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SEMINARIO SAN CARLOS Y SAN AMBROSIO

INSTITUTO AFILIADO A LA FACULTAD DE TEOLOGÍA


DE LA PONTIFICIA UNIVERSIDAD GREGORIANA DE ROMA

SEMINARIO DE SÍNTESIS BÍBLICA


El libro de Job

PROFESOR: ORLANDO FERNÁNDEZ


ESTUDIANTE: PEDRO PABLO ALONSO LLERA

LA HABANA 2021
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1. Autor y fecha de composición.


No conocernos el nombre del autor de este maravilloso libro sapiencial, pero sin
duda es un judío que conoce las leyes mosaicas, aunque tiene cuidado en presentar a su
héroe como fuera de los límites del judaísmo. Los autores antiguos suponían que había
sido redactado por Moisés, por el mismo Job o por Salomón. Sin embargo, hoy
generalmente los críticos creen que el libro fue redactado en los tiempos posteriores al
exilio, y refleja las inquietudes de las escuelas de "sabios" que se preocupaban de los
problemas personales del individuo como tal, revisando las tesis conformistas
tradicionales. El autor tiene una amplia cultura, y parece conocer el ambiente
"sapiencial" egipcio. "El drama de Job refleja la crisis intelectual, religiosa y moral que
sufrían muchas almas del judaísmo postexílico. Esta crisis era provocada por la
irrupción del individualismo religioso, del pesimismo y aun de cierto escepticismo... Por
mucho tiempo, el yahvismo había permanecido como una religión sobre todo colectiva
y nacional. Este carácter no excluía la piedad personal, pero impedía que ésta tomara el
primer lugar en la expresión del sentimiento religioso. Con el drama de Job, la
preocupación de la comunidad, de la raza, del pueblo, ha disminuido. Jeremías es el
primero que ha osado hacer intervenir su caso personal en un mensaje profetice. El
pesimismo que va en aumento en los últimos escritos del A.T., tiene otro tono que las
maldiciones de los profetas de la monarquía. Se discute el valor de la vida humana. El
autor de Job no teme poner en cuestión la existencia de la Providencia divina. Se
interroga sobre el sentido del mundo y del destino... Esta crisis del pensamiento bíblico
es sobre todo una crisis de la "sabiduría.," la actitud práctica sobre el gobierno de la
vida... Singularmente audaz, el autor del libro de Job, igual al más sutil de los sofistas
de Atenas, denuncia con aspereza el punto muerto a que había llegado la sabiduría
tradicional."

2. Contexto
Este maravilloso libro poético-didáctico gira en torno a la tragedia de un justo no
israelita que se supone vivió en Edom entre "los hijos de Oriente" y que fue sometido a
terribles pruebas por Dios para aquilatar su virtud desinteresada. En realidad, el
problema teórico que se plantea en esta obra es el del sufrimiento del justo en esta vida,
cuestión que ha sido planteada en las diversas literaturas de la antigüedad. Él
hagiógrafo, en lugar de plantear el problema en abstracto, prefiere presentar la historia
de un justo irreprochable, el cual, a pesar de su acrisolada virtud, sufre las más terribles
penalidades: pérdida de la hacienda, de la familia y de la misma salud. Con todo, acepta
resignado la prueba, pues todo viene de Dios: lo bueno y lo malo.
La tesis tradicional en la sociedad israelita era que Dios premia en esta vida la
virtud y castiga el vicio. A los cumplidores de la ley divina les están reservados toda
clase de bienes temporales longevidad de vida, prosperidad material, numerosa
posteridal, mientras que a los pecadores les espera la muerte en plena juventud, la
pérdida de sus bienes y la esterilidad. Por otra parte, se establecía una relación causal
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entre el pecado y el sufrimiento, de forma que todo el que sufría contrariedades de orden
físico o moral tenía por causa indefectible el pecado. La historia del justo Job será la
prueba irrefragable de que esta tesis, comúnmente aceptada por la sabiduría tradicional,
no tiene validez en todos los casos, y, por tanto, no se debe atribuir necesariamente la
desventura y la enfermedad al pecado como causa.
Los designios de la Providencia son misteriosos, y, por tanto, no deben aventurarse
juicios temerarios sobre la culpabilidad del que sufre. Esta es la conclusión del libro,
puesta en boca de Dios. En el prólogo se declara que Dios permitió a Satán atormentar a
Job para que resplandeciera más su virtud. La fidelidad del paciente y resignado varón
de Hus no da pie para sostener que sus sufrimientos son debidos a su culpabilidad
moral. El enigma del sufrimiento del justo queda, sin embargo, sin explicar, pues no se
da la verdadera clave del misterio: los sufrimientos de esta vida encuentran su
compensación en los premios y gozos de la eterna. Esta perspectiva es desconocida del
autor del libro de Job, y no la encontramos en la Biblia hasta el siglo II a.C., en el libro
helenístico de la Sabiduría

3. Estructura

Se pueden distinguir tres partes:

I. Prólogo En Prosa (c.1-2): Perfecta piedad de Job; es probado por Satán, que supone
que su virtud es interesada; admirable paciencia y resignación de Job al perder sus
bienes, su familia y su salud.

II. Diálogos Poéticos (3:1-42:9):

A) Tres amigos de Job le van a visitar, y, atónitos ante su situación lastimosa, suponen
que éste sufre por pecados ocultos anteriores; y por ello le invitan a volverse a Dios y a
arrepentirse de sus faltas, como único medio de recuperar la amistad divina y, en
consecuencia, su prosperidad y salud perdidas (3:1-3:140a). Ellos representan la tesis
tradicional de la ecuación entre la virtud y el premio en esta vida, el pecado y el
sufrimiento. Esta idea se desarrolla en tres ciclos de discusiones, en las que intervienen
por orden los tres amigos: Elifaz, Bildad y Sofar:

a) Primera disputa (3:1-14:22). Los sufrimientos provienen necesariamente de pecados


cometidos anteriormente. Dios es justo y conoce y castiga todos los pecados.

b) Segunda disputa (15:1-21:34). Aplican el principio anterior: Si Job sufre, es porque


ha sido infiel a Dios, conculcando los derechos del prójimo. Por tanto, ahora es
justamente castigado.
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c) Tercera disputa (22:1-31:40a). Se repiten las antiguas argumentaciones, sin que


avance nada el pensamiento.

B) Intervención de Elihú, que representa a la nueva generación (31:40a-37:24): Después


de encararse con los tres interlocutores amigos de Job por no haber sabido defender la
justicia divina frente a sus arrogancias, aporta una nueva idea: los sufrimientos son para
purificar la virtud, para probar hasta dónde llega la fidelidad del justo hacia Dios.

C) Intervención de Yahvé (38:1-42:9). El hombre no debe hacer juicios sobre la


Providencia divina, porque no conoce sus misteriosos designios. Su omnipotencia y
sabiduría brillan en los instintos de los animales y en las maravillas de la naturaleza. Al
hombre, pues, no le queda sino aceptar sus misteriosos juicios y encomendarse a su
providencia.

III. Epílogo Histórico (42:10-17): Job recupera la salud, la hacienda, y se ve de nuevo


rodeado de una numerosa posteridad. Rehabilitado públicamente ante la sociedad, vive
muchos años bendecido y protegido de Dios.

4. Teología

El contenido teológico de este maravilloso libro refleja bien las preocupaciones


religiosas del ambiente "sapiencial" en el orden dogmático y en el orden moral. El
esquema teológico tradicional de los profetas se repite en lo sustancial, pero con fuertes
implicaciones individualistas. Su panorámica, sin embargo, abarca mucho más que el
marco israelita: considera las relaciones de Dios con el hombre como tal, sin
concreciones ni alusiones a las vinculaciones históricas de Yahvé con Israel. En este
sentido, el autor del libro de Job se coloca en el plano universal el planteamiento de un
problema escuetamente humano, como lo hace el autor del Eclesiastés. Por eso sus
protagonistas están fuera del área judía, lo que refleja las preocupaciones universalistas
religiosas de la época sapiencial postexílica. Trata del problema de la Providencia en
general respecto del hombre. Los protagonistas del drama de Job "representan en
principio, no la Sabiduría que tenía curso entre los descendientes de Abraham, de Isaac
y de Jacob, sino la sabiduría de las naciones... Sin embargo, ciertos indicios nos revelan
que los amigos de Job, y Job mismo, razonan generalmente según los principios de la
tradición judía y con una conciencia formada en la escuela de Israel". Esto prueba que el
autor del libro es un judío, aunque se esfuerza por dar de lado a lo específicamente
israelita. Por eso el esquema general teológico es fundamentalmente judaico. Así,
encontramos las ideas recibidas tradicionales sobre el monoteísmo estricto, la
angeología, la idea de creación y, sobre todo, la afirmación de una providencia divina
sobre los hombres y los pueblos.
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a) Monoteísmo estricto. Aunque en los labios de Job y de los tres amigos no


aparece el nombre de Yahvé lo que hubiera sido incongruente en el supuesto de que los
protagonistas del drama no son israelitas, sin embargo, en toda la narración y diálogos
se refleja la idea de un Dios creador y providente, Señor de todo. Por exigencias
literarias de arcaísmo aparecen los nombres divinos de la época patriarcal: El, Elohim,
Shadday, los cuales designan al Ser divino en general, sin concreciones judaicas de
índole mosaica. Sin embargo, las doxologías que aparecen en los diálogos tienen
perfecta aceptación en labios de un israelita. Así, se cantan las maravillas de la
naturaleza como obra de Dios. Las reminiscencias salmódicas y aun proféticas de
algunas frases prueban el fondo israelita. Todo el libro de Job está dominado por la idea
del Dios único. Las alusiones a concepciones mitológicas populares no empañan este
monoteísmo elevado, característico de la religión israelita. Son recursos literarios que
encontramos en no pocos pasajes bíblicos.

b) Angelologia. En el prólogo se menciona la corte divina, formada por seres


misteriosos, a los que se les llama "hijos de Dios". Son su escolta de honor, sus
consejeros y mensajeros, pero no son de la misma categoría divina, ya que Dios puede
encontrar en ellos imperfecciones. Entre ellos hay uno que tiene por misión tentar a los
hombres y acusarlos ante Dios. Es Satán, el "enemigo" por excelencia, el fiscal, el
acusador, que no cree en la sinceridad de la virtud de Job. c) El hombre. La vida viene
de Dios, como la luz. Dios es el que modela el embrión en el seno materno. Puesto que
la vida viene de Dios, la permanencia en ella depende también de su poder: "tiene en su
mano el alma de todo viviente y el espíritu de toda carne del hombre." Por eso Dios es
también el autor de la muerte; de ahí que en la boca de Job nunca aparece la idea del
suicidio, a pesar de maldecir de su triste situación. Pero la muerte puede considerarse
como un bien, en cuanto que representa la cesación de los dolores. Los muertos van a la
región tenebrosa de la que no es posible salir.

d) Dios y el hombre. Todo viene de Dios: la alegría y el dolor, la enfermedad y la


salud, la riqueza y la pobreza. Job acepta con resignación oriental y aun fatalista su
triste situación: "Dios lo ha dado y Dios lo ha quitado... Si de El recibimos los bienes,
¿por qué no los males?" El profundo sentimiento religioso de la vida le hace ver la
mano de Dios en todo.

La mirada de Dios se extiende a todas las acciones del hombre, al que vigila
despiadadamente para darle el merecido. El hombre, frente a Dios, es un ser imperfecto,
indigno de presentarse ante El, como también lo son los mismos ángeles, pues en ellos
encuentra manchas el Omnipotente. Las relaciones entre Dios y el hombre están
presididas por las exigencias de su justicia. Dios es el Juez que vigila por mantener el
derecho y la equidad, y, como tal, pesa las acciones de los hombres en balanza justa. El
mismo protagonista, después de desahogar sus dudas sobre la justicia divina, la
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reconoce como algo esencial, y por eso tiene firme esperanza de recuperar su salud y de
ser rehabilitado en la sociedad.
El hombre, por estar vinculado a Dios en su ser y en su existencia, le debe un temor
reverencial, que es la verdadera "sabiduría". Ello implica el apartamiento sistemático del
mal, que se opone a Dios. La oración es el medio eficaz para conseguir la benevolencia
divina. El pecado, en sus múltiples manifestaciones, aparta de Dios. Los malvados son
contrarios a la justicia exigida por el Creador. Se recrimina el robo, el adulterio, el
asesinato, la opresión de los pobres; se proscribe la astrolatría. Todo esto refleja la
predicación profética y la teología de los Salmos. La sociedad es así dividida en dos
mitades: la de los que siguen la ley divina y la de los que se olvidan de Dios,
entregándose a sus concupiscencias.

BIBLIOGRAFÍA

Enciclopedia Católica Digital


Notas de clase

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