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MITO DE NARCISO:

El relato más conocido sobre el mito de Narciso es el que Ovidio relató en su tercer libro de Las


Metamorfosis en el año 43 a. C. La tragedia comienza a gestarse ya desde la concepción del
niño Narciso, puesto que él es fruto de la violencia sexual. El dios-río Cefiso, después de raptar
y violar a la náyade Liriope, engendró en ella a un joven de espléndida belleza, a quien dieron
por nombre Narciso. Preguntado sobre si el recién nacido tendría una larga vida, Tiresias, el
sabio capaz de predecir el futuro, contestó crípticamente «Sí, siempre y cuando nunca se
conozca a sí mismo».
A lo largo de su vida, Narciso, va a provocar en hombres y mujeres, mortales y dioses,
grandes pasiones, a las cuales no responde por su incapacidad para amar y para reconocer
al otro. Según el relato de Ovidio, entre las jóvenes heridas por su amor estaba la ninfa Eco,
quien había disgustado a Hera y por ello ésta le había condenado a repetir las últimas palabras
de todo cuanto se le dijera. Eco fue, por tanto, incapaz de hablarle a Narciso de su amor por él,
pero un día, cuando él estaba caminando por el bosque, acabó apartándose de sus compañeros.
Cuando Narciso preguntó «¿Hay alguien aquí?», Eco contenta respondió: «Aquí, aquí». Incapaz
de verla oculta entre los árboles, él le gritó: «¡Ven!». Después de responder: «Ven, ven», Eco
salió de entre los árboles con los brazos abiertos. Narciso cruelmente se negó a aceptar su amor.
Tentado por Afrodita, al contemplar su imagen en el espejo de la superficie del agua, sintió
una fascinación por su propia imagen de la que no pudo sustraerse. No podía tocar ni
abrazar al ser que veía reflejado en el agua, pero tampoco podía apartar su vista de él.
De cualquier modo, Narciso, subyugado por la bella imagen de sí mismo que le devolvía el
río, se retrajo de toda posible relación amorosa con otros seres, e incluso de atender sus
propias necesidades básicas, y su cuerpo se fue consumiendo para terminar convertido en
la flor narciso, una flor tan hermosa como embriagante. Mientras tanto, Eco, consumida de
melancolía, se retiró a una cueva donde su cuerpo también se consumió, quedando de ella solo
una voz sin forma que repite, en la lejanía, la última frase o sílaba que se pronuncie.

Narcisismo primario:

En psicoanálisis se entiende por narcisismo una forma de estructuración de la personalidad, y una etapa
del desarrollo del ser humano. Distinguen los psicoanalistas dos tipos: el narcisismo primario de los
primeros meses de la existencia y donde el niño dirige toda sus energías a la satisfacción de sus
necesidades. narcisismo primario, al momento en que el niño se toma a sí mismo como objeto de amor,
antes de elegir objetos externos. Todo su erotismo y/o energía libidinal es autodirigida y el mundo
exterior no existe.

NARCISISMO Y REGRESION A LA INFANTILIDAD:

Desde el punto de vista freudiano de la psico-patología, la estructuración de una personalidad narcisística,


implica una detención o fijación del desarrollo de la persona a etapas infantiles de profunda gratificación,
o en una regresión del individuo a estos períodos, por su incapacidad para tolerar y enfrentar los retos y
fracasos que la maduración y la vida le imponen.
El narcisista:

Resulta desconcertante para muchos el hecho de que el narcisista suele exhibir una aparente autoestima
formidable, y socialmente aparece como una persona muy segura, sabedora de lo que quiere y
completamente resuelta. En realidad con ello el narcisista está camuflando su vacío interno, su carencia
real de autoestima. En la infancia temprana de estos individuos se encuentra a menudo una actitud
indiferente o minusvaloradora por parte de sus progenitores, lo cual les deja una inseguridad que tratan de
compensar por medio de una autoevaluación exagerada, irreal e inflada.

La consecuencia es que los narcisistas necesitan mirarse continuamente en el espejo de los demás para
saber quiénes son, y al descubrir una pésima imagen de ellos mismos se ven en la necesidad de ocultarla y
esconderla. Desarrollan entonces en compensación una imagen artificialmente sobrevalorada hasta lo
patológico. Las personas inteligentes, sanas, que se percatan de la artimaña, o que simplemente son más
valiosas o agraciadas que ellas se convierten entonces para el narcisista en una amenaza para esa imagen
artificial con la que el narcisista sustenta su autoestima, por lo que su comportamiento con ellos es
manipulativo, y cuando la manipulación no surte efecto, perseguidor.

Los sujetos narcisistas poseen una autoestima muy vulnerable, siendo por esto muy sensible al "ultraje"
de la crítica o la frustración; en relación con esto, las críticas pueden llegar a obsesionarles y hacer que se
sientan hundidos y vacíos. Otro síntoma es el deterioro de sus relaciones sociales como consecuencia de
su pretenciosidad y necesidad constante de admiración.

Características

La personalidad narcisista se caracteriza por un patrón grandioso de vida, que se expresa en fantasías o
modos de conducta que incapacitan al individuo para ver al otro. 

Las cosas más obvias y corrientes, si se le ocurren a él o ella, deben ser vistas con admiración y se
emborracha en la expresión de las mismas. Hay en el Narcisista una inagotable sed de admiración
y adulación. Esta necesidad lo incapacita para poder reflexionar tranquilamente y valorar serenamente la
realidad. Vive más preocupado por su actuación, en cuanto al efecto teatral y reconocimiento externo de
sus acciones, que en la eficacia real y utilidad de las mismas. 

En resumen, las personas narcisistas, aun cuando pueden poseer una aguda inteligencia, esta se halla
obnubilada por esa visión grandiosa de sí mismas y por su hambre de reconocimiento.

Por otro lado, la personalidad narcisista es, en sí misma, es una forma de supervivencia. Hemos visto en
el mito cómo Narciso es el producto de una acción terrible. La personalidad narcisista nace de una
violencia, de un terrible trauma, de una herida inferida al individuo en sus primeras etapas del desarrollo o
antes, cuando la herida es la madre y ella trasmite al hijo su resentimiento, su dolor, su rabia y su temor.
Se refugia, el traumatizado, en su propia imagen de grandiosidad, ello le permite elevar su maltrecha
auto-estima y sentirse un poco mejor consigo mismo. Su hambre insaciable de reconocimiento se asila en
la admiración y la adulación de quienes lo circundan. Vemos cómo personas con una inteligencia
mediocre y una cultura pobre, escalan posiciones sorprendentes, para ellas el recapacitar no existe. Aún
las más insulsas ideas son expresadas con un espíritu mesiánico, se enamoran de las ideas de otros y las
hacen propias sin la más mínima consideración moral ni ética. Estos últimos logran capitalizar a una
horda de Narcisistas depresivos que creen, ingenuamente, en la verdad expresada por el pseudo-maestro.
Ellos lo seguirán fielmente, no importa cuán errado esté.

El recurso de la mitología nos brinda la imagen para la comprensión de la conducta y el mito de


Narciso es concluyente en la terrible frase del oráculo: «El niño tendrá larga vida si nunca se
observa a sí mismo». Así, en la no reflexión es donde puede sobrevivir este personaje. Sin
embargo, Narciso, en castigo a su ser desalmado, es transformado en una planta que da unas
flores muy bellas, de olor nauseabundo y estéril de fruto. El mito nos dice que en este tipo de
personas hay, a pesar de su apariencia, algo que huele muy mal.

1. Tiene un sentido grandioso de su propia importancia


2. Lo absorben fantasías de éxito ilimitado, poder, brillantez, belleza, o amor ideal
3. Se considera especial y único: sólo puede ser comprendido por, y sólo debería asociarse con,
otras personas especiales o de alto estatus personal o institucional.
4. Requiere excesiva admiración (es un síntoma que denota una baja autoestima y una gran
preocupación por hacer bien el trabajo y por cómo son vistos por los demás).
5. Tiene un sentido exagerado y no equitativo de sus propios derechos. Piensa que se le debe todo.
Tiene un sentido de "categoría" con irrazonables expectativas de un trato especialmente
favorable o de una aceptación automática de sus deseos.
6. En sus relaciones interpersonales es explotador. Se aprovecha de los demás para conseguir sus
propios fines (espera que se les dé todo lo que desee, sin importar lo que ello suponga para los
demás, y puede asumir que los demás están totalmente interesados en su bienestar).
7. Carece de empatía y es reacio a reconocer o identificar las necesidades y sentimientos de los
demás.
8. Es frecuentemente envidioso de los demás o cree que los demás le tienen envidia (pueden llegar
a devaluar a personas que hayan recibido una felicitación al pensar que ellos son más
merecedores de la misma).
9. Muestra actitudes y comportamientos arrogantes y altivos o prepotentes.

Narcisismo y vergüenza:
Se ha sugerido que el trastorno narcisista de la personalidad (TNP) puede estar relacionado con
mecanismos de defensa de la persona frente a la vergüenza.

Narcisismo y sociedad:
Lo que es del individuo puede ser trasladado sin mayores dificultades a la sociedad. Diversos
filósofos y sociólogos, han caracterizado la segunda mitad del siglo XX y lo que va del XXI
como una época 'narcisista'.  Cultura del yo, expresivismo y énfasis en la exteriorización de la
persona, desierto social y pérdida del sentido, indiferencia ante cualquier realidad que implique
tomar postura, apatía total de la juventud, disolución de la política y preferencia por el ámbito
privado en todos los sentidos, sobreinformación, consumo, democratización del conocimiento, y
muchos otros factores que hacen posible hablar de la posmodernidad como una época
'narcisista' pues, a través del excesivo culto al yo, la identidad personal y su afirmación está
muriendo: en la medida en que todos los procesos se democratizan y se da un énfasis tan terrible
a la afirmación del yo genuino, éste termina por diluirse en una multitud de 'yoes'.

El narcisismo según Byung Chul Han:


Han es un filósofo contemporáneo: habla de Twitter, de Facebook, de las selfies. Piensa su
época. A juicio de Byung-Chul Han, vivimos en una sociedad cada vez más narcisista. Y no
solo narcisista, sino tambien pornográfica, consumista, depresiva, agotada, “del cansancio”. Por
si esto fuera poco, los medios de comunicación amplifican la confusión ya que generan tal
cantidad de datos e información, en definitiva ruido. Al narcisista el mundo se le presenta como
una proyección de sí mismo, no siendo capaz de conocer a otro en su alteridad. Solo hay
significaciones allí donde él se reconoce a sí mismo. Deambula por todas partes como una
sombra de sí mismo, hasta que se ahoga en sí mismo. Efecto de esto es la depresión. El
narcisista depresivo está agotado y fatigado de sí. Carece de mundo y está abandonando por el
otro.
En cambio, afirma Han, el Eros arranca al sujeto de sí mismo y lo conduce fuera, hacia el otro.
El amor no es posesión y dominio del otro sino aceptación de su alteridad. Este postulado tan
aceptable para la razón y el corazón hoy parece quebrarse. Nos encontramos ante un fenómeno
de erosión y desaparición del otro, algo apenas percibido por nuestras sociedades cada vez más
narcisistas. Así, el sujeto se ahoga en su propio ego y el narcisismo atrapa como una tela de
araña las personalidades. El narcisista no ama, tan sólo ve en el otro una proyección de sí
mismo, así, se asfixia en el “infierno de lo igual”. Por lo tanto la depresión se convierte, según
el filósofo coreano, en la enfermedad paradigmática de nuestro tiempo.
El actual sujeto narcisista está abocado al rendimiento y éxito personal. Eros hace posible una
experiencia del otro en su alteridad, sacándonos del infierno narcisista, generando un
desconocimiento de sí mismo, un vaciamiento.
El explotador es ahora el explotado. La explotación de sí mismo, a juicio de Han, es mucho más
eficiente que la ajena, pues va unida al sentimiento de libertad, la cual se manifiesta como
depresión y agotamiento.  Tras la aparente libertad del individuo, que ya no entiende como
sujeto sometido, sino como desarrollo de un proyecto. Quien fracasa es culpable. No hay nadie
a quien pueda hacer responsable. No hay posibilidad de expiación, como en la religión.

Redes sociales y narcisismo:


La pérdida de distancia, la pérdida de la esfera privada y la pérdida de la soledad, suponen una
exposición constante. En las redes sociales se conocen usuarios y se habla con perfiles.
Han habla de cierto incremento del narcisismo en contraposición con el amor propio, donde uno
aumenta para que el otro disminuya. El narcisismo supone que todos las cosas del mundo,
incluida la pantalla del celular, son un espejo, la continuidad de un Yo vaciado que se busca y
refleja en los objetos: ya sea un posteo de Facebook o en una selfie en Instagram. Y eso es en
detrimento del amor propio que es la posibilidad de poner un límite al otro y definir un Yo más
firme. El narcisismo no contempla al otro más que como extensión del Yo. 
Las redes sociales son el nuevo espejo del Narciso digital contemporaneo. En el enjambre hay
una muchedumbre de usuarios donde hay homogeneidad en lo que hacemos para participar de
esos entornos, pero al mismo tiempo desde un lugar narcisista e individual con poca posibilidad
para hacer vínculo. Nuestras listas de contactos en las redes son muy parecidos a nosotros
mismos porque es una relación especular.
“¿Cree usted posible un mundo digital distinto, que no sea egoísta ni narcisista?No es la
digitalización la que nos hace narcisistas. Ella se limita a intensificar el narcisismo que ya hay”.

Los medios digitales están hoy impregnados de narcisismo. El creciente narcisismo es un gran
peligro para nuestra sociedad. La forma de producción neoliberal intensifica el narcisismo. Hoy
cada uno es empresario de sí mismo. Cada uno se realiza a sí mismo. Cada uno se produce a sí
mismo. Cada uno venera el culto, la liturgia del yo en la que uno es sacerdote de sí mismo. Ya
no somos capaces de un nosotros, de una acción común. Incluso el actual culto a la autenticidad
hace que la sociedad se vuelva narcisista. El narcisismo hace que se pierda el eros en la cultura.
Invertimos todas las energías libidinosas en el ego. La sobreacumulación narcisista de libido de
ego nos pone depresivos y genera sentimientos negativos, como la angustia.

Esa ‘erosión del otro’ es la que mata al Eros, porque el narcisista no puede encontrar nada fuera
que sea distinto de sí, y por lo tanto no hay nada que pueda amar

Destacan Han que la depresión es también una enfermedad narcisista pues conduce a ella una
relación exagerada y patológicamente recargada con uno mimo. “El sujeto narcisista-depresivo
carece de mundo y está abandonado por el otro. Lo opuesto sería el amor, pues arranca al sujeto
de sí mismo y lo conduce hacia fuera, hacia el otro”.

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