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“IDEARIO” PARA LA FORMACIÓN PERMANENTE

DE LOS SACERDOTES
DIMENSIÓN EPISCOPAL DEL CLERO EN MÉXICO

“Todo Sumo Sacerdote es tomado de entre los hombres y está puesto en favor
de los hombres en lo que se refiere a Dios”
(Hebreos 5, 1)

1
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN 05

PRIMERA PARTE
DESAFÍOS DE LA REALIDAD SOCIO-CULTURAL, SACERDOTAL Y ECLESIAL 08

DESAFÍOS QUE SE PLANTEAN DESDE LA REALIDAD SOCIO-CULTURAL 08

DESAFÍOS QUE SE PLANTEAN DESDE LA REALIDAD SACERDOTAL 11

Desafíos en el ministerio y vida de los sacerdotes 11


Áreas de oportunidad para los sacerdotes en México 11
Áreas de oportunidad a trabajar en los sacerdotes de México 11
Signos positivos que se perciben en los sacerdotes de México 13
Signos positivos en la Dimensión Humana 13
Signos positivos en la Dimensión Espiritual 13
Signos positivos en la Dimensión Intelectual 14
Signos positivos en la Dimensión Pastoral 14

DESAFÍOS QUE SE PLANTEAN DESDE LA REALIDAD ECLESIAL 14

Una Iglesia llamada a la Santidad 14


Una Iglesia Comunión 15
Una Iglesia Ministerial de Participación 15
Una Iglesia Misionera 15
Una Iglesia Solidaria 15
Una Iglesia Inculturada 16

CONCLUSIÓN DE LOS DESAFÍOS QUE PRESENTAN LA REALIDAD


SOCIO-CULTURAL, SACERDOTAL Y ECLESIAL 16

SEGUNDA PARTE

LA FORMACIÓN PERMANENTE DE LOS SACERDOTES 18

LA FORMACIÓN HUMANA 19
Objetivo de la Formación Humana 19
Marco Doctrinal de la Formación Humana 19
Temática de la Formación Humana 20

2
LA FORMACIÓN ESPIRITUAL 22
Objetivo de la Formación Espiritual 22
Marco Doctrinal de la Formación Espiritual 22
Temática de la Formación Espiritual 23

LA FORMACIÓN INTELECTUAL 23
Objetivo de la Formación Intelectual 24
Marco Doctrinal de la Formación Intelectual 24
Temática de la Formación Intelectual 25

LA FORMACIÓN PASTORAL 26
Objetivo de la Formación Pastoral 26
Marco Doctrinal de la Formación Pastoral 26
Temática de la Formación Pastoral 28

LA FORMACIÓN PERMANENTE POR EDADES 29


El primer quinquenio 29
Etapa Media (De 6 a 20 años de ordenación) 30
Etapa de Madurez (De 21 a 45 años de ordenación) 31
Sacerdotes Mayores 33
Sacerdotes en situaciones especiales 34

PERFIL DEL SACERDOTE 34


Hombre de Dios 34
Hombre santo 35
Hombre de oración 35
Hombre de obediencia 36
Buen predicador 36
Hombre de la Palabra (enseñanza) 37
Hombre que administra los sacramentos 37
Hombre pobre, humilde y sencillo 38
Hombre misericordioso y compasivo 38
Hombre servicial 39
Hombre de buena capacidad de comunicación 39
Hombre que vive alegremente el celibato 39
Hombre de comunión y fraternidad 40
Hombre de la conversión 42
Hombre en formación permanente 42

TERCERA PARTE
CRITERIOS EN LA ELABORACIÓN DE UN PLAN PARA LA FORMACIÓN PERMANENTE DE LOS
SACERDOTES EN LA DIÓCESIS 43

RELACIÓN DEL SACERDOTE CON TODOS LOS MIEMBROS DE LA IGLESIA 44


Relación del Obispo para con sus sacerdotes y de los sacerdotes para con su Obispo 44
Relación con el Presbiterio 45

3
Relación con los miembros de la Vida Consagrada 46
Relación con los Laicos 46
Relación con su Familia 47
Relación con el Seminario 47

ORGANIZACIÓN DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL MEXICANA 48

DIMENSIÓN EPISCOPAL DEL CLERO 50

a) Identidad de la Dimensión Episcopal del Clero 50


b) Función del Personal (El Obispo Responsable y el Secretario) 51

4
INTRODUCCIÓN

Nuestro Señor Jesucristo, es la imagen visible del Dios invisible. Él vino al mundo como enviado del Padre
para anunciar la Buena Noticia del Reinado de Dios entre los hombres. Jesús mismo no sólo anunció la
Buena Noticia a todos aquellos que le escucharon, sino que Él mismo se presentó como la Buena Noticia
que el Padre tenía preparada para la humanidad desde antes de la creación del mundo. Jesucristo es quien
de manera perfecta y plena nos muestra al Padre, porque Él mismo es la plenitud de la Revelación del
Padre, ya que “nadie conoce al Hijo sino el Padre y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el
Hijo se lo quiera revelar”. (Mt . 11, 27).

El Señor Jesús, en su vida pública, llamó a los que Él quiso y les dio la misión de expulsar a los demonios,
sanar a los enfermos y anunciar el Evangelio. De entre todos sus discípulos eligió a Doce, a quienes les
llamó apóstoles. A ellos se les manifestó de un modo especial, revelándoles los misterios del Reino de una
forma aún más amplia y profunda.

Una noche antes de morir y reunido con los Doce, Jesús tomó el pan y lo transformó en su Cuerpo. Lo
mismo hizo con la copa llena de vino, para entregarles su Sangre que se derramaba para el perdón de los
pecados. Al expresarle a sus apóstoles “hagan esto en memoria mía” (1Cor. 11, 23-26), Jesús les otorgó un
regalo increíblemente valioso: el sacerdocio ministerial en plenitud. Con este regalo ellos continuarían la
misión del Señor, haciendo posible la predicación de la Palabra divina, la administración de los
Sacramentos y conferir la gracia en todos los rincones de la tierra.

Después de su resurrección, Jesús le dio a sus apóstoles este mandato: “Vayan por todo el mundo y
anuncien la Buena Nueva a toda creatura” (Mc. 16, 15). Y para llevarlo a cabo esta encomienda les envió
al Espíritu Santo el día de Pentecostés. Esta misión dada a los apóstoles se extendería a sus sucesores, los
Obispos.

Por la misma Sagrada Escritura sabemos que los Obispos, a través de la imposición de las manos,
consagraron para Dios a algunos hombres, tomados de entre los hombres, para constituirlos en sacerdotes
del Señor.

Los sacerdotes, unidos a su Obispo, ocupan un lugar muy especial en esta labor evangelizadora. (Cfr.
Pastores Gregis # 47).

Durante toda la historia de la Iglesia Dios ha llamado y sigue llamando a algunos hombres para que, dando
su vida en una entrega total, proclamen su Palabra, administren los sacramentos y den testimonio del gran
amor que Él nos tiene.

Sin embargo, también, la historia ha sido testigo de situaciones tristes y dolorosas en la Iglesia ya que
desafortunadamente, algunos de estos hermanos nuestros, llamados al sacerdocio, han fallado durante el
ejercicio de su ministerio.

Sin embrago, la fe y la esperanza en la Iglesia nunca han desaparecido. Por esto mismo, siempre se ha
considerado necesario llamar al corazón de cada sacerdote para invitarle a fortalecer su vocación y reavivar
el don que ha recibido de Dios y por imposición de las manos (Cfr. 2Tim 1, 6).

5
Los Obispos de México son conscientes que para cada sacerdote es insuficiente la formación familiar y en
el Seminario. Por esto mismo, es necesario actualizarla, acrecentarla y reforzarla con una Formación
Permanente dentro del mismo ejercicio de su ministerio.

Además, cada sacerdote, aunque tiene la responsabilidad de su auto-formación (Cfr. PDV 69), necesita de
ayuda y orientación profesional y especializada. En este sentido, la fraternidad sacerdotal es sumamente
importante. No se puede y no se debe caminar solo.

Es por esta razón que, dentro de la Conferencia Episcopal Mexicana, se creó la Dimensión Episcopal del
Clero. Esta Dimensión, como parte de la Comisión Episcopal para Vocaciones y Ministerios, ofrece
distintos servicios para llevar a cabo el deseo de los Obispos de México: que los sacerdotes se mantengan
fieles y firmes a lo que Jesús, Maestro y Pastor, les pide y encomienda.

Por tal motivo, y tratando de presentar caminos seguros para cada Diócesis, se ha elaborado este
Documento al que llamamos “IDEARIO”.

Con el presente Documento se pretende clarificar el objetivo que tiene la Dimensión del Clero, ver con más
precisión lo que es la Formación Permanente sacerdotal, las implicaciones que ésta tiene, las acciones y
responsabilidades que le corresponden a la Pastoral Presbiteral, ampliar la efectividad de los servicios que
se ofrecen a nuestros hermanos sacerdotes y ver las diferentes actividades que desempeña esta Dimensión,
entre otras cosas.

Creemos que el presente Documento contiene lo esencial para que cada Obispo, junto con su comisión de
Pastoral Presbiteral, elabore un programa de Formación para los sacerdotes de su Diócesis.

En una primera parte del Ideario, presentamos los Desafíos que plantean la Realidad Socio-Cultural, la
Realidad Sacerdotal y la Realidad Eclesial. En una segunda parte planteamos la Formación Permanente de
los sacerdotes, así como el Objetivo de la Pastoral Presbiteral y en qué consiste dicha Pastoral. Además,
clarificamos las diferentes Dimensiones de la Pastoral Presbiteral: humana, espiritual, intelectual y
pastoral, cada una de ellas con su objetivo, marco doctrinal y su temática.

Incluimos en la segunda parte la importancia de la Formación Permanente por edades, clasificándolas en


las siguientes etapas: el primer quinquenio, la edad media, la edad de madurez y los sacerdotes mayores; se
incluye además un perfil sacerdotal, donde mencionamos algunos rasgos que distinguen al sacerdote en su
ministerio.

En una tercera parte desarrollamos algunos criterios para la elaboración de un plan para la Formación
Permanente en una Diócesis, las relaciones del sacerdote con todos los miembros de la Iglesia, el lugar que
ocupa esta Dimensión en el Organigrama de la C.E.M., así como las actividades del Obispo responsable y
su Secretario.
Cabe mencionar que este escrito no pretende ser un trabajo exhaustivo, sino, como ya lo hemos
mencionado, es sólo un “Ideario” que apoye la labor que realizan los Obispos y sacerdotes de nuestro país.

6
Consideramos que la Pastores dabo vobis, el Directorio para el ministerio y la vida de los presbíteros –en
su última edición 2013- y el documento del CELAM: “Reaviva el don de Dios”, son herramientas
fundamentales en la formación de los sacerdotes de México y de estos mismos Documentos hemos tomado
parte de su riqueza para insertarla en la realidad de los sacerdotes de México.

En comunión con el Presidente de la Comisión Episcopal para las Vocaciones y Ministerios, Mons.
Francisco González, Obispo de Campeche, y los demás miembros de la Comisión.

+Mons. Rogelio Cabrera López


Arzobispo de Monterrey
Responsable de la Dimensión Episcopal del Clero
Julio de 2015

7
PRIMERA PARTE

DESAFÍOS DE LA REALIDAD SOCIO-CULTURAL, SACERDOTAL Y ECLESIAL EN EL


MINISTERIO Y LA VIDA DE LOS SACERDOTES DE MÉXICO.

Estamos interesados en apoyar el ministerio y la vida de los sacerdotes, y esto nos impulsa a profundizar
los desafíos que nos plantea la realidad socio-cultural, sacerdotal y eclesial. Por lo cual, realizaremos un
ejercicio antropológico y evangelizador que nos permita acercarnos a las necesidades y desafíos que
presenta esta triple realidad a los sacerdotes de México.1

La realidad socio-cultural será presentada de forma general, así como lo que está sucediendo actualmente
en México y cómo esto mismo plantea desafíos concretos en la vida y el ministerio de los sacerdotes.

La realidad sacerdotal será evidenciada y analizada para tomar conciencia de los grandes dones y recursos
con los que cuentan nuestros presbiterios para responder a la misión encomendada por Cristo Jesús a sus
discípulos-misioneros. Estudiaremos los signos positivos y los problemas actuales en el ministerio, la vida
y la formación de los sacerdotes. Y finalmente, la realidad eclesial será presentada de forma general.

Consideramos conveniente recordar que la Constitución Pastoral Gaudium et spes y los Documentos de
Medellín, Puebla, Santo Domingo y Aparecida nos invitan a analizar la realidad como un elemento
indispensable para evangelizar a profundidad a las personas y a la sociedad, y desde este ángulo, será
necesario ofrecer algunos elementos valiosos a la vida y al ministerio de los presbíteros, señalando sólo los
fenómenos más profundos y extendidos. “Sin olvidar que hay una fisonomía esencial del sacerdote que no
cambia: en efecto, el sacerdote del mañana, no menos que el de hoy, debe asemejarse a Cristo”.2

DESAFÍOS QUE SE PLANTEAN DESDE LA REALIDAD SOCIO-CULTURAL

El análisis de las mega tendencias socio-culturales nos ayuda a tomar conciencia de que “estamos viviendo
un cambio de época que cuestiona fuertemente la manera de vivir de las personas y de nuestros pueblos.
Además, está emergiendo una nueva civilización que propone desafíos y puntos de referencia también
nuevos a la acción pastoral de la Iglesia y por tanto, también a la vida y al ministerio de los presbíteros”.3

Este cambio de época afecta a los sacerdotes, sobre todo por el ambiente socio-cultural de hoy. El
problema ha existido siempre, pero en nuestros días ha adquirido un relieve especial y una urgencia más
viva debido a una serie de factores y motivos entre los cuales están especialmente los siguientes:

+ La dependencia de una sociedad individualista, materialista y hedonista que propicia la posesión egoísta,
la instrumentalización del otro y el deseo de vivir placenteramente. Además, esto genera dificultades para
vivir el sacrificio, impulsa a la defensa exacerbada de la subjetividad de la persona y a tomar al consumo y
a la posesión de bienes como medidas del valor humano. Hoy se puede advertir en muchos agentes

1
CF. CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO, ¡Reaviva el don de Dios! La formación permanente de los presbíteros en América y el Caribe, Bogotá, D.C.,
Colombia, DEVYM, 2003, 47.
2
PDV 5.
3
CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO, ¡Reaviva el don de Dios! La formación permanente de los presbíteros en América y el Caribe, Bogotá, D.C.,
Colombia, DEVYM, 2003, 51.

8
pastorales, incluso en personas consagradas, una exagerada preocupación por los espacios personales de
autonomía y de distensión, que lleva a vivir las tareas y responsabilidades como un mero apéndice de la
vida, como si no fueran parte de la propia identidad. 4

+ La influencia que ejerce la sociedad en el núcleo familiar del cual procede el sacerdote. La familia, como
Iglesia doméstica, está siendo atacada por muchas instancias tanto a nivel nacional como internacional y
esto afecta gravemente, ya que los futuros sacerdotes surgirán de estas familias. El joven, ya ordenado
sacerdote, puede cargar en su interior ciertas consecuncias de estos ataques. No es extraño que ingresen al
Seminario jóvenes que provienen de familias disfuncionales.

+ Es cierto que la educación se ha hecho más extensiva, pero existe un claro deterioro en su calidad, en ella
se da más importancia a la preparación técnica o profesional que a una educación integral. Los proyectos
educativos “son pobres en aprender a trascender con la consecuencia de una ausencia de formación en los
valores y en la dimensión trascendente del ser humano”.5 Situación que tenemos que afrontar
implementando proyectos de formación sacerdotal que nos ayuden a nivelar y superar esta carencia.

+ La visión e ideología de la sexualidad humana privada de su dignidad y reducida simplemente al placer


egoísta o a un bien de consumo, hace que la sociedad pierda el sentido y valor de la castidad, el sacrificio y
el amor verdadero. El sacerdote no está excento a este bombardeo de ideas, imágenes, propuestas y que por
esto mismo, pueda relativizar la castidad a la que está llamado a vivir como un valor.

+ Se percibe claramente cómo los medios de comunicación social generan un tipo de cultura globalizada en
relación al lenguaje, las costumbres, las normas sociales y los valores que otorgan identidad a la persona y
a la sociedad y con ello la influencia que ejercen en el pensamiento y en el estilo de vida de los sacerdotes.

+ La dependencia del Internet, el ansia de sentirse acompañado por alguien en las redes sociales y el
encubrimiento de la propia identidad, así como la vasta información que se genera sin discernir si ésta es
realmente verdadera y si sus fuentes de información son confiables y fundadas, hacen de la gente y de
algunos sacerdotes, personas aisladas y solitarias.

+ En muchas ciudades y pueblos de nuestro país existe la proliferación de anuncios inmorales y sin
escrúpulo. La televisión y otros medios de comunicación, hacen a un lado el mundo de los valores por
aquello que dé raiting o convenga para los intereses personales, sin importar el daño que se haga a la
sociedad.

+ Actualmente, se entiene por libertad, una manera de vivir sin leyes ni resticciones, dándose, además, un
asentimiento ciego a las fuerzas instintivas y a la voluntad de poder del individuo.

“Nos duele en carne propia la situación de un México herido y desencantado por los problemas de
inseguridad, secuestros, sobrepoblación en las cárceles, corrupción general, hambre y marginación,
desintegración familiar, rezago educativo, ineficacia en la búsqueda y aplicación de la justicia,
narcotráfico, violación a los derechos humanos y crimen organizado que ponen en evidencia una falla en
la conciencia personal y social al momento de reconocer la inalienable dignidad de la persona humana en

4
EG 78.
5
CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO, ¡Reaviva el don de Dios! La formación permanente de los presbíteros en América y el Caribe, Bogotá, D.C.,
Colombia, DEVYM, 2003, 59.

9
todas sus fases de desarrollo. Así como la falta de valor civil y de denuncia”.6 Una ola agigantada de
violencia y matanzas bestiales para controlar el tráfico de drogas y a los diferentes carteles en ciudades
importantes de México.

+ Una cultura que tiene como propio credo el relativismo, el cual se ha convertido en una especie de
dogma. “Toma forma una dictadura del relativismo que no reconoce nada que sea definitivo y que deja
como última medida sólo al propio yo y a sus deseos".7
+ Algunos escándalos sacerdotales en los diferentes órdenes han afectado a un gran número de fieles y de
la sociedad en general.
Junto con estos y otros múltiples factores negativos, están relacionados los siguientes factores positivos:
1.- “Vemos un buen número de laicos decididos a dar razón y testimonio público de su fe en los diversos
ambientes en que viven: matrimonio, familia, trabajo, política, empresarial, cultura, medios de
comunicación y defensa organizada de la vida humana”.8
2.- Una conciencia más madura de la dignidad de la persona.9
3.- En la sociedad encontramos una sed de justicia y de paz muy difundida e intensa.
4.- Una solidaridad social en las situaciones de catástrofes naturales.
5.- Flujo de información social abundante y rápida que nos permite estar bien conectados en lo que
acontece en nuestra sociedad y en el mundo entero.
6.- El desarrollo tecnológico de la realidad virtual que abre nuevas formas de evangelización, de encuentro
con las personas y de contención de grandes bases de datos para los archivos diocesanos y parroquiales.

7.- Conciencia más viva del cuidado del hombre por la creación y por el respeto de la naturaleza.

8.- En la Iglesia están brotando nuevos grupos que, con el deseo de transformar a la sociedad, se esfuerzan
por cultivar los valores humanos y cristianos tanto en las empresas, como en la familia y la pastoral.

9.- Se ora por la paz y el surgimiento de un México lleno de oportunidades, donde todos podamos vivir de
una forma digna y llena de esperanza.
10.- Cada vez hay mayor conciencia de la necesidad de conversión y de una vida más coherente: “buenos
cristianos-buenos ciudadanos”.

6
CONFERENCIA DEL EPISCOPADO MEXICANO, LXXXVI Asamblea Plenaria de la Conferencia del Episcopado Mexicano, La misión propia de los laicos en el
mundo no es nada fácil, los retos son gigantescos. Lago de Guadalupe, Estado de México, en http://www.cem.org.mx/prensa/homilias/081110.htm.
(13.11.2008).
7
RATZINGER J., Homilía del Cardenal Ratzinger al iniciar el Cónclave, en http://www. Aciprensa.com/benedictoxvi/homilia.htm, (18.04.2005); Cf. ROMANO
GÓMEZ MIGUEL, Retos para el sacerdote en este cambio de época. Las aportaciones del Documento de Aparecida, Guadalajara, Fototecnia, Guadalajara,
2007, 18.
8
CONFERENCIA DEL EPISCOPADO MEXICANO, LXXXVI Asamblea Plenaria de la Conferencia del Episcopado Mexicano, La misión propia de los laicos en el
mundo no es nada fácil, los retos son gigantescos. Lago de Guadalupe, Estado de México, en http://www.cem.org.mx/prensa/homilias/081110.htm.
(13.11.2008).
9
Cf. PDV 6.

10
DESAFÍOS QUE SE PLANTEAN DESDE LA REALIDAD SACERDOTAL

El Documento de Aparecida, al hablar de la identidad y misión de los sacerdotes, nos invita a dirigir la
mirada al momento actual en que vivimos para descubrir algunas situaciones que afectan a la Iglesia y por
lo mismo, se vuelven desafíos en el ministerio y en la vida de los sacerdotes y que pueden convertirse en
áreas de oportunidad para el crecimiento de los sacerdotes de nuestro país.

Desafíos en el ministerio y la vida de los sacerdotes10

El primer desafío consiste en fortalecer la identidad sacerdotal, a través de un crecimiento integral que los
lleve a configurarse con Jesús, el Buen Pastor y a vivir la caridad pastoral.

El segundo desafío consiste en conocer e insertarse en la cultura actual para sembrar en ella la semilla del
Evangelio, respondiendo a las grandes interrogantes del hombre de hoy. Este desafío incluye la necesidad
de potenciar adecuadamente la formación permanente de los sacerdotes, en sus cuatro dimensiones:
humana, espiritual, intelectual y pastoral.

El tercer desafío se refiere a aspectos vitales y afectivos, al celibato y a una vida espiritual intensa fundada
en la caridad pastoral.11 Recordando lo que menciona el Departamento de vocaciones y ministerios sobre
las cuatro experiencias espirituales que no pueden faltar en la búsqueda de la santidad: la escucha de la
Palabra de Dios, la oración, la celebración de la Eucaristía y el sacramento de la Reconciliación. Por otra
parte, el celibato pide asumir con madurez la propia afectividad y sexualidad, viviéndola con serenidad y
alegría en un camino comunitario.

El cuarto desafío contempla aspectos que se refieren a las relaciones interpersonales que facilitan o
dificultan la vivencia del ministerio sacerdotal.

Otros desafíos son de carácter estructural, como por ejemplo, la existencia de parroquias con grandes
extensiones territoriales, muy pobres o situadas en sectores de extrema violencia e inseguridad.

Tomando en consideración los desafíos anteriormente mencionados, es necesario presentar primeramente


las situaciones difíciles por las que viven algunos sacerdotes de México, que en el Ideario llamamos áreas
de oportunidad.

Áreas de oportunidad a trabajar en los sacerdotes de México.

El sacerdote tiende a llevar una vida sedentaria, descuida aspectos de su persona que le impide vivir
sanamente, como puede ser: una buena alimentación, practicar deporte, usar la medicina preventiva,
descansar lo suficiente, lograr un adecuado manejo del estrés, actuar de forma asertiva ante los problemas
de salud y asumir responsablemente cada etapa de la vida.

En algunos casos, el sacerdote no tiene claro cómo vivir su afectividad y su sexualidad. En el trasfondo de
algunas problemáticas actuales se encuentra que el sacerdote no ha logrado desarrollar un concepto
positivo de sí mismo, así como un sentido de autoestima.

10
CF. DOCUMENTO DE APARECIDA. 193-197
11
IBID.195.

11
Algunos sacerdotes que no han sabido interactuar con los demás y por lo mismo, entrar en diálogo, han
generado la siguiente problemática: incapacidad para dialogar serenamente, bajo control de la agresividad,
poca tolerancia ante las fallas de los demás, cerrarse o dejar de comunicarse como medida de solución a un
conflicto vivido, dificultad para asistir a reuniones de presbiterio, de zona o decanato, tendencia al
aislamiento, dificultades para trabajar en equipo, cerrazón para sacar adelante sus proyectos pastorales o su
manera de concebir la pastoral. Además, se percibe en algunos sacerdotes de hoy una clara adicción al
Internet.

Podemos ver en algunos sacerdotes la ambición por desempeñar cargos importantes, deseos inadecuados
por la posesión bienes materiales, tendencia al confort y a la vida cómoda y prestar servicios religiosos para
obtener ganancias económicas personales.

Un número significativo de sacerdotes reduce su vida de oración y de encuentros con Dios a ciertos
momentos durante la semana o a la sola celebración de la Misa. Se ve con tristeza cómo algunos sacerdotes
no tienen la Eucaristía como el centro de su vida y de su día, ya que sólo la celebran esporádicamente; el
rezo de la Liturgia de las Horas es ocasional y la dirección espiritual no es valorada de forma adecuada.
Algunos sacerdotes descuidan los ejercicios espirituales anuales.

Un signo positivo en la actualidad es que existe un creciente interés por la acción pastoral. Sin embargo,
algunos sacerdotes se conforman con una pastoral de mantenimiento, se les dificulta trabajar en equipo,
están ocupados en tareas personales, con poca tolerancia a la frustración, se conforman con realizar sólo lo
que se les pide, con poca iniciativa y celo apostólico, de tal manera que falta que realicen su tarea pastoral
en comunión con el Obispo y con los demás presbíteros de la Diócesis.

La actualización del sacerdote es un aspecto importante para su formación. Sin embrago, se percibe una
falta de interés intelectual, de profundización de la cultura actual y formación permanente personal que lo
capacite para sembrar la semilla del Evangelio, respondiendo a las grandes interrogantes del hombre de
hoy.

Por ello, si logramos motivar a los sacerdotes a profundizar, analizar y diagnosticar su vida personal, para
trabajarla y mejorarla en un proyecto de vida bien definido, podremos ofrecerles aquellos elementos
necesarios y adecuados de la formación sacerdotal como lo menciona la Pastores dabo vobis.12 Y se
respondería a “la necesidad que el pueblo de Dios tiene de presbíteros discípulos con una profunda
experiencia de Dios, configurados con el corazón del Buen Pastor, dóciles a las mociones del Espíritu,
nutriéndose de la Palabra de Dios, de la Eucaristía y de la oración. De presbíteros misioneros que estén
atentos a las necesidades de los más pobres, comprometidos en la defensa de los derechos de los más
débiles y promotores de la cultura de la solidaridad. Sacerdotes llenos de misericordia y disponibles para
administrar el sacramento de la Reconciliación”.13

Una vez mencionadas algunas de las áreas de oportunidad en los sacerdotes de México pasamos a presentar
los signos positivos que distinguen al sacerdote mexicano y que hacen de él un testigo fiel de Jesucristo,
Pastor y Guía.

12
CF. PDV 43; MCWILLIAMS N., Il caso clinico. Dal colloquio alla diagnosi, Milano, Raffaello Cortina, 2002; PRESTON J., Psicoterapia breve integrata.
Approccio cognitivo, psicodinamico, umanistico e neurocomportamentale, Roma, Sovera, 2001; WEISS J., Come funziona la psicoterapia, Torino, Bollati
Boringhieri, 1999; LUBORSKY L., Principi di psicoterapia psicanalitica. Manuale per il trattamento supportivo – espressivo, Torino, Bollati Boringhieri, 1989;
CASTELLAZZI V.L., Introduzione alle tecniche proiettive, Roma, LAS, 2000.
13
V CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO Y DEL CARIBE, Documento de Aparecida, Discípulos y Misioneros de Jesucristo, para que
nuestros pueblos en Él tengan vida. Yo soy el camino, la verdad y la vida, Jn. 14,6, Venezuela, Paulinas, 2007, 199.

12
Signos positivos que se perciben en los sacerdotes de México.

El Consejo Episcopal Latinoamericano menciona que “el sacerdote de hoy es más consciente de su
identidad, ha clarificado su espiritualidad y la responsabilidad de su compromiso evangelizador, tiene
mayores posibilidades de comunión con el presbiterio, el pueblo de Dios y el mundo”.14

Signos positivos en la dimensión humana

Los sacerdotes de México están tomado conciencia de la importancia de formarse humanamente. Podemos
afirmar que la formación humana y comunitaria del sacerdote es vista en la actualidad, como un valor
positivo, necesario e importante para potenciar la vida presbiteral.
Existe un interés por madurar humanamente, por consolidar la personalidad e identidad sacerdotal e
incrementar la propia salud mental, por vivir y proyectar el ministerio sacerdotal de manera significativa,
creativa y positiva, basados en el Espíritu de Dios y según el estilo de vida de Jesús, Pastor, Maestro y
Guía.15
En México se cuenta con sacerdotes que se esfuerzan por fortalecer su identidad como prolongación visible
y signo sacramental de Cristo,16 desarrollando cualidades humanas que favorecen el ejercicio del
ministerio sacerdotal, tales como la honradez, la sinceridad, la responsabilidad, la disciplina, la solidaridad,
la capacidad para trabajar en equipo, la constancia, la gratitud, la fidelidad a la palabra dada, la sencillez en
el trato, la capacidad de dar y recibir afecto, la capacidad para dialogar y tomar decisiones ponderadas, el
autodominio de sí mismo, el respeto y la valoración de los demás.
Existen sacerdotes que, como verdaderos hermanos, apoyan a otros sacerdotes que están pasando por
situaciones humanas difíciles.

Signos positivos en la dimensión espiritual


Existen grupos sacerdotales que se esfuerzan por dar primacía a la vida espiritual evitando descuidarla a
causa de las diversas actividades. Realizan retiros espirituales, horas santas, reflexión con la Palabra de
Dios, se confiesan frecuentemente, toman la dirección espiritual y procuran para sí, actos de devoción
mariana.
En su inmensa mayoría, el sacerdote mexicano es consciente del valor incalculable que tiene la celebración
diaria de la Santa Misa para su crecimiento espiritual y la vive como el momento central de cada día y del
ministerio cotidiano, como fruto de un deseo sincero y como ocasión de un encuentro profundo y eficaz
con Cristo. Además, se da por parte de los sacerdotes, una búsqueda continua del sacramento de la
Reconciliación.
Un número representativo de sacerdotes se esfuerza por vivir la caridad pastoral como manifestación de su
espiritualidad, expresando actitudes y conductas de donación total de sí mismo a la grey que le ha sido
confiada, con esfuerzos y sacrificios que los llevan hasta el agotamiento.

14
CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO, ¡Reaviva el don de Dios! La formación permanente de los presbíteros en América y el Caribe, Bogotá, D.C.,
Colombia, DEVYM, 2003, 215.
15
IBID;102-106. Cfr. PDV 71
16
Cf. CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio para el ministerio y la vida de los presbíteros, Nueva Edición, en
http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cclergy/documents/rc_con_cclergy_doc_20130211_direttorio-presbiteri_sp.html (14.01.2013), 2.

13
Por ello, conviene que la vida espiritual del sacerdote y su ministerio pastoral, vayan unidos a un continuo
trabajo de sí mismo, que le permita profundizar y recoger armónicamente una síntesis tanto de la formación
espiritual, como la humana, intelectual y pastoral.17

Signos positivos en la dimensión intelectual.


Se está tomando conciencia de la importancia que tiene la actualización en la vida sacerdotal para
responder, desde la fe, a las interrogantes que se plantean en el mundo de hoy, sembrando la semilla del
Evangelio.

Hay interés en asistir a cursos de actualización en diferentes materias útiles para un mejor desempeño del
ministerio sacerdotal; se realizan semanas de estudio a las que acuden un gran número de sacerdotes. Cada
año, algunas Diócesis del país, envían sacerdotes a especializarse en Roma, Colombia, España, entre otras
naciones.

Signos positivos en la dimensión pastoral

Es un motivo de alegría señalar que hoy, un número significativo de sacerdotes de todas las edades
desarrollan su ministerio con un esfuerzo gozoso, fruto de un heroísmo silencioso. Trabajan hasta el límite
de sus propias energías, sin ver, a veces, los frutos de su labor, dando un ímpetu siempre nuevo al ejercicio
del sagrado ministerio.

Se va creciendo en la búsqueda de la comunión y participación de todos los agentes de pastoral, buscando


implementar nuevas herramientas y recursos para la evangelización.

Hay, incluso, un convencimiento general de la importancia de la pastoral planificada y muchos ya están


trabajando en esa línea.

DESAFÍOS QUE SE PLANTEAN DESDE LA REALIDAD ECLESIAL

Ahora señalamos algunos de los aspectos eclesiológicos más sobresalientes que están en la primera línea de
la evangelización como desafíos para los sacerdotes, discípulos-misioneros de Cristo. Es importante
resaltar que no son los únicos, pero creemos que es necesario presentar al menos estos seis:

Una Iglesia llamada a la santidad

El Directorio para el ministerio y vida de los presbíteros menciona que “la nueva evangelización requiere
nuevos evangelizadores, y éstos son los sacerdotes, que se esfuerzan por vivir su ministerio como camino
específico hacia la santidad”.18

17
CF. IBID;88.

18
IBID;115.

14
“En nuestra Iglesia, todos estamos llamados a la santidad. En este sentido, la santidad es la perspectiva
en la que debe situarse el camino pastoral, siendo además, el fundamento de la programación pastoral”.19

Una Iglesia Comunión

La Carta Apostólica Novo Millennio Ineunte nos invita a “hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la
comunión: este es el gran desafío que tiene el sacerdote en este milenio si quiere ser fiel al designio de
Dios y responder también a las profundas esperanzas del mundo”.20

Una Iglesia Ministerial de Participación

En una Iglesia Comunión es imprescindible la ministerialidad y la participación. El Espíritu que lleva


nuestra Iglesia suscita los ministerios tanto ordenados como los no ordenados en donde se acogen todos los
dones del Espíritu Santo.21

“La experiencia de ministerialidad a la cual estamos llamados es fundamentalmente Cristológica y


Cristocéntrica: la imagen con quien debe configurarse cada presbítero es con Jesucristo Siervo”.22

Una Iglesia Misionera

Nuestra Iglesia está llamada a ser misionera, que lleve el mensaje de salvación a todos, principalmente a
los más alejados, a los más pobres, superando la pastoral de conservación o mantenimiento para llegar a
una pastoral de puertas abiertas y siempre en salida, como lo afirma el Papa Francisco: "La actividad
misionera representa el mayor desafío para la Iglesia."23 Por lo tanto, cada sacerdote debe esforzarse por
salir de la sacristía e ir al encuentro de aquellos que aún no conocen o no viven el Evangelio. Es necesaria
la disponibilidad para servir en todos lados, especialmente en los lugares más pobres y necesitados.

Una Iglesia Solidaria

La solidaridad es el fruto de la comunión. El Sínodo de América nos invita a construir una Iglesia solidaria,
fruto maduro del encuentro con Jesucristo vivo. Su mejor expresión se encuentra en la parábola del buen
samaritano en donde es el mismo Dios quien se hace próximo de la humanidad para que todos
descubramos el camino de la compasión.24

“Tenemos que actuar de tal manera que los pobres, en cada comunidad cristiana, se sientan como en su
casa”.25 El sacerdote de México tiene que mostrar cada vez más, esos signos de solidaridad tanto con los
fieles como con sus hermanos sacerdotes, que viven tristes, solos o marginados.

19
CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO, ¡Reaviva el don de Dios! La formación permanente de los presbíteros en América y el Caribe, Bogotá, D.C.,
Colombia, DEVYM, 2003, 72-73.
20
NMI 43.
21
CF. CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO, ¡Reaviva el don de Dios! La formación permanente de los presbíteros en América y el Caribe, Bogotá, D.C.,
Colombia, DEVYM, 2003, 77-78.
22
IBID; 78.
23
EG 15.
24
CF. CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO, ¡Reaviva el don de Dios! La formación permanente de los presbíteros en América y el Caribe, Bogotá, D.C.,
Colombia, DEVYM, 2003, 80-81.
25
IBID; 83.

15
Una Iglesia Inculturada

“La belleza del rostro pluriforme de la Iglesia proviene de una Iglesia que se incultura en cada pueblo y
en cada ambiente y así refleja la luz de Cristo en cada época de la historia. La Nueva Evangelización pide
un esfuerzo lúcido y serio para evangelizar la cultura”.26 “La experiencia de inculturación a la cual
estamos llamados es fundamentalmente Cristológica: Jesucristo, Verbo Encarnado”.27

“La cultura urbana nos ofrece un desafío en la nueva evangelización. Esto requiere imaginar espacios de
oración y de comunión con características novedosas, más atractivas y significativas para los habitantes
urbanos”. 28

CONCLUSIÓN DE LOS DESAFÍOS QUE PLANTEA LA REALIDAD SOCIO-CULTURAL,


SACERDOTAL Y ECLESIAL

La profundización de los desafíos de la realidad socio-cultural, sacerdotal y eclesial en el ministerio y la


vida de los sacerdotes de México nos permite visualizar lo que está sucediendo actualmente en el país.

El análisis de las mega tendencias socio-culturales nos ayuda a tomar conciencia de que “estamos viviendo
un cambio de época que cuestiona fuertemente la manera de vivir de las personas y de nuestros pueblos.
Está emergiendo una nueva civilización que propone desafíos y puntos de referencia también nuevos a la
acción pastoral de la Iglesia y por tanto también a la vida y al ministerio de los presbíteros”.29

Además, lo que acontece en la realidad sacerdotal nos impulsa a tomar conciencia de los grandes dones y
recursos con los que cuentan nuestros sacerdotes para responder a la misión encomendada por Cristo Jesús.

La realidad eclesial nos interpela para evangelizar a profundidad a la persona y a la sociedad, y desde este
ángulo, ofrecer también elementos valiosos a la vida y al ministerio de los sacerdotes.

El Directorio para el ministerio y vida de los presbíteros menciona que “la nueva evangelización requiere
nuevos evangelizadores, y éstos son los sacerdotes, que se esfuerzan por vivir su ministerio como camino
específico hacia la santidad”.30
Nos llena de alegría la presencia de tantos sacerdotes que se esfuerzan por reproducir la imagen de
Jesucristo, el Buen Pastor, que se entregan totalmente por la comunidad que les ha sido confiada, y que
manifiestan con su vida, un elocuente testimonio de caridad pastoral.
Estos signos que hemos analizado en la vida de los sacerdotes de México, son un testimonio elocuente
donde se puede observar con claridad que es posible trasformar las deficiencias y errores, en distintas áreas
de oportunidad.

26
IBID; 83. Cf. NMI. 16.39.
27
CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO, ¡Reaviva el don de Dios! La formación permanente de los presbíteros en América y el Caribe, Bogotá, D.C.,
Colombia, DEVYM, 2003, 83.
28
EG 73.
29
CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO, ¡Reaviva el don de Dios! La formación permanente de los presbíteros en América y el Caribe, Bogotá, D.C.,
Colombia, DEVYM, 2003, 51.
30
CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio para el ministerio y la vida de los presbíteros, Nueva Edición, en
http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cclergy/documents/rc_con_cclergy_doc_20130211_direttorio-presbiteri_sp.html (14.01.2013), 115.

16
Anhelamos que los proyectos de la Pastoral Presbiteral impulsen a los sacerdotes a vivir intensamente en el
amor a Cristo y a su Iglesia, de tal manera que su vida y ministerio sirvan de puente y no de obstáculo en el
encuentro que las personas deben tener con Jesucristo vivo.
Tenemos conciencia de que “en la fase actual de la vida de la Iglesia y de la sociedad, los presbíteros son
llamados a vivir a profundidad su ministerio, teniendo en consideración las exigencias más profundas,
numerosas y delicadas, no sólo de orden pastoral, sino también las realidades sociales y culturales a las
que tienen que hacer frente”.31
Por ello, la acción del sacerdote deberá estar dirigida a los diversos campos de apostolado que requieren
dedicación completa, generosidad, preparación intelectual y, sobre todo, una vida espiritual madura y
profunda, radicada en la caridad pastoral, que es el camino específico de santidad para ellos y, además,
constituye un auténtico servicio a los fieles en el ministerio pastoral.32
Así, afirmamos que el reto principal en la Dimensión Episcopal del Clero, es ofrecer a los animadores de la
Pastoral Presbiteral de nuestro país, los recursos necesarios para que, a su vez, ellos mismos ofrezcan el
cuidado y acompañamiento que cada presbítero requiere.
Parte fundamental de la espiritualidad sacerdotal es su devoción a María Santísima y más aún en el
sacerdote mexicano, ya que en nuestras tierras mexicanas se apareció la Reina de todos los mexicanos:
Santa María de Guadalupe, Estrella de la primera y nueva evangelización. Ella vino a traernos un mensaje
de amor y esperanza. En Santa María de Guadalupe, modelo del amor materno, los sacerdotes encontrarán
lo que Ella misma le prometió a san Juan Diego Cuauhtlatoatzin: protección, ternura, cuidado y la ayuda
necesaria que les permitirá renovar cada día su ministerio sacerdotal. El auxilio constante de Santa María
de Guadalupe en cada sacerdote, hará brotar una fuerza evangelizadora cada vez más intensa, fructífera y
renovada.

Todo sacerdote de México tiene la oportunidad de acercarse al amor materno de María Santísima y
experimentarse en el cruce de sus brazos y en el hueco de su manto lleno de estrellas.

Nuestro pueblo mexicano es netamente guadalupano, sus expresiones de devoción a la Reina del cielo son
enormes. Por esto mismo, los sacerdotes no pueden permanecer indiferentes ante tantos signos de piedad
mariana-guadalupana. Es sumamente necesario que todo sacerdote en México crezca en el conocimiento y
la devoción a Santa María de Guadalupe.

31
CF. IBID; 45.
32
IBID.

17
SEGUNDA PARTE
LA FORMACIÓN PERMANENTE DE LOS SACERDOTES
La Formación Permanente de los sacerdotes busca la santificación de cada uno de ellos, pues como
pregunta el Papa Francisco en uno de sus discursos “¿Qué sitio ocupa Jesús en mi vida sacerdotal? ¿Es
una relación viva, de discípulo a Maestro, de hermano a Hermano, de pobre hombre a Dios? ¿O es una
relación un poco artificial que no nace del corazón?”33

La Formación Permanente pretende dar una mejor respuesta a la obra de la evangelización y al mismo
tiempo busca que el ministerio sacerdotal sea más fructífero, más fecundo y más positivo.

Dicha Formación es animada por el Obispo diocesano y por algunos sacerdotes de su Diócesis, quienes son
sus colaboradores cercanos; pero no olvidemos que corresponde a cada sacerdote ser el principal sujeto y
agente de dicha formación (Cfr. PDV 69).

El Papa Francisco, en su mensaje a los Obispos del CELAM reunidos en Brasil, dio una muestra clara de
su radical exigencia para lo que significa la formación, rechazando todo falso clericalismo y promoviendo
una formación del corazón. El Papa Francisco quiere renovar la Iglesia, y apunta a la raíz, a la formación
de sus miembros, especialmente de los sacerdotes y religiosos.
Podemos decir, que “desde hace varios años está creciendo en toda la Iglesia la conveniencia y urgencia
de la Formación Permanente de los sacerdotes como condición necesaria para llevar a cabo la nueva
evangelización que las circunstancias actuales están demandando.
La Pastores dabo vobis menciona que dicha formación debe de ser integral, es decir, abarcar todas las
dimensiones del sacerdote: humana, espiritual, intelectual y pastoral”.34 Al mismo tiempo señala que
debe de ser una formación sistemática, señalando la necesidad de establecer unas etapas y unos contenidos
precisos.
El Documento de Aparecida menciona que cada Diócesis debe “privilegiar la espiritualidad específica y la
formación permanente e integral de los sacerdotes, sin olvidar que la formación permanente, precisamente
porque es permanente, debe acompañar a los sacerdotes siempre, esto es en cualquier período y situación
de su vida, así como en los diferentes cargos de responsabilidad que se les confíen”.  35
El Papa Francisco, en las últimas visitas ad limina del año 2014, en sus discursos conclusivos, exhortó a los
Obispos a estar presentes y atentos a las necesidades humanas y espirituales de los sacerdotes. Es esencial
que los presbíteros reciban aliento y apoyo, especialmente a través del desarrollo de programas de
formación permanente y a no olvidar el encuentro personal con cada uno de ellos.36

33
CF. FRANCISCUS PP., Misas matutinas en la capilla de la Domus Sanctae Marthae, ¿Cómo debe ser el sacerdote?, en
http://www.vatican.va/holy_father/francesco/cotidie/2014/sp/papafrancesco_20140111 _sacerdote_sp.html (11.01. 2014).
34
CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO, ¡Reaviva el don de Dios! La formación permanente de los presbíteros en América y el Caribe, Bogotá, D.C.,
Colombia, DEVYM, 2003, 87; Cf. PDV 70-72.
35
PDV 76; Cf. V CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO Y DEL CARIBE, Documento de Aparecida, Discípulos y Misioneros de
Jesucristo, para que nuestros pueblos en Él tengan vida. Yo soy el camino, la verdad y la vida, Jn. 14,6, Venezuela, Paulinas, 2007, 200.
36
CF. FRANCISCUS PP., Discurso del Santo Padre Francisco a los Obispos de la Conferencia Episcopal de Ruanda en visita “Ad limina Apostolorum”, en
http://w2.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2014/ april/documents/papa-francesco_20140403_ad-limina-rwanda.html, (03 de Abril de 2014);
FRANCISCUS PP., Discurso del Santo Padre Francisco a los Obispos de la Conferencia Episcopal de Tanzania en visita “Ad limina Apostolorum”, en
http://w2.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2014/ april/documents /papa-francesco_20140407_ad-limina-tanzania.html, (07 de Abril de 2014);
FRANCISCUS PP., Discurso del Papa Francisco a los Prelados de la Conferencia Episcopal de Botsuana, Sudáfrica en visita “Ad limina Apostolorum” en
http://w2.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2014/april/documents/papa-francesco _20140425_ad-limina-africa.html, (25 de abril de 2014);
FRANCISCUS PP., Discurso del Santo Padre Francisco a los Obispos de la Conferencia Episcopal de Etiopía y Eritrea en visita “Ad limina Apostolorum” en

18
En la catequesis del 26 de Marzo del 2014, sobre el sacramento del orden el Papa Francisco menciona:
“Debemos ayudar a los Obispos y a los sacerdotes a rezar, a escuchar la Palabra de Dios que es el
alimento cotidiano, a celebrar cada día la Eucaristía y a ir a confesarse habitualmente. Y esto es tan
importante para la santificación de los Obispos y de los sacerdotes”.37
Por esto mismo, se pretende que los animadores de la pastoral presbiteral de México, unidos a sus Obispos,
busquen caminos que conduzcan a los sacerdotes a cumplir con el reto que la Iglesia hoy nos presenta,
iluminando desde las necesidades y experiencias ministeriales las cuatro dimensiones de la formación
sacerdotal que a continuación presentamos. Sin olvidar que el Objetivo de la pastoral presbiteral consiste en:
Apoyar el crecimiento integral del sacerdote, a través de un camino de conversión permanente a la luz
de la Nueva Evangelización, para que se proyecte en él la imagen de Jesucristo: Pastor y Maestro, en
una espiritualidad de comunión y solidaridad fraternal.

LA FORMACIÓN HUMANA
La formación humana es el fundamento de toda la formación sacerdotal, pues como menciona la Pastores
dabo vobis: “sin una adecuada formación humana toda la formación sacerdotal estaría privada de su
fundamento necesario”.38 Ella busca favorecer “el crecimiento como persona de los presbíteros para que
sirvan como pastores, asemejándose a Jesucristo, Verbo encarnado, y así, ser como Él, puente entre Dios
y los hombres, al cultivar el desarrollo humano”.39

Objetivo de la Formación Humana

Que el sacerdote continúe su proceso de maduración humana, para que crezca en la consolidación de su
personalidad presbiteral e incremente su salud física, psíquica y social, según el estilo de vida de Jesús, el
Buen Pastor.

Marco doctrinal de la Formación Humana

La formación humana es una dimensión básica de la formación sacerdotal que pretende impulsar el
desarrollo integral y armónico de la persona, llevando al debido nivel de crecimiento todas sus capacidades
y potencialidades específicamente humanas. Dicha formación ha sido considerada por la Exhortación
Apostólica Pastores dabo vobis como fundamento de toda la formación presbiteral, ya que “sin una
adecuada formación humana toda la formación sacerdotal estaría privada de su fundamento necesario”.40

Podemos afirmar que la formación humana del sacerdote es vista en la actualidad como un valor positivo,
necesario e importante para la formación sacerdotal.

Hoy difícilmente, algún sacerdote pretendería buscar su crecimiento y cultivar una serie de cualidades
humanas necesarias para la formación de una personalidad equilibrada, sólida y libre que lo capacite para

http://w2.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2014/may/documents/papa-francesco _20140509_ad-limina-etiopia-eritrea.html, (09 de Mayo de 2014);


Franciscus PP., Discurso del Santo Padre Francisco a los Obispos de la Conferencia Episcopal de México en visita “Ad limina Apostolorum” en
http://w2.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2014/may/documents/papa-francesco _20140519 _ ad-limina-messico.html, ( 19 de Mayo de 2014).
37
FRANCISCUS PP., Audiencia general en http://w2.vatican.va/content/francesco/es/audiences/2014/documents / papa-francesco_20140326_udienza-
generale.html (26.03.2014).
38
PDV 43.
39
CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO., ¡Reaviva el don de Dios! La formación permanente de los presbíteros en América Latina y el Caribe, Bogotá,
DEVYM, 2003, 170.
40
PDV 43.

19
llevar el peso de las responsabilidades pastorales, sin tomar en consideración las propuestas y los avances
de las ciencias humanas.41

La formación humana, aunque actualmente es vista como un valor y como una necesidad, también es un
problema difícil y delicado, sobre todo por tres razones: 42

Primero, porque aunque existe una creciente conciencia e interés por dicha formación, no se ve con
claridad cómo concretizar un proyecto formativo de este género, qué elementos tiene que incluir, qué
proceso psicopedagógico conviene seguir para alcanzar los objetivos deseados, qué criterios seguir para
elegir los recursos idóneos que favorezcan la formación humana sacerdotal, cómo facilitar el encuentro
personal para hablar sobre los problemas humanos del sacerdote, qué hacer cuando se presenten algunas
situaciones delicadas o graves, cómo tratar el asunto para no humillar al sacerdote, pero también para no
minimizar o valorar con falsas esperanzas su problemática humana, qué se entiende por integrar la
dimensión humana con la dimensión espiritual sacerdotal, cómo evitar que el sacerdote que requiere de un
acompañamiento psicológico no sea señalado, infravalorado o despreciado por sus hermanos sacerdotes,
cómo superar las dificultades para distinguir los recursos propios del acompañamiento psicológico, de la
formación permanente del clero y de la dirección espiritual.

Segundo, la formación humana, es un problema difícil y delicado sobre todo por el ambiente socio-cultural
de hoy. El problema ha existido siempre, pero en nuestros días ha adquirido un relieve especial y una
urgencia más viva.

Tercero, la formación humana, es igualmente, un problema difícil y delicado por la complejidad que en sí
misma tiene esta dimensión de la personalidad, porque en ella están involucrados aspectos biológicos,
psicológicos, sociales y espirituales.

Será necesario que cada Obispo, junto con su equipo diocesano de animadores de la Pastoral Presbiteral,
consideren tiempos suficientes para trabajar en la Diócesis esta dimensión humana.

Temática de la Formación Humana.

Existen muchos factores que se pueden ofrecer a los sacerdotes para una formación sólida en la dimensión
humana, pero en este Documento presentamos quince factores de la personalidad del sacerdote43 en los que
se puede profundizar, analizar y diagnosticar y que involucran los aspectos biológicos, psicológicos,
sociales y espirituales de la formación humana presbiteral y que afectan el desarrollo humano sacerdotal, a
saber:

1. Salud y desarrollo físico.


2. Sexualidad.
3. Estabilidad de ánimo.
4. Concepto de sí mismo.
5. Expectativas personales y sociales.
6. Manejo del estrés.
7. Socialización.

41
CF. NBFSM 103; PDV 52; RFIS 39 y sus notas.
42
CF. CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO., ¡Reaviva el don de Dios! La formación permanente de los presbíteros en América y el Caribe, Bogotá, D.C.,
Colombia, DEVYM, 2003, 148-151.
43
CF. DE LEÓN RODRÍGUEZ A., La formación humana en los seminarios como fundamento para la salud mental del sacerdote. Aportaciones psicológicas a la
luz del modelo biopsicosocial, Tesis Doctoral, Roma, UPS, 2002.

20
8. Vivencia toxicodependiente.
9. Identidad vocacional.
10. Integración afectiva.
11. Desintegración manifestada como conflicto entre valores, ideales y estilo de vida.
12. Propensión a los trastornos mentales con insuficiente conservación del juicio de la realidad.
13. Posibles desviaciones afectivas.
14. Autoafirmación por el poder, tener y placer.
15. Relaciones familiares.

Consideramos posible que los sacerdotes trabajen y mejoren estos aspectos de su vida personal en un
proyecto de vida bien definido. Además, se pueden ofrecer elementos humanos necesarios y adecuados de
la formación sacerdotal que menciona la Pastores dabo vobis, entre otros documentos.44

Por otra parte, los últimos Documentos de la Iglesia,45 nos proponen los siguientes contenidos para la
formación humana sacerdotal:

1. Integración de la personalidad.
2. Autoconocimiento.
3. Cultivar cualidades humanas para formar personalidades equilibradas, sólidas y libres.
4. Equilibrio de juicio y comportamiento.
5. Internalización de valores: verdad, lealtad, respeto, justicia, fidelidad a la palabra dada,
compasión, coherencia.
6. Madurez humana, afectiva y sexual.
7. Educación afectiva, sexual y celibataria.
8. Educación a la libertad y dominio de sí mismo.
9. Autoestima y concepto de sí mismo.
10. Estructuración de su personalidad humana y pastoral.
11. Identidad personal y vocacional.
12. Subsanar deficiencias de formación.
13. Equilibrio personal.
14. Relaciones interpersonales.
15. Fraternidad presbiteral.
16. Sensibilidad humana.
17. Diálogo con el mundo actual.
18. Modo de vida de los presbíteros.
19. Situación económica.
20. Racionalización del trabajo.
21. Salud integral: física y psíquica.
22. Soledad y carencias.

44
CF. PDV 43; MCWILLIAMS N., Il caso clinico. Dal colloquio alla diagnosi, Milano, Raffaello Cortina, 2002; PRESTON J., Psicoterapia breve integrata.
Approccio cognitivo, psicodinamico, umanistico e neurocomportamentale, Roma, Sovera, 2001; WEISS J., Come funziona la psicoterapia, Torino, Bollati
Boringhieri, 1999; LUBORSKY L., Principi di psicoterapia psicanalitica. Manuale per il trattamento supportivo – espressivo, Torino, Bollati Boringhieri,
1989; CASTELLAZZI V.L., Introduzione alle tecniche proiettive, Roma, LAS, 2000.
45
PDV 43-59; CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO., ¡Reaviva el don de Dios! La formación permanente de los presbíteros en América Latina y el Caribe,
Bogotá, DEVYM, 2003.

21
Estos contenidos de la formación humana sacerdotal, unidos a los factores de la personalidad que
mencionamos anteriormente, son algunos de los elementos que ayudarían para una formación permanente e
integral del sacerdote.

LA FORMACIÓN ESPIRITUAL
La siguiente expresión que leemos en las Sagradas Escrituras: “…esta es la voluntad de Dios: su
santificación” (1Ts. 4, 3), aunque vaya dirigida a todos los cristianos, se refiere en modo particular a los
sacerdotes, que libremente han aceptado no sólo la invitación a santificarse, sino también a convertirse en
ministros de santificación para sus hermanos.

Esta es la maravillosa misión del sacerdote: santificarse y trabajar para la santidad de sus hermanos. No se
puede trabajar para la santidad de los demás sin que antes se haya trabajado en la propia santidad.

Al introducir a la Iglesia en el nuevo milenio, san Juan Pablo II nos recordaba la normalidad de este ideal
de perfección, que debe ofrecerse en seguida a todos: “Preguntar a un catecúmeno: ¿quieres recibir el
bautismo?, significa al mismo tiempo preguntarle: ¿quieres ser santo?”

Ciertamente, en el día de la ordenación sacerdotal, esta misma pregunta bautismal resuena de nuevo en
corazón del ordenando, pidiendo una vez más una respuesta personal donde el neo sacerdote tenga como
ideal la santidad de vida.
La conciencia de los incumplimientos personales del sacerdote no contradice esta persuasión, como
tampoco lo hacen las culpas de algunos que, a veces, han humillado el sacerdocio a los ojos del mundo.
Hemos de orar para que Dios, en su providencia, suscite en los corazones de cada sacerdote un generoso y
renovado impulso de ese ideal de entrega total a Cristo en el ministerio sacerdotal.
“Como ministros de la misericordia de Dios, sabemos, por tanto, que la búsqueda de la santidad siempre
se puede retomar, a partir del arrepentimiento y del perdón. Pero a la vez sentimos la necesidad de
pedirlo, cada sacerdote, en nombre de todos los sacerdotes y para todos los sacerdotes”.46

Objetivo de la Formación Espiritual

Que el sacerdote viva su encuentro con Jesucristo a la escucha orante y en el ejercicio de su ministerio,
para fortalecer su configuración con Él.

Marco doctrinal de la Formación Espiritual

El Decreto del Concilio Vaticano II, Presbyterorum Ordinis, señala de manera categórica cuál es el
fundamento de la santificación de los sacerdotes y por ende la fuente de su vida espiritual: los sacerdotes
conseguirán propiamente la santidad ejerciendo sincera e infatigablemente en el Espíritu de Cristo su triple
función: enseñar, regir y santificar.

46
CF. CONGREGACIÓN PARA EL CLERO., Carta a los Sacerdotes. Mensaje de la congregación del clero para la jornada mundial de oración por la santificación
del clero, en http://www.clerus.va/content/clerus/es/ notizie/ lettera-ai-sacerdoti.html (15.06.2012).

22
Presentamos aquí algunas características que deben distinguir a los sacerdotes que desean llevar una vida
de santidad:

1. Ministros de la Palabra
2. Ministros de los Sacramentos
3. Guías de la comunidad con la caridad pastoral
4. Exigencias peculiares espirituales en la vida de los presbíteros
5. Humildad y obediencia
6. Hay que abrazar el celibato y apreciarlo como una gracia
7. Posición respecto al mundo y los bienes terrenos, y pobreza voluntaria

La vida espiritual del sacerdote se nutre en la plena identificación con Jesucristo, en la plena imitación;
porque corremos el riesgo de hacer una vida neurótica: representar algo y vivir totalmente otra cosa.

Temática de la Formación Espiritual

Antes que pastor y guía de la comunidad, el presbítero ha de vivir como creyente y como discípulo que se
identifica con Jesucristo hasta llegar a ser un signo transparente de su presencia entre los hombres.

Estos pueden ser algunos temas que ayudarían a los sacerdotes en su formación espiritual:

1. Sentido del servicio en el ministerio


2. Incentivar la experiencia de fraternidad de pequeños grupos, para revisar y compartir la vida.
3. Seguimiento de Jesús en la pobreza evangélica, de la castidad celibataria y de la obediencia
apostólica.
4. Caminos para la conversión personal.
5. Proyecto de vida
6. La dirección espiritual
7. La confesión
8. Devoción mariana y santoral
9. Experiencia de discipulado
10. La vivencia litúrgica: sentido sagrado de los símbolos.
11. La espiritualidad diocesana unida al proyecto de pastoral de la Diócesis
12. Cultivar una espiritualidad cimentada en la Palabra de Dios: Lectio Divina, Liturgia de las
Horas, etc.

LA FORMACIÓN INTELECTUAL

La Exhortación Apostólica Pastores dabo vobis enseña que la formación intelectual es “como una
exigencia insustituible de la inteligencia con la que el hombre, participando de la luz de la inteligencia
divina, trata de conseguir una sabiduría que, a su vez, se abre y avanza al conocimiento de Dios y a su
adhesión”.47 Dicha formación requiere que sea continuada y profundizada durante toda la vida del
sacerdote, concretamente mediante el estudio y la actualización cultural seria y comprometida, pues el
sacerdote, participando de la misión profética de Jesús e inserto en el misterio de la Iglesia Maestra de
verdad, está llamado a revelar a los hombres el rostro de Dios en Jesucristo, y, por ello, el verdadero rostro

47
PDV 51.

23
del hombre. Pero esto exige que el mismo sacerdote busque este rostro y lo contemple con veneración y
amor (Cfr. Sal. 26, 8; 41, 2); sólo así puede darlo a conocer a los demás.48

Objetivo de la Formación Intelectual

Que el sacerdote cultive sus facultades intelectuales con procesos académicos y culturales que le ayuden a
interpretar la realidad y responder a las necesidades pastorales a ejemplo de Cristo Maestro.

Marco doctrinal de la Formación Intelectual

No hay duda, hoy más que nunca, la cultura interpela insistentemente la identidad sacerdotal, subrayando
así la importancia de estructurar, y de manera profunda, una formación permanente. Ciertamente, en las
últimas décadas, los documentos oficiales de la Iglesia nos han estimulado a este respecto. Además, las
nuemrosas exhortaciones del Papa emérito Benedicto XVI, han calado profundamente sobre este tema.

Durante la ordenación, el Obispo recuerda a los sacerdotes que deberán ser “maduros en la ciencia y que la
doctrina de los mismos deberá resultar como medicina espiritual para el pueblo de Dios”.49 La madurez en
la ciencia, para el sacerdote, es un desafío constante que no se supera en un estadio determinado, sino que
presupone una disponibilidad incesante para afrontar los nuevos análisis y conclusiones del propio tiempo.
Este esfuerzo continuo se extiende a todas las disciplinas de la teología: la profundización de las Sagradas
Escrituras, el estudio intenso de los padres de la Iglesia y los escritos de los santos de todos los tiempos,
como el estudio de la teología contemporánea. El estudio de los documentos del Magisterio (concilios,
encíclicas, cartas apostólicas, etc.) deberá acompañar todo el camino sacerdotal. Una formación adecuada
comprende, sin embargo, también algunos segmentos de la ciencia que no pertenecen directamente a la
teología, ya que las ciencias naturales, la literatura, la historia y la sociología funcionan como puente con el
mundo moderno.

Es tarea de los Obispos, como buenos pastores y padres, sostener a los presbíteros en esta misión de
formación continua de los mismos, en un espíritu de caridad y premura.

No hay duda que la preocupación de la Iglesia es muy seria en cuanto a la formación intelectual del
sacerdote.

Teniendo en cuenta la gran influencia que las corrientes humanístico-filosóficas tienen en la cultura
moderna, así como también el hecho de que algunos sacerdotes no han recibido la adecuada preparación en
tales disciplinas, porque no existían aún cuando cursaron el Seminario, se hace necesario que en la
formación continua estén presentes los temas más relevantes de carácter humanístico y filosófico o que, en
cualquier caso, estos temas tengan una relación con las ciencias sagradas, particularmente en cuanto
pueden ser útiles en el ejercicio del ministerio pastoral.50 Recordemos que la formación debe ser
consciente y constante, que exige método y esfuerzo sistemático, que entre en el proyecto personal de vida
y transforme la manera de vivir de cada sacerdote.

En la dimensión intelectual la tarea de la formación permanente de los presbíteros abarcará perspectivas


como las siguientes:

48
CF. IBID; 72.
49
PO 19.
50
CF. PDV 77.

24
- Tomar conciencia del nivel de la formación intelectual de los sacerdotes de la Diócesis y de sus
principales carencias y necesidades.
-Ofrecer un proyecto de Formación Permanente para los presbíteros de la Diócesis, favoreciendo las
modalidades más viables para su realización, de modo que se estimule y promueva la participación de la
mayoría de los sacerdotes.
-Favorecer la estabilidad de los promotores de la Formación Permanente.
-Promover las reuniones por decanatos como un lugar propio para la formación permanente con garantías
de seriedad y constancia.
-Informar y estimular la participación en jornadas de formación, conferencias, cursos y congresos locales,
provinciales, nacionales e internacionales.
-Buscar el bien del presbiterio fomentando que dentro de sus miembros se eligen a los más idóneos para el
estudio y obtención de grados pontificios, maestrías, licenciaturas y doctorados.
-En contacto con las otras dimensiones episcopales, ofrecer y estimular el estudio actualizado de los
fundamentos teológicos en cada uno de los sectores de la acción pastoral, así como los programas
pastorales diocesanos.
-Tener presente y ayudar a conocer las corrientes socio-culturales de nuestro tiempo y discernirlas a la luz
de la fe.
-Ayudar al presbítero a vitalizar su contacto con el Logos, fuente de toda sabiduría, para que abra la mente
y el corazón a los nuevos retos de la historia y las nuevas llamadas que el Espíritu dirige a la Iglesia.
-Capacitar y actualizar al presbítero para que como maestro de la fe, acompañe a los fieles en la búsqueda
de la verdad, para que a su vez se formen como agentes que lleven más allá el testimonio del Evangelio.
-Lograr que el presbítero encuentre entre las ciencias teológicas y humanas el diálogo fecundo entre la fe y
la razón, entre el Evangelio y las culturas.
-Fomentar el hábito del estudio en el presbítero para dar continuidad a la formación inicial recibida en el
seminario.
-Buscar que el presbítero se actualice en los métodos y en las expresiones para poder brindar un testimonio
comprensible del Evangelio al mundo de hoy.
-Aprovechar lo que ya hay: las semanas de estudio anuales; las reuniones de decanatos.
-Formación de una biblioteca sacerdotal y que con frecuencia presente una recomendación de libros y
revistas que pueden coadyuvar en la formación intelectual de los presbíteros.

Temática de la Formación Intelectual

La misión pastoral reclama del presbítero una sabiduría que le permita orientar al pueblo con criterios
claros en consonancia con el plan de salvación.

Algunos temas que pueden desarrollarse en esta dimensión:

1. Interés y análisis constante de la realidad social. Atención a los nuevos desafíos.


2. Búsqueda de respuesta a los interrogantes de la gente.
3. Tratar temas de relevancia en el debate cultural y en la praxis pastoral, como aquellos
relativos a la ética social, bioética, progreso científico, particularmente influyentes sobre la
mentalidad y la vida de los hombres contemporáneos.
4. Formación en las diversas disciplinas filosóficas y teológicas.
5. Profundización y difusión de la doctrina social de la Iglesia.
6. Capacitación en uso de los Medios de Comunicación Social y nuevos lenguajes.
7. El hábito del estudio para dar continuidad a la formación inicial del seminario.

25
LA FORMACIÓN PASTORAL
La formación pastoral ha de proponerse a través de distintos medios para que el sacerdote vaya
configurándose progresivamente con Cristo Jesús. Por ello, ha de ir creciendo y asimilando en el ejercicio
de la caridad pastoral, aquellas actitudes del Maestro y Señor. De esta forma, el presbítero irá creciendo en
la sensibilidad del pastor que lo capacite para asumir responsabilidades, resolver problemas, establecer
prioridades, y elegir medios adecuados de solución desde la fe y según las exigencias de la pastoral.

La formación pastoral no puede reducirse a un simple aprendizaje, dirigido a familiarizarse con una técnica
pastoral, sino que es fundamentalmente un modo de ser y de estar entre los hombres y con los hombres,
que le lleva a actualizar los sentimientos y actitudes de Cristo, el Buen Pastor.51

Objetivo de la Formación Pastoral

Que el sacerdote haga suyos los sentimientos y los criterios pastorales de Jesús, en una vivencia plena de la
caridad pastoral.

Marco Doctrinal de la Formación Pastoral

“Les daré pastores que cumplan mi voluntad, para que los guíen con sabiduría” (Cfr. Jer. 3, 15), es la
promesa de Dios a su pueblo. Los sacerdotes, como colaboradores de los Obispos, han recibido la misma
misión de Jesús, el gran pastor de las ovejas (Cfr. Hb.13,20) a ellos les encomienda el Señor la misión de
animar la nueva evangelización. Así son empujados por el Espíritu para que mediante la caridad pastoral
evangelicen a esta sociedad de forma actual, creíble y eficaz.

La Exhortación Apostólica Pastores dabo vobis nos recuerda que: “Para vivir cada día según la gracia
recibida, es necesario que el sacerdote esté cada vez más abierto a acoger la caridad pastoral de
Jesucristo”.52

La caridad pastoral es un don y un deber, una gracia y una responsabilidad, a la que es preciso ser fieles, es
decir, hay que asumirla y vivir su dinamismo hasta las exigencias más radicales.

Esta misma caridad pastoral empuja y estimula al sacerdote a:

a) Conocer cada vez mejor la situación real de los hombres a quienes ha sido enviado;
b) Discernir la voz del Espíritu en las circunstancias históricas en las que se encuentra;
c) Buscar los métodos más adecuados y las formas más útiles para ejercer hoy su ministerio.

Plasmada con esta caridad, la actividad de su ministerio como pastor será una manifestación de la caridad
de Cristo, de la que el presbítero sabrá expresar actitudes y conductas hasta la donación total de sí mismo a
la grey que le ha sido confiada.

51
CF. CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO, ¡Reaviva el don de Dios! La formación permanente de los presbíteros en América y el Caribe, Bogotá, D.C.,
Colombia, DEVYM, 2003, 160-161.
52
PDV 72.

26
La Formación Permanente ayuda al sacerdote a superar la tentación de llevar su ministerio a un activismo
finalizado en sí mismo, a una prestación impersonal de servicios, sean espirituales o sagrados, a una
especie de empleo en la organización eclesiástica.

Así podemos marcar algunas exigencias del sacerdote para configurarse con Jesús, el Buen Pastor:

• El sacerdote está llamado a ser pastor, esa es su misión, y como tal, es necesario que entre en
contacto con el mundo actual con todos los desafíos que éste le presenta. Desafíos en la dimensión
social, política, económica y sobre todo, cultural. Para entrar en este diálogo con la realidad del
pueblo al que está llamado a servir, acompañar y conducir, es necesaria una sólida formación
pastoral, que le prepare para entender al hombre y a la mujer de hoy en toda su complejidad.
• El sacerdote es pastor para todos. En su ministerio se enfrentará a realidades muy distintas.
Tendrá que orientar al ser humano en las diferentes etapas de su vida y en las circunstancias muy
particulares en que le toca vivir.
• La dimensión pastoral, implica una formación en todas las áreas de su personalidad. Su
pastoreo es la expresión de un itinerario formativo que incluye las dimensiones espiritual,
intelectual y humana también. Como pastor deberá predicar, aconsejar, acompañar, comprender,
organizar, dirigir, etc., se trata de una formación global que lo capacite para incidir en la realidad
que le toca servir.
• El ser pastor es fruto del ser humano completo e integrado, con una plena madurez que le
haga capaz de dialogar eficazmente con la comunidad a la que sirve. Un ser humano fragmentado,
no puede ser un buen pastor, porque sus carencias lo harán incapaz de salir de sí mismo.
• Hoy más que nunca, el mundo necesita pastores, guías y líderes que orienten y den sentido a
la vida de los hombres y mujeres. La sociedad actual ha cambiado de una manera tan vertiginosa,
con cambios drásticos y profundos, que dejan a las personas en la confusión e incertidumbre. Se
necesita de pastores convencidos de la verdad que predican, capaces de transmitir esperanza y
dirección al pueblo.
• Los pastores de hoy, no pueden ignorar las aportaciones de las ciencias humanas y los frutos
de sus investigaciones y descubrimientos. En diálogo con las mismas, los pastores podrán
comprender mejor al ser humano y podrán realizar su misión de una forma más efectiva.
• Desde la perspectiva de las ciencias humanas, el sacerdote es guía, líder, consejero,
modelador, organizador, dirigente, facilitador, etc., por ello, deberá formarse para desarrollar estas
habilidades en su pastoreo.
• Un sacerdote enamorado de Dios y apasionado por el Reino que no puede más que
compartir lo vivido en medio de una comunidad parroquial, en constante renovación y crecimiento.

Rasgos del Buen Pastor por cultivar en el presbítero desde la dimensión pastoral:

Pastor en un triple ministerio.53


a) Un pastor competente en la comprensión de la Palabra y en relacionarla con la vida
del pueblo; que tenga palabra profética.
b) Un liturgo que vive lo que celebra y ayuda a los fieles a que vivan el misterio de
Dios que se da en la liturgia.
c) Un guía seguro del pueblo de Dios que se gasta y desgasta por la comunidad.
d) Artífice de comunión y unidad.54

53
CF. PO 4-6. Desarrollado este triple ministerio en CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, El presbítero, maestro de la palabra, ministro de los sacramentos y guía
de la comunidad, ante el tercer milenio cristiano, 1999.

27
e) Maestro en la Iglesia que es escuela de comunión
f) Capaz de trabajar y dialogar con otros, abierto y nunca solitario, de fuerte
experiencia comunitaria y de corresponsabilidad.
g) Con una clara opción por la pastoral de conjunto, y disponible para trabajar de
acuerdo al plan pastoral de su Diócesis.
h) En diálogo con la cultura y la sociedad.55
i) Hombre inserto, respetuoso e identificado con la cultura; inserto en la realidad en que
vive sin perder su identidad.
j) Audaz para encarnar el Evangelio en este cambio de época, en los valores y en las
posibilidades del pueblo, compartiendo las alegrías, esperanzas y expresiones de religiosidad
de su pueblo.
k) Solidario con los pobres.56
l) Un pastor comprometido con los sectores más vulnerables y marginados de su
pueblo, promotor de la solidaridad y de valores como la justicia y la caridad. La Evangelii
Gaudium nos presenta algunas características muy propias del sacerdote en este aspecto; ser
cercano, compasivo y misericordioso, con olor a oveja, apasionado, etc.
m) Como continuador de la misión de Cristo ha de vivir un desprendimiento afectivo y
efectivo de los bienes del mundo. Un uso sobrio que exprese que su herencia y su riqueza es
el Señor.

Temática de la Formación Pastoral

Un servicio de mayor calidad y eficacia a la comunidad cristiana exige al sacerdote un entrenamiento y una
capacitación para desarrollar adecuadamente las habilidades que pide el ministerio, sin olvidar que el
principal objetivo es la reflexión sobre el plan de pastoral de la Diócesis.

Por lo que es conveniente incluir dentro de un programa de formación pastoral los siguientes temas:

1. Educación pedagógica para transmitir el Evangelio.


2. Ejercitarse en el arte de celebrar los sacramentos.
3. Capacitación para el liderazgo.
4. Capacitación para el trabajo en equipo.
5. Creatividad pastoral.
6. Planificación pastoral.
7. Atención a las directrices de la Iglesia universal, de la CEM, del CELAM.
8. Renovación parroquial.
9. Formación en la doctrina social de la Iglesia.
10. Análisis de los procesos pastorales.
11. Formación para la misión permanente.
12. Vivencia de la pobreza evangélica.
13. El valor de la humildad.
14. La misericordia y la compasión, rasgos del buen pastor.
15. Buscar a los más alejados de la Iglesia. Iglesia de puertas abiertas y en salida.

54
Cf CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio para el ministerio y la vida de los presbíteros, Nueva Edición, en
http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cclergy/documents/rc_con_cclergy_doc_20130211_direttorio-presbiteri_sp.html (14.01.2013), 33.
55
CF. PO 3.
56
CF. DA 199.

28
LA FORMACIÓN PERMANENTE POR EDADES
Cada etapa de la vida sacerdotal presenta un llamado renovado al seguimiento de Jesús que espera del
presbítero una respuesta en fidelidad continua hasta la muerte. Las diferentes edades ofrecen al mismo
tiempo riesgos y oportunidades a las que debe adecuarse la Formación Permanente.

El primer quinquenio.

Los primeros años después de la ordenación tienen una importancia especial pues ponen las bases y de
alguna manera marcan el futuro de la vida y ministerio del sacerdote. Es tiempo de asimilar en forma
vivencial la gracia recibida en el sacramento y pasar de la condición de estudiante a la de pastor con nuevas
responsabilidades ante el pueblo de Dios.

Posibilidades

+ Durante los años del Seminario se anhela el día de la ordenación, y es ahora cuando se abre al joven
sacerdote un campo amplio para canalizar sus ideales y poner en juego toda la riqueza de su creatividad.

+ En un nuevo ambiente de mayor responsabilidad se ha de consolidar la gracia recibida, asimilándola en el


estudio y la oración y correspondiendo a ella con generosidad y alegría.

+ Con una implicación mayor en la vida de la comunidad se ofrece la oportunidad de un conocimiento


mucho más realista del mundo, lo que va educando progresivamente al sacerdote en el discernimiento, en
una mentalidad más amplia y en mayor sensibilidad humana.

+ En esta etapa inicial se debe lograr, paso a paso, la inserción en el Presbiterio, experimentando el
neosacerdote que no está solo, sino que forma parte de un número importante de sacerdotes de su Diócesis.
Su energía e ilusión, más la experiencia y sabiduría de los mayores, harán que los primeros años en el
ejercicio del ministerio sacerdotal sean más firmes y sólidos.

+ Es el tiempo de continuar la formación inicial subsanando carencias en todas las dimensiones.

Riesgos y dificultades

a) Desorientación y desaliento ante los conflictos que se presentan al relacionarse con


personas en un ambiente difícil. Frustración, porque las cosas no son como se pensaba en el
Seminario. En esta etapa es muy probable que aparezcan cierto tipo de frustraciones porque el
sacerdote, en sus inicios espera que todo resulte como lo ha planeado y la realidad no siempre es
así.
b) Falta de compresión mutua con los sacerdotes mayores, en especial con el párroco.
Impaciencia al querer imponer sus criterios sobrevalorando los proyectos personales. Además, se
puede presentar un aislamiento peligroso.
c) Tendencia al activismo y a la superficialidad al no tener una autodisciplina y una recta
programación del tiempo. Descuido de la oración personal y abandono del estudio.
d) Dejarse llevar por el ambiente secularizado, no cuidar la elección de amistades, tendencia al
aburguesamiento y laxismo en comportamientos.

29
e) Rigidez en las posturas sin la disposición de ir aprendiendo en el curso del ministerio.
Autosuficiencia y falta de disposición para dejarse ayudar en la dirección espiritual y en la
corrección fraterna.

Objetivos

- Ofrecer a los neo-sacerdotes aportes para el crecimiento y maduración de su personalidad


humana y sacerdotal que les ayuden a afianzar su identidad y experimentar el gozo de ser y vivir
como sacerdotes.
- Fortalecer y ampliar la formación integral inicial recibida en el Seminario prolongándola con
nuevos métodos.
- Procurar una adaptación positiva en la vida pastoral.
- Ayudar a ir adquiriendo una sabiduría que permita llevar a la práctica los conocimientos
teóricos.
- Lograr una inserción progresiva en la familia presbiteral.

Contenidos

• Dimensión humana: Temas referentes a madurez humana y afectiva, proyecto de vida


personal, manejo de conflictos y liderazgo. Relaciones humanas con la propia familia, en el
presbiterio y con otros colaboradores en el trabajo.
• Dimensión espiritual: Métodos de oración, Lectio Divina, ejercicio de las virtudes
teologales, especialmente de la caridad pastoral. El ministerio como fuente de santificación,
tentaciones y gracias de crecimiento, revisión de la vida sacerdotal.
• Dimensión intelectual: Introducción a los programas de Formación Permanente de la
Diócesis. Documentos recientes del Magisterio. Derecho canónico parroquial. Doctrina Social de la
Iglesia.
• Dimensión pastoral: Planificación y programación pastoral de la parroquia y de la Diócesis.
Administración parroquial. Homilética, arte de presidir las celebraciones, conducción pastoral de
grupos, uso de los medios de comunicación.

Propuestas de acción

- Reuniones con el Obispo en fechas establecidas.


- Nombramientos de un delegado del Obispo para acompañar a los sacerdotes jóvenes.
- Programar el quinquenio con ellos mismos.
- Evaluación periódica.
- Posibilidad de estudios de especialización, después de un tiempo de ministerio.

Etapa media (de 6 a 20 años de ordenación).

Normalmente durante este período el sacerdote vive la experiencia de algún cambio de destino (parroquia u
otro oficio). Recibe su primer nombramiento de párroco o alguna otra responsabilidad. Es el tiempo de
consolidar la personalidad sacerdotal, adquiriendo una visión más amplia de la Iglesia y una mejor
compresión de la problemática humana y eclesial.

30
Posibilidades

+ Se espera que el sacerdote se haya identificado más plenamente con su vocación y misión, poniendo al
servicio sus carismas propios.
+ Mayor estabilidad emocional y capacidad de comprender a los demás, superación de crisis personales.
+ Un amor más realista a la Iglesia, aceptando serenamente las limitaciones humanas, pero manteniendo la
ilusión.
+ Integración progresiva al colegio de los presbíteros colaborando como promotor de comunión.

Riesgos y dificultades

a) Búsqueda de privilegios, tendencia a la instalación y al aburguesamiento, complejos de


superioridad y afán de dinero.
b) Estancamiento intelectual y pastoral, rutina, conformismo y mediocridad.
c) Competitividad y rivalidades, individualismo y aislamiento de la comunión, resentimiento y
lejanía de los superiores.
d) Búsqueda de compensaciones, adicciones, desviaciones afectivas y sexuales.

Objetivo

- Brindar espacios y medios que ayuden a la unidad de vida sacerdotal, integrando lo que se es
y lo que se hace a imagen de Jesús Pastor y Maestro.

Contenidos

• Aspectos humanos como salud, equilibrio emocional y afectividad.


• Actualización en diferentes áreas de conocimientos y habilidades en orden al ministerio.
• Capacitación en el uso de los medios tecnológicos. Conocimiento de las leyes jurídicas y
régimen fiscal del país. Contabilidad. Temas de teología, Biblia y moral.
• Mayor caridad pastoral en el trato a personas y comunidades. Métodos de oración.
• Creatividad en la renovación pastoral. Disciplina y perseverancia en la programación.

Propuestas de acción

- Encuentros de amistad y de oración con el Obispo y hermanos presbíteros.


- Delegado o comisión para la Pastoral Presbiteral.
- Programa de Formación Permanente en cada Diócesis, Provincia o Nación.
- Evaluación periódica y auto-evaluación.
- Subsidios y asesoría de personas competentes como psicólogos, sociólogos, economistas,
juristas, etc.

Etapa de madurez (de 21 a 45 años de ordenación)

Suele ser el grupo más numeroso en nuestros presbiterios y quienes brindan mayor apoyo en las
responsabilidades principales como vicarios episcopales, decanos, directores de instituciones y párrocos de
las parroquias de mayor reto humano e intelectual, etc. Se supone que es la etapa de madurez no sólo
cronológica, sino psicológica, espiritual y pastoral.

31
Posibilidades

+ La experiencia que se aprovecha positivamente favorece la adquisición de una madurez integral.

+ Una actitud más reposada facilita un mejor servicio en la dirección espiritual, en guiar a los jóvenes y
comprender a quienes viven situaciones difíciles.

+ Los logros conseguidos y el reconocimiento de las propias limitaciones ayudan a tener una justa
autoestima y una mayor donación en el ministerio.

+ Su servicio puede ser de gran ayuda al Obispo, a la comunión del presbiterio y a los proyectos de la
acción pastoral.

+ Llegar al amor oblativo al ofrendar un proyecto culminado para que otros asuman la dirección del
mismo. Asimilación al gran amor del Padre que entrega a su Hijo.

Riesgos y dificultades

a) Con autosuficiencia presumir de la experiencia. Dificultad para obedecer y para aceptar la


corrección fraterna.
b) Incapacidad para trabajar con sacerdotes jóvenes y para acompañar a la juventud.
c) Cansancio y pesimismo, frustración y resentimiento.
d) Los vicios se pueden hacer más arraigados.
e) Tentación de instalarse, de buscar seguridad económica o afectiva.

Objetivo

- Animar a los sacerdotes a mantener una actitud de apertura y disponibilidad en orden a la


Formación Permanente e integral y contribuir mejor así a la comunión y misión en la Iglesia.

Contenidos

• Las cuatro dimensiones de la Formación Permanente requieren una debida valoración,


fortalecimiento y medidas preventivas.
• Actualización integral apoyada en los documentos de la Iglesia y en el estudio de la realidad
cambiante. Adaptación a las exigencias de la época actual.
• Comunión afectiva y efectiva en orden a la misión.

Propuestas de acción

- Programa que incluya atención a la salud, espacios de descanso comunitario y sacerdotal,


sistema de seguridad y prevención social.
- Aprovechamiento de su experiencia sacerdotal para encomiendas pastorales y programa de
formación.
- Encuentro con el Obispo al menos anualmente.
- Evaluación en encuentros fraternos de su autoformación, su nivel de comunión y su vivencia
en la misión en la Iglesia.

32
Los sacerdotes mayores (de 46 años en delante de ordenación)
Las condiciones actuales hacen que las personas vivan más tiempo, por eso crece el número de sacerdotes
que llegan a esta etapa y los que por razón de su edad, renuncian a su cargo. Siguen siendo sacerdotes toda
la vida y la mayoría pueden mantener una cierta actividad, aunque con menor responsabilidad. A medida
que el sacerdote envejece tiene todavía necesidad de Formación Permanente, aunque adaptada a su
condición propia.

Posibilidades

+ El sacerdote mayor suele tener un sentido de sabiduría fruto de una experiencia pacientemente asimilada
y gozosamente vivida.

+ Es el tiempo de concentrarse en lo esencial dejando a un lado lo secundario.

+ Hay que cultivar especialmente entonces la virtud de la esperanza que no consiste en una ilusión
fantasiosa, sino en la confianza en el Señor, dueño de la vida y de la muerte.

+ La renuncia que implica el celibato encuentra un sentido de paternidad fecunda en el orden de la gracia.

+ Se puede dar un hermoso testimonio de la fidelidad y misericordia de Dios que han sostenido al sacerdote
hasta hacerlo capaz de una donación total de sí mismo.

+ Entregarse a una oración más prolongada es un servicio sacerdotal de valor incalculable para la
comunidad.

Riesgos y dificultades
a) No saber aceptar con generosidad las limitaciones físicas crecientes. Temor ante la
enfermedad que lo haga dependiente.
b) Es peligroso no tener en cuenta que lo más valioso es el ser sacerdote por encima de lo que
se pudiera hacer como tal.
c) Es difícil el desprendimiento sereno de un oficio o lugar al que se está apegado viviendo la
preparación para el encuentro definitivo con el Dador de todos los bienes.
d) Surge la tentación de pensar que la vida ha sido estéril cayendo en la tristeza o la angustia.
e) Tentación de encerrarse en la soledad y el aislamiento.

Objetivo
- Apoyar a los sacerdotes mayores a enfrentar los desafíos de esta etapa y alentarlos a seguir
dando su contribución valiosísima a la Iglesia.

Contenidos
• El arte de entender y vivir el envejecimiento. Alegría de haber servido.
• Renovación espiritual más profunda en base al significado de la vida y de la muerte.
• La virtud de la esperanza ante el misterio pascual.
• Amor a la Iglesia y cariño a los sacerdotes jóvenes
• Darle un valor más grande al sacramento de la Reconciliación

33
Propuestas de acción
- Proyecto y plan de vida para esta edad.
- Atención amable del Obispo y hermanos presbíteros.
- Charlas, dinámicas y retiros adaptados a su situación.
- Ofrecimiento de acciones que pueden cumplir dentro de sus posibilidades (confesiones,
capellanía, colaboración en parroquias).
- Seguridad de una pensión y atención médica.
- Encuentros con seminaristas y sacerdotes jóvenes.
- Signos de reconocimiento y gratitud por su entrega de servicio.

Sacerdotes en situaciones especiales.


Independientemente de la edad, los sacerdotes se pueden encontrar en una situación de debilidad física o de
cansancio moral. Ofreciendo sus sufrimientos, contribuyen de modo eminente a la obra de la redención,
dando un testimonio sellado por la elección de la cruz acogida con la esperanza y la alegría pascual.
A estos sacerdotes, la Formación Permanente debe ofrecer estímulos para continuar de modo sereno y
fuerte su servicio a la Iglesia y para ser signo elocuente de la primacía del ser sobre el obrar, de los
contenidos sobre las técnicas, de la gracia sobre la eficacia exterior. De este modo, podrán vivir la
experiencia de san Pablo: “Me alegro de mis sufrimientos por ustedes: así completo en mi carne lo que
falta a los padecimientos de Cristo, en favor de su Cuerpo que es la Iglesia” (Col. 1, 24).
El Obispo y sus sacerdotes deberán realizar visitas periódicas a estos hermanos enfermos, que podrán ser
informados, sobre todo, de los acontecimientos de la Diócesis, de modo que se sientan miembros vivos del
presbiterio y de la Iglesia universal, a la que edifican con sus sufrimientos.

PERFIL DEL SACERDOTE


La finalidad de este perfil sacerdotal consiste en destacar los rasgos característicos del sacerdote como
pastor que guía y sirve al pueblo de Dios.

En su contenido, queremos centrar la atención sobre la figura del sacerdote en su misión de pastor al frente
del pueblo de Dios. Su actividad, proveniente de su condición de sacerdote, no es una actividad cualquiera,
sino que es una actividad pastoral, para que su testimonio evangélico en el mundo de hoy sea más intenso e
incisivo, colaborando en la obra de la evangelización.57

Consideramos que son muchos los rasgos que pueden distinguir a un sacerdote, pero en este documento
queremos distinguir sólo quince, a seguir:

Hombre de Dios
Tomando como inspiración lo que escribe el autor de la carta a los Hebreos, "Todo Sumo Sacerdote es
elegido de entre los hombres y está puesto en favor de los hombres en lo que se refiere a Dios" (Hb. 5, 1).58

57
BENEDICTO XVI P.P., Discurso del Santo Padre Benedicto XVI a los Obispos ordenados durante los últimos doce meses que participaron en el encuentro
organizado por las congregaciones para los Obispos y para las Iglesias orientales, en
http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/speeches/2009/september/documents/hf_benxvi_spe_20090921_nuovi-vescovi_sp.html, Roma, (21.09.2009).
58
CF. JUAN PABLO II PP., Discurso del Santo Padre Juan Pablo II al Simposio con motivo del 30 aniversario del Decreto Presbyterorum
ordinis,en:http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/speeches/1995/october/documents/hf_jp-ii_spe_19951027 _presbyterorum_sp.html (27.10.1995).

34
Como podemos percatarnos, el sacerdote es un hombre que por su vocación le pertenece a Dios y esto lo
manifiesta en todas sus acciones. A este propósito se debe recordar que el presbítero es portador de una
consagración ontológica que se extiende a tiempo completo. Por tanto, el presbítero debe actuar siempre en
cuanto sacerdote. Él, como decía san Juan Bosco, es sacerdote tanto en el altar y en el confesionario como
en la escuela o por la calle: en cualquier sitio. Alguna vez los mismos sacerdotes son inducidos, por
circunstancias actuales, a pensar que su ministerio se encuentra en la periferia de la vida, cuando en
realidad se encuentra en el corazón mismo de ella, puesto que tiene la capacidad de iluminar, reconciliar y
renovar todas las cosas.59

El sacerdote es el hombre de Dios, el consejero, el mediador de paz, el amigo fiel y prudente y el guía
seguro en quien se pueda confiar en los momentos más difíciles de la vida para hallar consuelo y firmeza.

Como menciona el Directorio para el ministerio y la vida de los presbíteros: “es preciso que el sacerdote
sea hombre de Dios”.60

Hombre santo

En la Iglesia todos estamos llamados a la santidad, según aquello del apóstol: “Porque esta es la voluntad
de Dios, su santificación” (I Tes.4, 3; Ef. 4, 1). Esta santidad se expresa en cada uno de los que se acercan a
la perfección de la caridad en su propio género de vida.

El Divino Maestro y modelo de toda perfección, el Señor Jesús, predicó a todos y a cada uno de sus
discípulos, cualquiera que fuese su condición, la santidad de vida. Esta santidad debe manifestarse en los
frutos de gracia que el Espíritu produce en los fieles.

Para todo sacerdote, el presbiterio y el desarrollo del ejercicio ministerial son el lugar privilegiado en
donde debiera encontrar los medios específicos de santificación y de evangelización; allí mismo debiera ser
ayudado a superar los límites y debilidades propios de la naturaleza humana, especialmente aquellos
problemas que hoy día se sienten con particular intensidad. No debe olvidar el sacerdote que se santificará
en su propia comunidad y en el desempeño de su misión.
Los sacerdotes conseguirán de manera propia la santidad ejerciendo sincera e incansablemente su
ministerio en el Espíritu de Cristo.61

Hombre de oración
Si es verdad que todo cristiano, por medio del Bautismo, está en comunión con Dios Uno y Trino, es
también cierto que, a causa de la consagración recibida con el sacramento del Orden, el sacerdote es
constituido en una relación particular y específica con el Padre, con el Hijo y con el Espíritu Santo.
Por ello, la característica esencialmente relacional (Cfr. Jn.17, 11.21) de la identidad del sacerdote lo pone
en una relación personal e íntima con la Trinidad, en un diálogo de adoración y de amor con las Tres
Personas divinas, sabiendo que el don recibido le fue otorgado para el servicio de todos.62

59
CF. CONGREGACIÓN PARA EL CLERO., El presbítero, pastor y guía de la comunidad parroquial, instrucción, en
http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cclergy/documents/rc_con_cclergy_doc_20020 804_istruzione-presbitero_sp.html (23.11.2001).
60
CF. CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio para el ministerio y la vida de los presbíteros, Nueva Edición, en
http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cclergy/documents/rc_con_cclergy_doc_20130211_direttorio-presbiteri_sp.html (14.01.2013), 47.
61
PO 13.
62
CF. CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio para el ministerio y la vida de los presbíteros, Nueva Edición, en
http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cclergy/documents/rc_con_cclergy_doc_20130211_direttorio-presbiteri_sp.html (14.01.2013), 3-5.

35
El sacerdote está llamado a ser un hombre de oración. Orar a través de la Liturgia de las Horas, en la
adoración al Santísimo, en la oración y meditación personal, en la Lectio Divina, en la devoción mariana,
etc.
Por ello el Directorio para el ministerio y la vida de los presbíteros dice: “puede ser útil que se conceda a
los presbíteros tiempos más o menos largos para estar de modo más sereno e intenso con el Señor
Jesús”.63

Hombre de obediencia

Entre las virtudes que mayormente se requieren para el ministerio sacerdotal hay que contar con aquella
disposición de ánimo por la que están siempre prontos a buscar no su propia voluntad, sino la voluntad de
Aquel que los ha enviado.

Ahora bien, este ministerio sacerdotal, por el hecho de ser ministerio de la Iglesia misma, sólo puede
cumplirse en comunión jerárquica con todo el cuerpo.
Invita a todos los sacerdotes a que consagren, por la obediencia, su propia voluntad al servicio de Dios y de
sus hermanos, aceptando y ejecutando con espíritu de fe lo que se manda o recomienda por parte del Sumo
Pontífice y del propio Obispo, gastando de buenísima gana y hasta desgastarse a sí mismos en cualquier
cargo, por humilde y pobre que sea, que les fuere confiado.64

Buen predicador
Existe una consciencia clara de la primacía de la predicación en el ejercicio sacerdotal y de la absoluta
necesidad de permanecer fiel y anclado en la Palabra de Dios y en la Tradición para ser verdadero discípulo
de Cristo y conocer la verdad.65

El buen predicador congrega al Pueblo de Dios por medio de la Palabra de Dios y con madurez
responsable, evita reducir, distorsionar o diluir el contenido del mensaje divino. El sacerdote de Cristo debe
ser consciente que su tarea no consiste en enseñar su propia sabiduría, sino la Palabra de Dios e invitar con
insistencia a todos a la conversión y a la santidad.

El buen predicador sabe que la predicación no se puede reducir a la comunicación de pensamientos


propios, experiencias personales, simples explicaciones de carácter psicológico, sociológico o filantrópico.
Él custodia, lee, medita, examina y transmite fielmente la Palabra de Dios, sobre todo en las celebraciones
eucarísticas, principalmente la dominical. Predicar la Palabra de Dios y los valores del Evangelio en la
radio, la televisión y el internet son el reto del sacerdote en la actualidad.

El Papa Francisco, en su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, dedica a la homilía y a la preparación


de la predicación por parte de los sacerdotes, del número 135 hasta el 159.

Recientemente, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos ha publicado el


Directorio Homilético, donde se dan pautas para la preparación de la homilía. Así, tanto la Evangelii

63
CF. IBID;101.
64
CF. PO 15.
65
CF. CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio para el ministerio y la vida de los presbíteros, Nueva Edición, en
http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cclergy/documents/rc_con_cclergy_doc_20130211_direttorio-presbiteri_sp.html (14.01.2013), 62; Jn.8,
31-32.

36
Gaudium como el Directorio Homilético son recursos efectivos para que cada sacerdote dé siempre una
buena predicación y proclamación del Evangelio.

Hombre de la Palabra (enseñanza)

El sacerdote enseña con autoridad la fe católica que con toda razón es buscada en la boca de los sacerdotes.
Los presbíteros tienen como deber primero el de anunciar a todos el Evangelio de Dios e invitar a todos a la
conversión y a la santidad.66

El sacerdote busca y unifica criterios para la catequesis, implementa programas bien estructurados de
pastoral juvenil, de catequesis presacramental y de la pastoral bíblica.

Asume con gusto la responsabilidad de animar, coordinar y dirigir la actividad catequética de la comunidad
que le ha sido encomendada y sabe integrar esta labor dentro de un proyecto orgánico de evangelización.

En la actualidad se está abriendo un campo cada vez más grande en los nuevos areópagos. Los medios de
comunicación social, tales como la radio, la televisión y el internet, mas las redes sociales, se han
convertido en la gran oportunidad que tiene la Iglesia y cada sacerdote de anunciar alegremente el
Evangelio.

Hombre que administra los sacramentos

El sacerdote obra en la celebración del Sacrificio Eucaurístico in persona Christi como ministro y
diospensador de los misterios del Señor.

Son ministros de todos los sacramentos; pero la Eucaristía aparece como la fuente y la culminación de toda
la predicación evangélica.67

Podemos decir que celebra con el Pueblo de Dios los sacramentos y los administra, en la persona de Cristo,
y en nombre de la Iglesia para el bien de los fieles.

Es respetuoso de las normas litúrgicas y cuidadoso de la celebración de los sacramentos y su respectiva


catequesis, no se guía por gustos personales, ni tampoco según particularismos rituales no aprobados, o
expresiones de grupos que tienden a cerrarse a la universalidad del Pueblo de Dios.

Da a la Eucaristía la primacía que le corresponde y asume la actitud de Cristo en el sacramento de la


Reconciliación.

Acude a las casas de los enfermos para visitarlos, confesarlos, ungirlos, reconfortarlos y llevarles la
Sagrada Comunión; y a los diferentes hospitales para llevarles la gracia y la fortaleza en el Señor Jesús.

66
CF. PO 4.
67
CF. IBID; 5.

37
Hombre pobre, humilde y sencillo

El Señor Jesús nos enseñó con su propia vida el valor de la humildad; Él, siendo Dios, no retuvo para sí
mismo las prerrogativas divinas, se humilló a sí mismo y se hizo hombre para salvarnos; nació humilde,
vivió humilde y procedió con humildad.

La Virgen María, se autonombra la esclava del Señor, ¡qué mujer tan grande y tan excelsa! pero qué mujer
tan sencilla y tan humilde; Ella, nuestra madre, nos enseñó a vivir la humildad. Los santos son también un
modelo de pobreza y humildad, tales como san Francisco de Asís, san Juan Bosco, san Juan Pablo II, la
beata Teresa de Calcuta y muchos otros que hicieron de la humildad un medio para unirse más al Señor.

El sacerdote deberá recordar en todo momento que el Señor y Maestro “no ha venido para ser servido,
sino para servir” (Cfr. Mc 10, 45) y que se inclinó para lavar los pies a sus discípulos antes de morir en la
Cruz (Cfr. Jn.13, 5).68

Cristo “se anonadó a sí mismo, tomando forma de siervo” (Fil. 2, 7-8) y recordemos que Dios “escogió lo
débil del mundo para confundir lo fuerte” (I Cor. 1, 27).

Así, pues, consciente de su propia flaqueza, el verdadero ministro de Cristo trabaja con humildad,
indagando cuál sea el beneplácito de Dios y, como atado por el Espíritu, se guía en todo por la voluntad de
Aquel que quiere que todos los hombres se salven.69

Por otra parte, el libro del Sirácide, nos exhorta a vivir la humildad cuando menciona: “Hijo mío en tus
asuntos procede con humildad. Hazte más pequeño cuanto más grande seas y hallarás gracia ante el
Señor”. (Cfr. Eclo. 3, 16)

La humildad brota del corazón que sabe reconocer que todo es don de Dios y por ello de nada podemos
vanagloriarnos, ante nadie debemos proceder con arrogancia o prepotencia.

Hombre misericordioso y compasivo

El sacerdote se inclina misericordiosamente, como buen samaritano, sobre la humanidad herida para
sanarla y perdonarla. No trata con dureza a los demás, comprende sus debilidades y les tiene suma
paciencia y tolerancia.

Invita a las personas a la conversión; pero tiene misericordia y compasión. No olvida que él mismo está
envuelto en debilidades que debe superar.

Es disponible para la confesión y dedica buen tiempo para escuchar las confesiones de los fieles. Es un
hombre débil, que puede comprender las debilidades de sus hermanos y ofrecerles el perdón de Dios.

68
CF. CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio para el ministerio y la vida de los presbíteros, Nueva Edición, en
http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cclergy/documents/rc_con_cclergy_doc_20130211_direttorio-presbiteri_sp.html (14.01.2013), 25; PDV.
21; V CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO Y DEL CARIBE, Documento de Aparecida, Discípulos y Misioneros de Jesucristo, para
que nuestros pueblos en Él tengan vida. Yo soy el camino, la verdad y la vida, Jn.14,6, Venezuela, Paulinas, 2007, 198.
69
CF. PO 15.

38
Hombre servicial

El sacerdote es un hombre totalmente entregado al servicio de sus hermanos. El servicio es una forma
concreta de la santidad sacerdotal; el trabajo por los demás es también un signo de intimidad con Dios.

Servir es evangelizar, entregado a la Palabra y la comunica a los fieles. El sacerdote entrega como siervo
cada uno de los sacramentos, visita al enfermo y al que sufre. Parte de la identidad sacerdotal es ser siervo
de los demás.

Recordemos que en el sufrimiento el sacerdote sirve a los demás, porque da no sólo su fuerza, sino también
su sustancia, se da a sí mismo. Por esto decimos que fue en la cruz donde creció el fruto verdadero y
definitivo (Jn.12,24).

Dice el Papa Francisco: “Si tú tienes muchas cualidades pero no eres un servidor, tu liderazgo caerá, no
sirve, no es capaz de convocar. Solamente el servicio convoca. El servicio es hacer, muchas veces, la
voluntad de los demás”.70

Hombre de buena capacidad de comunicación

La competencia comunicativa en el sacerdote es el conjunto de habilidades que posibilita la participación


apropiada en situaciones comunicativas específicas.

A través de la comunicación, el sacerdote tiene la capacidad de escuchar, hacer preguntas, expresar


conceptos e ideas de forma efectiva, exponer aspectos positivos, la habilidad de saber cuándo y a quién
preguntar para llevar adelante un propósito.

Esta habilidad se relaciona con la capacidad básica para expresar pensamientos o contenidos internos de
manera comprensible para el interlocutor. Entraña generar y mantener un flujo de comunicación adecuado
entre los miembros del grupo, utilizando los distintos canales que en cada caso se requieran y favorecer el
establecimiento de relaciones mutuamente beneficiosas.

Comunicar eficazmente supone: ser capaces de decir lo que queremos decir, ser coherentes en lo que
decimos y en cómo lo decimos, adaptar la comunicación a la situación y características de la otra persona,
asegurarnos de que, quien escucha, comprende el mensaje y sabe interpretar la posible respuesta de la otra
persona.

La comunicación desarrolla la capacidad de transmitir un mensaje eficazmente, basándose en los pilares


básicos de la expresión: claridad, precisión y adecuación al contexto y al objetivo de la comunicación.

Existen otras competencias implicadas en la comunicación como las relaciones interpersonales, la


asertividad, la empatía y la retroalimentación.

70
FRANCISCUSPP., Diálogo del Santo Padre Francisco con los estudiantes de los colegios pontificios y residencias sacerdotales de Roma, en
http://w2.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2014/may/ documents/papa-francesco_20140512_pontifici-collegi-convitti.html, (12.04.2014).

39
Hombre que vive alegremente el celibato

La Iglesia, convencida de las profundas motivaciones teológicas y pastorales, que sostienen la relación
entre celibato y sacerdocio, e iluminada por el testimonio, que confirma también hoy la validez espiritual y
evangélica en tantas existencias sacerdotales, ha confirmado, en el Concilio Vaticano II y repetidamente en
el sucesivo Magisterio Pontificio, la firme voluntad de mantener la ley que exige el celibato libremente
escogido y perpetuo para los candidatos a la ordenación sacerdotal en el rito latino.

El celibato, en efecto, es un don gozoso que la Iglesia ha recibido y quiere custodiar, convencida de que es
un bien para sí misma y para el mundo.

Como todo valor evangélico, también el celibato se debe vivir como don de la misericordia divina, como
una novedad liberadora, como testimonio especial de radicalidad en el seguimiento de Cristo y como signo
de la realidad escatológica: el celibato es una anticipación de lo que viviremos después de la resurrección
en la Casa de Dios. El celibato nos invita de nuevo a trascender nuestra persona y este presente, hacia el
futuro. El sacerdote célibe es signo de una realidad futura y celestial.

El celibato, entendido de este modo, es entrega de sí mismo en y con Cristo a su Iglesia, y expresa el
servicio del sacerdote a la Iglesia en y con el Señor.

El ejemplo es el mismo Señor, el cual, ante la cultura dominante de su tiempo, eligió libremente vivir
célibe. Al seguirlo, los discípulos lo dejaron todo para cumplir con la misión que les encomendó (Lc. 18,
28-30).

Por ese motivo la Iglesia, desde los tiempos apostólicos, ha querido conservar el don de la continencia
perpetua de los clérigos, y ha tendido a escoger a los candidatos al orden sagrado entre los célibes (Cfr. 2
Tes.2, 15; 1 Cor.7, 5; 9, 5; 1 Tim.3, 2.12; 5, 9; Tit.1, 6.8).71

Hombre de comunión y fraternidad

Todos los discípulos misioneros de Cristo estamos llamados a vivir en comunión. La comunión es un
elemento constitutivo de nuestra identidad cristiana, no es optativo, secundario o periférico. Por ello, ante
la tentación, muy presente en la cultura actual, de ser cristianos sin Iglesia y ante las nuevas búsquedas de
espiritualidad, no olvidemos que el Documento de Aparecida menciona que “no hay discipulado sin
comunión”.72

El sacerdote vive la comunión eclesial, la cual se manifiesta en los vínculos de amor y de respeto que se
establecen con el Papa, con los Obispos, con los hermanos sacerdotes, con los miembros de la vida
consagrada y con los fieles laicos.

71
CF. CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio para el ministerio y la vida de los presbíteros, Nueva Edición, en
http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cclergy/documents/rc_con_cclergy_doc_20130211_direttorio-presbiteri_sp.html (14.01.2013), 79-82.
72
V CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO Y DEL CARIBE, Documento de Aparecida, Discípulos y Misioneros de Jesucristo, para que
nuestros pueblos en Él tengan vida. Yo soy el camino, la verdad y la vida, Jn. 14,6, Venezuela, Paulinas, 2007, 156; Cf. JUAN PABLO II., Exhortación
apostólica postsinodal Ecclesia in America, en http://www.vatican.va/holy_father /john_paul_ii /apost_exhortations
/documents/hf_jpii_exh_22011999_ecclesia-in-america_sp.html (22.01.1999) 44.

40
La comunión del sacerdote se realiza, sobre todo, con Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. De esta
fundamental unión-comunión con Dios Trinidad deriva, para el presbítero, su comunión-relación con la
Iglesia en sus aspectos de misterio y de comunidad eclesial.

Con la ordenación sacramental, en efecto, el presbítero entabla vínculos especiales con el Papa, con el
cuerpo episcopal, con el propio Obispo, con los demás presbíteros, con los miembros de la vida consagrada
y con los fieles laicos.

Con vistas al propio crecimiento espiritual y pastoral, y por amor de su rebaño, el sacerdote debería acoger
con gratitud, e incluso buscar con regularidad, directrices de parte de su Obispo o sus representantes, para
el desarrollo de su ministerio pastoral. Asimismo, es una práctica para pedir el parecer de los sacerdotes
más expertos y de los laicos calificados acerca de los métodos pastorales más adecuados.

En virtud del sacramento del Orden cada sacerdote está unido a los demás miembros del presbiterio por
particulares vínculos de caridad apostólica, de ministerio y de fraternidad.

La fraternidad sacerdotal y la pertenencia al presbiterio son elementos característicos del sacerdote. La


capacidad de cultivar y vivir maduras y profundas amistades sacerdotales se revela como fuente de
serenidad y de alegría en el ejercicio del ministerio; las amistades verdaderas son ayuda decisiva en las
dificultades y, a la vez, ayuda preciosa para incrementar la caridad pastoral, que el presbítero debe ejercitar
de modo particular con aquellos hermanos en el sacerdocio, que se encuentren necesitados de comprensión,
ayuda y apoyo.

Una manifestación de esta comunión es también la vida en común, que la Iglesia ha favorecido desde
siempre, la práctica de encuentros frecuentes con fraternal intercambio de ideas, de consejos y de
experiencias entre hermanos.

Entre las diversas formas posibles de vida en común (casa común, comunidad de mesa, etc.), se ha de dar
el máximo valor a la participación comunitaria en la oración litúrgica.

Hombre de comunión, el sacerdote no podrá expresar su amor al Señor y a la Iglesia sin traducirlo en un
amor efectivo e incondicionado por el Pueblo cristiano, objeto de su solicitud pastoral.

Consciente de la profunda comunión, que lo vincula a los fieles laicos y a los religiosos, el sacerdote
dedicará todo esfuerzo a suscitar y desarrollar la corresponsabilidad en la común y única misión de
salvación; ha de valorar, en fin, pronta y cordialmente, todos los carismas y funciones, que el Espíritu
ofrece a los creyentes para la edificación de la Iglesia.

El sacerdote prestará especial atención a las relaciones con los hermanos y hermanas comprometidos en la
vida de especial consagración a Dios en todas sus formas; les mostrará su aprecio sincero y su operativo
espíritu de colaboración apostólica; respetará y promoverá los carismas específicos.

La comunión sacerdotal promueve una sana convivencia, grupos de presbíteros que se reúnen regularmente
para convivir, práctica del deporte, compartir los alimentos, realizar viajes de estudio, vacaciones y
reuniones de sacerdotes por generaciones.

La comunión se expresa también en el apoyo a sacerdotes ancianos, enfermos o que están en comunidades
pobres, la colaboración solidaria con la iguala, el diezmo y los servicios médicos.

41
Hombre de la conversión

La llamada a la nueva evangelización es sobre todo una llamada a la conversión y a mejorar en la vida
sacerdotal. Es la capacidad que tiene el sacerdote para reconocer sus propias deficiencias y asemejar su
vida a la de Cristo siguiendo sus enseñanzas y sus criterios. Al mismo tiempo, es una llamada a aquella
esperanza que se apoya en las promesas de Dios, y que tiene como certeza indefectible la resurrección de
Cristo, su victoria definitiva sobre el pecado y sobre la muerte, primer anuncio y raíz de toda
evangelización, fundamento de toda promoción humana, principio de toda auténtica cultura cristiana.

El sacerdote debe sobre todo reavivar su fe, su esperanza y su amor sincero al Señor, de modo que pueda
ofrecer a Jesús la contemplación de los fieles y de todos los hombres como realmente es: una Persona viva,
fascinante, que nos ama más que nadie porque ha dado su vida por nosotros; “nadie tiene amor más grande
que el que da la vida por sus amigos” (Jn.15, 13).

En la nueva evangelización, el sacerdote está llamado a ser heraldo de la esperanza que deriva también de
la conciencia de que él es el primero a quien el Señor ha tocado: vive la alegría de la salvación que Jesús le
ha ofrecido. Se trata de una esperanza no sólo intelectual, sino del corazón, porque Cristo ha tocado con su
amor al presbítero: “no son ustedes los que me han elegido, soy yo quien los he elegido” (Jn.15, 16).

Hombre en Formación Permanente

La Formación Permanente del sacerdote es animada por los Obispos, por equipos presbiterales, quienes son
sus colaboradores cercanos; pero no olvidemos que corresponde a cada sacerdote ser el principal sujeto y
agente de dicha formación.

La Formación Permanente debe ser integral por ello debe incluir elementos de las dimensiones: humana,
espiritual, intelectual y pastoral. Y debe ser sistemática y personalizada.73

El interés del Papa emérito Benedicto XVI por los sacerdotes y por su Formación Permanente fue grande.
El Año Sacerdotal del año 2009 nos lo demuestra.74

73
CF. CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio para el ministerio y la vida de los presbíteros, Nueva Edición, en
http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cclergy/documents/rc_con_cclergy_doc_20130211_direttorio-presbiteri_sp.html (14.01.2013), 87-98.
74
CF. Benedictus PP XVI., Discurso del Santo Padre Benedicto XVI a los participantes en la Asamblea plenaria de la Congregación para el Clero en
www.clerus.org/clerus/dati/2009-03/26-13/DisSanto P. Bened XVI.html (16 de marzo de 2009); Congregatio pro Clericis Cardenal Claudio Hummes., El
Año Sacerdotal en WWW.CLERUS.ORG/CLERUS/DATI/2009-05/20-13/ANO_ SACERDOTAL. HTML. (20 de Mayo 2009).

42
TERCERA PARTE

CRITERIOS EN LA ELABORACIÓN DE UN PLAN PARA LA FORMACIÓN


PERMANENTE EN LA DIÓCESIS
El Directorio para el ministerio y vida de los presbíteros, en sus distintas emisiones, la Pastores dabo vobis
y el Documento Reaviva el Don de Dios, abordan de manera amplia y concreta el tema de la Formación
Permanente de los sacerdotes. Tomando en cuenta las exhortaciones que emanan de estos Documentos,
presentamos ahora algunos criterios generales que consideramos necesarios en la elaboración de un Plan
formativo para cada Presbiterio.
Ante una Pastoral tan importante como lo es la Presbiteral, no se puede improvisar ni dejar a la deriva el
trabajo que realiza, ya que, una forma de trabajo así sólo provocará en los destinatarios un desencanto y
apatía, que después se traducirá en desinterés y falta de cooperación.
Cada Diócesis debe elaborar su propio Plan para la Formación Permanente de sus sacerdotes:
Porque la realidad de cada Presbiterio en México es distinta, surge la necesidad de realizar una estructura
sólida que ayude a cada Presbiterio a crecer y madurar como tal. El Obispo y su Presbiterio deberán
elaborar un Plan de Formación Permanente que se adapte a la realidad y necesidades concreta de la
Diócesis.

En comunión con el Obispo: Es el Obispo quien establece los criterios para la formación de sus
sacerdotes. El Obispo, habiendo establecido una Comisión para la Formación Permanente, presentará a esta
Comisión aquellos elementos básicos que considere necesarios para la elaboración del Plan Diocesano de
la Pastoral Presbiteral.

Esta Comisión que sirve en la Pastoral Presbiteral no deberá trabajar de manera aislada, independiente, ni
autónoma, sino en constante comunicación y comunión con el Obispo.

De manera Ordenada: La Comisión de la Pastoral Presbiteral, en comunión con el Obispo, deberá


establecer objetivos claros que ayuden a una mejor Formación de los sacerdotes. Junto con estos objetivos,
hay que establecer planes y proyectos realizables que nos lleven a cumplir con el propósito de la
Formación Permanente del Clero. Hay que ubicar tiempos específicos tanto para la elaboración del Plan
como para la revisión del trabajo realizado, ya que la realidad de cada Presbiterio cambia regularmente.
Debe ser Integral: La Formación Permanente debe contemplar las cuatro dimensiones de la Pastoral
Presbiteral: humana, espiritual, intelectual y pastoral, considerando los objetivos de cada una de estas
dimensiones y los distintos ámbitos que abarca cada dimensión.
Planeación, no sólo Calendarización: En ocasiones cuando se trabaja en la Formación Permanente, se cae
en la tentación de colocar en la agenda algunas actividades para “cumplir” con lo que se necesita en el año.
La planeación implica reuniones periódicas y un trabajo arduo para trazar tanto objetivos generales como
particulares e indicadores que nos den a conocer si el camino que se está recorriendo es el correcto o no.
Con apoyo de los laicos: Si bien la Pastoral Presbiteral es una pastoral delicada y específica, esto no
excluye la colaboración de algunos laicos bien preparados en algunas ciencias humanas, quienes, con un
amor profundo a la Iglesia y al sacerdocio ministerial, cooperen con:

43
a) las formas de establecer un Plan,
b) la elaboración de objetivos y trabajos que se lleven a cabo a corto y largo plazo,
c) intervenciones puntuales durante el desarrollo del Plan de la Formación Permanente, etc.

LA RELACIÓN DE LOS SACERDOTES CON LOS MIEMBROS DE LA IGLESIA

El gran desafío que tenemos, si queremos ser fieles al designio de Dios y responder a las profundas
esperanzas del mundo, es hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la comunión.75

Todo sacerdote está llamado a vivir en comunión con la Iglesia, y a promover la comunión, teniendo
buenas relaciones con todos los miembros que forman parte de ella y descubriendo el lugar que tiene cada
uno de ellos en la Iglesia.

Relación del Obispo para con sus sacerdotes y de los sacerdotes para con su Obispo

El sacerdote debe tener un filial vínculo de fidelidad y servicio a la autoridad del propio Obispo,
adhiriéndose corresponsablemente a los programas pastorales, haciendo un verdadero esfuerzo de armonía
y de una convergencia ideal y programática, que no quita nada a una inteligente capacidad de iniciativa
personal y empuje pastoral.76

Además, el sacerdote debe hacer un esfuerzo reiterado por mantener una relación afable con su propio
Obispo, fomentando una sincera confianza de amistad cordial, de un verdadero esfuerzo de armonía, y de
una convergencia ideal y programática en la acción pastoral.77

El Obispo, por más amplia y necesitada que esté la porción del Pueblo de Dios que le ha sido
encomendada, respecto a su solicitud pastoral, debe prestar una atención muy particular en lo que se refiere
a la Formación Permanente de sus sacerdotes.

Existe, en efecto, una relación especial entre los sacerdotes y el Obispo, debido al hecho que los sacerdotes
reciben a través de él el sacerdocio de Cristo y comparten con él la solicitud pastoral por el Pueblo de Dios.
Eso determina también que el Obispo tenga responsabilidades específicas en el campo de la formación
sacerdotal. De hecho, el Obispo debe tener una actitud de padre respecto a sus sacerdotes, comenzando por
los seminaristas, evitando una lejanía o un estilo personal propio de un simple empleador. En virtud de su
función, debe mostrarse siempre cercano a sus sacerdotes, fácilmente accesible, además, su primera
preocupación deben ser ellos, es decir, sus colaboradores en el ministerio episcopal.

En este sentido, el Obispo cultivará con empeño la comunión y comunicación entre los sacerdotes,
teniendo cuidado, en particular, de custodiar y promover la verdadera índole de la Formación Permanente,
educar sus conciencias acerca de su importancia y necesidad y, finalmente, programarla y organizarla,
estableciendo un plan de formación con las estructuras necesarias y las personas adecuadas para llevarlo a
cabo.

75
CF. JUAN PABLO II., Carta apostólica Novo Millennio ineunte, en http://www.vatican.va/holy_father/ john_paul_ii /apost_letters/documents/hf_jp-
ii_apl_20010106_novo-millennio-ineunte_sp.html (06.01.2000) 43.
76
CF. CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio para el ministerio y la vida de los presbíteros, Nueva Edición, en
http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cclergy/documents/rc_con_cclergy_doc_20130211_direttorio-presbiteri_sp.html (14.01.2013), 31.
77
CF. IBID.

44
Al ocuparse de la formación de sus sacerdotes, es necesario que el Obispo se comprometa con su propia y
personal Formación Permanente. La experiencia enseña que, en la medida en que el Obispo está más
convencido y empeñado en su formación, tanto más sabrá estimular y sostener la de su presbiterio.

No pasar por alto cuando el Obispo vive alguna necesidad, cuando pasa por una situación difícil, cuando
pasa por situaciones de penuria, soledad o enfermedad: “En verdad les digo que cuando lo hiciste a uno de
estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hiciste” (Cfr. Mt. 25, 31-46). Por lo tanto, le debemos
adhesión, amor, obediencia y respeto a nuestro propio Obispo.

Relación con el Presbiterio

El Concilio Vaticano II, en el Decreto Presbyterorum Ordinis menciona que un punto fundamental de la
vida sacerdotal es comprometerse a construir el presbiterio como fraternidad sacramental.78 Es una
fraternidad sacramental o signo portador de la unidad y comunión entre los sacerdotes, que a su vez se
convierte en un signo elocuente de evangelización.79

Cada sacerdote se une con los demás miembros del presbiterio por vínculos especiales de caridad
apostólica, de ministerio y de fraternidad, que se manifiestan en acciones concretas de caridad, de oración y
de total cooperación.80

Estos aspectos de la fraternidad sacerdotal se expresarán como capacidad para recibir y aceptar a los
nuevos sacerdotes, como ayuda en sus primeras acciones pastorales, como esfuerzo por comprender su
mentalidad, su forma de percibir el mundo y la sociedad y sus sentimientos; y como capacidad para mirar
con benevolencia sus iniciativas, sus aspiraciones y sus ideales. Por otra parte, se requiere del respeto de la
edad y de la experiencia de los mayores, capacidad para pedirles consejo sobre las cuestiones pastorales,
valoración y escucha atenta de sus propuestas, solidaridad y gratitud por el trabajo realizado y capacidad
para colaborar unos con otros.81

Guiados por el espíritu fraterno no debemos olvidar la hospitalidad, la beneficencia y la ayuda mutua,
preocupándonos sobre todo de los que están enfermos, afligidos, demasiado recargados de trabajo,
aislados, desterrados de la patria, de aquellos que dejaron el sacerdocio y de los que se ven perseguidos.82

Además, debemos reunirnos gustosos y alegres para descansar, para fomentar la vida comunitaria (de
compartir la mesa común o al menos frecuentes y periódicas reuniones) para ayudarnos en el cultivo de la
vida espiritual e intelectual, para cooperar mejor en el ministerio y para librarnos de los peligros que
pueden sobrevivir por la soledad.83

Finalmente, sentirnos especialmente obligados para con aquellos que se encuentran en alguna dificultad;
ayudándolos oportunamente como hermanos y aconsejándolos discretamente y manifestando siempre
caridad fraterna y magnanimidad con los que fallaron en algo. Nos invita también a pedir por ellos y
mostrarnos con ellos como amigos y hermanos.84

78
CF. PO 8; CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO, ¡Reaviva el don de Dios! La formación permanente de los presbíteros en América y el Caribe, Bogotá,
D.C., Colombia, DEVYM, 2003, 138-149.
79
CF. Jn. 17
80
CF. PO 8.
81
CF. PO 8.
82
CF. IBID.
83
CF. IBID.
84
CF. IBID.

45
Por otra parte la Constitución Dogmática Lumen Gentium menciona que en virtud de la ordenación y la
misión, todos los presbíteros se unen entre sí en la íntima fraternidad que debe manifestarse en espontánea
y gustosa ayuda, tanto espiritual como material, tanto pastoral como personal, en las reuniones, en la
comunión de vida, de trabajo y de caridad.85

Esta responsabilidad mutua tiene un punto de referencia a quien es principio de unidad en el mismo
presbiterio: el propio Obispo.

El Directorio para el ministerio y la vida de los presbíteros menciona que: “por la fuerza del sacramento
del orden, cada sacerdote esta unido a los demás miembros del presbiterio por particulares vínculos de
caridad apostólica, de ministerio y de fraternidad. El Presbítero está unido al Ordo Presbyterorum, así se
constituye una unidad, que puede considerarse como verdadera familia. Por lo tanto la fraternidad
sacerdotal y la pertenencia al presbiterio son elementos característicos del sacerdote”.86

La Pastores dabo vobis menciona que la fisonomía del sacerdote es la de una verdadera familia, cuyos
vínculos no provienen de la carne o de la sangre, sino de la gracia del Orden: una gracia que asume y eleva
las relaciones humanas, psicológicas, afectivas, amistosas y espirituales entre los sacerdotes; una gracia que
se extiende, penetra, se revela y se concreta en las formas más variadas de ayuda mutua, no sólo
espirituales, sino también materiales. La fraternidad presbiteral no excluye a nadie, pero puede y debe tener
sus preferencias: las preferencias evangélicas reservadas a quienes tienen mayor necesidad de ayuda o de
aliento. Esta fraternidad sacerdotal presta una atención especial a los sacerdotes jóvenes, mantiene un
diálogo cordial y fraterno con los de mediana edad y los mayores, y con los que, por razones diversas,
pasan por dificultades. También a los sacerdotes que han abandonado esta forma de vida o que no la
siguen, no sólo no los abandona, sino que los acompaña aún con mayor solicitud fraterna.

Relación con miembros de la Vida Consagrada

El sacerdote prestará especial atención a las relaciones con los hermanos y hermanas comprometidos en la
vida de especial consagración a Dios en todas sus formas; les mostrará su aprecio sincero y su operativo
espíritu de colaboración apostólica; respetará y promoverá los carismas específicos. Asimismo, cooperará
para que la vida consagrada aparezca cada vez más luminosa -para el provecho de toda la Iglesia- y
atractiva a las nuevas generaciones.

El sacerdote, inspirado por este espíritu de estima a la vida consagrada, se esforzará especialmente en la
atención de aquellas comunidades, que por diversos motivos, estén especialmente necesitadas de buena
doctrina, de asistencia y de aliento en la fidelidad y en la búsqueda de vocaciones.87

Relación con los Laicos

El sacerdote no podrá expresar su amor al Señor y a la Iglesia sin traducirlo en un amor efectivo e
incondicionado por el Pueblo cristiano, objeto de su solicitud pastoral.

85
CF. LG 28.
86
DMVP 25.
87
CF. CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio para el ministerio y la vida de los presbíteros, Nueva Edición, en
http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cclergy/documents/rc_con_cclergy_doc_20130211_direttorio-presbiteri_sp.html (14.01.2013), 42.

46
Así como Cristo, él debe hacerse “como una transparencia suya en medio del rebaño” que le ha sido
confiado, poniéndose en relación positiva con respecto a los fieles laicos. Ha de poner al servicio de los
laicos todo su ministerio sacerdotal y su caridad pastoral. Esta actitud de amor y de caridad queda muy
lejos de la llamada laicización de los sacerdotes, que en cambio lleva a diluir en ellos precisamente aquello
que constituye su identidad: los fieles piden a sus sacerdotes que se muestren como tales, tanto en su
aspecto exterior como en su dimensión interior, en todo momento, lugar y circunstancia.
Una peculiar manifestación de esta dimensión a la hora de edificar la comunidad cristiana, consiste en
superar toda actitud particularista; en efecto, los sacerdotes nunca deben ponerse al servicio de una
ideología particular, lo que quitaría eficacia a su ministerio. La relación del sacerdote con los fieles debe
ser siempre esencialmente sacerdotal.
Más concretamente, el párroco, siempre en la búsqueda del bien común de la Iglesia, favorecerá las
asociaciones de fieles y los movimientos o las nuevas comunidades que se propongan finalidades
religiosas, acogiéndolas a todas, y ayudándolas a encontrar la unidad entre sí, en la oración y en la acción
apostólica.88
Mantendrá una estrecha relación con los miembros de su comunidad parroquial, con los coordinadores de
los grupos parroquiales, con los miembros de los grupos parroquiales, con los que asisten a Misa dominical
o entre semana, con los que solicitan algún servicio, con todos los trabajadores de la parroquia, etc.

Relación con su Familia


El sacerdote no debe olvidar sus bases y sus raíces. La relación con sus padres, hermanos y demás
familiares es fundamental. Es por esto que cada sacerdote debe mantener una relación estrecha y
comprometida con los miembros de su familia. La relación con ellos debe ser cercana y cariñosa,
preocupándose y ocupándose por la salud de sus padres y hermanos y asistiéndolos en sus necesidades, en
la medida de sus posibilidades.
Si alguno de ellos está enfermo o pasa por alguna situación especial lo visitará, lo acompañará y lo ayudará
espiritual y materialmente.

Relación con el Seminario


Es importante que el sacerdote mantenga comunicación y relación fraterna con el Seminario (su alma
mater), ya que fue en esta Institución donde maduró su vocación al ministerio sagrado, donde recibió la
formación inicial y donde se le preparó para servir al pueblo de Dios.
El sacerdote que ejerce alegremente su ministerio es ejemplo y estímulo para los seminaristas. La presencia
de los sacerdotes en las diferentes actividades del Seminario, ayuda enormemente a los que aspiran a las
órdenes sagradas a esforzarse por alcanzar el ideal de configurarse con Jesucristo, Pastor y Maestro.
El sacerdote deberá ser dócil cuando se le invite a formar parte del equipo de maestros del Seminario,
poniendo al servicio de los seminaristas lo que aprendió durante su propia formación y, si es invitado por el
Obispo a ser parte del equipo formador, deberá tomar esta invitación como un gran honor y una gran
responsabilidad. El sacerdote cuidará y animará la vocación de aquellos que con ilusión y entusiasmo
desean consagrarse al Señor.

88
CF. IBID;41.

47
ORGANIZACIÓN DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL MEXICANA
EN CUANTO A COMISIONES Y DIMENSIONES
Tomado de la guía para la comunión y responsabilidad de la CEVyM

Pastoral Vocacional

Seminarios

DIMENSIONES
Clero
Conferencia del Episcopado

Diaconado Permanente
Mexicano (CEM)

Comisión Episcopal Vida Religiosa


para Vocaciones y
Ministerios (CEVyM)

Ministerios Laicales

Residencias UPM

DIMENSIONES
ENLACES Centro Cultural y de
Asistencia Social (CCyAS)

Pontificio Colegio
Mexicano (PCM)

48
Guía para la comunión y responsabilidad de la CEVyM
Art. 110.- Las Dimensiones Episcopales podrán tener su propio Secretario, que estará en comunión con el
Secretario Ejecutivo de la respectiva Comisión Episcopal. Será nombrado por el Obispo Responsable de la
Dimensión y estará a medio tiempo o a tiempo completo, según las necesidades y posibilidades.

Las Dimensiones de una misma Comisión Episcopal trabajarán en estrecha relación con dicha Comisión,
buscando el apoyo mutuo y procurando la comunicación de bienes. Mantendrán entre sí un permanente
intercambio de información en relación a sus programas y actividades.

Art. 111.- Las Comisiones y Dimensiones han de tener un Directorio General de funciones que favorezcan
su interrelación. Habrá un Directorio de funciones para cada Comisión y Dimensión, dándolo a conocer a
la SEGECEM, según el espíritu de los Estatutos, de la estructura de la CEM y del Reglamente Interno.

Art. 114.- Las Dimensiones de una Comisión Episcopal podrán reunirse cuantas veces sean necesarias,
convocadas por su respectivo Presidente de Comisión, para programar, realizar y evaluar las acciones que
consideren pertinentes, bien solidariamente, bien individualmente.

Art. 115.- … Al final de cada trienio, la Secretaría General programará la forma más eficaz de que las
Diócesis y Provincias Eclesiásticas evalúen el trabajo de las Comisiones y Dimensiones Episcopales, así
como de otros Organismos de la CEM, a fin de facilitar la evaluación que hará la Asamblea Plenaria (Cfr.
Est. Art. 10 e).

Art. 121.- El Presidente de una Comisión o el Responsable de una Dimensión Episcopal, de acuerdo con
los Obispos que la integran, promoverá las reuniones que sean necesarias a nivel nacional, con
responsables provinciales o diocesanos afines a esa Comisión o Dimensión, para lograr la concretización y
operatividad del programa aprobado por la Asamblea o por el Consejo Permanente para esa Comisión o
Dimensión, o en su caso, para elaborar y formular los programas que se sujetarán a aprobación.

Art. 123.- El Presidente de la Comisión, el Responsable de la Dimensión y/o secretario, comunicarán los
acuerdos tomados por una comisión o Dimensión Episcopal a todos los Obispos para que provean, si lo ven
conveniente, su aplicación en su Iglesia Particular o Provincia Eclesiástica.

Art. 125.- Los documentos que publique una Comisión o Dimensión Episcopal serán responsabilidad de
las mismas. Los demás Obispos juzgarán la oportunidad de asumirlos en su Diócesis.
Los documentos que una Comisión o Dimensión elabore por encargo de la Asamblea General o del
Consejo Permanente, o que ella promueva y sujete a la aprobación de éstos Organismos, serán asumidos
colegialmente por todos los Obispos, firmados por el Presidente y el Secretario General de la CEM, además
del Presidente de la Comisión.

Art. 139.- Las Provincias Eclesiásticas tendrán a su disposición los servicios de las Comisiones Episcopales
y sus Dimensiones.

Las Comisiones Episcopales y sus Dimensiones mantendrán una interlocución permanente con las
Comisiones Provinciales afines (Cfr. Est. Art. 43 c).

49
Las Comisiones y Dimensiones que no cuenten con Organismos afines en determinada Provincia
Eclesiástica transmitirán sus comunicados al Obispo miembro del Consejo Permanente de la respectiva
Provincia.

LA DIMENSIÓN EPISCOPAL DEL CLERO

En la Conferencia Episcopal Mexicana encontramos actualmente para toda la labor Pastoral, ocho
Comisiones: a) Pastoral Profética, b) Pastoral Litúrgica, c) Pastoral Social, d) Vocaciones y Ministerios,
e) La Familia, Juventud, Laicos y Vida, f) El Diálogo Interreligioso y Comunión, g) Pastoral de
Comunicación y h) Solidaridad Inter-Eclesial.

Cada Comisión tiene a su vez algunas Dimensiones.

Tanto las Comisiones como las Dimensiones tienen un Obispo Responsable y un Secretario.

La Comisión Episcopal de Vocaciones y Ministerios (CEVyM) tiene 9 Dimensiones: Pastoral Vocacional,


Seminarios, Clero, Vida Consagrada, Diaconado Permanente, Ministerios Laicales, Pontificio Colegio
Mexicano, Universidad Pontificia de México y OCEAS (antes CCyAS).

Los Obispos de la Conferencia Episcopal Mexicana, reunidos en Asamblea, nombran a un Obispo


responsable ya sea de una Comisión o una Dimensión. Cada Obispo responsable nombre a quien será su
secretario. Los períodos, tanto para las Comisiones como las Dimensiones es de tres años, con opción a una
renovación.

El período se inicia en el mes de Noviembre y termina, como lo acabamos de decir en el párrafo anterior,
tres años después, en el mismo mes de Noviembre.

En la Dimensión Episcopal del Clero hay diferentes actividades y funciones que desempeña tanto el
Obispo Responsable como el Secretario.

A continuación, presentamos la Identidad de la Dimensión Episcopal del Clero, así como las actividades
que realiza tanto el Obispo responsable como el Secretario.

Identidad de la Dimensión Episcopal del Clero

Organiza, motiva, promueve y acompaña la Formación Permanente de los Presbíteros de México en las
diferentes etapas y circunstancias de la vida sacerdotal. En comunión con la CEM y la CEVyM, esta
Dimensión busca el crecimiento humano, espiritual, intelectual y pastoral de quienes han recibido el don
del sacerdocio ministerial. La Dimensión Episcopal del Clero, en las actividades Diocesanas, Provinciales
y Nacionales se esfuerza por llevar a cabo sus metas, tareas y proyectos.

50
Funciones del personal.

… del Obispo Responsable

- Es nombrado por los Obispos en Asamblea


-Velar que las enseñanzas del Evangelio, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia sobre el sacerdocio
ministerial, se concreten en programas de la Formación Permanente del Clero.
-Motivar a los Obispos para que los acuerdos Nacionales en la FPC, se lleven a cabo en sus respectivas
Diócesis, de acuerdo a cada realidad y proyecto diocesano.
-Velar por el cumplimiento de los Objetivos de la CEM para esta Dimensión.
-Mantener el espíritu de comunión con la CEVyM, especialmente con el Obispo responsable de la
Comisión.
-Asistir y participar en las reuniones convocadas, de manera ordinaria o extraordinaria, por el Presidente de
la CEVyM o su Secretario.
-Animar y promover la Formación Permanente de los presbíteros de México
-Convocar a los encargados de la Formación Permanente del Clero a las Asambleas Nacionales
-Planear y coordinar, en comunión con su Secretario, las actividades a nivel Nacional de la Formación
Permanente del Clero.
-Establecer criterios para la Formación Permanente
-Fomentar el crecimiento humano, espiritual, intelectual y pastoral de los sacerdotes de México.
-Supervisar la ejecución de los Planes y Programas de la Formación Permanente que se llevan a cabo en
cada Provincia Eclesiástica
-Velar por la adecuada formación y acompañamiento de los Presbíteros en sus diferentes momentos y
circunstancias del ministerio.
-Asistir y participar activamente, según sus posibilidades y compromisos pastorales de su Diócesis, en las
Asambleas Nacionales y en el Taller para los Encargados Provinciales de la FPC.
-Aprovechar los MCS para brindar periódicamente una reflexión bíblica-teológica sobre el don del
sacerdocio ministerial.

… del Secretario de la D.E.C.

-Es nombrado por el Obispo Responsable de la Dimensión Episcopal del Clero


-Colaborar con el Obispo Responsable de la DEC.
-Trabajar en coordinación y en plena comunión con la CEVyM, especialmente con el Secretario Ejecutivo.
-Mantener una interlocución con las Dimensiones de Seminarios y Pastoral Vocacional, principalmente.
-Enviar información de las actividades realizadas y por realizar a la Oficina de la CEVyM.
-Asistir y participar en las reuniones convocadas por el Presidente de la CEVyM o por el Secretario
-Asistir y participar en las reuniones convocadas por CELAM para la Formación Permanente del Clero.
-Coordinar a los Diferentes Responsables que conforman la Dimensión del Clero: Provinciales, Etapas y
Dimensiones.
-Convocar y coordinar al Consejo Nacional de la Formación Permanente formado por los Encargados de
cada Provincia.
-Convocar y coordinar los eventos nacionales anuales, tales como:
Asambleas Nacionales de la Formación Permanente del Clero.
Taller anual de los Encargados Provinciales de la FPC.
Curso Básico de la FPC

51
-Reuniones extraordinarias con los Responsables de algunos sectores de la Formación Permanente del
Clero.
-Preparar y dirigir la agenda de trabajo de las reuniones.
-Proveer de recursos y subsidios a los Encargados de la Formación del Clero, tanto de las Provincias
Eclesiásticas como de cada Diócesis.
-Proveer de expositores para los Cursos que organicen los Encargados de la Formación Permanente, tanto
en las Diócesis como en las Provincias que lo soliciten.
-Promover y facilitar, a través de un Directorio Eclesiástico, la comunicación e interacción entre los
Encargados de la Formación Permanente de cada Diócesis.
-Documentar y archivar todas las actividades de la Dimensión Episcopal del Clero.
-Mantener la Memoria Histórica de la DEC.
-Presentación del organigrama y estructura de la Pastoral Presbiteral Nacional.
-Promover la elaboración de las Orientaciones para las Comisiones de la Pastoral Presbiteral de cada
Diócesis.
-Promover los Ejercicios Espirituales para los presbíteros de las Diócesis de México.
-Diversos servicios para los sacerdotes a través del Internet.

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