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Lenguaje escrito
En cuanto al lenguaje escrito pude detectar en los niños que 3 niños se
encuentran en el nivel pre silábico, reconocen la diferencia entre el dibujo y
la escritura. Relacionan que el dibujo es la representación de las
características del objeto y la escritura es algo diferente. Al principio
“escribían” empleando garabatos y letras yuxtapuestas con una libre
interpretación, estás son las características detectables en estos niños.
Diferencian el dibujo de la escritura.
Reconocen que las cadenas de letras son objetos sustitutos que representan
nombres de objetos del mundo, personas, animales, etc.
Escriben en una línea horizontal de izquierda a derecha, empleando signos
arbitrarios. No crea nuevas formas o signos.
Se concentra en las palabras como globalidad. No percibe la relación entre
los signos del lenguaje escrito y los sonidos del lenguaje oral.
La otra mitad del grupo está repartida en dos grandes situaciones, una de ellas
es la confusión especialmente dentro de la primer decena en la que se
mencionan números con nombre particular y sin ninguna regla como el once,
doce, trece catorce y quince, a estos niños les cuesta mucho trabajo
establecer y definir el orden estable de la serie numérica, conocen los dígitos
Por otra parte, tenemos a niños que ya conocen la serie numérica oral hasta la
primer decena pero que aún no reconocen la regla de que después de la primer
decena (20) se repiten las unidades de manera ordenada a estas últimas, (20
y 1 para formar 21…. 20 y 2 para formar 22 etc.) por lo que es frecuente ver
niños que saltan de un número a otro indistintamente o que saben el nombre
de las decenas, pero no siguen una organización de las unidades tal es el caso
de _____________________
El contacto con los elementos, seres y eventos de la naturaleza, así como las
oportunidades para hablar sobre aspectos relacionados con la vida en la familia
y en la comunidad constituyen un recurso para favorecer que todos los niños
reflexionen, narren sus experiencias de manera comprensible, 9 niños han
desarrollado actitudes de cuidado y protección del medio natural, y empiezan
a entender que hay diversidad de costumbres y formas de vida que
caracterizan a los grupos sociales, capacidades que permiten un mejor
conocimiento de sí mismos y la construcción paulatina de interpretaciones más
ajustadas a la realidad, como base de un aprendizaje continuo.
El trabajo en este campo formativo es propicio para que los niños pongan en
juego sus capacidades de observación, se planteen preguntas, resuelvan
problemas (mediante la experimentación o la indagación por diversas vías), 7
niños logran elaborar explicaciones, inferencias y argumentos sustentados en
las experiencias directas que les ayudan a avanzar y construir nuevos
A los niños y las niñas de éste grupo les gusta hablar sobre ellos y su familia,
sobre lo que hacen cotidianamente o en ocasiones especiales. La información
que dan al respecto es la expresión de rasgos característicos de su cultura.
Cuando se abren oportunidades para estos intercambios, empiezan a comparar
sus costumbres con las de sus compañeros y, por lo tanto, a reconocer rasgos
comunes y diferentes entre culturas. Esta es una base a partir de la cual
empiezan a tomar conciencia de la diversidad cultural y aprenden a respetar
y aceptar a los demás.
También se interesan por saber qué hacen las personas que viven en su
comunidad y cómo funcionan los artefactos que se utilizan en la vida cotidiana.
Por ello es valioso que vivan experiencias para aprender sobre la importancia
del trabajo en el funcionamiento de un grupo social y los beneficios que sus
integrantes obtienen de él para el mejoramiento de la vida familiar y en la
comunidad.
Los niños del grupo requieren trabajar muy a menudo con el objeto para
mejorar su coordinación y aunque sus elaboraciones puedan no tener un
significado realista, la habilidad para organizar y controlar el material, es ya
una fuente de goce.
El niño puede estar mirando hacia otro lado mientras garabatea. Sólo le
interesa el placer del movimiento, que será siempre lo más amplio posible para
facilitarle el control muscular del gesto. Características principales de esta
etapa:
Formas o dibujos
Los niños suelen realizar los garabatos en las paredes polvorientas o en los
muebles sino cuentan con materiales.
El niño descubre la relación entre sus movimientos y los trazos que ejecuta
en el papel.
Comprende mejor lo que es tratar de copiar una línea o una cruz ya que ha
logrado la coordinación visual motora. Garabato con nombre a partir de los
tres años y medio Es cuando el trazo adquiere valor de signo y de símbolo. El
niño dibuja con una intención; aunque el garabato no sufra en sí demasiadas
modificaciones, el niño espontáneamente le pondrá un nombre.
Los dibujos de los niños de esta etapa se pueden considerar como el resultado
de la evolución de un conjunto indefinido de líneas hacia una configuración
representativa definida. Los movimientos circulares y longitudinales
evolucionan hasta formas reconocibles. Generalmente, el primer símbolo
logrado es un hombre, dibujado típicamente con un círculo por cabeza y dos
líneas verticales que representan las piernas. Aunque no hay ninguna duda de
que los niños saben mucho más sobre el cuerpo que lo que dibuja, pues la
mayoría de ellos sabe identificar rápidamente casi todas sus partes. La
representación del hombre, se vuelve más elaborada con la adición de brazos
que salen a ambos lados de las piernas, con el agregado de un redondel entre
ambas piernas que representa el vientre y, en algunas ocasiones, con la
inclusión del cuerpo.
Significado del color. Lowenfeld dice que los niños de esta etapa están menos
interesados en el cromatismo, que en la forma. Al haber descubierto su
habilidad para trazar estructuras que él elige, se deja dominar por esta
circunstancia. Hay poca relación entre los objetos que pinta y su color real. La
relación es más sentimental que de otro estilo. Probablemente elija su color
favorito para representar a su madre, y un color amarillo para pintar un cuento
gracioso, o marrón para un tema triste. Muchas veces la elección es sólo por
asuntos mecánicos, emplean simplemente el color que tienen más cerca, o el
más espeso, o el que tiene el pincel más limpio.
Intervención pedagógica
Lo más importante en todas las etapas del garabateo es la comprensión y el
aliento del adulto. En las primeras etapas, por lo general, no es necesaria
ninguna motivación, salvo la de proveer al niño de los materiales apropiados y
animarlo para que siga adelante con su actividad. El trabajo del niño nunca
debe interrumpirse, él mismo será quien decida cuándo se ha completado su
obra. Cuando el niño pasa al garabato con nombre debe ser estimulado, no en
el sentido de perfeccionar sus dibujos, sino de manera que tome mejor
conciencia de lo que dibuja. El propósito es alentar el pensamiento imaginativo.
Materiales artísticos Los materiales usados por los niños deben ajustarse a
sus necesidades. Si durante la época del garabateo lo que el niño necesita
practicar y experimentar son sensaciones kinestésicas, los materiales deben
estimular la expresión espontánea sin que su uso suponga dificultades
técnicas. Por ejemplo, en vez de usar un lapicero común que se quiebra con
dificultad se recomienda una barra tipo pastel (crayón), lápices de fibra o tiza
blanca sobre la pizarra. La arcilla es también un material excelente para esta
edad. El manejo de un material tridimensional le permite al niño utilizar los
dedos y los músculos en forma diferente. Golpear y amasar la arcilla, sin ningún
propósito aparente, es una etapa paralela al garabateo desordenado. La
fabricación de objetos indeterminados equivale al garabateo controlado. El
uso ocasional de materiales para "collage" es conveniente para el niño en la
época del garabateo, ofreciéndole la oportunidad de familiarizarse con el
color y la textura.
Aunque el niño no está interesado en establecer una determinada relación con
el color, disfruta con su utilización. La función del adulto es dar todas las
posibilidades para que la criatura experimente, no debe nunca decir que el
cielo es azul y no verde. Debe permitir que el niño descubra por sí mismo, sus
Condemarín, M., Galdames V., & Medina A. (1999), Lenguaje expositivo, en Taller
de lenguaje. Módulos para desarrollar el lenguaje oral y escrito. Madrid.