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LAPÓN EN

SU HISTORIA
De los primeros pobladores
a la era Reiwa

ANDRÉS PÉREZ RIOBÓ


GONZALo SAN EMETERIO CaBANES

iAL

saTORI
JAPÓN EN SU HISTORIA
De los primeros pobladores a la era Reiwa

ANDRÉS PÉREZ RIOBÓ


GONZALO SAN EMETERIO CABAÑES
Colección Historia

Primera edición: noviembre del 2020

© Andrés Pérez Riobó y Gonzalo San Emeterio Cabañes

Ilustración de cubierta: Biombo de la capital y sus alrededores (c. 1574).


Museo de Uesugi, Yonezawa, prefectura de Yamagata

Diseño de cubiertas: José Luis González Macías

Mapas: Juan Hernaz

De esta edición:
© Satori Ediciones
Calle Perú, 12, 33213 Gijón, España
www.satoriediciones.com

Impresión: Gráficas Rígel

ISNB: 978-84-17419-59-2
Depósito Legal: AS 01609-2020

Impreso en España – Printed in Spain

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Índice

Prefacio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Mapas del Japón actual y antiguo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

Parte 1
LOS ALBORES DE LA CIVILIZACIÓN JAPONESA
Capítulo 1. Las primeras sociedades . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
Capítulo 2. La expansión de la sociedad agrícola . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41
Capítulo 3. El nacimiento del Estado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61

Parte 2
LA EDAD CLÁSICA
Capítulo 4. Abrazando la más alta civilización china. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91
Capítulo 5. El apogeo de la cultura clásica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 129

Parte 3
EL GOBIERNO DE LA CLASE MILITAR
Capítulo 6. Un mundo opuesto a la corte de Kioto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 173
Capítulo 7. Desintegración política y dinamismo social . . . . . . . . . . . . . . . . 213
Capítulo 8. Época de cambios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 253
Capítulo 9. Dos siglos y medio de paz y prosperidad. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 299

7
Parte 4
LA EDAD CONTEMPORÁNEA
Capítulo 10. Modernización y militarización. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 355
Capítulo 11. Democracia e imperio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 409
Capítulo 12. De imperio militar a potencia industrial y cultural . . . . . . . . . 447

Epílogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 489

APÉNDICES
Cuadro cronológico. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 497
Tabla de las eras mencionadas en el texto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 501
Lista de emperadores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 502
Primeros ministros desde la formación de gobiernos de gabinete . . 504
Nota bibliográfica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 506
Índice alfabético . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 510

8
PARTE 1. LOS ALBORES DE LA CIVILIZACIÓN JAPONESA

su producción requiere un proceso com-


plejo de recolección y elaboración, el uso
de la misma demuestra que, por lo menos
en algunas comunidades, existía un consi-
derable grado de especialización.
Los objetos con un supuesto fin ritual co-
mienzan a aparecer a finales del Jōmon tem-
prano, pudiéndose destacar espadas, filos
de piedra pulida, máscaras de arcilla y otros
con una forma similar a campanas o setas.
Pero los que tienen un vínculo más claro
con el mundo espiritual son las figuras de
arcilla antropomorfas, o dogū. Aparecen ya
a mediados del período Jōmon incipiente
teniendo formas simples, con cuerpos pla-
nos de forma triangular y sin rasgos facia-
les, distinguiéndose únicamente el frente y Cuenta de jade de finales del período
Jōmon tardío. Cortesía del Museo
la espalda por el añadido de dos protube- Municipal de Hakodate
rancias que representan los pechos. Es du-
rante esta misma época cuando comienzan
a encontrarse en los yacimientos ornamen-
tos como pendientes y brazaletes, por lo que
es posible que de estos objetos emanase una
especie de poder espiritual, o fueran un sím-
bolo de estatus.
A partir de la fase media se descubren
figuras con extremidades y una cabeza bien
definida, y ya presentan rostros con ojos,
nariz y boca. La dispar forma de las caras
—circulares, triangulares o acorazonadas—
indica que no representan personajes rea-
les. Este proceso de alteración y deformación

" Dogū «gafas de nieve» de Kamegaoka, réplica.


Recibe ese nombre porque se ha pensado
que en los ojos llevaba unos protectores de sol
similares a los que usaban los esquimales.
Cortesía del Consejo Educativo Municipal
de Tsugaru, prefectura de Aomori

36
Capítulo 3. El nacimiento del Estado

uno de los artefactos de origen continental más destacados del Japón antiguo, la
«espada de siete ramas», nos proporciona datos sobre estas actividades. Aun-
que solo se ha podido descifrar parcialmente, la inscripción indica que esta es-
pada se fabricó en el año 369 a petición del príncipe heredero de Baekje como
regalo al rey de Wa. De ella se deduce que la presión provocada por el avance
hacia el sur de Goguryeo a lo largo del siglo iv animó a Baekje a pedir socorro
militar a Wa. La espada se considera una muestra de amistad y símbolo de alian-
za entre los dos reinos.
La estela de Gwanggaeto el Grande (374-413) confirma esta situación. Re-
descubierta en 1880 en las afueras de Ji’an, la antigua capital de Goguryeo, esta
estela de más de seis metros de altura contiene 1775 caracteres chinos grabados
por sus cuatro lados que narran los orígenes del reino de Goguryeo, así como
las campañas militares y los hechos memorables del reinado de Gwanggaeto el
Grande. En ella se señala que en 391 las fuerzas de Wa atravesaron el mar e hicie-
ron vasallos a Baekje y Silla. Goguryeo reaccionó y avanzó con sus tropas hasta
el sur de la península infligiendo una gran derrota a Wa en el 400, revés que se re-
pitió en 404, mientras que Baekje, aliado de Wa, también fue derrotado en 396 y
407. El descalabro japonés en la península coreana provocó, como explicaremos

69
PARTE 1. LOS ALBORES DE LA CIVILIZACIÓN JAPONESA

Tokushu kidai del yacimiento de Miyayama (período Yayoi posterior), prefectura


de Okayama. Cortesía del Museo de la Prefectura de Okayama.
Espada de siete ramas. Con permiso del santuario de Isonokami, prefectura de Nara

más adelante, un cambio de dinastía en el Estado Yamato, reflejado en el traslado


del centro de poder, y el retorno al envío de embajadas a China.
A consecuencia de estas guerras, una nueva ola de inmigrantes coreanos llegó
a Japón entre finales del siglo iv y principios del v. Muchos de ellos lo hicieron
huyendo, mientras que otros fueron traídos a la fuerza, pues su know-how era
muy valioso. De hecho, la expansión y diversificación de la producción artesanal
que se aprecia en Japón en el siglo v está íntimamente ligada a ellos. Ya indica-
mos la contribución coreana a la agricultura y la industria metalúrgica, contribu-

70
PARTE 2. LA EDAD CLÁSICA

Maqueta de Fujiwarakyō. Cortesía del Consejo Educativo Municipal de Kashihara,


prefectura de Nara

El tennō gobernaba ahora sobre «Nippon» o «Nihon», el nuevo nombre que


en tiempos de la emperatriz Jitō sustituyó al de Wa. Nippon, con los caracteres
que significan «sol naciente», se refería en el mundo chino a las tierras del este
más allá del mar donde salía el sol. Era por tanto un término geográfico que a di-
ferencia de Wa no poseía ninguna carga negativa. El nombre de Nippon fue san-
cionado internacionalmente por la emperatriz consorte Wu (624-705) de Tang
cuando recibió a la embajada de 702 enviada por la emperatriz Jitō. La autoridad
del tennō se reforzó además con la adopción de la costumbre de dar nombre al
período presente. En China el calendario era otorgado por el emperador, que
además en su papel de administrador del tiempo tenía la potestad de poner un
nengō o nombre de era. En Japón se utilizó el calendario chino hasta 1685, pero
ya desde 701 se empezó a usar un nengō propio, lo que reflejaba que el tennō go-
bernaba de manera independiente el tiempo sobre sus súbditos. El primer nengō
elegido fue Taihō, «gran tesoro», con motivo de celebrar el envío de una partida
de oro particularmente grande desde la isla de Tsushima6.
La administración y el gobierno del país se sistematizaron aceleradamente. En
el año 689 fue promulgado el código legal de Kiyomihara, de influencia coreana,

6
Hasta el período Meiji en que se estableció el principio de uno por reino, el nombre de las eras cambiaba por
múltiples razones, como podían ser el acceso de un nuevo emperador o la ocurrencia de fenómenos especialmente
adversos o auspiciosos. Algunos investigadores señalan que el primer nengō es Taika (lit. «gran cambio»), de 645,
pero aparte de menciones posteriores no se encuentra ninguna evidencia que lo corrobore, por lo que su existencia
es dudosa.

104
Capítulo 4. Abrazando la más alta civilización china

El Estado según los códigos de Taihō y Yōrō

La administración central se dividía sobre el pa- en villas formadas por cincuenta hogares am-
pel en un Consejo de Estado (Daijōkan) y un plios, muchas veces agrupados de manera arti-
Consejo de Ritos (Jingikan), aunque el segundo ficial con fines administrativos. Los jefes de dis-
era una oficina relativamente pequeña que solo trito pertenecían a la nobleza local, siendo ellos
se encargaba de los asuntos ceremoniales sin- quienes se encargaban de recaudar los impues-
toístas de la corte. El peso del gobierno recaía tos y movilizar a la mano de obra campesina
en el Consejo de Estado, dirigido por el Gran para realizar obras públicas. Además, había ofi-
Canciller (Daijō daijin) y asistido por los Minis- cinas especiales del gobierno central en Dazai-
tros de la Izquierda y la Derecha, así como otros fu, Settsu y en el noreste que se hacían cargo de
pocos consejeros de alto nivel (en total entre tareas militares y diplomáticas.
cinco y diez nobles). En comunicación continua El Estado japonés no adoptó el modelo meri-
con el emperador, este reducido grupo tomaba tocrático chino de exámenes abiertos, y me-
las principales decisiones y deliberaba sobre el diante un complicado sistema de rangos que
candidato idóneo para la sucesión al trono. Por impedía el acceso al funcionariado al pueblo
debajo de ellos había ocho ministerios que se llano, las familias nobles (los antiguos clanes)
dividían las funciones de gobierno, provistos monopolizaron los puestos más importantes
del personal necesario. Junto con la Agencia de de la burocracia central y provincial. En espe-
Inspección y la Guardia de la Capital, formaban cial, aquellos que poseían, y además transmi-
la administración central del Estado, que conta- tían a sus descendientes, un rango de quinto
ba con unos 10 000 miembros viviendo en Nara grado o superior eran considerados la alta aris-
a mediados del siglo VIII. tocracia, que copaba los puestos más altos de la
En cuanto a la administración local, al frente administración. No fueron más de 300 miem-
de cada una de las 66 provincias había un go- bros en cualquier momento del período Nara.
bernador enviado por el centro, que dirigía tam- Los funcionarios recibían un estipendio según
bién un cuerpo militar formado por soldados su rango y cargo, estaban exentos del pago de
conscriptos. Las provincias se dividían en distri- impuestos y eran tratados con tibieza en las
tos (en todo el país había casi 600) y los distritos causas penales.

Administración central Administración local

Consejo Consejo Agencia de Guardia de


Gobernador Provinical
de Ritos de Estado Inspección la Capital

Cuerpo Gobernador
Ministerio Gran Ministerio Militar de Distrito
de la Izquierda Canciller de la Derecha

Consejeros Jefe de Villa

Asesores

Ministerio Ministerio Ministerio Ministerio Ministerio Ministerio Ministerio Ministerio


de de de Asuntos de Asuntos de Asuntos de del de la Casa
Presidencia Personal Civiles Populares Militares Justicia Tesoro Imperial

Estructura del Estado ritsuryō

105
Parte 3

El gobierno
de la clase militar
Un factor que marca el inicio del período medieval es la sustitución de
la nobleza de Kioto por la clase militar como principal ejecutora del poder
real, acontecimiento tradicionalmente fechado en 1185 con la fundación del
régimen de Kamakura. Ahora bien, ya desde el principio del siglo xii se apre-
cian características «medievales» a todos los niveles. Además de la emergencia
de los bushi (guerreros), las más destacadas son la dispersión del poder político,
la fragmentación de la propiedad sobre la tierra, la expansión de las relaciones de
vasallaje, una mayor movilidad social, y un contacto más abierto y diversificado
con el exterior. El medioevo japonés finaliza plenamente con el régimen de
los sogunes Tokugawa a inicios del siglo xvii, cuando termina el estado
de guerra, los estratos sociales se solidifican como compartimentos
estancos y las relaciones exteriores se reducen al mínimo. El go-
bierno militar continuó con base en Edo de una manera más
ordenada y estable hasta la Restauración Meiji de 1868,
durante el período que aproximadamente se
corresponde con la edad moderna
en Europa.

171
Capítulo 6

Un mundo opuesto a la corte de Kioto


El período Kamakura (1185-1333)

Este período toma su nombre de la capital del régimen militar establecido por
Minamoto Yoritomo (1147-1199). El período Kamakura es el primero que se
define por un gobierno independiente de la corte imperial, formado por samu-
ráis que estimaban el honor, el ethos guerrero y la frugalidad, ante cuyo ascenso

Grupo de samuráis. Rollo de las invasiones mongolas (copia del período Edo,
original del siglo xiii). Kyushu University Library Collections

173
PARTE 3. EL GOBIERNO DE LA CLASE MILITAR

los nobles de Kioto se vieron impotentes. Cuando la corte se opuso a ellos, fue
duramente castigada. A nivel religioso, las antiguas sectas oficiales se vieron so-
brepasadas por un nuevo tipo de budismo más accesible, con mayor protago-
nismo de las capas populares. Además, el zen, procedente de China, contó con
el apoyo del gobierno de Kamakura; con él penetraron una serie de prácticas
cotidianas y valores estéticos que tendrán una profunda influencia en siglos ve-
nideros.

El fin de los Taira y la guerra civil

En el capítulo anterior terminamos nuestra exposición sobre la evolución polí-


tica con el ascenso de Kiyomori, del clan de los Ise Taira. La fortuna de este clan
comenzó a mejorar a finales del siglo xi cuando Masamori (?-1121?), el abuelo
de Kiyomori, consiguió entrar en el círculo íntimo del emperador retirado Shi-
rakawa donándole gran cantidad de tierras. Su hijo Tadamori llegó a ser el jefe
de su guardia personal y de la de su sucesor Toba, convirtiéndose en el samurái
más poderoso de la capital. Kiyomori heredó la posición de su padre y, a través de
las victorias en los conflictos de Hōgen y Heiji, ascendió en la escala de honores
de la corte. En 1160 recibió en su mansión de Rokuhara en Kioto al emperador
Nijō (1143-1165, r. 1158-1165), quien le concedió rango de alto noble, siendo
el primer guerrero en alcanzar tal posición. Presentándose él mismo como el más
leal servidor de la casa imperial, recibió el título de Gran Canciller en 1167, a
la vez que acumulaba bajo su mando la dirección de numerosas provincias. El
excepcional ascenso de Kiyomori fue favorecido por el rumor, posiblemente lan-
zado por él mismo, de que era un hijo no reconocido del antiguo emperador
Shirakawa, lo que le facilitó la anuencia de los aristócratas. Si bien políticamente
seguía supeditado al emperador retirado Goshirakawa, militar y económicamen-
te era el hombre más fuerte del país. Enfrentado de manera creciente a los nobles
que recelaban de él como un advenedizo, en 1179 dio un golpe de estado por el
cual expulsó de sus puestos a sus rivales y confinó al encierro a Goshirakawa. Al
año siguiente instaló en el trono a su nieto Antoku (1178-1185, r. 1180-1185),
de dos años de edad, y puso bajo el control de miembros de su familia la mitad
de provincias del país. Kiyomori, aun siendo un guerrero, aspiraba a convertirse
en un nuevo tipo de regente Fujiwara.
Sin embargo, sus excesivas ambiciones provocaron la reacción de los grupos
opuestos a él. Popularmente conocida como la guerra Genpei (de los ideogramas
Gen = Minamoto y Hei = Taira), este largo conflicto unió en una gran coalición

174
PARTE 3. EL GOBIERNO DE LA CLASE MILITAR

Barrio de Kioto cerrado con empalizadas. Escena del Biombo de la capital y sus alrededores
(c. 1574). Cortesía del Museo de Uesugi, Yonezawa, prefectura de Yamagata

grandes mercaderes, como los miembros más pudientes de los barrios, fueron ha-
ciéndose con el control de las asambleas vecinales, convirtiéndolas en herramien-
tas de gobiernos más oligárquicos. La ciudad de Sakai, un puerto de gran impor-
tancia comercial situado en la bahía de Osaka, fue comparada por los misioneros
ibéricos con Venecia por su riqueza y su gobierno autónomo de tipo senatorial.
Aquí y en otras ciudades como Kioto o Yamaguchi floreció una cultura urbana y
laica diferente a aquella más clásica capitaneada por la casa imperial y la nobleza.
El empuje de las clases plebeyas durante los siglos xv y xvi se visualiza asi-
mismo en revueltas conocidas con el nombre de ikki. Los ikki eran en su origen
a finales del período Heian grupos de campesinos o monjes que unidos bajo un
juramento formalizado en un templo o santuario comenzaban un movimiento
de protesta ante los excesos de algún señor, haciendo uso de la violencia en caso
necesario. Se caracterizaban por su cohesión e igualitarismo. A partir del siglo xv
pasaron de ser incidentes locales a fenómenos crónicos que afectaban a provin-
cias enteras. En ellos participaban gran variedad de grupos sociales, incluyendo
a campesinos y samuráis de medio y bajo rango. Su magnitud está relacionada
con la monetización de la economía, que endeudó a muchos e hizo más acusadas
las diferencias sociales. El primer gran ikki estalló en 1428, un año de hambru-
nas y plagas que coincidió con el cambio del sogún Yoshimochi por Yoshinori.

238
PARTE 3. EL GOBIERNO DE LA CLASE MILITAR

Tsushima en 1597, pero esta vez los samuráis solo pudieron luchar por mantener
sus posiciones ante un ejército Ming más preparado. La muerte de Hideyoshi el
octavo mes de 1598 precipitó la retirada y el fin de la política de agresión.
La política exterior de los primeros Tokugawa no desistió del objetivo de con-
vertir a Japón en el centro de un sistema de relaciones internacionales, aunque ya
no sería como deseaba Hideyoshi el centro del mundo. A través de una exitosa
diplomacia, los Tokugawa crearon un minisistema que se adaptó a sus intereses
de propaganda interna y los protegió de problemas con el exterior.
Ieyasu logró normalizar las relaciones con Corea al mostrarse favorable a la
repatriación de prisioneros. Se restableció el comercio con Tsushima y se recibió
a los emisarios de la península en 1607. Corea se enfrentaba a la invasión de los
jurchen por el norte y, pese al resentimiento hacia los japoneses, no podía per-
mitirse estar rodeada de enemigos. En cuanto al reino de Ryūkyū, Ieyasu dio luz
verde al daimio de Satsuma para invadirlo cuando el rey Shō Nei (1564-1620) se
negó a presentarle tributo. Satsuma pasó a controlar sus relaciones comerciales

278
Capítulo 8. Época de cambios

Barco de sello rojo de Suetsugu Heizō (?-1630) dibujado en una tablilla votiva.
Cortesía del Museo de Historia y Cultura de Nagasaki

e hizo suyas las islas Amami, al norte del archipiélago. Hasta el siglo xix Ryūkyū
conservó su entidad como reino, aunque bajo una relación de suzeranía hacia
Japón, a la vez que seguía enviando embajadas tributarias a China.
En cuanto a esta última, Ieyasu tanteó la posibilidad de restablecer la comu-
nicación diplomática con los Ming. Sin embargo, estos no contemplaban la po-
sibilidad de abrir contactos con extranjeros en un plano de igualdad. La única
opción era que Ieyasu reconociese la preeminencia de China aceptando el título
de rey de Japón y el uso del calendario chino, pero la contrapartida a esta humi-
llación, el disfrute del comercio tributario, había dejado de ser una tentación tan
apetecible, pues ya Japón tenía acceso al mercado chino. No solo mercaderes de
esa nación y portugueses, también los japoneses que viajaban en grandes núme-
ros al sudeste asiático traían anualmente gran cantidad de productos chinos. Por
lo tanto, las relaciones diplomáticas entre ambos países no llegaron a reabrirse.
Una prolongación natural de la actividad de los wakō fue el comienzo de los
viajes de comerciantes japoneses al sudeste asiático a lo largo del siglo xvi. Hide-
yoshi y Ieyasu trataron de controlar ese comercio expidiendo chapas o permisos
oficiales que, a partir de 1604, tomaron la forma de sellos rojos. Por eso los más de
350 barcos que hasta 1635 viajaron con el permiso del sogún a lugares como Tai-
wán, Manila, Patani, Ayutthaya, Cochinchina o Camboya reciben el nombre de
«barcos de sello rojo» (shuinsen). Más que interés en el beneficio económico di-

279
PARTE 3. EL GOBIERNO DE LA CLASE MILITAR

recto, el objetivo de ese control seguía considera-


ciones de seguridad. Su peculiaridad es que a tra-
vés del sello rojo el sogún colocaba directamente
bajo su protección a las tripulaciones y mercan-
cías. Una agresión a estas naves se consideraba
una afrenta a su autoridad y por ello, aunque no
iban armados, los barcos de sello rojo disfrutaban
de un pasaje seguro por estas aguas. Los comer-
ciantes japoneses intercambiaban plata, cobre, ar-
mas y artesanías (abanicos, lacas, etc.) por sedas y
cerámicas chinas, además de productos típicos
del sudeste asiático, como maderas nobles, pieles
y especias. En los puertos de arribada de estas na-
Estandarte usado por los
ves se crearon barrios de japoneses (nihonmachi), asediados en la rebelión de
cuya población aumentó tras la llegada de muchos Shimabara con la leyenda en
cristianos perseguidos. Algunos de ellos, como portugués «Alabado sea el
Yamada Nagamasa (1590?- 1630) en Ayyuthaya, Santísimo Sacramento». Cortesía
del Museo Kirishitan de Amakusa,
alcanzaron puestos de importancia dentro de las prefectura de Kumamoto
jerarquías nobles locales.
Preocupaciones en materia de seguridad exterior produjeron que esta diná-
mica actividad llegara a un abrupto fin durante los años treinta del siglo xvii. En
1628, un enfrentamiento entre un barco de sello rojo y los holandeses en Taiwán,
y otro contra naves españolas en la barra de Siam puso en aprietos al bakufu, que
no deseaba verse involucrado en conflictos internacionales. Además, el tercer so-
gún Iemitsu tomó un interés personal en la extinción del cristianismo en Japón.
Alarmado por la posible llegada de misioneros escondidos en esos barcos y la
conversión de japoneses en sus viajes al extranjero, promulgó una serie de medi-
das, los llamados por la historiografía edictos del sakoku, que prohibieron el viaje
de japoneses al exterior, así como la vuelta de aquellos residentes en el extranjero.
También se expulsó a los hijos mestizos de portugueses y holandeses, sospecho-
sos de haber sido bautizados. Por último, después de la rebelión de Shimabara
de 1637-1638, se prohibió la entrada de las naos portuguesas, terminando así
con casi un siglo de intercambios luso-japoneses7. Aunque como veremos en el

7
Shimabara fue una de las regiones de Kyūshū con mayor implantación del cristianismo. Ante una situación de
hambre causada por malas cosechas y excesivos impuestos, campesinos y rōnin (samuráis sin señor) se levantaron
contra el daimio local. La revuelta tomó un claro matiz religioso y para sofocarla, el sogunato tuvo que organizar una
gran fuerza expedicionaria reuniendo a los daimios de Kyūshū. Unos veinte mil rebeldes murieron en el asedio al
castillo de Hara en el segundo mes de 1638. A la postre sería la mayor revuelta del período Edo.

280
PARTE 3. EL GOBIERNO DE LA CLASE MILITAR

suciedad»), también llamados kawata, vivían en aldeas encargadas de recoger


y procesar los cadáveres de bueyes y caballos, cuya piel era una valiosa materia
prima que les reportaba sustanciales ganancias. El uso de estos animales de labor
se generalizó en el siglo xvii, existiendo aproximadamente una cabeza de gana-
do por cada dos hogares aldeanos. El bakufu les garantizaba ese derecho, y en
ocasiones monopolios como la producción y reparación de calzado. A cambio
tenían que proveer de cuero a las autoridades, además de ejecutar diversos traba-
jos poco apreciados por los samuráis, como carceleros o ejecutores de penas. Su
relación con estas labores consideradas sucias los convertían en objeto de discri-
minación gratuita dentro de la sociedad rural.
Los hinin (lit. «no humanos») eran en el mundo medieval indigentes que
incluían enfermos (especialmente leprosos) y minusválidos. Ni el bakufu ni los
daimios querían tener a una población vagabunda difícil de controlar en sus ciu-
dades-castillo, por lo que desde mediados del siglo xvii fueron organizados en
grupos y concentrados en los límites urbanos. Se estableció una jerarquía interna
aprobada por las autoridades, se fijó su estatus
como casta, y se les otorgaron derechos y fun-
ciones claras. Los hinin estaban encargados de
controlar a los vagabundos que de forma cons-
tante afluían a las ciudades. Derivado de ello
realizaban labores policiales de vigilancia y per-
secución de delincuentes. Asimismo, trabaja-
ban en los lugares de ejecución, sacaban es-
combros de calles y canales y los reciclaban.
Según el lugar se les concedían estipendios y
el derecho exclusivo a pedir limosnas en los
barrios que caían bajo su jurisdicción, activi-
dad que acompañaban de actuaciones musi-
cales y teatrales. Si al principio del período Edo
un hinin y un mendigo eran conceptos prácti-
camente sinónimos, desde el siglo xviii seña-
lan grupos diferentes. Los hinin pasaron a ser
una casta cuyo estatus se transmitía de padres
a hijos. Los pobres y vagabundos siguieron exis- Hinin escoltando a un condenado a
tiendo como situación vital, aunque dejaban muerte. Se pueden distinguir de los
samuráis porque no llevan espada
de serlo en el momento en que encontraban ni tienen el cabello recogido. Gran
un trabajo. Claro que si su situación se alarga- registro secreto de castigos (1836).
ba en el tiempo, podían ser cooptados al esta- Biblioteca de la Dieta Nacional

324
Capítulo 10. Modernización y militarización

A pesar del fervor nacionalista, también hubo voces contrarias al conflicto


que criticaron el alto sacrificio económico y humano. Intelectuales de la talla de
la poetisa y pacifista Yosano Akiko (1878-1942), así como periódicos y movi-
mientos de impronta socialista se hicieron eco del reclutamiento forzoso entre
los sectores más pobres de la sociedad para cubrir las bajas, las ejecuciones suma-
rias de desertores y el estado de abandono de los tullidos y heridos que regresa-
ban del frente. Ciertamente, al final del conflicto se habían movilizado casi cinco
veces más soldados que durante la anterior guerra, ocasionándose seis veces más
bajas. Además, para financiar la guerra, el país se endeudó con banqueros euro-
peos, teniendo que incrementar los impuestos sobre los productos básicos y la
tierra, dificultando la vida a las familias más pobres. Debido a estos sacrificios,
el Tratado de Portsmouth que sellaba la paz supuso un jarro de agua fría entre
la población, que confiaba en recibir de Rusia una desmesurada cantidad de di-
nero en compensación, así como una nueva tanda de territorio colonial que se
extendiese por el continente. Pero la realidad era otra. La victoria sobre Rusia

Koxinga conduciendo a los japoneses a la victoria en Port Arthur, en la revista


popular Nipponchi, núm. 299, octubre de 1904. Koxinga es un héroe famoso por
expulsar a los holandeses de Taiwán a mediados del siglo xvii. Se le considera hijo
de padre chino y madre japonesa. Colección particular

373
Para conocer

Museo Memorial de la Paz de Hiroshima

El acontecimiento que marca de manera más


profunda a la sociedad japonesa del siglo XX es
sin duda la Segunda Guerra Mundial y, dentro
de ella, el lanzamiento de las bombas atómicas
sobre Hiroshima y Nagasaki. La forma en la que
el pueblo se enfrentó a la vida en los difíciles
años de la posguerra tiene mucho que ver con
el dramático modo con el que se puso punto y
final al conflicto. Una visita al Museo de la Paz de Hiroshima nos transmite las horrorosas experien-
cias de las víctimas, y nos informa sobre el contexto político y militar que llevó a tan trágico desen-
lace, subrayándose los errores y abusos cometidos en nombre del imperio. Además, el museo es un
lugar ideal para recoger de primera mano un mensaje pacifista plenamente vigente que apela a la
desnuclearización completa del planeta.

446
Fotografías: cortesía del Museo Memorial de la Paz de Hiroshima
Capítulo 12

De imperio militar
a potencia industrial y cultural
Japón tras la Segunda Guerra Mundial

Al fijarnos en el crecimiento de la segunda mitad del siglo xx, la historia de Japón


es similar a la del ave fénix que resurge de sus cenizas. Sin materias primas, super-
poblado y con la industria devastada, Japón dio un giro a su economía para cen-
trarse en la producción de artículos de alto valor añadido mediante innovaciones
tecnológicas, mientras que cedía su política exterior a la dirección de Estados
Unidos. La incertidumbre de la posguerra se terminó a finales de los cincuenta
para dar paso al éxito en mayúsculas, el cual duraría hasta finales de los ochenta,
años en los que el capital japonés se hizo con activos por todo el mundo. Los
excesos crearon una burbuja financiera que explotó a principios de los noventa,
tras lo que se entró en una fase de crecimiento bajo que todavía continúa. Hoy en
día la sociedad japonesa es a grandes rasgos creativa y opulenta, pero no faltan los
problemas: las diferencias sociales se acentúan, las mujeres no logran la igualdad
real, el índice de envejecimiento es el mayor del mundo y las relaciones con sus
vecinos asiáticos siguen siendo tirantes. El futuro es una incógnita.

La ocupación americana

Al finalizar la guerra Japón era un país colapsado. El bombardeo de sus ciudades


había destrozado las fábricas y el 20 % del total de las viviendas, dejando a ocho
millones de personas sin hogar. Los barrios de chabolas proliferaban entre las
ruinas. Además, la escasez de materias primas y la destrucción de medios de
transporte y vías de comunicación había provocado que la producción industrial
se situase al 10 % del nivel normal anterior a la guerra. A la pérdida de las pose-
siones de ultramar se sumó la repatriación de más de seis millones de militares y
civiles de las antiguas colonias, muchos de los cuales no tenían vivienda ni traba-

447
Epílogo

A lo largo del proceso final de elaboración de esta obra han ido teniendo lugar
diversos eventos a escala global que han influido en muchas de las historias pre-
sentadas en ella. Estos eventos demuestran que, a pesar del ya clásico «fin de la
historia» declarado por el investigador americano de origen japonés Francis
Fukuyama tras la caída del bloque soviético, la historia en todas sus facetas sigue
abriéndose camino a cada momento, no existiendo una separación clara entre el
pasado histórico reciente y las noticias de actualidad. Dado que en el momento
en que este libro llegue a manos del lector por lo menos una parte de los hechos
que ocupan los titulares de los periódicos hoy formarán ya parte de la historia de
Japón, hemos decidido crear este epílogo para introducir al lector a algunos de los
eventos más importantes que están teniendo lugar ahora mismo en el país; even-
tos que en su mayor parte giran en torno a la situación de pandemia global gene-
rada por la covid-19.
El primer caso de covid-19 fue detectado en Japón a mediados de enero de
2020, pero es a mediados de febrero cuando comienza la pandemia a acaparar
protagonismo en los titulares nacionales. Las primeras disposiciones que afecta-
ron directamente al día a día de la sociedad japonesa comenzaron con la petición
por parte del primer ministro Abe Shinzō de clausurar los colegios a partir de
marzo, aunque ya se habían adoptado antes medidas para mejorar el sistema sani-
tario y repatriar nacionales que vivían en las zonas afectadas de China. Ese mismo
mes se caracterizó por la cancelación de eventos culturales y educativos, siendo el
más representativo de todos ellos el aplazamiento de los Juegos Olímpicos de To-
kio de 2020 al año siguiente, algo sin precedentes en la historia contemporánea
del evento. Se cerraron también las fronteras al turismo, estableciendo un período
de cuarentena para aquellos que viniesen de China o de Corea (medida extendida
luego a otros países), hecho que ha agriado una relación que vive momentos bajos

489
JAPÓN EN SU HISTORIA: DE LOS PRIMEROS POBLADORES A LA ERA REIWA

como consecuencia todavía de las fric-


ciones originadas a raíz del colonialis-
mo y la guerra (véase capítulos 11 y 12).
A dicho cierre le siguió el 7 de abril la
decisión de establecer el estado de emer-
gencia en territorio nacional, el cual co-
menzó afectando solo a las prefecturas
más urbanizadas, pero que en una se-
mana acabaría extendiéndose a todo el
país. Este estado de emergencia no em-
pezaría a levantarse hasta finales de
mayo. Ahora bien, a diferencia de Espa-
ña, el estado de emergencia según la le-
gislación japonesa no otorga al gobierno
la autoridad para imponer limitaciones
a la libertad de movimiento o acción del
ciudadano, pudiendo solo establecer de-
mandas o peticiones de carácter orien-
tativo. Por este motivo, para ganar la coo-
peración de individuos y empresas, el
gobierno ha tenido que prometer ayu-
das a aquellos negocios que cierren o li-
miten su actividad.
Desde una perspectiva social y ante
la falta de potestad del gobierno para Misterios del mar de Higo (amabie) (1846).
imponer un confinamiento obligato- Biblioteca Central de la Universidad de Kioto
rio, se ha optado por realizar campañas para concienciar a la ciudadanía y modi-
ficar sus hábitos diarios. Entre estas campañas ha cobrado particular protagonis-
mo aquella que aconseja evitar los espacios considerados sanmitsu, un juego de
palabras de origen budista adaptado para transmitir las ideas del distanciamiento
social en el entorno japonés. El mismo podría traducirse al castellano como «tres
ces»: los espacios Cerrados, los espacios Cargados de gente y los espacios donde
es inevitable la Cercanía. En la misma línea y en un país donde los yurukyara,
personajes mascota, juegan un importante papel tanto en la promoción de com-
pañías comerciales como productos locales, no se ha hecho esperar la creación de
una figura que represente la concienciación de la sociedad japonesa sobre los
peligros del contagio del coronavirus. En este caso, se ha optado por mirar al pa-
sado y rescatar la figura del amabie. Es esta una criatura imaginaria de boca picu-

490
Epílogo

Amabie sobre hoja de loto (2020), de Fukasawa Hisahiro (n.1976). Cortesía del autor

da y tres colas escamosas cuya figura impresa se vendía como amuleto protector
en el sur de Japón a mediados del siglo xix, un momento caracterizado por la
inestabilidad y las enfermedades (véase capítulo 9). Recuperada en los foros de
internet en los últimos meses y utilizada en las campañas del Ministerio de Sani-
dad, el amabie ha sufrido una transformación que lo ha convertido en talismán,
peluche y llavero, así como cualquier otro producto de la cultura de consumo.

491
JAPÓN EN SU HISTORIA: DE LOS PRIMEROS POBLADORES A LA ERA REIWA

Desde una perspectiva económica, se habla de un impacto similar al crack bur-


sátil de 1929. La pandemia está afectando duramente a la economía japonesa, que
entró en recesión este año por primera vez desde 2015. Compañías del sector au-
tomovilístico, muy dependientes de la demanda externa, se han visto afectadas
por la fuerte bajada de las ventas. Las compañías electrónicas, que dependen de
cadenas de producción ubicadas en China, también han visto interrumpida su
actividad. Por otro lado, el turismo representa un nada desdeñable 7,4 % (a fecha
de 2018) del producto interior bruto japonés. Aunque el 80 % de esta cifra es tu-
rismo interno, los últimos años se han caracterizado por un progresivo aumento
del turismo extranjero (véase capítulo 12). Se suponía que los Juegos Olímpicos
iban a ser una oportunidad más para extender la imagen de Japón en el exterior,
pero la situación actual ha truncado muchas de las inversiones realizadas tanto en
promoción como en infraestructuras. Aunque una parte de estas inversiones ha
sido canalizada para reactivar las empresas más afectadas por la situación, la reor-
ganización del evento y el mantenimiento de las instalaciones hasta el año próxi-
mo implicará un gasto extra del orden de varios miles de millones de euros. Más
allá de los Juegos Olímpicos, momentos álgidos del turismo interno como son la
floración de los cerezos en los meses de primavera, el período vacacional del prin-
cipios de mayo conocido como Golden Week o los festejos veraniegos también se
han visto afectados. Así por ejemplo, el representativo festival de Gion de Kioto,
que paradójicamente tiene su origen en rituales para proteger la antigua capital de
las pestilencias (véase capítulo 5), ha tenido que ser reducido a la mínima expre-
sión para evitar las aglomeraciones, siendo sus representativos carruajes rituales
sustituidos por portaestandartes con mascarilla.
A pesar de la gravedad de la situación, y aunque existe controversia debido al
reducido número de test realizados por el gobierno japonés hasta julio, el número
de infectados en Japón es comparativamente menor que el de otros países en pro-
porción a su población y su densidad demográfica, con unos cincuenta mil casos
y un millar de defunciones a principios de agosto. No han faltado interpretaciones
de índole nacionalista que atribuyen la baja virulencia al particularismo japonés,
en concreto la mayor disciplina y capacidad de concienciación de la sociedad sin
necesidad de una imposición gubernamental. Algunos comentaristas han busca-
do también un origen cultural, argumentando a favor de la sociedad japonesa un
menor contacto físico en los entornos sociales, donde predomina la reverencia
frente al apretón de manos o el beso, así como la costumbre de la población de
llevar mascarilla en los espacios públicos y de trabajo. Esta costumbre, que busca
evitar transmitir enfermedades a terceros y que forma parte del ethos japonés con-
temporáneo, parece tener su origen en otra pandemia, la gripe de 1918, durante la

492
Epílogo

«¡Los temibles microbios de la gripe!», «¡Aquel que no lleve mascarilla se juega la
vida!». Póster para la promoción del uso de la mascarilla tras la epidemia de gripe de 1918.
Ryūkōseikanbō (1922). Cortesía de la Biblioteca del Instituto Nacional de Salud Pública

493
JAPÓN EN SU HISTORIA: DE LOS PRIMEROS POBLADORES A LA ERA REIWA

cual se utilizó, por primera vez en la historia del país, un aparato mediático alta-
mente desarrollado para cambiar y regular las tradiciones higiénicas. Una situa-
ción que se proyecta en las medidas llevadas a cabo en la presente crisis.
Todavía es pronto para sacar conclusiones respecto al impacto de la pandemia
tanto en Japón como en otros países. A fecha de hoy, varias prefecturas han reno-
vado el estado de emergencia como consecuencia de repuntes infecciosos. Bus-
cando reactivar la economía, el gobierno ha comenzado a distribuir el equivalen-
te a mil euros a cada habitante, una medida que no ha estado carente de polémica
debido al desafío logístico que implica el control y la distribución del dinero. Si
la situación se extiende hasta el año que viene, es posible que sea necesario can-
celar los Juegos Olímpicos, una posibilidad que está sobre la mesa y que implica-
ría considerables pérdidas para la economía y la sociedad no solo en Japón, sino
en todo el mundo. Sea como fuere, es nuestro mayor deseo que la presente pan-
demia remita pronto y no deje de ser, como es el caso, un breve epílogo o, en la
peor de las situaciones, una nota a pie de página en los libros de historia.

Andrés Pérez Riobó


Gonzalo San Emeterio Cabañes
10 de agosto de 2020

494
Índice alfabético
ADN 21, 40 Ashikaga Takauji 足利尊氏 198, 213-16
21 demandas 416-17 Ashikaga Yoshiaki 足利義昭 255-56
Abe Masahiro 阿部正弘 339, 342 Ashikaga Yoshimasa 足利義政 247
Abe Shinzō 安倍晋三 472, 474, 483-85, 489 Ashikaga Yoshimitsu 足利義満 213, 217-18, 22-26,
Abenomics 474 240, 247
aborto 469 Ashikaga Yoshimochi 足利義持 219-20, 225, 238
Adachi Yasumori 安達泰盛 184 Ashikaga Yoshinori 足利義教 219, 238-39
ainu アイヌ 230-31, 309, 312-16, 376, 463-64 ashura 阿修羅 121-22
Aizawa Seishisai 会沢正志斎 334, 397 Asia Central 91, 96, 100, 124, 155
Akechi Mitsuhide 明智光秀 260 asimilación 376-77, 422-23, 425
Akihito 明仁 474, 477 Aso Tarō 麻生太郎 483
akusho 悪所 326 Asuka 飛鳥 88-89, 91-92, 98, 101, 107
Akutagawa Ryūnosuke 芥川龍之介 440 Asukadera 飛鳥寺 100-02
akutō 悪党 194-198, 214 atai 直 67
Alejandro I 315 Aum Shinrikyō オウム真理教 467
Alemania 18, 368-70, 401, 415, 419-20, 422, 425, 471 Australia 389, 485
alfabetización 112, 299, 336 Ayutthaya 279
algodón 126, 228, 232, 301, 313, 381, 384, 386, 427 azúcar 293, 305, 307, 378, 381, 385, 388-89, 428
Amadeo de Saboya 358 Azuchi (castillo) 安土城 257-58, 281
Amami (islas) 奄美諸島 279 Azuchi-Momoyama (período) 安土桃山時代 291,
Amarillo (río) 黄河 41, 43 293
Amaterasu 天照 103, 106, 121, 158, 327, 399 Azuma uta 東歌 126
América Latina 469, 472
Amida 阿弥陀 156-57, 169, 199, 200, 207 Baekje 百済 67-69, 71-73, 75, 96-98, 100, 102
amidismo 152, 157, 169, 198, 200 bakuhan 幕藩 267, 270, 307, 323, 336
Andō Tadao 安藤忠雄 88, 482 bakumatsu 幕末 307, 319, 334, 336, 341
anime 482-83 Balhae 渤海 98, 151
Anna (incidente) 安和の変 134 Ban Gu 班固 47
An-Shi (disturbios) 安史の乱 150 bansho shirabesho 蕃書調所 335
anticristianismo 275, 328 bansho wage goyō 蛮書和解御用 335
Antoku 安徳 174-77 banzai 万歳 366
Antropoceno 24 barrios rojos 326, 345, 348
Arai Hakuseki 新井白石 331-32, 337 bases militares 371, 417, 457, 464
arcabuz 223, 253, 260, 263, 270 be (asociaciones) 部 68, 72, 94
Arita 有田 295 bi (disco) 璧 48-49
Ariwara no Narihira 在原業平 164 bijinga 美人画 344, 444
arroz: cultivo 31, 42-44, 77, 160, 237, 246, 286, 448; bijutsu 美術 403
impuestos 117, 158, 186, 192, 301; transporte y biombos 123, 186, 245, 248, 250, 291-92, 344
comercio 159, 230, 232, 287-88, 302, 313, 338, 383, Biwa (lago) 琵琶湖 257
411, 427 biwa (laúd) 琵琶 123, 206
artistas callejeros 282, 322, 325, 346 biwa hōshi 琵琶法師 206-08
Asama (volcán) 浅間火山 300 Bizen 備前 294
ashigaru 足軽 220, 317 bomba atómica 422, 446, 448, 458
Ashikaga Tadayoshi 足利直義 214-16 bonsái 483

510

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