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Otra manera de contar
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Editorial Gustavo G ilí, SL Otra manera de contar
Rosselló 87-89, 08029 Barcelona, España. Tel. (+34) 93 322 JOHN BERGER
81 61 JEAN MOHR
Valle de Bravo 21, 53050 Nau calpan, México. Tel. (+52) 55 55
60 60 11
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Título original: Another Way of Telfing La prime ra ed ición castellana de esta obra fue publicada po r
Versión castellana de Coro Acarreta Mest izo A. C. en fe brero de 1997
Diseño de la cubierta: Toni Cab ré/ Edi to rial Gustavo Gilí, SL,
ISBN : 978-84-252-2677-9 (e pub)
Barcelona
www.ggili.com
Fotografía de la cubierta: John Berger

Los autores agradecen la ayuda de Nicholas Philibert

Queda prohi bida, salvo excepción prevista en la ley, la repro-


d ucción (electrónica, química, mecánica, óptica, de grabación
o de fotoco pia), distribución, comunicación pública y trans-
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el d iseño de la cubierta- sin la previa autorización escrita de
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derechos.
La Ed itorial no se pronuncia, ni expresa ni im plíci tamente, re-
specto a la exactitud de la info rmación contenida en este
libro, razó n po r la cual no puede asum ir ningún t ipo de re-
sponsabilidad en caso de error u omisión .

© John Berger y Jean Mohr, i982


de esta ed ición:
© Ed itoria l Gustavo Gi lí, SL, Barcelona, 2007
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Historias Si la fotografía cita la apariencia y si la expresividad se
por John Berger logra med iante lo que hemos denom inado la cita extensa, en-
tonces se nos ocurre la posibilidad de componer con nu-
merosas citas, de comun icar no con fotografías particulares,
sino con g rupos o series. ¿Pero cómo deberían constru irse
estas series? ¿Puede pensarse en térm inos de una forma
na rrativa verdaderamente fotográfica?
Ex iste ya una práctica fotográfica establecida que ut iliza
imágenes en serie: el reportaje gráfico. Éste narra sin lugar a
dudas, pero narra de forma descriptiva desde e l punto de
vista de l extraño. Una revista manda al fotógrafo X a la ciudad
Y para que envíe imágenes. Muchas de las mejores fo-
tografías hechas pertenecen a esta categoría. Pero lo que se
cuenta es en defin it iva lo que vio el fotógrafo en Y. Para
hablar de su experiencia con las imágenes se ría necesario
introduci r imágenes de otros sucesos y otros lugares, porque
la expe ri encia subjetiva s iempre establece una relación. No
obstante, introduci r esas imágenes s ign ificaría romper la con-
vención pe ri odística.
Los reportajes gráficos son e l test imon io de un testigo
presencial más que una historia, y es por esto po r lo que
t ienen que depender de las palabras pa ra poder superar la in-
evitable ambigüedad de las imágenes. En los reportajes, las
amb igüedades son inaceptables; en las historias son inevita-
bles.
Si existe una forma narrativa propia de la fotografía, ¿no se
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parecerá a la del ci ne? Sorprendentemente, la fotografía es lo imágenes más completas de las cosas transmitidas e impre-
contrario de las pelícu las. Las fotografías son retrospectivas y sas en ellas por los sentidos, pero que el más agudo de todos
as i se las acepta: las pelícu las son anticipadoras. Ante una fo- nuestros sentidos es el sentido de la vista, y que, conse-
tografía uno busca lo que estaba ahí En el cine esperas a ver cuentemente, las pe rcepciones rec ibidas a través de los o ídos
qué viene a continuación. Toda narrativa cinematográfica, en o por reflejo pueden ser reten idas muy fáci lmente si también
este sentido, es aventura: avanza, llega. El término f/ashback son transmitidas a nuestras mentes por mediac ión de los
es un reconoc imiento de la inexorab le impaciencia por que la ojos".
pelícu la avance. Una fotog rafía es más simple que la mayoría de nuest ros
Por e l cont ra ri o, s i existe una fo rma narrat iva intrínseca a la recuerdos, su campo es más lim itado. Sin emba rgo, con la
fotografía fija, ésta buscará lo que sucedió, como ocurre con invención de la fotografía adqu irimos un nuevo med io de
los recue rdos o reflexiones. La propia memoria no está hecha expres ión más estrechamente asoc iado a la memoria que
de f/ashbacks, cada uno de los cuales se mueve inexorable- ningún ot ro . La Musa de la fotografía no es una de las hijas
mente hacia de lante. La memoria es un campo en el que de la Musa de la Memoria, sino la Memoria m isma. Tanto la
coexisten d iferentes tiempos. Es un campo continuo en tér- fotografía como lo recordado dependen de, e igua lmente, se
minos de la subjetividad que lo crea y lo ext iende, pe ro es oponen al paso de l tiempo. Ambos preservan el momento y
d iscontinuo en su temporal idad. pro ponen su pro pia forma de s imu lta neidad, en la que todas
Entre los antiguos gri egos, la Memoria e ra la madre de las imágenes pueden coexistir. Ambos estimulan, y son
todas las Musas, y estaba qu izás muy est rechamente ligada a estim ulados por la in terconexión de los sucesos. Ambos bus-
la práctica de la poesía. La poesía en aque lla época, además can instantes de revelac ión, porque son sólo esos instantes
de ser una forma de con tar historias, e ra tamb ién un inven- los que dan razón completa de su propia capacidad de resi-
tario de l mundo vis ible; la poesía se nut ría de metáfora t ras stir e l flujo de l tiempo.
metáfo ra a modo de correspondencias visuales. La fotografía puede relac io na r lo particu lar con lo general.
Cice rón, debat iendo sob re e l poeta Simón ides, a qu ien se Esto sucede, como he mostrado, incluso en una sola imagen.
le atribu ía el invento del arte de la memo ri a, esc ribió : Cuando sucede a través de un grupo de imágenes, el nexo de
"Simón ides ha percibido sagazmente, o bien lo ha descu- afinidades, contrastes y comparaciones re lat ivas puede se r
bierto ot ra pe rsona, que e n nuestras mentes se forman las mucho más amplio y co mplejo.
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La s igu iente sene, tomada del libro A Seventb Man, pro-
ponía hablar sobre la carencia sexual de un emigrante. Uti-
lizando cuatro fotografías en lugar de una, esperábamos que
la narración iría más allá del simple hecho -que cualquier
buen reportaje gráfico mostraría- de que muchos emi-
grantes viven sin mujeres.
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En este libro hemos constru ido una secuencia de no cua- declaradas, pero asum idas, existentes entre los sucesos.
tro, s ino ciento cincuenta imágenes. Se titu la "Si cada vez ... ". Uno puede tumbarse en la t ierra y m irar un número casi in-
Aparte de esto, no hay texto. No hay palabras que red iman la fin ito de estrel las en e l cielo nocturno, pero para conta r una
amb igüedad de las imágenes. La secuencia empieza con al- historia sob re esas estre ll as es preciso verlas como constela-
gunos recuerdos de infancia, pero luego no s igue un orden ciones, deben darse por supuestas las líneas invis ibles que
cronológico. No hay una línea a rgumental como se da en una pueden un irlas.
fotonovela . No se proporciona, por así deci rlo, un as iento Ninguna historia es como un vehícu lo de ruedas cuyo con-
pa ra el lector. El lector es libre de avanzar a través de estas tacto con la carretera es continuo. Las historias caminan,
páginas. La prime ra lectura de cualquier par de páginas tal como los an imales o los hombres. Y sus pasos no se ha ll an
vez t ienda a hacerse de izqu ierda a derecha al modo europeo, sólo entre los sucesos narrados, sino entre cada frase, a lgu-
pero posteriormente se puede ir en cualqu ier sentido sin, nas veces cada palabra. Cada paso es una zancada sobre algo
esperamos, pe rder la sensación de tens ión o de desarro llo. A no dicho.
pesar de todo, construimos la secuencia como una historia. Se El cuento de suspense es un invento moderno (Poe, 1809-
t iene la intención de na rrar. ¿Qué puede s ign ificar el afirmar 1849) y en consecuencia hoy se t iende tal vez a sobrestimar
esto? S i existe a lgo semejante, ¿cuál es la forma na rrativa fo- e l papel del suspense, ese esperar-el-final, de las historias. La
tográfica? tens ión esencial en una histo ri a se encuentra en otra parte.
No tanto en e l misterio de su dest ino como en e l m isterio de
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• los espacios que hay entre los pasos hacia ese destino.
Para tratar de responder a la pregunta vo lvamos primero al Todas las historias son discontinuas y están basadas en un
cuento trad icional. acuerdo tácito sobre lo que no se d ice, sob re lo que une las
El perro salió del bosque es una declaración simp le. Cuando d iscontinu idades. Entonces surge la pregunta: ¿Quién llega a
esa frase continúa con El hombre dejó la puerta abierta, la ese acue rdo con qu ién? Uno se s iente tentado a contestar: el
posibi lidad de una na rrac ión ha comenzado. S i el tiempo de na rrador y el oyente. Sin embargo, ni e l na rrador ni el oyente
la segunda frase se convierte en El hombre había dejado la se encuentran en el centro de la historia: están en su periferia.
puerta abierta, la posibilidad se vuelve casi una promesa. Aque llos de los que habla la historia están en el centro. Es
Toda narración propone un acuerdo entre las relac iones, no entre sus actos y atributos y reacciones donde va
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estableciéndose la conexión no declarada. Una histo ri a no es simp lemente un e¡e rc1c10 de empatía.
Se puede hacer la m isma pregunta de otro modo. Cuando Tampoco es un lugar de encuentro para los protagon istas, el
e l acuerdo tácito es aceptab le para e l oyente, cuando una his- oyente y el narrador. Contar un cuento es un proceso ún ico
toria da sentido a sus d iscontinu idades, adqu iere autoridad que funde estas tres categorías en una. Y, fina lmente, lo que
como historia. Pero ¿dónde está esta autoridad? ¿A qu ién ha las funde, dentro del proceso, son las d iscontinu idades, las
sido conferida? En un sentido, no ha s ido conferida a nad ie y conexiones s ilenciosas, acordadas en común.
no se encuentra en ninguna parte. Por e l contrario, la h istoria
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confiere autoridad a sus personajes, a la experiencia anterior
del oyente y a las palabras del narrador. Y es la autoridad de Supongamos que se pretende narrar con la fotografía. La
todo ello un ido lo que hace que la acc ión de la historia - lo técn ica de la fotonove la no ofrece soluc ión alguna, porque en
que sucede en ella- sea merecedora de la acción de contarla ese caso la fotografía es únicamente un med io de repro-
y viceversa. ducción de una h istoria constru ida según las convenciones
Las d iscontinu idades de la historia y el tácito acuerdo del cine o el teatro . Los personajes son actores, e l mundo es
subyacente a ellas unen al narrador, al oyente y a los protag- un decorado. Supongamos que se pretende ordenar un g rupo
on istas en una amalgama. Una ama lgama a la que llamaría de fotografías, e legidas entre los billones que existen, de
sujeto pensante de la histo ri a. La historia narra en pro de este modo que ese orden hab le de experiencia. Experiencia como
sujeto, apela a él y habla en su nombre. la contenida en una vida o vidas. Si eso funciona, ta l vez sug-
Si esto suena innecesariamente complicado, va le la pena iera una forma narrativa específica de la fotografía.
reco rdar por un momento la experiencia infantil de escuchar Las discont inuidades dentro de ese orden serán mucho
un cuento. ¿No eran la excitac ión y la certeza de esa experi- más evidentes que las que se dan en una historia verbal. Cada
encia precisamente el resultado de l m isterio de esa fusión? imagen ún ica se rá más o menos discont inua con la siguiente.
Tú escuchabas. Estabas en el cuento. Estabas en las palab ras Pueden ocurrir continu idades de t iempo, lugar o acc ión, pero
del narrador. Ya no e ras únicamente tú sólo; eras, gracias a l serán raras. Por lo que parece, no habrá historia. Y, sin em-
cuento, todos los que estaban implicados. bargo, contar una histo ri a, como he tratado de mostra r antes,
La esencia de esa experiencia infant il permanece en e l impl ica precisamente un acuerdo sobre las d iscontinu idades
poder y atracción de cualqu ier cuento que t iene autoridad. que perm ite al oyente "entrar en la narración " y formar parte
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de su sujeto pensante. La relación esencial entre narrador, narrativa fotográfica le coloca frente a la tarea de la memoria:
oyente (espectador) y protagonista (s) todavía es posible con la tarea de reanudar continuamente una vida vivida en el
una ordenación de las fotografías . Solamente son sus roles, mundo. A una forma semejante no le afectan los sucesos en
yo creo, relacionados entre sí, los que se modifican, no su cuanto real idad -como s iempre se ha reclamado de la fo-
relación esencial. tografía-; le concierne su asim ilación, su agrupac ión y trans-
El espectador (oyente) se vue lve más activo po rque las su- formac ión en experiencia.
posiciones subyacentes a las discontinuidades (lo no habla- La natura leza exacta de esta forma narrativa, todav ía experi-
do reduce la d istancia entre e llas) t ienen un mayo r alcance. El menta l, ta l vez se vue lva aún más clara si hablo brevemente
na rrador se hace menos presente, menos ins istente, porque del uso del montaje. Si de verdad narra, lo hace a través del
ya no emplea palabras propias; hab la a través de citas, a montaje.
través de la e lección y colocación de las fotografías. La pro- Eisenstein hab ló una vez de "un montaje de atracciones".
tagon ista (por lo menos en nuestra historia) se vuelve om- Con esto qu iso dec ir que lo que precede a cada trozo de
nipresente y po r tanto invis ible; su presencia se pone de pelícu la, que se corta y monta, debería atraer a lo que le sigue
man ifiesto en cada nueva re lación. Podría deci rse que queda y viceversa. La energía de esta atracc ión pod ría tomar la
definida por el modo como lleva puesto el mundo, ese mundo forma de un contraste, una equ ivalencia, un conflicto, una
sobre e l que las fotografías proporcionan informac ión. Antes recurrencia. En cada caso, e l corte se vuelve elocuente y fun-
de "ponérselo" es su experiencia la que lo une, puntada a ciona como la bisagra de una metáfora. La energía de ta l
puntada. montaje de at racc iones podría mostrarse así:
Si, a pesar de estos cambios de rol, todavía queda la un ión,
la amalgama del sujeto pensante, aún se puede hablar de una
forma narrativa. Toda forma narrat iva s itúa a l sujeto pensante
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de modo diferente. La forma épica le colocó frente a la suerte,
No obstante, hab ía en rea lidad una dificu ltad intrínseca a la
a l destino. La novela de l siglo X IX le colocó frente a las op-
hora de apl icar esta idea al cine. En una película, con sus
ciones ind ividua les tomadas en e l á rea donde la vida pública
treinta y dos fotogramas por segundo, hay siempre una ter-
y la privada se traslapan . (La novela no podía narrar las vidas
cera energía en juego: la de l rol lo de pelícu la, la de l
de los que virtua lmente no tenían elección alguna.) La forma
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transcurrir de la película a través del t iempo. Y de este modo, sentim iento. Las apariencias devienen lenguaje de una vida
las dos atracciones en el montaje de una película no son vivida.
nunca igua les. Son as í:

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En una secuencia de fotografías fi jas, s in embargo, la en-
ergía de atracc ión, a cualqu ier lado del corte, permanece
igua l, de dob le sentido y mutua. Tal energía, en ese mo-
mento, se parece mucho al estímu lo con que un recuerdo im-
pulsa a otro, con independencia de cualquier jerarqu ía,
cronología o durac ión.
De hecho, la energía de l "montaje de atracciones" en una
secuencia de fotografías fi jas destruye la mera noc ión de
secuencia- la palabra que, hasta ahora, he estado usando por
conven iencia- . La secuencia se ha convertido en un campo
de coexistencia como e l campo de la memoria.
Las fotografías así d ispuestas son reintegradas a un con-
texto vivo: por supuesto no a l contexto temporal origina l de l
que fueran tomadas - eso es impos ible-, s ino a un con-
texto de experiencia. Y ah í, su ambiguedad por fin deviene ver-
dadera. Permite que e l pensam iento se adueñe de lo que
muestran . El mundo que reve lan, congelado, se vue lve mane-
jab le. La info rmación que contienen se deja penetrar por el

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