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YO, TÚ Y HUSSERL.

ESTUDIO DE LA ALTERIDAD EN LAS MEDITACIONES


CARTESIANAS
Jesús Navarro Reyes. Sevilla.

Propongo que nos enfrentemos a una cuestión fundamental desde una óptica
determinada. La cuestión , la alteridad; la óptica, la ofrecida por Edmund Husserl en
sus Meditaciones cartesianas'. En esta obra, elaborada a partir de u.nas conferencias
de 1929, encontramos un Husserl que está a medio camino entre las Ideas para una
fenomenología pura y La crisis de las ciencias europeas; en este momento no ha
llegado aún a su estado de madurez absoluta, no ha encontrado todavía la
formulación perfecta de sus ideas, y este hecho lo intentaremos poner de manifiesto
en esta comunicación desde el tema que nos hemos planteado: la alteridad, la
existencia del yo ajeno.
Respecto al tema de la alteridad, el sistema husserliano de las Meditaciones es
imperfecto, pues, en su sentido más radical, la alteridad es inconcebible desde esta
fenomenología en particular.
Para empezar hagamos un breve repaso de las líneas generales que rigen la
fenomenología husserliana en torno a 1929.
La idea cartesiana de "pienso, luego existo" tiene un papel fundamental en las
Meditaciones cartesianas . Husserl encuentra en ella el pilar básico sobre el que
construir el edificio absolutamente seguro y estable de la fenomenología
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transcendental • Medi ante el cogito , la existencia del yo queda asegurada junto con
una gran cantidad de contenido "fenomenológico", pues tan seguro es que yo pienso
como que yo percibo, siento, creo, etc. El mundo, como algo externo a ese ego que
he salvado, es dudoso e incierto, motivo por el cual la fenomenología transcendental
prescinde de él, ya que aspira a ser una ciencia de rigor absoluto. La fenomenología
no debe pretender hacer afirmaciones acerca de ese mundo que Husserl atribuye a la
"actitud natural". Husserl propone a cambio que, frente a esta actitud, mediante la
llamada reducción fenomenológica, entendamos el mundo como el correlato de
aquello que percibo, siento, creo. Esto es posible, ya que todos estos actos son
intencionales, refieren en principio algo distinto de sí mismos: percibo algo, siento
algo, creo algo. Ese algo, en lugar de ser entendido como ajeno a esas vivencias,
debe plantearse como su complemento correspondiente. El mundo, desde la
fenomenología transcendental, no puede concebirse de otro modo que como "una
idea correlativa a la idea de una evidencia empírica perfecta, una síntesis acabada
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de experiencias posibles" • Por lo tanto, la fenomenología puede aprehender el
mundo con una seguridad absoluta (apodíctica), pues lo plantea a partir de la verdad
eterna del cogito. De ese modo, la fenomenología transcendental se muestra como

'Fondo de CulturaEconómica,Madrid, 1985.


' Ibid, § 8 y passim.
' !bid, pág. 114.
Pensar lo humano. Actas del II Congreso Nacional de Antropología Filosófica
Ed. Iberoamericana / SHAF, Madrid, 1997
II ConFeso Nacional de Antropología Filosófica 157
Pensar lo humano
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hecho de que el otro es esencialmente para mí un abismo que nunca podrá ser
una exposición del ego alcanzado en el pienso (percibo, siento, creo, ...) luego existo, correlato perfecto de un acto de conciencia mío .? .
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una egología. . . , bl Husserl se enfrenta a la aporía mediante la noción de analogía • En la situación
La ontología se ha reducido a ciencia de la conc1enc1~: lo ente_solo es pensa e del ego cogito, que duda sistemáticamente de la realidad ,del mundo, no se puede
como correlato intencional de un acto de conci~nci~ efe~t1va o po~1ble. Aquello _que afirmar sin más que tras los cuerpos humanos que veo se encuentren subjetividades
no pueda por principio presentarse a la conc1enc1a, m ahora m nunca, ~o ~1ene similares a la propia . Los otros están reducidos a meros cuerpos físicos (Korper),
sentido dentro de la fenomenología transcendental: Husserl establece un crit~rto de pues no estoy absolutamente seguro de su realidad psíquica, ya que ésta podría ser
sentido fenomenológico: sólo lo que se da o, en principio, puede darse, es factibl~ de una apariencia . En esta soledad metodológica el ego ha de recuperar a los otros y,
ser expresado, tiene sentido en el sister:1ª· P:e~isamente p~r ello no hay en el ?bJ~t?, con ellos, al mundo. El primer paso consistirá en captar las similitudes existentes
por complejo que éste sea, ni el mas mm11:10.resqu1c10 que sea por principio entre el cuerpo ajeno y el propio : "Si en mi esfera primordial surge destacado un
inaccesible a la conciencia: todas sus caractenst1cas han de ser correlatos de actos cuerpo físico (Korper) que es "parecido" al mío -o sea, de tal índice que ha de entrar
(noesis) del ego' . . ? en parificación fenoménica con el mío-[ ...] en el traspaso de sentido tiene al instante
Esto, con respecto al objeto. Pero, ¿qué nos encontramos c?n r~s;ecto al suJeto . que recibir el sentido de cuerpo vivo (Leib) desde el mío"' . El cuerpo humano ajeno
¿Es éste también absolutamente accesible como tal a la conc1en~ia. ~¡- caso de la es similar al mío propio, motivo por el cual le transfiero el sentido de cuerpo vivo, lo
propia subjetividad es el más claro: desechando los problemas_ ps1colog1cos q~e ~o capto como órgano . A lo largo del tiempo los movimientos y acciones del cuerpo
vienen al caso, el propio yo es totalmente mostrable en un ?onzonte de expenenc1a ajeno, comprendidos ya como conducta, me confirman la transferencia que he
posible . El autoconocimiento no tiene Hi:rutes: el yo propio no ofrec~ pr?blemas, efectuado; progresivamente tomo seguridad de la existencia del otro, apercibo su
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pues es tan claro como un objeto cualqmera. Gracias a esta autoconciencia puede subjetividad a través de la percepción de su cuerpo vivo y de su conducta • El ego
llegar a destilarse el yo puro, extraer el ego y diferenciarlo de sus actos Y de lo que le ajeno, en cierto modo, se me hace presente.
ocurre ' . . h r Pero esta presencia es indirecta y siempre imperfecta. De otro modo el otro se
Hasta aquí las objeciones que pueden hacerse al planteamiento usser iano no convertiría en un contenido de mi conciencia , se disolvería en sus atributos, perdería
son de gran importancia . . su alteridad. El problema, por lo tanto, sigue en pie: el otro mantiene aspectos
Pero a continuación nos enfrentamos al tema que realmente nos ocupa _hoy. la oscuros por necesidad para mi conciencia , algo que no tolera la fenomenología
alteridad. ¿Qué ocurre con el yo de otro? ¿Es el ego ~jeno i?ualment~ acces1ble_a1~ transcendental. Para que el otro tenga sentido en el sistema ha de ser el correlato de
propia conciencia? Si así fuese, no habría nada que d1ferenc1ase_alsuJ_etodel º?Jeto. una conciencia posible, he de poder concebirlo sin que pierda , su alteridad. La
los otros no serían más que "cosas" que están ahí para mí, no suJetos mdepend1entes solución la trae la propia transferencia de sentido por analogía que señalábamos : mi
con una consistencia propia . Husserl se da cuenta del pr~blema Y est~blece una ego transfiere al ajeno el sentido de yo que ha encontrado en sí mismo . La propia
diferencia esencial entre objeto y sujeto: mientras que el obJeto, como vimos an~es, subjetivid ad, como dijimos antes , es perfectamente consciente para uno mismo, no
ni entraña ni puede entrañar ninguna oscuridad absoluta, el suJeto es defimdo entraña secretos . Si transfiero al otro el sentido que he captado en mi propia
precisamente por tener una zana oscura i~expu?nable. _El otro no _puede ser llevado subjetividad, la suya ya no me es opaca, ha entrado en mi mundo de experiencia
sin más a Ja conciencia: es para mí un abismo macces1ble, pues si_lo que el otro es posible. Puedo entender al otro a través de mi ego, si opero en él las modificaciones
pudiese llegar plenamente a mi conciencia, no sería más que un objeto, una cosa .. Es convenientes. No queremos decir con esto que el otro sea meramente un duplicado
por ello que siempre se me oculta en tanto que sujeto, nunca puedo vert1rlo de uno mismo; Husserl propone distintos mecanismos para evitar ese problema. Los
plenamente en un contenido de conciencia . . , . . contenidos de conciencia (pensamientos, percepciones, sentimientos, creencias, ...)
Parece aquí que Husserl rompe el crite:io de ~entt~o que defimamos antes. s~ el
otro, por principio, es inaccesible a la propia conciencia, ¿cómo puede tener.sentido
en el sistema de la fenomenología transcendental? ¿No se reduce la alter~da~, _la 6
existencia de otro a un sinsentido? El problema estriba en. que, ~n prmc1p10, La analogía de la que Husserl nos habla no es un proceso psicológico ni un razonamiento
fenomenología y alteridad parecen absolutamente contrad1c~~nas: ¿como casar la por analogía. Lo cierto es que Husserl no aclara muy bien el significado del término,
pretensión fundamental de la fenomenología, la compr~ns_10_n del mund~ como dejándoloen una ambigüedad que, según Moreno Márquez,es un "testimonio de respeto a la
correlato de una conciencia efectiva y posible, con el pnnc1p10 de la altendad, el experienciaintersubjetiva", pues no busca claridad donde "no la hay ni quizás podría haberla
jamás" (cita de La intención comunicativa: ontología e intersubjetividad en la f enomenología
de Husserl, Thémata, Suplementos Serie Mayor, 1, Sevilla, 1989, pág. 226, nota 108).
' "Los objetos sólo son para nosotros, y sólo son para nosotros lo que son, en cuanto objetos 1
Meditaciones cartesianas, op cit, pág. 177.
de una conciencia real y posible", !bid, pág. 119. , ' La relación que se establece entre la percepción del cuerpo ajeno y la apercepción de su
' Husserl no aceptaba esta idea en sus Investigaciones lógicas (Altaya, Barcelona, l 995~ p~gs. psique es similar a la que existe entre el símbolo y lo simbolizado. Cf. Schütz, A.: "El
475-487), pero, a partir de Ideas para una fenomenología pura (Fondo_de ~ultura Econom1ca , problema de la intersubjetividad transcendental en Husserl", en el vol. col. Edmund Husser,
Madrid, 1985," 57 y 80) , la idea de Yo-puro no entraña para Husserl nmgun problema. · tercer coloquiofilosófico de Royaumont, Paidós, BuenosAires, l 968, págs. 291-329 .
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del otro he de concebirlos como si yo los tuviese estando allí, como si fuesen míos • Pero, para que esa esencia sea verdaderamente común, puesto que ha sido
El yo propio y el del otro tienen distintos modos de estar: ,Yºsi~mpre estoy ~quí para alcanzada exclusivamente a través de un individuo (yo), h~ de haber sido llevado a
mí mientras que él está constantemente en el modo all1, esta fuera de m1. Pero, a cabo un finísimo proceso de abstracción. El yo puro debe carecer por completo de
pe~ar de ello, yo puedo pensarme como estando allí.. Y n? sólo como es~ando allí, contenidos que lo determinen como sujeto concreto'3, ha de ser universal gracias a la
sino como estando allí siendo de otro modo. Puedo imaginarme como siendo otro abstracción.
que yo (siendo él) y como siendo de otro modo q_ueyo (sie~d~ c_omo é!), , Pero la abstracción está lejos de ser un ejerc1c10 libre de problemas y
Gracias a estos mecanismos puedo conceblf una subJel!v1dad aJena a la mia, contrariedades: Husserl preteride extraer del ego su yoidad (lchkeit) abstracta y
distinta de la mía, pero a partir de la mía, como posibilidad propia (fáctic~mente vacía. Esta pretensión le costó cara y él mismo se retrae de esta postura en La crisis
realizable o no). La egología fenomenológica aparentemente puede conduc!f a la de las ciencias europeas, pues, a pesar de lo que pensase en sus principios, el
alteridad· el otro manteniendo su abismo insondable, puede integrarse en un mundo conocimiento objetivo tiene límites 14.
de experiencia p~sible. Según esto, tiene sentido fenomenológico la alteri?ad. 10 • Dejando aparte los problemas internos de la abstracción", queda aún un
No son pocas las críticas que pueden hacerse a este planteaIDJento . Sm obstáculo que subyace al pensamiento husserliano de esta época: tácitamente,
embargo aquí nos vamos a centrar en una en particul_ar: la alteri?ad que puede implícitamente y, sobre todo , de manera acrítica, se identifica abstracción con
plantearse en el sistema fenomenológico de las Med1tacwnes c9rtesw,na_sn~ ~s una universalización. Esta identificación disuelve por necesidad la alteridad radical,
alteridad radical. Y utilizamos el término "radical" en su sentido mas mtmt1vo: el pues, para encontrar la raíz común al propio ego y al ajeno, no habría más que
otro no tiene raíces propias, se nutre de las del ego propio, de su corriente de abstraer lo suficiente a partir de uno de los dos: la esencia común saltaría a la vista.
vivencias, de sus posibilidades de conciencia. La oscuridad que enco,ntramos en el No obstante, al identificar abstracción con universalización, más que encontrar esa
otro es iluminada con las posibilidades del propio ego, y nunca podna por ello ser esencia común, se la pone sin más: si puedo universalizar mediante la abstracción, es
algo originariamente distinto de mí. ~a transfe~enci~ de sentido t;ansgrede _la porque la raíz que subyace, lo que queda tras la abstracción, es común.
alteridad radical: extrae al otro de uno rrusmo. El pnncipio de la egologia no permite Aceptar que la abstracción conduce a la universalización es desechar por
la cooriginariedad del yo y el tú, pues extrae a éste de aqué). , . . . principio la posibilidad de una alteridad radical. Si queremos comprender la
Husserl sigue en este punto una regla metodológi~a bas1ca de la c~encia alteridad radical no podemos partir del propio ego en un desarrollo apriórico de su
moderna: "debemos asignar tanto como sea posible a los mismos efectos las rrusmas constitución: el otro, como principio con raíces externas, ha de ser captado fuera de
causas"". El comportamiento del otro es similar al mío, luego ha de tener una mí. Dice Merleau-Ponty : "las correlaciones observadas entre mis mímicas y las del
subjetividad similar, cuyas particularidades son comp~en~i~les para mí en tanto que otro, mis intenciones y mis mímicas, pueden proporcionar, sí, un hilo conductor en
posibilidades mías. Pero esta regla, hipotética P?r .p~mcipio, la apile~ Husserl con el conocimiento metódico del otro ..., pero no me enseñan la existencia del otro"'º.
una pretensión absoluta de seguridad, de apod1ct1c1dad. Y no podna ser de otro El propio Husserl caminó en este sentido en obras posteriores, alejándose un tanto
modo desde su planteamiento, pues la egología consiste precisamente en extraer de de la egología para aceptar la dialéctica que se establece en el origen de la
la propia conciencia toda la validez de lo real: por ello el otro só)o puede ser fenomenología entre su pretensión crítica y el suelo cognitivo o mundo vital del que
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entendido como posibilidad de mi pr~~ia subjeti~id~d. La idea_es mt~resante y se nutre •
puede dar lugar a fructíferos desarrollos·, pues nos md1ca la esencia comun de todo Para que el problema de la alteridad sea afrontado con la radicalidad que merece
sujeto: aquello que es transferido por analogía. no puede ser planteado desde la egología, sino más bien desde la alterología,
partiendo de la diferencia, de la diversidad, y no de una unidad presupuesta, de "una
• El tema se plantea como una relación entre los términos ser (Sein), ser-así (Sosein) y poder-
ser-de-otro-modo (Andersseinkonen) . Moreno Márquez lo muestra a partir de dos expresiones
que utiliza Husserl: "wie wenn", como posibilidad efectivamente realizable, y "als ob", " "[ ...] no es el yo [...] nada que pueda tomarse por sí, ni de que pueda hacerse un objeto
posibilidad irrealizable pero imaginable . Op.Cit., pág. 229. propio de investigación. Prescindiendo de sus "modos de referencia" o "modos de
'° Algunas de ellas podemos encontrarlas en las siguientes obras: LEVINAS, Emmanuel: comportamiento", está perfectamente vacío de componentes esenciales, no tiene
Totalidad e infinito, Ed. Sígueme, Salamanca, 1977; Merleau-Ponty: Fenomenología de la absolutamente ningún contenido desplegable, es en sí y por sí indescriptible: yo puro y nada
percepción, Ed. Península, Barcelona, 1975 (20 parte, cap. 2: "El otro Y el mundo humano", más.", Husserl, E.: Ideas para una fenomenología pura y una filosofía fenomenológica,
pp. 358-376); Moreno Márquez: Op.Cit.; Ricoeur, P.: "Edmund Husserl, La cinquieme Op.cit., pág. 190.
14
Méditation Cartésienne", en A l'école de la fénoménologie, Vrin, París, 1993; Schütz, A.: Husserl afirma que "la razón objetiva no conoce límites" en Investigaciones lógicas,
~m . , Op.cit., pág. 280.
11Newton, Isaac: Principios matemáticos de la Filosofía natural, Tecnos, Madnd, 1987, pag. "Ver este tema en la intervención de E. Fink en Schütz Op.Cit., pág. 322.
1
461. ' Op.Cit., pág. 1 l l.
17
"Por ejemplo, Moreno Márquez, Op.Cit. y ''Tentativas sobre el rostro (Eidos y Punctum)", Ver La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología transcendental, Crítica,
en Er, Revista de Filosofía, nº 19, Er Editorial, Sevilla, 1994, pp. 103-129. Barcelona, 1991, § 2 y passim.
,..
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l
Razón que no recibe más que lo que ella se da a sí misma, que no hace más que
acordarse de sí misma", de una ontología que es "tauto log1a
' o ego 1og1~
' ,,18 . , .
Claro que la alterología carecería de la brillantez de una .egolo~ia apod1clica Y LOS DOBLES HUMAr-JOS: ,
sistemática, pero a cambio sería capaz de aceptar. e! abismo msondable q~e
ESTRUCTURA ANALITICA Y ESTRUCTURA EMPIRICA
encontramos en el otro, iniciando así una búsqueda mc1erta que par~- la egologia DELA VIDA HUMANA
carecía de sentido. La cuestión estriba ahora en si para nosotros tarnb1en carece de
Javier San Martín. Madrid.
sentido o no.

El tema que me he propuesto tratar en la sesión de la antropología filosófica


desde la fenomenología es un tema que a mí me gusta mucho y que no sé muy bien
si resume, aglutina o sencillamente es nuclear en mis estudios de la relación entre la
fenomenología y la antropología filosófica. Lo he titulado "Estructura analítica y
estructura empírica de la vida humana", aunque muy bien podría tener otros muchos
títulos. Con éste quiero aludir expresamente a la importancia que en la maduración
de esta concepción tiene Julián Marías. El poco tiempo de que se está disponiendo
en las comunicaciones hará que é~ta no resulte excesivamente pesada al menos en
cuanto al tiempo. Y esto es una suerte para ustedes y para mí un alivio.
Y digo esto, porque de otra manera me hubiera visto en la tentación de recurrir a
casi todos mis escritos sobre fenomenología, antropología filosófica y antropología
cultural, ya que mi tarea profesional -y en una gran medida, mi vida, con lp que eso
supone de aburrimiento abismal, lo reconozco- ha trascurrido desde al menos hace
veinticinco años exclusivamente en esas coordenadas, respecto a las cuales tengo
publicadas algunos cientos de páginas. Así que para suerte de ustedes, y creo que
también mía, me he visto obligado a tocar sólo algunos puntos de la amplia
problemática que debería ser tema de esta sección.
Cuando pensé en el posible que mejor pudiera sintetizar mi visión de la relación
de la fenomenología con la antropología filosófica oscilé entre muchas
posibilidades, ya que podía enfocar el tema desde muchos pulltos de vista, cada uno
de los cuales en su prolongación me llevaba a los otros. Pero me pareció que entre
todos ellos quizás el que más interés podría suscitar en este congreso era uno que
trataba de reivindicar la contribución española a la teoría de la antropología
filosófica desde la perspectiva además de la fenomenología. Precisamente porque
me sorprendía la escasa consideración que por lo general hacemos a lo nuestro, y,
sin embargo, en el tema de la filosofía del hombre la aportación española creo que es
verdaderamente sustanciosa; a mí, que venía de la filosofía alemana más dura, me
llamó poderosamente la atención, y por eso me pareció interesante insistir en ello, un
punto, que aunque no lo comparto totalmente, lo que me parece sano, creo que
debería estar presente en nuestras discusiones . Por eso pensé estudiar el contexto de
significación de la diferencia que Julián Marías formula , siguiendo a Ortega, entre
estructura analítica y estructura empírica. Y no sólo por el interés en sí que esa
distinción pueda tener, sino también porque esa distinción es el precipitado o
sedimentación de un considerable esfuerzo de pensamiento en torno al ser humano
u Mate, Reyes: "Identidad y alteridad en la cultura europea", Revista de Occidente, nº 140,
desde la fenomenología y que se sustancia o resume en el hecho de que un saber
Madrid, Enero de 1993, pág. 64.

lt
correcto del ser humano tiene que incluir una doble perspectiva; es decir, que la
antropología filosófica tiene que hablar necesariamente de un doble humano .
Voy a dividir mi ponencia en dos partes . En la primera expondré las tres
ii
aportaciones que a mí más me interesan sobre el doble humano, la de Husserl, la de
I\

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