Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
el seminario diocesano
Directorio para la formación sacerdotal
México, 2012
Elaborado por:
Emilio Lavaniegos González.
Resonancias psicoafectivas
Si estas son las características objetivas y pedagógicas del proceso
formativo, no dejan de tener importancia las resonancias psicológicas del
mismo. Proponer a los alumnos itinerarios bien diseñados es:
■ Alentador. Tener un rumbo fijo, bien definido, es fuente de aliento, un
verdadero estímulo para el formando. No tiene la sensación de caminar
sólo o de ir a la deriva, o de vivir sujeto al capricho de los formadores.
Su esperanza de ir avanzando en el camino se ve afirmada por la
experiencia concreta de pasos que se le van proponiendo y por el ejemplo
de otros compañeros que ya han transitado por la propuesta. Hay que
reconocer que muchos de los
Itinerarios formativos 8 ¿Qué es un itinerario?
Justificación Es conveniente
elaborar un itinerario formativo por las siguientes razones:
■ Las normas establecen solamente el fin. Se necesita una mediación
pedagógica
de los objetivos de la etapa, de modo que el formando tenga una idea
clara
sobre qué pasos concretos debe dar en cada momento de cara a conseguir
el
objetivo. Con el itinerario respondemos metodológicamente a la pregunta
que
el muchacho se hace con la mayor espontaneidad: ¿Cómo se consigue el
fin de
la etapa?
Itinerarios formativos 9 ¿Qué es un itinerario?
De modo que ellos puedan conocer los pasos que objetivamente es necesario dar
en su proceso y tengan criterios de autoevaluación. Evidentemente el itinerario
es para quien emprende el viaje. Sería poco estimulante que la agencia de viajes
guardase en secreto los detalles del trayecto. Al contrario, se esfuerza por darlo a
conocer a los viajantes para que se sientan confiados durante el recorrido y
estimulados para llegar a la meta.
Crear los itinerarios formativos implica un salto de calidad en la formación,
que se puede describir de la siguiente manera:
■ El paso de una formación que obedece a la improvisación y a la inevitable
falta de experiencia de los formadores, a una formación que propone un método
bien reflexionado por el equipo, probado y mejorado a lo largo de los años y en
circunstancias reales. El itinerario no sólo exige acuerdo del equipo formador,
también conlleva el estudio, la preparación detallada de la propuesta misma y de
los diversos momentos formativos. Exige también un esfuerzo de continuidad
entre los formadores que se van sucediendo en la responsabilidad formativa sin
que esto vaya en detrimento del proyecto.
■ El paso de la transmisión automática e inconsciente de las deficiencias
forma-tivas de los mismos formadores a los alumnos, hacia un cuidado más
objetivo y armónico del equilibrio entre las diversas dimensiones de la formación.
Esto se puede dar porque la estructura de la formación depende de un plan y no
sólo de unas personas. El equipo formador se ve exigido, por el propio itinerario,
a cultivar un mayor equilibrio, a caminar hacia una formación más integral.
■ El paso de los desacuerdos y las rupturas entre los criterios de un formador
que sucede a otro, a la continuidad del proyecto formativo apoyada por las distin-
tas generaciones de formadores. Los nuevos miembros que llegan al equipo
formador, reciben los materiales que concretan la experiencia y el aprendizaje de
los anteriores. Más allá de las personas prevalece el proyecto.
■ El paso de la experiencia del alumno en un "régimen" formativo o de
internado, donde muchos de los elementos que teóricamente apoyan su formación
no son comprendidos por el sujeto y por ello no son aprovechados, a quien vive
apasionadamente un camino de crecimiento personal en torno a los valores
evangélicos que ha comprendido y ha aceptado como buenos para sí en el camino
de su vocación específica y contempla cómo se constriyen en su vida espiritual.
■ El paso de una casa en la cual la disciplina, comprendida como norma
exterior, ocupa el centro, a una casa en la que la autodisciplina es vivida como
camino de exigencia y vía de plenitud personal y comunitaria. Desde una
formación que consiste en sobrevivir en una estancia cronológica a una formación
kairológica, es decir, donde el hoy del encuentro con el Señor ocupa el centro.
Itinerarios formativos 11 ¿Qué es un itinerario?
El equipo sacerdotal
Antes de abordar el tema del equipo formador queremos buscar su
fundamento en el equipo sacerdotal como una forma de vida válida e incluso
necesaria en la vida presbiteral. Esta reflexión nos servirá, al mismo tiempo,
como introducción.
La comunión en la Iglesia. Partimos de una realidad subrayada por la
eclesiología de todos los tiempos. La Iglesia es una realidad colegial. Existe en
una forma comunitaria. Es una comunidad muy especial, porque está marcada al
mismo tiempo por el dinamismo de la misión. De tal modo que existe como
comunidad para ser enviada y dispersada, pero es enviada y dispersada para ser
nuevamente reunida. Convocación y éxodo marcan su naturaleza, que es
esencialmente evangelizadora. Además esta comunidad se entiende como
peregrina, sin ciudad permanente, atenta y expectante del mundo futuro; por ello
relativiza siempre sus logros y aspira siempre a una mejor realización de la
misión. La comunión eclesial es lo más contrario a una afiliación, que constituiría
un club selecto, formado por personas afines. Se parece más bien a un cuerpo
vivo, abierto siempre a una finalidad que va más allá de sí misma y de su propio
desarrollo. Este carácter centrifugo-misionero y centrípeto-comunional que la
marca íntimamente, hace de ella una comunidad singular. Una singularidad que la
convierte en testimonio de pobreza, de desprendimiento, solidaridad y esperanza
extraordinarias. Las múltiples formas de vida comunitaria que existen en su
interior participan de esta singularidad tan característica. Por ello se definen como
comunidades en camino y poseen una gran flexibilidad para ser convocadas y
dispersadas. El motivo de la comunidad no es la asociación, sino una misión
trascendente.
El orden sacerdotal, un ministerio colegiado. El ministerio de los presbíteros
y los diáconos está unido desde su mismo origen al orden episcopal, de tal modo,
que la
Itinerarios formativos 20 El equipo formador
1
Para dialogar en el equipo: ¿Estás convencido del valor de la fraternidad presbiteral? ¿Sientes la necesidad de una
relación fraterna en el presbiterio? ¿Cómo lo has vivido en el pasado? ¿Cómo se concreta este valor en el equipo
sacerdotal del Seminario?
Itinerarios formativos 23 El equipo formador
grupos que se quedan en este nivel de relación. Ocurre, por ejemplo, con
ciertos círculos sociales, en los que las personas se relacionan desde una
ligerísima superficialidad.
b. Objetivación de los demás y establecimiento de una imagen de los demás y
de
prejuicios en torno a ellos. El segundo paso se da cuando los miembros del
grupo elaboran un concepto de los demás. Dicen: "esta persona es de tal o
cual manera". Entonces se establece un prejuicio, es decir, tienen la
convicción
de que de tal persona se puede esperar tal cosa y no se puede esperar tal
otra.
Basta con que se repitan algunos comportamientos para que den por
conocida
a la persona, y comiencen a relacionarse desde los prejuicios. Incluso en
ocasiones llegarán a ver en el otro lo que no hay, porque cualquier
comporta
miento suyo será interpretado desde el prejuicio. Este nivel de relación es
frecuente en ámbitos religiosos, como en el presbiterio. Más que
relacionarse
con los demás, lo que hacen es reafirmar la imagen que se han formado de
aquella persona. En este nivel simplemente saben predecir algunas
reacciones
del otro y por eso piensan que lo conocen, pero este conocimiento es tan
superficial y tan lleno de prejuicios que se puede considerar falso. Un
grupo
puede permanecer durante años en los prejuicios que ha establecido, pero
¿será un verdadero grupo?
c. Transparencia: se muestran las verdaderas intenciones de cada uno. Es
difícil
pasar a esta tercera fase porque los prejuicios crean una barrera dura. Se da
cuando las personas llegan a automanifestarse o a revelar sus auténticas
inten
ciones. Es necesario que se dedique el tiempo suficiente para que el grupo
pueda bajar a un nivel más profundo de comunicación. Entonces
comienzan a
conocer a los demás en el grupo. Ya no se relacionan con su prejuicio, sino
con lo que el otro valora, siente, vive, sufre y espera. Aquí consiguen una
noticia más cierta del mundo interior del otro. Entrados en esta dinámica,
comienza a existir la apertura para conocer siempre aspectos nuevos de las
otras personas. Ya no se relacionan con la caricatura, con una imagen
construida, sino con la persona real, o al menos con algunos aspectos de
ella.
d. Empatia: llegan a comprender al otro sin juzgarlo. Constituye un paso de
madurez en el grupo, a través del cual se superan los juicios y prejuicios y
comienzan a comprender a los demás desde su propio punto de vista. El
grupo
adquiere la tierra firme de la comprensión empática, que es el verdadero
cimiento de la construcción del grupo. La experiencia de los miembros es
la de
saberse aceptados y comprendidos, y esto produce un profundo bienestar.
Dejan de cultivar temores, sobre todo a ser juzgados por los demás, y
comien
zan a caminar juntos.
e. Aceptación cordial: permiten al otro ser como es. Como en otros aspectos
de
la vida, la mayor madurez se muestra en la aceptación. Aceptar de corazón
a
los demás significa permitirles que se manifiesten como auténticamente
son, sin
necesidad de deformar sus percepciones y convicciones para ganar el
aprecio
Itinerarios formativos 30 El equipo formador
del grupo. Decir que hay aceptación cordial no significa que cada quien
puede actuar como le dé la gana. Al contrario, una verdadera aceptación y
comprensión de los demás lleva al grupo a caminar en torno a valores
objetivos, a buscar la verdad.
Cuando las personas interactúan en los grupos, se subrayan una serie de
necesidades cuya satisfacción entra en juego inmediatamente. Se trata de
necesidades básicas, que toda persona tiene que satisfacer tarde o temprano y van
a condicionar el sentido de pertenencia al grupo. Se han sintetizado en seis
fundamentales:
Amar y ser amado. Esta es la necesidad más básica. Todos tenemos la
expectativa de amar y ser amados en el grupo. Sobre todo esperamos encontrar en
él el fruto precioso de la amistad. Se puede medir la calidad de los grupos por el
tipo de amistades que producen y la vinculación no sólo afectiva, sino existencial
que fomentan entre sus miembros. Podemos referirnos al grupo discipular de
Jesús, en el cual la palabra "amigos" resuena con un sentido peculiar. En el equipo
formador se ha de dibujar un ejemplo bien concreto de la íntima fraternidad
sacramentalpropia de la relación entre los presbíteros (P.O.8).
Crecer y ser útil. Al participar en un grupo uno espera desarrollarse en algún
sentido y al mismo tiempo ser útil para el crecimiento de los demás. Nos
preguntamos: ¿Qué me aportará este grupo en mi trayectoria de vida? ¿Qué podré
yo aportar a los demás? En un equipo sacerdotal como el de un seminario, el
crecimiento que cabe esperar está en la línea de los valores vocacionales, es decir,
de la misma identidad y vida sacerdotal. Pero también toca el mundo de las
habilidades pastorales. ¿En qué sentido esta experiencia de equipo me ayudará a
vivir con mayor radicalidad el propio ministerio sacerdotal y ser útil en la
formación?
Tener y poseer. Los valores más altos vienen mediatizados por las cosas
materiales. Para valorar el funcionamiento de un grupo es importante preguntar
por la gestión que hace de la economía, sobre todo si los miembros se sienten
libres para el uso de las cosas y del dinero. Nos preguntamos: ¿Las cosas que
tenemos en común son significativas y utilizables para todos? ¿Existe una gestión
corresponsable y solidaria de los asuntos económicos? ¿El modo de tenerlas es un
reflejo de los valores sacerdotales y del sentido de una comunidad formativa?
¿Hay igualdad económica entre los formadores y con los demás en el presbiterio?
¿Hay confianza en la administración y aportación económica con motivos de fe?
Creer y ser signo. En todos los grupos se desarrolla la capacidad de creer en
unos valores que compartimos y existe el anhelo de ser un signo social de eso que
creemos. ¿De qué valores es signo y testimonio el equipo formador? En concreto
podemos preguntarnos sobre nuestra significación en tres ámbitos que interactúan
intensamente con el equipo: el de los seminaristas, el del presbiterio y el de las
propias familias de los formadores. ¿Cuáles son los valores y convicciones que
define el equipo formador con claridad?
Saber y conocer. Un bien más sutil que las posesiones materiales es el saber
teórico y práctico. En todo grupo sus miembros esperan aprender unos de otros.
En la línea
Itinerarios formativos 31 El equipo formador
Creer y ser signo Compañerismo, camaradería Grupo de fe, cree en unos valores y los
transmite.
Saber y conocer Presunción cultural, esnobismo Comunicación de lo que sé.
Aprenden unos de otros.
Amar y ser amado. En el grupo nos tropezamos con los demás, pero no nos
encontramos auténticamente. Hay cierta coexistencia, pero no se consigue la
verdadera convivencia. Surgen espacios excesivamente privados, en los cuales los
demás no son bienvenidos. Cada uno está midiendo el modo de su relación con el
otro porque no hay confianza. Llega un momento en el cual procuramos
evadirnos, porque el sólo hecho de encontrarse con los demás reviste dificultades.
Se frustra la necesidad de amar y ser amado. Surgen las puertas cerradas y los
horarios en los que las personas no están disponibles.
Crecer y ser útil. El grupo nos mete en una actividad frenética, pero poco
programada y poco constructiva para cada persona. Los individuos se pueden
llegar a sentir utilizados, como si no se consideraran sus auténticas posibilidades,
cualidades y habilidades. El activismo es agobiante e impide la creatividad de las
personas, apenas se conforman con sacar las tareas que tienen delante. En este
sentido frustra la necesidad de crecer y de ser útil. Hacen muchas cosas, pero esta
actividad no consigue su desarrollo como personas.
Tener y poseer. Hay acumulación de bienes, es decir, lo que tienen en común
se convierte en un terreno prohibido. No hay confianza para disponer de las cosas
y para gestionarlas como cada uno cree que debe hacerlo. Hay quien tiende a
aprovecharse de los bienes comunes y quien tiene miedo de utilizarlos, no hay
motivación para aportar económicamente o para conservar y cuidar los bienes.
Puede haber sentimientos de injusticia o de desigualdad. Es muy notoria la
desconfianza de la administración.
Creer y ser signo. El grupo se convierte en un ámbito de camaradería, donde
lo que funciona, más que la verdadera amistad, son los "amigotes"; es un
referente para pasar bien un momento, pero el modo de hacerlo es ajeno a los
valores que nos han convocado. El modo de esta convivencia puede ser
interpretado como un antisigno, es decir, como algo escandaloso, en algún sentido
contrario a los valores. Se crea un ambiente propicio para la "carrilla", para la
falta de respeto a las personas, para las bromas pesadas o para que circulen
bebidas alcohólicas.
Saber y conocer. La expresión del saber se hace humillante para algunos,
porque tiende a descalificar a los demás. Hay más presunción cultural que
auténtico aprendizaje para la vida. El saber que se comunica se queda a nivel de
contenidos teóricos, pero no baja a la existencia sacerdotal de cada uno. Se frustra
la necesidad profunda de saber, porque no hay un aprendizaje de lo que son y
para recorrer juntos un camino de santidad. Llega a presentarse el hastío en torno
a la manifestación de los saberes.
Expresarse. El equipo formador encuentra como modo de expresión la mera
diversión externa, pero al interno no se da una verdadera comunicación de tú a tú.
Funcionan como verdaderos desconocidos, e incluso necesitan estímulos como la
comida o el alcohol para expresar su estar juntos. Esta situación frustra la
necesidad de expresarse, porque en medio de la fiesta quedan más solos que
nunca. Se comparten momentos, pero no se comparte la vida, la interioridad, los
anhelos.
Itinerarios formativos 33 El equipo formador
4
Para dialogar en el equipo: ¿En qué paso de maduración se encuentra tu equipo formador? ¿Cuáles de los rasgos
de maduración del equipo formador te parece que se están cubriendo o no en tu seminario? ¿Qué signos descubres de que
el equipo va adquiriendo la solera que conviene?
Itinerarios formativos 37 El equipo formador
modo que todos los formadores vayan pasando por todas ellas; la homilía en una
etapa de formación es un medio excelente para apoyar el sentido objetivo del
itinerario formativo y para cuidar pastoralmente a los grupos en formación. En
estas ocasiones es fundamental cuidar el modo de presencia con los seminaristas.
Pero los formadores pueden intervenir de otras maneras, a través de la
preparación de los itinerarios formativos, o de la revisión de los materiales para la
formación; a través de las clases o de diversos momentos como los retiros
espirituales o los paseos comunitarios.
Los momentos en que el equipo se muestra como tal delante de los alumnos.
Hay ciertos momentos en los cuales el equipo aparece actuando como equipo
delante de los seminaristas. Algunos ejemplos son las concelebraciones, los
momentos de fiesta o de convivencia de la gran comunidad del seminario, los
retiros de cuaresma y adviento, también el cotidiano compartir los alimentos, el
deporte, o el simple encuentro de dos formadores en el pasillo. En estos
momentos es interesante cuidar la presencia y las actitudes de los formadores, de
modo que se manifieste la relación fraterna entre ellos. El testimonio de
fraternidad que puedan dar es como un catalizador de los procesos formativos
porque está mostrando sin palabras hacia dónde tiende toda la formación.
Puesto el contexto del equipo como tal, ahora sí se puede bajar a describir las
funciones diversificadas de sus miembros.
El rector. Es el último responsable de todas las etapas de formación. Se
entiende que es una persona de confianza del obispo, de manera que a él se remite
la solución de los problemas del seminario. Es importante que el obispo respete
esta función que ha delegado en el rector, de modo que no interfiera
personalmente en las decisiones del seminario, sobre todo en lo que se refiere a la
admisión de los seminaristas.
El rector tiene, por derecho, una serie de responsabilidades en los consejos
diocesanos. Pero es importante que su participación en estos consejos sea discreta,
de modo que, aportando los datos que le da el conocimiento de las personas desde
su formación, sepa también respetar la responsabilidad propia de estos consejos,
fomentando la participación de otros presbíteros. Una gestión adecuada en este
nivel ayuda a garantizar su dedicación prioritaria al seminario.
Es el coordinador de la vida del seminario y del equipo formador. Una de sus
más importantes tareas consiste en acompañar a los padres del equipo formador.
Se pueden especificar varias funciones al respecto:
Verificar que los miembros del equipo ejerzan su función con suficiente
convicción, de modo que descubran en su tarea formativa una auténtica
realización del ministerio presbiteral. En este sentido él se encarga de
seleccionar a los padres del equipo, previendo la renovación del mismo por la
incorporación de nuevas personas y la salida de algunas.
Ayudar a cada uno de los padres del equipo formador para que asuman sus
funciones con eficacia. Esto supone un doble acompañamiento, en su vida
personal y
Itinerarios formativos 39 El equipo formador
1
Es relevante la insistencia en la importancia del acompañamiento grupal en los procesos vocacionales: II
Congreso mundial de pastoral Vocacional, La pastoral vocacional en las iglesias particulares, Roma, 1981, nn.
51-52. Juan Pablo II, Pastores dabo vobis, n. 42, se señala esta necesidad de facilitar un clima grupal que
forme: La casa de formación, antes de ser un espacio material, debe ser un ambiente espiritual, un itinerario
de vida, una atmósfera que favorezca y asegure un proceso formativo.
Itinerarios formativos 46 El clima formativo
es aprovechada por el grupo para hacer ver al otro como inferior en algún
sentido, b) La marginación económica. Fácilmente se pueden localizar dos
fenómenos. Cuando se margina a los más pobres, que provienen de una
clase más baja o de las zonas rurales. Cuando se margina a los que proceden
de un nivel social más alto. En ambos casos se trata de una situación que es
necesario confrontar y corregir.
Si se quiere definir el buen clima formativo entre los seminaristas, se puede
hacer así: Hay buen clima formativo cuando todos hacen lo que deben hacer,
porque lo quieren hacer y cuando corresponde hacerlo con las motivaciones
adecuadas. Aceptar esta definición exige ajusfar la propia conducta al ritmo
comunitario, reconociendo en la comunidad una mediación formativa de primer
orden. Todos han de llegar a asumir la responsabilidad de hacer una comunidad
mejor y al mismo tiempo a sentirse estimulados y exigidos por la misma
dinámica comunitaria.
las que ellos interactúan y que no raramente ofrecen elementos útiles para
el discernimiento vocacional.
■ Un respaldo institucional, en el plano vertical, que ofrezca segundad al
proceso formativo de los alumnos por instancias de acompañamiento que
se sitúan a diversos niveles. En concreto, que el formador de la etapa se
vea respaldado por el rector o que el rector se vea respaldado por el
obispo. Que la atención médica o psicológica venga avalada y sea
interpretada por quienes dirigen la propia institución. Este respaldo
institucional es también importante para los alumnos. Que si un
seminarista tiene dificultades normales de entendimiento con un formador,
no se vea asfixiado por esta relación, sino que encuentre referentes de
acompañamiento en la propia institución que garanticen la objetividad de
su proceso, ofreciendo otras alternativas. Que incluso tenga vía libre para
denunciar un abuso del formador, en caso necesario.
Estas funciones tan esenciales del equipo formador, que facilitan el clima
formativo, recomiendan su presencia continua en la casa de formación y su
dedicación exclusiva a este fin3.
3
Para dialogar en el equipo: ¿Hemos aprendido a crear el "clima formativo" del que hablan los documentos de la
Iglesia? ¿Cuál es el aporte real que como equipo formativo estamos haciendo al clima de la comunidad formativa?
Después de discutir estos puntos, volvemos a la propuesta inicial de elaborar itinerarios formativos, para preguntarnos
¿Qué nos parece la propuesta? ¿Cómo podemos ponerla en práctica?
5. El fundamento
La conversión
La conversión es un fenómeno que ocurre en el ámbito de la fe. Se define
habitualmente como una vuelta al Señor, a su Palabra, a sus criterios, a su amor.
Sin embargo, implica todo lo que la persona es. Se sitúa en un conjunto al que
podemos llamar el "yo". Es decir, una personalidad con toda su riqueza.
Conviene matizar muy bien la interpretación de la expresión evangélica: Si
alguno quiere venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, cargue con su cruz y
me siga (Mt 16, 24). Porque es imposible que el Señor pida al hombre que
renuncie al propio yo. El texto apunta más bien hacia cierta manera de gestionar
la propia personalidad, en la cual la realización personal ya no ocupe el centro de
las motivaciones del individuo. Porque será él, en su integridad, con todos los
factores que componen su personalidad, quien emprenda el camino del
seguimiento del Señor. Tengo interés en hacer esta advertencia porque no ha sido
raro que en los procesos formativos se haga una interpretación de la radicalidad,
la obediencia o la disponibilidad que tiende a anular el dinamismo propio de la
personalidad. Debajo de esta praxis suele existir una visión negativa del hombre
que no tiene nada que ver con los valores de la fe y de la vocación.
Si la conversión se hace efectiva en la total personalidad del sujeto, esto
quiere decir que la conversión se experimenta en varios planos, los que
corresponden a la naturaleza humana, y persigue el mismo objeto desde estos
planos o puntos de vista diversos y complementarios. Y que éstos se integran
entre sí de un modo dinámico. En concreto una conversión a la realidad, en el
plano de la inteligencia; una conversión al bien, en el plano de la voluntad; y una
conversión al amor, en el plano de la afectividad. En los tres planos la conversión
deberá llegar a constituirse como una
Itinerarios formativos 57 El fundamento
1
Este concepto del bien elegido en cuanto es lo mejor o lo más urgente,
estableciendo una nueva moralidad típica del camino discipular es profundamente
explicado por Castillo, J. M., El discernimiento cristiano, Sigúeme, 2001, pp. 45-
54.
Itinerarios formativos 59 El fundamento
El autoconoclmiento
El propio conocimiento es un terreno amplio, que nunca se termina de
explorar. La realidad personal es una de esas verdades que hemos dicho
permanecen como misterio. Cuanto más me conozco más me respeto, porque sé
que desconozco mucho más. Sé que quien me puede conocer a fondo es sólo
Dios. Hay una gran diferencia entre una persona que ha emprendido el camino
del autoconocimiento y otra que no lo ha hecho. Porque el conocimiento de la
realidad personal es el cimiento sobre el cual se funda el proceso formativo. Una
base totalmente necesaria. La formación debe facilitar que el candidato se haga
cada vez más consciente de los valores por los que merece la pena dar la vida,
pero al mismo tiempo debe ayudar a que el individuo llegue a conocerse a sí
mismo con profundidad, objetivando las condiciones reales en las cuales puede
realizar y vivir los valores vocacionales. El autoconocimiento es así exigido por
la conversión y juega con los siguientes elementos:
La doble percepción que todo hombre tiene de sí mismo, por un lado como
trascendente, capaz de realizar un ideal y por otro lado como necesitado de ser
trascendido en las condiciones objetivas de su comportamiento, precisamente
para poder plasmar el ideal en su comportamiento y en su personalidad, es el
contexto en el que nos situamos. Se trata de que el sujeto sea consciente del
contraste existente entre el yo ideal y el yo real. Que perciba con toda claridad
que una cosa es lo que Dios quiere de él y otra distinta lo que él quiere o lo que
de hecho hace. La conciencia de esta doble percepción es asombrosamente
vivida por Jesús en su oración de Getsemaní (Le 22, 39-46). Sabe muy bien que
él no quiere lo que quiere el Padre, que su voluntad no coincide con la voluntad
de Dios. Lo reconoce con naturalidad. Esta conciencia abre la posibilidad de la
entrega definitiva al camino de la cruz.
Lo contrario sería la actitud ingenua de quien cree estar realizando
nítidamente el ideal o la voluntad de Dios, sin la mínima capacidad de
autocrítica. Es una actitud ingenua porque es irreal. La persona en esta situación
vive de un sueño. Además es muy probable que tal sueño sea utilizado
inconscientemente como un escudo para defenderse de las propias
contradicciones que amenazan la estima de sí. Cuando esto ocurre el sueño
dorado de su vocación se irá alejando cada vez más, porque será inaccesible. Ya
se ve que en el proceso formativo es necesario un esfuerzo perceptivo de las
propias contradicciones y debilidades, es necesario adquirir conciencia de sí en
el camino vocacional que ha sido emprendido. De modo que el sujeto llegue al
final del proceso con una conciencia nítida de la existencia de estas
contradicciones, a las cuales sabe poner un nombre y en torno a las cuales ha
aprendido a cultivar una actitud positiva.
El yo ideal es lo que quisiera llegar a ser con la ayuda de Dios. Este yo ideal
se confecciona de un modo peculiar cuando la persona opta por la vocación
cristiana, porque aspira a valores altísimos, que sólo podrá realizar con la ayuda
de la gracia. Y por ello entra en un contraste más profundo con la condición
objetiva del yo real, que se muestra en el comportamiento. El yo ideal se
confecciona normativamente. Viene dado por la Iglesia y bien definido en los
documentos que se refieren a la
Itinerarios formativos 61 El fundamento
que todas las personas utilizamos para garantizar la propia estima, son por un
lado defensivos y por otro lado protectores. Para hacer esta delicada tarea, el
formador cuenta con el modelo de la pedagogía de Dios y de su Palabra, que
puede llegar a ser tajante, como espada de doble filo (Hb 4, 12) que hiere hasta lo
profundo, pero a la vez puede llegar a la ternura de la madre que acaricia a su
creatura (Is 66, 13).
El autoconocimiento se hace aún más necesario cuando tenemos un mayor
número de vocaciones que han nacido en el dolor, es decir, cuando existen
situaciones dolorosas o difíciles que han marcado el proceso humano de los
candidatos. Para este fin contamos con un instrumento muy valioso, que es la
redacción y narración de la propia historia. Es fundamental que estas situaciones
que marcan la vida de las personas sean trabajadas con asiduidad. No basta una
aproximación superficial, que se manifiesta en el hecho de que el muchacho
comparta verbalmente con el formador aquellos acontecimientos, muchas veces
guardados en silencio durante años. Éste es sólo el primer paso. Detectados los
acontecimientos, han de ser objeto de un análisis profundo hasta llegar a una
relectura de los mismos como parte de la personal historia de salvación. Esta
condición de los jóvenes, que hoy está siendo mayoritaria en las casas de
formación, exige una atención cuidadosa de los formadores y una preparación
técnica, pero sobre todo exige verdaderas actitudes y criterios de fe. Conviene
que desde el principio del proceso se detecten estas situaciones para que luego
haya el tiempo suficiente para trabajarlas con asiduidad, y si es necesario,
recurriendo a la ayuda técnica.
Queda muy claro que no basta con una aproximación superficial al yo real,
sino que es necesario que esto se haga sistemáticamente y contando con una
metodología adecuada. Más adelante se profundizará en los medios pedagógicos
que se pueden utilizar. Por ahora es suficiente insistir en que este confrontar y
confortar han de ponerse en práctica tanto en el nivel personal como en el grupal,
de modo que las personas lleguen a una capacidad sobresaliente de autocrítica, a
la valentía necesaria para enfrentarse consigo mismos y a una nueva
interpretación de su propia personalidad, junto con los acontecimientos que han
sido parte de su historia, desde las claves de la fe.
El yo latente. El ejercicio continuo de permanecer atento al ideal y de
confrontar la realidad personal, conduce a adquirir alguna conciencia
aproximativa de las condiciones profundas de la personalidad. Se trata del yo
latente. Son las necesidades que marcan la personalidad de un modo definitivo y
fueron establecidas en la primera infancia. Realidades que no van a cambiar, y sin
embargo es necesario aceptar lo más que se pueda. El autoconocimiento lleva a la
autoaceptación. Esta conciencia nunca es clara del todo, pero sí se intuyen estas
condiciones de un modo genérico. Las intuyen tanto el acompañado como el
acompañante. Evidentemente en muchos casos no se llega a esta profundidad.
Pero entonces no podemos decir que conocemos al candidato, y más aún, que se
conozca a sí mismo. Las necesidades no son ni buenas ni malas. Simplemente
existen en la dinámica de la personalidad. Sin embargo son un condicionante
muy importante de las posibilidades de esa persona para el futuro.
Itinerarios formativos 64 El fundamento
2
Se puede encontrar una clasificación en Cencini, Α., - Manenti, Α., Psicología y formación., Paulinas, México, 2001,
pp. 358. El problema real no es el de la mera existencia de necesidades autocén tricas, sino el desconocimiento de las
mismas. Cuando la persona se hace consciente de sus propias necesidades, se abre la posibilidad de que aprenda
gradualmente a satisfacerlas de un modo adecuado o no plenamente contradictorio en relación a los valores. Se trata de
un aprendizaje que cada persona necesita hacer y requiere de un acompañamiento sistemático. Al contrario, las
necesidades de carácter neutral, si no están confrontadas, también pueden llegar a convertirse en un grave impedimento.
Itinerarios formativos 65 El fundamento
también eximido del esfuerzo. Reconozco los valores, pero hago de ellos una
utopía, casi una ideología, que realmente no me toca. Es el idealismo irrealista,
que oculta o niega la realidad personal. La persona no camina hacia el ideal
porque le falta el piso. El ideal queda reducido a un planteamiento teórico
hermoso, convincente, pero inaccesible. El autoconocimiento tiene como fruto
principal la aceptación de esta tensión.
La tensión dialéctica de base es definida con estas tres palabras por B.
Lonergan y L. M. Rulla3. Es tensión porque consiste en una contradicción
interior que la persona experimenta y en cierta medida le angustia. Es dialéctica
porque le obliga a entrar en una lucha de contrarios, en un diálogo interior. Es de
base porque marca la personalidad de un modo definitivo y le acompañará
durante toda la vida.
La aceptación de la tensión dialéctica de base ocurre gradualmente y es un
objetivo importante del proceso formativo. Si queremos poner nombre a la
diferencia entre una persona que ha trabajado sobre sí misma y la que está en un
estado silvestre, será precisamente el de la aceptación cordial de esta tensión. Nos
parecemos a los dragones que tienen una cola larga. Puedo ser inconsciente de mi
cola y, desde este desconocimiento, ir haciendo daño a los demás con ella. O
puedo hacerme consciente de la cola que llevo, al grado de que aprenda a
encogerla en el momento oportuno para no dañar a los demás con ella. Este
modelo gráfico del dragón y su cola es un aproximado de lo que ocurre cuando
ha existido verdaderamente un proceso formativo en este sentido. Cada uno
hemos de hacernos responsables de nuestras inconsistencias y de los conflictos de
nuestra personalidad a fin de no perjudicar demasiado a la comunidad con ellos.
Es un ejercicio exigente, que deben poner en práctica asiduamente muy
especialmente quienes van a estar al frente de esa comunidad.
La resolución positiva de esta tensión es un criterio para el discernimiento
voca-cional. Los alumnos llegan a tratar con delicadeza las propias
contradicciones y, como consecuencia de sentido común, las de los demás,
haciendo de ellas un punto de comunión y no un motivo de división.
Evidentemente, para que esto sea posible, no vale el voluntarismo, sino que es
necesario que cada quien haya pasado por una con-
3
Lonergan, B., Método en Teología, Sigúeme, 2006, p. 111. Sobre todo nos interesa este texto iluminador: El desarrollo
religioso no consiste simplemente en que el estado dinámico de estar-enamorado sin restricciones se despliegue en todas
sus consecuencias. Porque ese amor es la cima de la auto-transencencia y la auto-transcendencia del hombre es siempre
precaria. La auto-transcendencia implica en sí misma una tensión entre uno mismo en cuanto transcendente y uno mismo
en cuanto transcendido. Así pues, la autenticidad humana nunca es una posesión pura, serena, segura. Siempre es un
apartarse de la inautenticidad y todo apartarse que tenga éxito sólo descubre la necesidad de seguir apartándose de ella.
Nuestro progreso en el entender es también la eliminación de inadvertencias y falsedades. Nuestro desarrollo moral se
logra a través del arrepentimiento de nuestros pecados. La genuina religión se descubre y se realiza redimiéndose de las
muchas trampas de la aberración religiosa. Es así como estamos obligados a vigilar y a orar, a hacer nuestro camino con
temor y temblor. Y son los más grandes santos los que se proclaman más pecadores, aunque sus pecados parecen de veras
insignificantes a gente menos santa que carece del discernimiento y del amor que ellos tienen. Cf. También la aplicación
de este concepto en Rulla, L. M., Antropología de la vocación cristiana, Atenas, 1990, p. 139.
Itinerarios formativos 66 El fundamento
La gradualidad
La gradualidad es un criterio tradicional de la educación en la Iglesia
admirablemente sólido. Consiste en el reconocimiento de que las personas no
avanzan definitivamente hacia los valores de una vez, sino que necesitan hacer
aproximaciones sucesivas hasta llegar a realizarlos como parte de su
personalidad. Es un principio que nos interesa mucho en la formación porque va
a constituir como la técnica pedagógica básica. La gradualidad se justifica desde
varias perspectivas:
La perspectiva teológico-espiritual. Los valores que se proponen al candidato
en el proceso vocacional son difíciles de alcanzar porque poseen una gran altura.
No es cualquier cosa, por ejemplo, proponer a un seminarista que viva una
entrega oblativa a favor del pueblo de Dios, imitando las actitudes de entrega de
Cristo, el buen pastor. Esto supone una madurez extraordinaria, pero además un
proceso de comprensión del modelo de Cristo, una aceptación de este modelo y
un esfuerzo prolongado para ir adoptando estas actitudes. A la aceptación del
modelo le podemos llamar una vía mística. Es decir, un camino muy concreto de
identificación con el misterio de Cristo que se propone como modelo de vida. Se
entiende que este camino es un don de la gracia, al que sólo podemos acceder
con la ayuda de Dios y en un continuo clima de unión con él. Al esfuerzo
continuado que la persona pone le podemos llamar ascesis. Es el esfuerzo que el
hombre pone para secundar este don de la gracia. Tal camino ascético tiene
mucho que ver con el autoconocimiento y la confrontación que se han presentado
anteriormente.
No se entra en este camino de una vez para siempre, sino a través de sucesivas
aproximaciones, definiendo un proceso. Esta es la enseñanza unánime de los
místicos, que presentan la vida espiritual dividida en etapas, que se van
siguiendo unas a otras
Itinerarios formativos 67 El fundamento
etapa va a ser la estructura básica del itinerario, que se propondrá más adelante.
Los formadores necesitan aprender a distinguir el grado de madurez de los
muchachos al iniciar y al terminar las etapas, a poner en un segundo plano sus
propia expectativas y a proponer, de un modo pedagógico, el proceso de
maduración que corresponde a cada uno de los momentos formativos en los
cuales se divide la etapa.
En cada propuesta formativa. Los ejercicios que se proponen a los
muchachos no son fáciles de realizar. Por ejemplo, una catequesis cristológica, o
un instrumento para afrontar las necesidades que caracterizan al yo real. Exigen
un proceso en el cual el muchacho comprende, consulta sus dudas, afronta sus
resistencias, toma una determinación, elabora, confronta con los formadores...
Por ello cada propuesta ha de presentarse gradualmente, dando el tiempo
suficiente para que cada uno realice este proceso. Existe así una tensión
pedagógica entre el objetivo propuesto, con el reto que conlleva, y su resolución
positiva. Lógicamente el llegar a tal resolución lleva su tiempo porque plantea
pequeños procesos de maduración. Este proceso es semejante al que hace el
constructor de una máquina, tiene que modelar con cuidado cada una de las
piezas para que encaje en el conjunto, haciendo todos los ajustes pertinentes para
conseguir un buen funcionamiento.
En cada persona y cada grupo. El proceso de las personas y de los grupos no
es uniforme. Siempre hay quien se adelanta y quien se retrasa. Siempre hay
grupos que traducen más nítidamente un paso formativo y los que son más
deficientes en ello. Grupos y personas que adelantan en un sentido pero les
cuesta avanzar en otro. No tiene sentido comparar ni a las personas ni a los
grupos. Lo importante es ofrecer una propuesta y permitir que cada uno la vaya
implementando de modo irrepetible, respetando y valorando su originalidad. Las
personas y los grupos han de adquirir el hábito de evaluar y re-emprender el
camino una y otra vez, de ajustar y volver a ajustar, especialmente mediante la
metodología del proyecto, de cuestionar lo que han conseguido y permanecer
dispuestos a completarlo o a afinarlo.
La aceptación de la gradualidad como técnica pedagógica fundamental
supone así que tanto el alumno como el formador perciben los avances y las
deficiencias del proceso y se hacen conscientes de que el perfil formativo se va
definiendo en las personas y en los grupos poco a poco. Lo importante no es que
se consiga el perfil de modo regular, es decir, comparativamente, todos a la vez,
sino que las personas y los grupos vayan avanzando hacia él y sea precisamente
la percepción de su progreso objetivo el mejor estímulo para continuar. Ésta será,
tanto para las personas como para los grupos, una experiencia gozosa, que
producirá el sano orgullo de la pertenencia a un grupo que efectivamente camina,
ciertamente a su propio ritmo, hacia un fin determinado.
Se descubre con facilidad la mutua implicación de los tres dinamismos:
conversión, autoconocimiento y gradualidad. Los tres han de estar presentes y
fomentarse a través de los materiales del itinerario formativo y han de
presentarse con la claridad y la agilidad suficientes para que el joven se haga
sujeto de la propia formación. La combinación de los tres elementos produce, en
su conjunto, una experiencia estética. Es
Itinerarios formativos 70 El fundamento
Dado que todos los individuos presentan una mezcla de todas estas
situaciones, es necesario ofrecer para todos este conjunto pedagógico. De modo
que se consiga un instrumento apto para promover en todos los casos un
crecimiento en la fe y para que el crecimiento conseguido se mantenga a lo largo
de la vida. Lo que se pretende no es que el muchacho pase una prueba o apruebe
un curso, sino que asuma un reto espiritual dinámico para el resto de su vida,
haciendo efectivamente, de cada paso que se le propone, una actitud de vida. De
este modo planteamos la formación inicial, pero mirando hacia la formación
permanente.
Conviene, antes de pasar adelante, hacer dos advertencias:
■ Los valores no pueden ser confeccionados democráticamente. Son
objetivos y revelados, y se asumen en el contexto de una institución normativa.
Por este motivo los alumnos no pueden elaborar los itinerarios. Éstos constituyen
la propuesta del equipo formador. Tampoco pueden elaborar la metodología, ésta
se propone de manera objetiva. Su aportación consistirá en asumir con intensidad
la propuesta formativa y caminar bajo su guía. En todo caso podrán enriquecer el
proceso después de haber pasado por él, y pensando en las generaciones que
vienen detrás.
■ La propuesta formativa no es meramente situacional. Depende más bien
de factores normativos. Por ello define en un primer momento el ideal de sí, y
después lo hace concreto como ideal-de-sí-en-la-situación. Por ello, no depende
de un análisis de la realidad o de la situación concreta del seminario o de la
diócesis, ni tampoco del plan diocesano de pastoral. Evidentemente existen
realidades que hay que tomar en cuenta, desde la cultura de los seminaristas hasta
las condiciones en que vive la Iglesia Local, pero igualmente es verdad que los
valores sacerdotales son universales, y que lo más esencial es igual en todas partes.
Los itinerarios miran hacia esta parte más universal y luego la concretan para una
realidad específica.
La metodología concreta
Proponemos a continuación una metodología en cuatro pasos, que puede
aplicarse a cada una de las etapas formativas. Estos pasos son acumulativos y
progresivos, y se situarán en el contexto del objetivo general que las Normas
Básicas señalan para cada una de las etapas. Son acumulativos porque el reto que
propone cada paso permanece vigente para la vida del sujeto y son progresivos
porque se enriquecen unos a otros, formando un conjunto armónico y perfilando
una actitud de vida.
Primer paso: experimentar. Consiste en dejar de estar distraídos para poner
atención. Es un ver en profundidad, acudiendo a los datos de los sentidos,
enfocando el objeto de la opción. Más aún, consiste en observar con
detenimiento, acumulando datos. De modo que aquella realidad que nos ha
convocado sea experimentada directamente. No es un ver pasajero, sino exige la
actitud profunda de permanecer atento.
Itinerarios formativos 76 La metodología
1
Dice a la letra san Francisco de Borja: Quien desee que sus obras vayan fundadas con perfecci ón, comiéncelas todas por
la confusión, y consérvese en ella en todo lo que hace; tómela por compañera, y mientras no la dejare, no lo dejará Dios
Nuestro Señor. Porque no suele menospreciar el corazón contrito y humillado, antes está escrito que con los humildes es
su conversación. Esta es la vestidura de las bodas, de las cuales nadie que de ella estuviere vestido, será lanzado. Esta es
la librea de los hijos de Dios, de ésta se han de vestir todos los que le quieran seguir. Pues su sacratísima humanidad se
vistió tanto de ella que decía: cada día estaba delante de mí mi ignominia, y la confusión de mi rostro me cubría.
Itinerarios formativos 78 La metodología
Dimensión espiritual-carismática
Esta dimensión se sitúa en el dinamismo propio de la fe. Al principio
consiste en una confesión de fe básica, en la aceptación del misterio de Cristo y
de la propia historia. Pero esta fe inicial, de carácter más bien genérico, se va
concretando poco a poco en compromisos específicos. Se vive en una creciente
especificidad. Por eso parece oportuno el doble nombre "espiritual-carismática".
En los primeros momentos del proceso, la formación tendrá su centro en la
revisión y profundización de la identidad cristiana; hacia el final del proceso el
centro estará en el carisma concreto que ese creyente vive y aporta a la
comunidad y define aún mejor su identidad espiritual. Así, un seminarista es
necesario que primero se defina con claridad como creyente (curso
introductorio), luego que estructure los hábitos que dan consistencia a su vida de
fe (etapa filosófica), para que al final se configure con el carisma sacerdotal
(etapa teológica).
Los documentos de la Iglesia insisten en que existe un núcleo en esta
dimensión que es necesario salvaguardar, porque compromete su autenticidad1.
Ese núcleo hace referencia al modo de la relación de Jesús con su Padre. Se trata
de una relación íntima y profunda con Dios, de carácter definitivo, habitualmente
cultivada, una relación de verdadera familiaridad. La expresión trato familiar y
asiduo es densa, y expresa un modo muy concreto de relacionarse con Dios y su
misterio. Es un núcleo que debe cultivarse en todas las etapas, al que debe
introducir gradualmente el proceso formativo con mucha claridad y seriedad. La
experiencia dice que, aunque parece muy sencillo, no es tan fácil transmitir este
modo de relación con Dios que fue el de Jesús. Evidentemente el cultivo de este
tipo de espiritualidad exige un aprendizaje, unos medios y métodos que los
formadores han de conocer bien y proponer explícitamente a los alumnos. Quizá
este es un punto central, en el cual los formado-res deben ofrecer a los alumnos
algo mejor de lo que recibieron en su propio proceso formativo.
Muchas veces en la formación el núcleo de la vida espiritual se da por
supuesto, pero no debe ser así. Cuando se señala este núcleo, se quieren excluir
explícitamente otras maneras de comprender la vida espiritual. Por ejemplo, el
culto meramente exterior, meramente ceremonial, incluso mágico o legalista; o
una percepción del misterio de Dios como el lejano y el distante, que suscita más
temor que amor; o el refugio en las devociones que, por muy buenas que sean, no
logran introducir por sí mismas en esta relación íntima con Dios. La clásica
espiritualidad de las prácticas de piedad no parece ser suficiente. Hay que
reconocer que si se insiste tanto en esto es porque con frecuencia no se salva
dicho núcleo fundamental. Entonces se estaría edificando en el vacío. Lo primero
que debe ser consistente es la vida espiritual de la persona, en cualquier nivel de
la formación en que se encuentre. Siempre conviene someter a examen este
punto y proponer caminos de crecimiento en él. Es un núcleo porque
compromete la identidad cristiana del sujeto.
1
Las indicaciones específicas sobre esta dimensión se pueden localizar en PDV 45-50, OT 8, Normas básicas para la
formación sacerdotal en México 106-127.
Itinerarios formativos 88 Las dimensiones
el cuidado de la vida espiritual, que deberán aplicarse en cada una de las etapas, y
son señaladas también por los documentos. La pregunta que nos hacemos desde
los itinerarios formativos es: ¿cómo se consigue que el formando camine
efectivamente en cada una de ellas? Al mismo tiempo conviene señalar algunas
líneas de acción para la aplicación de los medios clásicos para la formación
espiritual, como la dirección espiritual, los ejercicios espirituales o los retiros
mensuales. En esto, como se ha señalado al hablar del equipo formador, el
acuerdo del equipo de los directores espirituales del seminario es fundamental,
de modo que la orientación que se dé a estos medios sea similar y respete los
principios de la gradualidad y de la autoformación. En la medida en que esto se
haga, se estará preparando a los seminaristas para la formación permanente porque
llegarán a ser autónomos no sólo en la aplicación de estos medios, sino en su
misma vida espiritual. Se hacen estas puntualizaciones con brevedad.
La meditación asidua de la Palabra de Dios. Consiste en la valoración de la
Escritura que caracteriza a los seminaristas como verdaderos oyentes de la Palabra
y discípulos de Jesús. Esto significa que en cada una de las etapas se les deberá
proponer un camino específico y una materia concreta para la meditación de la
Palabra, dibujando un verdadero aprendizaje de la oración. Este es uno de los
aspectos más nucleares de la formación sacerdotal y, sin embargo, uno de los más
descuidados. Hay que conseguir que su oración tenga como núcleo de identidad
la meditación de la Palabra. Para ello es importante la distinción práctica entre
meditación orante de la Palabra y lectura espiritual. La lectura espiritual ofrece
elementos de cultura en torno a la vida espiritual que pueden redundar en un
mejor aprovechamiento de la meditación, pero no es propiamente oración. En este
sentido, conviene enseñar a los seminaristas, desde las primeras etapas, a
distinguir los momentos que son propiamente de oración y están así previstos en
el horario y otros elementos de cultura espiritual que no se deben confundir con
ella. De modo que no lleven a la oración libros espirituales, sino se centren en la
Sagrada Escritura. Se busca formar al hombre de oración que debe llegar a ser
maestro de oración en la comunidad cristiana.
El tiempo diario de meditación. Si los ejercicios espirituales y los retiros
mensuales son importantes, éstos se quedarían sin sentido si llegara a faltar la
meditación diaria. Los tres elementos deben enriquecerse mutuamente. Es
fundamental que el quipo formador respete y valore el tiempo de la meditación y
enseñe a los seminaristas a valorarlo de la misma manera. También para esto se
puede señalar una gradualidad.
En general conviene facilitar que los seminaristas hagan tres aproximaciones
de carácter orante a la Sagrada Escritura, correspondientes a cada una de las
etapas centrales del proceso formativo: En el curso introductorio se intentará
procurar la aceptación de la Sagrada Escritura en su integridad, tanto en el
Antiguo como en el Nuevo Testamento, como referente de toda la vida espiritual.
En la etapa filosófica, sobre todo se insistirá en la meditación de los Evangelios
como camino de formación discipular. En la etapa teológica se trata de garantizar
que la Palabra, que es objeto de estudio detallado, se mantenga como alimento de
la vida espiritual.
En el seminario menor. Se trata de un ejercicio sencillo de meditación y
muchas veces comunitario, o guiado, donde la creatividad y el protagonismo de
los mucha-
Itinerarios formativos 92 Las dimensiones
chos se pone en juego. Más que una oración formal y prolongada, se trata de una
oración sentida y compartida. Enseñarles a cultivar tiempos de silencio y a
valorar la Palabra de Dios, pero sin exigirles un sentido más profundo de la
meditación y sin imponerles una metodología demasiado estricta. La oración
debe ir surgiendo como algo natural en su vida, que viene fomentado por los
mismos espacios físicos del seminario.
En el curso introductorio. En el itinerario se propone que el tiempo de oración
se vaya prolongando a lo largo del curso. En los primeros dos meses sería de
quince minutos; desde allí hasta el final del primer semestre, sería de media hora
y durante el segundo semestre sería de una hora. Así los muchachos tendrán la
sensación de que se ha ido ganando el tiempo para la oración de modo gradual.
Al mismo tiempo conviene cuidar la enseñanza de los métodos para la oración.
En concreto se proponen un método básico, los cuatro sentidos de la Escritura, la
meditación, la contemplación y la oración vocacional. Hay que poner mucha
atención a la traducción de la Biblia que utilicen, de modo que se garantice que el
texto sagrado sea percibido más como materia de oración que como objeto de
estudio.
En la etapa filosófica. Es un tiempo para vivir la oración prolongada y
sistemática. El seminarista debe llegar a confeccionar su propio método y a
aplicarlo autónomamente, de modo que efectivamente la oración llegue a ocupar
el centro de su vida. Los seminaristas de filosofía ya deben poder ejercer el rol de
animadores de la oración en los grupos de apostolado en los que participan, en su
propia familia e incluso entre sí. Es conveniente ayudarles a elaborar un
programa espiritual para los tiempos de vacaciones, con el fin de que
experimenten que tienen éxito en lo que se proponen, y no se queden con la
sensación de que fallaron a aquellos medios que en el seminario ponen en
práctica ordinariamente.
En la etapa teológica. Los seminaristas han adquirido el hábito de la
meditación y lo emplean fructuosamente. La consigna de hacer oración los
tratados teológicos se debe operacionalizar, quizá pidiéndoles que elaboren un
programa mensual para la oración, seleccionando los textos que van a meditar.
Ya su oración tiene que adquirir el sentido de orar por el pueblo de Dios y de
preparación para servirle mejor.
En la etapa pastoral. En esta etapa es fundamental ayudar al seminarista a
conservar los hábitos adquiridos en las circunstancias de su servicio pastoral y al
mismo tiempo a participar con humildad en la vida espiritual de la comunidad en
la que está destinado. Su práctica de la meditación se mantiene y se flexibiliza,
adaptándose a las condiciones del ministerio que desempeña.
La enseñanza de la meditación en cada una de estas etapas implica, necesaria-
mente, dos elementos:
a) Una enseñanza práctica de los métodos de meditación que deberá
realizarse de manera gradual y profunda. En el campo de los métodos de oración
se puede aplicar con mucha eficacia el criterio de la gradualidad.
En el seminario menor es útil presentar a los alumnos una selección de textos
en la línea de la etapa juvenil que viven, que ayuden a afirmar su formación en la
fe. La oración comunitaria en esta etapa necesita ser muy ágil, implicando la
creatividad de
Itinerarios formativos 93 Las dimensiones
los mismos seminaristas. La oración personal, con un tiempo más bien breve, en
el que puedan aplicar un método simple. Son muy útiles los momentos de
oración guiada porque marcan a los seminaristas una pauta de cómo utilizar el
tiempo destinado a la oración.
Durante el curso introductorio se puede ir aumentando gradualmente el
tiempo destinado a la oración, de modo que los seminaristas vayan aceptándolo
como un tiempo de especial calidad. Aquí el objetivo es que aprendan un método
básico de oración y diversas maneras de orar, como la meditación, la
contemplación y el examen.
Durante la etapa filosófica se puede ampliar la visión de los métodos de
oración, Conviene mostrar caminos para la oración comunitaria con la Palabra de
Dios y facilitando que los seminaristas asuman el rol del animador de la oración,
primeramente entre ellos y después en su actividad apostólica. Es muy útil
proponer una aproximación sistemática al texto bíblico, especialmente a los
evangelios, desde el punto de vista del camino discipular.
Durante la etapa teológica se puede enseñar a los seminaristas diversos
métodos para orar con textos del Antiguo Testamento, de las cartas apostólicas y
del Apocalipsis, de modo que lleguen a una aproximación espiritual y orante que
se corresponda con el estudio crítico de la Sagrada Escritura. También se les
puede presentar una selección de temas de oración, que les ayuden a hacer
oración con el contenido de los tratados teológicos, aunque dando siempre la
prioridad al texto bíblico.
b) Una aproximación crítica y espiritualmente fructuosa a los textos bíblicos.
La actitud crítica ante el texto bíblico ha de ir creciendo en el proceso formativo,
marcando una sucesiva aproximación.
Durante el seminario menor y el curso introductorio se trata de garantizar el
contacto con un texto bíblico comprensible para ellos y practicable para orar. Es
importante conseguir que el muchacho lo sienta como suyo, de modo que
adquiera familiaridad con la Palabra de Dios. Es muy recomendable procurar una
introducción a la Sagrada Escritura, motivar la lectura de la introducción de su
Biblia y cuidar la traducción que utilizan de la misma.
Para la etapa filosófica parece interesante una aproximación más espiritual y
discipular. Poner en sus manos un buen comentario a los Evangelios que,
contando con las conclusiones de la exégesis bíblica, al mismo tiempo dé pautas
para la asimilación espiritual en concreto de los textos vocacionales de los
Evangelios. No hay que perder de vista que nos interesa la contemplación de los
ejemplos de Cristo, especialmente en los rasgos humanos de su comportamiento.
En las etapas teológica y pastoral el seminarista cuenta con todo el estudio
amplio que va haciendo de los libros bíblicos, de modo que se puede mover con
mayor autonomía. Aquí hay que garantizar que no se pierda el sentido orante de
la Escritura, de tal modo que la visión crítica de los textos se transforme en
fuente de una más auténtica y profunda meditación de la Palabra.
El valor del silencio y el sacrificio. La formación espiritual deberá ayudar a
que los seminaristas cultiven un ambiente religioso, y sean capaces de buscar el
silencio y la
Itinerarios formativos 94 Las dimensiones
lista, que es meramente orientativa, se pueden añadir otros temas que por
diversos motivos parezcan convenientes. Lo importante es que el director
espiritual de la etapa tenga claridad sobre una secuencia de temas que convienen
en el proceso formativo.
Para el seminario menor se proponen algunos de los iconos propios de las
etapas intercalados con la atención al momento por el que están pasando los
seminaristas.
Primer semestre: Es un primer momento de adaptación a la vida del seminario
menor, a) La llamada misteriosa de Dios, sensibilidad para escuchar y
disponibilidad para responder: ISam 3,1-10; Gn 12, 1-9. b) Prepararse lo mejor
posible aprovechando todas las oportunidades que Dios nos da: Prov 3, 1-12; Dn
1, 8-21. c) Contemplar el propio crecimiento con alegría y gratitud: Le 2, 41-52.
Segundo semestre: En este segundo momento se pretende ampliar las
perspectivas del seminarista para que comprenda elementos que quizá no estaban
presentes en su opción vocacional. a) La realidad social, clamor del Pueblo de
Dios: Je 6, 1-6.11-24; Ex 3, 1-17. b) Crecimiento espiritual y solidaridad
humana. La vinculación con Dios tiene como contraparte la vinculación con los
demás, especialmente con los pobres: Tob 1, 3-22; Le 1, 26-38. c) La fuerza de la
fe. La fe conduce al creyente a vencer muchos obstáculos, porque sabe que Dios
está con él: ISam 17, 1-51.
Tercer y cuarto semestres. Se presenta como un momento de mayor
estabilidad, en el cual el crecimiento de los seminaristas es más constante. El
itinerario aprovecha para introducir las dimensiones formativas. Se sugiere que
los retiros se orienten hacia el descubrimiento del rostro auténtico de Dios: a)
Dios escucha el clamor de los pobres: Gn 21, 1-19; Ex 3, 1-10; Le 1, 26-38; 21,
1-4. b) La fidelidad eterna de Dios Ex 34, 1-10; Salmo 117; IPe 2, 21-25. c) El
Emmanuel, Dios con nosotros: Is 7, 13-17; Le Hech 10, 34-43 d) La misericordia
de Dios: Jon 4; Salmo 136; Me 6, 30-37; Le 15, 11-32. e) Ternura paterna y
materna de Dios: Os 11, 1-4; ls 66, 10-14; Mt 7, 7-12. f) Dios guarda nuestros
pasos, la providencia de Dios: Tob 6, 1-9; Sal 118, 105-112; Le 12, 22-34.
Quinto semestre. Antes de plantear el discernimiento para el paso al curso
introductorio es necesario reafirmar en los seminaristas su sentido de pertenencia
a la Iglesia y su compromiso evangelizador, base de toda vocación. Se sugiere
que los retiros se dediquen especialmente a reflexionar sobre la Iglesia: a) La
Iglesia, una comunidad convocada por Dios: Ef 2, 11-22. b) La Iglesia,
comunidad enviada para evangelizar: Mt 5,13-16. c) La Iglesia llamada a la
plenitud de Dios: Ap 21, 9-27.
Sexto semestre, se propone como un tiempo dedicado especialmente al
discernimiento del paso al curso introductorio. En el itinerario se afronta
directamente el tema, pero en los retiros mensuales se puede proponer una
práctica concreta del discernimiento. Se sugiere repetir y reafirmar los temas del
itinerario para que los muchachos los apliquen desde el punto de vista
estrictamente espiritual: a) El discernimiento como una actitud básica del
creyente: elegir la voluntad de Dios en todo momento, b) El discernimiento de la
vocación como disponibilidad para poner la vida al servicio del Señor y de la
comunidad, obedeciendo a la voz de la Iglesia, c) El discernimiento concreto
para el paso al curso introductorio con las exigencias que conlleva.
Para el curso introductorio se puede seguir el esquema de los ritos de la
iniciación cristiana, así se afirma con más claridad el carácter catecumenal de la
experiencia. Se puede recurrir a los Padres de la Iglesia en su amplia reflexión
sobre el valor y el senti-
Itinerarios formativos 102 Las dimensiones
pastor: a) Presentación de las actitudes de Jesús como buen pastor; las actitudes
de Jesús como cauces concretos por los que da su vida que muestran la
profundidad de su corazón, b) La catolicidad. Es la actitud de verdadera
disponibilidad ante la Iglesia para ir a donde sea necesario, comprendiendo que
la misión va mucho más allá de los límites de una Diócesis o de los planes que
cada uno legítimamente hacemos. Es también la disposición a apoyar a quienes
son envía-dos más allá de ciertas fronteras, c) El sentido apostólico. Se trata de la
comprensión del sacerdocio desde la clave apostólica. El sacerdote no es un
administrador, ni un organizador, ni el empleado de una estructura, sino un
apóstol. Este carácter apostólico implica un verdadero dinamismo evangelizador.
d) El sentido espiritual del ministerio sacerdotal. Antes que una función eclesial
el ministerio presbiteral es un camino espiritual. El sacerdote está llamado a ser
testigo de los valores espirituales en medio de la comunidad humana y cristiana.
Hay que tomar en serio esto, que es más que una faceta, el corazón de su mismo
ministerio sacerdotal, e) La liberación como actitud sacerdotal de solidaridad con
los pobres y de opción preferencial por ellos, siguiendo las enseñanzas del
episcopado latinoamericano. Después de la larga reflexión que se ha realizado en
el Continente, cómo se traduce este valor en la vida sacerdotal, f) María
permanece en la escuela de Jesús, a la escucha de sus actitudes, guardando los
comportamientos de Jesús en su corazón y repitiendo sus comportamientos en el
grupo discipular.
Para la etapa pastoral se puede distinguir en los retiros de preparación
espiritual para la recepción de ministerios y órdenes, que habitualmente se
centran en el contenido del ministerio correspondiente y en la meditación del
ritual, de otros momentos de retiro que se puedan proponer. Hay que contar con
que en el presbiterio también habrá la estructura de retiros mensuales, que los
seminaristas deben aprovechar.
La devoción mariana. Aparece no solamente como un medio espiritual más,
sino como algo necesario en la vida y en la identidad de quienes han sido
llamados al ministerio presbiteral. Pueden existir diversas maneras o estilos de
devoción mariana. Fundamentalmente dos. Uno que da a María una centralidad
tal que a través de ella se accede al Hijo y al Padre (Vgr. modelo de san Alfonso
o de San Luis Griñón de Montfort). Otro que recurre a María como una
referencia explícita en su acceso al hijo y al Padre (Modelo franciscano e
ignaciano). Lo importante es que el formando cultive una auténtica devoción
mariana y sea esta una expresión de su propia fe. La santidad de los creyentes
está históricamente unida a la piedad mariana. Se quiere formar al discípulo y
misionero hijo de María, capaz de alentar la devoción mariana de los fieles.
Itinerarios formativos 105 Las dimensiones
2
La dimensión humana viene reportada en PDV 43-44, NBFSM 93-105.
Itinerarios formativos 106 Las
dimensiones
con las condiciones de la cultura que le toca vivir, con las exigencias de la Iglesia
en su concreción diocesana y con las características objetivas de su personalidad.
Así se aproxima a una formulación más realista del ideal sacerdotal que
anteriormente había aceptado como bueno para sí, pero ahora comienza a poner
en práctica.
Dimensión humana-personal
Ha llegado a ser
Núcleo
un joven seguro de sí
y libre para su opdón.
Sin una adecuada
formación humana,
toda la formadón
estaría privada de su fundamento
necesario...
La etapa pastoral traza una línea aún más clara de realismo. El seminarista
traduce su experiencia de maduración en una mayor capacidad para el servicio
apostólico. Ha llegado a ser un evangelizador competente y un signo de la
presencia de Cristo. Ya se define como constructor de la comunidad, de modo
que el aprendizaje realizado a través de la vida comunitaria del mismo seminario
es aplicado a la comunidad apostólica en la que trabaja y al ámbito del
presbiterio. Se constata la aptitud positiva y no sólo se eliminan los datos
negativos. Esta aptitud se refleja en conductas objetivas y evaluables. Todo esto
supone que el seminarista no se sitúa como quien ha llegado al final, sino como
quien ha adquirido la humilde conciencia de que falta mucho por trabajar sobre
sí mismo y de que necesita dejarse acompañar.
Itinerarios 108 Las
formativos dimensiones
modernos y contemporáneos, que les sitúa en la cultura que les toca vivir. El
aprecio de la auténtica música popular y juvenil, sobre todo la de su región. El
conocimiento de la música popular religiosa. Tiene una especial importancia el
conocimiento de la música coral religiosa y del canto gregoriano. La
participación en realizaciones musicales como el coro del seminario y el
aprendizaje de los instrumentos musicales. La sensibilidad estética que se
consigue es de un gran valor para la misma vida espiritual.
20) En el ámbito de las artes plásticas. Una aproximación a la valoración
estética de la pintura y la escultura de todos los tiempos. El conocimiento y
valoración de las expresiones plásticas de las culturas ancestrales. El aprecio de los
diversos estilos pictóricos y escultóricos. La apreciación de la plástica moderna y
contemporánea, no siempre fácil de conseguir. La valoración de la plástica
regional y de las artes plásticas populares y la artesanía. La formación crítica para
la elaboración de impresos de todo tipo y el manejo de programas de
computación para estos fines. Sólo si se piensa en la trascendencia que tiene el
ministerio sacerdotal en esta área se descubrirá la necesidad de formar en ella.
21) Las artes escénicas. Las representaciones teatrales son una expresión
importante de la cultura. Es conveniente que los seminaristas tengan experiencia
directa de ello, de acuerdo a las oportunidades que se presenten, tanto a nivel de
la lectura de obras teatrales como de su representación. El contacto con el mundo
de la danza, del ballet clásico y contemporáneo y de la danza popular, es de una
inmensa riqueza. Existe una amplia gama de obras escénicas religiosas que han
sido parte de la evangelización: autos de fe, pastorelas, dramas, obras de carácter
vocacional y sacerdotal. Si se tiene la posibilidad de preparar obras teatrales en
las que actúen los mismos seminaristas, con la mayor calidad profesional posible.
No se pueden dejar de mencionar mundos artísticos de gran valor evangelizador
como el teatro de títeres, las sombras chinas, el sociodrama y otras técnicas
teatrales.
22) La cinematografía y el video. El cine es un arte característico de los
tiempos actuales. Una buena introducción a la historia del cine y a la apreciación
cinematográfica parece muy conveniente. El uso actual del video, tan accesible,
permite que los mismos seminaristas hagan incursiones en este arte,
descubriéndolo como un medio evangelizador. El uso del cine en la actividad
apostólica es práctico e ilustrativo. El aprendizaje de la técnica del cineforo en
distintos niveles y modalidades. El conocimiento de la historia del cine religioso.
Por otro lado está la formación complementaria. Son los elementos que les
pueden ayudar a vivir mejor en algún sentido y para actuar en la sociedad. Desde
unas buenas lecciones de higiene bucal o de primeros auxilios, hasta una
instrucción sobre las hidroponias y los cultivos productivos; desde la formación
para el uso de los micrófonos hasta el diseño de propaganda; desde unas
lecciones de limpieza y lavado de ropa hasta una orientación sobre el arbitraje en
los deportes. Todo lo que signifique adquirir nuevas habilidades o prepararse
para servir en diversas áreas. La formación complementaria atiende tres objetos:
Itinerarios formativos 115 Las dimensiones
Dimensión humana-comunitaria
Etapa filosófica
a una comprensión
más actualizada de
la vocación presbiteral
y del conjunto
de la formación.
Encuentra su justificación
en la naturaleza de la vocación
presbiteral y manifiesta su urgencia
ante el reto de la nueva evangelizadón...
presentación de los trabajos, los plagios de internet, etc., en los seminarios, que
tienen su sistema educativo propio, debe hacerse un esfuerzo por remontar estas
deficiencias con cierta eficacia. No justificar la falta de exigencia por el estado en
que llegan los alumnos. En ocho años de formación perfectamente se pueden
superar estas deficiencias. Esto es un bien para todas las personas. Es necesario
trabajar en ello desde las primeras etapas de la formación.
e) Valoración de la dimensión intelectual. En algunos lugares, más bien
escasos, puede darse el fenómeno de que no sea suficientemente valorada la
dimensión intelectual, casi siempre por un pastoralismo mal entendido. Es
evidente que la preparación académica de los seminaristas es un elemento básico
para una mejor evangeliza-ción. Por ello no hay que oponer una cosa a la otra, y
mucho menos promover que los muchachos lo consideren así.
Sentido del trabajo y del descanso. La educación que se ofrece en el
seminario necesita formar en el equilibrio entre el trabajo y el descanso. En
general en los presbiterios se tiene el exceso y el defecto. La persona que no sabe
trabajar, o no le interesa, o no tiene la motivación adecuada... el punto es que
existe una imagen del sacerdote flojo, que prácticamente se limita a ejercer
funciones litúrgicas. Por otro lado está el extremo contrario, el del activista que
necesita hacer cosas continuamente y no tiene la capacidad de descansar. Aquí
existen puntos concretos para una mejor formación:
30) El ocio compartido. Facilitar momentos de descanso comunitario, de modo
que los seminaristas vayan teniendo una experiencia común de diversión, de
cultura y de distensión. En algunos seminarios parece interesante la experiencia
de incluir en la programación de las etapas este tipo de momentos en los que el
objetivo es propiamente descansar. Facilitar la experiencia de nuevos modos de
convivir y de pasar el tiempo sanamente.
31) El equilibrio entre trabajo intelectual y trabajo físico. La intensa dedicación
a los estudios requiere una compensación a través de la actividad física, que se da
a través del deporte y del trabajo manual. El trabajo físico es un elemento
educativo por varios motivos. Acerca a los seminaristas a la realidad de tantas
personas que trabajan con sus manos para vivir. Esta cercanía les hace
conscientes del valor del trabajo y abre la posibilidad de una actitud más solidaria
con los trabajadores. Es conveniente que los seminaristas hagan labores
domésticas y lleguen a un grado suficiente de convicción sobre la conveniencia de
continuar realizándolas toda la vida, adoptando un modo de vida sencillo, que no
les haga depender de otras personas que cocinen, laven la ropa, limpien la casa,
arreglen el jardín, hagan reparaciones, etc. El trabajo físico también les acerca a
la realidad social de la diócesis, sobre todo al tipo de trabajos que son
significativos en la región.
32) El descanso cotidiano. Lo que se hace en el gota a gota de cada día es más
eficaz que los momentos extraordinarios. Esto ocurre específicamente con el
descanso diario. Quien trabaja cotidianamente también sabe respetar y buscar los
momentos de descanso. El equilibrio en este sentido es determinante. La misma
salud de la persona se
Itinerarios formativos 128 Las dimensiones
Dimensión apostólica
La dimensión apostólica o pastoral es un referente necesario de todo el
proceso. Se puede decir que el apostolado es el fin de toda la formación. Al final
se trata de formar evangelizadores presbíteros, y de que la misión se lleve a cabo
de la mejor manera posible. Por eso no se debe reducir esta dimensión a una mera
"práctica" pastoral sino que debe conservar siempre un carácter específicamente
formativo. Hay que garantizar así un verdadero aprendizaje en el apostolado y en
concreto del ministerio sacerdotal. En este terreno como en ninguno tiene una
gran trascendencia el respeto a la gradualidad del proceso. Esta gradualidad es
compleja porque se debe introducir al mismo tiempo a la teología pastoral, al
sentido de la misión y a la actividad apostólica de la Iglesia Particular. Por
último, debe enseñar a los seminaristas a asumir el apostolado como una realidad
colegiada y comunitaria, conociendo y secundando los planes de acción pastoral
y respetando las prioridades pastorales de la Diócesis, haciéndolas suyas.
El núcleo formativo señala tres líneas. La primera y fundamental es la
formación del corazón, de modo que sea la misericordia llegue a ser el motivo
profundo de la acción pastoral del futuro pastor. Debajo de esta propuesta hay
una comprensión de la misión evangelizadora de la Iglesia, que define lo más
íntimo de su ser y de su vocación. Desde este núcleo fundamental se afirma el
valor de la caridad pastoral y el sentido de la opción por los pobres en el
ministerio presbiteral. La segunda línea es la de la pertenencia a un cuerpo o
comunidad, en concreto al presbiterio, se trata de una actividad pastoral realizada
en nombre de la comunidad y en colaboración con los demás y por ello se
plantea la exigencia de saber dar continuidad a obras que permanecen más que
las personas. La actividad pastoral es una introducción práctica a la colegialidad
propia del presbiterio. La tercera línea es la del reconocimiento y valoración de la
diversidad carismática de la Iglesia y de las personas que intervienen en las
distintas obras de apostolado. Cada uno de los seminaristas ha de abrirse a la
diversidad ministerial y formarse en esta valoración, porque esta va a ser luego
una condición de su ejercicio presbiteral.
Al asignar a los seminaristas las diferentes actividades apostólicas el equipo
forma-dor ha de ser flexible, distinguiendo a cada seminarista en su proceso de
conocimiento de la realidad pastoral. Los formadores pueden contar con los
siguientes elementos:
■ La experiencia apostólica previa del seminarista. Saber con precisión el
historial de la actividad apostólica del muchacho, antes y después de ingresar al
seminario, de modo que se eviten las repeticiones y no se dé cauce a que el
muchacho se sienta dominador de una situación. Al contrario, siempre debe
mantenerse en la tesitura de quien está aprendiendo a realizar la actividad
pastoral.
■ Las necesidades de maduración personal del seminarista. En cada
momento formativo la actividad pastoral tiene unas repercusiones importantes
tanto en la maduración personal del seminarista como en su discernimiento
vocacional. Consecuentemente habrá que poner atención a estas necesidades, que
pueden ser de muy diverso orden, de modo que el apostolado se convierta en un
Itinerarios formativos 130 Las dimensiones
este período se les pueden ofrecer algunos fundamentos de la acción pastoral para
que los pongan en práctica en los semestres siguientes.
Para los semestres 2° a 5o, como experiencias típicas se pueden mencionar las
siguientes: La participación en un grupo juvenil, sobre todo cuando el
seminarista ha carecido de ello en su experiencia previa. La participación en la
catequesis de confirmación, no sólo cuando el joven no ha recibido el
sacramento, sino también cuando necesita renovarlo. La función de auxiliar en la
catequesis de niños, sobre todo si nunca ha realizado esta función. Apostolados
de tipo social, sobre todo realizados como grupo, como llevar una obra de teatro
a un asilo de ancianos, o cosas similares. Se trata de experiencias apostólicas que
produzcan un conocimiento más cercano de la realidad. Las misiones, realizadas
con mucha moderación, y siempre acompañados por personas más mayores,
pueden funcionar como un ámbito de conocimiento de la realidad diocesana.
También puede ser interesante que realicen algunos trabajos voluntarios en la
comunidad civil, de modo que adquieran una mayor sensibilidad en torno a la
realidad social.
Durante el curso introductorio el apostolado tiene como finalidad formativa
el afianzamiento de la identidad cristiana del alumno y la expresión de esa
identidad. Esto se logra proponiendo el apostolado como un campo de
aprendizaje, sobre todo cuando se coloca a los seminaristas al lado de personas
experimentadas, capaces de enseñar: catequistas, animadores y asesores de la
pastoral juvenil, etc. Se persigue también como fin del apostolado un
enfrentamiento con la realidad, sea social o eclesial, y a través de esto caminar
hacia el discernimiento vocacional, pues hay que interpretar la vocación, en este
plano, como un verdadero servicio social. El apostolado reviste la forma de una
iniciación: a la pastoral de la Iglesia, al futuro ministerio, a las obras que existen
en la Iglesia Particular, a la universalidad de la Iglesia. El apostolado también los
introduce en la realidad de la diócesis, en un conocimiento más realista y
objetivo del camino vocacional que han elegido.
En algunos cursos introductorios se ha adoptado una modalidad cíclica. Se
ponen tres tipos de apostolados y los seminaristas van rotando en cada uno de
ellos durante un trimestre. De modo que en un trimestre les corresponde un
apostolado de tipo social, para que conozcan más la realidad. En otro trimestre
les toca un apostolado de tipo juvenil, para que afirmen su sentido de pertenencia
a la comunidad. El otro trimestre les corresponde un apostolado en el que puedan
tener la experiencia de compartir su propia fe. Al establecer este ciclo, se evita
que los muchachos adopten roles protagónicos en el apostolado. Queda más
claro que se trata de aprender y de formarse. La revisión del apostolado puede
ser una ocasión muy interesante para el conocimiento interpersonal y para la
profundización en los valores que los unen entre sí.
La etapa filosófica es siempre más amplia y sistemática. La opción más
generalizada es por la catequesis básica, como fundamento y estructura de toda la
acción pastoral. Es importante que, antes de actuar en la catequesis, el
seminarista cuente con los elementos teóricos de la catequética y los aplique por
medio de una metodología que
Itinerarios formativos 132 Las dimensiones
debe ser enseñada tanto en el plano teórico como práctico. Es deseable que
durante esta etapa recorra los diversos momentos de la iniciación cristiana, de
modo que comprenda su diversidad y al mismo tiempo le ayude a continuar
profundizando en el camino discipular. Si el apostolado de la primera etapa lo ha
hecho más sensible ante las necesidades de los demás, ahora aprende a actuar en
medio de ellas con espíritu cristiano. Se adopta como parte de la personalidad la
disposición al servicio.
En concreto se le puede enviar a: La catequesis de niños pequeños, de modo
que aprenda el modo de trabajar en el pre-escolar y en la primera etapa de
primaria; esto requiere una preparación pedagógica especial. La catequesis de la
primera comunión, con niños de la segunda etapa de primaria. La catequesis de
poscomunión. Puede ser que incursionen en la catequesis de confirmación.
Conviene que conozcan bien la catequesis parroquial, pero no conviene que
asuman roles de coordinación en ella, los cuales corresponden a los laicos. Al
mismo tiempo puede ser muy adecuado el conocimiento de otros métodos y
escuelas de catequesis de iniciación, como las que ofrecen los movimientos
eclesiales, sobre todo cuando se cuida el aspecto pedagógico especialmente. Si a
un seminarista le falta la experiencia de pertenencia a un grupo juvenil, aún en la
etapa filosófica puede ser interesante proponérsela. Algo similar hay que decir de
algunos movimientos eclesiales juveniles. Nuevamente vale la orientación de que
el seminarista de filosofía no sea coordinador de la pastoral juvenil, sino un
simple animador, o incluso participante. Tanto en la catequesis de iniciación
como en la pastoral juvenil, hay que priorizar el trabajo en equipo, con otros
agentes laicos o jóvenes de su edad.
La etapa teológica. La formación pastoral se especializa y se diversifica. Se
promueven experiencias diversas y complementarias, dando la impresión de que
existen muchas realidades pastorales en la Iglesia. Es un momento interesante
para incidir en la pastoral juvenil y vocacional, porque el seminarista ya puede
dar testimonio de su perseverancia en el proceso formativo y se encuentra más
seguro en su identidad vocacional. Las "actitudes de sensibilidad pastoral y de
solicitud para el servicio deben hacerse patentes en este momento. La apertura a
campos específicos de apostolado, a diversos grupos, movimientos e
instituciones de la Iglesia, crea en el alumno la disposición a acoger de corazón
todo carisma y don que el Espíritu deposita en la comunidad cristiana. El sentido
y valor del plan diocesano de pastoral afirma su pertenencia a la comunidad
diocesana. Es conveniente que ya incidan en los apostolados más propios del
ministerio sacerdotal, sin embargo, esto no debe ir en detrimento de su contacto
con la riqueza de la diversidad eclesial, más bien se deberá tender a que
encuentren el lugar del ministerio sacerdotal en cada faceta de esta diversidad
eclesial.
La posibilidad de diversas actividades pastorales se multiplica en esta etapa,
algunas de ellas son: La formación de catequistas o de animadores juveniles,
sobre todo cuando el seminarista ya ha tenido cierta experiencia en estos
ámbitos. La participación en movimientos eclesiales de jóvenes adultos o de
adultos, como los cursillos de cristiandad, los encuentros conyugales, etc. La
experiencia en realidades sociales más complejas, como los hospitales
psiquiátricos, los enfermos terminales, la cárcel, la pobreza extrema. El
conocimiento más directo de las comunidades religiosas y de su
Itinerarios formativos 133 Las dimensiones
servicio apostólico, como los colegios, los hospitales, el servicio a los pobres, la
evangelización. La colaboración en la pastoral juvenil y en la pastoral
vocacional. La colaboración en una etapa de formación previa, como el
seminario menor. La asesoría de organizaciones civiles, especialmente si son
juveniles.
Dimensión apostólica
El seminario menor es una etapa previa. Etapas previas son aquellas que aún no
tienen por objeto la formación sacerdotal, sino que se ordenan a la preparación de
los candidatos para que en su día tengan una mayor cultura religiosa y vocacional
y una mayor libertad para elegir la vocación al sacerdocio u otra vocación en la
Iglesia. Estas casas de formación son propiamente medios para la promoción de
las vocaciones1. En el ámbito diocesano es el caso de los seminarios menores,
pero también de otras instancias formativas que se relacionan con ellos, como el
seminario en familia o los seminarios especiales, que responden a necesidades
concretas que se dan entre los adolescentes de una región o un ámbito cultural. De
esta manera se define un espacio formativo, el de los jóvenes y adolescentes que
se preparan para ingresar al proceso propiamente formativo, al que llamamos
"etapas previas".
La duración de las etapas previas es muy variable. Depende de la decisión y de
las tradiciones de cada Iglesia Particular, de las necesidades de los candidatos de
una región e incluso de la situación personal de cada candidato. Se pueden
plantear etapas previas con diversas motivaciones, algunos ejemplos pueden ser
ilustrativos: un seminario para vocaciones indígenas; un seminario para
muchachos que no podrían estudiar de otra manera la preparatoria; una casa de
acogida para jóvenes que aún no tienen una determinación vocacional clara.
Estas etapas previas se pueden implemen-tar de varios modos y éstos suelen ser
complementarios entre sí. Ahora no se van a desglosar las diversas modalidades,
sino que se desarrollará sólo el itinerario formativo para el seminario menor.
Podemos incluir aquí también estructuras formativas más amplias, como la
pastoral juvenil, la pastoral educativa, la pastoral familiar, la pastoral social y los
movimientos eclesiales, siempre que cubran el mismo objetivo de ofrecer esa
peculiar formación religiosa a los jóvenes, ampliar las perspectivas vocacionales
de los adolescentes y acompañar su vocación. Este tipo de estructuras pastorales
naturalmente se relaciona con los seminarios y aspirantados, que se constituyen
como una referencia vocacional para todos los adolescentes que hay en la
diócesis.
El itinerario para el seminario menor se ha diseñado considerando la situación
de los adolescentes y las dificultades que con más frecuencia se presentan. Se
propone un ritmo de ocho encuentros comunitarios al año, es decir, cuatro para
cada semestre. Es importante ofrecer material de trabajo a los seminaristas para
que no se olviden de lo que se les está proponiendo para su formación. También
es muy útil proporcionar recordatorios como carteles o tarjetas, para sostener el
ambiente formativo.
1
La definición del seminario menor está bien clara en el Código de Derecho Canónico, c. 234. Lo que ahí hay
que ofrecer, además de la formación humanística y científica que se ofrece en otras instituciones, es una peculiar
formación religiosa que prepare a los jóvenes para su opción vocacional. El tema se aborda en PDV 63; NBFSM
7-10.
Itinerarios formativos 142 Seminario menor
2° encuentro El alumno comparte y afronta sus dificultades en los Prov 3, 1-12: consejos de
Los estudios y el trabajo. estudios y en el trabajo propio del seminario y opta por un padre para su hijo.
cultivar un estilo de vida marcado por la disciplina y el
orden.
3er. encuentro El alumno integra su desarrollo físico, afectivo y Dan 1, 8-21: Los cuatro
El cuerpo, los afectos y el espiritual como tres elementos profundamente jóvenes hebreos en
espíritu. complementarios en la etapa en que se encuentra. Babilonia.
1er encuentro El alumno confronta los desequilibrios de su propia Sal 139, 1-24: Señor,
El equilibrio formativo. formación y se propone aplicar los medios para buscar examina mi corazón,
una mayor armonía en su personalidad. guíame por el camino recto.
3° encuentro El alumno comprende con mayor precisión en qué Tob 1, 3-22: Tobit, un
El sentido espiritual. consiste la espiritualidad, eje de su proceso formativo. israelita fiel que guarda la
alianza de Dios y es
solidario.
4° encuentro El alumno evalúa su trayectoria del primer curso, Se utiliza el icono del
Cierre del curso y elaboración elabora su proyecto personal y se dispone para el semestre: la vocación de
del proyecto. tiempo de vacaciones. Gedeón: Je 6, 1-6.11-24.
Itinerarios formativos 143 Seminario menor
1er. encuentro El alumno retoma los retos pendientes del primer año de Nacimiento de Sansón que
Presentación del preparatoria, comprende los objetivos del segundo año y es consagrado al Señor: Je
itinerario. se dispone a trabajar en ellos. 13, 1-25.
4° encuentro El alumno cultiva las relaciones con los demás motivado La imagen de Filemón y
La dimensión por su fe, tendiendo a una mayor integración con sus Onésimo, hermanos en la fe:
comunitaria-social. compañeros y con su propia familia. Flm 8-20.
7° encuentro El alumno opta por la autoformación y por la Heb5,11-14: Los que han
La dimensión del autoexigencia como camino de crecimiento personal y de aprendido a discernir.
proyecto. servicio comunitario.
1er. encuentro El alumno comprende la finalidad del itinerario del Le 24, 36-53: Envío de los
La identidad de la Iglesia. quinto semestre, reflexiona más ampliamente sobre la apóstoles y bendición de
misión como elemento clave de la identidad de la Iglesia Jesús.
y se descubre a sí mismo como partícipe de esa misión.
2° encuentro El alumno identifica con claridad las distintas vocaciones Le 10, 1-24: Envío y
Participación en la dentro de la comunidad cristiana, vislumbra el modo de regreso de los 72.
misión. participar en la misión de cada una de ellas y valora el
sentido colegial de la misión.
3er. encuentro El alumno expresa una valoración suficiente de la Hech 1, 3-8: Despedida de
La misión y la vocación. trascendencia de las vocaciones para la misión de la Jesús y envío de los
Iglesia y deduce algunos criterios de discernimiento discípulos.
vocacional.
4° encuentro El alumno descubre la opción definitiva por la misión Jn 15, 1-17: El envío nace
La misión irrenunciable. como una posibilidad para sí mismo más allá de su del amor del Padre y del
decisión vocacional, formando un patrimonio Hijo.
irrenunciable de su vida cristiana.
6° semestre: El alumno de sexto semestre de preparatoria aplica las Rm 12,1-2: Un breve texto
Momento de reglas del discernimiento espiritual a su propio proceso que define en breve la
discernimiento. de cara a su decisión de pasar al seminario mayor. dinámica del
discernimiento.
1er encuentro El alumno retoma el proyecto que elaboró al final del Se toma el texto de
El discernimiento semestre anterior, comprende el sentido del este momento
espiritual discernimiento espiritual y comienza a aplicarlo formativo: Rm 12, 1-2.
conscientemente en su vida diaria.
3o encuentro El alumno reporta su reflexión sobre el discernimiento Paso del pueblo de Israel
El paso al curso vocacional y se plantea la posibilidad del paso al curso más allá del Jordán: Jos
introductorio introductorio. 24,1-18.
Primer semestre
Momento de integración
Los muchachos que ingresan al seminario menor pasan por un momento difícil
de adaptación en el primer semestre que se complica por varios factores: Por un
lado está la separación de la familia, acompañada habitualmente de una serie de
dificultades económicas; por otro lado la exigencia de los estudios, ante la cual
muchas veces se ven rebasados, también se enfrentan aún con el crecimiento
físico, que los desconcierta. No es raro que añoren su casa, que se sientan solos y
que reprueben materias en la preparatoria. Por eso se requiere un momento
formativo que atienda a la adaptación, marcado por la actitud de tolerancia y de
aliento de parte de los formadores, después de este primer momento ya se les
puede pedir un segundo momento de crecimiento que corresponde al segundo
semestre.
Lo que más nos interesa en este momento es que el muchacho comprenda el
sentido del llamado de Dios y de la formación que está iniciando. Por ello el
itinerario se dedica a explicitar los contenidos propios de la formación,
desembocando en la elaboración de un proyecto personal para el segundo semestre
en el seminario:
ler. Encuentro: Presentación del itinerario. Sitúa prácticamente el concepto del
itinerario formativo, clarificando el objetivo del seminario menor, el objetivo del
primer año y el sentido fundamental de la vida del seminario.
2° Encuentro: Los estudios y el trabajo. Afronta de modo directo el tema de los
estudios de preparatoria y las dificultades que los muchachos puedan tener en
ellos. Junto con los estudios, el punto de los trabajos que los seminaristas tienen
que hacer en la casa.
3er. Encuentro: El cuerpo, los afectos y el espíritu. Se aborda de un modo
general la formación integral, para que comprendan el concepto y lo puedan
aplicar, en el último encuentro comunitario, a la elaboración de su proyecto
personal.
4° Encuentro: El proyecto personal. Se deja toda la holgura de tiempo para que
hagan con calma su proyecto personal, pidiéndoles que lo revisen y lo pasen en
limpio posteriormente.
Se han elegido motivos bíblicos que pueden simbolizar este tiempo de
adaptación. El icono del semestre es el joven Samuel, quien aprende de su maestro
Eli a escuchar la voz de Dios. Para el primer encuentro la vocación de Abrahán que
ha dejado a su familia y a su tierra para obedecer a Dios. Para el segundo
encuentro, los consejos de un padre para su hijo en el libro de los proverbios,
donde le pide amor, fidelidad, humil-dad y capacidad de recibir la corrección. Para
el tercer encuentro, el modelo de los cuatro jóvenes israelitas que en el libro de
Daniel desarrollan su cuerpo, su mente y su espíritu. Por último, en el cuarto
encuentro, el modelo de Jesús que crece en estatura y en gracia ante Dios y ante
los hombres. Como se puede apreciar es una iconografía rica, que quiere ilustrar el
momento en el que se encuentran los adolescentes.
Itinerarios formativos 147 Seminario menor
La ortografía y la redacción. Este es un asunto que resulta difícil para muchas per-
sonas, sin embargo, hay que señalar que tiene un fácil remedio. Para ello cuentas con dos
recursos. El primero son los estupendos materiales que hoy existen para mejorar la
ortografía, es cuestión de empeñarte en hacer una serie de ejercicios y pronto verás los
progresos. El segundo es el hábito de la lectura, porque allí aprendes el vocabulario y ves
cómo se escriben las palabras. Si descubres que tienes un problema con la ortogra fía, no
pierdas el tiempo en lamentaciones ni esperes a que te lo exijan en la escuela, ponte a
trabajar intensamente en ello. La redacción tiene sus técnicas, relativamente fáciles de
aprender, para ello tendrás una clase que te ayudará a progresar.
La lectura de comprensión. Es el ejercicio de lectura en el que se subraya la
comprensión de un texto. Puedes acostumbrarte a leer sin comprender y por eso se te
olvida lo que lees. Un buen ejercicio consiste en repetir con tus propias palabras lo que
has leído en un texto. La lectura de comprensión es necesaria para poder estudiar con
cierta eficacia.
Las habilidades del pensamiento. Según su formación y sus experiencias, las personas
desarrollan diversas habilidades de pensamiento, por ejemplo, el pensamiento práctico que
tiene un electricista; el pensamiento exacto de un matemático; el pensamiento abstracto de
un filósofo. En la preparatoria estudias toda clase de materias. Es conveniente que
detectes cuáles son las habilidades de pensamiento que has desarrollado y proponerte
desarrollar otras, sobre todo las que se utilizarán en los estudios de filosofía y teología. En
este sentido conviene que no te refugies en la pereza mental o en el temor a lo que pueda
ser novedoso para ti.
El uso de las fuentes de información. Es importante aprender a utilizar las fuentes de
información: un diccionario, un libro de consulta, un manual, la Wikipedia, una
enciclopedia, etc. En torno a las fuentes de información hay que adquirir familiaridad. A
veces les tienes miedo o te son indiferentes porque no te has acercado a ellas, cuando
rompes la distancia, descubres que son sumamente útiles.
La capacidad de análisis. Es la habilidad para desmenuzar los contenidos de la
realidad, observado los detalles, percibiendo con atención, examinando los distintos
factores o elementos que entran en juego. Cuando analizas, amplías tu percepción de un
objeto, de modo que llegas a percibir aspectos que antes no captabas. El análisis lleva a
una explicación más completa y profunda de la realidad. Lo contrario es la superficialidad
propia de quien está cómodamente instalado en sus prejuicios.
El hábito de reflexionar. La diferencia entre las computadoras y las personas es que
aquellas acumulan datos, pero no reflexionan como nosotros. En cualquier tipo de
estudios que hagas es fundamental que aprendas a reflexionar personalmente. El ideal no
es repetir lo que los libros dicen, sino que llegues a formular personalmente tu propio
pensamiento. El hábito de reflexionar se logra poco a poco; la puerta de entrada para
conseguirlo es el interés que tengas por lo que estudias. Sobre todo es importante que
descubras que tienes esta capacidad.
La capacidad de síntesis. Es la habilidad para llegar a conclusiones y para expresar el
conocimiento de manera esquemática. Supone siempre que se ha analizado y
Itinerarios formativos 155 Seminario menor
tarlos. Se parece a la situación en que tienes una basura en el ojo, enseguida buscas
un espejo para mirar por dónde está y sacarla; así, cuando te invade un
sentimiento, es útil buscar a otra persona para confrontarlo con ella, lo que hará
será reflejártelo, para que puedas entenderte mejor a ti mismo.
Expresión de los sentimientos. Confrontar los sentimientos es ya expresarlos,
pero es interesante dar un paso más libre y espontáneo en relación con los
sentimientos que ya he valorado, reconocido y confrontado, que consiste en
expresar oportunamente los sentimientos. Hay una buena expresión de los
sentimientos cuando los comunicas libre e intencionalmente; hay una mala
expresión de los sentimientos cuando se te escapan, y los expresas sin darte cuenta,
sin querer hacerlo. En el modo de expresar los sentimientos se pone en evidencia la
madurez de una persona. No tiene nada de raro que un adolescente de repente
exprese muy mal sus sentimientos, pero conviene aprender de la propia
experiencia. El proceso para manejar mejor tus sentimientos es algo que sólo tú
puedes hacer.
Formación del temperamento. Cuando aprendes a valorar, reconocer,
confrontar y expresar tus sentimientos, vas formando tu temperamento. La palabra
está tomada del proceso de los metales; se dice que un metal está atemperado
cuando se ha calentado y enfriado y ha adquirido a la vez la maleabilidad y la
resistencia suficientes. Algo así ocurre con la personalidad, a base de trabajar sobre
tus sentimientos vas moldeando tu temperamento. Hay un temperamento que es
propio de un joven cristiano y de la vida sacerdotal y que se aprende en el
seminario. Por ejemplo, una persona que habitualmente hace oración, irá
consiguiendo un temperamento alegre. Según trabajes sobre ti mismo en este
proceso irás reconociendo cómo se forma tu temperamento.
El ejercicio espiritual. El tercer nivel del yo es el racional-espiritual. El
alimento que sostiene a una persona no es sólo el material, también nos
alimentamos de afectos y sobre todo de significados, porque somos seres
racionales. La racionalidad no consiste sólo en la capacidad de pensar y
reflexionar, sino en la capacidad de dar un valor y un significado a los
acontecimientos. El conocimiento de Jesús a través de los Evangelios da a nuestra
vida un significado profundo. En eso consiste esencialmente la buena noticia, en
que nuestra vida tiene un inmenso valor y está en las manos amorosas de Dios.
También existe un camino para la maduración espiritual que se te invita a recorrer
en tu formación, incluye los siguientes elementos, con ellos irás consiguiendo una
espiritualidad juvenil, que es la que corresponde a este momento formativo del
seminario menor:
El silencio. Es un elemento fundamental para la vida espiritual. Dios se hace
presente en la vida de una persona cuando hace un espacio de silencio en su
interior. Por el contrario, en una interioridad turbulenta, llena de ruido, es muy
difícil escuchar la voz de Dios. El silencio implica un proceso de maduración.
Primero es silencio exterior, consiste en poder estar en silencio sin llenarte de
ruidos; esto es más difícil de hacer cuando te vas haciendo dependiente de los
aparatos electrónicos, pero es necesario. Después es silencio interior, consiste en
liberarte de las preocupaciones, de
Itinerarios formativos 161 Seminario menor
los ruidos internos, para dar lugar al misterio. Por último es recogimiento, es decir,
una cierta facilidad para encontrar la presencia de Dios en cualquier momento.
Siendo tan rica la experiencia del silencio, es lógico que llegue a ser una
experiencia deseada y no temida. No hay razón para temer al silencio.
La oración personal y comunitaria. La oración consiste en permanecer en la
presencia de Dios, en estar con Él. Es personal cuando la cultivas como individuo y
es comunitaria cuando permanecemos con Él como grupo. El seminario menor es
un lugar privilegiado de oración. No se trata de prolongar los momentos de
oración, sino de vivirlos con sinceridad y verdad, y sobre todo con un verdadero
amor. Cuando has entendido que Dios te ama es sencillo hacer oración, porque
consiste simplemente en corresponder a su amor. En el seminario se te enseñarán
métodos de oración. El más fundamental consiste en dar un lugar a la palabra de
Dios. La oración cristiana consiste en dar un lugar en el corazón a la palabra que
comprendemos como revelación del corazón de Dios. Supone todo un aprendizaje
y un proceso de maduración espiritual que irás recorriendo a lo largo de la vida. En
este momento nos interesa que decidas hacer un intento serio de orar, considerando
los momentos personales y comunitarios de oración una parte importante de tu
formación.
La vida sacramental. La liturgia de la Iglesia y los sacramentos son un alimento
continuo de la vida espiritual. En el seminario tienes la oportunidad de participar
con frecuencia de la Eucaristía y de la Reconciliación. Los momentos de la
celebración litúrgica tienen una densidad especial y requieren de un gran respeto.
La lectura creyente de los acontecimientos. Cuando vas creciendo en la vida
espiritual llegas a una lectura más positiva y confiada de toda la realidad y en
especial de los acontecimientos que marcan tu vida. Lo más contrario a la vida
espiritual es una visión desesperada o decepcionada de la vida. Esto es muy
frecuente en ciertos grupos de jóvenes que no tienen la oportunidad de profundizar
en la vida espiritual. Poco a poco notarás que va cambiando tu modo de sentir y
comprender la realidad, porque se irá impregnando de los valores espirituales.
El compromiso. Una fe verdadera se transforma en obras, es decir, en un
compromiso que se deriva de los valores espirituales que aceptamos. Por ejemplo,
si vives la amistad con Cristo a través de la oración, también te comprometes en la
amistad con los demás, que son como un signo de la presencia de Cristo; si
comprendes que Dios es compasivo, también actúas con compasión ante las
necesidades de los demás. El compromiso de la fe no es sólo personal, también nos
comprometemos comunitariamente, en acciones que muestran nuestra fe.
La confianza y el abandono. La consecuencia lógica de saberte amado por Dios
es confiar en él. La medida de esa confianza será la de tu percepción del amor de
Dios. La confianza en Dios es algo que irá creciendo con el tiempo, mucho más
allá del momento presente, pero ya es importante que la vivas desde ahora. El
hecho de entrar al seminario es un acto de confianza en Dios que te llama. La
confianza propia de la vida espiritual es también confianza en los demás, y
especialmente en aquellos que representan la presencia de Dios en tu vida. Existen
situaciones difíciles y doloro-
Itinerarios formativos 162 Seminario menor
sas, ante las cuales no encontramos una respuesta razonable, porque nos revelan el
misterio del mal. Ante ellas la confianza en Dios se transforma en abandono, es
decir, en la actitud de quien pone todo en sus manos y permite que Dios actúe.
Jesús se abandonó continuamente en las manos del Padre porque confiaba en él.
El discernimiento. Es la actitud de quien toma decisiones en su vida siguiendo
la voluntad de Dios, en coherencia con sus valores espirituales. El discernimiento
es un arte difícil de aprender, que tiene muchos matices, pero ya es conveniente
que en este momento aprendas a tomar las pequeñas decisiones de tu vida guiado
por la voz del Espíritu, es decir, por una conciencia iluminada por los valores de la
fe. Poco a poco irás aprendiendo el arte de discernir.
Horario. Este encuentro ofrece al seminarista mucha información, pero
plantea, antes de concluir el primer semestre, el sentido de la formación en el
seminario menor. Los temas que aquí se presentan, se ampliarán durante el
segundo año de preparatoria, por ello se pretende una presentación sintética de
cosas que luego se irán profundizando.
Explicación de la meta (5 minutos).
Recapitulación (25 minutos).
Oración con el texto de Daniel (15 minutos).
La educación física (20 minutos).
Descanso (15 minutos).
La educación afectiva (20 minutos).
Descanso y juegos (30 minutos)
El ejercicio espiritual (20 minutos).
Clarificación de dudas (10 minutos).
Consignas (10 minutos).
Devoción mariana (10 minutos).
Consignas.
■ Reconsidera los tres niveles del yo: físico, afectivo y espiritual y pregúntate
en cuál de ellos necesitas crecer más. Comparte tus conclusiones con los
forma-dores.
Itinerarios formativos 163 Seminario menor
Alimentación
Descanso
Acondicionamiento físico
Habilidades físicas
Deporte
El yo afectivo
Valoración de los
sentimientos
Reconocimiento de los
sentimientos
Confrontación de los
sentimientos
Expresión de los
sentimientos
Formación del
temperamento
Itinerarios formativos 165 Seminario menor
El yo racional-espiritual
El silencio
La oración
personal
La oración
comunitaria
La vida
sacramental
Lectura creyente de los
acontecimientos
El compromiso
La confianza y el
abandono
El discernimiento
La organización del
tiempo
El hábito de la
lectura
La ortografía y la
redacción
La lectura de
comprensión
Las habilidades del
pensamiento
Las fuentes de
información
La capacidad de
análisis
El hábito de
reflexionar
La capacidad de
síntesis
La mnemotecnia
Las aficiones
intelectuales
Segundo semestre
Momento de crecimiento
Se ha terminado ya el período de adaptación. Los muchachos deben haber
asumido los horarios y reglamentos del seminario y un modo de estar en él que
hemos definido como vivir en la misericordia. Los problemas en torno a los
estudios tienden a aislarse y a extinguirse, porque cuentan con todos los medios
para ello, sobre todo deben adquirir una mayor confianza en su capacidad
intelectual y deben dejar de reprobar materias. Se intenta dar a los seminaristas el
mensaje bien claro de que el tiempo de adaptación ha terminado y de que ahora
debe cambiar su modo de estar en el seminario.
Se trata así ya de otro momento en el que se pueden proponer cierto
crecimiento y un mayor compromiso de su parte. En concreto se han privilegiado
dos aspectos: el sentido social, es decir, el valor del compromiso comunitario y
social, y el sentido espiritual, situándose en una dinámica espiritual más vital,
porque son dos factores que responden a muchas inquietudes de los adolescentes y
preparan la estructura de las dimensiones formativas que se les presentará durante el
siguiente año y permanecerá a lo largo de toda la formación.
Los contenidos del itinerario se han distribuido de la siguiente manera:
ler. Encuentro: Los posibles desequilibrios. Se invita a los seminaristas a
colocarse en un punto de vista crítico respecto a su propio proceso, de manera que
puedan descubrir en qué sentido están cultivando desequilibrios en su proceso de
formación y buscar intencionalmente corregirlos.
2° Encuentro: El sentido social. Se presentan las coordenadas sociales del
llamado de Dios, nuevamente recurriendo a los textos vocacionales del Antiguo
Testamento, de modo que establezcan la vinculación con la realidad social como
un elemento necesario del proceso vocacional.
3er. Encuentro: El sentido espiritual. Se quiere mostrar a los seminaristas un
concepto más dinámico y equilibrado de espiritualidad, con el fin de que no
reduzcan la vida espiritual a las prácticas religiosas, sino que la conviertan en una
actitud de vida.
4o Encuentro: Evaluación y elaboración del proyecto. Se reserva un tiempo
suficiente para que los seminaristas evalúen su proceso del año que están
concluyendo y vuelvan a confeccionar su proyecto personal, pero ahora para todo
el próximo curso escolar. Se pretende introducir una dinámica de evaluación y
programación.
Los motivos bíblicos fueron tomados mayoritariamente del Antiguo
Testamento, se han elegido textos en los cuales adolescentes como ellos reciben la
llamada de Dios: Samuel, Gedeón, Salmo 139, David, Tobit, de modo que vayan
definiendo una espiritualidad juvenil y al mismo tiempo se aproximen a partes más
desconocidas del texto bíblico. Sería útil presentarles modelos de santos
adolescentes que muestren un estilo de santidad juvenil.
Itinerarios formativos 168 Seminario menor
conecto la posibilidad de un llamado de Dios para el sacerdocio con las necesidades de los
demás? Y más en concreto para el sacerdocio: ¿A quiénes debe servir de un modo especial
el sacerdote? ¿Considero la vocación sacerdotal sólo desde mis inquietudes personales o lo
hago desde las necesidades de los demás?
Las necesidades a las que cada persona responde tienen que ser bien concretas, como
concreta es la llamada de Dios. Por eso no basta responder con generalidades a estas
preguntas. En este momento de la formación aún no está clara tu vocación, que puede ser
por el sacerdocio pero puede ir por otros caminos. Sin embargo, lo que sí está claro es que
te puedes comprometer con los demás, incluso más allá de la decisión final por el
sacerdocio. Por eso es legítimo que te preguntes: ¿Tengo un compromiso social claro? ¿En
qué consiste? ¿Cómo lo puedo desarrollar? Dicen los documentos de la Iglesia (PDV 58)
que a través del conocimiento de la realidad se llega a un discernimiento vocacional más
auténtico. Lógicamente podemos afirmar que el desconocimiento de la realidad cierra la
posibilidad de un auténtico discernimiento de la vocación. Ya se puede apreciar qué íntima
liga une la vocación a la realidad social.
A veces el lenguaje del compromiso suena demasiado duro. Se opone, ordinariamente,
al lenguaje del poder, del interés económico, del prestigio, o del gusto. Pero hay que
advertir que quien se compromete en el servicio, además de hacer un indudable bien a los
demás, hasta consigue cierto prestigio, disfruta de lo que hace y hasta gana dinero. Con
esto se quiere decir que en el servicio está la esencia de una decisión vocacional correcta.
Los otros caminos son sumamente confusos porque, en realidad, son egoístas.
Horario. Queremos despertar en los seminaristas una mayor sensibilidad social, de
modo que relacionen sus actitudes ante los demás como clave interpretativa de su propia
vocación.
■ Explicación de la meta (5 minutos).
■ Recapitulación (25 minutos).
■ Oración con el texto de David y Goliat (10 minutos).
■ La dimensión social de la vocación, estudio de textos (25 minutos).
■ Descanso y juegos (30 minutos).
■ La dimensión social de la vocación,
puesta en común y explicación (40 minutos).
■ Consignas (10 minutos).
■ Devoción mariana (10 minutos).
Consignas.
■ Procura poner más atención a la realidad social que existe en la Diócesis, dialoga
sobre ello con tu familia, con los compañeros y los formadores.
■ Pregúntate: ¿Cuál debe ser mi compromiso en medio de esta realidad social?
Itinerarios formativos 175 Seminario menor
lidad y concluye que la fe se muestra a través de las obras (St 2, 14-26). Para él la fe
ha de ser la inspiración de las obras, es decir, de un modo de vivir y de actuar que
corresponda a los valores aprendidos a través de la fe, y considera que si no se da
este paso esa fe está muerta.
El recorrido por los textos nos ayuda a definir con mayor precisión en qué
consiste la espiritualidad. En el seminario menor tenemos la oportunidad de
desarrollar una verdadera espiritualidad. Ésta se aprenderá por el contacto con la
Palabra de Dios, sobre todo a través de las clases de educación en la fe; se
fortalecerá a través de los sacramentos y de la oración; pero se expresará en la
realidad de cada día: en nuestras propias familias, en el salón de clase, en el barrio
en el que vivimos, con los mismos compañeros del seminario, aprenderemos a
vivir según los valores espirituales. El texto evangélico de la casa edificada sobre
roca (Mt 7, 21-29) expresa muy bien esta idea y este camino formativo: se trata no
sólo de escuchar, sino de poner en práctica lo que se ha escuchado. Lógicamente lo
hacemos en los ámbitos sencillos en los que cada uno se mueve.
Momento de reflexión. El tema tal como se ha presentado, conducido por los
textos bíblicos, abre la posibilidad de un espacio de reflexión. Puede ser muy útil
que los muchachos tengan a la mano los textos fotocopiados, para que no se
enreden buscando las citas, de modo que puedan concentrase mejor en la reflexión.
También se les puede dar a elegir uno de los textos que se han utilizado, con el fin
de profundizar en él. Para este momento de reflexión pueden ser útiles las
siguientes preguntas: ¿Vivo una auténtica espiritualidad, tal como se ha definido?
¿Qué contradicciones percibo en mi espiritualidad, entre lo que creo y lo que vivo?
¿Cómo puedo crecer más en mi vida espiritual? ¿Qué medios tendría que poner en
práctica? ¿En qué ambientes necesito manifestar con mayor convicción mi fe?
Horario. El tema de este encuentro es delicado porque quiere replantear el con-
cepto de espiritualidad, central en la formación. Por ello conviene desarrollarlo
despacio, dando tiempo suficiente a la reflexión de los seminaristas. Después de la
reflexión final no hay un momento para compartir, ya se hará en el próximo
encuentro.
■ Explicación de la meta (5 minutos).
■ Recapitulación (25 minutos).
■ Oración con el texto de Tobit (10 minutos).
■ El sentido espiritual, estudio de textos y explicación (10 minutos).
■ Descanso y juegos (30 minutos).
■ Momento de reflexión (30 minutos).
■ Consignas (10 minutos).
■ Devoción mariana (10 minutos).
Consignas.
■ Procura aplicar a tu vida diaria el nuevo concepto de espiritualidad que has
aprendido, sobre todo con la consigna del Evangelio de poner en práctica la
Palabra de Dios. Ve reportando durante el mes tus propias actitudes para
com
partir tu experiencia con los hermanos en el siguiente encuentro
comunitario.
Itinerarios formativos 177 Seminario menor
segundo semestre hacen ver la formación como algo muy razonable y cómo vale
la pena poner un esfuerzo en aprovecharla lo mejor que se pueda.
Por otro lado, queremos proyectar el segundo año en su conjunto. Ahora no
se dividirá por semestres, sino que hemos titulado este segundo año como un
período de "estabilidad". Significa que el seminarista ha conseguido un
crecimiento objetivo y ahora intentaremos mantenerlo a lo largo de todo el año.
Este crecimiento implica a toda la persona: es crecimiento físico, afectivo,
racional y espiritual. Nuestro interés durante el período que comenzaremos
después de las vacaciones es el de sistematizar el proceso. Por ello la reflexión
del próximo curso se centrará explícitamente en las seis dimensiones formativas.
Se quiere ayudar al seminarista a situarse en un proceso continuo de
evaluación y de programación, porque se parte de la convicción de que
implicando a la persona con su inteligencia y voluntad, la formación es mucho
más eficaz. Antes de proponer la evaluación y elaboración del proyecto se
recuerda a los seminaristas su propia experiencia del segundo semestre, durante
el cual ya caminaron bajo la guía de un proyecto. Ahora repetiremos la
experiencia, pero ampliando el plazo del proyecto a un año.
Evaluación del primer curso. Se pide a los seminaristas que hagan una
revisión de su proceso formativo durante el primer año de preparatoria. Se trata
de una revisión detallada, de modo que se puedan detectar con precisión los
signos de crecimiento o de estancamiento en los diversos aspectos de su
personalidad. Se pretende que aprendan a poner atención al propio proceso,
sobre todo a los elementos que se les han presentado como camino de
formación. Se continúa utilizando el esquema de los tres niveles del yo. Puede
ser útil para ello la siguiente tabla. Es prácticamente el mismo esquema que se
propuso en el semestre anterior añadiendo algunas cuestiones que se vieron en el
segundo semestre, pero ahora lo utilizamos para revisar. En la tercera columna
deben indicar si se perciben creciendo o estancados en ese aspecto particular y
en la última columna, algunos indicadores de su respuesta. Los indicadores son
comportamientos que demuestran o confirman que hubo un verdadero
crecimiento o un verdadero estancamiento.
Acondicionamiento físico
Habilidades físicas
Deporte
Valoración de los
sentimientos
Reconocimiento de los
sentimientos
Confrontación de los
sentimientos
Expresión de los
sentimientos
Formación del
temperamento
El yo racional-espiritual
El silencio
La oración
personal
La oración
comunitaria
La vida
sacramental
Lectura creyente de los
acontecimientos
El compromiso
La confianza y el
abandono
El discernimiento
La organización del
tiempo
El hábito de la
lectura
La ortografía y la
redacción
La lectura de
comprensión
Las habilidades del
pensamiento
Las fuentes de
información
La capacidad de
análisis
El hábito de
reflexionar
Itinerarios formativos 180 Seminario menor
La capacidad de
síntesis
La mnemotecnia
Las aficiones
intelectuales
Otros
Superar los
desequilibrios
La sensibilidad
social
La verdadera
espiritualidad
Yo
afectivo y
social
Yo
racional
espiritual
año no está en la línea de ofrecer algo nuevo, pues lo que se ha visto hasta ahora
permanece siendo válido e incluso existen muchos elementos que han quedado
pendientes y deben ser retomados. Más bien se coloca en una perspectiva
interpretativa, es decir, se te va a ir proponiendo que releas todo tu proceso desde
la clave de las seis dimensiones formativas. Es una perspectiva importante porque
es la que va a funcionar en adelante, para todo el proceso formativo. De alguna
manera ya las conoces y las has trabajado, pero ahora queremos ponerles nombre y
comprenderlas con mayor profundidad. Se va a dedicar un encuentro comunitario
a cada una de ellas y el octavo y último a hacer una síntesis y a elaborar tu nuevo
proyecto personal. Como ves, se trata de un programa sencillo y muy claro, que no
te va a plantear diferentes retos, sino algo quizá más difícil: la perseverancia.
Las seis dimensiones formativas se cultivan en el seminario a través de la
actividad de cada día. Por medio de estas dimensiones se quiere garantizar que
vayas consiguiendo una formación integral. Poco a poco vas cayendo en la cuenta
de que todo es importante, porque cultiva las diversas dimensiones de tu
personalidad. Esta es una primera idea que interesa subrayar: las dimensiones
formativas no son algo externo a ti, ni deben ser sentidas como una imposición,
porque se definen desde tu misma naturaleza, son las dimensiones de tu propio ser
como joven y como creyente. Su importancia en esta etapa de formación no
depende de que seas seminarista, sino de que son válidas para cualquier joven
creyente como tú. En cada una de ellas buscas la voluntad de Dios, porque Él
quiere tu mejor desarrollo. Para integrar conscientemente las seis dimensiones es
necesario comprender su naturaleza y los aspectos de tu personalidad que se ponen
en juego en cada una de ellas.
La dimensión espiritual. Es el eje de todo el proceso formativo y la clave de la
identidad de una persona cristiana. Lo que define tu identidad como joven creyente
y como seminarista son los valores que comprendes por el anuncio del Evangelio y
los ejemplos de Jesús, que aceptas como un camino de vida y pones en práctica con
alegría. Las parábolas gemelas del tesoro escondido y de la perla preciosa (Mt 13,
44-45) ilustran muy bien esta primacía de los valores espirituales en el seguimiento
de Cristo: el hombre que encuentra el tesoro lleno de alegría vende cuanto tiene y
compra aquel campo. Hay una inmensa alegría en aceptar los valores espirituales y
vivir de acuerdo a ellos. Si recuerdas es así como definimos el pasado semestre la
espiritualidad. Esta es la razón por la cual la capilla se colocó en el centro del
seminario y es como el lugar que rige la vida de los seminaristas. La prioridad
material es el signo de la prioridad interior, tanto para los seminaristas como para
los formadores. Los valores espirituales o evangélicos serán toda la vida objeto de
conocimiento. Nunca los posees del todo, sino que vas caminando dinámicamente
hacia ellos.
La dimensión humana es la base necesaria de todo el proceso. Si quieres dar
altura a la casa que construyes, tienes que cavar y poner unos cimientos
proporcionados. Los valores evangélicos son muy altos, muestran el modelo de
Cristo que es el del hombre perfecto, por eso requieren un gran esfuerzo por
construir la base humana que los sostiene. No se debe establecer ninguna
oposición entre lo espiritual y lo humano, al contrario, la primera exigencia para el
ser cristiano es ser hombre o mujer en plenitud.
Itinerarios formativos 187 Seminario menor
Para mayor practicidad es útil dividir esta dimensión en dos, por una parte lo
personal y por otra lo comunitario-social.
La dimensión humana-personal. Es la que se refiere a la maduración de tu
personalidad. En concreto, se pueden distinguir tres elementos que entran en juego
y a los que ya se ha referido el proceso formativo: a) La maduración física, es todo
lo relacionado con la aceptación del cuerpo, la alimentación, el deporte, las
habilidades físicas, etc. b) La maduración afectiva, es lo que se relaciona con los
sentimientos, su conocimiento, aceptación y expresión, c) La maduración sexual,
es el proceso de reconocimiento e integración de tu sexualidad en toda tu
personalidad. Como puedes ver, la formación toca todo lo que tú eres, y conviene
que en todo ello te dejes acompañar.
La dimensión humana-comunitaria y social. Incluye tus relaciones con los
demás. Comenzando por tu propia familia y tus amigos, pasando por la comunidad
del seminario, pero extendiéndose hasta todos los demás en la sociedad. En todos
estos aspectos se debe dar una maduración de tu persona, de modo que llegues a
establecer relaciones positivas y constructivas, coherentes con los valores
evangélicos que has aceptado como buenos para ti. La dimensión comunitaria y
social tiene una profunda resonancia en la personal, porque la personalidad se
construye también a través de las relaciones con los demás.
La dimensión académico-laboral. Se refiere al desarrollo de tu inteligencia, de
tu capacidad de hacer cosas y de tomar decisiones. Es la dimensión que ocupa la
mayor parte de tu tiempo. No se trata sólo de acumular conocimientos, sino de
encontrarles un sentido y aplicarlos en la medida de lo posible. Los conocimientos
se complementan con las habilidades prácticas y con el trabajo. También nos
podemos referir al trabajo intelectual. Aquí es fundamental ir más allá de los
medios y estudiar para la vida, es decir, ir más allá de los exámenes, los maestros,
incluso de las materias y obtener siempre algo importante que te servirá siempre.
La dimensión apostólica. No suele subrayarse mucho en el seminario menor,
sobre todo el en primer año. Se refiere a la capacidad de compartir la propia
experiencia de fe. La evangelización define a la misma Iglesia y por ello tiene una
gran importancia. En este momento lo más importante del apostolado no es lo que
tú compartes con los demás, sino lo que recibes de ellos. Es una experiencia
formativa, cuestionadora y te lleva a un mejor discernimiento. Lo más importante
es que vas al apostolado a aprender el arte de transmitir el evangelio de la
comunidad cristiana y de las personas que la forman.
La dimensión del proyecto. Es la que se refiere al desarrollo de tu libertad para
dedicarte realmente a la formación, incluye también el aprendizaje de la
metodología del proyecto personal. Si pones atención podrás observar que la
última de las sesiones del itinerario de cada semestre -en segundo de preparatoria
es al final del año- se han dedicado a la elaboración de un proyecto personal,
precisamente para darte las herramientas para crecer en esta dimensión. Poco a
poco debe ir creciendo en ti la determinación por formarte de la mejor manera
posible para poder servir mejor a los demás.
Itinerarios formativos 188 Seminario menor
los dones de Dios de un modo admirable, al grado de que se le llama "la llena de
gracia". Ella se convierte en modelo de vida espiritual para los creyentes y
establece un vínculo profundo que merece nuestra continua consideración.
Quien vive en la amistad con Dios y tiene confianza en Él, como reflejo de esta
unión y como signo de su esperanza, tiene una capacidad extraordinaria de leer los
acontecimientos de la historia desde un punto de vista positivo. Por su unión con
Dios sabe que El es señor de la historia y la conduce para su bien. Por ello sabe
reconocer, con una mirada de fe, los rasgos de esta plenitud que Dios construye y
ya están presentes en todo acontecimiento y sintoniza con ellos. Si se quiere
comprender más sencillamente, se sabe amado en medio de los acontecimientos,
aunque éstos puedan parecer muy difíciles o duros. Tiene una esperanza que va
más allá de todas las contradicciones y le llena de alegría.
Se han ido enumerando los medios para el cultivo de la vida espiritual: el
silencio, la oración mental o meditación, la oración confiada y profunda, la vida
sacramental, la dirección espiritual, la devoción mariana, la lectura creyente de los
acontecimientos. El cultivo de estos medios espirituales, que se puede hacer tanto
de manera personal como comunitaria, es lo que conocemos como dimensión
espiritual y es la expresión nítida de nuestra amistad con Dios. Es evidente que
existe todo un camino de crecimiento espiritual y que ahora, en el seminario
menor, apenas vas dando los primeros pasos. Pero ya desde el principio han de
estar presentes todos estos elementos.
Este encuentro comunitario es una invitación a cultivar de un modo decidido y
prioritario la amistad con el Señor. Jamás te arrepentirás de ello. Tiene un valor
especial vivir la adolescencia y la juventud en la amistad con el Señor, es un gran
privilegio que conviene valorar mucho.
La amistad en el Señor. La relación de amistad con Dios se refleja en las
relaciones humanas que establecemos, que también se realizan "en el Señor",
tradición que se conecta con Jesús mismo que llamó "amigos" a sus discípulos (Jn
15, 14-15). En la vida de la Iglesia existe toda una tradición en torno a las
relaciones humanas a las que se llama amistades en el Señor. Son famosas las
relaciones de amistad entre algunos santos, por ejemplo Francisco y Clara, cuya
vinculación se da en medio de toda una experiencia mística y carismática. De
modo que nuestras relaciones fraternas se interpretan y se comprenden desde la
vinculación amistosa que cada uno vive con Dios. Desde esta óptica, podemos
distinguir entre amistades falsas y verdaderas. En castellano hay una diferencia
entre los amigos y los amigotes. Estos últimos son falsos amigos, amigos del
momento. Vamos a poner atención a la diferencia.
El falso amigo. Es una persona con la que estableces una relación profunda,
probablemente la relación sea de carácter incondicional en el sentido de que
siempre lo encuentras y de que te es fiel. Sin embargo es un amigo incapaz de
confrontarte en tu propio comportamiento. Es el amigo que te dice sí a todo,
incluso cuando tus demandas o tus propuestas sean contrarias a la verdad. Más que
un amigo es un cómplice, un compañero de fatigas y de ilusiones, pero no alguien
que te ayude a crecer. Es fácil que en este tipo de amigo encuentres un refugio, un
consuelo, por supuesto un
Itinerarios formativos 192 Seminario menor
aliado, pero no un referente de verdad. Es probable que este amigo espere una
cierta reciprocidad, en el sentido de que no lo confrontes ni le exijas caminar en la
verdad. Debajo de la falsa amistad suele acurrucarse el miedo a quedarse solos.
Con tal de que esto no ocurra, transiges con toda clase de demandas y peticiones,
incluso al grado de realizar acciones contrarias a tus propias convicciones, guiado
por un cierto sentido de solidaridad con él.
En un internado como el seminario menor es muy fácil que se tejan relaciones
de falsa amistad. Cuando esto ocurre comienzan a existir entre los seminaristas
comportamientos de complicidad. Esto es muy notorio cuando los seminaristas
sienten la necesidad de ocultar a los formadores aquello que se comparte entre los
amigos, y no sólo a ellos, sino a la vista de cualquier ojo crítico. La falsa amistad
entre seminaristas les lleva fácilmente a obrar en contra de la verdad objetiva, de
los valores de la vocación y de los medios que se pro-ponen para su formación.
El verdadero amigo. Es verdadero amigo el que camina a tu lado, con cierto
grado de intimidad y de fidelidad, que está gratuitamente junto a ti, sin esperar
reciprocidad o una recompensa a cambio. Es quien te corrige y te confronta
cuando es necesario, asumiendo el riesgo de quedarse solo o de perder tu amistad.
El verdadero amigo no se pliega a cualquiera de tus demandas o de tus peticiones
porque podemos decir que te ama, pero ama más a la verdad, sobre todo porque
sabe que todos estamos llamados a crecer en la verdad. No entra en el juego de un
cómplice o de alguien que simplemente gratifica al otro, no intenta tenerte
contento y sólo darte lo que te gusta. En algunos momentos puede ser incómodo,
pero esto no impide que sea fiel.
El amigo en la fe. Es el amigo verdadero que, además, comparte contigo los
valores evangélicos, la amistad con el Señor. Este dato es de un gran valor para los
seminaristas porque la amistad que entre ellos se establece viene motivada y
situada en el seguimiento de Jesús. Por esta misma razón es particularmente
escandaloso que entre los seminaristas se den relaciones de falsa amistad. Los
falsos amigos tienden a nublar el contenido de los valores. Pero los verdaderos
amigos hacen vivo y sensible el camino del seguimiento de Jesús, se invitan
mutuamente a crecer en la fe, en el compromiso cristiano y en la opción
vocacional. Se estimulan en un continuo esfuerzo por responder al don de la
gracia. Lógicamente viven su amistad con una gran transparencia, porque no
tienen nada que ocultar a los demás. Su amistad misma es un verdadero testimonio
de fe.
Se ha incluido el tema de la amistad en la dimensión espiritual y no en la
dimensión comunitaria porque se parte de la consideración de que la amistad
humana es un reflejo y un efecto de la amistad con el Señor. Este tema, tocado
desde la dimensión espiritual, se transforma en una invitación a discernir la
amistad. No toda relación de amistad es válida en el proceso formativo. En este
discernimiento no hay que incluir sólo a los mismos seminaristas, sino también a
sus relaciones con otras personas fuera del seminario. El camino de la fe pone en
tela de juicio las relaciones, para que lleguen a ser coherentes con la verdadera
amistad.
Horario. Este encuentro comunitario está relacionado con el tercero del
semestre
Itinerarios formativos 193 Seminario menor
tiene buenas relaciones y las buenas relaciones posibilitan una soledad positiva.
De modo que en el equilibrio entre ambos elementos se puede encontrar un criterio
sobre la madurez afectiva.
La autonomía y la dependencia. Este binomio está presente desde la niñez y lo
estará a lo largo de la vida. Es la tensión que se establece entre el deseo de gestionar
personalmente la propia vida y la necesidad que tenemos de los demás. En la
adolescencia es una tensión especialmente sentida porque dependes de tus padres.
Por ejemplo, quisieras tomar tus propias decisiones y mantenerte solo, pero
necesitas pedirle dinero a tu papá. Es frecuente que los jóvenes sientan los
momentos de dependencia como una humillación: "¡tengo que pedir permiso!",
"¡tengo que pedir dinero!", y los vivan como un mal trago. Este es el sentido
negativo de la dependencia. Pero también puede haber una dependencia positiva,
que consiste en optar libremente por hacer el camino junto con los otros: "¡He
decidido compartir con una comunidad y depender de ella!". Hay que notar que
esto se hace también con emoción. Hay, por último, una dependencia enfermiza,
consiste en no poder prescindir de la ayuda o del consejo de otra persona para
caminar. Si examinamos el punto de la autonomía, podemos hacer una
clasificación similar. La autonomía positiva es la de la persona que sabe tomar sus
decisiones y es coherente con ellas. La autonomía negativa, la del que no es capaz
de consultar o de pedir ayuda a los demás. Surge nuevamente el criterio del
equilibrio entre estas dos tendencias. Lo mejor es saber tomar tus decisiones y
hacerte responsable de ellas y al mismo tiempo saber depender de los demás en lo
que sea necesario o conveniente.
La emoción y la razón. Ante los acontecimientos que ocurren en nuestra vida,
en un primer momento surge una reacción afectiva, de ella deriva un juicio
emotivo, que juzga aquella realidad como agradable o desagradable. El juicio
emotivo forma intuiciones, que en ocasiones pueden ser muy certeras. Incluso hay
momentos en los que es conveniente dejarse llevar por el corazón. Pero existe un
segundo juicio que siempre elaboramos en torno a los mismos acontecimientos. Se
trata de un juicio racional hecho desde la clave de lo conveniente e inconveniente.
Cuando lo que te gusta, a la vez te conviene, no hay problema; pero cuando lo que
te gusta es inconveniente surge una dificultad muy sentida. Por ejemplo, a un
enfermo de diabetes, le gustan los pasteles azucarados, pero no le convienen;
siente el deseo de comer pasteles, pero sabe que esto le puede hacer mucho daño.
La solución ante este conflicto supone un cierto autocontrol. Consiste en
acostumbrarte a razonar lo que sientes y a sentir lo que razonas. Es decir, que
aquello que te gusta lo moderes por tu capacidad de hacer un juicio racional; que
aquello que sabes que tienes que hacer, aprendas a sentirlo y a gustarlo, poniendo
en juego tu capacidad emotiva. Es muy interesante aprender a hacerlo. Esto no
significa que dejarás de sentir impulsos; todo lo contrario, serás más consciente de
ellos.
A través de estos tres binomios te puedes aproximar a una cierta maduración en
los afectos, sobre todo si lo combinas con el manejo de los sentimientos que se
trató en el semestre anterior.
Itinerarios formativos 197 Seminario menor
bros a elevar sus costumbres hacia el modelo de Cristo. Quiere ser una experiencia
similar a la de la íntima fraternidad que realizó Jesús con el grupo de sus
discípulos.
En la comunidad cristiana. El comportamiento de un seminarista, aún del
menor, es contemplado con atención por la comunidad cristiana, especialmente en
los lugares donde haces apostolado o en tu parroquia de origen. La comunidad
espera ver en ti conductas edificantes para todos, que apoyen y sostengan la
comunión. Tus manifestaciones en medio de la comunidad cristiana han de ser
espontáneas y profundas, las que corresponden a quien está aprendiendo a amar la
comunidad y a entregarse por ella, poniéndote al servicio de los demás con alegría.
En relación con los pobres. El amor de Cristo depositado en nuestros corazones
nos lleva a mantener una atención especial a los pobres. En esta expresión,
"pobres" se incluye toda clase de pobreza. Los pobres materiales, las personas solas
o abandonadas, los enfermos, los ancianos, los que son despreciados. Todos ellos
caben en el corazón del cristiano. La actitud ante los pobres es un punto que debe
entrar en el campo de la oración, del arrepentimiento y de la acción comprometida
del cristiano. Más aún de un seminarista. Se trata de que adquieras habilidades en
la línea de la solicitud por los pobres y pequeños, de la acogida, del respeto, del
servicio.
En la relación con los extraños o desconocidos. El amor cristiano es expansivo,
por ello, aunque se deba especialmente a los miembros de la comunidad y a los
pobres, se abre a cualquier persona, de cualquier clase y condición, recibiéndola
como un hermano querido. Esta actitud profunda exige que el creyente cultive
actitudes de buena educación y de delicadeza y respeto con cualquier persona o
grupo, especialmente con los que piensan distinto o no comparten la misma fe.
Como seminarista también cultivas esta relación positiva con cualquier persona.
La densidad del amor cristiano es tan fuerte que se abre a realidades en las cuales
parecería imposible el amor, como en el caso del amor a los enemigos. El creyente
tiene una mirada profunda, la de su fe, que le ayuda a descubrir continuamente los
motivos para el amor.
En caso de problemas. En cualquiera de los ámbitos mencionados es fácil que
encuentres problemas. La fe es capaz de ¡luminar todos ellos, aunque no siempre
esté al alcance una solución. Para poder manejar mejor los problemas de relaciones
humanas se pueden señalar algunas indicaciones: a) Antes de elaborar un juicio
sobre cualquier otra persona, pregúntate a ti mismo si no estás haciendo algo mal,
si no eres parte del mismo problema. Habitualmente en las relaciones humanas las
dos personas tienen parte de culpa, b) Date la oportunidad de consultar el
problema con alguien que te pueda ayudar. Hablando las cosas se comprenden
mejor y puedes actuar con mayor seguridad, c) Relativiza los problemas de
relaciones, de modo que no te obsesiones con ellos o que no estés sufriendo
continuamente por las relaciones, d) En caso de que los problemas no se resuelvan
y se mantenga la dificultad en una relación, trata a esa persona con la mayor
educación posible.
Es interesante constatar que en este ámbito de las relaciones fraternas todos
necesitamos cambiar. Por ello es conveniente no perder demasiado tiempo en
justificaciones y dar el paso, valiente y sensato, a cuestionar el modo como cada
uno gestiona sus
Itinerarios formativos 202 Seminario menor
esquema similar. ¿En qué se parecen ambos esquemas? ¿En qué difieren? Pregúntate:
¿Cómo tendría que organizar mi tiempo para que fuera efectivamente cristiano? El
tiempo de los seminaristas se dedica mayoritariamente al estudio y al trabajo. Por
eso queremos insistir en estas dos actividades para describir la dimensión
académica y laboral.
Exigencias de la formación académica. Afrontadas las dificultades propias
del primer semestre ya se supone que los seminaristas deben ser estudiantes
sobresalientes en la preparatoria. Esta afirmación contundente se funda en el hecho
de que cuentan con todos los elementos necesarios para serlo. Si un seminarista
fallara en esto, que es a lo que fundamentalmente se dedica, se trataría de un fallo
serio. La primera exigencia en esta área consiste en que se tomen en serio los
estudios. Esto implica que se aproveche muy bien el tiempo de la tarde y que cada
uno lleve al día el estudio de cada una de las asignaturas.
La formación intelectual del seminario debe ser muy exigente, porque la
misión evangelizadora lo requiere. Se trata de evangelizar la cultura, estableciendo
un diálogo con la sociedad actual. Esto requiere una verdadera preparación en
todos sentidos. Es útil referirse a los sacerdotes que en diversas épocas de la
historia fueron auténticos filósofos y hombres de ciencia porque comprendían la
amplitud de su misión evangelizadora. Un ejemplo muy típico es el de san Alberto
Magno, quien supo interesarse por las distintas áreas del saber sin que esto fuera
en detrimento de una verdadera dedicación al ministerio pastoral. Los estudios de
preparatoria son amplios, abrazan muchos aspectos del saber y desarrollan diversas
habilidades intelectuales. Por otro lado hay que considerar que los estudios de
filosofía y teología propios del seminario se sitúan en el nivel de la educación
universitaria.
Una segunda exigencia es la formación integral. Muchos estudiantes de
preparatoria dan mayor importancia a unas materias que a otras, movidos sobre
todo por sus gustos o por sus prejuicios. Hay quien privilegia las matemáticas y las
ciencias exactas porque dice que se va a dedicar a la ingeniería; hay quien, por el
contrario, da la prioridad a la literatura y al arte porque piensa que se dedicará a
esa área. Pero hay que reconocer que en estas posturas hay algo de prejuicios y
mucho de comodidad. Una cierta tendencia a refugiarse en lo más cómodo, o en lo
que más les gusta. El valor de los estudios de preparatoria está en que abre diversas
dimensiones del saber y exige el desarrollo de diversas habilidades. Es importante
que los seminaristas no adopten esta postura, sino que den la importancia que
corresponde a todas las materias, incluso a aquellas que parecen muy distantes de
los estudios eclesiásticos, pero que serán necesarias luego en la vida sacerdotal.
Por otro lado, la preparatoria es un tiempo importante para desarrollar aspectos
que con mucha frecuencia no se cultivan o se les da poca importancia en el clima
cultural positivista. Se les designa genéricamente como "humanidades", es decir,
aquello que prepara para el estudio de las ciencias del hombre. En concreto, la
literatura, la filosofía en sus diversas áreas, la historia, la psicología y la sociología.
Establecer bases en estas áreas del saber tiene la mayor importancia porque
implica ir cimentando ya
Itinerarios formativos 211 Seminario menor
una visión de Dios, del hombre y del mundo que es absolutamente necesaria para
la evangelización. Es verdad que todos estos contenidos se profundizarán en los
estudios del seminario mayor, pero todo lo que se cimiente bien desde ahora
facilitará la tarea de aquellas otras etapas.
Un tercer elemento al que hay que poner atención es la adquisición de
instrumentos para los estudios posteriores. Este es el sentido del nombre de
"preparatoria", que prepare para los estudios futuros. En concreto, la ortografía, la
gramática y la redacción; si es posible, el latín y el griego o al menos las
etimologías; alguna lengua moderna. Hay que tener mucho cuidado de no rechazar
el aprendizaje de las lenguas, creyendo que es algo inútil o que se trata de tener un
lujo o conseguir un status. Aprender otra lengua es un medio formativo de primer
orden, y te prepara para algo fundamental que es evangelizar la cultura. Junto a
ello, el desarrollo de ciertas habilidades intelectuales: de lectura, de análisis, de
síntesis, de argumentación, de investigación.
Exigencias de la formación laboral. La formación en el seminario es también
formación para el trabajo. Lo primero es establecer un hábito de trabajo. En este
sentido se juega con un impedimento: la imagen falsa del sacerdote que no traba,
es decir, que se conforma con sólo hacer actividades litúrgicas y que es incapaz de
trabajar con sus manos. Hay que hacer una enérgica contestación a este tipo de
imagen deva-luada del ministerio sacerdotal. Debe formarse en el espíritu
contrario, el de un real y profundo amor al trabajo y el de un hábito de trabajo
asiduo. Ya no se trata sólo de aprovechar el tiempo, sino de encontrar en el trabajo
un camino de desarrollo personal y de justicia, recordando que Dios puso al
hombre en la tierra para que trabajase (Gn 2, 15). La formación para el trabajo se
desarrolla en varios aspectos:
El trabajo manual. Es muy conveniente que los seminaristas tengan una
formación para el trabajo manual. Esta formación cubre varios planos.
Primeramente, que no desconozcan el modo de trabajo de la mayor parte de las
personas que viven en la Diócesis. Esto dependerá de cada lugar y de sus
condiciones concretas. Lo que hay que garantizar es que los seminaristas no crezcan
en el desprecio del trabajo manual, el que hace la gente más sencilla. Si la Diócesis
es agrícola o ganadera, se tratará de conocer el trabajo propio del campo; si es
industrial, quizá sea bueno incursionar en el trabajo de los obreros. También tiene
importancia el contacto con la tierra, con la naturaleza, una ocasión para esto la
brinda el cuidado de los jardines del seminario, que suelen ser amplios. Conviene
en este sentido que los seminaristas crezcan en la valoración de la ecología y
aprendan a hacer trabajos como la elaboración de compostas, el reciclaje del agua,
la poda de árboles o el cuidado de algunos cultivos. Otro punto es el de los trabajos
de limpieza, éstos debieran experimentarse de tai manera que los seminaristas
lleguen a sentir un sano orgullo de atender a sus propias necesidades: lavar su ropa,
limpiar los espacios que utilizan, hacer de repente acciones de mantenimiento como
destapar las tuberías, pintar las paredes, etc. Esta disponibilidad a trabajar debe
notarse cuando vas de vacaciones a casa de tus padres.
El trabajo intelectual. La vida intelectual puede y debe ser interpretada como
Itinerarios formativos 212 Seminario menor
trabajo. Se trata de un trabajo sutil, pero que provoca un desgaste aún mayor que el
trabajo físico. Ambos tipos de trabajo se complementan entre sí. Dado que los
seminaristas se dedican fundamentalmente a los estudios y se van a dedicar a ello
por un largo tiempo, conviene que aprendan a aplicarse asiduamente al trabajo
intelectual. Vale lo mismo que se ha dicho para el trabajo físico. Hay que llegar a
cultivar cierto sentimiento de sano orgullo por el trabajo intelectual bien hecho, a
un gozo por la investigación y el hallazgo intelectual, a una perseverancia en el
estudio de materias más áridas, a una buena presentación de los trabajos, al uso
adecuado de la metodología de la investigación, a una actitud crítica y al cultivo de
la honestidad intelectual.
El trabajo evangelizador. También la evangelización se constituye como un
ámbito laboral. Jesús lo entendió y lo vivió así, realizando amplísimas jornadas de
trabajo. San Pablo sintió la obligación de trabajar con verdadero empeño por la
difusión del Evangelio, adaptándose a toda clase de circunstancias y asumiendo
todo tipo de dificultades (ICor 9, 19-23). Se identifica a los evangelizadores con
los trabajadores de la viña del Padre, con los agricultores que siembran con
paciencia, con los pescadores de hombres. Todas estas expresiones muestran un
concepto del seguimiento de Jesús que está íntimamente vinculado al trabajo.
Conviene que te preguntes cuál es tu actitud ante el trabajo de cualquier tipo
que sea y cómo vinculas esta actitud con tu proyecto de vida cristiana y de
seguimiento de Jesús.
Horario:
■ Explicación de la meta (5 minutos).
■ Recapitulación (40 minutos).
■ Oración: Jesús trabaja siempre (10 minutos).
■ El sentido del tiempo (40 minutos).
■ Descanso y juegos (30 minutos).
■ Exigencias de la formación académica (20 minutos).
■ Exigencias de la formación laboral (20 minutos).
■ Consignas (10 minutos).
■ Devoción mariana (10 minutos).
Consignas.
■ Reflexiona más ampliamente sobre la dimensión académica-laboral para
descubrir los puntos en los cuales necesitas asumir más plenamente este aspecto
fundamental de tu formación. Lleva estas opciones a la oración para pedir a Dios
su ayuda en tu trabajo de cada día.
■ Procura hacer breves actos espirituales de consagración del trabajo manual,
intelectual y evangelizador antes de realizarlo, haciendo conciencia de que es
voluntad de Dios que trabajemos con alegría.
Itinerarios formativos 213 Seminario menor
Espiritual
Humana
personal
Comunitaria y
social
Académica
laboral
Apostólica
Del proyecto
Mi prioridad
Quinto semestre
Momento de profundización: el sentido de la misión
Nos encontramos ya en el momento final de la etapa del seminario menor. Hay
que dedicar un tiempo a la decisión del paso al curso introductorio, pero no
demasiado, de modo que se atienda la decisión pero no se provoque un excesivo
nerviosismo de los muchachos en torno a ello. Una decisión de este estilo
consistirá sobre todo en depositar la confianza en Dios y no será más que el
resultado del proceso realizado previamente. Para ello se rodea el tema con
elementos propios de la vida espiritual y se proponen una serie de reglas para
discernir, las cuales les podrán ser útiles más adelante en su vida. Durante todo el
semestre conviene cultivar esta doble óptica. Por un lado la decisión inmediata,
por otro lado el futuro de todos y cada uno de los alumnos, actuando con la
convicción de quien sabe que vale la pena trabajar por la espiritualidad juvenil. El
orden de las sesiones es el siguiente:
1er. Encuentro: La identidad de la Iglesia. Es una reflexión sobre la
presentación de la Iglesia como enviada a una misión hecha por el Concilio
Vaticano II. Se pretende que los seminaristas comprendan cómo la misión está en
el corazón de la definición misma de la Iglesia y de la participación en ella. Se
explican los dinamismos fundamentales de la misión que deben estar presentes en
cada persona que participa de ella.
2o Encuentro: La participación en la misión. Se ofrece una interpretación de las
diversas vocaciones y ministerios en la Iglesia como participación de la misión. El
dinamismo de la misión se hace real de modo distinto y complementario en las
diversas vocaciones, que son profundamente complementarias entre sí.
3er. Encuentro: La misión y la vocación. Ahora se provoca una contemplación
de las personas que se han comprometido en la misión a través de un llamado
específico para que los muchachos se admiren de las exigencias grandes que se les
presentan. Al final se les invita a contemplar a otros jóvenes de su edad que se
comprometen en la misión, y a asumir un compromiso similar.
4° Encuentro: La misión irrenunciable. El último encuentro presenta la misión
como un elemento irrenunciable en la vida y vocación del cristiano, sea cual sea su
vocación específica. Se les invita a asumir definitivamente este vínculo apostólico
en su vida. Esta es la primera decisión "definitiva" que asumen ya para toda la
vida. Lo pueden hacer desde la convicción de que Cristo es un amigo verdadero
que no engaña, de quien se pueden fiar.
Los textos bíblicos giran en torno el envío evangelizador de Jesús, señalando
su origen en el amor de Cristo y la unión con Él y el modo gratuito de la
participación en la misión. Como imagen-fuerza del semestre, la misión universal
de los apóstoles en Mt 28, 16-20. La bendición de Jesús para sus discípulos en Le
24, 36-53. El envío de los 72 en Le 10, 1-24. El texto de la ascensión de Jesús en
Hech 1, 3-8. La alegoría de la vid y los sarmientos que describe el verdadero
discipulado en Jn 15, 1-17. Es un conjunto fuerte de textos que quiere afirmar el
sentido de pertenencia a la comunidad cristiana en la misión, que es su centro.
Itinerarios formativos 221 Seminario menor
cual las diferencias con los demás sean salvables. La unión con Dios es el espacio en
el que se hace posible la fraternidad entre personas de distinta condición. Por eso la
Lumen Gentium dice que la Iglesia es signo o sacramento de la unión con Dios y
de la unidad del género humano. La noción de comunión implica así una
dimensión vertical -la unión con Dios- y una dimensión horizontal -la unidad entre
los hombres. La comunidad cristiana sintoniza por ello con todos los hombres de
buena voluntad, participando de sus esperanzas y sus anhelos así como de sus
sufrimientos y dificultades. Su dinamismo de comunión le lleva a ser solidaria con
todos los que sufren y con las personas que buscan el bien. Este dinamismo
profundo de unión con Dios y de solidaridad con el prójimo debe estar presente no
sólo en la comunidad, sino en cada cristiano en particular. Cada uno de los
creyentes se une a Dios por medio de una oración confiada, a imitación de Cristo,
que vivió íntimamente unido a su Padre, y al mismo tiempo se sabe unido a los
demás, especialmente a los necesitados, como Cristo, que pasó haciendo el bien a
todos los oprimidos por el mal.
El dinamismo hacia fuera es la misión. Literalmente la palabra "misión"
significa envío. La comunidad cristiana se sabe enviada hasta los confines del
mundo para anunciar el evangelio. La misión de la Iglesia hunde sus raíces en el
misterio mismo de Dios Trinidad. El Hijo fue enviado por el Padre al mundo y el
Espíritu Santo fue enviado por el Padre y el Hijo. El dinamismo interno de la
Santísima Trinidad es el de la comunión y la misión. De modo que la misión de la
comunidad cristiana es continuidad de la misión salvadora del Hijo y es realizada
en el Espíritu Santo. La vida de la Iglesia no es sólo ni principalmente de
comunión, porque la naturaleza del amor que la une hacia dentro es expansiva, es
decir, es un amor que se vuelca hacia fuera. No puede ser de otra manera porque ni
el Dios de Jesucristo ni la comunidad fundada por Él puede ser indiferente ante el
mundo, sino que se abre a la realidad del mundo para transformarlo y conducirlo a
su plena consumación. Cristo fue enviado al mundo en unas circunstancias
históricas bien concretas y la Iglesia, de la misma manera, es enviada al mundo
actual en sus circunstancias, para ofrecer, en medio de esta realidad social, la luz
del Evangelio. La misión evangelizadora brota del ser más íntimo de la Iglesia, que
es una multitud congregada por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Cada uno de
los discípulos de Jesús experimenta también el dinamismo de la misión, se sabe
enviado a comunicar lo que ha visto y oído, lo que ha experimentado en su propia
persona.
Entre comunión y misión existe un equilibrio permanente, de modo que la
comunidad cristiana es una realidad congregada para ser dispersada y dispersada
para ser reunida. Los términos se prestan a confusión porque por "congregación"
se ha entendido muchas veces un grupo religioso tradicionalista e incluso cerrado
en sí mismo. La auténtica congregación cristiana no es cerrada, ni defiende
pequeñas tradiciones, al contrario, es una convocación abierta, que admite
personas de diversa clase y condición en la confesión de una sola fe, pero sobre
todo es abierta porque está permanentemente lanzada hacia la misión. El grupo
creyente que madura, bien pronto se dispersa para comunicar el mensaje del
Evangelio a otras personas y en otros lugares. Pero al dispersarse, en aquellos
lugares a los cuales es enviado, vuelve a convocar nuevos
Itinerarios formativos 223 Seminario menor
muestra que ese cuerpo es vivo y saludable. Lo mismo ocurre con la parte afectiva,
hay una tensión entre la experiencia de la soledad y la tendencia que tenemos a
relacionarnos con los demás. Más aún a nivel racional, la capacidad de aspirar a un
valor y la tensión de renuncia que exige un esfuerzo por conseguirlo es típicamente
humana. Si al hombre se le quita la tensión escatológica, se queda en la pobreza de
un mundo presente sin esperanza, condenado a sobrevivir absurdamente o
pendiente de disfrutar cuanto pueda. Si se le quita la tensión evangelizadora, se
queda desocupado, con un vacío existencial. Este simple recuento hace ver que las
tensiones que se proponen no son ningún peligro, antes son los signos de una
persona que está viva, que reflexiona y tiene metas en su existencia.
Vamos a dedicar ahora un tiempo a reflexionar sobre la misión de la Iglesia,
sobre nuestra participación en ella y en los dinamismos que le son propios.
¿Experimentas actualmente el gozo de esta participación?
Horario. Lo que se pretende es una reflexión amplia de los seminaristas sobre
el tema, por eso, en la segunda parte del horario se propone un momento largo de
reflexión y de diálogo:
■ Explicación de la meta (5 minutos).
■ Recapitulación (25 minutos).
■ Oración con el texto del envío evangelizador (15 minutos).
■ Objetivo del quinto semestre e imagen-fuerza (10 minutos).
■ La misión de la Iglesia (30 minutos).
■ Descanso y juegos (30 minutos).
■ Momento de reflexión y diálogo (50 minutos).
■ Consignas (10 minutos).
■ Devoción mariana (10 minutos).
Consignas.
■ Incluye en tu oración personal la consideración de la tensión escatológica y
la tensión evangelizadora, pídele al Señor ser partícipe de la misión de la Iglesia y
de sus anhelos profundos.
■ Observa a las personas que están comprometidas en la vida de la Iglesia y
en la evangelización. ¿Notas en ellas una especial alegría y un sentido de vida?
¿Cuáles son los indicadores de que esto es así? Trae tus observaciones para el
próximo encuentro comunitario.
Itinerarios formativos 225 Seminario menor
se realiza a través del sacramento del orden y señala a una persona como signo
personal de Cristo en medio de la comunidad, por eso tiene una especial exigencia
de santidad.
Hemos dedicado este tiempo a reflexionar sobre las distintas maneras de seguir
a Cristo y de participar de la misión evangelizadora porque es importante que
consideres el valor y el sentido de cada una de ellas, sintiéndote parte activa de este
cuerpo común. San Pablo comparó la realidad de la Iglesia con un cuerpo en el que
todos somos miembros los unos de los otros (ICor 12, 12-31), en el que nadie
puede prescindir de los demás porque somos parte de una sola realidad y
compartimos una misma responsabilidad. El sentido de pertenencia a la comunidad
cristiana es la base firme para hacer un adecuado discernimiento vocacional.
Porque, finalmente, cualquier vocación cristiana no es sino un modo de
participación en el cuerpo común.
Horario. Se continúan poniendo las bases eclesiales para el discernimiento de
la vocación. Es importante facilitar una reflexión y diálogo de los muchachos sobre
estos temas, que se prevé en el horario:
Explicación de la meta (5 minutos).
Recapitulación (30 minutos).
Oración con el texto de la misión de los 72 (20 minutos).
La participación en la misión (30 minutos).
Breve momento de descanso (10 minutos).
Tres modos de participación (30 minutos).
Descanso y juegos (20 minutos).
Momento de reflexión y de diálogo (30 minutos).
Consignas (10 minutos).
Devoción mariana (10 minutos).
Consignas.
■ Habiendo reflexionado sobre la función propia de los laicos, los religiosos y
religiosas y los sacerdotes, intenta comprender más profundamente su vida
observando su comportamiento. ¿Se ve reflejada su función secular, radical o
eclesial en su comportamiento? ¿Cómo enriquece esta realidad tu vida espiritual?
■ Profundiza espiritualmente en el sentido colegial de la participación de la
misión. ¿Te sientes parte del cuerpo común de la Iglesia? ¿Percibes como tuyos los
dones que el Espíritu ha plasmado en ella a través de las distintas vocaciones y
ministerios?
Itinerarios formativos 229 Seminario menor
Se dividen los seminaristas en grupos para rellenar las plantillas, una para
cada grupo, facilitando que los muchachos discutan su respuesta antes de
escribirla. Después se hace una puesta en común. La conclusión es que existen
verdaderas exigencias para cualquier vocación dentro de la Iglesia porque la
misión que realiza cada quien es siempre de una gran trascendencia. Se puede
pedir a los muchachos que sugieran otro ministerio que no está en las plantillas
que se han preparado y elaborar juntos las actividades y las exigencias formativas
correspondientes. Sería interesante que este quinto ejemplo tocara realidades
cercanas a ellos, por ejemplo: un animador juvenil, un joven misionero, un
maestro cristiano, un catequista.
Horario. Se sigue reflexionando sobre la seriedad e importancia de la misión.
Se trata de que los seminaristas descubran la importancia que tiene cualquier
ministerio dentro de la Iglesia e indirectamente vayan reflexionando sobre las
exigencias del ministerio sacerdotal.
■ Explicación de la meta (5 minutos).
■ Recapitulación (25 minutos).
■ Oración con el texto de la despedida de Jesús (15 minutos).
■ Vocación y misión (40 minutos).
■ Descanso y juegos (30 minutos).
■ Criterios de discernimiento (50 minutos).
■ Consignas (10 minutos).
■ Devoción mariana (10 minutos).
Consignas.
■ Aprovecha el contacto que puedas tener durante este mes para preguntar a
las personas que colaboran en la misión de la Iglesia cómo tomaron su decisión
vocacional. Intenta captar al mismo tiempo cuáles son las condiciones y las
exigencias de su trabajo diario, para profundizar en el tema de este encuentro.
■ Incluye en tu oración a las personas que hemos considerado en el ejercicio
o a otras personas que ejercen diversos ministerios o servicios dentro de la Iglesia.
Itinerarios formativos 233 Seminario menor
cosas malas o distractivas o menos buenas, porque entonces no habría nada que
discernir; el discernimiento se hace entre cosas positivas y buenas, que Dios
quiere. Por ejemplo, no es válido elegir entre el sacerdocio y perder el tiempo, u
oponer el paso al curso introductorio a tener una "experiencia" de noviazgo,
porque el noviazgo es algo serio, no es para experimentar; elegir de esa manera
sería elegir un mal. En estos casos, si ponemos en los platillos de una balanza
imaginaria ambas opciones, se comprobará que no pesan lo mismo, es decir, que
no hay equilibrio entre ellas. Sí es válido proponer para elegir la vida sacerdotal y
la vida laical. En este caso sí hay equilibrio.
Evitar la comparación de opciones de distinto nivel. Un error frecuente
cuando se trata de discernir la vocación es que se equiparen opciones de diverso
nivel, en concreto, las vocaciones y las formas de vida. Por ejemplo, elegir entre
el sacerdocio y una profesión, o entre sacerdocio y matrimonio. Solamente
existen tres vocaciones cristianas: laico, religioso y sacerdote. Las demás cosas,
como el matrimonio, la soltería, la profesión o la vida comunitaria, se hayan a
otro nivel, porque son formas de vida. Éstas se deben elegir en un segundo
momento. Si contrapones ambos elementos se puede esperar que termines
confundido.
Considerar lo más urgente. El creyente no va en busca de cualquier bien,
mucho menos de lo más fácil o de lo cómodo; al contrario, va en busca de la
voluntad de Dios, y ésta suele estar en la línea de lo más necesario, de lo que es
urgente en el contexto social. La vocación de las personas en la Iglesia es una
respuesta de Dios a los gritos de las necesidades de los hombres y las mujeres.
Consecuentemente acertarás mejor si te permites escuchar esos gritos, si mantienes
tus ojos limpios para captar las necesidades y consideres la entrega de tu vida al
servicio de quienes realmente te necesitan. Es muy útil pedirle a Dios unos ojos
bien abiertos y unos oídos dispuestos a captar lo que ocurre a tu alrededor.
Proceder simplemente. Hay dos maneras de proceder cuando te pones delante
de Dios para clarificar tu vocación. En la primera, tu punto de vista es simple,
porque buscas cumplir su voluntad donde Él quiera y como Él quiera. En la
segunda, tu punto de vista es complejo, porque quieres hacer la voluntad de Dios,
pero como tú quieres y donde tú quieres. Por ejemplo, es válido decir: "Quiero
servirte con mi vida, sea casado o no". Pero no es válido decir: "Quiero ser
casado y servirte en mi matrimonio". Otro ejemplo: "Quiero servirte con mi vida,
con dinero o sin él", por el contrario: "Quiero ser rico y servirte con mi dinero".
En el primer caso la persona busca la voluntad de Dios prescindiendo de otros
intereses; en el segundo, la persona busca su propio interés, y si puede, hará la
voluntad de Dios. Es evidente que es más segura y mejor la primera perspectiva.
Revisar el propio comportamiento. Si yo voy a elegir un camino de vida, es
lógico que ya esté realizando ese camino en cierta medida, de tal manera que mi
comportamiento sea coherente con lo que quiero elegir. Al contrario, resulta
extraño que una persona que quiere elegir un camino de vida, mantenga un
comportamiento totalmente contrario a ese camino. De donde la observación del
propio comportamiento es un criterio de discernimiento. Por ejemplo, quiero
entrar al seminario, pero no
Itinerarios formativos 244 Seminario menor
a escuchar la voz de las personas sencillas, que saben distinguir las auténticas
vocaciones por su comportamiento, también la voz de quienes te han enseñado a
realizar las actividades apostólicas, especialmente de los laicos. Al final, la voz de
tu director espiritual y tu formador, que te dan una orientación precisa sobre la
opción vocacio-nal que debes realizar.
Horario. Se ha dividido en dos partes fundamentales. La presentación de la
vocación como un don comunitario rompe con los criterios que circulan en el
ambiente, por ello es bueno explicarlo despacio, permitiendo que los seminaristas
aclaren sus dudas sobre la vocación como realización y la vocación como misión.
La segunda parte se centra en los criterios de discernimiento vocacional, interesa
que los muchachos comprendan muy bien los criterios, poniendo ejemplos con
sus propias palabras, para que durante el mes que sigue al encuentro puedan
aplicarlos a su propio discernimiento.
Explicación de la meta (5 minutos).
Recapitulación (25 minutos).
Oración con el texto de la vocación de Matías (15 minutos).
La vocación, un don comunitario (50 minutos).
Descanso y juegos (30 minutos).
Reglas de discernimiento (50 minutos).
Consignas (10 minutos).
Devoción mariana (10 minutos).
Consignas.
■ Intenta aplicar algunas de las reglas de discernimiento vocacional a tu
propia situación, hazlo siempre en un clima adecuado de oración. Si te surgen
dudas sobre el modo de aplicarlas, busca ayuda con el director espiritual.
■ Si te encuentras en la situación de que escuchas diversas opiniones de
personas que son significativas para ti sobre el paso que vas a dar, ponías por
escrito para objetivar mejor cuáles son sus argumentos y distinguir si son válidos
o no.
■ Consulta con los formadores, con toda transparencia y confianza, tu
decisión de pasar o no al curso introductorio, sabiendo que ellos están para
ayudarte sobre todo en esta decisión.
Itinerarios formativos 246 Seminario menor
1
Anteriormente existieron cursos de "nivelación" y el curso "propedéutico". Se pretendía sobre todo llenar
lagunas de la formación intelectual y de la formación cristiana de los candidatos. Esta perspectiva, más bien
negativa, se ha ido cambiando por la propuesta de un curso introductorio que tiene validez para quienes no
tienen estas lagunas, para los que proceden del seminario menor y para los candidatos de diversas edades.
Itinerarios formativos 254 Curso introductorio
Consignas.
■ Comienza a aplicar los medios que se proponen para el proceso
formativo. Consigue los materiales que necesites: una libreta para el
diario, una traducción adecuada de la Biblia.
■ Haz tus citas para las entrevistas con el prefecto y el director espiritual.
Itinerarios formativos 264 Curso introductorio
Segundo Encuentro
Comunitario: La Palabra de
Dios en tu corazón
Meta. El alumno se aproxima a la Sagrada Escritura reconociendo en ella la
fuente de su vida espiritual y aprende un método para la meditación.
Recapitulación. El primer mes. Después de un mes en el seminario, se intenta
recoger la experiencia de los seminaristas:
■ ¿Cuáles han sido tus principales sensaciones, sentimientos y pensamientos
durante estos primeros días de experiencia en el seminario?
■ ¿Has tenido la experiencia de llamar "hermanos" a los otros seminaristas?
¿Qué significa esto para ti? ¿Cómo resuena esa palabra en tu interior?
■ ¿Has tenido relación con tu familia y amigos? ¿Por qué medios? ¿Cómo
piensas que debe ser tu relación con ellos?
Se trata, simplemente, de recoger la experiencia que han tenido. Después de
que cada uno haya respondido a las preguntas y de que se hayan compartido las
respuestas en pequeños grupos, los formadores subrayan el sentido de participar
en el seminario y el tipo de relaciones que esto implica.
Contenido.
A. La Sagrada Escritura en tu vida vocacional.
En el proceso formativo, que es un proceso de fe, la Sagrada Escritura es una
referencia fundamental. Es el alimento de tu vida cristiana y de tu vocación, y por
ello conviene que tenga un lugar especial entre tus cosas y en tu corazón. [Se
presentan a los seminaristas varias traducciones de la Biblia, indicando sus
características, y señalando las traducciones que son más recomendables para su
vida espiritual].
Para la aproximación orante a la Escritura es útil seleccionar sólo una
perícopa cada vez. Una perícopa es una unidad de texto que hace sentido en sí
misma. Vienen señaladas en forma de párrafos y a través de pequeños títulos en
las traducciones de la Biblia. También se puede seleccionar un conjunto de
perícopas breves, cuando existe entre ellas una relación profunda.
La aproximación orante a los textos bíblicos no sigue siempre el mismo
procedimiento. Éste depende de las características del texto. Te puede servir para
iniciar la siguiente distinción:
■ Los textos discursivos, es decir, los que están elaborados en forma de
discurso,
son propios para la meditación. La meditación es la consideración
cuidadosa
de algo que es importante para ti. Por ejemplo: Las bienaventuranzas: MT
5,
1-16. La limosna, la oración y el ayuno: Mt 6, 1-18. La atención a los
pequeños,
la corrección fraterna y el perdón: Mt 18, 6-34. Dios cuida de nosotros: Le
12,
22-34. Elegir el último lugar: Le 14, 7-14. El discurso eucarístico: Jn 6, 51-
59. La
alegoría de la vid: Jn 15, 1-17.
Itinerarios formativos 266 Curso introductorio
gracia para este momento de encuentro con él. Son útiles para esto las
invocaciones al Espíritu Santo.
■ Leer tres veces. Puedes utilizar distintos criterios como leer, subrayar los
verbos, subrayar lo que más te llama la atención. Lo importante es que leas con
verdadera atención. Para ello es bueno repetir la lectura.
■ Discurrir sobre el texto. Se trata de reflexionar sobre el texto y su
contenido. Ya no es sólo leer, sino preguntarte: ¿Qué dice el texto? Y luego: ¿Qué
me dice este texto en las circunstancias de mi vida? Este es el paso que se lleva más
tiempo en la oración. Es importante leer con calma, saboreando lo que lees.
■ Hablar con Dios. Es el momento más intenso de la oración. Te diriges al
Padre, a Jesús o a María y abres tu corazón, expresando lo que sientes y piensas en
ese momento. Es a la vez expresión del Espíritu Santo que ora en ti. Este hablar
con Dios puede estar unido a la oración vocal.
■ Pedir por los demás. Siempre es una buena práctica dedicar unos minutos a
orar por otras personas, por sus necesidades, o por los acontecimientos del
momento. Es tener presentes a los demás ante Dios.
■ Dar gracias. Así como pediste ayuda a Dios, le das gracias por haber
podido pasar este momento de oración con Él.
■ Evaluar. Después de terminada la oración evalúas cómo te fue y qué
podrías mejorar. También tomas nota de las inspiraciones que el Señor te ha dado
en la oración.
■ Compartir con tu director espiritual. Tu experiencia de la oración del mes
es parte del contenido de la entrevista con el director espiritual. Para ello es útil
que prepares una síntesis de tu oración del mes.
En este primer año se pretende que te introduzcas en el espíritu de la
oración, por ello al inicio habrá sólo quince minutos para la oración, pero
después se irá aumentando el tiempo. Por ahora lo que interesa es que sepas
cómo aprovechar muy bien esos quince minutos, para ello tendremos a
continuación una práctica.
Horario sugerido.
Hora Actividad Hora Actividad
0:00 Oración inicial: Heb 4, 12-14. 2:20 Metodología para la oración.
0:10 Explicación de la meta. 2:50 Práctica de oración.
0:15 Recapitulación: Primer mes en el 3:05 Entronización de la Biblia:
Seminario. Neh 8,1-12.
1:15 La Sagrada Escritura en 3:15 Consignas.
tu vida vocacional.
2:00 Descanso. 3:30 Salida
Itinerarios formativos 268 Curso introductorio
Consignas.
■ Coloca la Palabra de Dios en un lugar especial en tu habitación, de modo que no
sea un libro más, sino el referente fundamental, tratado con verdadero honor y cariño.
■ Localiza en la biblioteca un comentario bíblico que te pueda servir cuando
tengas dudas sobre algún texto bíblico. Lee dos o tres comentarios para que en el
momento en que lo requieras lo sepas utilizar.
■ Ejercítate durante el mes en el espíritu de oración y en el aprecio de la Sagrada
Escritura, aprovechando los instrumentos que tienes. Posteriormente irás aprendiendo
más.
Itinerarios formativos 269 Curso introductorio
Tercer Encuentro
Comunitario: La figura de
Cristo en el A. T.
Meta. El alumno reafirma su valoración de la oración personal y reconoce la
figura de Cristo presente en toda la Escritura.
Recapitulación. La experiencia de la oración.
Durante estos quince días se te propuso tomar muy en serio los quince minutos
de oración que están previstos en el horario. Ahora queremos recoger la experiencia
a través de las siguientes preguntas:
• ¿Qué ha significado en tu vida mantener este ritmo de oración diaria?
■ ¿Te han surgido buenas inspiraciones o propósitos en la oración?
■ ¿Cuáles han sido tus principales dificultades en la oración?
Después de responder a estas tres preguntas, comparten por grupos pequeños.
Se termina haciendo una puesta en común de aciertos y deficiencias en la
oración, sobre todo para resolver las dudas que han surgido a los seminaristas
sobre la práctica que han llevado a cabo, sobre el método que han aprendido y
para alentarlos a continuar.
Contenido:
A. La figura de Cristo en el Antiguo Testamento.
En la clase de Historia de la Salvación estudiarás este tema con suficiente
amplitud. Aquí solamente queremos subrayar el sentido cristológico de algunos
textos del Antiguo Testamento. Recuerda que el centro del itinerario en el curso
introductorio es la catequesis cristológica o, según la imagen-fuerza, descubrir
dónde mora Jesús, a quien queremos seguir.
Podemos distinguir dos percepciones de la persona de Jesús en el Nuevo
Testamento:
■ La cristología "baja", que postularon al principio los discípulos de Jesús,
ciertamente presentaban a Jesús como el Hijo de Dios, bendecido por el Padre y
animado por el Espíritu. Afirmaban su identidad mesiánica, pero no llegaban a
concebir a Cristo como el pre-existente. Dos ejemplos son el discurso de Pedro en
casa de Comelio (Hech 10, 38-41) y la exhortación de Pedro en su primera carta
(IPe 2, 21-25).
■ La cristología "alta", elaborada después de una amplia reflexión sobre la
persona de Jesús, reconocía abiertamente a Cristo como el origen y sostén del
universo y lo contemplaba presente desde la creación del mundo, siguiendo el
prólogo del evangelio de San Juan, en el que aparece como el "Verbo" de Dios.
Dos ejemplos son los himnos cristológicos de las cartas paulinas (Ef 1, 3-14; Col
1,15-20).
Para los Padres de la Iglesia fue muy querida la idea de que Cristo, el Verbo
de Dios, está presente a lo largo de toda la Historia de la Salvación. Tenían la
idea de que toda la Escritura de alguna manera revela el misterio de Cristo,
porque Cristo, que se
Itinerarios formativos 270 Curso introductorio
hizo parte de nuestra historia, está más allá de la historia. Con esta idea dan
continuidad a la "cristología alta" de los autores del Nuevo Testamento.
Muchas pinturas antiguas representan plásticamente la ¡dea de que en Cristo
fueron creadas todas las cosas, dibujándolo junto al Padre en el momento de la
creación. Pero los Padres de la Iglesia sobre todo valoraron las imágenes del
Cristo histórico que iban descubriendo en su lectura orante de la Sagrada
Escritura. Vamos a recorrer algunas de estas figuras a título de ejemplo, sabiendo
que hay muchas más.
■ En el sacrificio de Isaac (Gn 22, 1-19), que sube a la montaña junto a su
padre, reconocieron a Jesús, el inocente, en el camino de la Cruz. Al mismo
tiempo vieron en la fe de Abrahán, dispuesto a sacrificar a su hijo, la actitud
obediente de Jesús hasta la muerte.
■ En José, vendido por sus hermanos como esclavo (Gn 37, 12-36),
reconocen a Cristo, vendido por unas monedas y despojado de sus vestiduras,
pero aún lo ven con mayor claridad en el momento en que se revela a sus
hermanos (Gn 45, 1-28) descubren a Jesús, enviado para la salvación del género
humano.
■ Moisés, el que es salvado a través de las aguas (Ex 2, 1-10) es otra figura
del Salvador, que conduce y protege al pueblo elegido por Dios. En el rostro res-
plandeciente de Moisés (Ex 34, 29-35) reconocen a Cristo que dialoga conti-
nuamente con el Padre y que es transfigurado en el monte Tabor. Una tercera
imagen de Moisés es la del que alimenta a los israelitas con el maná, bajado del
cielo (Ex 15, 22-16, 20).
■ El episodio de la serpiente de bronce es una típica interpretación
figurativa. En la serpiente que Moisés levantó en alto para que fueran curados los
israelitas (Nm 21, 4-9), el autor del cuarto evangelio reconoce a Cristo, que será
levantado en alto, sobre la cruz, para dar a los hombres la salvación (Jn 3, 14-16).
■ En la sabiduría de Salomón (IRe 3, 10-28; 5, 9-14; 10, 1-13), el rey que
hablaba con Dios, que resolvía los enigmas y juzgaba justamente, también
descubrieron los Padres de la Iglesia una figura de Cristo, sabio y humilde de
corazón.
■ En Elias, el profeta de fuego, que fue alimentado por los cuervos en el
desierto, resucitó al hijo de una viuda (IRe 17, 1-24), experimentó la presencia
cercana de Dios, llamó a sus discípulos (IRe 19, 9-21) y fue arrebatado al cielo
(2Re 2, 1-18), vieron una imagen muy completa de Jesús.
■ En el Siervo del Profeta Isaías, contemplaron una anticipación la vida y
pasión de Jesús (Is 42, 1-7; 49, 1-7; 50, 4-9; 52, 13-53), en la que descubrían
detalles sorprendentes.
■ En el profeta Jeremías, que sumergido en el pozo eleva su oración a Dios
(Jer 38, 1-13), y en Susana, que, condenada a muerte, levantaba sus ojos al cielo
porque su corazón confiaba en el Señor (Dan 13, 1-64), reconocieron los rasgos
de Jesús en la Pasión, que puso toda su confianza en Dios.
■ En los tres jóvenes que, lanzados por Nabucodonosor al horno encendido,
por
Itinerarios formativos 271 Curso introductorio
haber puesto su confianza en Dios (Daniel 3, 1-90) fueron librados de una muerte
segura, reconocieron a Cristo resucitado.
B. Metodología para la oración.
Te sugerimos el método de los cuatro sentidos de la Escritura. Es una forma de me-
ditar los textos del Antiguo Testamento practicada por los padres de la Iglesia. Ellos,
desde su conocimiento de Cristo y en continuidad con la Tradición, descubrieron que en
el Antiguo Testamento existían figuras de la persona de Jesús, es decir, textos que, de
algún modo, ya nos hablan sobre Cristo. Una ventaja de este método es que nos
aproxima a una lectura unitaria de la Escritura. Todo tiene un mismo sentido porque se
debe al Verbo del Padre, que en la antigüedad se comunicó a través de los profetas, pero
en la plenitud de los tiempos se ha comunicado a través de su Hijo.
La mentalidad alegórica se aplica también a otras circunstancias, no sólo a las
personas. Los Padres de la Iglesia encontraron un modo de meditar los textos desde la
clave de los ejemplos de Jesús. Siguen en su método la inspiración del mismo Cristo,
quien se identificó con algunos personajes y situaciones del Antiguo Testamento. Es un
método sencillo y fácil de usar. Presenta cuatro pasos. En cada uno de ellos conviene
volver a leer el texto, para ir descubriendo su profundidad:
42) Sentido literal. Consiste en considerar lo que el texto dice expresamente, cuál es la
historia que narra y el mensaje que quiso transmitir. Repetimos el gesto de los Padres:
observaron con detenimiento y amor los detalles del texto, dándole su verdadero lugar en
la vida espiritual. Para ello es útil considerar el contexto histórico. Cuanto más
comprendas el sentido literal, tanto más preparado estarás para dar los pasos siguientes.
Es bueno hacer despacio esta consideración porque es la base de todo lo demás. Te dejas
conducir por tu inteligencia, intentando comprender lo que el texto dice.
43) Sentido analógico. Se trata de encontrar una analogía, es decir, cierta similitud con
el modelo de Jesús, y profundizar en ella. Las analogías nunca son perfectas, por ello no
se puede establecer un paralelismo estricto; basta con algunos rasgos de semejanza. En
este segundo momento se plantea la pregunta: ¿Qué nos revela este texto sobre Cristo?
¿Es posible reconocer algunos rasgos de su figura, ya presente en el Antiguo
Testamento? ¿Con qué pasaje del Nuevo Testamento o con qué ejemplos de Cristo lo
podemos relacionar? Se trata de internarse en el texto para descubrir, desde un momento
más pleno de la revelación, el sentido profundo del texto antiguo. Te dejas conducir por
el amor a Cristo; quien lo ama, lo descubre presente en la Escritura.
3. Sentido tropológlco. Este paso apunta ya hacia el compromiso. La raíz griega
tropos significa caminar, moverse hacia algún lugar o hacia una nueva condición.
Nos preguntamos: ¿Hacia dónde encamina nuestros pasos la meditación de este
texto bíblico? ¿Qué compromiso debo asumir a partir de la meditación de esta
Palabra? ¿Qué me enseña para mi vida práctica? Aquí se trata de dejarte conducir
por el amor práctico.
Itinerarios formativos 272 Curso introductorio
Consignas.
■ Continúa aprovechando lo más posible los quince minutos de oración,
ahora aplicando el método de los cuatro sentidos de la Escritura.
■ Procura preparar lo mejor que puedas las entrevistas con el director
espiritual y con el prefecto.
■ Consigue una imagen de Cristo que te ayude a recordarlo durante el día.
Itinerarios formativos 273 Curso introductorio
lar. Esto es, que a través de una aproximación vital a los textos, llegues a
descubrirte como discípulo. Es el camino que recorrieron los discípulos de Jesús.
Lo miraron, lo escucharon, compartieron con él. No todos los textos del
evangelio funcionan para este fin. Por eso aparece a continuación una selección
de perícopas evangélicas que te pueden ayudar a contemplar a la persona de
Jesús.
Anuncio del nacimiento de Jesús: Le 1, 26-38. Nacimiento de Jesús: Mt 1,
18-25. Bautismo de Jesús: Mt 3, 13-17. Tentaciones en el desierto: Le 4, 1-13.
Los primeros discípulos: Jn 1, 35-51. El llamamiento en el lago: Mt 4,18-22.
Jesús sana a un leproso: Me 1, 40-45. Comida con los pecadores: Me 2,13-17.
Jesús sana al criado de un oficial romano: Mt 8, 5-13. Tres quieren seguir a Jesús:
Mt 8, 18-22. La tempestad calmada: Me 4, 35-41. El endemoniado de Gerasa:
Me 5, 1-20. Jesús resucita al hijo de una viuda: Le 7, 11-17. Simón el fariseo y la
mujer pecadora: Le 7, 36-49. La purificación del Templo: Jn 2, 13-22. La
multiplicación de los panes: Jn 6, 1-15. La mujer adúltera: Jn 8, 1-11. Confesión
mesiánica de Pedro: Me 8, 27-30. Transfiguración de Jesús: Le 9, 28-36. El
mayor en el Reino: Mt 18, 1-5. Resurrección de Lázaro: Jn 11, 17-44. Entrada en
Jerusalen: Mt 21, 1-11. Eucaristía y traición: Me 14,12-31. Oración en
Getsemaní: Mt 26, 36-46. Muerte de Jesús en la Cruz: Me 15, 33-41. El sepulcro
vacío: Me 16, 1-8. Camino de Emaús: Le 24,13-35. Aparición junto al lago: Jn
21,1-23.
B. Metodología para la oración.
La contemplación es un método en el que se utiliza la capacidad sensitiva e
imaginativa del hombre. Si en la meditación lo importante era el discurrir por las
ideas, el pensar o rumiar el mensaje del texto bíblico, en la contemplación se
hace hincapié en la imaginación. Ahora se trata de discurrir por las imágenes, los
sonidos, las palabras, las acciones relatadas en el texto. También contemplas
cuando te internas en el corazón de los personajes intuyendo sus intenciones y
motivaciones, su mundo afectivo, muy especialmente cuando se trata de la
persona de Jesús. Es recrear una escena del Evangelio, poniendo a funcionar
nuestros sentidos según se requiera. La contemplación no es algo complicado o
reservado para personas muy avanzadas en la vida espiritual, es más bien el
camino de los sencillos. Por eso es practicada con frecuencia por los pobres, por
los niños, quienes en su sencillez se aproximan al misterio.
Para la contemplación se requiere un esfuerzo de sencillez. Se trata de dejarse
impactar, de ver, oír, oler, gustar, sentir, es decir, aplicando los sentidos. La
contemplación es la senda del amor. En las relaciones humanas, hay una primera
impresión, pero después hay que contemplar la interioridad, los sentimientos, la
sensibilidad del otro.
El fundamento de la contemplación radica en que el mensaje evangélico
comunica la verdad sobre Dios a través de narraciones que tienen por
protagonista a Jesús. Dios, al hacerse hombre, nos ha comunicado sus
sentimientos y pensamientos a través de la forma de actuar y desenvolverse de
Jesús, de su misma persona. Contemplando a Jesús, acompañándole en su
caminar por las tierras de Palestina, nos transformamos en seguidores suyos, tal
como ocurrió a los discípulos. De esta forma se nos da la gracia de conocer, de
un modo más intenso y personal, a Jesús y en Él a Dios mismo. La
contemplación conviene al proceso formativo porque:
Itinerarios formativos 275 Curso introductorio
Horario sugerido.
Hora Actividad Hora Actividad
0:00 Oración inicial: Heb 1, 1-4. 2:20 Metodología para la oración.
0:10 Explicación de la meta. 2:50 Práctica de oración.
0:15 Recapitulación: 3:05 Entrega solemne de la Sagrada Escritura.
La experiencia de la oración.
1:15 La revelación de Cristo en los 3:20 Consignas.
Evangelios.
2:00 Descanso. 3:30 Salida
Consignas.
■ Al recibir la Sagrada Escritura has dado un paso importante en el camino
catecumenal. Consiste en aceptar la Palabra como parte fundamental de tu vida.
Intenta dar el lugar que le corresponde a la traducción de la Biblia que has recibido.
■ Durante los próximos quince días intenta conocer más a Jesús por medio
del método de la contemplación.
■ Elabora tu proyecto personal para los próximos tres meses. Después de
elaborarlo y antes de pasarlo en limpio, consúltalo con el director espiritual.
Itinerarios formativos 277 Curso introductorio
Quinto Encuentro
Comunitario: Creo en el Hijo
de Dios
Meta. El alumno comienza la revisión de su fe cristiana a partir del estudio del
Credo, aceptando la fe, centrada en la aceptación de Cristo como Hijo de Dios,
como clave interpretativa de su existencia y pertenencia a una comunidad discipular.
Recapitulación. La oración cristocéntrica.
Nos hemos propuesto contemplar a Cristo en la Sagrada Escritura. Esta oración
contemplativa va a ser un elemento necesario para todo el proceso formativo, que
consiste en la configuración gradual con Cristo, Buen Pastor.
■ ¿Te ha servido la contemplación para conseguir una imagen más objetiva de
Cristo?
■ ¿Has caminado hacia una relación más íntima y personal con él?
• ¿Notas algún efecto de tu oración en tus actitudes y tu comportamiento
cotidiano?
Después de responder a estas tres preguntas, comparten por grupos pequeños. Se
termina haciendo una puesta en común y un momento de oración entre todos,
centrado en una imagen de Cristo.
Al finalizar este momento de oración se anuncia a los seminaristas que a partir
de este día se levantarán quince minutos antes, para conseguir media hora de
oración, en la que podrán aplicar los métodos que han ido aprendiendo. Los
formadores resuelven las dudas de los seminaristas poniendo atención a cómo
distribuir el tiempo durante la oración.
Contenido:
A. La profesión de la fe.
En los momentos solemnes de la asamblea cristiana se recita el símbolo de la fe.
Esta costumbre expresa la naturaleza profunda de la comunidad cristiana, que ha
sido reunida por la fe en Jesucristo y se sostiene a través de ella. El centro de esta
profesión no son las verdades que contiene, sino la aceptación del misterio en la
propia vida y en la comunidad creyente.
Cuando los antiguos cristianos comenzaban la preparación para el bautismo
inscribían los nombres de los catecúmenos en un libro, previo examen. Tal examen
no versaba sobre conocimientos, sino sobre la vida. No interesaba en ese momento
su ortodoxia, sino su ortopraxis. A través de la catequesis ¡rían poniendo el
fundamento de una forma de vida nueva y transformadora a la que llamaban
cristianismo. En el curso introductorio queremos hacer un proceso similar.
En la clase de Catecismo de la Iglesia Católica se estudiará con detenimiento el
contenido del Credo, pero en los encuentros comunitarios queremos recibir la tradi-
ción de la Iglesia y comprometernos en la fe. Por ello el Credo ocupará los tres si-
Itinerarios formativos 279 Curso introductorio
guientes encuentros, tal como se hizo con la Sagrada Escritura. Procuraremos una
triple aproximación al símbolo de la fe:
■ Una aproximación intelectual a los contenidos centrales de la fe, que nos
lleve a entender un poco mejor qué es lo esencial.
■ Una aproximación existencial a la nueva forma de vida que esta fe exige, que
cuestione nuestro modo de actuar y de vivir.
■ Una aproximación espiritual y litúrgica que nos ayude a vibrar con la
profesión de la fe de la Iglesia.
La temática se ha dividido en tres grandes partes, que se corresponden con las
personas divinas: el Hijo, el Padre y el Espíritu Santo, con la intención de expresar
cómo la profesión de la fe nos une íntimamente a Dios y al mismo tiempo a la
comunidad cristiana y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Durante
estos tres encuentros queremos dejar bien claro el fundamento creyente de todo el
proceso formativo. En cada uno de los pasos que vayamos dando aparecerá siempre
el símbolo de la fe.
■ El Hijo unigénito del Padre. Aceptar a Jesús como el Mesías esperado implica
reconocerlo como el Hijo de Dios. Es decir, reconocer su divinidad. Esto se puede explicar
de diversas maneras, pero lo central es reconocer la humanidad y divinidad de Jesús. Su
humanidad y su divinidad no entran en conflicto, sino en una profunda armonía, de modo
que puede decirse que Jesús es totalmente hombre y es totalmente Dios. Existe una unión
profunda de ambas naturalezas en una sola persona.
■ Concebido por obra del Espíritu Santo y nacido de santa María Virgen. La
encarnación en el seno de María es el modo concreto como se realizó el miste rio
del Dios-Hombre. A partir de este momento todo lo humano ha sido rescatado,
relacionándolo con Dios por el amor. El misterio de María, concebida sin pecado
original y asunta al cielo, es un signo de esta actitud de Dios que abraza al mundo y
se hace uno con él. La encarnación se refiere a lo más profundo de la identidad
humana, todo en el hombre es tocado y por ello será rescatado por Cristo.
■ Padeció, fue crucificado, muerto y sepultado. La dinámica propia de la encarnación
asume lo más difícil y conflictivo de la naturaleza humana: el pecado, la injusticia y la
muerte. Confesar que Jesús padeció implica reconocer en todo padecimiento un camino de
redención y de vida. La fe en Cristo muerto y resucitado implica resituar el mal y cultivar
las disposiciones adecuadas para transformarlo en una oportunidad para el bien.
■ Descendió a los infiernos y resucitó. El don de Dios a través de Cristo se extiende
a todas las generaciones. Las pinturas antiguas lo representan rescatando a los muertos,
desde Adán hasta el último de sus descendientes. La salvación que procede de Cristo es para
todo hombre, envuelve a todos los pueblos y a todas las épocas, es profundamente universal
y reconciliadora.
■ Subió a los cielos. El kerigma siempre contiene la imagen de Jesús exaltado a la
derecha del Padre, que participa de la gloria de Dios. Nuevamente se afirma con fuerza su
divinidad. Jesús es la primicia de los que viven en Él y son llamados con Él a la vida nueva
junto al Padre.
■ Vendrá a juzgar a vivos y muertos. Por último, se confiesa que ha de venir de
nuevo para llevar a plenitud su obra de reconciliación y de paz, según el proyecto de Dios.
Es importante insistir en que el centro de la profesión de la fe no son sólo las verdades
contenidas en ella, sino la actitud y el compromiso de vida de quien recibe estas verdades y
acepta al Hijo como modelo para su vida. La verdad ilumina la conducta del creyente y tal
conducta te lleva a reafirmar la verdad. En tu vida como seminarista, esta experiencia va a
ser central, es el verdadero cimiento de tu formación. Hay que dejar bien claro que el
proceso formativo es un camino de fe.
Tocado este tema es interesante que los seminaristas saquen las consecuencias prácticas
para su vida comunitaria. Si creer es una actitud de vida, ¿Cuáles son los
Itinerarios formativos 281 Curso introductorio
Consignas.
■ Continúa esforzándote en la oración cristocéntrica, ya sea por medio de la
meditación o de la contemplación. Ahora contarás con media hora diaria.
■ Pon especial atención a la clase de Catecismo de la Iglesia Católica, para
comprender mejor los contenidos del Credo.
■ Consigna por escrito: ¿Qué implicaciones tiene la fe cristiana en tu
personalidad y en tus relaciones con los demás? Lleva estas ideas al diálogo con los
formadores.
■ Recita con especial devoción el Credo, en las celebraciones comunitarias, o
de manera personal. Puedes para ello hacer una meditación del símbolo de la fe.
Itinerarios formativos 282 Curso introductorio
B. Dios creador.
La fe del Antiguo Testamento en Dios creador es la consecuencia de todo un
camino recorrido. El primer modo de invocar a Dios fue como el "vengador", es
decir, el que mira la sangre del inocente que ha sido derramada y hace justicia.
Antes que justiciera, esta imagen de Dios es entrañable, porque toca la experiencia
del dolor. De allí se pasó a otra imagen de Dios que escucha el clamor de su pueblo y
atiende sus necesidades. Este modo de comprender el misterio de Dios lo hace
profundamente cercano a la realidad humana, a la historia de un pueblo. Es el Dios
de los padres, quien conduce la Historia. Por último se formula la fe en la creación.
Ese Dios que actúa y salva, con ese mismo amor, ha creado todas las cosas. He aquí
una expresión nítida de tal modo de entender a Dios: Tú tienes compasión de todos
porque todo lo puedes, y pasas por alto los pecados de los hombres para que se
arrepientan. Porque amas todo cuanto existe y no desprecias nada de lo que
hiciste; si odiaras alguna cosa, no la habrías creado (Sab 11, 23-24).
Más que de un Dios todopoderoso, se está hablando de un Dios todo amoroso.
Es decir, que en todo es movido por el amor, que es profundamente y esencialmente
amor. Ahora bien, si estas son las características de la revelación sobre Dios
creador, ¿Cuál deberá ser la actitud del hombre que la acepta por la fe?
Especialmente, ¿Cuál deberá ser su disposición ante el prójimo, creado a imagen de
Dios? Ya se puede apreciar que la fe en Dios creador tiene consecuencias prácticas
para la vida del creyente. Conviene que estas consecuencias sean objeto de atenta
consideración en el proceso formativo:
■ Autoaceptación. El discípulo de Jesús se reconoce a sí mismo como creatura
de Dios, y por tanto bueno en sí mismo. Cultiva una relación armoniosa
consigo mismo en la cual tanto lo positivo como lo negativo se interpretan
para el bien, como providencia de Dios.
Itinerarios formativos 284 Curso introductorio
Consignas.
■ Acentúa en tu oración personal la relación confiada con el Padre, sabiendo
que tienes acceso a Él a través del Hijo. Considera durante el día el amor
del Padre, que te ama personalmente, tal como Jesús experimentaba ese
amor.
■ Procura contemplar la naturaleza y disfrutar tu vinculación con ella, tanto en el
ámbito de las cosas creadas como en el de las personas, subrayando el sentido ecuménico y
ecológico.
■ Comunica de una forma original a las personas que amas tu fe en el amor del
Padre y en la bondad de todo lo creado.
Itinerarios formativos 285 Curso introductorio
estudiosos de la Biblia aceptan que el texto sagrado ha pasado por todas las
deficiencias de la transmisión humana del pensamiento, y sin embargo es
maravilloso contemplar cómo a través de todos estos avatares, se ha
revelado con autenticidad e integridad la Palabra de Dios.
■ La Iglesia nos da los sacramentos. Es a través de las personas que forman la
comunidad, con todas sus deficiencias e imperfecciones, como el Señor vivifica a
sus hijos con los sacramentos. Toda la vida litúrgica, con los ritos y símbolos que se
han elaborado y transmitido a través de los siglos, es parte de la cultura de la Iglesia
y mediación de la gracia.
■ Comunión y misión. Los dos elementos más nucleares de la identidad de la
vida cristiana y de cada una de las vocaciones en ella también nos son dados por la
mediación de la Iglesia. La autoridad de la Iglesia aprueba los diversos carismas y
ministerios como parte de la vida y misión del pueblo de Dios, dando para cada uno
de ellos una norma de identidad y de funcionamiento. En ella funciona la comunión
en medio de las diferencias, y en ella compartimos una sola misión.
El hecho de creer en la Iglesia exige una serie de actitudes hacia ella como
Madre y Maestra: agradecimiento, delicadeza, prudencia, discreción, diálogo,
colaboración, obediencia... tales actitudes son signo auténtico de la fe en
Jesucristo y deben perfilarse nítidamente en los candidatos al sacerdocio. La
Iglesia está representada muy particularmente en María, asunta al cielo. Ella es
como la primicia y la garantía de lo que todo el pueblo de Dios espera alcanzar en
el mundo futuro, pero a la vez, según el relato de los Hechos, es precioso signo de
comunión en la comunidad discipular.
Horario sugerido.
Hora Actividad Hora Actividad
0:00 Oración inicial: 2:20 La Iglesia como objeto de fe.
0:15 Recapitulación: vínculo con la 3:05 Entrega solemne del Credo.
naturaleza.
1:00 Explicación de la meta. 3:20 Consignas.
1:15 El don del Espíritu Santo 3:30 Salida
2:00 Descanso.
Consignas.
■ Incorpora al principio de tu oración personal una invocación al Espíritu
Santo, haciéndote consciente de que es Él quien ora en ti, de modo que percibas que
es oración hecha en el Espíritu.
■ Reflexiona sobre tu propia experiencia de amor a la Iglesia. ¿Amas a la
comunidad a ejemplo de Cristo, que da su espíritu por ella? ¿Cómo manifiestas este
amor? Dialoga sobre este amor con los formadores.
■ Profundiza a través de la introducción de tu Biblia, o en los documentos de
la Iglesia sobre la Palabra y los sacramentos, para descubrir su honda raíz eclesial.
Itinerarios formativos 288 Curso introductorio
B. El desarrollo de la conciencia.
medio de ella. Vivir este desarrollo implica un gran gozo porque la maduración de
tu conciencia moral es una parte importante de tu desarrollo como persona.
En este momento puede ser útil un análisis de los contextos morales en los
cuales te has desarrollado hasta ahora. En concreto, nos interesan tres que
comparten todos los seminaristas:
■ El ethos de tu familia. ¿Qué valores aprendiste de tus padres y de tu vida
familiar? ¿Qué antivalores aprendiste también en tu familia, que consideras que
deben ser superados o reinterpretados?
■ La escuela o universidad. En el desarrollo de una persona es fundamental la
convivencia que tuvo en su niñez posterior y adolescencia, porque allí se completan
los contenidos aprendidos en la familia. ¿Qué aspectos nuevos se incorporaron a tu
visión del mundo, de la sociedad y del bien a través de la escuela?
■ En el proceso vocacional. El conocimiento de la persona de Jesús y de su
llamado tiene que haber afectado necesariamente a tu modo de percibir la realidad y
de vivir los valores. ¿Cómo puedes describir el crecimiento de tu conciencia durante
este período?
Durante el mismo encuentro comunitario se pueden contestar estas preguntas y
compartir en los equipos, llegando a una conclusión de todo el grupo sobre la
importancia del desarrollo moral.
Horario sugerido.
Hora Actividad Hora Actividad
0:00 Oración inicial: Gal 5, 16-26. 2:20 El desarrollo de la conciencia.
0:15 Recapitulación: El sentido eclesial. 2:40 Trabajo personal y grupal.
1:00 Explicación de la meta. 3:05 Consignas.
1:15 El contexto moral. 3:15 Devoción mariana.
2:00 Descanso. 3:30 Salida
Consignas.
Reflexiona más ampliamente sobre la evolución de tu conciencia moral a
lo largo de tu desarrollo personal y dialoga con los formadores consultando
tus dudas.
Continúa aprovechando la media hora diaria de oración lo mejor posible,
preparando bien los momentos de oración y viviéndola con intensidad.
Itinerarios formativos 292 Curso introductorio
la forma de vida que has elegido. En especial la relación con tu familia, con
los amigos y con las mujeres.
Ser responsable supone que has dejado de obrar motivado por el
cumplimiento o por quedar bien con los demás, para actuar desde la convicción.
Si esto es verdad, hallarás un premio en tu mismo comportamiento y cada vez
necesitarás menos la aprobación o el reconocimiento de otros. Este es el estilo
que pretendemos cultivar en adelante en el proceso formativo.
C. Sensibilidad social.
La vocación implica siempre un contenido social, porque no se agota en el
individuo, sino que es para los demás. A esta dimensión social le podemos llamar
coordenada horizontal de la llamada de Dios. En la sociedad y en la Iglesia es
frecuente que las personas no capten esta coordenada social. Existe un riesgo
importante cuando se da este olvido, porque la experiencia vocacional se puede
tornar intimista. Si analizas los textos vocacionales de la Biblia descubrirás que el
llamado siempre es para el Pueblo de Dios y que se sitúa en la realidad histórica.
Dios es eterno, pero se complace en intervenir en la Historia mostrando un
camino de salvación. Su acción tiene el fin de liberar a los hombres de cualquier
tipo de esclavitud, porque Él sueña con un pueblo libre, dueño de su destino, que
le sirva en el amor.
[Se propone a los seminaristas el análisis de textos bíblicos en los que aparece
esta dimensión: El llamado a Moisés: Ex 3, 1-4, 17; la vocación de Gedeón: Je 6,
1-7.11-24; el llamado a Isaías: Is 6, 1-13; la vocación de Jeremías: Jer 1, 1-10; la
vocación de María: Le 1, 26-38; la elección de Los Siete: Hech 6, 1-7. Después del
análisis se les pide que intenten describir, como hacen los textos, el mundo actual
y la sociedad en la que viven, para hacer su propio relato vocacional: ¿Quiénes
son los beneficiarios de tu opción por el sacerdocio? ¿Cuáles piensas que son las
coordenadas sociales de tu vocación? Se les da un tiempo para que redacten y
luego comparten en grupos. Entre todos, intentan hacer una redacción sobre el
ethos social de un seminarista en la diócesis. Lo que interesa es que descubran y
formulen un compromiso social].
El seminario es una caja de resonancia de la realidad social de la diócesis. Por
eso no debe extrañar que existan tensiones internas por este motivo. La llamada
de Dios tiene la fuerza necesaria para vencerlas. La vida comunitaria del
seminario está llamada a ser una profecía de un nuevo orden social. Por eso tiene
una gran importancia permanecer atentos al clima comunitario que estamos
construyendo, de modo que obedezca al modelo de Cristo, el servidor.
Horario sugerido.
Hora Actividad Hora Actividad
0:00 Cantos vocacionales. 2:00 Descanso
0:15 Oración inicial: Heb 5, 14. 2:20 Sensibilidad social.
1:00 Explicación de la meta. 3:05 Consignas.
1:15 La sensibilidad espiritual. 3:15 Devoción mariana.
1:35 Sentido de responsabilidad. 3:30 Salida
Itinerarios formativos 295 Curso introductorio
Consignas.
■ Haz un esfuerzo por adaptar tu método de oración, de modo que sepas em-
plear con provecho la hora completa. Si tienes dudas al respecto consulta al director
espiritual.
■ Intenta localizar con mayor precisión las áreas en las que eres más
responsable y aquellas en las que consideras que te ha faltado responsabilidad, con
el fin de crecer en ello. Puedes llevar al diálogo con los formadores este análisis.
Pregúntate con frecuencia: ¿Esto que hago es voluntad de Dios?
■ Intenta subrayar la dimensión del servicio y tu sensibilidad social como parte
de tu contexto moral como seminarista.
Itinerarios formativos 296 Curso introductorio
Décimo Encuentro
Comunitario: Vida moral y
relaciones humanas
Meta. El alumno comparte con los demás su experiencia de oración y
continúa aplicando el concepto de contexto moral a la etapa de formación en que
se encuentra, aplicándolo ahora al clima comunitario, a sus relaciones y a su
realidad afectiva y sexual.
Recapitulación. Una hora de oración.
Al iniciar el segundo semestre se propuso a los seminaristas que ampliaran el
tiempo de su oración personal. También se tocó en el encuentro anterior el tema de
la responsabilidad. Combinando ambos elementos, se recapitula con las siguientes
preguntas:
■ ¿Cómo te ha ido con la experiencia de una hora diaria de oración? ¿Qué
dificultades y qué aciertos has tenido al realizarla?
■ ¿Piensas que este ritmo de oración puede mantenerse para el resto de la
formación? ¿Qué consecuencias puede tener esto para tu vida?
■ ¿Has intentado poner en práctica un mayor sentido de responsabilidad,
tanto en la oración como en las otras áreas señaladas? ¿Has intentado obrar por
convicción?
Se trabajan las preguntas personalmente y luego se ponen en común en
pequeños grupos. Se abre una sesión de preguntas con todos sobre dificultades en
la oración. Los formadores intentan percibir las dificultades que más se repiten
para ayudarles en los momentos de oración guiada y de resolver las dudas de los
seminaristas.
Contenido:
A. El valor de las relaciones.
Toda vocación y especialmente la sacerdotal tiene un referente importante en
las relaciones que la persona llamada establece con los demás. Esto es tan serio
que se puede decir que el modo de relacionarnos compromete la autenticidad y la
eficacia de la misión.
■ La relación con Dios. Es la fuente de cualquier otra relación. Jesús actúa
con misericordia, de un modo gratuito y libre, privilegiando a los más humildes.
Así nos muestra lo que hay en el corazón de Dios. Todas nuestras relaciones
siguen ya el modelo de Cristo. No son para el dominio, sino para el servicio.
Miramos a todos con los ojos de Dios, con bondad y compasión. La relación con
Dios es el espacio en el cual aprendes a relacionarte con el prójimo.
■ La relación con los formadores. Ellos representan la autoridad. Ha de ser
una relación transparente y leal, cimentada en el amor a la verdad y en el deseo de
hacer el bien. Por ello debes ir más allá del temor, de tus relaciones previas con
tus padres y con la autoridad o de la comodidad, para dejarte ayudar en tu proceso
de maduración humana y cristiana.
Itinerarios formativos 297 Curso introductorio
" La relación con los hermanos. Los hermanos del curso concretan la vida
fraterna. Hay que procurar relaciones de verdadera amistad, de amistad en
el Señor. Ya no vale la complicidad ni la camaradería. Se trata de construir
relaciones en orden a la verdad y al bien, a la colaboración y al servicio, a
la mutua edificación y a la donación apostólica.
■ La relación con los pobres. Esta fue una de las más importantes relaciones
de Jesús. Dedicó a ellos la mayor parte de su tiempo y de sus energías. Se enten-
dió a sí mismo como el que anuncia la buena noticia de la salvación a los pobres.
Con ello transforma profundamente toda relación humana, reconociendo con
amor la dignidad de toda persona. A través del apostolado tienes contacto con
personas nuevas a las que estás llamado a amar como Cristo ama.
■ La relación con tu familia. Se debe transformar de un modo gradual. Vas
pasando de la relación natural que existe entre padres e hijos a una relación
fundada en la caridad o el amor de Dios, es decir, con el mismo amor con que
amas a los pobres. Esta modalidad abre nuevas posibilidades en la relación con tu
familia.
■ La relación con la mujer. Tiene una especial importancia por dos
motivos: Porque el celibato sacerdotal implica un profundo respeto a la mujer,
pero sobre todo porque Jesús se vinculó con las mujeres de tal modo que podemos
decir que fue su defensor. Es conveniente que venzas, desde el principio de tu
formación, cualquier tendencia al machismo clericalista que tanto ha hecho sufrir
a la Iglesia, y llegues a ser profundamente justo en la relación con las mujeres.
6. La sensibilidad comunitaria.
La vida cristiana se vive y se realiza en la pertenencia a una comunidad. Por
ello, las formas de vida común que vivimos adquieren una gran trascendencia.
Existen tres niveles de experiencia comunitaria típicos del creyente, que también
se dan en la vida sacerdotal y en el proceso formativo:
■ La pertenencia a la sociedad. El creyente está llamado a participar de un
modo claro y hasta sobresaliente en la sociedad. Allí se convierte en una profecía
del Reino de Dios. Los textos bíblicos señalan que el deber del cristiano es con los
hermanos y con todos (Vgr.: Gal 6, 9-10). Dice la sabiduría popular que cristiano
es quien da la mano, se entiende a cualquiera, más allá de su raza, su sexo o su
confesión religiosa.
■ La pertenencia a la Iglesia. El segundo ámbito de pertenencia comunitaria
es la Iglesia. El cristiano profesa un verdadero y práctico amor a la Iglesia, tanto
universal como diocesana, de modo que busca siempre su defensa y de ninguna
manera se permite ofenderla. Esto que vale para todos es importante para un
seminarista.
Itinerarios formativos 298 Curso introductorio
planos: con el obispo, con el presbiterio y con los fieles. También los
religiosos y religiosas viven la castidad, ellos lo hacen comprometidos por un
voto, y son para todos, también para los sacerdotes, un modelo de castidad.
Horario sugerido.
Hora Actividad Hora Actividad
0:00 Oración inicial: Gal 6, 1-10. 2:00 Descanso.
0:15 Recapitulación: Una hora de oración. 2:20 La afectividad y la sexualidad.
1:00 Explicación de la meta. 3:05 Consignas.
1:15 El valor de las relaciones. 3:15 Devoción mariana.
2:35 El sentido comunitario. 3:30 Salida
Consignas.
■ Intenta incluir en tu examen de conciencia la dimensión comunitaria. Pregúntate.
¿Qué estoy aportando para la edificación de una verdadera comunidad discipular?
■ Dialoga con los formadores sobre tu vivencia de la afectividad y la sexualidad.
¿Cómo estás implicando estos grandes valores a tu formación y al ideal vocacional que
anhelas vivir?
■ Evalúa y vuelve a elaborar tu proyecto personal, para otros tres meses.
Itinerarios formativos 300 Curso introductorio
B. Ejercicio de autoconocimiento.
Vamos a comenzar con un ejercicio muy simple. Dibuja esquemáticamente
una silueta que te represente a ti mismo. Ve colocando en cada una de las partes
del cuerpo que se señalan la respuesta a las siguientes preguntas:
■ En la cabeza. ¿Cuáles son las ideas o convicciones que rigen mi vida? ¿De
qué estoy convencido al grado de que defiendo esa idea?
■ En la mano derecha. ¿Cuáles son mis principales habilidades, es decir, para
qué soy bueno, qué es lo que me gusta hacer?
■ La mano izquierda. ¿Cuáles son mis principales torpezas, es decir, en qué
me equivoco o para qué no tengo habilidad, o no me gusta hacerlo?
■ El pie derecho. ¿Hacia dónde encamino mis pasos? ¿Cuáles son los proyectos
que son importantes para mí y que quisiera realizar en un tiempo más próximo o
más remoto?
■ El pie izquierdo. ¿Qué me hace tropezar? ¿En qué circunstancias me he
percibido retrocediendo? ¿Cuáles son los defectos que me impiden avanzar?
■ En el estómago. ¿Cuáles son mis sentimientos más frecuentes? Los más
positivos y también los más negativos. ¿Cómo se caracteriza mi vida afectiva?
¿Cuál es tu tono vital?
■ En el corazón. ¿Qué es lo que verdaderamente amo? ¿Qué me conmueve y
me lleva a actuar? ¿Con qué personas y grupos estoy comprometido?
Después de contestar pausadamente a estas preguntas, los seminaristas comparten
sus respuestas con los demás haciendo una descripción detallada de sí mismos.
Terminada la puesta en común, los formadores invitan a todos a caminar en el
proceso de maduración personal y ofrecen su propia experiencia a través de
algunas anécdotas de su propia formación, con el fin de hacer ver la importancia
que tiene trabajar sobre sí mismos.
Itinerarios formativos 303 Curso introductorio
C. Liturgia penitencial.
Al acercarse el fin del curso introductorio y habiendo recorrido un camino amplio
de catequesis sobre la iniciación cristiana, llega el momento de llevar estos contenidos
a la celebración litúrgica, coronando el proceso realizado. Siguiendo al antiguo catecú-
menado, se irán proponiendo diversas celebraciones. La primera de ellas es la liturgia
penitencial, puede estar unida a un exorcismo. Sobre todo interesa mostrar que el
pecado es bien real y que todos necesitamos convertirnos y ser sanados de nuestro mal.
Se prepara para ello una celebración, siguiendo el ritual de la penitencia en su
forma comunitaria. Es mejor que esta celebración no incluya la confesión sacramental
porque los seminaristas tienen fácilmente con quién confesarse.
Conviene buscar un lugar significativo para esta celebración, de modo que marque
como un comienzo en la participación en los misterios que se irá haciendo en los
encuentros comunitarios. Por otro lado, señalar cómo en todas las celebraciones litúr-
gicas de la Iglesia se incluye el elemento penitencial, porque es parte de la vida de los
creyentes. Puede ser útil que los seminaristas aprendan a distinguir desde ahora la parte
penitencial de la Misa y de la Liturgia de las Horas, de modo que descubran que la
penitencia es parte de nuestra vida.
Horario sugerido.
Hora Actividad Hora Actividad
0:00 Oración inicial: 2:00 Descanso.
0:15 Recapitulación: La iniciación cristiana. 2:20 Compartir el ejercicio.
1:00 Explicación de la meta. 2:50 Celebración penitencial.
1:15 El conocimiento de sí mismo. 3:15 Consignas.
2:35 Ejercicio de autoconocimiento. 3:30 Salida.
Consignas.
■ Procura aprovechar mejor el sacramento de la Reconciliación y en
general la vida de penitencia.
■ Vuelve al ejercicio de autoconocimiento para profundizar más en él,
completando más detalles, y llévalo al diálogo con los formadores.
Itinerarios formativos 304 Curso introductorio
tes o débiles?
■ Cuidar su salud, intentando alimentar su cuerpo y mantener lo más posible
su
buen funcionamiento a través del deporte, el descanso, etc. ¿Gozas de un
descanso reparador? ¿Cuidas tus momentos de descanso? ¿Haces algún
depor
te? ¿Has aprendido a hacerlo en el seminario? ¿Lo disfrutas? ¿Lo necesitas?
¿Te
alimentas bien? ¿Cuál es tu criterio a la hora de seleccionar los alimentos?
¿Tienes alguna enfermedad? ¿Cómo la atiendes? ¿Temes a alguna posible
enfermedad?
■ Aplicar sus capacidades físicas a un fin, desarrollando habilidades. ¿Cuáles son
tus principales habilidades físicas? ¿Quisieras desarrollar otras habilidades?
¿Cuáles? ¿Cómo estás viviendo tu sexualidad? ¿Tienes alguna preocupación al
respecto?
El yo psico-afectivo. Es la parte más interna de la personalidad: las necesidades
psíquicas, las emociones y sentimientos, los mecanismos de defensa, el modo de
sentir y percibir la realidad. Así como tenemos una estructura física, así existe una
estructura psíquica que se ha formado de un modo profundo, a partir de las
experiencias de la vida y de la educación recibida. La madurez afectiva se da
cuando el mundo de las emociones es proporcionado a la realidad y cuando la
persona es capaz de expresar sus sentimientos adecuadamente y establece
relaciones constructivas con los demás. De modo que todos necesitamos:
■ Conocer y aceptar nuestra realidad psíquica, que se formó desde el
principio, pero se ha ¡do completando y perfilando a lo largo del tiempo. ¿Sabes
identificar tus fortalezas y debilidades psíquicas? ¿Existe alguna necesidad que
parece dominarte por momentos? ¿Qué modos de reaccionar aprendiste en tu
familia? ¿Los valoras como positivos o negativos?
■ Cuidar su salud psíquica y madurar en el desarrollo de su personalidad,
para que éste sea más armónico. ¿Tienes algún cuidado de tu salud psíquica y
moral? ¿O por el contrario, asumes riesgos en este sentido? ¿En qué puntos
concretos piensas que debes madurar para un mejor manejo de tu personalidad?
■ Expresar convenientemente los propios sentimientos. ¿Sabes poner un
nombre a tus sentimientos más frecuentes? ¿Cuáles son? ¿Entras en estados
afectivos que son preocupantes para ti o que te meten en problemas? ¿Cuáles son
los sentimientos que más te cuesta manejar adecuadamente? ¿Algo te da miedo?
■ Dar y recibir afecto. ¿Tienes verdaderos amigos? ¿Quiénes? ¿Has
aprendido a dar y recibir afecto de un modo equilibrado?
El yo racional-espiritual. Es la parte superior de la personalidad. Establece los
principios espirituales y racionales que rigen nuestra vida. El yo racional también
es susceptible de un desarrollo, de una continua maduración, que incluye desde
las habilidades de pensamiento hasta los valores morales y espirituales. Hay
madurez racional cuando la razón se ajusta a su objeto, que es la verdad. La
inmadurez intelectual se da cuando la persona vive en la fantasía, en su propio
mundo, sin conectar con la realidad. Toda
Itinerarios formativos 306 Curso introductorio
persona necesita:
■ Aceptar sus limitaciones intelectuales y desarrollar las habilidades del
pensamiento. ¿Existen limitaciones en tu capacidad intelectual que necesitas
aceptar con sencillez? ¿Has desarrollado las habilidades de pensamiento de un
modo equilibrado? ¿Has conseguido los hábitos que corresponden a dichas
habilidades?
■ Conocer los valores objetivos y optar libremente por ellos. ¿Cuáles son
tus convicciones profundas, las que son ¡rrenunciables para ti? ¿Cuáles son los
valores que defiendes, por los que vale la pena dar la vida?
■ Llegar a una explicación de la realidad y hacerse responsable de ella.
¿Qué explicación racional das a la realidad de la creación y al universo material?
¿Cuál es tu concepto de hombre y de mujer y de las relaciones humanas? ¿Qué
consecuencias tiene este concepto en tu comportamiento? ¿Qué idea tienes sobre
Dios y cómo te relacionas con él?
Horario sugerido.
Hora Actividad Hora Actividad
0:00 Oración inicial: 2:00 Descanso.
0:15 Recapitulación: Experiencia de 2:20 Los tres niveles del yo (ejercicio)
reconciliación.
1:00 Explicación de la meta. 3:05 Consignas.
1:15 Los tres niveles del yo (explicación). 3:15 Devoción mariana.
2:35 El sentido comunitario. 3:30 Salida.
Consignas.
■ Aprovecha la entrevista con los formadores para compartir con ellos tus
respuestas al ejercicio de los tres niveles del yo. Consulta tus dudas al respecto.
■ Reflexiona sobre ti mismo y pregúntate si tienes alguna necesidad de
consultar con un psicólogo, con un médico o algún otro especialista.
Itinerarios formativos 307 Curso introductorio
un sordo y le soltó la lengua (Me 7, 31-37). El Señor abre nuestros oídos para escuchar
su Palabra y suelta nuestra lengua para proclamar su salvación. Aquí simbolizamos las
catequesis sobre la Sagrada Escritura y toda la experiencia de oración persona! y de
apostolado de este curso.
Renuncia al mal y profesión de fe. Los catecúmenos, vueltos hacia el occidente,
donde se pone el sol, hacían las renuncias al mal; luego, vueltos al oriente, saludaban a
Cristo que viene, con la profesión de fe. Por este gesto se simbolizaba la conversión.
Ser creyente implica y exige esta opción fundamental por vencer el mal y por vivir de
la fe en el Hijo de Dios.
El rito del agua. Es un rito de purificación y de salvación. Es el rito central. Se
recuerda que los creyentes han nacido a una nueva vida, participando del misterio de la
muerte y resurrección de Jesús. En la vigilia de la Pascua se sumerge el cirio en la pila
bautismal representando este misterio y nuestra participación en él. La aspersión con el
agua bendita equivale a la renovación de este don.
La unción postbautismal. Se hace con el santo Crisma, el mismo aceite
perfumado con el que se unge a los reyes y que se usa en la ordenación sacerdotal.
Subraya la dignidad del cristiano. El buen olor con que está impregnado representa el
buen olor de las obras del creyente, que agrada a Dios por medio de un discernimiento
de todas sus actitudes, desde lo más sencillo de su vida diaria.
La vestidura blanca y la luz. Se vestía de blanco a los catecúmenos, de modo
que, ya bautizados, salían a las calles revestidos de Cristo y comprometidos a ser como
otro Cristo para los demás. En ella podemos ver reflejadas nuestras reflexiones sobre
el ethos del seminarista, dentro y fuera del seminario. Se entrega la luz como participa-
ción de la luz de Cristo y de su dinamismo pascual. El bautismo es para iluminar al
mundo con el propio testimonio de vida.
Horario sugerido.
Hora Actividad Hora Actividad
0:00 Oración inicial: Me 7, 31-37. 2:00 Descanso.
0:15 Recapitulación: Conocimiento de sí. 2:30 Celebración bautismal.
0:45 Explicación de la meta. 3:15 Consignas.
1:00 Ejercicio "Una visión de ti mismo". 3:30 Salida.
Consignas.
■ Pasa en limpio el análisis de tu personalidad, para que lo conserves de
cara al futuro, sobre todo para compartirlo con tu formador en la etapa
filosófica.
■ Continúa aprovechando los momentos de oración e intenta interpretar los textos
del Nuevo Testamento con sentido bautismal.
■ Investiga la fecha de tu bautismo, para que puedas celebrarlo tal como celebras
tu cumpleaños. Trae una foto de tu bautismo y redacta una crónica del mismo, como para
el periódico, con el fin de compartirla con los demás en el próximo encuentro
comunitario
Itinerarios formativos 310 Curso introductorio
etapa filosófica.
Se te pedirá que elabores una solicitud dirigida al rector, como signo de tu
voluntad personal de dar un paso en el proceso formativo. Este paso implica una
decisión y un compromiso. Por ello conviene rodear la elaboración de esta
solicitud de afecto y del sentido espiritual que le corresponde.
B. La oración vocacional.
Puesto el contexto del proceso formativo, el mejor ámbito para el
discernimiento de la vocación es el de la oración. Para eso has ¡do ganando un
tiempo suficiente a lo largo del curso. En la oración resuenan los consejos y
opiniones que te dan tus forma-dores, tus compañeros y tu familia, pero al final
quedas tú solo ante Dios. Durante el último mes del curso, que se dedica
especialmente al discernimiento vocacional, sería conveniente que hagas un nuevo
esfuerzo para aprovechar mejor los tiempos dedicados a la oración. Para esos
momentos te queremos proponer una metodología, siguiendo este esquema:
a) Preparación remota, b)
Preparación próxima.
c) Invocación al Espíritu Santo,
d) Composición imaginativa.
e) Meditación de un texto bíblico, d')
Coloquio vocacional. c') Oración de gratitud, b')
Evaluación o examen de la oración. a') Revisión
y diálogo con el director espiritual.
Si observas atentamente, se trata del mismo modo de proceder, pero se añade,
en el paso d' un "coloquio vocacional". Este coloquio consiste en una
conversación íntima con Dios que versa específicamente sobre tu opción
vocacional. Hay que hacerlo de un modo muy abierto, como diciendo: ¿Qué es lo
que quieres de mí? ¿En dónde puedo servir mejor a ti y a mi prójimo? Sigues el
ejemplo de la oración de Jesús (Le 22, 39-42). Se trata así de una decisión orante,
es decir, realizada en el diálogo con Dios.
Todas las consideraciones que has hecho previamente en la línea de los pros y
contras para tomar una decisión, todas las consultas con otras personas, las haces
pasar ahora por la oración, de modo que le pidas a Dios que confirme, de algún
modo, lo que vas decidiendo, sea continuar en la etapa filosófica o dejar el
proceso formativo. Lo realmente importante es que Dios confirme tu decisión, de
modo que te sepas consolado por él en la decisión, y por tanto, seguro y feliz de
tomarla. Este lenguaje de Dios se percibe en el silencio y en una reiterada
consideración de aquello que tienes que decidir.
El consuelo de Dios no se experimenta sólo una vez, más bien se irá dando a
través de un tiempo prolongado, a base de repeticiones. Es decir, si cada día
durante el tiempo que queda de curso, le presentas a Dios tu decisión, él te irá
dando signos de
Itinerarios formativos 314 Curso introductorio
Consignas.
■ Pon en práctica la oración de discernimiento vocacional en el espacio de
la meditación de cada día y consulta tus dudas con los formadores.
■ No te inquietes por la decisión que tomarán tus compañeros. Está
previsto un momento para comunicar estas decisiones en el grupo. Ese
momento será vivido con un carácter festivo, dando gracias a Dios por
cada persona que has tenido la oportunidad de conocer en este año y por
los medios con los que contaste para tu formación.
Itinerarios formativos 315 Curso introductorio
B. Tu proyecto personal.
Con las consignas de cada encuentro comunitario hemos ¡do apuntando hacia
un modo más intencional de vivir, es decir, sabiendo hacia dónde encaminas tus
pasos y actuando con convicción. Llega el momento de formular un proyecto para
tu futuro. Proyectar no significa tenerlo todo previsto, pero sí implica atreverte a
marcar unas líneas por las cuales quieres ir definiendo el futuro. El proyecto se
define como la decisión de perfilar un modelo para el futuro. Observa que el
centro está en la decisión. Esto tiene mucho que ver con la vida espiritual porque
la decisión vocacional es una determinación espiritual.
Tal determinación se implementa a través de algún esquema. Puede servir uno
muy simple: aspectos para vencer y aspectos para desarrollar. U otro más
complejo, por ejemplo, el de las dimensiones formativas. Lo que importa es que
exista una verdadera determinación y que seas práctico en su elaboración. El
proyecto debe tender a ser integral, es decir, a abrazar todas las dimensiones de tu
personalidad. Por ahora basta con que comiences a caminar con rumbo más o
menos fijo. En las etapas siguientes se irá afinando y especificando la
metodología del proyecto.
Para elaborarlo, puedes dar los siguientes pasos:
■ Ponte en manos de Dios, como si fueras a hacer un rato de oración, y
encomiéndale la elaboración del proyecto, elaborado en la presencia de Dios y
para servirle.
■ Reporta tu situación personal. Quizá basta con un análisis de aciertos y
deficiencias. Al reportar comprendes mejor la situación concreta por la que estás
atravesando.
■ Localiza los puntos en los cuales quisieras buscar más intencional y
libremente un crecimiento y elabora un objetivo para cada uno de esos puntos.
Procura que no sean demasiados para que no se disperse tu atención.
■ Para cada objetivo, describe los recursos o medios que necesitas emplear.
■ Localiza tu reto fundamental, es decir, el que no debes dejar de atender en
este momento de tu vida.
■ Pon un plazo de revisión, que no sea demasiado largo, por ejemplo, a
inicio del curso siguiente.
■ Consúltalo con el Director Espiritual antes de pasarlo en limpio.
C. Cierre del curso introductorio.
Nos acercamos al final de este recorrido. AI cierre de la etapa se dedicará el
último encuentro comunitario. Pero es conveniente que vayas preparando lo que
te corresponde. Ha sido un año intenso, lleno de contenidos de fe y culminado
con un proceso de decisión. Conviene, pues, recoger con cuidado los frutos de
este trabajo, que quedarán como un regalo de Dios para tu vida. Responde por
escrito a las siguientes preguntas, que corresponden a los bloques del
itinerario formativo y a otros
Itinerarios formativos 317 Curso introductorio
elementos importantes.
■ Dedicamos el primer encuentro comunitario a aclarar el concepto de
itinerario formativo. ¿Cómo lo podrías explicar hoy? ¿Qué opinas sobre este
proceso de formación?
■ ¿Qué ha significado para ti el proceso gradual de aprendizaje de la
oración? ¿Realmente ocupó la oración el centro de tu vida? ¿Cómo se podría
facilitar mejor este aprendizaje?
■ A través de tres encuentros comunitarios se tocó el tema de la Sagrada
Escritura. ¿Ha sido la Palabra de Dios un elemento central de tu caminar en la fe?
¿En qué lo notas?
■ La catequesis sobre el Credo se realizó en otros tres encuentros. ¿Te
ayudaron estas catequesis a afianzar tu vida de fe?
■ Los tres encuentros dedicados a la Moral, ¿te ayudaron a definir un
contexto moral en tu situación personal? ¿Este contexto moral se reflejó en el
contenido de tu examen de conciencia y en el sacramento de la Reconciliación?
■ Otros tres encuentros se dedicaron al conocimiento de sí mismo.
¿Lograste crecer en este sentido? ¿Qué piensas del documento que quedó
pendiente para retomarlo en la etapa filosófica?
■ Los últimos dos encuentros se han dedicado al discernimiento vocacional.
¿Ha sido significativa la oración de discernimiento?
Horario sugerido.
Hora Actividad Hora Actividad
0:00 Oración inicial: Hech 6, 1-7. 2:00 Elaboración del proyecto personal.
0:15 Explicación de la meta. 2:30 Cierre del curso introductorio.
0:30 Recapitulación: La oración vocacional. 3:15 Consignas.
1:30 El sacramento de la Confirmación. 3:30 Salida
Consignas.
■ Revisa con calma los materiales del itinerario del curso introductorio y
trae tu carpeta al próximo encuentro comunitario con las correcciones o
sugerencias que se te ocurran, para que las puedas aportar en el momento
oportuno con el fin de mejorar el proceso para los alumnos del año siguiente.
■ Continúa presentando a Dios en los momentos de oración tu elección
vocacional.
■ Elabora tu proyecto personal.
■ Prepara convenientemente la última entrevista con el prefecto y el
director espiritual.
Itinerarios formativos 318 Curso introductorio
Decimosexto Encuentro
Comunitario: Cierre del curso
introductorio
Meta. El alumno sintetiza su experiencia formativa del curso introductorio,
hace sus aportaciones para mejorar los materiales del itinerario y diseña un plan
para las vacaciones de verano.
Contenido:
A. Síntesis de la experiencia formativa.
Con este último encuentro comunitario llegamos al final del curso
introductorio. Ha sido un año vivido con la intensidad y la novedad que implica el
proceso formati-vo. Queremos recoger los frutos de nuestro esfuerzo que a la vez
son los dones de Dios, identificándolos por su nombre. Para ello utilizaremos el
siguiente esquema:
■ Los básicos. En el primer año del seminario aprendes o re-aprendes
cuestiones básicas, tales como comer lo que haya, dormir a sus horas, hacer
diversos deportes, dialogar con quien debes hacerlo, limpiar, lavar tu ropa,
aprovechar el tiempo, trabajar, etc. ¿Cuáles han sido tus aprendizajes básicos más
significativos? ¿Por qué son importantes?
■ La vida espiritual. Desde el principio quisimos dar la prioridad a la vida
espiritual. ¿Has aprendido a cultivar tu vida espiritual? ¿Qué medios te han
servido más para ello? ¿Cómo valoras el proceso de aprendizaje de la oración?
■ El hábito de estudio. Hemos insistido en la disciplina de estudio. Las
materias del curso introductorio suponen una novedad en tu vida, en el sentido de
que exigen otro tipo de habilidades de pensamiento y otra metodología. ¿Cómo
juzgas tu crecimiento en este sentido?
■ La vida fraterna. El sólo hecho de convivir como hermanos en una
comunidad implica una gran novedad. ¿Qué ha significado para ti la vida
fraterna? ¿Has establecido relaciones positivas en el curso? ¿Piensas que la
comunidad refleja el modo de relación que existió entre Jesús y sus discípulos?
¿Cómo se puede mejorar?
■ Los formadores. Reportar tu proceso frecuentemente a través de las
entrevistas, sea con el prefecto o con el director espiritual, supone una experiencia
importante porque te exige que no pretendas caminar sólo. ¿Qué ha significado
para ti el acompañamiento? ¿Has aprendido a aprovechar esta doble instancia
formadora? ¿Cómo piensas proceder en el futuro, especialmente si pasas a la
etapa filosófica?
■ El apostolado. Los diversos apostolados del curso introductorio
pretendían tres fines: a) facilitar un contacto con la realidad, b) afirmar el sentido
de pertenencia a la comunidad cristiana y c) descubrir un rostro más concreto del
sacerdocio. ¿Se han conseguido estos fines en tu caso? ¿Cuál de ellos necesita ser
reforzado?
Itinerarios formativos 319 Curso introductorio
Esta etapa pretende conseguir una decisión "firme" por la vocación específica. Se
llama estructuradora porque se trata de formar las estructuras que se pondrán en
práctica en adelante, en especial en la etapa teológica. También se le puede llamar
educativa^ porque intenta educar al candidato por medio de la adquisición de
hábitos formativos. Pero su nombre más propio es el de etapa discipular, en un
sentido más positivo y religioso, pues se pretende conseguir una formación sólida
como discípulos del Señor. El resultado final será una opción firme por el
sacerdocio, o por otra vocación, pero quedará claro es que el seminarista optará
por ser discípulo de Cristo para siempre.
Afianzar la vocación del joven es una tarea difícil. Supone, primeramente, una
definición más nítida del ideal por el que ha optado, que viene dado por el
Evangelio, por los ejemplos de Cristo y los documentos de la Iglesia pero, al
mismo tiempo, exige una valiente aproximación a las verdaderas motivaciones de
su opción vocacional, y por ello implica un cuestionamiento del individuo a nivel
profundo. Además, exige afrontar y trabajar los conflictos, deficiencias y
experiencias negativas del pasado, que son cada vez más frecuentes entre los
seminaristas. Se trata así de una profundización espiritual y carismática en la línea
discipular y de un análisis sistemático de los factores humanos que entran en
juego en la decisión vocacional. Para hacer este trabajo es necesario fundamentar
una metodología que brota de la antropología vocacional, es decir, de una visión
del hombre como llamado al seguimiento de Cristo.
Es el momento para recurrir a la ayuda médica o psicológica si fuera
necesario. Lo ideal es que este tipo de ayudas se concentren en la etapa
estructuradora o antes, y no en las etapas siguientes. Conviene señalar que la
terapia psicológica no debe ser un procedimiento generalizado. Al contrario, hay
que procurarla en casos puntuales y en una proporción más bien baja. Durante
estos tres años da tiempo para iniciar y concluir cualquier tratamiento.
Esta tarea no se puede llevar a cabo sino con holgura de tiempo. Por eso hay
que considerar que son necesarios tres años. El análisis más profundo de la
personalidad y su estructuración no se podrán conseguir si no hay un
acompañamiento cuidadoso y sistemático. Los formadores de esta etapa conviene
que tengan un conocimiento más amplio de las ciencias humanas en lo que se
refiere al proceso formativo, para que acierten en sus intervenciones. Mirando al
perfil final del alumno de esta etapa se puede apreciar la profundidad de sus
contenidos y la intensidad del proceso.
Objetivo general. El seminarista adquiere una conciencia crítica y
constructiva de la realidad del hombre, del mundo y de Dios, pero sobre todo de
sí mismo en su seguimiento de Cristo, de modo que llegue a consolidar su vida
discipular y desde allí su opción por el sacerdocio.
Imagen fuerza. Me 8, 27-33: La confesión mesiánica de Pedro.
1
Así la llama A. Cencini en El árbol de la vida. Ed. Paulinas, 2005.
Itinerarios formativos 322 Etapa filosófica
1er. encuentro. El alumno de primero de filosofía se ubica en el momento Me 8, 27-33: Se toma la imagen fuerza
Presentación del 1° pedagógico que le corresponde en el itinerario de del curso para mostrar la necesidad de la
de filosofía. formación y empieza a identificarse con la imagen fuerza aproximación espiritual a Jesús.
respectiva.
2" encuentro. La El alumno toma conciencia de los cambios que ha La actitud discipular mostrada por
actitud de representado el formar parte de la etapa filosófica, María, que, sentada a los pies del Señor
"atender a". comprende su propio papel, el del prefecto y el del escuchaba su palabra: Le 10, 38-42.
director espiritual en el itinerario y conoce la actitud de
"atender a".
3er. encuentro. El alumno hace una valoración de lo que ha sido su Gal 5, 1: La obra que el Señor realiza en
Jesús, hombre libre. caminar durante estos meses en la etapa filosófica y se nuestra vida es la de una liberación
aproxima a la libertad de Jesús como valor fundamental integral, nos ha dado la libertad.
de su personalidad.
4° encuentro. La El alumno reflexiona sobre el significado de la La libertad recibida del Señor tiene un
autotrascen-dencia autotrascendencia como dinamismo de la libertad y fin muy concreto: para servir a los
en el amor. ejercicio del amor teocéntrico al estilo de Jesucristo, demás en el amor: Gal 5, 13-14..
sabiendo que el discipulado es una llamada a la libertad
para trascenderse en el amor.
5o encuentro. Jesús, El alumno verifica su comprensión del concepto de Flp2, 5-11; 1 Pe 2, 22-25; 1 Tm 15-17:
hombre para los autotrascendencia y profundiza en el conocimiento de la Son textos que nos invitan a la
demás. personalidad de Jesús. contemplación de la persona de Jesús.
6° encuentro. El alumno reflexiona sobre la autotrascendencia como un Jesús, el Hijo, nos ha abierto el acceso
Jesús, fiel a la compromiso amoroso y continúa profundizando en el al Padre, para que nos acerquemos con
voluntad del conocimiento de la persona de Jesús. confianza: Hb. 9,11-4. 10, 19-25.
Padre.
7° encuentro. María El alumno acepta la presencia de María en su vida como Jn 19, 25-27: El discípulo que ha sido
en la vida discipular. Madre y modelo discipular y se dispone para evaluar con amado por Jesús recibe a María como
sinceridad este primer curso que está concluyendo. madre.
8o encuentro. El alumno expresa una visión gozosa del camino Jn 1, 38-43: El seguimiento de Jesús
Cierre del primer que ha recorrido y puede ver con esperanza el siguiente ocurre en el gozo, al grado de invitar a
año de filosofía. momento de la formación. otros a conocerlo.
1er. encuentro. El alumno se identifica con la idea fuerza Le 12, 35-48: El discípulo tiene que
Presentación del correspondiente al segundo año de filosofía e inicia un estar preparado para el momento en que
segundo año de proceso de mayor conocimiento y maduración personal. venga el Señor.
filosofía.
2° encuentro. El alumno adquiere elementos que le permitan pasar de la Me 5, 1-20: El endemoniado de Gerasa
Ejercicio "atención a" a la "liberación de" y asume este paso recupera su dignidad y se convierte en
metodológico como parte de su camino espiritual. discípulo.
"liberarse de".
3er. encuentro. La El alumno revisa la comprensión y el sentido de los pasos Hech 10, 34-43: El discurso de Pedro en
madurez y sus que implica el ejercicio método-lógico de "liberarse de" y casa de Cornelio muestra un entrañable
raíces sociales. adquiere elementos de carácter social que le ayudan a recuerdo de Jesús.
centrarse en los procesos de maduración personal.
4° encuentro. La El alumno continúa profundizando en la comprensión de Le 2, 41-52: Jesús creció en una familia
vida de familia y los pasos que implica el ejercicio metodológico de como la nuestra, en la obediencia a sus
la madurez. "liberarse de" y opta por el análisis de su realidad familiar pades.
como un medio para conseguirlo.
5o encuentro. La El alumno incluye como parte del ejercicio metodológico Le 7, 11-17: La sensibilidad de Jesús
sexualidad y la de "liberarse de" el análisis de su propia vida afectiva y ante la viuda de Naím es un ejemplo de
formación. sexual y el acompañamiento correspondiente. afectividad en la vida cristiana.
6° encuentro. La El alumno conoce el concepto de dialéctica de base y Rm 7, 14-25: El hombre esclavizado por
dialéctica de base. descubre la dinámica interna que se ha puesto en práctica la ley del pecado, grabada en él.
en el paso metodológico "liberarse de"
7° encuentro. El El alumno sintetiza los contenidos del itinerario formativo Le 17, 7-10: El servicio como parte
servicio como actitud de segundo de filosofía y del ejercicio "liberarse de" en ordinaria del deber de un discípulo de
fundamental. actitudes prácticas y simples de servicio comunitario Jesús.
y social, haciendo desde esta experiencia una interpre-
tación del ministerio sacerdotal como humilde servicio
8° encuentro. Cierre El alumno cierra el itinerario del segundo año de El fariseo y el publicano, una parábola
del segundo año de filosofía, expresa sus avances y retos pendientes y que muestra la actitud espiritual del que
filosofía. elabora un plan personal para las vacaciones. es libre: Le 18, 9-14.
Itinerarios formativos 324 Etapa filosófica
3o de filosofía. El alumno del tercer año de filosofía, consciente Le 24, 13-35: El episodio de los
Liberarse para de su identidad personal y de la propuesta vocacional que discípulos de Emaús es una expresión
tomar una Jesús le hace en la Iglesia, opta libremente por el amplia de todo el camino discipuilar.
decisión. sacerdocio como estado de vida propio y se dispone para
continuar su formación en la etapa teológica.
1er. encuentro. El alumno se ubica en el momento presente: inicio del Le 24, 13-35: Se recurre a la imagen-
Presentación del último año de la etapa, conoce los rasgos de la madurez fuerza del curso para iniciar el primer
tercer año de humana pedidos por la Iglesia para los futuros pastores y encuentro comunitario.
filosofía. tiene un primer contacto con la imagen fuerza de este año.
2° encuentro. El paso El alumno conoce el tercer paso método-lógico del Gal 5, 13-26: El uso correcto de la
metodológico discernimiento {libertad para) y se dispone a normar su libertad.
"liberarse para". vida por medio de él.
3er. encuentro. La El alumno comienza a integrar los tres ejercicios Dios cuida de aquellos que edifican el
libertad ordenada. metodológicos y comprende el proceso en el que está Reino de los Cielos: Le 12, 22-34.
trabajando desde una perspectiva espiritual.
4° encuentro. La El alumno verifica su comprensión del ejercicio La presencia de Dios es discreta como
fase subliminal. metodológico "liberación para" y si ya está trabajando en una suave brisa: IRe 19, 9-13a.
él, recibe los elementos que le ayudan a profundizar este
ejercicio y que orienten su disposición hacia una mayor
confianza en Dios.
6° encuentro. Un El alumno retoma el ejercicio "liberarse para" y se sabe Sb 11, 23-26; Sal 139, 1-3.13-17.23-24:
continuo trabajo. invitado a seguir profundizando en él durante el próximo Dios nos conoce profundamente y nos
mes y a lo largo de su vida. ama porque nos ha creado.
7° encuentro. El El alumno sintetiza su experiencia del tercer paso y La libertad recibida de Jesús para vivir
paso distingue los componentes del cuarto paso metodológico en la verdad: Jn 8, 31-32.
metodológico del proceso de discernimiento vocacional propuesto por el
"decisión-acción". itinerario formativo de la etapa filosófica.
8o encuentro. Cierre El alumno cierra la etapa filosófica con una actitud La gratitud es un signo de la salvación
de la etapa agradecida y se dispone para vivir las vacaciones y que viene de Dios: Le 17,11-19.
filosófica. para comenzar la etapa siguiente.
Descripción existencial
El seminarista de la etapa filosófica pasa por un proceso intenso, por medio del
cual su seguimiento de Cristo adquiere la firmeza de una verdadera determinación
espiritual y desde esta experiencia se consolida su opción por el sacerdocio. Para
que esto pueda ocurrir, es necesario que adquiera una visión crítica de toda la
realidad y sobre todo de sí mismo. Desde aquí se justifican los estudios filosóficos y
de las ciencias del hombre. Tal proceso incluye una percepción más completa del
camino discipular, que deberá elegir al final de la etapa para toda su vida, más allá
de la decisión de continuar o no en el proceso formativo; una aproximación crítica y
sistemática a sus virtudes y defectos que llegue a cuestionar y a revisar sus
motivaciones vocacionales; una metodología práctica para el discernimiento de la
vocación en este momento del paso a la etapa teológica.
■ Primer año: La actitud de "permanecer atento". Se centra toda la dinámica en
el primer paso de la metodología. La acumulación de datos se hace en torno a dos
objetos principales: los ejemplos de Cristo, el hombre perfecto y el propio
comportamiento. El fruto de este primer año de la etapa consiste en que el
seminarista ha dejado de estar distraído y comienza a poner atención, percibiendo
con mayor agudeza la realidad.
■ Segundo año: La actitud de "liberarse de". Ahora toca el turno al segundo y
tercer pasos de la metodología. Intentamos que el seminarista entienda bien la
necesidad que tiene de Dios en su vida y se cuestione profundamente. Para ello
planteamos un prolongado descenso a los infiernos de la propia interioridad, con
todas sus contradicciones. Procuramos que llegue al reconocimiento puntual y
preciso de las propias esclavitudes, debilidades e inconsistencias, de modo que no
solamente las toque, sino las trabaje sistemáticamente, tomando la decisión de
dejarse acompañar en ellas para toda la vida.
■ Tercer año: la actitud de "liberarse para tomar una decisión". Se aplica el
cuarto paso, que consiste en la afirmación más profunda de la verdad que ha
conocido. Ahora se abordan los defectos y virtudes desde una perspectiva más
positiva, en la línea del desarrollo de la propia capacidad de amar a Dios, al prójimo
y especialmente a los que más lo necesitan. Este año cierra la etapa con un
acompañamiento para la decisión del paso a la etapa teológica o, si conviene, para
interrumpir el proceso formativo del seminario temporal o definitivamente.
Medios formativos.
■ La Sagrada Escritura. Los seminaristas ya se han familiarizado con la
meditación
de la Sagrada Escritura. Esta meditación cotidiana va a tomar ahora el sesgo
más definido de la vida discipular. Consistirá específicamente en contemplar
los rasgos humanos de la personalidad de Jesús en los evangelios. Se pretende
que los seminaristas hagan una meditación continuada del texto de Marcos
en
el primer año, del texto de Mateo en el segundo y del texto de Lucas en el
ter-
Itinerarios formativos 326 Etapa filosófica
Primero de filosofía:
La actitud de permanecer atento
El primer año de filosofía tiene un valor pedagógico importante porque pretende
afirmar los hábitos que se iniciaron en el curso introductorio y establece el modo de
funcionamiento para todo el seminario mayor. Por otro lado, propone el camino
discipular que los seminaristas han de asumir como camino de vida y para toda la
formación.
Tal como se ha diseñado, el proceso pedagógico tiene tres ejes.
a) El sentido de la etapa y del curso. Se introduce despacio al estilo del
itinerario
en la etapa filosófica y a los objetivos propios de la etapa y del curso. Por
otro
lado, al final, se prevén con tiempo suficiente los esquemas para la
evaluación
del curso y para la planificación de las vacaciones:
■ Presentación del itinerario, objetivos de la etapa y del curso, imagen
fuerza y dinámica de la formación en la etapa filosófica / Primer encuentro.
■ Esquema para la evaluación del curso / Séptimo encuentro.
■ Guía para la planificación de las vacaciones / Octavo encuentro.
Por medio de este primer eje ponemos la atención en que los seminaristas se
habitúen lo más pronto posible a la aplicación y aprovechamiento de los
medios que se les están ofreciendo para su formación. Conviene pedirles que
vayan coleccionando con cuidado los materiales del itinerario en una carpeta
y que tengan su libreta para anotaciones personales. También se insiste en el
papel del prefecto y el director espiritual, los muchachos deben llegar a dar
verdadera importancia a los dos formadores y conseguir que tanto las
entrevistas como el acompañamiento grupal lleguen a ser elementos
necesarios y dinámicos para su formación.
b) La contemplación de las actitudes humanas de Jesús. Nos basamos en la idea
ignaciana de la segunda semana de los ejercicios espirituales, según la cual, la
vocación se clarifica desde la contemplación amorosa de la persona de Jesús,
es decir, se trata de amarle y seguirle, sin invertir este orden. Presentamos a
Jesús como el hombre perfecto, y por ello como modelo válido para cada
persona, específicamente para los seminaristas, pero a la vez estos valores
humanos aparecen como la base para el proyecto sacerdotal. Se han
distribui
do de la siguiente manera:
■ Jesús, el hombre libre / Tercer encuentro.
■ Jesús, el hombre para los demás / Quinto encuentro.
■ Jesús, fiel a la voluntad del Padre / Sexto encuentro.
■ María en la vida discipular / Séptimo encuentro.
Para hacer esta contemplación se les propone que hagan durante todo el año
Itinerarios formativos 329 Etapa filosófica
la meditación de! Evangelio de san Marcos, pero es necesario que el director
espiritual vaya presentando métodos de meditación y de contemplación para
que esto llegue a ser una realidad para cada uno de los seminaristas. En esta
contemplación parece muy oportuno aprovechar los tiempos litúrgicos,
especialmente los ciclos de Adviento-Navidad y Cuaresma-Pascua. Durante
la Semana Santa se puede recomendar a los alumnos una reposada
contemplación de la pasión según san Marcos.
c) El paso metodológico. El primer paso metodológico se presenta
insistentemente e impregna todos los materiales, pero se hace explícito en
tres momentos:
■ Atención a: una recopilación de datos / Segundo encuentro.
■ Estar libres para el amor autotrascendente / Cuarto encuentro.
■ Recapitulación general / Octavo encuentro.
El paso metodológico es difícil de comprender en un primer momento. Por
ello, en los mismos encuentros comunitarios se prevén espacios para
verificar su comprensión y para que los seminaristas lo expresen con su
propio lenguaje. Durante las entrevistas conviene verificar el nivel de
comprensión y aplicación de este primer paso y estimular el compromiso de
los seminaristas cuando sea necesario.
Se ha intentado subrayar el carácter juvenil que es propio de la etapa filosófica
pero, al mismo tiempo, dándole la seriedad suficiente para que los alumnos asuman
realmente la propuesta que se les hace.
Itinerarios formativos 330 Etapa filosófica
Consignas.
■ Aproximarte al evangelio de San Marcos a través de la introducción de tu
Biblia. Intenta comprender su estructura y el contexto en el cual fue escrito.
■ Asumir con diligencia las entrevistas con los formadores como elemento
necesario del proceso formativo, desde este primer momento de la etapa.
■ Estructurar tu método para la oración y consultarlo con el director espiritual.
■ Consignar en una libreta el proceso de la oración, las entrevistas, encuentros
comunitarios y revisiones de curso.
Itinerarios formativos 333 Etapa filosófica
suficiente eficacia. En estos dos puntos tienes un gran trabajo por hacer,
por ello es importante aprovechar bien el tiempo.
■ Atención a la persona de Jesús. Durante el presente año, la actitud de
estar atento a se dirigirá de un modo muy especial a la persona de Jesús y
en concreto a los rasgos que caracterizan su madurez humana. De tal
modo que llegues a percibir sus actitudes, el estilo de su relación con las
personas, sus prioridades, sus sentimientos y motivaciones. Para percibir
cómo en Él todo se orienta al cumplimiento de la voluntad de Dios. Aquí,
precisamente, radica su perfección. Para ello será necesaria una
aproximación a los evangelios, que permanecerá ahora y para toda la
vida.
Durante este segundo mes, como discípulo de primer año de filosofía debes
esforzarte por entrar en esta actitud de vida, medir tus fuerzas y observar también
las dificultades que experimentas, para comentarlas con el prefecto y el director
espiritual. La actitud recomendada se hace muy concreta en el camino discipular,
tal como es presentada en los textos de san Lucas. Queremos dejar claro que el
camino discipular comienza y tiene su fundamento en una actitud orante y
contemplativa que se describe por medio de la expresión "a los pies del maestro",
sobre todo en el texto de Mar-tha y María en Le 10, 38-42. Para comprender esta
actitud del discípulo, se pueden leer o hacer referencia a otros dos versículos
lucanos: Le 8,35 y Hech 22,3.
El primero pertenece al relato de la curación del endemoniado de Gerasa.
Cuando ya ha sucedido la curación, se acercan los lugareños para comprobar lo
sucedido: Salieron, pues, a ver lo ocurrido y, al presentarse donde estaba Jesús,
encontraron al hombre del que habían salido los demonios sentado a los pies de
Jesús, vestido y en su sano juicio; y se llenaron de miedo. El hombre, recuperada
su dignidad y su cordura, escucha la palabra de Cristo adoptando la posición del
discípulo ante el Maestro. Es lógico que, como consecuencia de este aprendizaje,
pidiera ir con él (v. 38), aunque Jesús no le admitió en su compañía, sino que lo
envió a dar testimonio entre los suyos, en su propio ambiente, donde el mismo
Jesús no fue admitido.
El segundo se halla en el discurso que san Pablo dirige al pueblo en Jerusalén
en plan autobiográfico. Dice: Yo soy judío. Nacido en Tarso de Cilicia, pero
educado en esta ciudad, instruido a los pies de Camaliel en la fiel observancia
de la ley de nuestros padres y lleno del celo de Dios, como ustedes que están hoy
reunidos. El discípulo aprende a los pies del maestro la doctrina, que después le
llevará a actuar de modo nuevo, lleno de celo de Dios.
Con esta doble referencia, se lee el texto de Le 10, 38-42 y se hace un
comentario: Se trata de la enseñanza de Jesús sobre la oración, viene seguido del
Padrenuestro. La actitud de María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba
su palabra (v.39) es típica del discípulo que inicia su camino junto al maestro.
Antes de cualquier acción o compromiso, es necesario permanecer a los pies del
Maestro, pendiente de sus palabras. Se entiende que hay más invitados, a quienes
Marta atiende afanosa en los muchos quehaceres del servicio. El contraste entre
la actividad de las dos hermanas es evidente y la sentencia final de Jesús es
contundente. Señala cómo en realidad una
Itinerarios formativos 335 Etapa filosófica
sola cosa es necesaria, la escucha de la palabra, aunque todas las otras cosas no dejan
de tener importancia, y por eso es la parte mejor, que nadie se la quitará. Con ello el
evangelista enseña que es necesario comenzar el discipulado por la seria y atenta
escucha de la Palabra, que es capaz de transformar el corazón del hombre hasta que
adquiera las actitudes del discípulo. Vale la pena señalar que entre los judíos del
tiempo de Jesús una mujer no podía ser discípulo de un rabino. Lucas presenta a Jesús
rompiendo esta costumbre, como muchas otras, para señalar que también las mujeres
y toda persona tiene la dignidad para ser discípulo del Señor.
Horario sugerido.
Hora Actividad Procedimiento
0:00 Cantos vocacionales significativos. Repartir las letras de los cantos.
0:15 Oración: la actitud discipular: Le 10, 38-42. Repartir el texto y su comentario.
Consignas.
■ Compartir el proceso de cada uno a través del diálogo con los compañeros: ¿qué
estamos descubriendo en la etapa filosófica?
■ Hablar de nuestros hallazgos en las entrevistas de acompañamiento vocacional.
■ Tener el texto "Estar atento a" en un lugar visible y leerlo con frecuencia (pp. 333-
334).
Itinerarios formativos 336 Etapa filosófica
17). En esta línea Balthasar (1981) escribe: el único acto con el cual un hombre
puede corresponder al Dios que se revela, es el de la disponibilidad ilimitada.
Esto es la unidad de la fe, esperanza y amor, y es también, el sí que Dios exige
cuando quiere servirse de un creyente según sus planes divinos... sólo este sí,
de ilimitada disponibilidad, es la arcilla con la que Dios puede dar forma a
algo; sólo ésta tiene fuerza redentora, en la gracia de Cristo, corredentora.
La libertad del cristiano no consiste sólo la capacidad psíquica para una
elección, sino en la posibilidad de realizarse escogiendo aquello que tiene un
significado para su vida, escogiendo los significados derivados de los valores
trascendentes realizados por Cristo, es decir, la auto-trascendencia. El yo del
hombre ha sido creado para vivir en orden a significados, a valores que lo
trascienden. Con Weigel (1960) se puede decir, que un uso de la libertad que
sea inconsistente con dicha estructura y orientación, no es una afirmación, sino
una negación de sí mismo; por tanto seria una manifestación de la libertad,
pero no su verdadero fruto; no es uso, sino un abuso de libertad.
La libertad del cristiano no comporta sólo una disponibilidad programada o
preconcebida para alguna actividad específica para el Reino; sino una
disponibilidad no programada, abierta a la novedad sorprendente de Dios. Pues
una disponibilidad programada, aunque sólo lo sea en la imaginación, no es
verdadera disponibilidad, ya que así la persona no se abandona activamente a
la voluntad del Padre, como Cristo hizo (Flp 2,5ss); es sólo una disponibilidad
como la de Cristo, que es una disponibilidad no programada, la que, por su
naturaleza, no comporta las limitaciones y las reservas propias de una idea
preconcebida, incluidas las que se refieren a cómo vivir o morir, a la salud o la
enfermedad, a la riqueza y la pobreza, etc. Esta es la libertad de María, libre de
mancha de búsqueda de sí misma, libre para hacer totalmente la voluntad de
Dios y para encontrar en esto la realización del amor perfecto. María, a los pies
de la cruz, acepta el absurdo de que el Hijo sufra por su madre y no al
contrario, como cualquier madre desearía. María dice "sí" para dejar hacer,
para dejarse amar como el Hijo quiere.
Horario sugerido.
Hora Actividad Procedimiento
0:00 Explicación de la meta. Presentar la meta en un cartel.
0:10 Recapitulación Cuestionario correspondiente.
1:00 Oración: el uso de la libertad: Gal La oración cierra la recapitulación.
5, 13-14.
1:30 Papel del prefecto y del director Explicación y dudas.
espiritual.
1:50 Momento de juego / descanso. Juegos preparados.
2:10 El amor autotrascendente. Texto. Personal-grupal-plenario.
3:00 Consignas. Dictar las consignas.
3:15 Devoción mariana: el sí de María. María que se trasciende.
3:30 Fin del encuentro comunitario.
Consignas.
■ Hacer un intento serio por vivir durante el mes una dinámica
autotrascenden-
Itinerarios formativos 342 Etapa filosófica
esperaba la liberación que él les promete (Mt 1, 21). En medio de él, Jesús
anuncia: Se ha cumplido el tiempo. El Reino de Dios está cercano, conviértanse y
crean en el evangelio (Me i, 15). Jesús, ungido por el Espíritu Santo para
anunciar el evangelio a los pobres, para proclamar la libertad a los cautivos, la
recuperación de la vista a los ciegos y la liberación a los oprimidos, nos ha
entregado en las Bienaventuranzas y el sermón de la montaña la gran
proclamación de la nueva ley del reino de Dios".
El servicio es uno de los ejes existenciales en la vida de Jesús. Toda su vida
está consagrada a los demás. Para definir su modo de estar entre los hombres y el
modo como deberán estar sus discípulos, dice: el hijo del hombre no ha venido
para que le sirvan, sino para servir (Me 10, 45). Su forma de vivir, sin tener
dónde reclinar la cabeza (Mt 8, 20), da testimonio de su total disponibilidad para
anunciar la buena noticia a los hombres.
No acepta el éxito como forma de su vida ni como instrumento para hacer
prosperar su causa. Cuando lo quieren hacer rey, rechaza esta pretensión
profundizando en su relación orante con el Padre (Jn 6, 15). Más bien, adopta
para sí mismo la figura del siervo, que da su vida por muchos, anunciada por el
profeta Isaías. Invita a sus discípulos a un servicio incondicional y radical a favor
de los demás: Tuve hambre, y me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de
beber; era un extraño, y me hospedaron; estaba desnudo, y me vistieron;
enfermo, y me visitaron; en la cárcel, y fueron a verme (Mt 25, 35-36). Su solo
testimonio es la mejor razón para seguirlo y adoptar su modo de vida
caracterizado por el servicio.
Dentro de esta vocación de servicio a los demás, Jesús manifiesta una
cercanía y una disponibilidad especial ante los más necesitados. Acepta en su
compañía a los que en el ambiente religioso judío eran excluidos por su
condición o por su comportamiento moral. Esto le valió el título de amigo de
publícanos y pecadores. No porque tolerara que vivieran de cualquier manera,
sino porque Jesús se acercaba a los hombres devolviéndoles la posibilidad de
ocupar un puesto en el pueblo de Dios. Con mucha frecuencia dice a las personas
con las que se encuentra no vuelvas a pecar (Jn 8, 11), invitándolos a una nueva
vida. Se acerca a todos ellos en una actitud positiva y abierta:
■ Come con ellos y les hace descubrir que también son invitados a las bodas
del Reino de los cielos (Mt 8, 10-11; Le 14, 16-24).
■ Los acepta en su auditorio (Le 15, 1-2), los protege y defiende
enérgicamente ante el escándalo que los pueda dañar (Me 9, 42; Mt 18, 10-14).
■ Los perdona sin echarles en cara sus pecados (Jn 8, 3-11).
■ Pasa por alto si su condición de "impuros" puede llegar a mancharlo. Al
contrario, se acerca a su impureza y la transforma en algo mejor (Le 7, 39; Me
1,41; Me 5, 25-34).
■ Restituye en ellos la esperanza, presentándoles la imagen de Dios Padre,
que los espera, los busca y se alegra con su vuelta a casa (Le 15, 4-32).
Itinerarios formativos 345 Etapa filosófica
Con estas actitudes Jesús muestra que todos tienen un lugar en el Reino de Dios y
anuncia una fraternidad universal sin fronteras ni límites. Incluye siempre a los demás,
aunque piensen diferente. Desde este sentido del valor incondicional de las personas,
se entiende su consigna de amar a los enemigos y hacer el bien a los que nos odian.
Pero sobre todo hizo creíble su mensaje con sus propias actitudes de perdón y de amor
universal en el momento de la cruz. Perdona a quienes lo torturan, ora por quienes lo
persiguen, salva a sus mismos compañeros de suplicio.
Jesús quiso señalar de una manera muy clara este carácter servicial de su vida du-
rante la última cena. El episodio del lavatorio de los pies es como una representación
de su vida entregada siempre al servicio y de su perdón incondicional. La consigna
para los discípulos es bien clara: hacer entre ellos lo mismo. Este gesto de Jesús,
puesto al servicio, sirviendo a la mesa, parece que fue característico en su manera de
participar en las comidas. Aparece nuevamente en Jn 21, 9-14. Los discípulos recono-
cen al Señor resucitado, y nadie duda que sea él, no por su aspecto físico, sino por sus
actitudes de servicio y de perdón. Para los judíos admitir a alguien a la mesa común es
admitirlo a la amistad para siempre. Al servirles Jesús, los está readmitiendo a la
comunión con él, sin un solo reproche por su traición en el momento de la cruz.
El camino discipular es así un camino de servicio. A imitación del Maestro somos
llamados a servir y a hacernos cada día más sensibles a las necesidades del prójimo
para ofrecer la buena noticia de que todos están incluidos en el Reino de Dios. Con-
viene por eso estar atentos a las necesidades de los demás. Ellas son mediación clara
de la llamada de Dios en nuestra vida.
Horario sugerido.
Hora Actividad Procedimiento
0:00 Explicación de la meta. Presentar la meta en un cartel.
0:10 Oración: Utilizar textos e himno cristológico.
Flp 2, 5-11; 1 Pe 2, 22-25; 1 Tm 1,15-17.
0:30 Recapitulación. Preparación y ejecución de representaciones.
1:45 Descanso.
2:00 Jesús, hombre para los demás. Estudio individual, grupal y plenario.
3:10 Consignas. Dictar las consignas.
3:15 Devoción mariana: María servidora. La actitud de María puesta al servicio.
3:30 Fin del encuentro comunitario.
Consignas.
■ Intenta asumir actitudes más radicales y a la vez espontáneas de servicio, tanto
en el Seminario como en el apostolado.
■ La identificación con Jesús siervo debe llegar a ser existencial comprometiendo
tu modo de pensar y sentir, haciendo de ti una persona decididamente dedicada al
servicio. Reflexiona durante este mes en torno a la actitud de servicio e intenta criticar
tus propias actitudes.
■ Anota con cuidado los rasgos contrarios al auténtico servicio que descubres en
tu comportamiento y compártelos con los formadores en las entrevistas.
Itinerarios formativos 346 Etapa filosófica
Consignas.
■ Durante este mes intenta subrayar lo más posible las actitudes de unión
con el Padre, así como Jesús vive unido con su Padre, recordando que éste es el
núcleo de la vida espiritual.
■ Dialoga con otras personas acerca de la interpretación del sacerdocio de
Jesús. Pregúntate: ¿Qué consecuencias tiene este modo de entender el sacerdocio
para los sacerdotes actuales?
Itinerarios formativos 349 Etapa filosófica
Consignas.
■ Continuar trabajando asiduamente en la actitud de "estar atento a..." hasta
el último día del curso, sabiendo que lo que se propone no es un mero ejercicio,
sino una actitud de vida, que deberá permanecer ya como parte de tu personalidad
en el futuro.
■ Elaborar despacio la evaluación del curso, mediando una reflexión
reposada y compartirla en las entrevistas con los formadores antes del octavo y
último encuentro comunitario.
Itinerarios formativos 352 Etapa filosófica
dios plantea preguntas importantes sobre Dios, sobre el hombre y sobre el mundo,
preguntas que tiene un gran valor responder porque te ofrecen una visión de la
realidad y te sugieren un modo de relacionarte con ella. Juventud y filosofía juntas
construyen un espíritu de búsqueda, una sorprendente capacidad de idealismo, una
oportunidad para el diálogo y un camino de compromiso social y evangelizador. Es así
una etapa para ser vivida con una gran intensidad, profundizando en cada uno de los
aspectos de la formación.
Las preguntas que se plantean y se responden no son sólo ni principalmente teóri-
cas. Lo que realmente se cuestiona es tu relación con Dios, la sociedad en la que
vives, tu misma persona y en concreto tu personalidad. Es importante que te dejes
tocar por la filosofía, para que todo esto te lleve a un cuestionamiento personal y a dar
respuestas originales a problemas reales.
Lectura personal de Jn 1, 38-43:
Contestar las siguientes preguntas:
■ ¿Cuáles son tus búsquedas actualmente?
■ ¿Qué estás dispuesto a dar con tal de encontrar lo que buscas?
■ ¿Qué actitud necesitas fortalecer para buscar de verdad?
Horario sugerido.
Hora Actividad Procedimiento
0:00 Cantos vocacionales significativos. Repartir las letras de los cantos.
0:15 Explicación de la meta. Presentar la meta en un cartel.
0:20 Recapitulación. Repartir las preguntas-Trabajo personal y grupal.
Segundo de filosofía: La
actitud de "liberarse de"
El segundo año de filosofía plantea a los seminaristas un reto central: el examen de
sus propias esclavitudes o inconsistencias. Los encuentros comunitarios se tornan
especialmente densos y el acompañamiento muy delicado, porque se intenta
ayudar a los alumnos a bajar a su interioridad. Podemos llamar a este momento el
"descenso a los infiernos". No se trata sólo de tocar tangencialmente los
problemas que la personalidad de los seminaristas plantea en su proceso
vocacional, sino de afrontarlos lo más sistemática y profundamente que sea
posible, incluso con la ayuda de personas especializadas. También se puede
comparar este momento a una cirugía, que es dolorosa, pero necesaria.
El proceso de los temas y el ritmo de su presentación hacen ver a los
seminaristas que no pueden darse el lujo de desperdiciar el tiempo en este
momento, porque la formación es urgente y el tiempo pasa con rapidez. El
itinerario, al mismo tiempo, muestra retos y propone actitudes que permanecerán
en su vida de un modo definitivo.
Los dos primeros encuentros tienen un carácter introductorio. El primero hace
el enlace con el año anterior y el segundo presenta el contenido fundamental del
itinerario. Los formadores necesitan hacer un esfuerzo para presentar con mucha
claridad el reto que se propone a los muchachos, de modo que ya se estén
afrontando las actitudes defensivas que normalmente surgen ante este tipo de
planteamientos.
■ Primer encuentro: Abre el espacio para retomar los retos pendientes del
curso anterior, presenta la imagen fuerza del joven rico y plantea la dinámica del
itinerario en segundo de filosofía.
■ Segundo encuentro: Presenta el ejercicio metodológico "liberarse de" y los
cuatro pasos que servirán de mediación para hacer este ejercicio. Conviene
advertir siempre que estos pasos deberán aplicarse no sólo en este momento, sino
a lo largo de la vida, porque lo que se quiere conseguir es una actitud permanente.
Los tres encuentros siguientes añaden a la dinámica propuesta tres contenidos
de gran importancia para el proceso formativo: origen social, familia y
sexualidad. Son temas centrales porque comprometen la libertad del sujeto, que
es precisamente el objetivo del itinerario. Son elementos que deberán trabajarse
con seriedad y profundidad de aquí en adelante. Para presentar estos temas desde
un punto de vista muy espiritual puede ser útil el recurso a las vidas y anécdotas de
los santos sobre estos tres puntos y también a las películas sobre los santos.
* Tercer encuentro: Se centra en una doble temática. Por un lado, el concepto
dinámico de madurez. Por otro lado, las raíces sociales de la madurez
personal. Se propone como consigna, además de continuar aplicando los
cuatro pasos, hacer un análisis de la propia realidad social. Se puede
recurrir para ello a la ayuda de un análisis sociológico.
Itinerarios formativos 356 Etapa filosófica
■ Cuarto encuentro: Aborda las raíces familiares de la madurez personal y
presenta a la Sagrada Familia como un modelo de educación en la madurez.
Ahora se propone a los alumnos que investiguen su propia realidad familiar para
encontrar algunas causas de su facilidad y dificultad para progresar en el proceso
de maduración personal.
■ Quinto encuentro: Después de retomar las raíces sociales y familiares de
la madurez personal, se aborda el tema de la sexualidad humana y de la sexuali-
dad en la vida presbiteral, de cara a un discernimiento de la madurez sexual del
seminarista. Se propone un ejercicio de diálogo y crecimiento en este aspecto.
El sexto encuentro intenta hacer un alto en el camino para releer lo que se ha
trabajado ya y provocar una profundización. Se hace a partir del concepto
dinámico de "dialéctica de base". Espiritualmente conviene plantearlo como un
momento exigente en el seguimiento de Jesús. El contenido es denso y exige que
se vuelva una y otra vez sobre él, tanto de modo personal como a través de las
entrevistas.
■ Sexto encuentro: Presenta el concepto clave de "dialéctica de base". Es
impor
tante que este encuentro provoque una relectura y una profundización de
cuanto se ha trabajado durante el presente curso en el itinerario formativo.
Se
aborda el tema desde un análisis bíblico para darle toda su densidad
espiritual.
Los dos últimos encuentros pretenden cerrar el proceso, dando un poco más
de tiempo para la asimilación de las propuestas del itinerario.
■ Séptimo encuentro: Se intenta hacer una síntesis del proceso vivido en el
itinerario perfilando la actitud de humilde servicio como un rasgo esencial de la
vida discipular y clave de discernimiento para la vocación presbiteral.
■ Octavo encuentro: La síntesis del curso se culmina con la elaboración de
un plan para las vacaciones, una celebración penitencial y una cena fraterna.
Itinerarios formativos 357 Etapa filosófica
los formadores. Sin embargo, por los contenidos que se examinan, exige una
mayor intensidad y una más profunda aplicación por parte del seminarista. Hay
que subrayar que los contenidos que presenta serían deseables para cualquier
joven, de modo que no se haga depender la aplicación del itinerario de su posible
decisión de abandonar el proceso formativo; al contrario, si vas a dejar el
seminario, es mejor que te lleves todo el aprendizaje, que te va a servir no sólo
para la vida sacerdotal, sino para cualquier cosa que pretendas hacer bien en tu
vida.
■ Las reuniones comunitarias. En las reuniones comunitarias se
proporcionarán elementos útiles para el conocimiento de ti mismo, de modo que
puedas llegar a percibir con mayor objetividad quién eres como hombre-en-
camino, reconociendo y abrazando tu propia verdad.
■ La oración personal y comunitaria. Mantenemos la actitud contemplativa,
pero ahora, contemplando los ejemplos de Jesús, se trata de dejar que el Señor te
interrogue sobre el cumplimiento de los mandamientos y te invite a recorrer,
como al hombre rico, un camino de perfección. Si lo queremos decir con una
palabra, será una oración cuestionadora, tomando como base la meditación del
Evangelio de San Mateo.
■ Trabajo diario. Es necesario que trabajes todos los días sobre ti mismo, de
modo que tanto en tus momentos de oración como en cualquier otro momento,
trabajes sistemáticamente en el propio conocimiento. Se trata de un camino que ya
comenzaste a recorrer desde el curso introductorio pero ahora adquiere más
intensidad. Nos interesa no sólo una reflexión puntual, sino sistemática sobre ti
mismo. Para ello continúa siendo muy recomendable que tengas una libreta
destinada para tu proceso de itinerario y vayas anotando en ella las cosas
cuidadosamente.
■ "Liberarse de". Si durante el primer curso se propuso la actitud de
permanecer "atento a" la verdad del hombre revelado por Jesucristo... ahora
aplicamos esta atención a tu propia verdad como hombre en camino de un modo
más intenso, examinando tus propias esclavitudes psicológicas y espirituales, hasta
que surja la necesidad de libertarte de... esas esclavitudes. Este curso es muy
adecuado para trabajar los elementos que se relacionan con la madurez afectiva y
sexual, que son una parte importante de la propia verdad, o cualquier otro
elemento que sea juzgado como importante en la condición concreta del
seminarista, en su historia personal o en su realidad actual.
■ La reconciliación sacramental. Este curso puede ser muy oportuno para
profundizar en el valor y la práctica del sacramento de la penitencia, como gracia
de Dios que nos ayuda a liberarnos de las propias esclavitudes. De hecho se
incluye en el último encuentro comunitario una celebración penitencial que
pretende coronar todo el proceso. Conviene insistir en el modo de preparar la
confesión sacramental y en la integración de la confesión con el análisis de las
propias debilidades; el reconocimiento sereno de la debilidad se complementa
con el arrepentimiento de los pecados.
Itinerarios formativos 359 Etapa filosófica
Horario sugerido.
Hora Actividad Procedimiento
0.Ό0 Oración en torno al servicio: Le 12, Insistiendo en el modelo de Jesús como servidor.
35-48.
0:30 Explicación de la meta. Presentar la meta en un cartel.
0:45 Recapitulación. Repartir las preguntas-Trabajo personal y grupal.
Consignas.
■ Durante este mes es importante retomar lo más posible los objetivos del año
anterior, de modo que se puedan suplir las deficiencias que haya podido haber en la
vivencia del itinerario. A todos nos conviene reafirmar lo aprendido.
■ Al mismo tiempo, haciéndote consciente de la imagen fuerza de este nuevo
curso y de su objetivo, intenta disponerte lo mejor posible para lo que el Señor te
pida. Es hacerte más responsable de tu propia formación, porque realmente eres el
primer protagonista de la misma.
■ Procura dar un lugar importante a la oración con el evangelio de Lucas.
Consulta a tu director espiritual sobre el modo de aproximarte a él.
■ Si se te terminó tu libreta, estrena una nueva para este curso, dándole la
importancia que tiene a este registro de lo que va ocurriendo en tu formación.
Retoma también con determinación espiritual las entrevistas con los formado-res,
que este año serán de una gran trascendencia.
Itinerarios formativos 360 Etapa filosófica
Horario sugerido.
Hora Actividad Procedimiento
0:00 Momento de convivencia inicial. Café o botanas.
0:15 Oración: la actitud discipular: Me Insistir en el conocimiento de sí.
5,1-20.
0:35 Explicación de la meta. Presentar la meta en un cartel.
0:45 Recapitulación. Repartir las preguntas-Trabajo personal y grupal.
Consignas.
■ Iniciar el proceso de "liberarse de..." aplicando el primer paso de la
metodología propuesta. En concreto, hacer una lista de tus esclavitudes
intentando dar un nombre preciso a aquellos elementos que te impiden
caminar hacia un verdadero encuentro con Cristo.
■ Iniciar este análisis profundizando a la vez en tu vida espiritual, que hemos
definido como contemplación de la persona de Jesús.
■ Presentar la lista de tus esclavitudes en las entrevistas de este mes con los
formadores.
Itinerarios formativos 364 Etapa filosófica
es muy útil el feed back o retroalimentación que los demás ofrecen a cada
una de las personas que participan en el grupo. La intención formativa es
que todos lleguen a desarrollar un verdadero rol de servicio evangélico en
la comunidad humana y cristiana
Queda claro que es necesario emprender un trabajo en el que se aplican las dos
actitudes propuestas hasta ahora: "estar atento a" la realidad social y los prejuicios
de clase para "liberarse de" estar defendiendo una clase u otra; por otro lado, estar
atento al propio comportamiento social para criticarlo y ser más libre para
establecer relaciones de amistad y fraternidad y para servir al Pueblo de Dios,
constituido por personas de toda clase y condición. El presbítero tendrá que ser
puente de comunión entre las clases sociales. Esta calidad de puente social es una
de las funciones que definen el ministerio presbiteral. Implica hacerse consciente
del propio origen social y asumirlo de tal manera que no sea un obstáculo, sino un
puente en la evangelización. Un ejemplo conocido es el de san Francisco de Asís,
un muchacho de clase alta burguesa, que siempre fue un burgués, sin embargo, se
conoció a sí mismo de tal modo, que esta característica no le estorbó, sino que
incluso le ayudó a relacionarse con los más pobres de aquella sociedad y a vivir
como pobre entre ellos.
Para continuar profundizando en el conocimiento de sí mismos, se sugiere
proponer a los seminaristas el ejercicio de poner por escrito su propio origen
social, con preguntas como éstas: ¿A qué estrato social y cultural pertenece tu
familia? ¿Cuáles son los valores y los antivalores de ese ambiente social? ¿Cuáles
de estos rasgos están claramente presentes en ti? ¿Con qué personas te es más
difícil entablar una relación y con quiénes te es más fácil? ¿Cuáles son los
prejuicios de clase que necesitas superar para servir a la Iglesia?
Horario sugerido.
Hora Actividad Procedimiento
0:00 Oración: Recuerdo de Jesús: Contemplación de Jesús cercano a los pobres.
Hech 10, 34-43.
0:30 Explicación de la meta. Presentar la meta en un cartel.
0:40 Recapitulación. Ejercicio por cuatro grupos.
1:30 Concepto de madurez. Definiciones personales - Explicación - dudas.
2:10 Descanso.
2:30 Raíces sociales de la madurez Explicación.
3:00 Explicación del ejercicio. Ejercicio: redacción de mi origen social.
3:15 Consignas. Dictar las consignas.
3:25 Devoción mañana: Magníficat. María, solidaria con los pobres.
3:30 Fin del encuentro comunitario.
Consignas.
■ Continuar aplicando el primer paso propuesto por el itinerario y comenzar
a compartir las esclavitudes con los formadores.
■ Hacer el ejercicio de poner por escrito el propio origen social y compartir
esta realidad con los formadores.
Itinerarios formativos 368 Etapa filosófica
Consignas.
■ Continuar trabajando en el proceso de "liberarse de".
■ Investigar con la mayor precisión posible la propia historia familiar y
relatarla en la entrevista con el prefecto y el director espiritual. Es de
mucha utilidad ofrecer un material para que este análisis se haga con
profundidad y verdad.
Itinerarios formativos 372 Etapa filosófica
tud que corresponde a su carácter sexual. Así, podemos referirnos a diversas formas
de castidad: la castidad de los jóvenes, de los solteros, de los casados, de los viudos,
de las personas consagradas... Este proceso de maduración por el que la sexualidad
se integra positivamente en la personalidad, lo tienen que vivir todos,
independientemente de su forma de vida e incluso de su orientación sexual. Pero la
castidad nunca es un bien totalmente logrado, sino que implica siempre un proceso
de maduración y por ello la vida sexual siempre presenta dificultades.
Consecuentemente no hay que asustarse de que existan estas dificultades,
simplemente hay que trabajar sobre ellas.
La conducta sexual es una de las expresiones más típicas de la personalidad. Por su
misma naturaleza es un reflejo de lo que ocurre en los niveles racional-espiritual y
afectivo. Por eso, es absurdo querer explicar el comportamiento sexual por sí
mismo, dándole un significado genérico a los comportamientos; al contrario, el
significado del comportamiento sexual sólo se puede investigar conociendo a la
persona, es decir, desde el conjunto de la personalidad con sus contenidos
simbólicos. En alguna medida se podrá trabajar sobre ello, pero en cierta medida
no, porque la persona es un misterio que nunca se podrá explicar del todo.
El control de la sexualidad y de la afectividad no es absoluto; tampoco es algo
sencillo. Detrás de esta pretensión de un control de este tipo se ocultan conflictos
psicológicos graves. En vez de hablar de control de la sexualidad y de la
afectividad, hay que referirse a la expresión ordenada de estos impulsos que
pertenecen a la naturaleza humana y son parte de su extraordinaria riqueza.
B. La sexualidad en la vida presbiteral.
También en la vida presbiteral hay una vivencia de la sexualidad, porque para
servir a Dios y a la Iglesia no podemos prescindir de lo que somos. El celibato es la
decisión de permanecer soltero, tal decisión lo distingue de la soltería. El celibato
habitualmente está unido a un fin social, que en este caso es el servicio al Pueblo de
Dios. Todos los factores que se han mencionado están presentes en el celibato
sacerdotal. Siguiendo el mismo esquema, podemos explicar el celibato sacerdotal
en tres coordenadas:
■ El sacerdote entiende el celibato como un don de Dios integrado profunda-
mente con su vocación y misión. Desde esta comprensión de su vida y su vocación
vive su afectividad y sexualidad como un todo. De modo que el referente propio de
esta integración es el amor recibido de Dios (amor gratuito, de predilección) y
volcado en una relación con Él (amor gratuito de correspondencia) y con el prójimo
(amor gratuito, de carácter expansivo). Hay que notar que el celibato sacerdotal es
una forma de amar, y por ello exige amar más, no amar menos.
■ El amor espiritual que marca la vida presbiteral le ayuda a afirmar su propia
identidad sexual como varón y le permite establecer relaciones de verdadero amor
pastoral con los miembros del Pueblo de Dios, especialmente con los más
necesitados o con quienes necesitan ser amados. Este amor llega a convertirse en una
clave interpretativa de todas sus relaciones y en especial de la
Itinerarios formativos 374 Etapa filosófica
Consignas.
■ Hacer un ejercicio de análisis de la propia experiencia sexual (se puede ofrecer un
material para ello) y compartirlo durante las entrevistas con los formadores a lo largo del
mes.
■ Ensayar las tres condiciones psíquicas para la vivencia del celibato, a saber:
renuncia, amor oblativo y pasión por el ideal.
■ Continuar trabajando en los pasos para la "liberación de".
Itinerarios formativos 376 Etapa filosófica
Si esto se dice de la Iglesia en su conjunto, con más razón se dirá de cada uno
de los creyentes y de los que han sido llamados a servir en ella. La conciencia de
un llamado de Dios y más aún al sacerdocio, es al mismo tiempo conciencia de la
propia pobreza y de las inconsistencias que existen en la persona. Por ello, la
persona llamada se caracteriza por un mayor conocimiento de sí, por una
aceptación más honda de esta dialéctica de base y una capacidad mayor para la
confrontación. Es la experiencia de los apóstoles, narrada en el Nuevo
Testamento: muestra su debilidad y su tensión interna, como quien conoce bien la
dialéctica y comprende que es necesario vivirla.
En el itinerario formativo de este segundo año de filosofía, nos interesa
constatar si se ha conseguido un crecimiento en este sentido: Después de tres
años de formación, ¿somos más capaces de confrontación y de autocrítica? ¿La
experiencia orante y voca-cional que nos ha hecho conscientes de valores
trascendentes, nos ha hecho a la vez conscientes de las tendencias contrarias que se
dan en nosotros? ¿Aceptamos con más claridad, tanto en el nivel personal como
grupal, esta dialéctica de base? ¿Somos capaces de poner los medios para
afrontar y atender esta lucha de contrarios?
Hay que concluir que no hay crecimiento si no hay confrontación y juego
dialéctico entre los opuestos. ¿He sentido esto en mi dinámica personal? ¿Qué
podemos decir de la dinámica grupal? Esta dinpamica grupal se ha cultivado a
través de las revisiones mensuales de curso con el prefecto. La experiencia íntima
de la dialéctica de base, y también la experiencia grupal, producen desazón,
incomodidad, cuestiona-miento. Hemos insistido en la necesidad de permanecer
más prolongadamente en el "fondo", es decir, en esa situación desconcertante,
para poder dar pasos de crecimiento. Incluso lo expresábamos como un "sentirse
enfermo" en el sentido de reconocer ampliamente la contradicción. Ahora hemos
dado una explicación sobre el fenómeno de fondo para aceptar la contradicción
como parte de la naturaleza del hombre y de la experiencia de las personas y los
grupos que buscan un ideal para su vida.
Horario sugerido.
Hora Actividad Procedimiento
0:00 Oración: Rm 7, 14-25. Meditación sobre la condición humana.
0:20 Explicación de la meta. Presentar la meta en un cartel.
0:25 Recapitulación. Preparación de argumentos. Puesta en común.
1:10 Ejercicio introductorio. Estudio de textos bíblicos.
1:50 Momento de juego / descanso. Juegos preparados.
2:10 La tensión dialéctica de base. Texto "Dialéctica de base"
3:00 Consignas. Dictar las consignas.
3:15 Contemplación de Jesús: Le 22, 39-46. Oración en Getsemaní.
3:30 Fin del encuentro comunitario.
Consignas.
■ Continuar trabajando en el paso metodológico "Liberarse de" y profundizar
a la vez en el concepto "dialéctica de base" desde la propia vida espiritual.
■ Mantener la actitud contemplativa del misterio de Cristo que ilumina la
propia realidad.
Itinerarios formativos 379 Etapa filosófica
Consignas.
■ No dejar de trabajar en los cuatro pasos presentados desde el segundo
encuentro comunitario; no dar por ya trabajado lo que bien sabemos que
necesitamos trabajar toda la vida. Al contrario, aprovechar el tiempo
presente, en este momento intenso de la formación.
■ Contemplar las actitudes de servicio de Jesús, de los santos, de los
sacerdotes, para ir dibujando tu propio estilo en el servicio.
■ Ensayar actitudes de servicio en todos los órdenes de la vida y en todos los
ámbitos en los cuales se desarrolla: seminario, apostolado, familia, en la calle. Que
en todas partes se te conozca como persona real y prontamente dispuesta al servicio.
■ Confrontar las actitudes de dominio, explotación o insolidaridad que
puedan existir en tu propio comportamiento.
Itinerarios formativos 382 Etapa filosófica
Consignas.
■ Poner en limpio su plan de vida antes de salir de vacaciones.
■ No preocuparse por los puntos del itinerario que les han quedado
pendientes, ya se retomarán durante el tercer año.
Itinerarios formativos 385 Etapa filosófica
itinerario para este tercer año incluye dos ejercicios metodológicos que se
integran entre sí desde una perspectiva positiva:
"Liberarse para". Hace un planteamiento más positivo de la libertad,
colocando el amor como objeto de las verdaderas decisiones humanas. Si el
Señor nos ha liberado es para que, a imitación suya, hagamos el don de nosotros
mismos en el amor. Se trata del amor autotrascendente y no de cualquier clase de
amor. A este paso se dedican seis encuentros comunitarios. Contiene tres
catequesis fundamentales:
■ Presentación del ejercicio metodológico "Liberarse para", en el segundo
encuentro. Aquí se quiere dejar clara la metodología que se va a aplicar durante el
año. Tal metodología que intenta sintetizar los pasos anteriores desde un todo y
proponiendo una actitud de vida, la del hombre que permaneciendo atento a..., se
ha liberado de... haciéndose más capaz de amar.
■ La fase subliminal, en el cuatro encuentro. Es una reflexión sobre el
camino de la fe como descentramiento de sí mismo, de los propios planes y
proyectos, para ir cada día con mayor libertad hacia la voluntad de Dios.
■ El continuo trabajo sobre sí mismo, en el sexto encuentro. Ofrece un toque
de realismo, haciendo ver los límites de la naturaleza humana y cómo, si en
verdad queremos agradar a Dios, estamos obligados a un continuo y humilde
trabajo sobre nosotros mismos.
Decidir. Es el último paso del itinerario. Se trata en los últimos dos
encuentros, el séptimo y el octavo. Es importante insistir mucho en que la
metodología se ha de aplicar a las pequeñas decisiones. Es decir, que el centro de
la cuestión no es el paso a la etapa teológica, sino la libertad del hombre para
decidir iluminado por el Espíritu en un proceso de discernimiento. La gran
decisión vocacional tiene su lugar, pero no es la única y no debe distraer de lo
fundamental. En el octavo encuentro se prevé un momento para que comuniquen
esta decisión a sus compañeros. Lo ideal es que todos los seminaristas que
iniciaron la etapa la concluyan, sabiendo que no todos optarán por el sacerdocio
y, sin embargo, el proceso formativo les prepara para ser verdaderos discípulos
del Señor.
El itinerario propone dos medios fundamentales:
■ La contemplación de Jesús en el evangelio de Lucas, dando continuidad al
estilo espiritual que se propuso en los dos cursos anteriores.
■ La bitácora del caminante. Es una libreta como la que utilizaron los años
anteriores, pero dándole un carácter especial, que se relaciona con la toma de
decisiones.
El itinerario de tercero de filosofía plantea una mayor exigencia. Los
seminaristas deben trabajar con mayor seriedad, aplicándose profundamente a
la propuesta formativa y retomando los retos pendientes de los años
anteriores. Debe quedar muy claro que se ha dado una ampliación de su
libertad, un crecimiento notable en su madurez personal.
Itinerarios formativos 387 Etapa filosófica
la gracia- al llamado que Dios le hace, de un modo muy especial en el discernimiento del
paso a la etapa teológica.
Objetivo:
El alumno del tercer año de filosofía, consciente de su identidad
personal y de la propuesta vocacional que Jesús le hace en la Iglesia,
opta libremente por el sacerdocio como estado de vida propio y se
dispone para continuar su formación en la etapa teológica.
Imagen fuerza: Le 24, 13-35. Es la narración evangélica del camino de Emaús. Esta
será la imagen que inspirará la vida de los discípulos durante el presente curso. Los
seminaristas son hombres en camino y lo serán toda su vida. La madurez es un proceso
permanente y que se ha de trabajar tenazmente, para que al finalizar la etapa hayan
dibujado los rasgos del cristiano maduro, partiendo en primer lugar de la confianza en
Dios y de una inspiradora vida de gracia, apoyada en una relación íntima y personal del
discípulo con su Maestro. El Evangelio de Lucas es adecuado para este último año de
filosofía porque subraya el valor de la pobreza y del seguimiento radical de Jesucristo en
la vida discipular.
Manual para la oración: El Evangelio de Lucas. La metáfora del camino inspira todo
el itinerario. La Palabra será la clave hermenéutica para comprenderse a sí mismo y a la
vida, y por tanto también como criterio para discernir su conducta diaria y para decidir su
futuro. A esta altura de la formación la oración debe haber llegado a constituir no sólo un
hábito, sino el centro de la vida discipular.
Corazón del itinerario: Se centra en el análisis de los criterios-guía que en tu
experiencia diaria están normando tu vida y tus decisiones. Por ejemplo: hoy por la
mañana tuve una hora libre de clase, porque el maestro no llegó. En vez de estudiar me
fui a la capilla a rezar un rosario por los sacerdotes enfermos y por las misiones. Ante
esta situación me pregunto: ¿Qué criterios seguí para tomar dicha decisión? ¿La
emotividad? ¿La evasión? ¿La misericordia? ¿El cultivo de mi imagen ante los demás?
Una vez ubicados los criterios que orientaron mi decisión y mi acción, los confronto
con los cinco valores objetivos y revelados (unión con Dios, seguimiento de Jesucristo,
castidad, pobreza y obediencia) y con las situaciones de la vida de Jesús que puedan
iluminar la mía. Finalmente, distingo si mis criterios son los del Evangelio o son los del
mundo. En el primero de los casos, doy gracias a Dios y me apropio conscientemente de
esta actitud. En el segundo caso, tengo que poner atención, en orden a liberarme de las
trabas que me impiden manejar los mismos criterios de Jesús en algunos aspectos de mi
vida.
A partir de hoy, este trabajo debe ser parte de lo que se analice en el momento de
realizar "la bitácora del caminante". Un diario espiritual en el que reflejes tu diálogo
con Jesús y tu discernimiento. Recordar que en el diálogo que Jesús sostiene en el
camino de Emaús, el tema de la Cruz tiene mucha importancia, ya que primero es
incomprendida por los discípulos, pero después es presentada como instrumento de
redención y como espacio para la autodonación del amor autotrascendente. Este
Itinerarios formativos 389 Etapa filosófica
Consignas.
Consignas.
■ Comenzar a aplicar el ejercicio "liberarse para..." tal como se aplicó en el
año anterior el ejercicio "liberarse de". Poner atención a !a repetición del ejercicio
en diversas circunstancias y a llevar un registro en la "bitácora del caminante". Este
ejercicio se centra en pequeños comportamientos, pero que son significativos para
ti.
■ Reportar detalladamente con los formadores el ejercicio que vas haciendo,
de modo que junto con ellos te vayas aproximando al discernimiento.
■ Dar a la contemplación de los ejemplos de Jesús en el Evangelio un lugar
verdaderamente central, el que realmente debe ocupar en la vida discipular.
Itinerarios formativos 394 Etapa filosófica
habiendo conseguido cierto orden mayor, te pones en manos de Jesús, para que sea
él quien conduzca tu vida.
Contenido: La libertad ordenada a un fin.
El presente encuentro comunitario ya ha tenido suficiente contenido con la
recapitulación que se ha hecho. Ahora se pretende subrayar la dimensión espiritual
del itinerario utilizando el lenguaje ignaciano, para hablar de lo mismo. El fin de los
ejercicios espirituales es preparar y disponer el ánima, para quitar de sí todas las
afecciones desordenadas, y después de quitadas para buscar y hallar la voluntad
divina en la disposición de su vida para la salud de su alma (EE 1). San Ignacio
define así la vida espiritual. Sabe que Dios actúa siempre y que la tarea espiritual
del hombre consiste fundamentalmente en mantenerse dispuesto a recibir los dones
de la gracia, procurando quitar los obstáculos o afecciones desordenadas que
siempre existen.
Este breve texto hace obvio que los tres ejercicios que se han propuesto en el
itinerario son parte de la vida espiritual. Es necesario conocer las propias
afecciones desordenadas, "estar atento a"; para quitar de sí esas afecciones,
"liberarse de"; de modo que pueda buscar y hallar la voluntad divina, "liberarse
para"; eligiendo un bien verdadero, "tomar una decisión". El núcleo que
compromete la vida espiritual está en el segundo paso, que se ha practicado
asiduamente en el segundo año de filosofía.
El término afecciones desordenadas muestra que la tendencia contraria a los
valores del Evangelio está arraigada en la vida afectiva. Se habla propiamente de
afectos. El problema no está en el afecto mismo, sino en el desorden con que se
vive, es decir, se trata de un afecto orientado a un fin contrario a los valores del
evangelio y a la misma naturaleza humana. Por ello la meta de la vida espiritual no
consiste sólo en quitar los afectos desordenados, sino en orientarlos
convenientemente. Ordenar el afecto significa que se oriente a un fin superior. Es
importante amar lo que hacemos, pero este afecto debe enfocarse a un bien real. El
afecto desordenado es más intenso y arrastra a la persona a actuar; por el contrario,
el afecto ordenado es menos intenso, pero es el resultado de una opción por la
verdad. El primero se parece más a la pasión; el segundo es más parecido a la paz
espiritual. Por ejemplo, puedes sentirte muy interesado por un tema de
investigación porque satisface tu curiosidad, se trata de un afecto desordenado
porque no conduce a un fin; pero puedes sentir mucho interés por una investigación
porque con ella prestarás un mejor servicio a los demás. Puedes amar a tu familia
con los lazos de las relaciones humanas, por ejemplo sintiendo gratitud por todo lo
que has recibido de ella. Pero también puedes amar a tu familia con el amor de
Dios, que se llama caridad, encontrando las claves interpretativas de ese amor en la
fe.
La voluntad divina se realiza en las circunstancias muy específicas que vive
cada persona. Es un trabajo bien específico, que debe hacer cada uno por sí mismo.
Porque todos tenemos afectos desordenados, y todos necesitamos trabajar en
nuestra vida espiritual. Es útil referirse al sentido ignaciano de la indiferencia. No
significa desprecio de las cosas, sino la actitud de quien es verdaderamente libre
para vivir los valores del evangelio. Así, por ejemplo, eres indiferente a tener
dinero o no tenerlo, porque has
Itinerarios formativos 397 Etapa filosófica
Consignas.
■ Continuar trabajando en el tercer ejercicio metodológico, intentando vivirlo
como parte normal de la vida espiritual. Subrayar en la oración personal y
comunitaria la devoción mariana, como realidad que implica a todo el
hombre en el proceso formativo.
■ Busca conseguir una actitud de indiferencia ante bienes concretos que se te
presentan. Para ello puedes localizar los puntos en los que gozas de mayor
libertad y, por contraparte, los puntos en los cuales tu libertad no es
suficiente o está comprometida.
Itinerarios formativos 398 Etapa filosófica
pide algo más, algo desconcertante y misterioso, que obliga al discípulo a salir de
los límites que ha establecido. Dios "visita" a estos amigos suyos y les pide un
seguimiento más hondo. Esto es difícil porque se propone la renuncia a cuanto la
persona ha pretendido construir en su proyecto vocaciona!, como se ha dicho,
con cierto aire viciado por el orgullo, pero no se ve claro hacia dónde hay que
caminar, de modo que el discípulo tiene que aprender a continuar su camino en la
oscuridad. Pierde sus seguridades y tiene que confiar como nunca lo ha hecho.
Siempre llega un momento en el cual el Señor pide al discípulo algo que nunca
había imaginado, y que le parece imposible. Los ejemplos bíblicos son claros:
■ Dios pide a Abrahán que sacrifique a su hijo, el signo y la garantía de la
promesa (Gn 22, 1-19), en su camino hacia la montaña del sacrificio, lleva en el
corazón en una profunda oscuridad, no sabe qué ocurrirá unos minutos después;
cuando Isaac le pregunta idónde está el cordero para el holocausto? el padre
responde: Dios proveerá, sin saber bien lo que dice, la única certeza que le queda
consiste en que debe confiar en el Dios que lo llamó desde el principio y ahora le
pide algo que parece imposible y contradictorio.
■ Jesús se aparece a Pablo en el camino de Damasco (Hch 9, 1-19; 22, 6-
21), a partir de esa visión queda ciego, profundamente inseguro, sin saber a dónde
ir y esperando la ayuda de aquellos a quienes perseguía. Tiene que ser llevado de
la mano por personas que, al menos aparentemente, son menos capaces y
preparados que él, recorriendo un camino de despojo de todo cuanto creía y
esperaba para descubrir el don sorprendente de Dios. Luego dirá que todo lo que
antes consideraba ganancia llegó a valorarlo como pérdida, como algo sin
verdadero valor.
■ Pedro vivirá una experiencia de total confusión y oscuridad a partir de la
triple negación de Jesús. Su confusión está bien reflejada en la mirada de Jesús en
la pasión (Le 22, 54-65) y en el llanto de Pedro. Sus promesas envalentonadas
quedan en una oscura mediocridad y pierde el rumbo. Después de haberlo dejado
todo para seguir a Jesús se encuentra confundido, sin saber qué hacer, necesitado
del consuelo y la comprensión de los demás a quienes probablemente llegó a
mirar con desprecio.
A través de estas experiencias, Dios parece demostrar que el discípulo tiene
aún que conocerlo, que quizá no ha comenzado a caminar realmente. El problema
es que los valores por los que el discípulo ha dado la vida se han demostrado, en
cierta medida, falsos, pero aún no aparece en su corazón ninguna certeza y tiene
que caminar en la oscuridad. En medio de esta situación, los personajes bíblicos
necesitan una mediación, es decir, la guía de otra persona que les muestre el
camino. En el caso de Pablo es bien claro: Ananías, un hombre más bien
limitado, será su guía; Job encuentra a sus tres amigos, que lo confrontan y lo
juzgan de un modo torpe, pero es a través del diálogo con ellos como descubre el
rostro de Dios. En la fase subliminal es necesario buscar ayuda porque hay
siempre un Ananías para quien tenga la humildad suficiente para dejarse guiar,
reconociendo la propia ceguera. Se dice que a Pablo lo
Itinerarios formativos 400 Etapa filosófica
llevaron de la mano (Hch 9, 8), con todo el sentido simbólico y pedagógico que con-
tiene esta expresión.
El hombre es verdadero creyente cuando pierde el control de la propia existencia y
se atreve a confiar, pero no aprende esta lección de vida sino al precio de sacrificar lo
que más quiere, allí donde ha puesto su corazón, aparentemente en un camino de fe.
Proyectos apostólicos, estilos de vida, opciones más o menos radicales. Si el discípulo
es honesto descubrirá que ama todas estas cosas, pero Dios ocupa un segundo o tercer
plano en su corazón. Tiene necesidad de que Dios lo visite con sus pruebas para que
pueda descubrir con mayor nitidez la verdad. La prueba, la fase subliminal en la que
Dios lo mete, no quiere comprobar si hay amor. Evidentemente lo hay porque sólo
quien ama se compromete como lo ha hecho el discípulo. La prueba revela al corazón
del discípulo que puede amar mucho más de lo que ha amado hasta ahora. Y le abre un
camino de fe más auténtico.
El camino discipular consiste en un continuo apartarse de la inautenticidad, en un
gradual abandono en las manos de Dios, en un paulatino descubrimiento de su volun-
tad y de su amor, que continuará a lo largo de la vida. El itinerario formativo de la
etapa filosófica ha ayudado a los seminaristas a dar un primer paso en este sentido,
pero hay que reconocer que éste es sólo un primer paso, y que este proceso se repetirá
a lo largo de su vida en una continua purificación.
Horario sugerido.
Hora Actividad Procedimiento
0:00 Cantos vocacionales significativos. Repartir las letras de los cantos.
0:15 Oración: La experiencia de Dios.
El camino de la fe: IRe 19, 9-13a.
0:35 Explicación de la meta. Presentar la meta en un cartel.
0:45 Recapitulación. Procurar un compartir más profundo.
1:50 Momento de juego / descanso. Juegos preparados.
2:10 La fase subliminal. Representaciones, explicación, dudas.
3:00 Consignas. Dictar las consignas.
3:15 Devoción mariana: Le 2,1-21. Nacimiento de Jesús en pobreza.
3:30 Fin del encuentro comunitario.
Consignas.
■ Releer varias veces el texto de A. Cencini sobre la fase subliminal, de
modo que durante el mes se consiga una profundización al respecto:
¿Cómo he vivido mi camino de fe y de discipulado? ¿Realmente
recurro a la ayuda de los formadores con la humildad que se requiere?
■ Continuar trabajando en el ejercicio "liberarse para" sin centrarse aún en las
decisiones para el futuro. Procurar dar a esta reflexión un sentido más espiritual,
tomando muy en serio los momentos de oración personal.
■ Durante el mes, intenta detectar los momentos de purificación que han existido
en tu vida discipular, localizando cuándo has pasado de cierta inautenticidad hacia una
mayor autenticidad. Reportar este análisis en las entrevistas.
Itinerarios formativos 401 Etapa filosófica
adecuado. Cerrar una etapa no significa que se han cumplido al cien por ciento
todas las metas propuestas. Este tipo de perfección es imposible. Más bien
consiste en reconocer lo que ha sido, haciendo un balance que sirve para
aquilatar, por un lado, los innegables avances, pero también para tomar
conciencia, por otro lado, de los puntos que siempre quedan pendientes.
La valoración de los procesos vocacionales no es comparativa. Ni las
personas ni los grupos avanzan de una manera uniforme. Nunca son procesos
perfectos. El proceso de maduración de cada persona es irrepetible como ella. Lo
mismo pasa con los grupos, recorren un camino profundamente original. Por eso
es absurdo calificar a las personas y a los grupos comparativamente. No hay
seminaristas buenos y malos, ni cursos buenos y malos. Simplemente existen
personas y grupos diferentes que hacen un proceso de maduración con las
normales deficiencias y vacilaciones que son propias de las cosas humanas.
El discernimiento no califica, pues, a las personas. Simplemente verifica que
hay la madurez suficiente para dar un paso determinado en el camino de la fe y
de la vocación. A este grado de madurez se le llama "idoneidad". Hay que poner
atención a que la idoneidad tiene más que ver con los comportamientos prácticos
de las personas que con su instrucción o sus aprendizajes. Lo importante no es
que sepas muchas cosas, sino que actúes maduramente, de modo que tu
comportamiento sea reflejo de una auténtica opción por los valores de la fe y de
la vocación sacerdotal. Este tipo de discernimiento es un gran bien para ti, porque
te da seguridad en el proceso y te ayuda a confiar más en Dios.
Ya en el primer encuentro comunitario se reflexionó sobre el perfil de egreso
de la etapa filosófica, de modo que los rasgos de comportamiento que hay que
evaluar son claramente conocidos por los alumnos. El juicio sobre la idoneidad
pertenece a la vez al seminarista y al equipo formador. Es decir, lo más natural es
que cada uno establezca un juicio sobre sí mismo y desde allí tome sus
decisiones. Pero la última palabra la tiene la Iglesia, representada por el obispo y
su equipo formador. ¿Por qué son así las cosas? Porque lo que estás eligiendo es
un ministerio eclesial y la Iglesia tiene el derecho de seleccionar a sus ministros.
El cierre de la etapa se orienta hacia una decisión "firme". La firmeza de la
decisión debe ser clara en la opción por el sacerdocio, pero también para quien
abandona el proceso formativo, porque la base de cualquier opción vocacional
específica "firme" es la opción definitiva por el seguimiento de Cristo. Esta es la
roca firme de tu camino vocacional. Esta es la primera vez que surge en el
proceso formativo el concepto de definitividad. En adelante las decisiones serán
más serias, en el sentido de definitivas. Se va terminando la etapa juvenil y se
comienzan a tomar compromisos. Por eso es conveniente mirar rectamente hacia
la definitividad de esta decisión por la vida cristiana.
Al terminar la etapa filosófica aún no es el momento de preguntarse por las
órdenes sagradas, pero se van a plantear tres posibles opciones. Es quizá la
decisión más importante que has tomado hasta este momento. El modo de decidir
ha de incluir
Itinerarios formativos 403 Etapa filosófica
Consignas.
■ Completar tu narración vocacional a través de un proceso de análisis y
síntesis, de modo que te quede un texto breve pero profundo, semejante a las
narraciones vocacionales de la Biblia. Después, compartirla en la entrevista con
los formadores. Traer la narración para compartirla en el sexto encuentro
comunitario.
■ Continuar trabajando en el proceso de "liberación para..." a través de la
oración y reportándolo en la "bitácora del caminante".
Itinerarios formativos 405 Etapa filosófica
sexto encuentro del segundo año a la dialéctica de base, y en el cuarto encuentro del
tercer año, a la fase subliminal. Dicho simplemente, existe un contraste entre lo que
anhelas y lo que eres. En este contraste se da la fascinante aventura de la fe. El deseo del
bien no destruye la propia debilidad, ni las inclinaciones naturales ni las necesidades
profundas de la persona, que permanecen intactas porque son parte de su misma
personalidad. Por ello es necesario aprender a sentir la contradicción y a caminar con
humildad, confrontándose a sí mismo y aceptando las correcciones de los demás.
Así pues, la autenticidad humana nunca es una posesión pura, serena, segura.
Siempre es un apartarse de la inautenticidad y todo apartarse que tenga éxito sólo
descubre la necesidad de seguir apartándose de ella. Baja el autor al nivel existencia!.
Después del camino recorrido durante estos tres años, es difícil hacer profesiones
solemnes de autenticidad. Has tenido noticia de tu propia debilidad. Y sabes por
experiencia que necesitas estar siempre en la disposición de corregir tus pasos, que
siempre existe un riesgo de autoengaño, de inautenticidad, ante el cual es necesario
precaverse.
Nuestro progreso en el entender es también la eliminación de inadvertencias y
falsedades. Aplica el principio al nivel intelectual. Es oportuna esta aplicación después
de haber realizado los estudios filosóficos y de haber crecido en tu capacidad crítica. Ya
eres consciente, precisamente porque has aprendido algo, de que te falta mucho por
aprender, y que tu desarrollo intelectual se irá dando a lo largo de tu vida. Has aprendido
a no sentirte tan seguro de tus postulados intelectuales, a cultivar una duda saludable, a
renunciar a la pretensión de imponer tu pensamiento a los demás.
Nuestro desarrollo moral se logra a través del arrepentimiento de nuestros pecados.
Ahora se aplica el principio al plano moral. Desde esta aplicación puedes releer lo que ha
significado el camino discipular. El discipulado implica permanecer atento a la
contemplación del bien y conseguir, poco a poco, un desarrollo moral. Has aprendido el
sentido del pecado y el valor del arrepentimiento. Te has comprometido en una dinámica
de continua profundización en este sentido.
La genuina religión se descubre y se realiza redimiéndose de las muchas trampas de
la aberración religiosa. Por último aplica el principio a la religión. Después de cuatro
años en el Seminario has conocido vivamente el sacerdocio. Sabes que existe la
aberración religiosa y que en este plano se hace necesario vigilar tus propios pasos. La
opción más firme por el sacerdocio que harás al finalizar el curso está vinculada nece-
sariamente a una religión más auténtica.
Es así como estamos obligados a vigilar y a orar, a hacer nuestro camino con temor
y temblor. Y son los más grandes santos los que se proclaman más pecadores, aunque
sus pecados parecen de veras insignificantes a gente menos santa que carece del
discernimiento y del amor que ellos tienen. Baja el principio a la modalidad de la
existencia, es decir, al nivel más práctico y concreto. El modo de vivir del creyente es la
santidad, pero no se trata de una santidad mágica o automática, sino de un camino de
vida en el cual se construye día a día a través de la confrontación, del discernimiento
espiritual y de la vida ascética.
Β. ΕΙ ejemplo de los santos.
Para cerrar el encuentro comunitario se sugiere hacer un cine foro sobre
algunas escenas selectas de alguna película de la vida de un santo. Especialmente
si puede ser un santo sacerdote. Como sugerencia puede ser "Romero", sobre el
obispo mártir de El Salvador; "Amén" sobre un sacerdote en la Segunda Guerra
Mundial; "El Juego Perfecto", que presenta la figura sacerdotal en la pastoral
juvenil. En el comentario de la película subrayar la observación de los ejercicios
metodológicos propuestos por el itinerario y cómo se va construyendo una vida
de santidad.
Horario sugerido.
Hora Actividad Procedimiento
0:00 Cantos vocacionales significativos. Repartir las letras de los cantos.
0:15 Explicación de la meta. Presentar la meta en un cartel.
0:25 Recapitulación. Ejercicio de la narración vocacional.
1:00 Oración: Concluyendo el compartir de la narración.
Sb 11, 23-26; Sal 139,1-3.13-17.23-24
1:30 Momento de juego / descanso. Juegos preparados.
1:50 Continuo trabajo sobre sí mismo. Comentario pausado a Lonergan.
3:00 Consignas. Dictar las consignas.
3:15 El ejemplo de los santos. Cineforo con escenas selectas
3:30 Fin del encuentro comunitario.
Consignas.
■ Continuar trabajando asiduamente en el ejercicio metodológico "liberarse
para", de modo que consigas una profundización aún mayor de la que ya has
logrado.
■ No preocuparte aún de la decisión del paso a la Teología. Ya se planteará en
el próximo encuentro comunitario.
■ Acentuar en tu vida espiritual la devoción eucarística y mariana.
Itinerarios formativos 408 Etapa filosófica
Consignas.
■ Comenzar a aplicar el cuarto ejercicio metodológico, sabiendo que las
pequeñas decisiones son tan importantes como las grandes, y por ello
requieren de verdadero discernimiento. Compartir ambos niveles de
decisión con los for-madores en las entrevistas.
Itinerarios formativos 411 Etapa filosófica
Consignas.
■ Hacer el cierre de la etapa en la última entrevista con el prefecto y el
director espiritual.
■ Preparar un programa para vacaciones.
11. Itinerario para la etapa teológica (configuradora)
Γ de teología. El seminarista se adapta a la nueva etapa, asume el Ef4, 11-16 y Gal 4, 18-19: Cristo que se
Las virtudes objetivo espiritual de la configuración con Cristo Buen va formando en los creyentes.
teologales. Pastor y comienza a perfilar su proyecto sacerdotal.
1er. encuentro. El alumno que inicia la etapa teológica se sitúa en los Jn 10, 11-16: Corresponde a la imagen-
Presentación de la objetivos de esta etapa de formación, comprende la fuerza de la etapa. Se toma para
etapa teológica. estructura del itinerario de la etapa y toma conciencia de subrayar la configuración con Cristo
las oportunidades y dificultades que se le presentarán. Pastor.
2° encuentro. El alumno dialoga con sus compañeros sobre el objetivo Cristo se forma en los creyentes: Ef 4,
La configuración con del primer año, clarifica el concepto de configuración con 11-16. Todo creyente emprende en su
Cristo pastor. Cristo Pastor e identifica las diferentes partes del vida el camino de la configuración con
proceso para este año. Cristo.
3er. encuentro. El alumno acepta el camino de la contemplación de Jesús Is 40, 9-11: Se sitúa en el estudio de la
Jesús, un hombre de como hombre de fe y concreta algunos rasgos de Cristo imagen del pastor que se va a comenzar
fe. pastor que se derivan de los textos del Antiguo a partir de este encuentro comunitario.
Testamento.
4° encuentro. La El alumno profundiza en el valor de la oración Jer 23, 1-4: El texto pertenece al estudio
oración contemplativa contemplativa y en el proceso de maduración que sobre la imagen del pastor en el Antiguo
y el discernimiento implica y continúa profundizando en la imagen del Testamento.
vocacional. pastor en el Antiguo Testamento.
5° encuentro. El alumno recupera y comparte las expectativas de los Jer 3, 14-17: Se centra nuevamente en la
Jesús, un hombre de fieles sobre el sacerdote, reflexiona sobre la virtud de la reflexión sobre los pastores en el
esperanza. esperanza y concluye el estudio de la imagen del pastor Antiguo Testamento para fundamentar
en el Antiguo Testamento. la imagen de pastor.
6° encuentro. El alumno profundiza en la relación existente entre los Mt 13, 51-52: El maestro de la ley que
El estudio de la estudios que realiza, su vida espiritual y su actividad se ha hecho discípulo de Jesús sabe
teología y la vida apostólica para descubrir, de un modo práctico, la combinar lo antiguo y lo nuevo.
espiritual. integralidad de la formación.
8o encuentro. El alumno de primero de teología se hace más consciente Ef 4, 11-16: Icono del curso, el hombre
Síntesis del itinerario y del valor del sentido integral de su formación, comprende que va creciendo hasta alcanzar la talla
preparación de las algunas directrices sobre el proceso de órdenes y prepara de Cristo.
vacaciones. convenientemente sus vacaciones.
2° de teología. El seminarista comprende con mayor precisión el La imagen de san Pedro que reflexiona
Los consejos concepto de configuración con Cristo Pastor, reflexiona sobre su propio ministerio y escribe a
evangélicos. sobre la forma de vida apostólica a partir del esquema de los pastores de la Iglesia en 1Pe 5,1-5.
los consejos evangélicos y elabora por primera vez su
proyecto de vida sacerdotal.
1er. encuentro. El alumno que inicia el segundo año de teología El icono del curso: IPe 1, 1-5. Coloca a
Presentación del recapitula su experiencia del año anterior y de las los seminaristas en la reflexión sobre su
segundo año de vacaciones, se sitúa en el objetivo del curso y asume el propio futuro sacerdotal.
teología. reto que se le propone para este año en su proceso de
configuración con Cristo Pastor.
2° encuentro. El alumno de segundo te teología llega a una Un texto clásico de la imagen del
La imagen del comprensión más global y sintética de la imagen del pastor: La parábola de la oveja perdida:
pastor en el pastor en la Sagrada Escritura estableciendo la base para Le 15,1-7.
Nuevo su proceso de configuración con Cristo Pastor.
Testamento.
3er. encuentro. El alumno de segundo de teología recupera y comparte Col 3, 1-17: La llamada de todos los
Los consejos su experiencia de oración contemplativa, comprende el creyentes a la santidad. Posteriormente,
evangélicos. valor de la llamada universal a la santidad y la dinámica en 3, 18 - 4, 1 se especifica ese camino
propia de los consejos evangélicos. en distintos estados.
4° encuentro. El alumno de segundo de teología conoce con mayor 2Cor 8,1-15: Exhortación de la colecta
La pobreza precisión la normativa de la Iglesia sobre la pobreza a favor de los pobres, propone los
sacerdotal. sacerdotal, cuestiona su propio estilo de vida y descubre principios evangélicos de la pobreza
en ella una oportunidad para la configuración con Cristo que se aplicarán a la pobreza sacerdotal.
pobre y disponible.
5° encuentro. El alumno de segundo de teología profundiza en el valor Cántico de la carta a los fili-penses que
La obediencia de la obediencia sacerdotal, objetiva sus dificultades y exalta la obediencia de Cristo hasta la
sacerdotal. contradicciones en esta materia y descubre en la muerte, es decir, su actitud de disponi-
obediencia una oportunidad para la configuración con bilidad radical ante la voluntad del
Cristo obediente a la voluntad del Padre. Padre: Flp 2, 5-11.
6° encuentro. El alumno de segundo de teología retoma el tema de la Me 1, 29-39: Describe una jornada de
El celibato castidad, profundiza en el valor del celibato sacerdotal, y Jesús, un modelo claro de la castidad
sacerdotal. descubre en el celibato una oportunidad para la sacerdotal. Jesús vive intensamente el
configuración con Cristo totalmente entregado a Dios y amor en torno a la misión.
al prójimo.
7o encuentro. El alumno de segundo de teología retoma los temas de la Jn 10, 10: Un versículo, tomado de la
El proyecto de vida obediencia y el celibato sacerdotales, comprende el imagen fuerza de la etapa. El Buen
sacerdotal. sentido del proyecto sacerdotal e inicia su elaboración. Pastor tiene un proyecto bien
determinado.
8o encuentro. El alumno de segundo de teología comparte con sus Jn 13, 34-35: La vida sacerdotal tiene
Síntesis y compañeros su proyecto sacerdotal, cierra el proceso del un profundo sentido comunitario.
preparación de segundo año y prepara las vacaciones.
vacaciones.
1er. encuentro. El alumno que inicia el tercer año de teológica recapitula Utilizamos el texto del ¡cono del curso:
Presentación del su experiencia en la formación hasta ahora, se sitúa en el Jn 2,13-22, la purificación del templo.
tercer año de objetivo del curso y asume el reto que se le propone para
teología. este año en su proceso de configuración con Cristo
Pastor.
2° encuentro. El alumno de tercero de teología comprende el valor de Gal 2, 19b-20: Expresa el origen de la
El concepto de la la caridad pastoral en su sentido teórico y práctico y lo caridad pastoral en Cristo, que me amó
caridad pastoral. acepta como camino para la configuración con Cristo y murió por mí.
Pastor.
3er. encuentro. El alumno de tercero de teología retoma su investigación Hech 13, 1-3; 14, 26-28: Dos textos que
La comunión sobre la caridad pastoral, descubre el valor de las narran el envío y el regreso de Pablo y
jerárquica. relaciones en la espiritualidad y el ministerio presbiteral Bernabé. Lo que brilla es la comunión.
y específicamente la relación con el obispo.
4o encuentro. El alumno de tercero de teología comprende el sentido Hech 20, 17-38: Despedida de los
La fraternidad preciso de las relaciones entre los presbíteros, acepta la presbíteros de Éfeso.
presbiteral. vida fraterna como parte de su vocación y perfila medios
concretos para ponerla en práctica.
5° encuentro. El alumno comprende el sentido de la relación fraterna Flp 1, 1-11: Saludo de la carta a los
La fraternidad con los fieles, tanto seglares como religiosos, como filipenses. Expresa la vinculación de
apostólica. cauce de la caridad pastoral e incorpora este san Pablo con los fieles.
elemento a su proyecto sacerdotal, aprendiendo a
discernir el modo y la forma de esas relaciones.
1er. encuentro. El alumno que inicia el cuarto año de teología sintetiza Mt 18, 1-5: Se utiliza el icono de la
Presentación del su experiencia en la formación en el seminario y si ha etapa para profundizar en la necesidad
cuarto año de tenido algún año de servicio, se sitúa en el objetivo del de cuestionar las propias actitudes.
teología. curso y asume el reto de definir las actitudes sacerdotales
como parte de su proceso de configuración con Cristo
Pastor.
2° encuentro. El alumno de cuarto de teología identifica el humilde Mt 20, 17-28. Jn 13, 1-20: Los dos
El humilde servicio como clave de todo discernimiento vocacional y textos proponen una contemplación de
servicio. específicamente de la vocación sacerdotal, de tal modo Jesucristo que se identifica con el valor
que toma la decisión de excluir las actitudes opuestas al del humilde servicio a favor de los
servicio y de asumirlo como parte necesaria de su demás.
proyecto personal.
3er. encuentro. El alumno de cuarto de teología, guiado por IPe 5, 1-5, IPe 5, 1-5: Pedro como pastor se dirige
El respeto y la identifica la ambición de dinero, de dominio y de a los pastores pidiéndoles que excluyan
cortesía. reconocimiento como contrarias al espíritu evangélico y ciertos comportamientos escandalosos y
asume el respeto y la cortesía como parte de su proyecto que opten por actitudes que secunden el
sacerdotal. don recibido.
4° encuentro. El alumno de cuarto de teología profundiza en el valor St 3, 1-18: Se dirige a todos los
El silencio, la del silencio como parte de su vida espiritual y del creyentes pidiéndoles que a-prendan a
escucha y el ministerio sacerdotal, asume la actitud de escucha como controlar su lengua, es decir, a guardar
consuelo. un medio fundamental de su futuro ministerio presbiteral silencio y a ser prudentes al hablar.
e incorpora el valor de la prudencia en el hablar a su
proyecto de vida.
5° encuentro. El alumno de cuarto de teología reflexiona sobre la Hch 9, 1-19; Gal 1, 11-2, 10: Dos
Liberalidad y necesidad de la liberalidad para con los demás, confronta relatos en los cuales se discierne la
magnanimidad. sus actitudes de poca generosidad y asume como parte de vocación de san Pablo.
su proyecto sacerdotal una inclinación al perdón de las
ofensas.
6o encuentro. El alumno de cuarto de teología, iluminado por la Hech 18, 24-28: Priscila y Aquila
Libertad y reflexión bíblica, critica su propio modo de proceder y disciernen la vocación de Apolo.
comunicación. asume actitudes de profunda libertad y de transparencia
como parte de su proyecto sacerdotal.
7o encuentro. El alumno de cuarto de teología se deja confrontar por el ITm 3, 1-13: Tito 1, 5-9. Proponen los
Disponibilidad y texto bíblico en el nivel humano, espiritual y sacerdotal criterios de discernimiento para la
corresponsabilidad para perfilar un conjunto de actitudes más coherentes con vocación presbiteral en el nivel de los
el ministerio presbiteral. valores humanos, de la vida espiritual y
sacerdotal.
8° encuentro. El alumno de cuarto de teología reconoce el valor de la Heb 10, 11-25: Es una reflexión sobre
etapa pastoral, hace una síntesis ponderada de todo su el sacerdocio de Cristo del cual todos,
proceso formativo, puntualizando los avances incluido el presbítero, somos
conseguidos y sus deficiencias, y se prepara para iniciar beneficiarios, él también ha de
Cierre de la etapa la etapa pastoral. acercarse a Dios por medio de Cristo
teológica. sacerdote.
Descripción existencial
El seminarista de la etapa teológica comienza el camino espiritual propio del
ministerio ordenado, que es el de la configuración con Cristo Buen Pastor, que da
la vida por el rebaño. Aplica cada año de la etapa teológica la metodología
aprendida durante la etapa filosófica a diversas facetas del misterio de Cristo
Pastor, de modo que va afirmando, con creciente nitidez, una opción definitiva
por la vida sacerdotal.
■ Primer año: Las virtudes teologales. El itinerario del primer año gira en
torno a tres ejes. El primero consiste en la necesaria adaptación a la etapa y a la
vez la recuperación del proceso realizado durante la etapa filosófica. El segundo
eje corresponde a las virtudes teologales; se provoca una reflexión sobre la fe, la
esperanza y la caridad que establezca con mayor arraigo la vida cristiana de los
alumnos y prepare la aplicación de estas virtudes a la vida presbiteral. El tercer
eje consiste en una introducción al tema de la configuración con Cristo Pastor; se
hace a través del concepto de configuración y de la presentación de la imagen del
pastor en el Antiguo Testamento. Tal como se hizo en el curso introductorio,
interesa volver a establecer una vinculación personal con los textos bíblicos en su
integridad, provocando una experiencia espiritual en torno a la rica reflexión de
los profetas y los sabios de Israel sobre el pastoreo.
■ Segundo año: Los consejos evangélicos. Nuevamente se teje en una triple
trama. La primera y la más nuclear es la presentación del proyecto sacerdotal. Los
alumnos comienzan a responder a la pregunta: ¿Qué clase de sacerdote voy a ser?
Es importante que esta pregunta se conteste en segundo de teología porque así dará
tiempo para ir afinando su proyecto sacerdotal durante los años siguientes y
contando con las experiencias típicas de la etapa teológica. La segunda trama
consiste en la reflexión sobre los consejos evangélicos, hasta definir con claridad
el sentido específico del celibato sacerdotal, de la pobreza que exige el ministerio
sacerdotal y de la obediencia al obispo en el contexto de la Iglesia Particular. El
tercer elemento es la reflexión sobre la imagen del pastor en el Nuevo
Testamento, que pretende completar la visión que se presentó durante el año
anterior.
■ Tercer año: La caridad pastoral y las prioridades sacerdotales. Elaborado el
proyecto sacerdotal, ahora se quiere bajar al fundamento o al alma de la vida
sacerdotal, que es la candad pastoral. Se han puesto los elementos previos a través
de la reflexión sobre las virtudes teologales y los consejos evangélicos. Ahora se
trata de dar un paso hacia el valor específico del sacerdocio como un compromiso
amoroso y a focalizar ese compromiso en las prioridades que son
Itinerarios formativos 422 Etapa teológica
Primero de
Teología: Las
virtudes teologales
El cambio a la etapa teológica es muy significativo en el proceso formativo
por dos motivos. Por un lado se pasa a una etapa en la que los compromisos de
cara al sacerdocio se perciben más cercanos y concretos. Por otro lado, el cambio
de método en los estudios exige una gran apertura y una mayor dedicación.
También cambia el talante formativo, hemos pasado de la estructuración de la
personalidad a la configuración, un proceso distinto que el seminarista tiene que
comprender y luego aplicar a su vida. El objetivo de este primer curso es así
principalmente introductorio: El seminarista se adapta a la nueva etapa, asume
el objetivo espiritual de la configuración con Cristo Buen Pastor y comienza a
perfilar su proyecto sacerdotal.
El itinerario del primer año gira, consecuentemente, en torno a tres ejes.
■ La necesaria adaptación a la etapa y a la vez la recuperación del proceso
realizado durante la etapa filosófica. Para ello se prevé una reflexión amplia y
reiterativa sobre el sentido espiritual de la etapa y sobre el cimiento que se ha
intentado poner en la etapa filosófica.
■ Las virtudes teologales; se provoca una reflexión sobre la fe, la esperanza y
la caridad que establezca con mayor arraigo la vida cristiana de los alumnos y
prepare la aplicación de estas virtudes a la vida presbiteral.
■ Una introducción al tema de la configuración con Cristo Pastor; se hace a
través del concepto de configuración y de la presentación de la imagen del pastor
en el Antiguo Testamento.
Los ocho encuentros comunitarios quedan así llenos de contenidos que hacen
el puente entre una etapa y otra.
■ Primero: La nueva etapa, su objetivo y la aplicación de la metodología. Se
hace una explicación detallada de todo el proceso para que lo comprendan y no
quieran adelantar elementos que saldrán más tarde.
■ Segundo: La configuración con Cristo Pastor y el objetivo del primer año.
Aquí se concentra la atención en el primer año y muy específicamente en el
concepto de configuración.
■ Tercero: Contemplación de la fe de Jesús. Se toca la primera virtud
teologal. Junto a ello se hace la primera parte del estudio de la imagen del pastor
en el Antiguo Testamento.
■ Cuarto: La oración contemplativa y el discernimiento vocacional. Se dan
los instrumentos para la oración que van a funcionar durante la etapa teológica. Se
continúa estudiando la imagen del pastor y se dan ya la primera parte de las
conclusiones, que miran más al ser del pastor.
■ Quinto: Contemplación de la esperanza de Jesús, la segunda virtud teologal
coincide con la tercera parte de la imagen del pastor y la presentación de la
Itinerarios formativos 426 Etapa teológica
Contenido.
A. La nueva etapa y su objetivo.
La idea de configurarte con Cristo Buen Pastor, quien ha dado la vida por el rebaño,
impregna la etapa teológica y toda la vida sacerdotal. El sacerdocio es imitación de
Cristo en esta función específica que llamamos "pastoral" y que comparten los obispos,
los presbíteros y los diáconos, así como otras vocaciones reproducen otros aspectos del
mismo misterio, por ejemplo, la radicalidad de los religiosos y la secularidad de los
laicos. De lo pastoral, que no es sólo una actividad, sino sobre todo una actitud, brota la
espiritualidad del sacerdote diocesano. Podemos señalar diversos niveles en la
configuración, desde la imitación externa de las obras de Cristo Pastor hasta la
identificación con su corazón de pastor. Al núcleo de esta configuración le llamamos
"caridad pastoral". Consiste en amar con el amor de Dios y siguiendo el modelo del
Pastor. El objetivo de la etapa teológica es:
El seminarista consolida una opción fundamental que lo lleva a configurarse con
Cristo Buen Pastor, asumiendo sus criterios, actitudes y estilo de vida, haciéndose apto
para ejercer en la Iglesia el ministerio sacerdotal como hombre de comunión y pastor
casto, pobre y obediente capaz de entregar la vida por sus hermanos (NBFSM, n. 260).
Es importante que los seminaristas experimenten un verdadero cambio al pasar a la
etapa teológica porque realmente los objetivos son otros. Se quiere dar el mensaje de que
no basta con permanecer en el seminario, sino que es necesario perseverar en un camino
de formación que presenta cada vez mayores exigencias. Siempre existe la posibilidad de
que un seminarista esté ya en la etapa teológica pero no haya cubierto suficientemente
los objetivos de la etapa anterior. Si se da este caso, es necesario que el seminarista en
cuestión caiga en la cuenta de ello, y asuma el reto que se le propone de remontar,
mediante un doble esfuerzo, lo que ha ¡do quedando pendiente. Así se quiere evitar el
riesgo de desdibujar la etapa teológica. Si así son las cosas, la exigencia en la nueva
etapa será mayor, y la aplicación de los medios formativos como la entrevista y la
revisión de grupo se hace aún más necesaria.
B. La aplicación del método en la Etapa Teológica.
Se ha insistido en que los pasos metodológicos aplicados durante la etapa filosófica
suponen un aprendizaje que se seguirá aplicando a lo largo de la vida. Allá intentábamos
conseguir la estructura, es decir, que se aprendieran bien esos pasos, aplicándolos de
manera sistemática y consiguiendo una experiencia significativa. Ahora queremos
aplicarlos en sucesivas ocasiones, en concreto, en cada uno de los cursos de la etapa
teológica. Así, por ejemplo, si este primer curso está polarizado por las virtudes teolo-
gales, lo que pretendemos es:
■ Permanecer atento a las virtudes teologales, tal como las vive Jesús y las
han vivido los santos, pero a la vez observando la vivencia de estas
virtudes en ti mismo. Esto significa acumular datos, observar con
detenimiento, sacar conclusiones.
Itinerarios formativos 429 Etapa teológica
■ Liberarte de aquello que te impide vivir las virtudes teologales con más
nitidez, confrontando especialmente las actitudes opuestas a ellas, como la
desconfianza, la desesperación, la distancia afectiva, el desamor, la indiferencia.
■ Liberarte para una vivencia más profunda y más cristiana de las virtudes
teologales, fundamentales en el camino de la fe y que fundamentan tu vocación
sacerdotal, descubriendo caminos concretos para vivirlas.
■ En orden a la decisión de continuar avanzando en el camino de la fe y la
vocación sacerdotal, lleno de fe, de esperanza y amor.
La ¡dea es que el método aprendido en la etapa filosófica se comience a aplicar
en la etapa teológica de un modo más ágil y flexible.
C. Imagen fuerza.
El icono de la etapa teológica está tomado del cuarto evangelio. Se trata de la
imagen de Cristo que dice: Yo soy el buen pastor (Jn 10, 11-16). El texto es mucho
más que un discurso, es un retrato de las actitudes de entrega de Jesús por la Iglesia.
Se complementa esa imagen con las parábolas gemelas de la oveja y la moneda
perdidas (Le 15, 1-10). Éstas nos muestran la imagen del pastor misericordioso que
actúa a favor del rebaño que se le ha encomendad y como consecuencia dibuja las
prioridades del ministerio presbiteral. Esta imagen fuerza se irá enriqueciendo con
muchos otros textos bíblicos que dibujan la figura del buen pastor del rebaño.
D. Desarrollo del Itinerario.
El itinerario de la etapa teológica es más complejo y largo que los anteriores.
Incluye los cuatro años de teología, pero también puede incluir tiempos, a veces
uno o dos años, dedicados especialmente al servicio en el ámbito diocesano. Esos
tiempos de servicio tendrán un tratamiento especial. El contenido para los cuatro
años se ha perfilado de la siguiente manera:
Γ de teología: Las virtudes teologales. Este primer año es introductorio. El
cambio de objeto y de método en los estudios es relativamente desconcertante y
requiere una adaptación. Algo similar ocurre con el curso. Es bastante normal que
se incorporen nuevos miembros y que otros dejen el proceso o salgan
temporalmente del seminario. Al contemplar a Cristo que vive las virtudes
teologales, queremos reafirmar las bases de la vida discipular que se pusieron en
la etapa anterior.
2o de teología: Los consejos evangélicos. El segundo curso es de una gran
intensidad. Los consejos evangélicos de castidad, pobreza y obediencia adquieren
una densidad especial cuando se refieren a la vida sacerdotal, se perfila así el
celibato sacerdotal, la pobreza sacerdotal, la obediencia en el ámbito diocesano. En
este curso el seminarista iniciará la elaboración de su proyecto sacerdotal,
respondiendo a la pregunta: ¿Qué clase de sacerdote voy a ser? Este proyecto se
irá perfilando y puliendo durante los años siguientes, incluido el tiempo de
servicio.
3o de teología: La caridad pastoral y las prioridades presbiterales. Para el tercer
curso se ha reservado un concepto central de la espiritualidad sacerdotal: la caridad
pastoral. Se
Itinerarios formativos 430 Etapa teológica
Horario sugerido
Hora Actividad
0:00 Oración inicial: Jn 10, 11-16.
0:10 Explicación de la meta.
0:15 Recapitulación: la etapa filosófica.
1:15 Objetivo de la etapa teológica y
aplicación de la metodología.
2:00 Descanso.
2:15 Desarrollo del itinerario y medios.
2:50 Consignas.
3:00 Contemplación de Cristo: Le 15, 1-10.
Consignas.
■ Pon atención a los cambios que implica el paso a la etapa teológica: método de
estudio, conformación del curso, espacios físicos, modalidad de la oración, etc. y
reflexiona sobre cómo los estás viviendo.
■ Revisa en la entrevista con los formadores las fortalezas y debilidades de tu
formación anterior, que has perfilado en este encuentro.
■ Identifica algunos contenidos de los estudios que podrías llevar a la oración y
configura un método para hacerlo. Consulta, si es necesario, al director espiritual.
Itinerarios formativos 432 Etapa
teológica
profunda con él. Viceversa, la identificación con Cristo exige e implica una serie
de actitudes que lo muestran por fuera.
Los ejemplos de Cristo y los valores que promueve son objetivos y revelados,
es decir, se pueden leer en los Evangelios, de modo que establecen una norma
para los creyentes. No se trata de ser sacerdote como puedas o como te salga, sino
como viene señalado por los ejemplos de Cristo y ha sido declarado por los
documentos de la Iglesia sobre la vocación sacerdotal. A este proceso de
aceptación de los valores objetivos y revelados le llaman los psicólogos
"intemalización" o "interiorización". A ese mismo proceso se le llama en la vida
espiritual "configuración". De modo que intemalización y configuración, en la
práctica, son sinónimos. Se trata, así, de poner en práctica los ejemplos de Cristo
que definen un modo específico de seguimiento, como es la vida presbiteral.
Para ello en el Nuevo Testamento existe una amplísima reflexión sobre la
idoneidad de los ministros ordenados que muestra con mucha claridad el modelo.
El proceso es necesariamente largo, porque exige que el seminarista vaya
apropiando el modelo que se le propone. Un modelo que nunca es poseído del
todo, sino que se va conociendo gradualmente y en la misma gradualidad se va
llevando a la práctica. Por eso hay que decir que la configuración inicia en la
etapa teológica, pero constituitá un reto para toda la vida presbiteral. Los pasos
metodológicos aprendidos en la etapa filosófica son perfectamente válidos para
la configuración:
Estar atento a los rasgos sacerdotales de Cristo, a la reflexión sobre la vida
presbiteral en el texto bíblico y en los documentos de la Iglesia, a las
expectativas de la gente sencilla que anhela un modelo de sacerdote y al
propio comportamiento, que puede ser coherente o incoherente con el
modelo, acumulando datos, e intentando fundamentar bien el ideal sacerdotal
que va confeccionando, haciendo un esfuerzo por comprenderlo mejor y por
clarificar las dudas. Este poner atención está relacionado con la investigación
teológica; para un seminarista es importante comprender la teología y
espiritualidad del sacerdocio porque le ayudará a definir mejor el ideal por el
que está entregando su vida.
Liberarse de las tendencias naturales que pueden ser contrarias a los valores
objetivos y revelados del sacerdocio ministerial. Estas tendencias intentan
satisfacer algunas necesidades profundas de la persona, pero deben ser
objetivadas y trabajadas porque el solo hecho de vivir gratificándolas implica
que se desfigure la imagen de Cristo pastor, en vez de configurarse. Estas
tendencias contrarias son objetivadas por la misma reflexión bíblica y el
magisterio: por ejemplo, la tendencia a tratar a los demás con despotismo o a
dominarlos, a conseguir dinero, cargos o prestigio, etc.
Liberarse para cultivar actitudes sacerdotales más nítidas, que también están
bien definidas en los textos bíblicos, en los documentos de la Iglesia y en la
opinión de los fieles cristianos. Estas actitudes definen y concretan la vida
sacerdotal en la práctica, dibujando el estilo sacerdotal que es necesario vivir
en el contexto de la Iglesia actual y en la realidad de la comunidad diocesana.
Las virtudes sacerdotales
Itinerarios formativos 434 Etapa teológica
Consignas.
verdadero pastoreo con su sentido simbólico. Los textos subrayan el mal hecho
por los malos pastores, que han provocado la dispersión de las ovejas y las han
expuesto a las fieras salvajes. Y promete un verdadero pastor. Dios mismo
remediará el mal hecho por quienes se han aprovechado del rebaño, Él actuará
como pastor.
Estudio de los textos. Estos textos, leídos desde la función pastoral de los
presbíteros, tienen el sentido profundo de una denuncia. Se puede decir con toda
verdad que la comunidad cristiana se dispersa y sufre cuando los pastores, en vez
de cuidar al rebaño, se apacientan a sí mismos. Sufren de modo especial los
miembros más débiles de la comunidad, a quienes los pastores deben su atención
y su más delicado servicio. Es provechoso que los seminaristas se sientan
cuestionados en su proyecto sacerdotal a través de la meditación de las denuncias
contra los malos pastores. Un signo positivo es que lleguen a preguntarse: ¿Qué
clase de pastor pretendo llegar a ser?
Se han colocado los textos siguiendo el orden de los libros bíblicos y se han
distribuido en tres encuentros comunitarios. Nos interesa que cada seminarista
estudie todos los textos, de modo que hagan una reflexión personal en torno a
ellos. Poco a poco se irán acercando a unas conclusiones sobre lo que significa
ser pastor. Para su estudio pueden servir las siguientes pautas de análisis: a)
Situaciones a las cuales alude el texto, b) Causa de estas situaciones, c) Términos
que expresan la función propia de los pastores, d) ¿De qué manera se propone un
nuevo pastoreo?
Para el presente encuentro comunitario se proponen siete textos: Nm 27, 15-
21. IRe 22, 17. Sal 23, 1-4. Sal 80, 2-4. Is 40, 9-11. ls 44, 24-28. ls 56, 9-11.
Después de estudiar los textos y de poner en común las respuestas a las pautas de
análisis, los seminaristas y los formadores sacan algunas conclusiones al
respecto, sobre todo en torno a la última pregunta: ¿De qué manera se propone
un nuevo pastoreo? Y añadiendo: ¿qué clase de pastores necesita hoy el pueblo de
Dios?
Horario sugerido
Hora Actividad
0:00 Oración inicial: Jn 6.
0:10 Explicación de la meta.
0:15 Recapitulación: el concepto de configuración.
1:15 Jesús, un hombre de fe.
2:00 Descanso.
2:15 La imagen del pastor en el A.T. (I).
2:50 Consignas.
3:00 Devoción mariana.
Consignas.
■ Intenta entrar más intencionalmente en el camino de la fe, pidiendo a Dios
este don e intentando juzgar los acontecimientos desde esta óptica.
■ Utiliza algunos de los textos del Antiguo Testamento sobre la imagen del
pastor para tu meditación. Trae al próximo encuentro comunitario tus conclusio-
nes al respecto.
Itinerarios formativos 440 Etapa
teológica
Consignas.
■ Continuar haciendo oración con los textos de la imagen del pastor en el
A.T.
■ Escuchar la voz de los sencillos, ya sea en el apostolado, en la familia o
en otro grupo: ¿Qué esperan del sacerdote? ¿Qué actitudes desearían ver en él?
Itinerarios formativos 444 Etapa teológica
Consignas.
■ Procura hacer una meditación personal más reposada del texto de Ez
34. Es un texto realmente importante para definir la figura del buen
pastor.
Itinerarios formativos 447 Etapa teológica
Consignas.
■ Pon verdadera atención al cuestionario sobre el estudio de la teología, date
tiempo para reflexionar sobre ello y trae preparadas tus respuestas para el séptimo
encuentro comunitario.
■ Vuelve a hacer un esfuerzo por localizar la materia de la oración en los estudios
teológicos.
Itinerarios formativos 451 Etapa teológica
Consignas.
■ Intenta contemplar en tu oración a Jesús misericordioso. Pregúntate: ¿cómo
muestra Jesús a través de su comportamiento que conoce el amor del
corazón del Padre?
■ Prepara con cuidado la evaluación del primer año de teología.
Itinerarios formativos 454 Etapa teológica
Consignas.
■ Consulta con los formadores las dudas que puedas tener sobre el proceso
de órdenes. Intenta manifestar con confianza todas tus inquietudes al respecto.
■ Entrega por escrito tus sugerencias y correcciones al itinerario formativo
de primero de teología con el fin de mejorarlo.
Itinerarios formativos 459 Etapa teológica
Segundo de Teología:
Los consejos evangélicos
Si el primer año de teología se entendía como una introducción, el segundo
año ayuda al seminarista a entrar intensamente en la dinámica de la
configuración con Cristo Pastor. Se hace desde la perspectiva de los consejos
evangélicos que adoptó la encíclica de Juan XX11I Sacerdotii nostri primordia
(1959) a la que luego han dado continuidad los documentos conciliares y
posconciliares. Se sigue reflexionando con los seminaristas sobre el discípulo de
Jesús llamado al servicio presbiteral. Los consejos evangélicos son un buen cauce
para esta reflexión porque se entienden como invitación para todos los creyentes,
llamados a la perfección de la caridad, pero se especifican en cuestiones tan
importantes como la pobreza, la obediencia y el celibato sacerdotales. Se
descubre así a los seminaristas la continuidad de la vida cristiana con la vida
sacerdotal, pero al mismo tiempo la especificidad que corresponde a los presbíte-
ros. Así, la única y común vocación bautismal se hace seguimiento concreto del
Señor en un camino específico. Ésta es la tesitura en la que se encuentran los
muchachos de segundo año de teología.
El objetivo del curso es: El seminarista comprende con mayor precisión el
concepto de configuración con Cristo Pastor, reflexiona sobre la forma de vida
apostólica a partir del esquema de los consejos evangélicos y elabora por
primera vez su proyecto de vida sacerdotal. Consecuentemente el proceso cultiva
dos polos de referencia: la reflexión sobre los consejos evangélicos y la
elaboración del proyecto sacerdotal. Se trata de un proceso más lineal y específico,
en el que hay una secuencia lógica y en el que un paso lleva al otro
dinámicamente.
En el camino que marcan los encuentros comunitarios se pueden localizar
tres partes muy definidas. Como se está trabajando más sistemáticamente en la
etapa teológica, tienen más importancia que en el año anterior las consignas que
se dejan a los seminaristas y que se van recogiendo en los momentos de
recapitulación.
El primer bloque tiene carácter introductorio. Es conveniente recapitular la
experiencia que han tenido en primero de teología para que se defina con mayor
claridad el sentido configurador de la etapa. Se retoma y se concluye el estudio
sobre la imagen del pastor que después va a ser determinante para la elaboración
del proyecto sacerdotal, que se les pedirá al final del curso. Contiene dos
encuentros comunitarios:
■ Primero: Presentación del segundo año de teología.
■ Segundo: La imagen del pastor en el Nuevo Testamento.
El segundo bloque se centra en la presentación de los consejos evangélicos.
Al principio se proponen como parte de la vida discipular y por ello válidos para
todos los creyentes; aquí conviene suscitar una contemplación de los consejos
evangélicos vividos y testimoniados por personas de distinta condición de vida.
Luego, en los encuentros 4°, 5o y 6o se especifica el sentido de los consejos
evangélicos en la vida y ministerio sacerdotal.
Itinerarios formativos 460 Etapa teológica
Consignas.
■ Retoma con mayor profundidad los logros y retos del año anterior,
llevando este tema al diálogo con los formadores, para que llegues a detectar esos
logros y retos con mayor precisión.
■ Investiga en algunas biografías de los santos, hombres y mujeres, bajo qué
rasgos vivieron los consejos evangélicos de pobreza, obediencia y castidad. Trae
tu investigación para el segundo encuentro comunitario.
■ Localiza algunos contenidos de los estudios que puedas llevar a tu oración
personal.
■ Reflexiona personalmente sobre el texto de IPe 5, 1-5 que nos servirá
como ¡cono para este segundo curso. Para ello te pueden servir estas preguntas:
a) ¿Cuál es la realidad ministerial que está afrontando san Pedro en el texto?
¿Qué nos dice el texto sobre las circunstancias de la comunidad? b) ¿Cuál es el
modelo sacerdotal que Pedro, pastor, propone a los pastores? ¿Por qué son
importantes los rasgos sacerdotales que presenta? c) ¿En qué experiencias se
funda san Pedro para proponer estos valores a los presbíteros? ¿Desde dónde está
hablando y exhortándolos? d) ¿Todo esto tiene algo que ver con el ministerio
sacerdotal actual, especialmente en la Diócesis?
Itinerarios formativos 466 Etapa teológica
Consignas.
■ Lleva a la oración personal los textos del Nuevo Testamento sobre la
imagen del pastor que se han estudiado, de modo que hagas pasar por el tamiz de
la contemplación cuanto se ha explicado en este encuentro comunitario.
■ Observa a los sacerdotes que conoces y pregúntate: ¿Cuáles son los rasgos
del Buen Pastor que se dibujan en su comportamiento? ¿Transparentan, como
Jesús, el corazón misericordioso del Padre?
Itinerarios formativos 471 Etapa teológica
deben poner a su servicio. Sabe, por fin, que es fundamental que mantenga su
libertad ante los bienes, sobre todo si se mueve en un contexto social de
consumismo y de absolutización de lo material. Quien comprende esto e intenta
vivirlo según el modelo de Jesús, opta por la pobreza.
Se puede pensar en los diversos regímenes de la pobreza: a) La pobreza de
los laicos, que en medio de sus limitaciones, saben ser solidarios con sus
hermanos y con la misma Iglesia. Entre ellos hay admirables ejemplos de
desprendimiento y de un sentido cristiano del uso de los bienes, b) La pobreza de
los religiosos, que se desprenden de todas sus posesiones para seguir a Cristo y se
someten a la ley del trabajo para su sustento diario, c) La pobreza de los
sacerdotes, que viven un estilo de austeridad para estar cerca del pueblo de Dios
que se les ha encomendado, d) La pobreza de los jóvenes o de los seminaristas,
que prescinden de muchos satisfactores para prestar un servicio a la comunidad.
La vida de fe toca también la realidad comunitaria y la voluntad de las
personas en ella. El creyente comprende que está llamado a cumplir la voluntad
de Dios en su vida, a ejemplo de Cristo, y que en la comunidad más personas
juzgan mejor sobre las cosas, de modo que no es demasiado amigo de su propio
criterio. Al contrario, va más allá para comprender qué es lo que los demás
necesitan y cómo se manifiesta esa necesidad. La obediencia consiste en
mantenerse disponible para lo que sea necesario. El discípulo de Jesús no necesita
que las cosas le sean ordenadas por un autoridad, sino que posee la sensibilidad
necesaria para percibir las necesidades por sí mismo y para ponerse al servicio.
También acoge la interpretación que la autoridad hace de esas necesidades,
poniéndose igualmente al servicio.
Existen distintos regímenes de la obediencia. Si usamos el mismo esquema
podemos pensar en: a) La obediencia de los laicos, que van más allá de su propio
criterio para ponerse al servicio de las necesidades de los demás, especialmente
en el ámbito de la familia y del servicio social, b) La obediencia de los
religiosos, que permanecen radicalmente disponibles para lo que el Señor les
pida a través del mandato de sus superiores, c) La obediencia de los sacerdotes,
que están disponibles ante el obispo y secundan el plan diocesano de pastoral, d)
La obediencia de los jóvenes y de los seminaristas, que permanecen disponibles
para toda clase de servicios.
Por último, el seguimiento del Señor toca también a la vida afectiva y sexual.
El creyente sabe que su cuerpo es un templo del Espíritu Santo, que está llamado
a una vida de castidad y a crecer continuamente en el amor. Esto significa que
ejerce su sexualidad en el marco de una serie de valores y de relaciones que han
comprometido su vida. La castidad es un camino de vida que tiende
continuamente a la integración de la persona y a su profunda armonía y por ello
todos necesitamos perseverar en ella.
Existen diversos regímenes de la castidad: a) La castidad de los laicos, vivida
en el matrimonio, en la soltería, en la consagración secular o en la virginidad
consagrada, b) La castidad de los religiosos, vivida como imitación del modo de
vida que tuvo Jesús. c) La castidad de los sacerdotes que les lleva a entregar su
vida afectiva y sexual en
Itinerarios formativos 474 Etapa teológica
Consignas.
■ Observa los ejemplos de vivencia de los consejos evangélicos en distintas
personas, sobre todo en los fieles laicos, en los religiosos y en los sacerdotes.
■ Lee y reflexiona personalmente los números 39 al 42 de la Lumen
Centium.
■ Continúa utilizando en la oración los contenidos de las materias de
estudio y los textos del Nuevo Testamento sobre el Pastor.
Itinerarios formativos 475 Etapa
teológica
común con los presbíteros. Así se trata de establecer criterios comunes para la
propia sustentación, desde los cuales quede clara una norma objetiva, válida para
cualquiera, que haga del uso de los bienes un camino válido para reforzar la
fraternidad presbiteral y no un medio para establecer diferencias y rupturas. Si
este criterio vale para el obispo, cuánto más para los presbíteros o para los
seminaristas.
Aplica la misma regla a otros estados de vida, como el matrimonio,
recurriendo al ejemplo de San Joaquín y Santa Ana. Probablemente sacó esta idea
de un evangelio apócrifo. Dice que, en su administración económica, la familia de
la Virgen María dividía sus ingresos en tres partes. Una para los pobres, otra para
el servicio del templo y otra para su propia sustentación y la de su familia. Lo
que quiere decir es que conviene establecer un criterio estable y objetivo en la
administración económica, de modo que ésta no dependa de impulsos
momentáneos ni de aficiones particulares. Es curioso como son estos mismos
criterios los que aparecen en Presbyterorum Ordinis a la hora de afrontar la
sustentación de los sacerdotes.
Estas reglas ignacianas nos recuerdan que hay que establecer una firme conexión
entre la vida espiritual y la administración económica, llevando siempre los temas
administrativos al diálogo con la comunidad, a la consulta con expertos y al
examen de conciencia. Este modo de proceder es un medio estupendo que dispone
para la vida fraterna, para el apostolado y da a las personas que tienen que
administrar los bienes eclesiásticos, que no son suyos, una gran tranquilidad.
Horario sugerido
Hora Actividad
0:00 Oración inicial: 2Cor 8, 1-15.
0:10 Explicación de la meta.
0:15 Recapitulación: los consejos evangélicos.
1:15 El consejo evangélico de la pobreza.
2:00 Descanso.
2:15 La pobreza sacerdotal.
2:50 Consignas.
3:00 Devoción mariana.
Consignas.
■ Mete en cuestión tu propio estilo en la vivencia de la pobreza a través de
la oración y del diálogo con los formadores.
■ Intenta aplicar a tu vida actual en el seminario las normas que la Iglesia da
en P.O. 17 para la pobreza sacerdotal. Lee con atención el documento y pregún-
tate si tienes algo que cambiar o si deseas abrazar con mayor libertad la pobreza
voluntaria.
■ Intenta poner en práctica un estilo de vida más austero y distante de los
bienes materiales, especialmente de aquellos que para ti han sido importantes
durante los últimos años, y sobre todo los que se ven con naturalidad en la
cultura posmoderna, como los medios tecnológicos o ciertas comodidades.
Itinerarios formativos 480 Etapa teológica
presentado y percibido como un bien mayor. Así, una persona es obediente cuando acude a una necesidad
que se le presenta, por sencilla que ésta sea. Para el creyente la obediencia está fundamentada en la voluntad
de Dios. La desobediencia, por el contrario, consiste en mantener la rebeldía ante Dios. Pero la voluntad de
Dios sólo puede ser conocida a través de mediaciones, entre ellas la de los superiores que hacen la función
de intérpretes de la misma. Así se establecen como cuatro círculos concéntri cos que sirven para explicar la
obediencia en el camino de la fe. El primero y fundamental es el de la obediencia a Dios. El discípulo de
Jesús, a imitación del Maestro, quiere secundar siempre el designio salvador de Dios y para ello pone su
vida, su tiempo, sus capacidades. Pero la voluntad de Dios se descubre, en un segundo círculo, por la
mediación de las necesidades de los demás. Así el discípulo es obediente ante cual quier necesidad del
prójimo; como el buen samaritano (Le 10, 25-37), desvía su camino para servir a los demás en aquello que
requieren, yendo más allá de sus propias previsiones. El tercer círculo es el de la comunidad cristiana. Es
voluntad de Dios todo lo que edifica a la comunidad y hace crecer en ella el amor. Por eso el creyente está
disponible ante cualquier necesidad comunitaria. Por último está el cuarto círculo, representado por la
obediencia a los superiores, que se entienden como intérpretes de ios tres círculos anteriores. Evidentemente
no se trata de una obediencia ciega al superior, sino de la opción libre y razonable por seguir la voluntad de
Dios, por edificar a los demás y a la comunidad siguiendo las directrices del superior. Para esto se requiere
inteligencia, voluntad y un amor grande.
La obediencia es importante en la vida de las personas porque toca un punto muy delicado que es el de
la propia autonomía y la propia voluntad. Obedecer no implica que se anule la autonomía o la libertad, al
contrario, una persona capaz de tomar sus propias decisiones y madura en su voluntad es el sujeto ideal para
la obediencia. Porque ésta supone la libertad de sometimiento a una voluntad mayor. Entendiendo así la
obediencia y aplicando el concepto al proceso vocacional, el acto radical de obediencia consiste en intentar
configurar la propia existencia con un modelo presentado por el Evangelio y por la Iglesia. Obedientemente
asumes un proyecto de vida como el sacerdotal para ser el sacerdote que Dios quiere, el que la Iglesia y el
mundo necesitan. Cuando se dice que Cristo fue obediente hay que entender una obediencia de este estilo,
que configura la vida.
En este contexto se entiende mejor la obediencia a los mandatos concretos de los superiores, a los
cambios de destino o de trabajo, etc. Es decir, se trata de propuestas que se sitúan en el contexto de lo ya
dado. Y por ello no son especialmente costosas. La obediencia a los superiores tiene varios aspectos que
conviene detallar. El primer acto de obediencia es la aceptación de los superiores, personas limitadas como
todos, pero puestas para presidir y organizar una comunidad. El segundo rasgo es el diálogo con ellos, que
contiene el doble principio de respetar y acatar sus disposiciones y de exponer confiadamente la propia
opinión y las propias necesidades. El tercer rasgo es el del respeto y el sometimiento a sus decisiones.
Es conveniente que los seminaristas observen con cierto detenimiento las actitudes positivas de
obediencia que existen en la comunidad cristiana, en los laicos y en los
Itinerarios formativos 482 Etapa teológica
religiosos y especialmente en los sacerdotes para que comprendan mejor el consejo evangélico de la
obediencia. Con frecuencia se trata este tema con poca seriedad, o se ven ejemplos duros de desobediencia.
Esto no es lo normal en un ámbito de Iglesia determinado, pero es fácil que tienda a generalizarse. Por eso
es importante que se aquilaten bien los ejemplos positivos. Para localizar estos ejemplos se puede traducir la
palabra "obediencia" por "disponibilidad". Los buenos creyentes permanecen disponibles ante las
necesidades de los demás, especialmente de los pobres; ante las necesidades comunitarias y ante los
superiores. Y en todo ello encuentran que están realizando la voluntad de Dios.
■ Comienza presentando la obediencia como una virtud y una disposición personal de los presbíteros
preparados a buscar no sólo su voluntad, sino la voluntad de quien los envió. Se trata así de una decidida
imitación de Cristo y de una radical configuración con su misterio. A actitud obediente no es sólo un camino
místico, es también el resultado del autoconocimiento: conodendo su propia debilidad, el verdadero
ministro de Cristo trabaja con humildad, buscando lo que es grato a Dios. Se le invita, consecuentemente, a
descubrir y cumplir la voluntad de Dios en los aconteceres diarios y a servir con humildad a quienes Dios le
ha confiado y en el ministerio concreto que le ha sido entregado.
■ Lo que se dice del obispo se aplica, en una buena medida, a aquellos que le ayudan en la
conducción de la Iglesia Particular, como los vicarios episcopales, el consejo de consultores y el consejo de
pastoral de la diócesis. Pero también en referencia al plan diocesano de pastoral. Ante una Iglesia que
camina se espera la pronta colaboración y la actitud obediente de los sacerdotes. Este modo de actuar es el
primer camino práctico para ejercer la caridad pastoral.
■ La obediencia exige que los presbíteros reciban con actitud de fe las decisiones y determinaciones
de la Iglesia en sus diferentes niveles: universal, nacional, local, parroquial, de pequeña comunidad, aunque
incluso no estuvieran totalmente de acuerdo con ellas, secundando lo que ya constituye un acuerdo o un
mandato.
■ Se describe el objeto de esta obediencia: los preceptos y recomendaciones del Sumo Pontífice, del
propio obispo, de otros superiores; gastándose y desgastándose de buena gana en cualquier servicio que se
les haya confiado, por humilde y
Itinerarios formativos 483 Etapa teológica
Consignas.
■ Pregúntate seriamente si estás cultivando una verdadera actitud de
obediencia y contrasta con los formadores las dificultades que experimentas para
crecer en este sentido.
■ Incluye en tu oración la contemplación de Jesús, obediente a la voluntad
de Dios.
■ Pon en práctica la obediencia, en cosas sencillas, y considerando los
cuatro círculos concéntricos que se han explicado.
Itinerarios formativos 485 Etapa teológica
sexual y afectiva sea cada vez más coherente con los valores que la persona profesa y ha aceptado como
buenos para sí, en concreto, con los valores de la fe.
Como en los demás consejos evangélicos, hay que entender la castidad como una gracia o un don de
Dios, pero ese don requiere de un proceso de crecimiento en la propia capacidad de amar. Hay grados de
madurez en esta evolución, cada uno de ellos viene marcado por dos polos. El primero es el del
conocimiento de sí mismo; el segundo es el del respeto a los demás. Esto quiere decir que una persona
alcanza un grado de madurez mayor cuando conoce sus propias inclinaciones afectivas y sexuales y aprende
a ordenarlas de acuerdo a sus valores y convicciones; pero al mismo tiempo, cuando reconoce el valor y la
autonomía de los demás y aprende a situarse correctamente ante ellos. Consecuentemente las preguntas que
se plantean a los seminaristas son las siguientes: ¿Conoces tus propias inclinaciones afectivas y sexuales?
¿Has aprendido a ordenar su gratificación? ¿Cuál es el marco de referencia para ello? ¿Valoras a los demás
como personas de valor incondicional? ¿Has aprendido a respetar a los demás y a buscar sólo su bien, sin
utilizarlos para otro fin?
Ya se ve que la castidad incluye mucho más que no sólo el punto de la abstinencia sexual. Puede existir
una abstinencia sexual aparentemente muy perfecta, pero llena de rasgos de inmadurez. A este tipo de
continencia no se le puede llamar castidad. La castidad ha de ser racional y libremente buscada. Incluye,
como los demás consejos evangélicos, un sentido místico de unión con Dios amor y un sentido ascético de
esfuerzo humano por secundar ese don.
Este camino es recorrido por diversas personas, definiendo diversos regímenes de castidad, tal como se
dijo antes de la pobreza y de la obediencia. Es llamativo que el texto evangélico que contiene la enseñanza
sobre el celibato también contiene una enseñanza sobre el matrimonio (Mt 19, 1-12). La llegada del Reino
de Dios abre un nuevo horizonte para ambas formas de vida, tanto para los que se casan, según el proyecto
original del Creador como para los que deciden no casarse por causa del Reino de los cielos. Es importante
este paralelismo, no sólo para explicar ambos caminos como auténticas realizaciones de la castidad, sino
también para mostrar la vía práctica de la complementariedad entre ambos. Ninguno es superior al otro, son
simplemente diversos.
Las diversas formas de la castidad se dan según el estado de las personas. Se distingue la castidad de
los jóvenes, la castidad de los solteros y de los célibes, la castidad de los matrimonios y de los viudos y
viudas, la castidad en la virginidad consagrada, la castidad en el celibato sacerdotal. La Iglesia recomienda
el camino de la castidad también a las personas divorciadas y a las personas homosexuales y se compromete
a realizar el cuidado pastoral de las personas que invita a este camino. Queda bien claro que el consejo
evangélico incluye a todos los creyentes, sea cual sea su condición.
Consignas.
■ Ya en otros momentos has tratado con los formadores los temas de la
afectividad y la sexualidad. Procura volver a tocar estos temas, pero ya
viéndolos desde la etapa teológica, en la que te encuentras.
Itinerarios formativos 490 Etapa teológica
Los tres elementos tienen un gran valor y determinan la calidad del proyecto
sacerdotal. Algunos de ellos miran más al ideal, otros a la realidad, pero lo
realmente importante es la conjunción de ambas perspectivas. Conviene hacerlo
con calma, considerándolo bien y en un clima de oración, porque al definir este
proyecto nos encontramos en la parte más nuclear y delicada de la formación.
El objetivo del proyecto es el siguiente: El seminarista diseña un estilo bien
definido para su futuro en la vida sacerdotal. El nivel pedagógico en el que se
encuentra este objetivo es el de la toma de decisiones. Supone que ha pasado
antes por todo un proceso de formación.
Conviene hacer una descripción del proyecto, con la finalidad de que quede
más claro qué es lo que se le propone: Diseñar un proyecto significa buscar los
rasgos de comportamiento que caracterizarán y cualificarán su modo de ser
sacerdote. No se trata de hallar rasgos generales, que se aplicarían con cierta
facilidad a cualquier seminarista, e incluso se le podrían exigir a todos.
Intentamos más bien dar con aquellos rasgos que él elige como camino de
santidad para el servicio que le toca prestar, como persona única e irrepetible.
Diseñará conductas o rasgos de comporta-miento que no se pueden exigir a todos
pero que sí puede exigirse a sí mismo. Están en la línea de la entrega amorosa, de
lo gratuitamente dado. Por eso el nivel pedagógico de este ejercicio es el de la
toma de decisiones.
Un rasgo de comportamiento es la disposición personal a responder en una
línea determinada. Por ejemplo, ante los mandatos de la autoridad una persona
puede habituarse a responder con un criticismo exagerado, o puede habituarse a
responder con docilidad. La disposición a responder de un modo u otro es un
rasgo que va caracterizando y modelando la personalidad en concreto en el
proceso formativo. Para ser sacerdote es necesario tener una personalidad. Uno
no se quita la personalidad para responder al llamado de Dios. Estos rasgos, por
un lado, los tiene ya adquiridos como parte de su modo de ser, y por eso el
proyecto necesita partir del propio análisis; pero, por otro lado, los puede
adquirir y reafirmar, modelando y reconduciendo ese modo de ser.
Justificación: Es importante definir un estilo personal en la vida sacerdotal
porque no somos robots, fabricados con la misma pasta y cortados con el mismo
molde, sino personas bien particulares. La espiritualidad toca el corazón, la
intimidad de la persona, afecta a la personalidad, es leída desde claves bien
específicas. Consecuentemente se expresa de un modo irrepetible. No basta con
llegar a la ordenación sacerdotal. Hay que ser sacerdote de un modo concreto.
Acercándose a las vidas de los santos, es fácil descubrir estilos de vida sacerdotal
o religiosa bien definidos. Un san Ignacio de Loyola, alegre y reservado; un san
Juan María Vianney, dedicado a los más pequeños; un san Vicente de Paúl, hábil
para los trucos de magia, caracterizado por la amabilidad y la sonrisa. Un san
Francisco de Asís, amante de la pobreza y de lo simple; una Teresa de Jesús,
alegre y emprendedora. Una Teresita de Lisieux, humilde, discreta, amiga de lo
pequeño. Estilos válidos todos y todos diferentes, que plasman un camino
irrepetible de santidad.
Itinerarios formativos 493 Etapa teológica
Horario sugerido
Hora Actividad
0:00 Oración inicial: Jn 10, 10.
0:10 Explicación de la meta.
0:15 Recapitulación: la obediencia y el celibato sacerdotales.
1:15 Explicación del proyecto sacerdotal.
2:00 Descanso.
2:15 Inicio del trabajo personal elaborando el proyecto.
2:50 Consignas.
3:00 Devoción mariana.
Consignas.
Durante el mes date a la tarea de concluir tu proyecto sacerdotal. Hazlo siem pre
en un clima de oración y discernimiento. Consúltalo con los formadores antes de
pasarlo en limpio. Prepáralo convenientemente para presentarlo a los hermanos
del curso en el octavo y último encuentro comunitario.
Itinerarios formativos 496 Etapa teológica
Consignas.
■ Si no has terminado de elaborar tu proyecto sacerdotal, pásalo en limpio
antes de salir de vacaciones, de modo que quede bien concluido el trabajo.
■ Consulta tu plan de vacaciones con el director espiritual.
■ Entrega por escrito tus sugerencias y correcciones al itinerario formativo
de segundo de teología con el fin de mejorarlo.
Itinerarios formativos 499 Etapa teológica
Tercero de Teología:
Caridad pastoral y las prioridades presbiterales
El tercer año de teología pretende una profundización en la dinámica
formativa de la configuración. Se intentará tocar el corazón del proceso
formativo en la etapa teológica a través del tema central de la caridad pastoral,
pero uniéndolo a la necesidad de definir prioridades en la vida sacerdotal y en la
vida de la Iglesia, muy en sintonía con las enseñanzas del episcopado
latinoamericano, desde la opción por los pobres en Medellín (14, 4-11) hasta la
tradición ya forjada del reconocimiento del rostro de Cristo en los rostros
sufrientes de los pobres del continente (Puebla, 1134-1165 ; Santo Domingo,
178-181; Aparecida, 391-398.407-430). Los documentos son de una
extraordinaria elocuencia, de modo que por sí mismos invitan a los seminaristas
a comprometerse en la línea de la caridad pastoral. Por ello se pretende darles
toda la importancia.
El objetivo del curso es: El seminarista continúa profundizando en la
dinámica formativa de la configuración con Cristo Pastor a través de la
reflexión sobre la caridad pastoral, las relaciones del presbítero y la definición
de las prioridades en la vida sacerdotal; por medio de ello enriquece su proyecto
sacerdotal. Hay que considerar que el concepto de caridad pastoral como tal es
relativamente nuevo, de modo que no está tan claramente presente en los
colectivos sacerdotales o en el mismo clima del seminario. Es necesario
explicarlo, conducir a los alumnos al hallazgo del mismo y promover la
investigación al respecto.
En el camino espiritual que marcan los encuentros comunitarios se pueden
local-zar tres partes muy definidas, siguiendo el mismo esquema del año anterior.
Ya que se está trabajando más sistemáticamente en la etapa teológica, se continúa
dando importancia a las consignas que se dejan a los seminaristas al final de cada
encuentro y se van recogiendo en los momentos de recapitulación. Hay que
procurar que los seminaristas asuman los contenidos con intensidad. Si en la
etapa filosófica el punto crucisl fue de carácter negativo, "liberarse de las
esclavitudes", en la etapa teológica el punto central es definitivamente positivo,
"optar por la caridad pastoral y establecer prioridades para la vida sacerdotal".
Mediante aquella etapa se buscaba establecer estructuras, pero ahora se pretende
la configuración, que es una meta positiva.
El primer bloque presenta el tema nuclear de la caridad pastoral, un concepto
relativamente nuevo en la espiritualidad sacerdotal. Se une a la introducción al
itinerario del curso porque va a ser el tema nuclear, que luego se desarrollará y
se aplicará en la línea de las prioridades sacerdotales.
■ Primero: Presentación del tercer año de teología.
■ Segundo: El concepto de caridad pastoral.
El segundo bloque pone atención a la vivencia íntima de la caridad pastoral
como amor a la Iglesia y capacidad de establecer y mantener relaciones dentro de
ella. Antes de ser un motivo de acción hacia afuera, es un rasgo de identidad
personal del sacerdote, un motivo de comunión y de vida al interno de la
comunidad cristiana.
Itinerarios formativos 500 Etapa teológica
■ Tercero: La comunión jerárquica.
■ Cuarto: La fraternidad presbiteral.
■ Quinto: La fraternidad apostólica.
El tercer bloque toca las prioridades sacerdotales, interpretando la candad
pastoral como servicio al pueblo de Dios. Se ha seguido para este tercer bloque el
esquema de Presbyterorum ordinis ajusfando los contenidos a las tres sesiones
que se dedican al tema, pero es importante que se complemente con la doctrina
sobre los pobres que se ha propuesto a los seminaristas como texto de referencia
para este año. Lo que interesa que quede claro es que en la vida sacerdotal
existen estas prioridades porque lo que mueve al sacerdote a actuar es la caridad
pastoral.
■ Sexto: La atención a los pobres y los enfermos.
■ Séptimo: La prioridad de la familia y los jóvenes.
■ Octavo: El cuidado de las personas consagradas. Cierre del itinerario.
Se han añadido, en el momento de las consignas, tareas de percepción y
análisis de las expectativas del pueblo de Dios en relación con los sacerdotes,
para afirmar desde la realidad misma de la comunidad la necesidad de que la
caridad pastoral se exprese con nitidez. Este es el tema que gira durante todo el
curso: el ministerio sacerdotal es un ministerio de caridad.
Itinerarios formativos 501 Etapa teológica
Esto bueno depende de la comprensión de la verdad, pero implica ahora la voluntad. Se trata de querer ese
bien, definir un contexto moral, y caminar hacia él. El tercer dinamismo es el del amor. La vocación
sacerdotal debe llegar a significar un verdadero compromiso amoroso, un modo concreto y dinámico de
amar. Al reflexionar sobre la candad pastoral se están englobando los tres aspectos, de modo que implica
una opción por la verdad, por el bien y por el amor.
C. Icono.
Es necesario un icono que muestre el sentido de la caridad pastoral. Ya se han utilizado las dos
imágenes de Jesús buen pastor en Jn 10 y de la oveja perdida en Le 15. Por eso se ha optado para este año
por el texto de la purificación del templo en Jn 2, 13-22. El texto es parte de una sección que subraya la
sustitución del antiguo orden por la novedad de Jesús. Y cita el salmo 69: El celo de tu casa me devora. Ese
celo de la casa de Dios es precisamente la caridad pastoral. Parece conveniente este ¡cono porque muestra el
sentido profundo, no meramente volcado hacia la actividad, de la caridad pastoral.
En el proceso de los encuentros comunitarios se pueden localizar tres bloques bien definidos. Se
trabajará más sistemáticamente en la configuración con Cristo Pastor que es la dinámica propia de la etapa
teológica. Es el momento más intenso de la etapa teológica porque ya están presentes muchos de los
elementos necesarios para la configuración y ya se ha hecho una primera redacción del proyecto sacerdotal.
El primer bloque presenta el tema nuclear de la caridad pastoral, un concepto relativamente nuevo en la
espiritualidad sacerdotal.
El segundo bloque pone atención a la vivencia íntima de la caridad pastoral como amor a la Iglesia y
capacidad de relaciones dentro de ella. Antes de ser un motivo de acción hacia afuera, es un motivo de
comunión.
El tercer bloque toca las prioridades sacerdotales, interpretando la caridad pastoral como servicio al
pueblo de Dios.
Itinerarios formativos 503 Etapa teológica
pado latinoamericano.
El itinerario quiere así bajar al fondo de la cuestión de la configuración. Se
trata de poner en juego el corazón e ir preparando a los seminaristas para una
opción definitiva en su vida.
Horario sugerido
Hora Actividad
0:00 Oración inicial: me dirijo a los pastores: IPe 1, 1-5.
0:10 Explicación de la meta.
0:15 Recapitulación: El Γ de teología y las vacaciones.
1:15 Presentación, objetivo e icono par el curso.
2:00 Descanso.
2:15 El proceso del itinerario y la aplicación de la metodología.
2:50 Consignas.
3:00 Devoción mariana.
Consignas.
■ Desde el inicio de este tercer año, intenta aprovechar al máximo tu
formación, sabiendo que ya sólo te quedan dos años en el seminario.
■ Observa con especial atención algunos ejemplos de compromiso, de
santidad sacerdotal y de rectitud en el presbiterio, toma algunas notas de tus
observaciones y tráelas para el segundo encuentro comunitario.
■ Sitúa en su contexto las dos figuras más típicas de la caridad pastoral: Jesús
que dice yo soy el buen pastor en el capítulo 10 de san Juan y la parábola de la
oveja perdida, en el capítulo 15 de san Lucas. Reflexiona en torno a ellas en tu
oración personal.
Itinerarios formativos 505 Etapa teológica
dibujar un estilo de martirio incruento en la caridad pastoral. Pero esta visión, un tanto
romántica, debe dejar su lugar a otra que fundamente bien la caridad pastoral del
sacerdote en la participación de la caridad pastoral de Jesucristo. Así, la caridad pastoral
es sobre todo unión mística con Cristo y con Dios Trinidad, porque la unción
sacramental que confiere el orden sagrado es participación no sólo del "poder", sino del
amor propio del ministerio salvífico de Jesús (PDV 70). Esta afirmación tiene un amplio
fundamento en la teología misma, porque todo el poder creador de Dios ha de ser
comprendido e interpretado como fuerza creadora del amor. Es decir, lo que brilla en la
acción salvadora de Dios es la profundidad de su amor, no la fuerza de su poder. Por ello
la fe antigua de Israel partió de la constatación del Dios amoroso para posteriormente
hacer la formulación de Dios poderoso. De la misma manera, el sacerdote participa del
amor de Jesucristo, que le capacita para el ministerio sacerdotal. Con frecuencia se
hacen enunciados sobre la participación del "poder" y del "ministerio" de Jesucristo,
pero difícilmente se hacen enunciados sobre la participación de su amor-afectividad, que
corresponde, precisamente, al tercer nivel de la conversión, que es la conversión
afectiva. En los momentos de los ejercicios espirituales en los que san Ignacio de Loyola
propone que el ejercitante asuma un compromiso, le pide que lo haga afectándose
mucho, es decir, poniendo a funcionar su afectividad desde un punto de vista positivo.
Es fundamental, como se ha dicho, dejar claro el origen de la caridad pastoral. El
sacerdote participa de ella a través de la Ordenación y ella se nutre continuamente de la
Palabra y de la Eucaristía, máxima manifestación del amor misericordioso de Cristo. La
caridad pastoral es propiamente el carisma sacerdotal. Desde esta perspectiva se puede
definir como el despliegue de los sentimientos y actitudes de Cristo y a la vez del don
recibido en la ordenación. Este origen es señalado por los ritos de las celebraciones en
los que el sacerdote es el primero que venera la palabra evangélica y se alimenta de la
Eucaristía. De modo que el primer objeto de la caridad pastoral es el mismo Cristo y
Dios Trinidad, es decir, es correspondencia amorosa y personal a un don recibido.
Un segundo objeto de la caridad pastoral es la comunidad cristiana, esposa de
Cristo. Quien ama con el amor pastoral de Cristo, dirige su compromiso hacia el mismo
objeto que él ama. Es así como la caridad pastoral no consiste primeramente en la
disponibilidad heroica del sacerdote, sino en la conciencia que ha adquirido de que sus
actitudes edifican a la comunidad. La promesa profética que da título a la Pastores Dabo
Vobis, Les daré pastores según mi corazón se cumple a través de estas personas frágiles
y limitadas que intentan amar a la comunidad con el mismo amor de Cristo, de este
modo podemos decir que es el mismo Cristo quien pastorea a su rebaño. Esta conciencia
hace que el sacerdote sea muy cuidadoso en sus relaciones, concediéndoles no sólo un
valor instrumental, sino simbólico: la relación con el obispo, la relación con los co-
presbíteros y la relación con los laicos.
El tercer plano es el del servicio directo al pueblo de Dios. La caridad urge al pastor
para que haga una serie de opciones prioritarias, especialmente por la oveja descarriada,
abandonada, olvidada. Por eso la Presbyterorum Ordinis en el n. 6c
Itinerarios formativos 507 Etapa teológica
Consignas.
■ Investiga más sobre la caridad pastoral como valor central de la vida
sacerdotal y reporta tu investigación por escrito, para compartirla en el próximo
encuentro comunitario.
■ Localiza los números 391-398.407-430 del documento de Aaparecida y
haz de ellos un referente para tu formación durante este curso.
■ Confronta con los formadores los momentos en los que te has sentido
muy lejos de la vivencia de la caridad pastoral.
Itinerarios formativos 509 Etapa teológica
obedezcan a sus amos terrenos con profundo respeto y con sencillez de corazón,
como si de Cristo se tratara (Ef 6, 5). Si la fe es capaz de iluminar realidades tan
complejas como la vida matrimonial o la esclavitud, mucho más las relaciones
del presbítero, hombre de fe, con quienes forman la comunidad cristiana y con
cualquier otra persona.
El perdón y la reconciliación. El presbítero es el ministro del perdón
sacramental. Está en continuo contacto con el misterio del Padre que ama a sus
hijos entrañablemente y al mismo tiempo con la debilidad de las personas,
tendiendo un puente de comunicación y de afecto. Este ministerio ha de hacer de
él una persona capaz de ir más allá del pecado, de la ofensa y del resentimiento
hacia la comunión. Cuando Pedro pregunta si tiene que perdonar siete veces, se
sitúa en la perspectiva de la perfección humana y de la generosidad, pero Jesús lo
resitúa en una perspectiva nueva, setenta veces siete (Mt 18, 21-22), que no es
otra que la del perdón indefectible y eterno del Padre. Atención al movimiento,
que es siempre el mismo: desde el misterio hacia el ministerio. No es ministro de
cualquier perdón, sino del perdón infinito de Dios, el que corresponde a la
candad pastoral. El presbítero ha de ser persona capaz de responder según el
corazón de Dios, de reaccionar ante cualquier dificultad humana y ante el mal
desde la perspectiva profunda y fecunda de la caridad o amor de Dios. Esto al
grado de transformar los males en una oportunidad para el bien.
El sentido escatológico. Para prestar un servicio en el ministerio presbiteral es
necesario situarse en la perspectiva escatológica. Es decir, el mundo perfecto y
totalmente terminado es un anhelo hacia el cual caminamos con fe. Pero en el
estado actual todo es más bien pobre y limitado. Por ello ni se exaspera con las
deficiencias ni se engolosina con los éxitos, porque sabe perfectamente que
camina hacia algo mejor. No se trata de una utopía cualquiera, sino de la
promesa de Cristo de que surgirán cielos y tierra nuevos en los que habite la
justicia. La comunidad cristiana se define en un peregrinaje hacia la vida futura
(G.S. 1), donde todas las demás cosas son vistas como transitorias.
B. La comunión jerárquica.
Para este tema se puede tomar el texto de P.O. 7. Ya se ha tocado en el año
anterior el tema de la obediencia sacerdotal. Ahora el punto de vista es diferente,
se trata de matizar la relación con el obispo desde la óptica de la caridad pastoral.
La primera persona hacia la que hay que tener una actitud caritativa es el obispo.
Reza un antiguo aforismo que donde está el obispo está la Iglesia. Esta debe ser
una convicción profunda en los presbíteros. El amor a la Iglesia se hace visible y
concreto en la persona del obispo. El texto de Presbyterorum Ordinisafronta el
tema de la siguiente manera:
■ El punto de partida es la participación de todos, obispos y presbíteros, en el
único sacerdocio y ministerio de Cristo. Esta común participación en el
mismo don se hace patente en la pertenencia a un único presbiterio y en la
concelebración litúrgica. La Eucaristía típica de la Iglesia particular es la
presidida por el obispo, con la presencia de todo el presbiterio, como en la
misa crismal del jueves santo. En esta celebración de la comunidad
diocesana y en muchas otras se
Itinerarios formativos 512 Etapa teológica
■ Los presbíteros han sido dados a los obispos como necesarios colaboradores y consejeros. En el
rito de la ordenación presbiteral se pide a Dios que infunda en el candidato el espíritu de gracia y de consejo
a semejanza de la participación del espíritu de Moisés por setenta hombres prudentes. La relación entre
obispos y presbíteros es regida por este principio. Decir que son colaboradores necesarios significa que no se
puede prescindir de ellos, porque tienen una responsabilidad propia en la misión de la Iglesia. Los
presbíteros han de comprenderse como verdaderos colaboradores del obispo, y por ello mantienen de buena
gana las actitudes humanas que exige la colaboración.
■ Antes que una relación de autoridad, han de vincularse entre sí como hermanos y amigos. La
relación ha de ser cordial. Desde aquí el obispo ha de procurar el bien material y espiritual de los presbíteros
y su continua formación. A este modo de relación corresponde la escucha, la consulta y el diálogo. Este tipo
de relación se hace realidad también a través del consejo presbiteral o de otros organismos de conducción de
la comunidad diocesana.
■ Los presbíteros, por su parte, han de estar unidos al obispo por los lazos de la sincera caridad y
obediencia. El fundamento de la obediencia está en la participación del sacramento del orden y de la misión
canónica. Ambos elementos hacen que el presbítero dependa del obispo, como ministro de segundo grado
que es. Estas dos palabras: dependencia y de segundo grado, deben ser bien entendidas por los seminaristas,
de modo que vean en ellas un cauce de verdadera libertad. Ya en la etapa filosófica se reflexionó sobre la
interpretación de la dependencia en su sentido positivo, ahora lo hacemos en el sentido espiritual y eclesial.
■ La unión de los presbíteros con los obispos viene especialmente exigida en nuestro tiempo, porque
la acción pastoral excede los límites de la parroquia para realizar una obra común. Aquí es importante
revisar las actitudes presbiterales no sólo ante el obispo, sino también ante el consejo de consultores, la curia
diocesana, el plan diocesano de pastoral y las comisiones diocesanas. Todos estos son ámbitos de comunión
y colaboración.
■ Hay que decir una palabra sobre la participación en acciones pastorales que exceden también los
límites de la diócesis, que hoy son tan frecuentes a nivel regional, nacional e incluso internacional. Todas
estas acciones han de ser expresión de la caridad pastoral y por ello deben conectarse espiritualmente con
ella. Son, al mismo tiempo, un cauce para la formación continua del corazón del pastor.
Durante este tercer curso de teología se intenta formar el corazón. Es importante que cada seminarista
llegue a opciones claras, las que brotan de una interioridad iluminada por la caridad pastoral, en el ámbito
de la relación con el obispo y con aquellos que lo
Itinerarios 513 Etapa
formativos teológica
Consignas.
■ Durante toda la vida sacerdotal, los presbíteros presentan a Dios oraciones por el
obispo. Esto es un signo de la importancia que tiene una actitud de comunión jerárquica.
Procura poner especial atención a estos momentos de la liturgia de las horas y de la
Eucaristía, orando de corazón por el obispo y sintiéndote unido a él.
■ Lee el n. 7 de Presbyterorum Ordinis, busca los textos correlativos en Pastores
Dabo Vobis y en el Directorio para la vida y ministerio de los presbíteros y reflexiona
personalmente sobre la relación del presbítero con el obispo.
Itinerarios formativos 514 Etapa teológica
construye esta significación con la debida seriedad. Las relaciones conflictivas o dependientes
entre los presbíteros desdibujan el signo sacramental que están llamados a ser, son profundamente
contrarias al ministerio que ellos tienen que desarrollar.
■ El adjetivo "íntima". Hace referencia a una relación que toca con profundidad la ¡ntegralidad de la
persona. Una relación íntima es lo contrario a otra superficial. Es la relación que corresponde a los hermanos
y a la familia, más aún, a los hermanos en el sacerdocio y a la familia de Dios. Esto significa que los pres -
bíteros están llamados a ser solidarios entre sí en todas las dimensiones de su persona y a ser, unos para
otros, referencia de ayuda mutua en todos los órdenes de la vida. El primer recurso ante las dificultades de la
vida ha de ser el propio grupo presbiteral, que es como una familia.
A continuación saca las consecuencias del postulado general. Se refiere primeramente a la relación de
los presbíteros mayores con los jóvenes. Los mayores han de comprender la mentalidad de los jóvenes y
mirar con benevolencia sus iniciativas; los jóvenes han de tener la actitud humilde de quien respeta a los
mayores, les pide consejo y colaboran gustosos con ellos. Debajo de esta aplicación concreta podemos leer
otras tensiones que puedan existir en el presbiterio, por ejemplo, las que se derivan de las diferencias
culturales y de lengua, las que dependen de posturas ideológicas y del origen social de las personas, las que
proceden de las tensiones que son normales en
Itinerarios formativos 516 Etapa teológica
cualquier grupo humano. Todo ello ha de ser asumido con una actitud de fe y con
una disponibilidad para construir la comunidad.
Para los presbíteros es fundamental la solidaridad con los hermanos que pasan
por diversas necesidades: los enfermos y afligidos, los que están recargados de
trabajo, los aislados y exiliados, los que se ven perseguidos. El gesto solidario, de
interés por el hermano en su situación real, es algo que nunca debe faltar. Es
importante educarse en este sentido, de modo que a nadie extrañe la solicitud de
unos por otros.
Otro capítulo de la forma comunitaria del presbiterio es el descanso en
común y el cultivo de la vida intelectual y espiritual, siempre desde la clave de la
ayuda mutua. Aquí se engarza todo el tema de la formación permanente. Hay
siempre una parte que programa la diócesis y otra, la más importante, que es
responsabilidad de cada uno, pero aquí se quiere insistir en lo que corresponde al
grupo presbiteral. Es maravilloso cuando la relación entre los presbíteros es tal
que se forma el clima comunitario propicio para la formación permanente, sólo
estar en el grupo implica una formación.
Se propone una gradualidad de posibilidades para que los presbíteros
establezcan alguna conexión de vida entre sí. Hay que observar que este tema se
deja abierto a muy diversas posibilidades. No se trata de uniformar, pero sí de
procurar que se establezcan los cauces para que la vida en común adquiera un
rostro concreto. Se ponen tres grados: la vida en común, la mesa en común o las
reuniones frecuentes. Estas formas de vida común en el presbiterio se
corresponden con la vivencia del celibato, todo leído desde la clave de la caridad
pastoral.
Por último se insiste en la solidaridad con aquellos que pasan por dificultades
de cualquier orden o los que han fallado en algo. Han de ser siempre unos para
otros como hermanos y amigosbrillando entre ellos la caridad fraterna y la
magnanimidad.
B. Cauces prácticos para la vida fraterna.
En cada presbiterio y en cada seminario existen modos bien específicos de
poner en práctica la vida fraterna. Dependerán mucho de las costumbres y
tradiciones de cada lugar, pero también de las estructuras que se van
construyendo en la vida presbiteral. Nos interesa partir de lo que es más familiar a
los seminaristas para apuntar después a su futura vida en el presbiterio. No hay que
olvidar que el objetivo es enriquecer con más elementos su proyecto sacerdotal.
El curso. Un cauce elemental pero muy vivo es la pertenencia a un curso. Los
seminaristas han caminado con un grupo de compañeros desde su ingreso al
seminario. Algunos permanecen desde el seminario menor, la mayoría se
incorporaron en el curso introductorio, terminada la filosofía el grupo se ha
compuesto y recompuesto varias veces. Es importante que ellos valoren el
significado profundo de caminar juntos y el compromiso existencial de ayuda
mutua que esto implica, no sólo ahora, sino para toda la vida. Y cuestionar si
realmente la estructura del curso está siendo convenientemente utilizada. ¿Qué
somos unos para otros? ¿Se da una auténtica solidaridad en la verdad? ¿Qué rasgos
de madurez se manifiestan en la convivencia del grupo? A través de las revisiones
de curso con el prefecto se ha reportado y confrontado gradualmente este
Itinerarios formativos 517 Etapa teológica
Consignas.
■ Pon atención para analizar la calidad de las relaciones fraternas que estás
viviendo en el seminario de cara al futuro ¿Estás construyendo firmemente?
¿Cuál es el motivo de estas relaciones? ¿En ellas se realiza la íntima fraternidad
sacramental de que hemos hablado? ¿Cómo se puede trabajar sobre ello? Trae este
análisis para el quinto encuentro comunitario.
■ Lee con atención y reflexiona sobre el concepto de fraternidad sacerdotal
en ΡPresbyterorum ordinis n. 8. Busca las referencias en la Pastores dabo vobisy
en el Directorio para la vida y ministerio de los presbíteros.
Itinerarios formativos 519 Etapa teológica
La fraternidad apostólica
Meta. El alumno comprende el sentido de la relación fraterna con los fieles, tanto seglares como
religiosos, como cauce de la caridad pastoral e incorpora este elemento a su proyecto sacerdotal,
aprendiendo a discernir el modo y la forma de esas relaciones.
Oración inicial. Flp 1, 1-11. Es el saludo de la carta a los filipenses. Allí san Pablo expresa la profunda
vinculación que experimenta en su relación con los fieles, le han llegado a ser muy queridos. Un modelo de
vida fraterna con la comunidad. San Pablo convivió y trabajó solidariamente con los fieles laicos, que para
él son entrañables. Estableció con ellos vínculos profundos.
Se pide a los seminaristas que se reúnan como grupo y expresen las dificultades que se dan con mayor
frecuencia para la vida fraterna, que es el tema que se tocó en el encuentro anterior. Se exponen estas
dificultades con todo el grupo, de modo que los formadores intentan responder a ellas desde la propia
experiencia. Como hicimos con el tema de la autoridad, se trata de afrontar las dificultades reales, con el fin
de facilitar un compromiso.
Contenido.
A. La fraternidad apostólica.
El tema es tratado en Presbyterorum ordinis 9, formando una trilogía con los dos números anteriores. La
vocación específica tiene siempre como fundamento la común vocación de todos los cristianos. De modo
que entre todos los fieles se establece una radical igualdad que es importante reconocer. Por eso también se
utiliza el término "fraternidad apostólica" para designar las relaciones de los ministros ordenados con los
fieles. Han de ser verdaderas relaciones fraternas, en las cuales los presbíteros son hermanos entre los
hermanos. Estas relaciones no deben ser unilaterales, es decir, sólo del presbítero que ama a los fieles y se
entrega a ellos, sino recíprocas, donde también él es amado y recibe la ayuda de los demás. El equilibrio
entre dar y recibir, amar y ser amado hay que cuidarlo siempre porque es la base de las auténticas relaciones
humanas.
Sentado el común origen y la común dignidad que comparten presbíteros y laicos, el documento pone
atención al motivo de esta relación, que es la misión compartida. Parece conveniente nunca perder de vista
este elemento. Son relaciones tejidas en torno a la misión y en orden a su mejor realización. Los laicos
estiman al sacerdote por ser sacerdote y miembro de la comunidad. Como el presbítero es el hombre de la
misión, esto no debe causar ningún problema. Sus relaciones con los demás se entienden desde lo que él es.
El documento señala dos polos. El primero consiste en que el presbítero no busque sus propios intereses,
sino los de Jesucristo, porque en tal caso estaría utilizando la relación; el segundo, que valore la
responsabilidad de los seglares
Itinerarios formativos 520 Etapa teológica
en la misión y por ello los escuche con gusto, los consulte y aproveche su
experiencia y su competencia. Se quiere excluir cualquier actitud interesada,
prepotente o manipuladora. Al contrario, han de ser relaciones libremente
ordenadas a la mejor realización de la misión de la Iglesia y de la comunidad
concreta.
Los presbíteros tienen la misión de descubrir y fomentar los carismas de los
seglares facilitando que tomen conciencia de ellos, procurando su profundizacion
espiritual y su preparación técnica y práctica, dejándoles libertad y radio de
acción, invitándolos incluso a que emprendan sus obras por propia iniciativa. Se
muestran así toda una serie de actitudes que el presbítero necesita cultivar ante
los laicos, no sólo como cooperadores en la misión, sino como verdaderos
responsables de la misma. Es necesario que los presbíteros tengan bien fundada la
teología del laicado, desde la cual han de actuar.
Es importante que el presbítero valore con profundidad la vocación y los
servicios y ministerios que realizan los laicos. Esto muy especialmente cuando
asesora a movimientos laicales o a grupos apostólicos. El contacto con ellos
representa una verdadera oportunidad para vivir con mayor profundidad y
entrega la propia espiritualidad sacerdotal. Ha de saber estar con humildad entre
ellos, no sólo actuando para corregir las desviaciones o dificultades que tengan,
sino para aprender de ellos, tanto en la actividad práctica que realizan como de su
misma vida espiritual. Con mucha frecuencia los laicos dan al sacerdote lecciones
de vida, que él ha de estar dispuesto a aprovechar como parte de su formación
permanente. Este camino se comienza desde el apostolado de los seminaristas,
sobre todo cuando les toca aprender a realizarlo a través de la enseñanza de los
laicos.
El presbítero está puesto entre los laicos como garante y agente de la unidad
de la comunidad. Parte de su tarea es armonizar las tensiones que puedan existir
entre ellos, dando a todos la seguridad de que tienen un lugar en la comunidad y
en la misión, y muy especialmente a aquellos que han abandonado la vida
sacramental o han desfallecido en su fe.
Por otro lado, los laicos ayudan al sacerdote con la oración, con el trabajo
apostólico y con su presencia y cercanía. Es interesante observar que muchos
laicos, sobre todo los que provienen de movimientos eclesiales, cultivan una gran
sensibilidad hacia los sacerdotes y su vida, de modo que no se limitan a ser
colaboradores de la misión, sino también se preocupan por la vida de los
sacerdotes y actúan a su favor, a veces con su ayuda y compañía, a veces con su
interés y solidaridad. Lo hacen desde una auténtica vinculación amorosa, con un
marcado desinterés. La mejor palabra para designar estas relaciones es "amistad".
Se trata de cultivar serias y auténticas amistades, según el modelo de Jesús, que
mantuvo relaciones fraternas con diversas personas.
El presbítero también vive la fraternidad apostólica en su relación con los
religiosos y religiosas, colaborando con ellos en múltiples actividades y en la
vida misma de la comunidad cristiana. Se aplican fundamentalmente los mismos
principios, pero ya se ampliará este tema en el octavo encuentro comunitario
como una prioridad del ministerio sacerdotal.
Itinerarios formativos 521 Etapa teológica
laicos. Ellos pueden ayudar en todas estas cosas con generosidad, pero siempre que lo
hagan espontáneamente y no obligados o manipulados por el sacerdote, quien ha de
presentarse con la vida resuelta ante ellos, precisamente para que la relación con los
laicos sea gratuita y apostólica. En este sentido también debe ajustar sus expectativas.
Horario sugerido
Hora Actividad
0:00 Oración inicial: Flp 1, 1-11.
0:10 Explicación de la meta.
0:15 Recapitulación: dificultades para la vida fraterna.
1:15 La fraternidad apostólica.
2:00 Descanso.
2:15 La integración de estas tres relaciones.
2:50 Consignas.
3:00 Devoción mariana.
Consignas.
■ Haz un análisis de tus relaciones de amistad con los laicos y pregúntate, ¿Son
relaciones unilaterales o bilaterales? ¿Se da adecuadamente el juego de dar y recibir,
propio de una verdadera amistad? ¿Alguna vez ha funcionado como una huida ante las
tensiones que vives en el seminario o en la comunidad fopmaíiva?
■ Pregúntate específicamente por el modo de la relación con tu familia. ¿Piensas
que es posible y conveniente que llegues a amar a tu propia familia con amor pastoral, es
decir, fundándote en la caridad pastoral?
Itinerarios formativos 523 Etapa teológica
Meta. El alumno de tercero de teología contempla la opción prioritaria de Jesús por los pobres y los
enfermos y visualiza la dedicación a ellos como un campo prioritario de su futuro ministerio sacerdotal.
Oración inicial. Me 1, 40-45 Curación de un leproso. La ley de Israel enseñaba que el contacto con los
leprosos contaminaba. Jesús, desafiando la ley y lleno de misericordia, extiende su mano para tocar al
leproso, pero lejos de quedar contaminado, lo purifica de su mal. Muestra así la fuerza de la caridad pastoral.
Se retoma la segunda consigna del encuentro anterior que invitaba a los seminaristas a profundizar en
su reflexión sobre la relación con su propia familia. Se les pide que elaboren el vínculo entre caridad pastoral
y la relación del sacerdote con su familia. Se puede utilizar el esquema simple de lo que debe ser y lo que no
debe ser. Después de hacer el ejercicio, se les pide un momento de reflexión sobre su propia familia. ¿Se está
preparando desde ahora el tipo de relación que debe ser? ¿O se está preparando lo contrario? Comparten en
grupos de tres, sin hacer una puesta en común.
Contenido.
A. Consideración del ministerio de Jesús.
Se comienza el tema repartiendo a los seminaristas una serie de textos de Marcos sobre Jes ús cerca de
los pobres y los enfermos: Me 1, 40-45: Curación de un leproso; Me 3, 1-12: El hombre de la mano atrofiada
y muchos enfermos; Me 5, 1-20: El endemoniado de Gerasa; Me 5, 21-43: La mujer enferma y la hija de
Jairo; Me 6, 6b-13: Actividad de Jesús y misión de los doce; Me 6, 53-56: Curaciones en Genesaret; Me 7,
31-37: Curación de un sordomudo; Me 8, 22-26: El ciego de Betsaida; Me 9, 14-29: Curación de un
epiléptico; Me 10, 46-52: El ciego Bartimeo; Me 12, 41-44: La viuda pobre. Cada seminarista analiza dos o
tres textos con estas pautas: a) ¿Qué tiene que hacer el enfermo o el pobre para acercarse a Jesús? b) ¿Cuáles
son las actitudes de Jesús para con el enfermo o el pobre? c) ¿Se descubre algo sobre el mundo interior de
Jesús, sus sentimientos y motivaciones?
Después de analizar los textos y de poner en común los resultados, todo el grupo intenta sacar unas
conclusiones sobre el lugar de los pobres y los enfermos en el ministerio de Jesús. Después se completa el
tema como sigue.
Se han puesto sólo textos de Marcos para mostrar que el tema de los pobres y los enfermos es
abundantísimo en los relatos evangélicos. Lo es porque ellos fueron una prioridad en el ministerio de Jesús y
en la dedicación de su tiempo. Desde nuestro punto de vista sacerdotal diríamos que fue su prioridad
pastoral. Citando al profeta Isaías, Jesús arguye la atención a los pobres y la liberación de los enfermos
como signo de la autenticidad de su misión (Le 7, 22; Cf. Is 35, 5-6), con esta actitud recupera
Itinerarios formativos 524 Etapa teológica
toda la doctrina del Antiguo Testamento que muestra cómo Dios escucha el
clamor de los pobres y acude en su ayuda con prontitud.
Es llamativo cómo Jesús es accesible a los pequeños. Se encuentra en el
camino, provoca un momento de encuentro, pone atención y percibe la presencia
de los pobres. La acción de Jesús con los enfermos es directa y clara, pronta y
decidida. Su intención al acercarse a quienes sufren es vencer el mal. Los toca con
sus manos, los consuela con sus palabras y con sus actitudes, tiene hacia ellos la
consideración que se tendría hacia la propia familia. Consecuentemente se
expresa mediante gestos de ternura y les ofrece palabras de aliento. Tiene su
mayor alegría en que Dios se revele a los sencillos, porque ha venido no para los
sanos, sino para los enfermos.
Los evangelistas subrayan cómo Jesús se acerca a los pobres movido por la
misericordia. Siente compasión, se pone en su lugar, acude en su ayuda con
prontitud. De modo que no se trata sólo de una acción milagrosa o externa, sino
que tiene su fuente en el mismo corazón misericordioso de Jesús. Algunos
ejemplos transparentan la interioridad de Jesús, que es objeto de contemplación
para el creyente: sintió compasión de ellos, porque estaban cansados y abatidos,
como ovejas sin pastor (Mt 9, 36); Jesús, compadecido, extendió la mano, lo
tocó y le dijo: quiero, queda limpio (Me 1, 41); El Señor, al verla, se compadeció
de ella y le dijo: no llores (Le 7, 13). Estos sentimientos de Jesús describen en
qué puede consistir la caridad pastoral. Efectivamente, su modo de sentir y de
actuar ante los pobres es un signo de la infinita misericordia que hay en el
corazón del Padre.
Jesús dio a sus apóstoles la consigna de curar a los enfermos y atender a los
pobres como un elemento central de la misión: les dio poder para expulsar los
espíritus inmundos y para curar toda clase de enfermedades y dolencias (Mt 10,
1). El anuncio del Evangelio se hace a través de obras y de palabras, mostrando
que se trata de una liberación integral. Para Jesús el amor a los pobres es
incompatible con el afán de riquezas. Esta doctrina es válida para todo cristiano y
debe guiar los pasos de la entera comunidad eclesial, pero tiene unas resonancias
centrales para el ejercicio de los ministerios y específicamente para el ministerio
sacerdotal.
B. Aplicación al ministerio sacerdotal.
Presbyterorum ordinis 6c propone la atención a los pobres y a los enfermos
como la prioridad principal del sacerdote: Los presbíteros tienen encomendados
a sí, de una manera especial a los pobres y a los más débiles, a quienes el Señor
se presenta asociado, y cuya evangelización se da como prueba de la obra
mesiánica... atiendan con toda solicitud a los enfermos y agonizantes,
visitándolos y confortándolos en el Señor. Es llamativo un proyecto que una al
sacerdote especial y prioritariamente a los pobres. Este es el proyecto que
reiterativamente han elegido los obispos de Latinoamérica, sin embargo no suele
ser una prioridad en el ministerio de muchos sacerdotes.
La atención a los pobres y a los enfermos no es sólo una prioridad del
sacerdote, es al mismo tiempo una prioridad de la misma comunidad cristiana,
que es capaz de poner en el centro a los más débiles y postergados, porque ha
superado la tendencia a la exclusión. Es una comunidad incluyente. La atención a
los pobres y a los enfermos
Itinerarios formativos 525 Etapa teológica
Horario sugerido
Hora Actividad
0:00 Oración inicial: c 1, 40-45.
0:10 Explicación de la meta.
0:15 Recapitulación: la relación con la propia familia.
1:15 Consideración del ministerio de Jesús.
2:00 Descanso.
2:15 Aplicación al ministerio sacerdotal.
2:50 Consignas.
3:00 Devoción mariana.
Consignas.
■ Analiza con cuidado cómo es el modo de tu relación con los pobres. ¿Es
auténticamente cristiano? ¿Qué le falta para serlo? Sobre todo, pregúntate:
¿Qué necesitas afrontar para que tengas más libertad para aplicar a tu vida
la opción preferencial por los pobres que ha reiterado la Iglesia
latinoamericana?
Itinerarios formativos 527 Etapa teológica
predilección?
■ El cuidado pastoral de las personas homosexuales. También las personas
con tendencias homosexuales son parte de una familia y de la comunidad
cristiana. Con mucha frecuencia los sacerdotes son consultados al respecto.
Es un campo delicado y fecundo de apostolado. El sacerdote debe mostrar
actitudes de acogida a las personas homosexuales, y proponerles un
camino de santidad en su condición de vida, además de estimular su
compromiso familiar y social.
B. La pastoral juvenil y vocacional.
La atención pastoral a los jóvenes se encomienda especialmente al cuidado de los
sacerdotes: también se atenderá con especial diligencia a los jóvenes. Esta encomienda no
es exclusiva para los sacerdotes jóvenes. Para que la pastoral juvenil funcione es necesario
que una comunidad cristiana la acoja y la proteja, exactamente como ocurre en una
familia, los jóvenes son guardados y protegidos por los adultos; la familia invierte en
ellos sus mejores recursos y tiene en ellos sus mayores esperanzas. Si la comunidad
cristiana está llamada a ejercer una maternidad espiritual especialmente con los jóvenes,
el sacerdote, guía de la comunidad, ha de señalar en la misma dirección. El presbítero es
un referente central a la hora de implementar la pastoral juvenil porque enseña a toda la
comunidad a dar un lugar a los jóvenes. Puede ser útil desarrollar un elenco de las
actividades sacerdotales en la pastoral juvenil:
La primera acción pastoral del presbítero en la pastoral juvenil es su sola presencia,
que ha de ser gratuita, cercana, significativa, misericordiosa. Su presencia da solidez a las
estructuras de la comunidad juvenil. Los jóvenes deben sentirse amados y acogidos
personalmente por el sacerdote. Una segunda acción es la asesoría, es decir, el trabajo
que hace convocando, formando y sosteniendo a los animadores y asesores de la pastoral
juvenil. En colaboración con los animadores y asesores, la asesoría del sacerdote toma
muchos caminos complementarios entre sí, desde la preparación de temas hasta la
organización de las fiestas. Esta asesoría incluye el apoyo a la pastoral juvenil en lo que
sea necesario. La tercera acción típica del presbítero es el acompañamiento y la dirección
espiritual de los jóvenes. En este acompañamiento es fundamental la flexibilidad y la
claridad. Es interesante que se fomente directamente el acompañamiento a los jóvenes.
La cuarta acción del presbítero en la comunidad juvenil es la celebración de la liturgia con
los jóvenes. Los jóvenes se incorporan ordinariamente a la celebración de la comunidad,
pero existen momentos muy especiales en los que es necesaria una liturgia propia, por
ejemplo, para introducir a los muchachos a la celebración de la Eucaristía, o para la
reconciliación.
La pastoral vocacional. Para el sacerdote la pastoral de las vocaciones sacerdotales es
una cuestión que compromete su propia identidad sacerdotal, y por ello es normal que
tenga la mayor diligencia y atención que le sea posible. El compromiso en la pastoral
juvenil y vocacional es algo que ya puede ser bien claro desde la misma etapa teológica.
Su función en este campo es doble. Por un lado debe fomentar el clima vocacional de la
comunidad; por otro lado, debe acompañar los procesos vocacionales, especialmente de
quienes se proponen el ingreso en el seminario o en una comunidad religiosa. Debe
Itinerarios formativos 530 Etapa teológica
Consignas.
■ Pregúntate si has asumido un compromiso en la pastoral juvenil y
vocacional y qué significa esto en tu propio proceso formativo. ¿Cuál es la
actitud con la que te acercas a los jóvenes? ¿Has sido un referente para
nuevos candidatos al seminario? ¿Qué puedes decir de tu compromiso en
el mismo seminario, especialmente de cara a los seminaristas que son más
jóvenes que tú?
Itinerarios formativos 531 Etapa teológica
sacerdote siempre haga un tiempo para prestar estos servicios. Su orientación en el caso
de las vocaciones consagradas tiene un gran valor, porque está en una posición neutra al
no pertenecer a ningún instituto.
La confesión de las personas consagradas. Habitualmente son confesiones de devo-
ción, donde el arrepentimiento y el perdón se hacen con mayor finura y detalle. El hecho
de que las personas consagradas no cometan grandes pecados, que es lo normal, no
significa que no necesiten el sacramento. Habitualmente se nombran confesores para los
conventos y casas de formación. Para las religiosas de clausura este oficio incluso es dado
por el obispo. Esto muestra que se trata de una tarea típicamente pastoral.
La dirección espiritual. Se trata de una actividad muy delicada. Cuando se trata de
personas que viven un verdadero camino de santidad, el sacerdote sale profundamente
beneficiado del trato espiritual con ellas. Cuando se trata de situaciones más o menos
problemáticas se requiere de una gran prudencia y discreción. El acompañamiento a las
personas consagradas se da durante tiempos muy específicos, habitualmente condicio-
nados por sus cambios de destino. La dirección espiritual es muy necesaria en la vida de
las personas consagradas y requiere sacerdotes bien preparados para ello. Se trata de
estar disponible cuando es necesario y también de saber retirarse discretamente en el
momento oportuno.
La atención pastoral de las comunidades religiosas. Con frecuencia se nombra a los
sacerdotes capellanes de alguna comunidad religiosa, sea masculina o femenina. Ser
capellán implica mucho más que presidir la Eucaristía en el convento. Supone que el
sacerdote conoce el carisma propio de la comunidad y lo fomenta desde su propia com-
petencia. Suele implicar también la confesión de las personas consagradas y la asesoría a
la comunidad. El sacerdote ha de ser el primero en respetar las normas de funcionamien-
to de un convento, por ejemplo, la clausura. De modo que su presencia sea discreta,
claramente servicial, edificante. Ser capellán de religiosas o de un instituto secular implica,
de algún modo, la participación de su carisma.
Hay que distinguir muy bien cuatro grandes ámbitos en la vida consagrada, porque la
intervención del sacerdote es diferente en cada uno de ellos:
■ La vida apostólica o activa. Son las instituciones de vida religiosa que asumen un
apostolado. Aunque siempre conservan la vida comunitaria, están dedicados o dedicadas
a ese apostolado. Existen institutos con apostolados múltiples y otros que tienen
solamente un apostolado. Es importante conocer bien el apostolado que realizan, las
formas tradicionales de hacerlo y los retos que se les presentan. El sacerdote ayuda
muchas veces a encarnar el carisma en una realidad específica. Siempre hay la posibilidad
de colaborar en el apostolado de los religiosos asumiendo un compromiso
específicamente sacerdotal en el ámbito pastoral que cultivan.
■ La vida contemplativa. Prácticamente son mujeres porque los institutos contem-
plativos de varones cuentan con monjes ordenados para servicio del convento. El
sacerdote necesita conocer bien la espiritualidad propia de la institución monástica y sus
tradiciones específicas. Son muy diferentes en cada convento. Conviene
Itinerarios formativos 534 Etapa teológica
que tenga un respeto grande a la clausura, de modo que sea el primero que
obedece la consigna de no traspasar la clausura. Aunque sea el capellán,
sólo podrá entrar allí en casos de verdadera necesidad, como confesar a
una monja muy enferma. El contacto con la vida contemplativa suele ser
muy enriquecedor para la espiritualidad del sacerdote.
■ La consagración secular. Son los institutos de vida consagrada que son
propiamente laicales. La mayor parte de ellos realizan tareas seculares muy
diversas. Pueden vivir comunitariamente o de modo individual. Hay instituciones
que comparten ambas formas de vida. Lo importante es comprender bien su
carisma para poder fomentarlo, primero entre los mismos miembros de la
Institución, y luego en la promoción vocacional.
■ La consagración virginal. El orden de las vírgenes consagradas es muy
antiguo en la Iglesia. La consagración de vírgenes se hace siempre en el ámbito
diocesano, de modo que todas pertenecen a una Iglesia particular concreta. Pueden
vivir su consagración de modo individual o asociadamente. En muchas diócesis
existe una organización de vírgenes consagradas. Su vocación requiere un
acompañamiento muy cuidadoso.
Vida religiosa y configuración. El contacto con la vida religiosa es una
oportunidad importante para los sacerdotes. Los religiosos viven con radicalidad
el seguimiento de Cristo y especialmente la configuración con Cristo en los rasgos
históricos de su vida. El sólo hecho de contemplar su vida, más aún, la
participación de sus carismas, es de un gran enriquecimiento para la
espiritualidad sacerdotal.
C. Cierre del tercero de teología.
Corresponde en este encuentro comunitario cerrar el tercer año de teología. Ha
sido un curso centrado en la configuración, se supone que el seminarista va
descubriendo más específicamente en qué consiste ser sacerdote y va
recomponiendo su proyecto sacerdotal con los elementos que se han ido
presentando. Se puede hacer un balance recurriendo a la estructura del método,
con estas preguntas:
■ ¿Hacia qué contenidos se ha volcado tu actitud de permanecer atento?
¿Han surgido elementos del ideal sacerdotal que han resultado en algún sentido
novedosos para ti? ¿Cuáles? ¿Por qué motivo? ¿Esto te ha llevado a permanecer
atento a tus propias actitudes?
■ Los contenidos el itinerario se han centrado en tres partes, el concepto de
caridad pastoral, las tres relaciones del presbítero y las especiales encomiendas
que la Iglesia le hace. ¿Estos contenidos te han exigido liberarte de tendencias
contrarias al ideal que se ha presentado? ¿De qué tendencias en concreto?
■ ¿El itinerario de este tercer año te ha descubierto con mayor claridad la
finalidad de tu opción por el sacerdocio? ¿Has comprendido mejor la necesidad
de liberarte para prestar un mejor servicio al pueblo de Dios?
■ Los contenidos del itinerario, especialmente las prioridades señaladas, ¿te
han
Itinerarios formativos 535 Etapa teológica
ayudado a tomar decisiones para tu futura vida sacerdotal? ¿En qué consisten esas
decisiones?
Después de reflexionar personalmente, pueden compartir en grupos. Tanto la
recapitulación como este análisis final plantean una pregunta importante sobre el nivel de
compromiso que los seminaristas han asumido en su propia formación. Lógicamente, a
un año de terminar la formación en el seminario, se debe estar llegando a un compromiso
más definido. Ahora no se presenta un esquema para preparar las vacaciones. Se entiende
que los seminaristas ya tienen un hábito de prepararlas, sin embargo puede ser prudente
recordarlo.
Horario sugerido
Hora Actividad
0:00 Oración inicial: Col 1, 24 - 2, 5.
0:10 Explicación de la meta.
0:15 Recapitulación: la pastoral juvenil y vocacional.
1:15 La vida religiosa en la Iglesia y su cuidado pastoral.
2:00 Descanso.
2:15 Cierre del tercero de teología.
2:50 Consignas.
3:00 Devoción mariana.
Consignas.
■ Antes de salir de vacaciones, vuelve a revisar tu proyecto sacerdotal, e intenta
incorporar los elementos que han enriquecido tu visión del sacerdocio durante el curso
que estamos terminando.
■ Entrega por escrito tus sugerencias y correcciones al itinerario formativo de
tercero de teología con el fin de mejorarlo.
Itinerarios formativos 537 Etapa teológica
Cuarto de Teología:
Las actitudes del presbítero
Durante el cuarto año de teología se continúa la profundización en la
dinámica formativa de la configuración, pero ahora se hace desde una
perspectiva práctica. Se han puesto ya las bases para la configuración: virtudes
teologales, consejos evangélicos, caridad pastoral y prioridades sacerdotales.
Ahora pasamos a la parte modal de la existencia, Es decir, el modo práctico y
concreto como la configuración funciona en la vida diaria del presbítero, es decir,
a través de sus virtudes, actitudes y habilidades. Es difícil distinguir estas tres
cosas. Lo importante es que están ligadas entre sí: una virtud conseguida se
refleja en actitudes prácticas, y las actitudes prácticas nos llevan al desarrollo de
las habilidades correspondientes. Por ejemplo, la transparencia es una virtud, al
mismo tiempo es una actitud que la persona puede cultivar ¡ntencionalmente y,
por último, implica el desarrollo de habilidades como la de comunicar
oportunamente a los demás lo que sea necesario.
El itinerario de cuarto de teología se ha pensado recurriendo continuamente a
dos polos o referencias para la formación de las actitudes sacerdotales.
El primer polo de cada encuentro comunitario de cuarto de teología es de
carácter bíblico. Se pretende afianzar el talante contemplativo y espiritual del
itinerario a través de la meditación del riquísimo contenido de los textos del
Nuevo Testamento sobre el sacerdocio. En ellos se refleja la praxis de la Iglesia en
el discernimiento de la vocación sacerdotal. Por ello se propone en cada uno de
los encuentros comunitarios una exégesis de estos textos y se hace su aplicación a
la vida presbiteral y al mismo proceso formativo. El fin que se quiere conseguir
es que los seminaristas experimenten una aproximación a la vez crítica y
espiritual a los textos que pueden ¡luminar su proyecto de vida. Se han elegido
diez textos: Mt 18, 1-5: Hacerse como niños; Mt 20, 17-28: Los jefes deben
servir y dar la vida; Jn 13, 1-20: El lavatorio de los pies; IPe 5, 1-5: Discurso a
los presbíteros; St 3, 1-13.4, 1-5: El control de la lengua; Hech 9. 1-19; Gal 1, 11
- 2,10: Dos textos paralelos sobre el discernimiento de la vocación apostólica de
Pablo; Hech 18, 24-28: Discernimiento de la vocación de Apolo como
predicador; Tito 1, 5-9 y Tm 3, 1-3.4, 6-16: Criterios para la elección de los
presbíteros; Heb 10, 11-25: Jesús, el sumo sacerdote. Como se puede apreciar son
textos de una gran importancia en la vida espiritual de los seminaristas en
proceso final de configuración con Cristo Pastor.
El segundo polo es de carácter práctico, espiritual y sacerdotal. En cada uno de
los encuentros comunitarios se propone una actitud sacerdotal práctica para que
los seminaristas comprendan su trascendencia y se les invita a optar por ella
como un camino de configuración con Cristo Pastor. Se han elegido las siguientes
actitudes: El humilde servicio; el respeto y la cortesía; el silencio, la escucha y el
consuelo; liberalidad y magnanimidad; libertad y comunicación; disponibilidad y
corresponsabilidad. Era difícil hacer una selección, pero con estas seis actitudes
se intenta englobar el conjunto de las actitudes y habilidades que exige el
ejercicio ministerial. En el quinto encuentro comunitario se pide a los
seminaristas sus sugerencias para completar esta lista, o para
Itinerarios formativos 538 Etapa teológica
dialogar sobre otras virtudes que no están aquí consignadas o que puedan
juzgarse necesarias para el proceso formatlvo de los seminaristas desde la
realidad diocesana.
El objetivo del curso es: El seminarista sintetiza su proceso formatlvo,
continúa profundizando en la dinámica de la configuración con Cristo Pastor a
través de la reflexión sobre los textos sacerdotales del Nuevo Testamento y del
conocimiento de las actitudes sacerdotales y enriquece desde estas perspectivas
su proyecto sacerdotal.
El proceso que marcan los encuentros comunitarios se parece a una lanzadera,
que va de un lado al otro, es decir, desde la contemplación de los textos bíblicos
hasta la caracterización de las actitudes sacerdotales, dibujando un vaivén que
quiere ser armónico. Queda organizado de la siguiente manera:
■ Presentación del itinerario del cuarto año de teología.
■ Segundo: El lavatorio de los pies y la petición de los hijos de Zebedeo que
conduce a la actitud del humilde servicio.
■ Tercero: La exhortación de Pedro a los presbíteros para apacentar el
rebaño que se les ha confiado que conduce a la actitud de respeto y cortesía.
■ Cuarto: La invitación del apóstol Santiago a mantener el control de la
lengua que conduce a la actitud sacerdotal de silencio, escucha consuelo.
■ Quinto: Los relatos paralelos de la conversión y vocación de san Pablo
que invitan a reflexionar en la actitud sacerdotal de liberalidad y magnanimidad.
■ Sexto: Meditación del texto de los Hechos de los Apóstoles en el que se
discierne la vocación de Apolo como predicador, que conduce a la consideración
de la actitud presbiteral de libertad y comunicación.
■ Séptimo: Meditación de los ejemplos sacerdotales de Timoteo y Tito que
se proponen el discernimiento de la vocación presbiteral, culminando con la acti-
tud de disponibilidad y corresponsabilidad.
■ El texto de la Carta a los Hebreos sobre el sacerdocio de Cristo que ayuda
al cierre de la etapa teológica.
Itinerarios formativos 539 Etapa teológica
lado, los textos del Nuevo Testamento que reflexionan sobre el sacerdocio y, por
otro lado, las actitudes prácticas que hay que cultivar en la vida sacerdotal. Con
ello queremos a la vez profundizar en la configuración con Cristo Pastor y al
mismo tiempo aplicar esta configuración a la vida cotidiana. Queremos poner
toda nuestra atención a la vida diaria, allí donde se configura nuestra existencia
de un modo práctico y sencillo.
Los textos bíblicos que se van a reflexionar muestran en su conjunto el
profundo sentido de las actitudes prácticas en la vida cristiana y sacerdotal. El
comportamiento de los creyentes es el signo más elocuente de que el amor fraterno
es la fuerza que los mueve. Es tal su comportamiento que sólo se puede explicar
desde el amor abundante de Dios manifestado en Cristo, y en el caso de los
presbíteros recibe el nombre de caridad pastoral.
Por otro lado, se han seleccionado seis actitudes sacerdotales básicas. Por
medio de su estudio se quiere facilitar a los seminaristas la toma de conciencia de
la importancia de desarrollar éstas y otras actitudes y habilidades que
corresponden al ministerio sacerdotal. Se intenta hacer una síntesis de todo el
proceso formativo pero volcada hacia la vida práctica. Estamos en el terreno
existencial, en el que siempre es necesario afinar, corregir no sólo detalles, sino
incluso, si es necesario, las líneas básicas y los motivos profundos del
comportamiento.
B. Objetivo del cuarto año de teología.
El objetivo del curso dice: El seminarista de cuarto de teología sintetiza todo
su proceso formativo, continúa profundizando en la dinámica de la configuración
con Cristo Pastor a través de la reflexión sobre los textos sacerdotales del Nuevo
Testamento y del conocimiento de las actitudes sacerdotales y enriquece desde
estas perspectivas su proyecto sacerdotal.
C. Icono.
Se ha elegido como ¡cono el breve texto de Mt 18, 1-5. Jesús pone a un niño
en medio de sus discípulos y da la consigna: Les aseguro que si no cambian y se
hacen como los niños no entrarán en el reino de los cielos. Es interesante porque
la pregunta de los discípulos es por los primeros puestos, pero Jesús da una
respuesta abierta, que muestra la necesidad de que aquellos que ocupan los
primeros puestos se comporten como verdaderos creyentes. Todos necesitamos
cambiar y llegar a ser como niños, adquiriendo las actitudes y habilidades que
muestran la presencia de Dios en nuestra vida.
D.El proceso de los ocho encuentros.
Se han reservado el primer y el octavo encuentros para introducir y concluir
el itinerario formativo de este curso. Esto es importante porque se trata del último
curso en el seminario. Desde el principio se quiere dar a conocer el valor de la
etapa pastoral, que es la que sigue, pero a la vez valorando profundamente la vida
en el seminario, de cara al aprovechamiento de este último año. Ya desde el
principio es muy recomendable que los seminaristas vivan este curso desde la
gratitud por tantos dones recibidos de Dios y de la Iglesia a través de la
formación.
Itinerarios formativos 541 Etapa teológica
Los otros seis encuentros comunitarios están siempre divididos en tres partes:
a) La exégesis de un texto del Nuevo Testamento aplicando su contenido a la
vida presbiteral, b) La descripción de un grupo de actitudes sacerdotales que se
proponen a los seminaristas para que enriquezcan su proyecto sacerdotal, c) Un
momento comunitario de oración en torno al texto que se ha explicado. Por
medio de estos seis encuentros se pretende sólo afinar lo que ya se ha trabajado
durante los tres primeros años de la etapa teológica y, si es el caso, en el año de
servicio. Para visualizar mejor el contenido de estos seis encuentros, se
presenta a continuación un cuadro. En esta etapa final se entiende que los
seminaristas son los primeros protagonistas y corres-ponsables de la formación.
Encuentro Texto bíblico Actitudes sacerdotales
E. La aplicación de la metodología.
Ya se supone que el seminarista ha conseguido cierta habilidad para aplicar
la metodología. Tanto los textos del Nuevo Testamento como las actitudes
sacerdotales provocarán una fuerte confrontación, más en positivo que los
textos de la imagen del pastor que se presentaron al principio de la etapa
teológica. El seminarista deberá aceptar esta confrontación con docilidad y
disponibilidad. La aplicación de la metodología durante el cuarto año se puede
describir de la siguiente manera:
Estar atento al modelo sacerdotal que presentan los textos del Nuevo
Testamento y que se concreta en las actitudes y habilidades para el
ministerio presbiteral, percibiendo los datos objetivos que señalan hacia una
configuración más detallada y existencial con Cristo Pastor.
Liberarse de las actitudes contrarias que puedan existir o las capacidades no
cultivadas y por tanto no maduradas, que pueden llegar a convertirse en un
obstáculo para la misión sacerdotal. Es conveniente que esta confrontación
sea llevada al diálogo comunitario y a la entrevista con los formadores, de
modo que se pueda profundizar la necesidad de cultivar tales capacidades
libre e intencionalmente, de
Itinerarios formativos 542 Etapa teológica
Consignas.
75, 8). Los discípulos son invitados a participar de la pasión de Jesús. Tal
participación no es entendida como un requisito para tener los puestos de honor,
sino como la condición indispensable para que puedan ser fieles a su misma
condición de discípulos. Por eso Jesús los remite al Padre. Independientemente
de si ocupan o no los primeros puestos, deberán seguir a Jesús en el camino de la
pasión, esta idea queda subrayada con un enfático "beberán la copa". Pero el
ocupar los primeros puestos es siempre un don de Dios y no se debe a ningún
mérito humano. La perspectiva de la pasión es la adecuada para el discípulo
llamado a la vida sacerdotal, que es el caso de los seminaristas. Su atención
deberá estar puesta en compartir el camino de Jesús y en imitarlo, y no en el afán
miope y egocéntrico de ocupar los primeros puestos o de rivalizar con los demás.
Si los discípulos no entienden esto, están totalmente fuera de foco y son
profundamente ajenos al proyecto de Jesús.
En el texto se distingue una segunda parte que describe la reacción de los
otros discípulos (24) seguida por la enseñanza de Jesús (25-28). La indignación
de los otros diez muestra que este problema no es sólo de los hijos de Zebedeo,
sino de todos los discípulos. Los doce están ciegos porque no perciben lo que está
ocurriendo delante de sus ojos. La ceguera de los discípulos consiste en que
conservan expectativas de poder y de dominio que son incompatibles con el
seguimiento de Jesús y el servicio apostólico; en que se dejan mover por la
envidia y no por el amor. Se plantea un contraste entre lo que ocurre con los jefes
de las naciones y lo que debe ocurrir en la comunidad cristiana. El evangelista no
sólo reporta un hecho y unas palabras de Jesús, en la redacción del texto media un
análisis crítico de lo que ocurría en la comunidad cristiana. Hay quienes
ocupaban en ella los primeros puestos pero actuaban de un modo despótico y
opresor. Ya en el cuarto año de teología, los seminaristas conocen muy bien la
vida presbiteral. Saben que estos estilos contrarios al Evangelio son una realidad
bastante frecuente en el presbiterio. Es importante que adquieran una visión
crítica ante todo afán de dominio en la vida y el ministerio sacerdotal, de modo
que positivamente excluyan este tipo de comportamientos de su propio proyecto
de vida. A esta altura de la formación ya no vale argumentar que se trata de
motivaciones inconscientes, o que eso han aprendido en sus familias o en su
ambiente social. Para esto se trabajaron tales temas durante las etapas anteriores.
Un problema muy frecuente en la vida sacerdotal es la ambigüedad en esta
materia. Decimos que estamos para servir pero realmente nos dedicamos a
dominar, a aprovecharnos, nos servimos de los demás. Por eso es recomendable
una severa autocrítica.
La consigna de Jesús para quienes ocuparán los primeros puestos es bien
clara. Utiliza para ello la típica doble afirmación semítica (26-27): ha de ser
servidor y esclavo. Las palabras han sido elegidas cuidadosamente. Señalan no
sólo hacia una actitud de vida, sino también hacia el puesto social más bajo. El
término "esclavo" tiene fuertes resonancias en el contexto social de la época.
Quien ocupa los primeros puestos en la comunidad cristiana ha de colocarse
intencional y libremente en el último lugar, haciendo las funciones de un humilde
servidor. Tomando esta postura no hace sino imitar al Hijo del hombre, que no ha
venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida en rescate por todos (28). La
expresión remite al anuncio de la pasión y
Itinerarios formativos 545 Etapa teológica
a los cantos del siervo del profeta Isaías. Los seminaristas deben hacer una
opción libre, radical y clara por el humilde servicio. Esta actitud es la esencia de
todo ministerio eclesial y se erige como la clave fundamental del discernimiento
vocacional, más aún del ministerio sacerdotal. En la dinámica personal del
seminarista de cuarto de teología ha de constatarse positivamente esta opción, y
ella ha de ser capaz de aglutinar y ordenar su vida. Los seminaristas deben estar
ya convencidos de que son personas destinadas para el servicio, capaces de dar su
vida, humildes en el servicio.
Jn 13, 1-20. Probablemente existieron dos relatos independientes del lavatorio
de los pies. En el primero (6-11) se describe la acción profética de Jesús como un
signo que revela el misterio de Cristo, un misterio que los discípulos aún no son
capaces de comprender. El segundo (12-20) presenta la acción de Jesús como un
ejemplo para los discípulos, una acción que deberán imitar. La introducción es
compleja (1-5) porque conserva el inicio de ambos relatos y a la vez introduce al
tema de la traición de Judas (21-30). El texto está relacionado con el que hemos
estudiado antes en Mt 20 porque pone en el corazón de la vida discipular el
humilde servicio. Lavar los pies era una acción propia de los esclavos. El texto
paralelo de Lucas une la institución de la Eucaristía al logion sobre el servicio
(Le 22, 14-30); representa así un punto intermedio entre el texto de Mateo y el de
Juan. En los tres casos, ocupar los primeros puestos y presidir la celebración
eucarística supone y exige una actitud de humilde servicio. El término "esclavo"
es utilizado también por san Pablo cuando intenta profundizar en el tema del
ministerio ordenado en 2Cor 4, 5.
El primer dato que llama la atención es la autoconciencia de Jesús (Jn 13, 1.3)
toda la densidad de conciencia que supone la institución de la Eucaristía está
concentrada en el servicio. En este acto de Jesús que lava los pies de los
discípulos está resumiendo su propia existencia radicalmente entregada al
servicio de los demás. El servicio tiene un sentido sagrado, un valor profundo,
que hunde sus raíces en la identidad personal de Jesús y marca un camino de
identificación para el discípulo. Él está entre nosotros como el que sirve. Los
gestos, descritos con detalle, muestran una acción realizada con toda la
intencionalidad. El servicio es para Jesús la expresión más acabada y auténtica
del amor.
Nuevamente se constata la dificultad de los discípulos para comprender el
modo de pensar y de actuar de Jesús. Todo el diálogo con Pedro sobre si se deja
lavar o no (6-10) gira en torno a esta participación y se resume en la sentencia de
Jesús: lo que estoy haciendo, tú no lo puedes comprender ahora lo comprenderás
después (7). No tiene nada de extraño que el discípulo no comprenda lo que hace
el Maestro. Lo mismo ocurría en los textos de Mt 20 y Le 22. Sin embargo, la
participación en el modo de vida de Jesús es necesaria. Se dará plenamente después
de su resurrección.
La tercera parte del texto se refiere a la imitación del gesto de Jesús. Se
presenta un argumento contundente. Si Jesús, siendo el Maestro y el Señor, ha
asumido la condición del esclavo lavando los pies a los discípulos, ellos deberán
hacer lo mismo entre sí y con los demás, porque no pueden pretender ser más que
quien los envía, ocupando las posiciones de privilegio que Jesús rechazó. Así se
establece un vínculo necesario
Itinerarios formativos 546 Etapa teológica
para servir que para ser servido. Este servicio material tiene una especial
relevancia cuando los destinatarios son los pobres, los jóvenes, y todos aquellos
que se encomiendan especialmente a su cuidado pastoral. Que llegue a ser un
hombre conocedor del servicio, hábil para servir en muy diversas circunstancias,
habituado al servicio y con una marcada tendencia a colocarse en una posición
humilde. En varias instituciones a lo largo de la historia se proponía una
experiencia de servicio material, por ejemplo, en hospitales, como cauce para el
discernimiento de la vocación sacerdotal. El servicio material pasa también por el
tamiz de servirse a sí mismo, sin esperar o exigir que otros se hagan cargo de
cosas tan simples como limpiar su habitación, lavar su ropa o preparar la comida.
El servicio sacerdotal. Se trata del servicio que está llamado a prestar
propiamente como sacerdote. Por ejemplo, el servicio de confesar, de visitar a los
enfermos, de predicar, de acompañar personas y grupos, de consolar, etc. Aquí el
término "servicio" adquiere resonancias de carácter laboral y profesional. Es
decir, debe realizar su ministerio como un verdadero servicio profesional, con la
calidad que le corresponde y con la pronta disponibilidad que expresa su entrega a
los demás. Es lo que se pide a cualquier trabajador. Así se perfila una actitud
servicial en el ejercicio ministerial. Lo más opuesto a ello es la actitud orgullosa
o interesada de quien busca de alguna manera su propio provecho, o de quien
hace las cosas de mala gana, como por obligación, pero no se pone
verdaderamente al servicio.
La preferencia por lo gratuito. En un mundo en el que todo parece cobrarse y
en un ambiente eclesial en el que también se cobran los servicios sacerdotales,
tiene una gran importancia que el sacerdote haga una opción por lo gratuito.
Conservar siempre tiempos dedicados gratuitamente a los demás, por ejemplo, en
la dirección espiritual, en la atención a las personas que nunca van a pagar, en la
confesión, en la pastoral juvenil, en la formación. Despegarse cada vez más de
cualquier beneficio, sea económico, afectivo o social, para prestar el servicio con
verdadero desprendimiento. Esto se logra gradualmente y exige pequeñas
decisiones en la línea de la gratuidad. La consigna evangélica es bien clara: den
gratuitamente lo que han recibido gratuitamente (Mt 10,8).
La cercanía a los que sirven. En el ejercicio de su ministerio el sacerdote tiene
relación con todo tipo de personas. Se espera de él una especial cercanía a todos
los que sirven en cualquier ámbito y una sentida valoración de su trabajo, por
ejemplo, las personas que sirven en la cocina, en la limpieza, en la recolección de
la basura, en cualquier trabajo humilde, comenzando por los empleados de su
propia casa. Que el sacerdote no sea lejano a los sencillos, sino profundamente
solidario con ellos. De modo que siempre ponga atención a su presencia, valore
su trabajo y se disponga a echar una mano y a servir junto con ellos. Esto es
especialmente importante cuando en los diversos apostolados las personas
prestan este tipo de servicios voluntariamente. La misma actitud se espera en
relación con quienes sirven en tareas apostólicas, como los catequistas, los
animadores y asesores de la pastoral juvenil, los profesores, etc. El presbítero es
una persona muy capaz de infundir en todas las personas con quienes se
relaciona una mística del servicio, que tiene su máxima profundidad en
Itinerarios formativos 548 Etapa teológica
Jesús siervo.
Oración compartida. Mt 20, 17-28. Hacer un momento de oración
compartida en torno al texto de Mateo, en la línea de la contemplación de Jesús
que se pone al servicio entregando en él su propia vida. Desde este segundo
encuentro, se pide a los seminaristas que lleven su Biblia, de modo que la puedan
utilizar en el estudio y en la oración. Procurar la utilización de un método de
oración bien depurado, que sea práctico para lo que se pretende. Importa mucho
que la oración sea compartida, de modo que se toquen las resonancias personales
que surgen en torno al tema del humilde servicio, y así en los encuentros
sucesivos.
Horario sugerido
Hora Actividad
0:00 Explicación de la meta.
0:10 Recapitulación: la etapa filosófica.
0:45 El humilde servicio en los Evangelios:
Mt20,17-28 y Jn 13, 1-20.
1:45 Descanso.
2:00 El humilde servicio en la vida sacerdotal
2:30 Oración compartida.
2:55 Consignas.
3:00 Salida
Consignas.
■ Haz una lista de las actitudes y habilidades para el humilde servicio que
necesitas desarrollar y aplicar en el mismo contexto del seminario, y haz un
esfuerzo por ponerlas en práctica, observando las reacciones de las personas que
te rodean. Por medio de este ejercicio intenta comprobar en la práctica la tras-
cendencia que tiene el servicio en la vida sacerdotal.
■ Define los ámbitos en los que puedes aplicar la actitud de humilde
servicio. ¿En cuáles de ellos te pones con mayor o menor claridad al servicio?
Puedes considerar los siguientes: en el curso, en el seminario, con tu familia, en el
apostolado, con los empleados del seminario, en los momentos en los que se hace
urgente el servicio.
Itinerarios formativos 549 Etapa teológica
comportamiento de las personas, sino que va más allá, hacia su misma esencia. El
hombre que ha cometido un crimen no es despreciable en sí mismo; podemos
reprobar su comportamiento, pero hay que reconocer su amabilidad objetiva,
porque él mismo sigue siendo un hombre. Este es el fundamento de la consigna
evangélica del amor a los enemigos. Si no existiese allí un don objetivo, no se
podría amar al malo.
Podemos dar un paso existencial hacia el respeto cuando intentamos
permanecer atentos al valor objetivo que está presente en las cosas y en las personas.
Esta actitud se puede ensayar en muy diversos ámbitos, por ejemplo, reconocer el
valor objetivo de una pieza musical o de un objeto artístico, descubrir el valor
objetivo de la naturaleza, calibrar el valor objetivo del argumento que presenta
otra persona, reconocer el valor objetivo de la práctica profesional que se realiza
en un hospital, reconocer el valor incuestionable de los sentimientos de una
persona. En la evangelización tiene una función central el reconocimiento de la
amabilidad objetiva, porque esto es precisamente lo que Dios ha hecho con
nosotros y nos ha sido revelado por Cristo. Dios nos ha amado cuando éramos
pecadores, cuando nos habíamos alejado, incluso cuando no lo habíamos respetado.
En este tipo de valoración ya no rige la reciprocidad, sino la gratuidad y la
profundidad de la verdad. Evangelizar es dar a los demás la buena noticia de que
son valiosos en sí mismos y por ello dignos de ser amados, yendo más allá de
todas las limitaciones humanas, de todos los pecados y de toda maldad. Este
principio es aplicable a cualquier ámbito pastoral: la pastoral penitenciaria, la
pastoral juvenil, la pastoral social, la pastoral familiar. Por eso es terriblemente
contradictorio que exista la falta de respeto en las relaciones evangelizadoras, por
ejemplo, cuando lo que funciona realmente son los juicios y los prejuicios sobre
los demás.
De esta manera queda claro que en la tarea evangelizados el respeto a los demás
es absolutamente necesario. Tanto más en el ejercicio del ministerio presbiteral.
¿A quién tiene que respetar el sacerdote? Dicho en bulto, a toda persona y a toda
institución, porque el respeto ha de ser su modo de estar entre los demás. Pero,
concretando, puede ser de mucha utilidad presentar una lista: a) A las personas
que forman parte de la comunidad cristiana, en la triple relación que define su
ministerio: al obispo, a los co-presbíteros y a los fíeles, b) A las personas que
ejercen funciones en el ámbito civil: el gobernante, el policía, el servidor público,
el vendedor, c) A toda persona que pueda verse marginada o cuya dignidad no sea
reconocida: los pobres, los enfermos físicos o mentales, los jóvenes, los extranjeros,
los huérfanos, d) A quienes son juzgados y rechazados en cierto ambiente social: los
presos, los divorciados, las personas homosexuales, los enfermos, e) A las
instituciones con las que entra en contacto: el gobierno, los hospitales, las
instituciones educativas, f) A la cualificación profesional de quien presta un
servicio: el carpintero, el albañil, el mesero, el arquitecto, el médico y la enfermera,
el sacristán, la secretaria, el empleado doméstico. En cada uno de estos ámbitos el
sacerdote tiene motivos de sobra para reconocer el valor de las personas y de las
instituciones y para permanecer atento a su amabilidad objetiva.
La cortesía es el efecto práctico y la expresión intencional de una actitud
respetuosa. Es el modo adecuado de relacionarse con los demás. Constituye un
verdadero arte que consiste en dar su lugar a los demás, facilitando que se sientan
apreciados y valorados.
Itinerarios formativos 552 Etapa teológica
Una persona madura es capaz de expresar esta valoración con autenticidad. Para el
creyente la cortesía está relacionada con la bendición. Bendecir significa decir bien de los
demás, es decir, pronunciar, proclamar, publicar el bien objetivo que existe en ellos. De
modo que se sepan reconocidos, estimados, escuchados, valorados y se promueva que
sean reconocidos, estimados, escuchados y valorados por todos. Esto es lo que Dios ha
hecho con nosotros. No sólo nos ha respetado, sino que ha sido cortés con nosotros, nos
ha llenado de toda clase de bendiciones.
El acto de bendecir es parte del oficio sacerdotal. El sacerdote no lo realiza princi-
palmente en el propio nombre, sino en nombre de Dios. Por ello es importante que el
sacerdote sea portador de una extraordinaria bendición, cultivando intencional y
libremente una actitud bene-dicente. Se pueden describir varios momentos sucesivos por
los cuales se pone en práctica esta actitud cortés: a) Poner verdadera atención a los
aspectos positivos de las personas, de los grupos y las instituciones. Esto al grado de que
llegue a una auténtica convicción del bien que allí permanece y tiene ante sus ojos. La
primera acción benedicente consiste así en pensar bien. Implica considerar amablemente
lo bueno y dejar de lado lo malo que pueda haber. Para realizar esta acción es necesario
que antes la persona haya confrontado lo bueno y lo malo que hay en sí misma, y llegue
a un nivel suficiente de apropiación de sí mismo en ambos sentidos. Se supone que esto
se ha trabajado en la etapa filosófica, b) Después de reconocer lo bueno, la segunda
acción consiste en retro-alimentarlo. Esto se hace principalmente sin palabras; se expresa
con gestos de acogida, de consideración, de atención, de delicadeza. Se trata de tender
una mirada amorosa sobre los demás, sus iniciativas, sus pensamientos, sus sentimientos,
contemplando con buenos ojos su realidad. Para esto hace falta que la persona se libere
de cualquier clase de prejuicios, c) Una tercera acción consiste en reportar eso bueno,
manifestando la cercanía y el aprecio. Hay muchas maneras de dar este paso: poner
atención a lo que el otro dice y dedicarle el tiempo, elogiar su punto de vista, incorporar
su opinión, consultarle honestamente, d) El verdadero interés por las cosas del otro se
traduce en la posibilidad de aportar para que sean aún mejores, haciéndolo con delica -
deza y finura. Aportar un elemento nuevo, ofrecer una corrección o advertencia, ayudar
al otro a que tenga una visión más amplia, enriquecer su punto de vista.
Todas estas acciones merecen el calificativo de "corteses" porque todas ellas expresan
el respeto por la otra persona. Si podemos hablar de una cortesía personal, también se
puede considerar la cortesía institucional. Es decir, las actitudes que se han descrito en
relación con la otra persona, pueden ser cultivadas decididamente en relación con las
instituciones. En la Iglesia esto es importante porque los presbíteros se relacionan conti-
nuamente con instituciones: la curia diocesana, la oficina de la economía de la diócesis,
las congregaciones religiosas, los movimientos apostólicos, los grupos juveniles. Es una
gran injusticia hablar mal de estas instituciones porque habitualmente tales juicios depen-
den de una generalización. Al contrario, parece conveniente tener la mayor delicadeza
con ellas y bendecirlas continuamente. En todas estas instituciones existe una historia
objetiva de santidad y de amor que es fundamental reconocer antes de si quiera interve -
nir en ellas. Algo similar hay que decir de las actitudes del presbítero ante las instituciones
civiles, gubernamentales o sociales.
Itinerarios formativos 553 Etapa teológica
Consignas.
■ Haz un análisis valiente de las situaciones en las cuales te ha faltado el respeto y
la cortesía, tanto ante las personas como ante las instituciones. Después de conseguir una
lista, intenta poner atención a los aspectos positivos que tendrías que haber resaltado.
Comparte este análisis con los formadores. Incluye en la materia de tu confesión los
momentos en los cuales hayas pensado o hablado mal de ellas.
■ Intenta localizar dos o tres situaciones de tu vida diaria en las que te gustaría
crecer en tu actitud de respeto y cortesía y pon un esfuerzo especial por conse guirlo,
aplicando para ello los medios espirituales y humanos que sean necesarios.
■ Investiga un poco más sobre el valor humano de la cortesía y su interpretación
cristiana.
Itinerarios formativos 554 Etapa teológica
fuente que no puede producir a la vez agua dulce y amarga; la higuera que no
puede dar aceitunas e higos; el mar que no puede tener agua dulce (11-12).
En la última parte del texto el autor busca la raíz de este comportamiento
ambiguo (13-18). El hombre verdaderamente sabio se deja conducir por el amor,
por la sabiduría que procede de lo alto. Pero el hombre que hace daño con su
lengua, tiene envidia y ambiciones en el corazón, se siente superior a los demás y
vive en la mentira (14-15). La sabiduría se reconoce por la abundancia de la
rectitud, la justicia, la paz, la tolerancia y la comprensión (17-18).
En el camino de la configuración con Cristo, quien abrió su boca para enseñar
la palabra de Dios, tiene una importancia central el uso que hacemos de la
palabra, por supuesto en el sentido litúrgico, pero también en el sentido más
ordinario. Merece la pena hacer un continuo examen de nuestro uso de la palabra.
Así se nos plantea una buena pregunta: ¿Qué es lo que me mueve a hablar? ¿El
don que viene de lo alto? ¿O la envidia, la rivalidad y la ambición, de cualquier
tipo que sea? ¿De qué está lleno mi interior?
B. El silencio, la escucha y el consuelo del sacerdote.
Dice un proverbio chino que Dios dio al hombre una boca y dos orejas para
que escuche el doble de lo que habla. La reflexión sobre el texto del apóstol
Santiago nos obliga a considerar un conjunto de actitudes y habilidades en torno al
silencio, la escucha, la prudencia en el hablar y el control de la lengua que son muy
provechosas en la vida sacerdotal. A la base de estas actitudes y habilidades está lo
que se ha tratado en los encuentros anteriores: el humilde servicio, el respeto y la
cortesía. Una reflexión sobre el silencio y la escucha en el ámbito sacerdotal tiene
como referencia obligada el entrañable recuerdo de Jesús, en una continua
experiencia de silencio y de apertura al misterio del Padre y con una capacidad
extraordinaria para la escucha y para consolar a los demás en medio de las
situaciones de sus vidas.
Partimos del silencio como actitud espiritual. Ya se ha reflexionado sobre esto
desde el curso introductorio. El sacerdote, como persona espiritual, debe estar
acostumbrado al silencio. Entonces se reflexionaba sobre el silencio exterior, el
silencio interior y el recogimiento como grados del silencio en la vida espiritual.
Para guardar silencio es necesario un cierto autocontrol, pero al mismo tiempo el
silencio conduce a una actitud contemplativa. Por medio del silencio llegamos a
ser más respetuosos con la realidad que nos rodea, con la naturaleza, con el
ambiente y especialmente con las personas. En el silencio se crea un espacio de
reflexión, desde el cual el pensamiento será más fecundo y las respuestas ante la
realidad y ante los demás serán más ponderadas y estarán más relacionadas con los
criterios espirituales. En muchas ocasiones el sólo hecho de guardar silencio es ya un
bien en sí mismo. El silencio contemplativo es, de esta manera, muy recomendable
en la vida pastoral. El sacerdote deberá ser el hombre del silencio, y por ello, de la
palabra serena y cualificada, de la intervención acertada y delicada. En la
sociedad tecnificada hay dificultades para el silencio, sobre todo cuando la persona
se ve invadida por los medios de comunicación, pero después de todos estos años
de formación, los seminaristas debieron haber conseguido ya avances
significativos.
Itinerarios formativos 556 Etapa teológica
Iglesia. Por ello necesita saber responder según Dios, es decir, guiado por la
experiencia del misterio y por los criterios que vienen bien expresados en el
Magisterio de la Iglesia. Es muy contradictorio con el ideal sacerdotal ser una
persona de lengua floja, un parlanchín imprudente o un fanfarrón. El hablar
sacerdotal está muy unido a una preciosa función: el consuelo. San Pablo reporta
que en su ministerio consolaba a los creyentes con el consuelo que a su vez recibía
de Dios (2Cor 1,4). Consolar espiritualmente es más que atenuar un dolor u ofrecer
cierta iluminación; se trata de que las personas descubran la voluntad de Dios en
sus vidas y se experimenten profundamente unidas a él. Esta experiencia es con
frecuencia fruto de la escucha y de buen hablar de un pastor.
Horario sugerido
Hora Actividad
0:00 Explicación de la meta.
0:10 Recapitulación: Aprendiendo de los errores.
0:45 El control de la lengua: Si 3, 1-18.
1:45 Descanso.
2:00 El silencio y la escucha en la vida sacerdotal.
2:30 Oración compartida.
2:55 Consignas.
3:00 Salida
Consignas.
■ Indudablemente, la primera obra buena que hace el hombre es pensar bien,
y después, hablar bien. Durante este mes haz ensayos de un positivo
hablar bien de los demás, de las personas y de las instituciones, de los
compañeros y de la autoridad. Observa los efectos que ese bendecir tiene
en los demás. Observa también tus sentimientos cuando das este paso.
Puedes tomar nota de ello para que tu análisis sea más objetivo.
Itinerarios formativos 558 Etapa teológica
4° de Teología / Quinto encuentro comunitario
Liberalidad y magnanimidad
Meta. El alumno de cuarto de teología reflexiona sobre la necesidad de la liberalidad para con los
demás, confronta sus actitudes de poca generosidad y asume como parte de su proyecto sacerdotal una
inclinación al perdón de las ofensas.
Contenido.
A. Hch 9, 1-19; Gal 1,11 - 2, 10.
El caso de la conversión de san Pablo es muy especial. La comunidad cristiana necesitaba discernir la
autenticidad de su vocación porque estaba predicando justamente el que antes había sido el perseguidor de la
comunidad. Los textos conservan la referencia cercana a esta experiencia viva de duda, de sospecha y de
temor por parte de la comunidad. Queremos examinar el caso con cuidado, recurriendo a los dos textos
paralelos.
El texto de los Hechos de los Apóstoles ha sido cuidadosamente elaborado en torno a una serie de
rasgos espectaculares -caída, luz esplendorosa, ceguera, visión de Ananías, escamas en los ojos- rasgos que
tienen un profundo sentido simbólico: quedar indefenso, ser conducido de la mano, ser admitido en la
comunidad, ser iluminado por los humildes. Al leerlo comparativamente se puede descubrir que se trata
precisamente de una situación espiritual, más que de un relato histórico. El relato de Calatas es mucho más
breve y austero. Esta brevedad demuestra que lo importante para Pablo no es su conversión, en el sentido
personal, sino la misión encomendada. Esta escueta descripción nos pone en guardia ante una lectura
demasiado literal de la amplia y milagrera descripción de Hechos.
Se puede comenzar distribuyendo a los seminaristas en dos grupos. A unos se les da el texto del libro de
los Hechos y a otros el de Calatas. Se les pide que respondan a estas preguntas: a) ¿Cuáles son las
circunstancias en las que se discierne la vocación apostólica de Pablo? b) ¿Quién es el sujeto del
discernimiento vocacional? c) ¿Cuáles son los criterios que se proponen para discernir la vocación?
Itinerarios formativos 559 Etapa teológica
Trabajan primero personalmente y luego como grupos. Al finalizar se hace una puesta en común, que
quedaría más o menos así:
Hechos 9, 1-31. Cali, 11-2,10.
Circunstancias Circunstancias
Saulo perseguía a la comunidad cristiana. Por medio de una Una revelación de Jesucristo. Pablo
visión Jesús le hace comprender su pasado y le revela un perseguía a la Iglesia. Su celo por las
destino nuevo. tradiciones.
Las circunstancias del llamado de Pablo son extraordinarias. Su celo por las tradiciones paternas,
aunque tenía un objeto equivocado, es visto en ambos textos como base para su futuro ministerio
apostólico; deberá vivir el apostolado con un celo similar y deberá sufrir por Cristo. La tensión que
presentan los textos no es sólo una figura literaria, fue una tensión real, la que produjo el cambio de Pablo,
al transformarse de perseguidor en perseguido.
El sujeto del discernimiento es muy amplio. Intervienen varias comunidades, los apóstoles y personas
concretas como Ananías y Bernabé. Se comprueba nuevamente que en la medida en que el problema
afecta a la Iglesia y a su misión, intervienen más personas. La vocación de Pablo no es un asunto personal
sino comunitario y eclesial.
Los criterios del discernimiento se consiguen examinando los comportamientos concretos de Pablo
que muestran la autenticidad de su amor por la comunidad cristiana y su entrega a la predicación. Estos
criterios se pueden clasificar de la siguiente manera:
80) Docilidad-disponibilidad para ser ayudado e instruido. Lo primero que llama la atención es que
Pablo ha pasado humildemente por un proceso de conversión, de acompañamiento y de instrucción por parte
de la comunidad. Ha sido llevado de la mano, levantado, curado, bautizado, instruido. Nada más contrario a
esta realidad que cierta imagen de un Pablo orgulloso e individualista.
81) Ejercicio del ministerio de la predicación. Como en el caso de Apolo (Hech 18,
Itinerarios formativos 560 Etapa teológica
Horario sugerido
Hora Actividad
0:00 Explicación de la meta.
0:10 Recapitulación: Saber hablar y saber callar.
0:45 Hch9, 1-19; Gal 1, 11-2, 10.
1:45 Descanso.
2:00 Liberalidad y magnanimidad.
2:30 Oración compartida.
2:55 Consignas.
3:00 Salida
Consignas.
■ Pregúntate seriamente en qué medida has aprendido a ser liberal y magnáni-
mo. ¿En qué ámbitos o en qué relaciones necesitas un crecimiento en estas
dos virtudes?
Itinerarios formativos 562 Etapa teológica
Libertad y transparencia
Meta. El alumno de cuarto de teología, iluminado por la reflexión bíblica, critica su propio modo de
proceder y asume actitudes de profunda libertad y de transparencia como parte de su proyecto sacerdotal.
A través de los encuentros comunitarios el grupo de cuarto de teología ha reflexionado sobre las
virtudes, actitudes y habilidades del sacerdote. Se pide a los alumnos que expresen por escrito qué ha
significado para ellos esta reflexión. Posteriormente comparten con el grupo. Después de escucharlos, los
formadores piden a los seminaristas que sugieran otras virtudes, actitudes o habilidades del sacerdote que no
están incluidas en el programa. Si se juzga oportuno, se pueden incluir aún en el siguiente encuentro
comunitario.
Contenido.
Un primer dato que nos interesa resaltar consiste en que se discierne el ministerio en ejercicio, es decir,
Apolo ya está predicando el nombre de Jesús y lo hace de una manera extraordinaria. Sin embargo su
dedicación a la predicación es objeto de discernimiento porque es de una gran trascendencia para la Iglesia,
que se halla en plena fase de expansión. La vocación se haya así en un continuo discernimiento. Así la vivió
Jesús y así han de vivirla sus discípulos. De modo que no es algo ya conseguido y acabado, sino siempre
algo por construir y por mejorar. Lo que prima no es la realización de la persona que ejerce un ministerio,
sino la mejor realización de la misión.
Hay, por último, una serie de argumentos en torno al ejercicio mismo de la predicación: Era hombre
elocuente, que dominaba las Escrituras (24). Aquí más bien se refieren a su preparación remota para ejercer
la predicación. Hablaba con fervor de
Itinerarios formativos 563 Etapa teológica
Consignas.
■ Examínate sobre estas dos actitudes de libertad y transparencia, ¿cómo las
has vivido en tu proceso formativo? Haz un esfuerzo por relacionarte con
los demás, especialmente con los formadores y los compañeros de curso,
con mayor libertad y transparencia.
Itinerarios formativos 565 Etapa teológica
de los espacios, sustituirles cuando sea necesario. Sobre todo redunda en una
presencia simpática, cercana, eficaz, comprensiva, alentadora. Las personas que
colaboran con el sacerdote esperan este tipo de actitudes. La corresponsabilidad
con los fieles se da también a nivel institucional, cuando el presbítero colabora con
instituciones de muy diverso tipo, como los colegios, o los hospitales católicos;
como las asociaciones laicales y los movimientos eclesiales; como las
congregaciones religiosas y sus casas de formación.
En nuestro tiempo, en una comunidad diocesana organizada, la disponibilidad
y la corresponsabilidad tienen un rostro nuevo: el plan diocesano de pastoral y las
comisiones diocesanas. Cada vez más se subrayan las acciones globales, facilitadas
por las comunicaciones. Los cambios de vida que la presencia de los medios
técnicos y la facilidad para las comunicaciones y los transportes han provocado en
nuestra vida afecta directamente a la disponibilidad y la corresponsabilidad, que
ahora es más amplia, más ágil, más versátil.
Horario sugerido
Hora Actividad
0:00 Explicación de la meta.
0:10 Recapitulación: Otras virtudes, actitudes y habilidades
sacerdotales.
0:45 Rasgos del comportamiento de los presbíteros. Tito 1,5-9
y lTm 3, 1-13.
1:45 Descanso.
2:00 La disponibilidad y corresponsabilidad.
2:30 Oración compartida.
2:55 Consignas.
3:00 Salida
Consignas.
■ Lleva a tu oración personal los textos de Tito y Timoteo. A partir de ellos
pregúntate: ¿Qué actitudes-habilidades necesito desarrollar para servir mejor al
pueblo de Dios? ¿Qué actitudes negativas tengo que confrontar y trabajar para
que no sean un obstáculo en la evangelización?
■ Intenta hacer una síntesis de las actitudes sacerdotales que han sido objeto
del itinerario de cuarto de teología, de modo que puedas hacer un balance de las
actitudes y habilidades que necesitarás desarrollar durante la etapa pastoral.
Prepara esta síntesis para compartirla en el último encuentro comunitario.
Itinerarios formativos 571 Etapa teológica
creyentes para otros es el mejor estímulo para continuar amando y para hacer el
bien, sin abandonar la reunión comunitaria y litúrgica (24-25).
Nos interesa reflexionar sobre este texto al final de la etapa teológica porque
muestra la esencia de la configuración con Cristo: la transformación del
corazón. La liturgia cristiana no es una mera acción externa, sino que nace de lo
profundo, de la interioridad del hombre iluminada por la Palabra y por el
Espíritu y expresada en las formas externas. Este es el camino de la auténtica
espiritualidad y específicamente de la espiritualidad sacerdotal. La ofrenda de
Cristo que ofrece el presbítero deberá ser antes, durante y después del rito,
ofrenda de su propia vida, realizada en primera persona, en obediencia a la
voluntad del Padre.
B. Cierre de la etapa teológica.
No puede pasar desapercibido el hecho de que éste es el último encuentro
comunitario que vivirán los seminaristas dentro del seminario. Indudablemente
se trata de un momento importante en su vida. Se propone cerrar el proceso
recapitulando todo el proceso formativo desde un triple plano: el de la
maduración de su fe, el de la maduración humana y el de la conciencia
vocacional. Con ello se quieren retomar los elementos más esenciales del
proceso. Puede ser útil la siguiente plantilla:
Maduración de la fe. Reporta Maduración humana. Reporta Conciencia vocacional.
algunos rasgos de maduración algunos rasgos de maduración Reporta la evolución de tu
de tu vida de fe en cada etapa. de tu personalidad en cada compromiso vocacional en
etapa. cada etapa.
Etapa previa
Seminario
menor
Etapa
introductoria
Curso
introductorio
Etapa
estructuradora
Etapa filosófica
Etapa
configuradora
Etapa teológica
su formación, que serán coordinados por el rector del Seminario. Esto implica que
las actividades formativas tendrán la prioridad. La etapa tiene una vinculación
central con el proceso de órdenes, de modo que la preparación y realización de
cada uno de los pasos van a ser elementos muy significativos.
En la mayoría de los seminarios de México y en otras naciones apenas se está
dibujando la etapa pastoral. Por ello puede ser útil que se les expliquen las
distintas modalidades por las que es posible que se realice esta etapa.
■ Dentro del seminario. Esta es una estructura más clásica. En algunos
seminarios el proceso de órdenes se hace durante el cuarto año de teología o en un
quinto año de teología, a veces adquiere la forma de una síntesis de los estudios,
otras veces la de una comunidad de ordenandos. El punto es que se realiza dentro
del seminario. Esta modalidad tiene la ventaja de que todo está organizado y de
que garantiza los momentos formativos. Pero tiene la desventaja de que puede ser
lejana a la realidad pastoral y a la convivencia que después se dará en un equipo
presbiteral.
■ En una vivienda común. En algunas diócesis se ha implementado una casa
para la etapa pastoral. Allí viven los seminaristas todo su proceso de órdenes o
parte de él, bajo el cuidado de algún sacerdote, y asisten a sus lugares de
apostolado durante el día. Tiene la ventaja de que se forma una comunidad tipo
cenáculo y se garantiza la participación en actividades formativas, pero existe el
riesgo de que la experiencia pastoral pase a un segundo plano o que se entienda
como un mero trabajo u oficio con el cual hay que cumplir en unas horas
determinadas.
■ Inserto en la tarea pastoral. Esta forma se da cuando el seminarista vive en
una parroquia o en otra realidad pastoral, compartiendo en un equipo sacerdotal.
Tiene la ventaja de que facilita una verdadera inserción en la realidad, tanto de la
actividad pastoral como del equipo, del decanato y del presbiterio. Sin embargo,
al estar dispersos los seminaristas, se hace más difícil garantizar un buen acompa-
ñamiento y la participación en las actividades formativas.
Como se puede apreciar, cada modalidad tiene ventajas e inconvenientes. Es
difícil garantizar una buena experiencia porque están implicados muchos factores.
Algunos dependen del mismo seminarista en etapa pastoral; otros, de la
organización que hace el seminario; otros de los responsables del lugar donde se
realiza el apostolado. En todo caso las actitudes del seminarista serán determinantes,
muy en especial su transparencia y disponibilidad con quienes están encargados de
su formación. Queda más patente que él es el primer responsable de su propia
formación.
Importancia de evitar las comparaciones. El proceso de órdenes es
estrictamente personal. Aunque las actividades formativas se realicen como grupo,
es fundamental que todos acepten el carácter personal del proceso. Por ello hay que
evitar cualquier clase de comparaciones y de sentimientos de adelantarse o
atrasarse en el proceso. Al contrario, hay que insistir en que cada proceso es único.
En el caso de que tarde más tiempo, habrá que considerar ese tiempo más largo
como una oportunidad de maduración. En todo caso, es mejor dar estos pasos
despacio que con demasiada prisa. El proceso requiere una
Itinerarios formativos 574 Etapa teológica
atención muy personalizada de los formadores, que les ayudarán a vivirlo con
serenidad y alegría.
Es conveniente explicar la modalidad concreta como se va a realizar esta
etapa e incluso dar la fecha y el lugar de la primera reunión comunitaria.
Horario sugerido
Hora Actividad
0:00 Explicación de la meta.
0:05 Recapitulación: Las actitudes sacerdotales.
0:30 Heb 10, 11-25: El sacerdocio de Cristo.
1:15 Cierre de la etapa teológica.
2:00 Descanso.
2:15 La etapa pastoral.
2:50 Consignas.
3:00 Devoción mariana.
Consignas.
■ Ponte en comunicación con quien sea necesario para que puedas iniciar la
etapa pastoral en el momento más conveniente.
■ Entrega por escrito tus sugerencias y correcciones al itinerario formativo
de cuarto de teología con el fin de mejorarlo.
12. Itinerario para la etapa pastoral (de concreción)
1er. encuentro. El candidato hace una síntesis de su proceso formativo, lCor9, 19-23. He tratado
La inserción pastoral. localiza los puntos de crecimiento que han quedado de adaptarme a todos.
pendientes y se prepara para la inserción en la realidad
pastoral.
2° encuentro. El candidato dialoga con los demás sobre las ventajas y Mt 23, 8-12. Todos
La fraternidad presbiteral. dificultades que ha encontrado en la inserción pastoral y ustedes son hermanos.
adquiere una visión crítica de su propio comportamiento
fraterno.
1er encuentro. El candidato, habiendo asumido la inserción pastoral, Ef4, 1-13. Salmo
La ministerialidad eclesial. sitúa su propia vocación en el contexto de la 133. Jn 13, 31-
ministerialidad de la Iglesia y profundiza en la valoración 35.
de todos los ministerios y vocaciones.
3er. momento formativo. El candidato solicita el orden sagrado del diaconado, se ICor 12, 4-11: Los
Preparación para el prepara para recibirlo y reflexiona sobre los compromisos diversos dones del
diaconado. del celibato eclesiástico y de la oración con el pueblo de Espíritu edifican la
Dios. comunidad.
1er. encuentro. El candidato comparte su experiencia en el ejercicio de Mt20, 17-28:
El humilde servicio. los ministerios de lector y acólito y profundiza en el Petición de los
humilde servicio como clave interpretativa de todos los Zebedeos.
ministerios en la Iglesia.
2° encuentro. El candidato comparte su propia experiencia de servicio, Jnl5, 1-17: La vid y los
La pertenencia al comprende el valor de la pertenencia a un solo presbiterio sarmientos. Depender de
presbiterio. y lo asume para su vida futura. Cristo y de la Iglesia.
4° momento formativo. El candidato retoma críticamente su ejercicio diaconal, ITim 3, 1-7. Presenta el
Preparación para el solicita el orden sagrado del presbiterado y se prepara ministerio como una noble
presbiterado. para la celebración de la Eucaristía y para el ministerio de función.
la reconciliación.
3er. encuentro. El candidato reflexiona sobre el sentido profundo del 2Cor 5, 18-21 y 2Cor 1, 3-
El ministerio de la ministerio de la reconciliación y saca las consecuencias 7: paralelo entre la
reconciliación. para la realización práctica de este ministerio. reconciliación y consuelo.
Descripción existencial
El seminarista de la etapa pastoral está concluyendo el proceso de la configuración con Cristo Buen
Pastor. Sin embargo, este final de la formación básica es a su vez el inicio de un proceso que no termina,
pues la configuración continuará siendo el objetivo de la formación permanente. Aparecen dos nuevos
elementos capaces de contribuir decisivamente en la configuración: la inserción en una comunidad cristiana
concreta y el proceso de órdenes. Lógicamente ya no se plantea el proceso bajo el esquema de los años
escolares, sino atendiendo a los pasos que el seminarista va dando hacia los compromisos definitivos y
específicamente hacia la recepción de las órdenes sagradas. Tenemos entonces dos partes en el proceso:
Primer período
Momento introductorio
Objetivo del momento formativo. El candidato se inserta en la realidad
pastoral aprovechando los elementos presentes en ella para dar continuidad a su
proceso formativo y comparte su experiencia con los demás.
Imagen-fuerza. Le 4, 14-30 Después de un tiempo largo de preparación,
Jesús comienza su ministerio en Nazaret. Se trata de un texto programático, en el
que ya aparece la sombra de la cruz como parte de su misión evangelizadora. La
cita del profeta Isaías sitúa la inserción pastoral en la realidad de los pobres y en
el anuncio del Evangelio. En el candidato, que es enviado por la Iglesia a un
lugar concreto, se cumple la Escritura si es dócil al Espíritu Santo.
Proceso de los encuentros comunitarios.
El primer período de la etapa pastoral pretende ayudar al seminarista a
situarse en la realidad pastoral a la que ha sido destinado. La referencia es la
novedad de esa realidad pastoral y las dificultades que el muchacho encuentra
para la realización de los valores vocacionales en medio de ella. Se le ofrecen
claves positivas para que pueda interpretar esa realidad como un camino
providencial para la maduración de su vocación. Por otro lado se provoca el
diálogo sobre las dificultades que pueda encontrar en esa comunidad. Se han
planeado cuatro encuentros comunitanos que se realizarán muy flexiblemente, de
acuerdo a las posibilidades del grupo:
■ El primero se centra en la misma experiencia de la inserción pastoral, el
tema del diálogo es la síntesis de su proceso formativo en el seminario,
localizando los puntos pendientes de su formación que deberán cubrirse en la
inserción pastoral independientemente de la comunidad a la que haya sido
destinado. Se pone especial atención a las oportunidades y dificultades que es
común encontrar en esta etapa y a la responsabilidad personal necesaria para
asumirlas. Se propone el texto de san Pablo a los Corintios en el que declara
haberse adaptado a diversas circunstancias y personas (ICor 9, 12-23).
■ El segundo encuentro se dedica a la fraternidad presbiteral y muy en
concreto al modo de relación del seminarista con los presbíteros, con quienes
convive diariamente, tanto a nivel del equipo sacerdotal como del decanato. Se
provoca un diálogo sobre ventajas y dificultades de la inserción pastoral que
recoge las conclusiones del encuentro anterior y se trazan las líneas de una
relación positiva en el ámbito del presbiterio. Se propone para la oración Mt 23,
8-12, en el que se invita a los creyentes a superar toda relación de paternidad o
magisterio para considerarse todos hermanos en el Señor. Este es el modelo de la
relación en el presbiterio y en toda la comunidad cristiana.
■ El tercer encuentro comunitario aborda el tema de la continuidad en las
tareas pastorales encomendadas y del peligro de la búsqueda del protagonismo.
Se comienza recogiendo el trabajo anterior sobre las relaciones en el presbiterio.
Después se le ofrecen elementos para que pueda hacer una crítica de su propio
Itinerarios formativos 582 Etapa pastoral
Etapa Espiritual-
filosófica carismática
Humana-
personal
Comunitaria-
social
Académica-
laboral
Apostólica
Etapa Espiritual-
teológica carismática
Humana-
personal
Comunitaria-
social
Académica-
laboral
Apostólica
necesario un verdadero ejercicio discernidor. Este tipo de fantasías se estimulan grandemente cuando se
unen a la sensación de que se "atrasa" el proceso de órdenes. Es absurdo pensar así porque el proceso de
órdenes es estrictamente individual, de modo que ni se retrasa ni se adelanta, sino que simplemente se da de
un modo determinado, siempre como un don de Dios y jamás como un mérito personal. Lo que realmente
importa es que se realice bien.
El contacto físico y afectivo. Un camino práctico para amar la realidad pastoral y comprometerte en ella
consiste en exponerte ¡ntencionalmente al contacto físico y afectivo con ella. Por ejemplo, ponerte a limpiar
la casa, a reparar las ventanas o a podar el jardín, son actividades físicas que te conducen a sentir esa
realidad material como tuya. También es interesante dejarte tocar en el plano afectivo por las personas con
quienes convives, especialmente por las más sencillas: la gente que trabaja en la cocina, en la secretaría, o en
el apostolado. Este puede ser un ejercicio adecuado del amor célibe, que brota de un corazón dedicado
totalmente a un fin, en el que caben todos aquellos que por algún motivo no son amados. La distancia física
y afectiva, efecto de la desconfianza o de la comodidad, provoca un sentir los espacios y las personas como
no tuyas, y a la larga te lleva a situarte mal en esa realidad. Es evidente que esta realidad tiene sus límites y
que éstos son sentidos especialmente cuando vienes de una estructura física y formativa como el seminario.
Extrañarás los espacios amplios, la privacidad, el horario, el orden. Pero es allí, con esas personas y en esos
lugares físicos donde se te pide que te comprometas y donde tienes una oportunidad de crecimiento.
Mt 20, 26; Mt 23, 8; Me 10, 43), en estos y en otros textos Jesús utiliza la
cláusula entre ustedes para señalar el comportamiento que corresponde a la
comunidad discipular. El primer lugar en el que es necesario vivir y testimoniar
los valores del evangelio es la misma comunidad de los discípulos. Los valores
que Jesús enseña, como el de la oración confiada y perseverante, el perdón de las
ofensas o la verdadera pureza del corazón deben ser vividos con claridad en la
comunidad discipular que forman todos los fieles. ¿Qué diremos de la comunidad
presbiteral? La fraternidad entre los presbíteros se sitúa en este contexto
evangélico porque el primer ámbito donde resuena la misión evangelizadora es
entre los mismos que la realizan y la conducen. Es importante la definición de
este "nosotros" que forma la comunidad de los presbíteros y en la cual comienza
a participar el candidato al orden presbiteral. Más aún, hay que señalar la
importancia de que él mismo comprenda el modo de estar entre los presbíteros
desde un "nosotros" claramente determinado. Lo contrario sería que se percibiera
desde un "ellos", es decir, distanciándose de esta íntima comunidad o mirándola
con una actitud excesivamente crítica, o con cierta indiferencia, o simplemente
con distancia. En este "nosotros" existen deficiencias, a veces muy grandes, pero
pese a todas esas deficiencias, esta comunidad presbiteral es signo de la presencia
de Cristo y del espíritu evangélico. El seminarista necesita aprender a situarse en
la comunidad presbiteral desde una valoración teológica y cultivar
intencionalmente el sentido de pertenencia a ella.
Una segunda orientación viene dada por el texto que se ha elegido para la
oración de hoy, en el que se insiste: todos ustedes son hermanos (Mt 23, 8). La
relación con los presbíteros no debe reducirse a una mera relación de jefe y
subalterno, mucho menos una relación de dominio o incluso de explotación o de
rivalidad. Este tipo de lecturas de las relaciones al interno de la Iglesia son
profundamente ajenas al Evangelio. Las relaciones debidas son de fraternidad, en
las que poco a poco se debe superar cualquier percepción de superioridad o
inferioridad para compartir como hermanos. Este proceso también debe ocurrir
entre los seminaristas y los formadores del seminario. Quienes fueron los
formadores y superiores del seminarista, poco a poco deben ir transformándose
en hermanos. Si esto es verdad, se hace evidente que no es correcto que el
seminarista adopte la actitud de un empleado, que simplemente cumple con el
trabajo que le mandan, pero no entra en una relación profunda y, en el fondo, no
se hace verdaderamente corresponsable de la misión y de las tareas
encomendadas. Hay que superar cualquier tendencia a vivir y a situarse de esta
manera, para buscar otro tipo de relación más adecuada; debajo de esta actitud
suele ocultarse un problema mayor, porque en el fondo es una actitud defensiva.
Esto no quiere decir que se le pierda el respeto a las personas, especialmente a los
sacerdotes mayores, o que no se les dé su lugar como últimos responsables de
una comunidad. Pero es importante subrayar que la relación ha de ser
fundamentalmente fraterna, espiritual y familiar.
Un tercer camino para las relaciones fraternas está en la línea de la apertura
de corazón. Este es un elemento que depende sólo del seminarista. Consiste en
mostrar lo que lleva dentro con transparencia. Tener el corazón abierto implica
desterrar los misterios. Que se sepa con quién anda, qué sueña y siente, cómo
vive, qué planea, a
Itinerarios formativos 590 Etapa pastoral
quién frecuenta, cómo vive la relación con su familia y amigos, qué le preocupa
o le altera, etc., con toda claridad y espontaneidad. Incluso ha de dar a conocer
prudentemente cuáles son sus dificultades y debilidades. La apertura de corazón
se puede ir consiguiendo "abriendo" intencionalmente diversos aspectos de la
vida y de la propia personalidad. Por ejemplo, "abrir" la realidad familiar, de
modo que las personas con quienes conviva conozcan cómo es su familia, qué
medios pone para frecuentarla, cómo ayuda a su familia y qué le preocupa de
ella. Se puede "abrir" el ámbito de las amistades, de modo que se sepa con
claridad quiénes son sus amigos y amigas, dónde los conoció, qué tipo de
relación lleva con ellos, por qué los valora. "Abrir" también el mundo de sus
actividades en el apostolado, qué planea, cómo percibe la realidad apostólica, qué
ideas se le ocurren, qué dificultades tiene con los colaboradores. Así, por partes y
punto por punto, podrá ir consiguiendo una mayor apertura de corazón, hasta
llegar a cosas tan importantes como sus sentimientos y sus dificultades perso-
nales.
Es imposible vivir y fomentar las relaciones fraternas sin recurrir al perdón.
En todas las relaciones existen malentendidos y fricciones, momentos de crisis y
dificultad. Por ello es fundamental que el seminarista cultive una disposición
espiritual y humana al perdón. La mejor actitud para esto es la de una
predisposición positiva en este sentido, que vaya más allá de las circunstancias,
como una especie de perdón previo, que es parte de la aceptación profunda de los
demás y se deriva del misterio de Cristo presente entre nosotros. Si es verdad que
las crisis y abandonos de la vida sacerdotal tienen como común denominador un
mal estar en el presbiterio, del mismo modo es verdad que un cultivo sensato de
las relaciones fraternas en el presbiterio es fuente de bienestar y clave
fundamental para la perseverancia vocacional. Es útil la consideración del perdón
como parte necesaria del mismo ministerio presbiteral. Más allá de las
disposiciones de vida de los presbíteros con quienes convive, el seminarista
deberá ya tener la madurez suficiente para afrontar las relaciones positiva y
constructivamente.
Las relaciones del presbítero con los religiosos, religiosas y laicos son como
un reflejo de las propias relaciones en el presbiterio. No deben suplir el elemento
fundamental, que es la misma relación entre los presbíteros. Las personas con las
que el seminarista convive en el ámbito de la Iglesia esperan de él un
comportamiento adecuado a su condición de candidato para el ministerio
presbiteral. Cualquier anomalía al respecto debe ser consultada oportunamente
con el director espiritual. Positivamente conviene evitar relaciones extrañas con
los laicos o religiosos, ya sea por una excesiva familiaridad, ya por una
selectividad exagerada, ya por algún tipo de interés de parte del seminarista. Sus
relaciones, en fin, han de ser expresión del amor pastoral, que corresponde al
celibato sacerdotal y deben ser formativas en orden a este fin. Si se ve oportuno,
se puede provocar un diálogo entre los seminaristas sobre las relaciones que han
establecido en este plano de los colaboradores, sabiendo que el siguiente
encuentro comunitario comenzará con una comunicación más profunda sobre la
relación con los presbíteros.
Itinerarios formativos 591 Etapa pastoral
ejecutan. La opción por la animación pastoral supone la conciencia de que se trata de una obra común. No se
trata sólo de contar con la ayuda de otros. Un verdadero equipo analiza la realidad pastoral, programa su
acción en común y si es posible la ejecuta en común. La animación y coordinación de equipos de trabajo
corresponde en muchas ocasiones a los presbíteros. Es importante colocarse en un plano de igualdad con los
demás, sobre todo para incorporar sus iniciativas y darles el cauce conveniente. Evidentemente en los
equipos pastorales no todos tienen la misma preparación. Habitualmente el seminarista jugará con ventaja en
este sentido. Pero este hecho objetivo no justifica que se coloque en un estatuto de superioridad. Al
contrario, tiene una gran importancia que ofrezca con humildad los conocimientos que pueda aportar.
Estamos entrando en un terreno precioso: el de la aplicación práctica de los conteni dos teológicos de su
formación. Esta aplicación pone en tela de juicio las propias construcciones intelectuales, que pueden tener
coherencia lógica pero no siempre cuentan con la debida aplicabilidad práctica. Un buen ejercicio de la
actividad pastoral realizada en equipo representa para el seminarista la oportunidad de hacer una relectura de
los contenidos de su formación desde la nueva perspectiva en que se encuentra. Aquí tiene una gran
importancia que él también se halle en la disposición de aprender de las personas sencillas que forman parte
de la comunidad y desde su vida de fe le ofrecen verdaderas lecciones de vida. Recordar al respecto la
amplia doctrina de la Iglesia Latinoamericana sobre los pobres que evangelizan a la Iglesia.
Aplicar el plan diocesano de pastoral. El referente más objetivo de la obra común del presbiterio y de la
Iglesia Particular es el plan diocesano de pastoral. Todos los planes diocesanos tienen defectos, y también
los tiene la metodología que proponen. Pero representan la vía más práctica y concreta de comunión para los
agentes de pastoral en sus responsabilidades. Los seminaristas de esta etapa deben conocer, secundar y
aplicar con fluidez el plan diocesano de pastoral y aún explicarlo a la comunidad y promover su aplicación
en diversos ámbitos. Ante el plan diocesano de pastoral hay que cultivar la misma actitud de obediencia que
se tiene ante el obispo, porque el plan expresa y realiza las opciones pastorales del obispo con su presbiterio
y con toda la comunidad diocesana. Aceptar la propuesta del plan de pastoral no significa ser acríti-cos. Al
contrario, una verdadera aceptación lleva a la persona a implicar sus propias capacidades en la realización
del plan, añadiendo incluso las matizaciones críticas que sean convenientes en un contexto determinado.
Habitualmente los mismos planes consideran esta posibilidad. Las matizaciones que se hagan, pasarán
evidentemente por el equipo sacerdotal y por los equipos de laicos antes de su aplicación.
Dar continuidad a lo realizado en el pasado. Ninguna actividad pastoral parte de cero. La valoraci ón de
lo que se ha hecho en el pasado y de las personas que han trabajado es esencial. Ignorar lo que ha ocurrido
en este lugar con anterioridad, dando por supuesto que no se hizo nada o que aquella actividad no tuvo valor,
puede tener graves consecuencias. La comunidad cristiana se parece a un muro de ladrillos, toda nueva
actividad debe asentar firmemente sobre lo realizado en el pasado. Una hones ta valoración de lo que se ha
realizado es así totalmente necesaria. Existirán realidades pastorales a las que es necesario dar continuidad y
otras no. Independientemente de
Itinerarios formativos 594 Etapa pastoral
ello todas deben ser valoradas y reconocidas. Lo contrario es establecer rupturas. Esta postura llega a nivel
de lo absurdo cuando la persona nueva que llega adopta aires de "fundador", como si antes de él no se
hubiese realizado nada positivo. Es aún peor en el caso de un seminarista, que sabe perfectamente que no
durará en ese lugar más de dos años.
Garantizar la continuidad en el futuro. Un modo muy concreto de construir la obra com ún consiste en
garantizar la continuidad de la acción pastoral que se emprende en el presente. Si una persona se considera a
sí misma indispensable, tenderá a hacer depender hasta los mínimos detalles de su autoridad. Pero un líder
consciente de su papel pondrá todos los medios para que aquella obra perdure en el tiempo. Es válida la
comparación con la construcción de un arco de piedra. Cuando se construye un arco se hace previamente un
andamio que soporta las piedras del arco. El andamio es una verdadera obra de ingeniería y tiene cierto
grado de belleza, pero por hermoso que parezca, después de poner la piedra angular, pasa a ser un objeto de
desecho. De la misma manera, quien con auténtico amor trabaja en la Iglesia, procura la continui dad de las
acciones pastorales y aprende a pasar a un segundo plano. Para asegurar la continuidad a las obras se
perfilan una serie de actitudes y actividades: a) Elaborar la programación pastoral en equipo, porque sus
miembros serán las personas preparadas para darle continuidad, ya que conocen el plan por dentro, b)
Asentar la programación por escrito y corregirla continuamente, de modo que no sólo se realice una
actividad sino que se vaya mejorando con el tiempo, c) Dar a conocer la programación a toda la comunidad,
para que la actividad sea apoyada por todos, d) Archivar ordenadamente todos los materiales de la actividad,
de modo que se consignen los horarios, temas, ejercicios, etc., de un modo sistemático y puedan servir para
posteriores experiencias, e) Buscar las personas que podrían ser los sucesores de esa acción pastoral, más
allá del protagonismo de quienes la realizan actualmente. Lo contrario es pensar sólo en el presente, como
hacen los malos políticos, que no mueven un dedo por establecer la continuidad con sus sucesores.
Los seminaristas están haciendo una primera aplicación del proyecto sacerdotal que realizaron durante
la etapa teológica. Por eso les pedimos que traigan al próximo encuentro su proyecto sacerdotal para
analizarlo en su momento, sugiriéndoles que vayan adelantando un primer balance del mismo.
Itinerarios formativos 595 Etapa pastoral
Segundo período
Los ministerios laicales
Objetivo del momento formativo. El candidato recibe y ejerce los
ministerios de lector y de acólito, es admitido a las órdenes sagradas y reflexiona
sobre el carácter definitivo de su compromiso vocacional.
Imagen-fuerza. Me 10, 17-31: El hombre rico que es llamado por Jesús. Se ha
seleccionado este texto porque muestra la radicalidad del llamado de Jesús, a la
que el candidato se aproxima a través de la recepción de los ministerios laicales.
Esta radicalidad se expresa en el texto a través de cinco verbos concatenados
entre sí: ve, vende, da, ven, sigúeme, secuencia que pone al hombre rico en
actividad en orden a una mayor libertad. Algo similar ha de ocurrir al seminarista
en este momento, que se sienta invitado a optar radical y libremente por Jesús y
por el servicio comunitario. Los pasos que dará vienen marcados por el
desprendimiento y el don de sí mismo.
Proceso de los encuentros comunitarios.
El itinerario viene ritmado por el acceso gradual a los ministerios. El modo de
aplicarlo dependerá de las costumbres que existan en la diócesis al respecto.
En el primer encuentro se quiere dejar muy claro el valor de la ministerialidad
de la Iglesia como el marco en el cual se debe comprender todo servicio
evangelizador. Los ministerios no son una cuestión individual, al contrario,
ayudan a la persona a caminar hacia una mayor y más profunda pertenencia
comunitaria, en la cual la vinculación espiritual, afectiva y efectiva con los
demás tiene una gran trascendencia. En el proceso de recepción de los
ministerios no caben las actitudes de distancia y mucho menos de desprecio ante
cualquier servicio o ministerio eclesial.
El segundo y tercer encuentros pretenden provocar una reflexión sobre los
ministerios del lector y del acólito fundada en la experiencia de proclamar la
Palabra de Dios y de acolitar que los seminaristas han acumulado a lo largo de
todo el proceso formativo y en el estudio del ritual para la institución de lectores
y acólitos. Interesa que los seminaristas calibren la importancia de los pasos que
están dando al ser instituidos en estos ministerios como parte de su configuración
con Cristo Pastor. Hay que evitar que vean estos ministerios sólo como un
requisito para las órdenes mayores, al contrario, conviene que les concedan una
atención especial y descubran los dones de la gracia y los retos de crecimiento en
cada uno de ellos. Hay que considerar que las funciones del lector y del acólito
no terminan con la ordenación sacerdotal, sino que siempre continuarán
ejerciendo estos ministerios.
El cuarto encuentro se centra en el rito de la admisión a órdenes. Además del
estudio del ritual correspondiente se añade una reflexión sobre el sentido del
proceso de órdenes en su totalidad, resaltando los datos objetivos y señalando las
voces a las cuales debe o no debe poner atención en este proceso. Se subraya el
sentido de la gratuidad del don de Dios y la importancia de conservar en todo
momento la disponibilidad para lo que la Iglesia necesite.
Itinerarios formativos 600 Etapa pastoral
Sugerencias pedagógicas.
Para este período se propone un tipo de oración un poco más larga, de
carácter celebrativo, con tres lecturas, de modo que se parta de una reflexión
espiritual más prolongada. Se puede realizar en la forma de una liturgia de la
Palabra, de modo que se celebre anticipadamente el paso que van a dar
comprometiendo su vida.
Se pone un acento importante en la profundidad del momento de
comunicación, para que los seminaristas puedan sacar a la luz sus dificultades de
comprensión y de realización de los aspectos que se van proponiendo.
El momento de utilizar estos materiales va a cambiar en cada lugar, de
acuerdo con las costumbres que se han establecido. Aquí partimos de la
consideración de los ministerios de lector y acólito como laicales, y por eso se
colocan antes de la admisión a órdenes. En algunas diócesis se hace al revés. Lo
que hay que garantizar es una reflexión compartida sobre estos acontecimientos
en la vida de los seminaristas.
Itinerarios formativos 601 Etapa pastoral
Laical Matrimonio-viudez.
Soltería.
Paternidad-maternidad-familia.
Profesionalidad.
Consagración secular.
Virginidad consagrada.
Vida mixta.
Ministerio Episcopado.
ordenado Presbiterado.
Diaconado.
Asociaciones sacerdotales.
La Pastores dabo vobis explica muy bien el sentido de esta profunda y práctica
comunión del sacerdote con los diversos carismas: La conciencia de la Iglesia como
Itinerarios formativos 605 Etapa pastoral
ejercerá más dignamente participando, con piedad cada día más ardiente, en la
Sagrada Eucaristía, alimentándose de ella y adquiriendo un más profundo
conocimiento de ella {Ministeria quedam, VI). El ministerio del acólito se sitúa
en el contexto del don de Cristo, que ha dado a la Iglesia el Pan de vida. Es así
participación de esta misma entrega. La palabra "Cuerpo" tiene tres significados
en los ritos litúrgicos. Se trata del cuerpo de Cristo que es entregado, del cuerpo
sacramental que está presente y del cuerpo místico de Cristo, que es la Iglesia.
Así, el acólito, está llamado a vivir esta triple dimensión:
■ La de la entrega de sí mismo, de su cuerpo, que significa toda su persona,
a ejemplo de Cristo. El servicio asiduo del altar no sólo se realiza en un altar
material, sino en el altar de la vida diaria y del trabajo cotidiano.
■ La de una participación especial, más profunda y contemplativa, del
misterio de Cristo presente en las especies eucarísticas. Esta participación le hace
ministro idóneo de la Eucaristía en las celebraciones litúrgicas, pero de un modo
especial para llevarla a los enfermos. Se describe este modo de participación por
el término "asiduidad", significa constante amor y servicialidad ante Jesús y ante
el prójimo.
■ La de una contribución cualificada para la edificación del Cuerpo místico
de Cristo que es la Iglesia. Así como se propone un amor a la Palabra de Dios y
un amor a Jesús en la Eucaristía, se propone un amor profundo y fecundo a la
comunidad en la cual la Palabra y el Sacramento se hacen presentes.
Si se pone atención al ritual de la institución de acólitos se descubrirá que
este ministerio se presenta como una participación especial del misterio Cristo y
específicamente de la Eucaristía. Exige una profundización en el amor. Así dicen
las oraciones de consagración y de los ritos complementarios:
■ Padre misericordioso, que por medio de tu Hijo único, has dado a la
Iglesia el
pan de vida, bendice a estos hermanos nuestros, elegidos para el
ministerio de
acólitos; que tu gracia, Señor, los haga asiduos en el servicio del altar,
para que
distribuyendo con fidelidad el pan de vida a sus hermanos y creciendo
siempre
en la fe y en la caridad, contribuyan a la edificación de tu Iglesia. Por
Cristo
nuestro Señor, Amén.
m
Recibe esta patena con el pan para la celebración de la Eucaristía, y vive
de tal forma que puedas servir dignamente a la mesa del Señor.
Según la homilía del ritual, el ministerio del acólito implica una serie de
actitudes espirituales:
■ Van a participar de una manera especial en las celebraciones litúrgicas
de la
Iglesia... van a vivir más intensamente el sacrificio del Señor y
procurarán iden
tificarse cada vez más plenamente con él. Esfuércense por ir captando el
senti
do más profundo y espiritual de las acciones que realizan. Es todo el
sentido
espiritual de la participación de los misterios, de la veneración de las
cosas
sagradas y del cuidado diligente de las mismas.
Itinerarios formativos 612 Etapa pastoral
haga las cosas de buena gana, con ánimo generoso, que su comportamiento sea
un modelo para el rebaño (IPe 5, 2). Cuando este tipo de actitudes se han
convertido en verdaderos hábitos y se han comprobado positivamente, en lo
humanamente posible, se puede predecir un buen servicio a la comunidad eclesial
e incluso la perseverancia vocacional.
Actitudes específicas. Además existen unas actitudes específicas en el sentido
de que se relacionan directamente con el objeto del ministerio sacerdotal: que
esté firmemente adherido a la Palabra, tal y como ha sido enseñada, sea capaz de
exhortar según la sana doctrina (Tito 1,9); nutrido con las palabras de la fe,
siendo modelo para los creyentes por la propia palabra, la conducta, la caridad, la
fe y la pureza, entregándose completamente (ITim 4, 6-16); sea capaz de hablar
con valentía y sea conocedor de las Escrituras (Hch 18, 24-28), personas de
buena reputación, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría (Hch 6, 4). Queda bien
claro que se pide una preparación específica que cualifica a la persona para el
servicio que va a prestar, pero además se pide una conducta correlativa a ese
conocimiento a la que se tiende a llamar "sabiduría", porque implica a toda la
persona y su comportamiento en la entrega ministerial.
El discernimiento en el ejercicio del mismo ministerio. Es llamativo que en
los textos del Nuevo Testamento que describen la elección de los ministros el
discernimiento de su vocación se hace desde el ejercicio actual de ese mismo
ministerio. Se trata de una práctica muy recomendable que da todo el relieve a la
actividad apostólica de los seminaristas durante todo el proceso de formación y
especialmente en la etapa pastoral. Si queremos responder a la pregunta: ¿Qué
clase de sacerdote va a ser este candidato?, bastará con observar sus actitudes
actuales en el apostolado. Difícilmente será distinto de lo que ya está mostrando
en su comportamiento en medio de la comunidad y de lo que ha ido mostrando a
lo largo de los años tanto en la vida interna del seminario como en su actividad
apostólica.
Evidentemente hay otros elementos que hay que tomar en cuenta: las
motivaciones, la paz interior, la consolación espiritual, la recta intención. Sería
un error admitir a una persona que vive los valores sacerdotales pero como
forzado o con una tensión interior demasiado fuerte. Pero si no se dan las
conductas que se han descrito, ningún sentido tendría el preguntarse por su
interioridad.
Actitudes prácticas.
La perspectiva de la gracia. Es importante que en todo momento el
seminarista entienda los pasos que va ir dando como dones de la gracia. Por pura
misericordia de Dios será admitido al ministerio diaconal o presbiteral. Las
oraciones y los ritos litúrgicos repiten continuamente esta idea. De modo que el
candidato se aleje positivamente de cualquier percepción de estos
acontecimientos como fruto del propio mérito o de la propia generosidad. En
todo caso el generoso es Dios, quien nos da su gracia. Debe brillar positivamente
la humilde aceptación de los dones de Dios, a ejemplo de la Virgen María, que
cuando es elegida y exaltada no hace más que humillarse, poniéndose en el lugar
de la esclava y haciéndose solidaria de los pobres y pequeños. Cualquier
expresión de vanagloria, de jactancia o de mérito personal sería contraindicada
Itinerarios formativos 617 Etapa pastoral
para el proceso de órdenes. En esta línea cada quien ha de ser muy estricto
consigo mismo. El seminarista debe aceptar profundamente el principio de que la
ordenación se comprende como misterio y jamás como derecho. Este es uno de
los sentidos del calificativo "sagrada" que continuamente se usa en los rituales y
en los documentos de la Iglesia para referirse al orden sacerdotal.
Un proceso de maduración. En la etapa pastoral se da un proceso intenso de
revisión de toda la formación anterior y de maduración, porque los elementos que
se han trabajado en las etapas anteriores entran en funcionamiento en las
circunstancias de la vida práctica. Consecuentemente no hay tiempo que perder.
La etapa pastoral y en concreto la preparación para las órdenes sagradas debe ser
un proceso intenso y exigente. En el caso de que este proceso dure un poco más
-con frecuencia y por muy diversos motivos se "alarga" el tiempo para la
recepción de las órdenes- el seminarista debe interpretar esta prórroga como una
gracia y providencia de Dios que le permite una mayor maduración. En estos
casos nunca faltan las voces que dicen a su oído: "te han castigado", voces a las
cuales una persona medianamente inteligente sabrá dar de lado como a auténticas
tentaciones que le desvían de su camino espiritual. Si se quiere formular con
precisión, en este momento todo "retraso" en el proceso de órdenes es una
oportunidad de maduración y debe ser positivamente aprovechado para ese fin,
sin perder el tiempo en lamentos y sin cobijar sentimientos de rivalidad o de
envidia.
La disponibilidad y la obediencia. Uno no recibe el orden sacerdotal para
hacer su propia voluntad, sino para obedecer a la voluntad de Dios a través de los
designios de los superiores. En este momento cercano a la ordenación, la
disponibilidad a la obediencia debe ser radical, al grado de que el seminarista esté
dispuesto a acatar con obediencia religiosa incluso un fallo negativo sobre su
idoneidad vocacional. Tal situación, si se diera, puede llegar a ser humanamente
dolorosa, sin embargo, cualquier decisión de la autoridad debe ser acogida con
una verdadera actitud de fe. Si se dice esto de una posible exclusión de las
órdenes, hay que afirmarlo enfáticamente de cosas de menor importancia como
un aplazamiento de las mismas, un destino con tales o cuales características o una
recomendación de ¡os formadores o superiores para la propia maduración. Si en
este momento el seminarista se niega a obedecer o pone condiciones y
resistencias, sería un signo muy contradictorio para su idoneidad.
La mejor preparación posible. En cualquier circunstancia el criterio que ha de
prevalecer es el de garantizar la mejor preparación posible para las sagradas
órdenes. Si el ministerio sacerdotal es realmente algo precioso a sus ojos, el
seminarista pondrá toda la diligencia y la prontitud en su preparación, de modo
que no escatimará medios y esfuerzos para poder servir de la mejor manera. En
este espíritu se debió haber vivido todo el proceso formativo. Incluso en este
momento final de la formación el seminarista tendría que mostrar un cierto
arrepentimiento por los recursos mal utilizados o por el tiempo perdido durante
los años de su estancia en el seminario. Lo contrario sería casi escandaloso, que
se dejen de hacer las cosas por negligencia o por pereza. Esta actitud de
prepararse se muestra en la continua disposición a aprender, y también en la
preparación esmerada de las actividades pastorales.
Itinerarios formativos 618 Etapa pastoral
Tercer período
Preparación para el diaconado
Objetivo del momento formativo. El candidato solicita el orden sagrado del
diaconado, se prepara para recibirlo y reflexiona sobre los compromisos del
celibato eclesiástico y de la oración con el pueblo de Dios.
Imagen-fuerza. ICor 12, 4-11: Los diversos dones del Espíritu edifican la
comunidad. Se intenta sintetizar la visión que se ha intentado presentar a los
seminaristas desde el principio del itinerario de la etapa pastoral: por medio de la
ordenación diaconal nos integramos a una comunidad toda ella ministerial, para
servir a los demás y colaborar con ellos en la edificación del único cuerpo de
Cristo, conducidos por el Espíritu Santo.
Proceso de los encuentros comunitarios.
Ya estamos en el tercer período de la etapa pastoral, el cual se concentra en la
ordenación diaconal. Se pretende ayudar al seminarista a prepararse
conscientemente para el diaconado. Los cuatro encuentros comunitarios pueden
realizarse de distintos modos, dependiendo del tiempo con que se cuente y de la
posibilidad de reunirse:
■ El primero sitúa el diaconado en la perspectiva del humilde servicio, clave
interpretativa de los ministerios en la Iglesia. Es un tema que se ha tocado
insis
tentemente con anterioridad, pero se repite para reconocer el lugar central
que le corresponde. En el proceso de órdenes los mismos rituales guían la
re
flexión y sintetizan sorprendentemente todo el proceso del itinerario de la
etapa teológica. Para este primer encuentro se utiliza la oración colecta de
las
órdenes, que cita el texto de Mt 20, 17-28, que servirá como motivo para
la
oración y coincide con el tema del encuentro comunitario. Se quiere
ofrecer a
los muchachos una doctrina sólida que les ayude a dar el paso
correspondiente
con confianza en Dios y con firmeza.
" El segundo encuentro tiene como finalidad sensibilizar a los seminaristas
sobre el sentido de pertenencia al presbiterio. Es un elemento importante
porque a partir de la ordenación diaconal ellos participarán ya
ordinariamente de la vida del presbiterio. Nuevamente se rescata todo lo
tocado antes en torno a la fraternidad presbiteral, subrayando cómo la
pertenencia se sitúa en la triple coordenada de la teología del ministerio,
de los afectos y de las actitudes prácticas. Desde la liturgia se rescata el
doble gesto de recibir la bendición del presbítero para proclamar el
evangelio y de recibir la comunión de manos del presbítero. Se ha elegido
para la oración la alegoría de la vid y los sarmientos (Jn 15, 1-17),
poniendo de relieve que la vida de fe y el ministerio se viven en
dependencia de Cristo y de la comunidad cristiana, en nuestro caso de la
comunidad del presbiterio.
■ El tercer encuentro comunitario se concentra en el celibato sacerdotal. Se
sigue
la misma metodología, rescatando en un primer momento la formación
recibida en las etapas anteriores sobre la sexualidad, la afectividad y el
celibato
Itinerarios formativos 620 Etapa pastoral
sacerdotal para darle ahora al tema un sentido bien específico de cara a la promesa de celibato que
ya está cercana. Se hace una reflexión sobre las condiciones psíquicas para la vivencia del celibato
para provocar una reflexión sobre las propias posibilidades de vivirlo. Este punto puede ser un
motivo suficiente para aplazar la ordenación diaconal, si fuera necesario. Posteriormente se hace
una reflexión sobre el texto litúrgico de la aceptación del celibato que sintetiza todo lo visto al
respecto en el proceso formativo. La oración gira en torno al texto 1Cor 9, 1-27, en el cual san
Pablo muestra cómo vive unido a Cristo y sirviendo al Pueblo de Dios. Éstas son las coordenadas
en las que se sitúa el celibato sacerdotal.
Dos elementos pedagógicos entran en juego en este tercer momento formativo. El primero es una
comunicación confiada y profunda que sirva a los seminaristas como preparación inmediata para la
ordenación diaconal. El segundo consiste en que estamos ante la última oportunidad de un discernimiento de
la vocación sacerdotal. El tono de los encuentros comunitarios quiere plantear con seriedad este
discernimiento, en el que aún cabe la posibilidad de dar un paso hacia a atrás. Así se establece un juego entre
el clima fraterno y la exigencia formativa. El mejor clima formativo es aquél en el que se da una verdadera
exigencia.
Itinerarios formativos 621 Etapa pastoral
defensa de Pablo contiene dos elementos a los que conviene poner un poco más
de atención:
84) No nos anunciamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo, el Señor. El
ministro del Evangelio corre el riesgo de convertirse en una especie de
profesional, sobre todo cuando cae en la tentación de presentarse a sí mismo con
un aire de salvador. Pablo tiene claro que el único salvador es Jesucristo, y que
todos los demás son meros siervos, enviados para anunciar la única salvación que
viene por Él. En la interpretación que hace Pablo del ministerio apostólico una
clave fundamental es la unión del ministro con Jesucristo porque la persona de
Jesús con sus actitudes y sus obras es el corazón del Evangelio que hay que
anunciar. Desde aquí se comprende mejor la expresión el Evangelio de Jesucristo
(4, 4) frente a la posibilidad de otro evangelio. El contenido de su mensaje
procede de Dios y no de sí mismo: No presumimos de poder pensar algo por
nosotros mismos; si algo podemos, a Dios se lo debemos. Dios que nos ha
capacitado para ser ministros de una alianza nueva, basada no en la letra de la
ley, sino en la fuerza del Espíritu (3, 5-6). Se comprende, pues, a sí mismo como
servidor de Dios y de Jesucristo en su plan de salvación.
85) No somos más que servidores de ustedes por amor a Jesús. En la segunda
parte de su argumento Pablo ha seleccionado el término doúlous que significa
literalmente "esclavo". La elección de este término no es una casualidad, sino que
se ha elegido intencionalmente. La esclavitud era algo corriente en aquella
sociedad. La posición de los esclavos contrastaba específicamente con el estilo
liberal y progresista de Corinto y con las expectativas de algunos miembros de la
comunidad. De modo que Pablo elige el término más fuerte para hacer su
interpretación del ministerio apostólico; es un ministerio para el humilde servicio.
En la elección del término y en el pensamiento que lo guía en tal elección hay un
referente necesario: Jesucristo el siervo quien asumió la condición de esclavo y se
puso radicalmente al servicio. Hay así un paralelismo estricto entre la
interpretación del ministerio dependiente de Jesucristo y la interpretación del
ministro desde Jesús el siervo. Al hacerlo así no deja ninguna escapatoria: las
actitudes de arrogancia y de presunción son totalmente contraindicadas para los
ministros del Evangelio, quienes deben aparecer como Jesús, en la condición de
esclavos: no somos más que esclavos de ustedes por amor a Jesús.
La reflexión de san Pablo sobre el ministerio en la Iglesia matizada por el
término "esclavo" no es una realidad aislada. Al contrario, se pueden rastrear en
los textos del Nuevo Testamento otras ocasiones en las que se utiliza la
simbología del esclavo para interpretar el ministerio ordenado. Algunos de ellos
lo hacen literalmente: Mt 20, 17-28; Le 12, 37; Le 22, 26-27; Jn 13, 1-20. Otros
lo hacen recurriendo a la imagen del trabajador de la viña o del sirviente. Nos
interesa subrayar que la interpretación del ministerio ordenado en la clave del
humilde servicio tiene una raigambre evangélica importante. A lo largo del
proceso formativo se ha reflexionado en sucesivas ocasiones sobre este tema, de
modo que pueda parecer en principio redundante para los seminaristas. La
intención de volverlo a tocar es la de subrayar la actitud de auténtico servicio
como el fundamento indispensable del ministerio sacerdotal específicamente en
este momento formativo en el cual el seminarista se prepara para la recepción del
Itinerarios formativos 623 Etapa pastoral
más necesitados. Con mucha razón se puede decir que es una dimensión
liberadora de la misión de la Iglesia. La dimensión de la diaconía rompe todas las
fronteras porque se acerca a toda persona que sufre para actuar oportunamente.
En la dimensión de la diaconía se incluye toda la acción caritativa y educativa de
la Iglesia, que se puede entender como liberación de la ignorancia, del
sufrimiento, del abandono, del dolor, de la marginación, de la pobreza, de la
segregación social. La diaconía impregna la misión de la Iglesia al grado de que
es imposible concebir esta misión sin una acción liberadora bien organizada,
expresión nítida del amor de Dios.
La koinonía es la tercera dimensión de la misión. Se refiere al servicio de la
unidad y de la comunión en la Iglesia. Toca la misma identidad de la comunidad
cristiana, que es signo de la unión con Dios y de la unidad del género humano. Es
el sentido profundo de comunión del que están impregnadas todas las acciones
caritativas y testimoniales de la comunidad cristiana, es decir, las que pertenecen
a la dimensión de la martina y las que pertenecen a la dimensión de la diaconía.
La koinonía tiene acciones propias, son las que se refieren a la construcción y
reconstrucción de la unidad. Siempre en la comunidad cristiana es necesario que
existan personas que mantienen las relaciones, tantas veces frágiles, para que la
comunidad sea un signo eficaz del misterio de Dios Trinidad.
Toda comunidad cristiana necesita desarrollar equilibradamente las tres
dimensiones de la misión. Esto implica que al testimonio de la fe corresponda el
servicio liberador y que todo se realice con el fin de construir la comunión. Los
servicios ejercidos por los laicos o por las comunidades religiosas pueden
situarse en una de las dimensiones de la misión. Pero nos interesa señalar que no
ocurre lo mismo con el ministerio ordenado, porque éste no es sectorial, como los
ministerios laicales, sino global. Consecuentemente podemos hablar de la
martina, la diaconía y la koinonía de cada uno de los ministerios ordenados. Cada
uno de los grados del ministerio tendrá responsabilidades en las tres dimensiones
de la misión. Precisamente al estudiar los rituales de órdenes se resaltan estas tres
responsabilidades.
Las tres dimensiones tienen una gran importancia. Cuando a lo largo de la
historia se ha reflexionado sobre el ministerio ordenado, la reflexión ha
discurrido a través de estas dimensiones. Por ejemplo, durante la época de los
padres apostólicos, se subrayó la interpretación del ministerio ordenado desde la
dimensión de la martina, se explica el ministerio del obispo como un ministerio
en torno a la enseñanza y al testimonio de la fe. Pero en el siglo XIX se insistió
mucho en el episcopado como el signo visible de la unidad de la comunidad
cristiana, en el marco de la koinonía. La teología de la liberación, especialmente
en América Latina durante los años 60 y 70 subrayó la lectura del ministerio
ordenado como servicio liberador, estableciendo una mística sacerdotal que
produjo verdaderos frutos de santidad. Todas estas interpretaciones son válidas,
pero una mejor interpretación será la que pueda reunir el desarrollo de las tres
dimensiones en el ejercicio del ministerio ordenado.
Por otro lado, la puerta de entrada para el ministerio ordenado es propiamente
el diaconado. Cuando se quiere distinguir entre el grado de los presbíteros y el de
los
Itinerarios formativos 625 Etapa pastoral
La pertenencia como un dato de fe. El presbiterio es mucho más que un mero colectivo humano, es el
la expresión colegiada del sacramento del orden. Si ha quedado claro que la Iglesia es para el creyente no
sólo el lugar desde el que cree, sino propiamente objeto de fe, por eso dice: "creo en la Iglesia", de la misma
manera el presbiterio debe ser visto con ojos de fe, porque está en el corazón de la Iglesia Particular. En la
celebración típica de la comunidad diocesana presidida por el obispo, el presbiterio ocupa un lugar
importante. Es el ámbito en el que se desenvuelve la vida de los presbíteros que están llamados a formar un
solo presbiterio.
La oración en común. El diácono se compromete en la ordenación a servir al Pueblo de Dios por medio
del rezo de la liturgia de las horas. Es la oración del Pueblo de Dios, pero también crea un vínculo con el
presbiterio porque es expresión de la comunión y al mismo tiempo de la fraternidad presbiteral. De aquí el
valor que tiene el hecho de rezar juntos algunas partes de la liturgia de las horas o también el com partir
cualquier otro tipo de oración en común, en especial la adoración eucarística. Orar juntos es un gesto clásico
en las reuniones de los presbíteros, gesto que implica el orar unos por otros.
Itinerarios formativos 628 Etapa pastoral
El celibato eclesiástico
Meta. El candidato comparte sus convicciones en torno a la pertenencia al presbi terio y hace una
reflexión sobre el compromiso de celibato que hará en breve.
Comunicación. Mediante este momento de comunicación se recupera el tema del encuentro pasado
sobre la pertenencia al presbiterio. La pretensión consiste en que los seminaristas expresen sus dificultades
para vivir el sentido de pertenencia. Pueden proceder de dos ámbitos, el primero se sitúa en un plano más
objetivo, se refiere a los comportamientos que se dan en el presbiterio y pueden llegar a convertirse en una
barrera difícil de brincar. El segundo es más subjetivo, se sitúa a nivel de los sentimientos. Uno puede tener
muy claro el valor del presbiterio, pero otra cosa muy distinta es sentirse realmente perteneciente a él. El
esquema para la comunicación puede ser, consecuentemente, éste: dificultades objetivas y subjetivas para
experimentar el sentido de pertenencia al presbiterio. El discernimiento entre ambos elementos puede ser
muy ilustrativo para los seminaristas.
Oración. 1Cor 9, 1-27. San Pablo expresa en este texto, de diversas maneras, cómo el apóstol, movido
por el Evangelio, es capaz de prescindir de los propios derechos para ponerse al servicio de la comunidad.
Las expresiones que utiliza son extremas en el sentido de que hacen ver un contraste entre el apostolado de
Pablo y otras maneras de hacer el apostolado: Lo hago gratuitamente, no haciendo valer mis derechos por la
evangelización (9, 18); Siendo como soy plenamente libre, me he hecho esclavo de todos, para ganar a
todos los que pueda (9, 19); Disciplino mi cuerpo y lo esclavizo, no sea que después de enseñar a los demás
quede descalificado (9, 27). Al abordar el tema del celibato sacerdotal hemos de colocarnos en la perspectiva
de lo gratuito. No se trata sólo de cumplir una ley o de una obligación, sino de una expresión profunda de lo
que la persona es específicamente en el ministerio presbiteral.
Contenido. Ya se ha tocado el tema del celibato, durante la etapa teológica, en el sexto encuentro
comunitario del segundo año. Allí se situaba el celibato en el contexto del consejo evangélico de castidad, se
recordaba el planteamiento de Presbyterorum ordinisen el número 16 y se provocaba una reflexión sobre el
prefacio de la fiesta de Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote. Con ello se quería presentar una visión amplia
sobre el celibato sacerdotal. Ya en el quinto encuentro comunitario de segundo de filosofía se tocó el tema de
la sexualidad y la formación. Se subrayaba allí el contraste entre la sexualidad humana en general y la
sexualidad presbiteral, haciendo ver la importancia que tiene contar con una clave interpretativa para la
vivencia de la propia sexualidad. Se concluía ese encuentro presentando las condiciones psíquicas para la
vivencia del celibato: capacidad de renuncia, amor oblativo y pasión por el ideal.
Se han establecido así dos contextos que parecen necesarios para una correcta interpretación del
celibato: el de la sexualidad humana y el del consejo evangélico de castidad. Durante el presente encuentro
comunitario se desarrollará más específicamente el tema del celibato sacerdotal, de cara a la promesa de
celibato que harán los seminaristas al finalizar este momento formativo. Se realizará esta reflexión en dos
Itinerarios formativos 632 Etapa pastoral
se relaciona incondicionalmente con nadie, ni siquiera con sus más íntimos seguidores (Me 8, 33), a quienes
siempre deja libres para irse. Tal modo de vida implica un cierto nivel de soledad, sobre todo exige vencer el
miedo a quedarse sólo. Hace falta una personalidad recia para mantenerse en esta línea, pero esto es
necesario para el servicio de la comunidad. Las relaciones de los presbíteros son así expresión de su opción
por el celibato.
La afectividad. Para vivir el celibato se hace especialmente importante una cierta madurez afectiva
porque está comprobado que a la raíz de la mayoría de los problemas relacionados con el celibato está una
experiencia afectiva difícil, sea de soledad, de aislamiento, de incomprensión, etc. Si se quiere poner una
tasa para medir la madurez afectiva, se puede encontrar en tres indicadores: a) La adecuada proporción entre
los sentimientos y la realidad a la que corresponden. Falta madurez cuando las reacciones afectivas del
sujeto son desproporcionadas en relación a los hechos reales que las provocan, de modo que funciona como
un amplificador de pequeños problemas. Será una persona que sufra continuamente por este motivo. Para
vivir el celibato es necesario que el sujeto sea medianamente feliz, que esté más o menos satisfecho con lo
que vive, b) El suficiente conocimiento y apropiación de sus sentimientos. Que lo que ocurre en su vida
afectiva no resulte extraño para él, al contrario, sea reconocido no sólo como algo que ocurre en él, sino
como algo que le pertenece profundamente y es una riqueza de su personalidad. Todo el proceso de
autoconocimiento que se ha propuesto a los seminaristas debe dar fruto en este terreno de la apropiación de
los sentimientos, c) La expresión adecuada de los sentimientos. Que tenga la habilidad conseguida para
expresar los sentimientos en el momento oportuno y con las personas que conviene hacerlo. Sobre todo que
no esté solo en su vida afectiva, dejándose acompañar en esta materia. Evidentemente hay una renuncia que
se hace en este plano, sobre todo a los vínculos posesivos o exclusivos, esta renuncia se sentirá a lo largo de
la vida. El presbítero necesita estar preparado para ello.
La sexualidad. La renuncia más clara que se hace con el celibato es al ejercicio de la sexualidad. No se
puede renunciar a la sexualidad porque ésta no sólo es parte de la persona sino un elemento central de su
identidad. La sexualidad está allí siempre. La renuncia al ejercicio de la sexualidad debe ser clara en el plano
genital y en el plano de la sexualidad difusa. Es decir, hay una renuncia a las relaciones genitales pero tam -
bién hay una renuncia a todo lo que rodea las relaciones genitales, como el coqueteo, el juego sexual o los
dobles sentidos. Esta renuncia debe ser notoria en la vida sacerdotal. La renuncia en el ámbito de la
sexualidad podrá adquirir diversos rostros a lo largo de la vida del presbítero. Primeramente en la línea de la
falta de una pareja, después en la línea de la generatividad, por último en la necesidad de compañía en la
vejez. Hoy somos muy conscientes de la gran diversidad de problemas que pueden surgir en la sexualidad de
las personas célibes. El punto central no es la existencia de estos problemas, sino la capacidad de dejarse
acompañar en ellos.
El amor oblativo. La opción por el celibato, como la opción por el matrimonio, tiene un carácter
definitivo y supone un sujeto que ha entrado claramente al estado adulto. Por eso nos interesa la descripción
del paso de la edad infantil a la edad
Itinerarios formativos 634 Etapa pastoral
mente por una serie de valores que conoce suficientemente de tal modo que esta
opción unifica sus energías y capacidades ordenándolas a un fin. Cuando se vive
un ideal con este género de "pasión", no es posible la distracción. Podríamos
decir que la pasión, en el sentido que se le quiere dar, conlleva la concentración
de las energías del individuo en torno a valores que ha aceptado como buenos
para sí.
Pasión por Jesucristo. En el pasado encuentro comunitario se recurría a la
defensa que san Pablo hace de su ministerio, el apóstol entiende que la unión
personal con Jesucristo es un elemento central de su ministerio. Desde esta
premisa el ministerio no puede ser interpretado principalmente como una
actividad, como si se tratara sólo de predicar, o de presidir liturgias, o de
bendecir, o de realizar actividades sociales, como hacían aquellos
"superapóstoles"; el ministerio consiste más bien en una forma de vida por la
cual el ministro se une profundamente a Jesucristo en una relación continuamente
fomentada. La relación entre esta "pasión" por Jesucristo con el celibato se ha de
entender entonces como una unión definitiva, similar a la que se da en el matri-
monio. Un ejemplo vivo de esta unión definitiva y personal es el de san Pablo:
Estoy crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en
mí. Ahora, en mi vida mortal, vivo creyendo en el Hijo de Dios que me amó y se
entregó por mí (Gal 2, 19-20). Esta es una nota fácilmente constatable en la vida
de los sacerdotes santos. Para ellos la unión con Jesucristo es incuestionable,
como su punto esencial de referencia. Consecuentemente lo cultivan de modo
continuo.
Pasión por el Evangelio. En el corazón de la vida presbiteral está la misión
evangelizados. Volviendo al ejemplo de san Pablo, la fuerza de convicción con la
que se refiere al Evangelio muestra que hay algo más que un ejercicio con
carácter más o menos profesional: Porque anunciar el Evangelio no es para mí
un motivo de gloria; es una obligación que tengo, ¡y pobre de mí si no
evangelizara! (ICor 9, 16). Hay más bien una vinculación amorosa, con carácter
definitivo, que muestra la existencia de un mensaje profundo que ha tocado a la
persona y es necesario comunicar. El celibato sacerdotal es un signo de la vida
interior del sacerdote y a la vez una especie de confirmación del mensaje
evangélico que hace con su vida entera.
Pasión por la comunidad cristiana. El objeto específico de la opción
sacerdotal es la comunidad cristiana. Los ministros ordenados están puestos para
la edificación de la comunidad. Esto implica que la comunidad signifique para
ellos algo más que el lugar o el ámbito donde se realiza una función, llegando a
convertirse en un verdadero objeto amoroso. Su unión con la comunidad
cristiana es definitiva. Todo lo que son, lo que poseen y su actividad se interpreta
desde la clave de esta unión. Su plena dedicación a la comunidad cristiana es
capaz de unificar sus energías, enfocándolas a este fin e incluyendo todos los
aspectos o dimensiones de su personalidad. En ellos debe ser notorio un gran
amor por la Iglesia que les lleve a superar cualquier visión utilitaria o cualquier
tendencia, humanamente comprensible, hacia la búsqueda del dominio.
B. Ritual de la ordenación de los diáconos. En este momento puede ser útil
un breve comentario a la alocución previa a la promesa del celibato en el ritual
de la ordenación de los diáconos.
Itinerarios formativos 636 Etapa pastoral
Puesto que ustedes quieren libremente formar parte del orden de los diáconos, deben tener presente
que tendrán que desempeñar este ministerio guardando el celibato toda la vida. La puerta de entrada del rito
es la libre opción del candidato, de modo que el celibato, aunque viene exigido por una normativa
eclesiástica, no ha de ser entendido como una mera norma disciplinar y mucho menos como una imposi ción.
En la práctica más bien hay que hablar de "libertad suficiente", es decir de que el sujeto goce de tal grado de
libertad que pueda optar por el celibato como un bien verdadero, tanto para sí mismo como para los demás.
Esta libertad será fruto de una comprensión adecuada del celibato y de todo el proceso formativo.
El celibato será para ustedes un signo y estímulo de la caridad pastoral y una fuente especial de
fecundidad apostólica. Se enuncia el sentido positivo del celibato específicamente sacerdotal en el esquema
de vida y ministerio, que se corresponden con los conceptos de caridad pastoral y fecundidad apostólica.
Hay que notar que se utiliza el lenguaje del amor, que cuenta siempre con esos dos elementos, una
dimensión íntima, que tiene que ver con la identidad -la da la caridad pastoral- y una dimensión hacia fuera,
que transforma la experiencia amorosa una fuente de fecundidad espiritual y de creatividad pastoral.
Movidos por un sincero amor a Cristo y viviendo una en una perfecta entrega a El en este estado,
ustedes se consagran al Señor de manera nueva y especial. El celibato implica una verdadera consagración a
Dios cuya motivación no puede ser otra que el amor a Cristo y la unión con él. Se trata de una nueva
consagración en relación con la consagración bautismal y al mismo tiempo de una consagración especial o
específica porque está unida al ministerio ordenado. El celibato constituye, para esta persona concreta que ha
sido llamado al ministerio sacerdotal, un auténtico camino para la unión espiritual con Cristo.
Por el celibato ustedes se unirán a Cristo más fácilmente con un corazón no dividido, se entregarán
con más libertad al servicio de Dios y de los hombres y prestarán con más diligencia sus servicios en la
obra de la regeneración de la humanidad. Se repite el mismo esquema haca dentro -unión con Cristo- y
hacia fuera -servicio más diligente- pero ahora se utiliza la expresión corazón indiviso, subrayando sobre
todo el celibato como un camino para la unificación de todas las energías de la persona en orden a un fin. El
celibato supone y exige la unidad de corazón y de vida del ministro que ha optado por él en orden a un mejor
servicio al Pueblo de Dios.
Este mismo estado de vida será para sus hermanos un constante recordatorio de que Dios debe ser
amado sobre todas las cosas y de que hay que servirlo a El en todo y sobre todo. Por último, se pone de
relieve el sentido simbólico del celibato sacerdotal en la comunidad cristiana. La misma vida del presbítero
se convierte en signo del valor absoluto de Dios en la vida de fe y en una invitación para que todos los
creyentes asuman esta dinámica desde su propia condición de vida.
Los contenidos de este encuentro comunitario son densos, se está retomando lo visto sobre este tema a
lo largo del proceso y al mismo tiempo provocar una reflexión previa al compromiso del celibato. Conviene
dar al tema la importancia que merece.
Itinerarios formativos 637 Etapa pastoral
Preparación para el diaconado / Cuarto encuentro comunitario
La ordenación diaconal
Meta. El candidato comparte su experiencia de amor en el celibato, reflexiona sobre el contenido del
ministerio diaconal y se dispone para recibirlo.
Comunicación. Los dos temas que se han tocado en los encuentros comunitarios precedentes son de
una gran importancia para la vida presbiteral y en concreto en la ordenación diaconal, a saber, la pertenencia
al presbiterio y el celibato sacerdotal. Los dos puntos se han considerado específicamente para el diaconado
transitorio, es decir, mirando al ministerio presbiteral y no sólo a! diaconado. La comunicación sobre estas
materias es delicada, por ello parece mejor provocar una comunicación a nivel general respondiendo a esta
pregunta: Queda poco tiempo para la ordenación diaconal, ¿cómo se encuentra cada uno en este momento en
el que ya miramos hacia las opciones definitivas? Para moderar el diálogo se puede introducir con el "efecto
vértigo" que causan las opciones definitivas. Este efecto consiste en que al percibir la cercanía de los
compromisos definitivos surge más que una duda, cierta intranquilidad, cierto nerviosismo, que es muy
natural, porque no se está decidiendo cualquier cosa, sino el futuro mismo de la persona. Que surjan estas
inquietudes es un signo de buena salud, por ello no debe dárseles una gran importancia.
Oración. ICor 12, 4-11: Los diversos dones del Espíritu edifican la comunidad. Se retoma el ¡cono de
este tercer momento formativo. El don que los seminaristas van a recibir a través de la ordenación diaconal
es para el servicio de la comunidad y ha de integrarse armónicamente con los demás servicios que en ella se
prestan. La clave para circular en esta comunidad ministerial es la humildad.
a) La admisión de los candidatos. Es un breve rito que tiene lugar entre la lectura del Evangelio y la
alocución del obispo. Tiene cuatro partes en las que intervienen sendas personas. El diácono llama a los
candidatos por su nombre, sacándolos de entre la comunidad de los fieles. Se está expresando la pertenencia
a la comunidad cristiana, que es la madre de las vocaciones. En este momento tiene importancia la presencia
de la familia del candidato; ellos han sido la comunidad de fe más inmediata, que les ha acompañado en todo
su proceso de vida. A continuación el rector del seminario o un presbítero pide al obispo el don de la
ordenación, el diálogo que establecen entre ambos versa sobre la idoneidad del candidato. Se está
sintetizando
Itinerarios formativos 638 Etapa pastoral
Pueblo cristiano más que meros funcionarios. Por último está la promesa de
obediencia al obispo y a sus sucesores, la cual se separa del examen y se subraya
como un compromiso definitivo.
88) Imposición de manos y oración consecratoria. La imposición de las manos
del obispo se hace, después de las letanías de los santos, en silencio como
concentrando a través de este gesto la oración de toda la comunidad de la Iglesia
puesta de rodillas e intercediendo ante Dios por estos elegidos. La larga oración
con que se consagra a los diáconos comienza con cuatro párrafos introductorios
en los que se pone de relieve cómo el Espíritu Santo actúa en la Iglesia
repartiendo los ministerios y señalando a cada uno su propio oficio y cómo cada
uno de los ministerios tiene como finalidad hacer crecer a la Iglesia; se compara
la acción que se está realizando con la elección de los levitas en el Antiguo
Testamento y con la elección de los Siete, destinados al cuidado de los pobres. La
parte central de la oración insiste una y otra vez en el modo de ejercer el
ministerio: con fidelidad, amor sincero, solicitud por los pobres, el ejercicio
humilde de la autoridad, la pureza de corazón, una vida profundamente
espiritual, el ejemplo de castidad. Por último se vuelve a citar el texto de Mt 20,
17-28: imitando en la tierra a tu Hijo, que no vino a ser servido sino a servir. Es
interesante, pues, que el acento se ponga de un modo tan claro en la vida y en las
actitudes de los diáconos y no en su actividad, que será diversa, según las
circunstancias en que les toque ejercer su ministerio.
89) Ritos complementarios. Son sumamente simples, pero profundamente
significativos. Primeramente la imposición de la estola y la dalmática por los
presbíteros, signo del ministerio recibido y de la pertenencia al único presbiterio.
La fórmula de la entrega del libro de los Evangelios merece una atención
especial: Recibe el Evangelio de Cristo, del cual has sido constituido mensajero;
esmérate en creer lo que lees, enseñar lo que crees y vivir lo que enseñas. Da la
prioridad al ministerio de la Palabra como clave interpretativa de todo su
ministerio, litúrgico y no litúrgico. Establece un camino espiritual que parte de la
ascética de la fe, pasa por la enseñanza y se corona con el testimonio de vida.
Es muy recomendable que los candidatos al diaconado mediten asiduamente
en torno al ritual de la ordenación antes de que llegue ese día. Con este encuentro
comunitario se cierra el tercer momento formativo de la etapa pastoral. Si se ve
oportuno se puede hacer con el grupo un balance del proceso presentando
previamente una síntesis de los contenidos.
Itinerarios formativos 641 Etapa pastoral
Cuarto período
Preparación para el presbiterado
Objetivo del momento formativo. El candidato retoma críticamente su
ejercicio diaconal, solicita el orden sagrado del presbiterado y se prepara para la
celebración de la Eucaristía y para el ministerio de la reconciliación.
Imagen-fuerza. ITim 3, 1-7. Presenta el ministerio como una noble función.
Desde esta valoración se plantean exigencias muy claras, de carácter positivo y
negativo, como ya se ha analizado en encuentros anteriores. Se pretende que por
medio de este cuarto y último período de formación de la etapa pastoral los
ordenandos tomen una mayor conciencia de lo que significa el ministerio
presbiteral que van a recibir.
Proceso de los encuentros comunitarios.
El itinerario de este último momento está totalmente enfocado en la
ordenación presbiteral. Nos interesa principalmente que el candidato se visualice
como sacerdote y descubra la importancia del modo práctico de actuar en el
ministerio sacerdotal, criterio en el cual se ha insistido durante todo el proceso.
Se sitúa así en una perspectiva eminentemente práctica. Propone la consideración
del ministerio sacerdotal y al mismo tiempo provoca el diálogo de los diáconos
sobre los pequeños detalles de la ordenación. Se entiende este último período
como los seis meses anteriores a la ordenación presbiteral.
El primer encuentro se ha reservado para un compartir amplio entre los
nuevos diáconos sobre su breve experiencia en el diaconado, con el fin de que les
ayude a situarse en la práctica misma del ministerio. Es prudente reafirmar las
primeras experiencias porque funcionarán como un referente en otros momentos
del proceso. El texto para la oración es Le 4, 14-30, un texto programático de la
misión de Jesús. El texto subraya la espiritualidad de Jesús siervo. La
interpretación del diaconado cuenta de modo especial con la imagen de Cristo
pastor y siervo.
El segundo y tercer encuentros abordan el doble ministerio de la presidencia
de la Eucaristía y de la confesión sacramental, si es posible con la intervención
de algún sacerdote mayor que, desde su propia experiencia, pueda dar una serie
de indicaciones fraternas a los ordenandos. Se pretende un compartir fraterno que
ofrezca pautas para estos servicios tan importantes en la vida de la Iglesia. Para el
encuentro sobre la presidencia de la Eucaristía se propone el relato de Me 8, 1-10,
la segunda multiplicación de los panes, subrayando el gozo de distribuir el
cuerpo de Cristo. Para el encuentro sobre la reconciliación se han seleccionado
dos secciones de la Segunda Carta a los Corintios, sobre la reconciliación y el
consuelo que vienen de Dios: 2Cor 5, 18-21 y 2Cor 1, 3-7 estableciendo un
paralelismo entre ambos textos y relacionándolos dinámicamente con el
sacramento de la reconciliación.
El cuarto encuentro se centra en la reflexión sobre el ritual de la ordenación
presbiteral, completando lo que ya se vio para la ordenación diaconal. Además se
hace el cierre y la evaluación de la etapa. Por último se hace una breve
presentación de la formación permanente. Se ha rodeado este encuentro de un
espíritu de gratitud y por
Itinerarios formativos 642 Etapa pastoral
cierta facilidad los diversos niveles en los que esto ocurre. El primero de ellos es
el que edifica la unidad del matrimonio y de la familia, como Iglesia doméstica,
para los diáconos puede ser algo nuevo el contacto con los movimientos
matrimoniales, la preparación para el matrimonio y la pastoral familiar. Un
segundo nivel es el del trabajo en equipo, que en la Iglesia se hace presente en
casi todos los campos: el equipo sacerdotal, equipos de catequistas, de
animadores juveniles, de liturgia, etc. Un tercer nivel es el de la convocación de
grupos, sobre todo cuando se pretende la misma experiencia grupal como un
signo de lo que es la comunidad, especialmente en la pastoral de adolescentes y
de jóvenes o en la pastoral vocacional. El cuarto nivel es el de los organismos
parroquiales o comunitarios que edifican la unidad, como los consejos de pastoral
y de economía. Aún se puede hablar de un quinto nivel, el del decanato y las
comisiones decanatales. Por último está el nivel de las comisiones diocesanas.
Más allá de los límites de la comunidad cristiana está la tarea del ecumenismo y
del diálogo interreligioso, que puede ser más o menos sensible en los distintos
ámbitos pastorales en los cuales están insertos los diáconos.
■ ¿Cómo has vivido la dimensión de la koinonía en el equipo sacerdotal?
¿Cuál ha sido tu relación con los diáconos permanentes y con otros ministros?
■ ¿Has tenido una mayor proximidad con la realidad del matrimonio y de la
familia? ¿Ves oportunidades para evangelizar en este ámbito? ¿Te has acercado a
los movimientos matrimoniales o familiares?
■ ¿Has tenido la ocasión de trabajar en equipo con otras personas? ¿Alguno
de estos equipos ha sido significativo? ¿Por qué? ¿Qué piensas del equipo sacerdo-
tal en el que participas?
■ ¿Qué clase de experiencia grupal has tenido durante este tiempo? ¿Te
sientes perteneciente a algún grupo?
■ ¿Qué ha significado para ti participar en los organismos parroquiales
como el consejo de pastoral y el consejo de economía? ¿Descubres estos consejos
como camino para la comunión? ¿Has participado en otro tipo de consejos?
■ ¿Cuál ha sido tu experiencia en el decanato y en las comisiones
decanatales? ¿Has podido colaborar en algunas actividades en las comisiones
diocesanas?
■ ¿Has tenido alguna experiencia significativa en la línea del ecumenismo o
del diálogo interreligioso?
d) En la línea de la liturgia (leiturgía). La liturgia no es propiamente una
cuarta dimensión de la misión, sino más bien la coronación de todas las
dimensiones. Cuando se dice que la liturgia es fuente y cumbre de la misión de la
Iglesia y de los ministerios en ella, muy especialmente del ministerio ordenado,
se quieren decir dos cosas. Por un lado, que el ministerio y la vida de la Iglesia
no se reducen a la acción litúrgica, al contrario, la intervención litúrgica que
corresponde a este ministerio o a cualquier otro es el signo de la realización de la
misión en los ámbitos más ordinarios de la vida de la comunidad. Por otro lado se
expresa que toda la actividad ministerial debe conducir a la expresión litúrgica,
encontrando en el continuo don de Dios, especialmente
Itinerarios formativos 646 Etapa pastoral
en la Eucaristía, su fruto más precioso. En esta dimensión hay que incluir el tema
de la oración que se subraya con tanta insistencia en el ritual para la ordenación
de los diáconos y se expresa en el compromiso de rezar con la liturgia de las
horas en nombre de todo el Pueblo de Dios.
■ ¿Cómo has experimentado la oración con la liturgia de las horas? ¿Has
compartido este tipo de oración con los presbíteros o con los laicos? ¿Cómo ha
sido tu vida de oración durante este tiempo en el diaconado?
■ ¿Qué ha significado para ti la proclamación del Evangelio en la asamblea
de los fieles? ¿Cómo es tu vinculación con la Palabra de Dios? ¿Has colaborado en
la preparación de los lectores?
■ ¿Has participado en la Eucaristía haciendo los oficios propios del diácono,
sobre todo la preparación de los dones en el altar y la distribución de la
Comunión? ¿Cómo lo has vivido espiritualmente? ¿Has colaborado en la
preparación de los acólitos y de los ministros extraordinarios de la Eucaristía?
■ ¿Has realizado la exposición de la Eucaristía? ¿Cómo te has situado en esta
circunstancia?
Para terminar este encuentro se puede planear un momento de convivencia
fraterna, subrayando la sencillez, de modo que se comprenda que el ministerio
recibido también pide un modo de funcionamiento como grupo, marcado por la
austeridad y la fraternidad.
Itinerarios formativos 647 Etapa pastoral
to. Las rúbricas han sido elaboradas sobre la experiencia y pretenden guiar al
celebrante, el problema surge cuando el celebrante las da por supuestas o las
ignora. Al contrario, debe acercarse a ellas para aprender continuamente. Quien
conoce con precisión las rúbricas puede realizar más fácilmente los ritos con su
verdadero sentido y puede incluso flexibilizar la ejecución de los mismos.
La austera belleza. Se trata de una norma de primer orden, sumamente clara y
útil. Se aplica a la construcción de los templos, a su decoración, a la confección de
los manteles y vasos sagrados, y también a los ritos. El binomio austeridad-
belleza excluye, por un lado, la vulgaridad y, por otro lado, el barroquismo. La
vulgaridad es profundamente contraria a las cosas sagradas que están presentes en
la liturgia. Por ejemplo, existen sacerdotes que se permiten decir malas palabras o
hacer gestos descorteses en el mismo altar; se trata de faltas graves que no deben
pasarse por alto. Al contrario, conviene extremar la delicadeza en el trato y en el
uso de la palabra, especialmente hacia todos aquellos que sirven al altar y
también ayudan al sacerdote. Nunca serán suficientes los gestos de gratitud y de
amabilidad hacia ellos. El barroquismo consiste en sobrecargar la liturgia de
elementos sin sentido, es perjudicial porque distrae de lo esencial y del misterio
que está en medio de la comunidad. Por ello es importante evitar el
amontonamiento de ritos o la sobrecarga de elementos de cualquier tipo:
moniciones, cantos, decoraciones, exceso de palabras, etc.
El sentido de lo sagrado. Al presidir la Eucaristía el sacerdote necesita ser
consciente de que su misión es señalar hacia el misterio de Dios y de Cristo que
está presente en ella, a esta sensibilidad le llamamos "el sentido de lo sagrado". Le
lleva a mostrar el misterio con sus gestos corporales, con su palabra y su silencio,
empleando los ritmos adecuados para la celebración. En todos los gestos que se
refieren a la presencia de Dios ha de ser sumamente respetuoso, desde hacer una
genuflexión hasta dar la bendición, de modo que haga especialmente sensible la
presencia de Dios. La sensibilidad ante lo sagrado se expresa preparándose
convenientemente para la celebración de la Eucaristía. Conviene rescatar el valor
del ayuno eucarístico del sacerdote en este sentido, junto con la costumbre de
reservar un tiempo para prepararse espiritualmente para la celebración.
El sentido común. En las rúbricas está prácticamente previsto todo lo que
tiene que hacer, sin embargo, siempre es necesario el sentido común para hacer las
pequeñas adaptaciones que le corresponden. Siempre se trata de pequeños
detalles que requieren sensibilidad. Algunas adaptaciones se refieren al mismo
rito; otras implican una consideración de los destinatarios, otras se sitúan en la
comunidad concreta con la que se celebra. Así no es lo mismo la liturgia
pontifical que la liturgia en una localidad rural; no es igual celebrar con jóvenes
que con religiosas; en un lugar con mucho calor que en un lugar con clima frío;
con una gran multitud o con un grupo pequeño, etc. Cuando surgen dudas sobre
esto es muy conveniente conversarlas con otro presbítero que tenga más
experiencia.
El sentido antropológico. Los ritos litúrgicos juegan con un simbolismo
universal, se trata de un lenguaje humano profundo, del que el sacerdote debe ser
consciente
Itinerarios formativos 649 Etapa pastoral
d' ) Oración final. Es una oración menos central que la colecta, por ello
se utiliza el final más breve. No es aún el momento para dar avisos,
sino para cerrar adecuadamente la acción litúrgica.
c') Rito de despedida. Incluye dos elementos. Primeramente la bendición.
El que preside debe tener presente que se trata de la bendición de Dios y
por ello él mismo es destinatario de la misma. Conviene que realice este
gesto con una gran humildad, como quien representa a otro y es signo vivo
de su generosidad. El segundo elemento es la despedida, que corresponde
al diácono. Cuando se juzgue conveniente también se pueden dar unas
palabras de afecto a la comunidad. El lugar idóneo para los avisos es entre
la bendición y la despedida. Si hay más de un aviso que dar, conviene
pedir a las personas que se sienten para que puedan escuchar con calma.
b') Procesión de salida. Hacerla sin prisas, guardando las normas básicas de
cortesía con los acólitos o cualquier otro ministro que participe. El beso al
altar y la reverencia final son acciones que representan a toda la comunidad y
por ello deben de realizarse muy visiblemente.
a') Despedida de los fieles. Así como se acogió a los fieles es muy conveniente
despedirlos personalmente. Esto es fácil de hacer cando no hay procesiones de
salida complicadas. La salida de la celebración es una ocasión aprovechable para
que las personas se acerquen al sacerdote, especialmente los domingos y cuando
se trata de personas más o menos desconocidas, que no tendrían confianza para
buscarlo en la sacristía.
Itinerarios formativos 653 Etapa pastoral
alimento para el pueblo de Dios y que su vida sea un estímulo para los
discípulos de Cristo. En segundo lugar se refiere a la misión de santificar en
nombre de Cristo la cual es interpretada como exigencia de santidad en la vida
sacerdotal: mediten el sentido profundo de lo que llevan a cabo; traten de
imitarlo fielmente en su vida... esfuércense por hacer morir el mal en ustedes y
por avanzar continuamente en el camino de una vida nueva. Conversión y
formación permanente son dos realidades cotidianas en la vida presbiteral. La
vida de santidad viene exigida por el mismo ministerio sacerdotal, de modo que
no son necesarios más motivos.
Examen de los candidatos al presbiterado. Contiene cuatro preguntas. La
primera sobre el carácter indeleble del ministerio sacerdotal y la colaboración
con el orden episcopal. La segunda, sobre la celebración de la Eucaristía para la
alabanza de Dios y la santificación del pueblo cristiano. La tercera sobre el
ministerio de la Palabra. La última sobre la unión personal con Cristo en un
camino de santificación. El examen culmina con la promesa de obediencia al
obispo.
Imposición de las manos y oración consecratoria. Primeramente el obispo y
después todos los presbíteros presentes, imponen las manos sobre la cabeza de los
ordenandos. Es un gesto prolongado y profundo, en el que se expresa al mismo
tiempo la participación del ministerio del obispo y la pertenencia a un único
presbiterio. Los contenidos trabajados durante el proceso formativo se concentran
en este momento. Toda la oración consecratoria gira en torno al ministerio del
presbiterado comprendido como segundo grado del orden sacerdotal y por tanto
como colaborador del orden episcopal. Se menciona a los levitas y a los setenta
ancianos del Antiguo Testamento, a los colaboradores de los apóstoles en el
Nuevo Testamento y se pide a Dios que conceda al obispo la ayuda de estos
nuevos colaboradores. La parte central de la oración señala la vinculación entre el
ministerio presbiteral y el espíritu de santidad, relacionando íntimamente la vida
de los presbíteros con su ministerio. Por último, se vuelve a recordar la fiel
colaboración con el orden episcopal. Si se quiere sintetizar en dos conceptos el
contenido de la oración consecratoria serían el del sacerdocio de segundo orden y
el de la santidad sacerdotal.
Los ritos complementarios se realizan en cuatro momentos. Primeramente
algunos presbíteros revisten a los recién ordenados con los ornamentos
presbiterales; se trata de un signo que recuerda la fraternidad presbiteral y la
pertenencia al presbiterio. El segundo momento es la unción de las manos. La
fórmula utilizada recuerda a Jesucristo, el Ungido y sintetiza las funciones
sacerdotales: santificar al pueblo y ofrecer a Dios el sacrificio. La unción tiene un
sentido profundo, el de la consagración que procede de Dios y capacita a la
persona para realizar la misión encomendada. El santo crisma vincula la misión
sacerdotal con la entera misión del Pueblo de Dios. Por último está la entrega de
la ofrenda del Pueblo de Dios. Es importante notar que no se entregan los
instrumentos, sino la ofrenda misma. La fórmula correspondiente da una
consigna al neo sacerdote: advierte bien lo que realizas, imita lo que tendrás en
tus manos y configura tu vida con el misterio de la cruz del Señor. Cabe señalar
que de algún modo están presentes los pasos que se han señalado en la
metodología de la formación: permanecer atento, traducir los valores en la vida
para configurarse con
Itinerarios formativos 659 Etapa pastoral
Cristo Buen Pastor del rebaño. Esto significa que la formación en las etapas
teológica y pastoral se ordena finalmente hacia la formación permanente, en la
que continúa el reto de la configuración. Por último está el abrazo de la paz al
obispo y a los presbíteros presentes, un signo fraterno correlativo al de la
imposición de las manos.
B. Detalles para la ordenación. Se supone que ya se han preparado la
ceremonia
de la ordenación, el convivio posterior y las cantamisas. Ahora queremos poner
aten
ción a detalles que tienen que ver con las personas que estarán presentes y con las
cuales conviene tener la delicadeza que corresponde. Se trata de prever esas cosas
que
con mucha facilidad se olvidan, a) Un gesto comunitario de agradecimiento para
el
obispo y para los formadores del seminario, de quienes el ordenando ha recibido
toda
la formación, b) Los padrinos de la ordenación. Son los sacerdotes que han
revestido a
los neo sacerdotes con los ornamentos propios, c) Las familias de cada uno,
especial
mente los papas. Prever exactamente cuál sería su participación en la liturgia de la
ordenación y compartir iniciativas sobre los gestos de gratitud hacia ellos, d) Los
semi
naristas. La ordenación es especialmente significativa para ellos. Prever qué estilo
de
presencia y de detalles conviene tener, e) Las personas de la vida consagrada.
Muchas
de ellas han sido sostén espiritual del nuevo sacerdote, lo menos que se puede
hacer es
corresponder a la finura de su oración y de su apoyo, f) Las personas que vendrán
de
fuera de la ciudad. Se intenta que cada uno de los ordenandos se haga consciente
de
los detalles de gratitud que con necesarios y, en aquello que corresponde al grupo,
se
compartan criterios comunes de actuación y se definan momentos para cada cosa.
También se puede hacer un diálogo sobre el contenido de los "discursos" de
los recién ordenados. Con frecuencia se les piden unas palabras durante la fiesta
de la ordenación o en las cantamisas. Que no se dejen estas palabras a la
improvisación, sino que se comparta previamente por dónde irían, qué mensaje se
quiere transmitir, qué mensaje también quieren transmitir como grupo que
comparten la ordenación.
C. Cierre de la etapa. En la comunicación inicial ya se adelantaron varios
elemen
tos, los de carácter más personal, para el cierre de la etapa y la evaluación del
itine
rario. Sin embargo conviene reservar un momento para pedir a los ordenandos sus
sugerencias para mejorar el itinerario formativo de la etapa de pastoral. Puede
ayudar
para ello concentrar su atención en tres puntos: a) Contenidos y materiales del
itinera
rio. ¿Cómo mejorarlos y enriquecerlos? b) Clima formativo. ¿En qué medida
ayudó
para hacer un buen proceso? c) Modalidad. ¿Fueron adecuadas la convocación y
dura
ción de las reuniones comunitarias? Se puede añadir alguna otra pregunta.
Pedirles
también que si tienen alguna sugerencia más formal puedan hacerla por escrito
antes
de la ordenación.
D. Medios para la formación permanente. Este último momento se reserva
para
hacer una brevísima introducción a la formación permanente. Ya se clarificó el
concep
to al principio de este encuentro, pero ahora se trata de perfilar algunos medios
para
que la formación permanente comience a funcionar de modo inmediato. Aquí
sólo se
enuncian y se da una brevísima orientación, a) La dirección espiritual. Siempre ha
sido
un medio fundamental, pero ahora adquiere mayor relieve. Conviene buscar un
buen
Itinerarios formativos 660 Etapa pastoral
director espiritual, a ser posible en el mismo presbiterio, y realizarla con seriedad y constancia, b) El diálogo
con el obispo y con las instancias de gobierno de la diócesis y con el superior inmediato. Recordar los dos
principios correlativos, por un lado, la obediencia-disponibilidad y por otro lado la manifestación confiada de
sí mismos. Es importante que cada presbítero, sobre todo en los primeros años, haga un esfuerzo en esta
línea, manifestando su disponibilidad con la debida radicalidad y consiguiendo un verdadero diálogo, c) La
colaboración y el trabajo en equipo. El modo de hacer tiene una gran importancia, que no se deje la puerta
abierta al individualismo, sino que aplique lo que ha aprendido a lo largo del proceso formativo al trabajo en
equipo, tanto en el ámbito presbiteral como en la colaboración con los laicos, d) El cultivo de todas las
dimensiones formativas. Para esto se puede presentar el perfil de los sacerdotes de los primeros años con el
fin de especificar qué se pretende en cada una de las dimensiones. En el capítulo siguiente se presenta un
perfil que puede servir para esto. Aquí interesa que visualicen con claridad un reto formativo en cada una de
las dimensiones.
13. El contexto de la formación permanente
Primeramente porque la formación permanente del presbiterio y muy en concreto la del equipo formador
es el contexto en el cual se puede ofrecer a los seminaristas un proyecto formativo. Existen una serie de
contenidos que se transmiten de la vivencia del presbiterio a los seminaristas. Esto es inevitable, porque los
valores evangélicos no son principalmente una teoría, sino una realidad viva, que se transmiten de persona a
persona y de grupo a grupo, es decir, desde quienes han sido consagrados en el ministerio sacerdotal a
quienes son llamados para ejercerlo en el futuro. Por ello es necesario que no sólo se trabaje en la formación
básica en el seminario, sino a la vez y con semejante intensidad, se cultive la formación permanente del
clero. La dinámica interna del equipo formador es especialmente importante, porque si el equipo formador
está en una auténtica actitud formativa, transmitirá a los alumnos esta misma actitud y suscitará en ellos el
movimiento propio de la formación. Si ocurre lo contrario, un equipo formador que no está en una actitud
formativa, será muy difícil que despierte en los alumnos el deseo de formarse.
En segundo lugar, porque los elementos educativos que se proponen en la formación básica deben
presentarse de tal manera que se pueda garantizar o al menos facilitar su continuidad a lo largo de la vida
sacerdotal. Se trata así de un proceso educativo orientado a la formación permanente. Unos ejemplos pueden
aclarar lo que se quiere decir: Si la dirección espiritual se hace con intensidad durante las primeras etapas y
después se le va dejando de dar importancia, con el argumento de que los seminaristas ya son mayores, se
está preparando el terreno para que, terminado el seminario, nunca más busquen la dirección espiritual. Al
contrario, si se mantiene establemente la dirección espiritual a lo largo de todo el proceso, terminado el semi-
nario los nuevos sacerdotes continuarán buscando la dirección espiritual, porque han descubierto la necesidad
que tienen de ella. Otro ejemplo es el de los ejercicios espirituales. Si a los seminaristas no se les enseña la
metodología de los ejercicios espirituales, sino que se les imponen una serie de experiencias negativas de
ejercicios, saldrán del seminario con el deseo de no tener nunca más ejercicios, pero si, por el contrario, se
les ofreció un proceso de maduración a través de los ejercicios espirituales, continuarán deseando
profundizar en ellos. Algo similar se puede decir de la oración, del estudio, del trabajo o del deporte y de
otros muchos aspectos de la formación básica.
Itinerarios formativos 662 Formación permanente
Etapa de iniciación
Con esta etapa se inicia la formación permanente o continuada. Su
duración tiende a ser fija porque depende más de la iniciación en la vida
presbiteral que de la etapa evolutiva. Para los que recibieron el
presbiterado muy jóvenes, entre los 26 y los 30 años, parece conveniente
que dure cinco años. Para alguno que fuera más mayor, por ejemplo, que
se haya ordenado de presbítero con más de 40 años, quizá convendría
acortar esta etapa para que se incorpore pronto a la siguiente o incluso la
salte. La etapa de iniciación es la de los sacerdotes jóvenes. Suele ser una
etapa de intenso aprendizaje en la vida pastoral, con abundantes relaciones
y compromisos.
Desde la edad evolutiva se está viviendo plenamente el reto de la
generatividad. Este ya ha sido el reto durante la etapa teológica, pero ahora
toma forma concreta al ejercer el ministerio sacerdotal en una comunidad
concreta, por decirlo así, en la vida real. El presbítero joven define
espontáneamente un estilo pastoral y vocacional, genera proyectos, aporta
a la Iglesia Particular cierta originalidad desde las actividades específicas
que le toca realizar. Es lógico que el presbítero recién ordenado tienda a
estabilizarse rápidamente. Sin embargo, también suelen surgir problemas
durante estos primeros años, e incluso abandonos de la vida sacerdotal.
Cuando esto ocurre, casi siempre se debe a asuntos no suficientemente
afrontados durante la formación básica. Una buena estrategia para estos
casos, ual. Cultiva la vida espiritual en medio de la actividad pastoral, consigue
si es dar a la espiritualidad la prioridad efectiva. Garantiza una vida suficiente
posibl de oración, no sólo con el rezo de la liturgia de las horas, sino también
e, es mediante la meditación de la Palabra de Dios. Acepta la mediación de la
que comunidad para enriquecer vida espiritual, adaptándose a las costumbres y
recurr valorando la religiosidad y las costumbres del lugar. Comienza a
an a desarrollar de un modo original y propio el carisma sacerdotal. Busca la
los ayuda estable de un director espiritual. Se acerca con frecuencia a la
que reconciliación sacramental. Se mantiene disponible para el servicio de
fueron quien lo necesita.
sus ■ En la dimensión humana personal. Establece en su vida sacerdotal
forma hábitos de deporte e higiene. Se entrega efectivamente al trabajo en aquello
dores que se le ha encargado, haciéndose corresponsable de la actividad pastoral.
o No se comporta como un empleado que simplemente hace lo que le
direct mandan, sino como un verdadero colaborador, corresponsable de la misión.
ores Cuida de sí mismo, atendiendo los retos que quedaron pendientes de su
espirit formación básica. Muestra signos de madurez personal en sus reacciones y
uales, actitudes.
porqu
e los ■ En la dimensión humana comunitaria. Acepta las críticas y
conoc advertencias que le hacen los demás, en este sentido permanece dispuesto a
en aprender y a corregir sus pasos. Pide y agradece las correcciones. Consulta
bien. sus proyectos con quien debe hacerlo y los comparte con la comunidad. Se
Inclus relaciona con los laicos en
o se
les
puede
plante
ar que
retom
en el
proces
o
format
ivo de
etapas
anteri
ores.
El
perfil
de la
etapa
de
iniciac
ión se
puede
descri
bir
así:
■
En la
dimen
sión
espirit
Itinerarios formativos 664 Formación permanente
Etapa de estabilidad
Habiéndose introducido a la vida sacerdotal durante cinco años, los
presbíteros pasan a una etapa nueva que tiende a una mayor estabilidad. La
duración de esta segunda etapa varía, dependiendo del proceso vocacional y la
edad evolutiva de cada uno. Cuando el sujeto ha recibido la ordenación
presbiteral entre los 26 y los 30 años, esta etapa se prolonga aproximadamente de
cinco a diez años. En el caso de los que se ordenaron con más de 40 años
convendría incluso saltar esta etapa, de modo que pasen directamente de la etapa
de iniciación a la de la vuelta a la raíz. El sacerdote ha adquirido cierta
experiencia, que comienza a sistematizar y a aplicar en otros lugares,
dependiendo de los cambios que le den y de las circunstancias en las que vive su
ministerio, marcando un estilo más definido en el ministerio sacerdotal. El límite
natural de la etapa de estabilidad es la crisis de la edad intermedia, que ocurre en,
especialmente en el caso de los varones, en torno a los 40 años de edad. En
muchas diócesis se utiliza el criterio de los diez primeros años de sacerdocio, pero
sería más acertado un criterio que combine la edad evolutiva y el proceso
vocacional, por ejemplo: desde los cinco años de la ordenación sacerdotal hasta
los 40 años de edad.
Dicha estabilidad se afianza aún más cuando los proyectos realizados se
trasladan a otros lugares y el estilo conseguido llega a ser un referente para otras
personas, por ejemplo, para los laicos o para las personas consagradas o para un
movimiento apostólico. El individuo sabe que ha hecho un aporte personal, el
cual define su modo de
Itinerarios formativos 665 Formación permanente
vivir el ministerio sacerdotal y de estar en la Diócesis. Se puede decir que durante esta
etapa la aportación de cada uno hará en su vida sacerdotal queda definida, aunque sea
germinalmente, en sus rasgos esenciales, y por ello es importante que la llegue a hacer,
desde su capacidad objetiva y que se pueda sentir orgulloso de ello.
El individuo ve realizado, en cierta medida, y contando con los límites que la realidad
misma le presenta, el proyecto que perfiló durante la etapa de la configuración. La
relectura de este proyecto establece un dinamismo interior en el que la persona se
experimenta plena, en un proceso gradual hacia una identidad vocacional bien definida y
hacia compromisos que, al menos en este momento, parecen suficientemente claros y
radicales. El sujeto suele tener la convicción de que está caminando efectivamente hacia
la santidad.
Durante la etapa de estabilidad ocurre la llamada crisis de "realismo", distinta de la
de la crisis de la edad intermedia y previa a ella. Esta crisis consiste en una dificultad
profundamente sentida para aceptar las condiciones reales en que tiene que vivir su
propia vocación y misión. Es una crisis que tiende a resolverse con relativa facilidad,
mediante la opción por aceptar esos límites y por actuar en medio de ellos, realizando
efectivamente el propio proyecto aunque quizá no al ritmo que hubiese deseado.Es una
crisis de realismo porque supone la superación de perspectivas excesivamente utópicas.
El perfil de la etapa de estabilidad se puede describir así:
■ En la dimensión espiritual. Cultiva la vida espiritual en medio de la actividad
pastoral, consigue dar a la espiritualidad la prioridad efectiva más allá de sus ocupaciones.
Garantiza una vida estable de oración que se adapta ágilmente a las circunstancias de sus
encomiendas pastorales. Desarrolla de un modo original y propio el carisma sacerdotal,
podemos decir que ya tiene identidad carismática. Mantiene la ayuda estable de un
director espiritual y de un confesor.
■ En la dimensión humana personal. Mantiene los hábitos del deporte y de la
higiene. Busca el equilibrio entre la actividad y el ocio, de modo que aprende a trabajar
asiduamente y también a dedicar momentos al descanso y a la relación con su familia. El
compromiso apostólico que ha asumido interpreta y orienta su vida afectiva y sexual,
concentrando en él todas sus energías. Vive con pasión la misión evangelizadora
experimentando una verdadera entrega en el ministerio sacerdotal.
■ En la dimensión humana comunitaria. Acepta las críticas y advertencias que le
hacen los demás. Pide y agradece las correcciones. Consulta sus proyectos con quien
debe hacerlo y los comparte con la comunidad. Vive un compromiso intenso en el ámbito
social y laboral. Hace un aporte real a la comunidad diocesana como signo de su
generatividad. Establece y mantiene los vínculos de auténtica amistad con los
colaboradores, especialmente con los laicos.
■ En la dimensión académica-laboral. Hace estudios más especializados si tiene la
oportunidad. Mantiene un ritmo aceptable de lectura y de trabajo intelectual. Desarrolla
sus aficiones intelectuales y culturales. Se interesa por las oportuni-
Itinerarios formativos 666 Formación permanente
La vuelta a la raíz
Esta etapa se caracteriza por la crisis de la edad intermedia, una crisis por la
que pasan todas las personas porque mezcla un origen físico y hormonal con una
serie de contenidos psíquicos y espirituales. Se trata de un problema profundo,
que implica una gran dificultad para la persona. No se trata fundamentalmente de
una crisis de vocación, sino una crisis de la personalidad, que lógicamente afecta
a la vivencia vocacional. Sus componentes fundamentales son: la constatación del
declive físico, acompañada de la aparición de enfermedades en fase inicial; el
cansancio en los compromisos asumidos, en la vida apostólica y vocacional, con
la sensación de que la vida se escapa; la experiencia de fracaso, de prueba, de
persecución y de dificultades en el camino emprendido; el descubrimiento y
reconocimiento de motivaciones que el individuo antes no quiso ver, pero ahora
tiene que afrontar. Esta situación compleja puede manifestarse en actitudes
críticas, en una dificultad para creer y confiar, y en un redescubrimiento de la
propia afectividad y sexualidad.
Le hemos llamado la "vuelta a la raíz" porque es la necesidad más sentida en
este momento: recuperar lo fundamental, poner firmemente los pies en lo
esencial, aunque muchas de las realizaciones de la etapa anterior se vean
cuestionadas. Las personas suelen vivir esta crisis en medio de grandes
responsabilidades. Estamos al mismo tiempo en una etapa de gran actividad
apostólica y laboral. El sujeto ha adquirido experiencia de la vida y del trabajo
diario, y por ello es capaz de coordinar proyectos, de aportar al avance de la
propia institución y de ayudar a otras personas en su caminar.
Si en la crisis el realismo hablábamos de cierta "resolución", aquí es muy
difícil plantear el final de esta crisis en esos términos, porque los elementos que
salen a la luz en este momento pertenecen a lo profundo de la personalidad, y por
ello se trata más bien de "afrontar" la situación y de aprender a caminar con ella.
Este "afrontar" se lleva entre diez o quince años. Por ello es imposible pedir una
resolución inmediata. La
Itinerarios formativos 667 Formación permanente
crisis provoca heridas que probablemente no cicatrizarán nunca, y por ello marcan
la personalidad. Sin embargo, hay que reconocer que en esta tesitura es donde se
han dado las grandes conversiones. Es posible un cambio hacia una orientación
más positiva de la existencia, pero no se hace sino al precio de enfrentarse
consigo mismo. Evidentemente es un momento en el cual el acompañamiento
espiritual e incluso técnico se hace imprescindible y en el que la persona necesita
ser acogida por su comunidad por lo que es, en concreto, por ser sacerdote y para
que llegue a serlo con mayor coherencia. Estos son los rasgos finales de la etapa:
■ En la dimensión espiritual. Más allá de las dificultades que la vida le
plantea, mantiene la prioridad de la vida espiritual, la cual se ha convertido para él
en algo irrenunciable. Afronta la crisis de la edad intermedia con la ayuda
sistema-tica del director espiritual. Transforma las dificultades en una ocasión
para profundizar en el carisma sacerdotal. Adapta el uso de los medios espirituales
al momento que le toca vivir.
■ En la dimensión humana personal. Recurre, si es necesario, a la ayuda
técnica en su salud física y psíquica. Mantiene un ritmo moderado de actividad,
sin dejarse llevar por el activismo o por la pereza. Enfrenta y trabaja las dificulta-
des que puedan surgir en su vida afectiva y sexual. Acepta la acogida que le
ofrecen los demás más allá de sus limitaciones, se deja amar gratuitamente, de un
modo especial dentro del presbiterio.
■ En la dimensión humana comunitaria. Incorpora las propuestas de los
demás a su vida y a su trabajo. Mantiene su compromiso social aunque existan
dificultades o críticas. Profundiza en su compromiso en los diversos aspectos de
la vida sacerdotal. Encuentra en la pertenencia a la comunidad cristiana una
referencia existencial en medio de la crisis.
■ En la dimensión académica laboral. Ofrece su experiencia en el apostolado
formando a otros más jóvenes. Las relaciones que establece en el apostolado
reafirman su vocación. Pone su reflexión intelectual al servicio de la comunidad.
Estimula el desarrollo intelectual de los sacerdotes más jóvenes y de los
seminaristas. Da un sentido comunitario y positivo a su tiempo libre.
■ En la dimensión apostólica. Mantiene sus compromisos apostólicos que ha
asumido en el pasado más allá de las dificultades. Sistematiza su experiencia en el
apostolado y la ofrece a los demás en la medida en que pueda serles útil. Se
muestra disponible para asumir la dirección de obras apostólicas si es necesario.
Es fuente de estímulo y de aliento para otras personas que se han involucrado en
la actividad apostólica.
■ En la dimensión del proyecto. Afronta la situación de crisis de un modo
profundo. Se ha convertido en un referente vocacional para los sacerdotes más
jóvenes y para los seminaristas. Elabora un proyecto esencial, que atiende a su
situación real.
Itinerarios formativos 668 Formación permanente
■ En la dimensión del proyecto. Es más humilde en la percepción de sí mismo y al mismo tiempo más
comprensivo con los demás. Interpreta su proyecto personal como un testimonio de vida a favor de las nuevas
generaciones.
Itinerarios formativos 670 Formación permanente
El testamento espiritual
Nos situamos por último en la etapa final, la de las personas mayores. Son los
que podemos llamar propiamente ancianos. Conviene hacer una distinción clara
entre los simplemente ancianos y los enfermos. Estos segundos son los que
necesitan asistencia continua. Las personas ancianas tienen una tarea importante
que hacer en relación con su propia vocación. Es el momento en que corresponde
afrontar la posibilidad de no ser. Esto frente a otros momentos de la vida en los
cuales se subrayaba el llegar a ser o el seguir siendo.
La primera tarea de las personas mayores es recuperar su vida de oración, que
estuvo presente siempre pero ahora se puede vivir con mayor radicalidad y con
holgura de tiempo. Este situarse desde lo espiritual, que hemos dicho que es el
elemento central del proceso, sigue teniendo una función rectora en este
momento, marca la calidad del envejecimiento, de las relaciones, de la atención a
las enfermedades y de la muerte. En este ámbito espiritual hay que tener en
cuenta también el contenido del carisma sacerdotal y los estilos por medio de los
cuales ese carisma se ha puesto en práctica a lo largo de la vida. Por ejemplo, una
persona que ha vivido siempre en la disponibilidad y la pobreza, continúa
haciéndolo espontáneamente en esta etapa. Hoy se ha avanzado mucho en la
atención médica de los mayores, sin embargo, no hay que olvidar dónde está el
centro.
El individuo hace una síntesis de vida desde cada una de las dimensiones de la
formación. Los valores que se fueron haciendo ¡rrenunciables a lo largo de su
vida, ahora son objeto de un testimonio callado y profundo, marcado por una
actitud de esperanza. La mirada benevolente que cultivó en la etapa anterior en
relación con las generaciones más jóvenes se transforma en testamento espiritual.
Se trata de dejar una buena herencia a los demás, que es el fruto de su vida y su
trabajo. Evidentemente la mejor herencia es la vivencia de los valores
vocacionales hechos vida en su persona y en sus actitudes.
El modo de afrontar las limitaciones propias de la edad y las enfermedades
viene determinado por la vida espiritual y la identidad pastoral que continúa
cultivando en medio de esas limitaciones. Es un momento de vida en el cual el
acompañamiento se hace especialmente significativo y profundo, al mismo
tiempo que sencillo y cotidiano. Da el paso de ayudar a otros a dejarse ayudar casi
por cualquiera, y saberse acompañado en lo cotidiano y lo simple de cada una de
las dimensiones. El amor se hace más profundo recibiendo ayuda de los demás.
Se describen a continuación algunos rasgos del comportamiento vocacional de los
mayores:
■ En la dimensión espiritual. La vida espiritual ha dejado una marca
¡rrenuncia-ble en su personalidad. Es testigo de vida en medio del
presbiterio y en la comunidad cristiana. Su modo de ser y de estar subraya
y expresa los valores espirituales. Pese a las dificultades de su edad, se
mantiene en el esfuerzo por hacer oración y por continuar utilizando otros
medios espirituales. Manifiesta una actitud profunda de gratitud ante el
misterio de la vida, de su propia vocación y de esperanza en Dios.
Itinerarios formativos 671 Formación permanente
lado, presentar a unos y a otros, continuamente la ¡dea y la dinámica de los itinerarios tal como se propone
en los primeros capítulos de esta publicación.
90) Garantizar el acuerdo del equipo formador. El sujeto que propone los itinera rios es propiamente el
equipo formador. Los padres del equipo son quienes deberán comprometerse en su elaboración y quienes lo
pondrán en práctica. Por ello es indispensable conseguir el apoyo de todo el equipo formador. Sin esto sería
imposible ponerlos en práctica. En algunos equipos habrá que dedicar mucho tiempo. La pieza central para
conseguir el acuerdo de los formadores es la verdad, es decir, que haya verdaderos argumentos para defender
el paso hacia un proyecto educativo más detallado y exigente. De modo que los formadores obren con la
suficiente convicción. Puede ser necesario que al principio se dediquen muchas energías a conseguir este
acuerdo y siempre será necesario mantenerlo, sobre todo cuando va renovándose el equipo con personas
diferentes. Se da un salto de calidad en esta línea cuando llegan a ser formadores los alumnos que ya pasaron
por los itinerarios formativos.
91) Ganar el espacio para los encuentros comunitarios. Conseguir que se dedique el tiempo suficiente
para un proceso formativo es una batalla difícil de ganar. En general los seminaristas suelen estar muy
ocupados y no va a ser fácil que de buen grado acepten que se dedique a esto una tarde al mes. Si hacemos la
cuenta no es para tanto, en el curso introductorio serían diez y seis tardes y para los demás años serían sólo
ocho. Si es difícil abrir ese espacio en la agenda de los alumnos, tampoco será fácil conseguirlo en la agenda
de los formadores, quienes tendrán que dedicar mucho más tiempo a la formación. Pensar, por ejemplo, que
los formadores de la etapa filosófica deberán estar presentes en veinticuatro encuentros comunitarios, ocho
para cada curso. También puede ser interesante conseguir espacios físicos que se puedan dedicar a esto, que
no sean exactamente los salones de clase, puede ser en el mismo seminario o fuera de él, por ejemplo en casas
de comunidades de vida consagrada o en las parroquias cercanas. En el momento de implementar los
encuentros comunitarios se pide a los formadores un esfuerzo grande para abrir estos espacios. Hay que
considerar que este esfuerzo es una gran inversión, porque se ganará la oportunidad de una mejor formación,
En este sentido no conviene aceptar los "recortes", es decir, transigir en procesos que se presenten más
superficialmente. Si uno quiere que un jardín se ponga hermoso, debe regarlo abundantemente.
92) Diseñar los materiales. Al contar con estos materiales ya preparados, será mu cho más fácil elaborar
los materiales propios. Pero quiero insistir en la importancia de hacerlo. Es necesario diseñar los materiales
en tres planos. El plano de los contenidos, es decir, los elementos teóricos que se presentan. Es importante
que se re-elaboren añadiendo más datos, bibliografía, documentos de la Iglesia, de modo que se presente un
cuerpo de doctrina sólido, tanto en los papeles como en la mente de los forma-dores. El plano del proceso
pedagógico, que conviene revisar con cuidado y perfilar aún mejor, de modo que no tenga resquebrajaduras.
Un paso debe llevar a otro, dando a los seminaristas el tiempo suficiente para recapitular y profundizar. Por
último, el plano de la presentación gráfica de los materiales. Esto tiene una gran importancia.
Itinerarios formativos 675 Ejecución
que se llegue a un acuerdo sobre el modo de presentarlos, el formato que se va a usar, los documentos que
se van a resaltar y muchos detalles más.
A la hora de ¡mplementar los itinerarios formativos, lógicamente cuestiona el esquema general de las
actividades del seminario, los horarios y los roles al interno del equipo formador. Todo ello debe ser
discutido por el equipo formador, llegando a acuerdos que van haciendo, en lo que sea necesario,
costumbres nuevas. La más importante de ellas consiste en separar a los seminaristas en etapas y en grupos.
El principio pedagógico que nos rige es el de subsidiaridad, es decir. El trabajo en los niveles más
específicos fortalece lo que se pueda hacer a nivel general, de modo que rige entre ambos niveles la
complementariedad.
La sola distinción fundamental de tres niveles tiene un gran valor: El primer nivel es el de la gran
comunidad del seminario, que incluye todas las etapas, incluso cuando no conviven en la misma casa.
Deben existir momentos en que se reúnan todos y se muestre la gran comunidad que forma el seminario. El
segundo nivel es el de la etapa formativa. Después de presentar los itinerarios queda muy claro que no es lo
mismo el curso introductorio que la etapa teológica, y que para muchos asuntos requieren de
Itinerarios formativos 676 Ejecución
Tiene una gran importancia definir un objetivo para cada encuentro y examinar la coherencia de los
objetivos entre sí, de modo que se defina un proceso que sea transitable. Es conveniente que los muchachos
conozcan el objetivo, para que luego puedan evaluar en qué medida lo han conseguido. Cuanto más
conscientes sean de lo que se pretende con los encuentros, tanto más habrá la posibilidad de que asuman su
formación como primeros responsables de la misma porque se sitúan con claridad en un proceso.
Al proponer a los seminaristas los itinerarios formativos se hace indispensable el acompañamiento, al grado
de que podríamos afirmar que la calidad de la formación dependerá directamente de la calidad del
acompañamiento. Los contenidos del itinerario, por claros que sean, se quedarían como sin alma si faltara la
relación viva y profunda, positiva y amable, entre el formador y el seminarista. Tan necesaria es ¡a
vinculación personal del seminarista con el formador como la relación del formador con el grupo, una
presencia profundamente fraterna y a la vez exigente, que se corresponde con la verdadera amistad. Uno de
los problemas frecuentes en la formación es que en ocasiones esta relación no existe, es superficial o es
defensiva. No se llega a formar a las personas porque no hay una relación real y profunda entre formador y
formando o entre formador y grupo. Si las relaciones en este ámbito son defensivas o no se viven en la
verdad, es imposible que exista la formación. En este sentido se puede parafrasear la famosa sentencia: sólo
lo que es abordado con confianza y con verdad en una relación positiva puede ser formado.
Pero el proceso formativo que hemos elaborado, con todas las dificultades que experimenta el alumno
para vivirlo, desde la dificultad para aceptar la propuesta hasta su puesta en práctica, requieren de una doble
actitud que es típica de los procesos de fe: la confrontación o corrección fraterna -manifestación directa y
clara de los afectos desordenados o inconsistencias vocacionales- y el discernimiento -búsqueda de la
voluntad de Dios en las circunstancias reales de la persona. Estos dos serán los instrumentos que los
formadores utilizarán habitualmente en la etapa que les corresponde. Los mismos seminaristas necesitan
desarrollar habilidades en ambas direcciones, tanto en el ámbito personal como en el grupal, de modo que
lleguen a habituarse a la confrontación y hagan del discernimiento una práctica cotidiana.
Acompañamiento personal y grupal son como los dos rieles de la vía sobre la cual avanza el tren de la
formación. Vamos a especificar a continuación el valor del acompañamiento personal y grupal y a dar
algunas pautas para su aplicación en cada una de las etapas formativas. Nos interesa dejar bien asentado que
siempre es necesario el acompañamiento y lo seguirá siendo a lo largo de la vida sacerdotal. La razón para
afirmar tan enfáticamente la necesidad del acompañamiento proviene de la naturaleza misma de los procesos
de fe. No hay experiencia religiosa ni proceso de fe sin una buena dosis de autoengaño. Para que se pueda
caminar en esos procesos es indispensable una voz amiga que confronte al formando los autoengaños, que
también se llaman en la tradición espiritual de la Iglesia "afecciones desordenadas", o en la psicología
religiosa las "inconsistencias vocacionales". Esa misma persona debe ser capaz de confortar, es decir, de
descubrir, fomentar y estimular las consistencias, los afectos bien ordenados, las verdaderas certezas. El
resultado es el discernimiento adecuado que ayuda a todos a caminar efectivamente, a conseguir un bien real
y no sólo un bien aparente al que llamamos voluntad de Dios.
Itinerarios formativos 680 El acompañamiento
El acompañamiento personal
La personalización es una clave fundamental de los procesos educativos en la
fe. La fe y los valores de la vocación específica se transmiten de persona a
persona y por ello es necesario que el acompañamiento personal se realice con
estabilidad y eficacia. Ya se ha señalado en los primeros capítulos cuál es el ritmo
ordinario de las entrevistas en la formación básica. Puntualizando brevemente se
pueden señalar estos criterios:
■ Una entrevista cada tres semanas o cada mes con el responsable de la etapa
de formación. Se da el tiempo suficiente para que el muchacho experimente y
para que no olvide lo que se propuso o convino en la última entrevista. Una
entrevista cada tres semanas o cada mes con el director espiritual. Al presentar
estas dos instancias dándoles una importancia similar, se está facilitando la
solidez al proceso.
■ Cada una de las entrevistas, sea con el director espiritual o con el
responsable de la etapa, de más o menos una hora de duración. Es el tiempo
suficiente para profundizar. Si dura más de una hora, tiende a ser redundante. Si
dura menos de 40 minutos tiende a ser superficial.
De este modo, un proceso suficiente de acompañamiento incluye entre diez y
doce entrevistas al año con cada uno de los dos formadores de la etapa. Se trata
de un proceso intenso, al cual conviene que tanto los formadores como los
alumnos le den la debida importancia. Cuanto más se dé formalidad a las
entrevistas será mejor. Durante los momentos centrales de la formación, es decir,
las etapas filosófica y teológica la entrevista debe ser rigurosamente sistemática.
El motivo de esta exigencia es que se está proponiendo a los alumnos un proceso
difícil de vivir, que por sí mismo es exigente, en el cual es necesario verificar la
comprensión y aplicación que está haciendo cada uno de ellos de los contenidos
del itinerario formativo. La frecuencia y duración de las entrevistas no deben
dejarse a la voluntad del alumno; al contrario, hay que presentarlas como parte
integral de la propuesta formativa y como medio indispensable para la formación.
El formador debe llegar a percibir con toda claridad el momento en el que
hace la confrontación al seminarista, de modo que lo vaya conduciendo,
paulatinamente, hacia un proceso en el que conozca más exactamente el ideal por
el que ha optado y profundice en el conocimiento de sí mismo. Esta actitud del
formador exige un modo peculiar de relación con el alumno que podemos
describir desde la imagen del padre o la madre. Es decir, se sitúa claramente como
persona más mayor y desde allí se propone emprender junto al alumno un camino
educativo. Evidentemente la confrontación quiere conducir a un crecimiento y,
posteriormente, a un discernimiento de la voluntad de Dios en las etapas de la
formación básica.
Durante la formación permanente cambia el ritmo y el modo de las
entrevistas porque también cambia el rol del orientador. De la figura de padre y
madre se va pasando gradualmente a la figura del hermano o compañero de
camino. Lo más
Itinerarios formativos 681 El acompañamiento
ordinario es que esta relación cambie por etapas, las cuales dependen de las
circunstancias de la vida del sujeto y de su proceso evolutivo y vocacional. Al
mismo tiempo se va pasando de la persona que busca ayuda a la que comienza,
por ley de vida, a ser referencia y ayuda para los más jóvenes que vienen detrás.
El principio que debe quedar claro es que siempre es necesario el
acompañamiento, aunque el modo de realizarlo no sea el mismo que se daba en
la formación básica.
Durante las etapas previas -seminario menor- ocurre lo contrario. La
entrevista ha de ser de tal modo cercana al adolescente que se adapte a las
situaciones por las que va pasando, de modo que no necesita la formalidad que se
dará posteriormente. En el curso introductorio es necesario enseñar al alumno a
aceptar la entrevista como un medio formativo y a utilizarla adecuadamente.
La confrontación tiene características diversas en cada una de las etapas
formativas. Estos rasgos vienen definidos por el objetivo de la etapa, por la edad
evolutiva del candidato y por su grado de madurez personal. Vamos a especificar
cuál es el sentido de la confrontación en las etapas de la formación básica.
En el seminario menor. Se está trabajando con muchachos que están en la
última etapa de la adolescencia cuya característica principal es la volubilidad. Los
muchachos dependen en esta variabilidad de su carácter de dos factores
fundamentales: su situación física y su imagen ante los grupos a los cuales
pertenecen. Sin embargo, caminan rápidamente hacia la estabilidad propia de la
etapa de juventud. Por otro lado, están realmente ocupados con el amplio
programa de estudios de la preparatoria y con las tareas propias del mismo
seminario menor. En medio de todo ello los formadores deberán permanecer muy
atentos a la situación de cada seminarista, prácticamente como hacen los padres
en una familia. Hay que ir estableciendo la entrevista formal, pero en esta etapa
tiene una gran importancia la relación informal y sobre todo la capacidad del
formador de percibir el momento y la oportunidad de acompañar a cada
muchacho. Por ello es muy recomendable que se haga un esfuerzo por mantener
un número suficiente de formadores, de modo que los muchachos estén realmente
atendidos. Desde aquí se puede juzgar la gran importancia de contar con
directores espirituales bien preparados y de tiempo completo para el seminario
menor. Es necesario subrayar más el acompañamiento espiritual que la disciplina.
Durante el curso introductorio. Estamos en el momento inicial de la
formación para el sacerdocio. Se pretende la revisión de la iniciación cristiana.
Por ello la confrontación se centra en las actitudes de coherencia o incoherencia
en relación con los valores fundamentales de la fe. Por otro lado es interesante
confrontar la actitud de apertura o cerrazón al proceso formativo que se le está
presentando y el grado de aprovechamiento que tiene de los medios que se le
están ofreciendo. El resultado que esperamos alcanzar es un joven que se define
más coherentemente como cristiano en sus actitudes prácticas y que ha llegado a
introducirse con verdadera disponibilidad en el camino de la fe y de la vocación
sacerdotal en cada una de las dimensiones de la formación. En este momento,
ciertas actitudes de fondo que pueda percibir el formador a partir del
comportamiento del candidato, conviene que aún no sean confronta-
Itinerarios formativos 682 El acompañamiento
das, en espera de que durante la etapa siguiente se puedan trabajar con mayor
asiduidad y con mayor precisión. En este momento basta con que el chico haga
un balance de su personalidad, llegue a percibirse de un modo general con
virtudes y defectos, y puntualice estos datos. Si se recurre a una comparación con
el trabajo del dentista, se trata de hacer una radiografía para detectar la situación,
es bueno advertir al paciente lo que encontramos, pero aún no queremos
intervenir en ella.
Durante la etapa filosófica. Es el momento más típicamente juvenil de la
formación básica. El formador pone atención a los hábitos o modos de hacer a los
cuales el seminarista está acostumbrado. Se intenta desmontar los que no se
corresponden con los valores de la fe y de la vocación sacerdotal, y se pretende
que el muchacho adquiera otros hábitos nuevos, más coherentes con su proceso
vocacional y formativo. Lógicamente la confrontación se centra más en los
factores humanos que entran en juego y llegan a impedir un crecimiento
vocacional estable. El resultado que se espera conseguir es un joven más seguro
en su proceso y más libre para dedicarse con verdadera determinación a su
formación. Por contraposición con el curso introductorio, en la etapa filosófica sí
es conveniente profundizar. Si volvemos a la comparación con el dentista, es el
momento de intervenir, con una cirugía si es necesario, para escarbar o ahondar
en el problema, hasta reconocerlo más plenamente. La confrontación adquiere un
carácter sistemático, es más exigente y detallada. Podríamos decir que baja a la
raíz de la personalidad del seminarista.
Durante la etapa teológica. Se da el paso de la etapa juvenil a la del joven
adulto, es decir, que comienza a pasar del reto de la intimidad al reto de la
productividad. Un seminarista de la etapa teológica debe ser altamente
productivo en la línea de su propio proceso formativo. Los avances deben ser
notables, mostrando una creciente definición vocacional y carismática. Las
estructuras que se han conseguido en la etapa anterior se convierten en
receptáculos del contenido teológico y carismático propio de la vocación
presbiteral. La confrontación mira más rectamente al futuro apostólico del
candidato y por ello a las actitudes que manifiestan la autenticidad de su opción
por este camino de pertenencia eclesial. Es una confrontación detallada y
exigente, que no mira principalmente a corregir defectos cuanto a proponer
desarrollos, definiendo comportamientos específicos que ya son propios del
sacerdote. Lo que se pretende conseguir es una serie de actitudes intencional y
habitualmente cultivadas, que llegarán a definir rasgos de la personalidad en la
vida sacerdotal. El resultado final es un candidato dispuesto a aceptar
compromisos definitivos. Si volvemos a la comparación con el trabajo del
dentista, es el momento de preparar las piezas que se van a colocar sobre la
dentadura, para que puedan cumplir una función. Hay que ajustarías con pre-
cisión, de modo que efectivamente lleguen a realizar la función para la cual
fueron diseñadas. Se trata así de un trabajo de precisión, donde la exactitud es
importante.
Durante la etapa pastoral. Esta etapa se puede realizar de modos muy
diversos. En todos ellos los elementos comunes son el enfrentamiento con la
realidad y el proceso de órdnes. El reto para el individuo es traducir los valores
que ha admitido como buenos para sí en la realidad ordinaria, tal y como es,
afinando su configuración con Cristo Pastor. La confrontación se centra en la
observación de la conducta en medio
Itinerarios formativos 683 El acompañamiento
de esa realidad y la adaptación que es capaz de lograr en medio de ella. Si en la etapa anterior se tornaba
exigente, ahora el formador tiene que ser más bien comprensivo, ayudando a la persona en un momento que
suele revestir muchas dificultades. Se parece al dentista que ya ha instalado las piezas nuevas en la
dentadura y pone a prueba su funcionamiento. Con mucha delicadeza tiene que hacer las correcciones que
convengan para que funcionen bien. En casos muy extraordinarios habrá que retirar la pieza y hacer otra
nueva. Pero esto ocurrirá raramente. Lo normal en esta etapa formativa es que se trate sólo de hacer algunas
adaptaciones, de perfilar algunas reacciones por las que se muestra la dificultad que la realidad misma le
plantea.
El acompañamiento grupa/
No menos importante que el acompañamiento personal es el grupal. Es frecuente que este elemento sea
poco percibido y por ello poco valorado en algunos ambientes formativos. Pero hay que advertir que aquello
que ocurre en el grupo tiene una gran trascendencia para el proceso mismo. Uno es el mensaje que los
formadores intentan transmitir con palabras a los alumnos y otro es el mensaje que se transmiten ellos
mismos, a veces sin palabras, pero de un modo muy eficaz. Para calibrar el valor de las relaciones grupales
en la formación basta recurrir a la experiencia que todos hemos tenido en un pequeño grupo: nuestra propia
familia. Allí, sin demasiadas palabras, se transmitieron una serie de convicciones y de valores que continúan
siendo de primera importancia en el comportamiento de cada uno. La razón de este fenómeno es simple. Los
valores se transmiten a través de relaciones afectivas entre personas que son signifi cativas entre sí. Es el
fenómeno de la identificación. Lo que ocurre en las relaciones apunta hacia un modo de ser y de comportarse
porque toca las motivaciones profundas de cada uno. Las relaciones afectivas son como el adhesivo de los
valores. Para que un valor se adhiera a mi personalidad es necesario que pase a través del ejemplo de una
persona de carne y hueso que lo viva, alguien con quien me relaciono y a quien estimo y llega a convertirse
en un referente existencial del valor.
Por esta razón no basta con acompañar a los individuos, es del todo necesario acompañar a los grupos.
Los formadores han de realizar también con el grupo ese doble camino pedagógico que se ha referido
anteriormente: la confrontación y el discernimiento. Un cuidado cercano y exigente de las personas se
tornará ineficaz si el ambiente en que estas personas se mueven cotidianamente promueve o simplemente
muestra otros valores que entran en contradicción con aquellos que definen la opción de cada uno.
En el acompañamiento grupal existe una doble referencia. Por un lado está el mismo grupo de
seminaristas. Conviene observar detalladamente lo que ocurre en los grupos y confrontarlo con verdadera
exigencia, de modo que se defina con suficiente claridad cuál es el clima comunitario que debe existir. Por
contraste, los seminaristas deben entender qué actitudes ya no son aceptables en la etapa en la que se encuen-
tran, de modo que ciertos comportamientos sean gradualmente excluidos. Estas actitudes contrarias a los
valores serán la materia cotidiana de la confrontación grupal. El
Itinerarios formativos 684 El acompañamiento
Rubio, L, La formación de los sacerdotes en la situación actual. Sínodo 90. Sigúeme, 1991.
Para el fundamento de la propuesta formativa, sobre todo desde el
punto de vista de las ciencias humanas:
Lonergan, B., Método en Teología, Sigúeme, 2006. Insight, Universidad Iberoamericana y Ed. Sigúeme,
Salamanca, 1999.
Rui la, L. M. Psicología profunda y vocación. Vol. I Las personas. Vol. II Las instituciones, Atenas, 1984.
Antropología de la vocación cristiana, 2 vols., Atenas, 1990.
Imoda, F. (Ed.), Acompañamiento vocacional, Sigúeme, 2002. Desarrollo huma-no. Psicología y misterio,
EUCASA, Salta, 2003. Desarrollo humano. Psicología y misterio, EUCASA, Salta (Argentina), 2003.
Saint-Arnaud, Y., Yo amo. Integración de los dinamismos del placer, el afecto y la elección, Sal Terrae, 1991.
Castellano, J., Teología y espiritualidad de la liturgia de las horas. En Borobio, D., La celebración en la
Iglesia, III, Sigúeme, 1990, 361-428.
111 (1989) 59-79. La relación de ayuda, de Rogers a Carkhuff, Descleé de Brouwer, 1998. Encuentro
de ayuda espiritual, Atenas, 1992. Diálogo vocacional, en de Pastoral Vocacional, Sigúeme, 2005, 366-
372.
Ilarduia, J. M., El proyecto personal como voluntad de autenticidad. Instituto Teológico de Vida Religiosa,
Vitoria, 1994.
Manenti. Α., Vivir en comunidad: aspectos psicológicos, Sal Terrae, 1998. Vocazione, psicología e grazia,
EDB, 1979.
Martín, L, La opción fundamental: ¿quién soy yo?, ¿qué voy a hacer de mí? Sal Terrae 82 (1994) 251-263.
Ridick, J., Un tesoro en vasijas de barro. Reflexiones psicológico-espirituales sobre los votos, Sigúeme,
2000.
Rogers, C, Psicoterapia centrada en el cliente, Paidós Ibérica, 1997. El proceso de convertirse en persona,
Paidós Ibérica, 2002. El camino del ser, Kairós, 1987.
Rubio, L. - García J., Algunas pistas sobre el acompañamiento y el discernimiento de las vocaciones,
Seminarios 35 (1989) 27-58. Rubio, L, Criterios para el discernimiento de la vocación presbiteral.
Seminarios 34 (1988) 207-214.
Vela, J. Α., Orientación vocacional, cómo orientar un discernimiento vocacional. Todos Uno 99 (1989)
Monográfico.
Autores varios, Celibato por el Reino, carisma y profecía. Publicaciones Claretianas, 2003.
Bianchi, E., Celibato y virginidad, San Pablo, 2000. Presbíteros. El arte de servir el pan y la palabra,
Sigúeme, 2011.
Itinerarios formativos 691 Bibliografía
Introducción....................................................................................................................................3
93).............................................................................................................. El
seminarista.....................................................................................................................................13
94).............................................................................................................. El
equipo formador.............................................................................................................................19
El equipo sacerdotal...............................................................................................................19
Existencia del equipo formador ...........................................................................................22
Funcionamiento del equipo formador...................................................................................25
Proceso de afianzamiento del equipo formador....................................................................28
Solidez creciente del equipo formador..................................................................................34
Funciones al interno del equipo formador............................................................................37
El equipo formador como tal ........................................................................................37
El rector.........................................................................................................................38
El vicerrector.................................................................................................................39
Los prefectos ................................................................................................................39
El ecónomo....................................................................................................................40
Los directores espirituales ..............................................................................................41
El equipo de cada etapa ..................................................................................................41
Los auxiliares ...............................................................................................................42
Los responsables de las dimensiones formativas............................................................43
4. El clima formativo...................................................................................................................45
Lo que ocurre entre los seminaristas ....................................................................................45
Lo que ocurre en el equipo formador....................................................................................47
5. El fundamento.........................................................................................................................55
La conversión.......................................................................................................................56
El autoconocimiento.............................................................................................................60
La gradualidad......................................................................................................................66
6. La metodología ........................................................................................................................71
Introducción: perspectivas vocacionales ...............................................................................71
Los itinerarios en este contexto............................................................................................73
La metodología concreta......................................................................................................75
Aplicación de la metodología a las etapas formativas ..........................................................78
Itinerarios formativos 694 índice
4° El proyecto personal...............................................................................................163
Segundo semestre: momento de crecimiento .....................................................................167
Γ El equilibrio formativo............................................................................................168
2° El sentido social ......................................................................................................171
3o El sentido espiritual................................................................................................175
4° Cierre del curso y proyecto personal.......................................................................177
Tercero y cuarto semestres: momento de estabilidad...........................................................183
Γ Presentación del tercero y cuarto semestres ............................................................185
2° La dimensión espiritual...........................................................................................189
3o La dimensión humana personal...............................................................................194
4° La dimensión comunitaria-social............................................................................199
5° La dimensión apostólica.........................................................................................203
6° La dimensión académica-laboral............................................................................208
7o La dimensión del proyecto......................................................................................213
8o Cierre del segundo año y proyecto personal............................................................217
Quinto semestre: momento de profundización ...................................................................220
Io La identidad de la Iglesia.........................................................................................221
2° Participación en la misión.......................................................................................225
3o La misión y la vocación..........................................................................................229
4° La misión irrenunciable .........................................................................................233
Sexto semestre: momento de discernimiento ......................................................................236
Γ El discernimiento espiritual.....................................................................................237
2° El discernimiento vocacional..................................................................................241
3° Discernimiento del paso al curso introductorio ......................................................246
4o Cierre de la etapa del seminario menor...................................................................249
96) El acompañamiento............................................................................679
El acompañamiento personal........................................................680
El acompañamiento grupal ..........................................................683
El acompañamiento a través del itinerario ..................................686
índice............................................................................................693
SACERDOTES
OPERARI LOS ITINERARIOS FORMATIVOS
OS
DIOCESA Son una propuesta para el proyecto formativo
NOS integral de los seminarios diocesanos.
INSTITUTO DE
PASTORAL VOCACIONAL
Nicasio Oroño NB 54
1406 Buenos Aires
www.ipv-cov.com.ar
CENTRO DE ORIENTACIÓN
VOCACIONAL
Vélez Sarsfíeld 3055
5016 Córdoba, Argentina
www.cov.org.ar