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El 29 de julio de 2003, la Sala dictó auto a través del cual acordó requerir información:
3. Y a la Defensoría del Pueblo, de las diligencias realizadas por dicho despacho respecto del
funcionamiento del Servicio de Búsqueda y Salvamento (SAR).
A fin de cumplir con lo acordado, la Sala, dio a los señalados organismos un lapso
de cinco días a partir del recibo de la respectiva comunicación, caso contrario la Sala
decidiría con las actuaciones cursante en los autos.
Realizado el estudio del caso, pasa esta Sala a pronunciarse en los siguientes términos:
ÚNICO
“...El amparo se origina por los sucesos ocurridos en el mes de diciembre de 1997, y
realmente resulta sorprendente que para esta fecha no existan actos conclusivos en relación
a los ilícitos penales derivados del accidente aéreo que ha sido descrito en el amparo.
No encuentra la Sala pruebas de que tal omisión sea imputable exclusivamente al Ministerio
Público, ya que dicho ente se excusa por no haber tenido acceso al expediente, ya que el
mismo, estaba en poder del Tribunal de Transición, quien no envío a la Fiscalía copia
certificada del mismo. Aduce, además el Ministerio Público que ha estado actuando, y
acompaña carpeta contentiva de 14 recaudos, que demuestran que desde el 23 de enero de
2001 hasta el 1 de agosto de 2002 ha venido realizando actuaciones, aunque los
documentos acompañados no demuestran una actividad urgente en este sentido. Sin
embargo, a juicio de la Sala no puede asegurarse que exista una omisión del Ministerio
Público en cumplimiento de sus funciones, motivo por el cual debe declarar sin lugar el
amparo contra dicho órgano.
Ahora bien, a pesar del exhorto formulado por la Sala al Ministerio Público en cuanto a
“que en el término más breve, concluya la fase de investigación”, el hecho que la
información requerida al Fiscal General de la República, no fue satisfecha, hace presumir
a la Sala que, la fase de investigación en el caso conocido como VIPROCA no ha
concluido.
Por ello, estima la Sala que, la razón asiste a la solicitante, cuando afirma que el Ministerio
Público hizo caso omiso al exhorto de la Sala, ya que han transcurrido más de nueve (9)
meses y la investigación aún continúa, no obstante que en el caso existen dos imputados
con auto de detención firme, circunstancia ésta que le hace preguntarse cuanto tiempo
entonces habrá de esperar para que se cumplan las diligencias de investigación
ordenadas en su oportunidad por la Corte de Apelaciones del Circuito Judicial Penal de la
Circunscripción Judicial del Estado Vargas.
Al respecto, precisa la Sala que, si bien el amparo incoada contra el Ministerio Público en
la persona del Fiscal General de la República, se declaró sin lugar, ello no impide a la Sala
hacer efectiva su función jurisdiccional.
Por tal motivo, estima la Sala que, en el presente caso, debe proceder a la ejecución
forzosa de lo decidido, a través del mecanismo más adecuado a la naturaleza del asunto
objeto de la pretensión constitucional.
En tal sentido, observa la Sala que, la presente acción de amparo fue ejercida por
la abogada Carmen Onilda Gómez Paz, en nombre propio y como apoderada judicial del
ciudadano Francesco Porco Gallina Pulice y de tres (3) menores, según consta en poder
debidamente autenticado ante la Notaría Sexta del Municipio Baruta del Estado Miranda,
el 29 de septiembre de 2000, otorgado por la ciudadana Iris Lara de Núñez, tutora de
éstos, quien fue debidamente autorizada para ello por el Tribunal Tercero de Protección
del Niño y del Adolescente de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de
Caracas, por la omisión, entre otros organismos, del Ministerio Público, en el proceso
seguido contra los ciudadanos LIDIJA EUSEBIA RODRÍGUEZ ALFONSO y CIRILO
ENRIQUE RADA TOVAR, con ocasión del accidente aéreo ocurrido en el Estado Vargas,
en el mes de diciembre de 1997, conocido como caso VIPROCA y en donde ostentan el
carácter de víctimas, puesto que, desde hace varios años el Ministerio Público tiene en
sus manos, copia certificada del expediente, y no ha dado cumplimiento a lo señalado en
el hoy artículo 522 del Código Orgánico Procesal Penal, como lo ordenó la Corte de
Apelaciones del Circuito Judicial Penal del Estado Vargas, en su sentencia del 1º de
septiembre de 1999, incumpliendo así con su atribución de garantizar el proceso y la
celeridad y la buena marcha de la administración de justicia.
De lo señalado se evidencia que, en el proceso penal que dio origen a la presente
acción de amparo, la accionante y sus representados, son víctimas del delito objeto de
dicho proceso y, por ende, conforme lo establecido en el artículo 120 del Código Orgánico
Procesal Penal, pueden ejercer varios derechos.
“Las víctimas de hechos punibles tienen el derecho de acceder a los órganos de administración de
justicia penal de forma gratuita, expedita, sin dilaciones indebidas o formalismos inútiles, sin
menoscabo de los derechos de los imputados o acusados. La protección de la víctima y la
reparación del daño a la que tengan derecho serán también objetivos del proceso penal...”
Y, como objetivo del proceso penal en la norma contenida en el artículo 118 eiusdem, que
establece:
“La protección y reparación del daño causado a la víctima del delito son objetivos del
proceso penal. El Ministerio Público está obligado a velar por dichos intereses en todas
sus fases. Por su parte, los jueces garantizarán la vigencia de sus derechos y el respeto,
protección y reparación durante el proceso.
Es por ello que, la víctima puede intervenir en el proceso penal sin necesidad de
querellarse.
Ahora bien, en el nuevo proceso penal venezolano, la víctima del delito tiene
extremo interés en las resultas del proceso debido a la lesión que recibe; en todo caso,
debe dársele un trato igual que al imputado, sobre todo cuando la ley no lo prohíbe, sino
que por el contrario lo establece como principio del proceso en el artículo 12 del Código
Orgánico Procesal Penal, en virtud del derecho a la igualdad procesal de las partes como
expresión del derecho a la defensa.
El principio de igualdad entre las partes aparece también consagrado en la Convención Americana
sobre Derechos Humanos, Pacto de San José de Costa Rica -aplicable dentro de nuestro
ordenamiento jurídico, con rango constitucional, por así disponerlo el artículo 23 del texto
fundamental- establece en su artículo 8 lo siguiente:
“Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías dentro de un
plazo razonable, por un juez o tribunal competente, independiente e imparcial,
establecido con anterioridad por la ley, en la sustanciación de cualquier
acusación penal formulada contra ella, o para la determinación de sus derechos y
obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de cualquier otro carácter”.
De allí que, a juicio de la Sala, en el ámbito del derecho procesal penal, los órganos
jurisdiccionales se encuentran en la obligación de garantizar la vigencia plena de los
derechos de la víctima, dentro de los cuales se encuentran, tanto los derechos y garantías
establecidos en el texto constitucional para todos los ciudadanos, como los derechos
específicos que consagra a su favor la ley adjetiva penal, en varias de sus disposiciones
normativas, las cuales, en todo caso, deben ser interpretadas de manera amplia y
concordada a fin de que se logre la finalidad del proceso y, en definitiva, se garanticen los
referidos derechos y garantías constitucionales.
Al respecto, observa la Sala que, el artículo 313 del Código Orgánico Procesal
Penal, establece al Ministerio Público la obligación de procurar dar término a la fase
preparatoria del proceso -fase de investigación- con la diligencia que el caso requiera.
Ahora bien, no consagra la referida norma -ni ninguna otra disposición de la ley
adjetiva penal- que la víctima, ante la inactividad del Ministerio Público de dar término a la
investigación, pueda requerir al Juez de Control la fijación de plazo al Ministerio Público,
menos aún la sanción en caso de vencimiento del lapso prudencial fijado.
“El artículo 26 de la Constitución expresa que toda persona tiene derecho de acceso a los órganos
de administración de justicia para hacer valer sus derechos e intereses, incluso los colectivos o
difusos, y a la tutela efectiva de los mismos.
El acceso a la justicia se le garantiza así directamente a toda persona natural o jurídica, mediante
el ejercicio de su derecho de acción a través de la demanda, la cual, para ser admitida, debe cumplir
determinados requisitos, pero la acción, como llave para mover la jurisdicción, la tienen todas las
personas capaces que solicitan justicia, sin necesidad de utilizar intermediarios para ello, a menos
que se garanticen una serie de derechos que obliguen al intermediario a actuar.
El artículo 11 del Código Orgánico Procesal Penal, con exclusividad, otorgó la acción
penal al Estado para que la ejerza a través del Ministerio Público, quien está obligado a
ello, salvo las excepciones legales.
Tal exclusividad de ejercicio por parte del Ministerio Público en los delitos de acción pública, no
puede desplazar el verdadero interés de la víctima para perseguir penalmente al victimario, lo que
logra mediante una serie de mecanismos que le permiten instar y controlar el ejercicio de la acción
por parte de su titular; y ello ha sido reconocido por esta Sala, en sentencia de 3 de agosto de 2001
(Caso: José Felipe Padilla). Caso que así no fuere, se estaría infringiendo el artículo 26
Constitucional”(resaltado de la Sala).
Por ello, a juicio de la Sala, dicha falta de previsión legal del Código Orgánico
Procesal Penal -que es preconstitucional- estaría limitando los derechos constitucionales
consagrados a las víctimas de delitos, a quienes igualmente debe tutelarse el derecho del
ejercicio de la acción penal.
DECISIÓN
Por las razones expuestas, esta Sala Constitucional del Tribunal Supremo de
Justicia, administrando justicia en nombre de la República y por autoridad de la Ley,
Declara PARCIALMENTE CON LUGAR la solicitud de ejecución de la sentencia No. 2173
del 9 de septiembre de 2003, formulada por la abogada CARMEN ONILDA GÓMEZ PAZ,
actuando en nombre propio y en su carácter de apoderada judicial del ciudadano
FRANCESCO PORCO GALLINA PULICE. En consecuencia se ordena a la Presidencia
del Circuito Judicial Penal de la Circunscripción Judicial del Estado Vargas, designe un
Juez de Control de dicho Circuito Judicial Penal, a fin que fije plazo al Ministerio Público
para la conclusión de la investigación, con sujeción a la doctrina establecida en el presente
fallo.
El Presidente de la Sala,
El Vicepresidente-Ponente,
Los Magistrados,
El Encargado de la Secretaría,
TITO DE LA HOZ
JECR/