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En un episodio de Kung Fu, al joven Kuai Chang le envían a comprar algo junto con otros

aspirantes y les robaron por el camino, al regreso, el maestro invidente les preguntó sobre lo
que habían aprendido. Uno de ellos dijo que no se debía confiar en desconocidos, y "el
pequeño saltamontes" dijo que “hay que esperar lo inesperado”.... El maestro le dijo solo a él
que se podía quedar en la orden, porque había aprendido la lección. Este libro es un poco
este tema, porque enseña a aceptar contradicciones y a poder vivir con esto. Esto, es un tema
de aceptar la complejidad, de aceptar cosas antagonistas como necesarias para tener
equilibrio. ¿De qué serviría una vida de solo confort, si no hubiera algunos episodios
"dolorosos" que nos traen a la realidad? De hecho, este es uno de los problemas de nuestros
tiempos, el buscar confort a todo dar.
En las meditaciones, muchos de los aspirantes en los escenarios Zen se encuentran con que
deben salir a las 4:30 de la mañana a lo alto de una montaña, soportando el frío y los tiritones
y el castañeo, para que en medio de la adversidad, se concentren en la respiración. Se
concentren en el aire que entra por una fosa y sale caliente por la otra. En como sube y baja el
diafragma... en que los pensamientos llegan como olas en el mar y luego se van. De paso,
refuerza que somos creadores y que cada vida es profundamente valiosa e irrepetible, que se
deben dar gracias por respirar a la rosada luz del día en cada día (no es mío, es de Novalis),
pero ligó perfecto, porque cada vida es intrínsecamente valiosa y se debe gestionar lo mejor
posible. Y el amor romántico, curiosamente, es algo que nos ha hecho ver el mundo en una
visión limitante, en el sentido que mucha gente -aunque suene raro- no se siente completa si
no tiene una pareja. Y quien sufre por esto, vive solamente en función de esto y deja de pasar
de lado muchas cosas. De hecho el amor, es más como un ágape, que un eros. Y en este
sentido de comunidad, de ágape, viene un caso muy singular de como una pareja logró sacar
adelante un niño con autismo, no esperando que él se pusiera al nivel de ellos, como se suele
hacer en la educación, sino ellos poniéndose al lugar de él, meciéndose como él, gesticulando
como él... y curiosamente, este forma diversa de ver el mundo, hizo que este ser demostrara
que el autismo es un estado con necesidades especiales y particulares de educación.
Y concluyo con esta parte que me ha llamado tanto la atención, todos necesitamos buscar una
dosis de incomodidad. De irnos parados en el bus, de dejar que otro pase primero, de llevar
un libro para la omnipresente fila. De considerar a un energúmeno como un maestro Zen. Esto
último es muy retador, pero muy formador, porque como dijo Nietzche, lo que no te mata, te
fortalece....

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