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Universidad Católica Juan Pablo II

Managua-Nicaragua

Catedrático: Pbro. Uriel Sandy

Asignatura:

Escritos Sapienciales

Trabajo:

Introducción al libro de Job

Elaborado por:
Gabriel Antonio Chávez Carballo
El Libro de Job

El libro de Job está entre los primeros tres libros de los Ketubin (escritos) de la biblia hebrea junto a
los Salmos y Proverbios. Es un dialogo entre sus personajes, Job, sus amigos y Dios. El problema
fundamental de libro es el misterio de mal. Trata de dar una respuesta a la penosa situación del
hombre que siendo justo y fiel a Dios es presa de sufrimiento. En la literatura profana, ha inspirado
a más de uno, como el Fausto de Ghette. Entre el cristianismo moderno es famoso únicamente por
el prólogo, dando origen a una falsa imagen de Job, «el justo Job» siendo todo lo contrario.
I. El Libro y su autor
Composición. El libro está escrito con un hebreo (?) de alto nivel. Se sabe que es una obra
compuesta1, quizás, sobre una leyenda que se dataría en tiempos de la monarquía (según la opinión
más aceptada)2. Actualmente el principal problema es el de su unidad. Para algunos es una unidad
completa (hay correlación entre el prólogo y el epilogo 1,5 y 42,8;), para otros es una composición a
base de añadidos y adiciones (el discurso de Elihú es una adición posterior.)3. Ambas opiniones son
plausibles, sin embargo, aunque la unidad literaria sea comprometida, la unidad orgánica de toda
la obra no está en duda, lo que hace fácil, (aunque hipotéticamente) suponer que antes de su estado
actual, pudo circular independiente una historia de un justo legendario que Ezequiel 14,14. 20
parece aludir junto a dos personajes legendarios (Noé y Daniel). De ser así, pudo surgir en Edom o
Haurán4, a finales del segundo milenio5 y que aclimatado en Israel, se le añadieron los diálogos (siglo
V), el discurso de Elihú (450) y el poema sobre la sabiduría (IV-III).
La fecha de composición varía según las opiniones según datos internos del libro, pero ninguna
puede tomarse como exacta. Pero al adoptar una postura, parece seductora la datación del en
tiempos postexílicos llevada a cabo por un poeta de Jerusalén (anónimo), en el siglo III durante en
el dominio persa6, quizás posterior al 250 a.C, Dos datos apoyan esta opinión, la mención de Satán
“Ó satan” con articulo igual que en Za 3,1; y la dura crítica a la teoría de la retribución de los buenos7
que se encuentra en el libro. Esta datación coincide con la fecha aproximada a la composición del

1 VÍCTOR MORAL. Libros Sapienciales y otros escritos. Ed. Verbo Divino. Estella. 1994. P. 145.
2 JEAN DANIEL MACCHI. CHRISTOPHE NIHAN. Eds. Introducción al Antiguo Testamento. Ed. Desclee de
Brouwer. Bilbao. 2008. P. 505.
3 Para una información más detallada sobre la unidad o las adiciones del libro, puede consultarse, la

exposición que se hace en la introducción a la biblia de A. Robert y A. Feuillet. P. 591-593.


4 Cf. J. LÉVÉQUE, Job. El libro y el mensaje (Estella 1986).
5 Casi todos los especialistas han observado el claro trasfondo patriarcal del libro de Job. La religión descrita

es primitiva. No hay sacerdocio ni santuario central. La ira divina es aplacada mediante sacrificios ofrecidos
por el patriarca (1,5; 42,8; cf. Nm 23,1.14.24). La riqueza se mide por la cantidad de rebaños y esclavos (1,3;
42.12; cf. Gn 12,16; 32,5). Literariamente se une al tipo de narrativa de la épica semita. Exite un Job
Babilonio, ludlul bel nemeqi («Alabaré al Señor de la Sabiduría») de unos mil años antes, que hace pensar
en este origen. Cf. VÍCTOR MORLA. Libros Sapienciales. P. 147.
6 VÍCTOR MORLA ASENSIO. El Libro de Job. Tomo I. Ed. Desclee de Brouwer. Bilbao, 2007. P. 12-13
7 Esta teoría predomino en tiempos preexilicos, pero se empezó a dudar cuando Israel fue deportado, lo que

parecía un abandono total por parte de Dios a pueblo, que había perdido todo a manos de los paganos.
Eclesiástico, cuyo autor parecía conocer la obra (Eclo 49,9). La no aparición de referencias a la
catástrofe del destierro deja suponer que no se elaboró antes, ni pasado el exilio.
II. Género literario
Si consideramos el libro en su factura actual (relato en prosa y poesía), la categoría que mejor le
convendría sería la de debate o disputa legal. En este caso la estructura seria; 1) prólogo y epílogo
mitológicos; 2) debate propiamente dicho; y 3) teofanía, en la que un dios zanja la cuestión debatida
ahora bien, si prescindimos del marco narrativo, nos hallamos ante una alternativa: diálogo (sobre
el modo en que el hombre debe responder al sufrimiento y al papel desempeñado en él por la
divinidad) o lamentación, dado que éste empieza con una maldición (3,1-3) y termina con la
sumisión del héroe a la divinidad (42,1-6), también podría convenirle el género lamentación.
Siendo justo con la obra, diríamos que se trata de una composición poética enriquecida con los
más variados recursos de la retórica: paralelismos, sobre todo sintéticos, que hacen progresar las
ideas, quiasmos (20, 2-3), asonancias (16, 12), onomatopeyas (41, 10), repetición de términos en
posiciones significativas (como, por ejemplo, “maqôm”, lugar, en 28, 1-23), himnos (c. 28, en el que
se asiste a un progresivo desvelarse de las ideas), juegos de palabras, metáforas, por eso el libro de
Job es considerada una obra única en su género, que posee en parte las características de todas las
diversas formas literarias que se le han atribuido8
A pesar de este abigarrado abanico de tendencias interpretativas, es inevitable reconocer que
en el libro predominan los elementos sapienciales, propios de la tradición literaria Israelita9.
III. Problema y Argumento del libro
El problema abordado es el del sufrimiento del justo, con el correlativo que acaba por hacerlo
más agudo: la felicidad de los pecadores. A fin de cuentas el sufrimiento es una experiencia muy
universal, en la antigüedad como hoy, todos de una y u otra manera se han dicho ¿Por qué a mí?,
la frase más universal cuando se cae bajo la desgracia10. Aunque la respuesta al mal aun es deuda
para el hombre, el libro de Job quiere aportar algo al tema.
Job se enfrenta al problema de la retribución por parte de Dios. En Antiguo Testamento la
retribución del bien y del mal, concebida al principio como colectiva (Éx 20,5-6; cf. Núm 16, 31-33;
Jos 7,1-5; 2Sam 3,2; 21,1-5; 24,11-17, etc.), luego como individual (Dt 24,16; cf. 2Re 14,1-6; Ez 18;
33), se sitúa hasta los últimos siglos del judaismo en el marco de sanciones de carácter temporal.
Sólo a partir de la primera mitad del siglo segundo vemos manifestarse la creencia en las sanciones
espirituales y eternas (Dan 12,1-3; 2Mac 7,9.11.14.23; 12, 43-46; Sab 1-5).
Los amigos y Job. Sus amigos -reflejo de la teología tradicional- parten de una visión optimista
del mundo. Todo tiene orden y sentido. Dios sólo aflige a los malvados, que nunca triunfan, a pesar

8
MIGUEL TABLET. Introducción a la Biblia, tomo III Poéticos y Sapienciales. Ed. Palabra. S.A. Madrid.
2007- P. 165.
9 VÍCTOR MORAL. Libros Sapienciales. P. 154-155
10 Los trágicos y filósofos griegos, contemporáneos del autor de Job, suscitaron la misma cuestión. Desde

luego, Prometeo no es inocente, pero el exceso del castigo lo exaspera y lo endurece. Edipo rey, por una
ofensa a los dioses, de la que no es responsable, sufre un cúmulo de males, un destino maquiavélico. Heracles,
siendo justo, se ve agobiado por el sadismo cruel de los dioses. No se sale del pesimismo engendrado por la
fatalidad. Cf. A. ROBERT. A. FEUILLET. Introducción. P. 593
de sus éxitos pasajeros, declaran paladinamente, el pecador recibe su merecido en esta vida y al
contrario, el justo se verá colmado de felicidad. (5,7-8.).
Job consciente de su inocencia y de la injusticia de su situación, reacciona y se rebela contra la
teología tradicional que considera pura palabrería, deseos de defender a Dios con mentiras e
injusticias (13,1-7; 16,2.4; 21,34). Se niega a aceptar la visión optimista del mundo. Su propia
experiencia le abre al sufrimiento que reina en el mundo, a las injusticias y desgracias de todo tipo.
Y observa: - Dios castiga también a los inocentes (9,22-24). - Los malvados lo pasan muy bien,
bendecidos por Dios (c.21).
Llegados a este punto, Job no acepta los argumentos de sus amigos, solo Dios puede sacarle de
sus dudas, tiene que encararlo. Lo interesante aquí es que solo Job es quien ante un problema que
acata a todos, es el único que no se conforma con “lo que se dice de Dios ante mal”.
Dios y Job. Insistentemente declara que es inocente; lo que implica que la tesis tradicional
sobre la retribución no tiene aplicación en su caso particular. Se niega a admitir que exista una
proporción entre sus posibles pecados y el castigo de Dios. Y tampoco acepta que el orden del
mundo sea perfecto.
La respuesta viene dada por Dios en dos discursos 38,1-42,6. El primero (38,1-40,1) hace que
Job se fije en la naturaleza física y en los animales. Todos ellos demuestran la ignorancia de Job y
la sabiduría y el poder de Dios. La elección de los animales parece intencionada: leones, cuervos,
gamuzas, asno salvaje, búfalo, avestruz, caballo, halcón, águila. No son precisamente los animales
útiles para el hombre, escapan a su dominio. Esto demuestra que Dios se hace cargo de toda la
creación, no sólo de lo que al ser humano le interesa; igual que hace llover sobre zonas desérticas
(38,25-27), aunque esto no reporte al hombre ningún beneficio. El Dios del primer discurso
demuestra que en el mundo existe orden, belleza y perfección, providencia incluso hasta lo más
remoto. Si Job no lo capta, incluso lo niega, es porque se encierra en sí mismo, contemplándolo todo
a través de sus intereses personales y de los del hombre.
Job reconoce su pequeñez en 40,3-5. Promete no volver a hablar. Pero Dios no ha terminado.
Le queda por tratar el segundo problema: el de su forma de gobernar el mundo, luchando contra el
mal y la injusticia. La interpretación de 40,6- 41,26 es muy difícil e insegura. Dios comienza
haciéndole caer a Job en la cuenta de lo difícil que es acabar con la injusticia y los malvados (40,6-
14); él no podría conseguirlo. Lo mismo que sería incapaz de cazar al hipopótamo (40,15-24) o de
vencer al cocodrilo (40,25-41,26). Estos dos animales, más que seres físicos son símbolos de las
fuerzas del mal. El hombre no puede derrotarlos. Dios, en cambio, se da por supuesto que puede
hacerlo. Es lo que reconoce Job en su última intervención (42,1- 6), admitiendo que ha hablado de
grandezas que no conocía, «de maravillas que superan mi comprensión». Pero lo más importante
es que estas intervenciones de Dios han supuesto para Job un descubrimiento del Señor. «Te
conocía sólo de oídas, ahora te han visto mis ojos» (42,5). Así, la crisis de la idea de Dios, que había
aflorado potentemente en la discusión con los amigos, queda ahora superada gracias a un
conocimiento nuevo del mismo Dios11.
En respuesta, es preciso, pues, acatar los misteriosos designios de Dios sobre los hombres. Esta
es la solución que se desprende de todo el drama del libro de Job. No aparece la clave de la solución
11
J. LUIS SICRÉ. Introducción al Antiguo testamento. Ed. Verbo Divino. Estella. 2000. P. 277-279.
en el sentido de retribución en el más allá, como la encontramos en el libro de la Sabiduría (Sab
3,15.); pero la perspectiva del autor del libro es un avance sobre la posición tradicional: el justo puede
sufrir sin haber pecado12.
IV. Teología de libro de Job
Monoteísmo estricto -Aunque en los labios de Job y de los tres amigos no aparece el nombre de
Yahvé -lo que hubiera sido incongruente en el supuesto de que los protagonistas del drama no son
israelitas-, sin embargo, en toda la narración y diálogos se refleja la idea de un Dios creador y
providente, Señor de todo. Por exigencias literarias de arcaísmo aparecen los nombres divinos de la
época patriarcal: El, Elohim, Shadday, los cuales designan al Ser divino en general, sin concreciones
judaicas de índole mosaica. Sin embargo, las doxologías que aparecen en los diálogos tienen perfecta
aceptación en labios de un israelita. Así, se cantan las maravillas de la naturaleza como obra de Dios
(5,8-18). Las reminiscencias salmódicas y aun proféticas de algunas frases prueban el fondo israelita
(Job 9,6 e Is 13,13; Job 9,8 e Am 4,13). Todo el libro de Job está dominado por la idea del Dios único
(5,9; 9,10; 37,5). Las alusiones a concepciones mitológicas populares no empañan este monoteísmo
elevado, característico de la religión israelita. Son recursos literarios que encontramos en no pocos
pasajes bíblicos (3,8; 7,12; 9,13).
b) Angelología -En el prólogo se menciona la corte divina, formada por seres misteriosos, a los que
se les llama «hijos de Dios» (1,6; 28,7.). Son su escolta de honor, sus consejeros y mensajeros (5,1;
33,23-24) , pero no son de la misma categoría divina, ya que Dios puede encontrar en ellos
imperfecciones (4,17-19; 5,2). Entre ellos hay uno que tiene por misión tentar a los hombres y
acusarlos ante Dios (l,6s; Jue 9,23; Zac 3,1-2.), Es Satán, el «enemigo» por excelencia, el fiscal, el
acusador, que no cree en la sinceridad de la virtud de Job.
c) El hombre —La vida viene de Dios, como la luz (3,4-5-20. Dios es el que modela el embrión en
el seno materno. Puesto que la vida viene de Dios, la permanencia en ella depende también de su
poder: «tiene en su mano el alma de todo viviente y el espíritu de toda carne del hombre» (10,8-12.).
Por eso Dios es también el autor de la muerte; de ahí que en la boca de Job nunca aparece la idea
del suicidio, a pesar de maldecir de su triste situación (3,1s.). Pero la muerte puede considerarse como
un bien, en cuanto que representa la cesación de los dolores (1,11-12; 6,8-9). Los muertos van a la
región tenebrosa de la que no es posible salir (14,7-12.18-22).
d) Dios y el hombre —Todo viene de Dios: la alegría y el dolor, la enfermedad y la salud, la
riqueza y la pobreza (5,18; 22,l8.). Job acepta con resignación oriental y aun fatalista su triste
situación: «Dios lo ha dado y Dios lo ha quitado... Si de El recibimos los bienes, ¿por qué no los
males ?» (1,21). El profundo sentimiento religioso de la vida le hace ver la mano de Dios en todo.
La mirada de Dios se extiende a todas las acciones del hombre (7,12.17-20), al que vigila
despiadadamente para darle el merecido (4,17-19; 15,14-16.), El hombre, frente a Dios, es un ser
imperfecto, indigno de presentarse ante El, como también lo son los mismos ángeles, pues en ellos
encuentra manchas el Omnipotente (25,4-6.). Las relaciones entre Dios y el hombre están presididas
por las exigencias de su justicia. Dios es el Juez que vigila por mantener el derecho y la equidad
(9,14-16; 10,13-15), y, como tal, pesa las acciones de los hombres en balanza justa (31,6.). El mismo

12MAXIMILIANO GARCÍA CORDERO, O. P. Libros Sapienciales -Comentario a la biblia por profesores de


salamanca. Ed. BAC. Madrid. 1962- P. 23.
protagonista, después de desahogar sus dudas sobre la justicia divina (9,14-16.30), la reconoce como
algo esencial, y por eso tiene firme esperanza de recuperar su salud y de ser rehabilitado en la
sociedad (19,25-27). El hombre, por estar vinculado a Dios en su ser y en su existencia, le debe un
temor reverencial (1,1.8; 2,3) , que es la verdadera «sabiduría» (28,28.) . Ello implica el
apartamiento sistemático del mal, que se opone a Dios (1,1.8; 2,3;). La oración es el medio eficaz
para conseguir la benevolencia divina (8,5-7; 11,13-15). El pecado, en sus múltiples manifestaciones,
aparta de Dios (8,13; 21,14-16.). Los malvados son contrarios a la justicia exigida por el Creador
(1,22; 2,10; 8,22). Se recrimina el robo (24,14-), el adulterio (24,15), el asesinato (24,14), la opresión
de los pobres (31,13-18.); se proscribe la astrolatría (31,26-28). Todo esto refleja la predicación
profética y la teología de los Salmos (Jer 8,1-2; Is 45,8; Dt4,10). La sociedad es así dividida en dos
mitades: la de los que siguen la ley divina y la de los que se olvidan de Dios, entregándose a sus
concupiscencias.

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