IGLESIA

Un Sínodo para los jóvenes

El papa Francisco presenta el

Instrumentum Laboris para el Sínodo
de los Jóvenes

Los obispos del mundo a XV Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos se reúne en Roma hasta
el 28 del presente mes de octubre con el objetivo de reflexionar acerca del
se reúnen en Roma para tema «Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional». El documento de
reflexionar sobre la trabajo para la reunión, Instrumentum laboris, es fruto del material obtenido
de varias fuentes: el Documento preparatorio (DP, presentado el 13 de junio de 2017),
realidad de los jóvenes: las respuestas de las conferencias episcopales al cuestionario incluido en ese primer
documento, los informes de diversos dicasterios vaticanos, las respuestas de jóvenes
buscarán que la Iglesia al Cuestionario online disponible para la ocasión y el Documento final de la reunión
los acompañe mejor presinodal (RP) que reunió a trescientos jóvenes en Roma.
La dimensión sinodal de la Iglesia ha sido destacada por el papa Francisco en su
en sus procesos de discurso con motivo del 50° Aniversario de la institución del Sínodo de los Obispos1.
Su práctica se condice con este énfasis: en seis años de Pontificado se han realizado
discernimiento de opciones dos Sínodos sobre la familia y ya tiene fecha, además del presente Sínodo sobre los
de vida, pero también que jóvenes, un Sínodo regional sobre la Amazonía para el próximo año. Recientemente, el
Pontífice ha fortalecido la institución del Sínodo de los Obispos por medio de la cons-
se inspire en ellos. titución apostólica Episcopalis communio (el reciente 15 de septiembre), ratificando los

Hernán Rojas S.J. 1 17 de noviembre de 2005. https://w2.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2015/october/documents/papa-

francesco_20151017_50-anniversario-sinodo.html

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elementos de participación y algunas de
las metodologías que han sido utilizadas
en las últimas asambleas.
En las siguientes líneas nos propone-
mos una revisión crítica del Instrumentum
laboris (IL) que pueda aportar algunos ele-
mentos a la discusión.
EL INSTRUMENTUM LABORIS
Como ha sido la tónica en los documen-
tos sinodales, el IL para el próximo Sínodo
sigue la estructura tripartita Ver-Juzgar-
Actuar o, formulada como método de
discernimiento en Evangelii Gaudium 51,
Reconocer-Interpretar-Elegir. La Primera
Parte presenta la realidad juvenil actual. La
Segunda expone elementos bíblicos y teo-
lógicos sobre las «palabras claves» del Sí-
nodo --juventud, vocación, discernimiento
vocacional y acompañamiento espiritual.
La Tercera examina instrumentos y prác-
ticas de la Iglesia, con miras a la toma de
decisiones y a la renovación de la pastoral.
El IL señala que estas tres partes «no son
independientes», sino que «configuran un
camino». En su conclusión, el Documento
hace un llamado a la santidad de los jóve-
nes en la línea de la exhortación apostólica
Gaudete et exsultate.
LOS OBJETIVOS DEL SÍNODO
El IL señala en su primer párrafo un doble
objetivo. Por una parte, reflexionar sobre el
acompañamiento que la Iglesia puede dar
a todos los jóvenes, sin excepción, hacia la
alegría del amor. Por otra, se espera que
los jóvenes, con su presencia y su palabra,
ayuden a la Iglesia a renovarse.
A juzgar por el IL en concreto, sin em-
bargo, quizá sería conveniente distinguir
hasta cuatro objetivos que, aunque rela-
cionados, se distinguen entre sí. Primero:
comprender la situación de los jóvenes
de hoy, en sus aspectos globales y en sus
diferencias (geográficas, sociales, cultu-
rales, religiosas, etc.): saber dónde están,
qué espacios habitan, cómo piensan, qué
temas les interesan, cuáles son sus alegrías
y esperanzas, sus angustias y tristezas. Se-
gundo: motivar una acción pastoral eclesial
que llegue a los jóvenes de hoy, allí don-
Se puede pensar que una
primera tarea de la Iglesia
sería proponer a los jóvenes
de hoy un sentido vocacional
de su vida: un llamado a
asumir con valentía la propia
vida, hacerse sujetos de sus
decisiones, comprometerse por
un mundo mejor.
de ellos están. En particular, se repite la
intención de alcanzar a todos los jóvenes
sin excepción y esto supone una atención
particular a los jóvenes en situaciones de
marginalidad o dolor. Tercero: acompañar
a los jóvenes en el discernimiento voca-
cional, entendiendo este como el «proceso
por el cual la persona llega a realizar, en el
diálogo con el Señor y escuchando la voz
del Espíritu, las elecciones fundamentales,
empezando por la del estado de vida» (DP
II,15). Cuarto: renovar la Iglesia a partir de
la mayor cercanía, participación y prota-
gonismo de los jóvenes. Se espera que la
mirada juvenil otorgue a la Iglesia mayor
sensibilidad para el tiempo presente y,
en cierto modo, la «rejuvenezca». Proba-
blemente, se presupone aquí una cierta
sintonía entre el esfuerzo de reforma que
ha caracterizado el actual Pontificado y la
mirada juvenil respecto de la Iglesia.
Revisamos a continuación el IL desde
las categorías clave del Sínodo, partiendo
por «juventud».
JUVENTUD
El IL da cuenta de una realidad juvenil ex-
tremadamente diversa, según contextos
culturales y geográficos. Los desafíos son
así de muy diversa índole: la guerra y la vio-
lencia religiosa, la persecución de los cris-
tianos, la pobreza y marginación urbana, el
desempleo, el narcotráfico, las adicciones
y el abuso de sustancias, la incerteza del
futuro, la postergación del paso a la adul-
tez, las dificultades para recibir educación
de calidad, el desencanto de la política, la
dictadura de las apariencias, el exitismo,
el bullying, la discriminación por raza, re-
ligión, clase social u orientación sexual, la
depresión y el suicidio juvenil, etc.
Llama positivamente la atención el es-
fuerzo del IL por reconocer espacios de
expresión y constitución de la identidad re-
levantes para los jóvenes y, de algún modo,
«no tradicionales» como son el mundo di-
gital, la música y las artes, y el deporte.
Se destaca la relevancia de la familia en
la formación y sostén de los jóvenes, y en
menor grado el rol de la amistad y de las
relaciones entre pares. Es valorable la in-
tención, que es probablemente expresión
de una realidad vivida en muchas parro-
quias y comunidades eclesiales, de ofrecer
la Iglesia como «casa espiritual» y como
una «verdadera familia» para los jóvenes,
sobre todo para aquellos «que viven en
familias frágiles y desfavorecidas». Muy
positiva es también la atención a los jóve-
nes «descartados» y que se encuentran en
situaciones de dolor.
VOCACIÓN
Tanto la RP como el IL piden al Sínodo acla-
rar el sentido del término «vocación», que
les parece complicado y abstracto. Se cri-
tica una «visión reducida» del término, que
considera solo el ministerio ordenado y la
vida consagrada, y se enfatiza que la vida
familiar también es una vocación. El IL in-
tegra elementos importantes, como la vo-
cación bautismal de todos los cristianos, el
llamado a salir de sí mismo, el seguimiento
de Cristo y los estados de vida («diferen-
tes caminos vocacionales»). Se pregunta
también por la situación de los solteros y
su «colocación vocacional».
Se ha advertido desde el DP que la voca-
ción no consiste solamente en la elección
del estado de vida (ministerio ordenado,
matrimonio, vida religiosa, eventualmente
soltería), sino que pasa también por la acti-
vidad laboral, el compromiso social o polí-
tico, el estilo de vida y el modo de relación
con los bienes, entre otros aspectos. Sin
embargo, la sección del IL sobre la voca-
ción termina concentrándose casi exclusi-
vamente en los estados de vida. El estilo de
vida propio de una familia, el compromiso
Octubre — MENSAJE 31
Los jóvenes participantes insistieron repetidas
veces en el tema de la discriminación de las
mujeres tanto en la sociedad como en la Iglesia.
social, las obras de misericordia, el lugar
donde vivir, etc. no son tomados en cuenta
mayormente en su relevancia vocacional.
DISCERNIMIENTO VOCACIONAL
La siguiente categoría clave es el discer-
nimiento vocacional. La presentación por
medio de los tres verbos —reconocer, in-
terpretar, elegir— es coherente a lo largo
del Pontificado de Francisco. Subyace la
convicción de que Dios habla al corazón de
cada persona. Ese diálogo personal con el
Señor tiene la prioridad en el discernimien-
to. La confrontación con la realidad social
y con la vida cotidiana alejan el riesgo de
individualismo en ese proceso. La principal
dificultad, sin embargo, parece ser que los
mismos agentes de la Iglesia tenemos aún
que aprender y practicar el discernimiento,
como lo ha repetido el papa Francisco en
distintos espacios. Sólo entonces podre-
mos enseñarlo a otros.
ACOMPAÑAMIENTO ESPIRITUAL
La última categoría clave es el «acompa-
ñamiento espiritual». El respeto a la con-
ciencia del joven en el acompañamiento
y la valoración de los pequeños pasos,
reconociendo la gradualidad de los pro-
cesos, son dos elementos fundamentales
del estilo de acompañamiento a ofrecer.
El perfil del acompañante es trazado con
lucidez por los mismos jóvenes en la RP:
«que sea un auténtico cristiano compro-
metido con la Iglesia y con el mundo; que
busque constantemente la santidad; que
comprenda sin juzgar; que sepa escuchar
activamente las necesidades de los jóve-
nes y pueda responderles con gentileza;
que sea muy bondadoso, y consciente de
sí mismo; que reconozca sus límites y que
conozca la alegría y el sufrimiento que todo
camino espiritual conlleva». (RP II,10) Los
jóvenes buscan acompañantes que sean
testigos auténticos y vulnerables de su fe.
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Respecto al acompañamiento, con todo,
es lamentable la ausencia de una reflexión
mucho más profunda acerca de los casos
de abusos sexuales y de consciencia en el
IL. El acompañamiento espiritual solo pue-
de operar sobre la base de la confianza y en
el marco de una relación en que el acom-
pañado se sienta seguro. La Iglesia debe
dar muestras de que puede garantizar esas
condiciones para el acompañamiento.
EL GÉNERO Y LA SEXUALIDAD
Junto al tema de los abusos, llama la aten-
ción la relativa ausencia de otros dos temas
particularmente relevantes para los jóve-
nes: el rol de las mujeres en la sociedad y
en la Iglesia; y la sexualidad. Los jóvenes
participantes en la RP insistieron repetidas
veces en el tema de la discriminación de
las mujeres tanto en la sociedad como en
la Iglesia. El IL, sin embargo, no se detiene
mayormente en este aspecto. Obviamen-
te, aquí hay un tema en el cual los jóvenes
piden a la Iglesia dar pasos significativos.
La corporalidad y sexualidad, por su
parte, se constatan como materias rele-
vantes para los jóvenes hoy. Los jóvenes
piden a la Iglesia hablar sobre ellos con
claridad y sin tabúes. Discuten también
acerca de la pertinencia y actualidad de
la enseñanza tradicional de la Iglesia en la
moral sexual. La diversidad sexual (bajo
la sigla LGBT) y el descubrimiento de la
orientación sexual encuentran alguna
mención en el IL. Es evidente que la prác-
tica de muchos jóvenes, también católicos,
no se condice con la enseñanza tradicional
de la Iglesia. La moral sexual eclesial, sin
embargo, no encuentra ningún espacio en
el IL. Probablemente, se estima que es un
tema que generaría una brecha insalvable
entre la Iglesia y los jóvenes. La Iglesia pa-
rece no tener una palabra pertinente que
decir a este respecto a los jóvenes. En la
renovación de la moral sexual se hace no-
tar una tarea pendiente.
PROPONER — ANUNCIAR
Hace pocos días, el Papa tuvo en encuen-
tro con jóvenes de la diócesis de Grenoble-
Vienne en Francia. Allí le preguntaron dos
jóvenes sobre cómo transmitir el mensaje
del Evangelio a sus pares. El Papa les con-
testó: lo primero es escuchar, estar cerca;
luego, hacer, que nuestras obras hablen;
solo al final, cuando te pregunten por tu
modo de vida, hablar. Esta dinámica de
anuncio del Evangelio puede ser la clave
para dar al acompañamiento de los jóvenes
en general una dirección, una propuesta.
La palabra «vocación» suena a muchos
jóvenes rara, a veces demasiado grande o
inalcanzable. Ellos saben formular sus sue-
ños para sí y para el mundo. No obstante,
muchas veces no tienen de buenas a pri-
meras una categoría que dé unidad a esos
sueños en forma de proyecto de vida o de
respuesta a un llamado. De ahí que quizá
hoy una primera tarea de la Iglesia sería
proponer a los jóvenes un sentido vocacio-
nal de su vida. Esto es, un llamado a asumir
con valentía la propia vida, hacerse sujetos
de sus decisiones, comprometerse por un
mundo mejor (en esta dirección apunta la
carta del papa Francisco a los jóvenes que
se publicó junto al DP).
En este sentido, hace falta quizá propo-
ner pasos concretos para ofrecer itinerarios
formativos y de discernimiento vocacional
—en sentido amplio— a los jóvenes, para
animarlos a asumir su compromiso por
un mundo más justo y más pacífico, para
orientar su vida al servicio de los demás,
etc. De fondo debiera estar la convicción
de que el Evangelio tiene mucho que ofre-
cer a los jóvenes de hoy. En la RP, algunos
jóvenes pedían a la Iglesia que los acom-
pañara en sus procesos vocacionales, que
los ayudara a encontrarse con Jesucristo,
que les enseñara a discernir, que se com-
prometiera más por un mundo más justo.
El acompañamiento de la Iglesia debiera
ofrecer a los jóvenes este horizonte voca-
cional y no sólo ser una presencia «neutra»
allí donde los jóvenes están. Aquí el párrafo
172 del IL sobre el acompañamiento y el
anuncio es importante. Lo mejor que tiene
la Iglesia para proponer a los jóvenes es el
Evangelio de Jesucristo. MSJ