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Interrogante inicial
Detengámonos un momento en pensar el siguiente interrogante: «¿por qué hay ser, es decir,
por qué hay algo y no más bien nada?»1 ¿Cuál es la razón que explica el hecho de que todo
* N. B. Esta clase ha sido desarrollada por quien la firma para ser usada exclusivamente en las cátedras en las que
reviste su autor, quien a su vez permite a otros/as hacer un uso no comercial de ella bajo la exigencia de reconocer
debidamente su autoría. Por otro lado, la clase puede leerse íntegramente sin prestar atención a las notas que se
brindan al pie de página. Sin embargo, se sugiere leerlas y tenerlas presentes pues son notas que abren la
discusión a otros temas, mencionan otros/as autores/as y textos, contextualizan el tema de la clase, entre otros
aspectos.
1 Esta pregunta se la debemos al filósofo alemán Gottfried Wilhelm Leibniz, quien hacia 1714 la formulara en su
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sea? Pero la razón filosófica, no teológica. Frente a la inmensidad de lo que es, de lo que tiene
existencia, imposible de considerarlo plenamente por nuestra capacidad finita, ¿cuál es su
sentido?, ¿por qué esa inmensidad es?, ¿por qué no más bien nada, es decir, no ser? Esta
pregunta es la que a su modo retoma el filósofo que consideraremos en esta clase: Martin
Heidegger. Veamos entonces de qué modo lo hace.
Corpus heideggeriano
las cosas dar una razón que baste para determinar por qué es así y no de otro modo. Asentado este principio, la
primera pregunta que tenemos derecho a formular será por qué hay algo más bien que nada. Pues la nada es más
simple y más fácil que algo. Además, supuesto que deben existir cosas es preciso que se pueda dar razón de por
qué deben existir así y no de otro modo» (Leibniz, 1982: 602).
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La producción filosófica heideggeriana se despliega fundamentalmente en dos etapas. La
primera de ellas, entre 1927 y 1936, es la etapa de su filosofía existencial, es decir, es el
momento en que se sirve de la analítica existencial como instrumento o «prolegómeno» para
replantear la pregunta tradicional de la metafísica, la pregunta por el «ser», como pregunta
por el «sentido de ser» (claramente desde los primeros párrafos de Ser y tiempo, como veremos
nosotros en esta clase). En esta etapa entiende nuestro autor que el sentido de ser es
íntimamente dependiente del tiempo, por esto podemos considerarla como marcada por una
búsqueda del «ser del tiempo». Se trata, pues, del preguntar por el ser en el horizonte el ente
humano, del Dasein (Colomer, 1990: 466). Las obras principales de esta etapa son: Ser y tiempo
(1927), publicado en el Jahrbuch für Philosophie und phänomenologische Forschung, editado por
Edmund Husserl; Kant y el problema de la metafísica (1929); 1929: De la esencia del fundamento
(1929); ¿Qué es metafísica? (1929) y Cuadernos negros (1931-1939).
La segunda etapa es la ontológica, de la filosofía del ser, del pensamiento del ser. Es la etapa
que se denomina Kehre (viraje o giro del pensar) de Heidegger. Se trata de un segundo periodo
en el que, como el propio autor señala, concibe su pensamiento como el desarrollo de una
«historia del ser». El objetivo fundamental de esta «historia del ser» radica en la comprensión
de los vínculos entre el desarrollo de la cuestión del ser en la filosofía y la historia de Occidente
(aunque no señalado por muchos, encarar este momento según este enfoque, nos lleva a
reminiscencias hegelianas). Esta segunda etapa ya no pretende abordar el «ser del tiempo»
sino más bien los «tiempos del ser», en este sentido puede ser comprendido el viraje que se
produce en su filosofía. En esta etapa Heidegger orienta su pensamiento hacia el ser mismo
(Colomer, 1990: 466). Las obras principales de la segunda etapa son: Contribuciones a la
Filosofía (Del acontecimiento) (1936); Hölderlin y la esencia de la poesía (1937); Doctrina de
Platón acerca de la verdad (1942); De la esencia de la verdad (1943); Interpretaciones de Hölderlin
(1944); Carta sobre el humanismo (1947); Caminos de bosque (1950); Introducción a la Metafísica
(1953); ¿Qué significa pensar? (1954 y corresponde a lecciones en el semestre de invierno de
1951-1952 y lecciones en el semestre de verano de 1952); De la experiencia del pensar (1954);
Conferencias y artículos (1954); ¿Qué es eso, la filosofía? (1956); Sobre la cuestión del ser (1956);
Identidad y diferencia (1957); Desasimiento (1959); Nietzsche (1961); La pregunta por la cosa
(1962); Heráclito, publicado en colaboración con Eugen Fink (1970); Schelling (1972) y Cuatro
seminarios (1977).
Como ocurre con otros/as pensadores/as, p. ej., con Michel Foucault, sus seminarios dictados
han sido publicados como libros. A continuación, mencionamos algunos de ellos: Problemas
selectos de fenomenología pura (semestre de invierno 1919-1920); Introducción a la
fenomenología de la religión (semestre de invierno 1920-1921); Agustín y el neoplatonismo
(semestre de verano de 1921); Ontología (hermenéutica de la facticidad) (semestre de verano
de 1923); Prolegómenos para la historia del concepto de tiempo (semestre de verano de 1925);
Lógica. La Pregunta por la verdad [Semestre de Invierno 1925/26] y Los problemas
fundamentales de la fenomenología (semestre de verano de 1927).
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La genealogía de un/a pensador/a hace referencia a los/as distintos/as filósofos/as que han
influido significativamente en su producción intelectual. P. ej., en la obra de Heidegger los
filósofos antiguos más significativos para su producción han sido los presocráticos
Anaximandro, Heráclito, Parménides, así como también Platón y Aristóteles. Entre los
filósofos llamados medievales hallamos a San Agustín, Tomás de Aquino, Juan Duns Scoto,
Francisco Suárez. Entre los filósofos modernos encontramos a René Descartes, el ya aludido
Leibniz, Immanuel Kant, Friedrich Schelling, G. W. F. Hegel, Søren Kierkegaard y Friedrich
Nietzsche. Y entre los filósofos de los siglos XIX y XX hallamos a Wilhelm Dilthey, al también
ya mencionado Husserl y Max Scheler.
La filosofía heideggeriana se inserta entre las tradiciones de la filosofía en los siglos XIX y
XX. Si hiciéramos una cartografía de la filosofía entre esos siglos hallaríamos, sin dudas, a los
maestros de la sospecha (Nietzsche, Sigmund Freud y Karl Marx) y su crítica al sujeto
cognoscente moderno, respecto de los cuales ya hemos tenido oportunidad de trabajar sus
posiciones. También hallaríamos las ciencias del espíritu (Dilthey); la lógica formal (Gottlob
Frege, Bertrand Russell, Alfred Whitehead); la fenomenología (Husserl); las corrientes de la
filosofía francesa como el estructuralismo o el existencialismo; el pragmatismo
norteamericano; el neopositivismo o filosofía analítica como reacción contra la metafísica (p.
ej., el Círculo de Viena); las tradiciones del marxismo en el s. XX (p. ej., la Escuela de
Frankfurt); para nombras solo algunas de ellas (Izuzquiza, 2000).
Ahora bien, hemos dicho que la problemática filosófica heideggeriana forma parte de las
escuelas fenomenológicas y de las filosofías de la existencia. Por un lado, la fenomenología
será un movimiento filosófico que surge a partir de los desarrollos de Husserl. Entre los/as
autores/as más destacadas de esta última hallamos además de nuestro autor a Karl Jaspers,
Gabriel Marcel, Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir. Lo que llamamos «filosofías de la
existencia» consistió en un movimiento filosófico que heredó del cataclismo de las dos guerras
mundiales la preocupación común por el ser del ser humano, y que se enmarcó en la
disolución de los «grandes discursos» kantiano, hegeliano y marxista: humanidad, progreso,
ciencia, civilización, etc. (Colomer, 1990: 443). La preocupación filosófica por el sentido de la
existencia humana, la muerte, el dolor, la libertad, la decisión moral. Hay, en efecto, un quiebre
de los ideales e ilusiones del mundo europeo desde el s. XVIII en adelante: humanidad,
progreso, ciencia, civilización, etc. (Colomer, 1990: 443). Los filósofos de la existencia
aminoran el valor y la importancia del conocimiento abstracto y conceptual y ponen en su
lugar una experiencia afectiva (Colomer, 1990: 444).
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Sobre el método fenomenológico
La existencia del Dasein alude al modo de ser propio del ser humano, al hecho de ser una
relación que se relaciona consigo mismo, con su propio ser. El ser del Dasein es abierta, en el
sentido de que somos lo que en cada caso decidimos ser. La existencia expresa ese ente que es
el Dasein en tanto que existe en tensión consigo mismo y cuyo ser se presenta como tarea y
quehacer, como proyecto de sí mismo (Colomer, 1990: 471).
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posible preguntar por el ser sin dirigirse al Dasein como ente capaz de conocer al ente como
ente y, por ello, como el ente implantado en el ser (Colomer, 1990: 472). De allí que la
hermenéutica o analítica existencial del Dasein en tanto ser-en-el-mundo es el requisito
fundamental para responder la pregunta por el sentido del ser. El análisis de la existencia en
Heidegger no se hace en vistas a ella misma, sino en vistas al ser, del que el hombre ser
humano una precomprensión originaria. La filosofía de Heidegger puede ser pensada como
una filosofía existencial en tanto que la pregunta por la existencia constituye solo un paso
previo a la pregunta por el ser, es decir, en una filosofía del ser (Colomer, 1990: 445). El Dasein
es como ente ontológico capaz de ponerse la cuestión del ser, entre privilegiado en el que el
ser se revela (Colomer, 1990: 452). Heidegger aplica la fenomenología a la existencia humana
y transforma, por influjo de Dilthey, en hermenéutica existencial (Colomer, 1990: 465). El
«ser-en-el-mundo»" (das In-der-Welt-sein).
Heidegger cuestiona que haya que entender el ser desde la razón y el lógos. Es preciso poner
la cuestión del Dasein como previa a la cuestión del ser, pero hay que ponerla de un modo
nuevo que rechaza la actitud tradicional en esta materia. Por ello, entiende al Dasein en tanto
que se relaciona con el ser más como ens operans que como ens cogitans, como existente
concreto que conoce al ente en la medida en que lo incluye en un proyecto de ser del que no
es dueño (Colomer, 1990: 473).
La obra Ser y tiempo fue publicada por Heidegger en el año 1927. En ella sostiene la necesidad
de volver a plantear la pregunta por el sentido del ser. Una pregunta que, desde los filósofos
griegos, concretamente desde Platón y Aristóteles, ha caído en el olvido del desarrollo del
pensamiento filosófico occidental. Y para poder responder esta pregunta se torna necesario
realizar previamente una analítica existencial del Dasein, es decir, un análisis fenomenológico
de ese ente tan singular capaz de hacerse la pregunta en cuestión: el ente humano. A su vez,
la cuestión del tiempo tiene que ver con que este es constitutivo del Dasein y sirve además de
horizonte de comprensión del ser en general.
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Esta obra está estructurada del siguiente modo. Consta de una Introducción, cuestión que será
objeto de nuestra lectura y estudio; y dos partes. Heidegger solo desarrolla en esta obra la
primera parte, que titula «La interpretación del Dasein por la temporeidad y la explicación del
tiempo como horizonte trascendental de la pregunta por el ser». Y a su vez la subdivide en
dos secciones. La primera sección se titula «Etapa preparatoria del análisis fundamental del
Dasein» y la segunda sección, «Dasein y temporeidad». Cada sección se compone de seis
capítulos cada una de ellas. Heidegger no llegó a desarrollar ni la tercera sección2 de la primera
parte ni toda la segunda parte, que hubieran sido publicadas en un segundo tomo,
precisamente por su Kehre o «viraje» o «giro de su pensar». De modo que Ser y tiempo es una
obra inconclusa (Rivera y Stuven, 2008: 15-16).
Por otro lado, para una mejor comprensión del texto obligatorio recomiendo la atenta lectura
del libro de Jorge Eduardo Rivera y María Teresa Stuven titulado Comentario a Ser y tiempo
de Martín Heidegger: Vol. 1 Introducción (Rivera y Stuven, 2008). Se trata de un texto de poco
más de cien páginas que se dedica a comentar línea por línea, casi como los comentarios
escolásticos, solo la introducción de Ser y tiempo. De hecho, yo me he servido de él para
escribir esta clase.
Iniciaremos con un comentario al breve texto con el que se inicia Ser y tiempo, a partir de una
cita del diálogo platónico Sofista (Platón, 2000). Se trata de retomar la pregunta filosófica por
excelencia, es decir, la pregunta por el ser, se trata de averiguar qué es exactamente el tò ón,
ser. La pregunta en cuestión es una vieja pregunta de la filosofía, ya Parménides y Platón,
entre otros, se la habían formulado, de modo que Heidegger busca anudar su propia
investigación de Ser y tiempo con la tradición y mostrar así la continuidad de su investigación
con la filosofía más antigua (Rivera y Stuven, 2008: 17). ¿Sabemos nosotros con precisión y
claridad lo que queremos decir con la palabra «ente» o «ser»?, ¿ha cambiado en algo respecto
a la situación de Platón? De ningún modo. Hoy en día no estamos en una situación mejor
respecto de lo que quiere decir «ente», de lo que quiere decir «ser». No sabemos propiamente
lo que decimos cuando decimos «es». ¿Qué es exactamente, o sea, con precisión teórica,
teoréticamente, lo que decimos cuando decimos «ser»? Y no sabemos responder, por eso nos
hallamos en una aporía. De modo que es necesario plantear nuevamente, retomar la pregunta
por el sentido del ser, esto es, lo que queremos decir, lo que mentamos cuando nos decimos
«ser». Se trata de rehacer la pregunta por el sentido del ser. A lo largo de la tradición se ha
ido perdiendo el sentido para el enigma que encierra la palabra «ser». Es necesario despertar
nuevamente un sentido (la importancia, la necesidad, la urgencia) para plantear nuevamente
la pregunta por el ser. Si no nos hallamos perplejos por no entender en un sentido
estrictamente teórico lo que significa «ser» es porque «creemos» ya saberlo. Y este es el
problema, precisamente: creemos saber algo que en verdad no sabemos.3
2 La tercera sección de la primera parte llevaría por título «Tiempo y ser». Años después, en 1962, dicta una
conferencia que titulará del mismo modo. En cierto sentido, pues, esta conferencia continúa el tratado de 1927,
aunque su contenido no puede ser añadido sin más al de Ser y tiempo. Sin embargo, según el editor general de la
Martin Heidegger Gesamtausgabe, Friedrich-Wilhelm van Herrmann, la segunda mitad de Ser y tiempo fue
desarrollada en el curso que Heidegger dio en Marburgo durante el semestre de verano del año 1927, que ha sido
publicado con el título Los problemas fundamentales de la Fenomenología (Heidegger, 2000).
3 Imposible no recordar aquí el genial pasaje de la obra de Platón Apología de Sócrates, donde Sócrates dice lo
que transcribo a continuación: «Me dirigí a uno de los que parecían ser sabios, en la idea de que, si en alguna
parte era posible, allí refutaría el vaticinio y demostraría al oráculo: "Éste es más sabio que yo y tú decías que lo
era yo." Ahora bien, al examinar a éste —pues no necesito citarlo con su nombre, era un político aquel con el que
estuve indagando y dialogando— experimenté lo siguiente, atenienses: me pareció que otras muchas personas
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El propósito del tratado Ser y tiempo consiste en elaborar en forma concreta la pregunta por
el sentido del «ser». Elaboración significa el desarrollo completo y exhaustivo de la pregunta
y su respuesta; y concreto significa el hecho de desplegarla en todas las direcciones posibles
como una actitud de la existencia humana, tanto lo que implica en lo preguntado como en el
preguntar mismo (Rivera y Stuven, 2008: 21). Por su parte, el tiempo como tiempo originario
es el horizonte de posibilidad para toda comprensión del ser. Tiempo implica la existencia
humana, Dasein. El tiempo es el sentido del ser del Dasein, puesto que es constitutivo del
Dasein y sirve de horizonte de comprensión del ser en general.
Esta obra busca aclarar el sentido del ser, y lo hará a la luz del tiempo originario. Ser y tiempo no
significa Ser y, además, tiempo. Sino que significa: Ser, desde el tiempo. Ser, visto o comprendido
desde el tiempo. (Rivera y Stuven, 2008: 21-22)
Como dijimos, el capítulo primero está compuesto por cuatro parágrafos que comentaremos
seguidamente.
La pregunta que interroga por el sentido del ser ha caído en el olvido. Ha sido olvidada por la
tradición filosófica posterior a Platón y Aristóteles. Para Heidegger es necesario repetirla
explícitamente. Nuestro autor sostiene que la pregunta por el sentido del ser (Sinn von Sein) o
de la pregunta por el ser se halla hacia 1920 en una situación de olvido (Vergessenheit). Esto
es, un mero no plantearse la pregunta por el sentido del ser, pregunta que mantuvo en vilo la
investigación de Platón y Aristóteles, y que desde entonces enmudeció como pregunta
temática de una efectiva investigación. De modo que, para nuestro autor, se trata de la
creían que ese hombre era sabio y, especialmente, lo creía él mismo, pero que no lo era. A continuación, intentaba
yo demostrarle que él creía ser sabio, pero que no lo era. A consecuencia de ello, me gané la enemistad de él y
de muchos de los presentes. Al retirarme de allí razonaba a solas que yo era más sabio que aquel hombre. Es
probable que ni uno ni otro sepamos nada que tenga valor, pero este hombre cree saber algo y no lo sabe, en
cambio yo, así como, en efecto, no sé, tampoco creo saber. Parece, pues, que al menos soy más sabio que él en
esta misma pequeñez, en que lo que no sé tampoco creo saberlo» (Platón, 2010: 8, Apología de Sócrates, 21 b-d).
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necesidad de retomar la pregunta de los griegos al respecto: es necesario hacer de nuevo esta
pregunta, no reiterarla, sino reformularla de un modo nuevo, desde hoy.
Sobre la base de la interpretación griega respecto del ser, se ha constituido un dogma que
declara superflua la pregunta por el sentido del ser y que además ratifica y legitima su
omisión. Al hacerlo, lo primero que uno constata es que el concepto de «ser» es el más
universal y vacío:
Sobre la base de los comienzos griegos de la interpretación del ser, llegó a constituirse un dogma
que no sólo declara superflua la pregunta por el sentido del ser, sino que, además, ratifica y legitima
su omisión. Se dice: el concepto de «ser» es el más universal y vacío. (Heidegger, 2012: 23)
El § 2 trata acerca de la estructura de la pregunta por el ser. En tal sentido hay que tener
presente que una pregunta no es meramente una frase interrogativa, es un acto de la
existencia humana, que implica ciertas cosas, se orienta hacia algo perfectamente definido y
busca algo. Este acto tiene una estructura y en esto consiste el contenido de este parágrafo, se
trata la mostración de qué es lo que tiene que ocurrir cuando hacemos la pregunta que
interroga por el sentido del ser. El hecho de preguntar es un comportamiento, es decir, es un
acto del Dasein. La pregunta filosófica no es una mera formulación racional, sino un acto que
el ser humano hace, es un momento de su existir. Y todo preguntar es un buscar. El preguntar
está guiado por aquello que se busca, se pregunta porque se busca algo, eso que se busca es lo
que orienta la acción de preguntar. Preguntar es, pues, buscar conocer el ente en lo que
respecta al hecho de que es y a su ser-así. Preguntar es un buscar cognoscitivo del ente en su
«que es». Lo que se busca conocer es algo relativo a un ente, es decir, a algo que «es». El
preguntar teórico es «investigar»: buscar conocer en qué consiste la cosa por la que se
pregunta, saber «qué es» algo es determinarlo. Los momentos estructurales de todo preguntar
son los siguientes, según nuestro filósofo: a) lo puesto en cuestión (das Gefragte): la cosa
acerca de la cual se pregunta algo; b) lo interrogado (das Befragte): aquello o aquél de quien
se quiere obtener la información; y c) lo propiamente preguntado (das Erfragte): aquel aspecto
preciso al que la pregunta propiamente va orientada (Rivera y Stuven, 2008: 42-43).
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Para Heidegger, la pregunta por el sentido del ser posee un carácter. ¿Qué es lo buscado en
esta pregunta? Es el sentido del ser. Pero el Dasein se mueve de suyo desde una comprensión
originaria del ser o una pre-comprensión del ser, de modo que el sentido del ser ya se haya en
el Dasein a su disposición. El sentido del ser está «sentido» en nuestra existencia cotidiana.
Que esté sentido no significa que esté explícito, explicado, teoretizado. Su explicitación es la
tarea que se propone la pregunta por el sentido del ser. La misma pregunta «¿qué es "ser"?»
se mueve en la comprensión inmediata y ordinaria del ser. Y el tiempo originario es, como
dijimos, el horizonte de la conceptualización del sentido del ser.
Ahora bien, ¿qué es lo puesto en cuestión en la pregunta por el sentido del ser? Lo puesto en
cuestión en la pregunta por el ser es el «ser» mismo, esto es, cuál es su sentido. Ser es aquello
que determina al ente en cuanto ente, es lo que le da al ente su condición de tal. El ser es
aquello que hay que tener en vista para comprender algo como ente. Aquí se torna necesario
establecer la diferencia entre «ser» y «ente» o «diferencia ontológica»: el ser del ente no «es»,
él mismo, un ente. El ser rompe toda delimitación: ser puede hallarse y aplicarse en cualquier
cosa. Es algo que está más allá de todo «qué», de toda entidad. El ser es lo que hace posible a
todo «qué». Si el ser se distingue de todo ente, entonces su modo particular de ser mostrado
será distinto del modo como se muestra el ente, se des-cubre el ente. El modo como el ser es
teóricamente mostrado, es del todo diferente del modo como es mostrado el ente.
Por otro lado, lo preguntado, lo interrogado en la pregunta por el ser reclamará conceptos
propios, distintos de los conceptos con los cuales se explicita el ente. Lo interrogado en la
pregunta por el ser es el ente mismo. Para ello es preciso recurrir al método fenomenológico.
¿En cuál ente se debe leer el sentido del ser, desde cuál ente se deberá arrancar la apertura del
ser? Desde el Dasein, desde el ente humano. De modo que la comprensión del Dasein
«arranca» la apertura del ser, en el sentido de que, comprendiendo el ser del Dasein,
comprendemos en él la comprensión del ser que en él se encuentra esencialmente. Y en esa
comprensión queda abierta la comprensión del ser en general. Para Heidegger, el Dasein tiene
una primacía esencial sobre todo ente, por el hecho de que el Dasein lleva en su ser mismo la
comprensión del ser.
El Dasein es un ente privilegiado en la pregunta por el ser. Para poder elaborar la pregunta
por el ser es necesario hacer que este ente que pregunta, el Dasein, se vuelva transparente en
su ser. El Dasein no es otra cosa que el ente que somos en cada caso nosotros mismos y que,
entre otras cosas, tiene esa posibilidad de ser que es el preguntar. Dasein es el ente en cuyo
ser se abre el Da, el ahí, para la manifestación del ser, Sein. El Dasein es el ente que está
constitutivamente determinado por la comprensión del ser. El planteamiento explícito y
transparente de la pregunta por el sentido del ser exige entonces la previa y adecuada
exposición de un ente, el Dasein, en lo que respecta a su ser. Por esta razón, la filosofía del
primer Heidegger puede ser comprendida como una filosofía existencial, pues su indagación
filosófica recaerá sobre la singularidad de ese ente que es el Dasein.
La pregunta por el ser tiene una primacía, una superioridad sobre toda otra pregunta
ontológica, es decir, relativa a las ontologías regionales. Se trata pues de una ontología
fundamental (Rivera y Stuven, 2008: 62-63). El desarrollo de esta pregunta es especialmente
importante para las ontologías regionales que se hallan a la base de todas las ciencias, en tanto
que estas son modos de descubrimiento de los entes. En efecto, solo si queda aclarado el
sentido del ser en cuanto tal, se está en posesión de un saber que puede dar razón de todas las
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diferencias regionales del ser. La pregunta por el ser es la más concreta en tanto que es la que
ilumina el trabajo de las ciencias y su habérselas con los entes. Ser es siempre, como hemos
indicado, el ser de un ente, de allí que no hay ser sin ente. Además, el ser desborda todo ente,
pero, a la vez está en él. Heidegger establece una distinción entre la investigación de carácter
precientífico y espontáneo, la experiencia vital, y el desarrollo de la investigación científica o
filosófica. Para Heidegger, todas las ciencias estudian una región particular del ser y lo hacen
bajo la pretensión de determinar lo que el ente sea.
La primacía óntica de la pregunta por el ser se refiere al hecho de que el Dasein es, en cuanto
ente, un ente destacado entre todos los demás. Precisamente su propio modo de ser es lo que
lo hace destacarse por sobre todos los otros entes. Este modo propio de ser del Dasein es la
comprensión preontológica del ser. Por comprensión preontológica, Heidegger alude a una
comprensión vital, propia de la cotidianidad existencial, antes que teórica o filosófica:
El Dasein es precisamente ese ente que él es porque tiene en su ser mismo una comprensión
preteorética (preontológica) del ser. Al hacer la pregunta teórica por el ser en cuanto tal no se hace
otra cosa que «radicalizar» esa comprensión preontológica del ser. O sea, la pregunta por el sentido
del ser en general surge de una primacía óntica del Dasein sobre los demás entes. Y eso nos obliga
a dirigirnos primeramente al Dasein si queremos plantear realmente la pregunta por el sentido del
ser. (Rivera y Stuven, 2008: 63)
Notas sobre el «Capítulo 2. La doble tarea de la elaboración de la pregunta por el ser. El método
de la investigación y su plan»
Al igual que el capítulo primero, el capítulo segundo también está compuesto por cuatro
parágrafos que comentaremos seguidamente.
§ 5. La analítica ontológica del Dasein como puesta al descubierto del horizonte para una
interpretación del sentido del ser en general
Ser y tiempo es un tratado en el que se realiza un cuidadoso análisis del «ser del Dasein» (una
«analítica ontológica del Dasein») como vistas a la apertura del horizonte dentro del cual
resulta posible y necesaria la «interpretación del sentido del ser en general». Este horizonte
que se abre con el Dasein no es otra cosa que el tiempo original (Rivera y Stuven, 2008: 79). El
Dasein tiene ciertamente una comprensión de su propio ser y, al mismo tiempo, una cierta
interpretación preontológica de sí mismo, pero ésta no puede servir como vía de acceso
teorético al ser del Dasein. El modo de ser del Dasein es distinto del modo de ser de todos los
demás entes que no son Dasein. Además, en el modo de ser del Dasein va implicado el hecho
de que el Dasein está abierto a los demás entes y al ser. Este peculiar modo de ser del Dasein
es un «existencial» (proyecto) y no una «categoría» (conceptualización). Es la primacía
óntico-ontológica del Dasein la razón de que al Dasein le quede oculta su específica
constitución de ser (Rivera y Stuven, 2008: 81). En el Dasein hay un conocimiento de sí mismo
que Heidegger llama preontológico porque no es un conocimiento conceptual o filosófico,
sino previo a toda conceptualización y a toda filosofía (Rivera y Stuven, 2008: 82). La analítica
existencial u ontológica del Dasein es un modo de intepretación del propio ser humano (Rivera
y Stuven, 2008: 83). La manera en que el Dasein puede acceder a sí mismo es logrando que el
Dasein se muestre en sí mismo y desde sí mismo; en efecto, es preciso que el Dasein se muestre
tal como es inmediata y regularmente en su cotidianidad. Es precisamente en la cotidianidad
donde se han de buscar las estructuras esenciales, es decir, las que se mantienen en todo modo
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de ser del Dasein fáctico como determinantes de su ser. En efecto, es con referencia a la
constitución fundamental de la cotidianidad del Dasein como se pondrá de relieve el ser del
ente (Rivera y Stuven, 2008: 84).
Por otra parte, «temporariedad» se refiere al tiempo del ser. El tiempo es el sentido, es decir,
el horizonte desde el cual se comprende el ser. Al Dasein le pertenece, como constitución
óntica, una comprensión preontológica del ser (Rivera y Stuven, 2008: 85-86).
Destrucción no significa aquí acabar con la historia de la ontología, sino más bien el des-
montaje de esa historia. Y este des-montaje significa el estudio de esa historia a partir de las
experiencias filosóficas que estaban a la base de todo lo que en la historia de la ontología se
ha dicho (Rivera y Stuven, 2008: 88). La destrucción de la historia de la ontología tiene por
propósito circunscribirla en lo positivo de sus posibilidades, esto es, acotarla en sus límites
(Rivera y Stuven, 2008: 93).
La «historicidad» del Dasein alude a la constitución de ser que es propia del acontecer del
Dasein en cuanto tal. El acontecer del Dasein es lo que llamamos historia. El «averiguar
histórico» es el modo de ser de la investigación histórica. Averiguación histórica respecto del
modo como la filosofía ha respondido la pregunta por el ser, o bien la ha olvidado. Entre los
referentes de la ontología tradicional que Heidegger afirma que hay que destruir hallamos a
Parménides, Platón, Aristóteles, Descartes y Kant (Rivera y Stuven, 2008: 88-90).
A estas alturas debería haber quedado claro que el objeto de estudio del tratado Ser y tiempo
es «el ser del ente» o «el sentido del ser en general», o sea lo que ha sido el tema clásico de la
ontología. Pero el método de indagación ha de ser distinto que el método empleado por las
ontologías tradicionales. La fenomenología consiste en una determinada concepción
metodológica que implica fundamentalmente «ir a las cosas mismas» (Rivera y Stuven, 2008:
98).
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2. Sobre el concepto «lógos» en la palabra fenomeno-logía. Lógos es entendida por
Heidegger como decir (Rede), como en Platón y Aristóteles. Legein en griego significa
«hacer ver por medio del lenguaje». Lógos significaría entonces el decir en el sentido
del hablar y, por lo tanto, del mostrar, del hacer ver. De modo que decir es hacer
patente algo, mostrar algo. Lógos entendido como Rede, es hacer patente (en griego,
deloûn) aquello de que se habla en la Rede. El lógos hace ver alguna cosa, hace ver algo,
hace ver aquello de lo que se habla, y lo hace ver para el que habla. Para Heidegger, el
lógos se relaciona con la verdad (en gr., alétheia), como descubrimiento, como sacar de
su ocultamiento el ente del que se habla y mostrarlo en su estar des-oculto (Rivera y
Stuven, 2008: 106-108).
Hemos dicho ya que Heidegger no concluyó el texto Ser y tiempo. En efecto, del plan inicial
de la obra, que contenía dos partes, solo escribirá la primera, y de esta primera parte se
desarrollarán dos de las tres secciones proyectadas (Rivera y Stuven, 2008: 122-123).
Bien pues, hasta aquí entonces nuestro breve recorrido respecto de los elementos centrales
que se desprenden de la lectura del texto heideggeriano. No se olviden de apoyarse con la guía
de lectura al leer el texto obligatorio ni tampoco de enviar sus consultas por el foro que
habilitado en nuestra aula virtual. ¡Hasta la próxima!
Bibliografía fuente
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• Heidegger, Martin (1997), "Introducción. Exposición de la pregunta por el sentido del
ser ", en su Ser y tiempo, Santiago de Chile, Editorial Universitaria, pp. 25-63.
Bibliografía secundaria
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• Rojas Jiménez, Alejandro (2016), «Informe bibliográfico sobre la obra de Martin
Heidegger», en Contrastes. Revista Internacional de Filosofía, [S.l.], v. 14. Disponible en:
http://www.revistas.uma.es/index.php/contrastes/article/view/1413
• Safransky, Rudiger (2003), Un maestro de Alemania. Martin Heidegger y su tiempo,
Barcelona, Tusquets, 543 p.
• Waelhens, Alphonse de (1986), La filosofía de Martin Heidegger, Puebla, Universidad
Autónoma de Puebla, 332 p.
• Watts, Michael (2003), Heidegger. Guía para jóvenes, Salamanca, Lóguez, 111 p.
• Xolocotzi Yáñez, Ángel (2013), Heidegger y el nacionalsocialismo. Una crónica, Plaza y
Vades Editores, 198 p.
Otros documentos
Novelas
• Feinmann, José Pablo (2007), La sombra de Heidegger, Buenos Aires, La Página, 144 p.
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