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Corky ha evitado a Jesse desde que descubrió que es el
compañero del alfa. No está listo para convertirse en padre, y si
deja que Jesse se salga con la suya, quedará embarazado. Se va
del lugar de los Rising, volviendo a casa, solo para encontrar que
alguien más está viviendo en ella y su precioso auto se ha ido.
¿Podría su vida empeorar?
Jesse ha sido paciente con Corky, pero se está agotando. El
continuo rechazo de su compañero, lo hace parecer débil a los
ojos de su manada. Si no consigue que Corky acepte unirse a él,
y pronto, uno de sus hombres podría desafiarlo por el liderazgo. 3
Pero sus problemas empeoran, cuando descubren que el
Guardabosque Valentino ha desaparecido, y en el proceso de
buscarlo, y a uno de los hombres Rising le disparan, su verdadera
naturaleza es descubierta, y los padres indigentes de Corky lo
localizan.
Capítulo 01
—Tienes que estar bromeando—Corky se quedó frente a su
casa de un solo piso, preguntándose qué demonios iba a hacer.
Durante tres meses había estado escondido en las montañas con
los hermanos Rising, y en todo ese tiempo no había pensado en
la casa que había estado alquilando en Grizzly Ridge o en su
coche que había sido aparcado en la entrada.
Pensó, estúpidamente, que podría volver a su vida humilde una
vez que finalmente se hubiera alejado de esas montañas.
Pero se había equivocado.
Alguien más vivía en su alquiler, y su precioso coche no estaba
a la vista. Su primer instinto fue llamar a su mejor amigo y lanzar
un ataque, pero Bailey estaba emparejado con Walker Rising y
tenía una niña que era su ahijada.
Si llamaba a Bailey, su mejor amigo podría decirle a Walker 4
dónde estaba, y luego Walker podría decirle a Jesse. No podía
correr ese riesgo.
—¿Puedo ayudarlo?
Se giró para ver a un tipo parado detrás de él. —No.
—¿Entonces, por qué estás mirando mi casa?—Parecía tener
veintitantos años o treinta y pocos, cabello castaño corto y
bonitos ojos azules. Sus vaqueros eran demasiado holgados para
su gusto, y llevaba una franela sobre una camiseta sin mangas.
También necesitaba atarse las botas, porque los cordones
parecían abollados y sucios y se arrastraban por el suelo.
—¿Rentaste este basurero? —Se preguntaba si sus
pertenencias aún estaban dentro. Y si no lo estuvieran, ¿había el
propietario simplemente tirado sus cosas en el césped cerca del
árbol, para que el camión de la basura se lo llevara? Era patético
que su vida hubiera sido una pila de basura en la acera. Era aún
más patético, nada de lo que se había arrojado tenía un valor real
para él.
Pero se aferró a la falsa esperanza, de que su vida no se hubiera
ido por completo al desagüe. Lo único que le importaba, era su
consola de juego, y se lo había llevado consigo, aunque lo había
dejado con Deloris y Abe, cuando había bajado por las montañas.
Curvando el labio, el desconocido dijo —Lárgate de aquí—Lo
sobrepaso, pero no antes de añadir. —Si estás pensando en
entrar, tengo un Pit Bull y una escopeta y no tengo miedo de usar
ninguno de los dos.
—Yo vivía aquí—Le dijo.
El tipo lo miró, a través de su flequillo marrón. —¿Y?
—Y —dijo, apretando las muelas —¿El casero dejó mis cosas
dentro?
Fue una pregunta estúpida.
El hombre se encogió de hombros. El duro brillo de sus ojos se
suavizó, pero su expresión seguía siendo reservada. —No había 5
nada ahí, cuando me mudé.
—¿Sabes lo que le pasó al auto en la entrada? —No creía que
el tipo lo supiera, pero eso era lo único que quería recuperar.
—Era un Honda rojo.
El hombre arrugó la nariz, mientras sacudía la cabeza. —¿Ese
auto gay rojo con los asientos peludos color rosa?
—Ese es—Ignoró el insulto, a pesar de que quería pegarle. Pudo
haber sido un automóvil gay, pero había sido nuevo y había
gastado una bonita suma, en esas fundas de asiento peludos.
También había dejado caer un fajo de dinero en efectivo, en el
sistema estéreo y altavoces. Las llantas tampoco habían sido
baratas.
—No tengo ni idea. —Dijo el desconocido. —Tienes que llamar
al casero si quieres respuestas. Ahora vete, antes de que deje a
Betsy suelta para morderte el culo como un hueso.
Entró y cerró la puerta.
—¡Vete a la mierda! —Le gritó. Se paró en la acera, mirando
fijamente a la ventana de lo que solía ser su casa. En realidad,
no podía culpar a su ex-propietario por alquilar el lugar. No había
estado allí en tres meses.
¿Pero su coche? Lo recuperaría. Metió las manos en los
bolsillos de su chaqueta y se dirigió hasta la comisaría. Se sintió
raro al volver a Grizzly Ridge después de haber estado ausente
tantos meses. La ciudad ya ni siquiera se sentía la misma.
Aunque la primavera estaba en el aire, y toda la nieve se había
derretido, se sentía como un completo extraño en el lugar donde
había crecido.
Como si este pueblo alguna vez, se hubiese sentido como un
hogar.
Cuando su trasero comenzó a vibrar, sacó su teléfono para ver
quién llamaba. Hizo una mueca. Era Bailey. Probablemente había
escuchado, que había huido. 6
Todavía le sorprendía que no solo hubiera llegado a Grizzly
Ridge sin perderse, sino que ningún shifter había ido tras él,
ningún león de montaña u otro animal salvaje lo habían atacado,
ni que un alimentador lo hubiese encontrado. Se estremeció ante
el último pensamiento, negándose a pensar en esas cosas
desagradables y aterradoras.
Por un breve momento, se preguntó cómo reaccionaría Jesse
ante la noticia de que se había ido. El tipo lo había estado
acechando, casi desde que llegó a Rising.
Jesse era increíblemente hermoso, pero no valía la pena lidiar
con la rareza que tenía lugar en las montañas. El lobo alfa quería
morderlo, lo que haría que su cuerpo cambiara, para poder
quedar embarazado. No había suficiente hierba en el mundo,
para que aceptara eso.
Hablando de eso, necesitaba un poco de hierba. Había estado
sobrio durante demasiado tiempo, y enfrentar la realidad con una
mente clara, estaba sobrevalorado.
Pero primero, necesitaba ver su auto.
Entró a la estación de policía y miró a su alrededor. Odiaba a
los policías, especialmente cuando el sheriff Blake había estado
a cargo. No estaba seguro de quién era el nuevo sheriff, y
honestamente no le importaba. Iba a recuperar su auto, luego
saldría a la carretera para alejarse lo más posible de Jesse.
—¿Puedo ayudarte?
Esa era la segunda vez, en media hora, que había escuchado
esa pregunta, y rezó esta vez para que el tipo que estaba a su
lado realmente pudiera ayudar. Cuando se volvió, el Diputado
Howell estaba allí, con una taza de café en la mano y una mirada
genuina de preocupación en sus ojos.
—Estaba buscando mi auto. —Odiaba estar en la estación de
policía. El sheriff Blake lo había arrestado unas cuantas veces, y
las experiencias habían sido bastante malas. Sería un error
pensar mal de los muertos, pero una parte de él estaba contento 7
de que Blake ya no dirigiera esta ciudad.
—Eres Ramen Sheffield, ¿verdad? —El agente Howell fue detrás
del mostrador y dejó su taza de café. Odiaba su verdadero
nombre, y siempre sonaba como si no le perteneciera, cuando
alguien lo decía.
—Ese soy yo—Echó un vistazo alrededor, como si alguien
estuviera a punto de apresarlo con unas esposas. Tenía el
estómago revuelto y tenía los nervios tan destrozados, que sentía
como si fuera a vomitar.
—Dime qué está pasando. —Howell se sentó y lo miró. —¿Te
robaron tu auto?
Le dio una historia de mierda. De ninguna manera le diría a
Howell que había pasado los últimos tres meses en las montañas.
Eso podría llevar a más preguntas que no quería responder.
—Acabo de pasar un periodo de tres meses en el norte. Es por
eso que mi auto quedó en la entrada por tanto tiempo. Solo
necesito recuperarlo, pagar la multa, si hay una, y largarme de
aquí.
Howell comenzó a escribir, mirándolo cada pocos segundos. Lo
que sea. No le importaba lo que el diputado pensara de él.
—Estuvo confiscado durante dos meses. —El sonido de sus
dedos pasando sobre el teclado, llenó el área de recepción vacía.
Rebotó su pierna, mientras esperaba que el ayudante le dijera
dónde estaba su maldito automóvil.
Howell negó con la cabeza. —Lo siento, pero fue subastado para
pagar las tarifas de incautación.
—¿Qué?—No había tenido la intención de gritar, pero esa única
palabra salió de el con un estallido. —¡Maldita sea, tienes que
estar bromeando! ¿Cómo alguien puede vender un auto que no le
pertenece? 8
—Tenemos la documentación firmada. —El agente Howell hizo
clic en algunas teclas más y la impresora que estaba detrás de él
cobró vida y escupió hojas de papel. Las agarró y se las dio.
Miró los papeles y se sintió enfermo. Su madre los había
firmado. El automóvil había estado técnicamente a su nombre,
pero ella se lo había comprado. ¿Qué clase de mierda de poca
monta era esto? Esperaría que su papá le hiciera una mala
pasada. ¿Pero su madre? Por otra parte, no era como si ella fuese
a ganar el premio Madre del Año.
—Cuando no pudimos contactarte, la llamamos. Tardamos un
poco en llegar hasta ella, pero cuando lo hicimos, entró, firmó la
documentación y se fue.
Sus padres se estaban escondiendo de los recaudadores de
facturas, después de soplar los dos millones de dólares que
habían ganado en la lotería. Su madre le había dado unos diez
mil dólares y el auto que le había encantado. Pero lo había hecho
a espaldas de su padre, ya que este realmente lo odiaba.
Su madre había intentado llamarlo unos meses atrás, pero la
había ignorado. Podría haberle enviado un mensaje de texto, para
contarle sobre su auto. Habría regresado a Grizzly Ridge para
sacarlo del depósito. Pero ahora, había perdido su medio de
transporte y su alquiler.
Arrugó los papeles en su mano, los arrojó al suelo y salió
furioso de la estación.
Furioso hasta el punto de querer golpear a alguien, se dirigió
al cajero automático más cercano y retiró cien dólares. Como su
vida se estaba desmoronando y no había subido en tres malditos
meses, necesitaba encontrar a Mitch y recoger algo de hierba.
Después de poner el dinero en su billetera, se dirigió a la calle.
La primavera podría haber llegado, pero el aire de la tarde todavía
estaba frío. Se subió la cremallera de su chaqueta, se metió las
manos en los bolsillos y aceleró el paso.
Cuanto más caminaba, más se sumergía en la idea de que no 9
tenía hogar. Tenía sus ahorros, pero había hecho todo lo posible
para no tocar eso. Además, diez grandes, ahora siete grandes
desde que tenía facturas que pagar --y había personalizado su
automóvil, en cuanto lo tuvo-- no durarían mucho.
Absorto en sus pensamientos, estuvo a punto de perderse el
Toyota Tundra azul oscuro que estaba doblando por la esquina.
Lo vio justo a tiempo, para ver a Jesse detrás del volante. Se
zambulló detrás de los arbustos y rezó para que el shifters lobo
no lo hubiera visto.
¿Cómo demonios sabía Jesse que estaba en Grizzly Ridge? Los
faros iluminaron los arbustos, y se hundió aún más atrás,
mientras esperaba que pasara el camión. Afortunadamente,
Jesse no lo había visto. Cuando las luces traseras se
desvanecieron a la vuelta de la esquina, arrastró el culo por la
calle, con el corazón en la garganta.
Sin aliento, llamó a la puerta de Mitch, esperando que el chico
respondiera antes de que Jesse pasara otra vez. La puerta chirrió
cuando se abrió levemente. Aparentemente no se había cerrado
por completo. Oh, esto no podría ser bueno. —¿Hola? —Se
preguntó si debería entrar. —Oye, Mitch, soy yo, Corky.
Sin respuesta. Podría haber llamado a la policía, a pesar de que
los odiaba, pero, para empezar, estaba allí para comprar hierba
y ¿cómo se lo explicaría al agente Howell? Dos, una puerta
entreabierta nunca era una buena señal. ¿Qué pasa si algo malo
estaba ocurriendo? Lo último que quería era involucrarse en algo
sombrío.
¿Valía la pena el riesgo? Golpeó el marco de la puerta. —Oye,
Mitch, ¿estás ahí?
La luz de la cocina ilumino lo suficiente, como para que viera
unas piernas sobresalir del sofá que había en la habitación de
más allá. Debería haber dado la vuelta y huido. En cambio, 10
estúpidamente empujó la puerta completamente y entró.
—¿Mitch?
El par de piernas no se movió. Quizás Mitch se había
emborrachado y se había desmayado. Podría dejar su dinero y
tomar lo que necesitaba si ese fuera el caso, pero su instinto le
dijo que no sería tan afortunado.
Cuando entró en la sala de estar, el olor a algo podrido lo golpeó
en el estómago. Tenía arcadas, mientras agitaba una mano frente
a su rostro. ¿Qué mierda era ese olor?
Encendió la lámpara de mesa y se quedó sin aliento, al ver la
sangre que salpicaba las paredes y el piso. Los muebles habían
sido volcados y algunas imágenes enmarcadas se habían roto en
el piso, como si se hubiera librado una batalla.
Clavó sus uñas en sus palmas, mientras se obligaba a moverse
por el sofá. Antes de llegar al otro lado, resbaló en algo mojado.
Cayo, y gritó cuando se dio cuenta de que había caído en un
charco de sangre fría.
—¡Mierda, mierda, mierda! — Trató de levantarse, pero resbaló
de nuevo, esta vez aterrizando cerca de la cara de Mitch. Los ojos
de este estaban abiertos de par en par, petrificados de miedo
mientras su mirada lechosa, lo observaba inexpresivamente.
Su garganta era un desastre sin solución.
Se dio la vuelta, se puso en pie y salió corriendo de la casa.
Antes de que pudiera procesar lo que había visto, escuchó un
grito. La vecina de al lado estaba parada junto a su coche, las
llaves colgando en su mano mientras lo miraba con una
expresión horrorizada.
Se miró y vio que estaba cubierto de sangre de Mitch.
—¡Llamare a la policía! —Rebuscó en su bolso, mientras él huía
despavorido, corriendo por el césped y calle abajo. No tenía idea
de dónde ir, ya que no tenía un hogar, pero no dejó de correr el
tiempo suficiente para descubrir su destino.
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Cuando dobló la manzana, una camioneta azul oscuro subió
sobre la acera y se detuvo. Corrió hacía el capo, casi chocándolo
cuando Jesse salió y lo miró boquiabierto.
—¿Estás herido? —Preguntó Jesse.
Su cabeza seguía reproduciendo la imagen del cadáver de
Mitch. Echó un vistazo alrededor, como si lo que hubiera matado
a Mitch fuera a buscarlo a él después.
—¿Estás herido? —Repitió Jesse, en un tono más dominante.
—N-no.
Los ojos azules del lobo shifter, estaban llenos de miedo y
preocupación mientras él intentaba rodear la camioneta. Jesse lo
tomó del brazo y lo arrastró hacia el lado del pasajero, mientras
a la distancia las sirenas llenaban el aire.
—Necesitamos perder el rastro—Jesse abrió la puerta y lo
empujó dentro. Trató desesperadamente de limpiarse la sangre
de sus manos, pero sus jeans también estaban cubiertos con ella.
Eso todavía no le impedía frotar sus manos arriba y abajo de sus
muslos, gimoteando cuando no se limpiaban.
—¡Quítamelo!
Jesse saltó al lado del conductor y le agarró las muñecas.
—Respira.
—N-no puedo—Tiró de sus muñecas, pero Jesse las tenía
firmemente agarradas. — ¡No puedo quitarme esa imagen de la
cabeza!
Jesse lo soltó y sacó su camioneta de la acera, y los neumáticos
chirriaron mientras corría por la calle. Dio tantas vueltas rápidas,
que fue golpeando de un lado a otro, hasta que se colocó el
cinturón de seguridad. Ni siquiera discutió cuando Jesse le 12
colocó una mano cálida y fuerte sobre la rodilla.
—Dime lo que pasó.
—Le arrancaron la garganta. —Siguió mirando por el espejo
retrovisor, para ver las luces de la policía, mientras su cabeza le
daba vueltas a la imagen de los ojos muertos de Mitch.
Cuando finalmente apartó los ojos del espejo, vio la sangre
manchada en la tela gris de su asiento. —Estoy manchándolo
todo con sangre.
—No te preocupes por eso, Ramen.
Sus ojos se dirigieron hacia él. —¿Cómo sabes mi verdadero
nombre?
—Sé mucho sobre ti. —Jesse pasó el límite de la ciudad. —Pero
todavía no me has dicho lo que pasó allí. ¿Estás seguro de que
no estás herido?
—Traumatizado al séptimo nivel. —Admitió. Todavía no estaba
satisfecho con la respuesta de Jesse. Aunque habían hablado
mucho en los últimos meses, estaba seguro de que nunca le
había dicho su verdadero nombre. —Pero físicamente, estoy ileso.
—Entonces, ¿de quién es la sangre?
La mente de Corky se fracturó. Comenzó a gritar y no pudo
detenerse. Jesse tiró de la camioneta a un costado de la carretera
y la estacionó. Puso sus manos a los lados de su cabeza,
obligándolo a mirarlo. —Solo concéntrate en mi rostro y toma
respiraciones lentas y profundas.
—¡Tengo la sangre de un muerto sobre mí! —Frotó sus manos
arriba y abajo de sus muslos, otra vez. Empezaron a arder por la
fricción, pero no pudo parar.
Jesse soltó su rostro y agarró sus muñecas. —Respira, Ramen.
—Deja de llamarme así. —Espetó. Iracundo. La ira era buena. 13
Era con la que podría lidiar. Con el terror, no tanto. —Déjame
ir. — Su corazón bramó, cuando vio las puntas de los colmillos
de Jesse. —Será mejor que no me muerdas.
Jesse parecía estar luchando una guerra interna, mientras
desenroscaba los dedos y se recostaba. Lo estudió por un breve
momento, antes de maniobrar para regresar a la carretera.
Cuando ingresaron a Howling Cavern, las calles estaban
desiertas. Había estado en esta ciudad solo dos veces. Por lo que
había aprendido durante su estancia con los Risings, este era el
territorio de Jesse. El lobo shifter lo estaba llevando a casa. Tan
jodido como estaba sobre toda la escena con Mitch, sabía que si
se iba a casa con Jesse, estaría atrapado.
No podía permitir que eso sucediera.
Cuando Jesse se detuvo ante una señal de alto, se desabrochó
el cinturón de seguridad, abrió la puerta, saltó y luego corrió por
la calle. Oyó el portazo de una camioneta y supo que Jesse estaba
persiguiéndolo.
Fue por una calle lateral y casi tropieza cuando se detuvo
bruscamente.
Un auto de policía, lentamente, se dirigía hacia él. Estaba
cubierto de sangre. No podría explicar lo que sucedió, si el policía
lo perseguía.
Se escabulló por una entrada y corrió a un patio trasero.
Presionó su espalda en la casa, jadeando, mientras sus músculos
ardían. Había mirado hacia las estrellas, tratando respirar más
lentamente, cuando escuchó un ruido como un chasquido.
Lentamente, bajó los ojos y vio a un alimentador a tres metros
de él.

Jesse siguió el aroma de Corky por una entrada y al patio


trasero. Casi tuvo un ataque al corazón, cuando vio a un 14
alimentador ir tras su compañero. Agarró la parte superior del
brazo de Corky y colocó al humano detrás de él, antes de golpear
con un puño el pecho marchito de la criatura.
Siseó cuando tropezó hacia atrás, mostrando su aguda fila de
dientes afilados.
—¡Ve a mi camioneta! —Gritó, sin apartar los ojos de la cosa.
El alimentador cargó hacia adelante, su olor era lo suficiente
como para hacer que casi cayera de rodillas, pero su lobo se hizo
cargo, mientras cambiaba a medias. La piel brotó a lo largo de
sus brazos, cuando sus caninos perforaron sus encías y
emergieron garras largas y negras.
Estaba listo para luchar hasta la muerte, para salvar a su
compañero, cuando las luces giratorias llenaron el patio trasero.
La criatura levantó los brazos para protegerse de las luces
brillantes y emitió un último siseo, antes de que saliera huyendo.
Le habría dado caza, pero tenía asuntos más importantes con los
que lidiar.
Su compañero estaba cubierto de sangre, y los policías estaban
en el camino de entrada. Forzó a su lobo a mantenerse quieto
mientras giraba, listo para hacer lo que fuera necesario para
mantener a Corky a salvo. Su compañero estaba presionado
firmemente contra la parte posterior de la casa, con los ojos muy
abiertos por el horror, su piel pálida bajo las luces rojas y azules
que aún giraban en la oscuridad.
Corrió hacia Corky, lo agarró del brazo y lo movió al patio de al
lado, antes de hacerlo correr, a un lado de la casa. Podía tratar
con el sheriff Gilmore, pero explicar por qué Corky estaba
cubierto de sangre complicaría las cosas. Le presionó un dedo en
sus labios. Corky asintió.
Por mucho que odiara dejar el lado de Corky, tenía que
apaciguar la situación. Hizo una señal con la mano, que le decía
a su compañero que se mantuviera quieto, mientras deambulaba
por la casa y volvía a donde había estado el alimentador. 15
El hecho de que un alimentador estuviera en Howling Cavern,
lo perturbó en un nivel que no sabía que existía. Eso significaba
que estaban descendiendo de las montañas.
Una linterna brilló en sus ojos. Entrecerró los ojos, sosteniendo
su mano para que la luz brillante no lo cegara. —Soy solo yo, Hal.
—¿Jesse? —Hal bajó su linterna. —¿Qué estás haciendo aquí?
—Estaba pasando cerca y pensé ver a un merodeador acercarse
sigilosamente a una entrada. —Cerró la distancia y estrechó la
mano del sheriff. Hal tenía un fuerte agarre, pero no era
excesivamente dominante.
—¿Atrapaste a alguien? —Sus ojos marrones, se arrugaron con
diversión. Su manada vivía en las montañas, pero consideraba
que Howling Cavern era su ciudad. Sus hombres y él, ayudaban
siempre que surgían problemas no humanos, y a Hal le divertía
que se considerara un policía no oficial, aunque Hal no tenía idea
de que existiera lo sobrenatural.
Si él solo supiera la verdad. Más sobrenaturales que humanos
vivían en Howling Cavern. Su trabajo era asegurarse de que los
humanos, permanecieran ignorantes de su existencia.
Se encogió de hombros, mientras miraba las sombras,
asegurándose de que el alimentador no acechara. —Nah, debe
haber sido mi imaginación.
Hal apagó su linterna. —Pensé ver algo también. —Miró a su
alrededor. —Un tipo con sangre en su ropa. —Se rascó el pelo
gris y sacudió la cabeza. —Parece que nuestra imaginación, se
está volviendo loca esta noche.
—Creo que hubiera notado, a un hombre con sangre—Bromeó,
esperando que Corky permaneciera oculto. También esperaba
que su compañero no huyera. Estuvo a punto de perderlo,
cuando Clint Rising lo llamó para decirle que Corky había
desaparecido. Había ido al único lugar donde pensaba que su
compañero se dirigiría. 16
Grizzly Ridge.
Tenía razón. Había visto a Corky agachándose detrás de los
arbustos, pero en lugar de perseguirlo, había permitido que su
pareja sintiera que había escapado. No tenía idea de por qué. Pero
ahora, se maldecía por no haberse detenido antes. Si lo hubiera
hecho, Corky podría haber evitado el desastre en el que se había
metido.
—¿Estás en la ciudad, por alguna razón? —Hal solo estaba
hablando en voz baja, pero necesitaba marcharse. Tenía que
llevar a Corky a casa y a la ducha, y averiguar qué haría con su
compañero.
Su lobo quería morder al humano. Era un instinto natural
entre los shifters, pero Corky lo había evitado durante meses. Si
quería la mitad de una oportunidad con Corky, tenía que ganarse
su confianza, y morderlo después de haber pasado por una
experiencia tan traumática, definitivamente no era la manera de
ganarse una maldita cosa, sino solo odio y resentimiento.
—Solo parando, para visitar a un amigo—Le dio una palmada
en el hombro a Hal. —Pero estoy de camino a casa. Tendremos
que juntarnos para almorzar, alguna vez.
—Suena como un plan. —Hal caminó hacia atrás, por el
camino de entrada, en dirección a su automóvil. Se tomó su
tiempo para ir hacia su camioneta. Quería que el sheriff se fuera,
primero para poder recuperar a su rebelde compañero.
Agarró la manija de su puerta y saludó con la mano, cuando
Hal retrocedió por el camino de entrada y se fue. Tan pronto como
dobló la esquina, llevó su culo hacia la casa de al lado.
Se sorprendió al encontrar a Corky todavía allí de pie. Su
espalda estaba presionada en el costado de la casa, sus ojos se
balanceaban de un lado a otro, como si estuviera buscando al
alimentador.
Sus entrañas le dijeron, que el miedo había sido lo único que
le impedía salir huyendo. —Podemos irnos ahora. 17
Corky giró su cabeza, sus ojos entrecerrándose, mientras lo
miraba. —¿Cómo sé que esa cosa no saltará y me atacará?
—Porque le arrancaré la cabeza de los hombros, si lo intenta—
Gruñó. Tomó su móvil de su bolsillo trasero y le envió un mensaje
de texto a Avery, contando su versión al beta sobre el alimentador
y reuniendo a unos cuantos chicos para cazarlo.
Cuando Avery le respondió que estaba en camino, volvió a
guardar su teléfono en su bolsillo. Necesitaba sacar a Corky de
allí, pero no quería dejar el alimentador suelto.
—¿Vas a venir voluntariamente, o tengo que llevarte a mi
camioneta?
—No es que pueda irme a casa—Refunfuñó Corky, mientras se
alejaba de la casa y se dirigía hacia el camino de entrada.
No tenía idea de lo que eso significaba y Corky no ofreció una
explicación. Se frenó, para no tocarlo, cuando el rubio pasó a su
lado.
Su lobo exigió que tomara a Corky allí mismo, en el camino de
entrada. Aulló dentro de él, gruñendo por acercarse a su
compañero.
En cambio, abrió la puerta del pasajero y esperó a que Corky
entrara. Rodó los ojos cuando su compañero lo fulminó con la
mirada. Corky ya había probado que este apareamiento no sería
fácil, pero sabía que valía la pena todas las frustraciones que
Corky estaba causando. El humano era su única oportunidad de
felicidad, incluso si luchaba contra él a cada paso del camino.

18
Capítulo 02
Corky necesitaba un objeto contundente, una bebida o
examinar su cabeza. Quizás los tres. Estaba loco por meterse en
la camioneta de Jesse, pero maldita sea, no podía sacarse de la
cabeza esa imagen del cadáver de Mitch, y con un alimentador
cerca, no iba a arriesgarse.
—Necesitas decirme qué sucedió. —Le dijo Jesse.
Estaba cansado, sucio y asustado, así que simplemente se
rindió.
Le explicó a Jesse lo que había sucedido donde Mitch. —Pero
si era un alimentador, ¿por qué había tanta sangre? Por lo que
he visto y me han dicho, drenan a sus víctimas.
—¿Fuiste allí a comprar drogas? —Gruñó Jesse.
Lo miró, incrédulo. —Después de todo lo que acabo de decirte,
después de lo que acabamos de atravesar en ese patio trasero,
19
¿es en eso en lo que te has quedado atascado?
—Estoy atascado en muchas cosas. —Jesse se encorvó en su
asiento, su mano izquierda sobre el volante y su brazo derecho
colgando del respaldo del asiento de él. —Pero eso es extraño.
Tienes razón. Si un alimentador atacó a tu distribuidor, ¿por qué
había tanta sangre?
—No tienes que ponerlo así. —Espetó. —Mitch también era un
amigo. Puedes decir amigo.
—Pude haber pensado que su muerte, tuvo algo que ver con su
elección de carrera, pero dijiste que le habían arrancado la
garganta—Continuó Jesse, ignorando por completo su
afirmación sobre Mitch. —Pero sabemos poco sobre estas
criaturas. Lo que me preocupa, es que se hayan mudado de las
montañas a la ciudad.
Eso también le preocupaba. No conocía a nadie en Howling
Cavern, y solo a un puñado de personas en Grizzly Ridge, pero
nadie merecía morir como lo hizo Mitch, si es que fueron
alimentadores los que lo hicieron. Por otra parte, conocía a
algunos imbéciles de mierda que podrían haber matado a Mitch
de esa manera, pero eso no explicaba el desagradable olor en la
casa.
Tal vez el olor había sido el cuerpo en descomposición de Mitch.
No tenía idea de qué pensar.
El brazo de Jesse se deslizó de detrás de él y aterrizó sobre su
rodilla. Apartó su mano. Oh, él estaba atraído por Jesse, de
acuerdo. ¿Quién no lo estaría? El tipo estaba extremadamente
bueno y, a juzgar por las conversaciones telefónicas que habían
tenido, divertido y afectuoso. Pero todo lo del embarazo lo
asustaba. Si no fuera por ese hecho, ya habría dejado que Jesse
lo follara. 20
Jesse Callahan era el epítome de la especie masculina: viril,
apuesto como el infierno, magro con músculos, y maldita sea,
también olía bien. Tenía unos bonitos ojos azules, una barba
recortada en la mandíbula, y debía medir por lo menos seis pies
con cuatro o cinco pulgadas.1
No le importaría verse envuelto en ese cuerpo sexy. A su polla
no le importaría tampoco. Palpitó, cuando se obligó a mirar por
la ventana y respiró profundamente para calmar sus furiosas
hormonas.
Nunca había pasado tanto tiempo sin acostarse, y el celibato
forzado lo estaba matando. Masturbarse servía hasta cierto
punto. Sus orgasmos ya ni siquiera eran gratificantes.
Jesse olisqueó el aire, y sus ojos se encontraron. Los ojos
azules de Jesse se oscurecieron, cuando apareció una sonrisa de
complicidad.

1
Entre 1,95 a 1,98
Bailey le había dicho que los shifters podían oler los estados de
ánimo de su pareja. ¿Jesse podría oler su excitación?
—Mantén los ojos en la carretera—Le espetó. Este no era el
mismo camino que habían tomado cuando, lo habían llevado
donde los Risings, aunque las carreteras se ramificaban en
diferentes direcciones, al igual que lo habían hecho en el camino
hacia los osos.
—Podría conducir este camino, con los ojos cerrados. —Afirmó
Jesse. —No tienes nada de qué temer.
—Excepto tu mordida.
—¿Intenté morderte, en los últimos tres meses? —Gruñó Jesse.
—Podría haber caminado directamente a la casa de los Russell,
cuando quisiera y tomado lo que era mío, pero no lo hice. Dame
un poco de crédito, por mi moderación.
—Déjame meter la mano en mi bolsa de pegatinas y darte una 21
estrella de oro—Cruzó los brazos sobre el pecho. —Tengo derecho
a quejarme. Quieres embarazarme, acabo de perder mi casa y mi
madre vendió mi puto automóvil para pagar las tasas de
incautación—Gruñó. —Sé de sobra que sobraba mucho dinero y
ella se quedó con él.
Dios, le había encantado ese auto. Pudo haber sido algo
extraño para algunos, pero se había enamorado de él a primera
vista. ¿Por qué sus padres tenían que ser idiotas? ¿Por qué su
padre tenía que ser un imbécil? El que fuera gay no era una razón
para apartarlo por completo de su vida.
Jesse tendió su mano.
Frunció el ceño. —¿Qué?
—Estoy esperando, esa estrella de oro.
Empujó la mano de Jesse, ocultando su sonrisa. Él era un
idiota, pero tenía que admitir, que el comentario había sido
divertido. —Vete a la mierda.
—Si solo me dejaras—Jesse suspiró.
Se inclinó hacia adelante y se quedó boquiabierto, cuando
Jesse se detuvo en una zona que parecía sacada de una revista
de cabañas de lujo. La casa tenía tres pisos de altura, hecha de
madera y vidrio, y se llevó todo el aire de sus pulmones.
El patio delantero, estaba hecho de piedras de colores y tenía
un pozo de fuego en el medio, con bancos de madera que lo
rodeaban. A la izquierda de la casa, había una pequeña colina
cubierta de flores en flor. A la derecha, había una salida de
piedra, donde algunas camionetas estaban estacionadas.
El primer piso de la casa era de piedra y vidrio con pilares de
madera cada diez pies o más. A la derecha había un conjunto de
escaleras de madera, que conducían a un balcón envolvente en
el segundo piso que se extendía más allá del primer piso. La parte
superior de la casa, tenía cinco secciones en forma de A, que
supuso, eran dormitorios. 22
Jesse estacionó y salió. —¿Vienes o preferirías quedarte en la
camioneta?
No quería entrar. ¿Qué pasaría si Jesse lo llevara a su
habitación y tratara de morderlo? Pero su vejiga llena lo hizo
descender y dirigirse al conjunto de puertas francesas, situadas
en el nivel más bajo.
Entró y vio que el interior estaba hecho completamente de
madera. Una vez que pasó el vestíbulo, la sala de estar se abrió a
una vista impresionante de las montañas. Un conjunto de
puertas a la derecha, llevaba a afuera.
En la pared del fondo, había escaleras con una abertura hacia
la cocina debajo de ellas, vio la nevera desde donde estaba. La
sala de estar tenía dos sofás y algunos sillones esparcidos por
todas partes, una gran alfombra con un patrón de hojas y una
estufa de barriga entre las ventanas del centro.
—¿Baño?—Miró a su alrededor, pero no vio una puerta que
pudiera indicar un baño en el primer piso.
—Por aquí. —Jesse lo condujo por dos tramos de escaleras. El
pasillo en el tercer piso, tenía solo dos puertas. Jesse giró a la
derecha y lo llevó a una habitación increíble, pero no tuvo tiempo
de babear sobre ella.
Corrió hacia la derecha del dormitorio, que tenía dos puertas.
Frunció el ceño cuando abrió una puerta y encontró un gran
armario con vestidor. La cerró de golpe y corrió a través de la otra.
Después de vaciar su vejiga y lavarse las manos, se sentó en la
losa de granito que rodeaba la bañera y se apoyó en uno de los
pilares castaño a cada lado.
Mierda. Estaba en el último lugar en el que quería estar.
Durante meses, había luchado en contra de ir a la casa de Jesse.
Ahora aquí estaba, sentado en el baño de Jesse, mientras el lobo
shifter lo esperaba en la habitación. 23
Tenía que salir de aquí. Pero, no estaba seguro de poder
hacerlo. Milagrosamente no se había perdido y muerto de
inanición cuando huyó de Risings. No estaba seguro de que la
suerte lo iluminara por segunda vez.
Pero tenía que intentarlo.
Sacó su teléfono celular y marcó el número de Bailey, quien
respondió al tercer tono. —Corky, ¿estás bien?
—Define bien. —Susurró. Le contó a su mejor amigo todo lo
que había ocurrido desde que se había escabullido de la casa de
Deloris y Abe.
—¿Mitch está muerto? —Bailey se quedó sin aliento. —Quiero
decir, nunca me gustó, pero... maldición.
—Y ahora estoy atrapado con Jesse.
Bailey resopló.
—Amigo, no es tan serio. Entonces, qué, quedarás embarazado.
Como ya he pasado por esto, puedo decir que realmente no es
tan malo, y la parte del parto no dura mucho.
—¡No estoy listo para ser padre! —Hizo una mueca y miró hacia
la puerta del baño, esperando que Jesse no hubiera escuchado
su estallido. —Maté todas mis plantas, he sufrido por media
docena de peces dorados, porque olvidé alimentarlos, y apenas
puedo cuidarme en un buen día.
—Pero tendrás a Jesse y su manada para ayudar. —Era la
misma discusión que Bailey le había dado desde que descubrió
que Jesse era su compañero. —No estarás solo en esto.
Había pasado innumerables horas con Bailey en las montañas,
y había aprendido que un shifter y su compañero se conectaban
en el nivel más profundo. ¿Quién no anhelaría algo así? Sus
padres eran una mierda, y Bailey era la única persona que había
tenido en su vida durante el último año y medio. Siempre había 24
odiado sentirse tan solo, y esa era una razón por la que se había
mantenido drogado.
Pero acercarse a Jesse significaba un bollo en el horno.
Simplemente no podía entender eso, aunque había visto a su
mejor amigo con el vientre hinchado. Todavía…
—Tienes que ayudarme a salir de aquí.
—¿En serio?—Bailey hizo ese bufido irritado, de nuevo.
—¿Cómo se supone que voy a hacer eso? Llamaré a la puerta
de Jesse y preguntaré si puedo secuestrarte.
—Amigo, estaba listo para huir contigo cuando quisieras correr
de la casa de Walker.
—Pero cambié de idea—Le recordó Bailey. —Y estoy agradecido
de haberlo hecho. Solo dale una oportunidad a Jesse, Corky. Es
todo lo que digo. Ha estado entrando en territorio Rising durante
meses, a pesar de que sabía que las cosas entre los osos y su
manada se volverían tensas. Nadie haría eso, si no te quisiera.
—Por alguna mierda de destino. Él no me conoce, entonces
¿cómo podría saber que me quiere? —¿Qué pasaría si Jesse lo
conociera y se diera cuenta de que no era su compañero ideal?
¿Qué pasaría si Jesse se uniera a él y se arrepintiera?
¿Por qué estas preocupado? No va a suceder de todos modos. No
vas a quedar embarazado. Vas a volver a Grizzly Ridge y... ¿Qué?
No tenía hogar, ni trabajo, y Bailey estaba con Walker ahora. No
tenía a nadie. Tenía un par de grandes en el banco, pero eso se
extendería solo hasta ahora. Ya ni siquiera tenía automóvil,
gracias a su madre.
Se pasó una mano por la cara. —Te llamaré más tarde.
—Sabes que estoy aquí para ti. —Dijo Bailey.
Sí claro. —Adiós—Colgó y se puso de pie, metiéndose el teléfono
en el bolsillo. Con un profundo suspiro, salió del baño.
25
Jesse se paró frente a la gran ventana del arco en su
habitación, mirando las montañas cuando Corky salió del baño.
No solo había escuchado su conversación, sino que olía la
desesperación de su compañero.
No podía entender, por qué Corky estaba luchando contra su
apareamiento. El humano estaría bien cuidado, no querría nada,
y tendría una manada para protegerlo. Alguien más, mataría por
estar en su posición.
—No tengo plantas ni mascotas, y no necesitas cuidarte a ti
mismo. Eso es para lo que estoy aquí.
Corky se quedó boquiabierto. —¿Estabas escuchando mi
conversación? Amigo, ¿alguna vez has oído hablar de privacidad?
Rechazó la queja de Corky. Sabía qué era lo mejor para su
compañero, incluso si este no sabía qué era lo mejor para él.
—Si quieres salir, asegúrate de que alguien esté contigo. Mi
casa es tu casa. Siéntete libre de comer cuando quieras o lo que
quieras, pero te sugiero que lo limpies. Nadie más lavará tus
platos sucios por ti.
—Hombre, vete a la mierda. —Corky se dirigió a la puerta, y él
no se molestó en seguirlo. Los miembros de su manada no
dejarían ir a Corky. Además, después de la forma en que este lo
había rechazado a cada momento, no estaba seguro de cómo
tratar con él. Corky había tenido claro que no quería estar allí, y
a decir verdad, su orgullo había recibido demasiados golpes.
Su manada estaba empezando a verlo como alguien débil.
¿Cómo podría liderarlos, si no podía mantener a un pequeño
humano en la fila? Eso era lo que sus miradas decían, y eso era
lo que pensaría si los papeles se invirtiesen.
Se volvió hacia la ventana. Solo porque el destino le había dado
a Corky no significaba que tuviera que lidiar con la actitud del 26
chico. Si su lobo no estuviese tan presionado por mantener a
Corky, se habría rendido hace meses.
Corky era un impetuoso, beligerante y un drogadicto, y él tenía
bastantes imbéciles en su manada. No necesitaba un compañero
con esas cualidades menos que entrañables. Su lobo gimió por ir
tras Corky, pero se quedó quieto. No iba a suplicarle que
estuviera con él. No iba a insistir en que era natural que un
shifter mordiera a su pareja y lo reclamara. Aunque, en verdad,
ignorar sus instintos básicos no era fácil. Tenía que luchar para
no ir tras Corky y exigirle a su compañero que se metiera en su
cama.
Emitió un bajo gruñido. —Cállate, estúpido chucho.
Pero su lobo gimió de nuevo. No quería ser frío y despiadado
con Corky. Realmente no lo quería, pero Corky no le dejaba otra
opción. Estaría condenado si dejaba que este lo tratara como a
un felpudo.
Se giró, cuando Corky entró al dormitorio. —Dile a tus hombres
que me dejen ir. —Dijo su compañero, con un profundo ceño
fruncido.
Dios, le dolía la cabeza y Corky no había estado en su casa ni
una hora completa. —¿A dónde vas a ir? —Preguntó. —Tu casa
ha sido alquilada, no tienes auto, y has visto por ti mismo que
los alimentadores están en todas partes.
—Prefiero arriesgarme con una de esas criaturas, antes que ser
tu prisionero— Corky lo miró, mientras cruzaba los brazos sobre
su pecho. —Ahora, ¿vas a decirle a tus hombres que consigan
una vida, o tengo que encontrar una forma de escapar?
En lugar de responderle, salió de la habitación y dio un portazo.
Se apoyó contra la pared en el pasillo, rechinando los dientes,
mientras cerraba los ojos.
—Sabes que va a seguir tratando de escapar.
27
Abrió los ojos y miró a Rider. No guardaba rencor a sus
hombres, por pensar que era débil. El alfa era el miembro más
fuerte de la manada. Si no podía mantener ese título, era
desafiado.
Hasta el momento, nadie se había acercado a él. Quería que
continuara así.
Pero no necesitaba el recordatorio de que Corky probablemente
volvería a huir. —Es humano y obstinado, y no entiende nuestros
modos. Cualquier humano en esta situación, estaría
aterrorizado.
Rider lo miró con dudas. —Pero ha estado con los osos durante
meses. Debería haberse ajustado a estas alturas.
Con un gruñido, agarró la parte delantera de la camisa de
Rider. — ¿Qué sabes tú de compañeros? ¿Ya has encontrado el
tuyo? No te atrevas a juzgarme, si tu pareja todavía está por ahí
en alguna parte.
Rider miró hacia otro lado. —Lo siento.
Lo dejó ir y se dirigió al pasillo. Se sentía como una mierda por
bajarle el estado de ánimo a su miembro de la manada, pero
tampoco quería parecer que no podía manejar las cosas. —Solo
sigue vigilando y asegúrate de que no huya.
Si no resolvía esto pronto, no tenía dudas de que alguien lo
desafiaría. Y su instinto le dijo, quién sería el retador. Declan
había hecho algunos comentarios sarcásticos en los últimos
meses, y él lo había puesto en su lugar más de una vez. Declan
era el más obstinado de todos, excepto por él mismo. También
tenía una boca, que no sabía cuándo cerrar.
No estaba ansioso por tratar con Declan, cuando el lobo
regresara de la ciudad. Pero lo haría, y si tenía que hacerlo, le
haría daño a este para demostrar de una vez por todas que podía
liderar su manada.

28
—No lo sé, hombre—Declan negó con la cabeza, mientras
Heath y él conducían hacia Howling Cavern. —Si me preguntas,
ese humano no vale el dolor de cabeza que le ha estado dando a
Jesse. Hubiera dejado su trasero solo, hace mucho tiempo.
Heath resopló. —Eso es porque él no es tu compañero. Sabes
muy bien que Jesse no puede irse.
—Es por eso, que espero no encontrar a mi compañero—Tomó
la calle en la que se suponía que se encontrarían con Avery. La
heladería estaba cerrada durante la temporada, lo que la
convertía en el lugar de encuentro perfecto. Nadie estaría cerca,
especialmente a estas alturas de la tarde. Los días podrían
haberse vuelto más cálidos, pero las noches todavía estaban
malditamente heladas.
—¿Y por qué quieres eso? —Preguntó Heath.
—Porque nadie se estará riendo de mí. —Estacionó en la acera.
Aún no veía el Jeep rojo de Avery, así que se relajó en su asiento.
—¿Quién dijo que el humano está dejando en ridículo a Jesse?
—¿Hablas en serio? —Lo miró con incredulidad. —Nuestro alfa
ha entrado en territorio oso durante meses, a pesar de que no
puede soportar a los hombres Rising. En todo ese tiempo, él no
ha hecho ningún progreso con su compañero. ¿Y luego el chico
se va? Hombre, a la mierda.
Realmente no culpaba a Jesse por su desgracia. Era toda la
porquería del destino lo que lo hacía perseguir su cola. De hecho,
sentía pena por él. Ningún hombre debería soportar tanta
tontería. El ser humano necesitaba darse cuenta y hacer lo que
su compañero le decía que hiciera.
Jesse dirigía con mano dura. Incluso su propio primo no había
actuado así de terco o irrespetuoso, cuando Elijah vivía con ellos.
—Tienes que mirar la otra cara de la moneda. —Dijo Heath.
—¿Te quedarías voluntariamente embarazado? Para un 29
hombre humano, la idea es insana. Por supuesto, Corky está
volviéndose loco. Sé que yo lo haría.
Heath tenía un punto. Solo odiaba ver a Jesse tan miserable, y
por un humano nada menos. No era ningún secreto que no sentía
amor por los humanos, y menos aún, por los que hacían que su
alfa no fuera feliz. Ni siquiera estaba seguro, de cómo Jesse
podría soportar estar emparejado con un humano. Estos habían
matado a los padres del alfa y habían cazado a los shifters en las
montañas, aunque pensaban que los shifters habían sido
animales salvajes. Pero aún así.
—Ahí está Avery—Heath abrió la puerta del pasajero. —Es hora
de que cacemos algunos monstruos.
Puso los ojos en blanco. —Eso es lo que Corky necesita temer—
Dijo, mientras salía y se unía a Heath en la acera. —Esos
malditos alimentadores.
Tan pronto como Avery salió de su Jeep, los tres salieron a
buscar al alimentador que se había infiltrado en la ciudad.
Capítulo 03
Corky no podía creer que, después de todos sus esfuerzos por
escapar, había vuelto a estas malditas montañas. La silenciosa
casa, por sí sola, era suficiente para volverlo loco. Quería
conducir su automóvil, fumar de manera contundente e ir a
buscar un videojuego. Pero no podía hacer nada de eso. Era el
prisionero de Jesse.
Las puertas francesas parecían una trampa. Si intentaba usar
el balcón del segundo piso para escapar, los hombres de Jesse lo
detendrían. Algo más también lo detenía. Incluso si regresara a
Grizzly Ridge, no le quedaría nada allí. Y seguía viendo la
garganta desgarrada de Mitch, la sangre, ese olor horrible, y el
alimentador en ese patio trasero.
Al diablo con eso. Cazaría a Jesse y le pediría al shifter lobo
que sacara su consola de juego de la casa de Abe. Tal vez si era
lo suficientemente bueno, Jesse lo llevaría a la ciudad y podría 30
cambiar su juego de zombies por otro. Había jugado tanto con los
osos, que ahora lo aburría.
Primero, sin embargo, necesitaba una maldita ducha. La
sangre de Mitch se había secado en su ropa y aunque no podía
olerla, en su cabeza podía hacerlo. Mentalmente todavía podía
oler ese olor podrido, también. Se arrastraba por sus sentidos y
lo estrangulaba.
Entró al baño y se desnudó. Pateó los pantalones y la chaqueta
a un lado, preguntándose si serían rescatables. Si no, estaba
jodido porque el resto de su ropa estaba en la casa de Abe. Se
subió a la cabina de la ducha en la esquina y borró el recuerdo
de los ojos sin vida de Mitch mirándolo, y los pensamientos de su
mierda de vida y la desintoxicación que estaba atravesando.
Incluso, antes de que el caos entrara a su casa y arrastrara a
su mejor amigo, su vida había sido completamente horrible. A su
padre le había encantado golpearlo para tratar de convertirlo en
un hombre.
Su madre había ignorado el abuso, al beber hasta caer en
coma, y aparte de Bailey, no tenía más amigos. Cuando sus
padres ganaron la lotería, lo habían dejado en ese maldito tráiler
con el alquiler endeudado, sin comida, y un montón de
hematomas para recordarlos.
Limpio de la cabeza a los pies, cerró el agua y salió de la ducha.
Vio una serie de puertas al costado del cubículo. Cuando los
abrió, encontró toallas grandes y esponjosas en el interior, junto
con crema de afeitar, navajas de afeitar, un cepillo de dientes
extra en el paquete y esto y aquello.
Después de envolver una toalla alrededor de su cintura, se
limpió los dientes y se afeitó. Estaba sorprendido de cómo una
ducha podía hacerlo sentir humano de nuevo. Echó un vistazo a
su ropa en el suelo e hizo una mueca. De ninguna manera se los
estaba poniendo de nuevo. En cambio, vagó hacia el dormitorio.
Tendría que buscar algo de Jesse, aunque sabía que la ropa de 31
este no le quedaría bien. El alfa era alto, musculoso, y... Dios, era
tan malditamente sexy. Su polla tembló debajo de la toalla de
algodón, mientras pensaba en el duro cuerpo del tipo.
No había una posibilidad en el infierno, de que un tipo como
Jesse estuviera interesado en él, si no fuera por la mierda del
destino. No era mal parecido, pero tampoco era un premio. Un
par de tipos lo llamaron lindo, pero eso fue durante el sexo, por
lo que no contaba. Y lindo era una descripción que ningún chico
quería. Sexy, guapo o caliente hubiese sido mejor, pero nadie los
había usado para describirlo.
Encontró unos pantalones de pijama con cordón y una
camiseta blanca, que colgaba suelta de su cuerpo. Tuvo que tirar
de las cuerdas al máximo, para evitar que los pantalones del
pijama cayeran de su cintura. También tuvo que girar los puños,
para evitar que se arrastren.
Se sentía como un niño, probándose la ropa de su padre.
Estuvo tentado de anudar el lado de la camisa, para que se
sintiera más cómodo, pero decidió no hacerlo. Ya se veía lo
suficientemente parecido a un idiota.
Bañado, vestido, y ya sin sentir como si el feo mundo se
aferrara a su cuerpo, salió de la habitación en busca de Jesse. Se
echó hacia atrás y su corazón latió salvajemente, cuando
encontró a Jesse en el pasillo, apoyado contra la pared, justo
afuera de la habitación. —Me has asustado como la mierda.
Los ojos entrecerrados de Jesse se deslizaron sobre él. Cuando
las puntas de sus colmillos se mostraron, no estaba seguro de si
Jesse estaba enojado porque estaba usando su ropa o se había
excitado. Cualquiera fuese la razón, se sintió como una presa,
mientras retrocedía unos pasos.
Jesse olfateó el aire, y sus ojos azules brillaron levemente.
Clavó los dedos de sus pies en la suave alfombra, preguntándose 32
si el shifter lobo atacaría. Había estado listo para correr hacia la
habitación y cerrar la puerta, cuando Jesse se giró y se dirigió
hacia los escalones.
Lo siguió a un ritmo más lento, todavía inseguro de si estaba a
salvo. Jesse no dijo una palabra, mientras se dirigía a la cocina,
y su estómago eligió ese momento para retumbar. No había
comido desde antes de su huida, y eso había sido hace dos días.
Estaba tan hambriento, que estaba listo para comer todo en la
cocina. Todavía actuando como un mudo, Jesse sacó cosas de la
nevera. Decidió tomar asiento y verlo cocinar. Pronto la cocina se
llenó con el aroma del bistec chisporroteante y las patatas
asadas.
Hace dos años, su papá le había roto la pierna. Su rodilla había
estado tan arruinada que había necesitado cirugía. Desde
entonces, no había sido capaz de mantener ningún peso sobre él.
No importaba cuánto comiera, nunca ganó una libra. Su apetito
también había sufrido.
Solo había comido bien cuando estaba drogado. Pero después
de meses de estar en las montañas con nada más que aire para
fumar, había aprendido a comer sin el químico.
Sin embargo, aún no había ganado nada de peso. De hecho,
había perdido algo.
También había pasado por abstinencia como una perra, esos
dos primeros meses, pero Deloris y Abe lo habían ayudado a
superarlo. Los shifters conejo se habían convertido para él, en
padres sustitutos, y mientras observaba a Jesse cocinar,
comenzó a extrañarlos.
—¿Puedo usar tu teléfono? —Había dejado el suyo en el piso de
arriba, y estaba demasiado cansado para caminar hasta el tercer
piso para conseguirlo. Esa ducha se había sentido bien, pero
también había descargado su energía. Si no tuviera tanta
hambre, se habría arrastrado hasta uno de los sofás de la sala de
estar y habría echado una larga siesta. 33
Jesse no preguntó a quién quería llamar. Simplemente le pasó
su teléfono. Dudaba en tomarlo. Siguió imaginando a Jesse
agarrándolo y mordiéndolo.
—Mierda—Dijo. —¿Tienes el número de teléfono de los
Russell?—Cuando Jesse lo dijo, alzó las cejas. Comenzó a
preguntarse cómo Jesse se lo sabía de memoria, luego recordó
las numerosas veces que el lobo había llamado a la casa, para
hablar con él.
La mayoría de las veces, no había atendido las llamadas, pero
en ocasiones lo había hecho. Si era honesto consigo mismo, había
disfrutado esas conversaciones. Jesse era realmente divertido y
encantador, y eso hizo que quisiera bajar la guardia, pero sabía
lo que sucedería si lo hiciera. Había sido testigo de cómo Bailey
había dado a luz, y no había sido tan malo como había
imaginado. El estómago de su mejor amigo no había explotado y
ningún extraterrestre había salido arrastrándose.
Aun así, no estaba listo para ser padre. ¿Y si resulta ser como
su padre? No podía correr ese riesgo.
Marcó el número y presionó el teléfono en su oído. Deloris
recogió el segundo tono.
—¿Lo encontraste? —Preguntó ella.
La preocupación en su voz, hizo que se sintiera más bajo que
el estiércol de vaca. Todo en lo que había pensado en ese
momento, era en irse, no en lo preocupados que estarían Deloris
y Abe.
—Soy yo—Dijo.
Rompió en un sollozo. —¿Sabes lo preocupada que estaba,
cuando desapareciste? ¿Qué estaba pasando por esa dura cabeza
tuya? Abe y yo hemos estado como locos. ¡Si alguna vez me
vuelves a preocupar así, llevaré mi espátula a tu trasero, señorito!
Le dio la espalda a Jesse. No quería que Jesse viera las lágrimas 34
reunidas en sus ojos. Su madre nunca había mostrado una pizca
de preocupación por su bienestar así.
—Lo siento—Pero esas dos palabras no se acercaron a lo mal
que se sentía.
—Ya que estás llamando desde el teléfono de Jesse, ¿supongo
que está contigo?
—Me alcanzó en Grizzly Ridge—Dejó de lado todo lo demás, que
había pasado. No quería preocuparla más.
—Es un milagro que hayas llegado a la ciudad—Dijo. —¿Sabes
lo que podría haberte sucedido? Hay shifters y animales salvajes
en el bosque, y un alimentador podría haberte destrozado.
Escuchó las lágrimas en su voz y deseó poder volver el tiempo
atrás. —Lo sé.
¿Qué más podría decir? Ya se había disculpado, por lo que
simplemente la escuchó como lo reprendía. Cuando terminó,
preguntó: —¿Cómo estás, Corky? ¿Necesitas algo?
La calidez de sus preguntas, se filtró dentro de él. Si solo ella
pudiera ser su verdadera madre. Pero había aprendido, mientras
vivía con los osos, que la sangre no era el único requisito para la
familia. A veces, una familia estaba formada por amigos que
cuidaban de ti, te cuidaban y pateaban el culo.
—Estoy bien—Dijo. —Me preguntaba, si alguien podría traerme
mi consola de juego.
Su ligera risa, alivió parte de su culpabilidad. —Debería haber
adivinado el motivo de tu llamada. Puedo hacer que te lo envíen,
además de tu ropa, aunque creo que has hecho que mi pareja sea
adicta a ese juego. Puede que Abe no esté dispuesto a separarse
de él.
Fue entonces, cuando notó que los ruidosos zombis y las armas
de fuego disparaban en el fondo. Deloris se había quejado de que
Abe y él jugaban hasta altas horas de la madrugada, pero por el
destello de humor en sus ojos supo que realmente no le 35
importaba.
Dio media vuelta y echó un vistazo en dirección a Jesse. El tipo
estaba poniendo el filete y las papas. Trajo ambos platos a la
mesa, los dejó en el mesón y fue a la nevera, donde sacó dos
botellas de jugo.
Le dio un jugo de manzana y arándano, antes de tomar asiento
frente a él. Asintió agradeciendo y lo dejo ahí. —Bueno, si puedes
luchar por mi consola con Abe, te lo agradecería.
—Veré qué puedo hacer—Dijo.
—Tengo que irme—Recogió su tenedor y apuñaló una patata
asada. —Pero prometo llamar cuando pueda.
—Será lo mejor—Dijo Deloris, enfadada. —Te amo, Corky.
Estaba aturdido. Ella nunca le había dicho eso antes, y colgó
antes de que él pudiera encontrar una respuesta.
Le devolvió el teléfono a Jesse, parpadeando para contener las
lágrimas.
—¿Todo bien? —Jesse colocó el teléfono sobre la mesa y cortó
su bistec. Los aromas en la cocina eran maravillosos, pero su
apetito desapareció. Sus emociones estaban demasiado locas
sentado tan cerca de Jesse. Su presencia estaba causando
estragos en su cuerpo.
Tenía que aclararse la garganta, antes de poder responder.
—Sí, todo está bien.
El incómodo silencio flotaba en el aire. Quería pedirle a Jesse
que lo llevara con los Russell, pero no quería pedirle ningún favor.
Así que se sentó allí y se obligó a comer, mientras trataba de
recuperar el control de su cuerpo.

Cuatro días después de que llevara a Corky a casa, Jesse


estaba a punto de trepar por las paredes. No había tenido ningún 36
culo en meses, y se sentía en el límite, cuando Corky se
preparaba para ir a la cama.
Hasta ahora, Corky había mantenido la distancia, durmiendo
en el sofá de su habitación. Merecía ganar el puto premio por la
santidad. Sus bolas se marchitarían y caerían pronto, y no podía
dormir en la misma habitación con su pareja por más tiempo, sin
hacer algo.
No cuando estaba tan duro, que le dolía el maldito pene.
Frustrado y listo para matar a alguien, salió de la habitación,
decidiendo que necesitaba una carrera. Bajó trotando las
escaleras y se dirigía a la puerta lateral cuando escuchó susurros
en la cocina. Manteniéndose en las sombras, escuchó, mientras
Declan y Heath hablaban en murmullos.
—Quizás necesite pasar a un segundo plano, mientras trabaja
con su mierda—Dijo Declan, mientras escuchaba los sonidos del
microondas. Segundos más tarde, el bajo zumbido le dijo que uno
de ellos, estaba calentando algo de comida.
—Y ya te dije que el humano solo necesita tiempo para
adaptarse—Alegó Heath. —Estoy seguro de que yo lo necesitaría.
—Pero tú no eres el alfa —gruñó Declan. —Está empezando a
ignorar el negocio de la manada, y si no me hubiera encontrado
con Trigger, nunca hubiéramos sabido de que ese nómada mato
a esos excursionistas.
¿Qué nómada? No había oído nada al respecto, y eso lo enojó.
Independientemente del hecho de que estaba preocupado con
Corky, su manada debería haberle hablado sobre el nómada.
Avery era su mano derecha. Si él había le mantenido esa
información en secreto, entonces la división en su manada, había
comenzado.
En lugar de enfrentarse a Declan, buscó a Avery. Encontró a
su beta afuera, apoyándose en su Jeep, mientras hablaba por su
teléfono celular.
Avery debe haber notado la ira pura en su expresión, porque 37
rápidamente terminó su llamada y metió su teléfono en su
bolsillo. Se apartó del Jeep, el cansancio deslizándose en sus ojos
verdes. —¿Algo va mal?
—Podrías decir eso—Empujó a Avery contra su Jeep, cerrando
su antebrazo sobre la garganta del lobo. Sus caninos perforaron
sus encías, mientras sus ojos ardían de rabia. —¿Me dirás por
qué me estás ocultando negocios de la manada?
Avery no luchó para liberarse o amenazó con lastimarlo si no
se le quitaba. En su lugar, coincidió con sus ojos, mientras lo
miraban fijamente. —¿Crees que te estoy escondiendo una
mierda, porque quiero tu puesto?
—El pensamiento cruzó por mi mente—Le encantaba su
manada, pero la confianza y el respeto se lo ganó. Su lealtad
hacia él no era algo dado solo porque vivían y cazaban juntos.
Podían tomar forma humana, pero sus corazones eran animales
puros.
Y al igual que sus contrapartes en la naturaleza, la jerarquía
era todo para ellos, y también lo era la capacidad de liderar una
manada. Aunque había estado preocupado con Corky, sus
habilidades no habían sufrido en lo más mínimo.
Él le daría una golpiza a cada uno de ellos, para probarlo.
—¿Cuándo he mostrado un interés en ser alfa? —El verde en
los ojos de Avery hervía a fuego lento—Estoy perfectamente bien
siendo tu beta. No quiero el dolor de cabeza de liderar. Hay
demasiada política involucrada.
Retrocedió, dejando caer su brazo. —¿Entonces, por qué no me
dijiste sobre el nómada?
Los ojos de Avery se abrieron un poco, antes de que la mirada
sorprendida desapareciera. —Cuando estás ocupado, es mi
trabajo encargarme de las cosas ¿No es por eso que me hiciste
beta?
38
—Aún podrías haberme dicho sobre eso—Gruñó. —No me
gusta que me guardes una mierda. Hace que los demás estén
inquietos. En este momento Declan está en la cocina hablando
de cómo cree que debería pasar a segundo plano—Se paseó junto
al Jeep de Avery. —Quería patearle el culo, pero decidí hablar
primero contigo.
—Declan solo está preocupado —dijo Avery. —Todos vemos la
mierda que Corky te está haciendo pasar. Tienes que admitir que
tu cabeza no está en el negocio de la manada. Lo que te molesta,
nos molesta.
Antes de que mataran a sus padres, su madre había sido el
acero en la columna vertebral de su padre, y los dos eran un
equipo imparable. La manada los había respetado y venerado.
Cuando se hizo cargo, le dieron el mismo respeto y admiración.
Pero en los últimos meses, había visto la duda en sus ojos y
escuchado los susurros a su espalda.
—Declan no ha tenido miedo, de querer ser alfa —dijo Jesse.
Avery apretó su mandíbula. —Él no quiere tu posición. Solo
quiere que comiences a guiarnos de nuevo, a dejar de permitir
que ese humano te vuelva loco.
—¡Es mi maldito compañero! —Golpeó con su puño el lateral
del Jeep de Avery, dejando atrás una abolladura. —¿Qué
demonios esperan los hombres que haga, forzarlo a emparejarse?
Los ojos de Avery se oscurecieron. —Mierda, no.
El padre de Avery había forzado a su madre a unirse, y ella lo
había odiado con cada aliento que había tomado. Por otra parte,
Brutus había sido un bastardo tiránico. Al final, este había
matado a su compañera.
Avery había huido y se unió a su manada. Su madre lo había
tomado bajo su protección, cuidándolo como si Avery hubiera
sido su propio hijo. Esa era una de las razones por las que odiaba
a Clarence Rising hasta el fondo.
39
El padre de los shifter oso le había recordado al viejo de Avery.
—Voy a vigilar a Declan—Ofreció Avery. —Cuida tu negocio con
Corky. No me importaría verlo a tu lado, en lugar de huir
constantemente de ti.
No le gustaba el humor en los ojos de Avery, pero decidió
ignorarlo. —Y deja de guardar mierdas de mí. —Le advirtió antes
de cambiar y huir al bosque para su carrera.
Capítulo 04
Corky había estado dando vueltas y vueltas en el sofá en la
habitación vacía, sin poder dormir. Aunque solo había estado con
Jesse durante cuatro días, deseaba que la habitación se sintiera
un poco más familiar.
Por otra parte, le había llevado un mes adaptarse a la
habitación de los Russell. La mayoría de las noches había vagado
por la casa sin rumbo, cansado pero inquieto. Por eso se había
quedado a menudo jugando videojuegos, y Abe se había unido a
él, para hacerle compañía.
Con un gruñido frustrado, se sentó y se frotó la cara con las
manos. El hecho de que estaba cachondo, tampoco ayudaba a su
humor. Meses sin polla le hacían sentir su cerebro como si
estuviera trabajando en vapores.
Pensó en Bailey estando embarazado y dando a luz. En verdad, 40
no había sido tan malo. Su problema real, era convertirse en
padre. No quería que continuara el ciclo de adicción y abuso. La
gente podría luchar contra no convertirse en sus padres, pero
sabía a ciencia cierta que la mayoría de las veces, era inútil.
Incluso, si tuviera a la manada de Jesse para ayudarlo como
Bailey había dicho, por lo que había visto hasta ahora -aunque
había tenido un contacto limitado con ellos- los hombres de esta
casa eran un grupo heterogéneo y maleducado.
¿Y Jesse? Cuanto más tiempo negaba al alfa, más gruñón se
había vuelto. Pero realmente no podía culpar a Jesse. Se sentía
igual de enfadado.
Cerró los ojos y se frotó la mitad de la frente. Su indecisión le
estaba dando una fuerte migraña. Nunca había tenido este
conflicto en su vida y odiaba sentirse tan confundido.Se
sobresaltó, cuando sonó su teléfono. Lo agarró de la alfombra
junto al sofá, pero no sabía el número en la pantalla.
—¿Hola?
—Ramen, es tu madre.
Su postura se tensó, cuando sus músculos se pusieron rígidos.
Pero tan enojado como había estado con ella, un nudo se formó
en su estómago al pensar en la persona que deseaba haber sido.
Deloris había sido más una madre para él, lo que le recordó, que
no le debía nada a la mujer del otro lado de la línea.
—¿Qué es lo que quieres? —De acuerdo, aún estaba enojado,
porque ella había firmado por su auto. Si se estaba acercando a
él, no era para tratar de reparar su relación.
Quería algo.
—Tu padre me pidió que llamara.
Su estómago se hundió. —¿Por qué? Dejó muy en claro, que
odiaba mis entrañas. ¿Qué diablos podría querer de su hijo gay?
—Descubrió el dinero que te di y quiere que lo devuelvas.
Su mandíbula cayó, antes de que su mano se curvara en un 41
puño. —¿Estás bromeando? —Saltó del sofá y se paseó, su pulso
latía en sus oídos, mientras rechinaba los dientes. —No voy a
devolver eso. ¿Y cómo lo descubrió? ¿Me vuelves a fastidiar?
Nunca había hablado con su madre de esta manera, y una
parte de él se sentía culpable por hacerlo, pero estaba más que
lívido.
—¿De nuevo?
—Sí—Espetó. —Cuando firmaste por mi auto.
—Intenté llamarte. —Insistió.
—Fue un intento pobre. Podrías haberme enviado un mensaje
de texto o dejado un mensaje de voz.
El dinero en su cuenta bancaria, era todo lo que tenía a su
nombre. Aparentemente, sus padres no estarían satisfechos
hasta que no tuviera nada más que su orgullo.
Y conociendo a su padre, también trataría de quitarle eso. Ya
lo había intentado en numerosas ocasiones, cuando le había
dado una paliza y lo había llamado con todos los nombres
despectivos, que se le había ocurrido.
—No debería haber ido en contra de sus deseos—Declaro.
—Está loco, Ramen. Él quiere que le devuelvan el dinero.
—Puedes decirle, que se vaya a la mierda. —Colgó y arrojó su
teléfono contra el sofá. Rebotó del cojín y golpeó la alfombra.
Se frotó los dedos con tanta fuerza, que vio chispas. —¡Mierda!
Estaba enojado, pero no estaba sorprendido por la llamada
telefónica. Realmente no. Habían demostrado lo bajo que podían
hundirse, cuando lo habían dejado en ese remolque para valerse
por sí mismo.
¿Ahora querían lo poco que tenía?
Se dejó caer en el sofá y deseó una vida diferente, una donde 42
sus padres no fueran la escoria de la tierra. Era increíble cómo la
familia era la única que sabía cómo presionar todos los botones
incorrectos. ¿Por qué una persona no podría elegir a su familia
para no quedarse atrapada con idiotas? Si eso hubiera sido
posible, habría elegido a Deloris y a Abe como su madre y padre.
Y eso hubiera sido divertido, porque entonces hubiera sido un
shifter conejito. Aun así, realmente envidiaba a Benny.
Cuando se abrió la puerta del dormitorio, levantó los ojos
bruscamente. La pura lujuria reemplazó su ira, cuando Jesse
entró, completamente desnudo y sudoroso. Sus ojos se fijaron en
la polla de Jesse, luego a su culo cuando este pasó junto a él y se
dirigió hacia el baño. Era todo fibrosos músculos y olía como un
tipo que había estado haciendo ejercicio, en un gimnasio.
Siempre le había gustado ese olor: almizclado, sudoroso y todo
hombre. A su pene también le gustaba, porque se endureció
cuando se lamió los labios.
Jesse dejó la puerta del baño abierta, y oyó que la ducha se
encendía. Imaginó el agua arrastrándose por ese cuerpo delgado,
lavando el nido de rizos entre las piernas de Jesse.
Incapaz de detenerse, se dirigió hacia el baño. Solo quería un
pequeño vistazo. Puede que no se estuviese convencido con la
idea de quedar embarazado, pero estaba tan malditamente
excitado, tanto que su polla lo estaba guiando ahora.
Presionó su espalda contra la pared, como un ladrón de gatos.
Mantuvo su respiración pareja y sus pasos en silencio, mientras
se deslizaba más cerca de la puerta del baño, dándole a Jesse
suficiente tiempo para meterse en la ducha para no atraparlo
mientras lo acechaba. Apoyó su cabeza contra la pared, cerrando
los ojos, diciéndose a sí mismo que se subiera al sofá y se
durmiera, pero su pene no estaba escuchando. Soltó una breve
serie de respiraciones, luego asomó la cabeza por el marco de la
puerta. 43
El cuerpo de Jesse estaba recortado detrás del recinto de
cristal. Alto, delgado, y... Se quedó boquiabierto. A pesar de que
el vidrio estaba distorsionado por una cortina humeante, todavía
vio una de las manos de Jesse presionada contra ella, la otra
moviéndose rápidamente en su ingle. Silenciosos gemidos y vapor
de agua llenaron el baño, mientras la cabeza de Jesse se
inclinaba hacia atrás.
Apretó su dolorida polla atrapada en sus boxers, mientras su
corazón latía un millón de veces por segundo. Se movió más
cerca, entrando en el baño, pero manteniéndose cerca de la
puerta para que pudiera arrastrar el culo si Jesse lo veía.
Se imaginó que estaba en la ducha con Jesse, desnudo,
empapado cuando este lo hizo arrodillarse. Sus labios
hormigueaban ante la idea de chupar la polla de Jesse, de probar
su esperma, de tragarse su misma esencia.
Gimió y luego se congeló, cuando la mano de Jesse se detuvo.
¡Mierda! Salió corriendo del baño, incapaz de sacar de su
cabeza la imagen de Jesse. Dio un salto en el sofá y le dio la
espalda a la habitación, haciendo todo lo posible para desacelerar
los latidos de su corazón.
Esperó, conteniendo la respiración, pero aún oía la ducha. Miró
por encima de su hombro y casi se cae del sofá cuando vio a Jesse
de pie junto a la puerta del baño, riachuelos de agua deslizándose
por su cuerpo y sosteniendo su polla dura en su mano.
—Si querías ver, todo lo que tenías que hacer era preguntar—
Jesse se acariciaba, mientras se acercaba unos pasos. Se detuvo
a un pie del sofá, una mano se enroscaba alrededor de su polla,
la otra tiraba de su pesado saco.
Se dio vuelta y se sentó, jadeando con tanta fuerza que se
mareó. Su mirada estaba pegada a la cima, entre las piernas de
Jesse. El pre-semen brillaba en la cabeza, haciendo que su boca
se hiciera agua. 44
Cuando Jesse se acercó aún, no retrocedió. Se sintió atraído
por las gotas, la cabeza hinchada y la vena gruesa que corría a lo
largo de la parte inferior de la gruesa polla de Jesse.
No volvió la cabeza, cuando Jesse le pasó la punta por los
labios. Instintivamente, los separó y azotó su lengua sobre las
gotitas, gimiendo cuando el sabor explotó en su lengua.
Jesse dio un paso atrás y él lo siguió, moviéndose del sofá y
cayendo de rodillas, pero no antes de quitarse los boxers. Jesse
apartó su mano de sus pelotas y le entrelazó los dedos en el
cabello, forzándolo a sacudir su cabeza, mientras le follaba la
boca.
Lamió y chupó mientras, Jesse siseaba, sus caderas golpeaban
hacia adelante y hacia atrás, mientras sus dedos se curvaban en
los muslos de Jesse. La casa podría haberse incendiado y no se
habría preocupado, no se habría apartado ni para salvar su vida.
Sus uñas se clavaron en la piel de Jesse, cuando este sacó su
polla. Estaba a punto de suplicar que le devolvieran la dura
carne, pero Jesse lo llevó hasta la alfombra.
Le cubrió el cuerpo, su piel aún estaba húmeda por la ducha.
Sus pollas se rozaron y gimió. Le dolían las piernas por rodear la
cintura de Jesse, pero aún tenía el suficiente sentido común,
para saber a dónde conduciría eso.
—Déjame chuparte. —Suplicó.
La cara de Jesse estaba tan cerca, que sintió que la respiración
del hombre se deslizaba sobre su piel. —¿No quieres sentir mi
pene enterrado profundamente en tu culo?
Su cuerpo latió, cuando su polla se hizo increíblemente más
dura. Metió su mano entre ellos y curvó sus dedos alrededor de
la longitud de Jesse. Los ojos de este brillaron como la suave
llama azul de un fuego. Se quedó atrapado en las hermosas
llamas, mientras movía su mano, acariciando lentamente la polla 45
de Jesse. —Quiero probarte de nuevo.
Un gruñido grave y estruendoso subió por el pecho de Jesse,
cuando aparecieron las puntas de sus caninos. Verlos era como
un cubo de agua fría, sobre su cabeza.
Empujó el pecho de Jesse, tratando de moverse de debajo de
él. Cuando Jesse no se movió, empujó aún más fuerte.
—Quítate de encima.
—Cálmate —dijo Jesse en un gruñido ronco y sexy. —Háblame,
Corky. No me alejes.
—No... No puedo pensar. —Dejó de pelear, pero su mente giró
y giró, sus pensamientos chocaban, mientras trataba de recordar
cómo respirar.
Jesse se movió lo suficiente, como para extenderle la mano
sobre el estómago. — ¿Tienes miedo de cargar a mi hijo?
—¿Cómo te sentirías si un chico quisiera embarazarte?
—No soy solo un tipo—gruñó Jesse. —Soy tu compañero.
¿Crees que te quedarás embarazado y luego te abandonaré?
Apretó los labios y giró la cabeza.
—¿Cómo podemos avanzar algo, si te niegas a hablar
conmigo?—Permaneció en silencio.
—Dime a qué le tienes tanto miedo —Le exigió Jesse.
—¡De convertirme en mi padre! —Las lágrimas brotaron de sus
ojos, cuando golpeó con el puño el pecho de Jesse. Pensó en la
llamada telefónica anterior, en lo mucho que su padre lo odiaba,
en que a su madre no le importaba un comino, y que quería
atacar, herir a alguien tanto como a él.
Pensó que se había fortalecido contra el dolor y el abuso de sus
padres, pero las lágrimas en sus ojos decían lo contrario, que
todavía tenían la capacidad de partirle el corazón en dos.
Jesse se sentó y lo tomó en sus brazos. Le apoyó la mejilla en 46
la cabeza, mientras luchaba por contener las lágrimas. Sus
padres no las merecían. Comenzó a calmarse, cuando Jesse le
frotó con la mano, la espalda. No podía pensar en un solo
momento, donde alguien lo hubiese abrazado tan tiernamente.
Se acurrucó aún más, absorbiendo la fuerza de Jesse, codicioso
por el afecto.
—No estoy seguro de cómo era tu padre, pero me tendrías allí
para ayudarte. No pasarías por esto solo, Ramen.
—Por favor, deja de llamarme así. —Se sentó, pero Jesse no lo
dejó alejarse. —Realmente odio ese nombre.
Sus párpados se cerraron, cuando Jesse rozó sus mejillas con
los nudillos. —Si todo lo que quieres hacer es hablar ahora
mismo, podemos hacerlo. Quiero pasar tus defensas.
—Todavía estas duro.
—Aun quiero.
¿No había deseado ser parte de algo especial, sentir que
importaba? Tener a Bailey como amigo era genial, pero la amistad
no había llenado el vacío que sentía comerlo, la soledad que
gritaba dentro de él. Vivir con los Russell le había dado un sentido
de familia, pero nada podía satisfacer la necesidad de que una
persona fuera apreciada y deseada por un amante.
Jesse le estaba ofreciendo eso. Comenzó a preguntarse si
realmente tenía miedo de convertirse en su padre, o si su duda
tenía más que ver con el miedo a volverse vulnerable. ¿Y si la vida
con Jesse no fuera todo arcoíris y sol? Tantos "y si" pasaron por
su mente, que su dolor de cabeza regresó.
—Dime qué está pasando, en esa cabeza tuya.
Miró a Jesse. —Miedo.
—¿De mí?
—De lo desconocido. 47
—Eres todo para mí, Corky.
—Eso es todo—Trató de alejarse, pero Jesse apretó sus brazos
alrededor de él. —El destino nos puso juntos. No llegamos aquí
porque nos encontramos y nos atrajéramos el uno al otro o
porque te interesaba de alguna manera. ¿Qué pasa si somos
como el petróleo y el agua?
—Si el destino no creyera que somos compatibles, mi lobo no
se habría vuelto loco tratando de llegar hasta ti—Jesse le tomó la
mandíbula. —Sé que todas estas cosas sobrenaturales te dan
miedo, pero no todo es malo, y hay algunas ventajas.
Arqueó una ceja. —¿Las tiene?
—No tengo ojos para nadie más que tú y todo lo que quiero, es
tu seguridad y felicidad.
Resopló. —Elijah me contó, cómo proteges a las personas que
te importan.
Pensar que Jesse se preocupaba por él, podría haber sido
presuntuoso, pero estaba tratando de hacer un punto.
Jesse se encogió de hombros, pareciendo impasible. —Podría ir
un poco por la borda, pero no quiero que le pase nada a los que
me importan—Le presionó un beso en la mejilla. —Y me importa
lo que te pase. Puede que aún no te quiera, pero puedo decir que
lo haré.
—¿Cómo?
Jesse se rió entre dientes. —Porque no importa cuánto me
moleste tu terquedad, me gusta el fuego dentro de ti.
—Todavía estoy asustado.
—Lo sé.
—No tienes que estar tan calmado, al respecto—Se quejó.
—Estoy sentado aquí, tratando de tomar una decisión que
cambie mi vida. 48
Jesse frunció el ceño. —¿Cómo debo actuar?
—No lo sé —dijo. —Asústate tanto como yo.
El brillo en los ojos azules de Jesse, se intensificó. —Créeme,
no quieres verme enloquecer. No sería bonito y habría mucha
sangre y cadáveres.
—No tienes que ser tan gráfico—Pensó en Mitch, y ese no era
un pensamiento que quería en este momento.
—Solo soy honesto contigo.
Mordisqueó su labio inferior. En verdad, estaba cansado de
luchar contra Jesse, cansado de estar solo. Solo esperaba no
tomar una decisión errónea. —Si acepto aparearme contigo, eso
no significa que me convertiré en un descerebrado y obedeceré
todas tus órdenes.
—Dios no permita que me escuches—Jesse puso los ojos en
blanco. —Ya sé que seguirás siendo un mocoso bocazas
testarudo.
Lo empujó. —No soy un mocoso.
—Mocoso—Susurró Jesse, mientras bajaba la cabeza y le
tomaba los labios. El beso fue apasionado, afectándole no solo el
cuerpo, sino también su alma. Un temblor lo sacudió, mientras
deslizaba sus brazos alrededor del cuello de Jesse, justo antes de
que este lo alzara y lo llevara a la cama.

49
Capítulo 05
Jesse lo colocó en el colchón, luego se deslizó hacia atrás y
presionó un beso en la cara interna del muslo, luego en la otra.
No pudo evitar sonreír, porque pronto Jesse lo reclamaría y la
molesta soledad que lo devoraba, desaparecería.
Todas esas fantasías con las que se había masturbado durante
los últimos meses, estaban a punto de convertirse en realidad, y
estaba tan emocionado que sus bolas se apretaron cerca de su
cuerpo. Solo esperaba que no se viniera demasiado pronto. No
quería que esto terminara.
Aún no.
Usando su lengua, fue generoso con las bolas de Corky,
tomando una en su boca antes de morder suavemente.
El shock lo recorrió, además del placer. Siseó, luego se escapó
un gemido. Mientras Jesse lo torturaba con su boca, sus dedos 50
se extendieron por sus nalgas. Respiró rápidamente cuando la
lengua de Jesse viajó más abajo. Le chupó la piel entre las bolas
y su agujero.
Aunque había luchado mucho, para no estar con Jesse, en ese
momento, todas sus defensas disminuyeron. Dejó que todos los
demás pensamientos se escaparan: sus preocupaciones, sus
miedos y su vacío.
Jesse y él estaban en su propio pequeño universo.
Los dedos de Jesse lo violaron, mientras levantaba su cabeza y
le tomaba la polla con su garganta. Estaba lleno de un hambre
desesperada que lo hizo gritar —Por favor, cógeme.
Miró hacia abajo, para ver a Jesse sonriendo alrededor de su
polla. Tenía una mirada diabólica en sus brillantes ojos azules,
una que decía que no planeaba detener pronto su tortura. Los
dedos hicieron que sus terminaciones nerviosas, cobraran vida.
Su culo latía con necesidad cuando Jesse lo estiró.
Dejó caer la cabeza hacia atrás. Agarró las sábanas,
estrangulándolas en sus puños, mientras plantaba los pies sobre
la cama y se balanceaba, empalándose en el culo, mientras la
lengua y la boca de Jesse funcionaban mágicamente.
Gimoteos forzaron su garganta, a medida que la acumulación
crecía, envolviéndose alrededor de su mitad inferior, subiendo
por su columna vertebral. Sacudió su cabeza, mordiéndose el
labio inferior, tratando de evitar su clímax.
Como si supiera que estaba peleando por no venirse, Jesse le
trabajó la polla más rápido, más fuerte, mientras sus dedos le
follaban el culo. Jesse estaba decidido a enviarlo al límite y no
pudo hacer nada para detenerlo.
—¡Jesse! —Arqueó su espalda, arañando la ropa de cama, sus
caderas empujando hacia arriba, cuando su orgasmo lo hundió.
La explosión solo lo había dejado más hambriento al sentir a
Jesse golpeando su culo, mientras se lamía los labios, con la boca 51
completamente seca.
Entonces Jesse trepó su cuerpo, como un gato depredador, sus
fibrosos músculos se doblaron y se aglutinaron con cada
movimiento. Abrió más sus piernas y la cabeza de la polla de
Jesse se deslizó por su dolorido agujero. Sus bocas estaban tan
cerca, que respiraban el mismo aire. Podía oler su semen en los
labios de Jesse, mientras sacaba su lengua, deslizándola sobre
la boca de Jesse para probarse a sí mismo.
Este le presionó la cabeza de su polla, en el agujero. Empezó a
protestar, a decirle a Jesse que necesitaban lubricante, y luego
algo húmedo se derramó contra él. Sus cejas se alzaron.
—¿Qué fue eso?
Un lado de la boca de Jesse, se crispó con una casi sonrisa.
—¿Quieres decirme que nadie te explicó, que los shifters tienen
lubricante natural?
—Eso no surgió exactamente en una conversación, mientras yo
le partía el culo a Abe en mi juego de zombies.
—¿Qué hay de Bailey? —Jesse apoyó sus antebrazos a ambos
lados de la cabeza. Usó sus pulgares para trazarle pequeños
círculos en las sienes. Estaba acostado sobre él, pero sosteniendo
su propio peso.
Arrugó la nariz. —Hablamos de muchas cosas, pero el sexo con
un shifter no era uno de ellos. Al menos no en detalle.
—Mmm—Jesse le mordisqueó el hombro, cuando otro chorro
le golpeó el agujero. —Creo que entiendes la esencia, ¿o tengo que
explicártelo?
—Estás hablando demasiado—Murmuró, mientras Jesse
besaba a lo largo de su clavícula. Inclinó la cabeza hacia un lado,
gimiendo cuando Jesse le mordisqueó la oreja. Nunca había
estado con un hombre que tenía vello facial. Aunque los pelos le
rasparon la piel, le encantaba la sensación de hormigueo. 52
—Solo estoy hablando de cosas malas—Jesse le mordió
suavemente, el lóbulo de la oreja, provocándole un gemido.
—¿Cómo?—Sus párpados se cerraron, mientras su cuerpo
hormigueaba con electricidad. Su agujero ansiaba llenarse, pero
Jesse estaba tomándose su dulce tiempo.
—Como cuánto me gustaba tener tu polla en mi boca—Jesse
lamió sus labios. —Por ejemplo, cuánto me encantará hundir mi
pene en tu apretado agujero.
—Entonces, hazlo ya—Se quejó. Enrosco los brazos, alrededor
de sus bíceps y le envolvió con sus piernas, la cintura. —Estoy
esperando el viaje. Sé mi caballo salvaje.
Jesse se rió, antes de darle un beso en la mandíbula. —¿Es eso
lo que quieres?
—Amigo, no he tenido relaciones sexuales desde siempre. Si tú
no empujas tu polla dentro de mí, podría lastimarte.
Así de firme, estaba. La expectación lo tenía listo para golpear
a Jesse si no dejaba de burlarse. O él comenzaría a mendigar. En
este punto, estaba dispuesto a mendigar.
—Dilo—Jesse echó la cabeza hacia atrás, para mirarlo a los
ojos.
—¿Decir qué?
La sonrisa de Jesse, era francamente sexy. —Dime lo que
quieres que te haga.
—Oh, cielos—Apretó los dientes. La cabeza del pene de Jesse
estaba tan cerca, presionando contra su agujero. Un buen
empujón y estaría enterrado hasta las bolas. —Eres un maldito
hablador.
—Dilo—Jesse retiró sus caderas y él ya no sintió la conexión
entre sus cuerpos. Estaba atónito por lo mucho que anhelaba la
cercanía, y no solo con el sexo. Quería ese profundo vínculo del 53
que Bailey le había hablado.
Quería ser propiedad de Jesse. Un nudo se formó en su pecho,
al pensar en que este le diera la espalda. Apartó sus
inseguridades, negándose a permitirles arruinar este momento.
—¡Bien! —Aplastó sus labios contra los de Jesse. El beso se
llenó de hambre, necesidad y desesperación. Cuando se apartó a
tomar aire, su pecho se expandió y se comprimió rápidamente,
mientras su mandíbula inferior hormigueaba por la barba de
Jesse. Maldición, el hombre podía besar. Era como si el acto fuera
una forma de arte para él. —Quiero que me metas tu polla en el
culo y me folles hasta el coma.
La satisfacción bañó los ojos de Jesse. Este retrocedió y
presionó sus manos en la parte posterior de sus piernas y se las
empujó hacia el pecho, mientras avanzaba sobre sus rodillas,
para acercarse. Cuando la cabeza le tocó el agujero, de nuevo, se
mordió el labio inferior, su entusiasmo haciendo que el pre-
semen goteara fuertemente, desde su propia polla.
—Mírame, Ramen.
Estaba demasiado ido como para importarle que Jesse usara
su nombre de pila. Sus ojos dejaron el nido de rizos que había
estado mirando y lentamente se deslizaron por el cuerpo de
Jesse, memorizando cada línea, cada músculo compacto, antes
de mirar a Jesse con sus hermosos ojos brillantes.
Jesse presionó hacia adelante. La cabeza atravesó más allá del
anillo de músculos, y él respiró profundamente. Quería cerrar los
ojos, disfrutar de lo bien que Jesse se sentía dentro de él, pero se
obligó a mantener los ojos abiertos, a seguir mirando esas
ardiente llamas azules.
—¿Me sientes dentro de ti, llenándote?
¿Cómo podía no sentir el grueso eje de Jesse estirándolo? La
presión era intensa, haciendo que se alegrara de que Jesse se
hubiera tomado el tiempo, no solo de prepararlo con sus dedos,
sino también con su lubricante natural. Aun así, la quemadura 54
lo hizo sisear. Clavó sus uñas en los bíceps de Jesse, cuando su
amante se inclinó un poco más.
—Dime—Jesse dejó de moverse y su polla pulsó. —Dime cómo
se siente, estar dentro de ti.
No estaba acostumbrado a hablar durante el sexo. Todo su
cuerpo se sonrojó con vergüenza. No tenía idea de qué decir.
—¿Bien?
Jesse asintió lentamente, aun negándose a mover. —Puedes
hacerlo mejor que eso, cachorro.
¿Cachorro? Por extraño que parezca, le gustó ese sobrenombre
cariñoso. Lo hizo sentir más cerca de Jesse, conectado de una
manera más profunda de lo que ya sentía, como si, en este
momento, Jesse y él fueran uno.
Pero tenía que hacerle pasar un mal momento a Jesse. Después
de todo, era quien era.
—Puedes llamarme así, siempre y cuando no trates de
alimentarme con comida de cachorros o me compres juguetes
para masticar.
Una sonrisa dulce y encantadora se extendió por la cara de
Jesse. La sonrisa no era sexual, sino más bien divertida, como si
sus bromas realmente lo hicieran feliz.
Le dio un ligero apretón, a la parte posterior de sus rodillas.
—Estás siendo un mocoso.
Le dio una palmada en el pecho. —¡Y tú estás siendo un maldito
provocador!
Jesse se hundió un poco más profundo. —Si quieres sentirme
golpeando este dulce culo, entonces dime lo que quiero escuchar.
Oh mierda. Podría ver ahora, que Jesse usaría el sexo para
obtener lo que quería. Y obtendría lo que quería. La polla de Jesse
era demasiado buena como para que aguantara. Podría querer 55
estrangular a Jesse por haberlo hecho jugar este juego, pero si
era honesto consigo mismo, eso le estaba provocando un
estímulo natural.
Nunca antes había sido juguetón con un amante, no durante
el sexo. Y tanto como decirle a Jesse lo que quería oír lo
avergonzaba, también lo enojaba. Tomó la cara de Jesse y lo
acercó, tanto que sus narices se tocaron. Vio la anticipación y la
lujuria en los ojos de este, mientras lo miraba. Era semejante a
la que uno podría tener en la mañana de Navidad, y eso solo hizo
que quisiera complacerlo.
Solo oró para no sonar como un idiota.
—Tu pene me está dividiendo por la mitad. La cabeza se desliza
sobre mi punto dulce, y se siente como si me estuvieran
masturbando desde adentro. Muy jodidamente increíble.
La respiración de Jesse se volvió superficial. —¿Sí?
—Uh-Huh. Quiero sentir tus bolas golpeando contra mí—
Gimió, antes de continuar, añadiendo efectos de sonido para
enfatizar sus palabras. —Quiero escuchar tus gemidos
diciéndome lo bien que se siente mi agujero apretando tu polla.
Quiero que te desates sobre mí, como sé que quieres hacerlo.
Deslizó su lengua sobre los labios de Jesse. Este no se molestó
en besarlo, como si temiera romper el hechizo que le tejía a su
alrededor. —Ahora fóllame con esa gorda polla tuya.
Un gruñido retumbó en el pecho de Jesse. Se apartó de la
cama, arrodillándose entre sus piernas. Le ahuecó la parte
posterior de las rodillas, una vez más, empujándolos hacia
adelante, hasta que temió que Jesse lo partiera por la mitad.
—Mierda—Jesse miró hacia donde estaban conectados. El
sudor brillaba sobre su piel, mientras se lamía los labios. Sus
ojos se dirigieron con rapidez hacía su rostro. —Eso fue
malditamente perfecto. Cada palabra. 56
Gritó, empujando sus manos a la cabecera, mientras Jesse se
descontrolaba. Él lo jodió con tanta fuerza, que el colchón se
deslizó hacia un lado. Tal vez no debería haberle dicho a Jesse
que se descontrolara. No estaba seguro de que su trasero
sobreviviera a los golpes.
Aun así, se aferró a su vida, moviendo sus manos de la
cabecera para agarrar el cuello de Jesse.
Entonces este retrocedió, arrastrándolo hasta que estaba
sentado sobre sus muslos. Deslizó sus piernas alrededor de la
cintura delgada de Jesse y presionó los talones de sus pies, justo
por encima del culo de su amante.
Jesse le agarró las caderas y golpeó hacia arriba, mientras le
dejaba un rastro de besos a lo largo del hombro. —Mierda, te
sientes tan malditamente bien.
—Eres como un animal. —Bromeó. —Lo amo.
Jesse se dejó caer sobre su espalda, sin soltarlo. —Móntame,
cachorro.
Plantó sus pies a cada lado de las caderas de Jesse y presionó
sus palmas contra el pecho de este antes de que comenzara a
rebotar, tomando la polla de su amante tan profundamente como
le fue posible.
Estaría dolorido al llegar la mañana, pero no le importaba
nada. Su cuerpo estaba en llamas, sus terminaciones nerviosas
estaban, vivas mientras el placer lo atravesaba.
—Maldición, te ves sexy montándome—Jesse le agarró la nuca
y tiró de él hacia abajo. Su beso fue descuidado, sus dientes
golpeándose mutuamente. Jesse le devoró la boca, mientras
envolvía sus manos alrededor de sus lados y golpeaba hacia
arriba, casi derribándolo. Pero su agarre evitó que cayera.
El pene enterrado en su culo también lo mantuvo en su lugar.
57
Su corazón ya latía desbocadamente. Pero aumentó un poco,
cuando vio que los colmillos de Jesse se alargaban. Sus ojos
todavía brillaban, aunque técnicamente no lo hacían, pero no
podía pensar en otra forma de describir cómo el azul parecía
amplificarse, cuando vio la pelea en sus profundidades.
Jesse quería morderlo, pero se contuvo, como si temiera que se
fuera a ir de sus manos. Él quería. El instinto se enardeció dentro
de él, diciéndole que no dejara que Jesse lo hiciera.
Pero pensó, en cómo Jesse lo había perseguido durante meses.
Cómo este había hablado con él por teléfono a altas horas de la
noche, preguntándole cuál era su comida favorita, su programa
de televisión favorito, y el cuidado y la preocupación en su voz
mientras hablaban.
Jesse había estado listo para luchar contra el alimentador en
ese patio trasero, para protegerlo. Su lobo se había quedado sobre
él, cuando esos alimentadores habían atacado en números hace
unos meses, listos para matar para mantenerlo a salvo.
Ningún hombre hacia eso, a menos que realmente le importara.
¿Sería tan malo tener el hijo de Jesse? ¿Permitiría que sus
inseguridades y preocupaciones lo detuvieran de hacer una vida
con el alfa? Entonces, se dio cuenta, de que no sería un padre de
mierda, a menos que se permitiera ser uno.
Y se aseguraría de que no se parecía en nada a su viejo. Su hijo
nunca sentiría la espada del rechazo. Nunca.
Dejó de moverse. Jesse también lo hizo, como si supiera que
estaba a punto de abrirse y darle su confianza.
Jesse le deslizó los nudillos sobre la mejilla. —Nunca dejaré
que te arrepientas de darme algo tan precioso. Tienes mi palabra.
Se mordió el labio inferior. —Sabes que estoy asustado.
Una sonrisa suave, jugó en los labios de Jesse.
—Lo sé, cachorro.
Después de exhalar un largo suspiro, asintió. Cerró los ojos por 58
un breve momento, rezando porque estuviera tomando la
decisión correcta. Cuando los abrió, se sorprendió al ver la
genuina ternura en la cara de Jesse.
—Ten un poco de fe en mí—Dijo Jesse.
Se inclinó hacia adelante, enterrando su rostro en el cuello de
Jesse. —Está bien—La mano de Jesse se deslizó por su espalda.
Con sus dedos envolviéndole la nuca, le giró ligeramente la
cabeza, antes de que los afilados dientes se hundieran en su
hombro.
Gritó. Pensó que la mordedura sería dolorosa, y lo fue hasta
cierto punto, pero su placer se alzó a un nivel que nunca supo
que existía. Sentía como si su propia alma se estrellara contra la
de Jesse, cuando su orgasmo lo hizo romperse en mil pedazos.
Jesse gruñó, dándoles la vuelta, poniéndolo sobre su espalda,
mientras se movía dentro de él. Se aferró a Jesse, aterrorizado
por la forma en que su cuerpo había explotado. La sensación era
demasiado abrumadora, como si cayera libremente.
—¡Jesse!
—Te tengo —dijo Jesse, cuando liberó sus colmillos. Lamió el
lugar donde lo había mordido y luego agregó —Cae conmigo.
Jesse empujó duro y profundo, haciendo que gritara por el puro
éxtasis. No tenía dudas de que le daría a Jesse cualquier cosa
que le pidiera, si este usaba el sexo para obtener lo que quería.
No había una sola duda.
Los movimientos de Jesse vacilaron. Condujo su polla hasta el
fondo, y sus brazos se envolvieron a su alrededor, mientras su
polla latía profundamente dentro de su trasero.
Jesse cerró su boca sobre la suya, comiéndolo cuando sus
caderas se sacudieron violentamente, como si estuviera
malditamente seguro de que cada gota de su semilla se
derramara en él. —Maldición—Gimió Jesse, mientras se
desplomaba sobre él. —No me puedo mover. Creo que tengo un 59
tirón en el culo.
Se rió, mientras empujaba a Jesse fuera de él. El tipo podía ser
delgado, pero pesaba una tonelada.
—Sería una verdadera molestia si me aplastaras y mataras,
después de haber tenido el mejor y más increíble sexo de mi vida.
—Pero qué manera de irse—Jesse rodó a su lado, arrastrándolo
tan cerca, que estuvo muy cerca del hombre. Le acarició el cuello,
besando el área donde lo había mordido.
—Cierto, pero todavía no estoy preparado para morir—Bostezó.
Su cuerpo entero estaba dolorido. Sabía cómo se sentía Jesse. No
creía que fuera capaz de moverse de este lugar, hasta la próxima
semana.
—Lo siento—Jesse enterró el rostro más profundamente en su
cuello.
—¿Por qué?
Con un suspiro, Jesse echó la cabeza hacia atrás. —Por el calor
de apareamiento que te va a golpear. Por lo que he oído, no es
bonito, pero prometo que no te dejaré sufrir.
Rodó los ojos. —Lo que pretendes prometer es follarme,
mientras estoy aullando como un gato en celo.
Jesse se rió entre dientes. —Si quieres ponerlo así—Le besó el
hombro. —Pero podrías tener suerte y haber concebido ya.
No quería pensar en ser sobrenaturalmente cachondo. Por lo
que Bailey le había dicho, era como estar en llamas veinticuatro-
siete, y ninguna cantidad de sexo lo aliviaba. —Amigo, ¿podemos
disfrutar del resplandor del sexo? —Dijo. —Me preocuparé por el
calor, mañana.
Cuando Jesse no respondió, miró por encima del hombro y
luego puso los ojos en blanco. El peso ligero estaba
profundamente dormido.
60
Capítulo 06
Corky se despertó con el sonido de un teléfono sonando.
Todavía estaba agotado y dolorido, pero tan pronto como el
zumbido terminó, comenzó de nuevo. La cama se hundió, cuando
Jesse se levantó. Se dio la vuelta, bostezó y se acurrucó en las
almohadas.
—¿Hola?—Hubo un momento de silencio, antes de que Jesse
dijera —No importa quién mierda es. ¿Quién diablos eres tú?
Eso llamó su atención. Se dio vuelta y frunció el ceño, antes de
sentarse. Su estómago se inclinó levemente, luego se asentó. Se
sentía un poco nauseabundo, pero sabía que Bailey había pasado
por muchas náuseas matutinas.
Como ya no sentía como si le hubieran inyectado fuego líquido,
eso solo significaba una cosa.
Tenía un bollo en el horno. 61
No quería pensar en eso ahora. Nop. Si lo hacía, podría entrar
en pánico con todas las letras. Había permitido que su excitación
decidiera dejar que Jesse lo follara, y ahora era demasiado tarde
para echarse atrás.
—Me importa una mierda lo que exiges. Con ese tono, puedes
besarme el culo. —Jesse colgó y arrojó el teléfono al tocador.
—¿Quién era? —Notó que era su teléfono, con el que Jesse
había estado hablando y este parecía completamente enojado.
Jesse se volvió hacia él. La ira huyendo de su expresión,
reemplazada por una sonrisa divertida. —Creo que era tu padre.
—¿Mi papá? —Se arrastró fuera de la cama y se quedó allí por
un momento, antes de que una oleada de mareo lo inundara.
—¿Qué diablos quería?
Lo sabía, pero no quería entrar en detalles sobre lo que su
padre quería con Jesse.
Odiaba que alguien supiera qué tan perdedor era su padre, y
que quería que le devolviera el dinero que su madre le había dado
a su hijo.
—Hablar contigo—Jesse se dirigió hacia el baño. —Vamos,
tigre. Te lavaré la espalda.
Esa fue una oferta que no pudo rechazar. Empezó a dirigirse al
baño, antes de golpear una mano en su boca y pasar corriendo
junto a Jesse, dirigiéndose directamente al baño.
Cuando jalo la cadena del baño y se dejó caer al suelo, Jesse lo
miraba con una expresión extraña. Su mirada se posó en su
estómago.
—Sí, sí—Agitó su mano, sonando tranquilo, aunque realmente
quería entrar en pánico. —Me embarazaste. ¿No es eso lo que
querías?
No quería lidiar con esta mierda sobrio, pero ahora que tenía 62
un bollo en el horno, no podía hacer nada acerca de la necesidad
de una bebida, un porro o un psiquiatra. Bien, todavía podría
hacer lo del psiquiatra, pero pasaría de eso.
Jesse humedeció una tela, luego se arrodilló y le limpió la boca.
Le apartó su mano. —Estoy embarazado, no inválido.
Jesse gruñó. —Puedo ver que vas a ser difícil, sin importar la
situación.
—Soy quien soy—Se puso de pie y agarró su cepillo de dientes.
—Te dije que no estaba listo para ser padre.
—Tú eras el que me rogaba que te follara—Le recordó Jesse,
con una mueca de sus labios. —Si mi memoria funciona
correctamente, también aceptaste dejarme morderte.
—Y puedes morderme ahora—Apretó la pasta de dientes sobre
las cerdas. —En mi culo.
Jesse gruñó. —Voy a aguantar tu boca cuando estemos solos,
pero delante de mis hombres tú…
—¿Jugaré el papel de una buena esposa? —Comenzó a
cepillarse los dientes, dándole la espalda a Jesse. Todavía
necesitaba tiempo para procesar esto, y no podía hacer eso con
este parado detrás de él. Se sentía como un idiota por dirigir su
enfado hacia Jesse. Pero ahora que la luz de la mañana estaba
sobre él, sus miedos regresaron a él, con venganza.
—Prácticamente—Dijo Jesse antes de encender el agua en la
cabina de la ducha. —¿Tienes algún problema con eso?
Miró por encima de su hombro, mientras apartaba el cepillo de
dientes. —Me faltan tetas y un coño.
—Gracias a Dios por eso—Jesse se metió debajo del rociador,
cerrando la puerta de vidrio.
Se enjuagó, antes de dirigirse a la habitación. Tan pronto como
cruzó la habitación, su teléfono sonó. La pantalla solo mostró un
número de teléfono. Tenía la sensación de que sabía quién era,
por lo que ignoró la llamada. 63
No tenía ganas de lidiar con su padre. El bastardo no
recuperaría el dinero. Aún no podía creer que su madre le
hubiera dicho que se lo dio a él.
Frente al espejo, miró su estómago. Efectivamente, una tenue
línea de concepción corría desde su ombligo hasta su ingle. Había
tomado el teléfono, listo para llamar a Bailey, cuando vio que
tenía un mensaje en el buzón de voz. Se mordió el labio,
debatiendo si debería escucharlo o borrarlo. El mensaje no sería
algo que quisiera escuchar, y lo más probable es que lo enojara.
Su atención fue apartada de su teléfono, cuando Jesse apareció
en la puerta del baño, completamente desnudo y mojado por la
ducha, su polla medio dura mientras lo miraba de arriba abajo.
—¿Vas a tomar una ducha conmigo?
Había estado luchando contra el apareamiento con Jesse
debido a sus miedos, no porque no se sintiera atraído por el alfa.
Jesse tenía un físico mecedor, y su polla se contrajo, mientras
él se agitaba con cada centímetro de ese delicioso cuerpo.
Lanzando el teléfono sobre la cama, que todavía estaba apilada
al azar por su sexo salvaje, cruzó la habitación, repentinamente
sintiéndose tímido cuando pasó junto a Jesse y entró al baño.
La habitación ya se estaba llenando de vapor. Jesse no dijo una
palabra, mientras entraba a la ducha. Lo miró, observando cómo
el agua caía en cascada sobre su cuerpo. Jesse era el espécimen
masculino perfecto, delgado y musculoso, y quería adorar cada
centímetro de él. Pero luego, se giró y miró en el espejo la línea
sobre su estómago. Luego a la cabina de la ducha. Si sacaba su
cabeza del culo, admitiría que nunca le había importado a nadie
tan profundamente como a Jesse. Sabía que a Bailey le
importaba, por supuesto, pero eso era diferente. Esto era
diferente.
Entró al cubículo y se quedó detrás de Jesse, sin saber qué 64
hacer ahora que había decidido estar con este. Realmente estar
con él. Todo el asunto. No a medias.
En realidad, había pensado que Jesse trataría de jugar con él
en la ducha. En lugar de eso, Jesse se volvió y comenzó a lavarlo,
usando la tela jabonosa en cada centímetro de su cuerpo. Se
quedó atónito, cuando Jesse se puso de rodillas y le lavó los
tobillos y los pies. Nunca había imaginado a alguien tan fuerte y
dominante como Jesse, se pondría de rodillas.
—Date la vuelta.
Obedeció, dándole la espalda a Jesse. Su compañero partió de
sus tobillos y se acercó al cuello, entonces Jesse apartó la tela y
le lavó el cabello, y maldita sea si los dedos del hombre no se
sentían bien masajeando su cuero cabelludo.
No se le escapó la noticia de que había pensado en Jesse como
su compañero. Mientras pensaba en esa sola palabra, decidió que
le gustaba. Mucho.
—Estoy sorprendido, de que no hayas discutido conmigo sobre
que podías lavarte tú mismo —bromeó Jesse.
—Eso es, porque tus dedos son mágicos—Gimió cuando echó
la cabeza hacia atrás. No podía creer que estuviera duro porque
le lavaran el cabello. Cada toque fue gentil, pero electrizante. Su
cuerpo todavía hormigueaba, cuando Jesse enjuagó el champú
de su pelo.
Entonces, Jesse volvió a mirarlo y lo miró con esos penetrantes
ojos azules, mientras sus nudillos se deslizaban sobre su
estómago. Pudo ver en la expresión de Jesse que estaba feliz de
que estuviera embarazado, pero él todavía estaba tratando de
procesar su situación, aun tratando de comprender que tenía un
hijo creciendo dentro de él.
Había visto a Bailey embarazado, pero las cosas eran
completamente diferentes, ahora que él era quien daría a luz en
unos meses. 65
—Puedo verlo en tus ojos—dijo Jesse. —Y está bien estar
asustado. Para eso estoy aquí, para apoyarte. Puedo lidiar con
tus dudas e inseguridades, siempre y cuando me hables de ellas
y no huyas de ellas... de mí.
Soltó una risita irónica. —Es extraño. No tengo ningún
problema para dejarte meter tu polla por mi culo, pero estas
cosas cercanas, personales e íntimas me avergüenzan.
Jesse frunció el ceño. —¿Por qué?
—No estoy acostumbrado —admitió. Pensó en sus padres y en
la forma fría en que lo habían tratado, en cómo lo habían excluido
emocionalmente y en cómo había mantenido sus sentimientos
reprimidos dentro suyo, casi toda su vida.
Decirle a Jesse, lo que su pareja había querido escuchar
anoche era diferente. Había estado en la agonía de la pasión. Pero
hablando con este a la mañana siguiente, cuando los primeros
rayos de sol se filtraban por el baño, hacían que estuviera listo
para salir de la ducha.
—¿Conoces la diferencia entre paciencia y tolerancia? —No
tenía idea de a dónde iba Jesse con esto.
—Dime.
—Te tendré paciencia, mientras tropiezas con esto, por cometer
errores, mientras tratas de adaptarte y aceptar tu nueva vida.
Puedo lidiar con eso—dijo Jesse. —Pero tengo un límite de
tolerancia, cuando haces algo que sabes que no debes hacer.
Inclinó la cabeza hacia un lado y sonrió. —Te refieres a actuar
como un mocoso.
—Entre otras cosas—Jesse asintió.
—El agua se está enfriando.
—Estás evitando, esta conversación —dijo Jesse. —Y te dejaré.
Sé que todavía estás cansado de lo de anoche.
Lo miró por un momento, antes de salir de la ducha. Jesse
cerró el agua y estaba justo detrás de él, agarrando una toalla de 66
un armario junto a la ducha. Una vez más, quedó atónito cuando
Jesse comenzó a secarlo. Simplemente se quedó allí, inseguro de
qué decir o hacer.
Entonces, Jesse le envolvió la toalla alrededor de la cintura, lo
giró hacia la puerta y le dio un golpe en el trasero. Miró por
encima del hombro al alfa. Jesse se rió entre dientes, luego le dio
la espalda. Tomó otra toalla del armario y se secó. Con un giro de
sus ojos, se dirigió a la habitación.

Corky se sentó en una silla junto a la gran ventana, mirando a


las montañas mientras hacía girar su teléfono en su mano.
Quería escuchar el correo de voz, porque independientemente
de lo mucho que su padre lo odiaba y de lo mucho que se decía
a sí mismo que no le importaba, sentía curiosidad por saber qué
había dicho su padre.
Jesse estaba sentado en su escritorio usando su computadora
portátil, dándole a su espacio. Podía ver por las miradas de reojo,
que Jesse se estaba preguntando acerca de su tranquilo estado
de ánimo. Había estado sentado en su silla durante horas, con el
teléfono en la mano, dudando si debía escuchar el mensaje o
simplemente borrarlo.
—Me muero de hambre—Jesse se apartó de su escritorio.
—¿Qué tal una buena comida en la ciudad?
Eso le llamó la atención. Había estado atrapado en territorio
oso durante todo el invierno, volviéndose loco por estar
encerrado. Su pequeña visita a Grizzly Ridge no contaba cómo
salir, no cuando había pasado un infierno allí.
—¿En serio? —Frunció el ceño, mientras miraba a Jesse. —¿No
tienes miedo de que huya?
—Prometiste venir a mí, si te asustabas. 67
Técnicamente, no lo había hecho. Jesse le había pedido que lo
hiciera, pero él nunca lo había prometido. Estaba demasiado
emocionado por ir a la ciudad, como para discutir ese punto.
Además, ¿a dónde iría y cómo llegaría allí si huía? Y él tenía un
bollo en el horno. Podía salirse con la suya escondiéndose entre
los humanos, durante el primer mes de su embarazo, pero
después de eso, todas las apuestas estaban echadas. Los
hombres con trajes negros lo secuestrarían en un laboratorio y
nunca volvería a ver la luz del día.
—¿Te importara si mi manada se uniera a nosotros?
La pregunta lo sorprendió. —¿Me estás preguntando?
Él se encogió de hombros. —Sé que todavía te estás ajustando.
No estaba seguro de si estabas listo para estar cerca de ellos.
La manada de Jesse no lo molestaba. Aunque aún no había
interactuado con ellos, vivían bajo el mismo techo, por lo que
pensó que sería mejor que los conociera. —No me importa.
Asintiendo, Jesse salió de la habitación. Gracias a Dios Walker
le había traído su ropa. Tendría que hablar con Abe, sobre
mantener su consola de juego. Esa mierda no había sido genial.
Si hubiera tenido su consola, habría tenido algo que hacer con
todo su tiempo libre.
Por otra parte, que Abe lo conservara, podría ser su forma de
asegurarse de que él lo visitara. Sabía que el shifter nunca
entraría en el territorio de los lobos.
Rebuscó en su ropa y encontró un par de jeans y una camisa
Henley. Se quitó los pantalones de pijama y se vistió.
En verdad, vestirse y saber que iba a ir a algún lado, lo
ayudaron a salir de su miedo. Se cepilló los dientes y se peinó,
aunque su cabello no quería cooperar. Pero era lo mejor que iba
a lograr.
Se encontró con Jesse abajo. No vio a nadie más. —¿Dónde
están tus hombres? 68
—Ya se fueron—Jesse agarró sus llaves, de un cuenco sobre
una mesa, en el vestíbulo. —Nos encontrarán allí.
—¿Puedo conducir? —No lo hacía desde hace una eternidad, y
quería destruir las carreteras. Rebotó de emoción, listo para
suplicar si tenía que hacerlo.
—He oído hablar de tu forma de manejar.
—¿De quién? —Bailey era la única persona que lo había visto
conducir, y estaba bastante seguro de que este no había hablado
con Jesse al respecto.
—Walker.
Mierda. Se había olvidado de él. —Lo que sea que te haya dicho,
es mentira.
Jesse se rió entre dientes. —Te dejaré conducir, cuando
lleguemos a la ciudad. Los caminos de las montañas pueden ser
traicioneros.
Podría vivir con eso. —Buen punto.
Jesse se detuvo antes de que salieran de la casa y le dio un
rápido beso. Fue agradable, hizo que su corazón palpitara, y
quería que durara más, pero Jesse se apartó y se dirigió hacia
afuera.
—Maldito provocador—Refunfuñó, cuando saltó a la camioneta
de Jesse.
—¿Qué dijiste?
—Nada—Le sonrió inocentemente a su compañero.
Jesse puso los ojos en blanco, como si supiera que estaba lleno
de mierda.
Miró por la ventana, durante todo el viaje a la ciudad. Su mente
volvía a ese maldito correo de voz. Debería borrarlo y olvidar que
sus padres existían. Eso era lo que le habían hecho la mayor
parte de su vida: habían olvidado que existía. 69
Cuando llegaron al pie de la montaña, fiel a su palabra, Jesse
estacionó su camioneta y salió. Se sentó allí por un segundo,
preguntándose si Jesse realmente lo iba a dejar conducir. Estaba
bastante seguro de que la Toyota Tundra2 de Jesse, todavía era
nueva. Aún tenía ese olor a auto nuevo y el interior estaba limpio.
Jesse incluso había sacado la sangre del asiento.
—Súbete al asiento del conductor —dijo Jesse, cuando abrió la
puerta del pasajero.
Con un estallido de excitación, se movió al asiento de Jesse, y
tuvo que reajustarlo. Su compañero era mucho más alto que él.
Una vez que se estableció y Jesse se abrochó, despegó.

2
—¡Jesús jodido Cristo!—Jesse colocó una mano sobre el
tablero. —Esto no es NASCAR3.
—¿Qué?—Preguntó, mientras reducía la velocidad en una
señal de alto y luego ponía el acelerador. Los neumáticos del lado
del pasajero, rodaron sobre el bordillo cuando giró a la derecha.
—Te olvidaste de decirme dónde estaba el restaurante.
— ¡Cuidado con ese gato!
Apretó los frenos. —Amigo, no iba a pegarle. —Jesse se pasó
una mano por la cara. —Pon la maldita camioneta en
aparcamiento y sal de allí.
—Solo dime dónde está el restaurante—Declaró. Odiaba
sentarse al lado del conductor. —Mi manera de conducir, no es
tan mala.
Corrió por las calles de Howling Cavern, disfrutando
nuevamente de la libertad del camino. Jesse se sentó a su lado 70
con cara de dar a luz en cualquier momento. Su rostro estaba
contraído, el sudor se reunía en sus cejas, y estaba apretando
sus músculos tan fuerte, que deberían haberse roto.
—Amigo, voy a seguir conduciendo, hasta que me digas a
dónde vamos.
—Gira a la izquierda —, dijo Jesse, con los dientes apretados.
Hizo una mueca de dolor, cuando tomó la curva demasiado
grande. Dio un volantazo para corregir su error, solo para
desviarse hacia el lado opuesto de la carretera. Estuvo a punto
de golpear un buzón, antes de volver a dar un volantazo y entrar
en el carril correcto. —Mi error.
Jesse lo miró, con los ojos muy abiertos. —Ese giro fue el peor
que he visto.
Todos eran críticos. —No me hagas sacarte de la camioneta.

3
NASCAR hace referencia a las siglas en inglés de National Association for Stock Car Auto Racing ("Asociación
Nacional de Carreras de Automóviles de Serie") y, actualmente, representa la categoría automovilística más
comercial y popular de los Estados Unido
—Es mi camioneta.
—Todavía te sacaré. —De detuvo en un semáforo en rojo y miró
a Jesse. —Solo relájate.
—Casi atropellas a ese gato, allá atrás.
—No lo hice.
Jesse señaló hacia la derecha, cuando la luz se puso verde y
comenzó a conducir. —Ve al estacionamiento de allí arriba.
Dobló por el estrecho aparcamiento del restaurante, casi
chocaron contra un brillante BMW. Hizo una mueca cuando
asomó la cabeza por la ventana y vio lo cerca que estaba del
parachoques trasero del automóvil. No podía seguir avanzando,
sin romper el auto. —Tal vez deberías tomarlo desde aquí.
—Con gusto.
Cuando salió, Jesse saltó al asiento del conductor. Como un
profesional, maniobró la camioneta más allá del BMW y en el 71
pequeño espacio del estacionamiento.
—A nadie le gustan los presumidos. —Gritó, cuando Jesse salió
y cerró de golpe la puerta de la camioneta.
—No estaba presumiendo. Simplemente apestas manejando.
—Nos traje aquí de una pieza. — Discutió.
—Me hubieras costado miles de dólares en reparaciones, si
hubieras roto ese BMW. — Jesse tocó su llavero, haciendo que la
camioneta piara, antes de guardar las llaves en su bolsillo.
Abrió la boca para discutir, luego la cerró. Estaba confundido,
porque Jesse había dicho que él pagaría por los daños y
perjuicios, no él. Cuando Jesse agarró su mano, no protestó.
Entraron al restaurante y se detuvieron en el mostrador. Alguien
gritó el nombre de Jesse, y cuando este se volvió y buscó la fuente
de la voz, vio a los hombres de Jesse sentados en una mesa en el
centro del restaurante.
Los había visto por todo el territorio de Rising, y en la casa de
la manada, pero realmente no había hablado con ninguno de
ellos, más que unas pocas palabras aquí y allá. Parecían
intimidantes, cuando Jesse y él se dirigieron a la mesa.
Cuando tomó asiento, Jesse lo presentó formalmente a sus
hombres. El que se llamaba Declan lo miraba con más fuerza, y
él tuvo ganas de sacarle la lengua.
—Ya era hora de que sacara su maldita cabeza, de su culo—
Declan se quejó.
Se quedó boquiabierto. Un segundo Jesse se estaba sentando,
y al siguiente, estaba inclinado sobre la mesa, su mano
envolviendo la garganta de Declan mientras gruñía.
—Tendrás cuidado en cómo te diriges hacia mi compañero.
Declan no trató de alejar a Jesse de él, y no parecía asustado.
De hecho, solo miró a su alfa con un profundo ceño. 72
Tal vez esta no era una buena idea, después de todo. Se había
estado engañando al pensar que podía adaptarse, que podía
encajar, pero el comentario de Declan le recordó que era un
extraño.
Lentamente, Declan dejó de fruncir el ceño. Él asintió
levemente antes de que Jesse lo liberara y tomara asiento. Tuvo
que seguir recordándose, que estaba rodeado de lobos. Podrían
parecer humanos, pero su comportamiento decía lo contrario.
Había una jerarquía en su manada.
Sintió que tenía que caminar de puntillas a su alrededor, pero
eso no era como él era, y estaría condenado si actuara como nadie
más que sí mismo. Aun así, hablar se sentía incómodo.
—¿Tienes hambre? —Avery le preguntó.
—Muero de hambre. —Se frotó el estómago. —Podría comerme
una vaca entera, en este momento.
Avery se rió entre dientes. —Un hombre con mi mismo apetito.
Discutieron cosas del menú, mientras los otros hombres
hablaban. Avery ayudó a aliviar la bola de tensión dentro de su
pecho. Le dio un golpecito en la pierna a Jesse y le sonrió antes
de volver al menú. Solo quería hacerle saber a su compañero que
estaba bien, a pesar del comportamiento barbárico.
Afortunadamente, nadie en el restaurante prestó atención a su
mesa.
Jesse apoyó el brazo sobre el respaldo de su silla, cuando la
camarera se acercó a su mesa y tomó las órdenes de bebida.
—Manejare de regreso a la casa. —No iba a hacerlo, pero quería
sacar a Jesse de su mal humor. Él todavía estaba frunciendo el
ceño.
—No en esta vida —dijo Jesse. —No sé quién te dio la licencia,
pero necesita que le examinen la cabeza. Y pensé que Walker
estaba exagerando.
—¿Es tan malo? —Una de las cejas de Avery se elevó. 73
—No—Se defendió, resoplando. —Jesse simplemente, no
aprecia el buen arte de mis habilidades de manejo.
Este bufo. —¿Habilidades? ¿Qué habilidades? Casi atropellas
a un gato y casi chocas contra un buzón.
Avery hizo una mueca. —Amigo, Jesse acaba de comprar esa
camioneta hace unos meses.
Se encogió de hombros. —No le hice ni un rasguño.
Jesse les dijo a sus hombres, sobre como manejaba. No estaba
seguro de sí debería ofenderse o no, pero el pulgar de Jesse se
movía entre sus omóplatos, todo el tiempo.
Para cuando ordenaron la cena, Jesse incluso hizo reír a
Declan.
Situación superada. Bien por mí.
Capítulo 07
Cuando Corky se levantó para usar el baño, Jesse esperó cinco
segundos antes de seguirlo. Miró detrás suyo, para asegurarse de
que nadie más se dirigía hacia él, y luego se deslizó en el baño de
hombres.
Corky estaba en el lavabo lavando sus manos. —¿Te sientes
mejor? —Preguntó.
Su compañero asintió. —Fue incómodo por un minuto, pero
creo que rompí el hielo con ellos.
—Entonces, ¿por qué te escondes aquí? —Agarró unas toallas
de papel y se las dio a Corky.
—¿Quién dice que me estoy escondiendo? —Corky miró hacia
la puerta. —Pero ya que estás aquí, ¿por qué no nos divertimos?
Una de sus cejas, se arqueó. —¿Eres aventurero?
74
—Desde ahora. —Corky agarró su mano y lo llevó al puesto
más grande. Se reía entre dientes, cuando entró. Su compañero
cerró la puerta y se volvió hacia él. —Me niego a ponerme de
rodillas, aunque parece limpio, pero...
Él le desabrochó los pantalones y le metió la mano en la ropa
interior. Un siseo se le escapó, cuando su compañero enroscó sus
dedos alrededor de su pene. Se había estado riendo en la mesa,
pero todavía estaba enojado con Declan. Pero los pensamientos
de los miembros de su manada huyeron, cuando Corky escupió
en su palma, luego comenzó a acariciarlo.
—Mierda—Apoyó su espalda contra la pared del cubículo y
empujó sus jeans hasta las rodillas. Levantó su camisa hasta su
pecho, para poder ver la mano de Corky deslizándose arriba y
abajo de su pene.
Al diablo con esto. Necesitaba más. Se quitó la camisa y la
arrojó a sus pies. —Ahora puedes arrodillarte.
Con una sonrisa malvada, Corky se arrodilló y le tomó la
cabeza del pene, con su boca. Gimió, mientras agarraba un
puñado del pelo de Corky, tirando de los mechones, mientras su
compañero tomaba su eje hasta su garganta.
—Maldición —dijo, con los dientes apretados. Corky chupó su
polla con maestría. Usó la cantidad justa de dientes, mientras
subía por su longitud, casi enviándolo al borde.
Luego tiró suavemente de sus bolas.
Un gemido salió arrancado de su garganta. Estaba tan
jodidamente contento de haber seguido a Corky al baño. Una
mamada no había estado en su cabeza, pero diablos si dejaría de
lado la oferta, no cuando Corky lo tenía rechinando los dientes
con tanta fuerza, que debería haberse roto un molar o dos.
Corky lo miró a través de los mechones rubios de su cabello,
con los ojos calientes y los párpados pesados. Lo agarró más
fuerte, luego golpeó sus caderas hacia delante en ráfagas cortas, 75
rápidas, jadeando, mientras miraba su polla desaparecer entre
los labios de Corky.
No se detuvo, incluso cuando oyó que se abría la puerta del
baño. Simplemente obligó a los sonidos de su placer a quedarse
atrapado en su garganta. Como si supieran que alguien estaba
en el baño con ellos y podrían ser arrestados en cualquier
momento, Corky redobló sus esfuerzos y lo llevó al límite.
Quienquiera que estuviese allí, estaba tomándose todo su
maldito tiempo y él estaba listo para gritarle que se fuera como
la mierda del baño. El lavabo se encendió y el sonido del agua
hizo eco en la habitación.
Corky tiró con más fuerza de sus bolas, y él lo miró, las puntas
de sus caninos presionando su labio inferior. Corky sonrió
alrededor de su polla, con un malvado brillo en sus ojos.
Normalmente, no le importaría saber quién estaba teniendo
relaciones sexuales.
Pero mientras permanecía allí de pie, tratando de reprimir un
gemido, descubrió que le gustaba la emocionante sensación de
ser atrapado, de tratar de ocultar lo que estaban haciendo,
porque alguien estaba cerca.
Agarró la base de su polla y sacó su eje de la boca de Corky,
deslizando la cabeza sobre los labios hinchados de su pareja.
Este sacó su lengua y lo lamió con una sonrisa de mierda.
Cuando escuchó la puerta abrirse y cerrarse, bajó su polla por
la garganta de Corky y se vino. Un gruñido fuerte y retumbante
vibró en su pecho, mientras su compañero bebía hasta la última
gota, luego lamió la rendija, mientras lentamente retrocedía.
En un rápido movimiento, levantó a Corky y lo hizo girar,
colocando la espalda de su compañero en su pecho. Sus manos
se movieron frenéticamente, mientras desabrochaba los
pantalones de Corky, los empujaba por sus muslos, y liberaba su
polla. Lubricó su palma con saliva, luego acarició a Corky 76
rápidamente, mordisqueándole el lóbulo de la oreja.
Corky apretó su trasero contra su flácida polla, que volvió a la
vida. Si seguía así, lo inclinaría y lo follaría en la pared del
cubículo.
Corky gimió y se retorció, golpeándole el puño, mientras le
deslizaba las manos alrededor de su nuca y lo sostenía, mientras
arqueaba su espalda.
—Eres un mocoso travieso—Se burló del cuello de Corky, con
sus caninos.
—Te encanta y lo sabes. —Gimió Corky.
Sí, le encantaba como el infierno esto. También amaba que
Corky no temiera correr riesgos. Al menos no de este tipo, podría
prescindir de conducir nuevamente. Pero la audacia de Corky,
solo mostraba cuánto anhelaba su compañero su toque y lo mal
que Corky lo deseaba, sin importar lo que ocurriera a su
alrededor.
—Estoy cerca—Gimió Corky.
Se llevó un dedo de la otra mano a la boca y lo mojó, luego
deslizó el dedo entre las mejillas de Corky y lo hundió en el
apretado calor de su culo.
Corky gritó su nombre, cuando su esperma se disparó,
golpeando el suelo y algo de la pared. Se derrumbó contra él,
jadeando pesadamente, mientras bajaba los brazos.
Besó la parte posterior del cuello de Corky. —Era justo lo que
necesitaba.
—Lo sé—Corky se apartó, tiró de sus jeans hacia arriba y los
sujetó en su lugar.
No quería moverse. Permaneció desplomado contra la pared,
su mirada clavada en la cara de Corky. —Necesito una siesta.
—¿Esto significa que voy a conducir a casa? —Bromeó Corky.
—Tendría que estar muerto, para decir que sí—Finalmente, se 77
apartó de la pared y se arregló la ropa. —Tal vez, después de que
nazca el cachorro, te daré clases de manejo. Dios sabe que los
necesitas.
—Deja de insultarme, después de que te hice correrte—Corky
sacó un poco de papel higiénico y limpió el desorden en el piso y
la pared, antes de tirar el pañuelo.
Con una sonrisa, lo acercó y lo besó. Se suponía que era un
beso rápido, pero Corky gimió en su boca, y él estuvo muy cerca
de desnudarlo y follarlo sin sentido.
Soltó a Corky y luego abrió la puerta del cubículo. Después de
lavarse las manos, se reunieron con sus hombres, en su mesa.

—¡Oye!
Jesse se volvió. Corky y él habían estado caminando por el
estacionamiento, cuando Avery lo llamó. O eso pensó.
Cuando su beta los alcanzó, este se dirigió a Corky.
—Escuché que el shifter conejito, no te dio tu consola de
juego—Ocultó su sonrisa. Avery estaba tratando de encontrar un
terreno común con Corky. Apreciaba que su beta se acercara.
Sus hombres no estaban contentos con la forma en que Corky
hizo que siguiera su trasero en círculos.
A decir verdad, pensó que a ninguno de ellos le gustaría Corky,
después de eso. Esa era una de las razones, por las que había
invitado a su manada a cenar. Quería que conocieran a su
compañero.
Había sido volátil con Declan, pero incluso su asqueroso
trasero se había divertido, aunque no estaba conteniendo el
aliento porque este aceptara a Corky tan fácilmente, como Avery
parecía hacerlo.
—Es genial —dijo Corky. —Sé que Abe lo tiene prisionero, así
que iré a verlo. 78
Frunció el ceño. —¿Por qué tendría que hacer eso?
—Bueno, verás—dijo Corky, volviéndose hacia él. —Cuando
dos personas se unen para matar zombis, esa situación de vida
o muerte, los convierte en buenos amigos.
Avery se rió. —Él realmente me gusta.
Le frunció el ceño a su beta.
—Solo quiere pasar el rato —dijo Corky. —Y para ser sincero,
extraño a Abe—Corky debió haber notado su repentina llamarada
de celos, porque agregó —¿En serio? ¿Qué, crees que Abe y yo
tuvimos una aventura secreta? —Se rió.
No vio lo que era tan gracioso. Emitió un bajo gruñido.
—Es como un padre para mí. —Corky todavía se estaba riendo.
—Es un buen tipo, pero no, gracias. No estoy en la cosa del
Papacito.
Cuando miró a Avery, este estaba luchando con una sonrisa.
—No comiences—Advirtió.
Avery levantó las manos, con las palmas hacia afuera.
—No me arrastren a esto—El sol ya se había puesto, por lo que
era demasiado tarde para ir de visita. Además, tenía que llamar
y preguntarle a Clint Rising si estaba de acuerdo con que ambos
entraran en territorio oso. Era un protocolo estándar entre los
shifters de la montaña, aunque había tenido pocas interacciones
con los leones y los leopardos de las nieves.
Ya había abusado de su suerte, al entrar en territorio oso todos
los días cuando estaba persiguiendo a Corky. Aun así, había sido
algo muy bueno, porque podía ver a su primo Elijah, y a su
sobrino Weston.
Tal vez podría visitarlos, mientras Corky pasaba el rato con
Abe. Deslizó su mano sobre la nuca de Corky. 79
—Le haré una llamada a Clint y acordare algo, para que puedas
ver a Abe.
Los ojos de Corky, brillaron, mientras sonreía. —¿De verdad?
La esperanza en los ojos de Corky, hizo que quisiera hacer más
cosas para complacer a su compañero. Por el rabillo del ojo, vio
a Avery sonriendo como un idiota. Gruñó. —¿Por qué diablos
estás sonriendo?
Avery retrocedió. —Por ni una maldita cosa—Pero el humor en
sus ojos verdes, no se desvaneció. —Te veo en la casa.
—Parece realmente agradable—Dijo Corky.
Torció los labios hacia un lado, preguntándose si debería
advertirle sobre sus hombres. No quería contar sus asuntos
personales, pero tenía que dejar que Corky supiera que estaba
tratando de pasar el rato con hombres con malos pasados.
—Solo ten cuidado—le dijo. —Nuestra manada luchará para
mantenerte a salvo, pero no son dóciles. Ni por asomo.
Cuando Corky lo miró, repitió lo que acababa de decir en su
cabeza. No había dicho nada escandaloso, entonces ¿por qué se
veía a Corky con los ojos llorosos?
—Gracias.
No tenía idea. —¿Por qué?
—A veces dices las cosas más increíbles. —Corky se rió entre
dientes.
Se dirigió hacia su camioneta, pero él aún continuaba
desconcertado.
—¿De qué estás hablando? —Acababa de advertirle a Corky,
que la manada no era estable. ¿Por qué le agradecería por eso?
Entonces se dio cuenta. Había dicho nuestra manada. La
palabra acababa de fluir de forma natural. No entendió por qué
eso haría llorar a Corky.
Este estaba de pie, detrás de su camioneta. Por la forma en que 80
su compañero se negó a mirarlo, pudo decir que Corky tenía algo
en mente.
—Mis padres no son exactamente los Cleavers—Corky le contó
cómo lo habían tratado durante toda su vida. Cómo su padre
había abusado de él física y mentalmente, por ser homosexual.
Cómo su madre se había emborrachado hasta el olvido, para no
tener que lidiar con la discordia en su casa. Mientras más
hablaba Corky, más enojado se ponía él.
La guinda del pastel, fue que sus padres ganaron la lotería y
abandonaron a su hijo. Le contó acerca de cómo su madre había
vendido su auto, y de que su padre le exigía la suma de diez mil
dólares.
Corky dio un profundo suspiro. —No te dije todo eso para tener
tu compasión. Solo quería que supieras... No sé. —Se rascó la
parte posterior de su cuello. —Gracias por hacerme sentir parte
de algo.
—Maldición—Tomó a Corky en sus brazos. —Eres parte de esta
manada ahora. No importa si acabas de llegar aquí. Eres tan
importante para mí, como mis hombres. Diablos, eres más
importante para mí, de lo que puedo explicarte.
Las palabras no salían como él quería, pero sabía que Corky
entendía lo que estaba tratando de decir. Frunció el ceño, cuando
este miró al suelo, alejándose ligeramente de él. Entonces notó
que las lágrimas habían regresado, rebosantes en los ojos de
Corky.
No sabía qué decir ni qué hacer, para hacerlo sonreír.
—Nunca he sido alguien especial para nadie —confesó Corky.
Metió un nudillo debajo de la barbilla de Corky, haciendo que su
compañero lo mirara.
—Eres mi alguien especial. No lo olvides nunca.
Su teléfono sonó, haciéndolo gruñir. Lo sacó de su bolsillo 81
trasero, para ver el nombre de Clint en la pantalla.
—Estaba pensando en llamarte —dijo, mientras respondía.
Deslizó su brazo por los hombros de Corky y acercó a su
compañero a su lado, amando cómo este se acurrucó contra él.
—Tenemos un problema —dijo Clint.
Eso era exactamente lo que no quería escuchar. —¿Cuál?
—Valentino ha desaparecido. Nadie lo ha visto o escuchado de
él, en más de dos semanas. Su jefe ya ha presentado un informe
de persona desaparecida.
Sintió un nudo en el estómago. No conocía demasiado bien al
guardabosque y solo había hablado con él un par de veces, pero
Valentino era genial. Mantuvo el secreto de los shifters y los
vigiló, advirtiéndoles cuando los problemas se dirigían hacia
ellos. Su desaparición también significaba que los humanos
formarían un grupo de búsqueda y vendrían a buscarlo a las
montañas. Los shifters necesitaban encontrar al guardabosque
perdido, y rápido.
El último grupo que había entrado en su territorio, había
causado suficientes problemas.
—Voy en camino.

Jesse parecía destinado a entrar en territorio oso, esta noche,


después de todo. Se detuvo en el claro junto al lago y apago el
motor. Clint, Bobby Ray, Walker y Duane estaban de pie junto al
fogón sin encender, hablando.
Clint miró hacia él, y supo que la situación era grave, cuando
vio la tensión en los ojos grises de este. No se molestó en
advertirle a Corky que se quedara en el camión. Todos los
hombres Rising conocían su compañero y lo recibieron, mientras
Corky salía y corría.
Soltó un gruñido, cuando Bobby Ray le dio un abrazo a Corky. 82
—Te extrañé, enano.
Este se sonrojó, cuando empujó a Bobby Ray.
—Lo dudo mucho. Estabas constantemente amenazando con
darme de comer a los leones de montaña.
—¿Él hizo qué? — Miró entre Bobby Ray y Corky.
—No lo decía en serio —se defendió Corky. —Solo fui un dolor
real en el culo.
Quería que Corky fuera tan relajado y tranquilo con su
manada, como con los osos. Sin embargo, sabía que eso tomaría
tiempo. Corky había estado en las montañas durante meses, pero
acababa de unirse a su manada.
Clint cerró la distancia y se detuvo a un pie de él. —Parece que
tenemos que trabajar juntos de nuevo, lobo.
Para evitar que los humanos se infiltraran en sus montañas,
trabajaría con Satanás. —¿Cuándo fue la última vez que alguien
vio al guardabosque?
—Paré hace unas tres semanas, para ver cómo estaba —dijo
Clint. —No me gusta que viva solo, especialmente con los
alimentadores vagando por las montañas. Parecía estar bien
cuando me fui.
—Pero su trabajo es patrullar una gran parte de nuestras
montañas—dijo Walker. —Eso no significa, que los alimentadores
llegaran a él. Pudo haberse lastimado y no fue capaz de pedir
ayuda.
No le gustó esa opción. Dudaba mucho que un humano
sobreviviera dos semanas sin comida, agua o refugio. Con la
llegada de la primavera, había llovido mucho. Valentino podría
haber sido víctima de una inundación o deslizamiento de tierra,
pero algo en sus entrañas le dijo que ese no era el caso.
—Tal vez, se topó con algunos corruptos y burros humanos—
agregó Duane. —No todos los excursionistas son amigables, con
buenas intenciones. 83
Ese escenario le gusto aún menos. —Solo hay una forma de
averiguarlo.
Corky lo miró. —Conocí a Valentino. Es un tipo muy agradable.
Tenemos que encontrarlo.
Acercándose a su camioneta, llamó a Avery.
—¿Qué pasa?—Avery preguntó, su humor anterior
desaparecido. Había vuelto a ser él mismo, ahora que Corky no
estaba cerca.
—Necesito que todos me encuentren en el claro Rising.
—En camino.
Esa era una de las cosas que amaba de sus hombres. Nunca
pedían una razón. Si los necesitaba, estaban allí, y viceversa. Su
manada podría tener sus problemas, pero se unían cuando
surgían los problemas.
Corky le puso la mano en el brazo.
—¿Quieres que me quede con Abe y Deloris?
No estaba muy interesado en los shifters que observaban a su
pareja embarazada. Los alimentadores habían invadido el
territorio Rising más de una vez. Las criaturas habían
permanecido bastante tranquilas durante el crudo invierno, pero
el que estaba en Howling Cavern, demostró que estaban activos
de nuevo.
Y probablemente muriendo de hambre por su descanso.
—Trigger y Wade se quedarán atrás, para vigilar a los
compañeros —dijo Clint, mientras se acercaba. Miró a Corky y
un destello de comprensión, apareció en sus ojos. —No
permitirán que nada le suceda a tu pareja embarazada.
La cabeza de Bobby Ray giró bruscamente. Una sonrisa ancha
y bobalicona apareció en su rostro y se echó a reír. —Después de
toda esa mierda que hablaste y la pelea que mantuviste sobre no
quedar embarazado. 84
—Felicitaciones —dijo Walker con una sonrisa propia.
—¿Bailey lo sabe?
—No —dijo Corky. —Y apreciaría que ninguno de ustedes abra
su boca, hasta que yo le diga. —Miró directamente a Bobby Ray.
—Estarás con él, mientras estamos cazando—dijo Clint.
—Mejor díselo, antes de que regresemos. Sabes que Bobby Ray
hablará.
Este frunció el ceño. —Dices eso, como si fuera una anciana a
la que le gusta chismorrear.
Incluso él lo sabía. Aunque a Bobby Ray le encantaba bromear
y jugar, podía ponerse serio cuando era necesario, pero era el
mayor charlatán y hablador que conocía.
Miró a su derecha, cuando olió a su manada acercándose.
Vendrían en sus formas de lobo.
A pesar de que Declan y él no estaban muy de acuerdo en este
momento, no tenía ninguna duda, de que Declan lucharía hasta
la muerte para proteger su alfa.
—Supongo que tenemos que iniciar esta búsqueda —, dijo
Clint. —Antes de que Trigger y Declan se vean.
Podría estar hablando con los osos, ya que técnicamente eran
familiares porque Elijah se había apareado con Duane. Pero el
lobo dominante en él gruñó ante la idea de que alguien
amenazara a uno de los miembros de su manada.
Clint se encogió de hombros, sin inmutarse por su gruñido.
—Es lo que es. Se odian mutuamente. Prefiero salir ahora y
evitar una pelea que nos costara tiempo, y luego dejar que Trigger
y Declan se peleen entre ellos.
Sabía que nadie trataría mal a su pareja, pero eso no
significaba que le gustara dejar a Corky aquí. Cuando planeó 85
llevarlo a visitar a Abe, tenía la intención de quedarse durante
toda la visita.
Su lobo gruñó ante la idea de dejar a Corky, pero era mejor que
llevarlo a su casa y dejarlo allí solo.
Corky se le acercó y se paró frente a él, mientras fruncía el
ceño. —Toda esta maldita testosterona, me está dando un fuerte
dolor de cabeza. —Rodó los ojos. —Voy a ver qué está haciendo
Bailey. Tranquilízate.
Lo agarró, antes de que Corky pudiera irse.
—¿No estás olvidando algo?
Corky se puso tan rojo, que debería haberse incendiado.
—¿Quieres besarte frente a todos? —Susurró.
Su ego le exigió que hiciera eso. Para reclamar a Corky y que
todos supieran que su pequeño humano era querido y apreciado.
Pensó en lo que este le había contado sobre la vida en su hogar.
Corky merecía ser amado, y que todos supieran cuánto se
preocupaba por él.
Deslizó su mano alrededor del cuello de Corky y ahuecó su
nuca, mientras lo acercaba. —¿Tienes algún problema conmigo,
mostrándole a alguien lo que significas para mí?
—No—Corky negó con la cabeza. —Preferiría no volverme loco,
con tantos ojos sobre mí.
Lamió los labios de Corky, persuadiéndole para que abriera la
boca, antes de barrer el interior con la lengua. Corky se derritió
contra él, agarrándole la camisa, tratando de subir por él.
—Bueno, maldición —dijo Duane. —Eso seguro es un cambio
en el Corky que conozco.
Gruñó, y Corky se comió el sonido. Él le acarició el pecho,
calmándolo. Cuando se separaron, Corky parecía aturdido. Él
tampoco estaba menos afectado. Estaba tan malditamente duro, 86
que tenía la tentación de llevar a Corky a su camioneta y follarlo
de una puta vez.
—¿Podemos irnos ahora? —Preguntó Clint. —Prefiero no ver a
Corky desnudarse y ofrecerse.
Le guiñó un ojo a Corky. —Eso me gustaría.
Corky salió de su aturdimiento y puso los ojos en blanco.
—Voy a encontrar a Bailey. Una vez más, paz ahí fuera.
Dio un pequeño salto en sus pasos, mientras se dirigía hacia
la casa de Walker.
Se volvió hacia sus lobos.
—Buscaremos, hasta que encontremos al guardabosque.
Cambiando a su forma de lobo, se fue con su manada justo
detrás de él.
Capítulo 08
Corky se había mantenido ocupado bromeando con Bailey y
jugando un juego con Abe. También le había permitido a Deloris
alimentarlo, hasta que sintió que iba a estallar.
Sonrió cuando Bailey se había vuelto loco, debido a su
embarazo, pero su sonrisa no se correspondía con su estado de
ánimo real.
Por dentro, se había estado volviendo loco. Había
alimentadores y animales salvajes en el bosque. ¿Qué pasaría si
Jesse se hubiera caído de un acantilado en la oscuridad o hubiera
sido atacado por una manada de enojados leones de montaña?
El estrés lo tenía muy nervioso, mientras paseaba por centésima
vez hacia la ventana delantera.
Bailey estaba dormido en el dormitorio de invitados, su hija,
Victoria, acurrucada en la cama con él. Los Russell se habían ido 87
a la cama un poco después de la medianoche. Había elegido
tomar el sofá, pero no había podido dormir.
Era extraño cómo se había acostumbrado a dormir bajo Jesse,
en tan poco tiempo.
Los otros compañeros estaban allí, también. Dean y su hija
estaban acurrucados en una cama plegable, y los cojines estaban
apilados en el suelo para Dane y su hijo King.
Elijah había elegido quedarse en casa, y él estaba allí con
Benny y los demás con Wade vigilándolos.
Abrió la puerta de entrada y se deslizó afuera, luego la cerró
silenciosamente detrás de él. Trigger estaba en una de las sillas
en el porche, echando hacia atrás, mientras examinaba sus
alrededores. Volvió la cabeza hacia él cuando salió.
—¿No puedes dormir?
Negó con la cabeza. Trigger era uno de los hermanos que
realmente le gustaba. El tipo no se burlaba ni se metía con él,
como lo hacían sus hermanos.
Sabía que no significaba nada, pero era agradable estar al lado
de alguien que no bromeaba sobre el hecho de que estuviera
embarazado o de que ahora vivía con lobos.
—Estoy demasiado preocupado —admitió. —No deberían estar
fuera, tanto tiempo.
—Nah—Trigger negó con la cabeza. —Están bien. Nosotros, los
shifters, hemos lidiado con situaciones peores y hemos
sobrevivido.
Bailey le había contado todo sobre su padre. Clarence Rising
hizo que su padre se viera como un santo. No estaba seguro de
cómo los hermanos habían lidiado con el horrible abuso, durante
toda su vida. Por otra parte, lo sabía. Lidió con el suyo a manos
de sus padres.
Trigger asintió con la cabeza, hacia el asiento vacío junto a él.
Cuando se sentó, Trigger se quitó la manta de su regazo y la
arrojó sobre el de él. —Jesse me matará, si te enfermas. 88
Arqueó una ceja. —No pensé que Jesse te intimidara.
Trigger soltó una pequeña sonrisa. —No lo hace, pero preferiría
no enredarme con un shifter, cuando se trata de su compañero
embarazado.
—Todavía es extraño —admitió. —Es como si supiera que tengo
un bebé en el horno, pero como no veo ninguna diferencia-
—No se siente real—Trigger cruzó sus tobillos. —Podría no
haber sido el que llevaba mi cachorro, pero realmente no me di
cuenta, hasta que a Dean comenzó a notársele.
—Y todavía me estoy acostumbrando a estar con Jesse—Echó
un vistazo al bosque. —Siento que todo viene hacia mí desde
todos lados.
—¿Has hablado con él sobre esto?
—No—Jesse necesitaba volver a poner a su manada en orden,
y él no había querido molestarlo con algo tan pequeño, como
sentirse un poco abrumado.
—Pero es por eso, que te tengo—Sonrió a Trigger.
Trigger se rió entre dientes. —¿Usándome para escapar?
—Sep.
—No me importa—Trigger puso sus manos sobre su estómago,
luciendo como si no tuviera cuidado en el mundo. —Solo ten en
cuenta, que muchos de tus estados de ánimo serán impulsados
por las hormonas.
Su corazón dio un vuelco, cuando Trigger se empujó hacia
delante, inclinando la cabeza hacia un lado.
—¿Qué es eso? — Preguntó. —¿Oyes a un alimentador?
La expresión bondadosa de Trigger desapareció, cuando se
levantó lentamente. Inclinó su cabeza hacia atrás y olfateó. No
sabía por qué seguía olvidando que eran shifters, porque el
movimiento era puro animal.
Bailey le había dicho, que los shifters tenían corazones de 89
animales, y podía creerlo cuando Trigger se movió fuera del
porche, sus pasos eran silenciosos, mientras caminaba más lejos
en el patio abierto. No tenía idea de lo que Trigger estaba
haciendo, pero su pulso se aceleró mientras también se ponía de
pie. Se movió hacia la parte superior de los escalones, su mirada
rebotando en todas partes, mientras buscaba problemas.
Casi había amanecido, pero el sol no era lo suficientemente alto
como para borrar todas las sombras, lo que hizo que a su
alrededor se sintiera un poco inquietantes cuando salió del
porche. Tan pronto como se unió a Trigger a su lado, escuchó
voces.
Sonaba como si alguien viniera a través de los arbustos,
cuando los pájaros tomaron vuelo de un árbol cercano.
Aunque no era un shifter, respiró profundamente, tratando de
ver si olía el olor nocivo de los alimentadores. Pero lo único que
podía oler, era pino y rocío de la mañana. Además, por lo que
sabía, los alimentadores no hablaban.
Dos hombres con camisas de franela y pantalones vaqueros,
llegaron a través de la línea de árboles por el claro. Ambos tenían
rifles colgados de sus hombros. Uno era mucho más alto, pero
mucho más delgado que el segundo que era bajo, rollizo y tenía
tanto vello facial que le ocultaba la mayor parte de la cara.
Parecían cazadores.
Estaban hablando el uno al otro, por lo que no creía que
hubieran notado a Trigger y a él. El alto le decía algo al regordete.
El más bajo se echó a reír, cuando el alto escupió en el suelo, el
tipo de saliva que le dijo que el sujeto había masticado algo en su
boca.
Un gruñido bajo retumbó en el pecho de Trigger.
Los dos hombres miraron hacia ellos, con sorpresa en sus ojos.
El alto tenía los ojos marrones planos, y su cabello rubio y lacio
le colgaba hasta los hombros. Su nariz parecía demasiado grande
para su cara. 90
El más pequeño tenía cabello castaño rojizo, con pronunciadas
rayas grises. Su nariz era bulbosa, y su ojo derecho parecía vagar,
mientras los estrechaba hacia Trigger y él.
—Estás en propiedad privada —dijo Trigger, con una voz que
tenía un toque de advertencia.
Los dos hombres se acercaron. El sentido común le dijo que
volviera a la casa, pero no quería dejar a Trigger a solas con los
hombres armados.
—¡Woo-wee! —El más bajo se rió entre dientes. —¿Ves todas
estas lujosas casas escondidas aquí, Earl?
Earl debía ser el más alto. Este sonrió, mostrando sus dientes
amarillentos. Notó el bulto en su labio inferior. Sí, él se había
masticado la boca.
Earl escupió en el suelo. —Escuché que los hombres vivían en
las montañas. Es solo que no creía que vivieran en casas tan
lujosas.
Miró a Trigger y vio que sus colmillos se alargaban. Mierda.
—No te atrevas a cambiar —le dijo en voz baja. Los hombres no
se habían acercado lo suficiente, como para oírlo susurrar.
En voz baja, Trigger dijo —No voy a permitir que extraños se
acerquen a una pareja embarazada. Además, algunos de los
compañeros y cachorros están en la casa de Abe.
Los shifters no eran nada si no protectores de su familia. Se
conmovió, porque Trigger lo estaba defendiendo.
—Somos parte del grupo de búsqueda, formado por el sheriff
Connelly—Earl escupió de nuevo, y su estómago rodó. Si el tipo
lo hacía una vez más, podría vomitar. Era desagradable.
—No han visto al señor guardabosque, ¿verdad? —Preguntó el
más bajo. —Hemos estado buscándolo toda la noche.
Trigger negó con la cabeza. —No, ahora lárgate de aquí.
Earl sonrió, cuando el más bajo entornó los labios. —¿No 91
puedes ofrecernos algo para beber?—Dijo el regordete. —Estamos
muy sedientos.
—Tienes cinco segundos, para salir de aquí —le advirtió
Trigger. —Después de eso, no soy responsable de lo que suceda.
Earl sacó su rifle de su hombro y lo apuntó al pecho de Trigger.
Su corazón latió violentamente, cuando agarró el brazo de Trigger
y lo apretó.
—No hay necesidad de un arma —dijo, molesto porque estos
dos patanes no se irían. —Solo sigan moviéndose.
Ya había lidiado con bastardos antes, y estos dos no eran
buenos. Sus entrañas le dijeron que observara a los extraños y
que no bajara la guardia.
—Daryl aquí, pidió beber algo —dijo Earl. —Ahora sé educado
y tráelo.
—Amigo, vete a la mierda —le espetó, lo cual fue bastante
estúpido ya que ambos tenían armas. Pero su ira lo azotó por su
arrogancia. —No tenemos que ir a buscar una mierda para ti.
Earl giró su rifle hasta que el cañón se dirigió hacia él, y dejo
escapó de un gemido. No había querido emitir el sonido, pero
naturalmente había saltado de su garganta.
Trigger gruñó, cuando sus garras emergieron. Oh, mierda
Estaba a punto de cambiar.
—¡Solo váyanse!—Les gritó. —Váyanse como el infierno de
aquí.
Earl miró a Trigger con los ojos muy abiertos. Sus ojos bajaron
a la mano de Trigger. —¿Qué diablos eres?
La mirada de Daryl se giró hacia Trigger, luego sus ojos se
abrieron también. —¡Las historias son verdaderas!
Trigger cambió. Un oso de diez toneladas, no estaba seguro de 92
cuánto pesaba, pero maldita sea si no era enorme, ahora estaba
a su lado. El oso soltó un fuerte rugido, cuando Earl y Daryl se
giraron y se marcharon.
Trigger les dio caza.
La situación no era divertida, pero no pudo evitar reírse.
Trigger les había advertido.
Su corazón saltó a su garganta, cuando escuchó un disparo.
—¡Trigger! —Corrió a través del patio, en dirección al claro. No
le importaba el peligro en el que se estaba metiendo, que también
podrían dispararle. En lo único que pensaba, era en llegar a
Trigger.
Cuando llego a un lugar sin árboles y vio a Trigger tirado en el
suelo, junto a la hoguera, en su forma humana. Earl y Daryl no
estaban a la vista. Cayó de rodillas, horrorizado, mientras miraba
la sangre que manchaba el hombro derecho de Trigger.
—¡Mierda! —Gritó Trigger, mientras trataba de sentarse, pero
cayó de nuevo.
La sangre estaba saliendo demasiado rápido. Estaba perdiendo
demasiado.
Wade corrió hacia ellos, con los ojos muy abiertos.
—¿Qué mierda pasó?
—Tenemos que llevarlo con Deloris —dijo, con pánico en su
voz. Una vez que regresaran a la casa, le diría a Wade sobre Earl
y Daryl. En este momento, no podía concentrarse, mientras
miraba el brazo de Trigger.
Wade agarro a Trigger y comenzó a avanzar, cuando escuchó
algo detrás de él. Por un breve segundo, pensó que los dos
patanes habían regresado. En cambio, Jesse caminó por el
bosque y salió por el lago. Sus ojos se posaron en Trigger antes
de mirarlo. 93
—¿Qué demonios está pasando?
Wade siguió, dejándolo con Jesse.
Le explicó lo que había sucedido, mientras retorcía sus manos,
preocupado por Trigger, mientras hablaba.
Los caninos de Jesse perforaron sus encías. Lo llevó a casa de
Deloris, y luego se dirigió a la puerta. Corrió afuera y se paró en
el porche, cuando Jesse cambio y se fue.
—¡Jesse! —Se sintió débil en las rodillas y su corazón latió
como loco. No quería que mataran a su pareja, también. Earl y
Daryl tenían rifles. Las balas derrotaban a las garras y caninos.
Bajó los escalones, pero Wade lo agarró y lo obligó a entrar.
—¡Puedo salir lastimado! —Le gritó a Wade, mientras Dean se
despertaba, luciendo confundido, mientras se frotaba los ojos.
—¿De qué va toda la conmoción? —Preguntó Dean.
Miró hacia el sofá, donde Deloris estaba trabajando
furiosamente para sacar la bala del brazo de Trigger, y Abe la
ayudaba a su lado. Dean se puso de pie y miró al sofá.
Le dio la versión resumida, y Dean se dirigió hacia la puerta.
—¿Ahora, dónde diablos crees que vas? —Preguntó Wade.
—A obtener mi maldita arma —espetó Dean. —Voy a volarles
la cabeza, a esos bastardos.
Wade bloqueó la puerta.
—Maldición. ¿Quieren dejar de intentar salir?
Dean frunció el ceño a Wade por dos segundos, antes de ir al
sofá, donde estaba su compañero.
Wade empujó un dedo hacia él. —Si sales afuera, no me
importa lo que Jesse me haga, voy a darte una maldita paliza.
Hizo lo único que tenía el poder de hacer. Le dio la espalda a 94
Wade y pisoteó hasta la silla. Se dejó caer en ella, mientras se
preocupaba por Jesse. Si Earl o Daryl le disparaban a Jesse,
agarraría la pistola de Dean y se la metería en el culo.
Aunque era un bocazas con una actitud a juego, no era un
hombre violento, ni mucho menos. Se había metido en una sola
pelea en toda su vida, y eso había sido con Jamie Goldstein en
segundo grado.
Y había perdido.
El tiempo parecía moverse tan lentamente, que estaba a punto
de perder la cabeza. Siguió yendo a la ventana para buscar a
Jesse y yendo al sofá para ver cómo estaba Trigger.
Este se había desmayado, cuando Wade lo trajo de vuelta, y
todavía no se había despertado. Tenía que ser por la pérdida de
sangre, y eso lo preocupaba. Dean también parecía preocupado,
mientras abrazaba a su hija contra su pecho, mientras estaba
parado al otro lado del sofá.
Se quedó boquiabierto, cuando Jesse entró por la puerta. Su
mentón y su pecho estaban cubiertos de sangre. No tuvo que
preguntar por qué. Su compañero había encontrado a Earl y
Daryl.
—¿Cómo está? —Preguntó Jesse.
—Aún está trabajando en Trigger —le dijo.
Tan pronto como las palabras salieron de su boca, Deloris dio
un paso atrás desde el sofá, se enjugó la frente y dijo —Cambia,
Trigger.
Este no había abierto los ojos, sin embargo, de alguna manera
la había escuchado. O sus instintos se habían apoderado de él.
En cualquier caso, cambió.
Corky escuchó una respiración entrecortada. Al darse la vuelta,
vio a dos sheriffs de pie en la puerta abierta. Mirando
directamente al sofá. 95
Estaban tan jodidos.
Capítulo 09
Jesse se volvió para ver a Hal detrás de él, junto con el sheriff
de Grizzly Ridge.
—¿Qué diablos? —Los ojos del sheriff Connelly eran tan
grandes, que parecían como si se le fueran a salir de la cabeza,
en cualquier momento.
Maldijo por lo bajo.
—Vayan afuera —, dijo a los sheriffs, mientras pasaba junto a
ellos. Siguió adelante, hasta el despejado porche.
Esto se veía tan malditamente mal. Vieron a Trigger cambiar a
oso, y él estaba desnudo y cubierto de sangre.
Hal se acercó. El sheriff Connelly seguía de pie en la puerta,
mirando a Trigger.
—Puedo explicarlo —dijo. 96
—No estoy seguro de que puedas. —Hal miro de Jesse a la casa.
—Creo que mi falta de sueño, está jugando malas pasadas con
mi mente.
Deseó poder usar esa explicación. Pero Hal era un hombre
inteligente, y no creería que hubiera imaginado todo esto.
Echó un vistazo hacia la puerta, ansioso por llegar a Corky.
Aunque estaba familiarizado con Connelly y era amigo con Hal,
no le gustaba que estuvieran cerca de su pareja embarazada.
Quería llevar a Corky a casa.
Hal se rascó la cabeza e hizo un ruido de aleteo, cuando dejó
escapar un suspiro. —Entonces, supongo que esos rumores son
ciertos.
No dijo nada. Estaba observando las expresiones de Hal,
midiendo su estado de ánimo, tratando de ver si se convertiría en
un aliado o alguien que necesitara eliminar. No le gustaría tener
que matar a Hal.
Conocía al tipo desde hacía años, y cambiarlo por un nuevo
sheriff, sería una mierda.
—La pregunta es—Dijo cansinamente —¿Qué vas a hacer con
esa información?
Antes de que Hal pudiera contestar, el sheriff Connelly avanzó
a grandes zancadas, luciendo un poco aturdido. No conocía a este
sheriff, no personalmente, por lo que incluso si Connelly daba su
palabra de que estaba de su lado, no estaba seguro de poder
confiar en él.
—¿Puede alguien explicarme, qué demonios está pasando? —
Connelly lo miró de arriba abajo. —¿Y por qué estás desnudo con
sangre sobre ti? —Él hizo una mueca cuando su mirada se
mantuvo nivelada con sus ojos. —¿No puedes ponerte algo de
ropa?
Hal apoyó su mano en la culata de su arma. No estaba seguro
de si eso era por hábito o si el sheriff estaba inquieto, ahora que 97
sabía la verdad.
—No tengo nada que ponerme, en este momento —respondió.
—Vi a dos tipos muertos, en nuestro camino hacia aquí —dijo
Hal. —¿Sabes algo al respecto?
La mirada de Connelly se redujo.
—Le dispararon a Trigger—Cruzó los brazos sobre el pecho.
—¿Esa es su sangre sobre ti? —Connelly apretó la mandíbula,
mientras lo señalaba con un dedo. Le tomó una gran cantidad de
control, no romper ese dedo. —¡No puedes repartir tu propia
justicia! Deberías haberme informado de ellos, y los habría
arrestado.
En las montañas, las cosas funcionaban de manera diferente.
Los shifters acataban sus propias leyes. Según ellos, había
estado en su derecho de matar a esos humanos.
Uno, dispararon a Trigger. Dos... tal vez dos no eran una ley,
pero estaban armados, eran una amenaza, y uno de ellos apuntó
con un arma a Corky.
—Ahora, cálmate —le dijo Hal a Connelly. —Estamos hablando
de algo completamente diferente. Estos hombres no son
humanos. —Lo observó con inquietud, antes de mirar a Connelly.
—Eso todavía no significa, que puedan tomarse la maldita ley
en sus manos —declaro Connelly. —No me importa si viven en lo
profundo del bosque en las montañas o en mi ciudad. Tienen que
cumplir con las leyes.
—Leyes humanas —dijo.
—Humanas o no, no importa —espetó Connelly.
Se sorprendió, de que se estuvieran concentrando en lo que él
había hecho, en lugar del hecho de que acabaran de descubrir
que existían los shifters. Parecía que ambos eran legisladores de 98
principio a fin.
Clint entro a zancadas en el claro, su mirada enfocándose en
él y los sheriffs. Sus hermanos estaban detrás de él, todos
desnudos. Había enviado a su manada a casa a descansar, antes
de comenzar su búsqueda de nuevo, y estaba agradecido de
haberlo hecho.
—Jesús—espetó Connelly. —¿A todos ustedes les gusta
malditamente caminar desnudos?
—Lo siento—dijo, con un tono sarcástico. —Cuando
cambiamos a humanos, la ropa no está incluida.
En realidad, Hal rió disimuladamente, cuando Connelly miró a
los hombres que se aproximaban.
—¿Qué está pasando? —Preguntó Clint.
—A Trigger le dispararon —dijo. —Deloris sacó la bala, y
cambió. —Señalo con la mano a los sheriffs. —Simplemente
estaban parados en la entrada, cuando sucedió.
—¿Cuándo le dispararon a Trigger? —Preguntó Walker.
—No—Dijo. —Cuando Trigger cambió.
Duane, Bobby Ray y Walker se dirigieron a la casa. Clint se
quedó allí, mirando entre Hal y Connelly. Parecía listo para
atacarlos en cualquier momento. Clint probablemente los estaba
evaluando, tal como él lo había hecho.
Clint finalmente lo miró, sin inmutarse por la sangre.
—¿Sí o no?
—Aún estoy tratando de resolver eso —dijo. Estaba bastante
seguro de que Hal protegería su secreto. No estaba tan seguro
acerca de Connelly.
—¿De qué están hablando ustedes dos? —Preguntó Hal.
—En dejarlos ir o enterrarlos en lo profundo del bosque —dijo
Clint, con un tranquilo tono.
99
Connelly se echó hacia atrás, tirando su arma de la funda y
apuntando el cañón hacia Clint.
Hal rodó los ojos. —Deja esa maldita cosa.
—Simplemente, nos amenazaron —escupió Connelly.
—Nos están dando una opción—replicó Hal. —Mantenemos
nuestras bocas cerradas sobre lo que hemos visto y nos alejamos,
o nos alzamos en armas y nos arrancan la cabeza.
—Muy astuto —le dijo.
—Y preciso —agregó Clint. —No podemos hacer que le digas a
la gente, que existimos.
—¿De eso se trataba tu amenaza? —Preguntó Connelly. —No
me importa un comino que no seas humano. Lo que me importa,
es que este tipo infringió la ley. Él asesinó a dos hombres.
—Los dos, que le dispararon a Trigger —aclaró.
—Gracias —dijo Clint.
Asintió.
—¿Le estás agradeciendo, por asesinar a dos personas?—
Connelly preguntó, con incredulidad.
—Le agradezco por darle justicia a Trigger —arguyó Clint.
—Lobos y osos no se llevan bien, así que puedes ver por qué
estaba agradecido.
—¿Lobos? —Hal ladeó la cabeza, hacia un lado.
—Él no sabía eso —se quejó. —Solo sabía sobre ustedes, los
osos.
Con su mano libre, Connelly se quitó las esposas de su
cinturón. —Tendré que arrestarte, por asesinato.

Corky salió corriendo rápidamente desde la puerta, hacia


Jesse. —¡No lo arrestarás!
100
Estuvo a punto de tropezar con los escalones, pero se contuvo
y corrió hacia donde estaban los hombres. Se movió frente a
Jesse para cubrir la desnudez de su pareja. Podría ser natural
para un shifter, pero a él no le gustaba que todos comieran con
los ojos, el pedazo de Jesse.
Era solo para sus ojos.
—Necesitas mantenerte alejado de esto—Dijo Connelly —O te
encerrare por interferir.
Jesse gruñó. —No amenaces a mi compañero.
Aunque realmente no conocía al sheriff de Grizzly Ridge, odiaba
a los policías. Punto. Solo quería que los sheriffs se fueran.
—¿Tu qué? —Preguntó el otro sheriff. Echó un vistazo entre
Jesse y él. Recordó al policía. Era el que había estado manejando
la patrulla en Howling Cavern, cuando había huido de la
camioneta de Jesse con sangre sobre él.
Había estado en esa ciudad dos veces. ¿Cuál era el nombre del
chico? ¿Sheriff Gilmont, Gilton, Gilmore? Sí, Gilmore.
Jesse le deslizó el brazo a su alrededor, acercándolo hasta que
su espalda se presionó contra el pecho de Jesse. Mantuvo su
brazo cubierto sobre él. Un movimiento puramente protector.
Le gustó. Mucho. Había luchado contra esta cosa del
apareamiento durante meses, pero ahora que pertenecía a Jesse,
tenía esa conexión profunda que había anhelado toda su vida, él
lucharía como el infierno para mantenerla.
—Ahora, escucha aquí —dijo Connelly, mientras se acercaba.
Jesse y Clint gruñeron.
El alguacil Gilmore alzó su brazo, impidiendo que Connelly se
acercara, pero sus ojos nunca se apartaron de Jesse ni de él.
—No creo que sea un movimiento inteligente.
—¿De qué estás hablando? —Preguntó Connelly. 101
—Si estoy acertando, ese pequeño individuo le pertenece a
Jesse, y este es un lobo. Está protegiendo lo que es suyo. Si
quieres mantener la cabeza unida a tus hombros, retrocederás,
mientras tiene a su... compañero con él.
El sheriff Gilmore había dicho compañero, como su hubiese
experimentando la palabra.
—Has acertado —dijo Clint.
Estaba contento de que no supieran, sobre su pan en el horno.
Esa información probablemente, los enloquecería a ambos.
Todavía estaba volviéndolo loco.
—Tengo dos cuerpos que enterrar y una ducha que tomar —
dijo Jesse. —Intenta detenerme y tendremos problemas—Miró a
Connelly. —Si todavía quieres arrestarme más tarde, sabes
dónde vivo. Y si no lo haces, Hal te lo dirá.
El sheriff Connelly farfulló, cuando Jesse le agarró la mano y
se dirigió hacia el claro. Escuchó a los sheriffs discutiendo,
mientras se dirigían a la camioneta de Jesse.
Cuando subieron, su corazón aún palpitaba demasiado rápido.
—¿Qué pasa si regresa y te arresta?
Afortunadamente, Jesse había dejado sus llaves en la
camioneta. Arrancó el motor, luego retrocedió, giró y guio el
camión hacia su casa.
—Primero, tiene que pasar a mi manada —dijo Jesse. —Tengo
la sensación, de que Hal le hablará con sentido común.
—¿Hal? —Le preguntó.
—Sheriff Gilmore—Jesse recorrió las carreteras de la montaña.
Se habría excitado porque su compañero estaba sentado a su
lado desnudo, pero la sangre mató su excitación.
Viajaron en silencio, y él podría decir que Jesse todavía estaba 102
enojado. — ¿Supongo que no encontraste a Valentino?
Jesse negó con la cabeza. —Cubrimos una amplia área, pero
no encontramos signos de él.
—¿Crees que está muerto?
Jesse se encogió de hombros. —He aprendido a no asumir
nada. Aun así, no dejaremos de buscarlo.
Se quedó boquiabierto, cuando llegaron al camino de entrada.
—No —susurró, mientras trataba de bajarse en su asiento.
Jesse entrecerró los ojos, mientras miraba por el parabrisas.
—¿Quién diablos son ellos?
No podía creer, que esto estuviera sucediendo. Ya habían
pasado por el escurridor. No necesitaban más idioteces. Lástima
que no podría desaparecer mágicamente, no era tan afortunado.
—Mis padres.
Hal se sentó en la mesa de la cocina de Deloris y Abe, mientras
sorbía una taza de café, tratando de cubrir su cabeza con todo.
Echó un vistazo hacia la sala de estar, diciéndose, que no debía
enloquecer por un oso allí.
Pero él lo sabía. Durante los últimos diez años, había sido el
sheriff de Howling Cavern, y en todo ese tiempo, había visto cosas
que no eran posibles, había oído cosas, como los distantes
aullidos de los lobos.
Incluso había matado a una criatura, que estaba marchita
hasta los huesos, olía a muerte y descomposición, y había estado
tratando de arrancarle la garganta. Pero no le había contado a
nadie sobre ese incidente. Había enterrado el cuerpo y se había
obligado a olvidar que había sucedido.
Y ahora esto. Tenía la sospecha de que algo más estaba 103
sucediendo. Había visto señales de los residentes de su ciudad.
Señales que decían que había más cosas de las que se veían a
simple vista. Y ahora él lo sabía.
Las historias sobre los shifters eran reales.
Clint todavía estaba afuera hablando con Connelly, pero no
creía que el sheriff escuchara la razón. El tipo estaba empeñado
en arrestar a Jesse, y eso no auguraba nada bueno para
Connelly.
No era más que un sobreviviente. Sabía mantener la boca
cerrada y la cabeza gacha. Sus posibilidades de salir dependían
de eso.
—¿Te gustaría más café?
Le sonrió a Dane. Le gustaba. —Estoy bien, gracias.
Un niño pequeño se tambaleó hacia él, con un camión de
plástico en la mano. Le golpeó la rodilla, antes de estirar su brazo
hacia arriba, ofreciéndole el juguete.
—King quiere que juegues con él—Dane sonrió y levantó al
niño. —No ahora, King. Deja al sheriff solo.
El chico le recordó a su nieto. Mejillas de querubín, ojos
inocentes, puños gorditos. —Está bien. Lindo y pequeño diablillo.
—Gracias—Dane llevó a King a la otra habitación.
Dejó su taza a un lado, se apartó de la mesa y entró en la sala
de estar. Mantuvo la distancia, mientras miraba al oso que
descansaba en el suelo.
—¿Cómo está? —No le había preguntado a nadie en particular.
No conocía a nadie aquí. Realmente no.
—Mientras descanse—Dijo Deloris —Estará bien.
Miró a Hal, como si fuera a voltearse en cualquier momento y
comenzar a dispararles a todos. Este clan vivía en lo profundo de
las montañas. No estaba seguro de lo acostumbrados que
estaban a los extraños o del tipo de vida que llevaban. La casa 104
era moderna y la gente parecía normal, considerada y educada.
Hospitalaria incluso. No eran salvajes como algunos de los
rumores decían que eran.
—Voy a ir a ver a Clint—Hal se dirigió a la puerta. Aunque no
creía que el oso saltara y lo matara, no se sentía cómodo estando
en la misma habitación.
Clint estaba de pie en el patio, con las manos cerradas en
puños, mientras miraba hacia el claro, su expresión era ilegible.
—¿Dónde está Connelly?
—No tendré otro sheriff muerto, en mis manos —dijo Clint.
Hal frunció el ceño. —¿Lo dejaste ir?
Se volvió hacia Hal, sus eran caninos largos y afilados.
—Sal de mi montaña, humano. Se terminó el ser amable. Si tú
o alguien más invaden mi tierra, la sangre no estará en mis
manos.
Hal retrocedió. Los músculos de Clint estaban tensos,
apretando su mandíbula. Parecía contenerse.
Girando, Hal corrió hacia el claro, para alejarse lo más posible
del clan Rising.

Jesse olió el miedo de Corky, mientras estacionaba su


camioneta. Su manada ya estaba saliendo de la casa, moviéndose
hacia la mamá y el papá de Corky. Jesse no podía creer que
tuvieran el descaro de aparecer.
Después de lo que Corky le había contado sobre su padre,
quería matar al hijo de puta. —Quédate en la camioneta —dijo,
mientras abría la puerta. —Me desharé de ellos.
No le gustaba que su compañero tuviera miedo, especialmente
de su maldita gente. Sus padres no habían sido más que 105
amorosos con él, y no podía entender cómo un padre podía
maltratar a su hijo. Un niño era algo para apreciar, no para
abusar.
Odiaba que tuviera que lidiar con esto, mientras todavía estaba
desnudo y tenía sangre en él. Pero no podía hacer nada al
respecto. Tal vez, su imagen los asustaría, aunque lo dudaba.
Salió y cerró la puerta de su camioneta, luego se dirigió
directamente hacia ellos. Los ojos de la mujer se redondearon
cuando lo miró de arriba abajo, y luego su sorpresa, fue
reemplazada por pura lujuria. —¿Qué demonios? —El padre de
Corky, entrecerró los ojos. —¿Es esto una especie de comuna
nudista?
—¿Los otros hombres te ven desnudos? —Espetó. Con el mal
humor en el que estaba, estaba listo para matarlos y terminar
con el asunto. —No aprecio a nadie que venga aquí, sin haber
sido invitado.
—Tenemos derecho a ver a nuestro hijo —dijo la mujer.
—¿Derecho? —Espetó Corky.
Se giró, para ver a su compañero detrás de él. Debería haber
sabido que el mocoso no lo escucharía.
Bruno se acercó con algo de ropa. Las agarró y se los puso.
Todavía estaba descalzo, pero al menos su pene estaba cubierto,
ante la mirada fija de la mujer.
El odio puro llenó los ojos del padre, mientras miraba a Corky.
—Sabía que nunca llegarías a nada. Fuiste y te acostaste con
una casa llena de hombres. Apuesto a que estás dejando que
todos te follen, ¿verdad?
Se colmó su rabia contenida. Voló hacia adelante, echando
hacia atrás el brazo, luego golpeó con su puño la cara del
humano, con la esperanza de que rompiera los huesos. El padre
tropezó hacia atrás, luego aterrizó en su culo.
Se inclinó para recoger al bastardo, para poder terminar de 106
golpearle el trasero, pero Corky lo agarró del brazo, arrastrándolo
hacia atrás. —Matarlo, no vale la pena.
—¡Y un infierno que no!—dijo apretando sus dientes. —Acaba
de llamarte puta.
La manada se acercó, gruñendo. Algunos de sus ojos
comenzaron a brillar. Podía evitar que atacaran, pero no estaba
de buen humor. En todo caso, los ayudaría a destrozar al padre.
—Si quieres salvar la vida de tu padre, será mejor que lo
convenzas de que salga de aquí, ahora—Dijo. —Antes de dejar
que mi manada desgarre la piel de sus huesos.
Los ojos de Corky se agrandaron, cuando le dejó ir el brazo.
Pensó que había asustado a su compañero, pero Corky se volvió
y miró a su madre con determinación.
—Toma a tu esposo y vete. Te dije que no recuperarían el
dinero.
—¿Qué dinero? —Preguntó Avery.
Corky les contó a sus hombres, que su madre le había dado
diez mil dólares y el auto. —Ahora lo quieren de regreso, porque
están en la ruina.
La madre se arrodilló junto al padre, tratando de ayudarlo a
levantarse. El padre de Corky la empujó y se puso de pie. Se
limpió la sangre de la cara, frunciendo el ceño hacía él.
—Ese era mi dinero. A mi esposa no le importaba dárselo a una
mierda sin valor.
Lo golpeó de nuevo y el padre de Corky cayó contra su auto.
Señaló con el dedo al humano. —Simplemente no sabes cuándo
callarte, ¿verdad?
—Jesse, por favor—Corky lo agarró del brazo, otra vez. —No
tengo ningún cariño por ellos, pero no puedo dejar que los mates.
—No necesito que me defiendas —espetó su padre.
Después de la noche y luego la mañana que tuvo, no estaba de 107
humor para tratar con esto. Solo quería una ducha caliente y
dormir durante las próximas diez horas. Tampoco quería lastimar
al padre. Corky podría decir que no se preocupaba por ellos, pero
en el fondo, tenía que estarlo. Tan jodido como eran sus padres,
los niños aún los amaban, incluso, cuando algunos de ellos no
merecían respirar.
No quería matar al bastardo delante de su compañero, pero el
tipo solamente no se marcharía. Respiró profundamente,
tratando de calmar su creciente ira. —Vamos adentro —le dijo a
Corky.
—¡No hasta que obtenga mi dinero! —Exigió el padre.
Agarró la mano de Corky y se dirigió hacia las puertas
francesas. Su manada se movió, impidiendo que los humanos
vinieran tras ellos.
Oyó gruñidos de advertencia.
—¿Los vamos a dejar afuera, con tus hombres?—Preguntó
Corky.
—Es mejor que dejarme afuera con tus padres. ¿Recuerdas lo
que te dije que pasaría si me asustaba?
Corky asintió. —Sangre y cadáveres.
—Es por eso por qué necesito alejarme de ellos—Llevó a su
compañero al piso de arriba, antes de soltar su mano. Miró hacia
el baño, anhelando una ducha, pero primero tenía que ocuparse
de Corky. —¿Tienes hambre?
Para su sorpresa, Corky se desnudó.
—Aún no. Prefiero ducharme contigo primero.
Ahuecó la mandíbula de Corky. El humano se estaba
convirtiendo en el compañero alfa perfecto.

108
Capítulo 10
Declan miró a la pareja, esperando que el hombre le diera una
excusa para matar al bastardo. —Lo escuchaste —dijo. —Vete de
aquí.
—A menos que te guste que te pateen el trasero—Avery sonrió.
—Algunas personas tienen ese tipo de fetiche.
Los otros hombres se rieron entre dientes, pero Declan no se
estaba riendo. Su imagen de Corky estaba cambiando. Jesse
parecía estar organizando su vida, y Corky parecía más hábil en
su papel de compañero del alfa. Eso era todo lo que había
querido: Jesse siendo feliz y que ese humano dejara de joderle la
cabeza.
Pudo haber sido un idiota cuando su alfa estuvo persiguiendo
su cola, pero no se disculparía por ser quien era. Aun así, había
conocido a los padres de Jesse y los respetaba, y tenía el mismo 109
respeto por este. Él era un líder fuerte. E independientemente de
lo que pensara Jesse, no quería la posición alfa. Solo quería a
alguien que supiera qué diablos estaban haciendo.
—A él le gustaría que le azoten ese culo —dijo Declan. —No se
ha marchado todavía.
—Podría ayudarlo a subir a su auto—Bruno rodó sus hombros.
La mujer ya había saltado al asiento del pasajero, y seguía
mirando por encima del hombro, al grupo, con los ojos muy
abiertos, mordiéndose el labio inferior. Se alegró de que hubiese
subido al auto. Nunca le había puesto una mano encima a una
mujer, y no pensaba comenzar con ella.
El humano los fulminó con la mirada, rebotando entre cada
lobo. —Esto no ha terminado.
—Oh, se acabó —dijo Avery. —Vuelve, y no te irás. Puedo
garantizar eso.
Heath saludó con la mano, hacia el bosque. —Puedo elegir un
lugar para él ahora, si él quiere.
—Te ayudaré a hacer los agujeros —dijo Rider.
—Volveré —dijo el padre, mientras subía al automóvil. Observó
cómo el automóvil se alejaba, su instinto le decía que tendría que
matar a ese bastardo antes de que esto terminara.

El sheriff Connelly estaba sentado detrás de su escritorio,


pensando en lo que había sucedido en la montaña. Estaba furioso
porque no había podido arrestar a Jesse.
Sin embargo, no pudo evitar tener miedo de lo que había visto.
Le había pasado por la cabeza llamar a la Guardia Nacional, o a
cualquier otra persona que pudiera lidiar con... mierda, él no
sabía. 110
—Tengo al Sheriff Gilmore aquí, para verte —dijo su secretaria,
cuando asomó su cabeza hacia su oficina.
—¿Quieres que lo deje entrar?
Con un suspiro, agitó una mano. —Déjalo entrar.
Ella desapareció y segundos después, Gilmore entró a su
oficina. No había estado esperando hablar con él, pero sabía que
el Sheriff Gilmore aparecería tarde o temprano.
Simplemente no había esperado que fuera así de pronto.
—Sé por qué estás aquí —suspiró. —Y no, no he llamado a
nadie sobre ellos.
Después de tomar asiento, Gilmore le contó acerca de la
amenaza de Clint.
—Antes que nada —dijo, mientras golpeaba el puño contra su
escritorio. —Esa no es su montaña. Segundo, amenazó a un
oficial de la ley.
—Han estado viviendo allí pacíficamente —arguyó Gilmore.
—Somos nosotros los que fuimos allí y le disparamos a su
hermano.
—¿Nosotros?
—Humanos —aclaró Gilmore. —Está enojado, y tiene derecho
a estarlo.
—Pero su amigo, mató a esos dos hombres —alegó. —¿Me estás
diciendo, que vamos a dejar que Jesse Callahan se salga con la
tuya?
—Eso es exactamente lo que vamos a hacer. —Gilmore se
inclinó hacia adelante, apoyando su mano en el borde del
escritorio. —¿Crees que son los únicos que pueden hacer lo que
hacen? —Negó con la cabeza. —Apuesto a que nuestras ciudades
están llenas de gente, que puede transformarse en animales. No
sé sobre tu ciudad, pero Jesse y sus hombres ayudan en Howling 111
Cavern. Solía pensar que era gracioso que metieran la nariz en
asuntos policiales. Ahora estoy empezando a sospechar, que son
la ley con los suyos, y Jesse y sus hombres mantienen a mi
pueblo en paz.
Resopló. —El clan Rising no está haciendo eso por mi pueblo.
—Pero, ¿has tenido alguna mierda sobrenatural?
Pensó en Mitch Porter. Le contó al sheriff Gilmore, que él y sus
hombres habían encontrado a Mitch con la garganta arrancada y
que no creía que ningún humano pudiera haberlo hecho. No con
las marcas que el forense había encontrado.
Quedó impresionado, cuando Gilmore le contó acerca de una
criatura con la que se había cruzado y qué aspecto tenía y cómo
olía.
—Jesucristo—Se pasó una mano por la cara. —¿Y puedes
sentarte allí y decir que no necesitamos ayuda externa?
Gilmore negó con la cabeza. —Si los shifters de la montaña son
arrestados, ¿quién nos protegerá de esas cosas?
—No me gusta esto. —Odió que sus ojos se abrieran a otro
mundo.
Un mundo aterrador.
Prefería volver a, simplemente, lidiar con robos de automóviles
y allanamientos. Aquellos con quienes él sabía qué hacer.
—Yo tampoco, pero conozco a Jesse desde hace años, y es un
buen hombre, Connelly.
No estaba tan seguro de eso, pero por ahora, mantendría
cerrada su boca. Pero si las cosas empezaban a volverse locas,
llamaría por respaldo.

Jesse había hecho el amor con su pareja en la ducha, pero no 112


parecía tener suficiente de él. Se movió hacia la cama y deslizó
su polla en el culo de Corky, cubriéndolo la espalda con su pecho.
—Joder, te sientes tan bien—Besó a Corky a lo largo de la nuca
y su hombro desnudo, e inhaló profundas corrientes de su
aroma, mientras empujaba largo y profundo.
Corky había pasado de huir de él, a estar a su lado. Era lo único
que quería. Bueno, lo único que su lobo quería. Al principio, se
habría alejado. Pero se alegraba de no haberlo hecho, contento
de que su lobo hubiera asumido el control y perseguido al
humano. De lo contrario, se habría perdido la oportunidad de
amar a la única persona que significaba todo para él.
Pellizcó la piel de Corky, dejando rastros de besos atrás. Este
gimió cuando él empujó su trasero más alto, arañando las
sábanas. Retrocedió y agarró los costados de su compañero,
luego golpeó contra él.
Corky se fue primero por el borde, gritando su nombre. El olor
de la liberación de su compañero y la rigidez de su culo
sujetándole la polla, era más de lo que podía soportar.
Mordió el hombro de Corky, gruñendo mientras entraba
profundamente en el culo de su compañero. Lamió la herida, cayó
a su lado y acercó a Corky. Pasó sus dedos por el pelo mojado de
este. —Te amo.
Corky se retorció hasta enfrentarlo. Su compañero lo miró, y él
no pudo discernir la expresión en sus ojos. Corky le presionó una
mano en la mejilla. —Nadie nunca me dijo eso.
La declaración de Corky, hizo que quisiera cazar a los padres
del hombre y sacarles la mierda. Que el hecho de que nadie haya
expresado ningún amor hacia este ser humano era trágico. Rozó
con sus nudillos la mejilla de Corky. —Ahora alguien lo ha hecho.
La sonrisa de Corky era amplia, y sus ojos brillaban. Un
profundo rubor se apoderó de sus mejillas, cuando se inclinó y lo 113
besó en la barbilla. —Yo también te amo.
—Lo dices, porque te encanta cómo se siente mi barba en tu
piel.
Corky se rió entre dientes. —Atrapado.
Había abierto la boca para responder, cuando sonó su teléfono.
Pensó en ignorarlo, pero con todo lo que estaba sucediendo, su
instinto le dijo que podría ser importante.
Con un gemido, se levantó de la cama y agarró su teléfono de
la cómoda. —Jesse Callahan.
—Jesse, es Hal.
—¿Qué puedo hacer por ti, Hal? —Se sentó en el borde de su
cama, pasando su mano por la cadera desnuda de Corky.
—Hubo un accidente, en uno de los caminos que bajaban de la
montaña —dijo. —Uno de tus hombres está aquí conmigo. Avery.
Identificó a la gente en el auto—Hal hizo una pausa. —Lo siento,
Jesse. Eran los padres de Corky. No lo lograron.
Miró a su compañero. Los ojos de Corky estaban cerrados por
el sueño. Sabía que su pareja tenía malos sentimientos hacia su
madre y su padre, pero saber que estaban muertos, sería
devastador. —Gracias por hacérmelo saber.
—Una cosa más—dijo Hal. —Encontré a nuestro
guardabosque.
Se enderezó. Sus entrañas se apretaron, mientras esperaba
que Hal le dijera que Valentino estaba muerto.
—¿Cómo murió?
—No lo hizo—se rió entre dientes. —Pidió un tiempo de
vacaciones. Parece que su jefe no es conocedor de la tecnología.
No encontró el correo electrónico, hasta esta mañana. Por lo que
me dicen, Valentino no había tomado unas vacaciones en años y
tenía varios días. Ha estado en Texas, visitando a su gente.
Iba a retorcerle el cuello de Valentino, por hacer que todos se 114
preocupen. Lo menos que pudo haber hecho, fue darles a los
shifters un aviso de que se iría, especialmente dado que este
sabía que los alimentadores eran un problema.
—Gracias, Hal. Dile a Avery que también lo agradezco—Colgó.
Lanzó su teléfono a un lado, preguntándose si debería dejar
descansar a su compañero o darle las malas noticias ahora.
Corky se dio vuelta y se deslizó más cerca de él.
—¿Quién era ese?—Con un suspiro, le contó acerca de la
llamada telefónica de Hal, incluido el hecho de que Valentino
estaba a salvo.
Corky no dijo una palabra, pero las lágrimas brotaron de sus
ojos. Se estiró junto a él, tirando de Corky en sus brazos. —Lo
siento, cariño.
Sostuvo a Corky, mientras lloraba en silencio. Podrían haber
sido los peores padres del mundo, pero sabiendo que se habían
ido, todavía tenía que doler como el infierno.
El hecho de que su compañero estuviera destrozado por
personas que no le habían importado una mierda, hablaba
mucho sobre la persona que era Corky.
Él era realmente un compañero alfa, y esperaba que Corky
mostrara la misma amabilidad y amor hacia su manada. Todos
habían venido a la manada Callahan con pasados problemáticos,
y ahora que su madre ya no estaba allí para cuidarlos, rezaba
para que Corky estuviera listo para tomar ese manto.

Corky lo había tenido. Durante las últimas tres semanas había


estado encerrado en su habitación, porque bajar por las escaleras
se había vuelto imposible. Su estómago se había hinchado tanto,
que ya no podía ver sus pies.
Si no tomaba aire fresco pronto, podría matar a Jesse mientras
dormía. También deseaba una pizza de tres quesos. 115
Desafortunadamente, todo lo que había comido en los últimos
tres meses, era un montón de alimentos saludables.
Eso fue todo lo que Jesse le daba de comer.
Si volvía a ver otras hojas verdes, se volvería homicida. Y lo
peor, era que Jesse y sus hombres comían carne cada maldita
noche.
Se arrastró hasta lo alto de los escalones. Agarró la barandilla
con ambas manos y con cuidado y lentamente, bajó las escaleras.
Jesse había salido a hablar con Hal. Aparentemente, se habían
hecho amigos durante los últimos tres meses. Con suerte, Jesse
no había invitado al sheriff adentro. Hal no sabía nada sobre el
embarazo masculino, y los lobos querían que siguiera así.
Cuando llegó al final de la escalera, miró a su alrededor,
asegurándose de que no había nadie a la vista. Se sentía como
un hinchado ninja, tratando de llegar a la cocina, sin que nadie
lo atrapara.
Después de una rápida revisión, vio que la cocina estaba vacía.
Con una risita, abrió la nevera y sonrió, cuando vio costillas
sobrantes, un poco de pollo frito y lo que parecía un pastel de
chocolate alemán.
Estaba a punto de comer.
Agarró una pata de pollo y mordió, gimiendo por lo bien que
sabía.
—Jesse te va a matar.
Le frunció el ceño a Avery. —No si no se lo dices.
—¿Cómo bajaste, de todos modos? —Preguntó Avery, mientras
se apoyaba en el mostrador, cruzándose de brazos. Sus bíceps
eran tan voluminosos que las mangas parecían que fueran a
desgarrarse en cualquier momento.
—Me teletransporté—Dio otro mordisco. Dios, había extrañado
la carne tan mal. Si Avery intentara quitárselo, asesinaría al tipo. 116
—Tendrás que mostrarme ese útil truco—Avery sonrió. —Y
sabes que tengo que decirle a Jesse. Si descubre que le he
ocultado esto, tratará de quitarme las pelotas por el culo.
—Asqueroso—Mordió otra pieza. —Pero estoy dispuesto a
correr ese riesgo.
Dejó de masticar, cuando escuchó un bajo gruñido. Sus ojos
se dispararon hacía la derecha, para ver a Jesse de pie, en la
puerta. —¿Qué diablos estás comiendo?
—Comida—Rápidamente tomó otro bocado, antes de que Jesse
irrumpiera en la habitación y agarrara el pollo de su mano.
—Esto es comida frita.
—Déjame buscar en mi bolsa de adhesivos y darte una estrella
de oro, por saber qué tipo de pollo es. —Terminó de masticar y
tragó.
—Deja de ser un mocoso. Sabes que no debes comer esto.
—Pero lo quiero—Gimió. —Es solo una pieza.
Jesse comenzó a hablar, pero no escuchó ni una palabra de lo
que dijo. La cocina pareció desvanecerse, a medida que el dolor
recorría su vientre. Se agarró al costado de la nevera, con el otro
brazo alrededor de su abdomen.
—¿Corky? —Dijo Jesse. —¿Qué pasa?
—Quiero ese pollo —gimió, mientras respiraba por el dolor.
—Solo dame un segundo para dejar de morir y voy a enfrentarte
por ello.
—Avery, llama a Deloris—Jesse lo levantó y lo llevó escaleras
arriba.
—No, quiero ese pollo —arguyó. Estaba hambriento y dolorido.
Al menos podría eliminar uno de los problemas.
—Te conseguiré todo el pollo que quieras, después de que
tengas a nuestro cachorro —dijo Jesse, mientras se apresuraba 117
a su habitación y lo colocaba en su cama. —Lo prometo.
—No estoy listo para esto —discutió, mientras otra oleada de
dolor recorría su estómago. —¡Ah, mierda!
Jesse le quitó la ropa, luego cubrió su mitad inferior con una
sábana. —¿Cómo éstas?
Gimió, cuando se dio cuenta de que realmente iba a tener el
bebé. Estaba a punto de convertirse en padre. Su corazón se
aceleró, cuando estalló en un sudor frío.
—¿No puedo esperar unos meses más?
Jesse le presionó un beso, en la frente. —Lo siento, cariño. No
funciona de esa manera.
Agarró el frente de la camisa de Jesse y tiró de su compañero
hacia él. —¡Entonces dame algunas malditas drogas!
La sonrisa burlona que Jesse le dio, solo sirvió para enojarlo.
—Ya hablamos de esto, y aceptaste ser natural.
—Cambié de opinión —jadeó. —Bailey no me dijo que sería tan
doloroso—Cayó hacia atrás y gritó, cuando otra ola de dolor
recorrió su abdomen. —Voy a matarlo por no habérmelo dicho.
—Probablemente no quería asustarte —dijo Jesse.
Había estado allí, cuando Bailey había dado a luz. No parecía
tan malo. Tuvo que dar su mejor apoyo como amigo. Bailey había
manejado el dar a luz, como un soldado.
Él, por otro lado, estaba listo para pedirle al diablo un trato, si
el dolor simplemente se detenía. Por el rabillo del ojo, vio a los
hombres de Jesse reunidos en el pasillo. Escuchó murmullos,
mientras trataba de recordar cómo respirar.
—Están esperando, que nuestro nuevo miembro de la manada,
se una a nosotros —dijo Jesse con un guiño. —Para algunos de
ellos, esta será la primera vez que hayan estado cerca de un
recién nacido.
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—Inclúyeme en esa lista —dijo. —Nunca he estado cerca de
uno.
Y una pequeña vida estaba a punto de depender de él, para su
supervivencia. No, no estaba listo para esto. Estaba más allá del
miedo, pero, por otro lado, una parte de él estaba emocionado por
el inminente nacimiento.
Avery corrió a la puerta del dormitorio. —Deloris ya estaba en
camino, a ver a Corky. Dijo que está a cinco minutos de distancia.
Dejó escapar otro grito de dolor. Avery palideció y retrocedió.
Parecía que se desmayaría en cualquier momento. Demonios, él
sentía lo mismo.
Jesse se metió en la cama y se colocó detrás de él,
permitiéndole que descansara contra él. Jesse le puso las manos
sobre el vientre. —Tu estómago se siente duro como una roca.
En lugar de responder, comenzó a jadear.
Desafortunadamente, hacerlo hizo que su garganta se secara.
—Te daré mil dólares, si tienes este bebé por mí.
Jesse le pasó los dedos por el cabello. —Desearía poder quitarte
tu dolor, cariño. Realmente lo hago.
—Duele —gimió. —Realmente, realmente duele.
Jesse lo abrazó. —Lo sé bebé. Pero piensa, cuando esto
termine, nuestro hijo o hija estará aquí.
Escuchó la anticipación en la voz de Jesse, el nerviosismo y la
pura alegría. Entrelazó sus dedos, mientras luchaba a través de
otra ronda de dolor.
—¡Mierda! —Jesse intentó apartar su mano, pero él no la
soltaba. Necesitaba un punto focal, y la mano de Jesse estaría
bien. —Vas a romperme los dedos.
—Como si no pudieras curarte—Le espetó. —Deja de quejarte,
a menos que quieras exprimir una sandía a través de tu pene.
—No es así como se tiene al bebé —dijo Jesse. 119
—Lo sé, pero seguro que lo siento así —se miró el estómago. No
solo la línea de concepción se volvió roja, sino que su vientre
comenzó a abrirse. —¡Jesse!
—Es perfectamente natural —dijo Deloris, mientras entraba
corriendo a la habitación. —No hay necesidad de entrar en
pánico.
Casi rompió a llorar al verla, y con alivio, ya que era una
enfermera jubilada. Estaba feliz de que la única figura materna
en su vida no se hubiera perdido el nacimiento de su hijo.
Se concentró en su respiración, mientras Jesse y Deloris lo
guiaban a través del dolor, ayudándole a dar a luz a un niño sano.
Cuando sintió que algo húmedo le golpeaba la mejilla, levantó la
vista y vio lágrimas en los ojos de Jesse.
—¡Es tan perfecto! —Le susurro Deloris al bebé. Yacía agotado,
con los brazos aún estirados y envolviendo el cuello de Jesse.
Este no era el único con lágrimas en los ojos, cuando su
compañero tomó a su hijo y lo sostuvo sobre su pecho. Él
realmente era perfecto. Sus ojos eran tan azules como los de
Jesse, pero tenía su cabello rubio. Y era tan pequeño, que una
feroz protección lo abarco.
—¿Cuál es el nombre del pequeño? —Preguntó Deloris.
—Samuel Matthew Callahan —dijo Jesse con orgullo.
Hablaron de nombres hace unas semanas. Samuel había sido
el nombre del abuelo de Jesse, y Matthew había sido el nombre
de su abuelo, un hombre que adoraba, hasta que había fallecido.
Deloris le besó la mejilla. —Lo hiciste muy bien, hijo.
Como si no hubiera estado derramando lágrimas felices. Él le
sonrió, la calidez se extendió por su corazón. —Gracias.
—Dejaré que conozcan a Samuel —dijo, antes de salir de la
habitación. 120
—Te amo —dijo Jesse.
—Yo también te amo. —Sonrió, mientras miraba al bebé más
perfecto del mundo. Pudo haber huido de Jesse y haberle dado
un mal momento, pero estaba contento de que finalmente
hubiera cedido y se convirtiera en su compañero. No podía
imaginar su vida sin el alfa.
O sin Samuel.
—Habrá una celebración, esta noche —dijo Jesse. —Y puedes
tener todo el pollo que quieras.
Se rió, mientras acurrucaba a Samuel en sus brazos mientras
hacía lo mismo contra el pecho de Jesse. —Es un trato.

Fin
CRÉDITOS

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