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Ficha bibliográfica 7

Arquitectura europea: siglos XVIII y XIX

Los historicismos A partir de ahora la arquitectura se escinde en dos


corrientes: la arquitectura estilística idealista y la construc-
La historia estilística del arte europeo entra, hacia ción realista de ingeniería. (...)
mediados del siglo XVIII, en una nueva fase. El ciclo de los
grandes estilos de época, que se extienden a todos los La evolución de la arquitectura de ingeniero, al
géneros artísticos, parece haber llegado a su fin. El principio inadvertida o despreciada por la historia de la
historicismo infunde una cierta inseguridad. Si bien afirma arquitectura, se desarrolla de forma paralela a la de
que cada estilo pertenece a la época que lo engendró, estilos. Esta última prevalece durante el s. XIX como la
duda en conceder al propio presente el derecho a nuevas arquitectura propiamente representativa, que satisface el
formas no derivadas de ningún estilo histórico. El artista se gusto oficial y la necesidad de prestigio cultural.
encuentra ante el problema de la elección de estilo. ¿Debe
adherirse a uno de los estilos históricos o es mejor arrojar De HATJE, Ursula, Historia de los estilos artísticos, Ma-
el lastre del pasado, independizarse y crear para el pre- drid, Istmo, 1974.
sente un lenguaje actual? Estos interrogantes dan lugar
a una posición compleja, dubitativa y dividida que marcará
el arte del siglo XIX. La conciencia artística se escinde en
dos bandos que contienden violentamente entre sí: uno
que confía en la ejemplaridad del pasado e imita la
Antigüedad clásica, el Renacimiento o el Gótico; otro que,
consciente del presente, se plantea la resolución de los
problemas artísticos con medios de expresión nuevos. La filosofía del Iluminismo
La interpretación histórico-estilística ha de partir de El Iluminismo comienza, en Inglaterra y en Fran-
este dualismo. Cronológicamente la escisión se sitúa a cia, con el quebrantamiento de la forma precedente del
mediados del s. XVIII. Hacia esta época se inicia la conocimiento filosófico, la forma de los sistemas metafí-
adopción de los estilos históricos: hacia 1750 comienza el sicos. No cree en el derecho y en el rendimiento del “es-
inglés Horace Walpole la construcción de la mansión píritu de sistema”; no encuentra en él la fuerza sino más
neogótica de Strawberry Hill, y en 1757 comienza Soufflot bien un límite y un obstáculo para la razón filosófica. Pero
-quien ya en 1741 había dado una conferencia sobre el renunciando al “esprit de système” y combatiéndolo ex-
gótico- la iglesia clasicista de Ste. Geneviève (hoy plícitamente, no hace lo mismo en cambio con el “esprit
Panthéon) en París. El culto al pasado gótico y clásico systèmatique”, sino que intenta hacerlo valer y actuar de
aparecen simultáneamente y a menudo en la persona del un modo diferente y más enérgico. En vez de encerrar la
mismo arquitecto; su raíz común es la libertad de elección, filosofía dentro de los límites de un edificio doctrinario
que permite al artista decidirse por una u otra fórmula dado, en vez de ligarla a determinados axiomas, estable-
estilística. (...) La renovación de las formas arquitectóni- cidos de una vez para siempre, y a las deducciones que
cas antiguas iba acompañada de publicaciones de histo- no se pueden sacar, la filosofía debe desarrollarse en li-
ria, entre las que se ha de citar en primer lugar la Historia bertad y encerrar en este proceso inmanente la forma fun-
del arte de la Antigüedad (1763), de Winckelmann. Se damental de la realidad, la forma de todo el ser, tanto na-
creaban de esta manera, al mismo tiempo, los fundamen- tural como espiritual. Según esta concepción fundamen-
tos arqueológicos sobre los que podían construir los tal la filosofía no es un territorio particular de conocimien-
arquitectos. tos que se sitúan al lado o por encima de los teoremas del
conocimiento natural, del conocimiento del derecho o del
Pocos años después del redescubrimiento del Estado, etc., sino que es el medio universal en el que
Gótico y de la Antigüedad clásica, comienza la otra línea éstos se forman, evolucionan y encuentran su motivación.
de desarrollo, cuyos representantes no quieren ponerse Ya no se separa de la ciencia natural, de la historia, de la
bajo la tutela de estilos ya probados. En 1777 Abraham ciencia, del derecho, de la política, sino que constituye
Darby levanta el puente de arco sobre el Severn, de hierro para todas éstas, en cierto modo, el respiro vivificante, la
colado, en Coalbrookdale, donde dicho material encuen- única atmósfera en la que pueden subsistir y actuar. Ya
tra, por primera vez, aplicación en mayor escala. He aquí no es la sustancia del espíritu, separada y abstracta, sino
los modestos comienzos de una evolución que, gracias a que representa el espíritu como un todo en su pura fun-
su rápida difusión, se pone al servicio de las nuevas tareas ción, en el modo específico de sus investigaciones y de
constructivas de la era industrial, de las cuales derivará sus postulados, de su método, de su puro procedimiento
una nueva intencionalidad arquitectónica utilitaria. Sin cognoscitivo. Sin embargo, de esta forma todos los con-
embargo, no puede pasar inadvertido, en una observación ceptos y problemas filosóficos que el siglo XVIII parece
más atenta, que tampoco la arquitectura del hierro desde- simplemente haber recibido del pasado, quedan despla-
ña en sus comienzos el apoyo ornamental de los estilos zados y sometidos a un característico cambio de signifi-
históricos. cado. De formas fijas y completas pasaron a ser energías
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activas; de simples resultados se convirtieron en impera-
tivos. Por tanto, aquí está la importancia verdaderamente
productiva del pensamiento iluminista. (...).

... la dirección fundamental y la tendencia esencial


de la filosofía iluminista no apuntan a acompañar exclusi-
vamente la vida y acogerla en el espejo de la reflexión.
En cambio, cree en una espontaneidad original del pen-
samiento; no le asigna solamente méritos secundarios e
imitativos, sino la fuerza y la misión de plasmar la vida.
No sólo debe elegir y ordenar, sino también promover y
realizar el orden que considera necesario, y demostrar
precisamente con este acto de realización su propia ver-
dad y realidad.

(...) El pensamiento del Iluminismo derriba conti-


nuamente las rígidas barreras del sistema y trata de
substraerse, concretamente en los espíritus más ricos y
originales, a la severa disciplina sistemática. Su naturale-
za y su peculiaridad no se presentan en su máxima pure-
za y claridad allí donde se concreta en doctrinas y axio-
mas aislados, sino donde todavía está transformándose,
donde duda y busca, donde derriba y construye. El con-
junto de este incesante movimiento oscilante y fluctuante
no, puede disolverse en una simple suma de doctrinas
aisladas. La verdadera “filosofía” del Iluminismo es y si-
gue siendo algo diferente del conjunto de lo que han pen-
sado y enseñado sus mayores representantes, Voltaire o
Montesquieu, Hume o Condillac, d'Alembert o Diderot,
Wolff o Lambert. No se la puede poner de relieve dentro
de la suma de estas doctrinas y opiniones o en la simple
sucesión en el tiempo: en efecto, no consiste tanto en
determinadas tesis como en la forma y en el modo de la
disquisición conceptual.

Solamente en el acto y en el constante proceder


Portada del libro de Marc-Antoine Laugier, Essai sur l’architecture, París, 1753.
de esta disquisición se pueden comprender las fundamen-
tales fuerzas espirituales que lo dominan y solamente aquí
es posible sentir la palpitación de la vida íntima del pen- El Padre Laugier es un racionalista. En la querella de los
samiento en la época iluminista. La filosofía iluminista estetas sobre el origen de la Belleza común escribe entre
pertenece a esas obras maestras del arte textil “donde un otras cosas:
solo golpe de cárcolas mueve miles de hilos, donde las «¿Por qué las extravagancias del caballero Borromini,
lanzaderas saltan de un lado a otro y los hilos se entrela- que han gozado de la adhesión de toda Roma, se copian
zan sin verse”. incluso con afectación si ya no son tolerables? Un artista
licencioso no hará sino imaginar todo tipo de extrañas
De CASSIRER, Ernst, Die Philosophie der Aufklärung, singularidades; luego será bueno condenarle... Es
Tübingen, 1932. necesario oponerles un principio fijo que estará obligado
a cumplir.»

Laugier piensa que existe una belleza esencial en el arte,


pero nosotros nos esforzamos en definirla. Frézier objeta
las variantes del gusto en el espacio y en el tiempo. Estas
observaciones no demuestran, según Laugier, que fuer-
La teoría de Laugier tes diferencias de diversos edificios no tengan un principio
común de belleza. Es este principio lo que Laugier desea
descubrir. El libro del Padre Laugier intenta demostrar
El «Essai sur l’Architecture» del abad Laugier fue que este principio es la razón. La razón, he aquí la palabra
publicado en 1753. El volumen suscitó pronto vivas que aparecerá constantemente en sus escritos. Los
polémicas. La obra del Padre Laugier no carece de artistas ¿imitan tan bien la belleza como los defectos de
defectos: el dogmatismo de un hombre que juzga la la antigüedad? «Ellos mismos no se dan cuenta de lo
arquitectura más de acuerdo con la teoría que con la que están haciendo.» «La arquitectura posee las reglas
práctica, razonamientos a priori que se pueden rechazar de las que se debe poder obtener una sólida razón.»
con facilidad y algunas veces hasta contradicciones; pero
merece un examen porque reúne las ideas que presenta Todas las formas tienen una razón: «las partes de un
en los primeros tratados bajo una forma muy coherente orden arquitectónico deben emplearse de modo que no
y porque su doctrina, en su aparente rigor, ejerció una sólo decoren la construcción, sino que la compongan.
gran influencia tanto en Francia como en el extranjero. Es necesario que la existencia del edificio dependa

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claramente de su unión y que no se pueda quitar ninguna El Neoclasicismo
de sus partes sin que el edificio se derrumbe.» «Ya no
se considerarán como auténtica arquitectura todas las
trabazones aplicadas sobre las piedras y que sólo sirven El neoclasicismo es el estilo de la última etapa del
para decorar, de modo que podríamos eliminar la siglo XVIII, de la fase culminante, revolucionaria, de aque-
arquitectura a golpe de navaja de afeitar sin que el edificio lla gran explosión de búsqueda humana conocida con el
perdiera más que el ornamento.» Todas las formas, nombre de Iluminismo. El compromiso moral, la profunda
deben, por tanto, venir impuestas por la razón. seriedad, el alto, a veces visionario, idealismo de los libre
pensadores, philosophes y Aufklärer, todo se refleja en él.
La arquitectura, para ser racional, ha de ser natural: tiene De hecho, el neoclasicismo expresa, en sus formas más
por origen la cabaña, que está constituida por cuatro vitales, su espíritu de reforma que se esforzaba en conse-
soportes, de troncos de árboles, cuatro vigas guir, ya sea a través de un paciente progreso científico,
horizontales, y el techo. Este es el origen de la columna, como con su regreso catártico -a la manera de Rousseau-
del entablamento y del frontón. «hasta aquí, nada de a la simplicidad y pureza primitivas; un mundo nuevo y
bóvedas y mucho menos arcos, nada de áticos, ni de mejor gobernado por las leyes inmutables de la razón y de
pedestales, e incluso nada de puertas y ventanas. la equidad, un mundo en el cual l'infâme habría sido
Concluyo diciendo: en todo el orden arquitectónico nada écrasé para siempre.
más que la columna, el entablamento y el frontón pueden
entrar en la composición.» Laugier pone como ejemplo Además, fue el arte de una época que vio las más
la Maison Carrée de Nîmes. Llega a la conclusión de sus grandes revoluciones políticas y sociales producidas des-
postulados: las columnas deben ser circulares, no deben de la caída del imperio romano, revoluciones que transfor-
ser ahusadas o torcidas, deben llegar directamente al maron instituciones durante largo tiempo consolidadas y
suelo, por tanto, nada de pedestales. El entablamento que dieron origen a la Europa y a la América modernas.
debe apoyar en las columnas y formar una plataforma; Un arte de este tipo no podía ser "clásico" en una acepción
por tanto nada de arcadas, siempre pesadas, que simplificada del término. Estuvo profundamente signado
necesitan robustos pies derechos, y que son inútiles para por contradicciones internas: y su paulatina intransigencia
sostener estos entablamentos que en toda su longitud fue la consecuencia de asumir y tratar de resolver estas
no presentan ningún saliente. El frontón representa la tensiones íntimas. Sin embargo, en los aspectos positivos
punta del techo, por tanto nada de frontones postizos en de este complejo estilo es donde aparece su verdadera
el alzado mayor, al igual que no deben estar puestos en naturaleza, donde se pueden individualizar más clara-
las casas y en los castillos. El frontón debe ser triangular, mente sus relaciones con las aspiraciones generales de
por tanto nada de frontones rebajados, o de arco de medio la época. La revolución francesa se había propuesto,
punto. Los arquitectos del pasado han abusado de los según las palabras de Isaiah Berlin, "la creación o la
órdenes. restauración de una sociedad estable y armoniosa, funda-
da sobre principios inmutables: un sueño de perfección
Laugier previene las objeciones: «se dice que reduzco clásica, o, por lo menos, lo más parecido a eso que se
la arquitectura casi a nada, dado que conservo sólo las pudiera construir sobre la tierra. Predicó un universalismo
columnas, los entablamentos, los frontones, las puertas pacífico y un humanitarismo racional". Si la palabra "socie-
y las ventanas, y reduzco a poco o nada todo el resto. Es dad" la reemplazamos por "arte", estas afirmaciones pue-
cierto que despojo a la arquitectura de lo superfluo, que den servir también para definir la esencia de la revolución
la limpio de gran cantidad de bagatelas que aparecen neoclásica. (...)
como una ordinaria guarnición, que no dejo sino la
naturaleza y la simplicidad; pero se nos engaña, yo no El neoclasicismo maduró muy rápidamente, su
quito nada a la arquitectura, ni a sus obras, ni a sus florecimiento fue breve y luego sobrevino un período de
recursos. Yo la obligo a proceder siempre con simplicidad decadencia y de desvalorización, sobre todo en los años
y naturaleza. Así pues, ¿qué le queda al arquitecto? Le del Imperio, que ha menudo (y a esto no le falta una cierta
quedan las formas, que el arquitecto puede variar hasta ironía) es considerado el momento de su apogeo. Como
el infinito, como hace el músico con las siete notas es natural, mucho elementos fueron adoptados por el arte
musicales; le queda el relieve que procuran las columnas, del Imperio y terminaron transformándose en elementos
le quedan las proporciones.» del arte romántico; otros proveyeron motivos y fórmulas a
las academias y a las escuelas de arte (un estilo racional
Para el abad Laugier la belleza de un edificio reside como el neoclásico se prestaba muy bien para ser ense-
esencialmente en la aplicación racional de los elementos. ñado), y finalmente se convirtieron en la base del art
El es, después de Cordemoy, el autor de las teorías que officiel y del art pompier de la mitad del siglo. Pero lo peor
fueron retomadas a finales del siglo por constructores, iba a llegar más tarde. Fascistas y nazistas difundieron
como Durand o, en el siglo XIX, Viollet-le-Duc, y por sus una arquitectura llamada neoclásica, cerrando así el círcu-
discípulos, para los que decía: «todo aquello que esté lo de la historia es este estilo y convirtiéndolo en la
en representación debe estar en función». De este modo encarnación de los programas políticos más reacciona-
Laugier admira a los Griegos y critica a los Romanos, rios. Esta serie de desarrollos "oscuros", en esta perspec-
condena los ornatos góticos, pero exalta su ciencia de la tiva histórica tan vasta, terminan por hacer desaparecer el
construcción, reprocha a los contemporáneos el uso de verdadero movimiento neoclásico y sus efectivas aspira-
ornamentos inútiles y la superabundancia de los ciones. Pero de forma similar a otros estilos que tuvieron
materiales. continuadores, el neoclasicismo debe ser visto por lo que
fue, y no por lo que terminó siendo.
De HAUTECOEUR, Louis, Histoire de l’Architecture
Classique en France. Seconde moitié du XVII siècle, De HONOUR, Hugh, Neoclassicismo, Torino, Einaudi,
París, 1943. 1980. Trad. J. Valentino.
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La arquitectura de la Revolución proyectos de Ledoux y Boullée, los constructores practi-
can el compromiso; mitigan sus audacias contraponiéndo-
... Este gran estilo arquitectónico, relacionado con le el ostentoso aparato decorativo retomado de la tradi-
los principios simples de la geometría, se expone como un ción. Un gran especialista de los problemas de esta
proyecto y queda irrealizado. Su lenguaje, como el de los época, Emil Kaufman, ve aquí los indicios precisos de
principios y de la regeneración social, ya estaba formulado un retroceso. "Para evaluar este retorno en arquitectura,
antes de 1789. Una ciudad armónica, una ciudad del es suficiente comparar los Grand Prix de 1779 a 1789 con
comienzo de los tiempos -auroral, colosal, irrefutable- ya los de 1791 a 1806. Los primeros están cargados de
existe en la mente de algunos arquitectos, mucho antes de animación y de audacia revolucionaria, los segundos
la toma de la Bastilla. La Revolución no tendrá ni el tiempo muestran la victoria de una impotente reacción". (...)
ni los recursos, ni, tal vez, la audacia de demandarles la
realización de aquellos grandes proyectos cívicos; en En la arquitectura de los innovadores, las formas primi-
cambio, les recordará, como reproche, los costosos traba- tivas de la geometría no se limitan a tener en cuenta las
jos que esos mismos arquitectos han realizado para las necesidades funcionales de los edificios, sino que se
autoridades y los privilegiados del Ancien Régime. Ledoux desarrollan también en relación con un significado. La
había puesto todo su talento en la construcción de las nueva arquitectura no sólo quiere ser simple, en virtud del
puertas aduaneras de París, sobre las cuales se desata la regreso a las formas primarias; quiere también ser "parlan-
rabia del pueblo en 1789: conocerá la cárcel. La Revolu- te", gracias al modo de disponer esas formas. El fin es
ción construirá poco. Reformará para la vida parlamenta- simple: es necesario que su función sea evidente desde el
ria, los hemiciclos donde, gracias a la virtud geométrica del exterior. La voluntad, que se manifiesta al comienzo con la
diámetro, rápidamente se inventará la oposición clásica elección de la simplicidad y una monumentalidad desnu-
entre la derecha y la izquierda. Transformará, a causa de da, vuelve a la carga dando al edificio la impronta de su
los ritos de una nueva religiosidad, edificios de culto destino práctico. La forma sirve a la función, pero, a su vez,
construidos al final del Ancien Régime: la iglesia de Sainte- la función se refleja en la forma para hacerla manifiesta: a
Geneviève de Soufflot, convertida en el Panthéon, asume la función se le agrega un sistema simbólico de la función.
un rostro pagano que - y es suficiente su nuevo nombre De esta manera la voluntad del constructor se nos anuncia
para indicarlo-, hace referencia al pasado monumental como un poder dominante y, a la vez, como una energía
romano; en su regeneración ideal, el edificio reniega del finalística. Desplegando su grandeza, el edificio habla
padrinazgo de una santa cristiana y francesa, para hacer contemporáneamente de su finalidad y su significado. Si
referencia a un gran modelo de la antigüedad. Pero sólo se el juego de formas está al servicio de una utilidad, de un
le cambia su nombre medioeval y parisino para "hacer valor práctico, a su vez quiere acceder al reconocimiento
más antiguos" a los grandes hombres de Francia, para universal a través del instrumento de un lenguaje desci-
aumentar la heroicidad de las glorias nacionales... Para frable. En la arquitectura "parlante" la utilidad se manifies-
hacer este edificio más racional y más simple, para ta claramente a todos, y así se proclama útil al bien común.
laicizarlo, Quatremère de Quincy le hará desaparecer sus Buscando hacer sus edificios inmediatamente legibles,
torres orientales. En lugar de seguir con las ideas de los estos arquitectos quieren persuadirnos que la utilidad

Etienne-Louis Boullée, proyecto para el cenotafio para Isaac Newton, ca. 1784.
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particular de cualquier construcción participa del sistema Thomas Hearne (1807), relevamientos de catedrales como
de recíprocos servicios de los que está compuesta la los de Bentham, Willis, como Architectural Antiquities de
utilidad pública. El destino del edificio, o la profesión de su Britton (1805-18), An Attempt to Discriminate the Style of
propietario, no pueden ser un tema privado. Se trata de English Architecture, de Thomas Rickman (1815), que
algo que importa a todos los ciudadanos y que, por lo tanto, presentan con sus ilustraciones la extraordinaria dimen-
debe de ser dicho con toda claridad. Es suficiente con sión figurativa de la realizaciones medievales; y los estu-
ojear las obras de Lequeu para convencerse que esta dios teórico-científicos sobre el origen de estilo gótico, de
arquitectura "parlante" corre el riesgo de convertirse en Pownall, de Warton, de Milner y de James Hall (Essay on
una arquitectura "charlatana". Su discurso se transforma the origin and Principles of Gothic Architecture, 1797), que
en dogmático a la vez que fabulístico: El símbolo se presentan a los arquitectos la teoría de un origen "natural"
convierte en alegoría y las figuras emblemáticas apare- y de una evolución lógica de todas las formas ojivales.
cen de manera insólita, produciendo un universo comple-
jo, poético, a menudo delirante. La geometría se ha Cuando en 1818 la Church Building Act del Parla-
perdido, una vez más, en medio del bosque. mento asigna un fondo de 1.000.000 de libras esterlinas
para la edificación de nuevas iglesias, la cultura inglesa no
De STAROBINSKI, Jean, 1789. I sogni e gli incubi della duda en identificar el gótico como estilo adecuado con el
ragione, Milán, Garzanti Ed., 1981. Trad. J. Valentino. que afrontar esta imponente empresa edificatoria, que en
un decenio lleva a la construcción de más de 200 edificios.
Este primer gótico inglés, llamado "de los Commissioners"
porque, encargado en términos taxativos por la Church
Building Society que supervisaba la fase de ejecución, se
caracteriza por estructuras muy simples, de rápida ejecu-
ción y de extrema economía. Bastante más ambiciosa y
comprometida es la segunda fase del neogótico inglés,
caracterizada por las formulaciones teóricas de los
Medievalismo y «Revival» Gótico medievalistas de la Camdem Society de Cambridge, di-
fundidas a través de su periódico The Ecclesiologist y por
El "revival" más importante de la primera mitad del la figura dominante de A. Welby N. Pugin.
siglo XIX es el de la Edad Media, con el cual se concreta,
dentro de la cultura romántica, una tendencia de oposición Las obras de Pugin (los Contrasts..., de 1836, The
al academicismo neoclásico y a las enseñanzas oficiales True Principles of Pointed or Christian Architecture, de
de las Ecoles del Beaux-Arts. El medievalismo en Arqui- 1841, y An Apology for the Revival of Christian Architecture
tectura significa proyectar en estilo neogótico y in England, de 1843) son auténticos instrumentos de
neorrománico. En este revival alcanzan la máxima propaganda a favor de una elección del estilo gótico, que
claridad dos órdenes de problemas tendientes siempre tenga el valor de una adhesión a los ideales que represen-
a las recuperaciones de expresiones del pasado llevadas ta, religiosos y sociales: elección considerada como un
a cabo por la cultura burguesa: la de cargar las elecciones problema ético y un deber cristiano. Para Pugin la deca-
estilísticas de motivaciones ideológicas, y a veces políti- dencia del Arte y de la Arquitectura dependen de la
cas, sociales, religiosas, nacionalistas, etc.; y la de dar pérdida de valores morales y derivan en gran parte de la
vida a una Arquitectura "nueva y moderna", que responda civilización de la máquina: por tanto, pone los argumentos
a las exigencias de sinceridad y utilidad y a las concepcio- de fondo sobre los que se desarrolla en forma original el
nes de "progreso" de la época. Y desde este punto de vista medievalismo inglés, hasta las enseñanzas de John Ruskin
la Arquitectura Medieval ofrece a los arquitectos el ejem- o de William Morris. (...) El nombre de Pugin, constructor
plo más convincente de racionalidad constructiva, de de muchísimas iglesias en toda Inglaterra, está ligado
claridad estructural, de funcionalidad de la distribución y también el más prestigioso edificio público del neogótico
de la decoración. inglés, el Parlamento de Londres, realizado por Charles
Barry en 1836. Este edificio fue el centro de una polémica
En Inglaterra, donde la tradición del Gótico nunca entre Goticistas y Clasicistas, polémica que, como vere-
se había perdido, ni siquiera después de la consolidación mos, se desarrolla en los mismos años en todos los países
de la Arquitectura renacentista italiana, y donde se había europeos, pero que en Inglaterra se desvanece bien
difundido ampliamente en el siglo XVIII la "manera gótica" pronto (y mucho antes que en otros lugares) porque el
en sentido pintoresco (piénsese en Strawbery Hill de goticismo abandona progresivamente tanto el carácter
Walpole -1753- o en Fonthil Abbey de Wyatt -1796-) a arqueológico como las motivaciones ideológico-religio-
comienzos del siglo XIX el revival gótico toma cuerpo sas, para dar vida a una fase creativa de gran importancia:
sobre tres problemas de fondo: el gótico victoriano. Los complejos organismos arquitectó-
-- la oportunidad de detener las alteraciones y restauracio- nicos realizados entre 1850 y 1890 por una generación de
nes "incorrectas" de las grandes catedrales góticas; grandes arquitectos, como William Butterfield, G. Gilbert
-- la definición de un estilo que responda a un relanzamiento Scott, Edmund Street, Dean y Woodward, muestran cómo
de la religiosidad, de su papel institucional y de sus fastos la experiencia goticista afronta y resuelve, con gran liber-
litúrgicos, después de varios siglos de "laicismo" anglica- tad creativa, una problemática avanzada de las construc-
no en la edificación eclesiástica; ciones: la distribución articulada de las planimetrías, la
-- la voluntad de relanzar un estilo nacional, totalmente determinación de las características tipológicas de los
inglés y orgullosamente exento de los influjos de la tradi- edificios para nuevas funciones, una decoración que tiene
ción académica francesa e italiana. en cuenta las características de los materiales, y finalmen-
te la utilización de la tecnología metálica sin obstáculos ni
Se multiplican las publicaciones de dos tipos: los prejuicios académicos. El Oxford Museum (1854) y el
estudios históricos, como Antiquities of Great Britain de conjunto de St. Pancras Station de Londres (1868) revelan

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cómo la lección del Gótico había dado frutos originales en Pero en torno de 1845 piden explícitamente que en las
aquel sentido moderno, de creatividad y de "progreso", del escuelas de Arquitectura se admita y legitime la proyecta-
que habla John Ruskin en The Seven Lamps of Architecture ción en estilo gótico, o como dice Didron "la proyectación
(1849) y en el magistral capítulo "The Nature of Gothic" moderna". Quizá conviene recordar que aún en 1841
contenido en The Stones of Venice (1853). Baltard, profesor de Composición en la Ecole Royale de
París, expulsaba de su curso a quien hubiera osado
También en Francia el medievalismo en sus co- elaborar un proyecto "de esa forma extraña a los estudios
mienzos se focaliza sobre el problema de la conservación profundos... deforme, caprichosa y de mal gusto".
del patrimonio gótico nacional, sobre la necesidad de
substraerlo a las restauraciones "desenvueltas" y a las La polémica que en 1846, a continuación de un
alteraciones que la insensibilidad iluminista o "la incultura Rapport Officiel del secretario de la Academia Raul
neoclásica" habían aportado a la Edad Media. Rochette (que recalca "la inaceptabilidad de una vuelta a
Chateaubriand (con Génie du Christianisme, 1802) y Vitet estas formas para la proyectación de edificios moder-
intentan acabar con la ola de laicismo dieciochesco, nos"), ve la toma de posición de los principales arquitectos
culminada en el "paganismo" de los años de la Revolu- en todos los periódicos franceses, nos presenta de un
ción, y restaurar en Francia el espíritu religioso de la "más modo ejemplar los auténticos problemas que siempre
sana tradición popular", reencontrando el auténtico hilo de subyacen a la "batalla de los estilos" y a las querellas de
la cultura nacional. (...) los revivals del siglo XIX. Más allá de las acentuaciones
típicas de los debates, la polémica no contrapone el estilo
Para los intelectuales de la Francia de Luis Felipe, gótico al estilo clásico, sino una concepción de la Arquitec-
Thierry, Guizot, Vitet, el Arte y la Arquitectura gótica son tura a la otra, y sobre todo la necesidad de volver a basar
parte integrante de un proceso lógico por el que el roman- las enseñanzas y la metodología proyectual en el
ticismo se traduce en pensamiento burgués, en el libera- estatismo de posiciones superadas. Si un partido resulta
lismo católico, en el nacionalismo. Es ilustrativo el Rapport vencedor moral de la polémica es el partido goticista, que
de 1830 de Vitet al Ministerio de Instrucción Pública, en el se presenta claramente como el progresista y más avan-
que se lee: "La Arquitectura gótica tiene como principio la zado. Y esto naturalmente no porque adoptar el estilo
emancipación de la libertad, del espíritu de asociación y gótico fuese una elección más progresista y democrática,
del sentimiento común, regional y nacional. Es burguesa sino porque quien en aquellos años defendía el Gótico
y además francesa, inglesa, alemana". En el ambiente de había captado de modo bastante agudo los términos de la
los arquitectos se siente la imperiosa necesidad de prepa- crisis en la que se encontraba la Arquitectura, la pérdida de
rar un inventario sistemático del patrimonio monumental credibilidad de sus convenciones tradicionales, la incapa-
de la Edad Media francesa. En un trabajo ingente en el que cidad de afrontar adecuadamente los nuevos cometidos y
participan los artistas más importantes, Alexandre De las nuevas necesidades. La lucidez de este análisis y el
Laborde (autor de los Monuments de la France classées valor positivo de la elección gótica pertenece sobre todo a
chronologiquement, 1810), Alexandre Lenoir, Seroux Viollet-le-Duc. Sus escritos teóricos han revelado a los
d'Angicourt, Grohmann, Arcisse de Caumont (que funda constructores de toda España, en la segunda mitad del
en 1924 la Societé des Antiques de Normandie), Chapuy siglo, un nuevo modo de valorar las razones estructurales
(autor de Les Chatedrales francais, 1831), etc. de los propios edificios. Es importante recordar cómo para
Viollet-le-Duc en la restauración de monumentos (teoriza-
En la polémica contra los "vandalismos" realizados da en el Dictionnaire raisonnée de l'Architecture, 1854-68,
por los arquitectos del "racionalismo ateo" una parte del y en los Entretiens sur l'Architecture, 1872) el arquitecto
primer plan corresponde a Victor Hugo que en Notre Dame puede encontrar no tanto los problemas de completar
(1833) y en el panfleto Ode sur la Bande Noire revela estilísticamente un edificio inacabado, como la compren-
cuáles son los auténticos motivos que se esconden bajo el sión profunda del estilo como "ciencia de la construcción";
problema de la conservación de los monumentos medie- y, por tanto, una lección generalizable para una expresión
vales: esto es la polémica contra el neoclasicismo, contra creativa auténtica, fundada en el proceso lógico de las
el academicismo didáctico, en nombre de una expresión formas y en el vínculo indisoluble entre estructura y deco-
romántica, nacional, espiritual y popular. Estos argumen- ración. A Viollet-le-Duc corresponde también el mérito de
tos comparecen también en las columnas de los dos haber substraído el Gótico a las tendenciosas interpreta-
periódicos que dirigen la corriente goticista francesa, los ciones del misticismo religioso de un Pugin, y de haber
"Annales Archéologiques" y la "Revue d'Architecture", afirmado el carácter de "école laique" por excelencia, con
desde los cuales, de 1840 a 1850, Ditron Lassus y Viollet- el cual debía enfrentarse el espíritu más desprejuiciado y
le-Duc sostienen la polémica contra la hegemonía clasicista experimental del arquitecto racionalista moderno.
y la "iliberalidad" de los ambientes académicos y de la
cultura oficial. Sin embargo, ellos conducen las argumen- En Alemania el revival gótico se tiñe de un modo
taciones al interior de límites disciplinares concretos: más marcado de un carácter político-literario con una
exigen que en la Academia la enseñanza tome en consi- explícita directriz patriótica y de resurgimiento. Defendido
deración (cosa que jamás había hecho) la herencia artís- por el ambiente romántico de Schlegel, Herder, de la
tica de la Edad Media, que se instituya una cátedra de revista "Athenaeum" y del círculo de Jena, el Gótico se
Historia de la Arquitectura gótica y románica, y finalmente, reconoce como sinónimo de "arquitectura alemana" y se
que se prepare adecuadamente a los técnicos que debe- exalta como única respuesta posible a aquel "Neudeuts
rán afrontar los grandes trabajos de restauración de las Religiös-Patriotische Kunst" (Nuevo arte religioso-patrióti-
catedrales del país. Al principio, por tanto, las exigencias co alemán) que debe acompañar a la unificación de
de Lassus y de Viollet-le-Duc se limitan prudentemente al Alemania.
campo de la restauración de monumentos (ellos son, A comienzos del siglo XIX los románticos alemanes
como es sabido, los grandes protagonistas de las más instrumentalizan, como un "manifiesto", el famoso escrito
importantes restauraciones de las catedrales francesas). juvenil de Goethe, Von Deutsche Baukunst (1772), que es

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El Eclecticismo

Lo específico del historicismo del siglo XIX, compa-


rado con los renacimientos anteriores, es que revivió
varios tipos de arquitectura al mismo tiempo, sin que
ninguna tuviese autoridad suficiente para desbancar a sus
competidoras, o para superar la arquitectura que se había
construido anteriormente. Esto provenía de la democrati-
zación de la crítica artística (la autoridad ya no estaba en
manos de una "élite" cultural) y del gusto común por la
controversia pública (facilitada por la rápida expansión de
la prensa); pero esencialmente se debía a la nueva actitud
hacia la historia, que se expresaba arquitectó-nicamente
como un conocimiento consciente de lo que se llamó y aún
se llama "estilo". (...)
Los diversos aspectos del historicismo...
(neorromano, neogriego, neorrenacentista y neogótico)
implicaban siempre un tipo determinado de actitud hacia
el pasado: en primer lugar la de los idealistas que, ante un
período particular de la arquitectura, ya sea romana,
griega, gótica o renacentista, creían que sólo volviendo a
aquella fuente de inspiración se podía crear la arquitectura
contemporánea; en segundo lugar, la de los cínicos, cuyos
Sir Henry Hoare, Parque de Stourhead, Inglaterra, 1741-81. Planta del jardín
pintoresco inglés.
ideales, si los tenían, eran puramente oportunistas, siendo
culpables de lo que los teólogos llaman "indiferentismo"
(sostenían que todos los estilos tenían el mismo valor y
que toda idea de integridad estilística o de traición estilís-
una auténtica exaltación de la belleza de la Catedral de tica era una ilusión). Estos arquitectos utilizaban libremen-
Estrasburgo. Las grandes catedrales de las ciudades te los estilos arquitectónicos en función de los deseos del
alemanas se ven como el símbolo de primacía germánica, cliente o particularmente de otras circunstancias. (...) Sin
política y cultural, perdida desde hacía siglos. Si la Cate- embargo, el indiferentismo era, en el mejor de los casos,
dral de Colonia, incompleta y en estado de abandono, una manifestación del romanticismo...
puede entenderse como el símbolo de la decadencia y de
la disgregación de Alemania, su restauración y termina- Sin embargo el eclecticismo constituyó una actitud
ción puede asumir el significado de una voluntad colectiva especial hacia el pasado y fue la que predominó especial-
de renacimiento y de unidad nacionales. Es en Colonia, de mente en la segunda mitad del siglo XIX. Eclecticismo es
hecho, donde se forma el primer núcleo de los goticistas una palabra que debe matizarse, ya que se ha utilizado
alemanes (que dan vida a la asociación Dombauvereine, con significados diversos, en la mayoría de los casos con
1842, y al periódico "Kölner Domblatt"): Sulpiz Boisserée, carácter peyorativo. Para G.E. Street y Robert Kerr, como
autor de los levantamientos de la Catedral y del proyecto para muchos de nuestros contemporáneos, era sinónimo
para su restauración (Domwerke, 1823), Georg Moller, de indiferentismo. Para la "Camdem Society" significaba
Catel y Costenoble, autor de la importante publicación la reconstrucción de una iglesia medieval hecha en cual-
Über Altdeutscher Architektur und deren Ursprung (Sobre quiera de los estilos, que debía ser el de finales del siglo
la antigua arquitectura alemana y sus orígenes). XVIII (...)

Como en Colonia, se puede decir que en todas las En el siglo XIX la noción de eclecticismo se hizo
ciudades alemanas, entre 1845 y 1860, surge un "taller familiar en Francia a partir de 1830, cuando Victor Cousin
gótico", de restauración de la catedral inacabada o de la utilizó para significar un sistema de pensamiento cons-
construcción de una nueva iglesia; y es interesante preci- tituido por puntos de vista diversos tomados de otros
sar cómo entre estas dos tareas diferentes hay una unidad varios sistemas. Este es el significado correcto. Los
substancial de praxis proyectual. Para los arquitectos eclécticos decían con bastante razón que nadie debía
goticistas como Felten, Raschdorff, Ohlmüller, Ziebland, aceptar a ciegas la legalidad de un único sistema filosófico
Zwirner (así como en Francia para Lassus), el proyecto de (o de un sistema arquitectónico), negando la validez de
una restauración monumental o la de un nuevo edificio "de todos los demás. Pero, al mismo tiempo, opinaban que
estilo" se basa en realidad en los mismos instrumentos cada uno debía decidir racional e independientemente
cognoscitivos y en la misma metodología. La sorprenden- qué clase de formulaciones filosóficas (o arquitectónicas)
te uniformidad (o podríamos decir "intercambiabilidad") en del pasado eran adecuadas a los problemas del presente
estos arquitectos de las ilustraciones de un "levantamien- para adoptarlas y valorarlas en cualquier contexto.
to", de un proyecto de restauración o de un proyecto para Para Victor Cousin, según lo formuló en la obra La
un nuevo edificio nos parece el resultado extremo del Verdad, la Belleza y Dios, publicada en 1853, el eclecticis-
revivalismo: la aspiración a alcanzar una completa y mo no era un intento de crear un sistema nuevo; sino tan
profunda asimilación de los principios de un estilo, la sólo el resultado inevitable de una época historicista, del
identificación total con un antiguo proceso constructivo. estudio de la historia de la filosofía en la que se observaba
que un número de afirmaciones trascendentales en diver-
De PATETTA, Luciano, «Los revivals en arquitectura», en sos períodos históricos, no sólo eran válidas en aquel
AA. VV., El pasado en el presente, a cura de ARGAN, G. contexto sino que podían reunirse en un nuevo cuerpo
C., Barcelona, G. Gili, 1977. doctrinal que formaba un sistema de pensamiento. "Lle-
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gan a ser un sistema viviente", dijo. (...)

El Eclecticismo, escribió César Daly... podría no


crear un arte nuevo, pero ser al menos un elemento de
transición entre el historicismo y la arquitectura del futuro.
Hasta ahora, los artistas creativos se han limitado a
proyectos heterogéneos, porque sus esfuerzos no esta-
ban impulsados por ningún principio; lo cual ha ocurrido
porque formaban parte de una sociedad que tampoco
tenía ningún principio de valor universal.
Tanto los arquitectos como la sociedad en general cami-
nan hacia el futuro cargados con una masa confusa de
elementos que han tomado prestados de todas las socie-
dades anteriores. La confusión que habría resultado de
una amalgama ecléctica de todos los "estilos" estaba
viciada en sí misma; pero era una de las condiciones
necesarias para el progreso de la arquitectura.
En todos y cada uno de los edificios bien proyectados de
la época se debían combinar elementos diferentes y
esencialmente modernos con fragmentos del pasado,
para ejercer una acción saludable, que se haría más
evidente cada día.
En tanto que la confusión de las formas resultantes no
habría sido buena en sí misma (en el sentido de que
cualquier edificio determinado habría sido de algún modo
defectuoso), habría tenido, en cambio, algunas ventajas
desde el punto de vista de la investigación, de la experi-
mentación y del progreso.
Concluye así: "En la arquitectura del futuro tendremos
arcos, bóvedas, entablamentos, pilastras y columnas como
en la arquitectura antigua, pero tendremos también un
principio estético que, en relación con los principios del
pasado, será como una locomotora frente a una diligen-
cia".

De COLLINS, Peter, Los ideales de la arquitectura moder-


na; su evolución. 1750-1950, Barcelona, G. Gili, 1970.

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