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FACULTAD DE EDUCACION Y CIENCIAS SOCIALES

MAGISTER EN DIRECCIÓN Y LIDERAZGO PARA LA GESTIÓN EDUCACIONAL

ARTÍCULO DE ESTUDIO

“NO NACEMOS DEMÓCRATAS, APRENDEMOS A SERLO”. FORMACIÓN


CIUDADANA EN CHILE: LIDERAZGO, GESTIÓN E IMPLEMENTACIÓN
ESCOLAR.

PARA OPTAR AL GRADO DE MAGÍSTER EN DIRECCIÓN Y LIDERAZGO PARA LA


GESTIÓN EDUCACIONAL

SERGIO SEBASTIÁN PASTENE ORTEGA

PROFESORA GUÍA: PILAR SALAZAR NORESE

SANTIAGO – CHILE
2020

spastene@gmail.com

1
Resumen

El presente artículo busca analizar la puesta en marcha de la Ley 20.911 (2016), referente
a la Formación Ciudadana dentro del sistema escolar chileno. A través de una revisión
bibliográfica de los principales objetivos que persigue el actual plan, se apunta a
determinar los sellos característicos del programa de Formación Ciudadana en Chile.
Además, estudiar su proceso de implementación y realizar una propuesta en la que se
resalte la importancia que tiene el liderazgo directivo y docente en su materialización, ya
que bajo este paradigma, quien dirige actúa como un facilitador de las buenas prácticas
que se pueden implementar para el éxito de dicho plan en los distintos espacios escolares.
Como conclusión, se llega a que la ejecución satisfactoria del plan depende en gran
medida de la gestión institucional desde el liderazgo pedagógico y de una didáctica que
desarrolle y contextualice estrategias para “enseñar a enseñar’ ciudadanía.

Palabras claves: Formación ciudadana – Buenas prácticas – Democracia – Participación ciudadana –


Derechos – Deberes.

Keywords: Citizen education – Good practice – Democracy – Citizen participation –Rights - Duties.

Introducción.

En el escenario actual, la participación de la ciudadanía resulta trascendental y


fundamental dentro de la discusión y construcción de una sociedad contemporánea
democrática, consciente, inclusiva y enfocada en la búsqueda del bien común. Sobre todo,
considerando los sucesos ocurridos a partir del 18 de octubre de 2019 en nuestro país -
denominado hasta ahora “Estallido o Despertar social”- que han puesto en primer plano
del debate colectivo una serie de temáticas relevantes para el desarrollo social,
institucional, político y económico de la población que habita en Chile1.

1
Existe consenso entre los analistas de diversas áreas de las ciencias sociales que el 18 de octubre de 2019,
fue el punto de inicio del llamado “Despertar social” bajo el cual cientos de miles de manifestantes han
cantado a diario la misma consigna en las calles: "Chile despertó". Lo que empezó siendo un llamado de los
estudiantes secundarios a colarse en el Metro de Santiago para protestar contra el aumento de la tarifa se
ha convertido en la mayor convulsión social desde la caída de la dictadura de Augusto Pinochet en 1990.

2
Sin embargo, esta necesidad no es nueva y desde finales del siglo XX se ha
implementado progresivamente en el país, desde el Ministerio de Educación, planes de
Formación Ciudadana en los establecimientos educacionales reconocidos por el Estado2,
el cual viene a aportar al desarrollo de la vida democrática, pretendiendo conseguir una
ciudadanía activa y consciente de la convivencia dentro de un Estado de Derecho.

Un principio de gobernanza en el que todas las personas, instituciones y entidades,


públicas y privadas, incluido el propio Estado, están sometidas a leyes que se promulgan
públicamente, se hacen cumplir por igual y se aplican con independencia, además de ser
compatibles con las normas y los principios internacionales de derechos humanos.
Asimismo, exige que se adopten medidas para garantizar el respeto de los principios de
primacía de la ley, igualdad ante la ley, separación de poderes, participación en la
adopción de decisiones, legalidad, no arbitrariedad, y transparencia procesal y legal
(Organización de las Naciones Unidas)

Tras las conclusiones entregadas al segundo gobierno de Michelle Bachelet Jeria3,


por la “Comisión Engels”4, sumado a los diagnósticos de académicos, debates en
diferentes instituciones y discusiones parlamentarias, fue que durante el año 2016 se

Recuperado en 18 de noviembre de 2019: https://www.cooperativa.cl/noticias/pais/manifestaciones/de-


los-saltos-de-torniquetes-al-acuerdo-constitucional-el-mes-en-el-que/2019-11-18/055609.html
2
Desde la reforma curricular de los años noventa, el concepto de Educación Cívica fue ampliado al de
formación ciudadana para incluir, junto a los conocimientos sobre el funcionamiento del sistema político, los
conocimientos, actitudes y habilidades que permiten formar ciudadanos activos y comprometidos con su
comunidad.
3
En su Informe Final, el Consejo señala: Prevenir y disminuir la incidencia de actos de corrupción y de faltas
a la probidad requiere un sistema educacional que forme en valores cívicos de respeto a la convivencia y
fomento del bienestar común. Una educación para los desafíos que enfrenta el país debe poner la formación
cívica como un eje transversal que permita preparar a niños/as y jóvenes para enfrentar dilemas éticos a lo
largo de sus vidas (…) Informe Final: Consejo Asesor Presidencial contra los Conflictos de Interés, el Tráfico
de Influencias y la Corrupción, 24 de abril 2015, pp. 89-90
4
Durante el segundo gobierno de la presidenta Michelle Bachelet (2014-2018) fue formado el “Consejo
Asesor Presidencial contra los Conflictos de Interés, el Tráfico de Influencias y la Corrupción” conocida
también como “Comisión Engels”. Tras meses de investigación y reuniones el Consejo presentó su informe
final de 217 páginas el 24 de abril de 2015, con 234 propuestas que buscaban reforzar la probidad y la
transparencia en el sector público y privado. Con esta información, el 29 de abril la presidenta Bachelet
comunicó en cadena nacional parte de las medidas del informe entre las que se encuentran la creación del
Plan de Formación Ciudadana actual. «Ésta es la Comisión Presidencial contra la Corrupción y el Tráfico de
Influencias». Recuperado el 27 de noviembre de 2019. www.cooperativa.cl (10 de marzo de 2015).

3
promulgó la Ley 20.911 que estableció tanto el Plan de Formación Ciudadana5, como
también la creación de la asignatura Educación Ciudadana6 (Ministerio de Educación de
Chile, 2016).

El surgimiento de esta propuesta, nació como respuesta a la creciente desafección


por la política tradicional, demostrada en factores palpables dentro de nuestra sociedad
como son la abstención electoral, insatisfacción por el modelo económico y desconfianza
hacia algunas instituciones estatales y privadas. Sumado además a los diversos casos de
conflictos de interés en política que han sido develados en los últimos años (Agencia de
Calidad de la Educación, 2016). Esto conlleva a que el plan implementado en Chile tenga
características propias que lo diferencian y/o acercan a otros planes educativos
desarrollados en esta materia en el resto del mundo.

El actual plan tiene como fin desarrollar dentro de las escuelas un proceso
formativo continuo, desde la Educación Parvularia hasta el nivel de Enseñanza Media que
sea transversal a las diferentes actividades e instancias de aprendizaje que los y las
estudiantes tienen dentro de su experiencia escolar. Además, la Ley establece tres
obligaciones al Ministerio de Educación: en primer lugar, asesorar a las comunidades
educacionales en la elaboración de sus respectivos planes de Formación Ciudadana. En
segundo lugar, entregar las orientaciones y recursos educativos necesarios para que
directivos y docentes puedan acercar la Formación Ciudadana a las diferentes
asignaturas7. En tercer lugar, fomentar que en la formación inicial docente esté presente
la formación ciudadana y educación cívica (Ministerio de Educación de Chile, 2016).

Es en este contexto que resulta fundamental, que los directivos, docentes y


profesionales de la educación de los distintos establecimientos conozcan la propuesta y
desde sus distintas posiciones de gestión y liderazgo, puedan contribuir y facilitar la

5
Según la ley, este plan debe estar estrechamente vinculado con el Proyecto Educativo Institucional (PEI) y
el Plan de Mejoramiento Educativo (PME) de jardines infantiles, escuelas y liceos del país.
6
Según lo dispuesto en la ley la nueva asignatura será obligatoria para 3° y 4° medio a partir de 2020 y se
denominará Educación Ciudadana.
7
En el caso de la Educación Parvularia, el plan de Formación Ciudadana se desarrollará de acuerdo a las
características particulares de ese nivel, por ejemplo, a través del juego.

4
ejecución y el cumplimiento de los objetivos del plan de Formación Ciudadana. Para ello
se debe comprender que este es un proceso intencionado que busca socializar
aprendizajes, actitudes y reflexiones sobre materias relacionadas a la política, democracia,
ciudadanía, medio ambiente, género, los derechos y deberes asociados entre otras
temáticas. Pero también, busca otorgar experiencias a los y las estudiantes que les
permitan aprender a convivir con otros, organizarse, dialogar, valorar la diversidad social y
cultural del país, respetar los Derechos Humanos y la participación en temas de interés
público, entre otras materias. “Entre todas las instituciones que facilitan la adquisición y
perfeccionamiento de destrezas para la convivencia democrática, la escuela es la que
puede distribuir más equitativamente en todos los ciudadanos las competencias para
participar efectivamente en una democracia.” (Villegas-Reimers, 2005)

De este modo, el presente artículo tiene como objetivo central realizar una
revisión bibliográfica sobre el plan de Formación Ciudadana actual, definiendo sus sellos
característicos, analizar el proceso de implementación y entregar una propuesta para su
ejecución desde la gestión y el liderazgo pedagógico en las escuelas del país.

Los sellos del plan de Formación Ciudadana en Chile.

La Formación Ciudadana no es la solución a los problemas que existen en nuestra


sociedad, pero si es un aporte. Debemos considerar que en Chile, históricamente se han
dado desigualdades anteriores y profundas que son multicausales y a su vez provocan
variados efectos en distintos ámbitos. Insertos en un modelo neoliberal que tiende a
acciones mayormente individualistas y a la competencia, por sobre las colectivas y la
cooperación, en la actualidad existen grupos que desconfían de las formas tradicionales
de organización y participación política. Esto profundizado por los abusos permanentes
que se han dado en variados sectores de nuestra sociedad tanto en los espacios privados
como públicos.

La complejidad de la formación ciudadana en el contexto actual está marcada por el


declive de la nación como referente, la crisis de la democracia y la emergencia de valores
individuales, locales y universales (Biblioteca del Congreso Nacional de Chile, 2016).

5
El Plan de Formación Ciudadana en Chile es un intento por recuperar aquellas
confianzas perdidas, en un contexto que releva la democracia como modo de organización
y forma de vida. Una educación democrática, en el doble sentido de educar para la
democracia y en democracia, es a la vez un fin y un medio de la educación (Bolívar, Educar
Democráticamente para una Ciudadanía Activa, 2016). La propuesta se sustenta en un
conjunto de acciones dirigidas a que los y las estudiantes integren conocimientos,
habilidades y actitudes que posteriormente les permitan materializarlas en acciones
concretas y cotidianas dentro de la sociedad8. En otras palabras, el Estado sigue confiando
en la democracia y en la educación como forma de difundirla.

La escuela actual, pese a sus límites, no puede eludir la formación ciudadana y no puede
descuidar las prácticas de una buena convivencia. La educación no se agota en la
formación de destrezas y habilidades para acceder a la educación superior y al mundo del
trabajo (Biblioteca del Congreso Nacional de Chile, 2016).

Por medio de la educación el Estado busca mejorar los procesos de participación


democrática y el compromiso cívico al interior de la sociedad. La confianza en la
educabilidad de las personas fueron (y son) elementos fundamentales para la formación
de los ciudadanos y del éxito en la construcción del Estado Nación. (Tedesco, 1995)

Uno de los cambios fundamentales que posee el plan vigente9 respecto a otros que
han servido en el pasado10, es el cambio de paradigma que transita desde una Educación

8
La Ley 20.911 explicita que los establecimientos educacionales reconocidos por el Estado deberán incluir
un Plan de Formación Ciudadana que “brinde a los estudiantes la preparación necesaria para asumir una
vida responsable en una sociedad libre y de orientación hacia el mejoramiento integral de la persona
humana, como fundamento del sistema democrático, la justicia social y el progreso. Asimismo, deberá
propender a la formación de ciudadanos, con valores y conocimientos para fomentar el desarrollo del país,
con una visión del mundo centrada en el ser humano, como parte de un entorno natural y social”
9
El plan se enmarca en lo que conocemos como currículo nacional. En este sentido, cabe aclarar que la
definición utilizada al respecto, detalla que éste es una selección cultural con propósitos formativos, que
organiza la trayectoria de los estudiantes en el tiempo y que, en los contenidos, esquemas mentales,
habilidades y valores que contribuye a comunicar, es un regulador mayor de su experiencia futura
(Bernstein, 1990).
10
La preocupación y materialización de la Educación Cívica, como actividad curricular con objetivos y
contenidos propios, surge en Chile, en el siglo XX. Sin embargo, no hubo consenso respecto a su forma de
inserción en el currículo escolar. En 1912, se establece por primera vez la asignatura de “Educación Cívica”,
en 5º y 6º año de Humanidades, con dos horas semanales, setenta años después del primer Plan de Estudios
de Humanidades.

6
Cívica basada en el conocimiento institucional a una mirada de la Formación Ciudadana
como competencia para la vida en sociedad. Es por ello que las competencias necesarias
son “la capacidad de responder a demandas complejas y llevar a cabo tareas diversas de
forma adecuada, supone una combinación de habilidades prácticas, conocimiento,
motivación, valores, actitudes, emociones y otros componentes sociales y de
comportamiento que se movilizan conjuntamente para lograr una acción eficaz.” (OECD,
2010) A su vez, los objetivos del Plan de Formación Ciudadana explicitados en la ley, son
variados y se pueden detallar de la siguiente forma:

A. Promover la comprensión y análisis del concepto de ciudadanía y los derechos y deberes


asociados a ella, entendidos éstos en el marco de una república democrática, con el
propósito de formar una ciudadanía activa en el ejercicio y cumplimiento de estos derechos
y deberes.
B. Fomentar en los estudiantes el ejercicio de una ciudadanía crítica, responsable,
respetuosa, abierta y creativa.
C. Fomentar en los estudiantes la valoración de la diversidad social y cultural del país.
D. Fomentar la participación de los estudiantes en temas de interés público.
E. Garantizar el desarrollo de una cultura democrática y ética en la escuela.

Al realizar una mirada a estos objetivos se desprende que existe una


intencionalidad de generar estudiantes capacitados de ejercer una ciudadanía crítica,
responsable y al mismo tiempo respetuosa de la diversidad. Esto es lo que en la actualidad
se define bajo el concepto de ciudadanía activa en democracia. De esta forma, “la
ciudadanía es un proceso complejo y multidimensional que es necesario establecer en su
contexto político e histórico… Ciudadanía democrática, específicamente, se refiere a la
participación activa de los individuos en el sistema de derechos y responsabilidades que es
el destino de los ciudadanos en las sociedades democráticas”. (Council of Europe)

Bajo esta mirada, los y las ciudadanas deben actuar conscientemente dentro de su
comunidad de manera autónoma, deliberante y participativa11. La propuesta enfatiza que

11
En este sentido, a lo largo del plan se desarrollan elementos como la teoría política y formación ética para
el ejercicio democrático.

7
son ellos y ellas las que deben aportar en la construcción de una sociedad mejor tanto en
el presente como futuro12.

Educar para la ciudadanía supone apostar por un modelo pedagógico, no solamente


escolar, en el cual se procura que la persona construya su modelo de vida feliz y al mismo
tiempo contribuya a la construcción de un modo de vida en comunidad justo y
democrático. –esta doble dimensión individual y relacional, particular y comunitaria, debe
conjugarse en el mismo tiempo y espacio si lo que pretendemos es construir ciudadanía y
sobre todo si esta se pretende en sociedades plurales y diversas (...) La segunda mitad del
siglo XX, caracterizada por la lucha y la profundización de los derechos humanos, debe ser
completada, no substituida pero sí completada, en el siglo que iniciamos por la lucha y la
profundización en los deberes que como seres humanos hemos de asumir en nuestra
convivencia diaria y con una perspectiva de futuro (…). Esto exige formar no solo
ciudadanos que defiendan y luchen por los derechos de primera y segunda generación,
sino que también reconozcan la diferencia como factor de progreso y estén dispuestos a
luchar para que esta no induzca desigualdades e injusticias (…). (Martínez, 2018)

Esto constituye un importante desafío, considerando que la educación para la


ciudadanía, debidamente reformulada, debe integrar la diversidad cultural, junto con
reconocer y valorar las diferencias que existen dentro de cualquier sociedad. De ahí la
exigencia, tal como plantea Antonio Bolívar, de dar reconocimiento en la implementación
del plan a la diversidad cultural de la que son parte los grupos indígenas, étnicos o
culturales.

Un tema silenciado hace unas décadas, bajo un mestizaje uniformador en Iberoamérica, se


ha convertido en centro de la discusión social, afectando a las metas, sentido y prácticas
docentes de la educación pública. Por su parte, el incremento de inmigración a los países
occidentales europeos (provocada por la globalización y la baja natalidad) está dando lugar
a sociedades crecientemente pluriculturales que exigen, igualmente, una respuesta
escolar (Bolívar, Ciudadanía y escuela pública en el contexto de diversidad cultural, 2004).

12
Esta idea tiene completa coherencia con lo planteado en el artículo 21 de la Declaración Universal de los
Derechos Humanos “Toda persona tiene derecho a tomar parte en el gobierno de su país, directamente o a
través de representantes libremente escogidos”.

8
Así, se desprende que desde el plan se avanza como sistema educativo nacional a
abordar distintas áreas del quehacer social y escolar de los y las estudiantes desde una
mirada inclusiva. Tal como plantea Pérez Tapias (2002), en la actualidad los planes
educativos se ven en la necesidad de transitar desde la multiculturalidad (fáctica) hacia la
interculturalidad13 como propuesta educativa y social, desde la pluralidad cultural como
hecho, al pluralismo como valor.

Es positivo entender que cualquier programa de política educativa, sea macro o


micro, debe ser intercultural14, es decir, posicionarse desde la defensa de un saber, unos
valores y unas normas de convivencia comunes pero enriquecidos con las aportaciones de
todos y respetuosos de otras diferencias que no atenten contra ellos (Fernández Enguita,
2002).

Además, este es un plan que promueve la discusión política, que durante muchos
años fue minimizada dentro de las interacciones al interior de la escuela, sea por la
censura, miedo o desinterés. La política, siempre es necesaria y bajo esta lógica puede ser
definida como la actividad mediante la cual se concilian intereses divergentes dentro de
una unidad de gobierno determinada, otorgándoles una parcela de poder proporcional a
su importancia para el bienestar y la supervivencia del conjunto de la comunidad. (Crick,
2001)

No es solo una nueva asignatura.

Un elemento novedoso dentro del plan tiene que ver con la recuperación de una
asignatura que trate directamente estas materias bajo el nombre de Educación

13
El concepto multicultural pone el énfasis en cada cultura, y busca la coexistencia entre éstas, dando origen
a políticas y programas educativos, de salud, y otros, con el fin de responder a las necesidades e intereses de
las diversas comunidades culturales lingüísticas y étnicas que conforman una nación. Por otro lado, el
concepto intercultural se centra en la interacción entre grupos diversos, y busca las convergencias sobre las
cuales establecer vínculos y puntos en común entre éstos, poniendo el acento en el aprendizaje mutuo, la
cooperación y el intercambio (Biblioteca del Congreso Nacional, 2016).
14
En América Latina, el concepto de interculturalidad tiene su mayor desarrollo en el campo de la
educación, en la educación bilingüe e indígena, y está generalmente asociada con las políticas educativas
promovidas por los pueblos indígenas, por ONGs, o por el Estado.

9
Ciudadana15. En cuanto a sus objetivos, esta se plantea como un espacio que busca que
los y las estudiantes comprendan el sistema democrático para que se desenvuelvan en él,
participando de forma activa y corresponsable en la construcción de una sociedad
orientada hacia el bien común, la justicia social y el desarrollo sustentable (Unidad de
Curriculum y Evaluación, 2019).

Esta nueva mirada, supera la visión tradicional que tuvo la Educación Cívica. Puesto
que, durante la primera parte del siglo XX, la clase estaba centrada en la noción de patria y
su historia, los derechos y deberes ciudadanos y la organización del Estado16. Durante
esos años, más que enfatizar en la defensa y ampliación de los derechos, se insistía en las
obligaciones tales como la inviolabilidad de la propiedad privada, el respeto a la ley y a la
Constitución, el pago de contribuciones de bienes raíces y el servicio militar (Museo de la
Educación Gabriela Mistral). Por tanto, estaba construida para otra sociedad, no
democrática, en la cual la escuela tenía el patrimonio del conocimiento. Tal como señala
Cox (2005):

“Tradicionalmente el currículum referido a la política, la nación y la ley, se concretó en una


asignatura de ‘educación cívica’, frecuentemente ubicada al final de la educación
secundaria. Su foco era el conocimiento del gobierno y sus instituciones. (…) esta visión ha
sido superada internacionalmente”

En la actualidad, el cómo se desarrolla la Formación Ciudadana varía a lo largo y


ancho del mundo, respondiendo a las propias características sociales y regímenes políticos
que cada Estado tiene. Algunos países han mantenido una asignatura única a lo largo de
todos los niveles de la secundaria. Mientras que otros, han optado por integrar los

15
La Educación Cívica o ciudadana impartida a través de una sola asignatura especializada es la forma
predominantemente aceptada por el profesorado de los países de reciente democratización en Europa del
este; mientras que la forma adoptada por la reforma curricular chilena –integrada a Ciencias Sociales y a
otras asignaturas-, es la propia de la mayoría de las democracias más maduras.
16
A fines del siglo XIX y principio del XX, los programas de estudio reforzaban las nociones de ciudadanía,
memoria e identidad, estableciendo los deberes y derechos de diversos sujetos. Así, en el ramo de Historia
se enseñaba cómo se formó el Estado, el desarrollo de las instituciones, el trabajo realizado por la libertad,
el desarrollo y la estabilidad de la patria, temas que se relacionaban con los contenidos de la Educación
Cívica. Diferenciaba alcances de ciudadanía según origen social. Elite era formada para controlar el aparato
estatal, y al resto se le pedía obediencia y disciplina.

10
contenidos en una asignatura como es Historia y/o Ciencias Sociales, complementando la
formación con los contenidos desarrollados en las demás asignaturas. Por último, están
aquellos países que han optado por incorporar la Formación Ciudadana como un tema
transversal en todo el currículo, pero sin asignarle horas específicas en el plan de
estudio17.

En el caso chileno, la nueva asignatura enfatizará la importancia de desarrollar la


capacidad de analizar conflictos y problemáticas públicas18 en diversas escalas (local,
nacional y global) y de integrar asuntos como la interculturalidad, el género y la diversidad
en el currículum educativo (Biblioteca del Congreso Nacional de Chile, 2019).

Tal como sabemos, en la actualidad corren tiempos convulsos en diversas


materias, por lo que desarrollar una propuesta de este tipo es enriquecedor y al mismo
tiempo un desafío para los educadores y establecimientos. Lamentablemente debemos
considerar que en Chile existe un desfase entre las políticas y el rol docente en esta
materia19. Lo que se dispone desde el ente rector de la educación en muchos casos no
tiene completa aplicabilidad en las aulas, debido a un conjunto de factores externos que

17
Desde los años setenta la Internacional Association for the Evaluation of Educational Achievement, (IEA)
ha diseñado y aplicado mediciones internacionales sobre conocimiento cívico y participación ciudadana.
18
“Se espera que los jóvenes reflexionen, conozcan, ejerciten y evalúen sobre diversas formas de
participación ciudadana, considerando sus impactos y aportes al bien común a partir de experiencias
personales, escolares o bien mediante la investigación de fenómenos sociales contemporáneos. Además, se
busca fortalecer las habilidades críticas, comunicativas y de argumentación necesarias para el ejercicio de la
autonomía, la construcción de acuerdos y la resolución pacífica de conflictos en una sociedad democrática.
Finalmente, resulta fundamental promover que las prácticas ciudadanas de los estudiantes resguarden la
dignidad del otro, fortalezcan la democracia y promuevan la sana convivencia, a través del desarrollo de la
capacidad discernir y actuar basado en principios éticos, valores democráticos y virtudes públicas”.
Programa de Estudio Educación Ciudadana 3° Medio, Equipo de Desarrollo Curricular, Unidad de Currículum
y Evaluación, Ministerio de Educación, 2019.
19
Existe una baja preparación entre los docentes en esta materia. Los programas no han sido capaces de
capacitarlos generando una formación inicial deficitaria. A lo anterior se suma el temor de los docentes a
tratar temas políticos contingentes, la baja apropiación curricular sobre la formación ciudadana y el
desconocimiento del espacio curricular que ocupa este tema dentro del currículum escolar. Otras
dificultades aluden a la organización burocrática de la formación inicial, detectándose un divorcio entre la
teoría y la práctica, una excesiva fragmentación del conocimiento que se imparte y una insuficiente
vinculación con las escuelas. Así mismo se señala que existen otras falencias, incluyendo el desarrollo de
habilidades y actitudes pertinentes a la formación en el ámbito de los valores ciudadanos. (Vaillant y García,
2012).

11
influyen en los desfases entre las comprensiones, actuaciones y demandas en temas como
la Formación Ciudadana dentro del sistema escolar.

“hay una gran diversidad en el tipo de formación recibida y en la comprensión de las ideas
que tienen los docentes sobre qué es formar ciudadanos en la escuela, esto no ocurre del
mismo modo en sus clases, donde las estrategias son mucho más homogéneas… Al
momento de planificar sus clases, los docentes se basan más en su experiencia de ejercicio
ciudadano antes que en la formación académica recibida en la universidad” (Reyes,
Campos, Osandón, & Muñoz, 2013).

Este punto es relevante, ya que como lo menciona el informe de Reimers, la


Educación Ciudadana tiene en el profesorado su eslabón más decisivo y trascendente. De
las capacidades de los maestros depende casi completamente la puesta en escena –o no–
de actividades que motiven y generen el desarrollo de conocimientos, habilidades y
actitudes para asumir los retos de la interacción social (Reimers, 2008).

Esto implica un rol protagónico, de modo que la formación docente para educar en
ciudadanía debe concebir y tratar al educador como un agente protagónico, un “docente-
profesional con un capital cultural y social, que ocupa su lugar en los espacios donde se
toman decisiones en su escuela, en sus comunidades, en las instancias de debate y
acuerdos, docentes-profesionales que se responsabilizan por los resultados de su tarea,
en el marco de una sociedad que también asume transversalmente la responsabilidad
sobre la educación” (Robalino, 2005)

Por lo mismo, se debe insistir en la preparación de los docentes facilitada por el


MINEDUC, CPEIP20, las universidades, instituciones educativas y los directivos de cada
establecimiento. Del mismo modo, para esta y otras materias, toma relevancia la
formación continua de los docentes en ejercicio. Esta perspectiva, necesaria en el
contexto de la profesión docente, implica un cambio de paradigma en su definición. Es así
como la formación continua –que ha sido denominada igualmente como formación
permanente, perfeccionamiento docente, capacitación de docentes en servicio,

20
Centro de Perfeccionamiento, Experimentación e Investigaciones Pedagógicas.

12
programas de actualización– responde a diferentes orientaciones y demanda (Magendzo
Kolstrein & Arias Albañi, 2015).

La Educación Ciudadana es una propuesta que amplía la mirada de Educación


Cívica, con énfasis en la participación, la organización colectiva y el quehacer político. Por
ende es un cambio de foco de la institucionalidad al ejercicio cotidiano de vivir en
sociedad (Unidad de Curriculum y Evaluación, 2019). De esta manera no se trata solo de
“crear” una asignatura, sino que se apuesta, por la transversalización de la formación del
ciudadano por medio de todas las disciplinas escolares. Así, su cobertura epistemológica
debe entenderse como un espectro amplio de aportes para entender cómo las diversas
asignaturas escolares contribuyen a ese propósito de transversalización (Jiménez, 2013).

Finalmente, un elemento que potencia su implementación es que el Plan de


Formación Ciudadana define unos Objetivos Fundamentales Transversales (OFT), que
explicitan un conjunto de valores, actitudes y habilidades relevantes para la democracia y
la ciudadanía, los que deben implementarse tanto a través de los contenidos de las
asignaturas, como en otros espacios escolares que favorezcan que los estudiantes pongan
en práctica los aprendizajes logrados (Consejo Escolar, Consejo de Curso, debates
estudiantiles, Centro de Alumnos, etc.).

Proceso de implementación del Plan.

Tras realizar un análisis de lo que plantea el Plan21 y el cómo se ha llevado a cabo


hasta ahora en las escuelas chilenas, existen aspectos aún deficientes que es necesario
corregir22. Los principales son el desconocimiento del mismo y la falta de preparación
entre los docentes y directivos, que provoca que el profesorado siga una lista de
contenidos sin articulación más que la disciplinar. En ella, se abusa haciendo una

21
Debemos recordar que la Ley General de Educación entrega un marco normativo para trabajar la
ciudadanía en los establecimientos educacionales, y el currículum nacional propone espacios para su
concreción. Sin embargo,
22
Algunas de estas consideraciones son parte de las conclusiones del Estudio Internacional de Educación
Cívica y Formación Ciudadana (ICCS) 2016.

13
consideración exclusiva a los contenidos (conceptual) y no a las actitudes que requieren
una mayor participación del estudiantado (Cox C. &., 2015).

Además, la experiencia indica que se ha dado una manera muy reducida de


entender la transversalidad, quedando el plan de Formación Ciudadana en un segundo
orden en muchas de las áreas que deberían hacerse cargo de su implementación. En
general, se ha convertido en una tarea de todos y al mismo tiempo de nadie perdiéndose
en las múltiples responsabilidades que hoy posee la escuela. Existe conciencia de su
importancia, pero pareciera ser que los tiempos formales para su ejecución no han sido
los óptimos23.

En contraste, entre los aspectos positivos de la implementación cabe destacar que


se han abierto espacios para motivar a la reflexión al interior de las comunidades
escolares. La apatía es lo peor que le puede pasar a la ciudadanía, ya que hace peligrar el
sentido de comunidad e incluso puede llevar a perder la esperanza en la vida en sociedad.
Por ello, resulta relevante que dentro del aula se concrete el acto de hacer y ser
ciudadanos. Todo esto dirigido a lograr generar la diferencia entre simples habitantes o
residentes (quienes son seres en cierto sentido pasivo), para pasar a constituirse como
ciudadanos y ciudadanas que reconocen sus derechos y deberes, para utilizarlos.
Además, la misma contingencia está abriendo espacio y generando interés a estas
temáticas dentro de las escuelas y otros ámbitos colectivos24. Un elemento para tener una
mejor comunidad, es la ciudadanía. Sin ella, hay mayores posibilidades de que ciertos
sectores de la sociedad puedan caer en descontrol, incluso en actos de violencia.
Educando sobre ciudadanía se hace más fácil y regular una forma para promover
derechos, participación y responsabilidad de los actos en sociedad. El llamado es que en
este proceso de implementación, que aún está en desarrollo, se logre valorar la

23
La Agencia de Calidad de la Educación da cuenta de que existe una brecha entre los objetivos propuestos y
las prácticas reales en las aulas. Hay una implementación desde una Visión minimalista (ya dado, respeto a
la ley, deberes, derechos e institucionalidad) que no alcanza a cubrir la mirada maximalista de la formación
ciudadana que apunta a una transformación social. (Agencia de Calidad de la Educación, 2016).
24
La explosiva movilización que Chile vive desde el 18 de octubre de 2019 pone urgencia a la necesidad de
fortalecer la cultura democrática para reconstruir el andamiaje político e institucional que el país necesita -lo
que algunos denominan el nuevo contrato social- y que cuente con legitimidad social.

14
convivencia cívica y otorgar un sentido amplio de la política desde los establecimientos
educacionales, sin pretender que la escuela sea la solución total a los problemas de la
democracia. Según el director del CENTRE UC, Ernesto Treviño, “las escuelas aportan sólo
un 5% en la formación ciudadana de niños, niñas y adolescentes”. Por lo que la
construcción de la ciudadanía “debe verse como un proceso de desarrollo humano a largo
plazo y no como un contenido a memorizar dentro del aula” (Treviño E. , 2019).

En la misma línea, Andrés Sandoval, académico de la Universidad de Bath,


Inglaterra, plantea que “las escuelas pueden promover los valores democráticos a través
de la mejora de los aprendizajes. Pero no sólo es tarea de las escuelas, las familias
también tienen la posibilidad de incidir y contrarrestar le tendencia del apoyo a
dictaduras, tienen la posibilidad de fomentar los valores democráticos de sus miembros. Y
las instituciones cívicas de cada país pueden contribuir al desarrollo de esos valores
mejorando su transparencia y erradicando la corrupción” (Sandoval, 2019)

Propuesta para la gestión y liderazgo en la Formación Ciudadana.

Para que la puesta en marcha del plan dentro de los establecimientos cumpla con
los objetivos establecidos, es fundamental que exista un conocimiento y prioridad desde
los distintos agentes facilitadores y profesionales de la institución, entre los que destacan
tanto los directivos como docentes. Es en este punto, donde toma relevancia la gestión y
el liderazgo educacional, ya que cada espacio debe ser planificado y resguardado para que
su desarrollo sea satisfactorio respondiendo a los objetivos planteados.

Para ello, lo primero es dar visibilidad a la Formación Ciudadana en las diferentes


actividades del calendario escolar, como también espacios que constituyen el proyecto
educativo de la institución (PEI). Esto se logra trabajando temáticas sociales en las
diferentes asignaturas, desarrollando actividades de debate, foros e investigaciones. Es
también recomendable, efectuar actividades extra-programáticas orientadas a la
ciudadanía que integren a la comunidad extendida como son las familias y entorno del
establecimiento.

15
En cuanto a la gestión, el equipo directivo debe propiciar y dar espacio para que
permanentemente exista una reflexión en cuanto a los principios democráticos y desafíos
que enfrenta nuestra sociedad. En lo concreto, existe en la actualidad disposiciones
ministeriales que explicitan que debe haber participación y colaboración en la elaboración
del PEI, Manual de Convivencia, el Plan mismo de Formación Ciudadana, entre otros
documentos y protocolos que norman la convivencia al interior del establecimiento.

El liderazgo por su parte, debe lograr una motivación continua tanto de los y las
estudiantes como del profesorado para que exista y se desarrolle un clima en el que se
promueva la vivencia democrática. Todo esto, en función de formar personas que sepan
entender y actuar desde lo democrático en la sociedad en que viven. La propuesta busca
obtener por medio de esta formación educativa “buenos ciudadanos y ciudadanas”.

De esta manera, un insumo para fomentar las prácticas en torno al Plan, son los
consejos publicados por el PNUD25 en conjunto al MINEDUC (Ministerio de Educación de
Chile, 2016). En ellos, se resalta que la ciudadanía activa requiere de estrategias
pedagógicas centradas en las y los estudiantes, dejando de lado la clase expositiva
tradicional, para pasar a instancias de mayor participación escolar en que se promueva la
discusión y la conversación. Es necesario destacar que se aprende a ser ciudadana y
ciudadano participando activamente en las tareas de aprendizaje. Un forma para ello, es
permitiendo que en las aulas se desarrollen discusiones de temas controversiales para la
sociedad en la que se vive. Resulta importante planificar estos espacios anticipadamente,
para que los y las estudiantes puedan preparar los temas y encontrar diversas
perspectivas frente a los mismos. Con ello se logra enfrentarlos a diversos pensamientos y
posturas, además de promover el interés por la actualidad y la contingencia.

25
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) opera en Chile como agente de desarrollo
desde 1965. Antes de la creación del PNUD, la asistencia técnica proporcionada por el sistema de Naciones
Unidas era canalizada a través del Programa Ampliado de Asistencia Técnica y el Fondo Especial. El PNUD
nació de la unión de ambas organizaciones. En cuanto a sus funciones, se destaca que este programa
promueve los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), los derechos humanos y la equidad de género, y
brinda asistencia técnica a fin de alcanzar un desarrollo humano sostenible teniendo en cuenta las
prioridades del país.

16
“Las prácticas de los profesores con respecto a la apertura para la discusión en la sala de
clases se relacionan positivamente con los conocimientos y actitudes cívicas” (Treviño E.
B., 2016).

La controversia es una manera de motivar a los y las estudiantes a que piensen, se


informen y dialoguen críticamente. Con ello se avanza en la consecución de una
ciudadanía pensante y no solo repetidora de contenidos. Además, les permite entender
que no hay una sola mirada, permitiéndoles generar una apertura a la conversación. Ahí el
o la docente debe actuar como facilitador de esas interacciones.

Otra opción que puede ser complementaria, es gestionar el desarrollo de


proyectos de investigación en distintos niveles educativos. A través de ellos los y las
estudiantes logran desarrollar pensamientos propios, tras haber aplicado técnicas de
indagación como la aplicación de encuestas, entrevistas, visitas etnográfica, entre otras.
Además, la posibilidad de que se investigue fuera de la escuela permite que se vincule el
aprendizaje con el contexto cercano.

En cuanto a las prácticas, resultan enriquecedoras las simulaciones de procesos


democráticos. Estas pueden ser por ejemplo las elecciones de representantes y decisiones
fundamentales sobre la organización de la escuela, como también la organización de los
consejos de curso por medio de la autogestión. Con ello, los y las estudiantes logran
experimentar y poner en práctica los hábitos de una ciudadanía informada e involucrada
de manera permanente. Aquí toma relevancia la contingencia y se abre la oportunidad de
dar elementos y espacio de aprendizaje para el proceso constituyente que vive el país,
haciéndoles consciente de la importancia histórica del momento que les toca vivir.

La escuela contemporánea está marcada por la diferencia, ella reproduce en su interior los
procesos de globalización y migración de las sociedades actuales en el mundo,
reconociéndose como un espacio privilegiado para la formación ciudadana democrática
(Pérez, 2016).

Por otra parte, una manera de abrir el plan trascendiendo de las asignaturas
“tradicionalmente” asociadas a la ciudadanía (Historia, Filosofía, Lenguaje), es

17
implementando proyectos de creación artística, cultural o científica. Estos junto con
acrecentar las capacidades del estudiantado, aportan en el desarrollo de la dimensión
identitaria y creativa de la ciudadanía.

También una forma de englobar los avances del plan es por medio de experiencias
de Aprendizaje y Servicio directamente a la comunidad. Voluntariados, campañas
solidarias, servicios comunitarios, salidas pedagógicas, entre otras promueven la
transferencia de aprendizajes alcanzados en las distintas asignaturas e instancias para
abordar necesidades de la localidad, involucrándoles de manera práctica y logrando que
se abran a lo público.

Cobra importancia fundamental el liderazgo pedagógico de los directores para que


estas acciones se lleven a cabo en un clima de aprendizaje y promoción democrática. En
Chile se hace referencias al rol de los directivos en el Marco para la buena dirección y el
liderazgo escolar (MINEDUC, 2015)26. En relación específica al Plan de Formación
Ciudadana, este documento se puede vincular desde la dimensión de Convivencia y
Participación, que se basa en la mirada democrática.

Los equipos directivos promueven activamente una convivencia escolar y un clima basado
en relaciones de confianza, para lo cual impulsan interacciones positivas que aseguren la
aceptación de los otros, independiente de sus características socio-culturales (Ministerio
de Educación, 2015).

Finalmente, el equipo directivo debe tener en consideración que varios aspectos


de la Formación Ciudadana son evaluados en los Indicadores de Desarrollo Personal y
Social, Estándares Indicativos de Desempeño de los establecimientos y sus sostenedores y
algunas evaluaciones específicas de los planes de Formación Ciudadana.

Conclusiones.

26
El Marco para la Buena Dirección y el Liderazgo Escolar (MBDLE) surge a partir de la necesidad de
proyectar una política educativa que consolide el rol directivo en vista de las tendencias y desafíos que
exigen los procesos educativos en el mundo de hoy, con creciente demanda al respeto por la diversidad y las
identidades locales.

18
Tal como se ha planteado, en Chile se está dando uso del concepto de Formación
Ciudadana en su sentido amplio que incluye los conocimientos, valores, actitudes y
habilidades que permiten a los individuos desarrollarse plenamente como miembros de
una comunidad democrática. No obstante, el instalar un nuevo Plan no lo es todo, ya que
el cambio no garantiza tener algo mejor ni tampoco pretende ser la solución a las
diferentes demandas ciudadanas.

Es evidente que no es suficiente contar con un diseño curricular que contemple la


Formación Ciudadana en el sistema escolar, si ello no va de la mano de una preparación y
motivación de los docentes y directivos a cargo del mismo. Es necesario contar con una
didáctica de la Formación Ciudadana que desarrolle y contextualice estrategias para
“enseñar a enseñar’ ciudadanía. Debemos recordar que “No nacemos demócratas,
aprendemos a serlo”.

El hecho de que exista un Plan a nivel nacional bajo mandato ley de la república,
otorga la necesidad explícita de llevarlo a cabo en los diversos establecimientos del país lo
cual sin duda es un aporte importante. Sin embargo, este no es la panacea frente a los
problemas del sistema democrático, ni tampoco la primera vez que se hace un intento por
atender estas materias desde la Educación. En nuestra historia republicana, hay
antecedentes de procesos relativamente exitosos y muchos otros que no fueron
completados tal como fueron planificados. Con cierta frecuencia se plantea que en Chile
se necesita Formación Ciudadana ya que no existe o nada se ha hecho al respecto en las
últimas décadas. Frente a esto hay que matizar esta apreciación. El problema, quizás, es
que existe desconocimiento o no se les ha otorgado desde la gestión educacional su
relevancia para ser instalados de manera permanente dentro del quehacer escolar. Cabe
entonces el desafío para directivos y docentes de estar atentos para poder incluso
tensionar el Plan respecto a las necesidades cambiantes de los contextos educacionales.

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