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Revista Káñina

ISSN: 0378-0473
revistakanina77@gmail.com
Universidad de Costa Rica
Costa Rica

Singer, Deborah
CONFIGURACIÓN DE LAS RELACIONES DE GÉNERO EN LA NOVELA DOÑA
BÁRBARA DE RÓMULO GALLEGOS
Revista Káñina, vol. XXIX, núm. 1, 2005, pp. 43-58
Universidad de Costa Rica
San José, Costa Rica

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Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. Costa Rica. Vol. XXIX (1 y 2), pág. 43-58, 2005
ISSN: 0378-0473

CONFIGURACIÓN DE LAS RELACIONES DE GÉNERO EN LA


NOVELA DOÑA BÁRBARA DE RÓMULO GALLEGOS

Deborah Singer*

ABSTRACT

The article proposes a reading of the regionalist novel “Doña Bárbara” from the perspective of gender, in order to
examine the way national identity and social relations are determined by an ideology of men supremacy. The regio-
nalist literature expresses a structure of relationships whose goal is to perpetuate the hegemonic masculinity.
Key words: Regionalist novel, national identity, social relations, ideology, gender.

RESUMEN

El artículo propone una lectura de la novela regionalista “Doña Bárbara” desde la perspectiva de género, de modo
de poder establecer la forma en que la identidad nacional y las relaciones sociales están determinadas por una ideo-
logía de supremacía masculina. La literatura regionalista presenta una estructura de relaciones humanas cuya meta
es perpetuar la masculinidad hegemónica.
Palabras clave: Novela regionalista, identidad nacional, relaciones sociales, ideología, género.

Doña Bárbara es considerada una papel secundario) y, por otra parte, se plantea la
novela paradigmática del movimiento literario exhibición de la masculinidad como un indica-
hispanoamericano conocido como el dor de poder y status social.
Regionalismo, caracterizado por la búsqueda de ¿Por qué llevar a cabo un análisis de
elementos autóctonos propiamente americanos Doña Bárbara desde la perspectiva de género?
en regiones alejadas de los grandes centros Para nadie es un secreto que el canon literario
urbanos, donde el progreso todavía no se ha tiende a afianzar el orden patriarcal, en el cual el
manifestado y la rudeza del ambiente requiere hombre ejerce su dominio mediante el estableci-
de la presencia de un grupo humano fuertemen- miento de principios (religiosos, morales) cuyo
te adaptado. Más aun, la novela regionalista fin último es lograr la sumisión de la mujer a un
pareciera privilegiar un tipo de organización rol subalterno, siempre en el marco de lo
social determinado por la diferencia de géneros: doméstico. Lo novedoso de la novela regiona-
por una parte se reproduce la imagen de la lista es la presencia de ambientes rurales inhós-
mujer como ángel del hogar (siempre con un pitos (la selva, la pampa, el llano) que favorecen

** Profesora de la Universidad Nacional, Costa Rica. Correo electrónico: dsinger_go@yahoo.es


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la estratificación social de acuerdo al género, no literatura regionalista de todo América es que, si


sólo en términos de masculino/femenino, sino bien el paisaje cambia, la relación entre los
también entre los diferentes tipos de masculini- seres humanos y su sentido de pertenencia al
dades y feminidades. Si bien es cierto que per- lugar que comparten es universal, es decir, hay
tenecer al género masculino le da al hombre el una trascendencia de lo meramente local. Lo
derecho de situarse en un lugar privilegiado, ese importante del caso es el rescate que el escritor
derecho debe ser defendido mediante la demos- citadino hace de un lenguaje, un folklor y un
tración de valentía y destreza en las labores del modo de vida específicamente regional que,
medio rural; sólo así el sujeto puede granjearse visto desde el punto de vista de la urbe, aparece
el respeto de sus compañeros y asegurarse un profusamente cargado de magia y exotismo.
lugar digno en el orden jerárquico. Tal es el caso de la novela Doña
Siendo la literatura regionalista consi- Bárabara, que se originó a partir de una estadía de
derada la auténtica fundadora de la identidad Rómulo Gallegos en el llano venezolano, durante
latinoamericana (al realismo, modernismo y los años en que Venezuela era gobernada por el
vanguardismo se los acusó de europeizantes), dictador Juan Vicente Gómez (1909-1935). En
resulta interesante detectar en ella los valores aquel entonces, el 27 por ciento de la población
preconizados por la ideología patriarcal, de vivía en poblados de menos de 2500 habitantes
modo de establecer si se privilegia (o no) un mientras que sólo el 15 por ciento se localizaba en
modelo específico de masculinidad y de femini- ciudades de más de 20.000 habitantes
dad, y de qué manera la configuración de géne- (Navascués: 2002). La élite político-intelectual
ros determina una estabilidad imprescindible estaba localizada en los centros urbanos; de
para la perpetuación del sistema. Dicho de otra hecho, el impulso dado a la inversión extranjera
forma, parto de la hipótesis que la configuración como vía hacia el desarrollo gozó del apoyo de la
de masculinidades y feminidades responde a una intelectualidad, aunque ello significara en la prác-
necesidad del sistema patriarcal para legitimarse tica el abandono del sector agrícola y una mayor
a sí mismo y llevar adelante un proyecto recono- concentración de la riqueza en las manos de la oli-
cido por todos como proyecto nacional. garquía. Con estos antecedentes, no es sorpren-
dente la desconfianza del pueblo hacia los pode-
1. El Regionalismo y la formación res gubernamentales y hacia cualquier influencia
identitaria latinoamericana foránea, como queda de manifiesto en la novela
Doña Bárbara, cuando Antonio Sandoval le dice a
La crítica literaria tradicional ha desta- Marisela que “el extranjero siempre tiene garantí-
cado el rol fundante de la literatura regionalista as que le faltan al criollo” (Gallegos: 258).
de una identidad propiamente americana, debi- Sandoval se hace eco de una opinión bastante
do a su afán de rescatar lo autóctono a través de generalizada en Latinoamérica, apoyada en este
un lenguaje simple y directo. Alain Sicard caso por el hecho de que a Mister Danger, hom-
(1998) sostiene que la literatura regionalista bre proveniente de Estados Unidos, “se le abrie-
sigue la huella de la tradición de los explorado- ron todas las puertas en espera de los ríos de dóla-
res del siglo XV, en el sentido de que se trata de res que iban a correr por la llanura” (Gallegos:
un esfuerzo por “hacerle descubrir al hombre de 99), lo que le otorgó el carácter de “conquistador
la ciudad, y más allá al lector europeo, los pai- de tierras mal defendidas” (Gallegos: 108).
sajes, los hombres, las costumbres de esas tie- La conformación de las identidades
rras todavía mal conocidas” (Sicard 1998: 1). nacionales pasa por un proceso de diferenciación
Por su parte, Earl Fitz (1991) señala que de lo “extranjero”, y ésto se dio en América
Hispanoamérica le debe a la literatura regiona- Latina en forma lenta y paulatina a partir de la
lista el descubrimiento de su autenticidad, lo Independencia. En aquel entonces la población
que le permitió reafirmar su independencia. estaba constituida por un grupo humano hetero-
Según Fitz, una característica constante en la géneo y culturalmente disímil (las comunidades
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indígenas ni siquiera hablaban español), lo que y subordina a las mujeres a partir de la función
hizo necesario la exaltación de un imaginario reproductora que se les atribuye. De esta mane-
colectivo que dotara a los grupos humanos de ra, la “masculinidad” y la “feminidad” se defi-
un pasado común que los hiciera conscientes de nen de acuerdo al orden de géneros que la socie-
pertenecer a un territorio geográficamente dad privilegia.
determinado, y les permitiera sentirse parte de A la hora de definir los géneros, el
una comunidad imaginada aunque jamás hubie- cuerpo parece ser el protagonista. La sociedad
sen visto a los demás miembros (Anderson: occidental optó por el establecimiento de dos
1991). La élite intelectual y política se dio a la géneros dicotómicos (masculino y femenino)
tarea de crear una sociedad con características cuya diferenciación se produce en gran medida
propias que la identificaran de sus vecinos, y de acuerdo a las características corporales.
parte de esa tarea consistió en difundir el ideal Estas últimas legitiman la ideología patriarcal,
de un proyecto nacional apoyado por todos los puesto que la sociedad atribuye la hegemonía
aparatos de Estado, y por supuesto, por la lite- masculina a determinismos biológicos, como la
ratura. Si en un primer momento se propició el programación genética (que impulsa a los hom-
progreso por medio de la importación de mode- bres a dominar) y la diferencia hormonal. Otras
los de desarrollo europeos, posteriormente teorías, defendidas en su mayor parte por las
primó la convicción de que civilizar era posible ciencias sociales, proponen al cuerpo como
sólo en la medida en que se respetara las carac- superficie neutral donde se imprime el simbo-
terísticas propias del continente, vale decir, lo lismo social, lo que se relaciona estrechamente
autóctono. La novela regionalista -desde ese con los mecanismos de poder. Donde parece
punto de vista- contiene los elementos típicos haber consenso es en la necesidad de someter
de lo latinoamericano, como por ejemplo los las necesidades “animales” del cuerpo al con-
conflictos entre la civilización y la barbarie, trol de la mente y la razón. Se parte de la base
entre la ciudad y el campo, entre lo local y lo que los deseos irracionales deben ser doblega-
foráneo, y entre lo masculino y lo femenino, dos para dar paso a estructuras más civilizadas,
siempre en el entendido que el sistema patriar- que favorezcan el implemento de proyectos
cal es el único factible, dadas las condiciones tecnológicos a largo plazo que pongan a la
del continente. humanidad en la cima del orden natural y le
permitan hacerse cargo de su propio destino. El
2. Perspectiva de género problema con ello, como afirman
Bhattacharyya, Gabriel y Small (2002), es que
Dado que el enfoque del análisis se el ejercicio de la razón es un atributo que se le
hará desde la perspectiva de género, conviene reconoce a un grupo muy restringido de la
señalar que los estudios sobre el tema son relati- población: los sujetos blancos, occidentales, de
vamente recientes y se han llevado a cabo en res- sexo masculino:
puesta a una necesidad de sistematizar la inves- For a constructed whiteness built on (the fiction
tigación en el campo de las relaciones sociales a of) reason and order, srictly hierarchical social
partir de las diferencias sexuales entre los indi- structure and strictly tight-lipped self control,
viduos. Laura Sau (1994) define el género como desire threatens to smash apart both self and
un conjunto de prácticas, símbolos, representa- society (Bhattacharyya et al 2002: 101).
ciones, normas y valores sociales que las socie-
dades elaboran a partir de la diferencia sexual El dominio de los deseos corporales a
anatómica y fisiológica, lo que da sentido al través de la razón parece ser un tópico funda-
comportamiento sexual, a la reproducción de la mental en la imaginación y construcción de las
especie y a las relaciones entre las personas en naciones latinoamericanas, donde los deseos apa-
general. Sau destaca que la tradición legitima el recen asociados al cuerpo, a lo irracional, lo bár-
carácter sacro y natural de la autoridad del padre baro, mientras que la razón aparece del lado del
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proyecto civilizador que se pretende imponer. La hombruno tomar que femenino entregarse”). La
novela Doña Bárbara es un claro ejemplo de la barbarie es un fenómeno que se da en los luga-
lucha entre la civilización y la barbarie, y se pro- res limítrofes del mundo civilizado, y por lo
pone como proyecto nacional la colonización y el mismo, se transforma en una tentación a la que
saneamiento del llano. Para sanear el llano es tiene acceso el hombre en la frontera. Así lo
necesario dominar la tierra, y como ésta ha sido reconoce Santos Luzardo:
tradicionalmente descrita con características -Después de todo –se decía- la barbarie tiene sus
femeninas, se transforma en un objeto suscepti- encantos, es algo hermoso que vale la pena vivir-
ble de ser tomado, conquistado y colonizado. De lo, es la plenitud del hombre rebelde a toda limita-
hecho, la literatura abunda en ejemplos del mito ción (Gallegos: 203).
tierra-mujer: tierra madre, tierra abierta, tierra
postrada, tierra en espera de la simiente del hom- Pero esa rebeldía tiene un límite. La cul-
bre, etc. Esto nos conduce a las connotaciones tura blanca occidental está invadida por el temor
ideológicas que tiene la asociación de feminidad a la sexualidad. Entregarse a los apetitos del
con naturaleza y pasividad, en contraposición al cuerpo es casi una traición al privilegio de ser
ideal masculino del poder y la acción. Sólo que blanco, porque el placer es sospechoso y el sexo
en el caso del llano, se trata de una feminidad es peligroso. Al ser el cuerpo una entidad que
indómita a la que es imprescindible doblegar: debe ser trascendida, el sujeto debe aprender a
Por el trayecto, ante el espectáculo de la llanura reprimir la sexualidad a través del ejercicio de la
desierta, pensó muchas cosas: (...) luchar contra la razón. Abandonarse a la barbarie de la sexualidad
Naturaleza: contra la insalubridad que estaba ani- implica la destrucción del individuo; la barbarie
quilando la raza llanera, contra la inundación y la es una fuerza inexorable que no perdona a quien
sequía que se disputan la tierra todo el año, contra intenta dominarla adaptándose a sus reglas, de
el desierto que no deja penetrar la civilización modo que sólo es factible enfrentarla por medio
(Gallegos: 17). de la voluntad de un civilizador blanco (inco-
rruptible) que sea capaz de resistirse a su encan-
Las fuerzas naturales ponen constante- to, que refuerce la jerarquía en las relaciones de
mente a prueba la resistencia de los hombres género, y que introduzca la noción de delimita-
que habitan el llano. Este suele ser descrito en ción. Sin embargo, a pesar de que la novela Doña
términos alusivos a las formas femeninas de Bárbara preconiza el principio de la razón, es
modo que la naturaleza es transformada en interesante destacar que la lucha del protagonista
objeto sexualizado al que es necesario poner un contra las fuerzas (irracionales) del mal termina
límite, una cerca: dándose bajo las reglas de la barbarie: la amena-
La cerca sería el derecho contra la acción todopo- za y la violencia (recordemos la forma en que
derosa de la fuerza, la necesaria limitación del Santos detiene a los Mondragones). Este punto es
hombre ante los principios, la línea recta del hom- de cabal importancia porque constituye una prue-
bre contra la línea curva de la Naturaleza ba de la imperfección del sistema patriarcal: una
(Gallegos: 96). jerarquía legítima no tendría por qué recurrir a la
violencia para reafirmarse a sí misma.
La connotación sexual de la toma de La civilización parece estar del lado de
posesión de la naturaleza es una constante en la la ciudad, con toda la complejidad que supone
narrativa occidental (Bhattacharyya et al 2002: la vida urbana. Para Santos Luzardo el futuro se
102). No es casualidad que el concepto “la encuentra en “...la vieja y civilizadora Europa,
devoradora de hombres” aluda tanto a la llanu- (donde es factible encontrar) la ciudad ideal,
ra como a doña Bárbara. Esta última constituye complicada y perfecta como un cerebro, adon-
la personificación de las fuerzas naturales fuera de toda excitación va a convertirse en idea y de
de control, siendo su poder de seducción el donde toda reacción que parte lleva el sello de
arma principal del que ella dispone (“es más la eficacia consciente” (Gallegos: 16).
Singer: Configuración de las relaciones de género en la novela Doña Bárbara de Rómulo Gallegos 47

Es el racionalismo puro llevado a la prác- De lo anterior se desprende que las


tica. Sin embargo, esa exaltación de la vida urbana relaciones de género se dan en un proceso de
pronto es desechada por el narrador al destacar el diferenciación y reacción mutua, es decir, tanto
vigor y la alegría del llanero, frente a la “tristeza masculinidad como feminidad son conceptos
palúdica” de los hombres del pueblo, “de caras relacionales puesto que adquieren significado el
macilentas, bigotes lacios y miradas mustias” uno en relación con el otro: lo masculino necesi-
(Gallegos: 117). Por otra parte, el mismo Pajarote ta de un femenino respecto al cual definirse.
dice no entender cómo la gente puede vivir en
casas tapadas donde “está el cristiano como los cie- 2.2. Masculinidad versus barbarie
gos, que preguntan quién es después que los han
tropezado” (Gallegos: 287). Pareciera ser que el El historiador inglés John Tosh
modo de vida europeo no es susceptible de ser (Swinburn: 1999) sostiene que en las últimas
importado a América, sino que el continente debe décadas del siglo XIX se advierte un desencanto
encontrar su propia ruta hacia el progreso. con las convenciones y las constricciones de la
vida doméstica, lo que contribuyó a la aparición de
2.1. Masculinidades múltiples vías de escape socialmente aceptadas, como la
“huída” a mundos lejanos conformados única-
Los roles de género no se determinan mente por hombres. En la frontera de la civiliza-
por un conjunto de normas preexistentes que son ción se crea un núcleo masculino de aventureros
pasivamente internalizadas por los individuos, dedicados a pelear, puesto que la ferocidad en la
sino que dependen del continuo crear y recrear lucha remplaza la respetabilidad que otorga ser
convencionalismos a través de la práctica social. jefe de familia. De esta forma, la construcción de
De este modo, lo que la sociedad occidental con- las identidades masculinas está regida por la jerar-
sidera “masculinidad natural” es enteramente quía que se establece de acuerdo al valor en la
ficcional y se fundamenta en una supuesta dife- batalla. Las “cicatrices de guerra” (mutilaciones o
rencia biológica insalvable entre hombres y heridas corporales) se transforman en prueba de
mujeres. No debemos olvidar que la definición valentía, y la violencia física (fuera del alcance de
que el grupo humano hace de la masculinidad toda ley o autoridad) puede llegar a límites extre-
depende de factores sociales, culturales e histó- mos. Los países que no han logrado consolidar
ricos que la van conformando de una u otra una presencia jurídico-legal en todo su territorio
manera, por lo que no conviene hacer referencia presentan grupos altamente masculinizados en los
a la masculinidad, sino más bien a masculinida- lugares fronterizos que, desde la perspectiva de la
des múltiples. Al respecto, Robert Conell (1995) ciudad, son considerados tierra de nadie.
propone la siguiente definición También es importante destacar que la
(...) masculinities are configurations of practice utilización de la violencia afianza el posiciona-
structured by gender relations. They are inhe- miento del género dominante. La violencia
rently historical; and their making and remaking entre los mismos hombres se transforma en
is a political process affecting the balance of una manera de establecer límites, equilibrios,
interests in society and the direction of social de fijar jerarquías y reafirmar la masculinidad
change (Conell 1995: 44). dentro del grupo, porque la masculinidad como
condición social tiene que ser demostrada
Más adelante agrega: (Perotin-Dumon: 2001) y la afirmación públi-
Masculinity, to the extent the term can be briefly ca es primordial; todo acto masculino supone
defined at all, is simultaneously a place in gen- un público imaginado al que hay que conven-
der relations, the practices through which men cer de que se es el amo de la situación y que se
and women engage that place in gender, and the es el más fuerte.
effects of these practices in bodily experience, Es evidente que el llano, aquella tierra
personality and culture (Conell 1995: 71). irredenta fronteriza no está destinada a ser
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habitada por cualquiera. Se requiere la presen- El llanero conforma un tipo humano


cia de hombres con un perfil determinado, muy bien adaptado al medio en que se desen-
“hombres machos” que dispongan de la fortale- vuelve. Para él, “cachilapiar” o domar potros sal-
za física y emocional necesaria para poder vajes se transforman en ocasión de despliegue de
afrontar el “medio llanero, rudo, pero de inten- sus habilidades. Siguiendo reglas socialmente
sas emociones endurecedoras de carácter”. El aceptadas, los hombres ponen los cuerpos en
llanero constituye “la raza de hombres sin competencia, desarrollando un sentido de “equi-
miedo” que se desenvuelve con destreza y aplo- po” que refuerza su pertenencia al grupo. La
mo, experimentando un exagerado sentimiento objeción a ese estilo de vida la expresa el propio
de la hombría producido por el simple hecho de Santos, al reprocharle al llanero la falta de inicia-
ir a caballo a través de la sabana: tiva para impulsar la modernización del llano.
(...) en el trabajo: la doma y el ojeo, que no son tra- Por otra parte, el narrador destaca “en el odio: la
bajos, sino temeridades; en el descanso: la llanura arremetida impetuosa”, lo que supone una solu-
en la malicia del “cacho”, en la bellaquería del ción violenta e irracional a los conflictos surgi-
“pasaje”, en la melancolía sensual de la copla; en dos entre ellos. Como afirma Lorenzo Barquero,
el perezoso abandono: la tierra inmensa por delan- “...la ley de esta tierra es la bravura armada. En
te y no andar, el horizonte todo abierto y no bus- esta tierra no se respeta sino a quien ha matado.
car nada; en la amistad: la desconfianza, al princi- No le tengas grima a la gloria roja del homicida”
pio, y luego la franqueza absoluta; en el odio: la (Gallegos: 174). La preeminencia de este rasgo,
arremetida impetuosa; en el amor: “primero mi propio del centauro, es un escollo más que es
caballo”. ¡La llanura siempre! (Gallegos: 62). necesario superar para dar paso al progreso; es
decir, no es el llanero tradicional quien está des-
El llanero indómito y sufridor, indisci- tinado a llevar adelante la empresa civilizadora.
plinado y leal, alegre, melancólico, supersticioso
y religioso a la vez. Su mayor orgullo está en par- 2.3. La masculinidad hegemónica
ticipar en los torneos de llanería, donde ostenta
sus mejores aperos, y se esfuerza en lucir todas Cuando se habla de “masculinidad
sus habilidades de centauro: hegemónica” no se hace referencia a una tipolo-
(...) alegres, excitados por las perspectivas de la jor- gía fija y permanente, sino al posicionamiento
nada apasionante, cruzándose chistes y retiencias del rol hegemónico en un contexto específico
maliciosas, recordándose mutuamente percances de con un determinado esquema de relaciones de
anteriores vaquerías donde arriesgaron la vida entre género (Connel: 1995). En nuestra cultura occi-
las astas de un toro y estuvieron a punto de morir dental la forma de masculinidad exaltada legiti-
despanzurrados bajo el caballo, estimulándose unos ma el orden patriarcal y consolida la posición
a otros con hazañosos desafíos (Gallegos: 179). dominante de los hombres frente a las mujeres.
Por otra parte, el Estado, los grandes consorcios
La doma es presentada no como un tra- económicos y los organismos que conforman el
bajo, sino casi como un deporte. Normalmente, aparato ideológico, desarrollan estrategias cuyo
el inicio del individuo en una práctica deportiva fin es reafirmar y perpetuar el orden jerarquiza-
implica el aprendizaje de ciertas destrezas y do, y aunque no todos los hombres respondan a
reglamentos que norman el juego, pero también esa masculinidad normativa, por su posición
marca su ingreso a una institución jerárquica privilegiada profitan del sistema estableciéndo-
altamente competitiva y productora de masculi- se entre ellos lazos de complicidad.
nidades (Conell: 1995). El rendimiento deporti- La novela “Doña Bárbara” privilegia un
vo produce relaciones jerarquizadas entre los tipo de masculinidad que conjuga la fortaleza
mismos hombres y legitima la exclusión de las física con la razón, la delicadeza de espíritu con
mujeres puesto que el deporte representaría una el poder de decisión, y el aprendizaje en el llano
prueba simbólica de su inferioridad física. con la educación formal, en el entendido que el
Singer: Configuración de las relaciones de género en la novela Doña Bárbara de Rómulo Gallegos 49

sujeto en cuestión es un terrateniente cuya hege- Con una rápida maniobra de jinete experimentado
monía nadie pone en duda. Es interesante notar hurtó el encontronazo, cortándole el terreno al
que Santos Luzardo es presentado inicialmente toro, y lanzó la soga por encima del anca del caba-
con características andróginas, casi femeninas, llo. El orejano se la llevó en los cuernos y Pajarote
que no corresponden al modelo de masculinidad exclamó entusiasmado:
que prevalece en el llano. Debido a ello, el nega- -¡Y de media cabeza, por si hay exigentes por
tivo efecto que Santos provoca en Carmelito (su aquí! (Gallegos: 152).
gallardía le pareció petulancia, su cutis era dema-
siado terso y delicado, no tenía bigotes, sus A partir de aquel momento comienza la
modales eran demasiado afables y amanerados, y caída de doña Bárbara, que se rinde vencida a la
llevaba “demasiado trapo encima”) debe ser fuerza física y mental del único hombre que
revertido mediante una prueba de fuerza que logra resistirse a sus encantos. Sin duda alguna,
pruebe su valentía, y ésta se concreta inicialmen- Santos Luzardo pertenece a la raza enérgica de
te a través de la doma del potro pero tiene su cul- los llaneros, pero con los ideales del hombre
minación en el enfrentamiento con el toro. civilizado. De hecho, su estadía en Caracas no
El toro es un animal con características sólo la dedicó al estudio y a la obtención del
míticas, considerado desde épocas inmemoriales título de abogado (que confirma su status de
el prototipo de la fuerza demoledora masculina, letrado), sino que también se empeñó en sofocar
el poder, la agresividad y la independencia. La “las bárbaras tendencias del hombre armas
primera asociación de la figura del toro con tomar, latente en él” (Gallegos: 44). El principio
Santos Luzardo se produce cuando este último de imponer la razón sobre la violencia lo expre-
llega a Caracas junto a su madre, y el sentirse sa claramente al afirmar que “es necesario
“trasplantado” en un medio extraño tuvo un efec- matar al centauro que todos los llaneros lleva-
to negativo en el carácter del muchacho: mos por dentro”, lo que lo impulsa hacia una
Estaba “enmatado”, como dice el llanero del toro lucha de carácter épico, “el deseo de consagrar-
que busca el refugio de las matas y allí permanece se a la obra patriótica, a la lucha contra el mal
días enteros echado, sin comer ni beber y lanzan- imperante, contra la Naturaleza y el hombre, a
do de rato en rato sordos mugidos de rabia impo- la búsqueda de los remedios eficaces”
tente, cuando ha sufrido la mutilación que lo con- (Gallegos: 44). Sin embargo, nuestro racional
dena a perder su fiereza y el señorío del rebaño héroe se ve obligado a emplear la violencia para
(Gallegos: 15). imponer su proyecto civilizatorio; de hecho con
frecuencia actúa con la irracionalidad del héroe
La mutilación física del toro es equiva- romántico. Prueba de ello es que renuncia indig-
lente al desarraigo de Santos en un medio cita- nado a la oferta de doña Bárbara de restituirle
dino; es inevitable que escuche el llamado del todo lo robado, simplemente porque ella insinúa
llano que tarde o temprano lo llevará de vuelta malévolamente que Marisela “vive” con él.
a su tierra natal. Cabe destacar que el hombre Veremos que a Santos Luzardo le repele toda
que renuncia a las comodidades y a una carrera alusión a la sexualidad.
prometedora en la ciudad para llevar adelante Por otra parte, la “naturaleza-barbarie-
un proyecto de desarrollo en la frontera, mues- mujer” se yergue como un tentador desafío que
tra una particular autodeterminación y fuerza de le permitirá consolidar su autoridad y poder de
voluntad que presuponen la reafirmación de su acción como masculinidad dominante. Para ello
ego masculino. El enfrentamiento de Santos con debe cumplir dos metas: doblegar o vencer a la
el toro tiene una importancia fundamental por- fiera doña Bárbara, y educar a la silvestre
que se produce frente a un público representati- Marisela para insertarla en el orden patriarcal.
vo (incluso cuenta con la presencia de doña Santos se muestra sexualmente indiferente tanto
Bárbara) que es testigo de su consagración a la belleza de Marisela como a la sensualidad
como macho dominante: de Doña Bárbara:
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Santos Luzardo volvió a experimentar aquel (1995), el mito de la tierra virgen es el mito de la
impulso de curiosidad intelectual de sondear el tierra vacía, que implica una desposesión de
abismo de aquella alma, recia y brava como la lla- género. La narrativa patriarcal destaca que ser
nura donde se agitaba, pero que tal vez tenía, tam- virgen es estar desprovista de deseo y de cual-
bién como la llanura, sus frescos refugios de som- quier iniciativa sexual. La virgen espera pasiva-
bra y sus plácidos remansos, alguna escondida mente el empuje masculino que la “insemine” de
región incontaminada (Gallegos: 160). historia, lenguaje y razón:
Linked symbolically to the land, women are rele-
La alusión a la tierra indómita y seduc- gated to a realm beyond history and thus bear a
tora es clara; pero a diferencia de los demás hom- particularly vexed relation to narratives of histori-
bres de la novela, Santos es el emblema de la cal change and political effect. Even more impor-
masculinidad racional que no se abandona a los tantly, women are figured as property belonging to
apetitos del cuerpo. Marisela, a su vez, le brinda men and hence as lying, by definition, outside the
la oportunidad de transformarse a sí mismo en male contests over land, money and political
dios creador (ella es su “obra”), en un padre seve- power (McClintock 1995: 31).
ro cuya misión es educarla y pulirla, o bien en un
hermano y compañero de juegos, pero siempre De esta manera, cuando Marisela toma
desde la posición de autoridad incuestionada. Por posesión de la herencia de la madre, en realidad
otra parte, es interesante destacar que el único la herencia pasa a manos de su marido: “todo
momento en que Santos se siente derrotado y vuelve a ser Altamira”. Pero el texto de
cuestiona su propia masculinidad ocurre después McClintock va aún más allá; si doña Bárbara
de la muerte del Brujeador; no lo martiriza tanto afirma que “para ser amada por Santos es nece-
la idea de haber asesinado a un hombre como la sario no tener historia”, el principio implícito es
perspectiva de ser “el juguete” de una mujer: que la mujer que el sistema necesita debe ser
(...) y partió, sombrío, repitiéndose la reflexión una tabula rasa sobre la cual poder empezar a
que acababa de hacerse: no la gloria roja de los escribir una historia.
dominadores a sangre y fuego habíale dado el “¿No era yo un bicho de monte cuando
suceso de Rincón Hondo, sino la triste fama del usted me recogió?” (Gallegos: 191) Las palabras
asesino, ejecutor de los designios de la mujerona de Marisela denotan además una representación
(Gallegos: 278). de sí misma desvalorizada, en espera de la apro-
bación de la mirada de la autoridad masculina.
Santos Luzardo es el modelo de mascu- Esta autorepresentación desvalorizada es compar-
linidad que le dará forma al proyecto nacional, tida por Genoveva, al negar estar enamorada del
por eso no resulta sorprendente que se transforme doctor Luzardo porque “no se ha hecho la miel
en objeto del deseo de dos feminidades rivales y para el burro”. Las manos varoniles que le lavan
antagónicas: una que está anuente a insertarse en el rostro a Marisela y le hacen tomar conciencia
el orden patriarcal en los términos de sumisión de sí misma (“le despiertan el alma dormida”) son
que se le exige, la otra con tendencias subversi- el principio de un proceso de adaptación social
vas y violentas, por lo que debe ser vencida. (en la novela llamado “humanización”) que le
otorgará a Marisela el derecho a formar parte del
2.4. Feminidad patriarcal núcleo básico propiciado por el orden patriarcal:
la vida doméstica. De hecho, el lavado del rostro
La insistencia en el carácter silvestre de es una forma de purificación que conserva el
Marisela, sencilla como la naturaleza, pero, a cuerpo (blanco) libre de contaminación, aun en el
ratos inquietante también, como las monstruosi- límite de la civilización.
dades de la naturaleza (Gallegos: 199), también McClintock señala que el verbo domes-
corresponde a una imagen constante en la cultu- ticar se deriva de las palabras dominus (señor) y
ra occidental. Como afirma Anne McClintock domum (hogar), sin embargo, el término también
Singer: Configuración de las relaciones de género en la novela Doña Bárbara de Rómulo Gallegos 51

ha sido asociado al concepto de “civilizar”. La Santos no cuestiona la falta de cuidados


expansión colonial europea difundió un ideal de y afecto de parte de Lorenzo Barquero hacia
domesticidad basado en el orden de géneros Marisela (la ternura no se espera de un hombre);
como forma de consolidar la estabilidad, pero al lo que le parece inaceptable es la falta de amor
mismo tiempo le permitió al colonizador contro- por parte de la hija hacia su padre. Culturalmente
lar más eficazmente a los pueblos colonizados. es a la mujer a quien se le exige prodigar afecto,
El salvajismo natural se supera a través de la y aquella que no sea capaz de hacerlo debe ser
narrativa de lo doméstico, que construye una excluida del orden social.
relación de géneros por todos considerada “natu-
ral”, aunque en realidad establece la jerarquía 2.5. Feminidad subversiva
social del hombre sobre la mujer.
Marisela debe pasar primero por un Nuestra sociedad puede tolerar la rebel-
proceso de domesticación antes de ingresar al día cuando es ejercida por un hombre.
orden hogareño. Cabe destacar el paralelo entre Normalmente se trata de individuos inadaptados
la domesticación de Marisela y la domestica- a los cánones de comportamiento prescritos
ción de la yegua, que se “encabritaba”, pero socialmente, lo que los impulsa a llevar un estilo
“después de unos corcoveos cogía el paso por de vida al margen de la legalidad. Se trata de
sí sola”. Su presencia alegra la casa y le satis- temperamentos asertivos que entran en conflicto
face a Santos una necesidad de orden domésti- con la autoridad y, por lo mismo, tienden a auto-
co, pero también le sirve de defensa contra la relegarse a lugares fronterizos donde el brazo de
adaptación a la rusticidad del medio en la medi- la ley no puede alcanzarlos. Este tipo de caracte-
da en que trae el respeto a la casa por medio de res lleva en sí una carga de romanticismo que los
los buenos modales, que le fueron inculcados convierte en subjetividades atractivas para el
por el propio Santos. Sus labores de ama de grueso de la población, precisamente porque
casa se limitan a limpiar, cocinar, remendar y parecen ser capaces de dar rienda suelta a sus
aprender la lección diaria. Aunque Santos se deseos libertarios. Sin embargo, cuando el sujeto
resiste a considerar la posibilidad de matrimo- en cuestión es de sexo femenino, cualquier acto
nio por la “carga” que ello significa (“Marisela de rebeldía es condenado públicamente, sin que
será para mi una impedimenta que no me deja- haya posibilidad de redención. La literatura es
rá disponer de mi vida libremente”), termina expresión de poder, y desde esa perspectiva nos
por resignarse puesto que el manteniniento del permite aproximarnos al modelo de feminidad
orden implica la formación de una familia que priorizado por la sociedad patriarcal. Al respecto,
mantendrá la unidad estructural necesaria para la crítica feminista Lee Edwards (Schweickart:
favorecer el progreso. 1999) realizó un estudio de los personajes feme-
La prueba final que la muchacha debe ninos de las novelas:
pasar está relacionada con la capacidad de El primer resultado de mis lecturas fue el senti-
manifestar ternura, que es una característica miento de que los personajes masculinos resulta-
que la cultura le atribuye a la mujer como rasgo ban, por decirlo de alguna manera, más interesan-
distintivo de feminidad. Para ello, es necesario tes para sus autores que los femeninos. Así pues,
que demuestre dolor por la muerte de su padre al leer sus libros como parecía que sus autores
en presencia de Santos, sólo entonces él se esperaban que fueran leídos, si me identificaba
decide a tomarla por esposa: ingenuamente con un personaje, siempre elegía a
(...) la mano acariciadora, la expresión de amor un hombre (...) Más extrañas aún, pero lamenta-
que tenían los ojos bañados en lágrimas, la ter- blemente poco sorprendentes, fueron las evalua-
nura para la cual creyera incapacitada a Marisela ciones que acepté acerca de los personajes feme-
(...) Era la luz que él mismo había encendido, la ninos. Por ejemplo, pronto aprendí que el poder
claridad de la intuición desbastada por él era poco femenino y que las mujeres poderosas
(Gallegos: 285). eran literalmente monstruosas(...) Todas unas hijas
52 Káñina, Rev. Artes y Letras, Univ. Costa Rica. Vol. XXIX (1 y 2), pág. 43-58, 2005 / ISSN: 0378-0473

de la chingada que debían ser eliminadas, refor- masculinos (las mujeres son frágiles y no están
madas o al menos condenadas (...) Aquellas pocas hechas para portar armas), la impulsividad irra-
mujeres que aparecen dentro de la literatura como cional que la “hace incapaz de concebir un ver-
poderosas, además de admirables en algún senti- dadero plan” está del lado de lo femenino. El
do, lo son porque su poder está basado, si no en la narrador rechaza cualquier prueba de inteligen-
belleza, al menos en la sexualidad (citado por cia de doña Bárbara (“su habilidad estaba, úni-
Schweickart 1999: 126). camente, en saber sacarle en seguida el mayor
provecho a los resultados aleatorios de sus
Doña Bárbara, llamada “la hombruna”, impulsos”), sin embargo, doña Bárbara concibe
“la mujerona”, “la barragana”, “la cacica”, “la el plan de mover la casa habitada por los
dañera”, la “guaricha”, parece ser una digna Mondragones, y también logra que se descubra
representante del grupo de “mujeres monstruo- a Balbino Paiba como responsable del asesinato
sas”, o al menos, mujeres que no gozan de la sim- de Carmelito y del robo de las plumas. A pesar
patía del narrador. La rebeldía de doña Bárbara de ello, el narrador insiste en su irracionalidad,
se manifiesta en tres aspectos fundamentales: agravada por su creencia en las supersticiones.
desarrolla un comportamiento propio de los Cabe destacar que los Estados Americanos
hombres machos (es decir, es poco “femenina”), declararon el catolicismo, si no religión oficial,
da rienda suelta a sus impulsos sexuales (lejos al menos religión principal de la población.
del recato propiamente “femenino”), y lo que Desde ese punto de vista no es de extrañar que
resulta aun más inadmisible, se niega a formar se haya combatido la superstición, la brujería, y
una familia; de hecho, rechaza la maternidad cualquier creencia que haga alusión a un pasado
como si fuera una maldición: indígena ya superado por la historia.
(...) un hijo en sus entrañas era para ella una victoria Lujuria, superstición, codicia y crueldad
del macho, una nueva violencia sufrida”, y bajo el son el producto de la traumática experiencia de
imperio de ese sentimiento concibió y dio a luz una doña Bárbara vivida en su juventud, aunque el
niña, que otros pechos tuvieron que amamantar, por- narrador no deja de señalar que las miradas dese-
que no quiso ni verla siquiera (Gallegos: 26). antes de aquellos hombres le provocaban miedo
y gusto a la vez. El mito de la mujer indígena
No existe mayor transgresión que la lujuriosa se remonta a los tiempos del descubri-
falta de amor maternal. Sin embargo, el autor le miento y conquista de América. Los conquista-
abre una puerta de salida al final de la novela (en dores y primeros colonos no pudieron sino aso-
la medida en que no la “mata”) porque doña ciar la desnudez de las indias con una inclinación
Bárbara aparentemente se enamora perdidamen- natural por parte de ellas a los apetitos carnales.
te (rasgo típicamente femenino) y ese amor la Durante siglos las indígenas fueron tomadas a la
hace descubrir el instinto maternal que llevaba fuerza por los colonos blancos, quienes, por su
dentro de sí. Por otra parte, su amor apasionado parte, exaltaban la pureza femenina de sus muje-
hacia Santos contradice la supuesta frialdad y res legales a través de la imposición de un régi-
falta de sensualidad en la que insiste el narrador: men de disciplina y decoro doméstico.
Inhibida la sensualidad por la pasión de la codicia Doña Bárbara es doblemente transgre-
y atrofiadas hasta las últimas fibras femeniles de sora en ese aspecto. Por una parte, su belleza sal-
su ser por los hábitos de marimacho- que dirigía vaje le despierta la “hirviente sensualidad y
personalmente las peonadas, manejaba el lazo y tenebroso aborrecimiento al varón”, y por otra
derribaba un toro en plena sabana como el más (lo que resulta aún peor) rechaza el rol de la
hábil de sus vaqueros y no se quitaba de la cintu- maternidad. Unido a lo anterior, la vestimenta, el
ra la lanza y el revólver (Gallegos: 30). vocabulario y el trabajo que realiza hacen de ella
un ser casi infernal:
Si bien manejar peones, derribar toros Durante las jornadas se entregaba a una actividad
y portar un revólver son rasgos propiamente febril, a horcajadas sobre el caballo, amazona
Singer: Configuración de las relaciones de género en la novela Doña Bárbara de Rómulo Gallegos 53

repugnante de pantalones hombrunos hasta los 2.6. Masculinidades subalternas


tobillos (...)insultando a los peones por el menor
descuido y destrozándole los ijares a la bestia con La subordinación de las masculinidades
las espuelas (Gallegos: 137). llamadas subalternas (a las que se les atribuye
características femeninas por su “exceso” de
Doña Bárbara presenta similitudes emotividad, nerviosismo, o irracionalidad) se
con la otra mujer “varonil” de la novela regio- lleva a cabo mediante la condena simbólica que
nalista: la Madona de “La Vorágine”. Esta últi- sufren por parte de la sociedad. En la ideología
ma también goza de independencia y de una patriarcal, la debilidad en un hombre es motivo
fuerza que la sitúan en el límite de lo tolerable. de vergüenza para él y su familia. Las masculini-
Al igual que doña Bárbara, se entrega a los dades subalternas no cumplen con los “requisi-
apetitos carnales (como “loba insaciable”), se tos” necesarios para ubicarse en la cumbre de la
rehusa a integrarse al orden doméstico por pirámide, como es el caso de Lorenzo Barquero,
medio del matrimonio y la maternidad, y se quien, habiendo tenido el futuro en sus manos, no
dedica a sus negocios como actividad princi- tuvo la fortaleza emocional para hacerle frente a
pal. Ambas utilizan a los hombres para lograr la “devoradora de hombres”. Barquero se trans-
sus fines, aunque doña Bárbara va un paso más forma en un fantasma de sí mismo, en un exhom-
allá puesto que les tiene un odio visceral. bre. El narrador atribuye su caída a la mala
Como castigo por su desnaturalizado odio a los influencia de doña Bárbara; aunque en su época
hombres (“...nada la complacía tanto como el de estudiante en Caracas Lorenzo Barquero ya
espectáculo del varón debatiéndose entre las daba pruebas de una tendencia a la misantropía y
garras de las fuerzas destructoras”) es conde- la depresión. De cualquier forma, el mensaje
nada a enamorarse perdidamente de Santos, parece ser que la debilidad unida al vicio condu-
único hombre destinado a subyugarla, y con el cen al hombre a la autodestrucción:
irracional impulso de los espíritus fatalistas, la (...) de la gallarda juventud de aquel que parecía
mujer que no toleraba ponerse en condiciones destinado a un porvenir brillante sólo quedara un
de inferioridad ante nadie, se entrega a su des- organismo devorado por los vicios más ruines, una
tino sin ofrecer resistencia. Doña Bárbara se voluntad abolida, un espíritu en regresión bestial
somete “feminilmente” a la autoridad de la (Gallegos: 26).
masculinidad hegemónica:
(...) llevaba también, en la vehemencia del alma En la novela abundan las masculinida-
atormentada por ese sentimiento y en los apeti- des subalternas de carácter irracional, como es el
tos de su naturaleza, hecha para el amor, el ansia grupo de hombres que está al servicio de doña
insaciada de una verdadera pasión. Quería per- Bárbara (estar al servicio de una “hombrona”
tenecerle, aunque tuviera que ser como le perte- implica per se una transgresión del orden normal
necían a él las reses que llevaban grabado a de las cosas). Balbino, traicionero, torpe y jac-
fuego en los costillares el hierro altamireño tancioso no tiene las agallas de enfrentar a su
(Gallegos: 155). jefa-amante, Apolinar, quien en opinión de mis-
ter Danger, no presentaba gran diferencia con el
¿Cómo se entiende un abandono tan caballo que lo acompañaba en su sepultura (por
drástico de todos los principios que la habían sus- lo demás, ambos se entregan a los apetitos del
tentado? El deseo de pertenecerle al macho domi- cuerpo), los Mondragones con su frialdad asesi-
nante parece ser tan fuerte que la impulsa a olvi- na y Melquíades, dotado de una inconscienia
darse de sí misma, rechazando “el hábito del mal absoluta. Todos ellos conforman lo que usual-
por el ansia del bien”. De esta forma, un repentino mente llamamos lacra social, y su destino en la
amor maternal la hace renunciar al hombre desea- novela es la de ser asesinados o terminar en la
do en favor de su hija, para luego optar por la reti- cárcel. Juan Primito es la excepción por los cui-
rada y desaparecer sin dejar rastro alguno. dados que le dispensa a Marisela. El narrador no
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deja de mencionar cierta indefinición de género al igual que Pajarote, “un zambo contento, cani-
que lo hace transformarse en “aya solícita por lludo y desgalichado” (Gallegos: 43). Los indí-
tierna ambigüedad de bobería” (Gallegos:138); genas, como alteridad sometida por las condicio-
esta indefinición le trae la burla de los demás nes ya señaladas, entre los mencionados ocupan
hombres y la falta de respeto de la propia el lugar más bajo. Robert Miles (1991) señala
Marisela. Por otra parte tenemos el triste caso de que la racialización fue creada como una forma
Mujiquita, que con todas sus buenas intenciones de relegar a los “otros” a posiciones subalternas
carece de la fuerza necesaria para asegurarse una en la medida en que se les atribuyen ciertas
posición respetable en el escalafón social. Tal vez características físicas que van unidas a comporta-
por el mismo hecho de vivir en el pueblo se mientos determinados, que se reproducen de
transforma en un hombre palúdico, triste y ani- generación en generación. De esta forma, la
quilado, incapaz de hacer frente a las insolencias novela presenta estereotipos creados a partir de
y cambios de humor de su despótico jefe. los orígenes raciales de la población, como es el
caso de doña Bárbara que fue un producto de “la
2.7. Masculinidades marginales violencia del blanco aventurero en la sombría
y racialización sensualidad de la india”. Santos afirma que el
ancestro indígena aportó “la indolencia del indio
Cuando la masculinidad se entrecruza que llevamos en la sangre”, lo que se transforma
con otros factores, como raza, clase social o en un impedimento para poner en práctica pro-
nacionalidad, se producen complejas relaciones yectos destinados a civilizar el llano. Por otra
que determinan jerarquías entre los hombres. De parte, esas características raciales diferentes de lo
esta manera, las masculinidades de los blancos europeo ayudan a conformar una identidad pro-
no sólo se construyen en relación con las mujeres pia americana, como queda de manifiesto a tra-
blancas, sino también en relación con los hom- vés de la copla: “el llanero vierte la alegría jac-
bres negros, mestizos, asiáticos, etc. Si a ello le tanciosa del andaluz, el fatalismo sonriente del
agregamos la orientación sexual y la pertenencia negro sumiso y la rebeldía melancólica del indio,
a un estrato social determinado, tendremos un todos los rasgos peculiares de las almas que han
mapa de gran complejidad que altera la dinámica contribuido a formar la suya” (Gallegos: 208).
de desarrollo social. En la novela regionalista, la La superioridad blanca se manifiesta
marginalidad se manifiesta a través de los grupos de muchas formas, entre ellas, la valoración que
indígenas, cuya presencia alude a un retroceso en Santos hace de los colonizadores españoles por
el tiempo y en la Historia. Se trata de una alteri- haber tenido la “visión” de introducir el ganado
dad casi invisible, a pesar de que se siente su pre- en el llano. También es interesante que a los
sencia. El retraso tecnológico, unido al apego a dueños de los hatos que no toman parte en el
sus tradiciones y las continuas vejaciones de las trabajo y vigilan sus intereses a la hora del
que han sido objeto, los hacen conformar mascu- reparto del ganado recogido, se les llame popu-
linidades débiles, susceptibles de ser dominadas larmente “el blancaje”.
incluso por una mujer. La humillante expulsión
que los yaruros sufren por parte de Marisela y su 2.8. Masculinidades foráneas
huída estrepitosa no necesitan mayor comentario.
A lo largo de la novela se exaltan ciertas caracte- La presencia de los extranjeros es perci-
rísticas raciales que determinan la posición social bida con cierta desconfianza en la literatura
que ocupa el sujeto. Es así como Santos (mascu- regionalista (recuérdese “Don Segundo Sombra”
linidad blanca hegemónica) ocupa un lugar privi- y “la Vorágine”). Siguiendo la imagen prejuicia-
legiado; el brujeador, “un tipo de razas inferiores, da que Occidente se construyó acerca del orien-
crueles y sombrías, completamente diferente del talismo, en “Doña Bárbara” aparece la figura del
de los pobladores de la llanura” (Gallegos: 2) se turco, que naturalmente responde a lo que se
sitúa en clara inferioridad en relación con Santos, espera que sea un turco: vicioso, sádico, buen
Singer: Configuración de las relaciones de género en la novela Doña Bárbara de Rómulo Gallegos 55

negociante, pero además leproso. El caso de cargos representativos de la institucionalidad


mister Danger es diferente porque en vez de (jefe de policía, juez civil, etc.) son entregados
desprecio lo que provoca es temor. Mister a sujetos inescrupulosos cuyo único afán es el
Danger se perfila como una hipermasculinidad enriquecimiento ilícito, lo cual desprestigia aun
con tintes caricaturescos (musculoso, fanfarrón, más la imagen del Estado ante la comunidad.
lujurioso), en gran medida debido a la revancha La novela regionalista sitúa a sus prota-
que el autor decide tomarse por el desprecio de gonistas en regiones ubicadas en la frontera del
ciertos extranjeros hacia los locales, “gentes mundo civilizado, en áreas rurales alejadas de los
que él consideraba inferiores por no tener los grandes centros urbanos que son sede de los
cabellos claros y los ojos azules” (Gallegos: poderes del Estado. Como se ha señalado, el
98). El narrador, que ya ha calificado al brazo de la ley no alcanza a llegar, generándose
Brujeador como ser racialmente inferior, no una red de corrupción entre los funcionarios que
tolera el prejuicio racista cuando proviene de ocupan los cargos públicos motivados por el inte-
parte del extranjero, más aún si el afectado es el rés de incrementar sus propias arcas. Tal es el
héroe protagónico local: “Una altanera satisfac- caso de los gobernadores, los jefes de policía
ción de sí mismo le impulsaba a humillar al locales, o los jueces y demás funcionarios del
hombre de raza inferior que se había atrevido a poder judicial que parecen ser fácilmente sobor-
discutirle”(Gallegos: 105). La misma altanería nables. El papel de estos funcionarios públicos se
lo hace vicioso e insolente. Un extranjero de contrapone a la legalidad estatal, o bien, no ejer-
tales características constituye una amenaza y cen su trabajo con el celo profesional que se
por lo mismo no es conveniente tenerlo en el esperaría de ellos. Pero su desempeño también se
suelo patrio. Al final de la novela mister Danger opone al conjunto de normas éticas que dan ori-
también se retira. gen a un código moral interno que es válido para
los grupos humanos fronterizos, como es el caso
2.9. La masculinidad frente de los llaneros. Estos suelen respetar un código
a la autoridad de ética que frecuentemente entra en contradic-
ción con la ley oficial.
En las instituciones como el Estado, el En Doña Bárbara, la acción al margen
poder judicial y el aparato legislativo prevalece de la ley se produce cuando Santos decide dete-
un orden masculino. Esto no sólo quiere decir ner arbitrariamente y por la fuerza a los
que los altos cargos están en las manos de los Mondragones, con la amargura de haber consta-
hombres, sino también que la organización de tado la falta de pericia de las autoridades (“...el
las instituciones está estructurada de modo que atropello me lanza a la violencia y acepto el
el reclutamiento, la promoción, la división camino”). Carmelito defiende el mismo princi-
interna de trabajo, la elaboración de políticas y pio: “...yo sé que la venganza no es buena; pero
los sistemas de control, todo está determinado es lo único que tenemos por aquí para cobrar
por relaciones de género. También es importan- deudas de sangre”, y también el mulato Antonio
te destacar que para muchos hombres, la mas- en la novela “La Vorágine” (“como puaquí no
culinidad se define en oposición a la autoridad hay autoridá, tié uno que desenrearse solo”). Por
estatal, como ocurre con los grupos subversivos otra parte, el ejemplo clave de la corrupción ofi-
que establecen pactos de lealtad entre ellos mis- cial es el caso de Ño Pernalete, descrito por el
mos en miras a un ataque persistente y organi- narrador de la siguiente manera:
zado contra el régimen institucional. En las Se parecía a casi todos los de su oficio, como un toro
regiones fronterizas (lejos de las ciudades) se a otro del mismo pelo, pues no poseía ni más ni
da el fenómeno de que la autoridad estatal no menos que lo necesario para ser Jefe Civil de pueblos
tiene la presencia necesaria para obligar a los como aquel: una ignorancia absoluta, un tempera-
individuos a conducir sus vidas dentro del mento despótico y un grado adquirido en correrías
marco de lo legal, o bien, suele ocurrir que los militares (Gallegos: 119).
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Sin embargo, el mismo Ño Pernalete espacio doméstico y su rol subalterno ante la


expresa una opinión bastante generalizada: autoridad masculina. Entre estas últimas se
“...donde se meten un juez y un abogado, si encuentra una feminidad transgresora que no es
uno los deja de su cuenta, lo que estaba claro aceptable para el sistema por lo cual termina
se pone turbio, y lo que iba a durar un día, no siendo suprimida.
se acaba en un año” (Gallegos: 236). Mister Sin embargo, este ordenamiento social
Danger le dice a Balbino que “...los jueces de es arbitrario y contradictorio, por lo cual no
este país tienen los ojos por adorno” resulta sorprendente que la novela esté conti-
(Gallegos: 273) pero también el narrador nuamente deconstruyéndose a sí misma. Al res-
manifiesta una idea parecida al sostener que pecto, Toril Moi (1988) destaca el aporte de la
doña Bárbara se había hecho de su fortuna feminista francesa Helene Cixous, quien plan-
“...obteniendo de la venalidad de los jueces lo teó que la ideología patriarcal ha explicado el
que la justicia no pudiera reconocerle” mundo en términos de oposiciones binarias alu-
(Gallegos: 28). En general, ese orden alterado sivas a un polo masculino frente a otro polo
de lo que debería ser la legalidad es cuestiona- femenino, donde el lado “femenino” siempre se
do por Santos Luzardo al enfrentarse verbal- considera el más débil, y por lo mismo, se le
mente a Ño Pernalete: “...aunque la ley no atribuye una posición subordinada. La ideolo-
determine penas de multas o arrestos, ella gía patriarcal se revela como un discurso mas-
obliga de por sí. Obliga a su cumplimiento, culino que privilegia el establecimiento de un
pura y simplemente” (Gallegos: 124). Pero, al hogar simbólico en cuyo centro siempre se
examinar los expedientes de los litigios con encuentra ese “otro” domesticado que personi-
Doña Bárbara se da cuenta de que sus posesio- fica la mujer. Sin embargo, como afirma David
nes también habían sido adquiridas en forma Morley (2000), este tipo de alteridad doméstica
dudosa por su abuelo el Cunavichero. Esto no incomoda, siempre y cuando acepte sin pro-
contravendría la lucha por establecer en el testar el lugar que se le asignó y permanezca
llano el imperio del orden legal, como parte de “en su lugar”.
la cruzada civilizadora de Santos Luzardo. Pero la subordinación no sólo se produ-
ce a partir de las relaciones de género, sino tam-
3. Conclusiones bién mediante la racialización de que son objeto
otros grupos humanos, como las comunidades
La novela regionalista presenta organi- indígenas (masculinidades marginales). La diver-
zaciones sociales donde los grupos de hombres sidad cultural que la élite político-económica de
constituyen el motor del relato, siendo las muje- América encontró al asumir la conducción de los
res relegadas a un papel secundario como meros nuevos Estados independientes, la hizo elaborar
testigos o reafirmadoras de la hegemonía mascu- un proyecto nacional basado en la estratificación
lina. De esta manera, “Doña Bárbara” presenta de clase, género, raza y cultura, donde los sujetos
una jerarquía social en la cual cada miembro masculinos blancos de la clase dominante habla-
acepta como natural el lugar que le ha sido asig- ban “en nombre” del resto de la comunidad.
nado, dependiendo de sus antecedentes socio- Morley (2000) define la nación como un lugar
económicos, raciales, culturales y genéricos. Los que funciona del lado de la homogeneidad, el
sujetos aceptan como máxima autoridad la mas- equilibrio y la integración; es decir, la comunidad
culinidad hegemónica y de acuerdo a ella se sitú- está conformada por diversos sentidos de perte-
an en posiciones determinadas, de modo que nencia con exclusión de todo aquello que resulta
cualquier acto de subversión de ese orden no es indeseable. Para mitigar estas exclusiones y lle-
viable. Las relaciones entre el llanero y el pro- var adelante a la colectividad en relativa armo-
pietario están marcadas por la lealtad (no hay nía, fue necesario desarrollar una consciencia
conflicto entre el obrero y el patrón), y las muje- nacional que hiciera de este proyecto algo propio
res aceptan voluntariamente su confinamiento al de cada uno de los habitantes.
Singer: Configuración de las relaciones de género en la novela Doña Bárbara de Rómulo Gallegos 57

Para ello la literatura resultó de gran Bhattacharyya, Gargi et al. 2002. Race and
ayuda, si consideramos que reafirmó un orde- Power: Global racism in the twenty-first
namiento social claramente estratificado de century. London: Routledge.
acuerdo a los parámetros ya mencionados. La
configuración de géneros resulta particular- Conell, Robert. 1995. Masculinities. California:
mente importante porque la mujer, desde su University of California Press.
posición de “otro interno domesticado”, no ha
hecho más que asegurar la continuidad y repro-
ducción del orden patriarcal, como ejemplifica Fitz, Earl. 1991. Rediscovering the New World.
la novela “Doña Bárbara”. Carlos Alonso Iowa City: University of Iowa Press.
(1990) cuestiona la supuesta simplicidad de la
novela regionalista. Refiriéndose a “Doña Gallegos, Rómulo. 2002. Doña Bárbara.
Bárbara”, el autor señala que la utilización de Guatemala: Editorial Piedra Santa.
la alegoría como estrategia narrativa, unida a la
sistemática interpretación que el texto hace de
sí mismo (en la medida en que guía la lectura), Guiraldes, Ricardo. 2000. Don Segundo Sombra.
tiene más bien el efecto de producir un doble Guatemala: Editorial Piedra Santa.
significado que se escapa a la intención doctri-
naria del autor. Aquello que es expresado clara- McClintock, Anne. 1995. Imperial Leather:
mente da pie a significados ambiguos, aparte de Race, gender and sexuality in the colonial
las constantes “contradicciones” en las que cae contest. Londres: Routledge.
el narrador y que provocan que la novela se
deconstruya constantemente.
Finalmente, es importante destacar Miles, Robert. 1991. Racism. London: Routledge.
que los procesos identitarios son dinámicos y
se van modificando de acuerdo a las condicio- Moi, Toril. 1988. Sexual/Textual Politics:
nes histórico-sociales que priman en un deter- Feminist Literary Theory. Madrid:
minado momento. Por eso no podemos hablar Catedram.
de una identidad nacional única, puesto que la
diversidad cultural dentro de la frontera políti-
ca que conocemos como Estado es la prueba Morley, David. 2000. Home territories: Media,
cabal de una heterogeneidad irreductible. La mobility and identity. Londres:
validación de esa heterogeneidad pasa por el Routledge.
reconocimiento de las relaciones de género
como componente primordial de una estructu- Navascués, Javier de. 2002. “La literatura hispa-
ración social desigual e injusta. Sólo en la
noamericana en su contexto (1915-
medida en que se supere la antinomia “mascu-
1940)”. En Manual de literatura hispanoa-
lino-femenino” habrá un cambio real en nues-
tro destino colectivo. mericana Vol. IV, pp.11-72, Pamplona:
Cénlit Ediciones.
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