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SEBASTIÁN BALBÍN

SOCIEDAD POR
ACCIONES
SIMPLIFICADA

Año: 2019

3
INDICE

Introducción
El nuevo tipo y la transformación del Derecho Societario
Antecedentes normativos
El régimen organicista en la S.A.S.
Normativa aplicable
Derechos de los socios
Limitación de responsabilidad
Constitución
Poderes electrónicos
Transformación en S.A.S.
Limitaciones para constituir y mantener el carácter de S.A.S.
Capital social
Clases de acciones
Contabilidad
Organización
Órgano de gobierno
Órganos de fiscalización
Disolución y liquidación
Resolución de conflictos. Arbitraje
La Ley de Contrato de Trabajo y la LACE
Bibliografía
4
Introducción

Sebastián Balbín

La ley 27.349 (de Apoyo al Capital Emprendedor, en adelante


LACE[1]), que se ocupa principalmente del régimen del
emprendedurismo y de diversas medidas tendientes a estimular su
desarrollo, establece un tipo societario por fuera de los incluidos en
la Ley General de Sociedades (en adelante L.G.S.), la Sociedad por
Acciones Simplificada (en adelante S.A.S.). Las razones para la
sanción de la LACE, por tanto también para la creación de la S.A.S.,
deben analizarse dentro de un contexto económico general propenso
al apoyo de inversores e instituciones de capital emprendedor y a la
generación de nuevos negocios[2]. En concordancia con la mayoría
de las legislaciones occidentales, la LACE estimula a emprendedores
que mediante sus invenciones e innovaciones revolucionen los
patrones tradicionales de producción y del comercio mundial[3]. En
dicho sentido, un grupo compuesto por 61 países ―en el marco de la
ONU/UNCITRAL― trabaja en la elaboración de un proyecto de ley
modelo o Guía Legislativa para entidades mercantiles simplificadas
que facilite su trabajo, reduciendo los obstáculos jurídicos que
afectan a las micro, pequeñas y medianas empresas (MiPyMEs)[4].
La importancia de esta tarea no es menor. Según estudios
comparados, en 2017 existían en el mundo cerca de 500 millones de
MiPyMEs, de las cuales aproximadamente 400 millones
correspondían a Estados con economías emergentes, que aportaban
el 72% del empleo mundial. Sólo en América Latina existían
entonces más de 18,5 millones de MiPyMEs, responsables de dar
empleo al 70% de la fuerza de trabajo activa y que contribuía en casi
el 50% del PBI de la región. En el caso de la República Argentina la
situación era similar: existían en 2017 aproximadamente 605.000
empresas privadas registradas como empleadoras, de las cuales más
del 99% (602.079) tenían menos de 200 empleados y sólo el 0,6%

5
(3.547) eran grandes empresas ―más de doscientos empleados―,
proporcionando las primeras el 64% del empleo privado formal del
país[5].

Según la Exposición de Motivos de la LACE, el legislador ha


procurado regular la industria de capital emprendedor ―venture
capital o capital de riesgo―, como modo de aumentar la
productividad y competitividad del sistema económico y las
oportunidades de inversión[6]. Ello importa la transformación de
anteriores e ineficientes paradigmas, que podrían resumirse en: i) un
cambio de mentalidad del inversionista en pro de la valoración de la
actividad emprendedora y la asunción de riesgos; ii) un cambio en el
entorno normativo e institucional en el que se desenvuelven las
actividades empresariales, destinado a generar ganancias de
productividad y ahorrar recursos dedicados a su cumplimiento
(servicios de asesoramiento, RR.HH., regímenes de autorización,
etc.)[7]; iii) brindar apoyo institucional al emprendimiento y a la
industria del capital emprendedor, especialmente referido a
actividades de investigación, desarrollo e innovación y a la
utilización de las tecnologías de la información y comunicaciones; y
iv) impulsar canales de financiación alternativos a la actividad
bursátil y la crediticia convencional, que contribuyan a suavizar los
efectos de la restricción en el crédito sobre las empresas. En este
sentido, la ley incorpora y regula el financiamiento colectivo de
proyectos ―programas de capital semilla y crowdfunding[8]―,
dispone la selección de aceleradoras[9], crea un fondo nacional
reservado a emprendimientos y un fondo fiduciario para el desarrollo
de capital emprendedor (FONDCE) conformado como un
fideicomiso de administración y financiero que opera
individualmente o de manera conjunta con el sector privado[10], y
dispone beneficios impositivos para los aportes de inversión. Para
todo ello la LACE ha tenido particular consideración de los mercados
internacionales como una fuente esencial de crecimiento, en un
contexto de globalización e integración de las economías[11].

Es fácil colegir que la regulación de la S.A.S. por parte de la LACE


adhiere a corrientes economicistas del derecho societario enroladas
6
en los postulados de las escuelas del análisis económico del
derecho[12], que se combinan con sistemas jurídicos societarios de
tradición civilista cada vez más cercanos a sus pares anglosajones y
que adoptan un amplio espectro de sofisticadas normas diseñadas
para la producción por inversionistas privados[13]. En este
entendimiento, el criterio rector de la política legislativa que dio
origen a las S.A.S. buscó aliviar sus trámites de constitución y su
organización y funcionamiento, todo ello en procura de superar la
rigidez del modelo tradicional de la sociedad de capital, la que en su
estado actual no favorece ―en la medida deseada― el desarrollo de
la actividad económica[14].

La S.A.S. retoma el diálogo perdido entre la realidad y el


ordenamiento jurídico, y al igual que antes lo fueron los restantes
tipos societarios, viene a erigirse en una máquina legal creada para
que el sistema económico dé forma a la organización de la empresa;
“el problema de los restantes tipos societarios es que fueron pensados
como estructuras más estancas para una economía industrial”[15].

Para ello y dentro de este contexto es que, para un correcto análisis


de la S.A.S. en particular y de la LACE en general, es necesario
considerar tanto los factores que precedieron a su creación como el
impacto de las tecnologías en las empresas y en los medios de
registración, y la demanda de soluciones normativas de sencilla
configuración[16].

Abreviaturas

Normas

Cód. Aduanero - Código Aduanero

C.N. - Constitución Nacional


7
CCBA - Constitución de la Ciudad de Buenos Aires

CPCCN - Código Procesal Civil y Comercial de la Nación

Cód. Penal - Código Penal

CPPBA - Código Procesal de la Provincia de Buenos Aires

CPPN - Código Procesal Penal de la Nación

Cód. Civil - Código Civil

Cód. de Comercio - Código de Comercio

Cód. Contravencional - Código Contravencional

Cód. Civil y Comercial - Código Civil y Comercial

CCAyT - Código Contencioso Administrativo y Tributario

C.C.T. - Convenio Colectivo de Trabajo

CFCBA - Código Fiscal de la Ciudad de Buenos Aires

8
CADH - Convención Americana de Derechos Humanos

CIDH - Comisión Interamericana de Derechos Humanos

LACE - Ley de Apoyo al Capital Emprendedor

L.C. - Ley de Concursos

L.C.T. - Ley de Contrato de Trabajo

L.S.G.. - Ley de Sociedades Generales

LECrim. - Ley de Enjuiciamiento Criminal española

LOJN - Ley de Organización de la Justicia Nacional

LPTSJ - Ley de Procedimientos ante el Tribunal Superior de Justicia

L.P.C. - Ley de Procedimiento Contravencional

L.P.T. - Ley Penal Tributaria

PIDCP - Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos

Fueros

9
CCiv. y Com. - Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial

CNCiv. y Com. Fed. - Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil y


Comercial Federal

CNCont. Adm. Fed. - Cámara Nacional de Apelaciones en lo


Contencioso Administrativo Federal

CNCP - Cámara Nacional de Casación Penal

CNCrim. y Correc. Fed. - Cámara Nacional de Apelaciones en lo


Criminal y Correccional Federal

CCrim. y Correc., Mar del Plata - Cámara de Apelaciones en lo


Criminal y Correccional de Mar del Plata

CNTrab. - Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo

CC., Ciudad - Cámara en lo Contravencional, Ciudad

CCont. Adm. Trib. - Cámara en lo Contencioso Administrativo


Tributario

CCont. Adm. Trib., Ciudad - Cámara en lo Contencioso


Administrativo Tributario, Ciudad C1ª Civ. y Com., Paraná - Cámara
Primera en lo Civil y Comercial de Paraná

10
CSJN - Corte Suprema de Justicia de la Nación

SCBA - Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires

Juzg.1ª Inst. - Juzgado de 1ª Instancia

TFN - Tribunal Fiscal Nacional

TOC - Tribunal Oral en lo Criminal

TOCF - Tribunal Oral en lo Criminal Federal

TOF - Tribunal Oral Federal

TOPE - Tribunal Oral en lo Penal Económico

TSJ / STJ - Tribunal Superior de Justicia / Supremo Tribunal de


Justicia

TSJBA - Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de Buenos Aires

TCPBA - Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos


Aires

TSN - Tribunal de Superintendencia del Notariado

11
Organizaciones

AFIP - Administración de Fondos de los Ingresos Públicos

AFJP - Administración de Fondos de Jubilaciones y Pensiones

ANSeS - Administración Nacional de la Seguridad Social

ANSSaL - Administración Nacional de Seguridad de Salud

ART - Aseguradora de Riesgos del Trabajo

ATE - Asociación Transitoria de Empresas

BCRA - Banco Central de la República Argentina

CGT - Confederación General del Trabajo

DGI - Dirección General Impositiva

IGJ - Inspección General de Justicia

INOS - Inspección Nacional de Obras Sociales

12
IVA - Impuesto al Valor Agregado

MiPyMEs - Micro, pequeñas y medianas empresas

MSyAS - Ministerio de Salud y Acción Social

OEA - Organización de los Estados Americanos

ONU - Organización de las Naciones Unidas

ONG - Organización no gubernamental / Organizaciones no


gubernamentales

PyMEs / PyME - Pequeñas y Medianas Empresas

S.A. - Sociedad Anónima

S.A.S. - Sociedad por Acciones Simplificada

S.A.U. - Sociedad Anónima Unipersonal

S.R.L. - Sociedad de Responsabilidad Limitada

UB - Universidad de Belgrano

UBA - Universidad de Buenos Aires

13
UE - Unión Europea

UNLZ - Universidad Nacional de Lomas de Zamora

UOM - Unión Obrera Metalúrgica

UP - Universidad de Palermo

USal - Universidad del Salvador

UTE - Unión Transitoria de Empresas

Publicaciones

B.O. - Boletín Oficial de la República Argentina

BOE - Boletín Oficial español

BOCBA - Boletín Oficial de la Ciudad de Buenos Aires

BCNCyC - Boletín de la Cámara Nacional en lo Civil y Comercial

BJCNCom. - Boletín Judicial de la Cámara Nacional en lo Comercial

14
DSE - Doctrina Societaria Errepar

DSC - Doctrina Societaria y Concursal

DyE - Derecho y Empresa

ED - Revista El Derecho

Fallos - Revista Fallos de la CSJN

Impuestos - Revista Impuestos (La Ley)

JA - Revista Jurisprudencia Argentina

Juris - Revista Juris, Rosario

Jus - Revista Jus, La Plata

JPBA - Jurisprudencia de la Provincia de Buenos Aires

LL - Revista La Ley

LL Córdoba - La Ley Córdoba

LL Litoral - La Ley Litoral

15
LL Noroeste - La Ley Noroeste

LL Gran Cuyo - La Ley Gran Cuyo

LLBA - La Ley Buenos Aires

LL, Actualidad - La Ley, Actualidad

LL, Jurisp. Agrup. - La Ley, Jurisprudencia Agrupada

LL, Antecedentes Parlamentarios - La Ley, Antecedentes


Parlamentarios

DPLL - Digesto Práctico La Ley

NDP - Nueva Doctrina Penal (Editores del Puerto)

PET - Periódico Económico Tributario (La Ley)

RDCO - Revista del Derecho Comercial y de las Obligaciones


(Depalma)

RDPC - Revista de Derecho Privado y Comunitario (Rubinzal-


Culzoni) Rep. LL Repertorio La Ley

16
SJPLL - Suplemento de Jurisprudencia Penal La Ley

Zeus - Revista Zeus, Rosario

RCyS - Revista Responsabilidad Civil y Seguros (La Ley)

RSyC - Revista de las Sociedades y Concursos

Generales

art. / arts. - artículo / artículos

cit. - citado

cfr. - confrontar / confróntese

concs. - concordantes

conf. - conforme

ed. - edición

FJ - fundamento jurídico

impr. - impreso

17
inc. / incs. - inciso / incisos

ob. cit. - obra citada

p. / ps. - página / páginas

párr. / párrs. - párrafo / párrafos

p. ej. - por ejemplo

R.D. - Real Decreto

reimpr. - reimpresión

resol. gral. - resolución general

resol. téc. - resolución técnica

sent. - sentencia

ss. - siguientes

sum. - sumario

18
t./ ts. - tomo / tomos

v. gr. - verbigracia

vol./vols. - volumen / volúmenes

Medidas

g - gramo / gramos

kg - kilogramo / kilogramos

km - kilómetro / kilómetros

m - metro / metros

Notas -

[1] Sancionada el 29/3/2017, vigencia 12/4/2017.


[2] Son inversores en capital emprendedor las personas jurídicas,
fondos y fideicomisos que inviertan recursos en instituciones de
capital emprendedor o en emprendimientos en el caso de las personas
humanas. Son instituciones de capital emprendedor las personas

19
jurídicas, fondos y fideicomisos argentinos, públicos o privados,
cuyo único objeto sea aportar recursos propios o de terceros a más de
un emprendimiento.
[3] Cfr. Ragazzi, G., “La Sociedad por Acciones Simplificada (breves
notas sobre sus antecedentes y régimen legal)”, RDCO 285-757;
Cony Etchart, R., “Sociedad anónima simplificada: ¿renovación o
destrucción tipológica?”, RSyC, FIDAS, Buenos Aires, 2018-1.
[4] El proyecto refiere a Entidades de Responsabilidad Limitada de
la CNUDMI (ERL-CNUDMI), o UNLLO por sus siglas en inglés
(United Nations Limited Liability Organization).
[5] Cfr. Ramírez, A., “La Entidad de Responsabilidad Limitada de
UNCITRAL y la Sociedad por Acciones Simplificada”, LL,
14/12/2017, con apoyo en GPFI, CFI, “Small and medium enterprise
finance: new findings, trends and G-20 global partnership for
financial inclusion progress”, 2013, p. 12, puede consultarse en:
http://www.ifc.or g/wps/wcm/conne ct/16bca60040fa51
61b6e3ff25d54dfab 3/SME+Fi nance+repo rt+8_29.pdf?
MOD=AJPERES; “Actividades seleccionadas de organizaciones
internacionales e intergubernamentales para promover las
microempresas y las pequeñas y medianas empresas”, Documento
preparado por Naciones Unidas, Uncitral, Grupo de Trabajo n° 1,
A/CN.9/WG.I/WP.81, 4 de diciembre de 2013; Ministerio de
Producción de la Nación Argentina, GPS de empresas.
http://gpsemp.produccion.gob.ar/, y OIT, Conferencia Internacional
del Trabajo, 104ª reunión, “Pequeñas y medianas empresas y
creación de empleo decente y productivo”, Ginebra, 2015,
ILC.104/IV.
[6] El índice Doing Business (Banco Mundial), que analiza y
compara las normas que regulan las actividades de las pequeñas y
medianas empresas locales en 190 países para obtener índices
globales que indican ―entre otros― la velocidad para obtener
habilitación del negocio, permisos de construcción, obtención de
conexión eléctrica, protección del accionista minoritario,
recuperación del crédito en caso de incumplimiento e insolvencia,
ubicaba a la Argentina en 2017 en el puesto 157. Cfr. Hers, L., “La
S.A.S., una futurista Societas Romana”, elDial.com - DC2323,
17/5/2017.
[7] En igual sentido, véanse los postulados de la ley 14/2013 del 27
de septiembre de apoyo a los emprendedores dictada por España: “el
20
cumplimiento del marco jurídico vigente exige frecuentemente, no
sólo la contratación de servicios de asesoramiento, sino también la
dedicación de recursos humanos a este fin, lo que resulta
especialmente gravoso para las empresas de menor dimensión.
Además, los regímenes de autorización y los requisitos de obligado
cumplimiento para los operadores suponen en muchas ocasiones
verdaderas barreras de entrada en determinados mercados (…) las
dificultades para acceder a financiación son uno de los mayores
problemas a los que se enfrentan estructuralmente las empresas, por
ello resulta esencial impulsar canales de financiación, tanto bancarios
como no bancarios, que contribuyan a suavizar los efectos sobre las
empresas de la restricción en el crédito (…) existe margen para
mejorar el entorno de la investigación, el desarrollo y la innovación,
así como en la utilización de las tecnologías de la información y
comunicaciones, esenciales para el crecimiento y la competitividad
de un país. El esfuerzo en investigación y desarrollo del sector
privado en España es inferior al de los países de nuestro entorno, y
en un contexto de restricción presupuestaria como el actual, resulta
esencial la creación de un marco adecuado que favorezca la inversión
privada en este ámbito (…) los mercados internacionales son una
fuente esencial de crecimiento en un contexto de globalización
caracterizado por una integración de los mercados cada vez mayor”.
https://www.boe.e s/diario_boe/ txt.php?id=BOE -A-2013-1 0074.
[8] El capital semilla o financiación semilla “es un tipo de oferta de
acciones en la cual un inversor adquiere una parte de un negocio o
empresa. El término ‘semilla’ sugiere que se trata de una inversión
temprana, lo que significa que el apoyo al negocio se realiza en su
fase de creación hasta que consigue generar su propio cash flow, o
hasta que está listo para una nueva inversión. El ‘capital semilla’
puede incluir opciones como la financiación familiar y por amigos,
la financiación de los denominados ‘angel investors’ y, más
recientemente, el crowdfunding [art. 63 de la nueva ley 27.349] (…)
el micromecenazgo, o financiación colectiva, más conocido por su
expresión en inglés como crowdfunding, es un fenómeno de
desintermediación financiera por la cual se ponen en contacto
promotores de proyectos que demandan fondos mediante la emisión
de valores y participaciones sociales o mediante la solicitud de
préstamos, con inversores u ofertantes de fondos que buscan en la
inversión un rendimiento. En dicha actividad sobresalen dos
21
características, como son: i) la unión masiva de inversores que
financian con cantidades reducidas pequeños proyectos de alto
potencial, y ii) el carácter riesgoso de dicha inversión. En términos
generales, el ‘crowdfunding’ consiste en la difusión pública, por parte
de la persona que busca financiación, de la causa o negocio por el que
simplemente simpatizan con el proyecto, o persiguen un crédito
ofrecido por el prestatario. Dado que gran parte del éxito de esta
forma de financiación descansa en la publicidad que se da al
proyecto, las plataformas de financiación colectiva más importantes
en la actualidad tienen soporte en Internet, puede ser usado para
muchos propósitos, desde artistas buscando apoyo de sus seguidores,
campañas políticas, financiación de deudas, vivienda, escuelas,
dispensarios y hasta el nacimiento de compañías o pequeños
negocios”. Vítolo, D., en el prólogo a Barreira Delfino, E. y
Camerini, M., Financiación para emprendedores y Sociedades por
Acciones Simplificadas (S.A.S.), Ad-Hoc, Buenos Aires, 2018, ps.
22/23, con apoyo en Paoloantonio, M., “Crowdfunding en la ley de
emprendedores”, LL, 19/4/2017; ídem, “Introducción a la
financiación colectiva (crowdfunding) en el mercado de capitales”,
DCCyE, abril de 2014; Lanús Ocampo, C., “Financiamiento
colectivo (crowdfunding) de la mano de las nuevas tecnologías”, LL,
19/4/2017.
[9] La aceleradora (de “semillas” o de “start-ups”) es un instituto
ideado para favorecer el desarrollo de nuevos negocios, a través de
convocatorias a financistas ―inversores― privados o públicos.
[10] Su patrimonio se constituye con i) recursos asignados por el
Estado en su presupuesto; ii) legados y donaciones; iii) fondos
provistos por organismos nacionales, internacionales u ONG; iv)
rentas y frutos de estos activos; v) fondos provenientes de la
colocación por oferta pública de valores negociables emitidos por el
FONDCE a través del mercado de capitales; vi) fondos provenientes
de empresas públicas o privadas, nacionales o extranjeras.
[11] “La crisis económica ha puesto de manifiesto el mejor
comportamiento de las empresas internacionalizadas y la importancia
de la internacionalización como factor de crecimiento y
diversificación del riesgo. Las empresas internacionalizadas
experimentan ganancias de productividad, mejoras en la gestión,
mejor capacidad de acceso a la financiación y son, en definitiva, las
que tienen mayor capacidad para crecer y crear empleo. La
22
internacionalización se revela más que nunca como un motor clave
del crecimiento económico a largo plazo de la economía argentina
por su relación con la competitividad y los incrementos de
productividad” ―del mensaje que acompañó al proyecto de ley, y
que a su vez repite el que acompañara a la ley española 14/2013 del
27 de septiembre de apoyo a los emprendedores―
(https://www.boe.es/diario_boe/txt.php?id=BOE-A-2013-10074).
[12] Cfr. Cony Etchart, R., “Sociedad anónima simplificada…”, cit.
[13] Cfr. Reyes Villamizar, F., S.A.S. La sociedad por acciones
simplificada, Legis, Bogotá, 2018, p. 58, quien señala que “…el
origen de la tradición jurídica (Derecho romano-germánico o
anglosajón) no es necesariamente un obstáculo para el cambio y la
innovación en materia de derecho societario”.
[14] Cfr. Cony Etchart, R., “Sociedad anónima simplificada…”, cit.
[15] Cfr. Ramírez, A., Sociedad por Acciones Simplificada, BdeF,
Buenos Aires, 2019 (en imprenta), ap. 3 (con apoyo en Ripert, G.,
Aspectos jurídicos del capitalismo moderno, Buenos Aires, 1950, p.
109): “con la aparición del fenómeno de los emprendimientos y las
start-ups en una economía del conocimiento, donde empresas que
pueden carecer de bienes materiales alcanzan valuaciones superiores
a otras de industrias más clásicas ―el caso paradigmático en
Argentina se evidencia con Mercadolibre, que alcanzó una valuación
de prácticamente el doble que YPF―. Esta nueva realidad
económica, con un creciente número de negocios dinámicos, necesita
de un tipo societario que pueda receptar sus propias problemáticas, y
no necesariamente una readecuación de tipos societarios pensados
para otros tipos de negocios”.
[16] Cfr. Ragazzi, G., “La Sociedad por Acciones Simplificada…”,
cit.

El nuevo tipo y la transformación del Derecho Societario

Sebastián Balbín

23
Concebida como una estructura superadora de la Sociedad Anónima
Unipersonal (en adelante S.A.U.) incorporada a la L.G.S. por ley
26.994[1], la S.A.S. es un nuevo tipo que ha producido una suerte de
revolución[2]. La LACE ha creado una sociedad a medida[3], que se
presenta como un fenómeno disruptivo que impacta sobre la empresa
en particular[4], y del cual resulta un cambio de paradigma respecto
del derecho societario tradicional[5] (entendido este como el derecho
vigente antes de la sanción de la LACE)[6]. La S.A.S. es, además, el
resultado de diversos intentos normativos que plantean una profunda
revisión de ciertos conceptos y normas arraigadas, frente a una
realidad concreta diversa[7]. Esta no hubiera existido sin una
concurrente decisión política de alentar con ayuda estatal la iniciativa
privada y en particular las MiPyMEs[8], dotándolas de un marco
legal que les proporcione vehículos dúctiles y económicos[9], que
faciliten y simplifiquen su existencia, organización y
funcionamiento, habida cuenta de que “la velocidad creciente de los
negocios, la necesidad de reportar a dicha dinámica, la ampliación de
mercados y la globalización mediante, han dado curso a una
indubitable necesidad de obtener soluciones jurídicas más flexibles y
elásticas que se adapten a los negocios, y los permitan y
faciliten”[10]. El derecho mercantil en general y el societario en
particular resultan ser disciplinas que deben buscar la ordenación
jurídica de una realidad económica viva y en constante renovación,
por lo que el jurista no debe rechazar los intentos de reajuste
tipológico que acompañan la evolución de los negocios y sus formas,
ni vivir ello como un factor de desarmonía que impide la tarea
interpretativa respecto de los alcances de la sociedad de capital[11].

Pero aun cuando la S.A.S. fue concebida para asistir a la MiPyME,


su marco regulatorio la excede[12], y nada impide que resulte además
un tipo apto para cualquier modelo de emprendimiento[13]. En este
sentido, en Colombia, a diez años de la sanción de la ley 1258 de
sociedades por acciones simplificada, podía verificarse la
constitución de 1852 grandes empresas bajo el nuevo tipo[14].

24
1. Características del tipo -

Como características salientes del nuevo tipo pueden señalarse:

i) La posibilidad de que las partes ―los socios― se aparten de la casi


totalidad de las normas y principios de la L.G.S.[15], lo que importa
una enorme ventaja frente a otras formas asociativas[16]. En materia
de estructura y funcionamiento de los órganos sociales, la
supletoriedad de la L.G.S. es directa, por lo que sus normas
imperativas aplicables a los tipos regulares en esta previstos sólo
tienen carácter dispositivo para la S.A.S.[17].

ii) La LACE ―y en particular la S.A.S.― ha producido una


redefinición de los conceptos generales de la sociedad clásica,
todavía defendidos por alguna doctrina tradicional, aun cuando de
ello se derive la imposición de “un sistema legal anacrónico e
inoperante, cuyas secuelas [resultan] notorias en el ámbito de la
inversión”[18]. La ley fuerza a reformular el tratamiento dogmático
dado a cuestiones vinculadas ―entre otras― al capital social, el
objeto del contrato, las competencias funcionales y la imperatividad
normativa[19], en el contexto de la concepción actual del derecho
societario continental y anglosajón. Este proceso de innovación,
diversificación y renovación tipológica, en el que se inserta una
S.A.S. pensada para posibilitar la financiación de proyectos en
sociedades de capital de forma fluida, obliga a reinterpretar el
significado de los rasgos distintivos de las formas de asociación
tradicionales[20].

iii) Su apertura en materia de contenidos y formas[21], lo que hace a


la S.A.S. un tipo elástico en comparación con el formato exacto e
imperativo de los restantes tipos de sociedades de capital previstos en
la L.G.S.[22], en cuya normativa está ausente el orden público[23].
Puede decirse que la S.A.S. ha sido concebida como “una técnica
depuradora de imperatividad y rigidez normativa”[24], acompañando

25
un derecho comparado volcado a la reducción de preceptos
ineludibles en materia societaria[25].

iv) Se trata de un tipo de entramado abierto[26], que erige a la regla


de la autonomía de la voluntad como eje del sistema[27]. En este
sentido, el propio Mensaje de Elevación de la LACE destaca que el
nuevo tipo societario se asienta en la autodeterminación de
asociación como derecho natural subjetivo y fundamental del
hombre, y se organiza a través de un régimen normativo que “valora
muy especialmente la libertad de creación de sociedades, su
constitución y regulación contractual[28], sustentado ello en el
principio de la autonomía de la voluntad y dejando librado a las partes
la configuración de sus estipulaciones”[29]. Esta libertad para
disponer de las normas que la L.G.S. establece para los tipos que
regula tiene como límite los principios generales dispuestos en el
Código Civil y Comercial para el ejercicio de los derechos, y que
sujetan la conducta de las partes a la buena fe y a su protección frente
al abuso del derecho (arts. 9º, 10, 11, 12 13 y 14).

v) La responsabilidad limitada del socio como base del sistema


―salvo supuestos de desestimación de la personalidad derivados de
fraude― y el apartamiento del antiguo dogma que refiere al capital
como garantía de los acreedores[30].

Notas -

[1] Cfr. Marzorati, O., “La renovación societaria en una ley para
emprendedores. La génesis de la S.A.S. (Sociedad por Acciones
Simplificada)”, ED, 12/5/2017.
26
[2] Cfr. Favier Dubois, E., “La sociedad por acciones simplificada y
el sistema societario, cuatro preguntas y el miedo a la libertad”, LL,
2017-D-1318, AR/DOC/1529/2017; Favier Dubois, E. y Spagnuolo,
L., “Nace una estrella. La ‘Sociedad por acciones simplificada’ con
libertad estatutaria”, DSyC Errepar (DSCE), XXX, mayo 2018,
EOLDC097791A.
[3] Barreiro, M., “El nuevo paradigma del derecho societario”, en
Crowdfunding y Sociedades por Acciones Simplificadas, IADC,
Ediciones Didot, Buenos Aires, 2018, p. 119.
[4] Ragazzi, G., “La Sociedad por Acciones Simplificada…”, cit.,
quien agrega que además impacta sobre la sociedad en general, a
partir de la “generación de empleo y el futuro, planteando nuevas
formas de concebir la creación de empresas, cómo ser competitivos
en el mundo y entender el mercado e incluso los principios que lo
rigen”.
[5] Cracogna, D., “Hacia un nuevo paradigma societario en el
derecho argentino”, su presentación en el Instituto de Derecho
Empresarial de la Academia de Derecho y Ciencias Sociales de
Buenos Aires, sesión ordinaria del 30/6/2017 ―en cita de Ragazzi,
G., “La Sociedad por Acciones Simplificada…”, cit.; Barreiro, M.,
“El nuevo paradigma del derecho societario”, cit., p. 116; Cultraro
G., “El régimen de contrato de trabajo y su relación con la S.A.S., en
la nueva Ley de Sociedades por Acciones Simplificada (S.A.S.).
Alcances”, en Crowdfunding y Sociedades por Acciones
Simplificadas, cit., p. 161; Villanueva, J., “La sociedad por acciones
simplificada y la autonomía de la voluntad versus la imperatividad en
el derecho societario”, LL, 2018-F.
[6] “…es dable advertir que con la sanción de la ley 27.349 se
consagra la existencia de un fenómeno jurídico a cual la doctrina
continental suele referir como un ‘derecho societario de dos
velocidades’. Dicha aceleración normativa determina, a su vez, la
existencia, de un lado, de un ‘derecho duro’ de sociedades, más rígido
y principista y, del otro, de un ‘derecho blando’ de sociedades
representado por la nueva solución legal simplificadora que busca
aumentar la autonomía de la voluntad y diluir la influencia de la
imperatividad normativa vigente”. Cony Etchart, R., “Sociedad
anónima simplificada…”, cit.
[7] Ragazzi, G., “La Sociedad por Acciones Simplificada…”, cit.,
quien refiere que a la sanción de la LACE cabe agregar la anterior
27
reforma por ley 26.994 a la L.G.S., y su impacto sobre las nociones
tradicionales de tipicidad, plurilateralidad, oponibilidad, control de
legalidad registral, entre otras.
[8] Dentro de las diversas iniciativas, Schneider, L. “El contexto
empresarial de la ley de Sociedades por Acciones simplificada. A un
año de su entrada en vigencia”, LL, 16/7/2018, cita online
AR/DOC/1366/2018, reseña, entre otras: 1. ley 24.467, de Pequeña y
Mediana Empresa (SGR); 2. res. 595/1997 de la Secretaría de
Industria, Comercio y Minería; 3. ley 24.467, “Régimen para
pequeñas y medianas empresas”; 4. ley 25.300 y resolución nacional
(SPyME) 24/2001; 5. decreto 145/2017, “Micro, Pequeña y Mediana
Empresa. Régimen de bonificación de tasas. Cupos de crédito”; 6. ley
27.264, Régimen de Fomento para la Micro, Pequeña y Mediana
Empresa, reglamentada mediante decreto 1101/2016; 7. res. gral.
AFIP 3946, “Ampliación sobre el régimen de impuestos sobre
créditos y débitos en las transacciones financieras como pago a
cuenta para el impuesto a las ganancias de micro, pequeña y mediana
empresa”; 8. res. nac. 1029 - E/2016, “Programa de recuperación
productiva. Trámite simplificado para las micro, pequeña y mediana
empresas”, emitida por el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad
Social”; 9. ley 27.349, de Apoyo al Capital Emprendedor; 10. res.
nac. 38 - E/2017, Secretaría de Emprendedores y PyME; 11. res. nac.
68 E/2017, Secretaría de Emprendedores y PyME; 12. res. gral. AFIP
4010 - E/2017, “Régimen de fomento para las Micro, Pequeña y
Mediana Empresas. Beneficios impositivos. Reglamentación”; 13.
res. nac. 88 - E/2017, “Régimen de fomento para las Micro, Pequeña
y Mediana Empresas. Beneficios impositivos. Bono de crédito fiscal
para el pago de tributos”, Ministerio de Producción; 14. ley 27.444
de “Desburocratización y simplificación”.
[9] Cfr. Marzorati, O., “La renovación societaria…”, cit.
[10] Barreiro, M., “El nuevo paradigma del derecho societario”, cit.,
p. 117.
[11] Cfr. Cony Etchart, R., “Sociedad anónima simplificada…”, cit.
[12] Cfr. Salvochea, R., “La S.A.S.: ahora un actor habilitado para
negociar sus acciones en el mercado de capitales”, LL, Sup. Esp.
28/2/2018, p. 229, AR/DOC/372/2018.
[13] Barreiro intenta definirla a partir de sus características como
“aquel tipo societario en el que los socios ―accionistas― limitan su
responsabilidad a la integración de las acciones, cuya circulación
28
puede prohibirse como máximo por diez años, que suscriban o
adquieran, aunque garantizan solidaria e ilimitadamente a los terceros
la adecuada integración de los aportes, con capital mínimo exigido
por la ley, que admite su constitución con sujeción a rápidos y
sencillos tramites de inscripción, presenta una flexible estructura
funcional inspirada en la libertad de determinación de los
constituyentes que pueden ser uno o más, con denominación social
propia y sobre el que inciden restricciones en relación a su objeto o
fundadas en relaciones de control”. Barreiro, R. F., “Un nuevo tipo
societario: la sociedad por acciones simplificada. apuntes acerca de
su naturaleza jurídica y las dificultades interpretativas que plantea”,
Revista Jurídica Electrónica de la Facultad de Derecho de la
Universidad de Lomas de Zamora, año 1, n° 4.
[14] Reyes Villamizar, F., S.A.S. La sociedad por acciones
simplificada, cit., p. 382, datos para 2009-2016 de Confecámaras,
2017.
[15] Se ha sostenido que la LACE, a través de la S.A.S., “privatiza el
derecho de las sociedades cerradas, al anteponer la voluntad de los
socios” sobre las normas de la L.G.S. “y sacarlas del área de la
autoridad de contralor”; Carlino, B., “Las fronteras de la Sociedad
por Acciones Simplificada”, SJA 4/7/2018, p. 1; AP/DOC/403/2018.
En contra, véase Messina G. y Sánchez Herrero P., “Autonomía y
eficiencia de la Sociedad por Acciones Simplificada”, LL, 2018-C-
938.
[16] Así, Guyón, Y., para la sociedad por acciones simplificada
francesa creada por ley del 3 de enero de 1994: “La ventaja esencial
de esta nueva forma consiste en escapar casi por completo a las reglas
de orden público que gobiernan las asambleas de accionistas y los
órganos de administración y dirección de las sociedades anónimas.
La sociedad presenta, en consecuencia, una gran flexibilidad para su
organización y funcionamiento, en beneficio de la eficacia
relacionada con la concesión de la personalidad jurídica y la
consecuente restricción en la responsabilidad de los asociados hasta
el monto de sus aportes”. La cita pertenece ―íntegra― a Reyes
Villamizar, F., S.A.S. La sociedad por acciones simplificada, cit., p.
70.
[17] Cfr. Villanueva, J., “La sociedad por acciones simplificada y la
autonomía de la voluntad…”, cit., si bien esta autora circunscribe su
juicio a normas referidas al funcionamiento del ente.
29
[18] Reyes Villamizar, F., S.A.S. La sociedad por acciones
simplificada, cit., p. 92.
[19] Mientras estos cambios se suceden, algunos ordenamientos
“siguen entretenidos en los debates jurídicos tradicionales sobre la
teoría de la especialidad, la defensa enérgica de la tesis del ultra vires,
la imposibilidad de sociedades unipersonales, la existencia de
revisores fiscales, síndicos y supervisores, y sobre otras
circunstancias de menor calado en el panorama contemporáneo del
Derecho mercantil. Estas discusiones desvían la atención que debería
dárseles a asuntos cruciales, que podrían promover la creación de
nuevas empresas, contribuir al crecimiento económico e incrementar
el bienestar general”. Reyes Villamizar, F., S.A.S. La sociedad por
acciones simplificada, cit., p. 30.
[20] Cfr. Cony Etchart, R., “Sociedad anónima simplificada…”, cit.
[21] Principio rector del proyecto de Guía Legislativa de la Entidad
de Responsabilidad Limitada de la CNUDMI (ERL-CNUDMI), o
UNLLO por sus siglas en inglés (United Nations Limited Liability
Organization), seguido por la S.A.S. argentina. Cfr. Ramírez, A., “La
Entidad de Responsabilidad Limitada de UNCITRAL…”, cit.
[22] Barreiro, M., “El nuevo paradigma del derecho societario”, cit.,
p. 116.
[23] Ídem, p. 119.
[24] Cfr. Cony Etchart, R., “Sociedad anónima simplificada…”, cit.
[25] Así, el derecho societario francés, a partir del exceso de normas
imperativas de la ley de 1966, justificado en un momento histórico
en que predominaban el centralismo, el dirigismo y el
asistencialismo. “Ya para el año 1996, el primer ministro francés
entendía que la tendencia cultural había sido modificada por la
voluntad de acrecentar la libertad de los agentes del derecho para
obtener la mejor organización de sus negocios. El concepto fue
otorgar mayor libertad contractual a fin de permitir la adaptación de
las empresas a los cambios económicos y sociales de la actualidad, y
es desde dicha perspectiva que se buscó actualizar o brindar nuevas
estructuras societarias como las sociedades por acciones
simplificadas”. Hadad, L., “La Sociedad por Acciones Simplificada
y la llegada de la modernidad”, LL, 2017-D-971, cita online:
AR/DOC/1387/2017.
[26] Duprat, D., “Sociedades por acciones simplificadas”, cit.
[27] Cfr. Ramírez, A., “La Entidad de Responsabilidad Limitada de
30
UNCITRAL…”; Duprat, D., “Sociedades por acciones
simplificadas”, cit.; Pérez Hualde, Fernando, “La autonomía de la
voluntad como nota tipificante de la Sociedad por Acciones
Simplificadas”, LL, 3/11/2017, AR/DOC/2334/2017; Ragazzi, “La
Sociedad por Acciones Simplificada…”, cit.; Prono, P., “Capital,
aportes y acciones en la sociedad por acciones simplificada”, LL,
AP/DOC/573/2017; Hadad, L., “La Sociedad por Acciones
Simplificada y la llegada…”, cit.; Filippi, L., “La incorporación de la
figura del ‘administrador de hecho’ en la nueva Ley de Sociedades
por Acciones Simplificada (S.A.S.). Alcances”, en Crowdfunding y
Sociedades por Acciones Simplificadas, cit., p. 139; Arecha, T.,
“Remuneración del administrador de las Sociedades por Acciones
Simplificadas”, en Crowdfunding y Sociedades por Acciones
Simplificadas, cit., p. 147; Miguel, L., “Las S.A.S.: una oportunidad
para reglamentar la renuncia del socio”,
www.ladefensa.com.ar/La%20Defensa%2010/las-sas--una-
oportunidad-para-reglamentar-la-renuncia-del-socio-por-luis-
alberto-miguel..html; Van Thienen, P. y Di Chiazza, I., “Sociedad por
acciones simplificada y supletoriedad de la ley general de
sociedades”, LL, 2017-D-125; Suárez, S., “La sociedad por acciones
simplificada frente al universo societario”, AP/DOC/604/2017.
[28] La LACE recepta para la S.A.S. los postulados de la guía
legislativa que prepara UNCITRAL para remover obstáculos
jurídicos en la vida de las MiPyMEs, examinando formas
empresariales simplificadas previstas en la legislación de países
como Alemania, Colombia, Emiratos Árabes Unidos, Estados
Unidos de América, Francia, India, Japón, Nueva Zelandia, Reino
Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, Singapur y Sudáfrica.
UNCITRAL encontró que en estos, la mayoría de sus MiPyMEs
valora la importancia de tener libertad, autonomía y flexibilidad para
desarrollar y dirigir sus emprendimientos, sin tener que recurrir a
normas ni procedimientos rígidos y formalistas. Cfr. Ramírez, A.,
“La Entidad de Responsabilidad Limitada de UNCITRAL…”, cit.
[29] En igual sentido, el art. 424 del Código de Comercio de Chile
establece que la “sociedad [por acciones] tendrá un estatuto social en
el cual se establecerán los derechos y obligaciones de los accionistas,
el régimen de su administración y los demás pactos que, salvo por lo
dispuesto en este párrafo, podrá ser establecidos libremente”.

31
[30] Cfr. Schneider, L., “El coAnclantexto empresarial de la ley de
Sociedades por Acciones Simplificada”, cit.

Antecedentes normativos

Sebastián Balbín

Sin perjuicio de que la Exposición de Motivos de la LACE refiere a


diversos antecedentes locales e internacionales tenidos en cuenta para
la concepción de la S.A.S., una lectura detenida del texto legal pone
en evidencia que una de sus fuentes normativas es también la
L.G.S.[1]. De los diversos ordenamientos extranjeros, y entre otras
cuestiones, la LACE toma de la ley mexicana el sistema de medios
electrónicos para la notificación e inscripción, la celebración de
asambleas y la eliminación del fedatario para ahorrar costos; de la ley
chilena incorpora la libertad para que los accionistas decidan cómo
ha de operar la sociedad al margen de las disposiciones de la L.G.S.,
y de la ley colombiana extrae la posibilidad de prohibir la
transferencia de las acciones por más de diez años y la libertad de
facultades del directorio, aunque sin llegar a su supresión[2].

1. En América -

1.1. Brasil

La legislación brasileña de sociedades cuenta con influencias del


derecho norteamericano y un marcado carácter dispositivo en sus
normas, lo que sumado al sistema legal flexible en que se inserta, la
erige en una de las más modernas del continente[3]. Aun así, Brasil
no cuenta con una ley de sociedades simplificadas, sino que su
legislación en torno a la PyME se circunscribe a una sucesión de
modificaciones al régimen de la S.A. y la inclusión de otras formas
32
híbridas como la Sociedad Simple (Código Civil, año 2002),
utilizadas para desarrollar actividades científicas, literarias o
artísticas (sociedades não empresarias). Aun cuando la ley 12.441 de
2011 receptó la figura de la Empresa Individual de Responsabilidad
Limitada, esta no ha aportado soluciones aceptables a la pequeña y
mediana empresa. En 2012 se presentó un proyecto ―finalmente no
aprobado― de ley para incorporar el Regime Especial da Sociedade
Anônima Simplificada (RE-S.A.S.; 4303/12), para aquellas
compañías con menos de veinte accionistas y un patrimonio líquido
menor a una suma determinada, que contemplaba la unipersonalidad,
la participación a distancia de los socios en el órgano de gobierno y
daba flexibilidad a la salida de estos de la sociedad[4].

1.2. Chile

La ley chilena 20.190 de junio de 2007 ―cuyo antecedente es la


empresa individual de responsabilidad limitada introducida por ley
19.857 de 2003― fue concebida para brindar una mayor elasticidad
a las trabas resultantes de las formas societarias tradicionales, muchas
veces suplidas por artificiosos mecanismos legales y pactos privados
paralelos a la estructura societaria, con su consecuente pérdida de
transparencia y aumento de costos[5]. La norma flexibilizó el
régimen de la Sociedad por Acciones (SpA) y simplificó sus
trámites[6], como modo de fomentar la industria de capital de riesgo
y modernizar el mercado de capitales, otorgando para ello una amplia
autonomía a la voluntad de las partes, de manera que los inversores
de capital emprendedor pudieran diseñar figuras que escaparan al
marco rígido de las Ltda. y S.A.[7]. En este sentido, el art. 424 del
Código de Comercio chileno dispone que “la sociedad [SpA] tendrá
un estatuto social en el cual se establecerán los derechos y
obligaciones de los accionistas, el régimen de su administración y los
demás pactos que, salvo por lo dispuesto en este Párrafo, podrán ser
establecidos libremente. En silencio del estatuto social y de las
disposiciones de este Párrafo, la sociedad se regirá supletoriamente y
sólo en aquello que no se contraponga con su naturaleza, por las
normas aplicables a las sociedades anónimas cerradas”. Esta libertad

33
y flexibilidad ―“frente al silencio de las partes, rige supletoriamente
la ley”― han hecho de la SpA el tipo societario más utilizado[8].

1.3. Colombia

La sociedad por acciones simplificada fue introducida en Colombia


por ley 1258 de 2008. Antes de ello, la ley 222 de 1995 ya había
incorporado a la legislación colombiana el por entonces novedoso
régimen de la empresa unipersonal de responsabilidad[9], al que
luego siguiera el primer sistema colombiano de sociedades
unipersonales para pequeñas empresas ―con un tope de hasta diez
trabajadores o activos inferiores a un valor de quinientos salarios
mínimos― agregado mediante ley 1014 de 2006 (pronto sustituido
parcialmente por la ley 1258 de 2008)[10]. Los números del éxito de
la S.A.S. en Colombia son rotundos, siendo en la actualidad
prácticamente el único tipo societario en uso: desde su admisión y en
menos de una década, se han constituido más de medio millón de
empresas bajo esa modalidad[11].

Dentro de las características más relevantes del tipo, Ramírez destaca


la posibilidad de que la S.A.S. sea unipersonal, su constitución por
documento privado, la limitación de responsabilidad por
obligaciones sociales ―incluidas las derivadas de impuestos y
deudas laborales―, un objeto social indeterminado y un término de
duración indefinido, la libertad en la clasificación de sus acciones, el
voto múltiple, la abolición del requisito de pluralidad para quórum y
mayorías decisorias, la posibilidad del socio de renunciar al derecho
a ser convocado a asamblea, la libertad de proporción entre capital
autorizado y suscripto, un plazo amplio ―dos años― para la
integración del capital social sin sujeción a proporción definida
inicial, la efectividad de los acuerdos de accionistas ―incluida la
posibilidad de hacer valer la ejecución específica de las prestaciones
pactadas― y la supresión de prohibiciones a los administradores
sociales y de los límites para la distribución de utilidades[12].

34
1.4. México

México incorpora a su legislación la Sociedad por Acciones


Simplificada en 2016 (decreto 145 de marzo), como manera de
ofrecer a las PyMEs un sistema ágil y práctico que les permitiera
registrarse de forma gratuita o a bajo costo. No obstante, esta reforma
legislativa no alcanzó los resultados esperados, por cuanto su
aplicación se limita a microemprendimientos con ingresos anuales
inferiores a cinco millones de pesos mexicanos[13], integrados
exclusivamente por personas humanas, quienes, además, no pueden
tener simultáneamente participaciones de control en otra sociedad. Al
igual que sus antecesoras latinoamericanas, la ley mexicana prevé la
reunión de socios por medios electrónicos, acepta la unipersonalidad
originaria o derivada y su constitución se hace mediante firma
electrónica[14].

2. En Europa continental -

2.1. Alemania

En 1994, como parte de un programa económico para estimular el


crecimiento y el empleo, Alemania sanciona la ley que crea la Kleine
AGs., dirigida a las pequeñas sociedades anónimas y a la
desregulación del tradicional derecho de sociedades por acciones. Al
igual que lo que ocurriera en el resto de Europa con los tipos
societarios híbridos, la Kleine AGs. también obedeció a la necesidad
de no ceder terreno frente a los diferentes regímenes europeos por
cuya elección se inclinaba el empresariado alemán, por contar
aquellos con estructuras más favorables para estructurar sus negocios
―como la Private Limited Companies del Reino Unido―[15]. La
Kleine AGs. no resulta ser estrictamente un nuevo tipo societario,
sino más bien una especialidad tipológica caracterizada por su
simplificación y aceptación de la unipersonalidad, que conduce a la
renuncia parcial de formalidades del régimen rígido de las sociedades
por acciones[16]. Esta reducción se traduce en el reconocimiento de
35
la junta universal, la simplificación de las reuniones de los órganos
sociales, una mayor autonomía para la utilización de las ganancias
del ente, sin perjuicio de lo cual la ley alemana aún mantiene algunas
normas imperativas y formalidades contraproducentes, como el
requisito de un capital mínimo[17].

2.2. España

En 2003, la ley 7 sobre Sociedades Limitadas Nueva Empresa


(SLNE) modificó la ley de S.R.L. de 1995 ―hoy incorporada a la ley
de sociedades de capital de 2012―, a fin de simplificar su
funcionamiento y el llevado de registraciones contables ―adaptado
a las Directivas de la UE[18]― como una forma de estimular la
actividad empresarial y mejorar la competitividad de las empresas
españolas. Empero, la existencia de restricciones, como la de no
poder contar con más de cinco socios, o que estos sean
exclusivamente personas humanas y la imposición de cifras mínimas
y máximas de capital, han hecho de la SLNE un tipo de escasa
utilización[19].

Mediante la ley 14 del 27 de septiembre de 2013 de apoyo a los


emprendedores, se procuró, según refieren los postulados que
acompañan al texto legal, atenuar la crisis económica que atravesara
España entre 2008 y 2012 (y que alcanzara tasas de desempleo que
duplicaban la media de la UE para menores de 25 años), ello a través
de una serie de reformas que favorecieran el crecimiento y la
reactivación económica. La ley, inspirada en la legislación alemana
y belga, introdujo la Sociedad Limitada de Formación Sucesiva
(SLFS), sin capital mínimo, con un régimen idéntico al de las S.R.L.
excepto para ciertas obligaciones específicas tendientes a garantizar
una adecuada protección de terceros, y cuyo objetivo es abaratar el
costo inicial de constitución. Las SLFS se someten a límites y
obligaciones para reforzar sus recursos propios e impulsar su
crecimiento a través de la autofinanciación (se le impone una reserva
legal del veinte por ciento del beneficio, se prohíbe la distribución de
dividendos hasta que el patrimonio neto alcance el capital mínimo
36
requerido para las S.R.L. y se fija el límite de retribución anual de los
socios y administradores en el veinte por ciento del beneficio del
patrimonio neto)[20]. Pese a su relativo éxito, se ha señalado que en
muchos aspectos esta ley resultó un antecedente significativo de la
LACE[21].

2.3. Francia

Desde su introducción por ley del 3 de enero de 1994, la Société par


Actions Simplifiée ha sido en Francia uno de los mecanismos legales
de mayor trascendencia para la promoción de la actividad empresaria.
Pensada originalmente como una sociedad de sociedades ―su uso
hasta 1999 se reservaba exclusivamente a personas jurídicas―, su
objetivo inicial no era el fomento a las PyMEs sino la creación de una
figura que lograra la cooperación entre empresas y que reconociera
el movimiento de contractualización, por entonces en auge con la
proliferación de pactos extraestatutarios. Al mismo tiempo, la S.A.S.
ofrecía a los grupos económicos una estructura societaria que
competía con la B.V. holandesa y que brindaba una amplia libertad
para convenir sus reglas de funcionamiento[22]. El tipo fue
favorablemente acogido (para el año 2009 existían 138.953 S.A.S.
frente a 113.492 S.A. y 1.780.107 S.R.), convirtiéndose luego de
varias modificaciones en un prototipo versátil en constante
evolución, a partir de que su regulación interna queda mayormente
sujeta a las pautas contractuales que escojan sus asociados por fuera
de la rigidez normativa de las S.A.[23].

Dentro de las características salientes de la S.A.S. puede señalarse la


posibilidad de que esta sea unipersonal, su capital dividido en
acciones de diferentes tipos, preferidas u ordinarias, con o sin derecho
de voto (en este último caso en tanto no representen más de la mitad
del capital social), la inexistencia de un capital mínimo, la fuerte
autonomía de la voluntad reconocida a sus socios para elaborar el
estatuto y organizar el régimen interno de la sociedad[24], la
aceptación de que los aportes de los socios sean dinerarios, en especie
o de industria[25].
37
3. En el Common Law -

La diversas leyes americanas de S.A.S. muestran una convergencia


hacia el derecho anglosajón, e incluso las propias legislaciones
europeas continentales reconocen como antecedente legislativo de las
corrientes de desregulación societaria a las Limited Liability
Companies de 1977, y que combinan la responsabilidad limitada con
una estructura flexible de gobierno corporativo[26].

3.1. EE.UU.

Tanto la Limited Liability Company (LLC) como la Limited Liability


Partnership (LLP) resultan ser estructuras competentes para el
desarrollo PyMEs, que otorgan preeminencia a autonomía de la
voluntad y dan amplia libertad a las partes para establecer su
funcionamiento. Ambas son consecuencia de la aplicación del
análisis económico del derecho en el ámbito societario ―carácter
que, como se dijera, se trasladó a la LACE―, como parte de la
revolución que han experimentado las formas asociativas flexibles y
cuyo vértice en derecho norteamericano es la LLC,, que combina
ventajas y características de las partnerships con las de las
corporations[27]. Tal es su éxito que la LLC es en la actualidad la
forma asociativa más utilizada, imponiendo al resto el sistema
tributario check the box regulation mediante la cual cualquier
sociedad ―excepto una corporation― puede escoger entre tributar
como una sociedad de personas ―partnership― o como una
sociedad de capital[28]. El Estado “que posee la mayor cantidad de
sociedades [LLC] constituidas es Delaware, debido (…) al respeto
que mantienen hacia la autonomía de la voluntad y a sus tribunales
especializados en temas societarios que se caracterizan por respetar
los pactos contractuales de las partes y por la constante actualización
de su ley, la que se la concibe como un texto que debe modificarse
permanentemente receptando la realidad del comercio (…). Tal es la
libertad contractual […que incluso…] se permite establecer cláusulas
38
en el estatuto de la sociedad limitando o eliminando la
responsabilidad patrimonial de directores por violación a los deberes
fiduciarios” (Section 102(b)(7), previsión que evita los seguros
exigidos por los directores y facilita su contratación por empresas que
no pueden soportar los costos)[29].

3.2. Inglaterra

La legislación británica prevé, de manera simplificada, dos especies


de sociedades según otorguen o no limitación de responsabilidad a
sus socios (limited companies y unlimited companies). Dentro de las
del primer grupo, el tipo que más se asemeja a la S.A.S. y el
mayormente utilizado por las PyMEs es la Private Limited Company
(Ltd.), seguido por la Limited Liability Partnership (LLP) ―similar
a la sociedad en comandita por acciones en la que sólo algunos de sus
socios limitan su responsabilidad―[30]. La Ltd. no requiere de
capital mínimo para su constitución y su diseño orgánico es flexible,
lo que otorga una gran autonomía a sus miembros para el diseño de
los estatutos, sin perjuicio del uso de modelos on line públicos[31].

Notas -

[1] Cfr. Ragazzi, G., “La Sociedad por Acciones Simplificada…”,


cit.; Schneider, L., “El contexto empresarial de la ley de Sociedades
por Acciones Simplificada”, cit.
[2] Marzoratti, O. J., “La sociedad anónima simplificada. ¿Será una
realidad?”, LL, 2016-F-990; Vergara, N., “Las sociedades por
acciones simplificadas en la Argentina”, LL, 2018-A-671,
AR/DOC/1765/2017. Otros antecedentes son la ley francesa 94-1 de
39
1994 (reformas ley 99-587 y ley 2001-420); ley 31-11 del 10/2/2011
de la República Dominicana, y la ley alemana que desde 1981 admite
la unipersonalidad.
[3] Cfr. Reyes Villamizar, F., S.A.S. La sociedad por acciones
simplificada, cit., p. 79.
[4] Cfr. Ramírez, A., Sociedad por Acciones Simplificada, en
imprenta, ap. 5.14, con apoyo en Warde Jr., Walfrido Jorge - Rocha
Monteiro de Castro, Rodrigo, Regime Especial Da Sociedade
Anônima Simplificada, Saraiva, Brasil, 2013; Mota Fonseca, Thiago,
“A S.A. Simplificada: um Tipo Societário para o Venture Capital”,
Revista Brasileira de Direito Comercial n° 6, agosto 2015, ps. 81 y
ss.
[5] Cfr. Reyes Villamizar, F., S.A.S. La sociedad por acciones
simplificada, cit., p. 76, en cita a Vásquez Palma.
[6] La ley 20.659 de 2013 (de simplificación del Régimen de
Constitución, Modificación y Disolución de las Sociedades
Comerciales) implementó la plataforma electrónica “tu empresa en
un día”, donde se puede crear una sociedad en línea y obtener su
número de identificación fiscal en un plazo de 24 hs.
[7] Cfr. Ramírez, A., Sociedad por Acciones Simplificada, en
imprenta, ap. 5.11, con apoyo en Jaramillo Marín, “Diferentes
miradas sobre las sociedades por acciones simplificadas S.A.S.”,
Saber, Ciencia y Libertad, Colombia, vol. IX, 2, 2014, Universidad
Libre, p. 75. “En Chile la autonomía de la voluntad difiere
notoriamente dependiendo el tipo societario que se adopte, y las
diferentes normas imperativas que regulen cada uno, así por ejemplo
en las Sociedades Anónimas el art. 137 L.S.A. establece que ‘las
disposiciones de esta ley primarán sobre cualquiera norma de los
estatutos sociales que les fuera contraria’”.
[8] Cfr. Ramírez, A., Sociedad por Acciones Simplificada, en
imprenta, ap. 5.11, en cita a Jara Baader, A., “Las sociedades por
acciones”, Revista Chilena de Derecho, vol. 343, nº 2, 2007, ps.
251/288.
[9] Que, además de producir la ruptura del hasta entonces inobjetable
dogma de la necesidad de una pluralidad de individuos para la
creación de un nuevo sujeto, incorporó a su vez conceptos poco
difundidos como el objeto indeterminado, el término indefinido de
duración del ente y el allanamiento de la personalidad jurídica. Cfr.
Reyes Villamizar, F., S.A.S. La sociedad por acciones simplificada,
40
cit., p. 46.
[10] Cfr. Reyes Villamizar, F., S.A.S. La sociedad por acciones
simplificada, cit., ps. 45/56.
[11] Cfr. Ramírez, A., La Sociedad por Acciones Simplificada, en
imprenta, ap. 5.10, quien señala que “al sancionarse la norma
colombiana una década atrás, parte de la doctrina [nacional]
consideraba muy difícil que se pudiera aplicar en Argentina, puesto
que proponía una apertura para la cual no estábamos preparados, toda
vez que redefinía elementos clásicos de la sociedad. Sin embargo, la
corta experiencia argentina nos demuestra que no sólo ha podido ser
legislada, sino que se ha convertido en pocos meses en el segundo
tipo societario más utilizado del país, por encima de la Sociedad
Anónima”.
[12] Cfr. Ramírez, A., La Sociedad por Acciones Simplificada, en
imprenta, ap. 5.10.
[13] 230.000 euros, 2/2019.
[14] Cfr. Ramírez, A., La Sociedad por Acciones Simplificada, en
imprenta, ap. 5.12.
[15] Ídem, ap. 5.3.
[16] Ibídem, con apoyo en Hölters, Die kleine Aktiengesellschaft.
[17] Sin perjuicio de ello, la pequeña sociedad limitada
UnternehmerGesellSchaft (UG) puede contar con un capital mínimo
de € 1 y un máximo de € 25.000 (que equivale al capital mínimo de
las GmbH). Cfr. Ramírez, A., La Sociedad por Acciones
Simplificada, en imprenta, ap. 5.3.
[18] El 22 de abril de 1997 la Comisión Europea presentó una
Recomendación sobre la mejora y simplificación de las condiciones
para la creación de empresas (97/344/CEE), que supuso un punto de
inflexión al insistir a los Estados miembros sobre la necesidad de
simplificar los trámites para la creación de empresas, lo que dio lugar
a iniciativas posteriores como la creación del grupo operativo para la
simplificación del entorno empresarial (Grupo BEST) y la
aprobación en abril de 1999 del “Plan de acción para promover el
espíritu empresarial y la competitividad” (Plan de acción BEST). En
la “Carta Europea de la Pequeña Empresa” (Carta de Feira), adoptada
en junio de 2000 por mandato del Consejo Europeo de Lisboa, los
Estados miembros se comprometieron a forjar un marco jurídico y
administrativo que propicie la actividad empresarial a través de una
puesta en marcha menos costosa y más rápida, ampliándose las
41
posibilidades de inscripción, en línea, en los registros.
https://www.boe.es/buscar/doc.php?id=BOE-A-2003-6586.
[19] Cfr. Reyes Villamizar, F., S.A.S. La sociedad por acciones
simplificada, cit., ps. 83 y 84.
[20] https://www.boe.es/diario_boe/txt.php?id=BOE-A-2013-10074
[21] Cfr. Ragazzi, G., “La Sociedad por Acciones Simplificada…”,
cit.
[22] Cfr. Ramírez, A., Sociedad por Acciones Simplificada, en
imprenta, ap. 5.1; “La autonomía de la libertad está dispuesta por la
ley al sostener que ‘los estatutos fijan las condiciones de dirección de
la sociedad’ (art. 227-5 Code de Commerce), por lo que es el tipo
societario francés con más flexibilidad (souplesse), conocido como
la sociedad contrato, teniendo solamente los límites del derecho
societario de fondo, como la protección del interés social, la
participación de los socios en los resultados y el tener como mínimo
un presidente que la represente”.
[23] Cfr. Reyes Villamizar, F., S.A.S. La sociedad por acciones
simplificada, cit., ps. 69/72, la ley francesa ha sido modificada en
1999, 2001, 2004, 2008, 2009, 2011 y 2012.
[24] “El adjetivo simplificado no significa que la nueva sociedad sea
en sí misma simple. Por el contrario, dejando una amplia iniciativa a
la voluntad de los accionistas, los obliga a un esfuerzo de imaginación
mayor que las estructuras restrictivas”, Le Cannu, P., “La S.A.S. dans
la concurrence des formes de sociétés”, en S.A.S.: questions
d’actualité, Bull. Joly 2008, § 54, p. 236 (cita de Ramírez, A.,
Sociedad por Acciones Simplificada, cit., ap. 3).
[25] Cfr. Ramírez, A., Sociedad por Acciones Simplificada, cit., ap.
5.1.
[26] Hadad, L., “La Sociedad por Acciones Simplificada y la
llegada…”, cit.
[27] Cfr. Ramírez, A., Sociedad por Acciones Simplificada, en
imprenta, ap. 5.1. Antes de ello, no resultaba extraño “que en los años
sesenta se sostuviera que el derecho societario era una rama muerta
académicamente” (con apoyo en Bayless, M., y Romano, R., “After
the Revolution in Corporate Law”, Yale Law & Economics Research
Paper No. 323, 9 de octubre 2005 y Elf Atochem North America, Inc.
v. Jaffari, Delaware Supreme Court, 1999, 727 A.2d 286, donde se
afirma que “se permite a los socios contratar entre ellos con una
libertad contractual sustancial para establecer las reglas que regirán
42
su relación”, siendo el estatuto “diseñado para permitir a los socios
máxima flexibilidad para celebrar un acuerdo que regule su relación
societaria”.
[28] Cfr. Ramírez, A., Sociedad por Acciones Simplificada, en
imprenta, ap. 5.1., con apoyo en Ribstein, L., “The Rise of the
Uncorporations”, Illinois Law and Economics Research Papers
Series, LE07-026, 2008, p. 5 y Reyes Villamizar, F., S.A.S.: La
Sociedad por Acciones…, cit., p. 62.
[29] Cfr. Ramírez, A., Sociedad por Acciones Simplificada, en
imprenta, ap. 5.1, con apoyo en Kobayashi, B. y Ribstein, L.,
“Delaware for Small Fry: Jurisdictional Competition for Limited
Liability Companies”, University of Illinois Law Review, vol. 2011,
n° 1, 2011; McCahery, J., Vermeulen, E., Hisatake, M. y Saito, J.,
“The New Company Law - What Matters in an Innovative
Economy?” (septiembre de 2006). ECGI - Law Working Paper No.
75/2006.
[30] Cfr. Ramírez, A., Sociedad por Acciones Simplificada, en
imprenta, ap. 5.1. A fines de 2016 existían 3.803.765 sociedades
registradas en el Reino Unido, de las cuales 3.524.747 eran Ltd.
https://www.gov.uk/g overnment /statistics/compa nies-register-
activ ities-statistical-re lease-20162017.
[31] https://www.gov. uk/topic/company-reg istration-filin g/forms

El régimen organicista en la S.A.S.

Sebastián Balbín

Las sociedades requieren instrumentar su funcionamiento regular a


través de un sistema que les es propio y que se estructura en torno a
órganos, a los que se les confía la realización de diversas tareas y
funciones necesarias para la consecución de sus fines. Estas pueden
ser, según el caso, imprescindibles (administrar, representar y
gobernar) o simplemente necesarias o convenientes (fiscalizar). El
organicismo no es otra cosa que la técnica que regula la expresión de
voluntad de las sociedades, en su ámbito interno y externo, o sea, el
43
régimen de imputabilidad al orden jurídico especial denominado
sociedad[1].

Aunque con características propias, las S.A.S. no escapan a esta regla


y también estructuran su marcha en torno a órganos. En tal sentido,
la LACE dispone para el caso la aplicación supletoria general de la
L.G.S., imponiendo a las partes la determinación en el instrumento
constitutivo de la estructura orgánica de la sociedad y demás normas
que rijan el funcionamiento de sus órganos (arts. 33, 36, inc. 7º; 49,
50, 51, 52 y 53 LACE) [2]. Pero, contrastada con la L.G.S., la
finalidad de la LACE con más las características exclusivas de la
S.A.S. afectan y modifican sustancialmente el tradicional
funcionamiento de los órganos de administración, gobierno y
fiscalización de los tipos regulados en aquella.

La organización jurídica interna de la S.A.S. es determinada por los


socios[3], según las normas de la LACE y el instrumento constitutivo,
siendo la supletoriedad de la L.G.S. en materia de estructura y
funcionamiento de aquellos directa, por lo que aun cuando una norma
de la L.G.S. se estime imperativa para un tipo regular, no lo es para
la S.A.S. ―respecto de la cual tiene carácter dispositivo―[4].

Al menos tres órganos son de carácter obligatorio en el caso de la


S.A.S.: administración, representación ―representante legal[5]― y
gobierno (arts. 40, 50, 51 y 53 LACE)[6]. Ello no impide la
posibilidad de establecer el funcionamiento de otros órganos sociales
que convivan con aquellos y a los cuales pueden también atribuirse
funciones antes reservadas con exclusividad a un órgano
determinado[7]. Incluso los socios pueden disponer la creación de
órganos con competencias superpuestas, ya que el instrumento
constitutivo debe completarse según lo requieran los accionistas y
debe ser flexible en su interpretación, tanto como flexibles son los
negocios[8].

1. La aparente ruptura del régimen organicista -


44
Del mencionado cambio de paradigma introducido por la LACE en
relación al derecho societario tradicional, con más la lectura de sus
arts. 49, 51 y 53, puede inferirse la producción de una equívoca
ruptura con el régimen organicista conocido ―en puridad sólo se
trata de su evolución―. Repárese en que la ley dispone que cuando
el instrumento constitutivo no estableciera la forma de designar al
representante legal, ello corresponderá a la reunión de socios “o, en
su caso, al socio único” y que en la S.A.S. con socio único “las
resoluciones del órgano de gobierno serán adoptadas por este”[9],
plazo durante el cual “este [el socio único] podrá ejercer las
atribuciones que la ley le confiere a los órganos sociales (…), incluida
la del representante legal”.

Una interpretación literal de estas normas pudiera llevar a la


confusión de considerar que, cuando el socio único realiza tareas y
funciones necesarias para la consecución de los fines sociales, no
actúa como órgano, produciéndose la sustitución de la voluntad social
por la suya, lo que conlleva la desaparición de los órganos
naturales[10]. Pero este fenómeno que es sólo aparente siquiera
resulta asimilable al que ocurre en las sociedades intuitu personae en
las que[11], dada su sencilla organización, la distribución de las
diferentes tareas se desdibuja[12]. En el caso de la S.A.S. de socio
único, si bien las resoluciones serán adoptadas por este (art. 53
LACE)[13], al igual que sucede en todo centro de imputación
normativo dotado de personalidad ―el órgano no es tal― no existe
identidad entre el ente y sus socios[14], aun cuando se tratara de uno
solo[15]. De allí que aun frente a tales supuestos, no desaparece la
hipótesis de conflicto de intereses entre el socio y la sociedad[16].

2. Ausencia de orden público e imperatividad normativa -

En términos generales, se denomina orden público al conjunto de


principios eminentes ―fundamentales― a los cuales se vincula y en
los cuales se cimienta la digna subsistencia de la organización social
45
establecida[17]. El llamado orden público societario no es una
especie de tal género ―orden público―, sino sólo una mera
categoría doctrinaria de reducido ámbito de aplicación y contorno
indefinido[18], tendiente a simplificar el estudio de la materia. A la
postre, su utilización resulta contraproducente[19], por cuanto no
existen normas de tal carácter en la L.G.S.[20], hecho que encuentra
su explicación en el interés particular que se persigue a través de un
instrumento de contenido estrictamente patrimonial ―el constitutivo
de la sociedad―, sumado a la especificidad de la materia
societaria[21]. Lo que la L.G.S. en oportunidades contiene son
normas imperativas[22], inderogables o indisponibles, destinadas a
la protección de derechos e intereses individuales, cuya violación no
acarrea una nulidad absoluta. “La inderogabilidad e indisponibilidad
contractual de las normas imperativas impone la renuncia in abstracto
a la protección de las mismas. Pero ante una resolución (…) contraria
a una norma imperativa, surge un derecho concreto de hacer valer
aquella protección. Este derecho es disponible por el sujeto
protegido: está en juego únicamente su particular interés referido al
caso concreto y podría renunciarlo o transar sobre él”[23].

La S.A.S. se caracteriza por su apertura en materia de contenidos y


formas[24], que la hacen de “entramado abierto en contraste con el
formato rígido e imperativo que ostentan los restantes [tipos]
denominados de capital”[25], erigiendo la regla de la autonomía de
la voluntad como eje del sistema[26]. Y es en razón de tal autonomía
que la imperatividad normativa societaria tradicional ―aquella
previa a la sanción de la LACE―, se ve reducida casi por completo
en el nuevo tipo. La cuestión, que en una primera instancia pudiera
llamar la atención, no resulta novedosa en derecho comparado[27] y
viene a acompañar un fenómeno tendiente a la simplificación y
flexibilización de las especies asociativas[28]. Así, en términos de
Reyes Villamizar[29], “uno de los aspectos principales del régimen
jurídico de la S.A.S. consiste en el alejamiento de las normas de orden
imperativo”[30]. Ello por cuanto la S.A.S. ha sido concebida como
una alternativa a la subsistencia de “…innúmeros preceptos que
restringen las posibilidades de negociación contractual (…)
[circunstancia] (…) patente en el ámbito específico de las sociedades
de capital (…) lo propio ocurre con las sociedades de responsabilidad
46
limitada, por cuya estructura legal se somete a los asociados a
múltiples e inconvenientes restricciones a la hora de redactar los
estatutos. Las reglas sobre pluralidad en las votaciones, cesión de
cuotas sociales, revisoría fiscal obligatoria y otros formalismos
inútiles son incompatibles con los elementos personalistas propios de
las sociedades de carácter cerrado”. En este sentido, las disposiciones
de la ley 1258 colombiana ―uno de los antecedentes directos de la
LACE en su parte pertinente― “tiene un carácter eminentemente
dispositivo, de manera que pueden ser reemplazadas por otras
previsiones pactadas por los accionistas”[31].

Sólo en ausencia de pacto expreso de las partes se aplica, de manera


supletoria, la regla legal y según la prelación antes referida[32]. Es a
los socios, y no a la ley, a quienes corresponde definir el perfil y
detalles organizativos de la modalidad empresaria cuyo vehículo es
la S.A.S.[33]. Así, el modelo impuesto por la LACE, flexible en
contraposición con el rígido esquema normativo de tipos previsto en
la L.G.S.[34], sólo encuentra su límite a frente la comisión de abusos,
fraude o la mala fe en el ejercicio de los derechos previsto en el
Capítulo 3 del Título Preliminar del Código Civil y Comercial[35].
Probablemente esta libertad dará lugar a instrumentos constitutivos
de mayor o menor sofisticación, atendiendo a la dificultad del
negocio tenido en cuenta por las partes, y a modo de evitar los
conflictos que de una reglamentación deficiente ―y la consecuente
aplicación de leyes supletorias― pudieran derivarse[36]. Un
instrumento constitutivo que todo lo previera estaría exento de toda
remisión a la L.G.S., no siendo por ello, no obstante, sus previsiones
normas imperativas contractuales en sentido técnico[37], ya que tal
clase de norma resulta contraria a la finalidad de la S.A.S. (no aplican
para el tipo, sin perjuicio de que prohibiciones consagradas en el
instrumento constitutivo tengan un efecto práctico similar).

3. Invasión de competencias orgánicas -

Ninguno de los órganos sociales cuenta con capacidad, la que está


reservada al ente, sino con una mera competencia funcional,
47
entendida como la medida del poder jurídico de su actuación. Es la
ley[38], o el arbitrio de los socios consagrado en el instrumento
constitutivo para el mejor desarrollo de las finalidades de la
sociedad[39], lo que determina sus alcances. La imposibilidad de
intromisión de un órgano en la esfera de actuación de otro, propio de
la L.G.S.[40], cede en cambio en la S.A.S. En esta, las competencias
asignadas resultan abiertas a la voluntad de los suscriptores del
instrumento constitutivo ―socios―, quienes pueden determinarlas
libremente sin mayores cortapisas que las de la propia LACE,
pudiendo incluso superponer sus tareas de encontrarlo de utilidad.
Así, para el tipo, los órganos sociales tendrán el diseño y competencia
que los contratantes les asignen, de tal modo que podría ponerse en
cabeza del de administración la tarea de distribuir dividendos, de fijar
su propia remuneración o de intervenir en cualquier otra materia que
en la L.G.S. se encuentre reservada al órgano de gobierno[41], ello
sin mayores limitaciones en cuanto a materia y contenido[42]. La
única restricción a la libertad en la determinación de competencias
parecería encontrarse en la decisión de disolución anticipada de la
sociedad, y que el art. 55 LACE equívocamente parece reservar a la
reunión de socios.

Notas -

[1] Cfr. Colombres, G., Curso de Derecho Societario, Abeledo-


Perrot, Buenos Aires, 1972, p. 143.
[2] Cfr. Nissen, R., La sociedad por acciones simplificada (S.A.S.).
El aporte societario del neoliberalismo o las sociedades off shore
argentinas, Fidas, Buenos Aires, 2018, p. 122.
[3] Se ha considerado a la S.A.S. como un ente “libre de los requisitos
de tipicidad en la organización interna”. Hers, L., “La S.A.S., una
futurista Societas Romana”, cit., elDial.com DC2323.
48
[4] “Esto deriva en una consecuencia casi axiomática: el acto
constitutivo no sólo puede expresamente descartar su aplicación sino
regular las cuestiones implícitas de manera distinta”. Villanueva, J.,
“La sociedad por acciones simplificada y la autonomía de la
voluntad…”, cit.
[5] Sobre los alcances de esta consideración del representante legal
como órgano, véase Capítulos IV, VIII, ap. 1.4,Ancla y XV, ap. 1.1.
[6] Cfr. Villanueva, J., “La sociedad por acciones simplificada y la
autonomía de la voluntad…”, cit.
[7] Cfr. Reyes Villamizar, F., S.A.S. La sociedad por acciones
simplificada, cit., ps. 237/238, quien para la ley colombiana y en
particular para el órgano de gobierno, refiere “…el art. 14 de la Ley
S.A.S. es una regla de carácter supletorio de la voluntad de las partes.
Es decir, es viable que la asignación de funciones de la sociedad se
realice en forma diferente, de modo que puedan atribuírseles parte de
sus facultades a juntas directivas o representantes legales”.
[8] Schneider, L., “El contexto empresarial de la ley de Sociedades
por Acciones Simplificada”, cit.: “si todos los contratos son
incompletos, el contrato de sociedad es el contrato incompleto por
excelencia (…) el entorno en el que se va a ejecutar el contrato es de
una extraordinaria complejidad y difícilmente previsible, de manera
que la redacción de un contrato completo deviene una posibilidad
muy poco eficiente”.
[9] Similar previsión contienen la ley francesa L. 227-9, inc. 3º, Cód.
Com., la ley colombiana 1258, art. 37, y la Ley Modelo de la OEA
sobre Sociedad por Acciones Simplificada, 14/6/2017, art. 17.
[10] En comentario a este aparente fenómeno, véase Nissen, R., La
sociedad por acciones simplificada…, cit., ps. 124/125: “ello
significa que durante ese período el único socio temporal podrá
asumir las funciones que les corresponden a los órganos de
administración y de gobierno, con excepción del órgano de
fiscalización, el cual, y utilizando la misma terminología legal,
resulta manifiestamente incompatible con la actuación del único
socio que, por obviedad, no podría controlarse a sí mismo”. Y
respecto de la representación del ente, para el mismo autor, “…no
queda claro qué es lo que quiere expresar el legislador cuando
autoriza al socio único (…) a asumir, entre otras, las funciones que la
ley le confiere a los órganos sociales, ‘incluida la de representante
legal’, lo que daría apoyo a la crítica sostenida por parte de calificada
49
doctrina, que entiende que (…) el representante legal puede no
integrar el órgano de administración, tesis […que…] ha sido
descartada en la Resolución General de la Inspección General de
Justicia 6/2017 (…) nuestra legislación no admite la representación a
cargo de un órgano independiente al de administración”.
[11] Modo en que la doctrina denomina al grupo de sociedades
contrapuesto al de capital, y en las que el elemento personal de su
organización resulta ser distintivo. Cfr. Ripert, G., Tratado elemental
de Derecho Comercial. Sociedades, Buenos Aires, 1954, t. II, n° 614,
p. 41.
[12] Autorganicismo de estructura simple en el que el carácter de
órgano corresponde indistintamente a cualquiera de los socios que
actúan de manera directa como si fueran la sociedad. Cfr. Otaegui, J.,
Administración societaria, Ábaco, Buenos Aires, 1979, p. 49;
Gagliardo, M., “Asamblea nula (quorum ficto y deliberación
inexistente)”, JA, 2000-II-709.
[13] Norma que ha sido considerada innecesaria y redundante. Cfr.
Nissen, R., La sociedad por acciones simplificada…, cit., p. 253;
Abdala, M., “Análisis del proyecto de ley de sociedad por acciones
simplificada”, LL, 2017-A-948, cita online AR/DOC/265/2017.
[14] Con independencia de la eventual existencia de una pluralidad
de socios, se trata de un tipo societario de estructuración simple. Cfr.
Nissen, R., La sociedad por acciones simplificada…, cit., p. 253.
[15] Sánchez Herrero, P., “Sociedad por acciones simplificada”, en
Tratado de Derecho Civil y Comercial, t. IX, Sánchez Herrero, A.
(dir.), La Ley, 2017, p. 1038.
[16] Scheider, L., “El quiebre de paradigmas tradicionales que
propone la sociedad unipersonal”, LL, 6/12/2018,
AR/DOC/2626/2018.
[17] Cfr. Llambías J., Tratado de derecho civil. Parte general, t. II,
15ª ed., Abeledo, Buenos Aires, 1993, ps. 158 y 163.
[18] Así, siguiendo a Bakmas, en el campo del derecho público
societario podemos distinguir un principio de derecho privado rector,
la autonomía de la voluntad y la libertad de contratar: ambos de
interés público y rango constitucional. Bastaría identificar el otro
objeto de interés público cuyo desconocimiento afectaría el orden
público, para, sopesando ambos términos de la ecuación, determinar
la razonabilidad del sacrificio del primero en aras del segundo. Cfr.
Bakmas, I., “Sociedades anónimas y orden público. La normativa
50
constitucional. Las sociedades cerradas”, LL, 2001-F-1448.
[19] El denominado orden público societario conformó “una
alambicada estructura denominada tipicidad, interpretaciones
protectoras en torno a la función de garantía del capital social y su
funcionalidad en relación al objeto societario, con arraigado
predicamento en jurisprudencia y doctrina nacional, amplia
participación de la autoridad pública, en su doble función registral y
de fiscalizador, y el poder judicial en su carácter de árbitro de
impugnaciones y proveedor de respuestas siempre tardías. El
resultado fue un marco siempre insuficiente para prevenir y resolver
el conflicto societario. La sociedad de capital resultó un instituto con
barreras de salida más altas que un matrimonio, y un elenco de
alternativas para preservar el valor de la participación a la hora de la
disolución parcial, que no cumplió con la función de incentivo al
financiamiento industrial, ni las expectativas de los inversores u
operadores jurídicos embarcados en él”. Cfr. Hers, L., “La S.A.S.,
una futurista Societas Romana”, cit.
[20] Cfr. Rovira, A., “Necesaria reforma integral de la Ley General
de Sociedades. Régimen de sociedad anónima simplificada”, LL,
2016-F-515. En contra, véase Martorell, E. y Delellis, M., “La
sociedad anónima simplificada (S.A.S.) ante el derecho del trabajo.
Problemática”, ED, LVI-227.
[21] Cfr. Bazán, J., “Acerca de las nulidades asamblearias, del
derecho societario y del orden público”, trabajo inédito difundido en
el marco de las VI Jornadas Nacionales de Institutos de Derecho
Comercial, 1998; Fargosi, H., Temas de derecho societario, ciclo
mesas redondas, edición del Colegio de Abogados de Capital Federal,
1990, p. 18; Bakmas, I., “Sociedades anónimas…”, cit.; Colombres,
G., “El orden público en el Código de Comercio”, JA, 1964-II-28.
Ello sin perjuicio de que alguna doctrina propone la existencia en la
L.G.S. de previsiones legales que hacen al orden público, si bien con
diferencias en cuanto a las mismas y sus alcances. Cfr. Halperín, I. y
Otaegui J., Sociedades anónimas, Depalma, Buenos Aires, 2000, p.
756; Otaegui, J., Invalidez de actos societarios, Ábaco, Buenos Aires,
1978, ps. 395 y 421; Manóvil, R., “Impugnación de resoluciones
asamblearias violatorias de normas de orden público y de normas
imperativas: una imprescindible distinción”, V Congreso de Derecho
Societario, t. II, Advocatus, Córdoba, 1992, p. 305.
[22] Entre leyes de orden público y normas imperativas no existe
51
identidad conceptual, las que trasuntan una formalidad lógica
diferente. Cfr. Llambías, J., Tratado…, Parte General, t. I, ps. 162 y
163.
[23] Manóvil, R., “Impugnación de resoluciones…”, cit., p. 305.
[24] Principio rector del proyecto de Guía Legislativa de la Entidad
de Responsabilidad Limitada de la CNUDMI (ERL-CNUDMI), o
UNLLO por sus siglas en inglés (United Nations Limited Liability
Organization), seguido por la S.A.S. argentina. Cfr. Ramírez, A., “La
Entidad de Responsabilidad Limitada de UNCITRAL…”, cit.
[25] Duprat, D., “Sociedades por acciones simplificadas”, cit.;
Sánchez Herrero, P., “Sociedad por acciones simplificada”, cit., t. IX,
p. 1005.
[26] Cfr. Pérez Hualde, F., “La autonomía de la voluntad como nota
tipificante…”, cit.; Ragazzi, G., “La Sociedad por Acciones
Simplificada…”, cit.; Barreiro, M., “El nuevo paradigma del derecho
societario”, cit., p. 116; Van Thienen, P. y Di Chiazza, I., “Sociedad
por acciones simplificada y supletoriedad de la ley general de
sociedades”, cit.; Duprat, D., “Sociedades por acciones
simplificadas”, cit.; Prono, P., “Capital, aportes y acciones…”, cit.;
Suárez, S., “La sociedad por acciones simplificada…”, cit.; Cfr.
Mirkin, G., Rodríguez Aquarone, P. y Umaschi, D., “La S.A.S.
Efectos de la muerte de un socio durante el plazo de prohibición para
transferir acciones”, Revista del Notariado n° 929, 1/9/2017, IJ-
CDLXXXIV-756. Id. Périn, P. ―en cita de Reyes Villamizar, F.,
S.A.S. La sociedad por acciones simplificada, cit., p. 124―: “es el
modo de organización interna lo que le confiere a la S.A.S. su
originalidad en relación con la prevista para los demás tipos de
compañía. La sociedad por acciones simplificada es una forma
liberalizada de persona jurídica que conjuga el poder financiero de
las sociedades por acciones con una gran autonomía para la
organización de sus poderes internos”.
[27] Cfr. Hadad, L., “La Sociedad por Acciones Simplificada y la
llegada…”, cit., quien señala que en Francia la principal necesidad de
cambios en el derecho societario se daba en virtud del exceso de
normas imperativas de la ley de 1966 (justificado entonces por
tendencias políticas, económicas y sociales centralistas y dirigistas,
en que cada detalle sobre el funcionamiento de la sociedad estaba
reglado en la ley). “Ya para el año 1996, el primer ministro francés
entendía que la tendencia cultural había sido modificada por la
52
voluntad de acrecentar la libertad de los agentes del derecho para
obtener la mejor organización de sus negocios. El concepto fue
otorgar mayor libertad contractual a fin de permitir la adaptación de
las empresas a los cambios económicos y sociales de la actualidad, y
es desde dicha perspectiva que se buscó actualizar o brindar nuevas
estructuras societarias como las sociedades por acciones
simplificadas”.
[28] Cfr. Vergara, N., “Las sociedades por acciones simplificadas en
la Argentina”, cit., quien cita la legislación de Delaware y su
expansión a otros estados de EE.UU., la ley chilena 20.190, la
colombiana 1258 y la mexicana de 2016 (esta última sin mayor
suerte) y diversas sentencias de la Corte Europea de Justicia, que
generaran a su vez un gran número de reformas en las leyes
societarias europeas, en lo que se denominara “efecto Delaware”
(todo ello con apoyo en Reyes Villamizar, F., Análisis económico del
derecho societario, Legis, Bogotá, 2013, 2ª ed., p. 112).
[29] Superintendente de Sociedades de Colombia, autor del proyecto
―posterior ley― sobre S.A.S. colombiana de 2008, quien cita como
uno de los primeros antecedentes la Model Business Corporation Act
estadounidense, adoptada por la Conferencia Nacional de
Comisionados para la Redacción de Leyes Uniformes de 1928, cuya
exposición de motivos refiere al esfuerzo hecho “para evitar normas
legales imperativas relacionadas con asuntos concernientes a la
gestión interna de la sociedad”. Véase S.A.S. Sociedades por
acciones simplificada, 4ª ed., Legis, Bogotá, 2018, ps. 124/125.
[30] Reyes Villamizar, F., S.A.S. La sociedad por acciones
simplificada, cit., p. 235; p. 238.
[31] Ídem, ps. 124/125 y 126 (en cita a Mendoza Ramírez).
[32] Cfr. Vergara, N., “Las sociedades por acciones simplificadas en
la Argentina”, cit., quien resalta el principio de la autonomía de la
voluntad respecto al funcionamiento de la sociedad y de sus órganos
sociales, que funcionarán de conformidad con las normas previstas
en la LACE y en el instrumento constitutivo, y sólo supletoriamente
por las disposiciones de la L.G.S. En idéntico sentido, art. 45 de la
ley 1258 S.A.S. colombiana, que aplica en primer lugar las normas
de la ley S.A.S., en segundo término las disposiciones contenidas en
los estatutos, en tercer lugar las reglas de las S.A., y en última
instancia y en cuanto no resulten contradictorias, las normas para los
demás tipos previstos en el Código de Comercio. Cfr. Reyes
53
Villamizar, F., S.A.S. La sociedad por acciones simplificada, cit., p.
127.
[33] Barreiro, M., “El nuevo paradigma del derecho societario”, cit.,
p. 116. Miguel, L., “Las S.A.S.: una oportunidad…”, cit., considera
a la S.A.S. como un nuevo tipo societario donde la autonomía de la
voluntad está llamada a jugar un rol estratégico y preponderante en
el diseño de nuevas cláusulas asociativas, por sobre las normas
imperativas de la L.G.S.
[34] La S.A.S. es una respuesta a la demanda de antigua data de los
emprendedores, ante la insuficiencia de las formas o tipos regulados
en la L.G.S. y frente a las nuevas expresiones de formas empresarias
que requieren marcos normativos más dinámicos, menos rígidos y
plazos de inscripción abreviados. Cfr. Exposición de Motivos LACE.
[35] Barreiro, M., “El nuevo paradigma del derecho societario”, cit.,
p. 118.
[36] Cfr. Reyes Villamizar, F., S.A.S. La sociedad por acciones
simplificada, cit., ps. 127/128, con apoyo en Sanín Bernal, I.
(Colombia), Bainbridge, S., Solomon., L., y Palmiter, A. (EE.UU.),
Guyon, I., Azarían, H., y Moulin, J. (Francia).
[37] Aquellas que, insertas en el contrato constitutivo, no pueden ser
suprimidas durante la duración del ente, por fijar una nota peculiar y
constante del tipo. Cfr. Colombres, G., Curso de Derecho…, cit., p.
93.
[38] Cfr. Suárez Anzorena, C., “Competencia del directorio en la
sociedad anónima nacional”, RDCO 1982-15.
[39] Cfr. Galgano, F., Derecho Comercial ―Las Sociedades―, vol.
II, Temis, Bogotá, 1999, p. 329.
[40] La que no importa una posición de predominio o subordinación
sino que hace a un funcionamiento orgánico armónico. Cfr. Halperín,
I. – Otaegui, J., Sociedades Anónimas, cit., ps. 209 y 210.
[41] Cfr. Villanueva, J., “La sociedad por acciones simplificada y la
autonomía de la voluntad…”, cit.
[42] En contra de la ilimitación y de la no aplicabilidad de la L.G.S.,
ver Villanueva, J., “La sociedad por acciones simplificada y la
autonomía de la voluntad…”, cit., en caso i) de las normas de la
L.G.S. que regulan conflictos de intereses y las que reconocen al
socio el derecho de aprobar, impugnar y adoptar cualquier resolución
respecto de los estados contables (arts. 239, 241, 248, 271, 272, 69).
También en contra de asignar competencia para modificar el
54
instrumento constitutivo a otro órgano que no sea la reunión de socios
―por considerar que la cuestión afecta el orden público―, véase
Perciavalle, M., S.A.S. Ley Comentada de las Sociedades por
Acciones Simplificadas, Erreius, Buenos Aires, 2018, p. 168.

Normativa aplicable

Sebastián Balbín

El art. 33 se integra con los arts. 35 y 36 LACE, de modo que cuando


aquel dispone la creación de la S.A.S. con el alcance y las
características previstas en la ley 27.349, incluye de manera directa a
las cláusulas legales o voluntarias del instrumento constitutivo, de
aplicación preferente al régimen accesorio de la L.G.S.[1] ―el art.
49 LACE remite supletoriamente para el funcionamiento de los
órganos sociales a las normas de la S.R.L. y las disposiciones
generales de la L.G.S.―. De esta forma, el orden de prelación
normativa en el caso de la S.A.S. es el siguiente:

i) normas no disponibles de la ley 27.349 ―LACE―;

ii) las disposiciones del instrumento constitutivo, donde prima la


apertura en materia de contenidos y formas[2], circunstancia que
impacta directamente sobre la articulación de la organización interna
de la S.A.S.[3], de manera contrapuesta a lo que sucede con el sistema
de la L.G.S. y su recurrente imposición de patrones de conducta[4];

iii) supletoriamente, para el caso de ausencia de previsiones en el


instrumento constitutivo, primero se regirá por las normas de la
S.R.L. y luego por las demás disposiciones generales de la L.G.S., en
el orden y con el alcance que los arts. 33 y 49 LACE determinan. En
punto a la remisión que por defecto efectúa la LACE al régimen de
la S.R.L., el legislador ha pretendido aprovechar la mayor

55
flexibilidad y el tinte personalista de su organización[5], alejado de
la más compleja estructura de la S.A. y sus rígidas normas de
funcionamiento[6]. Y si bien la referida supletoriedad de la L.G.S. en
materias tales como la configuración y articulación de los órganos
sociales es en apariencia [también] directa (art. 49 LACE), lo que no
sucede con las demás cuestiones, “no deja de ser supletoria, de lo que
deriva que, aun cuando las normas de la L.G.S. que se estimen
aplicables sean allí imperativas, aquí no lo son: son supletorias, lo
cual exhibe con notoriedad su carácter dispositivo. Esto deriva en una
consecuencia casi axiomática: el acto constitutivo no sólo puede
expresamente descartar su aplicación, sino regular las cuestiones
implícitas de manera distinta”[7]. Asimismo, cabe recordar que el
empleo supletorio de la L.G.S. a la S.A.S., además, viene impuesto
únicamente para supuestos en que sus normas concuerden con los
postulados y finalidad de la LACE. Esto “genera una limitación en la
aplicación del ordenamiento societario general, sin perjuicio de que
el art. 150 del Cód. Civil y Comercial dispone un orden de prelación
en la aplicación de las normas y en el cual la prevalencia de las
normas imperativas se impone por sobre las del contrato o el
reglamento”[8]. Por tanto, dentro de las escasas normas de la L.G.S.
aplicables a la S.A.S. pueden enumerarse aquellas referidas a los
efectos de la inscripción registral y su regularidad, los regímenes de
nulidad e inoponibilidad, la Sección IV[9], las reglas sobre la
diligencia del administrador (art. 52 LACE), las previsiones sobre
reorganización societaria, intervención judicial, sociedades
extranjeras y reglas para la disolución y liquidación (arts. 55 y 56
LACE)[10]; y

iv) por las normas del Código Civil y Comercial previstas para
personas jurídicas privadas, en cuanto fueran de aplicación (su art.
150)[11].

1. Libertad contractual como eje del sistema. Apartamiento de la


L.G.S. -

56
Por sobre lo dicho en cuanto a las competencias orgánicas, en razón
de la autonomía de la voluntad que incardina el sistema normativo de
la S.A.S., los socios tienen amplia libertad para disponer aquello que
atienda mejor los intereses del negocio que emprenden. Según se
refiriera, mediando previsión en el instrumento constitutivo, aquellos
pueden apartarse de las disposiciones de la L.G.S.[12], en particular
las enumeradas en su art. 13 ―cláusulas leoninas―[13], por resultar
contrarias a la finalidad de la LACE e injustificadamente tuitivas y
consagratorias de una capitis diminutio reputada irrenunciable,
propia de ordenamientos decimonónicos en materia mercantil. De
modo que el instrumento constitutivo podrá disponer libremente que
algunos de los socios reciban todos los beneficios, o que se los
excluya de ellos, o que ninguno lo haga, o que a los socios inversores
se les restituyan los aportes con un premio designado, o con sus
frutos, o con una cantidad adicional, haya o no ganancias, o que se
permita la determinación de un precio para la adquisición de la parte
de un socio por otro que se aleje notablemente de su valor real al
tiempo de hacerla efectiva. Puede incluso disponerse la renuncia a
impugnar estados contables, o prohibirse cualquier forma de receso,
o preverse la exclusión del socio, y toda otra cuestión que mejor
atienda los intereses de los contratantes. ¿Es que acaso corresponde
al legislador evaluar las razones que llevan a sujetos libres y capaces
a contratar en búsqueda de algo que estos ―y no el legislador― han
estimado ventajoso? Máxime cuando el ejercicio de su libertad no
acarrea perjuicio a terceros, desde que estos no han dispuesto de sus
derechos como sí lo han hecho los socios[14].

Empero, esta libertad ―que se resume en la posibilidad de disponer


de las normas que la L.G.S. establece para los tipos en esta
regulados― encuentra un límite en los principios generales
dispuestos en el Código Civil y Comercial para el ejercicio de los
derechos, y que sujetan la conducta deAncla las partes a la buena fe
y a su protección frente al abuso del derecho (arts. 9º, 10, 11, 12 13 y
14). “Esto significa en términos prácticos que la negociación,
celebración, interpretación, ejecución y conclusión de contratos,
entre otros ejemplos, quedan sujetos inexorablemente a los principios
citados sin necesidad de otras normas específicas”[15].

57
Notas -

[1] Ragazzi, “La Sociedad por Acciones Simplificada…”, cit.


[2] Característica saliente del tipo y que lo hace elástico en
comparación con el formato exacto e imperativo de los restantes tipos
de sociedades de capital, primando en las S.A.S. la regla de la
autonomía de la voluntad como eje del sistema. Cfr. Ramírez, A., “La
Entidad de Responsabilidad Limitada de UNCITRAL…”, cit.;
Duprat, D., “Sociedades por acciones simplificadas”, cit.; Pérez
Hualde, F., “La autonomía de la voluntad como nota tipificante…”,
cit.; Ragazzi, G., “La Sociedad por Acciones Simplificada…”, cit.;
Prono, P., “Capital, aportes y acciones…”, cit.; Hadad, L., “La
Sociedad por Acciones Simplificada y la llegada…”, cit.
[3] El mayor grado de libertad contractual para definir derechos y
obligaciones facilita su expansión y promueve la inversión. Cfr.
Reyes Villamizar, F., Análisis económico del derecho societario, 2ª
ed., Legis, Bogotá, 2013, p. 112.
[4] “Pero, ¿era necesario crear un nuevo tipo societario por fuera de
la Ley General de Sociedades? Parecería que sí […dado que…] la ley
19.550 tiene una fuerte impronta imperativa, propia de su época y del
afán regulatorio del Estado, creadora de un sistema general que (…)
pretende imponer al usuario un régimen acabado y cerrado, y que ha
generado dogmas (…) difíciles de aventar en supuestos en los que el
operado económico necesite de otras soluciones”. Cultraro, G., “El
régimen de contrato de trabajo…”, cit., p. 164.
[5] Villanueva, J., “La sociedad por acciones simplificada y la
autonomía de la voluntad…”, cit.
[6] El legislador desechó la posibilidad de imponer a la S.A.S.
derechamente el régimen de sociedad de responsabilidad limitada,
optando en cambio por valerse en parte de su estructura, más simple
58
que la de la S.A. pero “aprovechando la practicidad de este último
tipo societario otorgado por un capital representado por acciones (…)
regulando de un modo más detallado el régimen de transferencia de
las mismas, proveyendo la posibilidad de que se restrinja su
transferibilidad para dotar de la posibilidad que los socios le
impriman un grado personalista superlativo”. Rovira, A., “Necesaria
reforma integral…”, cit.
[7] Villanueva, J., “La sociedad por acciones simplificada y la
autonomía de la voluntad…”, cit.
[8] Ragazzi, “La Sociedad por Acciones Simplificada…”, cit.
[9] En contra, Marzorati, O., “La renovación societaria…”, cit. y
Carlino, B., “Las fronteras de la Sociedad por Acciones
Simplificada”, cit.
[10] Cfr. Ragazzi, “La Sociedad por Acciones Simplificada…”, cit.
[11] Cfr. Schneider, L., “El contexto empresarial de la Ley de
Sociedades por Acciones Simplificada”, cit.
[12] El contenido imperativo de la L.G.S. como freno de la actividad
económica es una cuestión de vieja data que la LACE , en sintonía
con la normativa contemporánea en materia de sociedades, procura
solucionar. Así, para la L.G.S. y ya en 2005, Fridman concluía que
“la interpretación de la ley de sociedades denota una tendencia al
formalismo, a la rigidez y a la imperatividad de sus normas que, en
lugar de brindar la flexibilidad necesaria para que ellas permitan dar
solución a un mayor número de situaciones, la han convertido en un
instrumento rígido y autoritario. La imperatividad de las normas de
la ley, al no estar expresada por el legislador, deberá resultar de la
interpretación restrictiva de los jueces cuando ello corresponda. El
derecho societario debe limitarse a establecer las normas que
regularán los derechos entre los socios, la sociedad y los terceros,
dentro de los principios del sistema político y económico adoptado
por la Constitución. La estructura de la sociedad cerrada plantea
problemas muy distintos a los existentes en las sociedades abiertas,
que no se pueden resolver dentro de estrictas normas de orden público
pensadas para estas últimas. Es por ello que, al analizar la
imperatividad de las normas se debe ante todo precisar el sujeto al
cual se aplicará la norma indicando en cada caso si se está hablando
de sociedades anónimas abiertas o cerradas. Si bien el gran poderío
económico justifica el interés del Estado, el mismo está relacionado
no con el contrato social sino con la actividad económica. Por lo tanto
59
no es fundamento apto para suprimir la autonomía de la voluntad de
los socios en la conformación del estatuto social, ya sea que se trate
de sociedades abiertas o cerradas. La comunidad científica intenta
cambios que están partiendo de un amplio debate con la finalidad de
alcanzar un gran consenso, a efectos de modernizar el sistema
asociativo, marchando desde la concepción de una estructura con
bases simples en las que se puedan desarrollar relaciones de
colaboración estables y con una gran libertad de organización del
andamiaje interno de la sociedad”. Fridman S., La autonomía de la
voluntad y el orden público societario, Universidad Nacional del
Nordeste, Comunicaciones Científicas y Tecnológicas 2005,
http://www.unn e.edu.ar/unne vieja/Web/cyt/c om2005/1 -Sociale
s/S-007.pdf.
[13] En doctrina son conocidas como cláusulas leoninas. Este tipo de
previsiones procuran evitar que se vulnere el principio distributivo
consagrado en el art. 1º L.G.S. y resguardan la vocación del contrato
social de observar siempre la igualdad entre los socios como
elemento esencial del contrato. Cfr. Zaldívar, E., Manóvil, R.,
Ragazzi, G., San Millán, C. y Rovira, A., Cuadernos de derecho
societario, vol. I, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1978, n° 5.6.2, p.
100. Importan una limitación a la autonomía de la voluntad en
procura de evitar la desnaturalización del contrato y la pérdida de
equilibrio que debe primar en el mismo. Cfr. Stordeur, E., Manual de
derecho societario, Ad-Hoc, Buenos Aires, 2002 p. 77.
[14] “Toda norma pensada por el legislador para proteger
exclusivamente al socio puede ser inmolada en el altar de la libertad
contractual y dejar paso a lo que se convenga en contrario.
Recíprocamente, toda norma pensada en protección de los terceros
acreedores sociales no puede ser contrariada por cláusula estatutaria
alguna”. Perciavalle, M., S.A.S. Ley Comentada de las…, cit., p. 20.
Cfr. Villanueva, J., “La sociedad por acciones simplificada y la
autonomía de la voluntad…”, cit.
[15] Cfr. Coste, D. - Botteri, J., “Los límites de la autonomía de la
voluntad en las S.A.S.”, inédito.

Derechos de los socios

60
Sebastián Balbín

La doctrina suele referir al conjunto de derechos y obligaciones del


socio bajo el equívoco término de “estado de socio”[1], una suerte de
prius de relaciones jurídicas derivadas de una situación preliminar[2],
que cobija y combina ―a grandes rasgos― relaciones de ejercicio
continuado entre diversos sujetos ―los socios―, entre estos y el
ente[3] y, en ocasiones, respecto de terceros. Se alude así a un tipo de
matriz sobre la que se miden derechos y obligaciones, para señalar la
posición en que el socio se encuentra frente a la sociedad como titular
de una serie de aquellos[4], y las consecuencias que tal posición
genera. En definitiva, todos los derechos, facultades y poderes del
socio emanan de su cualidad de tal[5], por lo que si resultara privado
de la misma se rompería el vínculo con el ente, convirtiendo al sujeto
en un tercero. Incluso, la supresión de alguno de los atributos propios
de su carácter importa tanto como destituirlo del grado de socio (o
sustraerle sus derechos societarios[6]).

Los socios de la S.A.S. sujetan el alcance, ejercicio e intensidad de


sus derechos y obligaciones a las normas de la LACE y las
previsiones del instrumento constitutivo, lo que los hace negociables
dentro de los límites que el Código Civil y Comercial fija para el
ejercicio de los derechos (buena fe y protección de las partes frente
al abuso del derecho, arts. 9º, 10, 11, 12 13 y 14)[7]. Atendida tal
restricción, los derechos a la información, al dividendo, a acrecer, de
receso y todo otro, quedan deferidos a lo que se establezca en el
instrumento constitutivo y sus modificaciones o, en su caso, en las
condiciones de emisión de las acciones[8], pudiendo ser
reglamentados e incluso, en oportunidades, suprimidos[9].

1. Información -

61
El derecho a la información permite al socio tener noticia del
desenvolvimiento del ente, ya sea mediante la solicitud ocasional de
datos, la inspección de libros y documentos sociales o del
requerimiento de aclaraciones a los administradores[10]. Es un
derecho instrumental, en tanto permite a sus titulares conocer el
devenir societario para evaluar la conducta de socios,
administradores y fiscalizadores y para ejercer otros derechos tales
como los de voto, suscripción preferente, impugnación de los
acuerdos sociales, razonabilidad del dividendo y extensión de la
cuota de liquidación, etc.[11]. Su ejercicio, además, tutela el interés
de la sociedad en salvaguardia de su recto funcionamiento (opera
como medio a través del cual el socio participa en los órganos
sociales)[12].

La intervención del socio debe ser ejercida de manera social, sincera


y no abusiva[13]. Su límite está dado por el art. 10 del Cód. Civil y
Comercial y el derecho al secreto, por cuanto la potestad del socio no
es amplísima e ilimitada y se regula en base al funcionamiento de la
empresa de manera que no resulte obstructiva[14], ya que del
ejercicio irrestricto del derecho a informarse no puede derivarse un
perjuicio al ente[15]. Así, la posibilidad de que de las indagaciones
del socio pudiera derivarse la divulgación no querida de secretos
comerciales de la sociedad ―lo que atenta contra su marcha y
repercute sobre sus ganancias―, resulta un límite para su ejercicio,
cuyos guardianes son en primera instancia administradores y
síndicos, y, en último lugar, los propios socios[16].

Para los tipos regulares contemplados en el Capítulo II de la L.G.S.,


el derecho de información no sólo halla su causa en el propio contrato
plurilateral de organización, sino también en la raíz de su art. 1º, por
lo que se ha sostenido que cuenta con una naturaleza jurídica propia
que lo hace fundamental, permanente e inderogable, aun cuando
puede ser reglamentado[17]. En cambio, la LACE no contiene
normas referidas al derecho de información, por lo que el instrumento
constitutivo de la S.A.S. puede regular ampliamente su ejercicio,
limitándolo e incluso suprimiéndolo ―cuanto menos respecto de
determinados datos―[18]. Aun cuando se omitiera pautar su
62
práctica, tampoco resulta aceptable la evaluación individual y
discrecional por el socio de los negocios, por resultar ello contrario a
la finalidad de la LACE y al marco legal dispuesto para la S.A.S.,
más aún si el instrumento constitutivo prevé la presentación periódica
para su tratamiento de los estados contables o de información referida
al negocio.

2. Voto -

El voto no es una potestad del socio, sino un derecho subjetivo


atribuido en su propio interés[19], y que en el caso de la S.A.S. sólo
corresponde a aquel a quien el instrumento constitutivo se lo hubiera
otorgado y según las previsiones y alcances del mismo. Se trata de
una declaración de voluntad individual no recepticia, destinada a
unirse con las de otros socios para conformar un acuerdo colectivo
que exprese la voluntad social[20], y cuyo sentido no habrá de ser
siempre igual: varía según la valoración subjetiva del votante frente
a cada requerimiento sobre el que deba expedirse[21]. Su ejercicio,
que implica el derecho de participar de las reuniones de socios, debe
ser practicado socialmente y no para la satisfacción de intereses
particulares[22], extraños a las causas invocadas en el instrumento
constitutivo[23], lo que no significa que el voto no sea negociable[24]
―de la suscripción del instrumento constitutivo o de un acuerdo de
sindicación de sus acciones no resulta otra cosa que un negocio―, en
tanto no se haga en perjuicio del interés social[25].

2.1. Voto y prenda de acciones

Los titulares de acciones pueden constituir una prenda sobre aquellas,


en seguridad y garantía de una determinada operación. Se trata de un
contrato real que prevé la entrega[26] ―o depósito a terceros[27]―
de la cosa y confiere al acreedor el derecho de hacerse pago en la
misma con privilegio y preferencia a los demás acreedores (arts. 2219
y ss., Cód. Civil y Comercial). No obstante, la prenda no importa la
transmisión ―siquiera parcial― del estado de socio[28], aun cuando
63
corresponde notificarla a la sociedad e inscribirla en sus registros[29].
En punto a quien incumbe ejercer el derecho de voto asignado a las
acciones prendadas, la LACE no se expide[30], existiendo en
doctrina, de manera simplificada, dos corrientes opuestas de opinión
según lo adjudiquen al socio o al acreedor prendario.

Dentro de la postura denominada clásica, el derecho de voto es


consustancial con la calidad de accionista e inescindible[31], por lo
que aceptar su ejercicio por el acreedor prendario alteraría la relación
socio-sociedad expresada en la cuenta capital ―en cuanto a su
naturaleza y cuantía[32]―. Esta es la solución expresamente
adoptada por el ordenamiento francés, en el que el derecho de voto
corresponde al propietario de los títulos dados en prenda. En
similares términos, aunque otorgando al acreedor prendario
especiales derechos, la ley brasileña dispone que la prenda de
acciones no impide al accionista votar, siendo no obstante lícito
establecer en el contrato que este no podrá, sin consentimiento del
acreedor pignoraticio, votar en ciertas deliberaciones.

En contraposición con la postura clásica, la posición denominada


moderna asigna al voto contenido patrimonial y partiendo del
principio de que el derecho de voto es disponible por el accionista
―negociable[33]―, acepta su ejercicio por el acreedor prendario
salvo previsión estatutaria en contrario. Tal es el enfoque que aquí se
sostiene. En concordancia, el Código Civil italiano de 1942 (art.
2352) otorga al acreedor prendario el derecho de voto, salvo pacto en
contrario y en la medida en que este se ejerza en interés de la
sociedad. Criterio similar sigue la ley de sociedades de capital
española de 2010, que otorga el ejercicio de los derechos de socio al
propietario, salvo disposición contraria de los estatutos (art. 132.1).
En igual sentido, algunos autores nacionales, sin dejar de adjudicar el
derecho de voto al propietario, aceptan que sea reconocido al
acreedor prendario cuando así se hubiera previsto[34]. Para el caso
de depósito ―sin prenda― de acciones, el depositario sólo podrá
representar al accionista de extenderse un mandato en su favor[35].

64
3. Participación en las utilidades -

Ya se ha señalado que, en razón de la autonomía de la voluntad que


incardina el sistema normativo de la S.A.S., los socios tienen amplia
libertad para disponer aquello que atienda mejor a los intereses del
negocio que intentan llevar adelante, estableciendo las reglas para la
distribución de las utilidades y atención de quebrantos, apartándose
de las disposiciones de la L.G.S., principalmente aquellas
comprendidas en su art. 13 (cláusulas leoninas)[36]. De modo que el
instrumento constitutivo podrá disponer que algunos de los socios
reciban parte o todos los beneficios obtenidos ―entendidos como
cualquier cosa que las partes definan como ventaja económica[37]―,
o que se los excluya de ellos por períodos determinados o
indefinidamente, o arreglar un régimen de participación que no
guarde ninguna relación con la porción de capital que cada uno
detente y los demás derechos que esta otorgue[38], o bien renunciar
a los beneficios que en razón de sus aportes pudieran corresponderle,
por encontrar suficientes aquellos que estima habrá de alcanzar de
manera indirecta por la transferencia de sus participaciones.

Tampoco resulta de aplicación la regla de sujeción para la aprobación


y distribución de dividendos a la existencia de ganancias previas,
realizadas y líquidas resultantes de un balance aprobado por el órgano
social competente dispuesta por los arts. 68 y 224 L.G.S. Los socios
son libres de disponer que el instrumento constitutivo de la S.A.S.
prevea el pago de intereses o dividendos anticipados o provisionales,
o provenientes de balances especiales, o establezca que a los socios
inversores se les restituyan los aportes con un premio designado o
con sus frutos, o con una cantidad adicional, haya o no ganancias, o
que se permita la determinación de un precio para la adquisición de
la parte de un accionista por otro que se aleje notablemente de su
valor real al tiempo de hacerla efectiva.

4. Suscripción preferente y derecho de acrecer -

65
Comúnmente se entiende que corresponde a los titulares de acciones
el derecho de suscribir con carácter preferente los nuevos títulos que
de su misma clase se emitan, y en proporción a sus tenencias. Con
este mecanismo se procura que las participaciones accionarias
permanezcan inalteradas[39], conservándose la equidad entre socios
y satisfaciendo la justicia en las proporciones, sin modificar los
derechos patrimoniales y políticos originarios del socio[40]. Empero,
este principio no resulta de aplicación obligatoria en la S.A.S. y puede
ser dejado de lado por previsión en contrario incorporada en el
instrumento constitutivo. Como contracara ―o complemento― del
derecho de suscripción preferente, el derecho de acrecer permite al
accionista que ha ejercido aquel suscribir las acciones que hubieran
correspondido a otro socio que, en condiciones de suscribir
preferentemente, no lo hubiera hecho o aun queriendo no pudiera. El
ejercicio del derecho de acrecer también puede ser reglamentado, o
incluso renunciado anticipadamente o suprimido por una estipulación
en el instrumento constitutivo.

5. Receso -

El derecho de receso es la potestad conferida al socio por ley o


convención en el instrumento constitutivo, para que este solicite la
extinción del vínculo que lo une con la sociedad, en razón de la
ocurrencia de algún supuesto que altere de manera sustancial su
relación originaria. Cuando el instrumento constitutivo lo incluye,
funciona como una suerte de herramienta de balance tendiente a
solucionar el conflicto por tales cambios generado, y que habilita la
salida del socio disconforme a cambio del reembolso del valor de sus
acciones[41].

La LACE, a diferencia de la L.G.S.[42], no contempla el derecho de


receso, por lo que su aplicación sólo corresponde en función de una
expresa previsión o su remisión al régimen de la L.G.S., dispuesta en
el instrumento constitutivo. De allí que la inclusión de cláusulas de
prohibición de ejercicio del receso ―lícitas en la S.A.[43]― resulta
innecesaria en la S.A.S., siendo que el empleo de las normas de la
66
L.G.S., “en cuanto se concilien” con las de la LACE (art. 33 LACE),
no habilita la aplicación de un derecho contrario a la finalidad de la
ley 27.349 y al marco legal que esta dispone para la S.A.S. En línea
con ello, el art. 48 LACE permite imponer al socio la prohibición de
transferencia de sus acciones por períodos de diez años, prorrogables.

Para el caso de que el instrumento constitutivo expresamente habilite


el ejercicio del derecho de receso, y en razón de la conflictividad
observada en los casos de aplicación de las normas de la L.G.S., aquel
debiera reglamentar cuanto menos las siguientes cuestiones: i) las
circunstancias que autorizan su ejercicio. La L.G.S. enumera de
manera taxativa una serie de supuestos[44], ninguno de aplicación
para el caso de la S.A.S.[45]; ii) los sujetos legitimados para su
ejercicio, pudiendo discriminar entre categorías de socios, modos de
ejercicio y alcances del derecho que se concede en cada caso; iii) el
plazo y modo para el ejercicio; iv) fijación del valor de la parte que
recede. Para la L.G.S., los accionistas que se separen de la sociedad
deben recibir en reembolso el valor de sus acciones y que resulta “del
último balance realizado o que deba realizarse en cumplimiento de
normas legales o reglamentarias” (art. 245). La norma, que alude a
los datos contables correspondientes a los balances de ejercicio
―apartados generalmente del valor real de la acción―, responde al
error del legislador en considerar que dicha fórmula constituye la
mejor aplicable en orden a evitar los costos de un balance especial o
la discusión en torno a los rubros que lo integran[46]. La fórmula
resulta ser inadecuada por “cerrar el camino a una solución
consistente que refiera a valores reales o por lo menos, usando la
expresión de la L.S.C., art. 13, inc. 5º, a valores que no se aparten
notablemente de su valor real”[47], por lo que con adecuado criterio
se ha resuelto que aun cuando el art. 245 L.G.S. no contemple el valor
llave, ello no impide su inclusión ni requiere que el solicitante exija
previamente la declaración de inconstitucionalidad de la norma[48].
Va de suyo que, de disponerse alguna forma de receso en el
instrumento constitutivo, los socios deberán prever en detalle los
mecanismos y fórmulas de cálculo aplicables.

67
Notas -

[1] No obstante impuesto desde principios del siglo XX, el término


“estado de socio” ―y que en adelante utilizaremos― dista de ser
pacíficamente aceptado. La doctrina desaconsejaba su uso,
reconociéndole sólo comodidad verbal y destacando la falta de
uniformidad del pretendido estatus, que variaría según el tipo de
sociedad y la extensión de los derechos y obligaciones que cada
contrato social otorgue. Cfr. Halperín, I. – Butty, E., Curso de
Derecho Comercial, vol. I, 4ª ed., Depalma, Buenos Aires, 2000, p.
427. Aquí se dirá que la acepción ha evolucionado notablemente
―casi mutado― desde que fuera acuñada por Ascarelli a partir de
las analogías encontradas entre la relación ciudadano-Estado y socio-
sociedad, por lo que hoy parecería anacrónico centrar su estudio ―y
propugnar su rechazo― desde la referida óptica.
[2] Situación que pudiera calificarse de cualidad o posición subjetiva
compuesta de todo un haz de relaciones jurídicas. Cfr. Sánchez, A.,
“Las acciones y los derechos del accionista”, en Uría, R., Menéndez,
A. y Olivencia, M., Comentario al Régimen Legal de las Sociedades
Mercantiles, t. IV, Civitas, Madrid, 1994, p. 99.
[3] Cfr. Colombres, G., Curso de Derecho…, cit., p. 59.
[4] Cfr. Jiménez Sánchez, G., Derecho Mercantil, 3ª ed., Ariel,
Barcelona, 1995, p. 229. Por su parte, Villegas se refiere al tema
partiendo de que la acción ―el título― incorpora no derechos de
crédito ni reales, sino un estatus al que van unidos derechos de
especial naturaleza y especiales obligaciones. Este estatus no es típico
y uniforme, sino que queda determinado concretamente según el
conjunto de normas legales y estatutarias que rigen a toda sociedad y
según las circunstancias externas individuales relativas a cada socio
(Derecho de las Sociedades Comerciales, 3ª ed., Abeledo-Perrot,
Buenos Aires, 2001, p. 491).
[5] Sánchez, A., “Las acciones y los…”, cit., p. 109.
[6] CNCom., Sala D, 23/12/1981, ED, 104-362.
68
[7] Coste, D. y Botteri J., “Los límites de la autonomía de la voluntad
en las S.A.S.”, inédito.
[8] Villanueva, J., “La sociedad por acciones simplificada y la
autonomía de la voluntad…”, cit.
[9] Por la imposibilidad de suprimir el derecho al dividendo y el
derecho a la información, véase Villanueva, J., “La sociedad por
acciones simplificada y la autonomía de la voluntad…”, cit.
[10] Cfr. de Aguinis, A., “El derecho de información de los
accionistas”, RDCO 1978, año 11, p. 288.
[11] Cfr. Sánchez-Calero Guilarte, J., “La información del socio…”,
p. 122; De Aguinis, A., “El derecho de información…”, cit.
[12] Cfr. Luchinsky, R., “Apostillas sobre la dinámica judicial en
torno al derecho de información de los socios en las sociedades
mercantiles”, RDCO 1993-A-año 26, p. 201; CNCom., Sala C,
16/8/1978, ED, 81-637.
[13] Cuando el ejercicio del derecho de información no se
corresponde con su función, da paso a un interés extrasocial, distinto
del interés individual del accionista como tal, configurando un abuso
del derecho de información. Verón, A., Sociedades comerciales ley
19.550 ―comentada, anotada y concordada―, 2ª ed., Astrea, Buenos
Aires, 2007, t. I, p. 508. Cfr. Jiménez Sánchez, G., Derecho
Mercantil…, cit., p. 236.
[14] Cfr. CNCom., Sala B, 7/2/1995, “González Franco Ana María
c/González Taboada y Cía. S.R.L. s/sumario”, RDCO 1995-B, p.
447; Cabanellas de las Cuevas, G., Derecho Societario, parte general.
Los Socios. Derechos, Obligaciones y Responsabilidades, t. V,
Heliasta, Buenos Aires, 1996, p. 557.
[15] Cfr. De Oliveira Ascensao, J., Direito Comercial, vol. IV,
Lisboa, 2000, p. 320.
[16] Cfr. Sánchez Ruiz, M., Conflictos de intereses entre socios en
Sociedades de Capital, Monografías de Derecho Societario n° 15,
Aranzadi, Navarra, 2000, p. 194, quien, en cita a Velasco, refiere que
“frente al ejercicio del derecho de información por los socios
prevalece el interés de la sociedad en el secreto si la divulgación
perjudica a la sociedad”.
[17] Cfr. Martín, J., “El derecho de información del accionista”,
trabajo inédito ―a la fecha ―, Biblioteca Investigación Universidad
Austral, sección Informes MDE, noviembre 2004.
[18] En contra de la posibilidad de suprimir el derecho a la
69
información, Villanueva, J., “La sociedad por acciones simplificada
y la autonomía de la voluntad…”, cit.
[19] La inexistencia de la obligación de votar, así como la posibilidad
de delegar su ejercicio, lo demostrarían. Cfr. Roimiser, M., El interés
social en la Sociedad Anónima, Depalma, Buenos Aires, 1979, p. 64.
[20] Cfr. Uría, R., Menéndez, A. y García de Enterría, J., “S.A.
Órganos sociales. Junta general de accionistas”, en Curso de Derecho
Mercantil, t. I, Civitas, Madrid, 1999, p. 881.
[21] CNCom., Sala E, 26/8/1991, ED, 147-110.
[22] Atendiendo el interés objetivo común de los socios, conforme al
fin social y en un momento histórico dado. Cfr. Halperín, I., “La
reforma de las sociedades comerciales”, RDCO 1973, p. 523.
[23] Cfr. Galgano, F., Manuale elementare de diritto commerciale, 2ª
ed., Zanichelli, Bolonia, 1986, p. 189.
[24] “No es un derecho personalísimo, sino un poder para la
consecución de intereses y resultados patrimoniales”, CNCom., Sala
E, 23/6/1995, “N.L.S.A. c/Bull Argentina S.A. y otro”, ED, 171-231.
[25] Cfr. Vicent Chuliá, F., Introducción al Derecho Mercantil, 13ª
ed., Tirant lo Blanch, Valencia, 2000, p. 250.
[26] Cfr. Strasser, I., “La adquisición de las acciones prendadas y la
propiedad de los títulos acciones dados en prenda”, ED, 200-944;
Flaibani, C., Ley de Sociedades Comerciales ―anotada y
comentada―, Heliasta, Buenos Aires, 1997, p. 709.
[27] Cfr. Matta y Trejo, G., “Apuntes para una revisión del régimen
de prenda de acciones de sociedades anónimas”, LL, 1983-A-719.
[28] Cfr. Strasser, I., “La adquisición…”, cit.
[29] La nominatividad obligatoria de las acciones ha resuelto la
cuestión planteada en torno a la notificación al deudor.
[30] La L.G.S. tampoco trata el tema, limitándose a disponer que “los
derechos ―en general― corresponden al propietario de las
acciones”, debiendo el titular del derecho real facilitar a aquel su
ejercicio mediante depósito de los títulos “o por otro procedimiento”
(art. 219 L.G.S.).
[31] Cfr. Aztiria, E., Usufructo de Acciones, TEA, Buenos Aires,
1956, p. 74, aunque aclaramos que si bien el autor se refiere
exclusivamente al caso del usufructo de acciones, creemos válida la
analogía para el caso; Halperín, I. y Otaegui, J., Sociedades
Anónimas…, cit., p. 58.
[32] Cfr. Sasot Betes, M. y Sasot, M., Acciones, Bonos, Debentures
70
y Obligaciones Negociables, Ábaco, Buenos Aires, 1985, ps. 362 y
363. En el mismo sentido, Verón, A., Sociedades Comerciales…, cit.,
t. I, p. 600; Halperín, I. y Otaegui, J., Sociedades Anónimas…, cit.,
ps. 383 y 384.
[33] Cfr. Legón, F., “Caución de acciones”, en Anuario del Instituto
de Derecho Privado de la Universidad de Belgrano, vol. III, año 1980,
Universidad de Belgrano, Buenos Aires, 1980, p. 194; Matta y Trejo,
G., “Apuntes para una…”, cit.
[34] Cfr. Matta y Trejo, G., “Apuntes para una…”, cit.; Macario, M.
E., “Prenda de acciones de sociedades anónimas”, trabajo inédito ―a
la fecha―, Biblioteca Investigación Universidad Austral, sección
Informes MDE, noviembre 2004.
[35] Cfr. Halperín, I. y Otaegui, J., Sociedades Anónimas…, cit., p.
387; Verón, A., Sociedades Comerciales…, cit., t. I, p. 604; Sasot
Betes, M. y Sasot, M., Sociedades Anónimas, Acciones…, cit., p.
372.
[36] En contra, véase Villanueva, J., “La sociedad por acciones
simplificada y la autonomía de la voluntad…”, cit., y Perciavalle, M.,
S.A.S. Ley Comentada de las…, cit., p. 41.
[37] Cfr. Cabanellas de las Cuevas, G., Derecho Societario… Los
Socios…, cit., t. V, p. 88; comprende toda ventaja patrimonial de
origen social que aumente la fortuna particular de los socios o
disminuya sus cargas Cfr. Zaldívar, E. et al., Cuadernos de Derecho
Societario, vol. I, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1978, p. 78.
[38] Villanueva, J., “La sociedad por acciones simplificada y la
autonomía de la voluntad…”, cit., aunque morigerado, por cuanto
esta autora sostiene la aplicación del art. 13 L.G.S.: “vale, entonces,
convenir que las utilidades se distribuyan sin guardar ninguna
proporción con el aporte; o que esa desproporción se configure en las
pérdidas, o que alguna clase de acciones vea suspendido el derecho
respectivo por la cantidad de ejercicios que se quiera, o que sólo
acceda a tal derecho tras la liquidación social, y cuanta otra
alternativa que, sin caer las cláusulas nulas del art. 13 [L.G.S.],
permitan diseñar el negocio ‘a medida’ del interés de las partes. Es
más: nos atrevemos a afirmar que en la S.A.S. podría incluso
establecerse sin vulneración del art. 13 una regulación del riesgo que
no fuera igual para todos los miembros, previéndose por ejemplo que,
sin perjuicio de participar del riesgo general, cierta clase de acciones
tenga derecho a desplazar a las otras en el resultado de algún negocio
71
social particular, siempre y cuando esto estuviera justificado y la
exclusión se viera compensada por la creación de una mejor
expectativa en el negocio global del que todos participan”.
[39] “El fundamento del derecho de suscripción preferente es claro.
Se trata, más que de evitar la entrada de nuevos socios, de conceder
a los antiguos la posibilidad de mantener la proporción de su
participación respecto del capital social”. Jiménez Sánchez, G.,
Derecho Mercantil…, cit., p. 230.
[40] Cfr. Richard, E., Derechos individuales del socio, Ábaco,
Buenos Aires, 1993, p. 183. El instituto se funda en la protección de
la integridad de la participación social para los viejos accionistas,
puesto que con el ejercicio de su opción recuperan por medio de las
nuevas acciones lo que pierden sobre las viejas por efecto de la nueva
emisión. Cfr. Halperín, I. y Otaegui, J., Sociedades Anónimas, cit., p.
282.
[41] Cfr. Dasso, A., El derecho de separación o receso del accionista,
2ª ed., La Ley, Buenos Aires, 1985, p. 75; Roitman, H., Ley de
Sociedades Comerciales ―comentada y anotada―, t. IV, La Ley,
Buenos Aires, 2006, ps. 139 y 141, quien lo define como una suerte
de “válvula de escape o equilibrio entre dos intereses igualmente
legítimos (…) el de la sociedad de efectuar modificaciones esenciales
a su estatuto para adecuarlo a nuevas exigencias de tipo económico,
financiero, comercial (…) [y] (…) el individual del socio de que se
respeten las condiciones esenciales tenidas en cuenta al decidir
ingresar como socio (rebus sic stantibus)”.
[42] La L.G.S. lo hace de manera taxativa. Cfr. Dasso, A., El derecho
de separación…, cit., p. 75; Zunino, J., Régimen de Sociedades
Comerciales ―Ley 19.550―, 18ª ed., Astrea, Buenos Aires, 2003,
p. 239; Roitman, H., Ley de Sociedades…, cit., t. IV, p. 145.
[43] Villanueva, J., “La sociedad por acciones simplificada y la
autonomía de la voluntad…”, cit.
[44] Cfr. Dasso, A., Tratado del derecho de separación o receso del
socio y del accionista, Legis, Buenos Aires, 2012, ps. 101 y ss.; El
derecho de separación o receso del accionista, 2ª ed., La Ley, Buenos
Aires, 1985, p. 75; Zunino, J., Régimen de Sociedades
Comerciales…, cit., p. 239; Roitman, H., Ley de Sociedades…, cit.,
t. IV, p. 145.
[45] i) Transformación; ii) prórroga; iii) reconducción; iv)
transferencia del domicilio al extranjero; v) cambio fundamental del
72
objeto; vi) fusión o escisión; vii) reintegración total o parcial del
capital; viii) retiro voluntario de la oferta pública o de la cotización
de las acciones con continuación de la sociedad y ix) aumento de
capital.
[46] Cfr. Nissen, R., Ley de Sociedades Comerciales, t. II, Ábaco,
Buenos Aires, 1995, p. 596.
[47] Cfr. Dasso, A., “El art. 129 L.S.C. ¿causal de receso o resolución
parcial? ―en ocasión del caso ‘Sar Sar c/Hemodiálisis S.R.L.’―”.
[48] Suprema Corte de Justicia de Mendoza, “Sar Sar Roberto Mario
c/Hemodiálisis San Martin S.R.L. p/receso p/ordinario s/incidente de
casación”, 21/12/2011.

Limitación de responsabilidad

Sebastián Balbín

El socio limita su responsabilidad frente a terceros a la integración de


las acciones que suscriba o adquiera, con más la integración de las de
los demás socios, por lo que su garantía se extiende hasta ―nunca
sobre― la integración del monto total del capital social (valuados los
aportes que lo componen a la época en que debieron efectuarse, arts.
34 y 43 LACE). Para el caso de que el constituyente fuera una sola
persona, su responsabilidad se limita a la integración del monto fijado
como capital[1].

La limitación de responsabilidad es la base del sistema sobre el que


se articula la S.A.S., alejándose la LACE (arts. 34 y 40) de la antigua
y disfuncional creencia de que el capital cumple una función de
garantía para los acreedores sociales[2]. Tal principio ―la limitación
plena de responsabilidad del socio― sólo cede frente a supuestos de
desestimación de la personalidad, en caso de fraude[3]. Legislaciones
como la colombiana han procurado despejar toda duda sobre que tal
limitación debe ser completa, disponiendo el art. 1º de la ley 1258
que los accionistas “no serán responsables por las obligaciones
73
laborales, tributarias o de cualquier otra naturaleza en que incurra la
sociedad”, lo que sólo encuentra un límite en el art. 42 referido a los
supuestos de desestimación de la personalidad.

La limitación de responsabilidad dispuesta en normas como el art 34


LACE procura evitar fisuras en el sistema, “pues aun considerando
que puede existir alguna desmejora para los terceros acreedores, se
cree que las ventajas de ese beneficio superan ampliamente las
desventajas”, por cuanto es un principio fundamental del sistema
económico que permite el crecimiento y progreso general,
incrementa el régimen de inversiones y promueve la realización de
negocios y transacciones, permite una mayor flexibilidad en la
distribución de riesgos y rentabilidades entre accionistas y
acreedores, reduce los costos de transacción por efecto del cobro de
obligaciones en hipótesis de insolvencia, simplifica y estabiliza el
precio de las acciones y facilita la administración delegada de la
sociedad[4].

Notas

[1] Cfr. Burghini, L., “Sociedades por acciones simplificadas. Adiós


al principio de patrimonio del deudor como prenda común de sus
acreedores”, DSyC Errepar, XXIX, julio 2017, cita digital
EOLDC096260A.
[2] Cfr. Schneider, L., “El contexto empresarial de la ley de
Sociedades por Acciones Simplificada”, cit.
[3] Y que no importan una excepción, ya que la responsabilidad cabe
al socio por su participación en la ejecución del fraude (conducta
propia).
[4] Cfr. Reyes Villamizar, F., S.A.S. La sociedad por acciones
74
simplificada, cit., ps. 116-120, con apoyo en Hansmann, H. y
Kraakman, R., What is Corporate Law, Oxford University
Press,Ancla 2004.

Constitución

Sebastián Balbín

La S.A.S. puede ser constituida mediante acuerdo de dos o más


personas o por la declaración unilateral de voluntad de un único
sujeto[1], según las formas previstas por la ley[2]. Aun cuando fuera
constituida por una única persona humana o jurídica (art. 34 LACE),
posteriormente su composición puede fluctuar entre la
unipersonalidad y la pluralidad sin que ello afecte su existencia
regular[3]. Múltiples son las razones que justifican la recepción
legislativa de la unipersonalidad, las que pueden resumirse en[4]: i)
el neto corte organizativo adquirido por las estructuras societarias y
que deben ajustarse a la realidad negocial; ii) la aceptada distinción
entre la sociedad como persona jurídica y el acto que le da nacimiento
―que puede no revestir naturaleza contractual[5]―; iii) la
contradicción existente en negar a una persona individual lo que se
autoriza a una pluralidad de estas (arg. art. 16 C.N.); iv) su
conveniencia económica. Empero, el art. 34 LACE prohíbe que la
S.A.S. unipersonal constituya o participe en otra S.A.S. unipersonal,
consagrando así una incapacidad de derecho, por lo que la nulidad
que afecta el vínculo en tal caso es absoluta, imprescriptible y no
confirmable (art. 387, Cód. Civil y Comercial).

Las S.A.S. se constituyen y modifican por instrumento público o


privado, siendo necesario en este último caso que la firma de los
otorgantes sea certificada en forma judicial, notarial, bancaria o por
autoridad competente del Registro Público respectivo (art. 35
LACE). De constituirse por medios digitales, la firma será digital, de
acuerdo a las reglamentaciones que sobre el particular dicten los
75
Registros[6], novedad introducida en el derecho argentino por ley
27.439 y que constituye un avance en orden a la celeridad, certeza y
acceso a la información pública, de acuerdo a exigencias locales e
internacionales de mayor publicidad, transparencia y fiabilidad de los
actos inscriptos[7]. La obligada intervención del Registro Público
hace innecesario el doble ejemplar[8].

1. Contenido del instrumento constitutivo -

El instrumento constitutivo debe contener[9], mínimamente, los


requisitos enumerados en el art. 36 LACE, sin perjuicio de las
disposiciones que en más se convengan a fin de estructurar un marco
normativo adecuado a los objetivos de los socios, con la única
condición de que ello no afecte la tipología de la S.A.S. o infrinja la
ley, el orden público, la moral y las buenas costumbres (art. 958, Cód.
Civil y Comercial)[10].

1.1. Identificación de los contratantes

El instrumento constitutivo debe consignar, por cada socio, su


nombre, edad, estado civil, nacionalidad, profesión, domicilio,
número de documento de identidad, Clave Única de Identificación
Tributaria (CUIT) o Clave Única de Identificación Laboral (CUIL) o
Clave de Identificación (CDI), en su caso. Si se tratara de una o más
personas jurídicas, el instrumento también debe contener su
denominación o razón social, el domicilio y sede, los datos de los
integrantes del órgano de administración y CUIT o CDI de las
mismas, o dar cumplimiento con la registración que a tal efecto
disponga la autoridad fiscal, en su caso, así como los demás datos de
inscripción en el registro que según su jurisdicción correspondan.

1.2. Denominación

76
La sociedad cuenta con una denominación social, especie
correspondiente al género del nombre social y que identifica a los
entes en los que la responsabilidad de los socios es limitada. La
LACE nada dice respecto de la utilización en esta de los nombres de
los socios, de terceros o de nombres de fantasía, lo cual permite un
empleo amplio de los mismos[11].

La denominación social debe reunir las cualidades de (art. 151, Cód.


Civil y Comercial): i) inconfundibilidad e identificación, por lo que
sociedades distintas no pueden tener denominaciones idénticas.
Tampoco debe existir dificultad para distinguirlas, ni requerirse un
esfuerzo distinto del normal para establecer las diferencias entre un
nombre y otro. Para evaluar la posibilidad de que dos
denominaciones se confundan, se requiere efectuar un cotejo que
involucra su gráfica, fonética y contexto ideológico de las
mismas[12]; ii) veracidad, la denominación no debe ser equívoca, ni
inducir a error sobre la verdadera actividad del sujeto, o, en términos
de alguna doctrina, a error respecto del objeto[13]. Tampoco puede
contener términos o expresiones contrarios a la ley, el orden público
o las buenas costumbres, ni inducir a error sobre la clase u objeto de
la persona jurídica.

La homonimia o paronimia se da cuando los nombres de dos sujetos


resultan iguales, o cuando, aun sin serlo, presentan similitudes que
afectan los referidos principios de inconfundibilidad, identificación y
veracidad. Para que exista homonimia no es necesario que haya
identidad absoluta entre los nombres, sino que basta con que se dé la
posibilidad de confusión, como en el caso de designaciones
compuestas por varias palabras cuando resulten similares aquellas de
mayor relevancia en el conjunto ―vocablos dominantes que en la
práctica son las que retiene el público en general[14]―, o cuando el
uso de la abreviación del nombre lo haga igual o similar a otro[15].

Dadas las características y funciones que respecto del sujeto cumple


el nombre social, verificada la paronimia, a toda sociedad afectada le
asiste el derecho de requerir y obtener que se modifiquen aquellos
77
que guarden similitud. Para formular la petición siquiera es necesario
acreditar la existencia de perjuicio, ya que la misma se orienta no sólo
a la defensa del sujeto involucrado, sino también a la de la buena fe
y sinceridad comerciales, a la prevención de la competencia desleal
y a la protección del público y de los terceros[16]. Incluso se ha
entendido que la acción tendiente a la supresión de la homonimia
resulta imprescriptible, atento a la propia naturaleza del nombre
social, que constituye un atributo de la personalidad del ente[17].
Como regla general, procede la modificación de la denominación de
la sociedad que haya obtenido la inscripción en último término, pero
la cuestión es relativa, no sólo porque habrá de aceptar excepciones,
sino también porque tampoco importa que el reclamo sea anterior o
posterior a la conclusión de la inscripción de la homónima, ya que es
a la justicia y no al Registro a la que en última instancia cabe resolver
la cuestión[18]. A fin de evitar casos de paronimia, las normas de la
Inspección General de Justicia disponen que el organismo no
conformará “actos constitutivos de entidades con denominación igual
o similar a otras ya existentes", pudiendo observar y denegar
inscripciones que induzcan al público a confusiones sobre la
identificación y diferenciación de las sociedades mercantiles que se
registren[19]. En este sentido, la ley 26.047 de Registros Nacionales
viene a organizar la información registral, centralizando la
información que los diversos registros remitan a un organismo único,
a fin de integrarla a los sistemas que desarrolle la Administración
Federal de Ingresos Públicos. Tal impronta fiscal no altera las
autonomías provinciales, e importa también un avance para la
publicidad registral y previsión de homonimias[20].

Tampoco se acepta ―salvo disposición legal en contrario― el uso


de los términos “nacional”, “provincial”, “municipal”, “estatal”,
“oficial” o similares, ni el de expresiones como “Argentina” u otras
que puedan expresar o sugerir su dependencia económica o jurídica
respecto de entidades constituidas en el extranjero, de no mediar
acreditación de la efectiva existencia de las mismas (res. IGJ 7/2015).

En todos los casos la denominación debe contener la expresión


“Sociedad por Acciones Simplificada”, su abreviatura, o la sigla
78
S.A.S. La omisión de esta mención, que tiende a garantizar la
difusión permanente de los actos del ente, hace responsables ilimitada
y solidariamente a sus administradores o representantes por los que
celebren en tales condiciones. La ley no distingue entre aquellos
sujetos ―administradores y representantes― que efectivamente
hubieran actuado y quienes no lo hicieran, por lo que alguna doctrina
entiende que la responsabilidad debe hacerse extensiva a todos ellos,
salvo que el tercero tuviera conocimiento de la omisión en su
participación[21].

1.3. Domicilio y sede

El domicilio es el lugar en que la ley presume que una persona reside


de manera permanente para el ejercicio de sus derechos, el
cumplimiento de sus obligaciones y la producción de determinados
efectos jurídicos[22]. La sede social es un lugar físico determinado,
ubicado dentro de la jurisdicción fijada por el domicilio social, que
hace al efectivo funcionamiento del ente. La elección de la sede se
encuentra sujeta a la decisión de los órganos de administración, a
diferencia del domicilio cuya elección corresponde a los socios (arts.
152 y 153, Cód. Civil y Comercial)[23]. El art. 36, inc. 3º, LACE
dispone que se tendrán por válidas y vinculantes para la sociedad
todas las notificaciones efectuadas en la sede inscripta, hasta tanto su
cambio hubiera sido registrado. La norma repite, para la cuestión, la
fórmula del art. 11, inc. 2º, L.G.S., manteniendo el criterio de validez
en cuanto al emplazamiento del ente y en salvaguarda de terceros y
del tráfico en general, imponiendo la presunción iure et de iure de que
es allí donde efectivamente la sociedad se encuentra, incluso si en tal
sede no se desarrollara actividad alguna[24].

1.4. Objeto

En tanto propio de un acuerdo de organización de ejecución


continuada, el objeto en el contrato de sociedad difiere de aquel
propio de los contratos de cambio y que se agota en el cumplimiento
79
de las prestaciones recíprocamente debidas. En el contrato de
sociedad el objeto es de naturaleza funcional[25], por cuanto requiere
del ejercicio permanente de las prácticas en este previsto para su
consecución. Se encuentra constituido por los actos o categorías de
actos que la sociedad, por previsión del instrumento constitutivo,
puede realizar para lograr su fin, distinguiéndose así de la actividad
del ente, que es el ejercicio efectivo de tales actos[26] ―lo que no
implica que el objeto mida o restrinja su capacidad―.

Apartándose de manera radical del criterio de aplicación que para el


art. 11, inc. 3º, L.G.S. fijara la IGJ en 2005 ―hoy considerablemente
morigerado―[27], el art. 36, inc. 4°, LACE dispone que el objeto de
la S.A.S. puede ser amplio y plural[28], sin otras limitaciones que las
dispuestas por el art. 279 del Cód. Civil y Comercial[29], pudiendo
las actividades que lo constituyan guardar o no conexidad o relación
entre sí[30]. Esta novedad legislativa importa, más que un regreso a
los objetos múltiples de las antiguas sociedades comerciales, un
avance hacia las más modernas tendencias que anticipan su
desaparición como elemento esencial del contrato social y la
equiparación de la persona jurídica con la humana en cuanto al límite
de sus actividades. En este sentido, la recomendación n° 2 de
UNCITRAL refiere que una futura ley común debiera posibilitar la
creación de un tipo similar a las propuestas United Nations Limited
Liability Organizations, cuyo objeto fuera la realización de cualquier
actividad lícita[31], a fin de ofrecer la máxima flexibilidad posible a
las MiPyMEs. Con ello, la sociedad estará facultada en paridad con
las personas humanas, siendo sólo potestad de sus miembros la
imposición de límites ―en caso de silencio, se la considerará que
posee un objeto social abierto a cualquier actividad[32]―.

En esta línea, el art. 51 LACE en su parte final dispone que el


representante legal puede celebrar y ejecutar todos los actos y
contratos comprendidos en el objeto social y los que “se relacionen
directa o indirectamente con el mismo”. Las fuentes de esta norma
son los arts. L227-6 del Código de Comercio francés y 26 de la ley
1258 colombiana, que respectivamente establecen que las
disposiciones estatutarias que limitan las facultades del representante
80
son inoponibles a terceros, y que el representante legal puede celebrar
o ejecutar todos los actos y contratos comprendidos en el objeto
social “o que se relacionen directamente con la existencia y el
funcionamiento de la sociedad”. “Es evidente que al permitir [la ley]
celebrar los actos que se vinculen directa o indirectamente con
cualquier actividad lícita, se amplía el espectro de imputabilidad [de
la sociedad] hasta equipararlo con el de las personas humanas,
haciendo (…) de la teoría del ultra vires […una…] hipótesis de
laboratorio”[33].

1.5. Plazo de duración

La LACE dispone que el plazo de duración de la S.A.S. debe ser


determinado (art. 34, inc. 5º). Esta exigencia se orienta a la tutela de
los intereses convergentes del ente, socios y terceros, ratificando
principios generales del ámbito societario dirigidos a afirmar la
seguridad jurídica, la conservación de la empresa y la protección del
crédito.

Sin perjuicio de que el plazo contractual usualmente sea medido por


años, la LACE sólo exige su determinación, por lo que aquel pudiera
resultar de consignar el vencimiento de un término preciso, o de la
producción de hechos o actos concretos (“mientras dure la concesión
administrativa de la onda radial XX”[34]), o bien de manera indirecta
a través del cumplimiento de un objeto que se agota[35]. La
determinación tampoco importa la imposición a los contratantes de
un tope mínimo o máximo de duración del ente, sin perjuicio de la
razonabilidad que el plazo mismo debe guardar respecto del fin
originariamente tenido en cuenta por los socios. En atención de tal
razonabilidad ―si bien no prevista normativamente―, parte de la
doctrina ha sostenido que el término que se extienda por sobre el
esperable para la vida humana importaría una violación indirecta de
la ley[36], mientras que otros, por el contrario, postulan la
conveniencia de consagrar la ilimitación del plazo, atento a la
naturaleza de los fines de esta forma societaria[37]. El plazo se

81
computa desde la fecha de creación del ente prevista en el
instrumento constitutivo[38], no desde su registración.

1.6. Capital social y aporte de los socios

El capital social y el aporte de cada socio deben ser expresados en


moneda argentina, haciéndose constar las clases, modalidades de
emisión y demás características de las acciones y, en su caso, su
régimen de aumento. El instrumento constitutivo, además, debe
contemplar la suscripción del capital, su monto y forma de
integración y, si correspondiera, el plazo para el pago del saldo
adeudado y que no podrá exceder de dos años desde la firma de aquel.

1.7. Organización

La organización es una característica principal y distintiva del acto


constitutivo de una sociedad, determinante en toda estructura
colectiva mediante la cual se pretenda obtener un objetivo. Ello
requiere de la yuxtaposición de los intereses de los participantes[39],
nota característica de toda forma organizada. Para tales fines, los
agentes económicos disponen sus actividades productivas de un
modo común, creando organizaciones relativamente centralizadas y
estables que estructuran la cooperación productiva de su convivencia
social[40], es dicha organización la que “pone deliberadamente la
noción de empresa como eje de la actividad societaria”[41].

De allí que el instrumento constitutivo deba contener previsiones


referidas a la administración de la S.A.S., las reuniones de socios y el
funcionamiento de la fiscalización ―si es que hay alguna―,
individualizando a sus integrantes y fijando el término de duración
de sus cargos. Asimismo debe designar un representante legal.

1.8. Reglas para distribuir utilidades y soportar las pérdidas


82
El derecho del socio a participar en los beneficios no necesariamente
es apreciable en dinero[42], ya que comprende toda ventaja
patrimonial de origen social que aumente la fortuna particular de los
socios o disminuya sus cargas[43]. Se traduce, entonces, en el
derecho del socio a participar de las utilidades ―del reparto de las
ganancias sociales―, derecho abstracto sin contenido económico
determinado y que corresponde al accionista en todo momento,
distinto del derecho al dividendo ―que es la concreción práctica de
aquel― como derecho de crédito contingente y condicionado que
implica la participación en beneficios[44].

Ya se ha señalado que, en razón de la autonomía de la voluntad que


incardina el sistema normativo de la S.A.S., los socios pueden
establecer en el instrumento constitutivo, libremente y según lo que
consideren beneficioso para la sociedad y sus intereses particulares,
las reglas para la distribución de las utilidades y el soporte de las
pérdidas. Para ello cuentan con una amplia autonomía para disponer
aquello que atienda mejor a los intereses del negocio que intentan
llevar adelante, no siéndoles de aplicación las disposiciones de la
L.G.S., principalmente aquellas comprendidas en su art. 13 (cláusulas
leoninas)[45]. De modo que según apuntáramos (Cap. V, ap. 1, de
este libro) el instrumento constitutivo podrá disponer que algunos de
los socios reciban parte o todos los beneficios, o que se los excluya
de ellos por períodos determinados o indefinidamente, o arreglar un
régimen de participación que no guarde ninguna relación con la
porción de capital que cada uno detente y los demás derechos que
esta otorgue, o bien renunciar a los beneficios que en razón de sus
aportes pudieran corresponderle, por encontrar suficientes aquellos
que estima habrá de obtener por la transferencia de sus
participaciones u otros negocios conexos.

El art. 36, inc. 8º, LACE, a diferencia del art. art. 11, inc. 7º, L.G.S.,
omite la disposición en punto a que en caso de silencio en cuanto a la
soportación de las pérdidas, esta se hará en proporción de los aportes.
La supresión en la LACE no es casual, sino que el legislador buscó
83
dejar establecido que no necesariamente las reglas de distribución de
las utilidades deben ser en proporción a los aportes, primando lo
pactado por los socios, al estilo de lo que sucede en la sociedad de
capital e industria[46].

1.9. derechos y obligaciones entre socios y respecto de terceros

En el instrumento constitutivo deben establecerse los derechos y


obligaciones entre los socios y respecto de terceros (art. 36, inc. 9º,
LACE). La previsión comprende la posibilidad de incorporar al
instrumento constitutivo cláusulas que en los tipos previstos en la
L.G.S. usualmente integran los denominados acuerdos
parasocietarios, haciéndolas en el caso de la S.A.S., y a diferencia de
aquellos, oponibles frente a terceros[47]. No existe por tanto
inconveniente en que los socios prevean los modos y mecanismos en
que habrán de obrar y ejercer todos o parte de sus derechos, pudiendo
resolver cuestiones como “el mantenimiento de una mayoría estable
frente a la volubilidad de socios transeúntes […facilitar…] la
obtención del quórum, tanto de asistencia como de votos (…) lo que
favorece la estabilidad de la sociedad en el funcionamiento de sus
órganos [y que] los equipos directivos de la sociedad […sean…]
respaldados (…) dando lugar a una homogeneidad de criterios y
directrices entre los órganos de administración y los asamblearios de
las sociedades”[48].

1.10. Cláusulas atinentes al funcionamiento, disolución y liquidación

Aun cuando el art. 36, inc. 10, LACE dispone que el instrumento
constitutivo debe contener las cláusulas atinentes al funcionamiento,
disolución y liquidación de la sociedad, sus arts. 55 y 56 prevén que,
en caso de silencio, se aplican las normas de la L.G.S., de lo que se
colige que salvo estipulación en contrario la liquidación está a cargo
del órgano de administración (arts. 102 L.G.S. y 56 LACE)[49].
Sobre el particular, véase lo dicho en el Cap. XVIII.

84
1.11. Fecha de cierre del ejercicio

El instrumento constitutivo deberá contener la fecha de cierre de


ejercicio (art. 36, inc. 11, LACE)[50], que es la última fecha
correspondiente a un período contable, a partir del cual la sociedad
cierra su contabilidad para determinar el resultado contable y
patrimonial del ejercicio económico y cuantificar las ganancias o las
pérdidas.

2. Simplificación de trámites -

En concordancia con su finalidad general ―reducción de obstáculos


administrativos y jurídicos que afectan a las MiPyMEs y creación de
un tipo societario ágil en contraposición con aquellos de la L.G.S.―,
la LACE dispone una serie de medidas que ponen a la S.A.S. y su
“constitución al alcance de un emprendedor”[51]. En tal sentido, el
art. 60 LACE ordena una serie de obligaciones en cabeza de entidades
privadas, públicas y organismos de control, que simplifican el
funcionamiento de la S.A.S.[52]: i) la Administración Federal de
Ingresos Públicos (AFIP) debe otorgar a la S.A.S. inscripta en el
Registro Público su Clave Única de Identificación Tributaria (CUIT)
dentro de las veinticuatro horas de presentado el trámite en la página
web de la AFIP, sin necesidad de mostrar prueba de su domicilio en
el momento de inicio de la diligencia[53]. Incluso los socios de las
S.A.S. que no residan en la República pueden obtener su Clave de
Identificación (CDI) dentro del mismo plazo y modo; ii) a las
entidades financieras se les impone prever mecanismos que
posibiliten a la S.A.S. la apertura de cuentas en plazos breves[54],
con la sola presentación del instrumento constitutivo debidamente
inscripto y constancia de CUIT. En concordancia, la LACE también
impone a los Registros Públicos el dictado de modelos de estatutos
tipo que faciliten la inscripción de la S.A.S., el uso de medios con
firma digital y el empleo de notificaciones electrónicas, fijando la
aplicación de protocolos electrónicos, entre otras cuestiones
85
3. Publicidad y registración -

Siendo que en la S.A.S. los socios limitan su responsabilidad a la


integración de las acciones que suscriban o adquieran (art. 34 LACE,
sin perjuicio de la garantía dispuesta en el art. 43), la ley prevé un
régimen de publicidad para la registración del instrumento
constitutivo análogo al dispuesto para las S.R.L. y S.A., e impone al
Registro Público el control de la existencia de la publicación de un
aviso ―en realidad, de un edicto― a cargo del solicitante, por un día,
en el diario de publicaciones legales correspondiente al lugar de
constitución. Este debe contener[55]: i) nombre, edad, estado civil,
nacionalidad, profesión, domicilio, CUIT, CUIL o CDI de los socios,
y si se tratara de personas jurídicas, su denominación o razón social,
domicilio y sede, y los datos de los integrantes del órgano de
administración y CUIT o CDI de estos; ii) agregar a continuación de
la denominación social “Sociedad por Acciones Simplificada”, su
abreviatura o la sigla S.A.S.; iii) domicilio de la sociedad y su sede;
iv) su objeto; v) el plazo de duración fijado; vi) el capital social
suscripto; vii) la organización de la administración, de las reuniones
de socios y, en su caso, de la fiscalización, con la individualización
de los integrantes de los órganos de administración y de fiscalización,
y de un representante legal; viii) la fecha de cierre del ejercicio (arts.
36, incs. 1º a 7º y 11, y 37 LACE). Si en vez de la constitución de la
S.A.S. se tratara de la modificación de su instrumento constitutivo o
de su disolución, el edicto debe contener la fecha de la resolución que
las aprobara. Cuando la modificación afectara la denominación
social, el domicilio, objeto, plazo, capital social, la disposición de los
órganos de administración y fiscalización o la fecha de cierre del
ejercicio, la publicación deberá determinarlo en la forma establecida
en el art. 37, inc. a), LACE para los casos de constitución. La
documentación correspondiente debe presentarse ante el Registro
Público para que, previo a su registración, se verifique el
cumplimiento de los requisitos formales y de las normas
reglamentarias correspondientes (art. 38 LACE).

86
La inscripción del instrumento constitutivo por ante el Registro es, en
sí, un mecanismo de publicidad que comparte su naturaleza con su
par edictal. La relevancia de los asientos ―en general― que ante
aquel se vuelcan está vinculada con la eficacia de la publicidad que
prestan a los actos principales de la actividad que desarrolla el sujeto,
y fija los límites que en protección del tráfico y del propio ente deben
observarse. El Registro es, entonces, una institución esencialmente
dirigida a terceros[56]. Como la dinámica de la economía hace
necesaria una presunción legal de conocimiento, resultaría inviable
un sistema en el que los sujetos inscriptos tuvieran que acreditar el de
sus asientos registrales por terceros, “ese conocimiento se objetiva de
tal modo que la oponibilidad del contenido del Registro no está en
función del conocimiento real y efectivo de los asientos, sino en
función de una presunción legal”[57]. La registración, en razón de
sus efectos, llena así funciones insustituibles en la vida jurídica:
“respecto de los terceros, por la apariencia creada por esa
registración; respecto de los accionistas para la decisión de conflictos
internos y para el propio Estado”. De allí que el cumplimiento de los
recaudos crea una presunción absoluta del conocimiento del acto,
para el cual es indiferente la buena fe del tercero o el dolo del socio,
por lo que si por error o mala fe el contrato se inscribe con diferencias,
estas “tendrán que juzgarse como omitidas”[58], en razón de la
prevalencia de la apariencia.

Si se hubiera utilizado el modelo tipo de instrumento constitutivo


aprobado por el Registro Público, la inscripción debe realizarse
dentro de un plazo de veinticuatro horas, contado desde el día hábil
siguiente al de la presentación de la documentación (art. 38 LACE)
[59]. Corresponde a los Registros Públicos dictar e implementar las
normas reglamentarias a tales efectos, previendo, tanto para la
registración del instrumento constitutivo como para su modificación,
el uso de medios digitales con firma digital y estableciendo un
procedimiento de notificación electrónica y de resolución de las
observaciones que se realicen a la documentación presentada.

3.1. Ausencia de control de legalidad del Registro Público

87
Como nota saliente, el art. 36 LACE elimina el control de legalidad
del Registro Público respecto de las S.A.S., limitando sus funciones
a la verificación previa del cumplimiento de requisitos formales y de
normas reglamentarias de aplicación (art. 35, ley 27.444)[60]. El
mantenimiento de tal control de legalidad en cabeza de los registros
ya había sido puesto en duda a partir de la sanción de la ley 26.994 y
para todos los tipos sociales, al suprimirse del art. 6º L.G.S. el control
del cumplimiento de los requisitos legales y fiscales del instrumento
constitutivo previo a su registración, reduciendo así el contenido de
la obligación a la sola presentación del acto constitutivo para su
inscripción (art. 5º L.G.S.). Esto ha llevado a sostener la eliminación
de todo control de legalidad por parte del registrador y la imposición
de un nuevo sistema de registración automática que convierte al
Registro Público en un mero receptor de documentos, donde los
efectos de la toma de razón quedan limitados sólo a la publicidad[61].
Empero, tal control por parte del Registro ―sin efectos saneatorios―
se mantiene, sólo que exclusivamente para el caso de las sociedades
del Capítulo II de la L.G.S., correspondiéndole a la IGJ en el ámbito
nacional fijar los requisitos a los que deben sujetarse las
presentaciones y las facultades de control que incumben a dicho
organismo (leyes 22.315 y 22.316 y res. 7/2015). Tal control de
legalidad no aplica en el caso de la S.A.S., para la cual la IGJ ―o sus
pares― debe ceñirse estrictamente a las funciones registrales
formales que le correspondan, estándole vedado formular
observaciones en cuanto a la legalidad, mérito, conveniencia o
suficiencia del instrumento constitutivo, sus ampliaciones o
modificaciones.

Expresamente se ha prohibido a los Registros Públicos en materia de


S.A.S. “evaluar si un capital social es suficiente, o si un objeto social
es posible, o incluso si una cláusula pactada por los socios viola una
norma imperativa (…). Estas funciones, en todo caso estarán
reservadas para un análisis judicial del tribunal competente […lo
que…] es lógico y guarda coherencia con la primacía que el
legislador buscó darle a la autonomía de la voluntad en la S.A.S., lo
que implica un cambio de paradigma en la cuestión societaria-
88
registral (…) se confía en el administrado en lugar de sancionar
normas que coarten su autonomía, que es quien tiene interés directo
en el éxito de su emprendimiento, lo que (…) choca con los intereses
de la burocracia encargada de regularlas”[62].

En tal sentido y a fin de allanar el proceso registral de la S.A.S., el


art. 58 LACE impone a los Registros Públicos reglamentar e
implementar mecanismos que permitían a esta suplir la utilización de
medios tradicionales de llevado de libro de actas, libro de registro de
acciones, libro diario y libro de inventario y balances, mediante
recursos digitales o la creación de una página web en donde se
encuentren volcados la totalidad de los datos de dichos registros,
debiendo “implementar un sistema de contralor para verificar los
datos al solo efecto de comprobar el cumplimiento del tracto registral,
en las condiciones que se establezcan reglamentariamente”.

Además, la S.A.S. no se encuentra sujeta a la fiscalización


permanente del Registro Público durante su funcionamiento,
disolución ni liquidación. Dicho control siquiera se da en los
supuestos en que su capital supere el previsto por el art. 299, inc. 2º,
L.G.S., circunscribiéndose las tareas del organismo exclusivamente a
funciones registrales[63].

3.1.1. Reformas del instrumento constitutivo

Las reformas del instrumento constitutivo, el cambio de sede, la


prórroga o reconducción del plazo de duración, los reglamentos, las
variaciones de capital, la transformación, fusión o escisión del ente,
la designación y cese de administradores y de miembros de la
sindicatura, la disolución, liquidación y cancelación registral de la
sociedad, y los demás actos concernientes que requieran inscripción,
se adoptan conforme al procedimiento y requisitos previstos en el
mismo, y se inscriben en el Registro Público y tramitan a través del
Sistema de Gestión Documental Electrónica GDE (art. 54 LACE; art.
3º res. gral. IGJ 6/2017; dec. 561/2016). Tampoco en estos casos el
89
Registro Público contará con el control de legalidad de las reformas
del instrumento constitutivo cuya registración se le solicite.

3.2. Falta de registración

Con la unificación del Código Civil y Comercial ―ley 26.994 de


2015―, la ley 19.550 ha dejado de ser una ley exclusivamente de
sociedades comerciales para transformarse en una ley general de
sociedades. En concordancia, la Sección IV del Capítulo I L.G.S. y
que se ocupa de las sociedades no constituidas según los tipos del
Capítulo II y otros supuestos (arts. 21 a 26 L.G.S.), implica la
creación de un nuevo tipo ―o subtipo― innominado de sociedad
residual y que comprende a todas aquellas no registradas. En virtud
de ello, la S.A.S. que no fuera debidamente inscripta no produce los
efectos propios de su tipo ―los previstos en la LACE― y queda por
tanto regida por lo dispuesto en la Sección IV L.G.S.[64]. Empero,
alguna doctrina sostiene la no aplicación para el caso de la Sección
IV L.G.S., por cuanto el art. 21 de esta circunscribiría su empleo a
sociedades no constituidas con sujeción a alguno de los tipos del
Capítulo II de la L.G.S. (la S.A.S. no lo es)[65], mientras que otros
refieren a su inexistencia[66]. Distinto es el caso de la S.A.S. ab initio
unipersonal ―y mientras así se mantuviera― que no hubiera de
registrarse, por cuanto no sólo no produciría efectos frente a terceros
sino que tampoco provocaría la separación de patrimonios propia de
la personalidad diferenciada.

Notas -

90
[1] La posibilidad de que de la declaración unilateral de voluntad se
engendre una sociedad (la promesa unilateral como causa-fuente de
relaciones obligacionales) es una cuestión admitida en el Derecho
comparado. Cfr. Moro, E., La Sociedad de Capital Unipersonal, Ad-
Hoc, Buenos Aires, 2006, p. 137.
[2] Sobre la sociedad unipersonal como sistema y no como contrato,
véase Botteri, J. y Coste, D., “Las sociedades de un solo socio (S.A.U.
y S.A.S. unipersonal). Mecanismos y principios de gobierno”,
inédito, 2019. Los autores, partiendo de un enfoque cientificista
sistémico, estudian las sociedades como objetos complejos que se
relacionan con la teoría de conjuntos: no se trata de la integración de
dos o más elementos aislados que forman un conjunto (el contrato de
dos o más personas que dan vida a una sociedad), sino de un conjunto
unitario ―integrado por un elemento aislado que no se identifica con
un conjunto que pertenece a otra jerarquía― y que permite el ingreso
de otros siempre que cumplan los requisitos del conjunto. Desde tal
perspectiva, tratándose de objetos complejos, las S.A.S.
unipersonales debieran analizarse en función de su composición,
estructura, mecanismos de funcionamiento y propiedades
emergentes, todo ello vinculado a un entorno dado.
[3] Dada la escasa utilización de la sociedad anónima unipersonal
(S.A.U.; art. 1º L.G.S.), la S.A.S. se presenta como la única variante
de ente unipersonal operativo en la República. La SAU no resultó ser,
en contra de sus postulados, la consagración legislativa de la sociedad
unipersonal en beneficio del empresario individual. Complicaciones
resultantes de la integración y funcionamiento de sus órganos, más la
rigidez del tipo y la impuesta fiscalización estatal permanente, la
tornaron mayormente en vehículos de la gran empresa o capitales
extranjeros que buscaban invertir en la República sin asociarse de
cómodo a un socio local.
[4] Cfr. Moro, E., La Sociedad de..., cit., ps. 137/140 y “Breves
reflexiones sobre la sociedad unipersonal”, Revista Argentina de
Derecho Empresario, n° 1, Universidad Austral, Ad-Hoc, Buenos
Aires, 2005, ps. 382/385.
[5] En este sentido, el art. 957 del Cód. Civil y Comercial establece
que el contrato “es el acto jurídico mediante el cual dos o más partes
manifiestan su consentimiento para crear, regular, modificar,
transferir o extinguir relaciones jurídicas patrimoniales”.
[6] El instrumento electrónico debe ser remitido para su inscripción
91
al Registro Público correspondiente en el formato de archivo digital
que oportunamente se establezca (art. 35 LACE).
[7] Cfr. Ragazzi, “La sociedad por acciones simplificada…”, cit.
[8] Cfr. Moro, E., Tratado de las sociedades de responsabilidad
limitada, t. I, La Ley, Buenos Aires, 2016, p. 106.
[9] La LACE, a diferencia de la L.G.S., utiliza el término
“instrumento constitutivo” en lugar de contrato y estatuto, con
excepción de su art. 59, que se refiere a estatuto ―lo que debe ser
considerado un error material―.
[10] Ragazzi, “La Sociedad por Acciones Simplificada…”, cit.
[11] Ibídem.
[12] Cfr. Cornejo Costas, E., Tratado del nombre social, Ábaco,
Buenos Aires, 1989, n° 53, ps. 197, 201 y 202.
[13] IGJ, 19/10/2004, “Legalitas S.A.”, res. 1296/2004, expte.
607180; IGJ, 15/7/2004, “Tenaris S.A.”, res. 854, expte. 603780. Cfr.
Halperín, I. y Butty, E., Curso de Derecho…, cit., p. 48 y p. 323, n°
68; Cabanellas de las Cuevas, G., Derecho Societario…, cit., t. II, p.
545; Roitman, H., Ley de Sociedades…, cit., t. I, p. 193.
[14] No así la serie de designaciones genéricas que atañen a la clase
de actividad, al objeto comercial o al tipo de sociedad. Cfr. Rivera,
J., El nombre en los derechos civil y comercial, Astrea, Buenos Aires,
1977, ps. 133 y 134.
[15] Cfr. Cornejo Costas, E., Tratado del Nombre Social…, cit., n°
53, p. 199.
[16] Ídem, n° 53, p. 197; JA, 1962-V-338; Cám.C.C., I, Rosario, JA,
1998-III-526.
[17] CNCom., Sala E, “Petrocor S.R.L. c/Petrocor S.A. s/sumario”,
RSyC n° 5, p. 240.
[18] Dicho esto con exclusividad para aquellas jurisdicciones en que
el Registro está a cargo de la autoridad administrativa.
[19] “Legalitas S.A.”, cit.; CNCom., Sala D, 30/6/1986, “Kimsa
S.R.L.”; resol. IGJ, 1003/2000, “Intelligent Systems S.A.”, en RSyC,
n. 6, p. 245.
[20] Cfr. Cash, G., “Registración societaria y registros nacionales”,
en Vítolo - Pardini, Problemas y cuestiones sobre las Sociedades, Ad-
Hoc, Buenos Aires, 2006, p. 22.
[21] Cfr. Cornejo Costas, E., Tratado del Nombre Social…, cit., n°
53, p. 278.
[22] Borda, G. A., Tratado de Derecho Civil ⎯parte general⎯, 12ª ed.,
92
Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1999, t. I, n° 350, p. 344; “es una
exigencia ineludible del buen orden social que las personas puedan
ser ubicadas en el territorio. Es necesario que exista un lugar
determinado [en] donde puedan reclamar la protección de las leyes”.
Es de carácter legal, necesario, debe ser real ―no simulado⎯, a fin de
no inducir a terceros de buena fe a engaños, y único, sin perjuicio de
la existencia de sucursales y su localización. Cfr. Zaldívar, E. et al.,
Cuadernos… cit., t. I, p. 228, n° 15; Verón, A., Sociedades
Comerciales… cit., t. I, p. 8; Roitman, H., Ley de Sociedades…, cit.,
t. I, ps. 204/207.
[23] Las apuntadas diferencias se corresponden con la modificación
del art. 11, inc. 2°, L.G.S. efectuada por ley 22.903 de 1983.
Previamente la distinción resultaba de construcciones doctrinarias y
jurisprudenciales, apoyadas en las reglas generales del Código Civil,
y cuyos criterios fueron uniformados a partir de fallo plenario
comercial “Quilpe I.L.P. S.A.” (LL, 1977-B-248; JA, 1977-II-431).
[24] Cfr. Romano, A. A., en Código de Comercio ⎯anotado y
comentado⎯, de Rouillón Adolfo, La Ley, Buenos Aires, 2006, t. III,
p. 23 y jurisprudencia de la CSJN por este citada, v.gr. LL, 2003-D-
199; DJ, 2003-2-365.
[25] Cfr. Colombres, G., Curso de Derecho..., cit., ps. 104 y 105, sin
perjuicio de que el autor define al objeto como la actividad peculiar
a partir de la cual se determina una imputación específica.
[26] Halperín, I. y Butty, E., Curso de Derecho…, cit., t. I, n° 6, p.
280; Cabanellas de las Cuevas, G., Derecho Societario…, cit., t. II, p.
250; Colombres, G., Curso de Derecho..., cit., p. 104. Con
diferencias, Zaldívar, E., Cuadernos…, t. I, ps. 257 y 266, para quien
el objeto es la actividad económica en vista de la cual se estipula el
contrato de sociedad, lo que limita las facultades de que goza la
sociedad y los poderes de que pueden hacer uso sus representantes y
administradores. A través de este el organismo societario se
manifiesta y desenvuelve ―Colombres, G., Curso de Derecho..., cit.,
p. 391―.
[27] La LACE “quita relevancia al elemento objeto social y, por ende,
también a sus implicancias, dando una gran autonomía de la voluntad
para que se establezca el objeto dentro del instrumento constitutivo
de forma libre, amplia y plural”. Ramírez, A., “El objeto social en la
Sociedad por Acciones Simplificada”, LL, 2018-B, 18/4/2018.
[28] De este modo la LACE otorga a las S.A.S. un amplio margen de
93
maniobra durante la etapa inicial del startup para encarar y probar
negocios del modo más eficiente hasta escoger el perfil definitivo del
emprendimiento. Cfr. Perciavalle, M., S.A.S. Ley Comentada de
las…, cit., p. 37; Marzorati, O., “La renovación societaria…”, cit.;
Ramírez, A., “El objeto social en la Sociedad por Acciones
Simplificada”, cit. En este sentido, Hers, L., “La S.A.S., una futurista
Societas Romana”, cit., quien se pregunta por qué el legislador fijó
un capital mínimo exiguo y un objeto plural, absolutamente abierto,
en lugar de simplemente abolir ambos.
[29] El objeto debe ser lícito, o esta resultará de nulidad absoluta (art.
10003 Cód. Civil y Comercial). La ilicitud originaria del objeto
resulta, empero, un supuesto de improbable verificación.
[30] La LACE no deja dudas en cuanto a que el objeto no sólo puede
ser plural, sino que las distintas actividades en él contenidas no tienen
por qué estar relacionadas. Cfr. Sánchez Herrero, P., “Sociedad por
acciones simplificada”, cit., t. IX, p. 1021.
[31] http://www.oas.org/es/ sla/cji/docs/ CJI- RES_188_LXXX-O-
12.pdf.
[32] Cfr. Ramírez, A., “La Entidad de Responsabilidad Limitada de
UNCITRAL…”, cit., y “El objeto social en la Sociedad por Acciones
Simplificada”, cit.
[33] Ramírez, A., “El objeto social en la Sociedad por Acciones
Simplificada”, cit.
[34] Verón, A., Sociedades Comerciales…, cit., t. I, p. 101, n° 7.
[35] Cfr. Villegas, C., Derecho de las Sociedades…, cit. En contra,
Halperín, I. y Butty, E., Curso de Derecho…, cit., n° 72, p. 324, para
quienes si bien el plazo puede ser cierto en razón del objeto, como en
el caso de la explotación de una concesión que surge de manera
indirecta (art. 1765 Código Civil), esta variante no resulta aplicable
en la L.S., que exige precisión en la duración; Roitman, H., Ley de
Sociedades…, cit., t. I, ps. 244 y 245.
[36] Así, Halperín, para quien ―contra la práctica usualmente
aceptada⎯ un plazo de 99 años, por excesivo, importa sociedad sin
término (Sociedades Anónimas… cit., p. 104, n° 21). La costumbre
de consignar tal plazo (99 años) derivaría de la aplicación analógica
del art. 2º de la ley francesa.
[37] Cfr. Verón, A., Sociedades Comerciales…, cit., t. I, p. 101, n° 7;
Zaldívar, E. et al., Cuadernos… cit., t. II, p. 82.
[38] Revemos así nuestra anterior posición sostenida en Tratado de
94
Derecho Comercial y Empresario, t. I, Abeledo-Perrot, Buenos Aires,
2013, ap. 7, p. 209.
[39] La actuación pluripersonal de tales agentes presupone la
necesidad de una organización jurídica que estructure cuanto menos
su participación, y la forma de establecer y manifestar una voluntad
común. Cfr. Villegas, C., Derecho de las Sociedades…, cit., n° 27, p.
63.
[40] Cfr. Cabanellas de las Cuevas, G., Introducción al Derecho
Societario parte general, cit., t. I, p. 401.
[41] Cfr. Halperín, I. y Butty, E., Curso de Derecho…, cit., t. I, p.
256.
[42] El concepto de beneficio ―art. 1º L.S.― no se resume
únicamente en utilidades líquidas y cuantificables, susceptibles de
división aritmética entre los socios, sino también en cualquier otra
ventaja económica que incida directa o indirectamente sobre los
socios. Cfr. Cabanellas de las Cuevas, G., Derecho Societario… Los
Socios…, cit., t. V, p. 88.
[43] Cfr. Zaldívar, E. et al., Cuadernos… cit., t. I, p. 78.
[44] Cabe distinguir el derecho a la utilidad ―genérico de todo
socio― del derecho al dividendo, que nace con la decisión societaria
que lo aprueba. Cfr. CNCom., Sala A, ED disco láser registro nº
143872.
[45] En contra, véase Villanueva, J., “La sociedad por acciones
simplificada y la autonomía de la voluntad…”, cit., y Perciavalle, M.,
S.A.S. Ley Comentada de las…, cit., p. 41.
[46] Cfr. Pérez Hualde, F., “Sociedad por Acciones Simplificada. La
autonomía de la voluntad como nota tipificante”, La Ley, 3/11/2017,
p. 1, quien considera que la S.A.S. es una sociedad con rasgos de una
sociedad de capital e industria; Ramírez, A., Sociedad por Acciones
Simplificada, inédito, cit., ap. 6.3.11.2.
[47] Cfr. Ramírez, A., Sociedad por Acciones Simplificada, inédito,
cit., ap. 6.3.11.3.
[48] Cfr. Ciapero, M. y Giovachini, J., “Los convenios de accionistas
y sus efectos sobre el funcionamiento del directorio”, LL, 2006-C-
956, con apoyo en Serra Mallol.
[49] Cfr. Ramírez, A., Sociedad por Acciones Simplificada, inédito,
cit., ap. 6.3.11.4.
[50] A diferencia de lo que dispone la L.G.S. en su art. 11.
[51] Exposición de Motivos ley 27.349.
95
[52] Cfr. Vítolo, D., Ley 27.349 comentada, La Ley, Buenos Aires,
2017, p. 114.
[53] Para ello cuenta con un plazo de doce meses, computables desde
la constitución de la S.A.S.
[54] En cambio, no están obligadas a otorgar crédito a la S.A.S. titular
de la cuenta.
[55] Sobre todos ellos, véase lo dicho en el capítulo anterior.
[56] Cfr. Fontanarrosa, R., “El Registro Público de Comercio”, LL,
51-1141 y Derecho Comercial…, cit., vol. I, p. 310.
[57] Rojo, Á., “El registro mercantil...”, cit., p. 166.
[58] Cfr. Halperín, I. y Butty, E., Curso de Derecho…, cit., t. I, ps.
82 y 349 respectivamente.
[59] El plazo de 24 horas impuesto al Registro Público para que se
acredite la inscripción del instrumento constitutivo sólo es de
aplicación en casos en que los socios utilicen el modelo tipo aprobado
por aquel (res. gral. 6/2017). La norma, que procura dotar de
celeridad al sistema registral obligando a los registros públicos de
aprobar modelos tipo de instrumentos constitutivos para facilitar la
inscripción, ha sido señalada por alguna doctrina ―por imponer tales
modelos― como contraria al pregonado principio de autonomía de
la voluntad que inspira la ley. Cfr. Pérez Hualde, F., “La autonomía
de la voluntad como nota tipificante…”, cit.
[60] Para ratificar este extremo, el DNU 27/2018 y luego el art. 35 de
la ley 27.444 impusieron una modificación sustancial al art. 38
LACE, sustituyendo el control “de los requisitos legales” por el “de
los requisitos formales”.
[61] Cfr. Vítolo, D. En este sentido agrega el autor que “también [se]
sustituye [en la L.G.S.] la expresión ‘toma de razón’ por la de
‘inscripción’ ratificando ―de ese modo― la nueva dimensión que
[se] otorga al trámite inscriptorio en materia de efectos”. El Proyecto
de Reforma y Unificación ya había recibido severas críticas en este
sentido. Cfr. Nissen, R., “Sobre la evidente necesidad de restituir el
control de legalidad al Registro Mercantil”; Vítolo, D., “Debe dejarse
sin efecto ―en el Proyecto de Código Civil y Comercial de la
Nación― la eliminación del Registro Público de Comercio ―que no
es sustituido por Registro alguno―, y debe mantenerse el control de
legalidad inscriptorio por parte de la autoridad que esté a cargo del
mismo”; Perciavalle, M., “La necesaria existencia del ejercicio del
control de legalidad por el registrador mercantil”; Martínez, S.,
96
“Acerca de la eliminación del control de legalidad del Registro
Público de Comercio”; De León, D., “Necesidad de incorporar la
regulación del Registro Público de Comercio en el Proyecto de
Código Civil y Comercial”; todos estos en La Reforma al Derecho
Comercial en el Proyecto del Código Civil y Comercial de la Nación
―1er. Congreso Nacional de análisis y debate sobre el Proyecto del
nuevo Código Civil y Comercial de la Nación―, Legis, Buenos
Aires, 2012, ps. 361, 365, 379, 382 y 387.
[62] Ramírez, A., Sociedad por Acciones Simplificada, inédito, ap.
6.3.12.1.
[63] Cfr. García Villalonga, J., “¿Son la Sociedad Anónima
Unipersonal y la Sociedad por Acciones Simplificada recursos
técnicos idóneos para la constitución de sociedades profesionales?”,
Iustitia n° 3, dic. 2018, IJ-DXLIV-130; Sirena, J. L., Sociedades por
Acciones Simplificadas (S.A.S.) y Simples, Errepar, 2018, p. 5.
[64] Perciavalle, M., S.A.S. Ley Comentada de las…, cit., p. 43.
[65] Carlino, B., “Las fronteras de la Sociedad por Acciones
Simplificada”, cit., SJA 4/7/2018. En cambio, para este autor, si le
faltara algún requisito al instrumento constitutivo, podría
considerársela incluida en la Sección IV L.G.S.
[66] Cfr. Marzorati, O., “La renovación societaria…”, cit.

Poderes electrónicos

Sebastián Balbín

El art. 59 LACE dispone que tanto el instrumento constitutivo de la


S.A.S. como sus modificaciones y los poderes y revocaciones que
autoricen sus representantes, pueden ser otorgados en protocolo
notarial electrónico. Incluso cuando se hayan otorgado en soporte
papel, su primera copia debe expedirse en forma digital, con firma
digital del autorizante (en dichos casos la inscripción en el Registro
Público será exclusivamente electrónica).

97
En concordancia, la ley 25.506 de Firma Digital ―dec. reg.
2628/2002― y el Código Civil y Comercial (arts. 286 y ss.), ambos
anteriores a la LACE, regularon i) el documento digital, que es la
representación digital de actos o hechos, con independencia del
soporte utilizado para su fijación, almacenamiento o archivo, siempre
que su contenido sea representado con texto inteligible, aunque su
lectura exija medios técnicos; y ii) la firma digital, que es el resultado
de aplicar a un documento digital un procedimiento matemático que
requiere información de conocimiento exclusivo del firmante. La ley
25.506 y el Código Civil y Comercial (art. 288) equiparan la firma
digital con la firma ológrafa. Para ello se utiliza un procedimiento de
criptografía de clave pública asimétrica, en el que no se firma el
documento electrónico, sino “que lo que se ‘firma’ (encripta con la
clave privada) es un hash del documento[1], lo cual es equivalente a
firmar el documento, justamente porque ese hash representa
inequívocamente al documento …[es que]… el valor entregado por
el hash es único para determinado conjunto de datos [documento,
acta, etc.]. Cualquier cambio en estos datos, así sea en uno de sus
caracteres, entrega un hash diferente. Esto es justamente lo que
permite asegurar la integridad de los datos cuando se utiliza la
función hash, de la misma forma en que se utiliza en el procedimiento
de firma digital”[2]. La firma digital, que debe ser susceptible de
verificación por terceras partes y permitir a estas la identificación del
firmante, posibilita entonces la detección de cualquier alteración del
documento digital posterior a su firma (sistema criptográfico, cuya
seguridad depende del medio que se emplee para comunicar la clave
y su cálculo[3]).

Notas

98
[1] En el ámbito nacional, “la resolución PGN 756/2016 de fecha
31/3/2016 establece que ‘El hash se define como la conversión de
determinados datos en un número de longitud fijo no reversible,
mediante la aplicación de una función matemática ―algoritmo―
unidireccional. Tiene como funciones primordiales la autenticación
(permite corroborar la identidad de un archivo) y preservación de
integridad de los datos (asegura que la información no haya sido
alterada por personas no autorizadas u otro medio desconocido),
resultando entonces de vital importancia a los fines de controlar la
preservación de la cadena de custodia y evitar planteos de nulidad.
Calcular el hash de la copia forense permitirá verificar si la misma
fue alterada con posterioridad a su obtención. Si pasado un tiempo de
realizada la misma alguien plantea que fue alterada, bastará calcular
el hash para ver si es el contenido es el mismo del originalmente
obtenido (en este caso, se demuestra que la copia no fue
manipulada)’”. Bender, A., “Contabilidad y registros societarios
digitales a partir de la res. IGJ 6/2017 y decreto 27/2018”, ADLA,
2018-3, p. 59, Online: AR/DOC/191/2018.
[2] Cfr. Bender, A., “Contabilidad y registros societarios digitales a
partir de…”, cit.
[3] Cfr. Falbo, S., “Protocolo digital. Nuevas tecnologías y función
notarial. Otorgamiento del documento notarial digital, y circulación
electrónica del documento notarial”, Revista Notarial Colegio de
Escribanos de la Provincia de Buenos Aires, 979-2015.

Transformación en S.A.S.

Sebastián Balbín

La transformación de una sociedad se produce cuando esta


reestructura su forma, abandonando el tipo originalmente escogido
para adoptar otro de los previstos por la ley y a cuya normativa en el
futuro habrá de someterse. Ello no importa la disolución del sujeto,
ni altera sus derechos y obligaciones, operando sobre su personalidad
un mero cambio de estructura, con subsistencia de la sociedad[1],
99
toda vez que las formas ―entendidas aquí como tipos― tienen por
finalidad proteger y actuar la voluntad de los socios, quienes desean
continuar la persona jurídica[2]. Las razones para la transformación
suelen obedecer a nuevas necesidades del ente referidas a la
organización de la explotación que lleva a cabo, a la imposición legal
de ciertos tipos para ciertas actividades, a la ocurrencia de ciertos
eventos, a requerimientos de los socios relacionados con las
responsabilidades propias de cada tipo, a mayores o menores costos
impositivos, etc.

Las sociedades constituidas conforme a alguno de los tipos del


Capítulo II de la L.G.S. pueden transformarse en S.A.S.,
correspondiendo a los Registros Públicos dictar las normas
reglamentarias aplicables al procedimiento de transformación (art. 61
LACE). Deben también considerarse incluidas a las sociedades de la
Sección IV L.G.S., o en su defecto, autorizarse simultáneamente su
subsanación (art. 25 L.G.S.)[3]. En razón del sostenido crecimiento
de registraciones de S.A.S. desde su regulación, es esperable que la
transformación de sociedades existentes de otros tipos
―mayormente S.R.L. y S.A.― efectivamente suceda. Para el caso,
en Colombia y sólo durante el segundo año de vida de la ley 1258
(2008), se crearon más de sesenta mil nuevas S.A.S., muchas de ellas
por reconversión de sociedades anónimas al nuevo tipo social[4].

Notas

[1] Cfr. Zaldívar, E. et al., Cuadernos…, cit., vol. IV, p. 68.


[2] Cfr. Halperín, I. y Butty, E., Curso de Derecho…, cit., t. I, p. 387.
[3] Cfr. Perciavalle, M., S.A.S. Ley Comentada de las…, cit., p. 196.

100
[4] Hadad, L., “La Sociedad por Acciones Simplificada y la
llegada…”, cit.

Limitaciones para constituir y mantener el carácter de S.A.S.

Sebastián Balbín

Una S.A.S. unipersonal no puede participar ni constituir otra S.A.S.


unipersonal (art. 34 LACE). Además, para poder constituirse y
mantener el carácter de S.A.S., la sociedad tampoco debe ser de
economía mixta o tener participación estatal mayoritaria, realizar
operaciones de capitalización, ahorro o en cualquier forma requerir
dinero o valores al público con promesas de prestaciones o beneficios
futuros, o explotar concesiones o servicios públicos (art. 39 LACE).
Sí puede, en cambio, hacer oferta pública de sus acciones o
debentures y participar de crowdfunding[1] (art. 36, ley 27.444). En
consonancia, la CNV reglamentó este modo de financiamiento
colectivo para emprendedores (res. gral. 717-E/2017).

La S.A.S. no puede ser controlada ―control interno de derecho― ni


participar en más de un treinta por ciento del capital de sociedades
comprendidas en los incs. 3º, 4º y 5º del art. 299 L.G.S.[2],
prohibición que se orienta a evitar que la participante no se disperse
en otras sociedades y se aplique exclusivamente en el cumplimiento
de su objeto, por lo que en puridad la restricción ―que se considera
censurable― no debió limitarse a sólo algunas sociedades del art. 299
L.G.S.[3]. En cambio, la S.A.S. sí puede exceder el capital máximo
dispuesto por el art. 299, inc. 2º, L.G.S. para S.R.L. y S.A., y en tal
caso i) no estará sometida a mayores controles por parte del Registro
Público (art. 2º RG IGJ 6/2017); ii) ni deberá presentar ante este sus
estados contables (art. 46 RG IGJ 6/2017); iii) ni tendrá que
establecer una sindicatura o consejo de vigilancia obligatorio (como
sucede con la S.R.L.; art. 158 L.G.S.)[4].

101
En caso de resultar la S.A.S. encuadrada en cualquiera de los
supuestos antes referidos, deberá transformarse en alguno de los tipos
regulares previstos en la L.G.S. e inscribir su cambio en el Registro
en un plazo no mayor a seis meses de configurado el supuesto,
computables a partir de la fecha del acto societario del que surja la
adquisición del control o el exceso en el porcentaje de vinculación
establecido en la ley (art. 49 res. gral. IGJ 6/2017). En caso de que la
configuración del supuesto no resulte de un hecho o acto propio de la
S.A.S., el plazo se computará desde que se tomó conocimiento del
mismo, y la transformación no será obligatoria si antes de vencido la
S.A.S. deja de estar encuadrada en aquel. La transformación debe
llevarse a cabo conforme a las disposiciones de la Sección X del
Capítulo I de la L.G.S.[5].

Vencido el plazo sin que se hubiera producido la inscripción de la


transformación en el Registro Público, los socios responderán frente
a terceros en forma solidaria, ilimitada y subsidiaria, y sólo frente a
un probado perjuicio y el incumplimiento de la S.A.S.[6]. Se ha
señalado lo excesivo de la sanción cuando el socio no hubiera tenido
noticia de la participación del ente en alguno de los supuestos del art.
299 L.G.S. (operaciones de capitalización o la explotación de
servicios públicos), por provenir ello de una decisión inconsulta del
administrador[7].

Notas

[1] Salvochea, R., “La S.A.S.: ahora un actor habilitado para negociar
sus acciones en el mercado de capitales”, Suplemento especial:
102
“Decreto de desburocratización y simplificación 27/2018”, LL,
28/2/2018, p. 229.
[2] Art. 299 L.G.S., inc. 3º: “sean de economía mixta o se encuentren
comprendidas en la Sección VI”; inc. 4º: “realicen operaciones de
capitalización, ahorro o en cualquier forma requieran dinero o valores
al público con promesas de prestaciones o beneficios futuros”; inc.
5º: “exploten concesiones o servicios públicos”.
[3] Cfr. Ragazzi, G., “La Sociedad por Acciones Simplificada…”, cit.
[4] Cfr. Ramírez, A., Sociedad por Acciones Simplificada, en
imprenta, 6.4.1.1.
[5] Cfr. Rovira, A., “Necesaria reforma integral…”, cit.
[6] Cfr. Ragazzi, G., “La Sociedad por Acciones Simplificada…”, cit.
[7] Cfr. Molina Sandoval, C., “Sociedad por acciones simplificada”,
LL, 2017-B-991; Ramírez, A., Sociedad por Acciones Simplificada,
en imprenta, 1.1.1.1, para quien “una interpretación sistémica de la
sanción, es que solamente responderán por los perjuicios que se
produzcan a raíz de la falta de transformación, lo que no implica que
deban responder solidariamente por el resto de las obligaciones de la
sociedad. Esto se infiere del texto original de la norma, que
diferenciaba las responsabilidades, al sostener en la última frase ‘sin
perjuicio de cualquier otra responsabilidad en que hubAnclaieren
incurrido’”.

Capital social

Sebastián Balbín

Si bien la regla es que el capital de la S.A. se representa en acciones


(requisito esencial tipificante; art. 163 L.G.S.), la ley 27.349 ha
optado, para el caso de la S.A.S., por dividirlo en acciones (art. 40
LACE), de manera análoga a lo que sucede con el capital de las
S.R.L. (en tal caso cuotas; art. 146 L.G.S.). En concordancia, la
Exposición de Motivos de la LACE refiere que si bien la S.A.S. se
estructura sobre la base de la S.R.L., “incorpora como novedad (…)
que su capital social, dividido en partes alícuotas, pueda representarse
103
por acciones cartulares”[1]. Esta particularidad pudiera incluso dar
lugar a la no representación corpórea de las acciones (el art. 47, parte
final, LACE habilita a no emitir títulos representativos de estas ―sí
comprobantes de saldos de las cuentas de registros―, mientras que
el art. 49 LACE refiere a la emisión de acciones como potestativa).

Al momento de la constitución de la sociedad ―efecto que cabe


extender a toda la duración de la misma―, cualquiera sea su objeto,
su capital no podrá ser inferior “al importe equivalente a dos veces el
salario mínimo vital y móvil”. La razón por la cual el legislador optó
por no referirse a una suma de dinero fue la de evitar su depreciación,
producto de la inflación, cuidándose también de no delegar esa tarea
o responsabilidad, apartándose así expresamente de lo dispuesto por
el art. 186 L.G.S. para la S.A.[2]. La ley, en cambio, no prevé un
importe máximo de capital ni requiere la transformación de la S.A.S.
en caso de superar aquel el monto del art. 299, inc. 2º, L.G.S. (art. 39
LACE)[3].

1. Principios y funciones clásicas del capital social. Su


anacronismo -

1.1. Adecuación y suficiencia

La LACE abandona el añejo principio que postulaba la necesidad de


adecuación y suficiencia entre el capital social y la posibilidad de
cumplimiento del objeto. La regla, que en oportunidades resultara
indebidamente exacerbada, siquiera después de su corrección parcial
―res. gral. IGJ 8/2016, derogatoria del art. 68 res. gral. 7/2015―
dejó de ser un impedimento para el progreso económico. Mediante el
establecimiento de un capital mínimo tan bajo ―dos veces el salario
mínimo vital y móvil; art. 40―, el legislador ha tomado “partida en
la discusión doctrinaria referida a la importancia y a las funciones del
capital social …[cuya]… cuantía [afortunadamente] perdió por
completo su relevancia”[4]. En concordancia, los registros no pueden
exigir la suscripción de un capital superior al legal, por no contar el
104
organismo ―según sus propias consideraciones― con parámetros
objetivos para evaluar su suficiencia[5].

En este sentido, la recomendación n° 5 de UNCITRAL del proyecto


para la creación de la UNLLO propone que “la ley no debería
establecer un requisito de capital mínimo para [su] constitución”,
destacando el grupo de trabajo encargado de su redacción que “la
tendencia actual en materia de formas empresariales simplificadas era
mayormente a no imponer requisitos de capital mínimo o, en caso de
hacerlo, exigir una cantidad muy baja, con lo cual se reducía la carga
financiera inicial que debían afrontar los pequeños empresarios que
deseaban crear empresas reconocidas jurídicamente”[6]. En línea con
este postulado pueden observarse las ventajas competitivas de las
Private Limited Companies inglesas frente a sus similares
continentales, y a la migración empresaria producida de estas a
aquellas en razón de la falta de restricciones en materia de
capitalizaciones mínimas[7].

1.2. Función de producción

La función de producción, de contenido económico y no jurídico, se


relaciona con la aplicación del fondo común, traducido en capital
social, a la creación e intercambio de bienes y servicios. Así
entendido, tiene vinculación con los pretéritos principios de
adecuación y suficiencia, que relacionan ―si bien de manera
equívoca― el importe de la cuenta capital con los factores
productivos. La función, irrelevante por anacrónica para todo tipo
social, como pone en evidencia el ininterrumpido desarrollo de más
eficaces medios alternativos de financiamiento, lo es aún más en la
S.A.S. Considerando lo exiguo del capital exigido en la LACE y la
posibilidad de integrar originariamente solamente una cuarta parte
del mismo ―cuando se trata de aportes dinerarios―, aquel “no puede
ser el motor de arranque de una sociedad”[8], e indica la orientación
del legislador de abolir la vinculación del capital social con la función
de productividad[9]. Por otra parte, al incluirse herramientas tales
como los préstamos convertibles en acciones, aportes irrevocables de
105
capital, prestaciones accesorias a cargo de terceros y la gran amplitud
que incluye la emisión de diferentes clases acciones, es evidente que
este tipo de sociedades recurrirán a otro tipo de financiamiento y no
solamente al inicial aporte de los socios[10].

1.3. Función de garantía

Esta función refiere al derecho de los terceros de exigir a los socios


la completa integración de sus aportes, como ultima ratio para la
atención de las obligaciones del ente. Abriga una razón de
conducencia sistemática y finalista que hace del capital una garantía
específica para los acreedores de la sociedad y que funciona como
cifra de retención de la que no puede disponerse, cosa que no sucede
con el patrimonio ―garantía común sujeta a la ley del primer
embargante―. Así, les es permitido a los acreedores, que no tienen
acceso directo al patrimonio de los socios con limitación de
responsabilidad, controlar que en oportunidad de la liquidación del
ente ese patrimonio no quede reducido por debajo de la cifra que
representa las aportaciones[11].

La LACE pone de manifiesto la nula importancia de la función de


garantía del capital en la S.A.S., confrontada con la regulación que
de este hace la L.G.S.[12]. La idea de relacionar el capital social con
la garantía de cobro de terceros también debe ser reformulada para el
resto de los tipos sociales[13]: las personas responden con todo su
patrimonio[14], siendo aquel sólo un instituto de naturaleza societaria
que debe ser entendido mayormente como cuenta o asiento integrante
de este último[15]. El tercero que evalúa la solvencia del ente
difícilmente repare principalmente en la cuenta capital[16]. Pretender
además que el capital acompañe al patrimonio, abonando así siempre
aquella supuesta garantía, desnaturaliza el régimen societario y
violenta sus normas en torno a la limitación de responsabilidad
―además de contradecir la lógica de los negocios y sus estructuras
de financiamiento―. De hecho, la existencia de capitales mínimos
para la constitución de sociedades anónimas ―único tipo que las
requiere― se corresponde más con la idea del legislador de que no
106
se utilice la forma de la anónima en las pequeñas empresas[17], que
con la apuntada función de garantía.

Lo dicho no importa que la cifra capital no pudiera servir, empero y


para los tipos de la L.G.S., como resguardo indirecto de la solvencia
del ente al impedir la distribución de beneficios que no correspondan
a utilidades realizadas y líquidas, lo cual sólo es posible una vez
cubiertas las pérdidas del ejercicio y luego de confrontar los ingresos
netos del ejercicio con la cifra capital ―“la distribución de beneficios
del ejercicio deberá detenerse al topar con el monto del
capital”―[18]. Aun así, el capital determinado de acuerdo al valor
histórico de los aportes, siquiera puede representar la cifra mínima de
retención que garantice a los acreedores en sistemas que no impongan
su ajuste por inflación[19]. En función de ello es que parece más
apropiado referir al capital social no ya como una garantía directa de
los acreedores, sino más bien como una indirecta, producto del efecto
que tal guarismo ocasiona al tiempo de la distribución.

En todo caso, la LACE es clara en cuanto a que el capital social de la


S.A.S. no tiene como función ser una fuente de recursos para la
actividad productiva o la garantía del crédito de terceros[20].

2. Determinación de la intensidad con que se ejerce el estado de


socio -

La doctrina suele referir al conjunto de derechos y obligaciones del


socio bajo el término estado de socio, suerte de prius de relaciones
jurídicas derivadas de una situación preliminar, y que cobija y
combina ―a grandes rasgos― relaciones de ejercicio continuado
entre diversos sujetos ―los socios―, entre estos y el ente, y, en
ocasiones, respecto de terceros. Se alude así a un tipo de matriz sobre
la que se miden derechos y obligaciones, para señalar la posición en
que el socio se encuentra frente a la sociedad como titular de una serie
de aquellos, y las consecuencias que tal posición genera.

107
En definitiva, todos los derechos, facultades y poderes del socio
emanan de su cualidad de tal, por lo que si resultara privado de la
misma se rompería el vínculo con el ente, convirtiendo al sujeto en
un tercero. La doctrina ha agrupado los derechos que la calidad de
socio confiere en dos categorías: patrimoniales y políticos. Mientras
que los patrimoniales se vinculan directa o indirectamente con el
ánimo de lucro que dimana de toda sociedad comercial ―excepción
hecha de las del art. 3º L.G.S.― y que persiguen suscriptores, los
políticos en su faz activa pertenecen exclusivamente al socio en
cuanto tal, y lo habilitan a participar en las decisiones que definen la
voluntad social en cualquiera de sus niveles (gobierno,
administración, fiscalización o cualquier otro que el instrumento
constitutivo previera)[21].

El estado de socio se refleja de manera directa en la forma en que el


capital se distribuye entre los socios, dando la medida de la intensidad
con que sus derechos pueden ser ejercidos. Funciona así la cuenta
capital social como una suerte de “sistema métrico interno” que viene
a conferir un patrón de equilibrio estructurado sobre la base de las
participaciones de los sujetos en esta[22]. De allí su importancia
principal en el sistema legal, y su naturaleza eminentemente
societaria, que desplaza a segundo plano aquellas otras funciones de
contenido mayormente económico y aplicación cada vez más
reducida que se trataran en en punto 1[23].

Es esta la única función de importancia que a la cuenta capital


atribuimos en la S.A.S.

3. Suscripción e integración. Aportes -

A diferencia de lo que sucede con las S.R.L. y S.A., en las que el


capital debe suscribirse íntegramente en el acto de constitución de la
sociedad (arts. 149 y 187 L.G.S.), en el caso de la S.A.S. tanto ello
108
como su integración se efectúa en las “condiciones, proporciones y
plazos previstos en el instrumento constitutivo” (art. 41 LACE)[24].
Esta previsión de la ley 27.346 se adecua a la estructura jurídica
novedosa de la S.A.S., originariamente concebida como vehículo de
apoyo al capital emprendedor y por fuera de algunas de las
estrecheces propias de los tipos incluidos en la L.G.S.[25]. Sin
perjuicio de ello, se prevén algunas restricciones como: i) los aportes
en dinero deben integrarse como mínimo en un veinticinco por ciento
al momento de la suscripción y el saldo en un plazo máximo de dos
años, y ii) los aportes en especie deben integrarse en un cien por
ciento al momento de la suscripción.

Los aportes pueden realizarse en bienes dinerarios o bienes no


dinerarios (art. 42 LACE). La LACE nada dice respecto de si los
aportes deben ser en propiedad o si deben ser bienes susceptibles de
ejecución forzada, como lo establece la L.G.S. para S.R.L. o S.A. (art.
45), por lo que los socios pueden disponer libremente sobre la
cuestión en el instrumento constitutivo[26].

Los aportes en bienes no dinerarios pueden ser efectuados al valor


que unánimemente pacten los socios en cada caso, quienes deben
indicar en el instrumento constitutivo los antecedentes justificativos
de la valuación o, en su defecto, consignar los valores de plaza. En
todo caso los estados contables deben contener notas donde se
exprese el mecanismo de valuación de los aportes que integren el
capital social. En caso de insolvencia o quiebra de la sociedad, los
acreedores pueden impugnar dicha valuación ―salvo que se hubiere
efectuado judicialmente―, en el plazo de cinco años de realizado el
aporte. En cuanto a los aportes en especie, la ley no exige que sean
de bienes determinados y susceptibles de ejecución forzada ―como
sucede en las S.R.L. y S.A.; art. 39 L.G.S.―, lo que posibilita i) la
integración de activos intangibles, know how, derechos que
provengan de contratos, licencias y concesiones; ii) el aporte del
usufructo de un bien, del cual el usufructuario puede incluso aportar
su uso y goce, siempre que la sociedad garantice de manera suficiente
al nudo propietario su conservación y restitución (art. 2142, Cód.
Civil y Comercial)[27]. También resulta posible aportar, en especie,
109
bitcoins y otras criptomonedas. No siendo estas ―de momento―
monedas de curso legal, se asemejan a bienes o activos financieros
cuya distribución y control corresponde a particulares, resultando su
valor del libre juego de la oferta y demanda―. Su valuación, de
acuerdo a la res. gral. IGJ 6/17, será la que unánimemente le otorguen
los socios, debiendo indicar los antecedentes que la justifiquen, y
justificando su posterior integración mediante archivo digital que
contenga el detalle del aporte[28].

3.1. Prestaciones accesorias

El art. 42 LACE autoriza a pactar prestaciones accesorias en el


instrumento constitutivo, sin definir su significado, por lo que
corresponde dar al término ―en tanto resulte compatible con las
finalidades de la LACE― iguales alcances que a los previstos en la
L.G.S. (art. 50). Estas consisten en diversas obligaciones ―dar, hacer
o no hacer― de naturaleza social y estatutaria[29], mediante las
cuales se procura dar solución al problema que plantea la necesidad
de recibir la prestación de servicios personales (con o sin bienes
entregados en uso a la sociedad), sin necesidad de emitir
participaciones a favor de quienes las dan, ni de tener que recurrir
para ello a contratos no societarios[30]. No forman parte del capital
social (Anexo A, art. 27, res. gral. IGJ 6/2017)[31].

Las prestaciones deberán resultar del instrumento constitutivo de sus


reformas, con precisión de su contenido, duración, modalidad,
retribución, sanciones en caso de incumplimiento y mecanismo
alternativo de integración para el supuesto de que por cualquier causa
se tornare imposible su cumplimiento. Sólo podrán modificarse de
acuerdo con lo convenido, o, en su defecto, con la conformidad de
los obligados y de la totalidad de los socios.

La prestación de servicios, ya sea de socios, administradores o


proveedores externos de la S.A.S., podrá consistir en servicios ya
brindados o a brindarse en el futuro[32]. Estos pueden ser aportados
110
al valor que los socios determinen en el instrumento constitutivo, o
bien por el que posteriormente fijen por resolución unánime, o en su
caso por el valor que determinen uno o más peritos designados por
los socios en forma unánime. El instrumento constitutivo deberá
indicar los antecedentes justificativos de la valuación. Si la prestación
del servicio se encontrara total o parcialmente pendiente de
ejecución, la transmisión de las acciones de las que fuera titular el
socio que comprometió dicha prestación requerirá la conformidad
unánime de los socios, debiendo preverse, en su caso, un mecanismo
alternativo de integración (art. 42 LACE). Esta solución difiere de la
prevista en el art. 50, inc. 4º, L.G.S., en la que, cuando las
prestaciones son conexas a cuotas de sociedades de responsabilidad
limitada, su transmisión requiere ―salvo pacto en contrario― la
conformidad de la mayoría necesaria para la modificación del
contrato, y si fueran conexas a acciones, estas deben ser nominativas
y requerirse la conformidad del directorio. La medida dispuesta por
la LACE resulta razonable, por cuanto pudiera prevenir la ocurrencia
de conflictos generalmente insolubles que derivan en la
imposibilidad sine die de la transmisión[33].

4. Aportes irrevocables -

Los aportes irrevocables a cuenta de futura suscripción e integración


de acciones pueden mantener tal carácter por el plazo de veinticuatro
meses, contados desde la fecha de su aceptación por el órgano de
administración[34], el cual deberá resolver sobre su aceptación o
rechazo dentro de los quince días del ingreso de parte o de la totalidad
de las sumas correspondientes a dicho aporte (art. 45 LACE). Los
aportes irrevocables se incluyen en el patrimonio neto de la S.A.S.
desde la fecha de su aceptación por el órgano de administración, y se
los computa a todos los efectos de las normas que fijan límites o
relaciones entre las participaciones y el capital social y las relativas a
la pérdida o reducción del mismo (art. 44 res. gral. 6/2017). Siendo
que la S.A.S. guarda una estrecha relación con el emprendedurismo,
alguna doctrina ha sugerido la posibilidad de aportar
irrevocablemente bienes que no consistan en fondos líquidos o que
impacten de manera directa sobre la cuenta caja, como sucede con
111
programas de software, códigos fuentes y muchos otros activos útiles
en tal contexto[35].

5. Aumento de capital -

Los socios pueden, al aumentar el capital, decidir las características


de las acciones que habrán de emitirse, indicando sus distintas clases
y los derechos que otorgan, pudiendo efectuarse a valor nominal o
con prima de emisión (art. 44 LACE), lo que importa una novedad
frente a la L.G.S. Así se ha señalado que los conceptos de prima y
clases utilizados en la LACE no coincidirían con los de la L.G.S.,
habida cuenta que “el ‘plusvalor’ implícito en […la prima…] no tiene
aquí por función exigir que las nuevas acciones a emitirse integren, a
fin de no aguar el valor real de las preexistentes, reservas equivalentes
a las que existían en la sociedad al tiempo del aumento (…). Lo que
la ley 27.349 llama ‘prima’ (…) remite a la libertad que se otorga
(que [también] podría ser ejercida (…) al otorgarse el acto
constitutivo) a los socios para fijar diferentes precios de adquisición
con sustento en otras variables de sus derechos que pudieran hallarse
en juego”[36]. En cuanto a las clases de acciones, siendo necesaria la
existencia de tantas como primas diferentes hubiera, su noción
―clase― sólo se vincula “con aquello que el interesado pagó al
suscribir la acción”[37]. Ello facilita que el socio que menos bienes
tangibles aporte (probablemente el socio emprendedor) no pierda
participación en el valor de la empresa que colaboró en crear[38].

El instrumento constitutivo puede, para los casos en que el


incremento del capital fuera menor al cincuenta por ciento del capital
social inscripto, prever su aumento sin requerirse publicidad ni
inscripción de la resolución de la reunión de socios (art. 44 LACE),
lo que importa una novedad legislativa. En cualquier caso, las
resoluciones adoptadas deberán remitirse al Registro Público por
medios digitales a fin de comprobar el cumplimiento del tracto
registral, en las condiciones que se establezcan reglamentariamente.

112
Notas -

[1] Lo que da a la S.A.S. “un curioso carácter mixto, ya que se


estructura con un capital dividido en acciones, pero con un
tratamiento que abreva de la normativa […de la S.R.L.…] cuyo
capital se estructura mediante su representación en ‘cuotas’”.
Salvochea, R., “La S.A.S.: ahora un actor habilitado para
negociar…”, cit.
[2] Cfr. Abdala, M., “Análisis del proyecto de ley…”, cit.
[3] A favor de la reforma de esta norma y por el establecimiento de
un capital social máximo que impida constituir una S.A.S. ―o
mantener su tipo― con capital social por encima del importe del art.
299, inc. 2º, L.G.S., véase Abdala, M., “Análisis del proyecto de
ley…”, cit. En sentido análogo, pero respecto de la actividad
económica de la sociedad, el dec. 145 del 14 de marzo de 2016
mexicano dispone la transformación de la S.A.S. en otro tipo
societario cuando sus ingresos anuales superen los $ 5.000.000 de
pesos mexicanos.
[4] Cfr. Abdala, M., “Análisis del proyecto de ley…”, cit.
[5] “Ello sin dejar de señalar que el capital social no es el único
recurso con el que cuenta la sociedad para cumplir su objeto, ya que
también inciden de forma relevante factores patrimoniales,
financieros y organizativos, al igual que decisiones de política
empresaria (…) y con la posibilidad de acceder y contar con recursos,
propios o de terceros, así como con el plan de negocios a mediano y
largo plazo que haya establecido la sociedad, entre otros factores”.
Abdala, M., “Análisis del proyecto de ley…”, cit.
[6] Cfr. Ramírez, A., “La Entidad de Responsabilidad Limitada de
UNCITRAL…”, cit.
[7] “Un número significativo de sociedades cerradas que operan en
países de Europa continental han sido influenciadas por la carencia
de requisitos mínimos de capitalización para establecerse como
113
sociedades de capital en el Reino Unido [restricciones que subsisten
en Europa continental] (…) entre 1997 y 2005 (…) el número de
compañías de capital ‘extranjeras’ había aumentado de 3.460 por año
(…) a 22.970”. Reyes Villamizar, F., S.A.S. La sociedad por acciones
simplificada, cit., ps. 28/29.
[8] “Esta idea se debe relacionar con la finalidad de la ley que creó el
tipo de sociedad en comentario. Se trata de una ley de fomento a
capital emprendedor, actividad que se caracteriza precisamente por
el hecho de que los socios fundadores, generalmente, no aportan
bienes dinerarios sino ideas innovadoras, aportes intangibles, know
how y otros bienes que se deben ver potenciados por socios externos
que financien la actividad”. Prono, P., “Capital, aportes y
acciones…”, cit.
[9] Cfr. Sánchez Herrero, P., Sociedad por acciones simplificada, cit.,
t. IX, p. 1025. En contra, Vítolo, D., “Las S.A.S. y las prestaciones
accesorias. ¿Un caso de libre interpretación o un nuevo modelo de
capital social?”, DSyC Errepar, XXX, julio 2018, EOLDC098076A.
[10] Cfr. Prono, P., “Capital, aportes y acciones…”, cit.
[11] Cfr. Halperín, I. y Butty, E., Curso de Derecho…, cit., p. 311, n°
48; Garrigues, J., Curso de Derecho Mercantil, 5ª ed., Imprenta
Aguirre, Madrid, 1968, t. I, p. 359, n° VI.
[12] Prono, P., “Capital, aportes y acciones…”, cit.
[13] Di Chiazza, I., “La malsana función de garantía del capital
social. Acerca de un artificio hipócrita que se repite cual verdad
sagrada”, IX Congreso Argentino de Derecho Societario, V Congreso
Iberoamericano de Derecho Societario y de la Empresa, San Miguel
de Tucumán, 2004, t. III, p. 133. “Se enseña que el capital social
debería hacerlo una esencial función de garantía en aras de tutelar el
interés de los terceros que se vinculan con la sociedad. A mi entender,
tal afirmación es una simple muletilla, una de tantas frases hechas a
las que se recurre con ánimo de evadir la reflexión de aquellos (como
el del capital social) que resultan urticantes por la cuota de
incertidumbre que supone su tratamiento. Dicha función de garantía
es un artificio hipócrita toda vez que genera una ilusión de protección
y desampara a quienes (en teoría) pretende proteger, los acreedores
vulnerables. La vulnerabilidad de determinados acreedores en
relación con la sociedad no es generada por el incumplimiento de la
función de garantía del capital social; sino más bien por la ineficacia
de los distintos sistemas protectorios en particular (léase: laboral,
114
consumidor, seguros, etc.) y especialmente por la existencia de
incentivos perversos en el régimen concursal”.
[14] Lo dicho “[cobra] particular relevancia si tenemos en cuenta la
escasa importancia que al capital social ha dado el Código Civil y
Comercial. Sí, en cambio, el nuevo Código ha otorgado acentuada
importancia al patrimonio; ello se desprende de las siguientes
normas: a) del art. 15, al definir al patrimonio como: ‘el conjunto de
bienes de una persona, comprensivo en nuestro derecho de sus
créditos y deudas, por esencia constantemente variable durante la
vida de la persona’; b) del art. 154, que para las personas jurídicas
dispone: ‘La persona jurídica debe tener un patrimonio’; y c) del art.
167, que al establecer el proceso de liquidación de los bienes sociales,
resuelve en su segundo párrafo: ‘la liquidación consiste en el
cumplimiento de las obligaciones pendientes con los bienes del
activo del patrimonio de la persona jurídica...’”. Cfr. Schneider, L.,
“El contexto empresarial de la ley de Sociedades por Acciones
Simplificada”, cit.
[15] “En rigor, la garantía está en el patrimonio social (que es lo que
verdaderamente analizan los acreedores para verificar la solvencia
del ente, cuando lo hacen), y no en su capital”. Sánchez Herrero, P.,
“Sociedad por acciones simplificada”, cit., t. IX, p. 1017.
[16] “Una interesante observación es que a esta grave preocupación
del legislador por el ‘capital social’ corresponde una total
indiferencia del público. Si alguien quiere informarse acerca de una
sociedad mirará su balance y el patrimonio neto que de él resulta (el
‘valor de libros’). Mirará además si este balance está auditado y por
quién, lo que le permitirá sacar conclusiones sobre su confiabilidad.
Sólo de manera secundaria, y por lo común para ciertas operaciones
técnicas de interpretación, prestará atención al ‘capital social’ (…) La
protección del ‘capital social’ es una creación del siglo XIX, en que,
a falta de otros medios, para conocer el crédito de una sociedad no se
podía hacer más que leer sus estatutos y la cantidad de ellos fijada
como ‘capital’”. Le Pera, S., “Sobre la futilidad de la noción de
capital social”, LL, 1986-B-972; Cabanellas de las Cuevas, G.,
Derecho Societario…, cit., t. II, p. 638, n° 32; Verly, H., “Apuntes
para una revisión del concepto de capital social”, LL, 1997-A-756.
[17] Cfr. Uría, R., Derecho Mercantil, 27ª ed., Marcial Pons, Madrid,
2000, p. 231, n° 226; Verly, H., “Apuntes…”, cit.; López Candioti,
J. y Daguerre, L., “El derecho societario…”, cit.
115
[18] Cfr. Halperín, I. y Butty, E., Curso de Derecho…, cit., p. 311, n°
48; Uría, R., Derecho Mercantil…, cit., p. 230, n° 225. En palabras
de Cabanellas de las Cuevas, Derecho Societario…, cit., t. II, p. 638,
n° 32: “el capital se reduce a una cifra arbitraria de valor mayormente
insignificante y que protege, si bien muy limitadamente, el
patrimonio neto de la sociedad al evitar la distribución de dividendos
que no provengan de ganancias realizadas y líquidas resultantes de
balances debidamente confeccionados y aprobados”. Aun así, las
garantías del crédito son independientes del tipo societario y de su
capital, dependiendo del patrimonio, de las seguridades adicionales
que puedan ofrecer los socios o administradores y la capacidad para
generar flujos de fondos que le permitan una estabilidad económica
financiera para cumplir regularmente con sus compromisos, por lo
que tan exiguo capital mínimo no puede ser garantía de retención de
activos en el patrimonio social. Cfr. Prono, P., “Capital, aportes y
acciones…”, cit.
[19] Prono, P., “Capital, aportes y acciones…”, cit.: “este concepto
de capital es estático y no se corresponde a la realidad dinámica de la
empresa que impone una evolución y modificación constante”.
[20] Cfr. Sánchez Herrero, P., “Sociedad por acciones simplificada”,
cit., t. IX, p. 1017.
[21] Cfr. Sasot Betes, M. y Sasot, M., Sociedades Anónimas.
Acciones…, cit., ps. 156 y 150.
[22] Verly, H., “Apuntes…”, cit., quien incluso afirma que “la única
función que cumple hoy el capital social es la determinación de la
posición del socio frente a la sociedad, delimitando sus derechos
políticos y patrimoniales”.
[23] En este sentido véase Hers, L., “La S.A.S., una futurista Societas
Romana”, cit., elDial.com DC2323, quien se pregunta por qué el
legislador fijó un capital mínimo exiguo y un objeto plural,
absolutamente abierto, en lugar de simplemente abolir ambos.
[24] La ley utiliza el término “acciones” en referencia al capital
social.
[25] Alguna doctrina asigna al art. 41 LACE carácter de norma
imperativa, alejada de la amplia libertad que fijara la normativa. Cfr.
Schneider, L., “El contexto empresarial de la ley de Sociedades por
Acciones Simplificada”, cit.
[26] En contra, véase Vítolo, D., “Las S.A.S. y las prestaciones
accesorias. ¿Un caso de libre interpretación o un nuevo modelo de
116
capital social?”, DSyC Errepar, XXX, julio 2018, EOLDC098076A.
[27] Cfr. Prono, P., “Capital, aportes y acciones…”, cit.
[28] Cfr. Berger, M., “La S.A.S. le abre camino al Bitcoin”,
elDial.com - DC23E4, 20/9/2017.
[29] Halperín, I., Sociedades de Responsabilidad Limitada, 8ª ed.,
Depalma, Buenos Aires, 1980, p. 115; Verón, A., Sociedades
Comerciales…, cit., t. I, p. 382, n. 1. Se trata de obligaciones distintas
de la principal de aportar el capital social, por las que uno o varios
socios asumen la realización de una prestación de dar, hacer o no
hacer a favor de la sociedad. Cfr. Martínez Nadal, A., Las
prestaciones accesorias en la Sociedad de Responsabilidad Limitada,
Barcelona, 1997, p. 11.
[30] Cfr. Cabanellas de las Cuevas, G., Derecho Societario… Los
Socios…, cit., t. V, p. 602, n. 50. Estas tienen su origen en Alemania
(siglo XIX), en las sociedades remolacheras en las que sus socios,
además de efectuar los aportes propios de las sociedades anónimas
que integraban, asumían la obligación ―distinta de aquella― de
cultivar remolacha azucarera para proveer al nuevo ente. Cfr. Verón,
A., Sociedades Comerciales…, cit., t. I, p. 381.
[31] Esta imposibilidad de integración, a tenor del texto de la LACE,
podría ser revisada. Cfr. Vítolo, D., “Las S.A.S. y las prestaciones
accesorias. ¿Un caso de libre interpretación o un nuevo modelo de
capital social?”, cit.
[32] La intervención del legislador en la valoración de tales
prestaciones obedece a que, para el caso del emprendedor referido en
la LACE probablemente se trate de su única contribución a la
sociedad. cfr. Pérez Hualde, F., “La autonomía de la voluntad como
nota tipificante…”, cit.
[33] Cfr. Sánchez Herrero, P., “Sociedad por acciones simplificada”,
cit., t. IX, p. 1030.
[34] El plazo ha sido calificado por alguna doctrina como excesivo,
lo que permitiría efectuar manipulaciones sobre el patrimonio social.
Cfr. Schneider, L., “El contexto empresarial de la Ley de Sociedades
por Acciones Simplificada”, cit.
[35] Cfr. Molina Sandoval, C., “Sociedad por acciones simplificada”,
cit.; Prono, P., “Capital, aportes y acciones…”, cit.
[36] Villanueva, J., “La sociedad por acciones simplificada y la
autonomía de la voluntad…”, cit.
[37] Ibídem.
117
[38] Pérez Hualde, F., “La autonomía de la voluntad como nota
tipificante…”, cit.; Villanueva, J., “La sociedad por acciones
simplificada y la autonomía de la voluntad…”, cit.

Clases de acciones

Sebastián Balbín

La LACE autoriza la emisión de acciones nominativas no endosables,


ordinarias o preferidas, con indicación de su valor nominal y los
derechos económicos y políticos reconocidos a cada clase, los que
pueden ser idénticos aun para distintas clases y “con independencia
de cuál fuera su precio de adquisición o venta” (arts. 46 y 47). De esta
forma, puede disponerse que algunas clases cuenten con preferencias
patrimoniales, o políticas, o ambas, según: i) preferencias políticas:
la emisión de acciones debe contener indicación expresa sobre la
atribución de voto singular o plural a las mismas, sin las limitaciones
del art. 216 L.G.S., por lo que pueden emitirse acciones ordinarias
sin derecho a voto, o bien de voto plural por sobre los cinco aceptados
por la L.G.S. ( “[ese] límite de votos [en la S.A.S.] por definición no
existe”), y no rige la incompatibilidad entre el privilegio en el voto
con las preferencias patrimoniales[1]; ii) preferencias patrimoniales:
las preferencias patrimoniales se relacionan con el modo de percibir
dividendos ―cualquiera fuera su acepción― o con la cuota de
liquidación. En el primer caso, puede establecerse el cobro prioritario
de un determinado porcentaje de las utilidades del ejercicio, o la
percepción del doble de lo que corresponda a las acciones ordinarias,
o fijar un porcentaje fijo preferido con más uno variable sobre el
excedente de las utilidades, etc.[2]. En el caso de que otorguen
preferencia en la cuota liquidatoria, los titulares de estas acciones
perciben antes que los titulares del resto de las acciones el valor de
reembolso de sus títulos.

El instrumento constitutivo también puede autorizar que todas las


acciones o algunas de sus clases no se representen en títulos

118
―láminas―. En tal caso, estas deben inscribirse en cuentas llevadas
a nombre de sus titulares por la sociedad emisora en un registro de
acciones escriturales, sujeto en lo pertinente a idénticos recaudos que
los de un libro de registro de acciones. Aun cuando la LACE no lo
prevea ―como sí lo hacen los arts. 208 y 213 L.G.S.―, también
puede confiarse el llevado de cuentas a bancos comerciales o de
inversión, o cajas de valores autorizados. En tal caso, la calidad de
accionista de la S.A.S. se presume por las constancias de las cuentas
abiertas en tales registros, y la sociedad es responsable ante los
accionistas por los errores o irregularidades de las inscripciones, sin
perjuicio de la responsabilidad del banco o caja de valores ante la
sociedad, en su caso.

Si para el ejercicio de sus derechos el socio requiriera la constancia


del saldo de su cuenta, la sociedad, la entidad emisora deberá
otorgarle comprobante de apertura, de todo movimiento inscripto y,
obviamente, de su saldo (art. 47 LACE). La LACE no prevé quién
debiera hacerse cargo de los costos de emisión de estas constancias,
por lo que parece razonable que queden a cargo de la sociedad, quien
fuera la que resolviera la no emisión de títulos.

1. Transferencia -

El art. 48 LACE dispone que el instrumento constitutivo puede


incluir mecanismos de negociación o transferencia de acciones[3], e
incluso requerir que para ello se cuente con la previa autorización de
la reunión de socios ―la ley dispone la nulidad de toda operación
que no se ajuste a lo previsto en el contrato―. Existe también libertad
para reglamentar la renuncia del socio y la consecuente resolución
parcial del instrumento constitutivo, como modo de facilitar la salida
de inversores[4]. En caso de ausencia de previsión contractual en tal
sentido, todo traspaso deberá ser notificado a la sociedad e inscripto
en el libro de Registro de Acciones para resultar oponible a terceros.

119
La LACE también prevé la posibilidad de que el instrumento
constitutivo prohíba la transferencia de acciones ―aun las no
emitidas―, o de alguna de sus clases, por un plazo que no exceda de
diez años contados desde la emisión, si bien este término es renovable
con el voto favorable de la totalidad del capital social[5]. Para fijar la
extensión del plazo el legislador parece haber tenido en cuenta otros
similares dispuestos en el Código Civil y Comercial para casos de
restricciones a los derechos de ciertas relaciones jurídicas
(condiciones resolutorias impuestas al dominio, inenajenabilidad,
suspensión de la partición del condominio, indivisión impuesta por
testador, indivisión acordada por los herederos, reducción por
donación inoficiosa; arts. 1965, 1972, 2000, 2189, 2330, 2331 y
2459)[6]. Empero, alguna doctrina ha señalado que la aparente
contradicción entre esta limitación de transferencia y la predicada
finalidad de la LACE ―generar un régimen de inversiones mediante
crowdfunding y otros instrumentos―, contra la que la previsión
conspiraría, tiene en realidad como objetivo evitar la transferencia de
las acciones de titularidad del socio emprendedor, cuya participación
suele ser tanto fundamental como personalísima[7]. Las restricciones
o prohibiciones a las que estén sujetas las acciones deben registrarse
en el Libro de Registro de Acciones, y transcribirse en los
correspondientes títulos accionarios (si se tratara de acciones
escriturales, las restricciones deberán constar en los comprobantes
que se emitan).

2. Fallecimiento del socio -

En consonancia con la amplia libertad con que cuentan las partes al


momento de contratar, la LACE nada dispone respecto de la situación
de los herederos en caso de fallecimiento del socio, por lo que el
instrumento constitutivo puede arreglar lo que los socios consideren
mejor para el negocio, siendo su única limitante las disposiciones
imperativas del Código Civil y Comercial en materia sucesoria[8].
Para el caso de existir en el instrumento constitutivo una cláusula de
prohibición de transferencia de acciones ―hasta diez años; art. 48
LACE―, los herederos del socio fallecido se incorporarán como
socios con los mismos derechos y obligaciones del causante,
120
manteniéndose la prohibición en cabeza de estos hasta tanto se agote
el plazo pendiente de cumplimiento[9].Ancla

Notas -

[1] Villanueva, J., “La sociedad por acciones simplificada y la


autonomía de la voluntad…”, cit.: “Podría pensarse que, aunque no
reeditadas, esas normas de la L.G.S. rigen en la S.A.S. por virtud de
la remisión contenida en el art. 33 [LACE]; pero, según nuestro ver,
ese razonamiento no es posible, dado que estamos en un ámbito ―el
vinculado al voto― que no fue ignorado por el legislador de la S.A.S.
que, en cambio, se ocupó expresamente de él y otorgó a los socios la
libertad que surge del citado art. 47, que menciona al voto al solo
efecto de exigir que los derechos respectivos sean ‘indicados
expresamente’”. Pérez Hualde, F., “La autonomía de la voluntad
como nota tipificante…”, cit.; Prono, P., “Capital, aportes y
acciones…”, cit.; Rovira, A., “Necesaria reforma integral…”, cit.
[2] Cfr. Roitman, H., Ley de Sociedades…, cit., t. III, p. 759.
[3] La inclusión de la letra “o” en el art. 48 LACE relaciona como
sinónimos a la negociación y a la transferencia. Cfr. Carlino, B., “Las
fronteras de la Sociedad por Acciones Simplificada”, cit.
[4] Miguel, L., “Las S.A.S.: una oportunidad…”, cit.,
www.ladefensa.com.ar.
[5] Id. art. 227-13 de la ley francesa del 3 de enero de 1994; art. 13
de la ley colombiana 1258 de 2008.
[6] Cfr. Mirkin, G., Rodríguez Aquarone, P. y Umaschi, D., “La
S.A.S. Efectos de la muerte de un socio…”, cit.
[7] Cfr. Pérez Hualde, F., “La autonomía de la voluntad como nota
tipificante…”, cit.
[8] Cfr. Netri, F., “Las sociedades por acciones simplificadas ante el
fallecimiento de un socio”, RDCO 289, 23/4/2018, 285;
121
AP/DOC/157/2018.
[9] Cfr. Mirkin, G., Rodríguez Aquarone, P. y Umaschi, D., “La
S.A.S. Efectos de la muerte de un socio…”, cit.

Contabilidad

Sebastián Balbín

Las S.A.S. están obligadas a llevar contabilidad (art. 320, Cód. Civil
y Comercial), lo que permite conocer la situación de sus negocios[1],
estableciendo una triple tutela de[2]: i) los intereses de la persona,
quien a partir de aquella puede i.a) conocer inmediatamente el estado
de sus negocios y apreciar si progresan o decaen, y i.b) acreditar sus
derechos, toda vez que los asientos de sus libros, debidamente
llevados, constituyen un medio de prueba (art. 330, Cód. Civil y
Comercial); ii) las relaciones de las personas en general y el provecho
social, a través de la protección: ii.a) del interés de los terceros que
contratan con la persona jurídica, cuyas operaciones deben reflejarse
en su contabilidad, espejo de su vida económica y marcha de los
negocios; ii.b) del interés general a través de la actuación del Estado,
para el caso de que mediante el ejercicio de su poder de policía sea
necesario reconstruir la contabilidad de determinada persona. Puede
asimismo el Estado ―como en ocasiones los terceros― apreciar
mediante la contabilidad la corrección con que fueron llevadas las
operaciones, las causas de las situaciones de crisis del sujeto, etc.;
ii.c) del bien común, por cuanto facilita al erario las tareas de
evaluación de la solvencia de los sujetos y la consiguiente
recaudación impositiva; ii.d) del interés de los trabajadores, por
cuanto cada vez más se considera aquel a efectos de discutir
convenios colectivos; ii.e) de diversos aspectos de incidencia
colectiva, tal el caso de la ley 2594 de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires, que impone a determinadas empresas la presentación del
“Balance de Responsabilidad Social y Ambiental[3]; iii) en el caso

122
de las sociedades, la contabilidad es de especial interés para el
ejercicio de los derechos de los socios y la eventual atribución de
responsabilidades de administradores y fiscalizadores ―e incluso, en
oportunidades, de los mismos socios―.

1. La carga de llevar contabilidad -

El llevado de contabilidad no importa una verdadera obligación para


el sujeto ―más allá de los términos del art. 320, Cód. Civil y
Comercial―, sino una carga en sentido técnico[4], que principia con
la iniciación de la actividad comercial del sujeto y termina con el cese
de su actividad mercantil[5]. Quienes observan en tiempo y forma las
disposiciones del Código obtienen determinadas ventajas o efectos
útiles[6]. Producto de ello es que la ley priva al incumplidor de
diversos beneficios mayormente relacionados con la prueba de sus
operaciones (art. 330, Cód. Civil y Comercial). La conducta
pretendida por el Código parecería en puridad tratarse de un deber
―noción más general que la de obligación―, que si bien no puede
ser exigido por ningún acreedor, impone al obligado ajustar su
conducta a mandatos de una norma general establecida tanto en
beneficio del sujeto a la que se impone como también de una variada
gama de intereses que el legislador desea tutelar[7].

2. Modo de llevar la contabilidad. Principios -

En términos generales, existe consenso de que la contabilidad debe


sujetarse a criterios uniformes de valuación y expresarse con claridad,
veracidad y exactitud[8]: i) la claridad es un requisito orientado a
facilitar un conocimiento rápido, fácil, evidente e inequívoco de la
situación del comerciante; ii) mediante la veracidad se procura que la
contabilidad no oculte o disimule ninguna circunstancia o
contingencia relacionada al ente (art. 321, Cód. Civil y Comercial);
iii) resulta evidente que la exactitud es un requisito propio de todo
sistema contable. A fin de que la información que se le requiere
resulte eficaz, esta debe aproximar con la mayor certeza posible los
123
valores de los activos y pasivos de que se ocupa (la exactitud, como
término absoluto, resulta inviable en cuanto a criterios de valuación
se trata); iv) las normas particulares y criterios para la preparación de
la documentación contable deben ser aplicadas de manera uniforme
entre ejercicios ―corresponde informar todo cambio sustancial[9]―,
de modo que la información resulte comparable. Ello no importa un
mantenimiento inalterable cuando las circunstancias del caso hicieran
aconsejable aplicar modificaciones[10].

3. Estados contables -

Los estados contables comprenden un estado de situación patrimonial


y uno de resultados. Ambos deben asentarse en el libro de inventario
y balances, y, al igual que todo otro registro que obligatoriamente
deba llevar la S.A.S., deben individualizarse por medios electrónicos
ante el Registro Público (art. 58 LACE). Ello no significa que la
LACE obligue a la S.A.S. a presentar sus estados contables ante el
Registro Público, como sí lo requiere la L.G.S. respecto de las
sociedades por acciones en esta reguladas (art. 62)[11]. En cambio,
sí debe hacerlo ante la AFIP (res. 3077/2011), correspondiendo a
dicha repartición pública determinar la forma de presentación a través
de aplicativos o sistemas informáticos o electrónicos de información
abreviada (art. 58 LACE), y conforme a las técnicas contables que
dispongan los Consejos Profesionales de cada jurisdicción (res.
5/2015 y 4/2018 IGJ)[12].

Al igual que sucede con las S.R.L., la S.A.S. no debe realizar sus
estados contables de acuerdo a las previsiones de los arts. 63 a 65
L.G.S., debiendo cumplir con un estado de situación patrimonial y un
estado de resultados, sin que sean obligatorios los cuadros anexos ni
la información complementaria (art. 326, Cód. Civil y
Comercial)[13].

4. Registros digitales -

124
La S.A.S. debe llevar libro de actas, libro de registro de acciones,
libro diario y libro de inventario y balances, todos ellos
individualizados por medios electrónicos ante el Registro Público
(art. 58 LACE). Los Registros deben reglamentar e implementar
mecanismos a los efectos de permitir a la S.A.S. suplir la utilización
de todos ellos[14], a través de:

i) Medios digitales, cuestión reglamentada por la IGJ mediante


resolución general 6/2017 y que requiere la regulación de un trámite
para obtener y registrar criptogramas, en lugar de registrar las actas o
su contenido de manera directa, lo que “tiene un fundamento
ideológico, jurídico e histórico, basado en los principios liberales que
inspiraron […el art….] y 331 del Cód. Civil y Comercial y que
limitan el acceso de terceros, incluso de la administración, a los
registros contables privados. Se pretende, de esta manera, que las
registraciones contables y societarias se encuentren, salvo taxativas
excepciones, en la esfera privada de su titular”[15]. Este criptograma
―o hash― es una técnica matemática que permite obtener a partir de
un conjunto grande de datos (una imagen, como un acta), otro más
pequeño (el hash) que lo identifica unívocamente y garantiza su
integridad[16].

ii) Y/o mediante la creación de una página web en donde se


encuentren volcados la totalidad de los datos de dichos registros. A
través de esta opción aún no implementada ―2019―, el titular
volcará sus operaciones y actas en una web a cargo del registro,
teniendo el poder ejecutivo (y el fisco) acceso permanente y directo
a tales datos, sin que rija, al menos respecto del Estado, el principio
de confidencialidad[17].

Todos estos sistemas de contralor tienen por finalidad únicamente


verificar datos al solo efecto de comprobar el cumplimiento del tracto
registral, lo que confirma la ausencia de control de legalidad de
aquellos en materia de S.A.S. (remisión; Cap. VIII, ap. 3.1.).
125
4.1. Sustitución del libro en su formato tradicional (papel)

La res. gral. IGJ 6/2017 establece que cada registro digital debe
componerse de archivos digitales guardados en formatos inalterables
e individualizables mediante un criptograma registrable vía web[18],
a través de la aplicación del Ministerio de Modernización en su
página, la que otorga un comprobante digital (otro archivo) firmado
digitalmente por dicho ministerio y que sirve como prueba de la
registración. “El requisito de correlatividad de los asientos en soporte
papel queda satisfecho en el soporte digital mediante el
encadenamiento de los archivos, formando una cadena de bloques
(similar a la tecnología blockchain detrás de las criptomonedas, pero
en este caso sin una plataforma distribuida, sino avalada por el
Estado[19]). Para ello se exige que cada archivo vaya encabezado con
el hash (criptograma) del archivo anterior”[20].

Así ―véase Bender, a quien se sigue en todo el párrafo―, de acuerdo


al art. 53, res. gral. IGJ 6/2017, cada libro en formato papel queda
reemplazado por: i) Un registro digital, también llamado Libro por el
art. 51 de la resolución, “integrado por un conjunto de archivos
digitales que debemos guardar en una carpeta digital en la sede social,
de forma cronológica. Esto quiere decir que debemos procurar algún
método para listar en orden cronológico los archivos. Los más
habituales consisten en comenzar cada archivo con el número de
registración o bien con la fecha y/u hora de registración; ii) Los
archivos digitales firmados digitalmente por la administración que
contienen los recibos de encriptamiento de cada registración que
otorga la página web del Ministerio de Modernización a través del
sistema de Trámites a Distancia (TAD), y cuyo nombre debe permitir
relacionar el archivo registrado con el recibo TAD correspondiente.
En principio, la norma no prohíbe que cada archivo contenga más de
un asiento o acta. En el Libro Diario, lo lógico sería que en un mismo
archivo se vuelque un período de operaciones que determine su
titular. Quizás en los de Actas, Inventarios y Balances y Registro de
Acciones sea más ordenado utilizar un archivo para cada acta,
126
balance o registración; iii) Una carpeta física conservada en la sede
social, con todas las actas o documentos en soporte papel, ordenados
cronológicamente, correspondientes a dicho registro que hubiesen
sido realizadas con firma ológrafa y luego escaneados para su
registración; iv) Una copia de la carpeta digital en una ubicación
distinta de la sede social; v) Una copia de la carpeta digital en una
ubicación virtual (…Dropbox, Google Drive o similar) (…). En el
primer registro de cada libro ―continúa Bender― debemos indicar:
Los detalles relativos a la ubicación de los archivos digitales y de los
soportes físicos (art. 53 res. IGJ 6/2017). Nota fechada y firmada de
su destino, del número de ejemplar, del nombre de su titular (art. 323,
Cód. Civil y Comercial) (…). También debe destacarse que si todos
los firmantes tienen certificado de firma digital, las actas pueden
firmarse digitalmente, prescindiendo completamente del soporte
papel”[21].

En cuanto a los trámites vinculados a la individualización y rúbrica


de libros, sólo estarán disponibles para los usuarios TAD
correspondientes a los números de CUIT de escribanos matriculados,
las obleas de rúbrica generadas por la IGJ a partir de los trámites
iniciados en TAD se remiten por el mismo medio (res. 3/2018).

5. Libros digitales -

El art. 38 LACE impone a la S.A.S. el llevado de los siguientes libros


digitales: libro de actas, libro de registro de acciones, libro diario y
libro de inventario y balances. Para el caso de que el archivo que se
registre provenga de un documento en soporte papel con firma
ológrafa, este deberá ser conservado en la sede social (art. 53 LACE,
res. IGJ 6/2017).

5.1. Libro de actas

127
Toda acta que refleje la deliberación de un órgano se vuelca en un
libro de actas digital, y que abarca el contenido que en la L.G.S.
corresponde a los libros de actas de asamblea y de directorio. Para el
caso de que la sociedad resolviera confeccionarlas en formato papel
para luego digitalizarlas, atento al silencio de la LACE y salvo
previsión en el instrumento constitutivo, las de reunión de socios
deben confeccionarse y firmarse por el representante y los socios
designados al efecto, como corresponde para las sociedades de
responsabilidad limitada (arts. 49 LACE y 162 L.G.S.). Siendo que
la firma del acta puede efectuarse dentro de los diez días de celebrada
la asamblea (res. IGJ 6/2017), se colige que no se requiere inmediatez
entre el acto y su transcripción a libros, consignando por tanto aquella
sólo un resumen de lo sustancialmente resuelto. Para el caso de que
se tratara de un acta de administración ológrafa, los administradores
transcribirán de manera resumida[22] las consideraciones y
resultados de sus reuniones. De esta forma se procura tanto asegurar
la validez de la decisión adoptada como justificar frente a los socios
la gestión que se dice hecha por los administradores[23].

5.2. Libro de registro de acciones

El libro de registro de acciones debe consignar las menciones


establecidas en el art. 213 L.G.S. (art. 58 RG IGJ 6/2017): i) clases
de acciones, derechos y obligaciones que a estas correspondan; ii) su
estado de integración, con indicación del nombre del suscriptor, a fin
de verificar eventuales moras; iii) las sucesivas transferencias con
detalle de fechas e individualización de los adquirentes (art. 48
LACE); iv) los derechos reales que gravan las acciones, a fin de que
estos tengan efectos contra la sociedad y terceros. Para el caso de que
la S.A.S. resolviera, además, llevar el registro de acciones a través de
mecanismos tradicionales (papel), las diferencias entre este y su
registro digital serán resueltas a favor del último, por ser este el único
obligatorio (art. 58 LACE).

5.3. Libro diario

128
En el libro diario se registran todas las operaciones relativas a la
actividad de la persona que tienen efecto sobre su patrimonio,
individualmente o en registros resumidos que cubran períodos de
duración no superiores al mes (arts. 327, Cód. Civil y Comercial y 61
L.G.S.)[24], ello también como mecanismo para agilizar la
obligatoriedad impuesta para la registración de las actividades. En
todos los casos, el sistema de contabilización que se adopte debe
permitir la individualización de las operaciones, las correspondientes
cuentas deudoras y acreedoras y su posterior verificación, de acuerdo
a criterios de uniformidad, veracidad, claridad y exactitud a los que
antes aludimos.

La sociedad cuenta con un plazo de tres meses ―mayor que para el


resto de los tipos sociales― para volcar la información al libro digital
(art. 57 RG IGJ 6/2017).

Estos resúmenes deben surgir de anotaciones detalladas practicadas


en subdiarios, los que deben ser llevados en las formas y condiciones
establecidas para los libros (arts. 323, 324 y 325, Cód. Civil y
Comercial). Para ello el sujeto debe asentar día por día y según el
orden en que se efectúen, todas las operaciones que realice, las letras
u otros papeles de crédito ―otorgados, recibidos, afianzados o
endosados― y, en general, todo cuanto reciba o entregue por cuenta
propia o ajena por cualquier título, de modo que de cada partida
resulte claramente quien es el acreedor y quien el deudor en la
negociación anotada.

El término “operación” que utiliza el Código Civil y Comercial en


sus arts. 321, 327 y 329 es la base del sistema contable y no es
definido por este ya que carece de un sentido técnico legal concreto,
por lo que son las reglas de la contabilidad las que determinan cuáles
movimientos requieren asentarse y cuáles no[25]. La realidad señala
que los asientos corresponden a “hechos jurídicos en ejecución de

129
negocios jurídicos: el comerciante no registra en sus libros los actos
de celebración de contratos, sino los actos de ejecución de estos”[26].

Respecto de los pagos y cobros que se hagan o reciban en efectivo,


estos pueden asentarse en el libro de Caja (art. 327, Cód. Civil y
Comercial), facultativo e integrante del Diario, evitando así su
registración en este último. Dada la creciente bancarización de los
medios de pago, con más las crecientes restricciones existentes para
la cancelación de deudas en dinero efectivo (ley 25.345), la
utilización del antiguo libro de Caja se circunscribe mayormente a
pequeños emprendimientos de minoreo. Como variante de este,
cuando consigna exclusivamente operaciones bancarias, se lo ha
redenominado como libro de Bancos (o libro de Caja y Bancos), de
amplia difusión y utilización.

5.4. Libro de inventario y balances

El inventario es la descripción detallada de cada uno de los elementos


integrantes del activo y del pasivo del comerciante individual o
social. Puede resumirse en el recuento de todos los bienes y derechos
de que es titular y de todas las deudas que gravan su patrimonio,
seguida de su pertinente valuación[27].

El Libro de Inventarios y Balances se abre con la descripción exacta


del dinero, bienes, muebles y raíces, créditos y otra cualquiera
especie de valores que formen el capital del comerciante al tiempo de
empezar su giro. No es otra cosa que el relevamiento analíticamente
procesado y su comprobación contable del activo y del pasivo del
ente, con indicación de sus valores a la fecha que se practica[28]. Al
inventario de constitución habrán de seguir, periódicamente, los
inventarios de ejercicio que preceden los balances ―también― de
ejercicio. Para la apreciación de los valores de los elementos
integrantes del activo y del pasivo “hay que tener presente que la
explotación de una empresa, las cosas, los bienes, los servicios, se
estiman tomando en consideración la utilidad que pueden rendir a la
130
misma. Por consiguiente, su valor depende de muchas circunstancias,
algunas de ellas de índole subjetiva, que complican notablemente la
estimación. Por ejemplo, una maquinaria de difícil obtención en el
país, pero que sólo puede ser útil a muy pocos establecimientos, tiene
indudablemente un valor de costo; pero si hubiera que venderla en
plaza en un momento determinado, podría ocurrir que no hubiese
interesados en adquirirla; en tanto que para la empresa que la posee
y a la que permite producir intensivamente las mercaderías que
fabrica, esa maquinaria tiene un valor muy superior al de costo”[29].

La definición del criterio de valuación no resulta un problema menor:


su objeto es el de definir la medida de valor que se va a aplicar a cada
uno de los activos y pasivos y su relación con los activos con-sumidos
(como el costo de ventas y las amortizaciones), por lo que
indefectiblemente habrá de recurrirse al auxilio de la técnica
contable. Estos criterios son básicamente dos, el de la valuación al
costo y que refiere al del costo incurrido al momento de la
incorporación del bien o servicio al patrimonio social, y el de valores
corrientes o de mercado, que consiste en aplicar los valores corrientes
para la valuación de los bienes o servicios existentes al cierre del
período, así también como los activos consumidos durante el mismo
al momento de consumirlos [30].

Sólo una vez realizado el necesario inventario se confecciona el


balance. Existe entre ambos, más allá de su independencia
conceptual, una relación que permite afirmar su interdependencia:
uno es la base para la confección del otro; el inventario expone
detalladamente sus elementos constitutivos para su presentación
sintética en el balance mediante cuentas y rubros[31]. Cuando se trata
del inventario de ejercicio, que mayormente se realiza en el caso de
las sociedades comerciales no abiertas de manera anual, precede al
denominado balance de ejercicio. Este es una relación ordenada del
inventario, en el que se expresa el estado económico del ente, sus
resultados a un momento determinado. Se caracteriza ―entre otras―
por: i) suministrar información contable a sus usuarios determinando
el resultado del período y exponiendo las situaciones financiera,
económica y patrimonial; ii) exponer la situación de la empresa en un
131
momento dado a través de las partidas que componen el activo,
pasivo y patrimonio neto: el comerciante consigna todos sus bienes,
créditos y acciones, así como toda deuda y obligación pendiente a la
fecha del balance, sin reserva ni omisión alguna. El balance debe
además acompañarse con un cuadro contable demostrativo de las
ganancias y pérdidas, del que surge el resultado del ejercicio (arts.
325 y 326, Cód. Civil y Comercial) o estado de resultados.

El balance debe expresar con claridad, veracidad y exactitud


compatible con su finalidad la situación financiera del ente a su fecha,
en base a cuentas abiertas y de acuerdo a criterios uniformes de
valoración. Se orienta al buen orden de las cuentas sociales, en cuanto
resume el estado de la empresa a fin de ilustrar a administradores,
acreedores y al Estado (mayormente a través del fisco). Pero
principalmente sirve a los socios para evaluar y controlar la gestión
de administración, analizar el futuro de los negocios sociales,
disponer la distribución de las utilidades o, en su caso, la forma de
afrontar las pérdidas[32].

Notas -

[1] El procesamiento de datos sobre la composición y evolución del


patrimonio de un sujeto, de los bienes de propiedad de terceros en su
poder y de la medición y previsión de ciertas contingencias, produce
información útil. Cfr. Fowler Newton, E., Cuestiones contables
fundamentales, Macchi, Buenos Aires, 1994, p. 5; Cabanellas de las
Cuevas, G., Derecho societario. Contabilidad y documentación
societaria, Heliasta, Buenos Aires, 1999, t. VII, p. 15.
[2] Cfr. Balbín, S., Código Civil y Comercial Comentado, de Alterini,
J., La Ley, Buenos Aires, 2016, t. II, ps. 635/667. Sobre esta, que aquí
132
resumimos, véanse Halperín, I. y Butty, E., Curso de derecho
comercial, 4ª ed., Depalma, Buenos Aires, 2000, t. I, ps. 222 y 223;
Fernández, R. y Gómez Leo, O., Tratado teórico práctico de derecho
comercial, Depalma, Buenos Aires, 1993, t. II, ps. 85 y 86;
Fontanarrosa, R., Derecho comercial argentino, Zavalía, Buenos
Aires, 1986, vol. I, ps. 328 y 329; Heredia, P., en Código Civil y
Comercial de la Nación comentado, de Lorenzetti, R., Rubinzal-
Culzoni, Buenos Aires, 2015, t. II, p. 242.
[3] Cfr. Heredia, P., en Código Civil y Comercial…, cit., p. 243.
[4] A diferencia de la obligación, en la que existe un sujeto en
condición de exigir su cumplimiento.
[5] Cfr. Fernández, R. y Gómez Leo, O., Tratado teórico-práctico de
derecho comercial, Depalma, Buenos Aires, 1993, t. II, ps. 1, 2 y 88,
quienes califican de impropia la designación utilizada en el Código
de Comercio; Cabanellas de las Cuevas, Guillermo, Derecho
societario. Contabilidad y documentación societaria, Heliasta,
Buenos Aires, 1999, t. VII, p. 37.
[6] Un criterio distinto es sostenido por Heredia, para quien no
surgiría del art. 320 una carga sino una obligación. “Sin embargo,
existen sanciones indirectas [frente al incumplimiento] que justifican
el carácter de ‘obligación’ impuesto por el Código, como, por
ejemplo, la establecida en el artículo 330, tercer párrafo, según el cual
cuando en litigio una parte no presenta contabilidad, la situación
puede ser juzgada por la contabilidad del adversario llevada en
regular forma. Aparte de ello, el incumplimiento a la obligación de
llevar contabilidad en legal forma crea grave presunción de los
negocios del sujeto”. Heredia, P., en Código Civil y Comercial…,
cit., p. 244.
[7] Así se tutela también el interés de los trabajadores, del fisco, de
administradores, socios y acreedores. Cfr. Rouillón, A., Código de
comercio ―comentado y anotado―, La Ley, Buenos Aires, 2006, t.
I, p. 79.
[8] Sin perjuicio de que el Código Civil y Comercial omite consagrar
estos principios con el detalle con que lo hacía el derogado Código
de Comercio, hacen a la ciencia contable y su aplicación resulta
ineludible. Sobre la apuntada deficiencia se ha señalado que “en lugar
de mejorar la exposición contable de los recursos y movimientos de
fondos, la reforma [ley 26.499] retrocede al suprimir [omitir
mencionar] estos principios básicos”. Cfr. Popritkin, A., en Código
133
Civil y Comercial de la Nación ―analizado, comparado y
concordado―, de Bueres, A., Hammurabi, Buenos Aires, 2015, t. I,
ps. 277, 282, 284 y 285.
[9] Así lo prevé para las sociedades el art. 65, inc. e), L.G.S., en
cuanto dispone la obligación de consignar en notas todos los cambios
en los procedimientos contables o de confección de los estados
contables aplicados con respecto al ejercicio anterior, explicándose
la modificación y su efecto sobre los resultados del ejercicio.
[10] Cfr. Vázquez, R. y Bongianino de Salgado, C., Nociones de
Teoría Contable, Su Libro, Buenos Aires, 1998, p. 118.
[11] En este sentido, art. 46 de la res. IGJ 6/2017: “la S.A.S. no
presentará sus estados contables ante este Organismo, aún en el
supuesto de quedar comprendida en el art. 299, inc. 2º, de la Ley
General de Sociedades 19.550”.
[12] Cfr. Ramírez, A., Sociedad por Acciones Simplificada, inédito,
ap. 13.2.1.4.1.
[13] Cfr. Nissen, R., La sociedad por acciones simplificada…, cit., p.
162; Ramírez, A., Sociedad por Acciones Simplificada, inédito, ap.
13.2.1.4.1.
[14] La IGJ y la DNPJ en la provincia de Buenos Aires (disp.
131/2017), para las S.A.S., disponen que todos los documentos a
inscribir se encuentren en formato digital ―como archivos
digitales―, se obtenga un hash de cada uno y se registre ese hash en
la página web de trámites a distancia (TAD) del Ministerio de
Modernización de la Nación. Cfr. Bender, A., “Contabilidad y
registros societarios digitales”, Online: AR/DOC/376/2018.
[15] Cfr. Bender, A., “Contabilidad y registros societarios digitales a
partir de…”, cit.
[16] Ibídem, quien agrega que “un ejemplo de ello constituye la regla
901(b)[4] de las Reglas Federales sobre Evidencia de las Cortes
Federales de los Estados Unidos: Un número de identificación único
que puede ser asignado a un archivo, grupo de archivos o porción de
un archivo, basado en un algoritmo matemático estándar, aplicado a
las características del set de datos. Los algoritmos más comunes,
conocidos como MD5 y SHA, crean valores numéricos tan
distintivos que la chance de que dos sets de datos tengan el mismo
valor hash, no importa cuán similares aparenten ser, es menor a uno
en un billón. El hashing se usa para garantizar la autenticidad de un
set original de datos y puede ser usado como el equivalente al foliado
134
y sellado en la producción de evidencia documental en soporte
papel”.
[17] Cfr. Bender, A., “Contabilidad y registros societarios digitales”,
Online: AR/DOC/376/2018.
[18] La IGJ no sólo prevé nuevos mecanismos de registración para la
S.A.S., sino que lo hace partiendo de la separación entre el nuevo tipo
y los regulados en la L.G.S. Así, la res. 6/2017 refiere en sus
considerandos que “de conformidad con lo establecido en la ley
27.349, las S.A.S. que se constituyan estarán regidas por las normas
establecidas en dicha ley, por las disposiciones previstas en el
instrumento constitutivo sobre la base de la autonomía de la voluntad
y, supletoriamente por la Ley General de Sociedades 19.550 (t.o.
1984) en cuanto se concilien con la ley 27.349. Asimismo, y en
atención al cambio de paradigma que importa este nuevo tipo
societario, será́ de aplicación la presente Resolución y,
supletoriamente la resolución (G) IGJ n° 7/2015 en todo aquello que
no se encuentre contemplado, siempre ajustando su interpretación a
las finalidades de la ley 27.349”.
[19] La tecnología blockchain es una base de datos distribuida y
compartida, que se compone de diversas cadenas de bloques (de allí
su nombre), las cuales impiden la modificación de los datos que
contienen una vez que han sido publicados, utilizando un sellado de
tiempo que está enlazado a un bloque anterior. Funciona como un
libro para el registro de cualquier transacción. Al utilizar claves
criptográficas y al estar distribuido en muchas computadoras que
hacen de servidor, hace que sea muy difícil manipular o alterar los
datos que contiene, ya que al estar distribuido, la alteración de una
sola copia no tendría ningún efecto, ya que el resto hará de auditores
de la información. Los bloques que hacen a la cadena tienen un hash
(contraseña numérica) del bloque anterior, y se ordenan en la cadena
por orden cronológico. Cfr. Ramírez, A., Sociedad por Acciones
Simplificada, inédito, apartado 13.2.2.1.
[20] Cfr. Bender, A., “Contabilidad y registros societarios digitales a
partir de…”, cit.
[21] Ibídem.
[22] Cfr. Mascheroni, F., Directorio, Sindicatura y Consejo de
Vigilancia, Universidad, Buenos Aires, 1987, p. 75.
[23] Cfr. Megna, P., en Cuadernos de Derecho Societario, Zaldívar
et al., Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1980, vol. I, p. 336.
135
[24] El decreto 27/2018, modificatorio del art. 61 L.G.S., autoriza a
las sociedades de cualquier tipo a sustituir el soporte papel de sus
libros societarios y contables, por Registros Digitales.
[25] Cfr. Cabanellas de las Cuevas, G., Derecho Societario…, cit., t.
VII, p. 44.
[26] Así, no se inscribirá el contrato de locación del inmueble en el
cual funciona el ente, pero sí los pagos y demás erogaciones
efectuados en razón de tal locación, ni las órdenes de compra, pero sí
las facturaciones por sus precios. Los instrumentos de los negocios
jurídicos integrarán la documentación que justifica los asientos
(remitos, facturas, órdenes de compra, correspondencia, etc.).
Halperín, I. y Butty, E., Curso de Derecho…, cit., ps. 224 y 225.
[27] Cfr. Fontanarrosa, R., Derecho Comercial…, cit., p. 344;
Halperín, I. y Butty, E., Curso de Derecho…, cit., p. 226.
[28] Cfr. Verón, A., Estados Contables y Libros de Comercio, 2ª ed.,
Ábaco, Buenos Aires, 1978, p. 29.
[29] Fontanarrosa, R., Derecho Comercial…, p. 345.
[30] Cfr. Biondi, M., Teoría…, ps. 93 y 94.
[31] Cfr. Verón, A., Estados Contables y…, cit., ps. 29 y 30.
[32] Cfr. Halperín, I. y Butty, EAncla., Curso de Derecho…, cit., t. I,
ps. 229 y 230.

Organización

Sebastián Balbín

El estatuto debe determinar la estructura jurídica interna de la S.A.S.


Es por tanto a los socios a quienes en primer lugar corresponde
establecer las normas que rijan el funcionamiento de los órganos de
administración, gobierno y fiscalización ―este último, si lo
hubiera― y reglamentar el ejercicio de sus derechos, para lo cual son
libres de Ancladisponer la organización que más les convenga[1] (en
punto a la aplicación supletoria de la L.G.S. y la aplicación del
régimen organicista en la S.A.S., véase lo referido en los Caps. 4 y
5). Durante el plazo en el cual la sociedad funcione con un solo socio,
136
este podrá ejercer las atribuciones que la ley les confiere a los órganos
sociales, en cuanto sean compatibles, incluida la del representante
legal (art. 49 LACE).

1. Administración -

Para su funcionamiento, la S.A.S. requiere de la existencia de un


órgano de administración (art. 36, inc. 7º; 49, 50 y 52 LACE), que
realice de manera ejecutiva actos y gestiones en procura de la
consecución y cumplimiento del fin particular del ente[2], si es que
este no fuera otro que simplemente generar ganancias ―finalidad
mercantil en cualquiera de sus acepciones―[3]. Además, para su
eficacia práctica, precisa de la existencia de un representante legal,
órgano diferenciado de ejecución y representación legal (art. 36, inc.
7º, y 51 LACE).

La LACE no denomina al órgano de administración de las S.A.S., ni


le asigna un régimen funcional, siquiera para su convocatoria ―como
tampoco lo hace la L.G.S. para las S.R.L.[4]―, deliberación,
quórum, mayorías y actas, por lo que los socios pueden estructurarlo
según consideren más adecuadas a los objetivos de la S.A.S. y a sus
intereses[5], lo que resalta la prevalencia de la autonomía de la
voluntad como característica del tipo[6]. Sólo en caso de silencio se
aplicarán, supletoriamente, las reglas para la gerencia dispuestas en
la L.G.S. para la S.R.L.

1.1. Representación legal

Administrar una persona jurídica no necesariamente implica


representarla, en tal caso los administradores desprovistos de
representación se limitan a proveer a la gestión interna, por lo que su
actividad ―ajena a terceros― no hace a la sociedad adquirir
derechos ni contraer obligaciones. La LACE efectúa tal distinción,
estableciendo que corresponde a un representante legal celebrar y
137
ejecutar los actos y contratos comprendidos o relacionados directa o
indirectamente con el objeto social (art. 51)[7].

Esa representación debe recaer en una o más personas humanas,


socios o no, designadas en la forma prevista en el instrumento
constitutivo, o en caso de falta de previsión, por la reunión de socios
o el socio único. Los actos llevados adelante por el órgano de
representación, cuando fueran realizados de acuerdo a la ley, serán
imputados a la sociedad. La responsabilidad del representante habrá
de variar según actúe como administrador (relación interna) o ejerza
la representación de la sociedad (relación externa)[8]. La
representación importa, entonces, una competencia orgánica propia
―una más, como administrar o gobernar―, por lo que estamos frente
a un órgano diferenciado dentro de la estructura societaria ―como
los de administración o gobierno―, o de subórgano si ambos roles
coinciden y su actividad resulta meramente integrativa[9].

1.2. Deberes y obligaciones

El art. 52 LACE remite, respecto de los deberes y obligaciones de los


administradores y representantes legales de S.A.S., al art. 157 L.G.S.
sobre la gerencia de S.R.L. Este a su vez reenvía a los arts. 264, 266
y 271 a 279 L.G.S. para el directorio de las S.A., a los que también
se aplica ―al igual que para todo administrador societario― la pauta
general del art. 59 L.G.S. Como novedad, el art. 52 LACE incorpora
en su segunda parte el tratamiento de la responsabilidad del
administrador de hecho, tomando como fuente directa la ley
colombiana 1258 sobre Sociedades Anónimas Simplificadas (5 de
diciembre de 2008). A diferencia de lo que sucede con las S.R.L. y
S.A., no se requiere a los administradores la constitución de la
garantía prevista en los arts. 76 y 119 res. gral. IGJ 7/2015 (res. IGJ
6/2017, art. 31).

Los administradores deben desempeñarse con la lealtad y con la


diligencia de un buen hombre de negocios (art. 59 L.G.S.)[10],
138
ajustado a la naturaleza de su obligación (de medios, arts. 774, inc. a,
y 1252, Cód. Civil y Comercial). La norma fija de manera
concomitante un criterio abstracto y típico de valuación, que pretende
del administrador una diligencia en su gestión por sobre la propia del
hombre medio (art. 1725, Cód. Civil y Comercial), similar a la que
hubiera observado un administrador normalmente prudente en
idéntica situación. El art. 51 LACE amplía, además, los efectos sobre
la sociedad de la actuación del administrador ―de derecho o de
hecho― sobre la sociedad, por sobre el margen establecido en el art.
58 L.G.S. y que se ciñe a actos “notoriamente extraños”, obligándola
por todos aquellos “comprendidos en el objeto social o que se
relacionen directa o indirectamente con el mismo”. A ello se suma
que el objeto plural (art. 36, inc. 4º, LACE) dificulta la imposición al
administrador de la S.A.S. de las limitaciones para contratar con la
sociedad dispuestas por el art. 271 L.G.S. ―de aplicación por
remisión, arts. 52 LACE y 157 L.G.S.―, por cuanto de la amplitud
de aquel resultaría una prohibición que contrariaría los postulados de
la propia norma.

Sin perjuicio de que el texto del art. 51 LACE prevé la posibilidad de


representantes no administradores, la res. IGJ 6/2017 ha dispuesto
que el representante legal de la S.A.S. debe indefectiblemente revestir
el carácter de administrador de la misma (art. 29).

2. Responsabilidad del administrador de derecho -

Al aplicarse a los administradores de derecho y representantes de la


S.A.S. el mismo régimen que a los gerentes de S.R.L. (arts. 52 LACE
y 157 L.G.S.)[11], su responsabilidad podrá ser individual o
solidaria, atendiendo a la organización y reglamentación del
funcionamiento del órgano[12]. Cuando fuera plural, el contrato
podrá además establecer que su ejercicio sea indistinto, conjunto o
colegiado (art. 51 LACE), aplicándose las siguientes pautas según el
caso de i) ejercicio indistinto o conjunto: frente a la previsión
estatutaria de ejercicio indistinto, cualquier administrador o
representante obliga a la sociedad por todos los actos en su nombre
139
celebrados. En caso de disponerse el ejercicio conjunto, los
administradores no podrán actuar individualmente y sólo obligará al
ente la actuación de dos o más de estos. En ambos supuestos
―administración plural indistinta o plural conjunta―, la
responsabilidad de los administradores será individual o solidaria,
según la organización y reglamentación que para el funcionamiento
del órgano establezca el contrato. Además, si una pluralidad de
administradores participó en los mismos hechos generadores de
responsabilidad, la ley habilita al juez interviniente a fijar la parte que
a cada uno corresponda en la reparación de los perjuicios, atendiendo
a sus respectivas actuaciones personales (art. 157 L.G.S.). Esta
disposición, propia del régimen de las S.R.L. y que la LACE adopta
para las S.A.S., quiebra “la regla de que en todos los casos de
administración plural corresponde la responsabilidad solidaria y, en
cada caso, deberá determinarse si la responsabilidad será individual
o solidaria según las pautas indicadas por la misma norma
(organización …[del órgano de administración]…, reglamentación
contractual del mismo, participación personal en el hecho generador),
independientemente de si la misma es unipersonal o plural”[13]).
Tenemos así que, para el caso de la administración plural no
colegiada, la LACE emplea un sistema de responsabilidad particular,
adaptado de la ley francesa; ii) ejercicio colegiado: en este caso, a la
administración se le aplica, además de la reglamentación impuesta
contractualmente, las disposiciones que para el funcionamiento del
directorio de la anónima prevé la L.G.S. (remisión arts. 52 LACE y
157 L.G.S.). Sus integrantes, en consecuencia, responden según el
régimen de responsabilidad de los directores: ilimitada y
solidariamente hacia la sociedad y socios por los daños derivados del
mal desempeño de su cargo o de la violación de la ley, estatuto o
reglamento (arts. 59, 157, 260, 274 L.G.S. y 160, Cód. Civil y
Comercial).

3. Responsabilidad del administrador de hecho -

El art. 52 LACE establece que las personas humanas que sin ser
administradoras o representantes legales de una S.A.S. o las personas
jurídicas que intervengan en una actividad positiva de gestión,
140
administración o dirección de la sociedad, incurrirán en las mismas
responsabilidades que los administradores (art. 52 LACE). La norma
tiene como fuente directa el art. 27 de la ley colombiana 1258[14], a
la que reproduce textualmente, con el agregado final “y su
responsabilidad se extenderá a los actos en que no hubieren
intervenido cuando su actuación administrativa fuere habitual”. Al
igual que para su par colombiana, la norma argentina da por supuesto
que la sencillez del tipo hace innecesaria la regulación autónoma del
régimen de responsabilidad de administradores, bastando la remisión
al régimen general de la L.G.S. (art. 59), haciendo además extensivos
los deberes, responsabilidades y procedimientos a otros sujetos no
incluidos en el órgano de administración[15], que detenten o ejerzan
funciones de administración y cuyas facultades hubieran sido sido
identificadas en los estatutos sociales[16].

Empero, el supuesto en cuestión se reduce a quienes “intervinieren


en una actividad positiva de gestión, administración o dirección”,
esto es, a administradores de hecho, lo que excluye a controlantes y
administradores de la controlante (estos últimos no ejercen por sí las
facultades otorgadas a los administradores de derecho de la
controlada, sino que imparten instrucciones a dichos administradores,
mientras que los administradores de hecho son sujetos que
administran la sociedad controlada en forma directa y habitual)[17].

Por otra parte, el control se encuentra definido y diferenciado de la


administración en el art. 33 L.G.S., por lo que el art. 52, 2ª parte,
LACE debe circunscribirse al administrador de hecho en sentido
estricto y que puede resumirse en dos supuestos: i) cuando un sujeto
en forma concreta ejercita poderes típicos de la administración sin
estar investido de un regular nombramiento, ya sea porque la
designación no haya tenido los requisitos que la ley o el estatuto
disponen, o porque dicho nombramiento ha caducado[18], o ii)
cuando un sujeto realiza funciones que le corresponden al órgano de
administración, ya sean internas o de representación, prescindiendo
totalmente del título suficiente para tal fin (el elemento relevante es
el ejercicio efectivo de de las funciones, siendo indiferente la
ausencia de relación jurídica con la sociedad)[19].
141
Respecto de la previsión en cuanto a que la responsabilidad del
administrador de hecho se extiende a los actos en que no hubieren
intervenido cuando su actuación administrativa fuere habitual, el
legislador ha procurado aplicar un criterio similar ―aunque no
analogable― a los de intromisión del socio comanditario
―inmixión― en la gestión societaria o en la representación del
ente[20].

En cuanto a los alcances generales de la norma, esta consagra una


excepción al art. 50 LACE (y al art. 266 L.G.S.) al admitir la
administración de hecho de personas jurídicas[21], imponiéndoles en
concordancia con el art. 1763 del Cód. Civil y Comercial
responsabilidad civil plena a estas sin distinguir el origen o fuente de
la obligación a indemnizar[22].

4. Remuneración -

Si bien la tarea del administrador se presume onerosa, puede pactarse


que la misma se ejerza gratuitamente[23]. En esta materia, al igual
que en casi todo otro asunto, prima la autonomía de la voluntad, por
lo que la remuneración será calculada según el mecanismo que
establezca el instrumento constitutivo, sin aplicación del art. 261
L.G.S., por tanto tampoco los de los límites allí previstos[24]. En
igual sentido se expide la ley española de Sociedades de Capital (art.
217.4), la que sin imponer topes dispone que la remuneración de los
administradores deberá en todo caso guardar una proporción
razonable con la importancia de la sociedad, la situación económica
que tuviera en cada momento y los estándares de mercado de
empresas comparables[25].

Así, la remuneración será la que surja del instrumento constitutivo, o


de lo que resuelva la reunión de socios con las mayorías que aquel
disponga, o la sindicatura, o incluso la que se fijen los mismos
142
administradores dentro de los parámetros que le indique el
instrumento constitutivo, pudiéndose pactar una suma fija, o un
porcentaje de las ganancias, o combinar estas formas entre sí o con
otras. Incluso, la remuneración puede no ser igual para todos los
administradores y diferir aun cuando cumplan funciones
similares[26]. En este sentido, la ley española de Sociedades de
Capital (art. 217) dispone diversas pautas para la determinación de la
remuneración de los administradores (“…el sistema de remuneración
que se establezca deberá determinará los conceptos retributivos a
percibir por los administradores en su condición de tales y que podrán
consistir, entre otros, en uno o varios de los siguientes: a) una
asignación fija; b) dietas de asistencia; c) participación en beneficios;
d) retribución variable con indicadores o parámetros generales de
referencia; e) remuneración en acciones o vinculada a su evolución;
f) indemnizaciones por cese, siempre y cuando el cese no estuviese
motivado por el incumplimiento de las funciones de administrador y
g) los sistemas de ahorro o previsión que se consideren oportunos”).

Es decir que sólo frente al supuesto de silencio del instrumento


constitutivo y de estimarse ajustado al caso, debe aplicarse
supletoriamente el art. 261 L.G.S., ello en razón de la remisión que
al régimen de los directores efectúa el art. 157, párr. 3º, L.G.S. para
la gerencia de la S.R.L.[27]. En tal caso, los administradores recibirán
en retribución de sus tareas (una vez cerrado el ejercicio y evaluada
su responsabilidad) un monto máximo que por todo concepto (lo que
incluye sueldos y otras remuneraciones por el desempeño de
funciones técnico-administrativas de carácter permanente) no puede
exceder del veinticinco por ciento de las ganancias, según criterio de
los socios. Dicho monto máximo se limitará al cinco por ciento
cuando no se distribuyan dividendos, y se incrementará
proporcionalmente a la distribución hasta alcanzar aquel el límite
cuando se reparta el total de las ganancias. Cuando el ejercicio de
comisiones especiales o de funciones técnico-administrativas por
parte de uno o más administradores, frente a lo reducido o a la
inexistencia de ganancias, impongan la necesidad de exceder los
límites prefijados, sólo pueden hacerse efectivas las remuneraciones
en exceso si fueran expresamente acordadas por la reunión de socios.

143
5. Integración y funcionamiento -

La administración de la S.A.S. está a cargo de una o más personas


humanas, socios o no, designados por plazo determinado o
indeterminado en el instrumento constitutivo o posteriormente. En
caso de que la sociedad prescinda del órgano de fiscalización,
corresponde nombrar por lo menos un suplente (art. 50 LACE). Las
designaciones y cesaciones de los administradores deben inscribirse
en el Registro Público, y al menos uno de sus miembros debe tener
domicilio real en la República (si fueran miembros extranjeros, estos
deben contar con Clave de Identificación (CDI) y designar
representante local). Todos sus integrantes deben establecer un
domicilio especial en la República, donde serán válidas las
notificaciones que se les realicen (arts. 50 y 51 LACE).

5.1. Citación y lugar de reunión

La citación a reuniones del órgano de administración y la información


sobre el temario puede realizarse por medios electrónicos, en tanto
estos garanticen su recepción. Las reuniones pueden celebrarse en la
sede social o fuera de ella, aun sin la presencia física de todos o de
algunos de los administradores, utilizando medios que les permitan a
los participantes comunicarse simultáneamente entre sí. El acta en la
que se vuelque el contenido de la reunión debe ser suscripta por el
administrador o el representante legal, correspondiendo al órgano
guardar las constancias de acuerdo al medio utilizado para
comunicarse (art. 51 LACE).

La ley además dispone que los administradores pueden


autoconvocarse para deliberar, sin necesidad de citación previa[28].
Para el caso, las resoluciones que adopten serán válidas si asisten
todos los integrantes del órgano y el temario fuera aprobado por la
mayoría prevista en el instrumento constitutivo (art. 51 LACE).
144
Notas -

[1] Cfr. Sánchez Herrero, P., “Sociedad por acciones simplificada”,


cit., t. IX, p. 1037.
[2] Cfr. Bergós Tejero, J., “Responsabilidad civil y mercantil de
administradores y altos directivos”, en Obligaciones y
Responsabilidades de Directivos y Administradores, Gestión 2000,
Barcelona, 1996, p. 9.
[3] En relación a la tendencia a suprimir el objeto de las sociedades y
autorizar su funcionamiento para la realización de cualquier actividad
lícita, véase Cap. VIII, ap. 1.4.
[4] Cfr. Verón, A. y Verón, T., Sociedad por acciones simplificadas,
La Ley, Buenos Aires, 2017, p. 107.
[5] Arecha, T., “Remuneración del administrador de…”, cit., p. 148.
[6] Cfr. Ragazzi, G., “La Sociedad por Acciones Simplificada…”, cit.
[7] Sobre los alcances de la misma, véase lo dicho en el Cap. XIX.
[8] Verón, A. V., Sociedades Comerciales…, cit., t. I, p. 429.
[9] Así Suárez Anzorena, para quien “existe, pues, en el presidente
[se refiere a la S.A.] y en razón de la ley, una propia y limitada aptitud
orgánica (representa a la sociedad ante terceros y ejecuta las
decisiones del directorio en el orden interno; preside asambleas y
suscribe sus actas; convoca al directorio), mas aquella, en lo esencial,
es desprendimiento ―y no delegación― de la competencia
directorial o instancia para su ejercicio, sin que a la vez sea suficiente
su actividad en asambleas, independiente de la competencia
directorial, para otorgarle propia categoría de órgano”. En
“Competencia del directorio en la sociedad anónima nacional”, cit.
[10] En concordancia, recomendación 14 del Proyecto de guía
legislativa sobre la Entidad de Responsabilidad Limitada de la
CNUDMI, A/CN.9/WG.I/WP.99/Add.1.
145
[11] El término “administrador de derecho” se utiliza con el alcance
otorgado por la doctrina colombiana, fuente del art. 52 LACE. Así,
referimos al administrador de derecho como aquel que ha aceptado el
nombramiento efectuado por el órgano social competente, mediante
una decisión válidamente adoptada. Cfr. Hernández Martínez, W.,
“La sociedad por acciones simplificada en Colombia: innovaciones
sustantivas y reflexiones”, en La tipología de las sociedades
mercantiles. Entre la tradición y la reforma, Embid Irujo, Navarro
Matamoros y Oviedo Albán (dirs.), Grupo Editorial Ibáñez, Bogotá,
2017, ps. 212/215.
[12] Para determinarlo primero deberá verificarse si los gerentes
―administradores o representantes legales en el caso de las S.A.S.―
actúan de forma conjunta o indistinta y si se han distribuido funciones
entre estos. Si los administradores plurales actúan en forma conjunta
y sin atribución de funciones, responden solidariamente, mientras
que si la actuación es indistinta incumbe al administrador que realizó
el acto. Sin perjuicio de ello, aun cuando los restantes
administradores no hubieran participado de los hechos dañosos
resultarían ―en principio― responsables por culpa in vigilando.
[13] Roitman, H., Ley de Sociedades…, cit., t. III, p. 199; Gulminelli,
R., Elementos del conflicto societario, Buenos Aires, Ad-Hoc, 2011,
p. 278.
[14] A su vez, son fuente de la norma colombiana la legislación y
jurisprudencia francesas sobre dirigeants de fait. Cfr. Reyes
Villamizar, F., S.A.S. La sociedad por acciones simplificada, cit., p.
122.
[15] En nota a la recomendación 14 Proyecto de guía legislativa sobre
la Entidad de Responsabilidad Limitada de la CNUDMI, se dispone
que “queda claro que en el presente proyecto de guía legislativa el
término ‘administrador’ se aplica tanto a los administradores que son
miembros de la entidad como a los que no lo son”.
[16] Cfr. Reyes Villamizar, F., S.A.S. La sociedad por acciones
simplificada, cit., p. 120.
[17] Cfr. Filippi, L., El administrador de hecho en la sociedad
anónima, Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de
Córdoba, vol. XLI, 2006, p. 37.
[18] Ídem, p. 45, para quien el administrador detenta un cargo basado
en un título viciado, irregular o nulo, pero que posee como
característica particular, la existencia del presupuesto de la relación
146
sociedad-sujeto.
[19] Cfr. Filippi, L., El administrador de hecho…, cit. En contra de
esta posición, doctrina extranjera ―y exclusivamente para sus
propias normativas― parecería incluir los supuestos de control por
accionistas cuando “que controlen una S.A.S. a pesar de no participar
de modo directo en la administración de la compañía” (Reyes
Villamizar, F., S.A.S. La sociedad por acciones simplificada, cit., ps.
122/123; Hernández Martínez, W., “La sociedad por acciones
simplificada en Colombia…”, cit., p. 210 y “Los supuestos de
aplicación del administrador de hecho: un análisis del caso español a
propósito de la sociedad por acciones simplificada”, Revista Estudios
Socio-Jurídicos, 2012, 14 (2), Bogotá, ps. 251/264.
[20] En contra de esta sanción, por entenderla excesiva, Sánchez
Herrero, P., “Sociedad por acciones simplificada”, cit., t. IX, p. 1135.
[21] Filippi, L., “La incorporación de la figura del ‘administrador de
hecho’ en…”, cit., p. 139, quien cita como antecedente el art. 266 del
proyecto de modificación de la ley de sociedades de 1991.
[22] Ídem, p. 146.
[23] Arecha, T., “Remuneración del administrador de…”, cit., p. 153.
En ese sentido, la Ley de Sociedades de Capital española (BOE n°
161, de 3/7/2010, entrada en vigor el 1/9/2010) dispone que el cargo
de administrador es gratuito, a menos que los estatutos sociales
establezcan lo contrario determinando el sistema de remuneración
(art. 217.1).
[24] Ídem, ps. 151 y 152: “incluso si el estatuto de la S.A.S. se
limitara a establecer que la remuneración será fijada por asamblea”.
[25] El sistema de remuneración establecido por la ley española se
orienta a promover la rentabilidad y sostenibilidad a largo plazo de la
sociedad e incorporar las cautelas necesarias para evitar la asunción
excesiva de riesgos y la recompensa de resultados desfavorables.
[26] Cfr. Sánchez Herrero, P., Tratado de la sociedad de
responsabilidad limitada, t. II, Astrea, Buenos Aires, 2017, p. 336, si
bien para S.R.L.
[27] Ibídem; Nissen, R., Ley de Sociedades Comerciales…, cit., p.
276.
[28] Villanueva, J., “La sociedad por acciones simplificada y la
autonomía de la voluntad…”, cit.

147
Órgano de gobierno

Sebastián Balbín

Para su normal articulación, la sociedad requiere que los socios


celebren reuniones periódicas. Estas, organizadas en forma de
colegio y de acuerdo con lo establecido por la ley y el instrumento
constitutivo, se denominan reunión de socios (art. 53 LACE) y
resultan ser un órgano esencial[1], de gobierno y carácter no
permanente, que se ocupa de resolver asuntos de su competencia en
interés social[2]. Al igual que el resto de los órganos sociales, la
reunión de socios no tiene capacidad sino competencia, entendida
como la medida del poder jurídico de su actuación (la esfera de
atribuciones propia y que se ajustan a la especialización de tareas
indispensables para el funcionamiento del ente), por lo que es la ley
y la voluntad de los socios plasmada en el instrumento constitutivo la
que determina sus alcances. Y así como los arts. 233, 234 y 235
L.G.S. fijan para la S.A. la competencia exclusiva de la asamblea para
el tratamiento de ciertas cuestiones, la LACE opta por no distinguir
entre tipos de reuniones de socios o entre las competencias que a estas
cabrían, otorgando a los socios amplia libertad para determinar sus
alcances y contenidos (véase Cap. IV, ap. 2, de este trabajo).

1. Convocatoria -

La citación a los accionistas a concurrir a reunión de socios se


denomina convocatoria. Se trata de un requisito indispensable para la
válida constitución de la reunión ―salvo el supuesto de que la misma
fuera unánime―, por lo que en su ausencia alguna doctrina sostiene
que no puede hablarse desde el punto de vista legal de la existencia
de una[3]. A través de la convocatoria los socios pueden conocer con
antelación tanto la fecha, hora y lugar en que se llevará a cabo la
reunión, como los temas a tratarse y que se exponen en el orden del

148
día[4]. La ley y el instrumento constitutivo regulan y reglamentan la
forma de convocar, a través de normas de contenido obligatorio y
carácter mínimo.

Toda comunicación o citación a los socios ―tal el caso de la


convocatoria a reunión― debe dirigirse al domicilio por estos
expresado en el instrumento constitutivo, salvo que posteriormente
hubieran notificado su cambio al órgano de administración (art. 53
LACE)[5]. Empero, esta puede ser dejada de lado en caso de darse la
autoconvocatoria en los términos del art. 49 LACE, parte final, esto
es, que producida la misma se encuentre reunido el ciento por ciento
del capital social y el orden del día de la reunión fuera aprobado por
unanimidad)[6].

2. Lugar de celebración -

Para el caso de que el instrumento constitutivo dispusiera la


celebración de reuniones de socios presenciales, también puede
establecer que las mismas se celebren fuera de la sede social (art. 53
LACE). En defecto de tal previsión contractual, las mismas deben
celebrarse, en principio, en la sede social, salvo que alguna razón
justificara no hacerlo (p. ej. fuerza mayor o insuficiencia de espacio),
puede convocarse a los socios para que concurran a otro lugar[7]. En
todo caso, deberá cuidarse de que los accionistas conozcan con
exactitud el lugar donde se efectuará la reunión, y que su cambio no
importe un recurso para dificultar su asistencia[8]. Incluso se han
llegado a aplicar sanciones en supuestos en que, designándose el
lugar, se omitiera consignar con precisión el ámbito (v.gr. piso en que
la reunión debía celebrarse)[9]. En consecuencia, en caso de que la
convocatoria omitiese el lugar de celebración la celebración de la
asamblea, sería irregular y nulas las decisiones que se adopten, aun
cuando se contara con quórum y mayoría suficientes, “porque la falta
de asistencia de algunos accionistas podría haberse debido al
desconocimiento del lugar de reunión privándolos del derecho a
participar en esta”[10].

149
Si el instrumento constitutivo estableciera que las reuniones de socios
habrán de celebrarse fuera de la sede social, estas deberán realizarse
además utilizando medios que les permitan a los socios y
participantes comunicarse simultáneamente entre ellos. El acta
deberá ser suscripta por el administrador o el representante legal,
debiéndose guardar las constancias de acuerdo al medio utilizado
para comunicarse.

3. Funcionamiento. Formación de la voluntad social -

El contrato debe establecer la forma de deliberar y tomar acuerdos


sociales, aplicándose en su defecto las previsiones del art. 43 LACE
y sólo supletoriamente los mecanismos dispuestos por la L.G.S. para
la S.R.L. y la S.A. ―en ese orden―. El órgano de gobierno de la
S.A.S. puede:

i) sesionar sin la presencia en la sede social de los accionistas, en


tanto se utilicen medios que permitan a los participantes comunicarse
simultáneamente;

ii) funcionar mediante consulta simultánea a través de un medio


fehaciente a los socios, recabando sus votos dentro de los diez días
hábiles de cursada aquella, a través de comunicaciones a la
administración o de cualquier procedimiento que garantice la
autenticidad del sufragio;

iii) o por declaración escrita, en la que todos los socios expresen el


sentido de su voto (art. 53 LACE), supuesto en que no es necesario
que aquella se haga de manera simultánea[11].

150
En cuanto al quórum de constitución y de funcionamiento y el
régimen de mayorías para adoptar decisiones, no debe omitirse
establecerse las mismas en el instrumento constitutivo, ya que ello
podría ocasionar inconvenientes en la actividad del órgano toda vez
que aquellas dispuestas en la L.G.S. para la S.R.L. no resultan
adecuadas para la estructura de la S.A.S.

3.1. Acta de reunión de socios

La documentación escrita del acto en la que se efectúa un resumen de


los asuntos debatidos, la que debe bastarse a sí misma, se denomina
acta de reunión de socios. Esta debe ser suscripta por el administrador
o el representante legal, debiéndose guardar las constancias de
acuerdo al medio utilizado para comunicarse para el caso de
reuniones no presenciales (art. 53 LACE)[12]. No se trata de la
transcripción integral de las intervenciones de los participantes, sino
tan sólo de un resumen, lo más fiel posible, de las posiciones
sustentadas, el resultado de las votaciones y las decisiones en
consecuencia adoptadas, todo ello con más los datos relacionados al
tiempo, lugar y forma en que el órgano se constituye y sesiona. Debe
volcarse en un libro (art. 58, inc. 1º a, LACE[13]), con las
formalidades que a tales fines prevea la ley[14], y constituye la
prueba principal de la reunión.

No obstante, en tanto instrumento privado, su ausencia, defecto o


vicio no es en sí causal suficiente para determinar la nulidad de la
reunión de socios, porque se trata de una forma ad probationem y no
ad solemnitatem[15], existiendo aquella aun si no se redactara un
acta[16], la que incluso puede suplirse por otros medios[17]. Ello por
cuanto las irregularidades del acta difícilmente encajen dentro del
marco de las nulidades del acto asambleario, pues aquella no los crea
sino que simplemente deja constancia de su existencia[18]. Esto no
quiere decir que el contenido del acta no sea, obviamente, importante.
A través de la misma se conocen las resoluciones, sus alcances y las
circunstancias en que han sido adoptadas, sirven para determinar los

151
derechos emergentes de socios, directores y síndicos, por lo que
deben ser un fiel reflejo de lo actuado[19].

4. Socio único -

En la S.A.S. con socio único las resoluciones del órgano de gobierno


son adoptadas por este (art. 53 LACE)[20]. Empero, ello no implica
que haya identidad entre el ente y el socio, ya que para su
funcionamiento regular el órgano de gobierno debe funcionar[21],
dentro de su competencia y sin importar la cantidad de sujetos que lo
integren. El socio debe dejar constancia en acta de las resoluciones
adoptadas, cumpliendo los requisitos formales previstos para
cualquier reunión[22], e incluso la posibilidad de que este tipo de
reunión se realice a distancia (arts. 53 LACE) no importa que no deba
efectivamente llevarse a cabo, o que su resultado no deba ser volcado
a libros[23].

En cuanto a la materia involucrada, no existen normas específicas que


restrinjan la actividad en competencia del único socio ni que
dispongan los contratos que el socio único puede celebrar con la
sociedad y cuya aprobación, de haberse prescindido de la sindicatura,
sólo dependerá de aquel, ni existe obligación de llevar un registro de
los acuerdos que la S.A.S. suscriba con este[24].

Notas -

[1] Cfr. Alegría, H., Sociedades anónimas, Fórum, Buenos Aires,


1970, p. 97.
152
[2] Cfr. Zaldívar, E. et al., Cuadernos… cit., vol. III, nº 43.1, p. 315.
[3] Cfr. Farina, J., Tratado de Sociedades Comerciales ―parte
general―, Zeus, Rosario, 1980, vol. II-B, nº 178, p. 169.
[4] Cfr. Fiorito, T., “El orden del día en la convocatoria judicial”,
Revista Argentina de Derecho Societario ―electrónica― nº 2, IJ
Editores, 2012, www.ijeditores.com.ar; López Tilli, A., Las
Asambleas de Accionistas, Ábaco, 2005, p. 61.
[5] Se sigue el criterio del art. 159 L.G.S.
[6] La asamblea unánime ―universal o total― es aquella que reúne
a los socios que representen la totalidad del capital social ―sin
precisar LACE si se incluye a aquellos sin derecho a voto― y en la
que las decisiones se adoptan por unanimidad (art. 49). Tal doble
unanimidad de accionistas y de votos, que tendría como finalidad
proteger el derecho a la información de los socios, no se ve alterada
frente a la abstención de votar por parte de aquellos accionistas a los
que la ley o el instrumento constitutivo les impidiera expedirse.
[7] “Pero no en ciudad diversa de la precisada como sede de la
administración social, salvo que los estatutos lo autoricen
específicamente, pero siempre dentro de la jurisdicción del domicilio
social”. Halperín, I. y Otaegui, J., Sociedades Anónimas, cit., nº 10,
p. 676. En igual sentido, Zaldívar, E. et al., Cuadernos… cit., vol. III,
nº 43.3.2, p. 352.
[8] Cfr. Sasot Betes, M. y Sasot, M., Sociedades Anónimas. Las
Asambleas, Ábaco, Buenos Aires, 1982, p. 163.
[9] CNCom., Sala B, 20/10/1982, “Laboratorios Bagó S.A.”, LL,
1983-B-745, nº 81.834.
[10] Cfr. Zaldívar, E. et al., Cuadernos… cit., vol. III, nº 43.3.2, p.
352.
[11] Cfr. Sánchez Herrero, P., “Sociedad por acciones simplificada”,
cit., t. IX, p. 1039.
[12] “Deben conservarse las constancias de acuerdo al medio
utilizado: la grabación en caso de ser telefónica, el video en caso de
ser una teleconferencia, etc.)”, Abdala, M., “Análisis del proyecto de
ley…”, cit.
[13] Por disposiciones de derecho objetivo las actas se extienden en
el libro especial del órgano correspondiente. Cfr. García Tejero, N.,
“Libros especiales y actas de sociedades anónimas”, LL, 158-1104.
[14] Cfr. Magri, C., “Las actas de las sociedades comerciales”, en el
Tratado de Derecho Privado ―derecho comercial―, de Nuta, A. et
153
al., Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 2000, p. 251.
[15] En contra, Halperín, I. y Otaegui, J., Sociedades Anónimas…,
cit., para quien la existencia regular del acta es esencial para la
validez de las decisiones adoptadas ―por tanto ad solemnitatem―,
por hacer a la seguridad jurídica y ser el medio por el cual ausentes y
futuros accionistas podrán conocer lo resuelto. En consecuencia, su
ausencia tornaría el acto en inexistente; CNCom., Sala C, 22/5/1987,
“Kukiewicz I. C. Establecimientos Metalúrgicos Cavanna S.A.”,
Revista de Doctrina Societaria y Concursal t. I, p. 404, donde se
declarara la inexistencia de una asamblea por defectos de redacción
en el acta.
[16] Cfr. Farrés, P., “La impugnación asamblearias en las
cooperativas”, LL, 23/7/2001; Sasot Betes, M. y Sasot, M.,
Sociedades Anónimas. Las Asambleas…, cit., p. 351; Magri, C., “Las
actas…”, cit., p. 251. En contra, Halperín, I. y Otaegui, J., Sociedades
Anónimas…, cit., p. 419.
[17] En sentido análogo, aunque fundado en que la asamblea no
resultaría en sí un acto jurídico sino sólo un procedimiento en el que
el socio expresa su voluntad, la que será siempre válida aunque no se
asiente de la manera prevista por la L.G.S., véase López Tilli, A., Las
Asambleas…, cit., p. 197. Por su parte, Favier Dubois, E., Derecho
Societario Registral, Ad-Hoc, Buenos Aires, 1994, p. 312, agrega que
si se considerara al acta como un elemento esencial del acto
asambleario, las acciones que de este se deriven ―impugnación,
receso, etc.― estarían sujetas a la formalización del acta y no a la
clausura de la asamblea. Sin perjuicio de ello, este autor parecería
inclinarse por el medio escrito como única forma de probar la
existencia del acto, sugiriendo se supla la eventual ausencia del libro
de actas con instrumento público.
[18] Verón, A., Sociedades Comerciales…, cit., t. III, p. 912, con
apoyo en Millozza.
[19] Cfr. Garo, F., Sociedades Anónimas, t. II, La Facultad, Buenos
Aires, 1949, p. 44.
[20] Norma que ha sido considerada innecesaria y redundante. Cfr.
Nissen, R., La sociedad por acciones simplificada…, cit., p. 253;
Abdala, M., “Análisis del proyecto de ley…”, cit.
[21] Cfr. Sánchez Herrero, P., “Sociedad por acciones simplificada”,
cit., t. IX, p. 1127, n. 24.10.2.5.
[22] “…pues la redacción de dichos instrumentos son de fundamental
154
importancia para conocer la vida de la sociedad”. Nissen, R., La
sociedad por acciones simplificada…, cit., ps. 126 y 149.
[23] Cfr. Abdala, M., “Análisis del proyecto de ley…”, cit.
[24] Cfr. Burghini, L., “Sociedades por acciones simplificadas…”,
cit.

Órganos de fiscalización

Sebastián Balbín

En el instrumento constitutivo puede establecer la existencia y el


funcionamiento de un órgano de fiscalización, ya fuera una
sindicatura o un consejo de vigilancia ―o ambos―, el que sólo
supletoriamente será regido por las normas de la L.G.S. (arts. 53
LACE y 280 a 298 L.G.S.)[1]. La existencia de órganos de
fiscalización coopera con la necesidad de controlar de manera
permanente la marcha de la administración y la gestión de los
negocios, con el fin de prevenir arbitrariedades de los
administradores en detrimento de la sociedad (de los intereses
sociales) o de los socios[2].

A la fecha en que escribimos estas páginas gran parte de las


sociedades en la República son anónimas del tipo cerrado (de
familia), en las que se superponen y confunden personas e intereses
en sus distintos órganos sociales. En esta clase de sociedades, la
actividad de la sindicatura y del consejo de vigilancia se desdibuja
para adoptar una tosca apariencia de funcionalidad con el único
pretexto de cumplimentar el recaudo legal de su existencia, cuando
esta no pueda soslayarse. Estos y otros motivos derivaron en la
modificación del art. 284 L.G.S. por ley 22.903 en el año 1983[3],
que autoriza a las sociedades no comprendidas en el art. 299 L.G.S.
a prescindir del órgano de fiscalización. De esta manera, la
sindicatura dejó de ser un órgano de carácter esencial. La ley 27.349,

155
siguiendo la misma tesitura, ha dispuesto para la S.A.S. la existencia
de un órgano de fiscalización es optativo.

1. Sindicatura -

Su función es la de controlar la marcha de la administración social,


en procura de prevenir los abusos[4], representando a todos los socios
en la tarea de control interno de la administración. Si nada refiriera el
instrumento constitutivo, compete a la reunión de socios tanto su
elección como revocación y no resultan de aplicación los criterios de
idoneidad dispuestos en el art. 285 L.G.S.[5].

1.1. Control de legalidad

A efectos de cumplimentar sus tareas, y en tanto el instrumento


constitutivo no previera lo contrario (art. 53 LACE), la sindicatura
cuenta con amplias funciones que le permiten solicitar información,
indagar e investigar todo lo concerniente al desarrollo de la vida
societaria. No obstante, ello no importa una autorización para
entrometerse o dificultar el normal desenvolvimiento de los demás
órganos sociales, principalmente el de administración, cuyas
funciones “no pueden verse arriesgadas por incompetencia,
negligencia o dudosa intención del síndico”[6], limitándose tal
control de legalidad a las labores de la administración propiamente
dichas, y no a su mérito, conveniencia y eficiencia[7].

1.2. Control contable

En cuanto al control contable, corresponde al síndico: i) examinar los


libros y documentación social ―al menos una vez cada tres meses―,
verificando el cumplimiento de sus formalidades intrínsecas y
extrínsecas debidas (art. 294, inc. 1º, L.G.S.); ii) verificar la presencia
de disponibilidades y títulos valores, así como también la existencia
156
de obligaciones sociales y su cumplimiento, pudiendo confeccionar
balances de comprobación, fórmula con la que la L.G.S. alude a la
auditoría tendiente a constatar el estado de caja, la existencia de
fondos y cuentas corrientes bancarias, acciones, debentures, cheques
y pagarés en cartera (art. 294, inc. 2º, L.G.S.); iii) fiscalizar la
liquidación de la sociedad (art. 294, inc. 10, L.G.S.). Corresponde a
la sindicatura velar por el cumplimiento de las normas y formas
liquidatorias, y controlar que el reparto del remanente ―si lo
hubiera― entre los socios se efectúe de acuerdo a sus participaciones.
A tales fines la sindicatura cuenta con la facultad de solicitar, si
mediara justa causa, la remoción de los liquidadores, supuesto que
habrá de verificarse en aquellos casos en que estos omitieran realizar
el informe trimestral previsto en el art. 104 L.G.S., o incumplieran
con las instrucciones liquidativas oportunamente impartidas por los
socios (arts. 102 y 105 L.G.S.); iv) leer los informes periódicos de las
gerencias a los administradores ―si las hubiera― sobre la situación
y evolución de la sociedad, identificando los aspectos significativos;
v) leer aquellos contratos importantes que surjan de las reuniones de
administradores, informes gerenciales y análisis de la operatoria de
la sociedad, verificando si los mismos cumplen formalmente con la
ley, estatuto y reglamento, y si las operaciones emergentes han sido
registradas adecuadamente; vi) presentar a la reunión de socios un
informe escrito y fundado sobre la situación económica y financiera
de la sociedad, dictaminando sobre la memoria, inventario, balance y
estado de resultados (art. 294, inc. 5º).

1.3. Otras funciones

Cuando el instrumento constitutivo no regulase el funcionamiento de


la sindicatura, y por tanto resultaran de aplicación las previsiones de
la L.G.S. (art. 53 LACE), también le corresponde[8]: i) suministrar a
los accionistas que se lo requieran, y que representen cuanto menos
el dos por ciento del capital social, información sobre las materias de
su competencia (art. 294, inc. 6º). El cumplimiento de este deber no
exonera al síndico de actuar con cautela, a fin de no entorpecer el
desarrollo de las funciones ordinarias que le corresponden (la
atención del interés de los socios en su conjunto se encuentra por
157
sobre el particular de algunos accionistas). Alguna doctrina incluso
aconseja evaluar previamente si en realidad la petición del accionista
no esconde un elemento de presión previo a la solicitud de medidas
especiales, al solo efecto de comprometer la responsabilidad de la
sindicatura[9]; ii) convocar a reunión de socios cuando omitiera
hacerlo el órgano de administración o a cuando lo juzgue necesario
(art. 294, inc. 7º); iii) hacer incluir en el orden del día de la asamblea
los puntos que considere pertinentes (art. 294, inc. 8º, L.G.S.), no
resultando facultativo del órgano de administración expedirse sobre
la procedencia de su solicitud; iv) investigar las denuncias que le
formulen por escrito accionistas que representen no menos del dos
por ciento del capital, mencionarlas en el informe verbal a la reunión
de socios y expresar acerca de ellas las consideraciones y
proposiciones que correspondan.

1.4. Responsabilidad

Cuando el instrumento constitutivo no dispusiera lo contrario, se


aplica a la sindicatura el régimen especial de responsabilidad
dispuesto en la L.G.S., y que conjuga las disposiciones referidas a los
administradores sociales (arts. 274 a 279 L.G.S.) con las propias de
aquellos (arts. 52 LACE, 157, 264, 266, 274 a 279, 296 y 297 L.G.S.).
Esa responsabilidad de los síndicos hacia la sociedad, accionistas y
terceros, por daños derivados del mal desempeño de su cargo o de la
violación de la ley, estatuto, reglamento o decisión asamblearia, es
solidaria (art. 296 L.G.S.). Tal solidaridad, que se manifiesta en una
responsabilidad personal e individual de cada uno de los sujetos que
integran el órgano respecto del importe total del perjuicio ocasionado,
resulta además una garantía de refuerzo de los derechos del acreedor
que procura la reparación de un perjuicio sufrido en razón de una
actuación que se presume conjunta. Su fundamento deviene de la
imposición legal a los síndicos como conjunto ―si se tratara de un
órgano colegiado―, de una serie de deberes comunes concentrados
en el órgano que integran. La responsabilidad, además de solidaria,
es ilimitada (art. 297 L.G.S.). También son responsables
solidariamente con los administradores cuando el daño al ente,

158
producto del accionar de aquellos, pudiera haberse impedido con una
correcta intervención de la sindicatura[10].

2. Consejo de vigilancia -

El consejo de vigilancia es un órgano social facultativo (art. 53


LACE), que tiene como misión permanente fiscalizar los aspectos
formales de la administración social y controlar su gestión[11], a
veces colaborando, con cargo de informar periódicamente a los
socios. Este órgano se integra con entre tres y quince accionistas, que
deben ser designados por la reunión de socios por categorías (de
existir, art. 262 L.G.S.). Los miembros del consejo de vigilancia son
reelegibles indefinidamente, y, al igual que los administradores, salvo
previsión en el instrumento constitutivo en contrario, pueden ser
revocados en sus cargos ad nutum por la asamblea. Se aplica al
consejo idéntico régimen de responsabilidad ―solidaria e
ilimitada― que al órgano de administración (arts. 52 LACE; 157,
264, 266, 274 a 279, 296 y 297 L.G.S.).

2.1. Atribuciones y deberes

Sin perjuicio de desempeñar similares tareas que la sindicatura, cabe


además al consejo de vigilancia (art. 281 L.G.S.), la tarea de: i)
fiscalizar la gestión de los administradores, primera y más importante
de sus funciones. Cuenta para ello con amplias atribuciones,
pudiendo examinar la contabilidad social, los bienes sociales, realizar
arqueos de caja por sí o por intermedio de peritos, recabar informes
sobre contratos celebrados o en trámite de celebración, aun cuando
estos no excedan de las atribuciones del directorio. Tal imposición,
que excede los límites de un mero control de la legalidad de los actos
de gestión, importa la asunción por parte del consejo ―y para el
caso― del ejercicio compartido de la gestión empresaria, amén de un
verdadero control de oportunidad o de eficacia operativo[12],
extremo vedado a la sindicatura. En concordancia, el órgano de
administración tiene el deber de presentar trimestralmente al consejo
159
un informe escrito sobre la gestión social; ii) control de mérito y
conveniencia: el instrumento constitutivo puede prever que
determinadas clases de actos o contratos no podrán celebrarse sin la
previa aprobación del consejo (art. 281, inc. c, L.G.S.). La ley impone
al consejo deberes que exceden la mera fiscalización ―por tanto
aquellos de la sindicatura―, erigiéndolo si bien de manera acotada
en coadministrador social[13]. Denegada la aprobación del consejo
para el acto o contrato en cuestión, el órgano de administración
deberá someterlo a la decisión de la asamblea. Formulada oposición
por el consejo, y revocada que fuera a posteriori la misma por la
reunión de socios, podrá caber a los consejeros ―solidariamente―
la reparación de los perjuicios que su negativa hubiere ocasionado al
ente, siempre y cuando el veto hubiera sido ejercido de manera
desleal o carente de diligencia; iii) elección de los miembros del
órgano de administración, cuando así lo establezca el instrumento
constitutivo (art. 281, inc. d, L.G.S.).

Notas -

[1] Cuando la sindicatura fuera plural, esta actúa como cuerpo


colegiado y se denomina Comisión Fiscalizadora, debiendo el
instrumento constitutivo reglamentar su constitución y
funcionamiento (arts. 53 LACE y 290 L.G.S.).
[2] Cfr. Itzigsohn de Fischman, M., en Enciclopedia Jurídica Omeba,
t. XXV, Editorial Bibliográfica Argentina, Buenos Aires, 1968, p.
567.
[3] La decisión de prescindir de la sindicatura “queda atribuida al
estatuto y persigue aligerar la estructura societaria en el espectro de
aquellos entes en que por su objeto o dimensión la existencia del
órgano de administración interna puede ser gravosa”. Exposición de
Motivos Ley 22.903, Capítulo II, Sección V, pto. 29.
160
[4] Cfr. Halperín, I. y Otaegui, J., Sociedades Anónimas…, cit., p.
617.
[5] Carlino, B., “Las fronteras de la Sociedad por Acciones
Simplificada”, cit. La L.G.S. exige que quienes actúen como síndicos
deben ser abogados o contadores públicos, con título habilitante, o
sociedades con responsabilidad solidaria constituidas exclusivamente
por estos profesionales (art. 285 L.G.S.). Tales recaudos fueron
impuestos por presumir el legislador de 1972 que garantizaban la
idoneidad para el desarrollo diligente de las tareas, en concordancia
a sus conocimientos.
[6] Verón, V., La Sindicatura en las Sociedades Anónimas, Ábaco,
Buenos Aires, 1977, p. 108.
[7] Cfr. De Juglarrt, M. y Ippolito, B., Cours de Droit Commercial, t.
II ―Les sociétés comerciales―, Montchrestien, Paris, 1988, p. 558;
Zaldívar, E. et al., Cuadernos…, cit., t. II, p. 634; Zamenfeld, V.,
“Atribuciones del Síndico”, en Revista la Información, t. XXXIII, nº
555, Cangallo, Buenos Aires, 1976, p. 280; CNCom., Sala B,
14/5/1980, ED, 94-635.
[8] Aun cuando ninguna de estas funciones, en los términos y con el
alcance previstos en la L.G.S., lucen adecuadas a la finalidad de la
S.A.S.
[9] Vítolo, R., “La sindicatura como órgano de control”, RDCO, año
13, 1980, p. 596.
[10] CNCom., Sala D, 2/4/1984, “Álvarez, Manuel y otros c/Guezeui,
Julio y otros”, LL, 1985-A-315.
[11] Cfr. Zaldívar, E. et al., Cuadernos…, cit., vol. III, p. 605.
[12] Ídem, p. 611; Mascheroni, F., Directorio, Sindicatura…, cit., p.
155.
[13] Cfr. Mascheroni, F., Directorio, Sindicatura…, cit., p. 157.

Disolución y liquidación

Sebastián Balbín

1. Disolución -
161
La disolución no es propiamente una situación o estado jurídico, sino
un prius de relaciones ―jurídicas― que consiste en el “acaecer de
uno de los determinados supuestos que la ley o el contrato social
prevén”: se trata del presupuesto o condición para la apertura de un
procedimiento, ya sea este de reorganización o de liquidación[1]. La
LACE dispone que la S.A.S. se disuelve por voluntad de los socios
adoptada en reunión de socios ―en su caso, por decisión del socio
único―, o por las causales previstas en la L.G.S. (arts. 55 LACE y
94 L.G.S.).

1.1. Decisión de los socios

Asiste a los socios el derecho de disponer la disolución anticipada de


la sociedad, por la sola voluntad de hacerlo adoptada en reunión de
socios y según el quórum y mayoría que a tal efecto prevea en el
instrumento constitutivo. Para el caso de que se hubiera omitido
reglamentar en este la cuestión, se aplicarán para el cómputo de
quórums y mayorías las normas de la S.R.L. y que requieren la
conformidad de las tres cuartas partes del capital social, con más el
voto de dos socios si uno solo representara el voto mayoritario (art.
52 LACE y 160 L.G.S.). Si se tratara de una S.A.S. unipersonal, la
decisión del socio único será suficiente. Si bien a tenor de lo previsto
en el art. 55 LACE pudiera sostenerse que la competencia para
resolver la disolución anticipada es exclusiva de la reunión de socios,
lo cierto es que no existe impedimento para que el instrumento
constitutivo delegue tal competencia en otros órganos sociales. La
remisión que el art. 55 LACE efectúa a las causales de disolución
previstas en la L.G.S. confirma esta posición ―además coincidente
con la libertad de organización propia de la S.A.S.―, por cuanto la
L.G.S. autoriza a los socios a prever estatutariamente otras causales
de disolución, además de las dispuestas por ley (art. 89).

1.2. Expiración del término por el cual se constituyó la sociedad

162
Se trata de una causal de disolución de origen contractual[2], por
cuanto si bien es la ley la que impone la determinación de un plazo
de duración para la sociedad (art. 36, inc. 5°, LACE), es a los socios
a quienes corresponde estipular su extensión. Vencido ese término,
la sociedad se disuelve de pleno derecho[3], sin necesidad de
declaración de voluntad alguna del ente, los socios o la autoridad de
contralor[4], extremo del que algunos autores infieren la
innecesariedad de publicidad o inscripción alguna[5]. No obstante,
ambas previsiones son necesarias por aplicación del art. 98 L.G.S.,
en cuanto refiere a la eficacia de la disolución respecto de terceros,
dicho esto sin aditamentos que nos permitan suponer excluidos a
sujetos que, en razón del carácter público del Registro, estarían de
antemano en conocimiento de las fechas de expiración de los
términos de cada contrato.

1.3. Cumplimiento de la condición a la que se subordinó su existencia

Para el caso de haberse incluido alguna condición resolutoria en el


contrato social, frente a su cumplimiento, operará la disolución del
ente. Pero a diferencia del supuesto del inc. 2° del art. 94 L.G.S.
―expiración del término―, será necesaria la expresión de la
voluntad social en tal sentido para que el iter liquidatorio comience.

1.4. Consecución del objeto o imposibilidad sobreviniente de


lograrlo

El cumplimiento del objeto social importa tanto como el


cumplimiento de la finalidad última de la sociedad, por lo que tal
evento la vacía de contenido, forzando su liquidación. No obstante,
es improbable que esta causal se verifique en la práctica, ya que las
actividades tendientes al cumplimiento del objeto resultan
continuadas y no se agotan ―lo que no importa que el logro de este
resulte imposible, sino que se subsume en la actividad misma
163
tendiente a ello y que se resume en la rentabilidad obtenida en tales
tareas―. En cuanto a la imposibilidad para la consecución puede ser
considerada tanto objetiva como subjetivamente; en el primer caso,
pueden tratarse de hechos de la naturaleza, impedimentos de índole
técnica, revocación de una concesión de servicio público para cuya
explotación se constituyó la sociedad, etc.; en el segundo, de la
desfavorable situación financiera, pérdida de ciertos elementos
importantes, o graves desavenencias en el gobierno de la sociedad[6].

En el caso de la S.A.S. sí podría resultar verificable la consecución


del objeto social del emprendimiento ―explícito en el espíritu de la
ley―, si se tratara de proyectos a término (como el desarrollo de una
tecnología de lanzamiento de un satélite artificial específico),
cumplido el cual deberán los socios decidir de su modificación, de
resolver mantener la vigencia del contrato[7].

Si bien la inactividad de la sociedad no se encuentra prevista


expresamente como causal de disolución, una apertura en la lectura
de la previsión contenida en el art. 94, inc. 4º, L.G.S. permitiría
incluirla, utilizando a tal fin una aplicación extensiva del concepto
―”imposibilidad sobreviniente de lograrlo”―[8]. Incluso, la IGJ,
recurriendo por analogía a los arts. 94, incs. 3º, 4º, 5º, 8º, y 303
L.G.S., ha procurado la disolución y liquidación de entes inactivos,
frente a la evidencia de que estos no podrán cumplir con el objeto
social[9].

1.5. Pérdida del capital social

Esta causal, que conoce su origen en el art. 422, inc. 3°, del derogado
Código de Comercio, parte del supuesto iure et de iure de que la
inexistencia de capital social priva al ente del fondo común necesario
para la consecución de sus fines, haciendo imposible su objeto. La
disolución no se produce si los socios acuerdan su reintegro total o
parcial, o su aumento (art. 96 L.G.S.). En razón de lo referido al tratar
en capital social y los postulados generales de la LACE (remisión,
164
Cap. XII, ap. 1), esta causal resulta tanto anacrónica como
antieconómica y no debiera considerarse.

1.6. Declaración en quiebra

Como fenómeno económico, la quiebra resulta ser una fuente


generadora de daños que afecta en primera instancia al propio sujeto
fallido, acarreando su disolución y posterior liquidación ―por lo que
esta causal no puede ser dejada de lado contractualmente[10]―. La
previsión del art. 94, inc. 6º, L.G.S., que es concordante y necesaria
a tales fines liquidativos, tiende además a proteger los intereses
generales de la comunidad[11]. Empero, la causal de disolución
queda sin efecto en caso de levantarse el estado falencial, lo que
ocurre de celebrarse avenimiento, modo de conclusión de la quiebra
que requiere del acuerdo de todos los acreedores ―art. 225, ley
24.522― o si se dispone su conversión en concurso preventivo ―art.
90, ley 24.522―.

1.7. Por su fusión en los términos del art. 82 L.G.S.

La L.G.S. prevé la disolución de la sociedad en caso de fusión


decidida en los términos del art. 82. Esta se da cuando: i) dos o más
sociedades se disuelven sin liquidarse, para constituir una nueva
―fusión propiamente dicha, o simple, o pura, o por creación, o por
constitución, o por consolidación―; ii) o bien cuando una sociedad
ya existente incorpora a una u otras, que sin liquidarse son disueltas
―fusión por incorporación, o por absorción, o impropia―. En ambos
supuestos los patrimonios de dos o más sociedades fusionantes se
unifican en un solo patrimonio, y, en consecuencia, en vez de
coexistir varios sujetos de derecho existirá en lo sucesivo un único
sujeto de derecho (nuevo o preexistente)[12]. No obstante, y en
puridad, se ha señalado con acierto que en la fusión no hay disolución
sino una alteración de los estatutos de las sociedades involucradas
―categoría jurídica distinta―, con simultánea extinción de la

165
antigua estructura jurídica, y transmisión del patrimonio societario
sin liquidación[13].

1.8. Cancelación de oferta pública por sanción y retiro de


autorización para funcionar en razón del objeto

Respecto del retiro de la autorización para funcionar en razón del


objeto (arts. 55 LACE y 94, incs. 8º y 9º, L.G.S.), “parece propio que
estando condicionado a una autorización expresa la admisión a un
determinado sector de la actividad empresaria, su cancelación debe
acarrear la disolución de la sociedad; de lo contrario, perdurarían
estructuras como mera forma, inhábiles, para cumplimiento del
objeto de su creación”[14]. Retirada definitivamente por resolución
firme la autorización administrativa necesaria para que la sociedad
cumpla su única actividad, la misma queda automáticamente disuelta
ipso iure, pues por la naturaleza de la causal no requiere ser
constatada ni su acaecimiento declarado por los socios[15]. “Si la
actividad que constituye el objeto de la sociedad es de las que
determinan que la ley específica de su regulación imponga
(generalmente por razones de interés público) el requisito previo de
la autorización tiene que producir la disolución. Esto así, aunque no
sea más que en virtud de la imposibilidad sobreviniente de lograr el
objeto para el que se había constituido la sociedad. Pero …[esta
causal]… pretende para el caso una especificidad propia (…) aquí el
supuesto fáctico que informa a la causa es, lisa y llanamente, el retiro
de la autorización para funcionar, no la imposibilidad sobreviniente
de lograr el objeto que, a lo sumo, será una consecuencia previsible.
Por ello es que la disolución en este caso opera ipso iure”[16].

2. Liquidación -

La liquidación constituye un procedimiento técnico jurídico-


contable[17], obligatorio e inderogable[18], que se activa con la
ocurrencia de una causal de disolución[19], mediante el cual una
sociedad que conserva su personalidad a ciertos efectos continúa
166
operando hasta su extinción, aunque con funciones restringidas a la
conclusión de las relaciones jurídicas pendientes[20]. Durante dicho
lapso corresponderá al órgano liquidador la realización del activo
social a fin de atender los pasivos y de distribuir el remanente, de
existir, entre los socios, según las previsiones estatutarias al respecto
o en proporción de sus tenencias. De no existir saldo a favor, habrán
de concurrir en atención de los pasivos los socios, según corresponda
al tipo social de que se trate.

La liquidación de la S.A.S. se realiza conforme a las normas de la


L.G.S. (art. 56 LACE), y simultáneamente con el comienzo del iter
liquidatorio se produce la modificación del nombre social de la
S.A.S., a la que debe adicionarse “en liquidación” (art. 105, último
párrafo, L.G.S.), a fin de prevenir a terceros del estado de la sociedad
y la consecuente restricción del objeto por esta sufrido.

2.1. Personalidad de la S.A.S. durante su liquidación

El administrador ―el representante legal, la persona designada como


liquidador en reunión de socios o el socio único―, comprobada una
causal de disolución, debe adoptar las medidas necesarias para iniciar
la liquidación y limitarse a la atención de asuntos urgentes (arts. 56
LACE y 99 L.G.S.), restricción que no importa una excepción al
régimen de organicidad ―ni limitación en sus capacidades[21]―,
sino sólo un recorte en las competencias de los órganos sociales y que
sólo pueden realizar tareas tendientes a lograr aquella[22]. Empero,
esto no impide al administrador la atención de asuntos urgentes o
continuar los negocios celebrados que no puedan ser interrumpidos
―sí lo inhibe de concretar nuevos, salvo que favorezcan la
liquidación[23]―, pudiendo enajenar las existencias de mercaderías
pero no incrementarlas con nuevas adquisiciones y hacer y recibir
pagos en razón de operaciones pendientes, no pudiendo la reunión de
socios confirmar actos en exceso, en tanto tales excepciones no
fueran previstas en el instrumento constitutivo. Así, la supervivencia
del ente en liquidación significa para los acreedores sociales que la
disolución resulta inoperante ―res inter alios―, toda vez que la
167
sociedad subsiste en iguales condiciones, debiendo atenderse las
obligaciones como si nada hubiese sucedido[24].

En concordancia, el art. 101 L.G.S. (remisión art. 56 LACE) prevé


que hasta tanto concluya su liquidación y a ese solo efecto, la
sociedad conserva su personalidad rigiéndose por las normas
correspondientes a su tipo en cuanto fueran compatibles[25].
Producto de ello y de la estructura del ente, es que este puede ser
declarado en quiebra aun en su etapa liquidatoria[26].

2.2. Liquidador

La liquidación de la S.A.S. está a cargo del liquidador, o del


administrador, o del representante legal, o de la persona que designe
la reunión de socios, o del socio único (art. 56 LACE), ello si el
instrumento constitutivo no previera otra designación. Estos
conforman el órgano de liquidación, necesario, nuevo y sobreviniente
que encuentra su causa en la disolución y que sustituye al de
administración ―sin perjuicio de la continuidad de sus integrantes de
ser estos los liquidadores― ocupándose de las tareas propias de su
competencia ―ahora restringida―, con más las que por sus
funciones le caben. Atiende, además, las relaciones externas del ente
como si fuera la propia sociedad[27]. De elegir los socios la persona
del liquidador y en ausencia de previsión del instrumento
constitutivo, no tratándose de una resolución social que concierna a
la modificación del contrato, parece razonable que, así como la
designación y la revocación de gerentes o síndicos se adopta por
mayoría del capital presente en la reunión o participe en el acuerdo,
los liquidadores sean elegidos o removidos por idéntica mayoría (arts.
56 LACE y 160 in fine L.G.S.).

De no designarse los liquidadores, o si habiendo sido designados


estos no desempeñaran el cargo, cualquier socio podrá solicitar al
juez ―o al árbitro si tal procedimiento estuviera previsto en el
instrumento constitutivo― el nombramiento omitido o una nueva
168
elección (arts. 56 LACE y 102 L.G.S.). El primero de los supuestos
―omisión en la designación― puede obedecer tanto a la falta de
adecuación de la conducta de los administradores a las previsiones
del art. 99 L.G.S., como a la ausencia de convocatoria a los socios
para la elección de liquidadores[28]. El segundo supuesto ―no
desempeño del cargo― involucra la no aceptación del liquidador
designado, quien no asume así sus funciones, o la asunción de las
mismas no obstante la aceptación. En ambos casos la petición debe
formularse en sede judicial, ya fuera para que el magistrado designe
liquidador ―en cuyo caso ya no podrá ser removido si no es por
decisión judicial en contrario[29]― o bien convoque a reunión de
socios a tales fines.

2.2.1. Inscripción

El liquidador debe inscribirse en el Registro Público (arts. 56 LACE


y 102, párr. 2°, L.G.S.). Atento a integrar los liquidadores ―aun
cuando fueran estos los anteriores administradores― un nuevo
órgano con competencia específica, corresponde en todos los casos
su anotación, y su falta de inscripción se asemejará a la falta de
registración del administrador (art. 60 L.G.S.), produciendo el mismo
efecto ―inoponibilidad a terceros de buena fe de los actos
ejecutados―.

2.2.2. Obligaciones y responsabilidades del liquidador. Facultades

Salvo aquellas previsiones especialmente dispuestas en la Sección


XIII de la L.G.S., que se ocupa de la liquidación (arts. 101 a 112, su
remisión art. 56 LACE), las obligaciones y la responsabilidad de los
liquidadores se rigen por las disposiciones establecidas para los
administradores y representantes legales de S.A.S. (art. 52 LACE
remite al art. 157 L.G.S. sobre la gerencia de S.R.L., que a su vez
reenvía a los arts. 264, 266 y 271 a 279 L.G.S. para el directorio de
las S.A., a los que también se aplica la pauta general del art. 59
L.G.S.). A su vez, a partir de la remisión expresa efectuada por el art.
169
108 L.G.S. (su envío, art. 56 LACE), en caso de daño caben contra el
liquidador la acciones social e individual de responsabilidad (arts.
276 y 279 L.G.S.).

Los liquidadores ejercen la representación de la sociedad y se


encuentran facultados para celebrar todos los actos necesarios para la
realización del activo y cancelación del pasivo (art. 105 L.G.S.)[30].
No existe pauta legal que imponga a los liquidadores una forma o
método para llevar a cabo la liquidación. Puede realizarse mediante
la venta aislada de los bienes sociales, en bloques o aun en masa, a
través de una transferencia de fondo de comercio (ley 11.867) o
mecanismo similar, operando de contado o en cuotas mientras ello
resulte ventajoso[31]. Inclusive, y más allá de que producida la causal
de disolución la actividad social se endereza a la liquidación del ente,
esta puede realizar nuevos negocios si ello es conveniente para una
mejor liquidación[32], sin perjuicio de que los liquidadores se hallan
sujetos a las instrucciones de los socios, so pena de incurrir en
responsabilidad por los daños y perjuicios causados por el
incumplimiento (art. 105 L.G.S.).

2.3. Inventario y balance de liquidación. Informes

Los liquidadores están obligados a confeccionar dentro de los treinta


días de asumido el cargo ―prorrogable hasta ciento veinte días; arts.
56 LACE y 103 L.G.S.― un inventario y balance del patrimonio
social, que pondrá a disposición de los socios. Ambos instrumentos
son en interés de los liquidadores, socios y acreedores y reflejan la
situación financiera, económica y patrimonial de la empresa con
vistas a su realización[33]. El art. 103 L.G.S. no prevé más que la
puesta a disposición del balance inicial a los socios, sin referencia
alguna a su aprobación o rechazo. En función de ello es que parte de
la doctrina se inclina por la aplicación analógica para el caso del art.
110 L.G.S. y que alude al balance final de liquidación[34], que
habilita la impugnación del balance inicial en el término de quince
días corridos. De intentarse una acción judicial, esta deberá
promoverse en el término de los sesenta días siguientes,
170
acumulándose todas las impugnaciones en una causa única. La no
confección y puesta a disposición en término del balance inicial es
causal de remoción de los liquidadores y les hace perder el derecho
de remuneración, así como los responsabiliza por los daños y
perjuicios ocasionados (art. 103 L.G.S.). Además, los liquidadores
deben informar a los socios trimestralmente sobre el estado de la
liquidación.

2.4. Partición y distribución parcial. Balance final y proyecto de


distribución

Si todas las obligaciones sociales estuvieran suficientemente


garantizadas, los liquidadores podrán hacer particiones parciales,
debiendo para ello publicar el acuerdo de distribución parcial en la
misma forma y con los mismos efectos que el acuerdo de reducción
de capital (arts. 56 LACE y 107, 83, inc. 2°, y 204 L.G.S.).

Una vez extinguido el pasivo social, los liquidadores deben


confeccionar el balance final y el proyecto de distribución por el cual
reembolsarán las partes de capital y[35], salvo disposición en
contrario del instrumento constitutivo, distribuirán el excedente en
proporción a la participación de cada socio en las ganancias.

El balance final y el proyecto de distribución, suscriptos por los


liquidadores, deben ser comunicados a los socios, quienes podrán
impugnarlos en el término de quince días. La acción judicial debe
promoverse dentro de los sesenta días, acumulándose todas las
impugnaciones en una causa única (art. 110 L.G.S.). Una vez
aprobados, ambos deben ser agregados al legajo de la sociedad en el
Registro Público, procediéndose a su ejecución. Los importes no
reclamados dentro de los noventa días de la presentación de tales
documentos en el Registro deben depositarse en un banco oficial a
disposición de sus titulares. Transcurridos tres años sin ser
reclamados, estos se atribuirán a la autoridad escolar de la
jurisdicción respectiva (art. 111 L.G.S.).
171
Cuando los fondos sociales fueran insuficientes para satisfacer las
deudas, los liquidadores están obligados a exigir de los socios las
contribuciones debidas. Siendo los socios en la S.A.S. limitadamente
responsables, estos responden hasta el importe suscripto y no
integrado, ya sea el propio o de sus coasociados.

2.5. Cancelación de la inscripción

La conclusión de las tareas liquidativas marca la extinción ―de


hecho― de la personalidad jurídica del ente. Procede luego, como
último acto útil y posible en relación al mismo, la inscripción de la
cancelación del contrato social en el Registro Público (art. 112
L.G.S.). Esta tiene efectos declarativos, ya que, aun inscripta, de ser
inexacta por verificarse la posterior existencia de pasivos no
denunciados ―por tanto no cancelados― o de activos, la liquidación
deberá reabrirse a tales fines, sin perjuicio de la responsabilidad de
los liquidadores[36]. Ello por cuanto, aun cancelada la sociedad en el
Registro Público, los acreedores sociales no atendidos mantienen sus
acreencias y los socios conservan su responsabilidad por las deudas
sociales, al menos hasta la ocurrencia de la prescripción de las
acciones de aquellos contra el ente. Así, verificada la existencia de
pasivos insatisfechos, cabe solicitar la reapertura de la liquidación,
correspondiendo a los socios la devolución de la cuota de liquidación
que pudieren haber percibido[37].

En defecto de un acuerdo entre los socios o previsión en el


instrumento constitutivo, corresponde al Registro Público decidir
quién conservará los documentos sociales (arts. 56 LACE y 112
L.G.S.). En cuanto al tiempo de guarda, y atento al silencio de la
LACE y la L.G.S., resulta de aplicación el art. 328 del Cód. Civil y
Comercial, por lo que estos deberán conservarse hasta transcurridos
diez años del cese de la actividad ―esto es, de cancelada la
inscripción del contrato―.

172
Notas -

[1] Cfr. Colombres, G., Curso de Derecho…, cit., p. 198.


[2] Cfr. Cámara, H., Disolución y Liquidación de Sociedades
Mercantiles, TEA, Buenos Aires, 1957, p. 224.
[3] Com. de Reg., ED, 72-233; Verón, A., Sociedades
Comerciales…, cit., t. II, p. 204.
[4] Cfr. Zaldívar, E., Cuadernos…, vol. IV, p. 262.
[5] Verón, A., Sociedades Comerciales…, cit., t. II, ps. 205 y 263.
[6] CNCom., Sala A, 17/7/2003, “Alberte, Elena D. y otro c/Alvic
S.R.L.”.
[7] Cfr. Carlino, B., “Las fronteras de la Sociedad por Acciones
Simplificada”, cit.
[8] Com. Cap. Fed., 6ª, 20/7/1978, “Nieto Rivera, Eduardo
c/Termofer, S. C. A.”.
[9] IGJ, 13/6/2005, “Radio Codificada S.A.”, res. 619/2005, expte.
1.631.616. En el caso, el ente había mudado su domicilio sin notificar
a la Inspección, y ya no presentaba balances.
[10] Carlino, B., “Las fronteras de la Sociedad por Acciones
Simplificada”, cit.
[11] Cfr. Zaldívar, E., Cuadernos…, vol. IV, p. 271.
[12] Cfr. Otaegui, J., Fusión y escisión de Sociedades Comerciales,
Depalma, Buenos Aires, 1981, ps. 39 y 40.
[13] Cfr. Solari Costa, O., El acto de fusión societaria, Ad-Hoc,
Buenos Aires, 2004, ps. 22 y 23, quien señala que, producto de tal
diferencia, es que en la fusión resultan innecesarias nuevas
publicaciones para inscribir la disolución (art. 84 L.S.), se suprime el
pedido de informes y resulta innecesario adjuntar copias de
escrituras.
[14] Exposición de Motivos ley 22.903, Capítulo I, Sección XII, pto.
173
1.
[15] IGJ, 10/10/2003, “L’Clan S.R.L.”, res. 1225, expte. 83.549; IGJ,
29/9/2003, “Selectora J.L.A. y Asociados S.A.”, res. 1193, expte.
1525781; IGJ, 11/9/2003, “Río de La Plata Servicios Empresarios
S.A.” res. 1144; IGJ, 5/8/2003, “Assort S.R.L.”, res. 914, expte.
1512430.
[16] Cfr. Zunino, J., Régimen de Sociedades Comerciales, cit., p.
177.
[17] El proceso de la liquidación de la sociedad es la consecuencia
del decreto de su disolución: el fin de la primera es la extinción total
del ente, que tiene su punto de partida en la segunda. Cfr. Garo, F.,
Sociedades Comerciales ―parte general―, t. I, vol. II, La Facultad,
Buenos Aires, 1949, p. 206.
[18] Cfr. Zunino, J., Disolución y Liquidación, Astrea, Buenos Aires,
1987, t. II, p. 252.
[19] Cfr. Halperín, I. y Otaegui, J., Sociedades Anónimas…, cit., p.
838. Con la disolución comienza el estado de liquidación, que
termina una vez cancelado el pasivo y distribuido el remanente.
[20] Cfr. Verón, A., Sociedades Comerciales…, cit., t. II, ps. 304 y
307.
[21] Cfr. Colombres, G., Curso de Derecho…, cit., p. 201.
[22] En puridad, el órgano de liquidación sustituye al órgano de
administración, produciendo su caducidad (Colombres, G., Curso de
Derecho…, cit., p. 201). No sucede lo mismo con los órganos de
gobierno y de fiscalización (art. 294, inc. 10, L.G.S.), cuya
operatividad perdura durante todo el trámite liquidatorio.
[23] Sin perjuicio de tales consideraciones, mayormente aceptadas en
doctrina y jurisprudencia, Enrique Butty, al actualizar la obra de
Halperín, refiere una interesante disidencia ―que no compartimos―,
señalando que “en el estado actual de la problemática de la
liquidación, las interpretaciones parecen inclinarse en el sentido de
que la personalidad de la sociedad en liquidación es irrestrictamente
plena, lo cual supone capacidad del ente para fines ajenos a la
liquidación como tal (...) la frase ‘a ese efecto’ en el art. 101 L.S.
podría obedecer a una imperfecta traspolación del texto fuente, el art.
264 de la ley española de sociedades anónimas que emplea la palabra
‘durante’ la liquidación (...) la legislación actual, a partir de la
reforma de 1983, admite la reconducción, o revocación del estado de
liquidación; lo cual ―con toda obviedad― constituye lo opuesto
174
contradictorio de la liquidación”. Halperín, I. y Butty, E., Curso de
Derecho…, cit., t. I, ps. 335 y 336. Esta posición coincide con la
anteriormente sostenida por el autor como juez de 1ª Instancia en lo
Comercial de Registro, 4/6/1980, “La Distribuidora Musical S.R.L.”,
ED, 88-818, y que resumiera la posición finalmente adoptada por el
legislador de 1983 para introducir el 2º párrafo del art. 95 L.S. sobre
reconducción.
[24] Cfr. Verón, A., Sociedades Comerciales…, cit., t. II, p. 310;
Cámara, H., Disolución…, cit., p. 406.
[25] Los arts. 422 y 435 del derogado Código de Comercio disponían
la continuidad de la sociedad, conservando su personalidad y
estructura al solo efecto de finalizar los negocios pendientes y
proceder a la liquidación de los concluidos, tradición legislativa
seguida luego por la L.G.S. que mantiene aquella ―e incluso su
capacidad procesal activa y pasiva; Romano, A., en Código…, cit., t.
III, p. 247― hasta la cancelación de la inscripción (art. 112 L.G.S.).
[26] Cfr. Malagarriga, C., Código de Comercio Comentado, t. II,
Lajouane, Buenos Aires, 1917, n° 505, p. 430.
[27] Se trata de un órgano que representa activa y pasivamente a la
sociedad, no a socios o acreedores. Cfr. Zaldívar, E. et al.,
Cuadernos…, cit., vol. IV, n° 61.8.1, p. 358; Colombres, G., Curso
de Derecho…, cit., p. 201; Verón, A., Sociedades…, t. II, p. 316 ―es
respecto de la sociedad en liquidación lo que el órgano de
administración es a la sociedad en funcionamiento―.
[28] Cfr. Nissen, R., Ley de Sociedades…, cit., t. II, p. 259.
[29] Este tipo de designación importa una intervención tutelar de la
autoridad judicial para asegurar el desarrollo del proceso liquidatorio,
supliendo la falta de acuerdo de los socios sobre el modo de liquidar
el patrimonio social. Cfr. Verón, A., Sociedades Comerciales…, cit.,
t. II, p. 324.
[30] Reemplazan a los administradores en la administración-
liquidación de la sociedad. Cfr. Siburu, J., Comentario al Código de
Comercio Argentino, 3ª ed., Valerio Abeledo, Buenos Aires, 1933, t.
V, p. 315, n° 1585.
[31] Cfr. Verón, A., Sociedades Comerciales…, cit., t. II, ps. 348 y
349; Nissen, R., Ley de Sociedades…, cit., t. II, p. 250.
[32] Romano, A. en Código…, cit., t. III, ps. 247 y 253.
[33] El balance final difiere de los de cierre de ejercicio, por cuanto
se reduce a indicar las disponibilidades existentes, los resultados
175
“provenientes de la gestión liquidacional y las cuentas de
contrapartida patrimonial indicativas de los saldos globales a favor
de los socios”; en cuanto al proyecto de distribución que lo
acompaña, este nada dice respecto del momento en que tal
distribución debe realizarse y que “es una cuestión de prudencia y
equilibrio, en el que se concatenan los intereses de los socios con las
posibilidades técnicas y materiales y con la duración y extinción de
las relaciones jurídicas existentes. Cfr. Verón, A., Sociedades
Comerciales…, cit., t. II, p. 328, quien en razón de ello entiende que,
aunque la ley no lo contemple, debiera elaborarse también un estado
de resultados.
[34] Cfr. Nissen, R., Ley de Sociedades…, cit., t. II, p. 263; Romano,
A. en Código…, cit., t. III, p. 251.
[35] Verón, A., Sociedades Comerciales…, cit., t. II, ps. 364 y 367.
[36] Cfr. Halperín, I. y Otaegui, J., Sociedades Anónimas…, p. 854;
Tonón, A., “Las acciones de los acreedores sociales contra los socios
después de liquidada y cancelada la sociedad”, ED, 102-980;
Romano, A. en Código…, cit., t. III, 2006, p. 260.
[37] Sosa de Irigoyen, M., Cancelación Registral de Sociedades
Comerciales, Ad-Hoc, Buenos Aires, 2006, ps. 92/97.

Resolución de conflictos

Arbitraje

Sebastián Balbín

En concordancia con una finalidad que supone la búsqueda de


alternativas de funcionamiento más eficientes que las previstas en la
L.G.S. para sus tipos regulares, la LACE estimula a que los socios,
administradores y miembros del órgano de fiscalización solucionen
amigablemente los conflictos derivados del funcionamiento de la
S.A.S. y el desarrollo de sus actividades. Con tal propósito es que
sugiere evitar la intervención de los tribunales ordinarios, mediante
176
la inclusión en el instrumento constitutivo de sistemas arbitrales de
resolución de conflictos (art. 57 LACE)[1].

El arbitraje, cualquiera sea su forma ―derecho, amigables


componedores o pericial―, es un medio de resolución de conflictos
en el que las partes someten sus diferencias a la decisión de jueces
privados[2]. Importa la prórroga o sustracción de la jurisdicción que
ordinariamente tienen los tribunales del Estado, la que es transferida
a jueces particulares[3], con la consecuente renuncia a que ciertas
controversias sean resueltas por aquellos[4]. La elección presupone
también que al quedar la labor de dirimir el conflicto a cargo de
instituciones o sujetos especializados en la materia, los que gozan de
confianza en razón de sus anteriores fallos[5], se cuenta con un mayor
margen de previsibilidad en cuanto a cuál será el resultado del
planteo.

Entre otras ventajas que reconoce acudir al juicio de idóneos suelen


señalarse: i) la rapidez de un procedimiento despojado de
formalismos y mayormente desembarazado de articulaciones
dilatorias[6] ―aunque atendido el principio del contradictorio, el
derecho de defensa e imponiendo la actuación de las partes conforme
al principio de la buena fe[7]―; ii) la conveniencia de evitar la
publicidad tribunalicia[8]; y iii) que el laudo arbitral se encuentra
dotado de la misma fuerza y eficacia que las sentencias pronunciadas
por los jueces del Estado, por cuanto es ejecutable sin necesidad de
homologación ni cumplimiento de requisitos previos[9].

1. Antecedentes -

Contra lo que usualmente se presume, el sistema arbitral ha sido


propio y casi excluyente en nuestro derecho societario. Desde la
fundación de la primera ciudad en el territorio que hoy ocupa la
República Argentina (Santiago del Estero, 1553) y durante toda la
etapa hispánica, los conflictos entre socios se sometían por lo general
a arbitraje[10], procedimiento que alivianaba en parte las dificultades
177
para administrar justicia propias de una época en que las distancias
conspiraban de manera notoria contra el acceso a lejanos tribunales.
La cuestión siquiera cambió luego de la expedición de la Real Cédula
de 1794, ya que esta remitía a la aplicación de las Ordenanzas del
Consulado de Bilbao de 1737, las que a su vez observaban como
antecedente la Ordenanza Terrestre de Colbert de 1673 y que seguía
el Edicto de 1560 que en materia de diferendos entre socios disponía
que “toda sociedad contendrá la cláusula de someterse a los árbitros
para las diferencias que sobrevengan entre los socios y, aun cuando
la cláusula fuere omitida, uno de los socios podrá nombrarlo, estando
los otros obligados a proceder de igual manera y, en caso contrario,
será nombrado por el juez para quienes han rehusado hacerlo” (art.
9º, Título IV)[11]. Estas Ordenanzas continuaron aplicándose por
años aun luego de la declaración de la independencia y del dictado de
las primeras leyes patrias[12].

Por Reglamento del año 1817 se dispuso la continuidad en la


observancia de las leyes españolas, en tanto no contrariaran las que
en el futuro se dictaran en estas tierras. Incluso, algunas provincias
como Mendoza, Corrientes y San Juan adoptaron como propias el
para entonces moderno código español sancionado en 1829
―Código Fernandino o Código de Sainz Andino―, que tenía entre
sus fuentes al Código de Comercio francés de 1807 y que imponía la
solución arbitral de los conflictos entre socios. El Código Fernandino
acentuó la unidad funcional de todas las sociedades de comercio,
manteniendo el arbitraje forzoso de las Ordenanzas de Bilbao. Estas
normas relativas al arbitraje incluían la mención obligatoria en toda
escritura constitutiva de sociedad a “la sumisión al juicio de árbitros
en casos de diferencias entre los socios, expresándose el modo de
nombrarlos”. Así, se encontrase o no estipulado en el contrato, se
“imponía que toda diferencia entre socios ‘se decidirá por jueces
árbitros’ (...) [y] se estableció la actuación de árbitros para las
reclamaciones de los socios al tiempo de la liquidación”[13].

En rigor, el primer ordenamiento propiamente argentino que vino a


sustituir el ordenamiento español en materia mercantil fue el Código
de Comercio de Buenos Aires de 1859, posteriormente adoptado por
178
la Nación en 1862, en el que la cuestión arbitral como regla para la
resolución de conflictos tampoco sufrió modificaciones
significativas: de una manera natural que no importaba novedad, el
Código de Comercio de 1862 impuso a los socios ―aun de
sociedades irregulares― el arbitraje[14], en procura de evitar las
dilaciones propias de los tribunales de derecho[15], el consecuente
menoscabo patrimonial que tales demoras ocasionan y las divisiones
de carácter personal entre socios que las discusiones prolongadas
profundizan, “reemplazando para ello la tramitación estricta de los
tribunales e derecho, por un procedimiento sumario, á cargo de
personas expertas en materia de comercio y que merezcan la
confianza de los interesados, á quienes corresponde el derecho de
hacer su nombramiento”[16]. En 1889 un nuevo Código de Comercio
sustituyó al de 1862, esta vez permitiendo a las partes, cuando así lo
hubieran estipulado contractualmente, resolver sus diferencias sin
someterse a jueces arbitradores[17], suprimiéndose formalmente el
sistema arbitral sólo en 1972, con la sanción de la L.G.S. Aun así,
este siguió funcionando junto al sistema judicial tradicional como
mecanismo de solución para las controversias entre socios y pese a la
inicial tendencia observada por algunos Registros de objetar las
cláusulas compromisorias incluidas en los estatutos sometidos a su
conformidad[18]. El art. 57 LACE sólo ha retomado parcialmente
una pausa de casi 50 años en materia arbitral, proponiendo una vez
más su utilización por sobre la jurisdicción ordinaria.

Antes de ello, la inserción de cláusulas arbitrales


―compromisorias― como mecanismo alternativo de resolución de
conflictos sociales ya había vuelto a cobrar renovadas energías,
incluso llegando a ser específicamente sugerida para los contratos de
sociedades de responsabilidad limitada y sociedades por acciones
―cerradas[19]―, en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires por la
IGJ (res. gral. n° 4/01), proponiendo texto un modelo[20].

2. La materia arbitrable -

179
Corresponde al arbitraje el carácter de un verdadero ejercicio de
jurisdicción acotada[21], toda vez que los árbitros ―no obstante su
falta de imperium― pueden decidir sobre cualquier cuestión
transable y siempre dentro de las cuestiones puestas en su
conocimiento para su resolución, a partir del poder que expresamente
la voluntad de las partes y la autorización estatal les concede y cuyas
decisiones se imponen a las partes no obstante la función
jurisdiccional limitada de que gozan en cuanto a sus poderes de
realización[22]. Lo cierto es que los árbitros, a diferencia de los
jueces, desempeñan una actividad mixta, jurisdiccional por su
naturaleza pero convencional por su origen en la mayoría de los
casos, ya que la estructura de la institución arbitral se explica sobre
la base de la voluntad de las partes, sin que su participación en la
administración de justicia tenga su fuente en una dependencia directa
del poder estatal[23].

La materia sujeta a arbitraje está compuesta por todo derecho


patrimonial que pueda ser objeto de transacción. No pueden
someterse a arbitraje aquellas cuestiones que no puedan ser objeto de
transacción (arts. 1644, Cód. Civil y Comercial y 737 CPCCN), lo
que da un amplio margen a la materia arbitral societaria, la que
incluye ―entre otras cuestiones―: i) la determinación del importe a
pagarse al accionista que se retira de la sociedad; ii) la disolución y
liquidación de la sociedad y sus cuestiones derivadas; iii) las
nulidades de las decisiones de órganos sociales, en tanto fueran
relativas[24]; iv) el ejercicio de las acciones de responsabilidad
contra los administradores[25] y demás integrantes de otros órganos
sociales; v) la remoción de socios y administradores en los casos
previstos por la ley o el instrumento constitutivo; vi) las cuestiones
relacionadas con la interpretación del contrato social; vii) la
resolución de casos de empates en órganos colegiados; viii) la materia
cautelar asegurativa de todas estas.

Además, en la actualidad han sido mayormente despejadas diversas


dudas relativas a temas como la validez de las cláusulas respecto de
los socios incorporados con posterioridad, o la posibilidad de arbitrar
sobre nulidades en materia de impugnación de resoluciones
180
asamblearias[26]. La inserción de tales cláusulas arbitrales
―compromisorias― como mecanismo alternativo de resolución de
conflictos sociales ha sido específicamente sugerida por la IGJ para
los contratos de sociedades de responsabilidad limitada y sociedades
por acciones ―cerradas―, en el ámbito de la Ciudad de Buenos
Aires[27]. Por su parte, la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, en su
reglamento al Régimen Arbitral también sugiere un modelo de
cláusula compromisoria, al tiempo que prevé la posibilidad de que el
tribunal disponga medidas cautelares bajo responsabilidad del
solicitante y otorgamiento de contracautela. Ello es posible dado que
el cumplimiento de la cautela debe requerirse judicialmente (art. 33
RTA[28]), por lo que la doctrina no ve en esto contradicción con las
previsiones del art. 753 CPCCN por ser estas “prohibitivas de
medidas compulsorias o de ejecución, caracteres de los que están
desprovistas las cautelares”[29]. En este sentido, en una causa en que
dos socios por partes iguales del todo del capital social, en la que
ambos además eran los únicos directores, el tribunal arbitral resolvió
que por hacer el conflicto “[i]mposible el cumplimiento del régimen
de administración y gobierno [de la sociedad], dicho esto al solo fin
de la cautelar de que se trata, y por ello así también el requisito del
peligro en la demora aparece como procedente. Por ello de
conformidad con lo dispuesto por los arts. 195 del CPCCN, 113 y
concordantes de la ley de sociedades, bajo la responsabilidad de la
parte actora y previa caución juratoria, teniendo en cuenta el objeto
de la sociedad, desígnase coadministrador con las facultades
estatutarias y legales por el termino de 6 meses”[30]. El Código Civil
y Comercial ha venido a refrendar esta atribución de los tribunales
institucionales para adoptar, a pedido de cualquiera de las partes, las
medidas cautelares que estimen necesarias respecto del objeto del
litigio, en tanto su ejecución se hagan por el tribunal judicial (art.
1655).

3. El tribunal de derecho de sociedades colombiano


(SIARELIS) -

A fin de “contrarrestar las falencias de la jurisdicción ordinaria,


obtener un ambiente institucional propicio para la aplicación de la
181
normativa societaria y ofrecer a la comunidad empresarial altos
estándares de celeridad y eficiencia en la resolución de
controversias”, la Superintendencia de Sociedades de Colombia creó
el Tribunal de Derecho de Sociedades (TDS)[31]. Partiendo de su
amplia experiencia en el tema, las sentencias del TDS se han
convertido en un punto de referencia para la materia: aun cuando
fuera pensado originariamente para resolver cuestiones vinculadas a
S.A.S., sus facultades se han extendido a todo tipo societario[32].
Pero la verdadera revolución introducida por el ordenamiento
colombiano se ha producido con la creación en 2018 por la
Superintendencia de un robot asistente (SIARELIS - Sistema con
bases de Inteligencia Artificial para la Resolución de Litigios
Societarios)[33], que brinda asesoramiento para evaluar posibles
soluciones en situaciones de conflicto[34]. Quienes libremente
acceden a través de la web a SIARELIS ―magistrados o
particulares― son preguntados sobre los hechos del caso por resolver
para luego recibir una opinión[35] sobre si debe o no accederse a las
pretensiones del demandante[36], exhibiendo además las sentencias
más relevantes para casos similares dictadas en el pasado (la
respuesta del robot es específica y responde solamente con los
antecedentes judiciales que son más relevantes para ese caso concreto
y que pueden ser usados por un juez para sustentar su decisión final).
Este sistema permite el ahorro de cientos de horas de trabajo,
colabora con la baja del índice de litigiosidad y fomenta la agilidad
en la resolución de demandas[37].

Notas -

[1] Arecha, M., “Arbitraje y mediación en el derecho societario”, cit.


[2] El arbitraje difiere de la conciliación y de la mediación,
procedimientos en los que las partes buscan los servicios de un
182
tercero que las ayude a llegar a un compromiso, o que les ofrezca
recomendaciones o bases para un arreglo privado, en ambos casos sin
obligar a los interesados y sin un procedimiento legal prefijado ―sus
recomendaciones no son ejecutables por vía judicial―. Cfr. Zaldívar,
E., “Arbitraje”, LL, 1997-D-1049.
[3] CSJN, 17/11/1994, Fallos, 317:1527 ―disidencia del Dr.
Boggiano―; Caivano, R., Arbitraje, Ad-Hoc, 2ª ed., Buenos Aires,
2000, p. 100; Caivano, R. y Caputo, L., “El arbitraje y los conflictos
societarios”, en Manual de Derecho Societario, Ediciones Doctrina y
Ley, Bogotá, 2011, ps. 319/379; Rivera, J., Arbitraje comercial
internacional y doméstico, Lexis Nexis, Buenos Aires, 2007, p. 62.
[4] Cfr. Caivano, R. y Caputo, L., “El arbitraje y los conflictos
societarios”, cit., ps. 319/379, como efecto “se atribuye jurisdicción
a los árbitros a fin de que ellos resuelvan las controversias que se les
someten, incluyendo la facultad de decidir sobre su propia
competencia”.
[5] Cfr. Aguilar, F., “¿Para qué sirve una ley nacional de arbitraje?”,
LL, 19/1/2005. La Bolsa de Comercio de Buenos Aires cuenta con
un Tribunal Permanente desde 1963 que aún continúa funcionando.
[6] “Si en un ámbito del derecho adquiere mayor virtualidad la
necesidad de instaurar mecanismos alternativos para la resolución de
conflictos, este no es otro que el societario. La celeridad, vigorosidad
y agilidad de los negocios empresariales, en multitud de ocasiones,
se encuentran en confrontación con el principal problema de la
justicia ordinaria, común a la totalidad de ordenamientos jurídicos
europeos, esto es, la lentitud. El funcionamiento normal de una
empresa o ente societario no puede encontrarse condicionado a la
espera de una respuesta judicial, prolongada en el tiempo, ante una
relación jurídica controvertida. Frente a esta realidad, el arbitraje
debe configurarse como un cauce acorde a la naturaleza de los
intereses en juego en este ámbito del derecho, garantizando una
solución más rápida que la concedida por la justicia ordinaria”.
Doménech, F., “El arbitraje societario italiano”, Revista de Derecho
Procesal n° 1 y 2, Barcelona, 2005, ps. 175/207.
[7] Arecha, M., “Arbitraje y mediación...”, cit.; Feldstein de
Cárdenas, S. y Leonardi de Herbón, H., El Arbitraje, Abeledo-Perrot,
Buenos Aires, 1998, p. 21.
[8] Cfr. CSJN, “Meller Comunicaciones S.A. U.T.E. c/E.N.Tel”, M.
681. XXXV, 5/11/2002, LL, 2003-B-906; Arecha, M., “Arbitraje y
183
mediación…”, cit.
[9] Prólogo del reglamento del Tribunal de Arbitraje General de la
Bolsa de Comercio de Buenos Aires.
[10] Cfr. Anaya, J., “Arbitraje societario”, LL, 2007-C-1012;
Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales, octubre 2006,
Derecho Comercial, Doctrinas Esenciales, t. V, p. 879.
[11] Cfr. Fernández, R. y Gómez Leo, O., Tratado Teórico Práctico
de Derecho Comercial, t. I, Depalma, Buenos Aires, 1987, ps. 59, 60
y 131; Anaya, J., “Arbitraje societario”, cit., comunicación efectuada
por el académico en la sesión privada del 28 de septiembre de 2006;
Caivano, R. y Zamenfeld, V., “El arbitraje en materia societaria”, ED,
194-152; Mariluz Urquijo, J., “Notas sobre la evolución de las
sociedades comerciales en el Río de la Plata”, en Revista del Instituto
de Historia del Derecho Ricardo Levene, n° 22, Buenos Aires, 1971,
p. 101.
[12] En puridad, al interregno 1810-1816 corresponde el primer
antecedente patrio en materia arbitral: el Reglamento para la
Administración de Justicia de las Provincias Unidas del Río de la
Plata, dictado por el Triunvirato el 23 de enero de 1812 y que creara
el Tribunal de Concordia (cuyas funciones se extendieron hasta
1815).
[13] Anaya J., “Arbitraje societario”, cit., LL, 2007-C, 10125, con
apoyo en Cohen, D., Arbitrage et société, y Rubio, J., Sainz de
Andino y la codificación mercantil, Consejo Superior de
Investigaciones Científicas, Madrid, 1950, p. 158.
[14] Cfr. Caivano, R. y Zamenfeld, V., “El arbitraje en materia
societaria”, cit.; “en términos más generales, la Revolución Francesa
consideró al arbitraje como una de las herramientas más eficaces
contra los abusos del antiguo régimen, inscribiéndolo como parte
integrante de la Declaración de los Derechos del Hombre, al
concebirlo como ‘el medio más razonable de terminar un conflicto
entre ciudadanos’. La Constitución del 3 de septiembre de 1791
declaró ‘el derecho de los ciudadanos de terminar definitivamente sus
conflictos por la vía del arbitraje no puede ser restringido por los
actos del poder legislativo’”; Fernández, R., Código de Comercio de
la República Argentina Comentado, t. I, vol. 2, 3ª reimp., Amorrortu,
Buenos Aires, 1957, p. 713.
[15] Cfr. Malagarriga, C., Código de Comercio…, cit., t. II, nº 527,
p. 444.
184
[16] Obarrio, M., Curso de derecho comercial, t. I, Lajouane, Buenos
Aires, 1907, nº 460, p. 451.
[17] Empero, la posición no resultaba incontrovertida. El Proyecto de
Reformas al Código de Comercio encomendado por el ministro de
Justicia, Culto e Instrucción Pública al Senado el 14 de octubre de
1870 ―elevado para su consideración con fecha 14 de abril de 1873
por Villegas y Quesada― mantenía la fórmula original, sometiendo
inexorablemente todas las cuestiones sociales a jueces arbitradores.
[18] L.G.S., art. 167. Dificultad que mermó paulatinamente frente al
creciente recurso de introducir el arbitraje en las convenciones de
accionistas ―lo que no soluciona la dificultad de la ejecución del
laudo―. Cfr. Anaya, J., “Arbitraje societario”, cit.
[19] “La sede natural del arbitraje se encuentra en las sociedades
cerradas”. Carazo Liébana, M., El arbitraje societario, Marcial Pons,
Madrid, 2005, p. 118.
[20] Sancionada durante el desempeño del Dr. Ragazzi como
inspector general y refrendada por el art. 74 RG n° 7/05, dispone:
“Sociedades de responsabilidad limitada y sociedades por acciones.
Solución de controversias: Cualquier diferencia, conflicto o
controversia entre los socios, derivada del presente Contrato o su
interpretación, en todos los casos deberá intentar solucionarse por
conciliación. Si la solución no fuese lograda dentro de los treinta (30)
días corridos, contados a partir de la notificación de la decisión de dar
inicio a la conciliación, debidamente comunicado a todas las partes
por quien promoviese la cuestión, la misma se resolverá en la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires, República Argentina, por arbitraje
institucional, con renuncia a cualquier otra jurisdicción que pudiera
corresponder. En defecto de acuerdo en contrario de las partes, el
arbitraje será llevado a cabo por los árbitros que integren el Tribunal
Arbitral de ........ o que, en su caso, esta designe, todo bajo las reglas
de arbitraje por ella establecidas. La decisión será inapelable,
obligatoria y hará ejecutoria, renunciando las partes a apelar y, en
general, a someter la cuestión a jurisdicción judicial. Cuando la
diferencia, conflicto o controversia se dé con la participación de la
totalidad de los socios, la resolución que se adopte será oponible a la
sociedad, sin perjuicio de los derechos de terceros, que no podrán ser
afectados por la misma. Todas las notificaciones se harán por
comunicación notarial, carta documento, telegrama, fax, e-mail o
cualquier medio fehaciente que así disponga en Tribunal o acuerden
185
las partes. En los casos en que sea necesario promover alguna acción
judicial relacionada con el arbitraje, esta será competencia exclusiva
de los Tribunales Ordinarios de la Capital Federal. Para todos los
casos se considerarán domicilios especiales constituidos los
expresados al comienzo de este contrato respectivamente”. La
Inspección General prefirió guardar silencio respecto del tipo de
arbitraje (de derecho, de equidad o mixto). Por su parte, la Bolsa de
Comercio de Buenos Aires, en su reglamento al Régimen Arbitral,
también sugiere un modelo de cláusula compromisoria.
[21] Cfr. Alsina, H., Tratado teórico práctico de derecho procesal
civil y comercial, cit., t. VII, p. 53; Colombo, C., Código Procesal
Civil y Comercial de la Nación ―comentado y anotado―, t. IV,
Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1969, p. 856; Palacio, L., Derecho
Procesal Civil, t. X, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1988, p. 29; Fassi,
S., Código Procesal Civil y Comercial, t. III, Astrea, Buenos Aires,
1979, p. 436; Caivano, R., Arbitraje, 2ª ed., Ad-Hoc, Buenos Aires,
2000, ps. 97 y ss.; Nahid Cuomo, M., “En torno a la imposibilidad de
cumplir un acuerdo arbitral y sus efectos”, ED, 189-577; Anaya, J. y
Palacio, L., “Arbitraje, jurisdicción y honorarios”, ED, 174-286;
CSJN, 29/4/1997, “Blanco Guillermo y otro c/Petroquímica Bahía
Blanca y otro s/recurso ordinario” (B275-XXIV-R.O.) ―del voto en
disidencia en la Cámara Nacional Comercial, Dr. Cuartero―, ED,
174-295.
[22] Arg. art. 737 CPCCN. Los árbitros ejercen un poder de
juzgamiento, como función sustitutiva de la jurisdicción oficial, que
termina en una sentencia ―laudo― cuya ejecución debe llevarse a
cabo por la judicatura oficial. Cfr. Colombo, C., Código Procesal...,
cit., t. IV, p. 822. Esta sustitución no importa que los árbitros cumplan
una función estatal propiamente dicha, toda vez que estas sólo están
reservadas a órganos gubernamentales. Cfr. Bidart Campos, G., “El
control constitucional y el arbitraje”, LL, 2004-E-392; Alvarado
Belloso, A., “El arbitraje: solución eficiente de conflictos de
intereses”, LL, 1986-E-1005.
[23] CSJN, 11/11/1997, Fallos, 320:2379.
[24] Vicent Chuliá, F., Compendio Crítico de Derecho Mercantil, vol.
I, t. I, 3ª ed., Bosch, Barcelona, 1991, p. 616; Introducción al Derecho
Mercantil, 20ª ed., Tirant lo Blanch, Barcelona, 2007, p. 421; Duprat,
D., “El arbitraje y la impugnación de resoluciones asamblearias...”,
cit., ps. 156 y 161; Molina Sandoval, C., “El arbitraje en la dinámica
186
de los conflictos societarios”, ED, 213-899; Macoretta, C., “Métodos
alternativos de resolución de conflictos para la gestión de conflictos
societarios”, ED, 17/9/2013, n° 13.323; Caivano, R. y Caputo, L., “El
arbitraje y los conflictos societarios”, cit., ps. 319/379; Carazo
Liébana, M., El arbitraje societario, cit., ps. 133, 134 y 146.
[25] Muñoz Planas, J., “Problemas de arbitraje en materia de
sociedades mercantiles”, en Estudios de Derecho Mercantil en
Homenaje a Rodrigo Uría, Madrid, Civitas, 1978, p. 465; Correa
Delcasso, J., “El arbitraje societario en España. Aproximación al
derecho comparado”, en Arbitraje comercial internacional en Europa
(aspectos actuales y regímenes jurídicos), vol. 22, Biblioteca de
Arbitraje del Estudio Mario Castillo Freyre, Palestra Editores, Lima,
2013, p. 297.
[26] Anaya, J., “Arbitraje societario”, cit.
[27] Su inclusión originaria (RG n° 4/01 de mayo de 2001)
corresponde a una iniciativa del inspector general Dr. Ragazzi
(1981/1986 y 2000/2003).
[28] Las partes igualmente pueden solicitar las medidas cautelares
judicialmente, sin que ello implique contravenir el convenio de
arbitraje (art. 33 RTA).
[29] Anaya, J., “El arbitraje en los conflictos societarios”, cit. “Una
interpretación armónica del Código Procesal y de los reglamentos [en
esta caso de la Bolsa de Comercio] permite sostener que el tribunal
arbitral está habilitado y puede adoptar ese tipo de medidas, pero su
ejecución queda diferida a los jueces del Estado que son los que
pueden hacerlas efectivas. También, hay que acotar que en general se
puede deducir el proceso arbitral y tramitar la cautelar por vía
judicial”. Arecha, M., “Arbitraje y mediación...”, cit.
[30] Tribunal Arbitral Bolsa de Comercio, 28/6/2016, “M. H. c/G. O.
s/disolución y liquidación”, inédito.
[31] Cfr. Reyes Villamizar, F., S.A.S. La sociedad por acciones
simplificada, cit., ps. 385-386.
[32] Ley 1564 de 2012, cfr. Reyes Villamizar, F., S.A.S. La sociedad
por acciones simplificada, cit., p. 178.
[33] Su antecedente es el Cyberjustice Laboratory de la Universidad
de Montreal (Canadá).
[34] SIARELIS puede ser libremente consultado a través de la página
oficial https://www.supe rsociedades.go v.co/delegatura_m
ercantiles/P aginas/siare lis.aspx.
187
[35] A la fecha SIARELIS es sólo un mecanismo que sirve de guía
para que los usuarios puedan explorar soluciones respecto de posibles
litigios societarios, y no sustituye las decisiones del juez ni le indica
el sentido de sus decisiones. No obstante ello, sus opiniones
raramente no son tomadas en cuenta, lo que presagia su evolución en
tribunal competente.
[36] “Nunca antes un juez en Colombia había tenido un asistente que
no fuera de carne y hueso. Esta innovación pone al país como pionero
mundial en la revolución digital de la justicia, permite una justicia
más ágil y transparente y abre las puertas a las posibilidades inmensas
de la inteligencia artificial”. Reyes Villamizar, superintendente
Sociedades, https://www.supersocieda des.gov.co/Noti
cias/Paginas/2018 /Supersoci edades-el-p rimer-juzgado-d e-
América-Latina-en-c ontar-con-un-robot- asistente. aspx.
[37] https://www.supersocied ades.gov.co/Noti cias/Paginas/2018
/Supersociedade s-el-primer-juz gado-de-A mérica-Lat ina-en-c
ontar-con-un-rob ot-asistente.as px.

La Ley de Contrato de Trabajo y la LACE

Sebastián Balbín

El art. 62 LACE dispone que son de aplicación a la S.A.S. las


disposiciones de la Ley de Contrato de Trabajo 20.744 (L.C.T.), y, en
particular, las relativas a las responsabilidades solidarias establecidas
en sus arts. 29, 30 y 31. La inclusión de una norma refiriendo al
empleo de las disposiciones de la L.C.T. a las S.A.S. resulta toda una
novedad legislativa cuyos alcances, si no se redujeran a una
redundancia normativa[1], no han sido debidamente justificados[2].
Alguna doctrina, cuyo criterio se comparte, ha calificado a esto de
desprolijidad que debe ser corregida[3], recordando que la ley
colombiana ―fuente parcial de la LACE― dispone expresamente
que los accionistas no responden por deudas laborales o tributarias
salvo supuesto de fraude (art. 1º, ley 1528), excepción que es de
aguardar los tribunales no transformen en regla[4]. De igual modo se
188
expiden la ley peruana, que circunscribe la aplicación a supuestos de
fraude laboral, y la ley modelo de la OEA[5].

En todo caso, según el texto vigente existe solidaridad laboral i) entre


la S.A.S. y las empresas que contraten trabajadores para que presten
servicios en aquella; ii) quienes omitan exigir y controlar a sus
cesionarios, contratistas o subcontratistas el cumplimiento de las
normas relativas al trabajo y los organismos de seguridad social; iii)
entre empresas subordinadas o relacionadas, cuando hayan mediado
maniobras fraudulentas o conducción temeraria.

Notas

[1] El art. 62 LACE nada agrega, puesto que la ley 20.744 es de


aplicación, como cualquier otra ley nacional, tanto a las S.A.S. como
al resto de las personas jurídicas o humanas (art. 4º Cód. Civil y
Comercial). Cfr. Ramírez, A., Sociedad por Acciones Simplificada,
inédito, ap. 15.
[2] El art. 62 es una incorporación efectuada en la Cámara de
Diputados al proyecto enviado por el Poder Ejecutivo. Obedece a la
idea de que la S.A.S. podría utilizarse para evadir la L.C.T.
[3] Cfr. Marzorati, O., “La renovación societaria…”, cit.: “Se ignora
la razón de este cambio que ninguna sociedad, de ningún tipo, tiene
previsto en su normativa, porque dichas normas se refieren a las
responsabilidades laborales que se aplican si se dan los supuestos que
esas normas tutelan, sin necesidad de ninguna reglamentación
especial, y ciertamente no está contemplado en la ley 19.550. No se
llega a saber el motivo de su inclusión ni su fundamento, que no
189
existe”.
[4] En contra, Chartzman Birenbaum, A., “Flexibilización encubierta
en la ley de apoyo al capital emprendedor”, RDLSS 2017-13,
17/7/2017, p. 1295, Online: AP/DOC/504/2017 y Martorell, E. y
Delellis, M., “La sociedad anónima simplificada (S.A.S.) ante el
derecho del trabajo”, cit.
[5] Decreto legislativo 1409 de Perú, referente a la sociedad por
acciones cerrada simplificada, art. 4º. Naturaleza jurídica: “La SACS
se constituye por el acuerdo privado de dos o hasta veinte personas
naturales, quienes son responsables económicamente hasta por el
monto de sus respectivos aportes, salvo en los casos de fraude laboral
cometido contra terceros y sin perjuicio de la legislación vigente en
materia de obligaciones tributarias”; OEA, Ley Modelo, art. 2º,
“Limitación de Responsabilidad: La sociedad por acciones
simplificada podrá constituirse por una o varias personas naturales o
jurídicas, quienes sólo serán responsables hasta el monto de sus
respectivos aportes. Salvo en los casos excepcionales de
desestimación de la personalidad jurídica, el o los accionistas no
serán responsables por las obligaciones laborales, tributarias o de
cualquier otra naturaleza en que incurra la sociedad. Los accionistas
de la sociedad por acciones simplificada no se considerarán, para
ningún efecto, como empleados o trabajadores de la sociedad, a
menos que la sociedad establezca un vínculo laboral con ellos
mediante contrato en donde tal circunstancia conste por escrito”.

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