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PARÁFRASIS Y CITAS PARA ARTÍCULO SOBRE DE SAL Y ARENA Y LA MUJER

Texto de Griselda Gutiérrez Castañeda. Violencia Sexista


Sometimiento-exclusión-devaluación-acoso-violación-homicidio. Diferencias de género producen
desigualdad y violencia.
La construcción del Otro mediante la diferenciación en la constitución de la identidad: esto es
arcaico porque remite tanto a las agrupaciones que a las formas del individuo.
El hecho de la agresión, los criterios sociales, culturales y contextuales. La violencia (Galtung
1975), un obstáculo para la realización (psicológico, ecológico, social, espiritual) humana.
4 variantes de violencia: la infligida deliberadamente, la miseria, la represión y la alineación. 2
tipos de violencia: la directa y la estructural (miseria, exclusión, desconocimiento, humillación).
Violencia sexual, cuando es continua, se vuelve parte de la política sexual. Codificación y
asignación cultural de espacios, roles y jerarquías las que propician y justifican las formas de
agresión, ritualizando incluso pautas comportamentales.
Conceptos estratégicos: sexo-género (concepto, práctica y normativización) provoca división
sexual quedando las mujeres subordinadas a los hombres. Perspectiva de género: carácter de
construcción cultural de los patrones y roles de género-postura crítica y antiesencialista. ¿qué
mecanismos culturales permiten instaurar formar de interpretación y simbolización de la
diferencia de desigualdad y opresión? La semiotización de lo social pues busca construcciones
significativas de tales realidades. La autora propone una perspectiva desarrollada por Ernesto
Laclau y Chantal Mouffe: Concepción simbólico-discursiva, de corte postestructuralista, que asume
el carácter construido, convencional y significativo de lo social, que permite reconocer el carácter
polisémico de resignificar tales elaboraciones (conductas, aspiraciones, valores…). Así, se puede
concebir la institución de lo social como un proceso, incorporando además la lógica de lo
simbólico.
No puede ser lo mismo desigualdad que diferencia, no es un par binario real. Para subsanar esto,
resulta fundamental la crítica deconstructiva. NO solo hay que preguntarse sobre la manera en
que las diferencias genéricas se interpretan y cómo producen desigualdades, también hay que
preguntarse por qué las desigualdades se articulan con violencia.
Masculinidad: pretendida hegemonía que disminuye, ofende y somete a las mujeres. Virilidad:
potencia, por ello el acoso y la violación son patrones típicos. Parece que se busca cumplir con un
supuesto orden al repetir la agresión como ceremonia de reiteración que persigue reforzar el
orden asimétrico establecido; deseo del hombre por el poder dominación y control: violencia
sexual.
Formas de violencia simbólica: desconocimiento, devaluación, prohibición, explotación y maltrato,
llegando a la violencia radical (mutilación, aniquilación del cuerpo).
Feminicidio: última expresión antagónica de violencia sexista. La ejecución de conductas agresivas
como intenciones contrapuestas, como contraofensiva provocada por el temor de la amenaza que
representa a quien se victimiza. Así, se pone de manifiesto la virilidad o el poder, sino la fragilidad
e impotencia.
Es necesaria la deconstrucción práctica y discursiva desde todos los frentes teórico, filosófico,
crítico; dese la investigación, diseño e implementación de políticas públicas, organizaciones
políticas y medios de comunicación. Redignificación de ordenamientos sociales y vidas.

Texto de Lamas M. Diferencias de sexo, género y diferencia sexual


El género se conceptualizó como el conjunto de ideas, representaciones, prácticas y prescripciones
sociales que una cultura desarrolla desde la diferencia entre hombres y mujeres para simbolizar y
construir lo que es propio de hombres y propio de mujeres.
Lo característico de la cultura es su naturaleza simbólica. Condición humana en las ciencias
sociales. El género es el elemento básico de la construcción de cultura.
Se tiene que diferenciar claramente la diferencia entre género y sexo.
También hay que esclarecer el origen de la cultura en todo esto.
Género y cultura. A partir de la diferencia anatómica entre hombres y mujeres se ha prescrito sus
creencias, prácticas y prescripciones sociales en una sociedad. También se atribuye la percepción
de lo social, político, religioso y cotidiano. Las mujeres y hombres ¿no tienen más una construcción
simbólica, histórica, social y cultural que una esencia biológica? El género produce un imaginario
social que justifica el sexismo y la homofobia. Esto lo hacen y/o reproducen hombres y mujeres.
Biológica-sexo sociológica-género. Es necesario tomar en cuenta lo real, lo imaginario y lo
simbólico; así como el deseo y el inconsciente, donde según las psicoanalistas lacanianas se
construye el sexo, independientemente de la anatomía.
Diferencia sexual: implica anatomías distintas y subjetividades diferentes.
Algún día se comprenderá que lo subjetivo incluye la forma individual en que el dato biológico es
simbolizado en el inconsciente.
El género como performance. Judith Butler (1990) definió el género como: “el resultado de un
proceso mediante el cual las personas recibimos significados culturales, pero también los
innovamos”. Ella indaga sobre las categorías fundantes de la identidad: género, sexo y deseo
sexual.
El habitus como un estilo corporal arraigado profundamente en scripts culturales ya existentes.
También hay otros autores previos como Marcel Mauss y Bourdieu.
Habitus. Bourdieu argumenta que todo conocimiento descansa en la oposición entre lo femenino
y lo masculino, aprendido y establecido mediante la práctica cotidiana. El masculino nos lleva a la
oposición binaria de poder y dominante frente a dominado. Visión falonarcisista anclada en
nuestro inconsciente. Plantea el habitus como “subjetividad socializada”, como “sistemas
perdurables y transponibles de esquemas de percepción, apreciación y acción, resultantes de la
institución de lo social en los cuerpos” (1995). También se convierte en un mecanismo de
retransmisión por el que las estructuras mentales de las personas toman forma en la actividad de
la sociedad. También destaca la violencia simbólica como un mecanismo opresor eficaz por la
introyección que las personas hacen del género. Es lo “esencial de la dominación masculina”
(1996).
Hegemonía: dominación con consentimiento. Bourdieu propone que hay una somatización
progresiva de las relaciones de dominación de género.
Cuerpos sexuados y psiques sexualizadas. El cuerpo simbólico es social, cultural y específico y
asume los habitus y discursos comunes: médico, educativo, jurídico.
Bien la masculinidad y la feminidad son formas imaginarias que utilizan fantasmas culturales
compartidos (simbólicos) sobre la biología. Bourdieu investiga el cuerpo simbólico en la cultura,
mientras que Lacan investiga el cuerpo simbólico en el imaginario del sujeto. Esto está unido con
la formación de la identidad. Hoy en día todavía existe resistencia a reconocer diferentes formas
de habitus que no sean masculinas o femeninas. Él plantea la heteronormatividad de la vida
sexual.
AUNQUE EXISTEN CUERPOS DE MUJER Y DE HOMBRE, NO HAY ESENCIA FEMENINA NI ESENCIA
MASCULINA. NO HAY CARACTERÍSTICAS PSÍQUICAS EXCLUSIVAS DE UN SEXO.
Diferencia sexual y género, psicoanálisis y antropología. P.14

Texto de Celia Amorós. Feminismo, igualdad y diferencia.


Feminismo de la igualdad: son comunes las estructuras racionales de todos los sujetos humanos:
concepto de intersubjetividad. Los sujetos tienen en común las estructuras racionales.
Los contenidos de un código moral se justifican por poder someterse o no a la prueba de la
universalización. Para Kant, la mayoría de edad del sujeto es cuando adquiere autonomía y se
emancipa de las ataduras tradicionales. Sujeto autolegislador: sujeto moral y autónomo que se da
a sí mismo la ley. La moralidad de esa ley es porque se pueda querer que sea válida para todos los
sujetos racionales.
La universalización es una promoción ética de nuevos sujetos y tiene en sí misma un rango político
superior. Los hombres no van a querer universalizar hacia nuestros códigos, así que nosotras
haremos nuestro el código moral de los hombres; puesto que como dijo Marx: los calores
dominantes de una sociedad son los valores de la clase dominante. Hay que apropiarse de la
norma del que domina y universalizarla. A la mujer se nos ha enseñado la “caridad obligatoria”,
nos la apropiamos como si fuera la excelencia ética y la reivindicamos. Ni Mefistófeles ni cuidadora
de niños.
La libertad -igualdad-fraternidad. En el lenguaje de la posmodernidad lo que se ha enfatizado es el
derecho a la diferencia sobre una plataforma de igualdad, pero que marca su propia identidad.
¿Por qué además de ser las oprimidas debemos ser “buenas”? Basta, por otro lado, del poder
femenino paralelo. El opresor se queja de las argucias del oprimido. Pero, ojo, en la práctica,
estamos repitiendo lo mismo. Pero el feminismo no puede paralizarse es un reto para el terreno
ético.
El feminismo de la diferencia surgió como respuesta a la necesidad de asumir un nuevo sujeto
colectivo, un nuevo nosotras, tal como se planteó en el neofeminismo. Simone de Beauvoir:
bisagra entre el feminismo ilustrado y el neofeminismo.
Debe a ver una nueva forma de reidentificación sin auto-odio ni subestimación. El feminismo de la
diferencia busca desinteriorizar el menosprecio del opresor. Cuidado cuando nosotras definimos
nuestras propias instancias utópicas en lugar de canalizar decepciones.
Proletariado-pág. 7. La mujer: nuevo “sujeto revolucionario”, negación del Estado por no haber
participado en él. Somo la marginalidad absoluta. Vamos a liberar a los hombres de todo poder
porque somos las no corrompidas.
Nuevo feminismo: quitarse tantos remilgos para decir sin rodeos que queremos poder. Todos
candidatos al poder, poder público y administración colectiva. Las alternativas se construyen
ensayándolas. Las feministas tienen que perderle el miedo a lo público pues lo público es sano.
El discurso de la diferencia propició por parte de las mujeres formas de comunicación y de toma
de conciencia, de tratar de verbalizar experiencias comunes de opresión. Grupúsculo. Los grupos
feministas han tenido que ir creando formas organizativas diferentes. Hay que tomar lo bueno de
lo patriarcal cuando es necesario como buena experiencia histórica y si pertenece a una
virtualidad universalizadora. No hay que volver a la sociedad estamental porque ahí la mujer no
tenía argumentos. Debemos ser consciente de que hemos creado también la cultura humana, aun
desde la posición de las oprimidas.
Todo está acuñado desde una cultura patriarcal. Hay un hilo conductor para las mujeres: sus
posibilidades emancipatorias y el poder hacer más cosas.
En cuanto a los feminismos de la diferencia hay que buscar una forma no esencialista de plantear
esto. El ser humano se caracteriza porque hasta en la opresión es capaz de trascender y construir
productos estéticos y éticos que son susceptibles de universalización, de ser integrados al
patrimonio común humano. Las mujeres hemos desarrollado una cierta actitud ante la vida de no
reducirlo todo a la dimensión negociadora sino más margen a la incondicionalidad. Para las
mujeres es malo no saber negociar porque las relaciones humanas se rigen por la reciprocidad.
Hay que reivindicar la capacidad de pacto. La mujer ya no como objeto en este pacto, sino ser
capaz de ser sujeto para pactar. Reivindicar el principio de individuación. Propuesta de
reciprocidad.
Cuando se quiere presentar una alternativa a la madre patriarcal debemos construir a la madre,
pues no sabemos cómo es sin ese tinte patriarcal. Lo peligroso es el feminismo estoico pues caen
en la trampa de la ingenuidad del oprimido cuando cree que por puro voluntarismo valorativo se
cambian los sistemas de valores dominantes, como el idiolecto.
Lo que hacemos las mujeres no es igualmente valioso por no está socialmente reconocido. Así no
se transforma. Necesito poder para implementar el nuevo paradigma de valores y, a su vez, poder
valorar. Porque los valores están adheridos a las prácticas y a las jerarquías de las prácticas que se
imponen en la vida social. Para imponer un paradigma alternativo de valores hay que tener poder
para hacerlo; pero los reconocimientos sociales serán las estimaciones sociales vigentes.
Hay que hacer un feminismo pacifista serio, problemático y que no diga que las mujeres “tenemos
la esencia de la paz”, sino, con más participación, así se logrará un mundo más universalizado.

Texto de Judith Salgado. Género y Derechos Humanos.


Cuando se aborda el concepto de género es relevante retomarlo en términos de Derechos
Humanos, puesto que esta categoría pone sobre la mesa el análisis fundamental que marca la
pauta para visibilizar las brechas de desigualdad y ejercicio del poder, desmontando desde una
perspectiva androcéntrica las formas de discriminación.
Judith Salgado (2006) menciona que en ocasiones se asocia el término de género con el de mujer,
sin embargo, no son sinónimos, puesto que a lo largo del tiempo tanto a hombre y mujeres se nos
ha enseñado desde la imposición del “deber ser” respecto a la condición sexuada, es decir, que
aquellas actividades que realizamos en el cotidiano están marcadas por una imposición de aquello
que se cree “naturalmente femenino o masculino”, por lo cual el significado de ser mujer y el de
ser hombre se construyen socialmente, por lo tanto ese constructo puede ser transformado.
Aunado a lo anterior, la categoría de género va a permitir desmontar la naturalización de la
opresión justificada a partir de la diferencia sexual que a través del tiempo se traduce en
desigualdades sociales. Judith Salgado hace un abordaje desde el planteamiento de la
investigadora feminista Joan Scott de los elementos simbólicos en cuanto al género (como forma
primaria de relaciones significantes de poder), menciona que estos cuatro elementos se
interrelacionan de acuerdo a las representaciones sociales y en el que se acentúan las relaciones
de poder: Simbólico (representaciones de las cualidades atribuidas socialmente de lo que es ser
hombre y ser mujer)/ Normativo (Establecimiento de normas en distintos espacios que son
atribuidas al significado de ser hombre o mujer)/ Institucional (familia, relaciones de parentesco,
mercado de trabajo, política)/ Subjetivo (construcción de identidades).
Segunda proposición: el género constituye el campo primario dentro del cual se articula el
poder.
Diferencia entre sexo y género (este como resultado de construcciones sociales de acuerdo a cada
época y lugar que dan significado a la diferencia sexual). Es construido socialmente y es
susceptible de ser transformado.
En el abordaje de Judith Salgado también se plantea la necesidad del análisis de género junto con
otras categorías como edad, raza y condición social, etc; esto nos permite poder llegar a percibir
que persisten los espacios marcados por la discriminación hacia las mujeres y que además, si en
algunos de los casos las mujeres tienen condiciones de discapacidad, pertenecen a una etnia o
tienen empleos poco remunerados (por mencionar algunas categorías de análisis), se las somete a
una doble discriminación. El ser hombre o el ser mujer va adquirir diversos significados de acuerdo
al lugar, la edad, nacionalidad y origen étnico, que va a impactar en el desarrollo de las políticas
públicas. Así, surge la categoría de género como tema de debate ante las relaciones asimétricas
del poder, en donde “se desvaloriza lo femenino ante lo masculino”, por ello, el análisis de género
desde la perspectiva de Derechos Humanos va a considerar las estrategias de transformación a
través de las relaciones que los individuos establecen.
Robert Connell propone tres estructuras que se interrelacionan para formar los regímenes de
género: relaciones de poder masculino sobre femenino, relaciones de producción como
acumulación de la riqueza en manos masculinas y desvalorización del trabajo de las mujeres en
cuanto a lo productivo y reproductivo.
En su dimensión subjetiva, los derechos humanos fundamentales determinan el estatuto jurídico
de los ciudadanos, lo mismo en sus relaciones con el Estado que en sus relaciones entre sí. Tales
derechos tienden, por tanto, a tutelar la libertad, autonomía y seguridad de la persona, no solo
frente al poder del Estado, sino también frente a los demás miembros del cuerpo social.
Helio Gallardo reconoce el potencial emancipador de la lucha por los derechos humanos,
asignándole un carácter estratégico revolucionario, son las transferencias de poder -derivadas de
la lucha social- entre los diversos grupos sociales, las instituciones en las que se articulan y las
lógicas que animan estas relaciones; y la introducción material en la noción de humanidad de
nuevos actores, sujetos y necesidades humanas. “Los derechos fundamentales no se dicen, por
tanto, de los individuos, sino de las relaciones que estos logran establecer y legitimar mediante sus
luchas de liberación".
En la construcción de las políticas públicas de los Derechos Humanos surge también una crítica
feminista fundamental, en donde su creación parte tomando como centro las necesidades
masculinas, excluyendo a la mujer del goce de los mismos (androcentrismo). Además, existe una
segunda crítica, en donde se cuestiona la dicotomía entre lo público (masculino y político) y lo
privado (femenino y natural), en donde directamente se ha señalado que existe una interrelación
entre los dos ámbitos, por un lado en el terreno público se invisibiliza la participación de las
mujeres y aunque los estados modernos hayan intentado hacer una separación entre lo público y
lo privado, la crítica apunta a que en el ámbito privado que constituyen espacios de libertad, existe
opresión y violencia en los entornos escolares, familiares y de pareja, de modo que, aún persisten
estas formas de violación de derechos de las mujeres desde la impunidad debido a considerarse lo
privado como irrelevante. El punto central que cuestiona la dicotomía: público/privado es el
debate alrededor del cuerpo como territorio de construcción de autonomía.
Una tercera crítica importante deviene desde la concepción de igualdad formal, en donde no basta
el uso del término desde la estipulación de leyes, aquello no garantiza que se goce de igualdad
efectiva, para ello se requiere desmontar las relaciones de poder desde la subordinación y la
discriminación desde la incorporación de la perspectiva de género. Por ello, se puede considerar
que, así como el Derecho ha sido un instrumento de dominación y opresión también puede ser
considerado como herramienta para el cambio y la trasformación social, en conjunto con los
Derechos Humanos pueden aplicarse como estrategias de cambio para la construcción de
sociedades equitativas y justas, siempre y cuando sean evidenciados los mecanismos y las
relaciones de poder que generan discriminación. Convención la expresión "discriminación contra
la mujer"
denotará toda distinción, exclusión o restricción basada en el sexo que tenga por objeto o
resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio por la mujer de los derechos
humanos y las libertades fundamentales en la esfera política, económica, social, cultural y civil o
en cualquier otra esfera.” La tensión entre igualdad y diversidad requiere ser abordada en el
intento de desmontar las relaciones de poder dominación/subordinación y desechar las diversas
manifestaciones de discriminación.
Joan Williams plantea: La igualdad requiere igual tratamiento de ambos sexos ante normas que no
estén diseñadas alrededor de los cuerpos y los patrones de vida-de los hombres. En algunos
contextos, esto no requiere más que igual trato ante leyes y normas existentes. En otros, exige el
cambio de una sola institución, ley o norma; en otros casos, que también exige acción afirmativa:
(medidas de carácter temporal que, ante la existencia de desigualdades históricas, aplica medidas
que buscan acelerar el ejercicio de igualdad efectiva).

Texto sobre Daniela Cerva Cerna. La perspectiva de Género en las Universidades.


En México, los programas de estudio y las unidades de género en las universidades surgen
a mediados de los ochenta junto con la institucionalización sobre la perspectiva de género
en el Estado, es entonces que comienza a existir una demanda por la investigación sobre
la situación de las mujeres, un diagnóstico que permita visibilizar el panorama y
estrategias de atención a las necesidades de la población. Objetivo: plantear la situación real para
la implementación de propuestas y estrategias preventivas contra las formas de discriminación y
violencia por género. Surge la necesidad de abordar estudios feministas y prácticas con
perspectiva de género para garantizar el alcance de oportunidades para todos y todas por igual.
Con la práctica real de la igualdad sustantiva se ponen en marcha las pautas de investigación y
evaluación de resultados que permitan aminorar las brechas de discriminación dentro de las
universidades. La orientación de la perspectiva de género dentro de las universidades depende de
las dinámicas políticas y culturales al interior de los espacios universitarios, es por ello que los
estudios de la mujer y el género permiten la observancia de los desafíos a los que se enfrentan las
instituciones educativas de educación superior al visibilizar desde la perspectiva de género sus
propias dinámicas.
Esto no solo tiene que ser solo cuantitativo, sino también a través de los espacios simbólicos de
representación social, de la institucionalización de la perspectiva de género: “Incluir el principio de
igualdad de género en las prácticas y formas de vida en la organización universitaria” (Daniela
Cerva Sierna).
La conceptualización y el enfoque de género sirve para analizar y comprender la situación real de
hombres y mujeres que implique desmontar las divisiones y corregir aquellos factores que ponen
en desventaja a las mujeres en cuanto al trabajo y cuestionar la ideología patriarcal que ha
permitido a lo largo del tiempo, las creencias estereotipadas sobre las capacidades de las mujeres,
la exclusión en los espacios públicos y legitimización de la violencia en el ámbito privado. A partir
de la incorporación de la perspectiva de género en las universidades y su institucionalización, se
abrirá paso a favorecer la igualdad sustantiva que permita las trasformaciones sociales cuyo
objetivo es la igualdad de derechos para posibilitar la construcción de una conciencia de
comunidad universitaria.

Texto de Marta Lamas. La perspectiva de Género.


1. Por qué es importante la perspectiva de género.
Un desarrollo más equitativo y democrático del conjunto de la sociedad requiere la eliminación de
los tratos discriminatorios contra cualquier grupo. En el caso específico de las mujeres, la mitad de
la población, se ha vuelto una necesidad impostergable de los gobiernos, el diseño de políticas que
tomen en cuenta las condicionantes culturales, económicas y sociopolíticas que favorecen la
discriminación femenina. Estas condicionantes no son causadas por la biología, sino por las ideas y
prejuicios sociales, que están entretejidas en el género. O sea, por el aprendizaje social. El trato
igualitario dado a personas socialmente desiguales no genera por sí solo igualdad.
No basta con declarar la igualdad de trato, cuando en la realidad no existe igualdad de
oportunidades. Esto significa que el diferente y jerarquizado papel que los hombres y las mujeres
tienen dentro de la familia y la sociedad, dificultan cualquier propuesta de igualdad. Para alcanzar
un desarrollo equilibrado y productivo del país urge establecer condiciones de igualdad de trato
entre hombres y mujeres, desarrollar políticas de igualdad de oportunidades e impulsar una
educación igualitaria. Propuesta antidiscriminatoria: conjunto de programas y soluciones
normativas, jurídicas, educativas y comunicativas destinadas a subsanar las desigualdades
existentes entre hombres y mujeres, y a prevenir su aparición en el futuro. Hay que desarrollar
una visión sobre los problemas de la relación hombre/mujer con una perspectiva de género capaz
de distinguir correctamente el origen cultural de muchos de éstos, y plantear alternativas sociales
–como la educación– para su resolución. La discriminación de las mujeres se produce de manera
individual y colectiva, deliberada e inconsciente pues está tejida en las costumbres y la tradición.
Premisa de la acción antidiscriminatoria= reconocer que la cultura introduce el sexismo, la
discriminación en función del sexo mediante el género. Al tomar como punto de referencia la
anatomía de mujeres y de hombres, cada cultura establece un conjunto de prácticas, ideas,
discursos y representaciones sociales que atribuyen características específicas a mujeres y a
hombres. Esta construcción simbólica que en las ciencias sociales se denomina género, reglamenta
y condiciona la conducta objetiva y subjetiva de las personas. O sea, mediante el proceso de
constitución del género, la sociedad fabrica las ideas de lo que deben ser los hombres y las
mujeres. Por eso es que las desigualdades entre los sexos no se pueden rectificar si no se tienen en
cuenta los presupuestos sociales que han impedido la igualdad. Ámbito privado=femenino y
ámbito público=masculino. No se puede gobernar ni impulsar una buena administración pública
simplemente respondiendo con una normatividad jurídica que consagre la igualdad entre hombres
y mujeres; se necesitan medidas proactivas, afirmativas, que detecten y corrijan los persistentes,
sutiles y ocultos factores que ponen a las mujeres en desventaja frente a los hombres. Por eso es
indispensable una perspectiva de género.
2. Género en español. Diferencias de idioma, analogías y confusiones conceptuales.
Como la anatomía ha sido una de las bases más importantes para la clasificación de las personas, a
los machos y a las hembras de la especie se les designa como los géneros masculino y femenino.
En castellano la connotación de género como cuestión relativa a la construcción de lo masculino y
lo femenino sólo se comprende en función del género gramatical, y sólo las personas que ya están
en antecedentes del debate teórico al respecto lo comprenden como la simbolización o
construcción cultural que alude a la relación entre los sexos. Género se refiere a aquellas áreas –
tanto estructurales como ideológicas– que comprenden relaciones entre los sexos y que, al
emplearlo, se designan las relaciones sociales entre los sexos. Una regla útil es tratar de hablar de
los hombres y las mujeres como sexos y dejar el término género para referirse al conjunto de
ideas, prescripciones y valoraciones sociales sobre lo masculino y lo femenino. Los dos conceptos
son necesarios: no se puede ni debe sustituir sexo por género. Son cuestiones distintas. El sexo se
refiere a lo biológico, el género a lo construido socialmente, a lo simbólico. es mejor tratar de
evitar esa utilización de género, y decir simplemente "las mujeres" o "el sexo femenino". De esa
forma se evitan las confusiones entre el género como clasificación tradicional y el género como
construcción simbólica
de la diferencia sexual. Cuando alguien defina una cuestión como un "problema de género", vale la
pena tratar de averiguar si se está refiriendo a las "mujeres" o al conjunto de prácticas y
representaciones sobre la feminidad.
3. Cómo surge la categoría género.
Stoller: lo que determina la identidad y el comportamiento masculino o femenino no es el sexo
biológico, sino el hecho de haber vivido desde el nacimiento las experiencias, ritos y costumbres
atribuidos a los hombres o las mujeres. La asignación y adquisición de una identidad es más
importante que la carga genética, hormonal y biológica. Desde esta perspectiva psicológica,
género es una categoría en la que se articulan tres instancias básicas: La asignación (rotulación,
atribución) de género. Esta se realiza en el momento en que nace el bebé, a partir de la apariencia
externa de sus genitales. / La identidad de género. Se establece a la misma edad en que el infante
adquiere el lenguaje (entre los dos y tres años) y es anterior a su conocimiento de la diferencia
anatómica entre los sexos. Desde dicha identidad, el niño estructura su experiencia vital. Ya
asumida la identidad de género, es casi imposible cambiarla. / El papel de género. El papel (rol) de
género se forma con el conjunto de normas y prescripciones que dictan la sociedad y la cultura
sobre el comportamiento femenino o masculino. Hay una división básica que corresponde a la
división sexual del trabajo más primitiva. La dicotomía masculino-femenino, con sus variantes
culturales condicionan los papeles y limitan las potencialidades humanas de las personas al
estimular o reprimir los comportamientos en función de su adecuación al género. Lo que el
concepto de género ayuda a comprender es que muchas de las cuestiones que pensamos que son
atributos "naturales" de los hombres o de las mujeres, en realidad son características construidas
socialmente, que no tienen relación con la biología.
4. Qué es una perspectiva de género.
La perspectiva de género implica reconocer que una cosa es la diferencia sexual y otra cosa son las
atribuciones, ideas, representaciones y prescripciones sociales que se construyen tomando como
referencia a esa diferencia sexual. Todas las sociedades estructuran su vida y construyen su cultura
en torno a la diferencia sexual. Hay siempre con una constante: la subordinación política de las
mujeres, a los hombres. Hasta hace poco tiempo esto se explicaba en términos "naturales" y hasta
"inevitables", contraponiendo otra constante: la diferencia biológica entre los sexos. Según las
investigaciones más recientes, es perfectamente plausible que existan diferencias sexuales de
comportamiento asociadas con un programa genético de diferenciación sexual, sin embargo éstas
diferencias son mínimas y no implican superioridad de un sexo sobre otro. Se debe aceptar el
origen biológico de algunas diferencias entre hombres y mujeres, sin perder de vista que la
predisposición biológica no es suficiente por sí misma para provocar un comportamiento. No hay
comportamientos o características de personalidad exclusivas de un sexo. Ambos comparten
rasgos y conductas humanas. La transformación de los hechos socioculturales resulta
frecuentemente mucho más ardua que la de los hechos naturales; sin embargo, la ideología
asimila lo biológico a lo inmutable y lo sociocultural a lo transformable. Un a idea, no una realidad.
Existen tres elementos: el sexo (hombre o mujer), el género (masculino o femenino según las
pautas de una cultura dada), y orientación sexual (heterosexual, homosexual/lésbica o bisexual).
5. El aprendizaje y el género.
Una perspectiva de género desde la educación abarca varios ámbitos, desde el diseño de libros de
texto y programas no sexistas hasta desarrollo de políticas de igualdad de trato y oportunidades
entre maestros. Hay que suprimir la discriminación que afecta a la población femenina, en el
terreno educativo es crucial eliminar las representaciones, imágenes y discursos que reafirman los
estereotipos de género. Considerar que se puede eliminar la discriminación sexista si se trata igual
a hombres y mujeres es desconocer el peso del género. La desigualdad tiene su correlato salarial:
las mujeres ganan mucho menos que los hombres. La desvalorización del trabajo asalariado
femenino está vinculada con la invisibilidad del trabajo doméstico y de la atención y cuidado
humanos. Todos los aspectos de la situación laboral de las mujeres están interrelacionados: la
segregación ocupacional, la discriminación salarial, el hostigamiento sexual, la sobrecarga por las
exigencias de las necesidades familiares –sólo a ellas– y por la ausencia de apoyos sociales –no
sólo para ellas. Además, cuando pretenden desempeñarse en otros ámbitos, reproducen actitudes
que refuerzan su imagen tradicional como personas "ineptas" para ciertos trabajos. Esto, sumado
a la carencia de apoyos que aligeren las labores domésticas y familiares que se consideran
"responsabilidad de las mujeres", transforma el hecho de trabajar fuera de la casa en una
situación que acarrea altos costos personales. La perspectiva de género reconoce este contexto
cultural y diseña acciones para garantizar la inserción de las mujeres en el mundo del trabajo y
para promover su desarrollo profesional y político. Un lugar privilegiado, tanto para la
modificación de pautas sexistas como para su reforzamiento, es la educación. Tanto la educación
formal (en la escuela) como la informal (en la casa y la calle) reproducen los estereotipos de
género. Como se ve, la perspectiva de género supone revisar todo, desde cómo organizamos los
tiempos y los espacios, hasta las creencias más enraizadas
6. Género, democracia y ciudadanía.
Si algo caracteriza la vida contemporánea es que amplía el marco de acción de la mujer, sacándola
del estrecho espacio de la familia para ingresar al mundo del trabajo o de la actividad política. Esto
es la consecuencia inevitable de la modernización y pone en cuestión la división del trabajo en la
familia y en la sociedad. Rompimiento de la identificación mujer/familia, que obliga a impulsar la
participación masculina en las tareas domésticas y a desarrollar una amplia infraestructura de
servicios sociales. El desarrollo agudiza la contradicción entre el rol femenino tradicional y los
nuevos roles, de ciudadana y trabajadora. Una perspectiva de género ayuda a reconocer cómo las
costumbres culturales limitan la participación femenina en la vida pública.
El Plan Nacional de Desarrollo pretende que la modernización remueva rigideces que obstaculizan
la participación, propicie que el decir y el pensar de cada vez más mexicanos influyan sobre las
acciones públicas que afectan las condiciones de su existencia, y conjugue esfuerzos individuales y
de grupo con sentido de justicia y respeto, pero ¿cómo?: desesencializar la idea de las mujeres
como seres femeninos, como madres, como cierto tipo de trabajadoras. Lo que resulta
inaceptable es sostener que la feminidad predispone a las mujeres para realizar ciertos trabajos
(de cuidado) o a ciertos estilos de trabajo (colaborativos) pues eso es plantear como "natural". Lo
que en realidad es un conjunto de complejos procesos económicos y sociales y, peor aún,
oscurecer las diferencias que han caracterizado las historias laborales de las mujeres. Una
perspectiva de género reparte las responsabilidades familiares, introduciendo un cambio en el
sistema de prioridades ciudadanas. La perspectiva de género requiere de un proceso comunicativo
que la sostenga, y la haga llegar al corazón de la discriminación: la familia. Se requiere el desarrollo
de una nueva forma de conceptualizar las responsabilidades familiares entre mujeres y hombres,
una nueva distribución de tareas y el apoyo de servicios colectivos, especialmente los de cuidado
infantil. La esencia de la justicia es tratar igual a los iguales o equivalentes (que no es decir a los
idénticos). Por eso, a partir de la forma en que se conceptualice la igualdad entre los seres
humanos, se establecerán los pasos que conduzcan a un cambio en el estatuto de las mujeres.
Para diseñar proyectos innovadores para atraer, promover y retener a más mujeres en los
espacios públicos, sean laborales o políticos es indispensable la perspectiva de género, pues ayuda
a comprender y desentrañar los códigos culturales y así se pueden mostrar –y combatir– los
prejuicios y los estereotipos de manera más eficaz. La perspectiva de género conduce a una
política que contiene las semillas de su posterior desintegración.
Cuando se alcance la igualdad de oportunidades, cuando se elimine la ceguera del género, cuando
la educación no sexista sea una realidad, cuando las pautas culturales sean más igualitarias, la
perspectiva de género desaparecerá para plantear una política de "neutralidad de género", que
trata la discriminación estrictamente cuando es intencional.
Con la perspectiva de género habría que revisar las políticas vigentes para ver si tienen o no un
impacto discriminatorio o de exclusión, y para descubrir los prejuicios y suposiciones sobre las
posibilidades y limitaciones de los hombres y las mujeres. Aun políticas que parecen "neutrales"
pueden ser problemáticas o traer consecuencias discriminatorias. Una perspectiva de género
impacta a mujeres y a hombres, y beneficia al conjunto de la sociedad, al levantar obstáculos y
discriminaciones, al establecer condiciones más equitativas para la participación de la mitad de la
sociedad y al relevar a los hombres de muchos supuestos de género que son también un peso y
una injusticia.

Texto de Daniela Cerva Cerna. Desafíos para la institucionalización.


Importancia de generar acciones institucionales sobre las propias dinámicas que reproducen las
relaciones de poder dentro de los espacios educativos. Abrir las universidades y centros de
educación superior a los estudios feministas y de género: gran oportunidad (desarrollo de un
conocimiento científico que analice y conozca las consecuencias que tiene en todos los ámbitos de
la vida la forma en que se construyen las relaciones de género, así como en el despliegue de una
estructura institucional que le dé sustento y permita su consolidación y legitimidad). Se pone de
relieve la importancia de generar conocimiento sobre las propias dinámicas que reproducen las
relaciones de poder dentro de los espacios educativos y la necesidad de establecer acciones para
este fin.
El Estado se convierte en un actor que demanda investigación, diagnósticos sobre la situación de
las mujeres y estrategias para generar políticas públicas acordes a las necesidades de esta
población, pero, sobre todo, requiere de formación y habilitación profesional para las y los
funcionarios vinculados con las políticas de género en el Estado. Las lógicas institucionales y
organizativas de los espacios académicos restringen la consolidación de un pensamiento crítico
que exige la propia mirada al espacio desde donde el conocimiento de género se produce. La
ideología de género no sólo afecta en términos de estereotipos y roles a varones y mujeres de
manera individual. Hay un entramado simbólico que forma parte de las propias estructuras
sociales que definen y organizan espacios sociales en donde la interacción humana cobra vida. Es
por ello que no basta solo con incluir mujeres en términos cuantitativos sino se trabaja con el
aspecto simbólico del género.
Dos premisas fundamentales: 1) las universidades e instituciones de educación superior (IES) son
espacios privilegiados por la resonancia social para difundir y consolidar una mirada que cuestione
la discriminación y desigualdad, 2) las IES y universidades necesitan desarrollar un proceso
sostenido de transformación de sus propias prácticas y funcionamiento organizativo con un
compromiso a favor del género. La investigación sobre mujeres y equidad de género en las
universidades surge destacando el interés por conocer la forma en que las mujeres participan de la
producción de conocimiento y de las características sexistas y androcéntricas que este entorno
supone: segregación disciplinar, que mujeres que se dedican a la vida académica no cuenten con
los mismos niveles de reconocimiento y prestigio que sus pares varones: cargas diferenciales que
pesan sobre ellas al ser las únicas responsables de mantener y conciliar vida familiar y trabajo.
Ámbitos de práctica sexista: dinámica espacial-organizativa que incluye actores (no solo
académicos) procesos (no solo investigación o docencia) y estructuras (no solo formales).
La gestión del área de género dentro de las universidades ha significado:
1. Creación de redes de trabajo entre las unidades de género de las distintas universidades en el
país que impulsan proyectos y actividades conjuntas, no obstante, adolecen de continuidad y
apoyo institucional.
2. Apoyo en recursos de parte del gobierno federal a través del Instituto Nacional de las Mujeres
para formar las unidades dentro de las Universidades, los que posteriormente no se sostienen por
las propias universidades.
3. Cambios en la administración y autoridades universitarias que afectan en la falta de continuidad
del personal, así como en la orientación de las acciones.
4. La retórica de la igualdad se instala como un compromiso que se deja ver principalmente para
ciertas fechas emblemáticas: 8 de marzo y 25 de noviembre.
5. La perspectiva de género es percibida como amenaza para las propias mujeres académicas al
contraponer el mérito exigido versus la supuesta discrecionalidad de las acciones afirmativas.
6. Desgaste y frustración de parte de las integrantes de las unidades de género, que incluso genera
competencia interna por la “propiedad del tema”, debido a la falta de espacios y recursos
existentes para desarrollar investigación y docencia.
7. Escasa incidencia y participación en instancias y comités académicos donde se negocian y
definen situaciones relativas al trabajo y vida universitaria.
8. Los espacios que forman parte del entorno de las organizaciones universitarias mantienen una
fuerte carga simbólica masculina.

Cuando hablamos del mérito (ingreso de los mejores), olvidamos que su contenido se sustenta en
las valoraciones culturales que afectan tanto a varones como a mujeres. En el discurso, entonces,
el acceso estaría sustentado en la voluntad, habilidad y esfuerzo personal y no se incluye la mirada
sobre la forma en que funcionan estos espacios como estructuras institucionales. Se rigen por
ciertas prácticas y valores sobre los cuales no han sido socializadas las mujeres: el individualismo,
la competencia, las jerarquías, etc.
Institucionalizar la perspectiva de género en la educación superior significa incluir el principio de la
igualdad de género en las prácticas y estructuras que organizan la vida universitaria, de manera
que este valor esté presente tanto en el contenido del conocimiento, como en su desarrollo como
proceso.
Aspectos centrales:
- Voluntad político administrativa explícita, que se manifieste en mandatos institucionales y
definición de acciones a favor de la igualdad de género en el nivel más alto de la jerarquía
institucional.
- Creación de unidades de género en las universidades: Esta es una de las principales estrategias
para institucionalizar la perspectiva de género, la que va acompañada de la elaboración de
programas sustentados en diagnósticos sobre la población universitaria.
-Definir la IPG de manera específica para la vida universitaria debe incluir un diseño institucional
donde las sanciones, pero también los incentivos hacia buenas prácticas en materia de actuación a
favor de la igualdad de género estén presentes.
- Formación y capacitación en género para transferir y legitimar un conocimiento más allá de los y
las especialistas en el tema. La reflexión sobre el tema de género con el personal de la
organización en todos los niveles.
Es preciso que, además de proponer cambios que vinculen las políticas educativas y sus principios
rectores con la igualdad de género, se institucionalicen los valores de la igualdad, respeto y no
discriminación, en un sentido mucho más profundo que el que supone que tanto mujeres como
varones tienen permitido ingresar a la universidad.
En síntesis, institucionalizar el enfoque de género dentro de las IES implica dar cuenta de cuáles
son las inequidades existentes, y en qué ámbitos éstas se manifiestan, pero por, sobre todo,
generar una conciencia de comunidad que comparte el valor de la igualdad como un principio
rector del quehacer universitario. Aspectos ligados al mérito, las promociones, las dinámicas de
discriminación y las posibilidades de cambio son sumamente necesarias de investigar y promover.
Es preciso institucionalizar la perspectiva de género en la educación superior con el objetivo de
incluir el principio de la igualdad de género en las prácticas y estructuras que organizan la vida
universitaria: tanto en el contenido del conocimiento, como en su desarrollo como proceso.
Reconocer las inequidades existentes, y en qué ámbitos éstas se manifiestan, estableciendo
medidas claras y continuas para revertirlas, generar una conciencia de comunidad que comparte el
valor de la igualdad como un principio rector del quehacer universitario.
Reformas normativas, creación de mecanismos o unidades de género, generación de políticas
institucionales de difusión de la noción de equidad, transformación de programas de estudio,
entre otras medidas, han sido las estrategias seguidas para institucionalizar el género en las
universidades.

Texto sobre Hellen Hardy y Ana Luisa Jiménez. Construcción de nuevas masculinidades.
La feminidad y la masculinidad parten de constructos sociales cuya educación inicia en la infancia,
si no es que, desde antes de que el ser humano nazca. A lo largo del tiempo, se han considerado
que el “deber ser hombre” implica poseer fuerza ante las adversidades, autonomía y control de las
emociones, mientras que en las características atribuidas a la feminidad tiene cabida la expresión
emocional. Así, se ha considerado a las cualidades “masculinas” como portadoras de éxito y
reconocimiento social, mientras que las cualidades “femeninas” traen consigo la desaprobación
social y estigma de debilidad, estas formas de educación que nos han sido impuestas han marcado
la vida de muchos hombres y mujeres. La figura paterna se le presenta al niño como un modelo de
disciplina y responsabilidad, el niño se desarrollará en un ambiente patriarcal.
Transformaciones actuales: desmontar formas de pensamiento producto de la masculinidad
hegemónica: liberación e integración de la mujer en el espacio público, lucha constante por
desaparecer las figuras patriarcales de las mujeres y han plantado la idea del “deber ser de los
hombres” y las contribuciones de los estudios de género, han marcado la pauta para cuestionar y
aminorar la brecha de las desigualdades.
El género: concepto dinámico, que requiere transformaciones, que está en constante cambio. Las
mujeres cada día han conseguido una mayor participación social, sin embargo, en el espacio
privado aún sigue la creencia de que las labores domésticas son responsabilidades para las
mujeres. Para construir nuevas formas de percibir la masculinidad de una forma igualitaria y con
perspectiva de género implica entonces hablar de “masculinidades y feminidades” que no son
propiamente dependientes del sexo con el que nacemos, en donde caben diversas posibilidades,
formas de pensamiento, sentires y comportamientos que no estén sujetos en el “deber de ser
hombre o el deber ser mujer”, sino en una perspectiva más justa que les permita a los hombres
cuestionar las formas en las cuales está sujeta su identidad y visibilizar las formas de trato más
justas para todas y todos; que debe partir desde el nacimiento y permanecer durante el trascurso
del desarrollo humano.

Texto de Hellen Hardy y Ana Luisa Jiménez. Políticas y estrategias en salud pública.
La masculinidad surge durante el embarazo y continúa…Las relaciones de género son los patrones
de comportamiento en que el poder y la desigualdad favorecen al hombre. Mayor participación de
la mujer en el espacio social e inserción más igualitaria del hombre en el espacio privado. Nada
impide que los hombres adopten algunas conductas femeninas y viceversa. El dilema que
enfrentan los hombres es cómo ser hombres u al mismo tiempo ser justos con las mujeres. El
dilema de las mujeres es cómo hacer las cosas que los varones hacer y reafirmarse como mujeres.
Género: construcción social que define lo que significa ser de un sexo o de otro. Es una categoría
dinámica construida socialmente. Sexo: característica biológica, anatómica. El ambiente y el
contexto social determinan las expresiones de los comportamientos asociados a lo que se
acostumbra llamar de masculinidad y feminidad. La masculinidad se ha sexualizado y es tratada
como sinónimo de virilidad. Mujer: objeto de deseo sexual para el hombre que es viril que rechaza
lo posible femenino de su conducta. Desde que son niños lo varones juegan en la calle y las niñas
más en casa. La moral se mide con diferente vara si es hombre o si es mujer. Las mujeres pueden
caer en adicciones, depresión o manifestaciones somáticas. Hay también mucha violencia sexual.
En general, falta de autonomía de la mujer para decidir y su desvalorización social en los servicios
de salud. Otra manifestación de desigualdad es en el mercado de trabajo. En el hombre hay
morbimortalidad pues corren mayores riesgos, hasta en las transmisiones sexuales o en
tratamientos de fertilidad cuando no reconocen que son ellos los del problema. La aparición del
feminismo ha traído mayor equidad entre hombres y mujeres. Nuevos métodos masculinos
anticonceptivos.
La perspectiva de género permite repensar lo que significa ser mujer y ser hombre como una
posibilidad para resignificarnos como individuos. El análisis de género permite redefinir las
diferencias entre hombres y mujeres desde las normas morales y reconstruirlas con una nueva
perspectiva. Esto implica en el hombre analizar las transgresiones y formas de vida, así como de
propiciar el autocuidado de su cuerpo, olvidando estereotipos que los someten a riesgos
innecesarios.
Teoría de liberación masculina busca escaparse de los comportamientos típicos de la masculinidad
como la opresión, agresión y dominación de la mujer. Los cambios de la mujer han provocado
conflictos emocionales en los varones, tanto en lo público como en lo privado.
El hombre debe entender que, las aparentes ventajas que le dan poder, los hacen prisioneros de
estereotipos patriarcales que los atan y ahogan.

Texto de Brian Heilman - Gary Barker - Alexander Harrison. La caja de masculinidad


“Caja de la masculinidad”: conjunto de creencias transmitidas por los padres, las familias, los
medios de comunicación, los pares, las mujeres y otros miembros de la sociedad que presionan a
los varones para que se comporten de una cierta manera. Estas presiones les exigen valerse por sí
mismos sin pedir ayuda, actuar como machos, ser físicamente atractivos, ceñirse a roles de género
que son rígidos, ser heterosexuales, realizar proezas sexuales y resolver los conflictos por medio
de la agresión. Efectos negativos en 6 ámbitos: Satisfacción con la vida y confianza en sí mismos;
Salud mental: El estado de salud mental de los hombres jóvenes es preocupante. Sus pretensiones
ocultan
profundas inseguridades, depresión y frecuentes pensamientos suicidas; Amistad y búsqueda de
apoyo: Es más probable que los hombres jóvenes reporten brindar apoyo emocional a otros que
sentirse emocionalmente vulnerables o buscar ayuda para ellos mismos; Comportamientos de
riesgo: La caja de la masculinidad es un lugar de comportamientos sumamente riesgosos,
particularmente de borracheras extremas y conducir en estado de ebriedad; Atractivo físico: Las
nociones de los hombres jóvenes acerca del atractivo físico a día de hoy se asocian concretamente
con la masa muscular y la figura corporal, y no con un sentido de la confianza y el atractivo más
interior e individual; Bullying y violencia: La caja de la masculinidad es un sitio sumamente violento
y con repercusiones negativas para los hombres jóvenes y para quienes les rodean. Como
muestran estos resultados, los daños que conlleva vivir según las normas de la caja de la
considerables. Superan incluso la satisfacción que a los jóvenes les pueda producir el ajustarse
exitosamente a estas normas, y así ser "hombres de verdad”. El proceso de liberarse de la caja de
la masculinidad no es perfectamente lineal y tampoco sencillo. ¿Esto tiene sentido? Decimos que
sí. Los hombres jóvenes necesitan apoyo para liberarse de la caja, pero no lo pueden hacer solos.
Por masculinidad se entiende una serie de significados de orden social que son dinámicos y se van
construyendo de acuerdo a [sic] las necesidades y también por la interacción de “unos con otros”.
El aprendizaje del ser masculino tiene como punto de partida el creerse con el control de todas las
emociones y sentimientos hacia sí mismo, los demás y las situaciones en general, por lo que los
varones desarrollan un espacio emocional limitado e inflexible, y llegan a confundir sus emociones
con las expectativas que su grupo social tiene de ellos.
Para comprender el significado de masculinidad y feminidad hay que tomar en consideración la
construcción social, pues según la cultura se establecen conductas para una persona en función de
su sexo biológico. Estos mandatos definen el género y el sentimiento de ser hombre o mujer, en
construcciones que se dan en los primeros tres años de vida.
Los mismos autores refieren el feminismo como uno de los movimientos trascendentales de la
historia, en la denominada ola del feminismo. Este tuvo un papel central en la visualización de la
desigualdad de las mujeres como sujetos de derecho, de derechos sociales y civiles, del derecho a
controlar su cuerpo –hoy llamados derechos sexuales y derechos reproductivos–, al placer sexual,
a la anticoncepción, al aborto, a no ser discriminadas por su orientación sexual, entre otros.
La construcción de la identidad de género no se da en un tiempo determinado; se modela y se
refuerza constantemente porque es una síntesis de las diferentes experiencias vividas; es un
proceso continuo que tiene relación con el pasado, el presente y el futuro; es también la síntesis
de las múltiples variables que condicionan o determinan la vida de las personas, como lo son la
condición por las diferencias socioeconómicas, condición étnica, etaria, salud, lingüística y política,
entre otras. Esta manera de interpretar el mundo permite conocer las diferencias sexuales que
caracterizan a las mujeres y a los hombres, y da paso a la desigualdad y a la inequidad entre estos
dos grupos. Esta desigualdad e inequidad se expresan en diferencias marcadas como un puesto de
trabajo, el desempeño profesional, la responsabilidad de la educación de los hijos e hijas, la
obligación de proveer para las necesidades básicas en el hogar, entre otras; que se les asignan a
unos y a otros solo por el hecho de ser mujeres u hombres.
Por esto, la sociedad le enseña a la mujer una serie de mandatos envueltos en una serie de mitos,
los cuales dicen que ser mujer es ser dependiente, es decir, se sienten, se piensan y se representan
en relación con las demás personas; y no en relación a sí mismas.
Los hombres tienen la necesidad de demostrar que son hombres, requieren que otros los
reconozcan. La sociedad patriarcal define al hombre como un ser potente con mandato y
autoridad, con la mayoría de aprobación de sus actos, sean de carácter positivo o negativo, se le
ha otorgado la dirección y el mandato como algo propio de su vida cotidiana, se le da el poder
sobre el resto de las personas haciéndoles creer que son los dueños del poder y del conocimiento.
Buscando el cambio: Es importante reconocer la autonomía de cada individuo, sin distinción de
género y, por lo tanto, merecedora de respeto. Así mismo, es necesario educar a los niños y niñas
de manera imparcial, sin discriminación, de tal forma que se promueva su independencia y el
desarrollo como seres humanos integrales.

Texto de Alí Roberto Chaves Jiménez. Masculinidad y feminidad: ¿De qué estamos hablando?
Anuncios publicitarios donde lo primero que resalta es la discriminación: un ejemplo de ello es la
constante mercantilización de la figura femenina. Asimismo, la música, como expresión de las
diversas subculturas que se desarrollan en la sociedad, es también reproductora de ese modelo
patriarcal, por medio de letras misóginas. Los programas de educación carecen de una perspectiva
de género que conlleve a una reflexión crítica del tema en las aulas; además, que la misma
educación
universitaria que reciben los maestros y las maestras adolece de un enfoque género sensitivo.
Dentro de los planes de estudio se minimiza el tema de género a la simple incorporación de este
como un eje transversal, y se reprime solo al hecho de escribir “los y las” para el caso que sea
necesario.
Si queremos realizar esa transformación real, sustantiva y trascendental, es necesario iniciar por
una educación universitaria con un verdadero enfoque de género.
Un requisito fundamental es incorporar, además, en este proceso transformador, a toda la
sociedad, lo cual incluye el repensar el modelo de sociedad, el pasar de un modelo capitalista a
uno en el que el respeto de lo humano esté sobre la mercantilización, ya que al existir esta
relación de subordinación (mercancías-ser humano) se da un detrimento de las relaciones sociales.
Es necesario buscar modelos alternativos en los cuales el valor de las personas esté por encima de
cualquier otro aspecto que vaya a menoscabar las relaciones entre hombre-mujer, mujer-mujer y
hombre-hombre. Un modelo que respete diversidades y la aceptación de las mismas como medios
para potencializar las relaciones de igualdad entre los géneros.
Resulta imperativo dejar atrás valores como los del capitalismo patriarcal, la mercantilización de
los cuerpos, la competitividad extrema, para pasar a un respeto de nosotras y nosotros mismos y
de las demás personas y, partir del principio de cooperación, como medio para tender puentes
que promuevan una sociedad sin discriminación. Se debe promover, desde la educación, lo que
supone repensar esta como proceso transformador de las sensibilidades necesarias para convertir
los demás entornos de la vida social.

Texto de Mauricio Menjívar Ochoa. Masculinidad y poder


Relaciones de poder remite a por lo menos tres aspectos:
1. A los procesos y estructuras de dominación y subordinación de unas personas por otras.
2. A la constitución de sujetos sociales: especialmente a partir de la resistencia a los procesos de
dominación y subordinación.
3. A la construcción de proyectos de sociedad. Estos procesos se hallan en constante tensión y
conflicto debido a la existencia de sujetos sociales con proyectos de sociedad encontrados.
La importancia de las relaciones de género se refiere a que describe las relaciones de poder entre
hombres y mujeres y la interiorización de tales relaciones partiendo, en primera instancia, de la
superioridad de lo masculino y la subordinación y devaluación de lo femenino y, en segunda
instancia, de la dominación de unos hombres sobre otros, atendiendo a un modelo de
masculinidad hegemónica. “El género es una práctica social que constantemente se refiere a los
cuerpos y a lo que estos hacen, pero no es una práctica referida al cuerpo” (Conell, 1997:35), lo
cual significa que el género existe “en la medida que la biología no determina lo social”.
Masculinidad hegemónica: “la imagen de masculinidad de aquellos hombres que controlan el
poder” y que se constituye en el parámetro de lo que en la sociedad patriarcal significa llegar a ser
un “verdadero hombre”. Nada con asuntos de mujeres. Sea el timón principal. Sea fuerte como un
roble. Mándelos al infierno.
El modelo de masculinidad hegemónica no es un modelo fijo, ni “el mismo siempre y en todas
partes”. Es más bien disputable y responde a la definición de grupos de hombres en relación con la
disposición de recursos de poder económicos y simbólicos, los cuales se redefinen de un período
histórico a otro. Aun los hombres que se encuentran fuera del modelo, disputan su espacio
recurriendo a los cuatro elementos mencionados. La conducción se complementa con el uso de la
intimidación y la violencia hacia aquellas personas sobre las que domina, de manera que a quien la
ejerce, le permite “corregir”, “encarrilar” o aniquilar a quien busca salir de su control. Por el hecho
de ser hombres, gozan de poder social y de muchos privilegios, pero la manera como hemos
armado ese mundo de poder causa dolor, aislamiento y alineación tanto a las mujeres como a los
hombres.
En este proceso los hombres llegan a suprimir toda gama de emociones, necesidades y
posibilidades
tales como el placer de cuidar de otros, la receptividad, la empatía y la compasión. Estas
emociones y necesidades, en tanto humanas, no desaparecen, sino que son sistemáticamente
reprimidas. Las suprimimos porque llegan a estar asociadas con la feminidad que hemos
rechazado en la búsqueda de masculinidad. La expresión de afectos es un campo en el que
crecemos mutilados, incapaces de enfrentar aquellas situaciones de crisis que exigen un adecuado
manejo emocional. Aun cuando parezcamos serenos y ecuánimes, lo cierto es que la ansiedad y el
temor se apoderan de nosotros.
Aun cuando parezcamos serenos y ecuánimes, lo cierto es que la ansiedad y el temor se apoderan
de nosotros, se enquistan sin poder salir adecuadamente, se transforman en ira que destruye a las
demás personas y a nosotros mismos. Esta incapacidad afectiva tiene, por tanto, terribles
repercusiones sobre nuestra vida de pareja.
Cambio: En primer lugar: desnaturalizar el orden social de género ya no como estructura
patriarcal.
En segundo lugar: multiplicidad de renuncias en relación con las comodidades de las que han
gozado los hombres en la mayoría de los espacios vitales, desde los privilegios cotidianos hasta los
cargos de poder habidos a base de la subordinación de las otras personas. En tercer lugar:
abandono de la minusvalía aprendida como hombres en lo relativo a la satisfacción de las
necesidades de las que siempre se han hecho cargo las mujeres. Desmontar el poder como
dominio sobre los otros.
Se trata de efectuar nuestras propias búsquedas, de emprender aprendizajes, entendiendo que el
aprendizaje es relacional, es decir nos sitúa en el vínculo con las demás personas cuyas opciones
debemos respetar. Se trata, en definitiva, de la construcción de un orden social distinto, realmente
satisfactorio para mujeres y para hombres.

Texto de Sandra Carmona. La institucionalización del género en México


El Gobierno de México se comprometió internacionalmente a realizar acciones tendientes a
reducir la iniquidad que vulnera a la mujer, mediante la institucionalización de la perspectiva de
género. Esto implica un conjunto de acciones para garantizar a las mujeres el acceso de manera
equitativa a las oportunidades sociales, económicas, políticas, laborales, educativas, culturales y
de salud, con la finalidad de eliminar la posición de desventaja social y vulnerabilidad de las
mujeres, la cual limita sus potencialidades y su desarrollo económico y social. el Gobierno de
México incorporó la perspectiva de género en las políticas públicas: delimitación de necesidades
específicas de atención para hombres y mujeres por parte del Estado. Diseño de las políticas:
análisis de los factores que determinan las diferencias entre hombres y mujeres desde lo biológico,
lo psicológico y lo social, las relaciones entre ambos y su participación social. Se incluyó el
concepto de equidad de género en la agenda política y la igualdad de oportunidades entre los
grupos sociales y entre los géneros, para garantizar que todos los ciudadanos tengan las mismas
oportunidades en los diferentes ámbitos.
La Asamblea proclamó el periodo entre 1976 y 1985 como el Decenio de las Naciones Unidas para
la Mujer, con la intención de unir esfuerzos y promover el avance de las mujeres a escala mundial
en tres dimensiones a): la igualdad plena de género y la eliminación de la discriminación por
motivos de género; b) la integración y plena participación de las mujeres en el desarrollo, y c) la
contribución activa de las mujeres al fortalecimiento de la paz mundial (Indeso-Mujer, 1995).
En 1995 se celebró la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer en Pekín: los gobiernos se
comprometieron a transversalizar la perspectiva de género en todas sus instituciones, políticas,
procesos de planificación y de adopción de decisiones (INMUJERES, s/f).
Al INMUJERES le compete la promoción y el fomento de las condiciones para la no discriminación,
la igualdad de oportunidades y de trato para hombres y mujeres; tiene a su cargo la comisión, el
monitoreo y la evaluación del Programa Nacional de Igualdad de Oportunidades y No
Discriminación entre Mujeres y Hombres (PROEQUIDAD), el cual contribuye al cumplimiento de los
tres ejes rectores del PND 2000-2006, que son humanismo, equidad y cambio. Los principales
objetivos del PROEQUIDAD son incorporar la perspectiva de género en los planes y programas de
la Administración Pública Federal; determinar e impulsar un marco jurídico nacional sobre
derechos para las mujeres y las niñas; fomentar la igualdad de oportunidades económicas,
educativas, de salud, de poder y toma de decisiones para hombres y mujeres; prevenir, sancionar
y erradicar la violencia contra las mujeres, y fomentar una imagen equilibrada y respetuosa de las
mujeres sin estereotipos en los ámbitos culturales, deportivos y en los medios de comunicación
(INMUJERES, s/f).
En 2007, la Comisión de Equidad de Género, aprobó la Ley General de Acceso de las Mujeres a una
Vida Libre de Violencia (LGAMVLV). Esta ley es la primera ley en Iberoamérica en definir desde la
perspectiva de género y de los derechos humanos de las mujeres las diferentes modalidades de la
violencia —familiar, institucional, laboral, comunitaria y feminicida— y en instaurar los
mecanismos para la erradicación de cada una. Introdujo la figura “alerta de violencia de género”,
tendiente a poner en marcha los mecanismos de protección de los derechos humanos de las
mujeres.
Son funciones del Observatorio de Medios: dar seguimiento a las denuncias sobre el sexismo en
los medios de comunicación; canalizar las denuncias relacionadas con el sexismo en los medios;
ofrecer un espacio de comunicación (contacto directo) con las audiencias; elaborar informes y
recomendaciones para eliminar el sexismo en la publicidad; reconocer el esfuerzo de quienes
difunden mensajes que fomentan una imagen equilibrada de las mujeres; establecer reuniones
periódicas con el personal directivo y responsable de las empresas e instituciones involucradas a
fin de plantear y diseñar estrategias encaminadas a la eliminación del sexismo y los estereotipos
de género en sus programaciones y publicidad, y hacer conciencia entre las usuarias y los usuarios
sobre la importancia de la denuncia y las implicaciones sociales de la publicidad sexista.
La transversalización de la perspectiva de género: la Plataforma de Acción de la Cuarta
Conferencia Mundial de la Mujer establece tres objetivos estratégicos para alcanzar la equidad
entre hombres y mujeres: 1) crear mecanismos nacionales y órganos gubernamentales para el
adelanto de la mujer, 2) integrar la perspectiva de género en las legislaciones, políticas, programas
y proyectos estatales y 3) difundir datos e información destinados a la planificación y a la
evaluación desglosados por sexo.
En todo el país, la voluntad política de alcanzar la equidad entre mujeres y hombres se ha
orientado a realizar acciones que promuevan la integración de la perspectiva de género en la
administración pública; comenzó en la legislación como fundamento normativo y después se
instituyó a través de mecanismos gubernamentales. A partir de estos hechos, diversas
instituciones de la administración pública han realizado acciones para integrar la perspectiva de
género en sus planes, programas y estrategias de acción, tanto nacionales como estatales y
municipales.

Texto sobre Estela Serret Bravo. Transversalidad e institucionalización.


Transversalizar implica que la valoración de las cualidades de hombres y mujeres deba
ser equitativa, comenzando por la asignación de salarios, considerando que cualquier
acción social tiene repercusiones para hombres y mujeres en donde no basta con
aumentar el número de mujeres que participan en las decisiones de interés social, sino
tomar en cuenta sus conocimientos, experiencias e intereses. La transversalización fomenta que
para institucionalizar la perspectiva de género se requieren acciones concretas en donde se
establezca un sistema de normas, sanciones e incentivos en relación al género, lo cual ayuda a
regular las acciones que se tomen en cualquier institución e instancia gubernamental, dentro del
ámbito público y privado para establecer pautas para el goce de derechos de hombres y mujeres.
Las políticas públicas son todas aquellas acciones gubernamentales de interés público. Al respecto,
no hay intereses indiferentes al género, por lo que es necesario un diagnóstico, el cual va a
permitir identificar las necesidades y experiencias para la detección y propuestas que contribuyan
a enfrentar los problemas sociales.
Principios para la transversalización de las políticas públicas: Diagnóstico-Seguimiento-Totalidad-
Voluntad política-Recursos adecuados-Programas especiales.
Existen varias razones para transversalizar la perspectiva de género, una de las principales es que
contribuye a cimentar la equidad como componente básico de las relaciones sociales, consolida la
democracia y establece las bases para el buen ejercicio de la ciudadanía.

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