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Poder Judicial de la Nación

CAMARA CRIMINAL Y CORRECCIONAL FEDERAL - SALA 1


CFP 714/2021/4/CA2

CCCF – Sala I
CFP 714/21/4/CA2
“NN y otros s/ abuso de autoridad”
Juzgado N° 5 – Secretaría N° 9
60.562

////////////nos Aires, 30 de agosto de 2021.


Y VISTOS Y CONSIDERANDO:
I. Las declaraciones efectuadas por el periodista
Horacio Verbitsky en un programa de radio fueron el impulso de
diversas denuncias que, en el mes de febrero, marcaron el inicio de
esta causa.
El hecho relataba “las vacunaciones irregulares
llevadas a cabo con dosis de Sputnik V, asignadas al Hospital
Nacional Posadas”. El calificativo obedecía a que “personas que no
cumplían con los criterios de prioridad epidemiológicos y el esquema
de etapas previamente establecidos” fueron inoculadas en ese
nosocomio, en el Ministerio de Salud e incluso en sus domicilios
particulares.
Con posterioridad otros eventos enriquecieron el
objeto. Algunos de ellos fueron la génesis de expedientes paralelos y
otros conformaron legajos de investigación enmarcados en esta misma
causa. En particular, uno hace referencia al vuelo del mes de enero en
el cual se habrían trasladado 60 dosis de la vacuna contra la COVID-
19 a la ciudad de El Calafate (Legajo de Investigación N° 1). El
restante, remite a la presentación efectuada por la Procuraduría de
Investigaciones Administrativas -PIA- en la cual se narra que 385
personas habrían sido vacunadas en el Hospital Posadas por fuera de
los parámetros legales debido a que eran ajenas tanto a la planta de la
institución como al Registro Federal de Personal Sanitario.

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Así, quedó en principio involucrado en su objeto el
análisis de la situación de 70 personas que habrían sido vacunadas por
orden de funcionarios del Ministerio de Salud con dosis asignadas al
Hospital Posadas. La imputación enfatiza que esas vacunas estaban
destinadas exclusivamente al personal de salud, cualidad que no
reunían quienes aparecían consignados en el listado.
II. Pero la jueza de grado tuvo una lectura distinta
de los hechos. Para ella, los términos de la reglamentación vigente no
imponían esa exclusividad. Existían dos grupos, los prioritarios y los
no prioritarios. Dentro de los primeros, se encontraba efectivamente el
personal de salud, pero también el personal estratégico, los adultos
mayores de 60 años y los menores de ese rango con algún factor de
riesgo -comorbilidades-. Todos ellos, según entendió la jueza,
conformaban la población objetivo a vacunar tanto “en forma
simultánea y/o sucesiva”, con lo cual no era necesario completar un
segmento para inocular a los demás ya que un alto porcentaje del
listado respondía a alguna de las categorías señaladas. Unos pocos por
ser personal estratégico -dadas sus funciones públicas-, y la mayor
parte por haber superado los 60 años de edad.
La magistrada estimó que, más allá de las
objeciones de índole ético que podían formularse, los supuestos
analizados quedaban amparados por el marco legal y, por tanto, no
podían ser objeto de sanción punitiva, descartando uno a uno todos los
tipos penales que pretendieran dar contención a los hechos.
Tales argumentos dieron así respaldo al archivo
que entonces decretó, cerrando el proceso sobre este fragmento
histórico, con excepción de 5 casos que, por no compartir las aristas
recién indicadas, aun son objeto de investigación.
III. Mas ese no fue el criterio que guio la posición
acusatoria. Para la PIA, la simultaneidad a la que alude la norma
dependía de la cantidad de vacunas disponibles. Las pocas dosis
recibidas en el país para los primeros meses del año, obligaba a
reservar su uso al grupo más esencial de todos. Para ella, sólo el

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personal de salud, y a lo sumo ciertos agentes de nivel estratégico del


Estado, podían ser inoculados a esa fecha.
De tal forma, para la acusación, únicamente
soslayando el destino específico que tenían las vacunas remitidas al
Hospital Posadas podía sustentarse el resolutorio, respaldando una
simultaneidad que sólo benefició a unos pocos en función de
“relaciones de afinidad”.
Ese comportamiento, a diferencia de lo aseverado
en la resolución, sí tiene contención en el Código Penal. La fiscalía
afirmó que tanto el art. 248 como el 260 del ordenamiento legal
brindan los tipos penales que describen, en principio, las conductas
investigadas, sin descartarse la participación prestada por los mismos
inoculados por la mera “disposición del propio cuerpo para recibir la
dosis”. De ahí que solicitó que el archivo sea revocado, estimulando la
producción de una serie de medidas.
IV. Las defensas de los imputados se presentaron
ante esta sede a requerir la confirmación del decisorio. Una de ellas,
en particular, solicitó que el recurso fuera declarado inadmisible al
afirmar que la acción penal no puede ser promovida de modo
simultáneo por dos órganos requirentes -el fiscal del caso y la PIA-.
Si bien en su presentación rechazan la aplicación al
particular de la doctrina sentada por la Corte Suprema en el caso
“Guillermo Moreno”, lo cierto es que sus directrices son plenamente
vigentes. Allí se expresó que la hoy PIA tiene la “potestad de
intervenir en el ejercicio directo de la acción pública en procesos
penales, cuando advierta que el fiscal competente ante el tribunal que
lleva el proceso tuviere un criterio contrario a la prosecución” (Fallos
335:622). La presencia de agentes del Ministerio de Salud de la
Nación denunciados en un proceso en el cual -tras la decisión
conclusiva adoptada- el fiscal del caso no suscribió ninguna
apelación, despliega un escenario cuya lectura resulta justamente
compatible con la situación ponderada por el Alto Tribunal y, por
ende, con la correcta actuación desarrollada por la Procuraduría de

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Investigaciones Administrativas. Por ello, no se percibe obstáculo
alguno que impida ingresar en el tratamiento de sus agravios, y para lo
cual hemos sido convocados.
V. Aunque la apelación deducida confiere diversos
argumentos para persuadir al Tribunal en pos de una respuesta
favorable, todos ellos giran alrededor de un mismo concepto medular.
El recurso presenta diferentes razones para atacar esa simultaneidad a
la que acudió la jueza para justificar que algunas personas que
formaban parte del grupo prioritario, pero que no eran personal de
salud, fueran vacunadas ya en febrero de este año. El grado del
esfuerzo interpretativo es ciertamente destacable, pero la letra de la
ley es contundente.
En efecto, la resolución del Ministerio de Salud
2883/20 – a cuyos términos remite la ley 27.491- que implementó el
“Plan Estratégico para la vacunación contra la COVID-19 en la
República Argentina”. Textualmente, dispone que Argentina “al igual
que otros países del mundo, implementará una estrategia de
vacunación escalonada y en etapas, en la que se irán incorporando
distintos grupos de la población definidos como ´población objetivo
a vacunar´ en forma simultánea y/o sucesiva, sujeta al suministro de
vacunas y priorizando las condiciones definidas de riesgo” (negritas
en el original, subrayado agregado).
La inclusión de ambos órdenes temporales habría
estado incentivada en recomendaciones de la Comisión Nacional de
Inmunizaciones (CoNaIn), órgano asesor del Ministerio de Salud.
Según su presidenta, Dra. Mirta Roses, frente a la situación inédita
acontecida se sostuvo que “…es necesario establecer grupos
priorizados pero no excluyentes ni secuenciales sino que se
recomienda abordarlos de manera simultánea, de acuerdo con la
disponibilidad de dosis y tipos de vacuna” a lo que agregó que la
singularidad del evento “no permite sostener una situación ideal en la
cual se espera completar cada grupo priorizado en el orden
establecido para iniciar con otro grupo” (ver nota suscripta con fecha

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22/3/21). Destacamos en este texto la condición de “disponibilidad de


dosis”.
El motivo de esta última aclaración encuentra
directa relación con el debate que tuvo lugar en las reuniones que
precedieron a la gesta y puesta en marcha del Plan de Vacunación.
Específicamente en aquella organizada a comienzos de diciembre de
2020 se sometieron a discusión dos alternativas en cuanto a la
vacunación: “a) completar el esquema de dos dosis de una población
antes de iniciar la segunda; y b) administrar la primera dosis a mayor
número de personas postergando la segunda”. Pero fue la actual
ministra de salud la que tuvo entonces la última palabra, y la
realmente determinante: “…la estrategia definitiva dependerá de la
disponibilidad de dosis…”. Es ese concepto, y no el de simultaneidad,
el que debe protagonizar la real discusión.
La norma sí habla de una aplicación simultánea de
las vacunas dentro de la gran población objeto. Los idóneos en el tema
también aconsejaron que la inoculación se llevara a cabo de forma
paralela. Incluso la misma acusación refiere eventos en donde se
presenció superposición de segmentos dentro del grupo, y aun de un
sector que obtuvo la vacuna antes que otro que le precedía en el
orden. En el informe glosado a la causa, se evoca que para el día 17 de
febrero, esto es, dos días antes del hecho que fue el disparador de esta
causa, la Provincia de Buenos Aires ya se encontraba vacunando a
personas mayores de 70 años, mientras que la Ciudad de Buenos Aires
comenzaría tres días después a hacerlo con aquellos adultos mayores
de 80 años, siendo que a ese entonces no se habría concluido con la
vacunación de todo el personal de salud, según apunta la misma
acusación. Y lo mismo sucedió con el personal docente y no docente
de los primeros niveles educativos que, a partir del arribo de las
vacunas de Sinopharm, allá por el mes de marzo, iniciaron su
vacunación antes que personas de mayor rango de edad.
Consiente de este aspecto, la PIA adelantó la
respuesta. Así dijo que “Debe realizarse la aclaración que ante la

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compra y llegada de vacunas SINOPHARM, las que en un principio
no se encontraban autorizadas por la ANMAT (para la inoculación de
adultos mayores), correspondía avanzar en la vacunación del
segmento subsiguiente, pero ello no por ejercicio de discrecionalidad
alguna, sino porque la vacuna no se encontraba habilitada para el
segmento que le seguía al peldaño ´personal médico´, es decir a los
mayores de 70 años y mayores de 60 años”.
Como se dijo. El punto crítico del caso no está en
si la vacunación de los distintos estratos del grupo prioritario debía ser
estrictamente escalonada o simplemente simultánea. El núcleo de la
polémica estaba en la cantidad de vacunas disponibles para transitar
uno u otro camino. El problema, justamente, es que el bien era escaso.
No en Argentina, no en el Cono Sur, sino en todo el planeta.
No puede escapar a la más elemental lógica que la
existencia -indiscutible- de un orden de prelación en la vacunación,
dividido en grupos, obedece a criterios de necesidad, donde está en
juego ni más ni menos que el valor vida y que la simultaneidad -que
en algún supuesto se menciona- sólo puede estar habilitada por la
disponibilidad de vacunas para satisfacer la prelación o en algún caso
que estrictamente justifique el apartamiento de este criterio.
De hecho, esa fue una de las principales
preocupaciones de la Organización Mundial de la Salud al elaborar el
Marco de valores para la asignación y la priorización de la vacunación
contra la COVID-19. Partiendo de su reconocimiento como “un bien
público mundial”, el objetivo de sus disposiciones eran contribuir “…
a la protección y la promoción equitativas del bienestar humano para
toda la población mundial”, agregando que “Hay muchas maneras de
pensar en lo que exige la equidad o la justicia dentro de un país
cuando el suministro de la vacuna contra la COVID-19 es escaso. Es
importante, claramente, ser eficientes en el uso de recursos limitados,
en especial cuando el recurso es de alto valor, como las vacunas en
medio de una pandemia devastadora…. La equidad en materia de
salud exige que las políticas públicas, incluida la manera de priorizar

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el acceso a las vacunas cuando el suministro es limitado, reduzcan las


disparidades injustas en materia de salud y otros aspectos del
bienestar” (Marco de Valores del SAGE -Grupo de Expertos en
Asesoramiento Estratégico sobre Inmunización- de la Organización
Mundial de la Salud, elaborado el 14/9/20).
En el contexto descripto, y teniendo en cuenta la
decisión gubernamental de monopolizar con exclusividad la
administración de las vacunas, cuando esa disponibilidad existió las
políticas públicas soslayaron el orden establecido dentro de la
población objeto del plan estratégico, como sucedió con los maestros.
Pero cuando el recurso fue insuficiente, ningún grupo se habilitó
abiertamente. Incluso entre los mayores. Pese a que el límite se
estableció en los 60 años, también se jerarquizaron las diversas franjas
etarias. Comenzó con los mayores de 80 -aun con personal de la salud
pendiente de vacunar- y de ahí avanzó en una afable pendiente que
por lustros fue ampliando su alcance (mayores de 75, luego de 70,
más tarde de 65 años y así continuó).
Pero aún en estas parciales simultaneidades
marcadas por el ritmo de ingreso de vacunas al país, la yuxtaposición
de grupos mantuvo una coherencia. Sólo los docentes de nivel inicial,
primario y secundario recibieron las vacunas llegadas en marzo. Sólo
los adultos mayores de 80 fueron vacunados en primer lugar. Hasta
dentro del mismo circuito médico, los que trabajan en las Unidades de
Cuidados Intensivos fueron los que recibieron la vacuna antes que
todos los demás.
Tanto la ley marco como las directrices emitidas en
consecuencia por las diversas jurisdicciones efectuaron
segmentaciones que podrían ser arbitrarias. En un caso quedó fuera de
previsión la educación universitaria, en el otro quedó al margen quien
sólo tenía 79 años y 11 meses de edad. Siempre existió un criterio
objetivo que separó a unos de otros por la significación de la función
o bien por el mes y año de nacimiento, pero que alcanzó a todos por
igual.

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VI. Sin embargo, en los casos que conforman el
objeto de esta causa esa discrecionalidad anónima trasmutó en una
discrecionalidad nominada.
En lo que aquí interesa, sólo 65 nombres fueron los
beneficiarios de esa simultaneidad a la que alude la resolución
2883/20.
Este es el aspecto al que la resolución, como bien
destaca el recurrente, no da respuesta. ¿Por qué ellos, y no otros de
entre los millones de ciudadanos del país en igual condiciones, fueron
los beneficiarios de esa vacunación simultánea? Seguramente todos
tendremos en mente a alguien que por edad o por alguna otra
condición pudo haber sido favorecido en esa simultaneidad. Mas a
ninguno de ellos les llegó la invitación.
El decisorio en examen conduce este conflicto a las
arenas de la ética. La cuestión ética si bien tiene su cuota, ciertamente
el manejo de bienes escasos bajo la exclusiva y excluyente gestión del
Estado no fue un tema que pasara inadvertido.
El marco de valores del SAGE, al que antes se hizo
referencia, específicamente previó esta problemática destacando que
“Para que los órganos decisorios tengan legitimidad en el contexto de
la toma de decisiones sobre la vacuna contra la COVID-19 debe
haber, entre otras cosas, transparencia en los procesos de decisión, los
resultados y el razonamiento; confianza en la mejor evidencia
disponible; coordinación e incorporación de los valores sociales
comunes en el proceso de decisión y en los resultados; y
representación, influencia y aportes apropiados de las partes
afectadas, sin tolerancia de conflictos de intereses personales,
financieros o políticos ni de corrupción. En todos los casos, los
responsables de tomar decisiones deben poder defender sus decisiones
apelando a razones que, incluso quienes no estén de acuerdo, puedan
considerar razonables y no arbitrarias o egoístas”. En este tiempo de
decisiones políticas, de determinar grupos y prioridades, es donde se
debate la ética.

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La situación ética alegada, en base al análisis aquí


efectuado, no permite descartar que sea producto de una conducta
ilícita, que -por otro lado-siempre es antiética.
VII. Aquí se trató de decisiones particulares, que
sólo atendieron a contadas situaciones. En ese terreno, el mero
juzgamiento ético es superado por otro, propio de este ámbito penal.
Ese examen, cercenado de modo anticipado, es el que corresponde
efectuar encarando un análisis que sea completo e integral.
En este punto ninguna arista jurídica ni histórica
debe ser soslayada de forma apresurada. De tal modo, no sólo los
hechos alcanzados por esta decisión deben conglobarse con su
remanente -los 5 casos reservados en este expediente-, sino también
con los otros dos legajos de investigación que la jueza ordenó formar
por separado. En particular, cuando todos esos casos tuvieron como
común denominador las vacunas asignadas al Hospital Posadas en
lugar de las recibidas en otro nosocomio o, incluso, las mismas dosis
reservadas en el Ministerio de Salud como stock crítico. Más aún. La
misma ubicación geográfica de ese hospital constituye por sí mismo
todo un tema de análisis en la medida en que puede revelar otro
aspecto inexplorado, esto es, que junto a un avance en el orden
establecido pudo haberse registrado también un salto en materia de
jurisdicción de aquellos que se vacunaron en las alegadas condiciones
irregulares.
En esta senda, entonces, será necesario indagar
-siguiendo el esquema que la causa trazó tras la decisión aquí
revisada- qué personas fueron vacunadas según los estándares
impuestos por el Plan de Vacunación y quiénes se adelantaron por
algún beneficio que les fue singular. Sobre estos últimos deberá
enfocarse la investigación. Y ello no sólo al describir el objeto del
proceso, sino también en cuanto a los sujetos pasivamente legitimados
pues, como señaló la PIA, es posible leer allí una eventual
participación que reclama ser despejada. Máxime cuando se
desconoce, además, en qué carácter fueron vacunados, si esa cualidad

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fue real o asignada al sólo efecto de burlar los requisitos del sistema
de vacunación implementado y, en este caso, si esa ficción fue así
declarada por el beneficiario o por quien tenía la labor de carga de los
datos oficiales.
Sólo una vez revelados de forma completa los
diversos hechos, cada uno en su propia dimensión y al mismo tiempo
todos integrados bajo una mirada común, es que se estará en
condiciones de poder definirlos jurídicamente. Recién en ese
momento corresponderá a la jueza conciliar, a la luz de todo el orden
normativo, la tipicidad o no de las diversas conductas investigadas
-las de unos disponiendo de las vacunas, las de otros recibiendo sus
beneficios- en la medida en que hayan estado por fuera del amparo
legal. Hasta entonces, cualquier evaluación será apresurada y, por
tanto, imperfecta.
En consecuencia, a efectos de que esos caminos
sean recorridos, es que hemos de revocar la decisión apelada,
encomendando a la jueza el desarrollo de las medidas pertinentes para
develar cada uno de esos interrogantes a fin de precisar la adecuada
gravitación de los hechos y, de existir, el correcto deslinde de las
consecuentes responsabilidades, teniendo también en consideración
las medidas de prueba sugeridas por el Dr. Rodríguez.
Por lo expuesto, y suscribiéndose la presente en los
términos de las Acordadas 31/20 y 10/20 de la CSJN y de esta
Cámara, respectivamente el TRIBUNAL RESUELVE:
1. DECLARAR ADMISIBLE el recurso de
apelación deducido por la Procuraduría de Investigaciones
Administrativas.
2. REVOCAR el punto I de la resolución
examinada, en cuanto decretó el archivo parcial de estas actuaciones,
debiendo la jueza a quo proceder conforme se indica en los
considerandos.
Regístrese, notifíquese, comuníquese y devuélvase
mediante sistema informático.
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Digitally signed by PABLO DANIEL Digitally signed by MARIANO Digitally signed by LEOPOLDO
BERTUZZI LLORENS OSCAR BRUGLIA
Date: 2021.08.30 07:49:20 ART Date: 2021.08.30 08:04:22 ART Date: 2021.08.30 08:56:55 ART

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