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I
Es una tarde calurosa. Dos ebrios vagabundos retozan en el Parque El Pino, de la
Ciudad Lacustre, como alegres gitanos recién llegados desde algún jodido lugar del
mundo. El mocetón de cabello largo, sombrero de ala ancha y poncho de tela, toma un
sorbo de ron y sube sobre una banqueta, desde ahí recita un montón de grandiosos
retazos de poemas, imágenes desarticuladas carentes de coherencia, esforzándose,
quizás, en articular los decires jamás dichos por los eminentes orfebres nacidos en la
entrañable capital del altiplano. Días después, durante la presentación de un libro en la
Casa de la Cultura, sumamente achispado presencia el evento, luego en un bar junto a
otros entusiasmados devotos de la luminosidad, Leo Cáceres departe sobre temas
diversos, también sobre su predilección por la “Patafísica”, o el tratado sobre la nada,
que no es más que desahogo esotérico: “en las vértebras televisivas de una catarata / en
la terrosidad de una nube en llamas / en los brazos tibios de la escarcha / en la lucidez
de un accidente / en todos los gritos / que expiando sus demasías / armonizan la
disección solar”. Es pues, la cadencia del hacedor de símbolos, que discurre como
desorientado canturreo de pajarraco perdido en el laberinto de sus enfebrecidas
ofuscaciones; puesto que, de sugestivos acontecimientos están hechos sus días.
Comediante, ignorado por los directores de cine, como Cristo ignorado por alucinado
que, sin embargo, emergió hacia los cielos. Leo pretendió elevarse, lo mismo que el
mítico personaje, puesto que, en su ebriedad -según confiesa- infinitas veces voló hacia
el paraíso de los predilectos rapsodas que tatuaron de magnificas coplas su sensibilidad,
y regresó al abismo de la nada que a este mundo considera. En medio del estanque
paralelo al malecón, una noche, luego de discursear antiquísimos poemas de carácter
religioso, pedaleando sobre un metálico pato pretendió elevarse en cuerpo y alma hacia
el eterno reino de los astros. Los apus a quienes imploró que contribuyeran en su
intento, desoyeron la súplica; entonces, procuró hundirse en las aguas para ser devorado
por los antiguos espectros submarinos, en vano. Fue rescatado, minutos después, al
borde de la hipotermia. Sus frustrados deseos descartados no están, rejuró volver a
llevar a cabo la fallida quimera. Pasado la medianoche, meses después, sobre el
Huajsapata tras una liebre ardiente corrió para atraparla y bañarse en su irradiación
maldita, pero las circunstancias quisieron que se eclipsara la energía del sacrosanto apu
que con los intrusos desde siempre juega a horas designadas por sus enigmáticos deseos,
y, porque a intrusos como Leo quien baila, golpeado por los granizos en las lluviosas
estaciones, tal vez los truenos tampoco se incrusten sobre él para convertirlo en
miserable despojo o en iluminado poseedor de virtudes como los paqos, pues, el oficio
de hacer cantar a las hojas de coca, mucho menos le corresponde, aunque no es distinto
a los quehaceres subordinados a la palabra.
II
III
Acosado por la feroz ofensiva del amor que filtró por sus desprevenidos poros, el
delicado lírico, resignado, quiso degustar las circunstancias al lado de la preciosísima
Izumi. Ilusionada ella, iluminado él. ¿Momentánea o frustrada ilusión? Quiso el destino
que el muy revoltoso de cupido fallara el tiro, según el horóscopo que carece de
credibilidad. La relación naufragó. Ellos lo saben, pero es menester que nosotros
también, puesto que, tiempo después, Chiara sacó a relucir las romanticonas epístolas
con las que supo comunicarse, aunque, tal vez, nunca sepamos sobre las
correspondencias de su agraciada musa. He ahí, parte de una de las misivas: “Marzo 22
Izumi: Si pudiera perder tu sonrisa en este salón, donde perdiste / una mañana para jugar
con tus cabellos, créeme que lo intentaría, / pues te descubro imprimiendo la soledad /
en la puerta de mi casa, donde vivía un corazón que llamaba a tu puerta, / en ese viejo
jirón donde tu ternura alimentaba a este sujeto hecho de harapos”. Tierno, siempre,
como peluche de felpa que ornamenta los brazos de las chiquillas mimadas, tierno en
sus modales ante las damas, tierno en sus decires, pues el mejor testimonio de su
temperamento está escrito en las páginas de las criaturas que dio a luz.
IV
Los poetas catalogados dentro del post – 2000, será posible que ¿agonizan dentro del
oscuro pozo de “La poesía del vacío”? O será que ¿el arte por el arte se orienta por la
ruta de la predilección por la “nada”? No es atinado generalizar, el canto de los rapsodas
como el de los pájaros poseen distintas tesituras. La travesía hacia la “nada” de Leo
Cáceres, es distinto al “vacío” de Ditmar Castro, que exterioriza sus Neurastenias (de
un individuo solo). Ahora bien, “Neurastenias”, me sabe al pasado miserable de mis días
de mocito desorientado en la oscuridad de las galerías en los socavones de La
Rinconada. No sé cuales fueron las experiencias de Ditmar, aunque tengo el confuso
recuerdo de haberlo visto en las frías aulas del colegio secundario donde yo a las
quinientas asistía como alumno libre. Su arte posee leves resquicios de su travesía por la
mina:“Algunas aves se prodigan / en la copa de un árbol / floreciendo a orillas del
cosmos / Junto a las húmedas piedras / escudriñando el mal hábito de la lluvia / desde
esta barca solitaria”. En la dimensión de su escritura están los antecedentes de los
obreros del nublo, puesto que, “Junto a las húmedas piedras”, muchas veces anduvo que
vomitaron los socavones al borde del abismo parece sentirse pájaro desterrado de la
copa del árbol y después “barca solitaria” o peón agonizante en medio de la espesa
atmósfera de los laberintos malditos. “Entre la polvareda y lo absorto que llega a
confundirse mi tez húmeda”, No hay duda de que Ditmar, dentro de la polvareda de un
humedo rincón ejerció el oficio de gastero, en la mina, pues son evocaciones de su
pasajero oficio sus versos. Yo lo conocí, antes de que se hiciera pájaro cantor, por aquel
entonces yo asistia como alumno libre al salón de clases en el colegio donde estudiaba,
y de vez en cuando, al colegio donde cursaba estudios, pero como yo andaba a la deriva
me pareció mas fructífero asistir a las cantinas a instruirme en el oficio de aprender a
querer a las musas y como amante de los licores. Desde entonces, a Ditmar lo perdí de
vista, muchos de sus compañeros sucumbieron en los brazos de las lindas chicas y de las
pallaqueras, yo me quedé en los antros de las salvación, aunque nunca creí que ditmar
llegara a ser un canario de subjetivos trinos, complejos situado dentro del vacio
miserable tan deseado por el gitano Leo Cáceres.
es decir, el ejercicio literario de Leo Cáceres, con suma escrupulosidad como supo
exponer, dicho de modo apropiado, se sitúa dentro del “esoterismo de la nada” o mera
calistenia extraviado en el abismo delirante.
Este pintor contiene a los mejores pintores que en el mundo han sido. Todos, desde los
muy antiguos hasta los de hace un rato, conviven, muy a la mala, dentro de él.
Leo Cáceres y Alexander Hilasaca, Antonin Artaud y Charles Bukowski, una fría tarde
dieron por clausurado los muchos días celebrados con vino y todo tipo de tragos:
perfume, timolina, agua carmelitana, que le bebiendo una gaseosa, para mitigar la
resaca, llegó Mijail, recitó sus poemas. Se fueron al muelle, recitaron versos a la luna,
de tao li, a la noche. Leo agarró un pato y pedaleó en el muelle. Una noche pasando por
la catedral de Puno el famoso Chumbe recitó estos poemas: yo creador del hijo de puta
Jeová, yo soy el creador del mundo, soy el creador de Moisés, de Cristo, Abraham, yo
soy el autor de todo lo que existe¡
que de la sabe a los alcoholizados tufos de los puteríos donde beber siempre fue un
tributo dedicado a los maestros universales, a los anónimos y a los amigos
habita en los sueños de otros ilusos vagabundos, amigos suyos, como el Acontecieron
muchas tertulias, parafraseando versos de los grandísimos maestros de la literatura
universal o recitando
como el Chumbe, el Pitágoras y otros mocetones que habitan en sus versos a modo de
homenaje, a manera de recuerdos. Bebiendo en el muelle, en la esquina del Mercado
Central, en las miseras cantinas de las calles, hablando con el berraco Luis Ormachea, el
didáctico Ruben Soto y las mujeres que supieron oir sus agrios susurros de maldito
pájaro escapado de los libros del viejo Bukowski. Recorrimos varios vericuetos . el
pintor Lizardo Bustamante, Armando Villanueva…… su pasión por Miller, Sade…….
Por los callejones de los eructos bukowskianamente ebrio que habita Hilasaca son los
mismos vericuetos habitados por el viejo Henry Miller
Disertar sobre al desnudo, escribidores, gatos y garrbatos, hablar sobre orkopata, sobre
Oquendo, hablar sobre Gorki, a través de Henry esteba,
Y de las conversaciones
El poeta Luis Pacho afirmó que “La tradición poética (puneña) ha concluido en los 90”,
fue como apostar por la magna desilusión; y si, además, el Copé de Oro Darwin
Bedoya, por aquel entonces se interrogó: “¿Dónde están los nuevos, quiénes son?”. El
argumento y la interrogante merecen una respuesta, para que no haya motivos para
volver a arrojar proclamas sobre el ocaso de la poesía; y nadie vuelva a desplomarse
sobre el asfalto de los desacertados pronósticos, puesto que, en la Ciudad del Lago, de
ninguna manera se apagará la brasa encendida que alienta el fuego de los artífices de la
palabra, pese al nefasto panorama de este nuevo milenio que nos orienta hacia las
sombras.
Efectivamente, los poetas del post – 2000, son hechura de las canteras distintas a las del
Los poetas indómitos de este otro post – 2000, agonizan en el oscuro pozo de “La
poesía del vacío”, puesto que, bajo el impulso del orden criminal que pregonaba el fin
de la historia, antes de los inicios de este milenio los artesanos de la palabra dejaron de
concederle importancia a las inquietudes colectivas. Y, el arte por el arte se orientó por
la ruta de la predilección por la “nada” o el “vacío”. La travesía hacia la “nada” de Leo
Cáceres, es distinto al “vacío” de Ditmar Castro, que exterioriza sus Neurastenias (de
un individuo solo), de su infancia, sus miedos, sensaciones y recuerdos: “Algunas aves
se prodigan / en la copa de un árbol / floreciendo a orillas del cosmos / Junto a las
húmedas piedras / escudriñando el mal hábito de la lluvia / desde esta barca solitaria”.
En la creación literaria del mocetón Ditmar Castro, se esconde sus antecedentes de
obrero en las canteras del nublo, en minas La Rinconada, puesto que, “Junto a las
húmedas piedras” que vomitaron los socavones al borde del abismo parece sentirse
pájaro desterrado de la copa del árbol y después “barca solitaria” o peón agonizante en
medio de la espesa atmósfera de los laberintos malditos. “Entre la polvareda y lo
absorto que llega a confundirse mi tez húmeda”, No hay duda de que Ditmar, dentro de
la polvareda de un humedo rincón ejerció el oficio de gastero, en la mina, pues son
evocaciones de su pasajero oficio sus versos. Yo lo conocí, antes de que se hiciera
pájaro cantor, por aquel entonces yo asistia como alumno libre al salón de clases en el
colegio donde estudiaba, y de vez en cuando, al colegio donde cursaba estudios, pero
como yo andaba a la deriva me pareció mas fructífero asistir a las cantinas a instruirme
en el oficio de aprender a querer a las musas y como amante de los licores. Desde
entonces, a Ditmar lo perdí de vista, muchos de sus compañeros sucumbieron en los
brazos de las lindas chicas y de las pallaqueras, yo me quedé en los antros de las
salvación, aunque nunca creí que ditmar llegara a ser un canario de subjetivos trinos,
complejos situado dentro del vacio miserable tan deseado por el gitano Leo Cáceres.
es decir, el ejercicio literario de Leo Cáceres, con suma escrupulosidad como supo
exponer, dicho de modo apropiado, se sitúa dentro del “esoterismo de la nada” o mera
calistenia extraviado en el abismo delirante.
Entonces uno expresa los traumas nacidos de las laberintos de la existencia de los
socavones que te marcan la vida
Y por las galerías de los socavones que emanan la niebla enceguecedora ¿Cuántas veces
dentro de los socavones de mierda habrá andado el generoso Ditmar, golpeado por la
tristeza, el cansancio y el desaliento? Yo no sé. O nació sentenciado al pesimismo, atado
a la ansiedad
Siempre tuve una insoportable necesidad de decirle las armonías que aprendí a cantar de
los extintos pájaros que ignoró la ornitología, maestros también de los músicos que
acompañan a las danzas vernáculas le robaron muchísimos sonidos que ahora ejecutan
en sus instrumentos musicales. poesía de la preciosísima Marianna Espezúa
Vernácula
Y la importancia y significado e interés que se le da, coinciden en darle motivos al yo,
individual, la soledad, preocupaciones suyas, ajenas a la colectividad,
que un montón de grandiosos retazos, imágenes sin articular o rejuntadas sin coherencia
y a traición: deslumbrantes letras sueltas de una palabra jamás dicha sobre este país, este
delirio surgido del lugar donde el fondo de la mar se toca con el centro de la tierra:
pirámides que son volcanes a punto de estallar, lianas entrelazadas como cuerpos
ávidos, piedras que respiran..
Una noche muy ebrios en una esquina del Mercado Central, los vagabundos pernoctaron
cantando rimas como pájaros nocturnos
y también pertenecen a la Masturbación Posmoderna.
Llegué muy ebrio el ultimo martes a eso de las una de la mañana, luego de estar emborrachándome con
mi viejo camarada el profesor de primaria Leocadio Espinoza, en una tiendita del frígido pueblo de
Livitaca. El ocio de escribir con caca, efectivsmente sabia a caca, es decir, a mierda, puesto que los
versos de Frida Loy me llevaron a recordar a Kasandra, la hermosísima mujer del Sodoma,allá en el
Huaypetuhe…
Luis Alberto Incacutipa, Alexander Ligue Caty, Edyson Quispe, Saúl Castellano
(seudónimo de Saúl Huamán) y Glinio Cruz Mendoza. De todos ellos, el que más
destacó fue Glinio, el resto simplemente desaparecieron sin pena ni gloria –hoy
felizmente sepultados– el arte, es una cosa seria tan sería como la moral o la política 1
fiel al dicho, muchos de ellos se lo tomaron tan enserio que dejaron de lado la escritura
o a lo mejor, les dio ese síndrome extraño conocido como Bartleby un mal endémico
que padecieron muchos escritores.
EL poeta Hermes Apaza, dijo que Glinio Cruz obsequió sus poemarios, “la cultura no se
vende”, dijo. Y así fue.
Sería muy pretencioso y ridículo decir que todos ellos fueron Bartlebys, tal vez, uno de
ellos, tal vez solo Glinio Cruz (Ácora, 1987)………….
la poesía de Glinio una realidad fantástica, tierna que emociona al más duro de los
corazones humanos SI CARAJO, EMOCIONA A MI CORAZON DURO DE
OXIDADO METAL ARROJADO AL ABISMO DONDE LAS AGUAS DEL
DESHIELO MUEREN……
8,. La poesía del vacío: extravío, enigma neobarroca y la galera del silencio de
Ditmar Castro Villena
Estos niños nacen de un parto prematuro en alguna cantina o basural así como nacen las
moscas en la carne podrida, así nació el libro de Edgar Pacompia (Puno). Demoró una
década salir La estación de las moscas (2015), publicado por Rupestre ediciones, cuyo
1
tiraje sobrepaso los mil ejemplares. La escritura de Edgar Pacompia es la renovación del
discurso estableciendo un escenario real que nos acerca a la muerte. A punta de alcohol
comienza a poetizar la fiesta de la vida, el hogar, el mercado, las cantinas, la violencia y
el frío de las calles.
EL PACHAS, DIRIGENTE UNIVERSITARIO, CANTANTE, BOHEMIO, ALEGRE,
SOLDADO, …………
Sin embargo, es el único poeta que registra el lenguaje de la calle, el de los mercados,
de la cumbia sureña, de los huaynos sureños. El único poeta que ha sido capaz de vagar
por las calles y poetizar la experiencia con el ojo crítico de un hombre que se enfrenta a
la urbe.
Las categorías más resaltantes que podemos encontrar en los poemas son:
El lenguaje sencillo, humorístico y directo nos pinta una versión más original de la
poesía, gracias a su argot y a su pendejada criolla Ninaski destruye los medios masivos,
destruye la enajenación y es desalienante. Aunque, a los “críticos” les duela, pero
estamos ante un “poetastro” que reescribe el diccionario, las palabras, los libros, las
películas.
Patafísica o la ciencia de lo inútil, que hace que Leo construya una realidad paralela,
imagina la construcción práctica de dispositivos que no van a existir, con un lenguaje
que juega con las palabras y explora la profundidad de la nada y del vacío.
en el desfavorable
pavimento de una ciudad con alzheimer AH, CARAJO, EL MUNDO ESTÁ
ENFERMO!!!
Leo, sin duda, encarna la fallida sucesión de los antiguos personajes de las obras de
teatro que recorrieron los caminos del desaliento, puesto que, como virtuoso
comediante, creador de neologismos y excelente narrador de historias merece ser
recluido por los directores de cine para delegarle múltiples oficios en el complicadísimo
mundo de la pantalla gigante.
así como bajo el lago de misterios inexplorados subsisten los vicios inextinguibles en la
existencia de los pececillos, inspiración de los relámpagos dentro de la tormenta
submarina
hallan al gran Leo, bajo la sombra de un portal quien les convida los últimos sorbos de
su botella de ardiente néctar, escudo que lo protege del aporreo de la noche, y, como
astro caído del oscuro océano, pronuncia sus nefastos poemas que invocan a los
enigmas del vacío.
El desquite se tradujo en desaprobar al fervoroso rimador, pese a que éste supo
responder óptimamente a todas las actividades de la asignatura que dirigió el maestro,
Catulo.