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Cardenal Van Thuân: Un mártir de la caridad hacia la beatificación

Misa a los cinco años de su fallecimiento

ROMA, martes, 18 septiembre 2007 (ZENIT.org).- Con una celebración


eucarística celebrada este domingo en la iglesia de Santa Maria de la
Escalera en Roma, el cardenal Renato Raffaele Martino celebró la memoria del
cardenal Francois Xavier Van Thuân, cuando se cumplían cinco años
justos de su muerte, y anunciaba el inicio de su proceso de beatificación.

En la eucaristía, estaban presentes, además de empleados del Consejo


Pontificio Justicia y Paz, el cardenal Angelo Sodano, decano del Colegio
Cardenalicio, y el cardenal Roger Etchegaray, ex presidente de ese
Consejo vaticano.

En una iglesia llena de participantes, despuntaba una nutrida


delegación vietnamita: junto a las dos hermanas del cardenal, asistieron
familiares, religiosas, el coro y un significativo número de sacerdotes del
país asiático.

Participaron también representantes de la Fundación San Mateo, en


memoria del cardenal vietnamita, y del Observatorio Internacional Cardenal
Van Thuân para la Doctrina Social de la Iglesia.

En la homilía, el cardenal Martino recordó a su predecesor como modelo


«de fe indómita, esperanza sin fisuras y caridad sin fronteras».

Según el presidente del Consejo Pontificio Justicia y Paz, Van Thuân


fue «un fúlgido testigo de unidad y de perdón, de justicia y de paz,
forjado en la sufrida experiencia de la cárcel, vivida en unión con Cristo
crucificado y bajo la materna protección de María».

El purpurado optó por señalar las virtudes del mártir vietnamita


trayendo aquí sus palabras.

Para el cardenal Martino, Van Thuân «supo distinguir entre Dios y las
obras de Dios», sobre todo cuando, en los largos y duros trece años de
cárcel, se atormentaba por las obras pastorales que no podía llevar a
cabo, hasta que una noche, desde lo hondo del corazón, una voz le habló:
«¿Por qué te atormentas así? Debes distinguir entre Dios y las obras de
Dios»; todas las obras de caridad son excelentes «pero ¡no son Dios!».

«Si Dios quiere que abandones estas obras --narraba Van Thuân--
poniéndolas en sus manos, hazlo enseguida y ten confianza en Él. Dios lo hará
infinitamente mejor que tú; confiará sus obras a otros, mucho más
capaces que tú. Tú has elegido sólo a Dios, ¡no a sus obras! Esta luz me dio
una fuerza nueva que cambió completamente mi modo de pensar».

«En segundo lugar --explicó el cardenal Martino--, nutrió su fe


cristiana con la Eucaristía». Sobre la Eucaristía, poco antes de morir, el
cardenal Van Thuân dijo: «Lo que necesitamos nos lo da Jesús en la
Eucaristía: el amor, el arte de amar, amar siempre, amar con la sonrisa, amar
enseguida y amar a los enemigos, amar perdonando, olvidando haber
perdonado».

Este amor y la fuerza del perdón permitieron a Van Thuân sobrevivir al


infierno de la prisión en los campos vietnamitas. «No se puede ser
santos a ratos --escribió-- sino cada minuto, en el momento presente». Fue
esta consideración la que le permitió vivir en la alegría de Cristo, en
el perdón, en el amor y en la unidad, entre dificultades casi
insoportables».

Con la fuerza del amor cristiano, cambió a sus carceleros, que se


hicieron amigos suyos y lo ayudaron a construir una cruz de madera y una
cadena con el cable eléctrico de su prisión, que él llevó siempre consigo
porque le recordaba «el amor y la unidad que Jesús nos dejó en su
testamento».

«Aquella gastada cruz de madera con un poco de metal --subrayó el


cardenal Martino-- es emblema conmovedor de la paradoja cristiana, porque es
cruz de amor».

El presidente del organismo vaticano concluyó subrayando que el siervo


de Dios «amaba a la Virgen, como un niño ama a su madre».

Cuando, el 15 de agosto de 1975, las fuerzas de policía vietnamitas lo


arrestaron, sólo tenía la sotana encima y el rosario en el bolsillo.

El cardenal Van Thuân recordaba aquella experiencia diciendo: «María me


había preparado para la persecución desde 1975 cuando, joven y
activísimo sacerdote, ante la gruta de Lourdes, me obligó a meditar en estas
palabras: «No te prometo alegrías ni consolaciones, sino pruebas y
sufrimiento». Palabras impresionantes que luego encontré cosidas a mí».

Durante la celebración eucarística, se distribuyó una estampa del


cardenal Van Thuân con una oración, y se dio la noticia de la causa de
beatificación. El cardenal Martino ha nombrado postuladora a la abogada
Silvia Monica Correale.
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Benedicto XVI: Vivir de esperanza, el secreto de la fortaleza del
cardenal Van Thuân
El Papa recuerda al purpurado vietnamita en el V aniversario de su
muerte

CASTEL GANDOLFO, lunes, 17 septiembre 2007 (ZENIT.org).- «Fue un hombre


de esperanza, vivía de esperanza y la difundía»: éste es, para
Benedicto XVI, el secreto de la resistencia del cardenal Van Thuân a enormes
pruebas físicas y morales que hubo de padecer en vida.
En el V aniversario de la muerte del purpurado vietnamita, el Papa
recibió este lunes, en el Palacio Apostólico de Castel Gandolfo, a
oficiales y colaboradores del Pontificio Consejo Justicia y Paz, que aquél
presidió.

«Han pasado cinco años, pero aún está viva en la mente y en el corazón
de cuantos le conocieron la noble figura de este fiel servidor del
Señor», el cardenal François-Xavier Nguyên Van Thuân, dijo el Papa en su
discurso.

«También yo conservo no pocos recuerdos personales de los encuentros


que tuve con él durante los años de su servicio aquí, en la Curia
Romana», admitió.

De «sencilla e inmediata cordialidad», con una destacada capacidad «de


dialogar y hacerse cercano a todos», el purpurado vietnamita es
recordado por «su fervoroso empeño en la difusión de la Doctrina Social de la
Iglesia, el anhelo por la evangelización de su Continente, Asia, la
capacidad que tenía de coordinar las actividades de caridad y de promoción
humana que promovía y sostenía en los lugares más remotos de la
tierra», trazó el Santo Padre.

El cardenal Van Thuân (1928-2002) está considerado como un mártir del


catolicismo en Vietnam. Testigo de la fe, de la esperanza cristiana, del
amor a la Iglesia y a los pobres, permaneció detenido sin causa alguna
durante trece años --nueve en absoluto aislamiento-- en los campos de
«reeducación» comunista.

Formado en Roma y consagrado obispo de Nhatrang en 1967,


François-Xavier Nguyen Van Thuân había sido nombrado por Pablo VI en 1975
arzobispo
coadjutor de Saigón (la actual Ho Chi Minh). El gobierno comunista
consideró su designación un complot y ordenó su prisión.

Su puesta en libertad le llegó junto a la imposición de abandonar su


país. Juan Pablo II le acogió en Roma y le confió cargos de gran
responsabilidad en la Curia.

En marzo de 2000 conmovió a millones de personas que pudieron leer


fragmentos de sus meditaciones los ejercicios espirituales que predicó a
Juan Pablo II y a la Curia; compartió muchas de las experiencias
espirituales maduradas en la cárcel.

El purpurado vietnamita las publicó después en el libro «Testigos de la


esperanza», editado por «Ciudad Nueva».

Creado cardenal en febrero de 2001, murió al año siguiente, el 16 de


septiembre. Tenía 74 años.

Poco tiempo antes del fallecimiento de este «heroico Pastor» --recordó


este lunes el Papa--, Juan Pablo II le había nombrado vicepresidente
del Pontificio Consejo Justicia y Paz, del que fue presidente después,
poniendo en marcha la publicación del Compendio de la Doctrina Social de
la Iglesia.

Al purpurado le gustaba presentarse como «Francisco Javier».

«Era un hombre de esperanza, vivía de esperanza y la difundía entre


cuantos encontraba. Fue gracias a esta energía espiritual como resistió a
todas las dificultades físicas y morales», recalcó Benedicto XIV.

«La esperanza le sostuvo como obispo aislado durante trece años de su


comunidad diocesana; la esperanza le ayudó a entrever en lo absurdo de
los sucesos que le ocurrían nunca fue procesado en su larga
detención— un proyecto providencial de Dios», siguió.

Y «la noticia de la enfermedad, el tumor, que le condujo a la muerte,


le llegó casi al tiempo de su designación como cardenal por el Papa Juan
Pablo II, quien alimentaba por él gran estima y afecto», recordó.

El cardenal Van Thuân amaba repetir «que el cristiano es el hombre del


ahora, del ya, del momento presente que hay que acoger y vivir con el
amor de Cristo», apuntó Benedicto XVI.

«En esta capacidad de vivir el momento presente se trasluce su íntimo


abandono en las manos de Dios y la sencillez evangélica que todos hemos
admirado en él. ¿Es posible se preguntaba— que quien se fía del
Padre celestial rechace después dejarse estrechar entre sus brazos?»,
añadió el Papa.

Igualmente reconoció ante los presentes su alegría por la noticia de


que se emprende la causa de beatificación «de este singular profeta de la
esperanza cristiana».

«Mientras confiamos al Señor su alma elegida, roguemos que su ejemplo


sea para nosotros una enseñanza válida», concluyó.

Fueron recibidos en la audiencia papal el actual presidente del


dicasterio el cardenal Renato Raffaele Martino--, el secretario el obispo
Giampaolo Crepaldi--, junto a sus colaboradores; los miembros de la
Fundación San Mateo, ligada al dicasterio e instituida en memoria del cardenal
Van Thuân; del Observatorio Internacional que lleva su nombre, creado
para la difusión de la Doctrina Social de la Iglesia; así como
familiares, amigos y algunos discípulos del difundo purpurado en representación
de la comunidad vietnamita.
«Al concedernos esta audiencia expresó el cardenal Martino al Santo
Padre--, se ha hecho intérprete de la relación de amor que, en la memoria
y en la oración, sigue uniéndonos al cardenal Van Thuân, al ejemplo de
su heroica vida de mártir cristiano, a su testimonio de indómito
servidor de la Iglesia y del Evangelio de la justicia y de la paz».

El cardenal Martino confirma una nota del dicasterio— ha nombrado


a la abogada Silvia Monica Correale postuladora del proceso de
beatificación del purpurado vietnamita.

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