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ESCUELA SUPERIOR DE TEOLOGÍA EVANGÉLICA PRIVADA

Seminario Bíblico Andino


Av. Colombia 325, Pueblo Libre – Lima 21 Perú, Telefax 423-2623

CURSO:
Libros Poéticos

TEMA:
Análisis Crítico de Libros Poéticos

PROFESOR:
Lic. Rosa Chávez

ALUMNO:
Jorge Luis Aguedo Laurente

2013
ANÁLISIS CRÍTICO DE JOB:
Según Willian S. Lasor

« No has considerado a mi siervo Job?» -el interrogante agudo que Yahvéh plantea a Satán (1.8; 2.3)-motivó los
cuarenta y dos capítulos de sufrimiento, argumentación y respuesta que componen el libro de Job. Pocos relatos
en la literatura de la experiencia humana tienen la fuerza de Job para ampliar la mente, probar la conciencia y
expandir las perspectivas. Nadie que haya presenciado el desastre en la tierra de Uz, escuche las conversaciones en
la corte de Yahvéh, arbitre el debate entre Job y sus amigos, o se estremezca ante la voz desde el torbellino puede
quedar inmutable. Las perspectivas que uno pueda tener sobre la soberanía y la libertad divina, y el cuadro que
uno posea del sufrimiento, la arrogancia y la integridad humanos, serán alteradas para siempre. Este es el peligro y
la bendición de la obra.

NOMBRE Y LUGAR
Al nombre «Job» que W.F. Albright ha traducido como «¿Dónde está [mi] Padre?», confirman las cartas de Amarna
(ca. 1350 a.C) y los Textos egipcios de Execración (ca. 2000). En ambos casos se aplica a líderes tribales en Palestina
y sus alrededores. Estas apariciones dan peso a la posibilidad de que el libro registre las experiencias antiguas de
una persona sufriente, cuya historia recibió su marco actual de un poeta posterior. Sin embargo, el valor del relato
de ninguna manera se ve afectado por la imposibilidad de determinar si tiene o no base histórica. Dos
interpretaciones menos probables del nombre de Job, que intentan encontrar en él un significado simbólico
acorde con el mensaje del libro, vinculan con la raíz 'yb (<<ser un enemigo»), interpretada de forma activa
(opositor de Yahvéh) o de forma pasiva (uno a quien Yahvéh ha tratado como a un enemigo); o (2) la raíz árabe
'wb, es decir, «uno que se arrepiente», La presencia del libro en el canon no ha sido cuestionada pero su ubicación
dentro del canon ha sido un tema debatido. En la tradición hebrea casi siempre se vinculaban entre sí Salmos, Job
y Proverbios, con Salmos en primer lugar y la variable posición de las otras dos obras. La Septuaginta difiere
notablemente en su ubicación de Job: un texto lo ubicaba al finalizar el Antiguo Testamento, después de
Eclesiástico. Las versiones latinas establecieron un orden que la tradición española ha seguido: Job, Salmos y
Proverbios. Debido al supuesto contexto patriarcal del relato y a la creencia que sostiene a Moisés como autor, la
Biblia siríaca inserta al libro entre el Pentateuco y Josué. Esta amplia gama de posiciones es entendible, si se
considera la incertidumbre en cuanto a fecha y género literario.

TRASFONDO

Fecha.
Ni los antiguos rabinos ni los eruditos modernos exhiben un consenso respecto a la fecha de Job. Las marcas de la
antigüedad son evidentes en el prólogo en prosa (1.1-2.13) y en el epilogo (42.7-17): (1) sin sacerdocio o santuario,
Job ofrecía sus propios sacrificios (1.5); (2) sus posesiones, como las de Abraham y Jacob, se contaban en ovejas,
camellos, bueyes, asnos y siervos (1.3; cf. Gn. 12.16; 32.5); (3) su tierra estaba sujeta a las invasiones de tribus
ladronas (1.15-17); (4) la duración de la vida de Job (140 años) sólo encuentra paralelos en el Pentateuco (42.16);
(5) el carácter épico del relato prosaico tiene sus paralelos más cercanos en Génesis y en la literatura ugarítica; (6)
En relación con Noé y Daniel, Ezequiel nombra a un antiguo y justo héroe llamado Job (Ez. 14.14,20). Aunque es
posible que el autor haya forjado estas características deliberadamente, lo más probable es que el relato en prosa
realmente fuese antiguo y legado por la tradición de su contexto original anterior al 1000. Pocos autores asignarían
una fecha tan temprana a las secciones poéticas (3.1- 42.6). Las afinidades entre Job y Jeremías (compare 3.3-26
con Jer. 20.14-18), la segunda mitad de Isaías (especialmente el canto del sufrimiento justo, 52.13-53.12), el Salmo
(compare Job 7.17s. con Sal. 8.5s. [TM6s.]) y Proverbios 8 (compare l5.7s. con Pro 8.22, 25) apuntan al siglo VII o
aun después." Aunque está en boga proponer una fecha exílica o postexílica para la compilación, no hay razones
convincentes para ello. El libro se ocupa del sufrimiento personal y no del nacional. El libro trata acerca de la
libertad de Dios para imponer dolor inmerecido y la voluntad humana de aceptarlo sin perder la fe. No se
preocupa de la naturaleza y los límites de la retribución divina, como lo hacen Lamentaciones y Habacuc. Su
cuestionamiento de la sabiduría convencional no implica que se haya escrito después de Proverbios: los puntos
con los que Job chocaba seguramente ya prevalecían mucho antes de la codificación final en Proverbios. Dentro de
todo, parece razonable que la obra haya sido completada entre el 600 y el 700.
Paralelos en el Cercano Oriente. Un apoyo adicional para la fecha preexílíca es la presencia desde la antigüedad de
relatos sobre personas justas que sufrían. Tales relatos pertenecen «a la categoría de la alta sabiduría, que era de
temperamento especulativo, de un enfoque no convencional y que demostraba una preocupación por cuestiones
trascendentes-f Ninguna de estas narraciones antiguas (ver cap. 41) es un verdadero paralelo de Job. Cuando
mucho muestran que, desde los albores de la literatura, los seres humanos se han visto intrigados por los caminos
de los dioses, especialmente cuando tenían que ver con el sufrimiento humano. La perplejidad de Job, entonces,
tiene una larga cadena de precedentes, pero ninguna señal de ascendencia directa. Las diferencias teológicas,
éticas, de tono y de ánimo entre Job y los supuestos paralelos (p.ej., la leyenda hindú de Hariscandra, «El hombre
sumerio y su dios», Ludlul Bel Nerneqi acadio, la «Teodicea Babilónica», «Las protestas egipcias del campesino
elocuente», o «Las admoniciones de Ipu-wer») son tan notables que resaltan no tanto la dependencia de
documentos anteriores, sino la peculiaridad de la obra: Job está mucho más allá de sus competidores más
cercanos, en la coherencia de su análisis sostenido del tema de la miseria humana, en el alcance del multifacético
examen del problema, en la fuerza y claridad de su monoteísmo moral desafiante, en la caracterización de sus
protagonistas, en la excelencia de su poesía lírica, en su impacto dramático, y en la integridad intelectual con la
que enfrenta «la carga indescifrable» de la existencia humana.

Autoría.
El autor de Job se esconde anónimamente en el trasfondo de su obra, mientras demuestra una sensibilidad
sobrecogedora hacia la problemática humana, una capacidad de comprensión teológica sólida, un manejo de
vastos campos de la cultura y el conocimiento, una percepción de los conflictos profundos entre personas atadas a
dogmas, y destreza en la artesanía literaria. Rara vez en la historia del esfuerzo artístico alguien ha dejado un
legado tan noble y a la vez con tan poca evidencia de su identidad, circunstancias o motivos. A pesar de la
reticencia personal del autor, parecen razonables algunas suposiciones: (1) El mismo debió de haber
experimentado algo del sufrimiento de Job: tan auténtica es su empatía. (2) Debió de haber encontrado liberación
de su dolor en algún encuentro con Dios similar al que tan poderosamente se describe en los discursos desde el
torbellino (38.1-41.34[1M26]; cf. Sal. 73.17). (3) Debió de haber sido entrenado rigurosamente en las técnicas y
tradiciones sapienciales, como lo sugieren tanto el tema como los recursos literarios utilizados. (4) Su sufrimiento
debió de enfrentarlo con la sabiduría convencional, que enseñaba patrones absolutos de retribución dentro del
orden divino: la bendición era siempre el fruto de la justicia y el sufrimiento, la paga del pecado. (5) Debió de
haber sido un israelita, como su perspectiva de la soberanía divina, su pedido de justicia divina y su código
impecable de conducta ética íntima (31.1-40) lo señalan. (6) Debió de haber usado el contexto no israelita de Uz
(ya sea en el sur en Edom, o en el este en Galaad), tanto por ser. la fuente del relato antiguo como porque su
sufrimiento es un problema humano universal. (7) En buen estilo hebreo, debió de haber querido compartir su
experiencia para fortificar a sus amigos y/o estudiantes ante la eventualidad de sufrimientos futuros, aun con más
destreza que sus pares sabios en los Salmos 37, 49 Y73.

ESTRUCTURA
Mientras continúa el debate acerca de la unidad de Job (ver más abajo) y las posibles fuentes y trasfondos de las
diversas partes, deben investigarse la dirección y el movimiento de la obra en su forma final. O. Kaisercita la
analogía que hace K. Budde entre la evolución de esta obra maestra y la COnstrucción, a menudo a lo largo de los
siglos, de catedrales medievales. Estos santuarios masivos despiertan la apreciación profunda de su forma
arquitectónica final, a la que contribuyó cada etapa sucesiva, y restaurar «los planes originalessería un acto de
barbarismo».'
La forma de la obra es A-B-A (prosa-poesía-prosa). El lamento y la queja de Job enmarcan el diálogo central, el
corazón de la obra, dándoles la primera y última palabra con respecto a sus amigos. Los discursos de Eliú y Yahvéh,
que intentan resolver el asunto, deliberadamente desequilibran la simetría para llamar la atención a sus
intervenciones y así subrayan la falta de habilidad de los principales participantes para lograr una solución.
Una consideración más detallada del papel que desempeña cada sección y su relación con el conjunto muestra:
(1) Un drama en dos etapas: la prosperidad de Job y la prueba de Yahvéh (prólogo en prosa, caps. 1-2). La
narración alternada entre la tierra de Uz, donde Job Vive con integridad y piedad, en prosperidad (1.1-5) o en el
desastre (vv, 13-22; 2.7-13), Y la corte de Yahvéh, donde Satán desafía a Yahvéh a probar a Job (1.6-12; 2.1-6).
El contraste dramático (inversión trágica) define el pathos de la obra y resalta la problemática de Job: el cambio
fundamental de una Vida con una familia ideal y con muchas posesiones a la pobre~, el dolor y la soledad (1.1-5,
2.7s.).,La repetición, delicada pero poderosa, intensifica la agudeza y aumenta el suspenso: la descripción típica de
la rectitud de Job (1.1, 8; 2.3), el relato estereotipado de las andanzas de Satanás y la conversación con Yahvéh
(1.6-8; 2.1-6; cf. 1.12b; 2.7a), el informe trágico del mensajero (1.16s., 19) y el resumen de cómo Job enfrentó la
prueba (1.22; 2.lOb).
La contribución del prólogo al movimiento del libro es notable. Prepara e. escenario para toda la conversación que
sigue y revela a todos los lectores el propósito del libro, mientras que lo esconde de Job, quien sólo ve las escenas
en Uz y permanece completamente al margen de las pruebas que se preparan en los Cielos. Muestra que el honor
de Dios se juega junto con el de Job su confianza en Job es el riesgo máximo- y que el interés yace más en la
respuesta confiada de Job que en su comodidad personal. Representa la soberanía de Dios sobre Satán, quien no
puede dañar a Job más allá de los límites establecidos por Dios (1.12; 2.6),y establece una tensión deliberada con
las conversaciones que siguen, al rendir honores a la sólida confianza que Job demuestra en Yahvéh (1.21s.; 2.9s.).
Presenta a los tres amigos como consoladores compasivos, preparando así el terreno para el agudo conflicto que
surgirá. (2) Un destino peor que la muerte: la desesperanza de Job y el silencio de Yahvéh (lamento poético, cap.
3). Con una desesperanza sólo igualada por el lamento más breve de Jeremías (20.14-18), Job maldice su
nacimiento (Job 3.1-10) y llora su queja (vv, 11-26). Este contraste con su piedad controlada del prólogo es
sorprendente y deliberado. El autor rehúsa suavizar el choque con explicaciones o transiciones. Mediante el uso de
hipérboles semíticas características (subrayar ideas mediante el uso de la exageración), desnuda plenamente la
humanidad de Job. El trauma de la pérdida se ha desvanecido y todo el horror de su encrucijada se le ha hecho
evidente. Job ve a la vida desprovista de toda señal de bendición divina y, por lo tanto, de toda fuente de alegría.
Clara, aunque implícitamente, Dios se ha tomado en su enemigo: ¿quién más puede ser responsable de la
supervivencia que él cuestiona? Este embate sobre el poder creador, la elección del tiempo y la providencia de
Dios impone el tono del diálogo que sigue. No hay consolación en la historia o el culto de Israel, realidades sobre
las que el autor mantiene un silencio consciente: «en ese aislamiento glacial de una existencia completamente
desligada de la comunidad y de la historia salvífica, es donde Job sostiene su lucha con Dios».12 (3) La consolación
es más dolorosa que la censura: tres acusadores y un defensor (diálogo poético, caps. 4-27). Aquí se hace evidente
la maestría del autor, tanto en los detalles como en la ejecución total. La forma conversacional, donde a cada
amigo se le conceden dos o tres oportunidades para hablar, enriquece el debate con repetición y variedad. Cada
amigo habla desde una perspectiva diferente: Elifaz como místico dócil (caps. 4-5,15,27;esp.4.12-31), Bildad como
un tradicionalista firme (caps. 8,18,25; esp. 8.8-10), Zofar como un dogmático apresurado (caps, 11, 20; esp.
11.5s.).13El mensaje fundamental de cada uno es el mismo: ignorando la prueba celeste del prólogo, cada uno
llama a Job a arrepentirse del pecado que le ha provocado su sufrimiento (Elifaz, 4.7-11; 15.12-16; 22.21-30;
Bildad, 8.3-7; Zofar, 11.13-15). En sus respuestas, Job defiende su inocencia con firmeza (6.24s.; 9.15, 20s.; 13.18.
23; 23.7, 10-12; 27.2-6), aunque reiteradamente desea morirse (6.8-13), reprocha a sus amigos su traición (vv, 14-
23), lamenta su posición de humillado (7.1-6). regaña a Dios por su sufrimiento (vv, 11-21). desespera ante la
incapacidad propia de argumentar con éxito contra Dios (cap. 9), reflexiona sobre el poder y el misterio de los
caminos de Dios (12.7-25). ruega tener la posibilidad de poner su caso ante Dios sin la intervención de sus amigos
(13.3-28), representa la crueldad de Dios que debería ser vengada (16.6-22; cap. 19), argumenta que Dios no
siempre dan evidencia final de la falta de habilidad terrena para comprender los misterios del cielo; como los
otros, Eliú no tenía conocimiento de la prueba que había entre Yahvéh y Satán. (7) Una voz que silencia el debate:
la revelación de Yahvéh de su poder y su gloria (discurso poético, 38.1-42.6). A lo largo del libro, el problema de
Job ha sido con Dios, aunque los argumentos dogmáticos y fuertes de sus amigos aumentan su agravio. Elifaz,
Bildad, Zofar y Eliú, todos buscan hablar en nombre de Dios para aclarar las dudas de Job y aminorar su lucha.
Todos fracasaron. Finalmente, llega el turno de Yahvéh. La presencia divina rompe el silencio de Uz con toda la
fuerza de un torbellino (38.1). Es como si Dios mismo se impacientara con las tácticas de sorpresa y suspenso que
usa el autor y 10rebasara para confrontar a Job con un poder y una franqueza increíbles. Esta confrontación
merece varias observaciones: (a) El estilo descarga sobre Job una pila aparentemente interminable de preguntas
retóricas, que llevan sus propias respuestas, en una manera que deja indefenso a Job. (b) Yahvéh enfrenta a Job
con las maravillas de la creación (38.4-11), los ciclos, las estaciones, y el orden del universo (vv. 12-38), los
patrones de vida de animales y aves (38.39-39.30), como demostración cósmica y concluyente de la divina
soberanía que gobierna toda la realidad, presumiblemente hasta la vida de Job. (e) Está implícita la aplicación
parcial de este poder a la historia personal de Job, sólo cuando Dios desafía a Job a demostrar si es capaz de
efectuar juicios rectos en la historia (40.10-14). (d) Yahvéh no da respuestas directas a los cuestionamientos de
Job, ni revela su razón o la prueba de Satanás. (e) Las baterías de argumentos de Yahvéh confirman las peores
predicciones de Job en cuanto a un encuentro entre ambos: «Si quisiere contender con él, no le podrá responder a
una cosa entre mil...Si habláremos de su potencia, por cierto es fuerte»(9.3,19). (f) La repetición se usa
característica- mente para intensificar la teofanía y maravillar a Job sobremanera, silenciándolo hasta dejarlo en un
mutismo sumiso(40.3-5; 42.1-6): el segundo discurso de Yahvéh enfoca con cierta agudeza a dos criaturas -
Behemot (¿hipopótamo? 40.15-24) y Leviatán (¿cocodrilo? 41.1-34 [TM40.25-41.26])-cuyos hábitos van más allá
del conocimiento humano; el primer discurso abarca amplios sectores del universo, sin detenerse en los detalles
de algún aspecto particular. (g) La última palabra de Job es la que ha resistido a 10largo de su tenso y tedioso
debate con los amigos: «Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza» (42.6).20(h) La contrición de
Job no es una admisión de que su sufrimiento es algo merecido por su pecado, sino que sus quejas contra Dios se
arraigan en que no conocía a Dios lo suficientemente bien (vv. 3-6). (i) Las respuestas surgen no tanto de la
avalancha de nueva información, como de una nueva relación con el Señor del universo: «Mas ahora mis ojos te
ven» (v, 5). (j) Gran parte de 10que los amigos y Eliú han dicho sobre Dios puede ser cierta, pero escuchar algo
sobre él y encontrarse con el Rey del cielo no es lo mismo: el «porqué» del sufrimiento es menos importante que
el «Quién». (8) Una vindicación casi innecesaria: Dios restaura la reputación, las riquezas y la familia de Job
(epilogo en prosa, 42.7-17). Dios deseaba que Job reconociera la vasta diferencia entre la sabiduría y el poder de
Dios, y su propia ignorancia y debilidad. La prueba había pasado y la apuesta con Satán había sido ganada, pero
sólo después de un esfuerzo monumental y muchísimo dolor. La fe de Job, fuerte al comenzar, había sido refinada
como oro que pasa por los fuegos de la adversidad, la perplejidad y la duda. En el epilogo, el autor permite que ese
carácter brille a la luz de las bendiciones de Dios: la vindicación de Dios comienza con el regaño reiterado de sus
tres amigos (VV. 7s.),21 un regaño que vibra con ironía, especialmente cuando Dios tilda de «necedad» la
perspectiva que los amigos tienen de la misma esencia de la sabiduría piadosa (V. 8). Además, Dios asigna a Job el
papel sacerdotal o profético de intercesión que nos recuerda el servicio dedicado originalmente a sus hijos (V. 8;
cf. 1.5). Esta vindicación es una demostración magnánima de gracia: Dios perdona a los amigos, restaura las
posesiones y la familia de Job (42.10, 12-15), prolonga su vida, y multiplica su posteridad (vv. 16s.); Job a su vez
imita la gracia de Dios al orar por los amigos, cuyos argumentos lo habían golpeado (v.10) Y al ser generoso con sus
hijas (v, 15). La vindicación es confirmada en el honor y la simpatía demostrada por los parientes de Job, quienes
vienen a cumplir con el papel previsto para los amigos (compárese el v. 11 con 2.11). El movimiento del libro se
completa con la descripción de la restauración de los bienes de Job mucho más allá de su estado original, 10cual
señala la integridad de Dios en su reconocimiento de que Job había pasado la prueba y en su desaprobación de la
opinión de los amigos que sostenían que la situación de Job estaba ligada al pecado, y al remarcar que la pobreza
no es necesariamente un estado más justo que la prosperidad. La vindicación se basa en el poder de Dios, quien
fue responsable de la calamidad y la restauración, y proclama su palabra de gracia tanto en el contexto como en
contenido. Dios deja las cortes celestes y viene al montón de cenizas en Uz para perdonar a los sabios doctrinarios
y restaurar la fortuna del atribulado Job, a quien afectivamente y con ánimo de afirmación llama «siervo» (vv. 7s.;
ct, 1.8; 2.3

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