Está en la página 1de 2

ORACION PASCUA

MONICIÓN DE ACOGIDA (antes del canto)

A pesar de las muchas malas noticias que últimamente oímos por la televisión, por la radio o
que leemos en los periódicos, para los cristianos y, en realidad, para todo el mundo existe una
Buena Noticia: ¡¡¡JESÚS HA RESUCITADO Y VIVE ENTRE NOSOTROS!!!

Hoy, vamos a realizar un camino junto a los dos discípulos que se dirigían a Emaús. Vamos a
ponernos en marcha buscando aquellos lugares donde, desde la fe, creemos en la presencia de
Cristo Resucitado precisamente porque confiamos en su promesa y en su deseo de quedarse
junto a nosotros.
No son los únicos sitios de encuentro con Cristo pero, por su palabra, su presencia está
asegurada.

Con alegría, aclamemos al Dios de la Vida y acojamos la presencia de su Hijo que está ya en
medio de nosotros.

REFLEXIÓN 1 (después de la lectura de la primera parte del texto de Emaús)

Nosotros también recorremos nuestro propio camino. Quizás, Jesús se nos ha acercado, pero la
ceguera de nuestro corazón o el tener la cabeza en otras cosas o nuestras dudas y desconfianzas
han hecho que no le reconozcamos.
Durante estos días, hemos vivido las celebraciones más importantes para un cristiano. En ellas
hemos visto a Jesús cenando con sus discípulos, lavando los pies en actitud de servicio y
entrega; abandonado, solo y traicionado en el huerto de Getsemaní; crucificado, asesinado y
sepultado como cualquier muerto. Finalmente, hemos celebrado el gozo de su resurrección, de
la vida que no se acaba, del amor que no puede ser vencido por la muerte. ¿Dónde hemos estado
nosotros estos días?, ¿qué ha dificultado el poder acompañar a Jesús en estos momentos
cruciales de su vida?, ¿cómo hemos vivido la Pascua?

Ahora, nos ponemos en parejas, como los dos discípulos de Emaús, y compartimos estas
preguntas. Apuntamos lo que nos ha resultado más significativo, más importante, en el punto
de libro.

REFLEXIÓN 2 (después de la lectura)

Uno de los lugares seguros de encuentro con Cristo es su Palabra. Por eso, ahora, encendemos el
cirio pascual, que representa su presencia entre nosotros.
Como discípulos de Jesús, toda nuestra vida ha de pasar por la Palabra porque confiamos en que
sólo Él tiene palabras de vida plena, de una vida vivida al cien por cien, a tope, con pleno
sentido. La Palabra nos habla, Cristo nos habla. Sólo hemos de escuchar a través de una
confianza sencilla que brota de un corazón que busca, de vez en cuando, el silencio para
encontrarse con el Señor.

Ahora, uno de la pareja se levanta y pone el punto de libro en el lugar que quiera de la Biblia
simbolizando ese deseo y ese compromiso de que nuestra vida pase por la Palabra. Después,
coge un papel del cestillo: es un frase de la Biblia, es una palabra que, hoy, el Cristo Jesús, te
dirige. Después, nos sentamos y la compartimos con nuestro compañero de camino. Lo hacemos
en silencio, meditando y guardando esa palabra en nuestro corazón.

REFLEXIÓN 3 (Idem)
Cada día, Jesús viene a nosotros, a nuestra vida en un trocito de pan y un poco de vino. Es la
Eucaristía. Es Jesús mismo que se entrega para quedarse en mi interior, para hacernos crecer,
desde dentro, en libertad y en un amor que se entrega de forma solidaria con los que me rodean,
sobretodo los más pobres, los apartados, los tirados a la orilla de nuestro camino.
Ahora, se nos repartirá un trocito de pan. Este pan es donde Jesús se nos hace cercano. ¡¡Qué
gran idea el haberse quedado en algo tan cotidiano, tan nuestro, tan asequible, tan sencillo pero
a la, vez tan imprescindible!!
En silencio, meditamos sobre el trocito de pan, lo que significa para cada uno de nosotros y lo
que significa que en él, Jesús se ofrece cada día para alimentar y dar más vida a nuestra vida.

REFLEXIÓN 4 (Idem)

Vamos a repartir unas velas para encenderlas del cirio pascual. La Luz, que es Cristo, es capaz
de inundar toda oscuridad, toda sombra de muerte, toda tristeza y angustia. Acoger esta luz en
nuestra vida, la luz que r4cibimos en la bautismo, siginifica acoger la invitación a ser portadores
de la Luz a nuestro mundo, a nuestras casas, a nuestros ambientes: el trabajo, la universidad...
¿Nos atrevemos a vivir a Cristo para los demás? Esta Buena Noticia ha de ser compartida, igual
que los discípulos de Emaús que, en seguida, salieron corriendo a comunicarla. Jesús también
está presente en nuestro mundo, en nuestras calles, en el que tiene sed, en el que está desnudo,
en el que está prisionero, marginado... La Pascua nos llama a vivir desde el amor que se entrega
y que es capaz de encender y calentar tanto corazón frío y endurecido.

En un momento de silencio pensemos en aquellos lugares, situaciones y personas que necesitan


de la Luz, que necesitan de la Buena Noticia de Cristo en sus vidas. Después, en voz alta,
pedimos por todo ello.

MONICIÓN AL PADRE NUESTRO

Cuando los discípulos de Emaús vuelven a Jerusalén Jesús ya había estado allí. Jesús está en
medio de la comunidad, de todos los que creen en él y aman como él. Unidos a Cristo nos
dirigimos a Dios con la oración que nos hace hermanos entre nosotros e hijos de un mismo
Padre.

También podría gustarte