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“Oportunidades y retos en la ausencia de un paradigma gerontológico”1

Alejandro Guevara Álvarez2

“¿Acaso sirve de algo imaginar que existe una descripción plena, objetiva y verdadera de la naturaleza y que
la medida adecuada de una realización científica es hasta qué punto nos aproxima a dicho fin último?”

Thomas Kuhn

“¿Hay alguna razón de peso para que sustituyamos el conocimiento vulgar que tenemos de la naturaleza y
de la vida y que compartimos con los hombres y las mujeres de nuestra sociedad por el conocimiento
científico producido por pocos e inaccesible a la mayoría?”

Jean Jacques Rousseau

Introducción

Ningún campo puede proclamar el estudio del envejecimiento. Cada disciplina realiza
un distinto énfasis de acuerdo a la naturaleza de sus enfoques, conceptos y teorías. En la
búsqueda de un encuentro entre los estudios biológicos, psicológicos y sociales del cambio
a lo largo del tiempo, se enfrenta un gran reto de inconmensurabilidad: la pérdida de
significado de las teorías y los conceptos al cruzar a otros campos o paradigmas
disciplinares que explican el fenómeno de envejecer. Por ejemplo, el estudio del concepto
de autonomía tendrá una connotación completamente diferente para la biología
(autopoiesis), la psicología (elección) y las ciencias sociales (requisito de agencia). ¿Es
posible construir andamiajes teóricos válidos, relevantes y contrastables, que sean
interdisciplinarios, que sirvan de herramientas para abordar problemáticas complejas como
la discriminación por edad, el maltrato, la demencia? El presente trabajo busca argumentar
que la búsqueda de una ciencia interdisciplinar del envejecimiento obliga a consideraciones
críticas que señalan la pertinencia de una aproximación más allá de las disciplinas.
1
Ponencia presentada en el 1er Congreso Internacional Interdisciplinario sobre Vejez y Envejecimiento en la UNAM el 11 de Junio del
2015
2
Gerontólogo por el Instituto de las Naciones Unidas para el Envejecimiento, Universidad de Malta; Docente de la Maestría en
Investigación médica, línea terminal geronto-geriatría, Universidad Autónoma de Querétaro; Alumno de la Maestría en filosofía
contemporánea aplicada, línea terminal en Filosofía de la Ciencia, Universidad Autónoma de Querétaro. Contacto:
alejandro.guevara.alvarez@gmail.com
a. Antecedentes

En su excelente trabajo sobre la historia de la gerontología, Andrew Achenbaum deja muy


en claro lo difuso que ha sido el nacimiento de la ciencia del envejecimiento (Achenbaum,
1995). A inicios del 1900 se acuñará el término gerontología, y debido a que las ciencias
biomédicas serán las primeras en abordar el tema del envejecimiento, este será asociado en
su origen a los esfuerzos médicos y biológicos de limitar los “malestares del envejecer”
(Mechnikoff en Achenbaum, 1995). Tardará unas décadas más este quehacer científico en
mostrar una marcada postura multidisciplinaria (John Dewey en Cowdry, 1942). En poco
menos de un siglo, el salto de los descubrimientos biológicos del envejecimiento hacia
otros niveles de organización modificará a la gerontología como una comprensión biológica
del envejecimiento hacia un campo de indagación bio-cultural. La pregunta por el
envejecimiento se convertirá en la pregunta por el desarrollo como balance de pérdidas y
ganancias, como la ontogenia incompleta de una regulación adaptativa con el entorno
(Baltes, 1997).

Al considerar esta continuidad entre naturaleza vs crianza a lo largo del tiempo, el


innegable fenómeno de envejecer resulta inseparable del contexto, la historia, la carga
genética, la autonomía, el desempeño ocupacional, el bienestar subjetivo o la dinámica
familiar. La variabilidad entre sujetos y la cantidad de datos que una sola historia de vida
ofrece es abrumadora. Situación que se complica cuando las diferentes disciplinas abordan
estos datos. Ante esta avalancha de información Birren y Bengston (1988) urgen a la
investigación interdisciplinaria del estudio del envejecimiento3. En su segunda edición
sobre las teorías del envejecimiento insisten en que hay que “puentear islas del
conocimiento a través de principios teoréticos básicos a distintos niveles de complejidad”4.

Pese al loable esfuerzo de construcción teórica que se persigue, los mecanismos de


publicación y recompensa de la gerontología se ven minados por los intereses de cada
disciplina (Bass en Ferraro, 2000). Esto ha facilitado el debate sobre la legitimidad de la
gerontología como disciplina científica. En los últimos años se han construido propuestas

3
Sobre todo en la construcción de teorías, acuñarán la célebre frase sobre una gerontología que es “rica en datos pero pobre en teoría”
4
Traducción propia, (Bengston, 2009)
que intentan integrar pero que tienden a reivindicar el campo de donde provienen (ej.
psicología del desarrollo) o hacen esquemas hipercomplejos que difícilmente orientan la
experimentación y complican la interpretación de los datos. El andamiaje que la teoría
integradora de la gerontología social nos propone, ejemplifica una buena imagen del
intrincado estado del arte teórico que trata de entrelazar las condiciones biológicas,
psicológicas, sociales, culturales y ambientales del envejecer (Alkema, 2006).

Una de las propuestas ante la ausencia de paradigma gerontológico es el llamado


imaginario gerontológico. Esta propuesta intenta construir un andamiaje de cómo piensa un
gerontólogo su objeto de estudio y establece siete aristas que han ganado consenso entre la
comunidad: una forma escéptica de pensar la causalidad asociada a la edad; el
envejecimiento como cambio multifacético, el imperativo genético en cuanto a longevidad
y adaptación; el principio de heterogeneidad poblacional en la vejez; la importancia de una
perspectiva del ciclo vital; el papel del acúmulo de desventajas socioculturales y el impacto
de un ineludible viejismo (Ferraro en wilmoth & Ferraro, 2010).

b. Preguntas desde la gerontología crítica

El imaginario gerontológico nos muestra esta naturaleza bio-cultural y devela aspectos


sociales que no pueden ser omitidos al diseñar un estudio sobre vejez o envejecimiento.
Justo desde la voz particular de la gerontología social crítica, se señala un estado de
urgencia que no puede esperar estos acuerdos inter-teóricos ante el incremento en la
desigualdad, el abandono, los trastornos mentales, los graves problemas que enfrentan la
seguridad social y sistemas de salud, la fragmentación familiar, la discriminación por edad
y la desvalorización humana al final de la vida en el seno de una sociedad de consumo
obsesionada con lo nuevo. En este contexto la perspectiva crítica: 1) confronta el discurso
objetivista de las ciencias naturales como modeladoras de una imagen determinista del
envejecimiento, conceptualizaciones que serán reproducidas socialmente con efectos en la
experiencia misma de envejecer5; 2) señala los efectos adversos de la especialización sobre
el tratar de comprender la vejez y sus complejas problemáticas y; 3) advierte sobre el relevo
histórico de dicho fenómeno a las ciencias de la salud, que han contribuido en su reducción

5
Baars J. explica el reto de la constitución social de la gerontología y su influencia ambivalente sobre el proceso de envejecer
dependiendo de las tendencias en su investigar (Baars, 1991)
a un status de enfermedad o discapacidad irreversible6. Más aún, subraya que el cruce
interdisciplinario entre las disciplinas biológicas y sociales sufrirá un desfase, donde la
ubicación de recursos favorecerá a las biotecnologías o las ingenierías más que a las
ciencias interpretativas7.

Ante este apremiante contexto y las dificultades interdisciplinarias preguntamos: ¿Está


condenada la gerontología a un desacuerdo disciplinar?, ¿Cómo abordar el estudio de la
vejez desde una generalidad y no una especialidad? ¿Representa un esfuerzo de unificar las
ciencias, de trascender la inconmensurabilidad? Y sobre todo, al tratar de encontrar un
paradigma unificador, ¿habrá una diferencia respecto a la solución de los retos del
envejecimiento poblacional? o en el afán de ser una ciencia normal, ¿adquirirá la falsa
neutralidad del quehacer científico del siglo XX?8

d. Perspectiva gerontológica transdisciplinaria

Aunque se ha hablado de lo conveniente de una investigación interdisciplinaria del


envejecimiento, existen serias complicaciones. Cada disciplina que provee explicaciones
sobre el envejecimiento se enfrenta a lenguajes y ambigüedades inconmensurables sin visos
de concordancia próxima. De acuerdo a Thompson Klein, la interdisciplina “integra,
interactúa, vincula, enfoca y mezcla” (Klein en Carrillo, 2014). En este proceso emergen
dificultades que consumen mucha energía, como la fragua de teorías y métodos (por
ejemplo las conciliaciones de enfoques naturales y sociales, hibridaciones de métodos
cualitativos vs métodos cuantitativos, etc.). Es común que se confundan los problemas a
investigar con el enfoque de investigación y se debata sobre estos últimos y olvidar el
problema. Pareciera que además la responsabilidad de lo interdisciplinario y sus resultados
dependen de lo que académicamente está institucionalizado, donde comúnmente se escala
en lo sofisticado del lenguaje científico de la situación estudiada por especialistas
dificultando el acceso a la sociedad involucrada (Klein, J. T., 2010). Habrá que ser muy

6
Desde las ciencias sociales se señalará la manera en que las ciencias médicas fueron apropiándose de fenómenos no médicos como el
envejecimiento. Acuñarán el término de biomedicalización, señalando la sofisticación de una estandarización del sujeto, que resultado
de normas impuestas por el complejo salubridad-empresa-tecnología, induce una alienación de auto-conceptos de belleza,
funcionalidad, bienestar y salud (Clark et al, 2010).
7
Esto desde luego citado por fuentes en el primer mundo, que señalan el “retraso” de las ciencias sociales respecto a proyectos
nacionales de investigación interdisciplinaria, imaginemos la agenda presupuestal en los países en vías de desarrollo (Bass en Bengston,
2009)
8
Las principales críticas a la neutralidad científica las encontramos en Rescher, 1999 y Echeverría, 1995.
críticos para identificar que tradición alza la voz, que gremios actúan desde una supuesta
superioridad y que intereses subyacen a estas investigaciones.

Enfrentar los retos del envejecimiento poblacional más allá de una visión interdisciplinaria
e incorporar a los agentes de la sociedad involucrados en este problema, es adentrarse al
centro de un diálogo entre las diferentes tradiciones, culturas, generaciones y saberes, es
aproximarse transdisciplinariamente. Un discurso de la transdisciplina con un enfoque en la
solución de problemas complejos y complicados ha venido emergiendo principalmente en
países de Europa central, Australia y Norteamérica (Klein, 2013). Dicha perspectiva
diferencia tres tipos de conocimiento: 1) Un conocimiento de transformación enfocado en
un cambio definido de acuerdo a los sistemas involucrados (cultural, técnico, legal, etc.); 2)
un conocimiento relacionado con el “bien común” que lidia con un pluralismo de normas y
valores de las partes involucradas en torno al cambio buscado y; 3) un conocimiento
sistémico relacionado con la incertidumbre del origen y curso de los problemas, su
interpretación y opciones de solución percibidas (Pohl & Hadorn, 2007). El filósofo
mexicano León Olivé nos ofrece una definición de transdisciplina:

“…la formulación de problemas y de propuestas para comprenderlos y resolverlos, mediante la


interacción de especialistas de diversas disciplinas así como de agentes que no provienen de
ninguna disciplina, pero que pueden hacer aportes de conocimientos relevantes. La
investigación transdisciplinar se caracteriza porque, además de utilizar conceptos y métodos
provenientes de diferentes disciplinas, también ella forja conceptos y métodos que no existían
previamente y que no se identifican con ninguna disciplina particular. Los resultados tampoco
son asimilables a ninguna de las disciplinas ni a las formas previas de generar conocimiento”,
(Olivé, 2011).

Se establece entonces que las prácticas de investigación gerontológica que emergen con un
espíritu transdisciplinar están comprometidas con un diálogo participativo entre las
generaciones, donde se desdibujan las fronteras entre los investigadores y las comunidades
participantes. Esta disposición a horizontalizar los enfoques demanda una adaptación
continua de métodos, un reflexionar grupalmente sobre los problemas del envejecimiento,
coproducir posibles soluciones y trabajar sobre prejuicios por edad que se interpongan.
b. Conclusión: retos del envejecimiento vs retos de la gerontología

El siglo XX vio nacer a la gerontología y a lo largo de esa época se desarrollaron a


profundidad los estudios sobre el envejecimiento y la vejez en psicología, sociología y otras
disciplinas. En las últimas décadas atestiguamos la búsqueda por trascender el estudio del
envejecimiento desde otras disciplinas hacia un enmarque gerontológico propio que
continúa escabulléndose. A la par, en ese mismo siglo observamos progresivamente como
las guerras, el welfare state, las pensiones y la explosión demográfica modificaron las
dinámicas poblacionales de manera definitiva. Hoy en día nos alcanza una ola de retos que
demandan estrategias simultáneas de comprensión y acción hacia una disminución de la
discriminación, una mayor resiliencia tanto individual como comunitaria para retrasar la
dependencia funcional como estructural, y una corresponsabilidad de la sociedad en este
proceso. ¿Qué sucederá si vinculamos no sólo disciplinas si no saberes, tradiciones y
generaciones en comprender el fenómeno del envejecimiento? Responderemos con
acciones a la pregunta de Rousseau y no sólo obtendremos conocimiento si no una sociedad
participante en su propia constitución.

La invitación es a enfocarnos en metodologías y estructuras que permitan el urgente


abordaje de los retos que se derivan del fenómeno de envejecimiento poblacional en un
diálogo participativo de saberes y abandonar la “normalización” de la gerontología como
disciplina. No habrá que perder la legitimidad epistemológica que aporta la ciencia en este
diálogo, pero sobre todo, habrá que someter estas certezas que se buscan al tratar de
conocer el envejecimiento, la fragilidad, la dependencia, las generaciones o el edadismo,
más allá de una visión o actitud interdisciplinaria, y adentrarlas al centro de un diálogo
intergeneracional entre las diferentes tradiciones, culturas y saberes, es decir
transdisciplinariamente.
Bibliografía

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