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ENSAYO

LA NECEDAD Y LOS
NECIOS

Leyder Lasprilla Barreto


1/8/2019
Leyder Lasprilla

“Hay quien lamenta su necedad;

este ya no es necio. Mas necio es aquel que sin

conocerse a sí mismo se cree inteligente”.

Buda

“El sabio puede cambiar de

opinión; el necio jamás”.

Inmanuel Kant

“La necedad es la madre

de todos los males”.

Marco Tulio Cicerón

“Corrige al sabio y lo harás

más sabio. Corrige al necio

y lo harás tu enemigo”.

Proverbio chino

“El primer paso para

llegar la sabiduría es liberarse

de la necedad”.

Horacio

2
Leyder Lasprilla

Introducción

En lo relativo a las inteligencias práctica y teórica, ha sido demasiado frecuente en la diacronía de la


especie que se yergue como la corona de la Creación -pero que actúa con una insensatez tal que, como
decía Sathya Sai Baba, compararla con otras especies es ofender a estas últimas1- el hecho de irrespetar
su propias inteligencias en todas las dimensiones de la realidad que su mente aborda2. Dicho irrespeto
se materializa en cuanto que, si se entiende que la inteligencia es la capacidad para resolver
problemas y develar misterios, y dichos procesos consultan el entendimiento y la comprensión de los
fenómenos respectivos, no se puede asimilar cómo muchos ejemplares de la especie de marras
pretendan resolver y develar lo que no entienden ni comprenden. Esto es tan absurdo como intentar
medir con precisión la fiebre de un paciente sin un termómetro o pretender saciar el hambre sin comer
o pensar en gastar dinero sin primero tenerlo en los bolsillos. Dicha condición es tan pero tan
deplorable en una persona que se dice “adulta” que representa la más “excelsa” forma de
coproencefalia.

Un individuo así no entiende de razones, no “camina” por evidencias, no metaboliza la sensatez, no es


conciente de su profunda autoinconsciencia, no sabe en dónde está ubicado en la vida y está totalmente
encerrado en su propia brutalidad3, con escasa probabilidad de emanciparse de la misma. Claro está,
como no sabe que padece estos defectos, obviamente, se legitima a sí mismo como un dechado de
virtudes. Es decir, siendo lo peor se considera lo mejor; siendo liliputiense, se concibe como genio;
siendo entropía se considera neguentropía; siendo “nada” se considera “mucho”; siendo escoria se
apercibe como oro, etc. A pesar de que da la impresión de haber tenido el intestino grueso de su madre
conectado a la zona intracraneal en la formación de su cabeza, siente que es una lumbrera de tal
magnitud que no existe da Vinci alguno o, peor aún, Maestro perfecto de la espiritualidad en la historia
del planeta que sepa más que él y, si tuviese a Dios en frente, no dudaría un instante en darle consejos
de vida ubicándose en sabiduría por encima de Él. Evidentemente, eso nada más es posible en una
condición mental supremamente pobre e insustancial, típica de quien vive en pos de las superficies
e invalida las profundidades. En últimas, en una mente ignominiosa.

Dicha cualidad ignominiosa de este tipo de mentalidad es en gran parte responsable de todo el caos
que viven las familias, las comunidades, las naciones y el mundo en general, ya que ella está marcada
por la fuerte tendencia a proceder con aires pontificales, al estilo de las bulas papales, en menesteres

1
Apoyando esta tesis, Param Sant Kirpal Singh Ji Majarah llegó a escribir: “…El hombre es arrastrado hacia abajo al nivel
de las bestias, y a veces el hombre desciende aún más que el nivel de las bestias”.
2
“Desde los tiempos de Adán, los necios están en mayoría”, expresó el poeta y dramaturgo francés Jean François Casimir
Delavigne.
3
Remito al lector al ensayo titulado La brutalidad, escrito en equipo con el sargento retirado de la policía Ismael Enrique
De Aguas Lasprilla, que está disponible gratuitamente en la Internet.
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tanto teóricos como prácticos de los que no tiene ni la más remota idea4, porque privilegia lo que
imagina sobre cualquier otra fuente de información5.

Por estas razones, el presente escrito tiene como meta definir, explicar y ejemplificar esta
decepcionante y aberrante condición mental conocida como necedad, en la que ni Dios mismo puede
intervenir para eliminarla, por el férreo bloqueo que la misma se impone para no dejar pasar la
información pertinente que la saque del “pozo séptico” en el que se encuentra6, de tal suerte que ni
valora los consejos del sabio (reaccionando verbalmente sin escucharlo7) ni presta atención a la
retroalimentación que la realidad le da ante cada experiencia fallida sobre ella. La necedad se cierra
sobre sí misma, como un balín, y no permite al saber entrar8.

Desarrollo

La palabra necedad deriva del latín nescienta, que significa sin ciencia; a su vez, del prefijo ne, que
significa no, y del verbo scire, que significa discernir una cosa de otra. Es decir, etimológicamente,
necedad es la ausencia total de discernimiento sobre algo. Puede definirse, siguiendo al maestro
Chuang Tzu, como la ignorancia de la propia ignorancia9 o de manera más abarcativa, la
inconciencia de la propia incompetencia, como se dice en la programación neurolingüística. En la
necedad, el sujeto que la padece está plenamente convencido de que sabe aquello que realmente ignora
o conoce aquello que evidentemente desconoce. Para esta nefasta realidad psicológica, el vacío
sapiencial o de conocimiento sobre un referente real no es aprehensible, no es legitimable; y, mucho
menos, aceptable10. Para ella lo único que existe y vale la pena seguir, como se dijo en la introducción,

4
“Nunca están los hombres más cerca de la estupidez que cuando se creen sabios”, dijo la escritora y viajera británica
Lady Mary Wortley Montagu.
5
Al respecto escribió Walter Riso: “Las personas con miedo a revelar su ignorancia son potencialmente peligrosas para
la seguridad propia y ajena, porque intentan hacer cosas para las cuales no están preparadas”.
6
En los artes médico y quirúrgico, la necedad es fuente de las mayores desgracias, en virtud de que el desconocimiento
y la impericia en dichas disciplinas acarrean todo tipo de desgracias vitales que se extienden hasta los miembros de la
familia del enfermo, que normalmente termina muerto. Desgraciadamente, los graduados en estos menesteres,
manifestando coproencefalia pura y dura con soberbia, se sienten dioses del olimpo por la cantidad de información
basura que adquirieron en la universidad sobre el diagnóstico de la patología y su correlativa acción terapéutica, y por
ello son reacios a mantener su mente abierta a la corrección y a la vanguardia científica (como haría un verdadero
investigador) que nunca aprendieron (porque no se enseña) en sus perimidas formaciones académicas. Christian Friedrich
Samuel Hahnemann, el políglota y pantónomo descubridor de la homeopatía, por ello llegó a decir: “Cuando se trata del
arte de curar, la negligencia en aprender es un crimen”.
7
Proverbio 18: 13 “El que responde antes de escuchar cosecha necedad y vergüenza”.
8
No fue por casualidad que Oscar Wilde comentó: “No existe más pecado que la necedad”.
9
Si homo sapiens sapiens es la especie animal que sabe y, además, sabe que sabe, como dicen Jon Kabat-Zinn y Richard
J. Davidson, pero el necio es un ser que no sabe y, además, no sabe que no sabe, ¿a qué especie animal pertenece el
necio?
10
Y, como escribió Robin Sharma: “Una carencia desconocida jamás podrá convertirse en una virtud”. Como el necio
ignora que ignora, no puede transmutar su ignorancia en sabiduría.
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es el invento de su imaginación sobre la supuesta competencia que tiene respecto de una realidad. Más
nada cabe en su consciencia11. Ella sabe porque así lo decreta y punto.

La necedad es un mal abundante en la población mundial12 que solo existe en una de las tres zonas
psiconeurotermodinámicas conocidas y esa es la zona de confort. Esta zona se caracteriza por llevar a
cabo el mínimo gasto energético en todo lo que se aborda13 por la comodidad que reporta la condición
constante de pereza que allí se vive. De ahí que el sujeto que ha construido su vida sobre ella evite
todo tipo de trabajo que lo saque de su confort. Por ello, no es de extrañar que los necios eviten todo
proceso de estudio, investigación o vivencia necesarios para lograr el conocer o el saber14 pertinentes
que les permitan con fundamentación negar15 una tesis o afirmarla16. Y cuando leen o se acercan
vivencialmente a un referente real nunca abandonan sus prejuicios, sino que por el contrario los
fortalecen17, pues son consumados expertos negando lo evidente18.

Los necios predican lo que no aplican; se pronuncian sobre lo que no saben; dan cátedra acerca de lo
que no han estudiado19; niegan lo que no han vivido; invalidan lo que excede sus contextos cognitivos;
infravaloran al sabio; desacreditan al intelectual; se burlan de lo que no comprenden; reducen lo que
no entienden; en fin, no saben quiénes son, de dónde vienen, en dónde están ni para dónde van20. Ellos
no están perdidos. Son la perdición misma.

11
En esto los necios parecen autistas, pues, al igual que estos, no pueden ver otra cosa sino lo que sus propias
subjetividades les dictan.
12
No por azar dijo Ricardo Francisco León Román Jaramago Guraya (novelista y poeta español): “El lugar más común es
el dogma del necio” y, por su parte, Francis Bacon (filósofo, político y abogado): “En la naturaleza humana hay más del
necio que del sabio”.
13
El principio de mínima acción, planteado por primera vez por Pierre-Louis Moreau de Mopertuis en 1744, es lo que
está manifestándose en la zona de confort. Mopertuis decía que “la naturaleza es económica en todas sus acciones” y
esa “economía” es la que sigue el animal ciegamente. Por lo tanto, quien teniendo forma humana viva bajo el principio
de mínima acción para todos los efectos no es más que un animal con fenotipo humano. “Externamente tenemos
apariencia de hombres, pero nuestros actos son de animales”, acotó el Maestro Ajaib Singh Ji Maharaj.
14
Dice en Proverbios 4:7: “La sabiduría es lo más importante, por consiguiente, adquiérela”. Infortunadamente, los necios
están cerrados al saber porque están totalmente convencidos de que ya saben (y mucho).
15
“Tu nivel más alto de ignorancia es cuando rechazas algo de lo cual nada sabes”, escribió Wayne Dyer y, años antes,
expresó en una conferencia el maestro espiritual Paramahansa Yogananda: “Despreciar cualquier cosa sin llegar a
investigarla es el signo de un hombre engañado y abocado al fracaso”.
16
“Creer en alguna cosa o hecho sin molestarse en investigarlo es algo que no dice mucho de un hombre inteligente. Por
el contrario, refleja adversamente su ignorancia”, dijo el Maestro Kirpal Singh.
17
Parafraseando al físico y epistemólogo Gaston Bachelard, se puede decir que no queda nada de la experiencia si
después de haberla tenido la interpretamos mal.
18
Evidente es aquello que siendo ostensible no da lugar a dudas sobre su naturaleza en cualquiera de los reinos del Ser
(fisiosfera, biosfera, noosfera y teosfera). Del latín evidere, que significa ver objetivamente (desde afuera, sin
subjetivismos).
19
Al respecto dijo el dramaturgo británico George Bernard Shaw: “Cuidado con el falso conocimiento, es más peligroso
que la ignorancia”.
20
Aristóteles escribió: “En realidad vivir como hombre significa elegir un blanco –honor, gloria, riqueza, cultura- y apuntar
hacia él con toda la conducta, pues no ordenar la vida a un fin es señal de gran necedad”. Sin embargo, y sin llevarle la
contraria al ilustre polímata griego –ya que tiene toda la razón-, vale la pena decir que los necios sí que apuntan a un
blanco: volverse cada vez más inferiores. Van tan rápido como la luz en sus procesos involutivos, pensando que van
directo a las cumbres de la sapiencia. Alienación total.
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Así mismo, un rasgo muy característico de ellos es el de considerarse por encima de los demás, cuando
en lo único en lo que son superiores es en materia de ignorancia (allí no les gana nadie). De acuerdo
con su ignominiosa mentalidad, nadie está por encima de ellos en lo relativo a lo bello, lo bueno y lo
verdadero. Por eso, verdadero es solo lo que ellos dicen, bueno es únicamente lo que ellos hacen y
bello es solo lo que ellos sienten. Pero lo que sienten los demás es feo, lo que hacen los demás es malo
y lo que dicen los demás es falso. He aquí la razón por la cual asumen posturas de “grandes críticos”
del arte, la moral y la ciencia, cual filósofos legendarios (al estilo de Plotino o Kant), a la hora de hacer
sus intervenciones lingüísticas ante los demás. Platón, llamándole la atención a Aristóteles, su
discípulo, les queda pequeño a estos farsantes del saber cuando asumen posturas de “maestros” ante
sus semejantes21. Así, se los ve frunciendo el ceño cuando van a decir algo sobre las causas de una
gripa, tocándose la barbilla con una de sus manos al expresar sus pensamientos acerca de la diferencia
entre valores y principios o mirando el horizonte con “profundidad” antes de expresar lo que
consideran es el efecto de la música sobre el cerebro, basándose en el “Yo creo que…” o en el “Yo
opino que…”, cuando en realidad no saben ni dónde están parados y mucho menos entienden lo que
ellos mismos están diciendo22. Parecen inimputables por todas las locuras que con injustificada
soberbia dicen23, a las que hay que practicarles el refrán que dice “a palabras necias, oídos sordos”24.

Intrapersonalmente hablando, lo más grave de todo esto es que los necios terminan por validar en un
100 % todas las sandeces que expresan a fuerza de repetirlas, ya que, como sabía Adolf Hitler, una
mentira repetida muchas veces se termina convirtiendo en una verdad para el que la escucha 25. Para
estos nefastos individuos, cuanto más se repite algo (necesariamente) tanto más verdadero es26, dando
los mejores ejemplos de lo que significa el analfabetismo gnoseológico27, en virtud de que la verdad
no tiene nada que ver con la repetición.

Interpersonalmente hablando, los necios causan fastidio con lo que dicen a quienes son concientes de
las necedades que dicen28 y confunden a quienes ignoran y están en la búsqueda de claridad, por lo

21
“Es propio de los necios ver los vicios ajenos y olvidar los propios”, recodaba Marco Tulio Cicerón por el hecho de que
los necios se la pasan corrigiendo las faltas ajenas, incluso donde no las hay, cual mentores de prescolar, y no ven la
cantidad y la gravedad de errores que ellos mismos frecuentemente cometen.
22
“Hay necedades bien adobadas, como hay necios bien vestidos”, expresó Nicolas Sébastien Roch.
23
Precisamente, por ese ridículo que hacen los necios ante las personas competentes en los temas en los que ellos son
incompetentes, pero no lo saben, recomendó Abraham Lincoln: “Más vale permanecer callado y que sospechen tu
necedad que hablar y quitar toda duda de ello”.
24
“No respondas al necio de acuerdo con su necedad, para que no seas tú también como él”, está escrito en Proverbios
26:4 y, Paramahansa Yoganada, dijo: “Los seres inteligentes, que poseen comprensión verdadera, siempre se alejan de
las personas cerradas al entendimiento. No desean desperdiciar su tiempo y esfuerzo en disimular con quienes no tienen
oídos ni voluntad para escuchar”.
25
Por ello, con mucha modestia, François Marie Arouet (Voltaire) escribió: “Decimos una necedad y a fuerza de repetirla
terminamos creyéndola”, y Fiódor Dostoyevski remató: “Quien se miente y escucha sus propias mentiras llega a nos
distinguir ninguna verdad, ni en él, ni alrededor de él”.
26
No por casualidad dijo Anatole France: “Una necedad, aunque la repitan millones de bocas, no deja de ser una
necedad”.
27
La gnoseología es la rama de la filosofía que aborda el origen, la validez, la estructura, los límites y la naturaleza de la
información, la sabiduría y el conocimiento en todas sus formas.
28
“El necio solo dice necedades”, escribió Eurípides de Salamina.
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que, además, hacen perder el tiempo a todo cristiano que se les acerque29. Lo peor es que exigen ser
escuchados con admiración por parte de sus interlocutores cada vez que deciden tomar el uso de la
palabra para descargar las ráfagas de barbaridades que sus recalcitrantes coproencefalias les
permiten30, irritándose si los demás no están dispuestos a escucharlos31. De esta manera, desarticulan
reuniones formales en las que se están tocando temas serios, alteran el curso de una conferencia con
sus inacabables intervenciones, interrumpen el libre flujo de un debate por las sandeces que dicen,
generan el caos en seminarios por sus impertinencias, etc. En fin, los necios son un clavo en el zapato
para el desarrollo de cualquier actividad sana por parte de gente seria con intenciones de llevar a feliz
término sus iniciativas32.

Por otra parte, los necios son necios a donde van. Esa penosa condición está dentro de ellos y los
acompaña en cuanto espacio-tiempo visiten33. No ven ningún tipo de problema en vomitar sus
necedades tanto en la iglesia como en la academia, en un negocio o en una obra de caridad, tanto
delante de un sabio como delante de un ignorante, así como en frente de un intelectual o en frente de
un nesciente… En ellos todas estas ocasiones son plataformas de autorrealización en la expresión de
los contenidos espurios (fecales) que llenan sus mentes. Por esta razón, se tornan, a toda costa,
protagonistas de las situaciones en las que desafortunadamente están presentes, aburriendo y
amargando la vida de los demás34 con toda su incompetencia inconsciente que pretenden hacer ver
como una competencia consciente35. El necio es la pestilencia gnoseológica por antonomasia y,
prácticamente, no hay poder sobre la tierra que lo saque de esa condición36.

Los necios no conocen su propia dinámica mental y desconocen totalmente desde qué estructura de
consciencia operan37. Son totalmente inconcientes de que la brutalidad tiñe toda su estructura
intelectual. Manas domina todo su cuadro mental38. El discernimiento (buddhi) en ellos brilla por su
ausencia y por eso no ven su oligofrenia39. De ahí que cuando los controvierten con sólidos argumentos
se molesten y terminen defendiéndose en los debates con ataques ad honimem o, incluso, con la

29
Los necios no tienen en cuenta jamás la siguiente máxima de Benjamin Franklin: “No malgastes tu tiempo, pues de esa
materia está hecha tu vida”. Ellos no respetan su propio tiempo ni el tiempo ajeno. De ahí que Johann Wolfgang von
Goethe expresara: “Entre los ladrones, los necios son los peores: nos roban a la vez tiempo y buen humor”.
30
“Como el perro que vuelve a su vómito es el necio que repite su necedad” dice en la Biblia (Proverbios 26: 11).
31
Cuando la necedad se acompaña de arrugas, títulos o antigüedad laboral, adquiere ribetes de recalcitrancia
insospechados. Se torna, literalmente, insoportable.
32
Precisamente por esto, el militar y escritor español Joaquín Setantí y Alcina comentó: “Es mejor estar cerca de dos
locos que cerca de un necio”.
33
Mucha razón tuvo Miguel de Cervantes Saavedra al escribir: “Quien es necio en su villa, necio es en Castilla”.
34
“El malvado descansa algunas veces; el necio jamás”, escribió José Ortega y Gasset.
35
“Se conocen infinitas clases de necios; la más deplorable es la de los parlanchines empeñados en demostrar que tienen
talento”, escribió El Premio Nobel de Medicina y Fisiología Santiago Ramón y Cajal.
36
No por casualidad Osho dijo: “Hay personas que no escuchan las palabras, que solo pueden escuchar un golpe”.
Desafortunadamente, el necio, muchas veces, ni el golpe escucha.
37
Para los necios la máxima socrática Nosce te ipsum (Conócete a ti mismo) carece de total valor y, por ello, jamás la
ponen en práctica.
38
Remito al lector al ensayo titulado Manas, buddhi y Espiritualidad, escrito por el mismo autor de este texto y disponible
gratuitamente en la internet.
39
Sobre la importancia del discernimiento para desbancar la necedad, llegó a decir François de la Rochefoucault: “Se
puede ser necio teniendo talento, pero jamás teniendo juicio”.
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agresión física40. Igualmente, son muy dados a sostener sus tesis expresando la validez de ellas con el
fundamento de que son tales porque ellos creen en ellas. Es decir, sostienen en el tiempo y contra
cualquier evidencia lo que piensan porque, en su inconmensurable ignorancia criteriológica,
conciben que las cosas se hacen verdaderas porque ellos así las consideran41, rechazando cualquier
sabio consejo42. Por eso, es muy fácil escucharlos decir “Esas son mis creencias”, “Tú tienes las tuyas
y yo las mías”, “Tú no me vas a quitar mis creencias ni yo te voy a quitar las tuyas” … En otras
palabras, estos liliputienses reducen el problema del conocimiento a la creencia, de tal suerte que un
planteamiento se hace verdadero si alguien cree en él. Eliminan la objetividad del conocimiento por
la arbitrariedad de la subjetividad. Todo el trabajo epistemológico llevado a cabo en la filosofía
occidental en los últimos 300 años queda resuelto, de acuerdo con ellos, con lo más pobre que tiene la
mente: el dar por sentado lo que no se ha vivido (la creencia)43. Apaga y vámonos44.

En la misma línea de autoinconsciencia, los necios ignoran por completo sus dificultades de
razonamiento. Para quienes están lo suficientemente preparados consciencial e intelectualmente es
muy fácil observarles sus serias deficiencias en materia de asunción de roles, clasificación y seriación
en cuanto dicen y hacen, competencias que se supone son desarrolladas entre los siete y los doce años
de edad (con la emergencia del operacional concreto de Piaget). Para ellos es muy difícil comprender
que una cosa es ver un problema de pareja estando fuera de la posición de novio/esposo o novia/esposa
y otra, asaz diferente, verlo estando en una de esas dos posiciones; es casi imposible entender que todo
lo que hay en el cosmos es Dios, pero Dios mismo no se reduce a lo que hay en el cosmos; y,
manifiestan una dificultad extrema en la captación de las relaciones de causa-efecto, poniendo siempre
sus ojos solo sobre el efecto y haciendo caso omiso de la causa que lo originó. Obviamente, no debe
olvidarse que para ellos todo esto es irreal, ya que, en su imaginación, un Wilhelm von Leibniz o un
Isaac Newton no son nadie ante ellos.

Los necios mienten a diestra y siniestra con aires de quienes se consideran diciendo verdades45. Esto
hace que con el tiempo sean olvidados y no vueltos a tener en cuenta, pues temprano o tarde la verdad
sale a luz y estos terminan quedando al descubierto como lo que son: unos charlatanes con el 100 %
de pureza.46 Este proceso de quedar al descubierto como charlatanes los perturba sobremanera, por lo
que destinan su desafecto –y hasta su odio- contra todo el que por su parresía los revele como tales

40
“Sobre el cimiento de la necedad no se asienta ningún edificio discreto”, dijo Miguel de Cervantes Saavedra
41
“Por fortuna, los principios absolutos del cosmos no dependen de la creencia ni de la aprobación humanas”, expresó
Paramahansa Yogananda.
42
“El necio cree que lo que hace está bien, pero el sabio escucha consejo”, está escrito en Proverbios 12: 15.
43
El prejuicio es el instrumento de “conocimiento” que tiene el necio, de ahí que, así como diga una cosa, diga otra.
44
En franco contraste con esta involutiva posición del necio se encuentra la evolutiva posición del intelectual. Este último
jamás y nunca reduce el problema del conocimiento a la arbitrariedad de las creencias. Tiene claro que algo es verdadero
solo si supera las tres alas de validez expuestas claramente por Ken Wilber en su gnoseología integral (paradigma,
fenómeno y corroboración comunal). Un necio está demasiado lejos de Dios; un intelectual, menos. No por casualidad
expresó el maestro Yogananda: “…Los pensadores profundos se encuentran más cerca de Dios que quienes viven
superficialmente y en medio de la ignorancia. No hay pecado más grave que la ignorancia”.
45
“…La verdad precede a la confianza”, expresó Robin Shamra. De ahí que, al final, nadie confíe en las palabras de los
necios.
46
“Los labios que dicen la verdad permanecen para siempre, pero la lengua mentirosa solo dura un momento”, se dice
en Proverbios 12: 19.
8
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ante los demás. De ahí que blasfemen en contra de las personas que tienen las competencias de las que
ellos carecen y busquen hacerles sus vidas imposibles si están a sus alcances 47, ya que no toleran el
brillo del prójimo48.

A los necios el conocimiento y la sabiduría del prójimo les importan un bledo. Invalidan todo cuanto
vaya en contra de sus dogmas así estos constituyan antítesis de las evidencias presentadas
ordenadamente por la investigación49. Con su expresión “Yo no creo en eso…” consideran que, de
una vez por todas, quitan validez a lo que su interlocutor diga con sustentación teórico-práctica50.
Ponen por encima la creencia a la vivencia51. De esta manera, se privan de la oportunidad de que un
sujeto más sabio o competente los ayude a salir del estiércol intelectual en el que se hallan52. Toda
verdad, dicha con sana intención, que desestabilice sus absurdas creencias son rechazadas con fuerte
desafecto, el cual normalmente muestran irrespetando el turno que sus interlocutores tienen para
expresarse (no dejan hablar)53.

Los necios se burlan de la verdad54 y, cuanto más elevado sea el nivel de la misma, peores son sus
burlas55. Igualmente, aborrecen la conducta cuya máxima (a decir de Kant) está cargada de
benevolencia o dignidad y someten a escarnio público el arte de alta jerarquía estética. Por esta razón,
no es recomendable compartir con ellos nada valioso de este mundo si se desea mantener la

47
“Es mejor encontrarse con una osa privada de sus cachorros que con un necio en su necedad”, se encuentra dicho en
Proverbios 17: 12.
48
Henry George Bohn por eso escribió: “Necedad y envidia son hermanas gemelas” y Swami Sri Yukteswar Giri le dijo a
su discípulo Mukunda (Yogananda): “Hay personas que tratan de ser altas cortando la cabeza a los demás”.
49
Si el intelectual tiene como proyecto de vida la búsqueda y vivencia de la verdad, el necio tiene como tal la búsqueda
y vivencia de la mentira.
50
En su libro La imagen de la naturaleza en la física actual, El Premio Nobel de Física Werner Karl Heissenberg, recuerda
un caso de necedad en materia de neuroanatomía en el que un acólito de la escuela peripatética niega la evidencia, que
le ponen frente a sus ojos en una disección pública, de que los nervios nacen del encéfalo y no del corazón con estas
palabras: “Lo habéis mostrado todo con tanta claridad y evidencia que, si no se opusiera a ello el texto de Aristóteles,
quien expresamente dice que los nervios nacen en el corazón, no habría más remedio que daros la razón”.
51
Donde hay vivencia no hay creencia. Eso de ver para creer es una falacia. El ver es una vivencia, por lo tanto, excluye la
creencia. Vivencia es lo que sucede en la consciencia en el contacto directo con un referente real; creencia, dar por
sentado mentalmente lo que no se ha vivido. El Maestro Yogananda alude a esta diferencia así: “La creencia y la
experiencia son dos cosas diferentes. La creencia nace de haber aceptado como un hecho algo que se ha escuchado o
leído; sin embargo, la experiencia es algo que se ha percibido en la realidad”.
52
Precisamente, el necio hace todo lo opuesto del contenido de los siguientes consejos del maestro Yogananda: 1)
“Debemos buscar las mentalidades más elevadas –aquellas que se asemejan a diamantes- y hacer amistad con ellas” y 2)
“Si has desarrollado una forma de pensar equivocada, rodéate de buenas compañías, estudia y medita”.
53
En Proverbios 27: 22 se lee: “Aunque machaques con el mazo al necio en un mortero entre el grano molido, no se
apartará de su necedad” y el científico alemán Georg Christoph Lichtenberg comentó: “Transformar necios en genios, o
madera de haya en madera de roble, es, sin duda, tan difícil como convertir el plomo en oro”.
54
De ahí que Osho dijera: “El que ama y busca la verdad será siempre objeto de críticas, burlas y ofensas, de parte de
aquellos que, por su profunda ignorancia, se sienten orgullosos de pertenecer a la estúpida mayoría” y Goethe escribiera:
“Hay que repetir insistentemente la verdad, porque a diario se nos predica la mentira por parte de aquellos cuya única
seguridad la extraen del hecho de sentirse en mayoría”.
55
Cabe recordar lo padecido por el maestro Jesús y el Maestro perfecto Arjan Dev Ji Maharaj.
9
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tranquilidad56, pero para ello es importante identificarlos y este texto es una herramienta con dicho
fin57.

En su desenfreno por aparecer como poseedores de auténtico saber o auténtico conocer, los necios
(que no saben y no conocen prácticamente de nada) van a consultar a un médico por múltiples
dolencias y pretenden darle cátedra al médico sobre el juicio diagnóstico y la acción terapéutica; se
acercan a un abogado para solicitar sus servicios jurídicos y terminan “enseñando” derecho objetivo
al mismo; buscan la asesoría de un profesional de la nutrición para espetarle en la cara a dicho
profesional que van a hacer la dieta que ellos consideren y no la pertinente; pagan por los servicios de
un corrector de estilo para sus escritos y, desconociendo el arte de la escritura coherente, invalidan
todo cuanto desde su imaginación consideran errado por parte del primero; cuando conocen a un
Maestro de la espiritualidad no dudan un instante en comenzarlo a cuestionar irrespetando de frente la
omnisapiencia de un ser así de magnánimo58, etc. Es decir, los necios van con su oscuridad
cognoscitiva a todas partes pretendiendo hacer valer esta mucho más que la luz que encuentran en
quienes pueden ayudarlos59 (son los “ángeles” que esparcen la ignorancia). En su lebenswelt
husserliano (mundo de la vida cotidiana), ellos actúan en detrimento de las palabras del maestro Jesús
que rezan “la verdad os hará libres”, pues pretenden incansablemente emanciparse con el cúmulo de
mentiras con que rigen sus vidas. Ellos actúan como si la sentencia crística hubiese sido “la mentira
os hará libres” y así buscan imponérselo a los demás.

Este amor por la mentira acompañado de un odio profundo hacia la verdad imposibilita a los necios
para encarnar la sensatez. Los necios son los reyes de la insensatez (y del prejuicio). El pivote de sus
vidas está constituido más por la fantasía que por el principio de realidad freudiano; de ahí que nunca
se adapten a lo real y la involución marque los derroteros de sus vidas, a pesar de que ellos se sientan
afincados en lo real y con una diacronía evolutiva muy rica.

Los necios están marcados por lo que Jean Piaget denominó asimilación deformante: una distorsión
en el metabolismo informacional de los aspectos figurativos y operativos del fenómeno, que puede
asemejarse al hecho de hacer encajar por la fuerza dos fichas de rompecabezas que carecen de afinidad.
De esta manera, por ejemplo, el necio puede confundir, como normalmente hace, información con

56
“No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y
os despedacen”, está escrito en Mateo 7: 6.
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“El que no reconoce al necio nada más al verlo debe ser un necio también”, dijo Baltasar Gracián y Morales.
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Al respecto expresó Paramahansa Yogananda: ““No es justo que quienes se encuentran sometidos a maya desacrediten
el testimonio de aquel que no lo está”.
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Esta horrible condición de los necios (poner por encima de la competencia ajena su propia incompetencia) se vio
ejemplificada en los poetas de pacotilla que atacaban al genio polifacético bengalí Rabindranath Tagore antes de que
este ganara el Premio Nobel de Literatura en 1913 y a los cuales dijo, después de recibir el premio: “Caballeros…, los
fragantes honores que me rendís están incongruentemente mezclados con los olores pútridos de vuestras anteriores
censuras. ¿Hay alguna conexión entre El Premio Nobel ahora ganado y vuestra repentina agudeza apreciativa? Yo soy el
mismo poeta que antes tanto os disgustaba cuando humildemente ofrendé mis primeras flores en el altar de Bengala”.
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conocimiento (porque ambos son fenómenos intelectuales) y curación con supresión (porque en ambas
los síntomas desaparecen)60.

Ahora bien, es precisamente esta asimilación deformante la que hace a los necios admirar a otros
necios61 que manifiesten más capacidades retóricas, de tal manera que ellos terminan teniendo sus
propios “sabios” a quienes acuden en caso de dificultades que exijan discernimiento62. ¡Qué maravilla!

Para finalizar, es menester recalcar que es propio de los necios decir que aman a Dios cuando todavía
no se ha abierto el ojo único (del que habla la Biblia63) o al que Hugo de San Victor denominó ojo de
la contemplación64. Para amar algo es necesario primero percibirlo. Y como el instrumento perceptor
de Dios es el ojo del espíritu (a decir de Ken Wilber), es legítimo afirmar que quien tenga este ojo
cerrado no podrá nunca amar a Dios. Pero como los necios ignoran que Dios no es un asunto de
creencias (propias del ojo de la mente) sino de vivencias contemplativas (propias del ojo de la
contemplación) e ignoran siquiera que ese ojo existe, por eso pretenden amar lo que nunca han visto.
Una locura total65.

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En política, esta asimilación espuria es la que hace a los necios idolatrar, generalmente, a los más nefastos actores de
la politiquería de un país. Es muy común ver a los necios volver mesías a los politiqueros que más daño le hacen al pueblo
y más se han burlado del ala judicial del poder público. Con el agravante de que no hay razonamiento o evidencias
contundentes que logren sacarlos de esa ceguera. Mueren en su ley.
61
Como dijo el poeta y crítico francés Nicolás Boileau-Despréau: “Un necio siempre encuentra un necio aún mayor que
lo admira”.
62
Lo aterrador de esto radica en que un ciego y sordo no puede guiar a otro ciego y sordo, porque ambos terminarán en
el mismo pozo de fracaso absoluto.
63
“La lámpara del cuerpo es el ojo. Por eso, si tu ojo fuese único, todo tu cuerpo estará lleno de luz”, está dicho en Mateo
6:22.
64
Remito al lector al libro Los tres ojos del conocimiento del genial escritor integral Ken Wilber, para mayor entendimiento
del tema.
65
Además, enseñó Aristóteles, como solo lo semejante conoce lo semejante, es claro que para amar a Dios –como dijo
el Maestro Kirpal Singh- se necesita estar a la altura de Dios, por lo que cuando el necio dice amar a Dios se ubica a la
altura de Él y si está a Su altura, luego, Dios debe ser un necio, también. ¡Qué herejía!
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Conclusiones

 Los necios viven desubicados.


 Los necios no respetan las competencias ajenas.
 Los necios fastidian con sus sandeces.
 Los necios son seres tóxicos.
 Los necios son emperadores consumados de la ignorancia.
 Los necios están convencidos de que su imaginación es omnisapiente.
 Para los necios solo tienen valor sus prejuicios.
 Los necios son seres totalmente inconcientes de sí mismos.
 Los necios no saben lo que dicen.
 La incompetencia de los necios es ocultada con la soberbia.
 Los necios son seres potencialmente peligrosos.
 Los necios son fuentes de caos y oscuridad.
 Los necios tienen alta entropía en sus pensamientos.
 Los necios son amantes del confort sempiterno.
 Los necios son los incompetentes gnoseológicos por excelencia.
 Los necios se la pasan deformando la naturaleza de los referentes reales.
 Para los necios, nadie está por encima de ellos.
 Los necios parecen homo sapiens sapiens, mas no lo son en realidad.
 Los necios tienen lenguaje chimoltrúfico.
 De acuerdo con los necios, es posible amar algo sin primero conocerlo.
 La necedad y la sabiduría son inversamente proporcionales.

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Leyder Lasprilla

“El que en su propia vida fue

necio, jamás fue sabio”.

Heinrich Heine

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