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Instituto Pironio

Taller virtual: asesoría y acompañamiento 2020. Aula José Gabriel Brochero

Las tentaciones del Asesor.

El Papa Francisco desarrolla una serie de “Tentaciones de los agentes pastorales” en su


Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium (nn. 76-109). Antes de comenzar el desarrollo de las
mismas, plantea el desafío de crear espacios motivadores y sanadores para los agentes pastorales, necesarios en
el contexto de cultura globalizada en el que vivimos. La descripción que el Santo Padre hace de
estos espacios es muy clara:

“lugares donde regenerar la propia fe en Jesús crucificado y resucitado, donde compartir las propias
preguntas más profundas y las preocupaciones cotidianas, donde discernir en profundidad con
criterios evangélicos sobre la propia existencia y experiencia, con la finalidad de orientar al bien y a la
belleza las propias elecciones individuales y sociales” (EG, 77).

Personalmente creo que este es el mayor desafío en el acompañamiento de los jóvenes. Porque
como dice el mismo Francisco, “los jóvenes, en las estructuras habituales, no suelen encontrar
respuestas a sus inquietudes, necesidades, problemáticas y heridas” (n. 105). Es realmente dramática
la división entre la fe y la vida, que lleva a muchos jóvenes, que en un comienzo se sumaron con
alegría y entusiasmo al camino de la Iglesia, se alejen de ella con el paso del tiempo al experimentar
que la fe, tal como la han aprendido o vivido, ya no responde a los anhelos de su corazón. Y, en
gran parte, somos culpables ya que no hemos sabido ofrecer a Cristo Vivo, sino a un montón de
prácticas, esquemas y rutinas que funcionaron en otro tiempo, para otros jóvenes, pero que ya no
son capaces de incidir en la vida de hoy.

Cuando leí por primera vez el texto que nos ocupa, había apuntado al margen: “formación del
corazón, Deus Caritas Est). En su primera Encíclica, Benedicto XVI demostraba la necesidad de
ofrecer a los agentes pastorales encargados de la Caridad en la Iglesia una guía

“hacia el encuentro con Dios en Cristo, que suscite en ellos el amor y abra el espíritu al otro, de
modo que, para ellos, el amor al prójimo ya no sea un mandamiento por así decir impuesto desde
afuera, sino una consecuencia que se desprende de su fe, la cual actúa por la caridad (cfr. Gal 5,6)”
(DCE, 31, a).

A la luz de las distintas tentaciones que nos propone el Papa Francisco, pienso que es conveniente
repensar aquel aporte de Benedicto XVI. Hoy urge una formación del corazón, de todos los miembros
de la Iglesia, y en especial de quienes tenemos la tarea de acompañar. No basta con aprender
técnicas, ni contenidos (teológicos, psicológicos, etc.), ni dinámicas… La preparación de los agentes
pastorales debe ser formar el corazón para adquirir los sentimientos de Jesús (Flp 2). De otra
manera quedaríamos sólo en la cáscara, en prácticas pastorales incapaces de abrirse a la realidad de
cada joven, sordas a sus gritos y sus silencios, ciegas a sus gestos y acciones, presas de la
mundanidad espiritual, temerosas para la profecía, cómplices con el pecado, y pusilánimes para el
anuncio de Cristo Salvador.

Pbro. Germán Bovino

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