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ABONOS Y FERTILIZANTES ORGANICOS

Generalmente un cultivo necesita de ciertos compuestos o sustancias para que sea un cultivo muy
estable, tenga un buen crecimiento y de frutos sanos y de alto valor nutritivo para el ser humano.

El abono es cualquier sustancia orgánica o inorgánica que mejora la calidad del sustrato a nivel
nutricional para las plantas arraigadas en éste. La definición de abono según el reglamento de
abonos de la Unión Europea es "material cuya función principal es proporcionar elementos
nutrientes a las plantas"

Figura 1. Abono orgánico (salida de campo).

El abono orgánico lo puede crear la naturaleza o el ser humano con su trabajo. Esto lo hacen con la
ayuda organizada de animalitos como las lombrices, las gallinas ciegas, las hormigas y de millones
y millones de microbios que se llaman hongos, bacterias y actinomicetos.

Cada animal al comer los materiales orgánicos, los va desbaratando y suavizando con sus dientes,
su saliva y su estómago. El estiércol que sale de algunos animales es el mejor alimento para otros
que hacen lo mismos, después vienen unos microbios. Todos participan hasta que los materiales
orgánicos quedan convertidos en tierra rica en nutrientes. En el caso de microbios específicos como
las bacterias y hongos, algunos de ellos viven pegados a las raíces de las plantas que tienen vainas,
y esta convivencia hace que los nutrientes que se encuentran en el aire se bajen y fijen en la tierra,
dando como resultado que la tierra tenga una mayor cantidad de nutrientes.

Para cumplir el proceso de su vida vegetativa, las plantas tienen necesidad de agua, de más de
veinte elementos nutritivos que encuentran bajo forma mineral en el suelo, de dióxido de carbono
(CO2) aportado por el aire, y de energía solar necesaria para la síntesis clorofílica.

Las plantas tienen necesidad de cantidades relativamente importantes de los elementos de base. El
nitrógeno, el fósforo y el potasio son pues los elementos que es preciso añadir más corrientemente
al suelo. El nitrógeno contribuye al desarrollo vegetativo de todas las partes aéreas de la planta. Es
muy necesario en primavera al comienzo de la vegetación, pero es necesario distribuirlo sin exceso
pues iría en detrimento del desarrollo de las flores, de los frutos o de los bulbos, este se obtiene por
el estiércol de la vaca. El fósforo refuerza la resistencia de las plantas y contribuye al desarrollo
radicular. El fósforo se encuentra en el polvo de huesos. El potasio contribuye a favorecer la
floración y el desarrollo de los frutos. El potasio se encuentra en la ceniza de madera.
NPK constituyen la base de la mayor parte de los abonos vendidos en nuestros días. El nitrógeno es
el más importante de entre ellos, y el más controvertido dada la fuerte solubilidad en el agua de los
nitratos.

Elementos secundarios se encuentran habitualmente en cantidad suficiente en el suelo, y son


añadidos únicamente en caso de carencia. Particularmente en cultivos orgánicos el calcio se puede
obtener a partir de las cáscaras de huevos o productos naturales de cal agrícola.

Uno de los abonos principales en cultivos orgánicos es el humus de lombriz o lombricompuesto.


Esté es un abono obtenido del excremento de las lombrices alimentadas con desechos orgánicos
(restos vegetales, residuos de cosecha, estiércol vacuno, cama de aves, etc) sobre los que actúa y
trabaja la lombriz roja californiana. El humus de lombriz es un abono natural a diferencia de otros
que son elaborados por procesos químicos. Algunas de sus ventajas son aportar nutrientes al suelo y
a las plantas, no contiene químicos en su composición, es orgánico y natural, mejora la retención de
agua y posee un pH cercano a la neutralidad. Los insumos que se necesitan para comenzar con su
elaboración son: restos vegetales, residuos de cosecha, estiércol vacuno, cama de aves, etc. Las
lombrices prefieren materias orgánicas en descomposición, tanto vegetales como animales.

Figura 2. Lombriz californiana (salida de campo).

Además de ser particularmente rico en sustancia orgánica y en compuestos nitrogenados, este


producto contiene óptimas cantidades de calcio, potasio, fósforo y otros elementos minerales,
además de una vasta gama de enzimas que desarrollan un rol muy importante en la fertilidad del
suelo, y elementos fitoreguladores (particularmente enzimas) que inciden positivamente sobre el
crecimiento de las plantas. Todo esto hace que el lombricompuesto sea un fertilizante orgánico por
excelencia y prácticamente único por su elevada carga bacteriana y enzimática. El lombricompuesto
se puede utilizar en hortícolas, aromáticas, ornamentales, florales, árboles, arbustos.

Paralelamente a parte del abono los cultivos necesitan de otros fertilizantes para favorecer el
crecimiento vegetal como el agroplus, el supermagro y el triple-15. El Supermagro es un
biofertilizante enriquecido con sales minerales. La utilización de este abono líquido foliar orgánico
permite abordar 2 problemas importantes de la producción orgánica: las deficiencias de
micronutrientes en suelos desgastados, y el ataque de plagas y enfermedades de los cultivos.

Este abono, rico en micronutrientes, alimenta a la planta de forma orgánica con los elementos
necesarios para su crecimiento vigoroso. Al ser sana la planta, es mucho menos atacada por plagas y
enfermedades, evitando la necesidad de utilizar agrotóxicos. Para la elaboración del Supermagro se
necesita boñiga de vaca, miel de purga, papunga y melaza; además se puede adicionar compuestos
como sulfatos de amonio, potasio o cobre.

El triple-15 es un fertilizante líquido quelatado y fuertemente ionizado formulado especialmente


para sustituir mezclas físicas de granulados que por lo general no se pueden aplicar a través de
sistemas tecnificados de riego modernos, este esta constituido por estiércol de caballo, cenizas y
melaza; que aportan nitrógeno y potasio a los cultivos.

La melaza es utilizada como componente en los fertilizantes, ya que esta es urea concentrada que al
ser fermentada produce alcohol y este a su vez es toxico para los insectos.

Figura 3. Compuestos utilizados en la fabricación de fertilizantes (salida de campo).

Muchas veces los cultivos son propensos a enfermedades o plagas como los acaraos y nemátodos.
Los ácaros constituyen el grupo más importante dentro de las plagas de las plantas cultivadas,
después de los insectos. Comprenden entre un 15 y 20% de las plagas de mayor incidencia
económica en los cultivos. Dentro de los ácaros podemos encontrar especies muy polífagas (en
cultivos herbáceos y frutales) y especies monófagas u olífagas. En el caso de los nematodos
penetran en las raíces desde el suelo produciendo los típicos nódulos en las raíces que le dan el
nombre común de "batatillas" o "porrillas". Estos daños producen la obstrucción de vasos e impiden
la absorción por las raíces, traduciéndose en un menor desarrollo de la planta y la aparición de
síntomas de marchites en verde en las horas de más calor, clorosis y enanismo.

Para prevenir esta clase de plagas que se presentan en los cultivos, se dio lugar a los fungicidas, los
cuales son sustancias que se emplean para impedir el crecimiento o para matar los hongos
perjudiciales para las plantas, los animales o el hombre. Los fungicidas de hoy, son mucho más
variados, se emplean de un modo más selectivo, para combatir hongos específicos en plantas
específicas. Un fungicida de uso común son los compuestos orgánicos de mercurio, eficaces en el
tratamiento de las semillas antes de la siembra, y los ditiocarbamatos, compuestos que contienen
azufre y se aplican en una gran variedad de cultivos, árboles y plantas ornamentales. También hay
fungicidas biológicos, como el aceite de nem, que se extrae del fruto del árbol de nem, y no son
tóxicos para el hombre, tampoco para los animales y respeta a algunos insectos, ya que también es
insecticida.

Otro fungicida es el caldo bórdeles, el cual es una combinación de sulfato cúprico y cal hidratada.
Se usa principalmente para controlar hongos en jardines, viñedos, invernáculos, en general
infestaciones fúngicas, en especial hongos de la viña. Este fungicida ha sido usado por más de un
siglo y sigue empleándose, aunque el cobre puede lixiviarse y polucionar corrientes de agua.
Se aplica por pulverización sobre la planta. Se obtiene como resultado de la neutralización en agua
de una solución de sulfato de cobre, mediante una suspensión constituida con hidróxido de calcio.
(CuSO4+CaOH). Es un protector de contacto; no penetra dentro de los tejidos de las plantas, pero
evita que el hongo se desarrolle, al formar una lámina superficial de protección. No cura, por tanto,
las partes de la planta ya atacada, pero destruye el hongo e impide que la afección se propague a
otras partes sanas.

Figura 4. Productos para la preparación de fungicidas y otros. (salida de campo).

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