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Críticas al modelo estructural funcional

Así que el bueno de don Roberto se puso a ver desde una perspectiva crítica lo que los
funcionalistas anteriores habían predicado, empezando por los postulados básicos de la
teoría funcionalista que se edificaba por encima de supuestos no empíricos basados en
sistemas abstractos.

Para Merton, era responsabilidad del sociólogo examinar empíricamente cada uno de
estos supuestos, era partidario del análisis estructural de grupos, organizaciones,
sociedades y culturas, así como, de los roles sociales, normas, instituciones, emociones y
sentimientos pautados socialmente, la estructura social y los mecanismos control social
creados para que nadie se desmande, temas todos ellos, que hemos tratado durante los
ocho años de vida de Sociología Divertida.

Los tres postulados básicos del análisis funcional son: la unidad funcional de la


sociedad, el postulado de que todas las funciones sociales son positivas y el de la
indispensabilidad de las funciones.

El postulado de la unidad funcional de la sociedad sostiene que todas las creencias y


pautas socioculturales estandarizadas son funcionales para la sociedad en su conjunto y
para cada uno de los individuos que forman parte de la sociedad. Dicho de otra manera,
sirven siempre para algo y para todos. Y esto, siempre según Merton, pero no yo puedo
dejar de estar de acuerdo, sólo es aplicable en sociedades pequeñas ya que para que
ocurra, los diversos subsistemas deben estar muy integrados entre ellos, es decir, algo
que – como nos han enseñado los antropólogos – solo pasa en sociedades primitivas, en
las sociedades complejas existen fallos de integración entre la miríada de subsistemas
que se solapan.

El postulado que afirma que todas las funciones sociales son positivas presupone
que todos las formas y estructuras sociales cumplen una labor social buena para la
sociedad, es decir, como se dice que dicen los sevillanos: “todo er mundo e güeno”. Es
evidente que en el mundo real no toda estructura, pauta, institución, idea o creencia
cumple funciones positivas. El nacionalismo fanático, el integrismo religioso, la costumbre
de la ablación, el esclavismo… se me ocurren cientos de ejemplos de pautas sociales
disfuncionales.

El postulado de la indispensabilidad nos dice que todas estas pautas socioculturales no


sólo cumplen funciones positivas sino que son partes indispensables para el
funcionamiento de la sociedad, lo que implica además – a poco que pensemos en ello -
que ninguna otra estructura alternativa es mejor que la que está funcionando ahora mismo
en esa sociedad. Entonces, para que cambiar, ¿verdad?, vamos a dejar todo como está,
¿para que vamos a admitir que pueden existir alternativas funcionales que podrían
adecuarse mejor a la sociedad? Ya vendrá, según la misma lógica funcionalista, el
mecanismo de adaptación al entorno que pasará por encima de nosotros y mandará a
freír espárragos la función esa tan indispensable.

Análisis funcional de Merton


Para Merton las funciones son las consecuencias observadas que favorecen la
adaptación o ajuste de un sistema dado, sin embargo, como hemos comentado
anteriormente, no todas las funciones tienen consecuencias positivas o se ajustan
malamente al entorno. Así que Merton desarrolló la idea de disfunción no contemplada
en el funcionalismo temprano.

Las disfunciones son las consecuencias observadas que no tienen efectos


positivos para la sociedad. Cualquier decisión económica desfavorable ejecutada por el
sistema político, la mala gestión de los residuos, una sociedad apegada a ideas
anticuadas en un entorno cambiante sin cambiar a tiempo, son ejemplos de disfunciones
sociales.

Merton también definió la no función, es decir, las consecuencias observadas no


relevantes que, si bien tuvieron consecuencias positivas o negativas en el pasado, en este
momento son irrelevantes. Por ejemplo, la influencia de la masonería o el poder de la
aristocracia, un grupo que da la sensación de que se ha convertido en una reunión de
amigos disfrazados o, una clase social que fue dominante, pero que guardando un alto
nivel económico y mucho glamur, ya no es lo que era.

Claro que si tengo funciones positivas, negativas e irrelevantes sería bueno contar con un
índice que permitiera medir el estado de un sistema social. Para esto Merton propuso
el saldo neto, pero no es tan fácil sumar las funciones positivas por un lado y las
negativas por el otro y determinar la diferencia entre ellas. El motivo no es otro que la
complejidad y la subjetividad, los sistemas sociales son muy complejos y las formas de
medir la eficacia o negatividad de las funciones es necesariamente subjetiva, depende del
observador.

La solución que propuso Merton para solucionar este problema fue estudiar en varios
niveles de análisis, lo que supone otra ruptura con la teoría funcionalista clásica, que
eran muy dados a la búsqueda de teorías completas, mientras que don Roberto era
partidario de estudiar también las organizaciones, las instituciones o los grupos, de esta
manera reduces la complejidad y, es de esperar que, si reduces la complejidad, también
mejores en objetividad.

El ejemplo que pone Ritzer es el de la esclavitud en el sur de Estados Unidos. Para


estudiar el fenómeno se necesitan varios niveles de análisis y plantearse las funciones y
las disfunciones de la esclavitud para las familias blancas y negras, para las
organizaciones políticas blancas y para las negras, para la economía, y para muchos
otros sistemas sociales. De esta manera podremos identificar para qué sectores o
unidades sociales fue más funcional o disfuncional y, facilitar el análisis de la
funcionalidad de la esclavitud en el sur en su conjunto, mediante un mejor cálculo del
saldo neto.

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