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Raza y género: la
importancia de nombrar las representaciones sociales hegemónicas
Segato R. (2018)
ADVERTENCIA: Esta guía es un resumen del texto original. No equivale a la lectura
del texto, sino que solo desarrolla sus puntos nodales.
Ese orden asimétrico que formatea el psiquismo, sus modelos, sus aspiraciones y
formas de satisfacción, se traspone más tarde a las otras escenas de desigualdad por
las que el sujeto irá a transitar (ejemplo: asimetría racial).
Patriarcado y género son sinónimos por el tiempo que dure la prehistoria patriarcal de
la humanidad, es decir no hay evidencias documentales, ni históricas ni etnográficas,
de otra forma de estar en el genero que no sea patriarcal. Generar un concepto, una
categoría como el género, fue un gran esfuerzo para el pensamiento feminista,
justamente para poder libertar la sexualidad, los roles, la personalidad y los afectos.
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Raza y género, son creaciones históricas para la dominación, funcionales para la
extracción de valor no reconocido, no remunerado – una plusvalía racial y patriarcal.
Las categorías que sirven para discriminar y excluir, que constituyen representaciones
sociales poderosas y perniciosas para la expropiación de valor no retribuido, deben ser
nombradas. Sin sus nombres, no podemos analizarlas, trabajar en su crítica y alcanzar
su abolición. Dejar de nombrarlas no las hace desaparecer ni las destituye en su papel
de mantener en pie un orden asimétrico de género y raza. Esa ha sido históricamente
una de las estrategias mas eficaces de las élites: no nombra, pues los nombres llevan
el reconocimiento de los problemas. El trabajo de los Derechos Humanos es,
justamente, un trabajo nominativo.
Hasta hace muy poco tiempo no se hablaba de la violencia contra las mujeres. Se
comenzó a nombrar, a dar imagen a algo que hasta entonces había sido costumbre.
Imagínense el salto hasta nombrar algo tan sutil como la violencia psicológica. No
vemos la violencia psicológica hasta que comenzamos a nombrar sus procedimientos.
La violencia psicológica y moral son la argamasa que mantiene el edificio de las
asimetrías en pie, la atmósfera en la que hemos aprendido a vivir. La violencia
alimentar, por la cual los hombres de la casa y visitantes comen primero y mejor
dejando sólo sobras. Es violencia material no nombrada en ninguna ley y es simbólica,
una manera de significar la atribución de valor diferencial a las personas según el
género.
Por lo tanto, sin nombrar el género y sin nombrar la raza no tendremos como hablar de
las formas de desigualdad, ni podremos poner en práctica la “discriminación positiva”
como instrumento nivelador y reparador de la discriminación negativa.