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SEMINARIO SAN CARLOS Y SAN AMBROSIO

SEMINARIO DE SÍNTESIS BÍBLICA


Libro del Eclesiástico

PROFESOR: DIACONO ORLANDO FERNÁNDEZ GUERRA


ESTUDIANTE: DIACONO HANOI MANUEL FERRER PÉREZ

LA HABANA 2021
Introducción
Este libro constituye un verdadero repertorio de máximas y reflexiones
morales, valederas para las más diversas circunstancias de la vida y
expuestas en una gran variedad de formas literarias: proverbios, sentencias,
dichos, instrucciones, elogios a las grandes figuras bíblicas y a la sabiduría,
exhortaciones orientadas a la búsqueda de la verdadera sabiduría y a vivir
en el temor de Dios, etc. No extraña, por eso, que la obra haya gozado de
máxima estima en la Iglesia de los primeros siglos, siendo citada
frecuentemente por los Padres de la Iglesia y ampliamente utilizada en la
instrucción de los catecúmenos. De ahí parece que deriva el título
«Eclesiástico». Su estudio, sin embargo, no carece de dificultades, debido a
la misma naturaleza de la obra y a la historia de su transmisión, por otro
lado, no se puede perder de vista su valor excepcional, ya que, como afirma
el autor, «doctrina de ciencia e inteligencia ha condensado en este libro
Jesús, hijo de Sirá, Eleazar, de Jerusalén, que de su corazón derramó
sabiduría a raudales» (Si 50, 27).
1- Autor.
Si el título indica quién fue el autor, Ben Sirá, el prólogo de la traducción
griega, escrito por el nieto, y diversas secciones autobiográficas
diseminadas a lo largo del libro trazan su biografía. El nombre completo
debía de ser seguramente «Jesús, hijo de Sirá, Eleazar, de Jerusalén» (Si 50,
27). Habría vivido entre los siglos III y II a.C., en Jerusalén, dedicándose
asiduamente, como el mismo autor afirma, «a la lectura de la ley, los
profetas y los otros escritos de los antepasados» hasta conseguir un «gran
dominio sobre ellos», no solo del patrimonio religioso del pueblo de Israel,
sino también de la lengua hebrea. Movido de celo por la fe de su pueblo,
«se sintió empujado a escribir sobre cuestiones de instrucción y sabiduría»,
de modo que «los amantes del saber, una vez que lo hubiesen asimilado»,
pudiesen «progresar cada vez más en una conducta de acuerdo con la ley»1.
2- Fecha y contexto.
A la luz de los datos indicados en el prólogo del libro, es del todo
probable que la obra de Ben Sirá se sitúe hacia el 190/180 a.C. o, a más
tardar, hacia el 168 a.C. En el prólogo, en efecto, se afirma que la
traducción al griego tuvo lugar cierto tiempo después del año 38 del rey
Evergetes (probablemente, Tolomeo VII, que reinó entre 170-117 a.C.), es
decir, poco después del 132. Si esta es la fecha de la traducción llevada a
cabo por el nieto, es necesario remontarse dos generaciones hasta llegar al
original hebreo. Por otra parte, la mención que hace el libro del sumo
sacerdote Simón II, hijo de Onías II (Si 50, 1ss), último de la serie de los
grandes personajes del pueblo de Israel mencionados por Ben Sirá en el
«elogio de los padres» (Si 44-51), parece confirmar la fecha mencionada.
Sabemos que el sumo sacerdote Simón II (219-199 a.C.), a quien parece
que el autor conoció personalmente, fue depuesto por Antíoco IV (215-163
a.C.) antes de que estallara la persecución macabea con el consiguiente
alzamiento de Matatías y sus hijos, hacia el 168 a.C.; por tanto, el libro se
debió de concluir antes de esta fecha, pues no se hace alusión alguna a la
insurrección de Matatías y sus hijos2.
3- Estructura.
Muchos estudiosos están de acuerdo en afirmar, al menos en una primera
aproximación, que además del prólogo, único en su género, se pueden
distinguir dos partes, bastante desiguales: la primera (1, 1-42, 14), formada
por sentencias con contenido ético-moral que describen el modo en que la
sabiduría de Dios manifiesta su presencia constante en la creación y en la
historia; la segunda (42, 15-50, 26), perteneciente al género de la poesía

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M. Tabet, Introducción al Antiguo Testamento III, 197.
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Ídem. 198
lírica, incluiría un himno a la gloria de Dios (42, 15- 43, 33) y el célebre
«elogio a los padres» del pueblo de Israel (44, 1-50, 26). Esta segunda parte
habría tenido por finalidad mostrar cómo se ha manifestado la sabiduría de
Dios en la creación y a lo largo de la historia. Los últimos versículos del c.
50 (vv. 27- 29) constituirían la conclusión, consignando los datos del autor
y una exhortación a recibir con diligencia el contenido del libro
guardándolo en el corazón. El capítulo 51 constituiría un apéndice, con dos
textos poéticos: un himno de acción de gracias al estilo de los salmos (51,
1-12) y el epílogo autobiográfico de Ben Sirá (5, 13-30), poema alfabético
de alabanza a las excelencias de la sabiduría3.
Otro grupo de autores lo dividen en la siguiente estructura:
Por último, algunos comentaristas (C. Spicq, R. Michaud, la Biblia TOB)
dividen Sirácide en cinco grandes unidades (1, 1-16, 23; 16, 24-23, 27; 24,
1-32, 13; 32, 14-42, 14; 42, 15-50, 26), cada una de ellas integrada por una
introducción teológica y una instrucción sapiencial, además de la
conclusión (50, 27-29) y los apéndices (51, 1-12; 51, 13-30). Las
introducciones teológicas desarrollarían los temas predilectos del autor de
Sirácide: la sabiduría y su relación con el temor de Dios (1, 1-29); la
grandeza de Dios manifestada a través de la creación y los dones
dispensados a los hombres (16, 24- 18, 14); el elogio de la sabiduría y su
relación con la ley (24, 1-32); la ley y el temor de Dios como fuente de vida
(32, 14-33, 18); y la alabanza a Dios y a su obra creadora (42, 15-43, 33).
Las instrucciones sapienciales (2, 1-16, 23; 18, 15-23, 27; 25, 1-32, 13; 33,
19-42, 14; 44, 1-50, 26) comprenden cada una diversos temas que se
repiten, como el valor de la pobreza, la amistad, la humildad y el peligro de
las riquezas4.
4- Teología.
3
Ídem 202
4
Ídem 203, esta teoría que Miguel Ángel Tabet sintetiza aquí, la sigue también
Daniel Doré en su libro: Eclesiastés y Eclesiástico o Qohélet y Sirácida
- El semblante de la sabiduría: El tema de la sabiduría enmarca
(1, 1-18 y 51, 13-30), acompaña (4, 11-19; 6, 18-37; 14, 20-15, 10;
44, 1-15) y emerge en el centro (c. 24) de la obra de Ben Sirá. Esta
sabiduría de la que habla va mucho más allá de una simple
experiencia o conocimiento humano, pues posee una fisonomía
propia, altamente cualificada, ciertamente compleja, que se irradia
asumiendo un triple aspecto: es una realidad que existe en Dios y
junto a Dios, por tanto, trascendente y divina; también se manifiesta
como un don concedido a todos los que la buscan y desean,
convirtiéndose así en creada e inmanente; posee, además, un papel
de mediación, encarnándose especialmente en la Torá, palabra de
Dios y manifestación de la voluntad divina5.
- La antropología de Sirácide: libertad, pecado y retribución: El
autor del libro indica así la raíz última de la responsabilidad moral de
la persona, a la luz de la cual se esclarecen las categorías de pecado y
retribución. La imagen del sabio que emerge de la obra de Ben Sirá
no queda, por tanto, reducida a la dimensión horizontal de la vida,
sino que adquiere relieve y se engrandece, según la respuesta de su
fe. l Sirácide logra dar un tratamiento lúcido al tema del pecado:
explica su origen (25, 24), la situación de debilidad en la que se
encuentra el hombre después del pecado original (8, 5; 21, 1-3), la
condición ruinosa de quienes viven en el pecado (16, 5-14; 41, 5-13),
hecho que, sin embargo, no es irreversible, porque Dios «a los que se
arrepienten les permite volver, y consuela a los que perdieron la
esperanza» (17, 24; cf. 17, 20-29). Con respecto a la doctrina de la
retribución, Sirácide profundiza la doctrina deuteronomista de la
doble vía (cf. Dt 28), asignando un premio para el justo también en
esta vida (larga vida, salud, felicidad, hijos, buen nombre, etc., 1, 11-
5
Ídem. 204.
20; 4, 11-18, etc.) y un castigo para los pecadores (sufrimientos y
muerte prematura: 5, 1-8); sin embargo, Ben Sirá no elabora una
doctrina sobre la perspectiva ultraterrena, como lo hará más tarde el
autor del libro de la Sabiduría. 6
Conclusiones:
Con Jesús Ben Sirá llegamos a un ejercicio profesional del saber,
practicado en una escuela. Según sus confesiones en el libro, el autor se ha
dedicado al estudio, enseñanza y exposición de lo que era tradicionalmente
la sabiduría, sensatez o prudencia. Mantiene como fuentes del saber la
experiencia, la observación y la reflexión; al mismo tiempo subraya el
valor de la tradición (30,25; 36,16) y la necesidad de la oración (39,5-8).
En su tiempo la sabiduría consistía en buena parte en el estudio y
comentario de textos bíblicos, narrativos y legales. De ordinario no cita
explícitamente el pasaje comentado, se contenta con aludirlo; supone,
quizás, que sus discípulos lo conocen. Al final del libro ofrece un brevísimo
resumen de historia, en forma de tratado de vidas ilustres.
El principio de su doctrina consiste en una correlación: lo supremo de la
sabiduría es el respeto o reverencia de Dios, y esto se traduce en el
cumplimiento de la ley, sobre todo en lo que respecta a la justicia y
misericordia para con los débiles y necesitados. Es en Israel donde esta
sabiduría se ha hecho presente y operante.
Hombre tradicionalmente piadoso y humano, Ben Sirá, sabe inspirar la
piedad y la confianza en Dios a sus oyentes. De todas formas, el horizonte
en que se mueve su enseñanza no va más allá de la vida presente donde,
según la doctrina tradicional de la retribución, Dios recompensará al que le
permanece fiel y castigará a los descarriados.

Bibliografía
6
Cf. Ídem. 206-207.
M. A. Tabet, Introducción al Antiguo Testamento III, Madrid 2000.

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