Está en la página 1de 11

O V : í* 3 '-002001

Historia General de América Latina

Volumen I
Las sociedades originarias
Directora: Teresa Rojas Rabiela
Codirector: John V. Murra

Volumen II
El primer contacto y la formación de nuevas sociedades
Director: Franklin Pease, G.Y.
Codirector: Frank Moya Pons
Volumen III
Consolidación del orden colonial
Director: Alfredo Castillero Calvo HISTORIA GENERAL
Codirector: Alian Kuethe DE
Volumen IV AMÉRICA LATINA
Procesos americanos hacia la redefinición colonial
Director: Enrique Tandeter
Codirector: Jorge Hidalgo Lehuedé Volumen II
Volumen V
La crisis estructural de las sociedades implantadas
Director: Germán Carrera Damas
Codirector: John V. Lombardi
Volumen VI
La construcción de las naciones latinoamericanas DIRECTOR DEL VOLUMEN: FRANKLIN PEASE, G.Y.
Directora: Josefina Z. Vázquez CODIRECTOR: FRANK MOYA PONS
Codirector: Manuel Miño Grijalva

Volumen VII
Los proyectos nacionales latinoamericanos:
sus instrumentos y articulación,
1870-1930
Director: Enrique Ayala Mora
Codirector: Eduardo Posada Garbo

Volumen VIII
América Latina desde 1930 •
Director: Marco Palacios
Codirectora: Esperanza Duran

Volumen IX \\\\- EDICIONES UNESCO / EDITORIAL TROTTA


f
I
134 FRANK M O Y A PONS

encargo de tomar residencia a los oficiales reales de Cubagua. Este gobernador,


Juan Frías, no se ocupó directamente de Coro y, en cambio, dejó allí a su lugar-
teniente Juan de Carvajal, quien pronto entró en conflicto con los alemanes,
pues ni los representantes de los Welser en Coro ni la población quisieron obe-
decerle. En consecuencia, las relaciones se agriaron de tal manera que Carvajal
optó por hacer prisioneros a Hutten y a ¡Welser, a quienes finalmente localizó en
el interior del país y les quitó la vida. Para poner fin a estos conflictos, la Corona LOS PRIMEROS CONTACTOS:
dio por terminada la gobernación de los Welser en 1546, quedando Venezuela
administrada, a partir de entonces, por funcionarios españoles. Durante el perio-
LA EXPERIMENTACIÓN Y LA ESTRUCTURACIÓN
do alemán fueron fundadas las poblaciones de Maracaibo y Tocuyo, aunque DE LA NUEVA SOCIEDAD MESOAMERICANA
esta última la fundó Carvajal en 1545. DE 1517 A MEDIADOS DEL SIGLO XVI
Para ese entonces, la dinámica de la Conquista había adquirido otras carac-
terísticas. Con el territorio virtualmente conocido, y conscientes de que la geo- María de los Ángeles Romero l-rizzi
grafía no prometía grandes sorpresas, los españoles procedieron a repartirse las
tierras más fértiles y los indios de los centros más poblados, para criar ganado o
explotar las minas. Poco a poco fueron fundadas nuevas «ciudades»: Borburata,
en 1548, Barquisimeto, en 1552, Las Palmas, en 1554, Valencia del Rey, en
1555 y Trujillo, en 1556. A partir de entonces, la Tierra Firme sería frontera de
colonos, mineros y hacendados. La época de los conquistadores había quedado En los años que siguieron al Descubrimiento de América, los viajes a través del
atrás. Atlántico habrían de multiplicarse. Individuos provenientes de Andalucía, Cas-
tilla, Extremadura y otras provincias de España, cruzaron el océano buscando
en las tierras recién descubiertas aventura, fortuna, poder político o cumplir
una misión apostólica. Su actuación transformó el mundo al que llegaban. Sin
saberlo iniciaban una etapa de la Historia. Las páginas que siguen describen
aquellos años; se esfuerzan por entender los sucesos que ocurrieron, de 1517 a
mediados del siglo xvi, en Mesoamérica, a raíz de la expansión del imperio
español.
Mesoamérica abarcaba la mitad sur dé México, Guatemala, Belice y Hondu-
ras 1 . Al momento de la conquista española, su población sumaba alrededor de
20 millones de personas; estaba constituida por múltiples pueblos hablantes de
un sinnúmero de idiomas y con distinto grado de desarrollo económico, político
y cultural. Existían centros urbanos con una complicada organización social y
sencillos poblados campesinos. La estructura política variaba desde señoríos,
con considerable centralización del poder, hasta aldeas igualitarias. Los mesoa-
mericanos estaban íntimamente vinculados entre sí por guerras, relaciones polí-
ticas, intercambios comerciales y una tradición cultural común. Comprender la
conquista de estas gentes, la imposición de las ideas y las instituciones hispanas
sobre las nativas y los complicados procesos de cambio que esos hechos genera-
ron, son el objeto de este capítulo.

1. La frontera sur de Mesoamérica va aproximadamente de la desembocadura del río Mota-


gua en Guatemala, pasando por el lago de Nicaragua, al golfo de Nicoya, en Costa Rica. La frontera
norte tuvo una mayor movilidad, épocas de expansión hacia el Norte y otras de contracción hacia ei
Sur, pero por lo general se considera que va, más o menos, de ¡a desembocadura del río Panuco, en
el Nordeste de México, al río Lerma en el Pacífico (Kirchhoff, 1967: 6 y 7).
136 MARÍA DE LOS ANGELES ROMERO FRIZZI LOS PRIMEROS CONTACTOS 137

I.OS PRIMEROS CONTACTOS al náhuatl y de éste al castellano, el conquistador logró poseer un factor clave:
podía entender a su adversario y conocer aspectos esenciales de su mundo. Aun-
En la segunda década del siglo XVI, los españoles estaban bien establecidos en las que esto no evitaría totalmente las malas interpretaciones, inevitables cuando
Antillas; tomando a Cuba como base, iniciaban expediciones tratando de descu- dos sociedades tan distintas entraban en contacto. A menudo lo que él y sus ca-
brir nuevas tierras, hacer esclavos y obtener oro. En 1517, una expedición al pitanes entendieron como señales de paz, eran el inicio de la guerra.
mando de Francisco Hernández de Córdoba, partió de Cuba y, tras varios días de Días después de su partida, el Jueves Santo de 1519, Cortés y sus hombres
tormenta, logró llegar a la costa nordeste de Yucatán. Los nativos, sin mostrar te- desembarcaron en las costas de Veracruz; el contacto con los naturales se estre-
mor, la recibieron con regocijo, les llevaron a los hispanos collares de cuentas chaba. Comenzaron su empresa de conquista manipulando dos armas claves: el
verdes y el jefe del grupo indio, quien parecía ansioso de ser hospitalario, los invi- terror y la sorpresa. Cortés utilizó el galope de los caballos, el brillo de las espa-
tó a desembarcar. Lo hicieron y una vez en tierra, a un grito del jefe maya, apare- das y el rugir de los arcabuces y los cañones. También logró conocer a sus ene-
cieron cientos de guerreros, que llevaban los cuerpos pintados, portaban armadu- migos y utilizar sus debilidades. Al enterarse de las profundas rivalidades y con-
ras de algodón y los atacaron con piedras, flechas y lanzas. Los españoles cayeron tinuas guerras que existían entre los reinos indios, en particular contra la ciudad
en la emboscada: en lo que ellos creían era un acercamiento amistoso, habían de México-Tenochtitlan por los onerosos tributos que exigía, empleó una hábil
sido engañados o habían mal interpretado las señales de los nativos 2 . política de alianzas. Manejó con éxito la diplomacia y regaló a los gobernantes
A pesar de aquel fracaso, las falsas noticias que los hombres de Córdoba lle- nativos con vino de Castilla, trajes de su persona y collares de cuentas de vidrio,
varon a la isla, sobre la existencia de abundante oro en las ciudades recién des- hasta transformarlos en sus aliados. Les hizo saber que deseaba la paz y que los
cubiertas, condujeron a la preparación dé una segunda expedición. El nuevo protegería contra sus enemigos tradicionales: los reinos cercanos y la ciudad de
capitán exploró las costas de Yucatán y estableció contactos con las poblaciones México. La extraña presencia de Cortés se mezclaba con la política local y los
mayas; más astuto que su antecesor, utilizó en los enfrentamientos contra los conflictos de estas tierras. Armado con este conocimiento y contando con el
agresivos guerreros, las armas de fuego, que causaron pavor y asombro. Poco a apoyo de sus aliados indios, inició su viaje tierra adentro buscando la famosa,
poco, los indígenas fueron entrando en contacto con lo que parecía inexplicable; temida y poderosa ciudad de México-Tenochtitlan. La Conquista avanzaba ha-
se enfrentaban a una incógnita: ¿quiénes eran estos hombres? No obstante estos cia el centro del imperio mexica.
cuestionamientos y a pesar de la superioridad tecnológica del invasor, los gue- De las tierras tropicales de Veracruz, los conquistadores se adentraron en las
rreros hispanos, fueron derrotados nuevamente. zonas altas y de clima templado, y en el recorrido cruzaron infinidad de ciudades
Una tercera expedición salió de Cuba, al mando de Hernán Cortés. Partie- indígenas. Las batallas fueron numerosas, también los intercambios de presentes y
ron 10 carabelas con 400 hombres de guerra y 16 caballos. Se iniciaba una de las nuevas alianzas. Muchos señoríos indios se opusieron violentamente a Cortés,
las hazañas más impresionantes en los anales de la Historia: la conquista de la para después de la guerra, aceptar apoyarlo. Especialmente importantes, en esta
ciudad de México-Tenochtitlan y de los demás pueblos mesoamericanos. Cortés cadena de lucha y diplomacia, fueron los tlaxcaltecas, los huexotzincas y otros
recorrió la ruta de sus antecesores, desembarcó en la isla de Cozumel, frente a pueblos, enemigos irreconciliables de México. Apoyado por ejércitos de indios,
las costas de Yucatán y encontró que los indios habían abandonado sus pueblos, Cortés y sus hombres llegaron a la ciudad de México-Tenochtitlan; penetraron
refugiándose en el monte: «que todos los pueblos que habían topado estaban va- por la calzada de Iztapalapa. Mil hombres principales salieron a recibirlo en for-
cíos». A pesar de esto, Cortés logró establecer contacto con los caciques y prin- ma respetuosa, conforme a su costumbre. Pasado un puente, lo esperaba Mocte-
cipales de Cozumel, les entregó «unas camisas de Castilla» y les dejó una cruz y zuma, el Emperador mexica, el gran tlatoani; iba acompañado de 200 señores no-
una imagen de la Virgen María. ¿Cómo entendieron los mayas estos hechos? Es bles engalanados con sus mejores trajes de manta y plumería. Cortés se apeó de su
difícil saberlo. Eran los primeros contactos entre dos sociedades, dos culturas y caballo, se dirigió hacia Moctezuma y trató de abrazarlo, inmediatamente fue de-
dos maneras de comprender la realidad. tenido por los nobles mexicas quienes impidieron que lo tocara. Cortés y sus hom-
En ese proceso de descubrimiento y conquista de la cultura ajena, la suerte bres fueron conducidos a una casa «muy grande y hermosa», sentados en unos es-
favoreció a Cortés, pues logró hacerse de dos intérpretes que conocían el mundo trados muy ricos y ofrendados con joyas de oro, plumajes y cinco o seis mil
indígena: un antiguo náufrago español que conocía la lengua maya y una mujer prendas de algodón. Moctezuma se sentó en otro estrado y dijo unas palabras.
indígena, noble, entregada a Cortés como presente en las costas de Tabasco, que
hablaba el maya y el náhuatl. A través de una cadena de traducciones: del maya
EL CONQUISTADOR EN LA MENTE INDÍGENA

2. La descripción de la Conquista está basada en la carta del cabildo de la Villa Rica de la Vc- El discurso de Moctezuma fue registrado por Hernán Cortés y constituye el testi-
racruz a la reina Juana, de 10 de julio de 1519; en la segunda Carta de Relación escrita por Hernán monio más antiguo que poseemos para conocer cómo entendieron los mexicas al
Cortés el 30 de octubre de 1530 y en la crónica que el soldado conquistador Bcrnal Díaz del Castillo,
terminara de escribir en 1568, titulada Historia verdadera de la Conquista de la Nueva España. conquistador. A pesar de la traducción al castellano del discurso imperial y no
138 MARÍA Dr LOS ÁNGELES ROMERO FRIZZ 139

obstante las ideas y los intereses hispanos que en él se filtran, nos permite pene- señalado donde fundaban su asiento y el recuerdo del supremo sacerdote que los
trar la visión indígena: «Muchos días ha que por nuestras escrituras, tenemos de guiaba, a través del cual la deidad tutelar se comunicaba con el grupo. Estas me-
nuestros antepasados noticia que yo ni todos los que en esta tierra habitamos no morias eran parte esencial de la identidad y la filosofía de los pueblos mesoame-
somos naturales de ella, sino extranjeros y venidos a ella de partes muy extrañas; ricanos (López Austin, 19X9: 109-117; Gibson, 1967, cap. 2). El mito de origen
e tenemos asimismo que a estas partes trajo nuestra generación un señor, cuyos legitimaba su derecho a las tierras que ocupaban. Sin embargo, podía suceder
vasallos todos eran, el cual se volvió a su naturaleza, y después tornó a venir des- que el lugar indicado por la divinidad estuviera habitado por otros grupos, y
de mucho tiempo; y tanto, que ya estaban casados los que habían quedado con para ocuparlo tuvieran que recurrir a un acuerdo pacífico o a la guerra. Aquel
las mujeres naturales de la tierra, y tenían mucha generación y hechos pueblos que triunfara en la batalla gracias a su poder, un poder sagrado otorgado por el
donde vivían; c queriéndolos llevar consigo, no quisieron ir ni menos recibirle dios tutelar, retenía el territorio. Por supuesto que esos derechos eran inestables,
por señor; y así, se volvió. E siempre hemos tenido que los que del descendiesen constantemente estaban amenazados por la llegada de nuevos grupos y por cam-
habían de venir a sojuzgar esta tierra y a nosotros, como a sus vasallos. E según biantes relaciones de poder.
de la parte que vos decís de este gran señor o Rey que acá os envió, creemos y te- En este contexto era relativamente fácil confundir a Cortés y A sus hombres
nemos por cierto él ser nuestro señor natural...» (Cortés, 1961: 61 y 62). con un extraño y poderoso grupo de nuevos migrantes (López Austin, 1989:
El éxito de las armas españolas ha sido explicado por una combinación de 180-181). Varios aspectos coincidían: los españoles llegaban de lejos proclaman-
factores: la superioridad de su tecnología, la profunda fragmentación política y do un dios tutelar, Carlos V, quien los había enviado. Venían guiados por un
los constantes enfrentamientos entre los señoríos étnicos y la carencia, en la líder, Cortés, a través del cual hablaba el dios de su linaje. Al igual que en casos
mente india, de una concepción clara de lo que estaba sucediendo. Al no poder anteriores, los indígenas pensaron que había que defender lo propio o aliarse
explicarse de dónde venían los españoles y por qué tenían armas tan distintas, con los recién llegados. De esta forma se iba entretejiendo la presencia de Cortés
los mexicas y los demás pueblos mesoamericanos buscaron la respuesta en sus con la política y el pensamiento mesoamericanos. Sin embargo, no todo se expli-
mitos. Moctezuma pensó que Cortés había sido enviado por un señor, quien ya ca de esta forma; el carácter personal, las decisiones del momento y las intrigas
había estado en esta tierra antes y que ahora regresaba a sojuzgarla. Los histo- de palacio, también colaboraron al t r i u n f o hispano.
riadores han considerado que ese personaje era la deidad Quetzalcoatl y que los Los hechos que siguieron a la entrada de Cortés en la ciudad de México,
indígenas identificaron a Hernán Cortés con ella. Solo que leyendo con cuidado presentan a un Moctezuma indeciso. Por un lado alberga a Cortés y A sus capi-
el escrito, podemos ver que Moctezuma no confundió a Cortés con Quetzalco- tanes en un palacio, los halaga y los honra, y por otro envía a sus guerreros a
atl, dios y guía cultural asociado al oriente, sino al emperador Carlos V, cuando destruir la guarnición española que había quedado en Veracruz. ¿Por qué esta
dijo: «las cosas que decís de este gran señor o Rey que acá os envió, creemos y contradictoria actuación? ¿No hubiera sido mejor atacar directamente a los es-
tenemos por cierto él ser nuestro señor natural». pañoles antes que permitirles entrar a la ciudad? Más explicable fue que Cortés,
Sin embargo, surge la duda: ¿por qué si Quetzalcoatl había enviado a Cortés a los pocos días de su llegada a la ciudad, hiciera prisionero a Moctezuma. El so-
y sus guerreros, los señoríos indios habían entablado tan numerosas batallas berano casi divino, dotado de poderes enigmáticos, sagrado hasta el punto de
contra ellos? Las palabras de Moctezuma revelan la respuesta conduciéndonos a que Cortés no podía tocarlo, fue sujeto de una afrenta inaudita cuando, estando
los mitos de los pueblos mesoamericanos. En la historia prehispánica es amplia- en su palacio rodeado de sus nobles y protegido por cientos de guerreros, le fue-
mente conocida la leyenda de la migración de los mexica de un lugar legendario ron colocados grilletes y quedó recluido en los salones del mismo palacio donde
hasta el sitio que su dios les tenía deparado para fundar su ciudad'. No sólo los se hospedaba el conquistador.
aztecas poseían un mito de migración o de origen, todos los poblados mesoame- Las fuentes coinciden hablando de la prisión del Emperador: la explicación
ricanos lo tenían. Han sido localizadas leyendas de migraciones entre los nahuas es un tanto oscura. Pequeños indicios nos llevan a pensar en una conspiración
del valle de México y el área de Puebla-Tlaxcala, los mayas de Yucatán, los mix- contra Moctezuma y su linaje, preparada al interior de la corte tenochca. No es
téeos y los zapotecos de Oaxaca, los cakchiqueles de Guatemala y muchos más4. clara la situación, pero es probable que un grupo de nobles tramara asesinarlo
Estas narraciones de carácter sagrado contenían el origen de los linajes que por diferentes razones. Unas recientes: no estaban de acuerdo con su actuación a
integraban los reinos indígenas, la memoria de su peregrinar hasta llegar al sitio partir del arribo de los españoles, y otras antiguas: lejanas rivalidades al interior
de las familias de más poder. La posibilidad de una conspiración contra el tlato-
anits mencionada en varias fuentes de la época. Bernal Díaz del Castillo, uno de
3. Tira de la peregrinación mexica. los capitanes de Cortés, dice que Moctezuma accedió a su prisión ante el temor
4. Los mitos de origen y migración, contenidos en los códices y libros indígenas, son suma- de que los nobles indígenas quisieran nombrar otro gobernante. Pedro Mártir de
mente compleíos. Formaban parte de la historia del grupo y por ello mezclaban la religión, los dere- Anglería, cronista, describe cómo Moctezuma soportó todo para evitar «verse
chos de los linajes gobernantes, las guerras y muchos temas más. Unos ejemplos son: La Historia
Tolteca Chichimeca, Memorial de Solóla, Titula de luí señores de Totomcapán, Chimalpahin, Octa- agui|oneado por sus magnates y atormentado de mil molestias, que los ánimos
va relación. El rallo Salden, l.os mapas de Cuauhtmchan, El Chilarn Bjlam de Chumaycl y otros. de todos estaban dispuestos a sublevarse» (Anglería, 1964, vol.2, libro III: 469).
140 MARÍA DE LOS ANGEltS ROMERO FRIZZt LOS P R I M E R O S C O N T A C T O S MI

Otro documento más menciona «la insoportable tiranía de Moctezuma» y los Los nefastos augurios no detuvieron la guerra. El ejército español con sus in-
secretos de la corte mexica que unos nobles revelaron a Cortés5. dios aliados, fueron derrotados y huyeron hacia Tlaxcala, donde lograron reor-
Es probable que Moctezuma aceptara quedar prisionero del español porque ganizar sus fuerzas y preparar un nuevo ataque. Éste se inició el 30 de mayo de
temía por su vida y su linaje. Aprobó el plan de Cortés porque esperaba contar 1521 y duró 75 días; la ciudad fue sitiada, lucharon en las calzadas, en los puen-
con su apoyo para conservar su Imperio. Del mismo modo que los enemigos de tes, en las azoteas; el hambre que se produjo fue grandísima, las gentes roían las
México se habían aliado al extranjero, ahora Moctezuma, desorientado, trataba raíces y la corteza de los árboles y, no obstante todo esto, los prisioneros indios
de protegerse permaneciendo al lado del conquistador. En los días que siguieron que los españoles hicieron dijeron: «Y que uno sólo que quedase habría de morir
a la prisión del tlatoani, los acontecimientos se sucedieron con inusitada rapi- peleando y que de todo lo que tenían no habían de tener ninguna cosa los espa-
dez. A las costas de Veracruz llegaron más soldados españoles, enviados por el ñoles».
gobernador de Cuba, Diego de Velázquez, para detener a Cortés por desacatos La ciudad fue destruida y a Cuauhtémoc, sucesor de Cuitlahuac y nuevo
cometidos con anterioridad. Este tuvo que abandonar México-Tenochtitlan y en líder de la resistencia, le hicieron prisionero. Con ello cesó la guerra: era el día 1
su ausencia, Pedro de Alvarado, un capitán más cruel y menos hábil, fue inca- serpiente del año 3 casa, en el calendario mexica; el 13 de agosto de 1521, día de
paz de detener la rebelión mexica. En una impresionante batalla, los españoles San Hipólito. El relato de la lucha es comparable a la mejor epopeya que se haya
fueron derrotados y expulsados de la ciudad; en medio de la violencia, Mocte- escrito; escenas de crueldad y heroísmo llenan páginas que, a pesar de haber sido
zuma, sus hijos y sus hermanos fueron asesinados (Tezozomoc, 1944, en Martí- escritas por el conquistador, recrean el esfuerzo de los mexicas por defender su
nez Cárnica, 1986: 66-69). El ejército español se retiró a Tlaxcala para reorga- futuro.
nizarse y curar sus heridos. Mientras tanto, Cuitlahuac era nombrado nuevo Al cabo de los años, los historiadores hemos acuñado diversas interpretacio-
tlatoani del Imperio. nes para explicar hechos que, aún ahora, se nos antojan inexplicables: ¿Cómo fue
Precisamente en ese momento de la guerra, cuando los mexicas triunfaban, posible que los españoles derrotaran a uno de los mayores imperios de la antigüe-
acaeció la primera gran epidemia. A poco meses de su elección Cuitlahuac falle- dad? ¿Fue debido a que los vieron como guías deificados de extraños migrantes?
ció. El Imeyzahuatl, o gran epidemia de viruela, acompañada de lepra y sarna se ¿Los vieron como dioses? No conocemos la mente india de aquellos momentos, si
extendió por la ciudad, y cientos de muertos llenaron las calles (Cibson, 1967: no a través de los escritos de los conquistadores y los cronistas españoles, de
460). ¿Por qué la furia de la enfermedad? Era imposible no asociarla con los re- modo que cualquier intento por penetrar en ella resulta distorsionado.
cién llegados. Las epidemias habían existido en el mundo antiguo, pero la capa- A juzgar por los escritos de Cortés, no es posible creer que los indígenas pen-
cidad destructora de ésta no tenía antecedentes. A los arcabuces, los caballos y saran en ellos como dioses. En todo caso, apenas comenzaban a acuñar esa idea,
los cañones se unía el nuevo padecimiento; sus causas y su intensidad escapaban cuando Moctezuma mal interpretó lo que sucedía y cuando dijeron que Cortés
de las manos de los españoles, pero fueron su mejor arma. ¿Qué podían pensar era «hijo del Sol», pero ella no los detuvo. Tampoco los inhibió la tecnología,
los mexicas? Precisamente cuando ellos atacaban con vigor y expulsaban a los pues trataron de construir ballestas y emplearon las espadas que habían captura-
desconocidos, eran aniquilados. do en las batallas. Las razones de la derrota fueron muchas: la actitud de Mocte-
Al desconcierto se sumó el infortunio. En la batalla, poco antes de que el zuma, la sorpresa, la búsqueda sin respuesta, la furia de las enfermedades y,
ejército español fuera expulsado hacia Tlaxcala, Cortés y algunos de sus capita- también, el odio contra la ciudad de México-Tenochtitlan y las rivalidades entre
nes lograron ascender las gradas del templo mayor de México-Tenochtitlan y, los mismos señoríos indígenas. No es posible olvidar el enorme número de in-
tras largas horas de pelea, le prendieron fuego. En la mente mesoamericana, el dios aliados que apoyaron a Cortés. Al momento de la derrota, los españoles
templo era más qué un recinto sagrado: era el símbolo de su pueblo, el centro de eran novecientos, los aliados «mas de ciento y cincuenta mil hombres»6.
su poder y la residencia de las deidades protectoras. ¿Algún indígena, enemigo
de los mexicas, le aconsejaría a Cortés que lo hiciera? Muy posiblemente, pues el
hecho mermó en algo el vigor de la lucha. Como escribió el conquistador: «Algo LA EXPANSIÓN DEL PODER HISPANO
perdieron de orgullo con haberles tomado esta fuerza; y tanto que por todas
partes aflojaron en mucha manera...». Mas no la aniquiló. Los capitanes indios Antes de la destrucción de la ciudad de México, Cortés había aprovechado cual-
que defendían el templo respondieron: «...que bien veían que recibían de nos quier ocasión para enviar a sus capitanes, acompañados de indios aliados, a ex-
mucho daño y que morían muchos de ellos, pero que ellos estaban ya determina- plorar nuevas regiones. Las expediciones fueron hacia el Sur, cruzaron la Mixteca
dos de morir por nos acabar». y, recorriendo la costa del Pacífico, llegaron a Tehuantepec; por el occidente pe-
netraron los señoríos purépechas y fueron hasta Jalisco con guerreros xochimil-
5. Merced a los caciques de Axapusco y Tepeyahualco, 15t9 y 1526. El documento está publi-
cado en Martínez (ed.), 1990, vol. I: 60-76. Este documento se hizo en plena época colonial haciéndo-
lo parecer más antiguo. Por los detalles que contiene seguramente lo escribieron nobles indígenas. 6. Las citas textuales se tomaron de Cortés, 1961.
M A R Í A DE LOS Á N G E L E S R O M E R O FfdZZI LOS PRIMEROS CONTACTOS 143

Ilustración 1 bres fueron bien recibidos, los purépechas les dieron hasta 3 000 marcos de plata,
pesos de oro y ropa de algodón. A la sierra de Guerrero, los conquistadores llega-
ron, entre 1519 y 1522, buscando yacimientos de oro y plata. En 1527, volvieron
la vista hacia Yucatán: les tomó dos décadas someter la península y la conquista
no se consolidó hasta después de 1547, una vez fundada la ciudad de Mérída y
concluida la gran revuelta de los indios. Los mayas fueron especialmente rebeldes
al dominio colonial y en los años que siguieron organizaron numerosas revueltas.
Particularmente confusos fueron los años siguientes a 1521 y la década de
1530. Los capitanes de Cortés, al mando de ejércitos de indígenas aliados,
recorrían las serranías, los altiplanos y las costas; continuaba su afán de descu-
brimiento y su insaciable deseo por enriquecerse. Cientos de indios fueron escla-
vizados en los señoríos sometidos, para que buscaran oro. Los tesoros que habí-
an obtenido en la ciudad de México les parecían insuficientes. Por lo general,
aquellos señoríos que habían desarrollado una sociedad jerarquizada, fueron los
primeros en someterse. Una vez que sus dirigentes aceptaban entablar alianzas
con los conquistadores el grueso de su gente los seguía. Las áreas rurales, como
las sierras de Oaxaca, con organizaciones más igualitarias continuaron sin some-
terse por lo menos hasta mediados del siglo xvi, aunque todavía en 1570 se re-
belaron varios pueblos.
Las rivalidades políticas y guerreras, que habían afectado a la sociedad me-
somaericana, continuaron rigiendo las relaciones con los hispanos. Si dos Reinos
habían mantenido tensas relaciones en su antigüedad, era muy probable que uno
de ellos buscara ampliar su poder aliándose con el español. Así sucedió, en el Sur
de México, con el señor zapoteco de Tehuantepec, que en vísperas de la Con-
quista estaba tratando de expandir su dominio hacia la costa oeste, por lo que
trató de unir sus fuerzas con los europeos para dominar a su gran rival, el mixte-
co de Tututepec (Cervantes de Salazar, 1936, III: 91). Y la situación se repetía
con frecuencia. Pocos años después, el señor de Tututepec se aliaba a los hispa-
Ñuño de Guzmán, uno de los más crueles conquistadores y encomenderos de la Nueva nos para someter a los rebeldes chatinos 7 . Aquellos momentos estuvieron llenos
España, en la conquista de Michoacán. Fuente: Lienzo de Tlaxcala, texto de A. Chavero. de desconcertantes relaciones. Los españoles invitaban a comer a los nobles in-
México, Cosmos, 1979: 52, fol. 277 v. dios, los hospedaban, los halagaban, establecían tratos diplomáticos e intercam-
bios de presentes, trataban de engañarlos. Juan Peláez. de Berrio, primer alcalde
de la ciudad de Antequera, fundada en 1532, trató de amedrentar a los caciques
cas y tlaxcaltecas. Cuando cayó la ciudad de México, se inició una nueva etapa de de la región diciéndolcs que él era hermano del «legítimo tatúan (tlatoani) y que
la Conquista: Pedto de Alvarado partió hacia Guatemala y Honduras con 2500 todos los cristiano.s eran sus macehuales (siervos)». Los nobles eran vejados, los
indios preparados para la guerra. Cuando fueron a Panuco, los xochimilcas los campesinos azotados, arrojados a los perros bravos para que los hicieran peda-
apoyaron con 500 hombres de guerra y a Ñuño de Guzmán en la conquista de zos, puestos en el cepo, marcados con hierros candentes en el rostro o cargados
Jalisco le acompañaron 600 indios aliados. Gonzalo de Sandoval fue enviado a como bestias; a las mujeres les cortaban los senos. Los españoles recorrían las
Tuxtepec, Castañeda y Vicente López a Panuco, Rodrigo Rangel a Veracruz, serranías sembrando el terror. Los indígenas luchaban y hacían prisioneros a los
Juan Alvarez Chico a Zacatula, Cristóbal de Olid a Michoacán. En 1522 llega- hispanos para sacrificarlos a sus deidades, buscaban con ello apropiarse del po-
ron al Sur del Bajío, a Yunria y hubo muchas expediciones más. der hispano. Querían ofrendarlo a sus dioses para que los apoyaran, les habla-
Las respuestas de los señores nativos fueron muy variadas. Se aliaron con los ran, les dijeran qué debían hacer 8 .
españoles para guerrear contra sus antiguos enemigos, opusieron feroz combate o
abandonaron sus pueblos y se refugiaron en las montañas. Hoy se unían, mañana 7. AGÍ, México, 95.
se enfrentaban; las alianzas eran cambiantes y poco estables, el desconcierto era 8. AGÍ, Justicia, leg. 213, piezas 2.' y 3.': Díaz del Castillo, 1977: cap. CLIII; Motolinía,
la única constante. En Tzinzuntzan, hoy Estado de Michoacán, Olid y sus hom- 1903: 89 y 90; Esparza, 1993: 31, 32, 34 y 87.
144 MARÍA DE LOS Á N G E L E S ROMERO FRIZZI LOS PRIMEAOS CONTACTOS 145

Ilustración 2 varias aldeas sujetas, entregaron al español objetos suntuarios, como mantas
preciosas, joyas de plumería y oro, jade y turquesa; efectos cotidianos como
maíz, chile, frijol y hierba para los caballos. Como parte del tributo, enviaban
hombres y mujeres. Ellas elaboraban los alimentos, ellos lavaban las arenas de
los ríos buscando oro para los nuevos amos de los pueblos, construían sus casas,
cuidaban sus ganados y cargaban sobre sus espaldas todas las mercancías, euro-
peas y mesoamericanas, que comenzaban a transportarse de una región a otra''.
Los encomenderos llegaron a cambiar a sus indios por oro y, entendiendo la re-
lación tributaria con los indígenas en sus propios términos, se consideraron con
derecho a imponer sus arbitrariedades y, poco a poco, sus instituciones.
Los señoríos dominados fueron repartidos, como botín de guerra, entre los
conquistadores, los que habían venido con Cortés, los que continuaron llegando
después de la caída de la ciudad de México y que colaboraron en el sometimien-
to de otras regiones. Desde el punto de vista legal, los reinos indios eran enco-
mendados a un español y de ahí el nombre que se les dio de encomienda. El en-
comendero debía velar por la evangelización de los pueblos bajo su custodia y
cuidar por el bienestar de sus indígenas; a cambio recibiría tributo y trabajo. En
1523 Cortés entregó las primeras encomiendas en el valle de México (Gibson,
1967: 64). Trató de retener para sí la ciudad de México, pero pronto se enfrentó
a la oposición de la Corona, que con gran habilidad iba consolidando su control
sobre conquistados y conquistadores (Gibson, 1967; apéndice 1: 419-444). En
un principio el tributo de los reinos indígenas, tanto en el centro de la Nueva Es-
paña como en otras regiones, significó una riqueza enorme para los encomende-
ros; conforme pasó el tiempo y las epidemias Rieron devastando la población
nativa, su monto disminuyó.
El poder hispano fue avanzando y se fundaron muchas villas: Segura de la
Frontera en la zona central, no muy lejos de la ciudad de México, San Ildefonso
de los Zapotecas y Santiago Nexapa en la región de Oaxaca, la del Espíritu San-
to en la costa sur del golfo de México, San Luis en la costa del Pacífico, San Es-
teban del Puerto y otras más cuya existencia fue breve; y ciudades como Puebla
en 1531, Antequera en 1532 y Valladolid en 1541. A Veracruz llegaban barcos
con frailes, pobladores con sus mujeres, funcionarios reales, burócratas y escla-
vos negros. Sus bodegas venían llenas de telas, ropa, libros, papel, herramientas,
semillas, cereales, legumbres, vino, cera, cerdos, cabras, reses y cientos de nove-
dades.
Guerra de Qnetzeltenanco por indios conquistadores venidos del Altiplano central. Fuen-
te: El lienzo de Tlaxcala, texto de A. Chavero. México, Cosmos, 1979.
UNA NUEVA RELIGIÓN

Los Reinos sometidos en las batallas o pacificados mediante alianzas, co- Junto con el desconcierto causado por la empresa militar, empezó «la conquista
menzaron a dar tributo a los conquistadores. El tributo era una institución fami- espiritual». En 1524 llegaron los primeros misioneros franciscanos, dos años
liar a ambas sociedades, en España, pagarlo significaba una relación de sumisión después los dominicos y en 1533 los agustinos. La enseñanza del Evangelio y la
y reconocimiento. En los primeros años, los reinos indios fueron entregando a imposición del catolicismo constituyeron la justificación ideológica de las armas.
los españoles el tributo que antes había sido para la ciudad de México-Tenochti-
tlan. El español se apropió del prestigio que los mexicanos habían tenido en el
mundo antiguo. Reinos enteros, compuestos de un centro político-ceremonial y 9. AGÍ, Justicia 231. El libro de las tasaciones...
146 "1ARÍA D E L O S Á N G E L E S R O M E R O F R I Z Z Í 147

Los frailes consideraron que la religión de los pueblos mesoamericanos era una Ilustración 3
creación del demonio, las deidades eran ídolos y el sacrificio humano, un aspec-
to central de la filosofía mesoamericana, un simple homicidio, prueba irrefutable
de la barbarie de estas gentes. Por estas razones, los hispanos tenían derecho a
dominarlas, imponerles su sistema jurídico, sus instituciones y su religión, la úni-
ca verdadera.
Comúnmente se piensa que la conquista espiritual comenzó con la llegada
de los miembros de las órdenes religiosas. En realidad se inició con las primeras
expediciones, cuando los conquistadores dejaron en los templos indios una cruz
y figuras de la Virgen María. Cortés escribió en sus cartas cómo convenció a
Moctezuma para derribar del gran templo sus ídolos, limpiar las paredes que
estaban llenas de sangre y poner en su lugar las imágenes católicas1". Aunque es
dudoso que sucediera como él lo narró, sabemos por otras fuentes que sí fueron
colocándose imágenes de la Virgen, de Cristo y de los santos, al lado de los
dioses nativos. Era imposible que los indígenas no asociaran esto con la conster-
nación del momento.
Los misioneros desempeñaron un complicadísimo papel: defendieron a los
indios contra los abusos y las crueldades de conquistadores y encomenderos,
apoyaron cambios importantes en la legislación a favor de los indígenas, realiza-
ron un enorme esfuerzo por conocer la cultura nativa, aprender las lenguas y es-
cribirlas en el alfabeto latino. Sólo que su absoluto convencimiento de ser ellos
portadores de la única fe verdadera los llevó a condenar un aspecto central de la
vida aborigen, su religión, y a utilizar todo lo que aprendieron con una finali-
dad: la enseñanza del Evangelio. Los franciscanos se establecieron en el valle de
México y en la región poblana, y en pocos años recorrieron gran parte de la
Nueva España, de Guatemala a la región purépecha, inclusive hasta Durango
por el Norte y Tampico hacia el Nordeste (Ricard, 1947: 157 ss.). Los domini-
cos evangelizaron las regiones de Chalco e Izúcar y de ahí se extendieron hacia
Oaxaca y Guatemala. Los agustinos se quedaron en unos poblados del valle de
México y en parte de las tierras de Michoacán (Kubler, 1984: 59 ss.). En 1523, , r

TÍ, H.OWANR AJCLCÍIB IIÍOYO moMPVM OWK PORTATOPESA


^
<\
fray Pedro de Gante estableció una escuela en Texcoco para la nobleza indígena
y en 1533 los franciscanos iniciaban en Tlatelolco el Colegio Imperial de la San-
ta Cruz de Tlatelolco, donde se recogía la tradición de las antiguas escuelas indí-
genas y se enseñaba latín y retórica a los indios nobles (León Portilla, 1988: 9).
Para 1529, los franciscanos tenían ya nueve establecimientos, uno al menos de
características bastante sólidas. Los agustinos de Michoacán iniciaron su labor
en 1533 con seis frailes y cuatro fundaciones y para principios de 1540 tenían
16 establecimientos (Kubler, 1984: 15, 60 y 63).
En los primeros años, los indígenas mostraron hostilidad hacia los religio-
sos: los purépechas obligaron a los franciscanos, en dos ocasiones, a desamparar
la misión y los mixtéeos de Yanhuitlán, aliados con su encomendero, expulsaron
a los dominicos (Ricard, 1947: 179; Jiménez Moreno, 1940; Kubler, 1984: 30).
A pesar de esto, la nueva fe comenzó a difundirse: se bautizaron a los nobles in-
Educación de los indígenas mediante técnicas gráficas en un establecimiento francis-
cano imaginario. Fuente: fray Diego de Valdés, Rhetorica Christiana, [1579). Méxi-
10. Carta a la reina Doña Juana, 1519, en Cortés, 1961: 22 y 78. co, Universidad Nacional Autónoma de México-Pondo de Cultura Económica, 19S9.
~^W:

148 MARÍA DE LOS ÁNGELES ROMERO FRIZZI LOS P R I M E R O S C O N T A C T O S 149

dígenas y se prepararon materiales visuales para evangelizar a los naturales. Les 59). Las formas externas de la nueva religión se fueron sobreponiendo a la fe
enseñaron conceptos esenciales del cristianismo: .la crucifixión de Cristo y la im- india, en una forma tan intrincada que en el futuro resultaría imposible poder
portancia de los sacramentos. En la aceptación simulada, o quizás sincera y pro- separarlas. Surgió un catolicismo indio que mezclaba elementos cristianos con
funda, el miedo tuvo un papel relevante. Los religiosos prolongaron las facetas ideas mesoamericanas. ¿Cómo pudieron estas formas nuevas calar tan hondo en
destructivas de la Conquista, derrocaron a los dioses de los templos, ahorcaron el corazón indígena? El cambio sólo podemos explicarlo situándolo en el contex-
y quemaron a los dirigentes indígenas. Nuevamente, las viejas rivalidades entre to de un tiempo apocalíptico, en el que los dioses de los antepasados parecían
los reinos indígenas facilitaron la labor de los frailes. En la Mixteca Alta, en el haberlos abandonado y sus mitos no aportaban una respuesta total.
actual Estado de Oaxaca, los señoríos rivales de Yanhuitlán y Teposcolula conti-
nuaron con sus pugnas en las primeras décadas coloniales. Cuando Yanhuitlán
expulsó a los frailes, Teposcolula los aceptó, construyó para ellos un convento UN CICLO DE VEINTE ANOS
humilde y para los mixtéeos levantó la más soberbia y magnífica capilla abierta;
a los pocos años Yanhuitlán comenzó a edificar su propio templo y convento, Veinte años después de la Conquista, el sistema colonial avanzaba; atrás queda-
más suntuoso que el de su vecino. ba el recuerdo de la ciudad destruida y una nueva capital se construía sobre sus
A pesar de estas complejidades de la política local, la difusión del catolicis- ruinas. En ella residía desde 1535 el primer virrey que gobernaba junto con la
mo difícilmente hubiera sido posible de no haber sido precedida por una intensa Audiencia, el tribunal supremo. Los saqueos y las crueldades de los encomende-
crisis social y un cuestionamiento profundo de las creencias propias. Los indíge- ros iban controlándose. En 1542 se dictaron las Leyes Nuevas, cuerpo legal que
nas llegaban a bautizarse por centenares y la nobleza nativa colaboraba con los luchaba por aminorar las brutales presiones ejercidas sobre la población nativa.
frailes, construyéndoles templos provisionales, en los que éstos comenzaban a Aunque parte de sus postulados fueron suprimidos, al menos lograron que los
enseñar, con figuras que remedaban los libros antiguos, el Padre nuestro, el Cre- indígenas fueran considerados hombres libres y vasallos de la Corona de Casti-
do y la importancia de los Sacramentos. Los indígenas acudían a los nuevos tem- lla. Por lo mismo se reguló el monto del tributo y el trabajo que pagaban a los
plos, escuchaban a los frailes y aparentemente iban aceptando la nueva religión. encomenderos. Se prohibió la esclavitud de los indios y fue reemplazada por un
La fe indígena fue vistiéndose con un ropaje cristiano. Las ceremonias públi- sistema de trabajo obligatorio (Zavala, 1973, cap. 3).
cas adquirieron una fachada católica y múltiples aspectos de la religión propia se El gobierno prehispánico, organizado por casas señoriales y linajes, fue mez-
tornaron clandestinos. Los viejos sacerdotes indígenas escondieron los envol- clándose con el sistema de los cabildos de Castilla con nombramientos de gober-
torios, donde conservaban las reliquias sagradas, y las figuras de los dioses las nador, alcaldes y regidores: «...entonces se hizo gobernador don Pedro de León;
llevaron a las cimas de los cerros y a las cuevas; aquellos sitios sagrados de su se hicieron alcaldes don Tomás Tlacochteuctli y Felipe Castañeda» (Celestino
antigüedad que ahora les permitían huir de la mirada de los frailes. Aspectos Solís y Reyes, 1992; párrafo: 69).
centrales del ritual y la filosofía mesoamericana perdieron presencia porque ha- También en la vida política se fueron adaptando los conceptos propios al
bían estado ligados a las estructuras estatales que cayeron abruptamente, como presente colonial. En medio de esta confrontación de ideas e instituciones, otra
en la ciudad de México, o que fueron debilitándose paulatinamente por las epi- epidemia, esta vez de sarampión, diezmó la población. Sus efectos se prolongaron
demias, el temor y la identificación de la nobleza india con aspectos de la cultura por tres años, de 1545 a 1548. Los indígenas la describieron en sus libros: «En
dominante, como la misma asistencia al templo, el uso de ropa europea y el em- este mismo año ocurrió la gran epidemia uey cocoliztli. Salió sangre por la boca,
pleo de caballos. Se simplificaron las festividades religiosas, el sacrificio humano por la nariz y por los dientes...» (Celestino Solís y Reyes, 1992; párrafo: 72).
se volvió un delito, se dejó de quemar incienso, ya no ardían las fogatas en los A pesar de la furia del padecimiento, el proceso transformador continuó.
templos para comunicarse con los dioses. Sobre las pirámides se inició la cons- Por una parte, el esfuerzo español para consolidar la Conquista; por la otra, el
trucción de iglesias católicas. Los impresionantes trajes de manta y plumería, las interés indígena por reorganizar su sociedad y asegurar su futuro. Los indígenas
máscaras de jade o turquesa se dejaron de usar. reescriben su historia en todas sus facetas, meditan la Conquista y buscan expli-
Fechar con. precisión el paso del ceremonial mesoamericano al nuevo ritual caciones. Memorizan y ponen por escrito aspectos esenciales de la vida de los
resulta difícil. Los frailes, conscientes de la profunda religiosidad indígena, trata- pueblos: los linderos de sus tierras y los linajes gobernantes. Numerosos códices
ron de atraer su atención con un culto espectacular. Comenzaron a desplantar coloniales fueron elaborados con este interés alrededor de 1547 y son prueba de
los muros de los que serían suntuosos conventos y monasterios, a introducir la una nueva cultura que nacía12.
enseñanza de instrumentos musicales europeos, la celebración de la misa y la re-
alización de procesiones con santos y arcos triunfales 11 (Kubler, 1984: 15, 30 y
12. El códice Colombmo-Bccker es prehispánico pero fue alterado en ]as primeras décadas
después de la Conquista, ver: Smith, 1966: 11-13; Caso, 1964: 138-147; los lienzos de Tlapiltepec,
11. Hasta 1530 eran muv raras las construcciones más resistentes. Tequixtcpec y Coixtlahuaca, ver Parmenter, 1982: 8-13; Kirchhoff et al., 1989.
150 MARÍA DE LOS ANGELÍ5 ROMERO FRIZZI LOS PRIMEROS CONTACTOS 151

RECORDAR LA CONQUISTA: REORGANIZAR EL FUTURO libros habían aprendido de los frailes. En ellos se registró la historia del grupo: el
origen mítico, las migraciones, los cantos guerreros, los jefes de los linajes y los
¿Cómo explicar a las nuevas generaciones la derrota, cómo contar que fue des- derechos sobre las tierras 14 . Otros más fueron escritos utilizando únicamente el
truida la ciudad de México-Tenochtitlan, quemados los templos y los dioses? alfabeto latino (Celestino y Reyes, 1992, Memorial de Solóla)". Ya formaba
I.as respuestas indias menudean y la angustia llena cada interpretación de su his- parte de estos libros, el recuerdo de la Conquista: «Entonces se supo, en la orilla
toria. Los cantos sagrados reflejan la desolación y la incertidumhre ante el futu- del mar, de la llegada de los castellanos... Fuimos conquistados... fuimos dados a
ro: «...es nuestra herencia una red de agujeros» 1 3 . Cortés deja de ser el líder de los españoles para servirles» (Kirchhoff et al., 1989, párrafo 422: 229; párrafo
un grupo de hombres, para ser la deidad misma. Las palabras de Moctezuma se 427:231).
han transformado con los años: «Mirad que me han dicho que ha llegado nues-
tro señor Quetzalcoatl. Id y decirle y oíd lo que os dijere con mucha diligencia»
(Sahagún, 1989; t. 2:28). ' UN ESFUERZO DE RECUPERACIÓN
No se trataba de convertir lo inexplicable en algo familiar, se quería cons-
t r u i r un pasado digno, justificar la derrota, tener algo honroso que narrar a los A mediados del siglo XVI el proceso colonizador era ya irreversible, favorecido
descendientes. Y en las búsquedas el pasado se magnificó y se trastornó. La de- por la alarmante disminución de la población nativa. En 1568 los naturales su-
rrota les había sido avisada, los sucesos terribles estaban en los augurios previos a maban entre dos y medio y tres millones; los españoles habían aumentado, por
la Conquista: apareció una llama espantosa, muy grande y resplandeciente y el inmigración o nacimientos, a 60000 personas (Cook y Borak, 1978: 184). La
templo de Huitzilopochtli ardió en llamas extrañamente; un rayo cayó sobre el de presencia hispana se sentía en los poblados más remotos de las serranías, que te-
Xiuhtecuhtli prendiéndole fuego. Los recintos sagrados envueltos en llamas eran nían que obedecer a un juez español y pagar tributo.
el peor augurio, era el poder sagrado de los mexicas el que se destruía. Vencer al En torno a las ciudades, los viejos encomenderos y sus descendientes habí-
enemigo, en la concepción antigua, se simboliza quemando los templos, y los de an ido adquiriendo algunas tierras. Primero se apropiaron las que habían sido
los mexicas habían ardido antes de la batalla (Códice Borbónico, 1991, lám. 37; de los templos indígenas o habían quedado baldías al morir la nobleza; más
Códice Mendoza, 1980, láms. 3-17; Sahagún, 1989; t. 2: 817, 818 y 821). tarde, de aquellas que quedaban sin sembrar gracias a las epidemias. Mediante
Los regalos que le habían dado a Cortés, a su arribo a las costas de Vera- compra, ilícitamente o a través la nueva figura jurídica de las mercedes reales,
cruz, se habían transformado en los atuendos de los dioses, Quct/alcoatl y los españoles fueron adquiriendo terrenos cercanos a sus encomiendas y a sus
Tezcatlipocatl. Lo que seguramente había sido un sistema de intercambio de pre- minas. En ellos introdujeron ganados y nuevos cultivos. Se veían campos sem-
sentes, propio de la diplomacia india, que presidía cualquier encuentro entre brados de trigo, caña de azúcar, frutales y hortalizas de Castilla; también reses,
señores, se había convertido en un hecho único. Se recordaba cada detalle de las cabras y ovejas pastando en los baldíos. En el Norte de la Nueva España, más
máscaras: las piedras, los colores, las plumas largas, el modo de usarlas. Entre allá de los límites de Mesoamérica, se habían descubierto importantes yaci-
los recuerdos persistían las dudas: ¿Quiénes sois vosotros? Y en las angustias, las mientos de plata: en 1546 Zacatecas, en 1548 la veta de la Valenciana en Gua-
madres decían a sus hijos: «¡Oh, hijo mío! ¡en mal tiempo has nacido! ¡qué co- najuato, en 1552 Pachuca y, en los años siguientes, continuaron los hallazgos
sas grandes cosas has de ver! ¡en grandes trabajos te has de hallar! (Sahagún, de mineral.
1989; t. 2: 81 9 y 832). Al puerto de Veracruz llegaba anualmente la flota, proveniente de Sevilla,
Dos décadas después de la Conquista, es posible apreciar en las fuentes que cargada con vino, cera de Casulla, objetos varios de herrería, papel y telas. Al
los señoríos indígenas buscan un ajuste entre su pasado y el presente colonial, y cabo de un año hacía el viaje de retorno con su cargamento de plata y otros ar-
en este esfuerzo mantener el conttol sobre las tierras es prioritario. Múltiples tículos de menor importancia, como la grana, un tinte producido por los indios.
mapas y lienzos comenzaron a realizarse poco antes de mediados del siglo XVI y Los indígenas habían aprendido de los españoles infinidad de actividades: culti-
continuaron haciéndose años después: los mapas de Cuauhtinchan, los mapas vaban el trigo, la cebada, la caña de azúcar, cuidaban de los nuevos frutales y las
Tlotzin y Quinatzin en el centro de México, el lienzo de Cuevea en Tehuantepec, hortalizas. Los poblados tenían rebaños comunales con miles de cabras y ovejas,
los lienzos de Tlapiltepec, Ihuitlán y Coixtlahuca en el Sur y muchos más de criaban grana, seda, tejían mantas y sabían utilizar los telares de pie (Celestino
otras regiones. Se pintaron para dejar asentado los derechos de cada señorío a su et al., 1985: 245, 248 y 336; León, 1984; Miranda, 1959: 789-794; Gibson,
territorio. Códices antiguos fueron modificados para servir a la nueva situación 1952: 122, 147-149; Romero, 1990, cap.2).
política. Libros enteros fueron escritos, mezclando el sistema de escritura anti-
guo, pictográfico e ideográfico, con el alfabeto y las artes que los pintores de
14. Yoneda, 1981; Kirchhuff et al., 1989; los mapas Tlotzin y Quinatzin son copias hechas en
el siglo xvii, los originales provienen de 1548, ver: León Portilla, 1988: 20; Smith, 1966: 11-13.
15. El Memorial se conoce por una transcripción del siglo XVII de un libro más antiguo, Título
13. Manmcriro anónimo de Tlatelolco, 1528, citado en León Portilla, 1963: 166. de los señores de Toíontcapán, 1554.
IS2 1ARIA DE LOS A N G E L E S R O M E R O FRIZZ LOS PRIMEROS C O N T A C T O S 153

Al par de la transformación económica, continuaba la tarea evangelizadora. de los frailes que están en ellos en cosas muy excesivas sin medida haciendo
Los frailes eran más conscientes de la dificultad de la conversión total de los na- campanas de a sesenta y setenta quintales, capas de mil ducados, temos tan sun-
turales. Sin duda sabían que varios de los nobles indígenas habían sido descu- tuosos y ricos que Toledo ni Sevilla no los puede tener mejores...»2".
biertos realizando ceremonias de su antigua religión 16 . A pesar de la aparente Los comerciantes indígenas utilizaban la moneda de plata y el crédito y lle-
religiosidad de los naturales, los clérigos habían encontrado ocultas, detrás de garon a acumular importantes fortunas (Romero, 1990, cap. 2). No se trataba
los altares católicos, las deidades indias 17 . Pero el complicado proceso de sincre- exclusivamente de las presiones ejercidas por los frailes, era el esfuerzo de los in-
tismo religioso que había ocurrido en los años anteriores hizo posible que, entre dígenas, algunos nacidos después de la Conquista, por desarrollar su nueva cul-
1540 y 1580, una fiebre constructiva de iglesias y conventos se extendiera por tura. Por un momento (1545-1570 aproximadamente), trataron de recuperarse
la Nueva España (Kubler, 1984: 61-65). En el curso de la segunda mitad del si- del trauma de la Conquista y no obstante todas las presiones, el tributo, el traba-
glo estaban en construcción, en la mayoría de los antiguos señoríos indígenas, jo forzado y las epidemias, lograron un desarrollo económico y cultural notable.
monumentales iglesias y conventos: Tlaxcala, Acolman, Ixmiquilpan, Huejot- Solo que duró muy pocos años. Las epidemias —la de sarampión en 1563 y
zingo, Tochimílco, Huaquechula, Yanhuitlán, Teposcolula y muchos, muchos 1564, y el gran cocoliztli de 1576 a 1581—, sumadas a las exacciones del siste-
más, en Puebla, Michoacán, Hidalgo, Oaxaca y la Nueva Galicia. Edificios que ma colonial, quebraron los esfuerzos y favorecieron la formación de la sociedad
mostraban formas románicas, góticas, renacentistas y escondían a las ideas me- novohispana y su economía.
soamericanas.
Si los años anteriores los frailes habían favorecido un ostentoso ceremonial
religioso, hacia 1550 los indígenas lo habían hecho propio: era el símbolo del EPILOGO
nuevo poder. Ellos costearon las construcciones de los monasterios, los retablos
dorados, las tallas de los santos, las candelas de Castilla, los manteles de lino, los A pesar de todas sus facetas oscuras, las primeras décadas de la época colonial
ornamentos de seda, los órganos y un culto celebrado en apariencia católica18. no fueron un constante declive de la sociedad indígena. Del trauma de la Con-
En la Mixteca, en el Sur de México, se han conservado los contratos que dan quista, los mesoamericanos lograron recobrarse, salvar elementos esenciales de
testimonio de que los nobles indígenas encargaron a Andrés de la Concha, uno su cultura, integrándolos con aquellos tomados de la hispana que tuvieron un
de los más afamados artistas de la época, la manufactura de sus retablos (Rome- significado profundo para ellos, en parricular el poder de la nueva religión, ma-
ro Frizzi, 1975: 7-21). En Tlaxcala, en Í550, mandaron elaborar unas andas nifiesto en los aspectos exteriores del culto.
para el santísimo sacramento con plumas de quetzal, gastaron en instrumentos Fueron los indígenas los que hicieron posible, con su trabajo y su infinita
musicales y en las fiestas de los santos. Y si revisamos la historia de los pueblos capacidad creadora, que el comercio transatlántico del siglo XVI, preámbulo del
encontramos varios ejemplos más (Celestino, 1985; párrafos: 326, 327, 541 y futuro sistema mundial, comenzara a operar. Esto sucedió así porque las mer-
542; León, 1984). cancías europeas que ingresaban a cambio de la plata eran adquiridas, en un
El costo del nuevo ceremonial pesaba sobre los puebles indígenas; como los alto porcentaje, por los indígenas nobles y por los poblados, para el sostenimien-
frailes lo hicieron notar repetidas veces, ellos pagaban todos los artículos necesa- to de sus iglesias y el nuevo ritual. La demanda que el sistema de comercio tran-
rios 19 . Para lograrlo, desarrollaron nuevas actividades económicas. Las más fa- satlántico necesitaba para poder operar, estuvo estrechamente vinculada a la
mosa de ellas fue la cría del gusano de seda en la Mixteca. Los pueblos cuidaban apropiación y adaptación del catolicismo realizadas por los indígenas. La pobla-
de los gusanillos y vendían el hilo en la ciudad de Puebla. También eran dueños, ción española también cooperó, pero ella era, en particular en aquellos años,
en forma comunitaria, de enormes rebaños de cabras y borregos. Igualmente una minoría, a pesar de su poder político y económico. En cambio los templos
vendían la lana, las pieles y el sebo: «... en la provincia Mixteca, donde hay mu- de los pueblos eran muchos y muy notables. Esta cara de la historia es poco
cho número de pueblos, se cría y coge mucha seda, grana, que en cada un año se conocida, ya que el siglo XVI es famoso por sus aspectos opresivos: la esclavitud,
mete en las cajas de las comunidades mucha cantidad de pesos de oro y hay pue- la encomienda, el trabajo forzado, la persecución religiosa. Al insistir tanto en
blos de más de diez mil pesos... y esto se gasta en todos los pueblos a la voluntad estos factores, hemos hecho caso omiso del esfuerzo que los indígenas de Mesoa-
mérica realizaron, para transitar con dignidad a través de uno de los momentos
16. Proceso inquisitorial contra don Domingo cacique de Yanhuitián, AGN. Inquisición, 37, más difíciles de su Historia.
exps. 5, 7, 8, 9 y 10.
17. Carta del obispo Alburqucrque, 1577. AGÍ, México 157; AGN, Inquisición 8$, exp. 24,
1579.
18. Ricard, 1947: 157 a 174, 317; Burkhart, 1989, cap. 2; Kubler, 1984: 66-70; Carta del
obispo don Juan de Zarate, 1544, AGÍ, Patronato Real, vo!. 184; Carta de los dominicos, 1560,
AGÍ, Indiferente General, 2978.
19. Carta de la Orden de Santo Domingo, 1560. AGÍ, Indiferente General, 2978. 20. Carta a Su Majestad, 1560. AGÍ, Indiferente General, 2978.

También podría gustarte