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T'his is a sludy o(the rising o(civilization. around Ihe lIIiddle o(the 51h lIIil/enium
B.P .. in lhe Cenlralllndes (inc!uding the Peruvian lIndes and a small section o( the
Bolivian plaleau). Thiscivilizalionwould be theoldesl in A 11I erica and one o(the earliesl
o(the world. Several archeological testillloines. (indings and exavations. are presented
in the (ollowing orden: 1) Identi(ication o( (he region's cullural cOlllplexes o( some
10.000 years ago: Talara. Pai;én. Cumbe and Lauricocha; 2) Plant and anilllal
dOlllesticalion processes. and storage and preservation techniques; 3) The rising ora
cenler o(political and religious power in the shape ora primilive State inthe Cenlral
and North·Central highlands. about4.500 B.1' .. lI'ilh a suprelllacy o(calllelid herders
who were. althe .la 11I e lillle. o(microtermal tubers cultivators; 4) The great expansions
o(rhis cenler. which dOlllinated the lowlands· (irst the Cenlral. and then the Norchem
coasls· and the extrellle nonh o(the highlands. building lIIonulllental cerelllonial centers
as it spreard; and 5) A guess and calculalion o(its lasling. which would be about4.500
to 3.300 yea rs B. P. We ca 11 th is lim e ra nge Ihe ln itia 1 H o rizon o (the And ea n Civiliza tiou.
1.• ralara
2, Mlehinal
J, Pacop3mpa
4.Ce]an131ca
S. Cumbe
6. HUIICalof113
7.lDyton
O, Pililo"
g.HuaclI p,lel.
10· Huaca delos Reyes
11,Moche
12, alllgada
13. Cueva GullDrreTo
14, PlrUIU
-1~' 15, Huarlcolo
16, Ch.,,;"
17, Cordlllerll BlancO) teenlfo)
18, Las Aldal
19, P<.:olosh
20, Mllo
21, Sachin Allo
22, Sechin 8alo
_111' 23, Huergo
24, l.urlcocha
25, A.pelo
. 26, Chupoctgorro
27, Telarmochay
28, Bandurria
29, El Pafai,o
JO,Garagay
_la' 31,Cardal
32. Tras Venia nos
33.ChllcII
34. Huarl
35, CUlea
36, Antiomorca
Fig. 2: Las
37, nahUllnllCO localidades
citadas ell el texto.
sociedades complejas.
Ya para los in icios del H oloccn o h ay en
A hora cen trarem os nuestras referencias la zona de Lauricocha signos arqueológi-
en el Com plejo Lauricocha, el que ocupó la cos que denotan una apreciable inquietud
mayor extensión de los Andes Centrales, espiritual. Las tumbas halladas en la base
como .e anotó arriba. Previamente habrá de los estratos de la Cueva 2, de los grupos
que recordar y señalar que los grupos hu- más antiguos, estarían mostrando comple-
manos que llegaron a fines del Pleistoceno jas prácticas funerarias que presentaban
y formaron este Complejo Lauricocha, ha- diferencias, por ejemplo, de acuerdo con la
brían sido portadores de un bagaje cultural edad dc los muertos. Sencillas para adultos,
m u y estim able para su tiem po, el que cons- eran claramente m ás cu idadas y ricas las de
tituyó una buena bao e para el desenvolvi- niños, con rasgos que denotarían el haher
m ien to pos teri or. En este cam in o se habrían estado precedidas de ritos más o menos
producido, naturalmente, ajustes a las rea- complicados (Cardich 1964: 116). Estas
lidades encontradas y a las variaciones de tumbas de niños contenían un tipo de ajuar
éstas en el transcurso del tiempo. Hay que relativamente rico en artefactos de huesos y
agregar las creaciones de nuevos rasgos de piedras, y también cuentas de collar (en
culturales, también quizás la llegada de unas tumbas de hueso, en otras de turquesa
algunos pocos elementos de otras culturas o de valva). Depositaban también el ocre,
por intercambios, aparte de otras varias rojo o amarillo, y cn la tumba N" 11 se
circun stancias. Tod o esto h abría estad o con- registra un rasgo particular, no conocido
dicionado y generando motivaciones para anteriormente: el uso de oligisto, o sea el
los cambios socioculturales. Al principio, hierro metálico brillante, especular, en pol-
en el I-Toloceno temprano, estos cambios vo o gránulos, con los que cubrían la
fueron sutiles; sólo algo más tarde se pro- osamenta. Esta presentaba gran deterioro,
dujeron otros que fueron notables y de alta au nq u e se pod ía ad vertir la característica dc
significación, como el de la formación de haber sido un entierro secundario. Asimis-
Fig. 3: Pin/I/Ta rl/pes/re de una escena de caza, de los cazadores antiguos de Lauricocha.
Mide J.40 m de UII ex/remo a o/ro
mo existen manifestaciones muy tempra- minados grupos de inmigrantes del fin del
nas de arLe rupestre, como las pinturas de Pleistoceno o inicios del Holoceno, que se
escenas de caza del estilo que llamamos habría difundido en aquellos tiempo. desde
seminaturalista (figura 3), magn íficamente el Viejo Mundo, y que cuando encontró las
logradas (Cardich 1964:134,135). condiciones favorables evolucionó hacia
Estos cazadores que ocuparon las tie- las prácticas del cultivo. Este fenómeno
rras altas, habrían empezado, ya en los pudo haber posibilitado, y a la vez explica-
albores del Holoceno, con las prácticas del ría, que los principales centros de origen de
almacenamiento y probablemente inician- la agricultura en el mundo sean más o
do técnicas de conservación de alimentos, menos sincrónicos. La concentración de
favorecidos por el frío y sequedad del am- este proceso en relativamente pocos
biente y, además, compelidos por una pro- milenios, y al hecho notable que en los
ducción estaciona!. Estas prácticas pudie- dilatados tiem pos an teriores de 1a preh istoria
ron haber contribuido como uno de los mundial no hubo domesticación de vegeta-
ingredientes para orientar a estas socieda- les, y, prácticamente tampoco en los tiem-
des hacia un semisedentarismo, el que se pos posteriores, son sugestivos como para
acentuó en Lauricocha TI, esto es desde los insistir en la difusión de esa moda previa a
8,000 año~ A.P. (Cardich 1966:44). Hay la domesticación, qne hemos señalado
interesantes datos arqueológicos hallados tentati vamen te. Por otro lad O tenemos com-
por F. Engel (l988a:84,85), de unos trojes probaciones que la economía de los caza-
o silos en el fondo de las cavernas en las dores preagrícolas de los altos Andes no era
tierras altas de Lima, a alrededor de 4,000 precaria ni pobre (Cardich 1958:16). Ade-
m de altitud, de varias edades, siend o el m ás más los primeros cultivos habrían tenido
antiguo de 10,030 años A.P. rendimientos tan bajos como para pensar
Para el caso de la agricultura se dice, de que de pronto se inventaron estas prácticas
acuerdo con la mayoría de los autore~, que del cultivo -como se repite tanto en la
tuvo su inicio más temprano en las tierras bibliografía arqueológica- para solucionar
altas (Sierra), antes que en la Costa y la los efectos de una crisis climática o de la
Selva. Desde luego se tratade las primeras presión de población, que eran fácilmente
experimentaciones, a las que se llama agri- solucionables mediante las migraciones,
cultura incipiente. Hay datos radiocarbóni- ante todo considerando el mundo aún no
cos que hablan de unos 8,000 años A.P. o densamente poblado de entonces. En el
algo más para los primeros pasos, aunque caso parLicular del territorio altoandino e~te
resulta más claro un tanto después. Por otra fenómeno de la propagación de las prácti-
parte, hay otros varios subcentros detecta- cas antecesoras habría tomado fácil pie
do~ en Sudamérica con indicios similares, fa vorecido por el sem isedentarism o alcan-
particularmente en determinadas zonas de zado por estas sociedades; también por la
los Andes tropicales. Corresponderían a presencia de vegetales potencialmente
procesos m ás o menos independientes. Para domesticables.
la Sierra Central y Nor-Central del Perú Uno de los patrones más destacables de
tenemos: los datos de la cueva Guitarrero la evolución cultural en el territorio
en Ancash (Lynch 1980); Tres Ventanas altoandino, ha sido la domesticación de
para las tierras altas de Lima (EngeI1970, camélidos, es decir, de la alpaca (Lama
1988a); y la cueva de Jayhua M achay en pacos) y de la llama (Lama glama). En
Ayacucho (M acNeish et al. 1970). efecto, luego de unlapso no muy prolonga-
Hemos escrito anteriormente (Cardich do desde que se inician las prácticas del
1976, 1987a) que el temprano inicio del cu Iti va inci piente. tam bién se dan los pasos
cultivo en América acaso se debió a la hacia la domesticación de camélidos. Y
llegada de un patrón predecesordelcultivo, este proceso sólo se pud o real izar a parLir de
de una norma antecesora, traída por deter- los 8 grado~ de latitud sur hacia los lím ite~
meridionales de los Andes Centrales, en c ión estrati gráfica aparec ió bastan te cl ara y
cuyas punas y cordilleras, por la vegetación garantizaba su alta edad. Además este ha-
favorable, de buenas cobertura, aunque llazgo, junto con los otros esqueletos má~
dentro de un ambiente de semisequedad, antiguos de Lauricocha, fueron observados
hubo u na notable concen tración de cam él i- "in situ" y antes de su levantamiento, por el
dos. Estos camélidos con hábitos de territo- Dr. Jorge Muelle, principal arqueólogo de
rialidad anual, resultaban favorables para la Universidad de San Marcos, Lima, y R.
que, luego de una tradición de caza racio- M atos M endieta y D. B on avía, arq ueól ogos
nal, hayan sido controlados cada vez más de la misma Univer"idad. La aparición de
hasta llegar a la condición de domestica- estas prácticas no generalizadas, en estratos
dos. Por otra parte, en los Andes de Colom- de Lauricocha 11, acaso son indicios del
bia, en estratos arqueológicos que empie- surgimiento de ciertas distinciones ocia-
zan en el 12,400 A.P. Y llegan hasta el les, que se pretendían poner de manifiesto.
presente, no hay restos de camélidos
(C orreal (J rre g o 1981; Correal U rreg o et a l. HAClA LA FORMACroN
1969). Tampoco en el precerámico de Ecua- DEL ESTADO
dor, documentado en la Cueva Ch-obshi
(Lynch y Pollock 1980; Reinoso Hermida Los cazadores y recolectores estableci-
1970). Por el contrario, en las tierras altas dos en las tierras altas de los Andes, es decir
del centro del Perú está certificada su pre- en las punas y cordilleras de extensos
sencia, median te hallazgos en la ca vema de pastizales, evolucionaron a pastores de lla-
Huargo (9° 5]' 30" de lal. sur y 76° 48 de mas y alpacas y, a la vez, a cultivadores de
long. oeste),desde algo más de 13,460años plantas microtérmicas, mayormente tubér-
A.P. (Cardich 1973; L.A. Cardich 1973; culos, como la papa (una de las mayores
Pascual y Odrem an1 973) hasta el presente. contribuciones americanas a la alimenta-
En las cuevas de Lauricocha encontramos ción del mundo); un porcentaje menor eran
en 1958 residuos óseos de alimentación, pastores puros con asentamientos perma-
desde los inicios de la ocupación humana nentes en las partes más altas, por encima
de la zona, hace casi 10,000 años. Y, en este de los Iími tes del cu lti vo. En el piso in ferior,
mismo sector de los Andes, se detectaron en la llamada zona quechua (2,800 m a
los primeros indicios sobre la domestica- 3,700 m de altitud), al principio escasamen-
ción de estos camélidos, que habría acaeci- te ocupada por los cazadores recolectores,
do en algún momento del Holoceno Medio al surgir las prácticas del cultivo se incre-
(Card ich 1960; M atos M endieta 1975; W ing mentó notablemente su población, la que
1975). Últimamente, los trabajos e in vesti- después se dedicó fundamentalmente al
gaciones de D. Lavallée y sus colaborado- cultivo de vegetales mesotérmicos (tam-
res en la cueva de Telarm achay de J un ín, es bién con el tiempo llegó a destacar el maíz
decir también Sierra Central, hacen los y lograron las formas domesticadas más
mayores aportes al respecto. Concluyen palatables y evolucionadas); adicionalmente
que se domesticó primero la alpaca y luego criaron el cuy (Cuviu porce[[us). Ocuparon
la llama, alrededor de los 6,000 años A. P. los fondos de las quebradas y de los valle~
(Lavallée et al. ]985). altos y sobre todo las numerosas laderas.
A esta altura cabe consignar que en un Las sociedades que se establecieron en las
estrato antiguo correspondiente a dos zonas (punay quechua) poseían formas
Lauricocha II(Cardich J 964: 107, figs. 94, de viday recursos diferentes, y hasta llegan
95,120,121, 122), esto es de una edad de a diferir en sus creencias y sus dioses. Sin
8,000 añ os a 6,000 añ os AP., se en con tró el embargo sus productos se complementa-
esqueleto humano 6, que presenta una níti- ban en cierta manera, lo que indujo a algu-
da deformación craneana artificial del tipo nas formas de intercambios. Estas modali-
"tabular erecta" (B órmida 1963). S u ubica- dades han llegado hasta la actualidad y
están consignadas también en documentos tam bién formas de alm acenaje y conserva-
de los primeros siglos de la Colonia. Ade- ción- habrían decidido los mayores patri-
más se han determinado ciertas formas de monios y consecuentemente los mayores
relaciones, como las de oposición y com- poderes.
plementariedad, que P. Duviols (1973) es- Estos procesos habrían desembocado
tudia en bases a documen tos del siglo XV II en una crisis, es decir en la necesidad de
para las tierras altas de Lima, de pastores cambios substanciales en el orden socio-
([lacuaces) y agricultores (huaris). Aquí se c u lt u r a l. N o e s ¡m p o si b 1e a ha r a q u e un clan
mencionan unas invasiones de los pastores de pastores en la Sierra Central o Nor-
sobre los agricultores. Este mismo modelo Central, con bienes incrementados y con
se puede ad vertir para la Sierra del su r, en la ansias de más poder -unos Ayarde aquellos
invasión de los pastores collavinos del tiempos fundacionales- hayan iniciado unas
Titicaca sobre los agricultores del valle del campañas de conquista, posiblemente so-
Cuzco (zona quechua), que posibilitó la bre otros grupos de pastores, creando un
formación de la capital del imperio 1nca. centro de poder, que para su éxito se fue
Por otra parte, estas relaciones aparecen cargando no sólo de fuerza política sino
especificadas en varios relatos antiguos en también religiosa.
formade recuerdos míticos (Arriaga 1621- Cuando este centro de poder se hubo
1920; Ávila 1598?-1966; Cardich 1977b; consolidado, logrando un gran avance en
Duviols 1973, 1986), así como en el signi- su organización y en sus conquistas, un
ficado de algunas danzas tradicionales notable factor físico se sumó a estos cam-
(Cardich 1981, ] 988). Y, prácticam ente en bios, contribuyendo a desencadenar las in-
todas estas referencias se expresa muy cla- vasiones y conquistas masivas sobre los
ramente la preeminencia de los pastores de agricultores que ocupaban el piso inferior,
la puna sobre los agricultores de la q uech ua. en la zona quechua.
Recapitulando los pasos de estas socie- Este tipo de invasiones, en diversa esca-
dades de cazadores y recolectores estable- la, se han producido varias veces a lo largo
cidos en los altos Andes, en su largo cam ino del establecimiento de los pueblos agricul-
para llegM a la formación del Estado y la tores, puesto que, por ejemplo, las oscila-
Civilización Andina, podemos recordar y ciones de frío producían el descenso de los
comentar que las prácticas del almacena- límites superiores del cultivo (Cardich
miento y conservación de alimentos, que 1985), en cuyas fronteras, justamente, los
tal vez fueron llevados a cabo sólo even- pastores cultivaban sus tubérculos
tualmente en los primeros tiempos, más microtérmicos. Y debían descender en bus-
tarde al incrementarse la costumbre pudo ca de tierras, y lo hacían muchas veces en
haber contribuido al establecim iento del forma violenta, como refieren los relatos
semisedentarism o, com o se dijo arriba, ade- antiguos. Empero el enfriamiento que se
más con una consecuencia notable: la apa- prod u jo a med iados del m ilenio 5 o an tes del
rición de las primeras distinciones o dife- presente tuvo que haber sido de gran mag-
rencias sociales. Estas diferencias se vieron nitud pues se trataba del inicio del
a.centuadas moderadamente con el surgi- N eoglacial, con avances cle los hielos en los
m ien to d e la agric u ltu ra in cip ie n te, agricu 1- centros glaciarios de todo el mundo. Para el
tura que iba perfeccionando sus técnicas caso andino hay clos fechados por Carbono-
para llegar a desarrollarse plenamente algo 14 de morrenas de la Cordillera Blanca, es
después. Antes, cuando se establecía el clecir clel núcleo mismo de los Ancles Cen-
pastoralismo, con los productos de esta trales, cle 4,300 años A.P. (Rothlisberger y
actividad se habrían acentuado las nacien- Geyh 1985), con inicios cle los fríos posi-
tes diferencias y marcado las blemente un poco antes.
estratificaciones sociales. Las magnitudes Estas invasiones y conquistas cle los
de los rebaños de llamas y de alpacas -al fin pastores anclinos sobre los agricultores co-
inciden, en los puntos esenciales, con los substanciales. En la Costa, durante el
encuadre~ de la teoría de la formación del Holoceno Temprano y Medio, consiguie-
Estado de R. Thurnwald (1935), basada en ron un mayor aprovechamiento del am-
la conquista a cargo de m óviles y belicoso~ biente: los recursos del m ar en las playas; y
pastores sobre pacíficos agricultores, la agric u ltu ra incipien te -con riegos de a ve·
ejemplificado con un Estado del Africa nida- basada en las aguas de los ríos en
oriental. Tengamos también en cuenta que algunos sectores bajos de los valles. Avan-
en estos m ism o~ i\ ndes, en mom ento poste- zaron un tanto más en determinados valles
rior, un modelo semejante formó el Estado como en Cbilca,queparaeI5,800 años A.P.
Inca. cultivaban Phaseolus lUlla/us y otras va-
Esta conquista de los pastores altoandi- rias especies (Engel 1966) Se generaliza
no~ habría sido fácil, dado la tradicional en la Costa el algodón. Hay otros pasos,
preeminencia sobre los agricultores, tanto como el tejido pre-telar, redes de pesca.
más que conocían y dom in aban, desde arri- También la aglutinación de viviendas que
ba, el terreno. Esta ocupación de mayor insinúan pequeñas aldeas. Sin embargo,
espacio, en escala antes no conocida, pudo mirand o más am pliamen te el pan oram a, y
haber contribuido a acrecentar la dimen- en [arma pun.tual para los tiempos del pre-
sión de este centro de poder. La nueva cerámica tardío y el principio del período
situación condujo a la hegemonía sobre de cerámica inicial, hoy podemos precisar
varias etnia~ y al dominio de muchos de acuerdo a los estudios de D. Wilson
microambientesecológicos. Propició el in- (1981) que el poblador de la Costa de en-
cremento y el mayor acento de la tonces tuvo sólo un parcial acceso a los
estratificación social, inclusive de los otros recursos del rico mar peruano por una limi-
grupo~. También favoreció el aumento de tada tecnología, a la que se agregaban nega-
la especialización en las diver~as activida- tivamente las perturbaciones de la fauna
des, u na~ n ue vas y otra~ trad icio n ales, com o por las cíclicas intrusiones de la corriente
de pastore~ de llamas o de alpacas, agricul- cálida de El Niño. Por otra parte, practica-
tore~ de más arriba o de más abajo con ban una agricultura aún restringida, más
diferencias de cultígenos y de técnicas, bien horticultura antigua, basada en una
generando mayor complejidad y diferen- mezcla de especies en variado trance de
cias sumado a probables creaciones de ins- domesticación, con distintas fechas de la-
tituciones. Todos estos cam bios habrían bores y cosechas, y sin el maíz que no ~e
sido integrados y ordenados en estamentos había generalizado aún, es decir sin el cul-
interrelacionados que hacían ya al manejo tivo de una especie preponderante para
de un verdadero Estado. Por otra parte, esta alcan zar 1as ven taj as d e la agric u ltu ra, c om o
conjunción, de las sociedades y los espa- acontecía contemporáneamente en los Al-
cios de puna y quechua, facilitaba recursos tos Andes con la agricultura de la papa que
y creciente población humana para conse- ya se había extendido. No encontramos,
guir o posibilitar mayores dominios. Estos pues, en la Costa, para los procesos inicia-
primeros centros estuvieron imbuidos de les, los recursos suficientes ni en el mar ni
rituales: la religión unía místicamente y en los cultivos. En consecuencia, ante todo
daba más fuerzas para la proyección en el por una escasa población, no estaban en
espacio y en el tiempo. condiciones de dar los pasos, por sí sólos,
hacia las sociedades complejas y desarro-
lladas, como habían propuesto desde ante~
varios autores. Uno de los sitios conspicuos
Para los m jsm os tiem po., en las otras del precerámico tardío de la Costaes Huaca
regiones de lo~ Ande~ peruanos, los grupos Prieta, exca vado por J. B ird en la d 'cada del
humanos habían alcanzado también algu- 40, con un ni vel an tiguo de 4,17 5 añ os A.P
no~ avances culturale~ más o menos (Bird 1963:30) Los registros denotan que
obtenían su subsistencia en productos del posibi 1itó el d esarro 110agrlc o Ia y las acti v i-
mar, algo todavía de una agricultura preca- dades conexas de carácter intensivo. Las
ria y de la recolección. No cazaban anima- tierras altas de los Andes Centrales, a pesar
les terrestres ni tenían armas (Bird de su aparente pobreza, encajan, al menos
1970:116) Era, pues, un pueblo paclfico e parcialmen te, en las lIam adas zonas de vida
inerme. óptimas de Holdridge (Holdridge y Tosi
En los milenios posteriores, en algunos 1972), es decir de "ambientes intermedios
valles de la Costa, cuando estaban ya bien donde la suma de tensiones físicas y bioló-
establecidas las culturas agro-alfareras, con gicas es mínima" (Lugo y Morris 1982:64,
mejor tecnologla y agricultura plena, se 65, fig.19). Efectivamente gran partede la
levantaron ricos y pró.peros señorlos o Sierra peruana posee caracterlsticas inter-
reinos, como Moche, Nazca, Chimú, medias, con un balance entre la lluvia y la
Chincha. 'Sin embargo, no consiguieron, evapotranspi ración, es decir que n o es muy
~ino limitadas expansiones. Aun en los do- húmeda que propicien la proliferación de
minios de varios valles costei'íos, parece las malezas y se laven muchas sales del
que no alcanzaron a concretar estructuras suelo, ni es tan seca que entorpezca el
sólidas. Tal vez haya influido lo desarticu- desenvolvimiento fisiológico de las plan-
lado de los valles, generalmente separados tas. Esto significa que su producción agrí-
por desiertos. La navegación en barcos o cola se simplifica y tiene menores costos.
balsas, que hubieran tenido un gran papel, Sólo en los lfmites extremos de altura las
fue limitada. Los indicios arqueológicos bajas temperaturas significan factores
son tam bién escasos a este respecto. De limitantes. Comparando, pues, las tierras
aquí que la referencia que da el cronista altas de los Andes Centrales con los otros
Pedro Pizarra (1978:222), en el siglo XVI, dos grandes sectores de los Andes: Los
que adjudicaba al lnca Atahualpa haber Andes Septentrionales, con su,' páramos
dicho que el señor de Chincha "echaua de más bien húmedos, y los Andes Meridiona-
su pueblo cien mil balsas a la mar", posible- les, áridos o semiáridos, donde predom inan
mente contenga una mala traducción del la Pun a Seca y la Pun a Salada (Tro1l195 8),
número. Llama más la atención que estos ad vertim os que destaca en los Andes Cen-
reinos costeños no hayan podido conquis- tra~es su condición de ambiente interme-
tar, en algún momento, ante todo en los de dio. Lo mismo sucede si confrontamos con
mayor auge, las tierras altas o Sierra, tan la húmed a Sel va am azón ica al este, y con la
~iquiera por estrategia defensiva. árida Costa peruana al oeste. Transcribi-
LaSierra, ocupaun espacio mayor, sub- mas un comentario sugestivo para recor-
dividido en varios sectores. Presenta gran- dar, justamente las ventajas de estos am-
des accidentes en el relieve que disminuyen bientes intermedios, para el accionar diná-
las áreas aprovechables, aunque arriba hay mico de las culturas que se establecen en
gran predominio de los rezagas de viejas ellos: "Holdridge y su colaborador Tosi
altiplanicies. Además -y esta caracterlstica señalan que las ci vilizac ion es han florecid o
es importante- se puede advertir que todo con más vigor en las zonas de vida que
está unido por estepas. Esto favoreció a los bordean la línea diagonal que delimitan el
grupos humanos para una mayor comuni- balance entre la lluvia y la evapotranspira-
cación e información con otros ámbitos, ción" (Lugo y Morris 1982:51).
mayormente por las partes altas (Cardich En la vertiente oriental está la Selva
1960:95), en forma más fluida que en las Alta, ocu pada en form a exigua, por gru pos
otra~ regiones, sumando un ingrediente humanos dispersos, con los cuales los con-
positivo más en el proceso cultural. Estas tactos o intercambios desde las otras regio-
sociedades de la~ tierras altas de los Andes nes eran escasos o muy esporádicos. Lleva-
Centrale~, tuvieron, además, la fortuna de ron también a cabo domesticacione~ de
asentarse en un espacio geográfico que alg u n os vegetales, en tre ellos pro bablem en-
te de la mandioca, que se difundieron a tituyóla culminación de la primera fase de
otras regiones, igual que algunos rasgos su gran expansión. Aquí se levantan las
culturales característicos. Empero estos gru- monumentales construcciones de carácter
pos no alcanzaron a organizar centros de ceremonial. Las hay también, con disposi-
poder de im portancia, ni en los tiem pos que ciones similares o casi similares, en la Sie-
vinieron después. rra. Hay algunas dataciones radiocarbón icas
Ahora bien, si recapitulamos los rele- de m ás de 4,000 añ os A.P., para los tem plos
vantes hechos prehistórico, del pasado an- antiguos, com o la fechade M ito en H uánuco
dino, vemos que los grandes núcleos de (GaK-766b) de 2,480 A.e. (corregida); de
poder que generaron las mayores expansio- Bandurria en Lima (l-7448) de 4,420 años
ne" lo, horizontes culturales en el ámbito A.P., entre otros (Fung Pineda 1988:95).
general o con repercusión en todos los Sólo la intervención de un Estado habría
Andes Centrales, tuvieron sus cabeceras en hecho posible laconstrucción deestas obras
las tierras altas, más precisamente en el gigantescas, complejas, y de un gran tras-
territorio altoandino (arriba de los 2,800 fondo ideológico, con manejo de especia-
m): Lauricocha en el precerámico; Chavín listas y gran masa de mano de obra, y
durante el Horizonte Temprano; Huari- concretar, ante todo, las gran.cJes·expansio-
Tiahuanaco en el Horizonte Medio; y Cusca nes. Señalamos, a este respecto, cierta des-
en el Horizonte Tardío. Se puede consignar proporción en la magnitud de estos tem-
más referencias significativa,' sobre esta plos, en cada zona, particularmente en la
preem inencia serrana, como la observa- Costa, con relación al tamaño de los sitios
ción de Bennett (1953:79): "es interesante ocupados por la agricultura ya la posible
que todos los datos arqueológico. de las población del lugar; m uestran una escala
migracioncs nos muestran movimientos de que parecería responder a la existencia de
la sierra a la costa y no a la inversa". un ente organizador de mayor alcance, por
Asimismo, en el modelo de "control verti- encima de los requerimientos y capacidad
cal" formulado por Murra (J 972) hay 5 de la zona. Y esta realidad no condice con
posibles ca,os: los casos I y 2 con núcleos la idea, más o menos generalizada en los
de poder en la Sierra, los casos 3 y 4 con escritos arq u ea ló gicos, de que estos cen tras
núcleos en la Costa, y el caso 5 con núcleo ceremoniales sc habrían levantado en cada
en la Selva. Los únicos comprobados han zona, adoptando simples patrones que lle-
sido los dos primeros, es decir de etnias con garon por difusión, a lo sumo con interven-
centros en la Sierra, que tuvieron el poder ción de ciertos percgrinos de los cultos.
su ficien te para en viar sus colon ias a deter- Para considerar como Estado este cen-
minados sectores de la Costa o de la Selva. tro de poder que surge tan temprano en los
Volviendo a los ticmpos del precerámi- Andes, tomamos en cuenta -entre otros
co final y el formativo temprano, veamos aspectos- la magnitud de sus resultados,
Ias con d icion es y el terren o para un a ex pan- sopesando su significación socioeconómi-
sión mayor del novel Estado altoandino. ca y cultural. No somos afectos a trasladar,
Previamente señalamos que este centro de sin crítica, los requisitos exigibles para otras
poder que abarcaba amplios sectores de la realidades, como lo, usados para entes
puna y de la quechua, habría reconocido modernos o para los del pasado del Viejo
como su área inicial en la Sierra Central y Mundo. Hemos tenido algunas experien-
Nor-Central, desde el norte de Ancash has- cias que nos inducen a guardar estas reser-
ta tal vez el centro de Ayacucho. Ahora vas. Así, en cuanto a la evolución de la
bien, los pueblos de este sector de los agricultu ra, se dice que el pro greso m arc a el
A n des tienen rel aci ón espacia 1, por estar en camino desde el uso del primitivo palo
la misma latitud, con los valles de la Costa cavador, luego pasa por la azada hasta el
de los departam entos de L im a y A ncash. La arado, y entre las modalidades de éste, la,
integración de este sector de la Costa con s- máquinas roturadoras cada vez más pode-
rosas. Unainvestigación sobrelaagricultu- contribu ido tam bién a un a m e jora en la vida
ra nativa en los Andes (Cardicb 1987, doméstica. Y es asimismo un elemento útil
1988:29), particularmente realizando aná- en los trabajos de campo arqueológicos,
lisis de suelos sobre m uestras de andenes en por ejemplo, paradistinguir y separar nive-
actual uso en A nd am arca (Ayacucb o, Perú), les precerámicos y cerám icos.
nos permitió reconsiderar el esquema con- Empero la posesión de la cerámica no
signado arriba, según el cual la agricultura fue imprescindible para alcanzar la Civili-
andina ocuparía los estadios más atrasados zación, como acabam os de ver. Los andinos
y primitivos, apen as en tre el palo cavad or y de esos tiempos usaban las piedras caldea-
la azada. Sin embargo la realidad es otra: el das, en distinta forma, tanto en la Costa
progreso en la agricultura andina ba segui- como en la Sierra: en Lauricocha desde los
do otra línea, no ba buscado arados podero- 8,000 ai'íos A.P. (Cardicb 1977: 298; 1978:
sos como los de la agricultura industrial 7,8) Y en Telarmachay desde los 7,000 años
moderna, de enormes costos, por el derro- A.P., aproximadamente (Lavallée et al.
cbe de la energía fósil y el gran perjuicio 1982:95). Asimismo se manejaban con
ecológico. Los andinos trabajaron sobre las mates, calabazas y pieles. Además se ob-
mismas condiciones del suelo, de los sedi- serva que muchas socied ades en di feren tes
men tos. Al construir artificialmente los sue- regiones de Sudamérica, en tierras altas o
los en los audenes, mezclaban adecuada- tierras bajas, con varios milenios de anti-
mente los elementos granulométricos para güedad en la tradición cerámica, nunca
formar principalmente suelos friablesy suel- llegaron a elaborar una estructura de Esta-
tos, capaces de ser trabajados con un simple do.
palo cavador o una azada. Huelgan los Posiblemente el Estado formado en las
comentarios sobre los niveles alcanzados y tierras al tas que estam os tratand o, para afian-
qué línea es superior, aun sin considerar los zar su poder y alcanzar m ayor cohesión en
otros desastres que está produciendo la su dominio, y, además, para avanzar a nue-
erosión, en la agricultura moderna. vos espacios, propició la construcción de
Los prim eras tem pl os o sus niveles más estos enormes centros de arquitectura cere-
antiguos se levantaron en el precerámico. monia!. Hay notables indicadores arqueo-
La segunda fase de laexpansión avanzó a la lógicos que denotan esta begemonía
Costa norte y al extremo norte de la Sierra, altoandina en la Costa: 1) Hallazgos de
y se produjo ya coincidiendo con el período huesos de llamas que anteriormente en el
de la cerámica inicial. precerámico temprano y medio de la costa
La cerámica es adoptada en el Perú no existieron (Bird 1970, 1985; Engel
haciael4,000 ó 3,800 AP., probablemente 1966); 2) En las grandes construcciones, de
de la Costa ecuatoriana, ya que en la loca- la primera hora sobre todo, hay sectores
lidad de Valdivia, las dataciones edificados con piedras, un patrón de la
radiocarbónicas más altas arrojan 4,335 ± Sierra; 3) Hallazgos de algunas puntas
100añosA.P.a5,275± 175añosAPen43 foliáceas de clara factura altoandina; 4)
análisis (Meggers 1985:14). Noestáaclara- Entre los esqueletos humanos encontrados
do si fue una invención independiente o en yacimientos del precerám ico tardío de la
vino a través del Pacífico, favorecida por Costa (I-Iartweg 1958), así com o en el cen-
corrientes marinas, traídas por un pequeño tro ceremonial de Cardal (Burger 1987), se
grupo ocasional desde el Viejo Mundo, han encontrado cráneos con deformación
particularm en te de la cu 1tura Jomon (Estra- artificial del tipo "tabular erecta", que pro-
da 1956; Meggers 1981; Meggers et a!. bablemente deriven de los altos Andes,
1965), lo que no es imposible. La cerámica pues, com o se señaló arriba, en Lauricocha
ba resultado una interesante conquista tec- se descubrieron del mismo tipo en un nivel
nológica; expresa m uy bien el estilo artísti- más an tiguo (Cardich 1964; B órmida 1963);
co de las culturas que la adoptaron. Habría 5) Desplazamientos de mayores grupos
humanos de la Sierra a la Costa, tanto por LAS MAS ANTIGUAS
los sucesos políticos como por la crisis del ESTRUCTURAS CIVICAS YIO
Neoglacial que hemos referido arriba. Es- CEREMONIALESDE
tos fenómenos de los desplazamientos hu- LAURICOCHA
manos en el sentido señalado se han venido
repitiendo varias veces a lo largo de la
prehistoria de los Andes Centrales, con Lauricocha está ubicado en el sector
distintas características, y aún en los tiem- llamado Centro o Nor-Centro del Perú.
pos actuales; 6) La existencia de algunos Integra, pues, esa área que, al avanzar los
rasgos fundamentales y característicos que estudios arqueológicos, se está perfilando
son comunes entre estos templos de la Cos- como el núcleo inicial y principal en la
ta y la Sierra, y una contem poraneidad que formación de la Civilización Andina. La
hablaría de la existencia de un centro co- dLtancia de Lauricocha a los principales
mún que habría promovido estas construc- centros tempranoscalculados en línea recta
ciones; 7) Inicio de un progreso agrícola en y con los rumbos magnéticos, es como
la Costa, empezando en la Costa Central, sigue: a Kotosh 70 km NE; a Tantamayo
con las nuevas técnicas y varios cultígenos, 110 km N; a Jatún. jiJ:ca (centro ceremonial
antes no conocidos en la región, que llega- en Vanas) 85 km N; aChavín de Huantar 90
ron con esta expansión de la Sierra. Cabe km N-NO; a Huaricoto 135 km NO; a
destacar los nuevos patrones de riego me- Casma 200 km NO; a Supe 110 km O; a
diante canales, que en la Sierra por la varie- Bandurria 125 km SO; a Río Seco 135 km
dad de fuentes de agua (ríos, riachuelos, S-SO; a Ancón 170 km S-SO; a El Paraíso
arroyos, manantiales, etc.) y las diversas 172 km S-SO. Lo interesante de esta zona
pendientes, se practicaron desde más antes. de Lauricocha es que en sus cuevas o grutas
Este Estado altoandino que preside esta se han encontrado estratificados restos cul-
gran expansión, al integrar otros pueblos y turales en una secuencia que empieza hace
ambientes, irá poco a poco tomando un 10,000 años y que llega hasta nuestros días.
perfil más amplio, más abarcativo, es decir La fecha de los 10,000 años es un hito de los
más andino, como pasó también, mucho inicios como nos hemos propuesto para
tiempo después, con el Estado lnca. estud iar e I origen del a C i v ilizac ión A nd ina.
Son todavía relativamente escasos, en Los estudios arqueológicos de estos temas
la Arqueología Andina, los informes de básicos del pasado del hombre, creemos
hallazgos y trabajos de estructuras monu- que deben rea·lizarse tomando en cuenta
mentales del precerámico final y del perío- escalas relativas y más acordes con los
do inicial de la cerámica, siendo más esca- dilatados tiempos prehistóricos y con los
sos en la Sierra por una menor dedicación, ambientes amplios y sus variaciones más
y porque también se hacen menos eviden- notables. Es decir, sin exaltar demasiado ni
tes, debido al deterioro y destrucción que quedarse en los detalles circunscritos y
han sufrido por las duras condiciones del menores, ante todo cuando se refieren a
medio, y el paso de tantos milenios. Citare- hechos individuales o anecdóticos, porque
mos los principales informes tanto de la no siempre éstos representan las historias
Sierra como de la Costa, de acuerdo con las mayores de las sociedades.
fechasdesupublicación: Enge11957, 1967, Los principales yacimientos en las cue-
1988; lzumi y Sono 1963; Izumi y Terada vas de Lauricocha presentan, en el perfil
1972; Fung Pineda 1972; M oseley y W illey estratigráfico, alrededor de150% del espe-
1973;Pozorski 1975;Ravineselsbelll975; sor correspond iente a la etapa precerám ica,
Feldman 1978; Griedar y Bruno 1981; y por encima los otros 50% restantes desde
Terada y Onuki 1982, 1985; Burger y la primera cerámica hasta la actualidad.
Salazar 1985; Burger 1987; Bonnier 1987; Como es fácil advertir no todos los restos
B ischof 1987, y otros. pertenecen a ·'cavernícolas", pues han ido
sedimen tanda también, entre m uch os otros, se pueden observar en (figura4l y las lámi-
los dejados por pastores actuales que los nas VIII, IX y X de nuestro primer informe
ocupan temporariamente, y aun los nues- (Cardich 1958). Hay otros, sin embargo,
tros, que fueron quedando, en las tempora- que están cubiertos por los sedimentos del
das de estudio. Además en la zona de suelo debido al paso del tiempo (figura 5).
Lauricocha hay importantes sitios con es- Observaciones detenidasen los sitios, y
tructuras arquitecturales a cielo abierto, de también apoyados por fotografías con luz
varios estilos, dimensiones y edades, inclu- rasante, nos orientaron primeramente para
sive importantes poblados. Ellos también comprobar la existencia de estructuras
han dejado sus testimonios en las cuevas. monumentales y huellas de campos de la-
Las construcciones más tardías sobresalen brantíos muy numerosos y pequeños pero
l:n su mavor [1drll' 'I'hr,' 1.1 "Irnficie. como qUl: 'lllTl:Ill '!r:IILII" l',II'llsiol1cS FUC111n
Fig. 4: Un
eJemplo de
una conslrllC-
cú5n de piedra
en la orilla
5III/oesle del
lago
La 11 ricocha.
Fig.5. La
,¡Jliplanicie de
Corralón
14.050 m de
alúllIdj con
indit'io,~ de
estFlIcflfras en
el relieve,
"/llre ellos de
;ra/ldes
entros
1lI01lU menta les.
confirmados por vistas áreas (figura 6). Las ciones. Son variadas, como canales de va-
principales estructuras detectadas hasta el rios tipos, cim ien tos de cercos de cam pos
presente en el sector de Corralón (o Corral de labrantíos o de encierro de animales,
León, nombre que rescatamos para nom- tumbas que deben ser las más recientes y,
brar los principales sitios monumentales) ante todo, las estructuras monumentales de
se encuentran en un altiplano a 4,050 m de las que hemos detectado cinco hasta ahora.
altitud, y un templo menor en el valle junto La estructura más importante parece ser la
a la salida de la laguna Lauricocha del que nombramos Corral León 1, de algo más
toda vía pequeño río M arañón -Amazon as a de 250 m de largo, de forma rectangular,
3,950 m de altitud (figura 7). Tenemos con subdivisiones internas, que también se
proyectado realizar excavaciones extendi- observan apenas mediante sus suaves e
das en un futuro próximo, pues hasta ahora incompletos relieves. Hay presente otras
se han llevado a cabo solamente trabajos estructuras igualmente antiguas en los alre-
preliminares. dedores. Hay pastores que ocupan tempo-
En Corralón se puede apreciar que hu- rariamente el sitio y hacen algún corral y
bieron, al menos, dos ocupaciones impor- sus pequeñas casitas de piedra aprovechan-
tantes. Una la más antigua, estaría repre- do las piedras emergidas.
sentada por esas construcciones que tienen Para acercarnos al tema sobre la
sus bases a mayor profundidad y apenas sedimentación en la superficie de la zona
emergen o no a la superficie, y las otras, veamos algunas de las posibles alternati-
como se ha dicho, con sus estructuras algo vas. Recordemos, primeramente, que la
más evidentes en la su perficie. En las exca- influencia fluvial no corresponde para los
vaciones realizadas hemos tratado de reco- tiempos que tratamos, pues Corralón es una
nocer las características dc c'la' cnnslruc- :lmpli:1 plalaforma, limitada al este !wr 1,1
Fig. 6: Aero!()/ogrll!ta parCIa! de LlIurococlw. 1 j Ruinas de I'I/eb!o \/Ielo: 2j Ruinas de! poblado del Interme-
dio Temprano An/arragá; 3j Acanlilado que alo;a las cl/evas prehistóricas de la serie L; 4j Ex/remo orien/al
de la laguna Lal/ricocha; 5j El río Marañón-Amazonas a su salida de Lauricocha; 6j Río Lauricoha; 7j
Anligl/o templo ;I/nlo a la salida del Marañón-Amazonas; C-Ij Vestigios de un edificio monumelllal de más de
250 m de largo en Corralón; C-2j, C-3 y C-4 olros edificios .!imilare.r.
quebrada donde discurre un riachuelo, tri- capa anterior, se encuentra en tránsito pro-
butario del río Lauricocha que corre en el gresivo, una capa arcillosa, rojiza, al pare-
lado oeste ya 100 m de desnivel con respec- cer no alterada, de unos 0.50 m de espe,or;
to a la planicie de Corralón y por el norte el en la parte inferior aparecen algunos ele-
valle mismo de Lauricocha con este mismo mentos culturales como restos óseos de
desnivel. Por el sur se conecta con suaves camélidos en fragmentos, una lasca de
cerros y más o menos apartados, que no cuarcita, y ante todo la parte superior de un
pueden haber cubierto con deslizamientos muro de piedras que corresponde a una
gravitatorios de sedimentos nicon reptación estructura mayor; está hecho de piedras del
de suelos. La acumulación sobre las viejas tipo lajas espesas y de diversas formas; las
superficies se podrían haber producido por caras de la pared son parejas y la ba,e
sedimentos de transporte eólico, aunque empieza a 1.70 m de la superficie. Hemos
contrarrestado por alguna erosión. En con- pensado también que esta capa rojiza hu-
secuencia el crecimiento ha sido más bien biera sido agregada en un "entierro" de
una formación de suelo, por tanto relativa- templo, como se ha practicado en otros
mente lento. centros tempranas; se aclarará en futuros
Realizamos una excavación al costado trabajos. 3) El sedimento por debajo de la
de la estructura mon umental Corral León 1, capa anterior arcillosa y rojiza, cambia de
en un sector muy alineado. Pasamos a des- color siendo más clara y de textura limosa
cribir brevemente el perfil: 1) Capa supe- y comprende desde una profundidad de
rior de unos 0.5 O m de espesor, castañ o muy 1.10 m hasta 1.70 m constituyendo el sedi-
oscuro, húmico, es el horizonte A del suelo. mento que cubre los costados del muro.
L os primeros 0.40 m desde la superficie Pensamos que correspondería al horizonte
pre,enta restos del cimiento de una cons- C del ,uelo maduro. Se puede considerar
trucción tardía, empero las piedras están que habrían realizado la construcción de
movidas y desrlazadas 2) Por dcha io de la estas estructura.' cuando la superficie e,la-
rl,~·. - {'--//a 1'.\Iflldur,J (UIlI,'<.,'II,1 di' I/'JJI(I/o cubu:rla (lor .\edUlII!Il10S y {"I'.'.(I",/, ()JI)).:lIfill ¡i l,j',tlJI/Ie' (ll'.'1I1)
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