacionalidad con la Pacha, como lo expresan Vicenta Mamani y Calixto Quispe desde su
lup’iña7, aymara o andina:
La Pacha es un misterio que se siente con el corazón sensible. Puesto que es un misterio, no
es posible entenderla fácilmente valiéndose sólo de la capacidad intelectual.
Es todo lo que existe. Todo es de la Pacha y todo está en la Pacha.
Es la fuente, la esencia de energías que trasciende y que alimenta a toda la existencia.
No se manifiesta personificada ni identificada en algo individual, sino que trasciende a todos
los seres.
Es el tiempo y el espacio, el espíritu y el cuerpo; la luz y la oscuridad, arriba y abajo. Tú, yo
y nosotros en su totalidad.
Es una unidad, una totalidad, es un conjunto de vida de seres vivientes que dan sentido a la
existencia. Somos uno en la diversidad, y por la reciprocidad relacional nos ayudamos.
(Mamani y Quispe 2007: 8 – 45).

La interrelación con la Pacha, el cosmos, tiene un sentido holístico y es vivido desde la


dimensión cíclica de la vida, que ayuda a comprenderse como seres en constantes procesos
que danzan en la dinámica de la espiral, donde las realidades no se contraponen, sino que se
interrelacionan y complementan, en la medida que no se rompa con ningún vínculo, porque se
considera a todos/as los/as seres como parte de una gran familia, donde el ser humano/a es
uno más, dentro del gran tejido de la vida.

Rescatar las cosmovisiones vinculadas al cosmos, plantean núcleos generadores de armonía y


equilibrio, como la reciprocidad, complementariedad, comunitariedad e interrelacionalidad,
que propician el Buen Vivir y provocan el Buen Convivir.

La espiritualidad que inspira al Buen Vivir

Desde la cosmovisión y espiritualidad andina y la de otros pueblos, recibimos la invitación de


asumirnos como seres humanos en relación con la naturaleza no como algo separado, sino en un
proceso de unión permanente o ‘vincularidad’ con las fuerzas generadoras de vida. Para muchos
pueblos vinculados con su ancestralidad, la espiritualidad es el núcleo vital para constituirse
como pueblo, se puede decir que su identidad depende de ella, como lo manifiesta el líder
mapuche Nilsa Raín, encarcelado por su lucha:

6
Se trata de la totalidad del cosmos, que implica el tiempo y la trascendencia.
7
Meditar, se trata del silencio que equilibra y armoniza, por lo tanto el equilibrio se restablece a través del silencio
de uno (amuki) y se conecta al silencio y equilibrio del universo entero (Ch’uju).
Ser mapuche significa ser parte de una fuerza ancestral de la naturaleza que no quiere
perecer, que quiere seguir viviendo y es la fuerza espiritual. Entonces, ser mapuche viene
a constituirse en formar parte de esa naturaleza y hablar por ella. No es que la tierra sea
nuestra. Nosotros somos de la tierra (Raín: 2011)8.

El reconocer que la tierra no es nuestra, sino que nosotras/os somos de la tierra, implica una
vuelta a la relación con nuestro origen, destino e identidad, por lo que para muchos pueblos ya
sea la tierra, el agua, el fuego, el aire, u otros seres, son considerados como orígenes de la vida,
por lo tanto elementos sagrados, por ello será importante el rito, entendido como una red de
relaciones significativas que genera vínculos y restablece las relaciones.

La espiritualidad indígena, está fuertemente vinculada a la ritualidad que busca afectar en la vida,
porque tiene una connotación ética del cuidado de la vida que está relacionado con el modo de
comprender la economía, por ejemplo en los contextos andinos, será criar la vida, uywaña. A su
vez, la ritualidad busca una incidencia en la organización de la comunidad, que tiene en cuenta
las leyes no sólo humanas, sino los ciclos de la Madre Tierra y de toda la Comunidad de la Vida.
Así, la ritualidad adquiere una dimensión política y ética que posibilita el Buen Vivir.

Definitivamente, reconocer las diversas espiritualidades de los pueblos, genera el reconocimiento


de nuestras ricas diversidades, así lo van comprendiendo los pueblos indígenas y comunidades
humanas que desde diversos espacios y encuentros, procuran la integración de los pueblos, que
posibilita una espiritualidad desde la alteridad, que sin duda fecundará a la “humanidad nueva”,
más allá de las caracterizaciones religiosas hegemónicas que buscan presentarse como únicas y
verdaderas, sino que impulsará el deseo de seguir nutriendo su espiritualidad con el aporte rico de
los otros modos de sentir al Gran Misterio de la Vida.

En este camino de la espiritualidad, desde la alteridad con el otro/a, implica también, como bien
diría Gustavo Gutiérrez beber de nuestro propio pozo, es decir conectarnos con nuestras raíces,
para abrirnos al horizonte dialógico, con las otras/os, con su modo de relacionarse entre ellas/os,
con el cosmos y las otras formas de vida. Ya que afirmar lo propio no es negarse a aprender, a
enriquecerse y a abrirse a otras perspectivas.
En un contexto social, en la que se cuestiona el sentido de la religión en cuanto institución que
condiciona su forma de ver el mundo y de verse a sí misma; se presenta la espiritualidad, como
ésa fuerza que es sensible a los latidos de la divinidad, que traspasa toda frontera religiosa, se
trata de la experiencia con la fuerza de la vida. Así lo comprenden también los pueblos indígenas,
que se sienten cobijados por ése misterio de vida, al que nombran de diversos modos y con él o la
que se relacionan desde diversos elementos de la naturaleza, no con el afán de capturarlo, sino
con la necesidad entrañable de sentir su presencia y su cobijo.

La perspectiva del Buen Vivir


La flor perfumada, el ciervo, el caballo, el águila majestuosa:
todos son nuestros hermanos. Las rocas de las cumbres, el jugo de

8
Citado en Mey, Roy (2013). Revista Pasos 153. P 5.
la hierba fresca, el calor de la piel del potro: todo pertenece a
nuestra familia9.

Desde las palabras profundas del sabio inédito de Seatle, nos aproximamos a la perspectiva del
Buen Vivir, que está estrechamente vinculado a los pueblos inéditos, de esas historias
invisibilizadas y de las espiritualidades desacreditas. Se trata de tejer este paradigma, modo de
vida o utopía, con los hilos rotos y quemados de los pueblos ancestrales. Se trata de un proceso
de desaprendizajes y aprendizajes, aciertos y desaciertos que nos orienten por lo menos a buscar
la coherencia de vida entre lo que decimos y hacemos.

El Buen Vivir, está muy relacionado a la buena convivencia en comunidad, con el ayllu; como lo
expresa el término aymara, Suma Qamaña, en la que no sólo las personas son parte de la
comunidad, porque todo está interrelacionado y se complementa, como diría Fernando
Huanacuni “el árbol no vive para sí mismo; el insecto, la abeja, la hormiga, las montañas, no
viven para sí mismos, sino en reciprocidad permanente, a eso le llamamos ayni” (Huanacuni
2011:25).

En el contexto de los pueblos indígenas, el Buen Vivir y el Buen Convivir, buscan


constantemente restablecer el equilibrio, no solo entre las personas, sino con la tierra, el territorio,
las lagunas, las montañas, los bosques, los ríos, y los/as otros/as seres a través de diversos rituales
que buscan concretarse en acciones. En ese sentido en muchas regiones del mundo, cada vez son
más los pueblos que están defendiendo sus tierras, de las petroleras, las agroforestales, de las
compañías mineras, del turismo y en algunas regiones del proselitismo religioso que busca a toda
costa “cristianizar” sus espiritualidades. En esas luchas los pueblos indígenas, pasan de las
demandas de la tierra y territorio, al cuidado de sus tierras, territorios y todo lo que habita en ella;
de sus propios pueblos o culturas, propuesta que pasó de lo local a un ámbito mucho más global,
lo que llevó el 2007 a la promulgación de los derechos de los pueblos indígenas por la ONU. Y
que en estos últimos tiempos hay una plena adhesión a los Derechos de la Madre Tierra.

El Buen Vivir, es presentado como una propuesta que cuestiona el llamado “desarrollo”. Y que
muchas poblaciones se la van haciendo suyas, por lo menos en el discurso de los diversos
espacios alternativos de movimientos sociales, religiosos y Estados de Abya Yala. Sin embargo,
aún la praxis dista mucho entre lo que se dice y hace. No se trata de presentar a los pueblos
indígenas como prototipos, o como los “salvadores” del capitalismo, sino de posibilitar la tierra
sin males que los pueblos guaraníes buscaban, y que puede ser posible en la medida en cada ser
humano/a se conecte consigo mismo/a, porque no se trata de reparar el mundo, sino de
arreglarnos a nosotras/os mismas/os, y volver a conectarnos con los ritmos de la naturaleza de la
que somos parte, y poder desde ahí restaurar nuestras relaciones rotas entre los seres de la misma
especie humana y con ese misterio de vida que nos cobija.

El Buen Vivir definitivamente no es un planteamiento reciente, sino que de algún modo estuvo
fluyendo en las diversas propuestas generadoras de la Vida Digna en un sentido Holístico, que
fue nombrado. Sin embargo, un paso fundamental que nos encaminaría hacia el sentido más
profundo del Buen Vivir, serán los procesos de descolonización, porque es imposible dar pasos

9
Carta de Seattle, Jefe del pueblo de Suwamish, al presidente de los Estados Unidos, Franklin Pierce, el año 1855,
como respuesta a su oferta de compra de las tierras de Sewamish.
en la construcción de algo nuevo y diferente desde los parámetros del neocolonialismo 10.
Considerando que la colonización es la otra cara del sistema patriarcal que sostiene al capitalismo
neoliberal que explota, oprime, reprime y violenta a todos los seres vivientes de la tierra; y en
nombre de la globalización impone una cultura hegemónica y dominante con una nueva
colonización que está inmerso en todos los ámbitos de la vida.

Lo que hoy llamamos descolonización, es fruto de la resistencia e insurgencia, de los pueblos


colonizados, a fin de transgredir y hacer frente a la dominación, para seguir siendo, sintiendo,
haciendo, pensando y viviendo, se trata de la conexión con esas fuerzas que nos conducen a
descolonizarnos para seguir siendo, para seguir estando como pueblos dignos.

Descolonizaciones necesarias que encaminan el Buen Vivir

En los procesos de descolonización, se asumen que los procesos coloniales y neocoloniales


responden a una organización patriarcal, desde la primacía de una cosmovisión antropocéntrica y
androcéntrica, que define los intereses del hombre “racional”, por encima de cualquier otro/a ser
y mucho más si esté está vinculado a la naturaleza, como serán las mujeres, los pueblos
vinculados a sus ancestralidades como los/as indígenas y los pueblos afros.

Para revisitar ese proceso, me remito a los aportes de Franz Fanón, ya que de manera general
planteó que la humanización es el eje central del proceso de descolonización, de descolonizarse.
Se trata de romper con el paradigma de ser humano que la cultura hegemónica o predominante
presentó y sigue presentando, a fin de sostener la desigualdad, a través de ciertas categorías
heterónomas que definen qué es bueno y malo, qué es normal y anormal.

Para Fanón la deshumanización producida por la condición colonial; implica analizar de qué
modo aún seguimos reproduciendo la colonialidad, por ello será importante y pertinente la
descolonización del ser, saber y poder:

- Descolonización del Ser: Los procesos coloniales dejaron heridas profundas en los pueblos
conquistados porque supuso una ruptura radical con sus propios modos de ser. Por ejemplo,
en los contextos de Abya Yala, la concepción de indio es una construcción colonial que fue
presentado como inferior (desde una perspectiva racial, cultural, intelectual, religiosa, etc); en
base a esa categorización, el colonizador racionaliza y justifica la dominación y su posición
de privilegio. Este proceso supone la deconstrucción del sujeto fuera de las identidades
racializadas, desde la afirmación de las identidades, de los cuerpos, de los deseos, ya que el
sentido de inferioridad se reproduce a través de la sumisión, o la negación de lo propio para
ser parte de la cultura, imitando los modos de ser del colonizador.

- La descolonización del Saber: precisa nuevos modos de saberes, que reconozca las otras
sabidurías que sentipiensan o corazonan, frente al modelo hegemónico del sistema educativo
noreuropeo en la que prima la razón y la objetividad. Se trata de reconocer las sabidurías de
los pueblos, de la tecnología y la ciencia ancestral que muchos pueblos habían desarrollado, y
reconocer el aporte de las/os alquimistas, cosmólogos/as, astrónomos/as amantes de la

10
Uso el término neo-colonización, porque somos de un dominio político del mercado que impone su dominio desde
la globalización desde una hegemonía cultural.
naturaleza que fueron asociados a los poderes diabólicos y que hoy nos pueden llevar a esos
otros saberes vinculados a la gran comunidad de vida que tiene algo para compartirnos.

- La descolonización del Poder: La colonialidad del poder sigue operando, desde un patrón de
control y dominio de la existencia humana y de la naturaleza. Por lo que se trata de orientar el
ejercicio del poder y su comprensión, para resignificar el poder como generador de nuevas
relaciones desde la afirmación de las identidades, los cuerpos, los deseos. De lo que es saber y
cómo saber, de la producción de la vida y de las luchas que en la cotidianeidad tenemos para
construir una sociedad justa. Y finalmente asumir el poder como servicio en el cuidado de la
vida.

Unos deseos desde el Buen Vivir

Es bien cierto que los caminos de las reivindicaciones del Buen Vivir no son fáciles, ya que
nuestras sociedades mercantilizadas, jerárquicas y hegemónicas, se empeñan en robarnos la
esperanza, pero también sabemos que pocas alternativas se gestan de manera deliberada con el
sistema. Pues, así lo comprendieron, muchos pueblos que aún conservan el fuego de la
ancestralidad en su corazón y las mujeres indígenas cuidadoras de las sabidurías profundas de la
Pachamama. Desde nuestra rica diversidad queremos seguir tejiendo, bordando, cantando y
contando la vigencia de un mundo pleno de vida donde los ríos sigan arrullándonos con sus
cantos, donde la luna siga acompañando a la vida que germina plena y digna.

Bibliografía

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