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Etica y Moral en El Sistema Jurídico Peruano
Etica y Moral en El Sistema Jurídico Peruano
SUMARIO: 1.- Introducción 2.- El caso de Adán. 3.- Ética y moral: diferencias. 4.-
Ética moderna. 4.- Internalización.
1. INTRODUCCION
La hipótesis central de este ensayo es que en el Perú, en la medida que no
constituye un auténtico estado laico de hecho (aunque lo sea de derecho por
llamarse República) la moral tradicional pretende situarse por encima del derecho.
A través de la Iglesia y sus mayoritarios seguidores influye sobre el sistema jurídico
que no llega a ser un sistema autónomo, es decir, moderno. Aquí no se da la
separación del Estado y la Iglesia, propio del sistema republicano que se supone
hemos adoptado hace casi dos siglos, sino una intromisión de esta ultima en la
actividad estatal y en asuntos jurídico-políticos.
Es el caso del “aborto terapéutico”, por ejemplo, que aunque está permitido
jurídica y legalmente, no se aplica en los centros de salud porque se impone
directa o indirectamente la voluntad de la Iglesia Católica directamente y a través
de sus seguidores, con el pretexto que no hay protocolo. Estos pueden ser, por
ejemplo, ministros de salud, médicos o autoridades médicas, etc., enemigos de los
derechos humanos, en la medida que al actuar como opositores tenaces de la
aplicación de protocolos para garantizar medicamente la interrupción del
embarazo por razones terapéuticas, colisionan con el derecho a la vida y a la salud
de la gestante.
2. EL CASO DE ADAN
Presento primero, y luego comento, una interpretación del Génesis bíblico que era
la del impecable filósofo Baruch Spinoza, según Gilles Deleuze en su libro
“Spinoza: Philosophie practique”, que aquí traduzco y comento
“No comerás ese fruto…
La voz paternal, que parece venir del cielo, puede ser interpretada así: “Si comes la
manzana, querido Adán, podrías morir porque la manzana está envenenada, pero
no seré yo quien te lo prohíba” Su padre omnisciente y bueno quiere su vida y su
salud, pero también su libertad. Por eso es Adán quien tiene que decidir si come
o no la manzana. En tanto ser autónomo y libre Adán merece elegir su propio
destino, es digno de ello, como todos los hombres.
Adán y sus hijos creen que hay conductas humanas objetivamente pecaminosas
que merecen castigo o penitencia. Adán cree que si come la manzana pecará. Pero
comer una manzana envenenada es un problema de salud, no un problema moral.
Los hechos y las conductas, además, no son pecaminosos, sino los puntos de vista
de los que creen en el pecado como hecho objetivo. Pero no hay hecho pecaminoso
sino idea de pecado, es decir, mala conciencia, sentimiento de culpa,
remordimiento, angustia: “pasiones tristes” que restan, que absorben la salud, la
potencia o la energía (Spinoza-Deleuze). Estas pasiones tristes no son naturales o
innatas ni divinas, sino condicionadas y humanas, productos de la educación. Y
además producen “ideas inadecuadas”, como las llamaba el filósofo hispano
holandés. En suma: no hay hechos morales sino interpretación moral de los
hechos, como dijo Nietzsche.
En otras palabras, Cristo vino a liberarnos del pecado porque murió inocente como
un niño. Y así nos libra de él al plantear, con su conducta, la maravillosa
posibilidad de su inexistencia. ¿No dijo él que había que volverse niño? Recuperar
la inocencia del que no cree en el pecado objetivo porque no lo conoce y no lo ha
vivido: el niño en su primera edad. Eso ocurre cuando nos sacudimos del alma esa
idea puramente subjetiva. Spinoza define la moral como un hecho subjetivo de
poder interno: “mecanismo de dominación de la conciencia sobre el cuerpo y las
pasiones”. Luego, asunto de poder, no de salud: es la moral.
Con esto tal vez estemos listos para intentar distinguir, esquemáticamente, la
moral tradicional de una ética moderna, estableciendo algunas diferencias.
Opinión subjetiva que no pretende ser verdadera sino útil: un artefacto que puede
usar en propio provecho incluso el lector con diferente cosmovisión del autor.
Cuando eso ocurre es difícil erradicar esas normas, porque se han grabado
inconsciente e inconsultamente en la infancia. Se han vuelto sentimiento,
convicción íntima, con toda la fuerza de una creencia aceptada sin crítica ni
inventario alguno. Como el niño tiene poca o ninguna conciencia de este proceso,
esas normas pasan directamente al subconsciente, (para seguir con los conceptos
freudianos) sin filtro crítico mental. Se asumen esas normas como si fueran
naturales, eternas, absolutas. Este depósito subconsciente es la moral, la mala
conciencia. La conciencia, sin embargo, no está o no debe estar por encima del
cuerpo y las pasiones y tampoco estos últimos sobre aquella, en una relación
inversa igualmente vertical.
Una vez internalizadas las normas morales dejan de ser norma social externa y se
convierten en vida mental de un individuo, o sea “fuero interno”, “voz de la
conciencia”, “idea de pecado”, Super Yo moral. Spinoza, predecesor de Freud,
entendió la moral como una relación de poder en el interior del alma, indiscernible
del cuerpo. Y por eso ante el criterio vertical del poder de la moral, él planteó el
paralelismo: es decir la armonía entre el cuerpo y el alma; el camino de la ética
moderna. Para eso había que ir “más allá del bien y del mal” de la moral judeo
cristiana.
Por otra parte, la norma moral no tiene fundamento racional porque es un hecho
de poder, salvo que se considere como fundamento racional el “argumento de
autoridad”, que no es argumento ni principio, sino llamado al orden, un uso de
poder que muchos veneran como si fuera algo más que eso. Se trata de obedecer y
nada más que obedecer ¿Es malo moralmente consumir cocaína? Simplemente
no, salvo para los que creen en el pecado; aunque puede ser un problema
eventualmente grave para la salud en el caso de adicción, dependencia o vicio
(problema sicológico)… o con la policía. Es un problema ético porque atañe a la
salud físico mental, no moral.
Por ello las actitudes tradicional y moderna no siempre son compatibles. La moral
colisiona con la libertad en la imposición de una creencia, aunque la imposición
sea bien intencionada y de buenas maneras. Esa actitud impositiva va bien con la
mayoría peruana y explica el desprecio social y estatal por los derechos humanos
en nuestra cultura contra reformada. Por eso para el Cardenal Cipriani los
Derechos Humanos son “una cojudez”. El siente claramente la incompatibilidad
con los valores católicos. Los derechos humanos son, sin embargo, valores
modernos, principios generales de derecho. La ética moderna es, junto con la
política democrática, elemento sustancial del derecho moderno. Está constituida
por los mismos valores que lo fundan. Esto no tiene que ver mucho con la sub
conciencia colectiva en el Perú, lamentablemente, que es bien tradicionalista.
La moral juzga con términos de Bien y de Mal abstractos. Está mal porque lo dice
la autoridad, sea el Papa, Carlos Marx, la abuelita o los vecinos. La ética puede
utilizar los calificativos de “bueno” o “malo” pero concretamente, como un jugo de
papaya puede ser bueno para alguien y un vomitivo para otro, no es asunto moral.
La ética no juzga, sólo advierte las consecuencias de un acto.
Insistimos en que estas ideas solo son instrumentos, herramientas abstractas que
esperamos ayuden a formar criterio en los estudiantes y enriquezcan los diversos
puntos de vista sin exigir adherencia alguna. No reflejan la realidad ni representan
la verdad. Solo corresponden al punto de vista del autor.
4. ÉTICA MODERNA
Desde los últimos siglos del medioevo renace frente a la moral tradicional el
sentido de la ética clásica greco romana, ahora en versión moderna. No es
casualidad que haya sido en los Países Bajos donde se afinó este concepto. En
especial “La ética al modo de la geometría”, obra maestra producto de la relevante
inteligencia y el profundo sentimiento religioso de la vida de Baruch Spinoza.
La ética, en sentido moderno, en sentido spinozista, deja de ser solo una disciplina
filosófica para convertirse también en un estilo de vida, en una forma de ser, la
práctica de vida de un individuo, grupo social o colectividad basada en la
autonomía mental del hombre, en la libertad de conciencia y pensamiento. La ética
en sentido moderno es una manera autónoma de ver el mundo y de vivir en él.
Pero eso no significa que se puede ir contra el derecho (como libertad no significa
que uno puede hacer lo que le viene en gana) porque como dijimos esa ética es un
elemento sustancial de él. Ética y política modernas hacen el derecho moderno.
Desde esta perspectiva ética, no se trata de saber quiénes son buenos y malos,
santos o pecadores, en una sociedad determinada, sino qué sistema, qué medios,
qué actividades contribuyen más eficazmente al aumento de salud en amplio
sentido, de una comunidad o de un individuo. Esto independientemente de las
motivaciones subjetivas, que pueden ser incluso monstruosamente egoístas pero
provechosas socialmente (como el que crea una empresa exitosa). O muy bien
intencionadas, pero fatales para la vida social, (el infierno está empedrado de
buenas intenciones senderistas).
Pero insistimos en que la ética moderna se atiene a los resultados, (beneficios,
perjuicios, costos, consecuencia, efectos), está motivada y conducida por la lógica
de la libertad, que es conciencia y, por tanto, respeto por el orden, aunque también
riesgo, aventura y desorden (Fernando de Trazegnies)
5. INTERNALIZACIÓN
Sin embargo, no es necesario ni posible erradicar del alma todas las normas
morales recibidas en esas condiciones. La decisión a ese respecto requiere de ese
inventario crítico ideológico de la herencia recibida2. Si el adulto libre y maduro
encuentra razonables algunas de las normas impuestas en la infancia no tendría
por qué abandonarlas o negarlas. Pero eso tiene que tener fundamentos claros y
consistentes. En la ética moderna las relaciones son “paralelas” (Spinoza),
horizontales, inter pares. La relación con la moral se da porque la norma moral
deja de serlo propiamente cuando el sujeto toma conciencia de sí al encontrar la
razón, el sentido de esa norma, si la tiene: la hace suya, la hace ética.
Todo ello no puede ocurrir en la infancia cuando el ser humano carece de la
capacidad crítica y la madurez suficiente para tomar decisiones libres tan
trascendentales como la elección de una religión o una moral. Eso habría que
dejarlo para otra edad, garantizando el respeto a la libertad de creencia y de
conciencia de los niños y jóvenes. Los valores que hemos adoptado como sociedad
son los que fundan la Constitución y estos deberían ser los que prevalezcan en caso
de colisión. Para que República no sea sólo de nombre.