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Historia de la educación en Bahía Blanca (1880-2001)
La Ley n.o 988 establecía tres tipos de “escuelas comunes”: las escuelas infantiles o
jardines de infantes para niños de tres a seis años, las escuelas elementales para
niños de seis a diez años y que brindaban los cuatro primeros grados de la escolari-
zación obligatoria. Finalmente, se encontraban las escuelas graduadas o superiores,
en las que se desarrollaba la totalidad del programa obligatorio de seis grados, a las
que debía concurrirse hasta cumplir la edad obligatoria de 14 años para los varones
y 12 años para las niñas. No obstante, la cantidad de escuelas graduadas en todo el
territorio provincial era muy escasa y para 1902 solo existían nueve establecimientos
de este tipo en toda la provincia, lo que constituye un claro ejemplo de segmentación
vertical. Las clases en las escuelas comunes debían dictarse de lunes a sábado de
11 a 16 horas, reservándose dos horas para la enseñanza religiosa los días sábados,
aunque la asistencia a las mismas no era obligatoria. En 1890, las clases religiosas
fueron suprimidas y reemplazadas por contenidos de “urbanidad”.
A partir de la sanción de esta ley todas las escuelas de mujeres que dependían de la
Sociedad de Beneficencia, incluyendo la de Bahía Blanca, pasaron al control de estos
nuevos organismos. La ley también reconoció la existencia de los establecimientos
particulares o privados, señalando que la educación común podía ser recibida en
escuelas públicas o privadas, o en la casa paterna, siempre que la enseñanza impar-
tida no fuera inferior a la que daba el Estado.
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Durante la segunda mitad del siglo XIX la mayor parte de los Estados europeos y
americanos, de manera casi simultánea, comenzaron a desarrollar políticas públicas
educativas a partir de la sanción de normativas que establecieron los principios de
obligatoriedad escolar, laicidad, gratuidad, unidad y gradualidad. Ya no bastaba
con tener escuelas de primeras letras en los municipios, escuelas parroquiales o
maestros particulares que enseñaran en sus casas: la educación debía impactar en
toda la población a fin de unificar la lengua, la historia y la cultura.
Para ello resultaba fundamental la inversión de una gran cantidad de recursos públi-
cos en la construcción de una importante infraestructura escolar para poder mate-
rializar estas pretensiones de universalización de la educación pública primaria con
un fin homogeneizador y nacionalizante, que se tradujo en la construcción defini-
tiva del Estado nacional en la década de 1860. La sanción en 1871 de la Ley n.o 463 de
subvenciones permitió el financiamiento por parte del tesoro nacional de las inicia-
tivas de instrucción pública primaria a cargo de las provincias, es decir, posibilitó
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Por otra parte, la segmentación implicó la división del sistema educativo en estruc-
turas sucesivas. Un ejemplo sería el proceso de graduación del aparato escolar en
cursos o grados anuales que deben ser acreditados por los estudiantes en forma
sucesiva para poder graduarse. Otro ejemplo de segmentación vertical fue el esta-
blecimiento de un sistema “dual”, conformado por una enseñanza elemental, al que
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debían acceden todos los niños, seguido de un nivel secundario al que ingresaban
solo algunos pocos. De esta manera se configuró un modelo de escolarización de
masas a partir de la expansión de escuelas primarias controladas por los Estados
provinciales y, simultáneamente, el Estado nacional se abocó al desarrollo de dife-
rentes propuestas de educación posprimarias no obligatorias.
El nivel secundario fue desde sus inicios un complejo conglomerado constituido por
instituciones educativas muy disímiles, creadas con finalidades diversas aunque
todas dependientes del Estado nacional. Esto fue posible porque el art. 5.o de la
Constitución de 1853 reserva a las jurisdicciones provinciales solamente el control
de la educación primaria, por lo que el Estado central vio la oportunidad de desa-
rrollar la formación media como una forma de consolidar su presencia en todo el
territorio nacional.
El inicio de este proceso fue la creación, en 1863, del primer colegio nacional en Bue-
nos Aires, conformado sobre la base del viejo colegio rivadaviano de Ciencias Mora-
les. Ofrecía una formación que preparaba “para todo”, por lo que el título de bachiller
obtenido luego de cinco años de estudios no otorgaba una habilitación profesional
específica. Inicialmente era la única institución que habilitaba para el ingreso a la
universidad, reclutando su matrícula entre los varones de los sectores más acomo-
dados, interesados en continuar estudios universitarios. Esta nueva institución en
realidad era una continuación de los tradicionales colegios preparatorios y ofrecía
una formación humanística clásica, signo de distinción cultural, un valor más alto,
para ciertos sectores, que la orientación hacia una preparación laboral. El primer
colegio nacional se estableció en la ciudad de Buenos Aires y sirvió de matriz para los
colegios nacionales que comenzaron a establecerse en las capitales de provincias. La
creación de colegios nacionales en territorios provinciales permitió al poder central
ofrecer una formación homogénea destinada a las elites provinciales. Es por esto
que entre 1863 y 1889 el Estado nacional fundó colegios nacionales en las ciudades de
Mendoza, San Juan, San Luis, Santiago del Estero, Catamarca, La Rioja, Tucumán,
Salta, Jujuy, Corrientes, Rosario, Paraná y La Plata.
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Las escuelas nacionales de comercio fueron creadas en 1890 con el objetivo de ofre-
cer una formación que habilitara profesionalmente para la inserción en el mercado
laboral, respondiendo a la demanda provocada por la expansión de las actividades
comerciales que estaba experimentando el país. Estas escuelas otorgaban inicial-
mente diversos títulos como el de Dependiente Idóneo de Comercio, Perito Mercan-
til y Contador Público. En 1897 fue creado el primer colegio industrial de la nación
y durante la primera década del siglo XX surgieron las primeras escuelas agrope-
cuarias, completando de esta manera un amplio abanico de ofertas profesionali-
zantes denominadas escuelas secundarias de “enseñanza especial”, todas a cargo
del Estado nacional.
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Al mismo tiempo que se sentaban las bases para la conformación de un sistema edu-
cativo nacional, la localidad de Bahía Blanca experimentó un notable crecimiento
motivado por la llegada del ferrocarril en 1884 y la construcción de un muelle de
embarque en el puerto de Ingeniero White al año siguiente. Esto propició que la
localidad se transformara en el punto de confluencia de la producción regional,
generando la expansión de las actividades agropecuarias así como el desarrollo
comercial y el intercambio de bienes y servicios. Estos cambios estimularon un gran
aumento de la población producto de la llegada de una gran cantidad de inmigrantes
que se instalaron en la periferia, dando origen a los barrios de Tiro Federal, Villa
Mitre, Villa Rosas, Noroeste y Harding Green. El incremento demográfico fue de
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una magnitud inusitada ya que la localidad pasó de 1472 habitantes en 1869 a reunir
una población de 14.238 para 1895, lo que motivó que fuera declarada ciudad ese
mismo año.
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embargo, para 1894 se encontraban matriculados en las diez escuelas públicas solo
unos 781 estudiantes, mientras que 680 niños ya estudiaban en los dos estableci-
mientos salesianos. El éxito de la propuesta educativa salesiana radicó probable-
mente en las características de su modelo pedagógico y su “método preventivo” que
implicaba una vigilancia afectuosa para evitar recurrir al castigo sistemático habi-
tual en las prácticas docentes. Para ello debía generarse un vínculo afectivo entre
docentes y estudiantes con la finalidad de establecer una relación de confianza, ele-
mento clave en la pedagogía salesiana.
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Una novedad importante que contribuyó a este incremento se produjo en 1905 con la
sanción de la Ley nacional n.o 4874 conocida como Ley Láinez, que facultaba al Estado
nacional a crear escuelas públicas en el territorio de las provincias que lo solicitaran.
Esto llevó, en apenas un lustro, al establecimiento de una decena de escuelas prima-
rias en zonas periféricas de la ciudad, aunque todas ellas quedaron bajo el control
del Estado nacional y organizadas pedagógicamente bajo los lineamientos de la Ley
nacional n.o 1420. De esta manera comenzaron a convivir dos ofertas diferenciadas
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para el nivel primario: las escuelas provinciales y las escuelas nacionales conocidas
como escuelas Láinez, situación que se mantendría durante siete décadas.
Durante esta etapa se produce la novedad del establecimiento de las primeras escue-
las de educación secundaria en la ciudad, dando respuesta a un ansiado anhelo
de la comunidad bahiense. La historia de la educación secundaria en Bahía Blanca
comenzó en 1895 cuando el colegio Don Bosco comenzó a dictar el primer año del
bachillerato secundario. Al año siguiente, el gobierno nacional reconoció este bachi-
llerato como incorporado a la enseñanza oficial y habilitó a los estudiantes a ren-
dir sus exámenes libres en uno de los colegios nacionales de Capital Federal al que
quedó “incorporado” en cumplimiento de lo establecido en la Ley nacional n.o 934,
que establecía que los estudiantes de los colegios “particulares” debían revalidar sus
estudios rindiendo examen en los colegios nacionales para que les fueran reconoci-
dos los estudios secundarios cursados. Esta primera experiencia de bachillerato fue
efímera ya que en 1902 las autoridades del colegio Don Bosco resolvieron cerrarlo
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para habilitar una “Academia Comercial”, por lo que la sección secundaria del cole-
gio Don Bosco adoptó el currículum de las escuelas nacionales de comercio a fin de
satisfacer la demanda de las casas comerciales y entidades bancarias de la ciudad
que buscaban contar con tenedores de libros y peritos mercantiles.
Dos años después el gobierno nacional realizó reformas al plan de estudios de las
escuelas comerciales, diferenciándolas en tres tipos:
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Entre 1929 y 1931, la Escuela de Comercio de Bahía Blanca fue habilitada para dar el
curso de Contador, que implicaba para ese entonces dos años más de especializa-
ción, luego de la obtención del título de Perito Mercantil. Sin embargo, el gobierno
nacional suspendió el curso sin que hubieran egresado alumnos; aun así, debido a
esta breve experiencia, la institución logró adquirir el carácter de Escuela Nacional
Superior de Comercio, que mantuvo desde aquel entonces.
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El Colegio Nacional abrió sus puertas en abril de 1906. Inicialmente solo tenía habili-
tado hasta cuarto año, por lo que sus alumnos debían inscribirse en el curso superior
del Colegio Nacional de La Plata si deseaban completar sus estudios. Finalmente
esto no fue necesario ya que pudo gestionarse el cursado completo y los primeros
bachilleres pudieron graduarse a fines de 1910.
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La creación del colegio no estuvo ajena a los problemas edilicios. Inicialmente fun-
cionó en un inmueble alquilado en calle Rodríguez 48 y poco después debió trasla-
darse a una casa alquilada en Sarmiento 168. Para hacer frente a las múltiples nece-
sidades de la institución, en 1920 fue creada la Asociación Cooperadora, entre cuyas
acciones más destacada figura la compra del edificio en 1963 y el financiamiento de
parte de sus reformas en las décadas siguientes.
El alumnado del Colegio Nacional era de clase media y media alta, y por su condición
socioeconómica podía afrontar posteriormente los costos de radicarse en ciudades
que tuvieran universidades. Por esto es que durante mucho tiempo los bachilleres
egresados del colegio se inclinaban hacia carreras liberales.
Por otra parte, el grado de desarrollo del nivel primario en la ciudad tornaba cada
vez más imperioso el establecimiento de una escuela normal que contribuyera a
resolver la escasez de maestros titulados. De esta manera, una activa campaña
impulsada por los medios de prensa logró que nuestra ciudad fuera incorporada
como uno de los destinos de las 34 escuelas normales que el gobierno nacional cons-
truyó entre 1904 y 1906. En febrero de 1906 se firmó el decreto de creación de una
escuela normal mixta en Bahía Blanca, pero recién en julio de ese año comenzaron
las clases debido a las serias dificultades para encontrar un inmueble apropiado.
Inicialmente la escuela se instaló en un complejo de tres viviendas alquiladas que se
encontraban en la primera cuadra de calle Fitz Roy. Allí comenzó a funcionar tanto
la escuela normal como su escuela primaria anexa, que funcionaba como departa-
mento de aplicación en donde las futuras maestras debían realizar sus primeras
prácticas docentes. Al día siguiente de su inauguración, el diario La Nueva Provincia
señalaba: “Ninguno de los establecimientos de enseñanza que funcionan actual-
mente en Bahía Blanca está llamado a vincularse más con nuestras familias como
la Escuela Normal, única en su género, capaz de realizar el propósito a que tiende
la sociología moderna: enaltecer a la mujer dándole los medios de ganarse la vida
honestamente y honrarse a sí misma”.
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este tipo de escuelas solo comprendía los primeros cuatro grados de la enseñanza
primaria. Además, desde un primer momento tuvieron que afrontar problemas de
infraestructura ya que todas estas escuelas fueron instaladas en inmuebles alquila-
dos por el gobierno nacional.
Las dos décadas siguientes transcurrieron sin grandes transformaciones, más allá
de la lógica ampliación de la matrícula y de la apertura de nuevas escuelas primarias
y secundarias, tanto públicas como privadas. Pese al crecimiento de instituciones y
alumnos, la mayor parte de las escuelas primarias seguían funcionando en locales
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Los problemas de infraestructura también eran padecidos por las escuelas secunda-
rias públicas. En 1918 la Escuela Nacional de Comercio tuvo que mudarse a Rondeau
29, donde funcionó hasta 1946. Esta era una casona acondicionada cuyas habitacio-
nes cumplían la función de aulas. Sucesivas reformas realizadas permitieron incor-
porar nuevas aulas y espacios, extendiéndose hasta calle Gorriti. La Escuela Normal
Mixta también debió mudarse en 1921 a un edificio de dos plantas que se encontraba
en la esquina de Brown y Villarino, en donde permaneció durante casi medio siglo.
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de los edificios definitivos para las tres escuelas primarias más antiguas de la ciu-
dad, las escuelas n.o 2, n.o 3 y n.o 5. También fueron levantados los nuevos edificios
de las escuelas n.o 9 y n.o 14 y se realizaron diversas refacciones en instalaciones de
otras escuelas. La construcción más emblemática de la época fue la de la escuela
n.o 2, denominado en ese momento como “Edificio Centenario”, ubicado en la pri-
mera cuadra de calle Vieytes donde funcionaba el viejo edificio de la escuela n.o 2,
construido en 1889. Este fue demolido en 1912 para proceder a la colocación de la
piedra fundamental de la nueva edificación, pero por diversos motivos las tareas
comenzaron recién en 1926, lo que llevó a que la escuela tuviera que mudarse hasta
la inauguración definitiva en 1928.
Otro problema que persistía al iniciarse la década de 1930 era la escasa cantidad de
escuelas provinciales públicas que contaban con enseñanza complementaria. Para
1930 solo había diez escuelas públicas complementarias: la 2, 3, 4, 5, 6, 8, 9, 11, 13 y 16;
por su parte, las escuelas primarias Láinez comenzarían a incorporar la escolaridad
completa de seis años durante el transcurso de esta década.
En 1936, un decreto del gobierno del conservador Manuel Fresco (1936-1940) imple-
mentó la educación religiosa en las escuelas de la provincia, ratificada por medio
de la Ley n.o 4755 que le dio un estatus legal definitivo y que se mantendría vigente
hasta 1955 cuando fue reemplazada por la Ley provincial n.o 5823 que reemplazó la
enseñanza religiosa por la de la “doctrina nacional” en el contexto de ruptura del
peronismo con la Iglesia católica.
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Los estudios superiores seguían siendo la gran deuda pendiente, en materia edu-
cativa, para la ciudad. El primer intento de establecer una institución universita-
ria que estuviera en consonancia con el desarrollo económico y cultural que había
alcanzado la ciudad se produjo en 1924, cuando el diputado nacional radical Mario
Guido presentó un proyecto de creación de la Universidad Nacional de la Costa Sur,
que contaría con una estructura académica conformada por tres facultades: Agro-
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Esta propuesta contó con el apoyo de la clase dirigente bahiense. En marzo de 1939,
un grupo nucleado en la filial local del Museo Social Argentino decidió crear una
institución privada denominada Universidad del Sur, como parte de una estrate-
gia que buscaba presionar al Congreso nacional para que aprobara el proyecto del
diputado Allperín.
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del Sur (ITS) en Bahía Blanca. En febrero de 1947 un decreto del Poder Ejecutivo
nacional dispuso la implementación de este instituto reconociéndole rango univer-
sitario y determinando los fondos necesarios para su funcionamiento.
El ITS, en sus comienzos, contaba con tres carreras: Contador Público, Ingeniería
Química y Química Industrial. Así, desde su creación, el instituto tuvo un perfil
tecnológico que lo diferenciaba del resto de los centros universitarios del país. Esta
orientación era congruente con el proyecto industrializador promovido desde el
gobierno nacional a partir de los planes quinquenales.
Inicialmente los estudios universitarios eran pagos y los alumnos debían abonar
por cada materia cursada así como por el derecho a rendir exámenes finales. Esta
situación perduró hasta diciembre de 1949, cuando por el Decreto presidencial n.o
6401 se eliminaron los aranceles en todas las universidades nacionales, quedando
establecida la gratuidad de los estudios universitarios. Esta decisión del gobierno
nacional junto con medidas tomadas por el ITS, como el establecimiento de un sis-
tema de becas, de un pensionado para estudiantes de la zona y la creación de una
Cooperadora de Estudiantes, contribuyeron al incremento de la matrícula, que en
1948 era de 269 estudiantes, pero que tres años después ya superaba los 1200 estu-
diantes inscriptos.
En febrero de 1948 fue designado como rector interino el Dr. López Francés, quien
desde setiembre de 1946 se desempeñaba como ministro de Hacienda de la provincia
de Buenos Aires. El hecho de que el rector fuese simultáneamente ministro facilitó
en gran manera la disponibilidad de partidas presupuestarias. El importante aporte
financiero realizado por el gobierno provincial permitió al ITS la compra de propie-
dades y la construcción de diversas instalaciones.
En primer lugar, el ITS funcionó en Rondeau 29, inmueble que había ocupado la
Escuela Superior de Comercio hasta 1946. En 1951 comenzaron las obras de cons-
trucción de la sede del rectorado en Colón 80, inaugurada dos años después, y del
complejo de av. Alem 1253, que finalizara recién en 1963. También en 1951 las autori-
dades del ITS crearon el Club Universitario con el objetivo de establecer un ámbito
para la realización de actividades sociales y deportivas. Se instaló en un predio de
av. Alem y San Juan que hasta 1949 ocupó la Sociedad Sportiva y que fue expropiado
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por el Estado provincial en beneficio del ITS. Al año siguiente, el ITS, a través de su
Cooperadora de Estudiantes, inició la construcción de un barrio compuesto por 17
casas, destinado a los alumnos de pocos recursos procedentes de la zona.
En 1952, el ITS estableció una Escuela de Bellas Artes, modificando de esta manera
su perfil técnico-productivo inicial, pero tuvo una existencia muy breve, como con-
secuencia de la intervención que se estableció al finalizar el mandato del gobernador
Mercante. Como el proyecto de desarrollo del ITS estaba muy ligado a su gestión y
la de su Ministro de Hacienda, López Francés, un decreto del gobierno nacional de
octubre de 1952 dispuso que el ITS dejara de depender de la UNLP y pasara a la esfera
del Ministerio de Justicia y Educación de la Nación. El gobierno nacional nombró
al Ing. Juan M. Rioja como interventor de la institución, quien dispuso el cierre de
las carreras de Bellas Artes con el argumento de que la institución debía retomar el
perfil técnico indicado en su proyecto de creación.
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Pero la rama del sistema educativo que el gobierno peronista impulsó más fuer-
temente fue la educación técnica, tanto en el nivel secundario como superior. Un
decreto de junio de 1944, ratificado dos años después por la Ley 12921, creó la Comi-
sión Nacional de Aprendizaje y Orientación Profesional (CNAOP) que diseñó un
sistema educativo paralelo determinando que las escuelas de artes y oficios con-
formarían un ciclo básico, las escuelas técnicas de oficios serían el ciclo medio y las
escuelas fábricas conformarían el ciclo superior. Esta formación culminaba en la
universidad obrera.
La universidad obrera fue una iniciativa del gobierno nacional que tuvo su origen en
la Ley 13229 sancionada en 1948. Sin embargo, su funcionamiento recién fue regla-
mentado por el decreto del Poder Ejecutivo en octubre de 1952, siendo inaugurada
oficialmente en marzo de 1953. Su finalidad era la promoción de la actividad indus-
trial nacional mediante la formación de recursos humanos idóneos, en línea con las
directivas planteadas desde el gobierno en el Segundo Plan Quinquenal.
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junto con la de La Plata y Tucumán. Cada facultad estaba dirigida por un decano,
quien debía ser obrero egresado de la escuela sindical de la CGT. Por su parte, la
dirección técnica recaía en un secretario, que necesariamente debía ser un técnico
o profesional con título habilitante. Este tipo de conducción evidenciaba la estrecha
relación entre la central sindical y la nueva universidad. Por ello no resulta extraño
que la iniciativa de crear una sede local de la UON partiera de la delegación regional
de la CGT ―que consideraba importante para la continuidad de los egresados de
las escuelas fábrica de la ciudad y la región― y contara con el apoyo del Instituto
Tecnológico del Sur.
La Facultad Regional Bahía Blanca (FRBB) de la UON inició sus actividades oficial-
mente en abril de 1954. Para ingresar se debía contar con el título de Técnico de
Fábrica otorgado por la CNAOP o el de las escuelas industriales de la nación. Las
tres carreras que se implementaron inicialmente fueron Construcciones Mecánicas,
Electrotécnica y Construcciones de Obras, cuyas clases se dictaban en horario ves-
pertino para facilitar el ingreso de estudiantes que trabajaban. El claustro docente
se conformó sobre la base de los profesionales con que contaba la ciudad, muchos
de los cuales ya se desempeñaban en el ITS.
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Luego del golpe de Estado de 1955, las autoridades de facto resolvieron interve-
nir las universidades nacionales. En el caso del Instituto Tecnológico del Sur, fue
designado como interventor el profesor de la casa Pedro González Prieto y, por
decreto n.o 2432, se convirtió a la institución en una entidad descentralizada hasta
que se le concediera categoría universitaria. El nuevo interventor, aprovechando el
apoyo brindado por diversos sectores de la ciudad, resolvió el cese de actividades
del instituto como una forma de presionar para que el gobierno de facto adoptara
una decisión definitiva para la casa de estudios. Finalmente, en enero de 1956, por
medio del Decreto Ley n.o 154 fue creada la Universidad Nacional del Sur (UNS) y se
designó como nuevo interventor a Vicente Fatone. La nueva universidad se organizó
bajo un sistema departamental, conformada inicialmente por ocho departamentos:
Contabilidad, Economía, Física, Geología y Geografía, Humanidades, Ingeniería,
Matemática y Química.
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Las escuelas de formación técnica secundaria pasaron por un proceso similar ya que
durante ese mismo año el gobierno nacional resolvió la unificación de todas las escue-
las fábrica e industriales bajo la órbita del Consejo Nacional de Educación Técnica
(CONET) que las renombra como Escuelas Nacionales de Educación Técnica (ENET).
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ción de los colegios estatales. De esta manera, se puso fin a la vigencia de la Ley
n.o 934 de 1878 que durante más de ochenta años había regulado el funcionamiento
de la educación privada, y se dio a los establecimientos privados de educación media
la facultad de otorgar títulos por sí mismos, sin necesidad de estar “incorporados”
a una institución de gestión estatal.
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La dictadura militar que llegó al poder con el golpe de Estado de 1976, autodeno-
minado “Proceso de Reorganización Nacional”, consideró la educación un campo
de batalla más en su lucha contra lo que denominaba la “subversión”, llevando ade-
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lante una política fuertemente represiva. El rol del Estado en el ámbito educativo
comenzó a ser definido como subsidiario, otorgando un lugar prioritario a la Iglesia
y la familia como agentes de la educación. La dictadura implementó una serie de
mecanismos de control sobre el aparato escolar, especialmente en las instituciones
universitarias y en las escuelas secundarias, que fueron sometidas a intervenciones
que desplegaron un fuerte aparato represivo, de control y vigilancia sobre profesores
y estudiantes que culminaron en secuestros, torturas, desapariciones y asesinatos.
Se prohibió el funcionamiento de los Centros de Estudiantes, se endurecieron los
reglamentos disciplinarios, se cambiaron planes de estudios, se censuraron pro-
gramas y bibliografía y se establecieron restricciones al ingreso en las carreras de
ciencias sociales y los estudios universitarios fueron arancelados.
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capacidad para revertir la crisis del modelo de Estado benefactor. El nuevo gobierno
otorgó al ámbito educativo la función de desmantelar el orden autoritario a partir
de la transmisión de valores democráticos, por lo que fueron modificadas las nor-
mas y reglamentos de convivencia, se crearon Consejos de Escuela y se fomentó el
restablecimiento de los centros de estudiantes en el nivel medio y superior. Pero
en cuanto a lo curricular, los cambios realizados solo estuvieron vinculados a los
contenidos de las materias de civismo en la escuela secundaria. Se reemplazó sim-
plemente la asignatura Instrucción Moral y Cívica por Educación Cívica, aunque
el gobierno convocó a un segundo Congreso Pedagógico Nacional que implicó un
profundo debate de todo el sistema educativo. Con respecto al nivel universitario,
finalizaron las intervenciones y se restablecieron los estatutos previos a 1966 y el
cogobierno, se eliminaron el arancelamiento y las restricciones al ingreso en las
carreras, lo que implicó un incremento significativo de la matrícula universitaria.
Las elecciones que marcaron el triunfo de Carlos Menem como presidente constituyen
un punto de inflexión en la historia de la educación argentina. A partir del año 1992,
casi inmediatamente después de superada la grave crisis hiperinflacionaria, Menem
inició una profunda transformación y reestructuración del sistema educativo argen-
tino que entendía como una parte central del proceso de “reforma del Estado”.
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