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HISTORIA DE LA EDUCACIÓN EN BAHÍA


BLANCA (1880-2001)
Mariano Santos La Rosa
MARIANO SANTOS LA ROSA
Profesor y licenciado en Historia (UNS), magíster en Ciencias Sociales con Mención en Educación
(Flacso) y Especialista en Políticas Educativas (Flacso). Profesor adjunto de Historia General de la
Educación y ayudante en Didáctica de la Historia (UNS), jefe de área del profesorado en Historia
del ISFD3 y capacitador de profesores de Historia para toda la región sur de la provincia de Buenos
Aires. Ha publicado un libro, cuatro capítulos de libro, una docena de publicaciones en revistas de
divulgación y más de cuarenta ponencias en congresos sobre temas vinculados con la historia del
currículum y de la enseñanza de la historia.

PIE DE FOTO Y FUENTE


Mariano Santos La Rosa

La configuración del proceso de escolarización

La historia de la educación en Bahía Blanca se inicia en la década de 1850 con la


instalación de dos escuelas de primeras letras: la Escuela de Varones y la Escuela de
Niñas que comenzaron a funcionar en 1854 y 1858 respectivamente. Por ese enton-
ces, cuando comenzaron a desarrollarse estas primeras experiencias educativas en
la localidad de Bahía Blanca, aún no existía un verdadero sistema educativo ni leyes
de instrucción común.

La noción de “educación primaria” resulta tan familiar que no siempre se tiene en


cuenta la historicidad de la forma institucional que ella designa. Hacia mediados
del siglo XIX existían en el territorio provincial distintos tipos de escuelas sin un
criterio que las unificase. Inicialmente eran establecimientos a cargo de un solo
docente, que funcionaban en un salón donde se atendían simultáneamente a estu-
diantes de edades y grados de conocimiento diverso. Había escuelas de la ciudad y
escuelas de campaña. Las escuelas podían ser fiscales (públicas) o particulares (pri-
vadas). Generalmente se trataba de emprendimientos individuales, por lo que era
usual que cada maestro enseñara lo que consideraba conveniente, siendo algunos
de ellos extranjeros que educaban en sus costumbres, su lengua, sus ideas. También
existían escuelas parroquiales a cargo de sacerdotes que enseñaban a leer y escribir
para desarrollar el catecismo. En general, las mujeres tenían escuelas separadas de
las de los varones que no se encontraban a cargo del Estado provincial, sino de la
Sociedad de Beneficencia, que también tenía a cargo las escuelas para huérfanos
que se caracterizaban por tener un régimen de internado.

No existía aún un currículum oficial ni un sistema graduado que exigiera avanzar


en la adquisición de determinados conocimientos a lo largo de varios años. En estas
escuelas se enseñaba a los varones a leer y escribir junto con elementos de doctrina
católica, luego gramática, ortografía, aritmética y geografía. Los contenidos a ense-
ñar a las niñas eran similares, a los que se agregaban costura, tejido y bordados. Esta
enseñanza de primeras letras, centrada en el manejo rudimentario de la lectura,
escritura, cálculos matemáticos y preceptos religiosos, posee diferencias impor-
tantes con respecto al currículum moderno que el Estado nacional y los Estados
provinciales impulsaron en el último cuarto del siglo XIX.

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Un hito muy importante para la historia de la educción bonaerense fue la sanción


en 1875 de la Ley provincial n.o 988, conocida como “Ley de Educación Común”, que
estableció los principios de gratuidad y obligatoriedad para la educación primaria
en la provincia de Buenos Aires. Esta norma, vigente hasta 1951, creó una adminis-
tración general centralizando la dirección de las escuelas primarias por medio de
la creación de dos nuevos organismos, el Consejo General de Educación y la Direc-
ción General de Escuelas. Asimismo, estableció los consejos escolares de distrito
como órganos de administración local. De acuerdo con Pablo Pineau, la provincia
de Buenos Aires constituyó el ámbito en el que los sectores conservadores ensa-
yaron las distintas propuestas educativas que luego implementaron o intentaron
implementar a nivel nacional. De esta manera, la Ley provincial n.o 988 se adelantó
en casi una década a la Ley nacional n.o 1420 que estableció la educación primaria
universal, obligatoria, gratuita y mixta en los territorios bajo control directo de las
autoridades nacionales.

La Ley n.o 988 establecía tres tipos de “escuelas comunes”: las escuelas infantiles o
jardines de infantes para niños de tres a seis años, las escuelas elementales para
niños de seis a diez años y que brindaban los cuatro primeros grados de la escolari-
zación obligatoria. Finalmente, se encontraban las escuelas graduadas o superiores,
en las que se desarrollaba la totalidad del programa obligatorio de seis grados, a las
que debía concurrirse hasta cumplir la edad obligatoria de 14 años para los varones
y 12 años para las niñas. No obstante, la cantidad de escuelas graduadas en todo el
territorio provincial era muy escasa y para 1902 solo existían nueve establecimientos
de este tipo en toda la provincia, lo que constituye un claro ejemplo de segmentación
vertical. Las clases en las escuelas comunes debían dictarse de lunes a sábado de
11 a 16 horas, reservándose dos horas para la enseñanza religiosa los días sábados,
aunque la asistencia a las mismas no era obligatoria. En 1890, las clases religiosas
fueron suprimidas y reemplazadas por contenidos de “urbanidad”.

A partir de la sanción de esta ley todas las escuelas de mujeres que dependían de la
Sociedad de Beneficencia, incluyendo la de Bahía Blanca, pasaron al control de estos
nuevos organismos. La ley también reconoció la existencia de los establecimientos
particulares o privados, señalando que la educación común podía ser recibida en
escuelas públicas o privadas, o en la casa paterna, siempre que la enseñanza impar-
tida no fuera inferior a la que daba el Estado.

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En 1876, en cumplimento de la nueva normativa, se conformó el primer Consejo


Escolar de Bahía Blanca entre cuyas amplias funciones establecidas por la Ley
n.o 988 se encontraban la supervisión del funcionamiento de las escuelas, la desig-
nación y reemplazo del plantel docente, el establecimiento de nuevas escuelas y la
propuesta de nuevos impuestos que permitieran incrementar las rentas escolares
del distrito, así como también el impulso de suscripciones y donativos y el fomento
de bibliotecas populares como la Biblioteca Rivadavia creada pocos años después,
en 1882. Estas amplias atribuciones estaban inspiradas en el principio anglosajón de
que la comunidad era responsable del desarrollo y financiamiento de la educación
pública en su localidad.

A partir de la sanción de la Ley n.o 988 el Estado provincial dio un paso definitivo en


la organización de su sistema de instrucción pública. No obstante, para que pudiera
conformarse un verdadero sistema educativo de alcance nacional debieron estable-
cerse una serie de principios y condiciones. El más importante de ellos fue conside-
rar la educación como un asunto de interés o competencia exclusiva de los poderes
públicos que comienza a ser expresada en un conjunto de normativas y acciones
desplegadas durante la segunda mitad del siglo XIX.

Durante la segunda mitad del siglo XIX la mayor parte de los Estados europeos y
americanos, de manera casi simultánea, comenzaron a desarrollar políticas públicas
educativas a partir de la sanción de normativas que establecieron los principios de
obligatoriedad escolar, laicidad, gratuidad, unidad y gradualidad. Ya no bastaba
con tener escuelas de primeras letras en los municipios, escuelas parroquiales o
maestros particulares que enseñaran en sus casas: la educación debía impactar en
toda la población a fin de unificar la lengua, la historia y la cultura.

Para ello resultaba fundamental la inversión de una gran cantidad de recursos públi-
cos en la construcción de una importante infraestructura escolar para poder mate-
rializar estas pretensiones de universalización de la educación pública primaria con
un fin homogeneizador y nacionalizante, que se tradujo en la construcción defini-
tiva del Estado nacional en la década de 1860. La sanción en 1871 de la Ley n.o 463 de
subvenciones permitió el financiamiento por parte del tesoro nacional de las inicia-
tivas de instrucción pública primaria a cargo de las provincias, es decir, posibilitó

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que las jurisdicciones provinciales tuvieran a su disposición los recursos necesarios


para iniciar el proceso de construcción de un sistema de escolarización de masas.

Los procesos de conformación de los sistemas educativos en general respondieron a


escala global a dos tipos de dinámicas que implican un doble proceso de “sistemati-
zación” y “segmentación”, es decir, de articulación interna y diferenciación vertical y
horizontal. La sistematización se inicia a partir de una situación en la que conviven
diversos tipos de establecimientos aislados, en general autónomos y escasamente
relacionados, que son sometidos a un proceso de homogeneización a partir de regu-
laciones que establecen una estructura y un currículum obligatorio a seguir por
todas estas instituciones. Esto implicó el desplazamiento hacia organismos públicos
de funciones hasta entonces ejercidas (de modo no integrado o con un grado de sis-
tematización débil) por instituciones eclesiásticas, de beneficencia o particulares.
Por lo tanto, las primeras escuelas primarias y secundarias se conformaron como
readecuaciones y refundaciones de instituciones existentes en etapas anteriores
que fueron sometidas a un proceso de sistematización por parte del Estado para
homogeneizar sus características, conformando un nivel específico. Esto es lo que
sucede a partir de la sanción de leyes provinciales como la 988 y las leyes nacionales
934 y 1420.

El gran desarrollo de esta etapa es la simultaneidad sistemática, que supone que


todas las escuelas de un mismo territorio realizan las mismas tareas al mismo
tiempo, en forma gradual y respetando un mismo plan de estudios destinado a un
mismo tipo de alumno. También resultó clave la profesionalización de los docentes
remunerados, seleccionados pero también formados por el Estado nacional a partir
de la década de 1870 y el establecimiento de una red administrativa y de supervisión
que controle la labor docente. De esta manera, la vieja formación en primeras letras
fue reemplazada por la educación común, obligatoria y centrada en un currículum
prescripto por el Estado.

Por otra parte, la segmentación implicó la división del sistema educativo en estruc-
turas sucesivas. Un ejemplo sería el proceso de graduación del aparato escolar en
cursos o grados anuales que deben ser acreditados por los estudiantes en forma
sucesiva para poder graduarse. Otro ejemplo de segmentación vertical fue el esta-
blecimiento de un sistema “dual”, conformado por una enseñanza elemental, al que

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debían acceden todos los niños, seguido de un nivel secundario al que ingresaban
solo algunos pocos. De esta manera se configuró un modelo de escolarización de
masas a partir de la expansión de escuelas primarias controladas por los Estados
provinciales y, simultáneamente, el Estado nacional se abocó al desarrollo de dife-
rentes propuestas de educación posprimarias no obligatorias.

El nivel secundario fue desde sus inicios un complejo conglomerado constituido por
instituciones educativas muy disímiles, creadas con finalidades diversas aunque
todas dependientes del Estado nacional. Esto fue posible porque el art. 5.o de la
Constitución de 1853 reserva a las jurisdicciones provinciales solamente el control
de la educación primaria, por lo que el Estado central vio la oportunidad de desa-
rrollar la formación media como una forma de consolidar su presencia en todo el
territorio nacional.

El inicio de este proceso fue la creación, en 1863, del primer colegio nacional en Bue-
nos Aires, conformado sobre la base del viejo colegio rivadaviano de Ciencias Mora-
les. Ofrecía una formación que preparaba “para todo”, por lo que el título de bachiller
obtenido luego de cinco años de estudios no otorgaba una habilitación profesional
específica. Inicialmente era la única institución que habilitaba para el ingreso a la
universidad, reclutando su matrícula entre los varones de los sectores más acomo-
dados, interesados en continuar estudios universitarios. Esta nueva institución en
realidad era una continuación de los tradicionales colegios preparatorios y ofrecía
una formación humanística clásica, signo de distinción cultural, un valor más alto,
para ciertos sectores, que la orientación hacia una preparación laboral. El primer
colegio nacional se estableció en la ciudad de Buenos Aires y sirvió de matriz para los
colegios nacionales que comenzaron a establecerse en las capitales de provincias. La
creación de colegios nacionales en territorios provinciales permitió al poder central
ofrecer una formación homogénea destinada a las elites provinciales. Es por esto
que entre 1863 y 1889 el Estado nacional fundó colegios nacionales en las ciudades de
Mendoza, San Juan, San Luis, Santiago del Estero, Catamarca, La Rioja, Tucumán,
Salta, Jujuy, Corrientes, Rosario, Paraná y La Plata.

En la década de 1870 el Estado nacional procedió a la creación de otro tipo de for-


mación posprimaria: las escuelas normales. A diferencia del colegio nacional, esta
era una institución con una finalidad profesionalizante: la formación de maestros,

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necesidad imperiosa ante el crecimiento notable que comenzaba a experimentar


la matrícula escolar primaria. Tal es así que entre los años 1870 y 1888 fueron esta-
blecidas 34 escuelas normales en capitales provinciales y ciudades de importancia
regional, alcanzando una mayor distribución territorial que los colegios nacionales.
El importante esfuerzo económico realizado por el gobierno nacional muestra que
la cantidad de maestros titulados era muy escasa para hacer frente a las necesida-
des educativas que implicaba el establecimiento de un modelo de escolarización de
masas. Por otra parte, al brindar una formación común garantizó cierta homoge-
neización para la enseñanza primaria que dependía de las provincias. El magisterio
resultó atractivo para las mujeres ya que implicaba una posibilidad cierta de ascenso
social. Sin embargo, esta era una formación de carácter terminal ya que no habili-
taba para el ingreso a las universidades. De hecho, al momento de su creación las
escuelas normales no eran definidas como escuelas secundarias tal como fueron
conocidas posteriormente. Inicialmente solo los colegios nacionales eran conside-
rados parte de la educación secundaria al ser entendida como “preparatoria” para
seguir estudios superiores. La enseñanza normal no habilitaba para continuar estu-
dios universitarios ya que su finalidad era la de formar maestros para la educación
primaria. Por último, se denominaba como “educación especial” a un conjunto de
instituciones posprimarias que brindaban una formación profesionalizante muy
heterogénea: escuelas comerciales, industriales, de artes y oficios y agropecuarias.

Las escuelas nacionales de comercio fueron creadas en 1890 con el objetivo de ofre-
cer una formación que habilitara profesionalmente para la inserción en el mercado
laboral, respondiendo a la demanda provocada por la expansión de las actividades
comerciales que estaba experimentando el país. Estas escuelas otorgaban inicial-
mente diversos títulos como el de Dependiente Idóneo de Comercio, Perito Mercan-
til y Contador Público. En 1897 fue creado el primer colegio industrial de la nación
y durante la primera década del siglo XX surgieron las primeras escuelas agrope-
cuarias, completando de esta manera un amplio abanico de ofertas profesionali-
zantes denominadas escuelas secundarias de “enseñanza especial”, todas a cargo
del Estado nacional.

Otro paso decisivo en la configuración de un sistema educativo nacional fue la


nacionalización de las universidades de Córdoba (1854) y Buenos Aires (1881) y la
sanción de la primera ley universitaria nacional, la Ley Avellaneda, en 1885. De esta

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La “libertad de enseñanza” en la escuela secundaria


En 1878 fue sancionada la Ley nacional n.o  934 que reconoció el carácter oficial
y otorgó validez nacional a los estudios secundarios que brindaban los colegios
particulares si se sometían a la inspección nacional. Estas instituciones dictaban
el mismo plan de estudios que los colegios nacionales y sus estudiantes rendían
exámenes parciales o generales en los colegios nacionales ante un tribunal mixto,
compuesto por dos profesores del colegio particular, dos del colegio nacional y
presidido por el rector de este último. De esta manera, la denominada “Ley de
libertad de enseñanza” habilitaba el funcionamiento de las escuelas secundarias
privadas que quedaban bajo el control estatal, ya que sus bachilleratos debían
estar “incorporados” a algún colegio nacional con el que establecían una suerte
de régimen de supervisión y control académico Dos decretos de 1897 y 1899 ex-
tendieron este régimen a las escuelas normales y a las escuelas secundarias de
“enseñanza especial”, es decir, escuelas de comercio e industriales.

manera se sentaron las bases de un sistema educativo nacional que no experimen-


taría cambios estructurales sustantivos hasta fines del siglo XX.

La expansión de la educación primaria en Bahía Blanca a fines del siglo XIX

Al mismo tiempo que se sentaban las bases para la conformación de un sistema edu-
cativo nacional, la localidad de Bahía Blanca experimentó un notable crecimiento
motivado por la llegada del ferrocarril en 1884 y la construcción de un muelle de
embarque en el puerto de Ingeniero White al año siguiente. Esto propició que la
localidad se transformara en el punto de confluencia de la producción regional,
generando la expansión de las actividades agropecuarias así como el desarrollo
comercial y el intercambio de bienes y servicios. Estos cambios estimularon un gran
aumento de la población producto de la llegada de una gran cantidad de inmigrantes
que se instalaron en la periferia, dando origen a los barrios de Tiro Federal, Villa
Mitre, Villa Rosas, Noroeste y Harding Green. El incremento demográfico fue de

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una magnitud inusitada ya que la localidad pasó de 1472 habitantes en 1869 a reunir
una población de 14.238 para 1895, lo que motivó que fuera declarada ciudad ese
mismo año.

Este crecimiento propició un cambio notable en el panorama educativo a partir


de la década de 1880, caracterizado por la creación de nuevas escuelas primarias
públicas y la aparición de las primeras ofertas privadas, así como por una expansión
sostenida de la matrícula. En 1879 las dos escuelas primarias del distrito reunían
97 inscriptos. Solo once años después, en 1890, la cantidad de estudiantes matri-
culados ascendía a 1139. Este proceso de transformación había comenzado en 1881
cuando la Dirección General de Escuelas resolvió que la antigua Escuela de Varones
comenzaría a denominarse “Escuela n.o 1” y la Escuela de Niñas pasaría a llamarse
“Escuela n.o 2”. Poco después, ambas escuelas pasaron a compartir un nuevo edificio
construido en 1889 en terrenos ocupados anteriormente por el Fuerte, en la primera
cuadra de calle Vieytes.

Foto 1 Primeras escuelas en la calle Vieytes (1900) (AMUNS)

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La expansión de las instituciones primarias continuó con la creación de nuevas


escuelas, en este caso ya mixtas como la n.o 3, la n.o 4 (de corta existencia), la n.o 5 y
n.o 6, establecidas entre 1883 y 1886. Para 1890 comenzaron a crearse escuelas pri-
marias en otras localidades del distrito como Cerri, Ingeniero White y Bajo Hondo.
Sin embargo, las deficiencias que presentaba la infraestructura escolar fueron una
constante para todas las escuelas públicas ya que la mayoría habían sido instaladas
en inmuebles particulares que no se encontraban convenientemente preparados
para esta función. Todas ellas eran escuelas elementales, por lo que solo brindaban
hasta el cuarto grado. No existían aún escuelas graduadas en el distrito, que per-
mitieran completar la escolarización primaria o común, como se la denominaba en
aquella época.

La presencia de la educación particular en la ciudad cambiaría notablemente con


la llegada de la orden salesiana. Fundada en 1859 por el sacerdote Don Juan Bosco,
su objetivo fundamental era educar y dar formación espiritual a la niñez y juven-
tud italiana de los sectores sociales más vulnerables. A partir de 1875, invitados por

Las primeras escuelas “particulares” de Bahía Blanca


La presencia de escuelas primarias privadas o particulares comenzó en la década
de 1880 con la instalación en la localidad de diversas iniciativas de educación pri-
maria: el colegio de varones Franco-Argentino, la Escuela Cosmopolita, el Colegio
Español, la Escuela Nocturna, el Colegio Ítalo-Argentino y el Colegio Anglo-Ar-
gentino, que buscaba atender a una matrícula selecta, tal como se indica en un
aviso publicado en el diario El Porteño el 1.o de diciembre de 1889: “Este colegio está
destinado a llenar una gran necesidad sentida por los muchos padres de familia
que por su posición social no pueden resolverse a enviar a sus hijos a las escuelas
públicas, donde todas las clases sociales tienen necesariamente que mezclarse”.
Todos estos colegios seguramente fueron iniciativas individuales o de un grupo
familiar que establecía un local escolar en su residencia o en algún inmueble al-
quilado, dando clase en forma simultánea a estudiantes de diversas edades. Su
existencia fue muy efímera ya que la mayoría desapareció uno o dos años después
de su instalación.

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el gobierno argentino, un grupo de salesianos se instalaron en Buenos Aires y se


mostraron interesados en iniciar una labor evangélica y educadora con proyección
hacia la Patagonia, que estaba a punto de ser ocupada por el gobierno nacional.
Rápidamente comprendieron la importancia de instalarse en Bahía Blanca, atraídos
por el crecimiento que comenzaba a experimentar la localidad. Llegados en 1890,
de inmediato se abocaron a la educación de niños y jóvenes, por lo que comenzaron
las tareas para instalar dos colegios primarios, el colegio Don Bosco para varones y
el colegio María Auxiliadora, para niñas.

El prestigio del modelo educativo salesiano probablemente provocó que ambos


establecimientos absorbieran una parte de la matrícula de las escuelas públicas y
particulares. Mencionamos previamente que al inicio de la década de 1890 la matrí-
cula inscripta en las escuelas públicas del distrito superaba los 1100 estudiantes. Sin

Alumnos de la Escuela de Artes y Oficios de La Piedad (1940) (AMUNS)

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embargo, para 1894 se encontraban matriculados en las diez escuelas públicas solo
unos 781 estudiantes, mientras que 680 niños ya estudiaban en los dos estableci-
mientos salesianos. El éxito de la propuesta educativa salesiana radicó probable-
mente en las características de su modelo pedagógico y su “método preventivo” que
implicaba una vigilancia afectuosa para evitar recurrir al castigo sistemático habi-
tual en las prácticas docentes. Para ello debía generarse un vínculo afectivo entre
docentes y estudiantes con la finalidad de establecer una relación de confianza, ele-
mento clave en la pedagogía salesiana.

Inicialmente el colegio Don Bosco funcionó en un salón ubicado en la iglesia


Catedral, pero rápidamente la orden comenzó a construir su sede definitiva en la
segunda cuadra de calle Vieytes. La primera parte del edificio se levantó entre octu-
bre de 1896 y abril de 1897, mientras que la sede definitiva del colegio María Auxilia-
dora fue inaugurada en 1893, la cual se ubicó en la primera cuadra de calle Rondeau.

La creación de la tercera institución educativa salesiana en Bahía Blanca también


tuvo lugar durante esa década. En 1891, Luis D’Abreu, principal accionista del Banco
de Bahía Blanca, comenzó la construcción de una iglesia y de un colegio dedicados
a Nuestra Señora de la Piedad, en terrenos del Ferrocarril Bahía Blanca al noroeste.
Las instalaciones se inauguraron en 1894 y fueron donadas a la orden salesiana con
el compromiso de que instalaran allí una escuela de artes y oficios. Dos años después
comenzaron las actividades de la escuela primaria y en 1898 se abrió la sección de
artes y oficios con un taller de carpintería. Sin embargo, ni las familias acomodadas
ni las de escasos recursos mostraron interés en enviar a sus hijos a aprender un
oficio cuando la educación ofrecida por las otras ofertas privadas ofrecía posibili-
dades más concretas de reconocimiento social. Solo a partir de 1915 la Escuela de
Artes y Oficios logró mantener una matrícula estable en sus talleres de carpintería,
zapatería e imprenta.

Los tres colegios salesianos tuvieron la particularidad de implementar un régimen


de internado, lo que permitió atraer a niños y jóvenes procedentes de la zona que se
albergaron como estudiantes pupilos. Este régimen existió hasta la década de 1970,
cuando la proliferación de escuelas públicas y privadas en la zona hizo que fuera
innecesario seguir sosteniendo este sistema.

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El desarrollo de la educación primaria y secundaria al inicio del siglo XX

Al comenzar el nuevo siglo continuaba la expansión de la educación primaria en el


partido de Bahía Blanca. Existían para entonces unas nueve escuelas públicas y tres
escuelas privadas salesianas, que en conjunto reunían una matrícula de 2371 estu-
diantes. Al finalizar la década, la matrícula del nivel primario experimentó uno de sus
crecimientos más importantes, pasando a 6481 estudiantes inscriptos para el año 1910.

Una novedad importante que contribuyó a este incremento se produjo en 1905 con la
sanción de la Ley nacional n.o 4874 conocida como Ley Láinez, que facultaba al Estado
nacional a crear escuelas públicas en el territorio de las provincias que lo solicitaran.
Esto llevó, en apenas un lustro, al establecimiento de una decena de escuelas prima-
rias en zonas periféricas de la ciudad, aunque todas ellas quedaron bajo el control
del Estado nacional y organizadas pedagógicamente bajo los lineamientos de la Ley
nacional n.o 1420. De esta manera comenzaron a convivir dos ofertas diferenciadas

Alumnos de la Escuela Primaria n.o 7 (1920) (AMUNS)

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para el nivel primario: las escuelas provinciales y las escuelas nacionales conocidas
como escuelas Láinez, situación que se mantendría durante siete décadas.

En 1905 también se sancionó la reforma de la Ley de Educación Común provincial


n.o 988, que implicó la eliminación de la mayor parte de las atribuciones de gobierno
escolar que poseían los consejos escolares. Al mismo tiempo, esta reforma modificó
nuevamente la denominación de los establecimientos educativos primarios. A partir
de ese momento las escuelas comunes serían aquellas que contaban de primero a
cuarto grado y las escuelas complementarias las que comprendieran de primero a
sexto grado. El cambio más significativo de la nueva normativa fue que la educación
obligatoria quedaba reducida a las escuelas comunes, es decir, hasta cuarto grado,
consolidando el proceso de diferenciación y segmentación vertical. Esto llevó a que
la antigua Escuela de Niñas n.o 2 anexara los primeros cuatro grados de la Escuela
de Varones n.o 1, por lo que ambas instituciones unificaron sus historias. De esta
manera, comenzó funcionar como escuela mixta bajo la denominación de Escuela
Común n.o 2, permaneciendo en la primera cuadra de calle Vieytes. También en 1905
fueron creadas dos nuevas escuelas comunes en la ciudad, la n.o 4 y la n.o 7. Durante
varias décadas, la enorme mayoría de las escuelas primarias de la ciudad fueron
comunes ya que las escuelas Láinez también ofrecían solo hasta cuarto grado, por
lo que resultaba muy escasa la oferta de formación complementaria que permi-
tiera culminar la escolarización primaria. Este tipo de formación sí se ofrecía en
las escuelas privadas.

Durante esta etapa se produce la novedad del establecimiento de las primeras escue-
las de educación secundaria en la ciudad, dando respuesta a un ansiado anhelo
de la comunidad bahiense. La historia de la educación secundaria en Bahía Blanca
comenzó en 1895 cuando el colegio Don Bosco comenzó a dictar el primer año del
bachillerato secundario. Al año siguiente, el gobierno nacional reconoció este bachi-
llerato como incorporado a la enseñanza oficial y habilitó a los estudiantes a ren-
dir sus exámenes libres en uno de los colegios nacionales de Capital Federal al que
quedó “incorporado” en cumplimiento de lo establecido en la Ley nacional n.o 934,
que establecía que los estudiantes de los colegios “particulares” debían revalidar sus
estudios rindiendo examen en los colegios nacionales para que les fueran reconoci-
dos los estudios secundarios cursados. Esta primera experiencia de bachillerato fue
efímera ya que en 1902 las autoridades del colegio Don Bosco resolvieron cerrarlo

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para habilitar una “Academia Comercial”, por lo que la sección secundaria del cole-
gio Don Bosco adoptó el currículum de las escuelas nacionales de comercio a fin de
satisfacer la demanda de las casas comerciales y entidades bancarias de la ciudad
que buscaban contar con tenedores de libros y peritos mercantiles.

La gran expansión de la actividad mercantil que experimentaba la ciudad desde


fines del siglo XIX llevó a que desde distintos sectores de la ciudad reclamaran la
instalación de una escuela comercial pública, cuya creación fue autorizada en marzo
de 1903. Ante la necesidad de conseguir un ámbito adecuado para que funcionara
el nuevo establecimiento, el Concejo Deliberante de la ciudad aprobó una partida
para solventar el alquiler de un inmueble en calle O’Higgins 29 y se organizó una
comisión integrada por vecinos que iniciaron una colecta para recaudar fondos para
el funcionamiento de la nueva institución, evidencia del interés que tenía la comu-
nidad bahiense en la instalación de este tipo de educación en la ciudad. A mediados
de junio se iniciaron las clases de la Escuela de Comercio y debido a que la canti-
dad de inscriptos superó lo esperado, además del turno diurno se agregó un curso
que funcionaba en horario nocturno, permitiendo de esta manera que ingresaran
muchos interesados que trabajaban en casas comerciales.

Dos años después el gobierno nacional realizó reformas al plan de estudios de las
escuelas comerciales, diferenciándolas en tres tipos:

• Las Escuelas de Comercio Elementales: brindaban el título de Dependiente Idó-


neo de Comercio luego del cursado de tres años y estaban orientadas a estu-
diantes con cuarto grado aprobado (primaria incompleta).

• Las Escuelas de Comercio Medias: otorgaban los títulos de Dependiente Idóneo


al culminar los tres primeros años de estudio y el de Perito Mercantil al finalizar
el cuarto año. Se ingresaba a ellas teniendo sexto grado aprobado (primaria
completa).

• Las Escuelas Superiores de Comercio, que otorgaban los títulos de Dependiente


Idóneo, Perito Mercantil y también el de Contador Público luego de tres años de
estudios posteriores a los de Perito Mercantil.

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Inicialmente la Escuela Nacional de Comercio de Bahía Blanca fue de tipo elemental


ya que solo otorgaba el título de Dependiente Idóneo. A partir de 1910 una nueva
reforma de los planes de estudios llevó a que luego del tercer año se accediera al
título de Secretario Comercial (en reemplazo del de Dependiente Idóneo), al finali-
zar cuarto año se obtenía el título de Tenedor de Libros y al terminar el quinto año el
de Perito Mercantil. En este contexto, la Escuela de Comercio de Bahía Blanca incor-
poró el dictado del cuarto y quinto año, pudiendo otorgar los tres tipos de titulacio-
nes. Los estudiantes del turno nocturno podían acceder a todas las titulaciones, pero
luego de seis años, ya que la carga horaria que cursaban semanalmente era menor.

Entre 1929 y 1931, la Escuela de Comercio de Bahía Blanca fue habilitada para dar el
curso de Contador, que implicaba para ese entonces dos años más de especializa-
ción, luego de la obtención del título de Perito Mercantil. Sin embargo, el gobierno
nacional suspendió el curso sin que hubieran egresado alumnos; aun así, debido a
esta breve experiencia, la institución logró adquirir el carácter de Escuela Nacional
Superior de Comercio, que mantuvo desde aquel entonces.

Muchos estudiantes de ambos turnos abandonaban la escuela al obtener el primer


título intermedio, por lo que la cantidad de estudiantes en cuarto y quinto año dis-
minuía significativamente. No obstante, la Escuela de Comercio pronto se convirtió
en una institución atractiva para muchos jóvenes de la ciudad y la zona que busca-
ban obtener una salida laboral relativamente rápida y de amplia demanda debido al
grado de desarrollo de las actividades mercantiles en Bahía Blanca. El incremento en
la cantidad de estudiantes llevó a que la Escuela de Comercio se mudara en 1909 a un
inmueble en calle Rodríguez 28, instalaciones que pronto también resultaron insufi-
cientes y que motivaron un nuevo traslado, casi una década después, a Rondeau 29.

Inicialmente la matrícula estaba conformada por estudiantes de clase media que


buscaban recibir una formación para trabajar en el sector comercial y de servicios y
no aspiraban a realizar posteriormente estudios superiores. La enorme mayoría de
los estudiantes eran varones y la primera mujer se inscribió recién en 1909. Esto no
estaba prohibido, pero era mal visto, por lo que solo a partir de la creación de una
escuela normal las mujeres tuvieron una real oportunidad de proseguir estudios
secundarios en la ciudad.

321
Historia de la educación en Bahía Blanca (1880-2001)

El proceso de ampliación de la educación secundaria en Bahía Blanca prosiguió


durante la primera década del siglo XX. La instalación de un colegio nacional en la
ciudad había sido reclamada insistentemente desde 1905 a través de una campaña
impulsada por periódicos como El Comercio y por el Círculo de Prensa, integrado por
destacadas figuras de la comunidad bahiense, intelectuales, periodistas y hombres de
negocios. Los grupos dirigentes locales eran plenamente conscientes de la necesidad
de facilitar a la juventud bahiense y de la zona la preparación necesaria para acceder
a los estudios universitarios. Consideraban que un colegio nacional sería un centro
formador de dirigentes locales, educados en la propia ciudad y que pudieran defender
los intereses particulares. Por ello es que el Círculo de Prensa presentó una petición ante
el Congreso nacional en julio de 1905 y tras esa solicitud la prensa local se pobló de
requerimientos al gobierno nacional para la instalación no solo de un colegio nacional,
sino también de una escuela normal. En estas solicitudes se resaltaba el crecimiento y
desarrollo alcanzado por la ciudad y las dificultades que tenían las familias para enviar
a sus hijos a estudiar a La Plata o Capital Federal. Esta campaña dio sus frutos y en
septiembre de 1905 fue sancionada la Ley n.o 4743 que disponía la creación de cuatro
colegios nacionales en la provincia de Buenos Aires, uno de ellos en Bahía Blanca.

El Colegio Nacional abrió sus puertas en abril de 1906. Inicialmente solo tenía habili-
tado hasta cuarto año, por lo que sus alumnos debían inscribirse en el curso superior
del Colegio Nacional de La Plata si deseaban completar sus estudios. Finalmente
esto no fue necesario ya que pudo gestionarse el cursado completo y los primeros
bachilleres pudieron graduarse a fines de 1910.

Por medio de un decreto de junio de 1905, el gobierno nacional estableció la correla-


ción de estudios primarios y de bachillerato, de forma que todo alumno que deseara
ingresar a una escuela secundaria debía acreditar la aprobación de sexto grado en una
escuela complementaria o en su defecto rendir un examen de actitud. Estos eran los
requisitos vigentes al momento de la apertura del Colegio Nacional, por lo que de los
22 inscriptos, 17 tuvieron que sortear este examen de ingreso. Esto evidencia el escaso
desarrollo de las escuelas primarias complementarias en la ciudad a principios del siglo
XX, ya que la mayoría de los estudiantes que aspiraban a ingresar al Colegio Nacional
no habían finalizado la escuela primaria en forma completa. Esta modalidad de ingreso
se mantuvo hasta 1917 y a partir de esa fecha el único requisito válido para ser estu-
diante del Colegio Nacional fue tener aprobado el sexto grado de la escuela primaria.

322
Mariano Santos La Rosa

La creación del colegio no estuvo ajena a los problemas edilicios. Inicialmente fun-
cionó en un inmueble alquilado en calle Rodríguez 48 y poco después debió trasla-
darse a una casa alquilada en Sarmiento 168. Para hacer frente a las múltiples nece-
sidades de la institución, en 1920 fue creada la Asociación Cooperadora, entre cuyas
acciones más destacada figura la compra del edificio en 1963 y el financiamiento de
parte de sus reformas en las décadas siguientes.

Al igual que la Escuela de Comercio, inicialmente la matrícula era predominante-


mente masculina y en la primera inscripción solo se anotó una mujer. Esto comen-
zaría a cambiar paulatinamente: en 1912 el 7 % de los estudiantes eran mujeres y para
1923 ese porcentaje había aumentado al 22 %.

El alumnado del Colegio Nacional era de clase media y media alta, y por su condición
socioeconómica podía afrontar posteriormente los costos de radicarse en ciudades
que tuvieran universidades. Por esto es que durante mucho tiempo los bachilleres
egresados del colegio se inclinaban hacia carreras liberales.

Por otra parte, el grado de desarrollo del nivel primario en la ciudad tornaba cada
vez más imperioso el establecimiento de una escuela normal que contribuyera a
resolver la escasez de maestros titulados. De esta manera, una activa campaña
impulsada por los medios de prensa logró que nuestra ciudad fuera incorporada
como uno de los destinos de las 34 escuelas normales que el gobierno nacional cons-
truyó entre 1904 y 1906. En febrero de 1906 se firmó el decreto de creación de una
escuela normal mixta en Bahía Blanca, pero recién en julio de ese año comenzaron
las clases debido a las serias dificultades para encontrar un inmueble apropiado.
Inicialmente la escuela se instaló en un complejo de tres viviendas alquiladas que se
encontraban en la primera cuadra de calle Fitz Roy. Allí comenzó a funcionar tanto
la escuela normal como su escuela primaria anexa, que funcionaba como departa-
mento de aplicación en donde las futuras maestras debían realizar sus primeras
prácticas docentes. Al día siguiente de su inauguración, el diario La Nueva Provincia
señalaba: “Ninguno de los establecimientos de enseñanza que funcionan actual-
mente en Bahía Blanca está llamado a vincularse más con nuestras familias como
la Escuela Normal, única en su género, capaz de realizar el propósito a que tiende
la sociología moderna: enaltecer a la mujer dándole los medios de ganarse la vida
honestamente y honrarse a sí misma”.

323
Historia de la educación en Bahía Blanca (1880-2001)

Las formas de enseñanza a principios del siglo XX


El plantel docente que se desempeñó en el Colegio estaba integrado en gran parte
por abogados miembros del Poder Judicial. El director del colegio Jorge Sego-
via se lamentaba en la memoria anual de 1914 enviada al Ministerio de Justicia e
Instrucción Pública de la escasa atención que algunos docentes daban a la ense-
ñanza: “No será posible mejorar esta situación mientras el catedrático no sea un
docente de verdad; y no lo será jamás siempre que para él la enseñanza sea una
función ocasional o secundaria […] En este Colegio la mayor parte de los cate-
dráticos son universitarios y como no fueron educados especialmente para este
género de labor, a veces carecen del fervor y la dedicación profesional”. Es que la
forma de dar clase en estas escuelas secundarias respondía al modelo pedagó-
gico del momento, el conductismo. “Tomar lección” era la forma preferida por
los docentes para estimular el estudio de sus alumnos y comprobar el grado de
conocimiento que habían alcanzado. Para ello el profesor indicaba los capítulos
del libro o los temas que debían aprender o mejor dicho, memorizar, ya que en la
clase siguiente se tomaba la lección, seleccionando a los estudiantes que debían
exponer. Este tipo de prácticas fueron frecuentemente criticadas en las diversas
revistas estudiantiles que proliferaron sobre todo a partir de la década de 1930.

La instalación de la Escuela Normal significó no solo la formación de docentes


para Bahía Blanca y todo el sur argentino, sino también la posibilidad de que la
mujer desempeñara un rol importante dentro de la educación y el mercado laboral.
Mientras tanto, los varones de las clases medias y acomodadas preferían asistir a
la Escuela de Comercio o al Colegio Nacional, más ligados a la actividad comercial
y administrativa. Para mediados de la década de 1920, la cantidad de estudiantes
varones en la Escuela Normal seguía siendo inferior al 4 % del total de la matrícula
del establecimiento. Simultáneamente, en un lapso breve de tiempo, se produjo
un proceso de feminización del cuerpo de profesores. En 1917 los docentes varones
constituían el 94 % del total pero para 1923 este porcentaje se había reducido al 42 %,
por lo que las mujeres ya constituían la mayoría del plantel docente.

324
Mariano Santos La Rosa

El desarrollo de la educación en la ciudad entre 1910 y 1945

Al inicio de la década de 1910, la educación primaria se había diversificado como


consecuencia del establecimiento de una decena de escuelas primarias nacionales
(llamadas Escuelas Láinez), repartidas por la periferia de la ciudad en barrios como
Noroeste, Bella Vista, San Martín y localidades como Ingeniero White, Puerto Gal-
ván y Punta Alta (perteneciente al partido de Bahía Blanca hasta 1945). Sin embargo,

Edificio de la Escuela Normal Superior en 1930 (AMUNS)

325
Historia de la educación en Bahía Blanca (1880-2001)

este tipo de escuelas solo comprendía los primeros cuatro grados de la enseñanza
primaria. Además, desde un primer momento tuvieron que afrontar problemas de
infraestructura ya que todas estas escuelas fueron instaladas en inmuebles alquila-
dos por el gobierno nacional.

Durante el transcurso de la década de 1910 continuó el crecimiento sostenido del


número de escuelas primarias provinciales, pasando de 26 a 36 establecimientos
repartidos por todo el distrito. Esta etapa también fue importante para la expansión
de la educación confesional en Bahía Blanca con la apertura de dos nuevas institu-
ciones. En 1913 las hermanas de la Compañía de María fundaron el colegio La Inma-
culada, el segundo de formación femenina confesional que también contaba con
un régimen de internado. Inicialmente solo tuvo cursos de nivel primario ya que su
sección secundaria fue abierta recién en la década del treinta. En 1917 se estableció
el colegio primario San Vicente de Paul en el barrio de Villa Mitre, zona de la ciudad
que estaba experimentando un gran crecimiento. Este también era un colegio exclu-
sivamente de niñas, situación que se mantendría hasta fines del siglo XX.

La expansión de las escuelas primarias públicas provinciales, nacionales y privadas


implicó un incremento significativo de la matrícula. En 1910 eran 6481 estudiantes
que asistían a las diversas ofertas educativas de nivel primario y hacia 1919 el número
de inscriptos ya superaba los 11.300 estudiantes.

Durante esta década los colegios confesionales también expandieron su oferta de


educación secundaria. En 1916 el colegio Don Bosco reabrió su bachillerato, que-
dando incorporado al Colegio Nacional de Bahía Blanca. Esto significaba que cada
año los estudiantes del bachillerato del colegio Don Bosco debían revalidar los con-
tenidos de cada materia rindiendo exámenes libres en el Colegio Nacional. Por su
parte, el colegio María Auxiliadora fue autorizado por el gobierno nacional a esta-
blecer su propio magisterio en 1919, quedando incorporado a la Escuela Normal
Mixta de Bahía Blanca.

Las dos décadas siguientes transcurrieron sin grandes transformaciones, más allá
de la lógica ampliación de la matrícula y de la apertura de nuevas escuelas primarias
y secundarias, tanto públicas como privadas. Pese al crecimiento de instituciones y
alumnos, la mayor parte de las escuelas primarias seguían funcionando en locales

326
Mariano Santos La Rosa

alquilados de forma particular y no reunían condiciones adecuadas para las activi-


dades educativas. De las 38 escuelas públicas existentes para 1925 solo 13 contaban
con edificio propio.

Los problemas de infraestructura también eran padecidos por las escuelas secunda-
rias públicas. En 1918 la Escuela Nacional de Comercio tuvo que mudarse a Rondeau
29, donde funcionó hasta 1946. Esta era una casona acondicionada cuyas habitacio-
nes cumplían la función de aulas. Sucesivas reformas realizadas permitieron incor-
porar nuevas aulas y espacios, extendiéndose hasta calle Gorriti. La Escuela Normal
Mixta también debió mudarse en 1921 a un edificio de dos plantas que se encontraba
en la esquina de Brown y Villarino, en donde permaneció durante casi medio siglo.

La crisis de la infraestructura escolar bahiense comenzó a revertirse cuando en 1926


fue electo como gobernador de la provincia de Buenos Aires el Dr. Valentín Vergara,
quien previamente fuera concejal e intendente de la ciudad de Bahía Blanca repre-
sentando a la Unión Cívica Radical. Debido a su gestión, se inició la construcción

Escuela primaria n.o 3 (AMUNS)

327
Historia de la educación en Bahía Blanca (1880-2001)

de los edificios definitivos para las tres escuelas primarias más antiguas de la ciu-
dad, las escuelas n.o 2, n.o 3 y n.o 5. También fueron levantados los nuevos edificios
de las escuelas n.o 9 y n.o 14 y se realizaron diversas refacciones en instalaciones de
otras escuelas. La construcción más emblemática de la época fue la de la escuela
n.o 2, denominado en ese momento como “Edificio Centenario”, ubicado en la pri-
mera cuadra de calle Vieytes donde funcionaba el viejo edificio de la escuela n.o 2,
construido en 1889. Este fue demolido en 1912 para proceder a la colocación de la
piedra fundamental de la nueva edificación, pero por diversos motivos las tareas
comenzaron recién en 1926, lo que llevó a que la escuela tuviera que mudarse hasta
la inauguración definitiva en 1928.

Otro problema que persistía al iniciarse la década de 1930 era la escasa cantidad de
escuelas provinciales públicas que contaban con enseñanza complementaria. Para
1930 solo había diez escuelas públicas complementarias: la 2, 3, 4, 5, 6, 8, 9, 11, 13 y 16;
por su parte, las escuelas primarias Láinez comenzarían a incorporar la escolaridad
completa de seis años durante el transcurso de esta década.

La forma de instrucción complementaria se encontraba más desarrollada en las


escuelas primarias privadas, que para ese entonces eran 16, aunque su matrícula
no había experimentado un aumento apreciable desde 1910. No obstante, este tipo
de formación seguía expandiéndose. En 1933 abrió sus puertas el colegio primario
Mariano Moreno y dos años después incorporó su sección secundaria bajo el nom-
bre de Instituto Goyena, llegando a ser la única institución privada no confesional
que ofrecía un régimen de internado en su sede de Darregueira 45. Inicialmente el
nivel secundario otorgaba el título de bachiller y a partir de 1945 inauguró su sec-
ción comercial, quedando incorporada a la Escuela Nacional de Comercio de Bahía
Blanca dos años después.

En 1936, un decreto del gobierno del conservador Manuel Fresco (1936-1940) imple-
mentó la educación religiosa en las escuelas de la provincia, ratificada por medio
de la Ley n.o 4755 que le dio un estatus legal definitivo y que se mantendría vigente
hasta 1955 cuando fue reemplazada por la Ley provincial n.o 5823 que reemplazó la
enseñanza religiosa por la de la “doctrina nacional” en el contexto de ruptura del
peronismo con la Iglesia católica.

328
Mariano Santos La Rosa

Con respecto a la educación secundaria, durante esta etapa continuó diversificán-


dose con el establecimiento de la primera escuela industrial de la ciudad (actual-
mente conocida como la Escuela Técnica n.o 2) en 1937. La creación de este tipo de
propuesta educativa comenzó a ser impulsada por el Estado como consecuencia de
la reorientación del modelo productivo del país luego de la crisis económica mun-
dial de 1930. La matriz de industrialización por sustitución de importaciones y la
ampliación del mercado interno generaron que fuera cada vez más necesaria la for-
mación de técnicos especializados en diversas ramas y oficios. De esta manera, se
ampliaba la oferta de formación secundaria en la ciudad, que hasta ese momento
había estado principalmente orientada a la formación humanista y comercial. Ini-
cialmente la Escuela Industrial funcionó en el edificio del Colegio Nacional. Al año
siguiente fue trasladada a calle Parchappe al 800 en unos galpones cedidos donde
se instalaron los talleres y fue cambiando de sede a través de los años. El edificio
definitivo, emplazado en calle Azara, sería construido recién cuarenta años después.

Las escuelas secundarias nacionales experimentarían una gran transformación


cuando en 1941 fue implementado el llamado “Plan Rothe”, que implicaba un cam-
bio en la estructura curricular de todas las escuelas secundarias al establecer un
ciclo básico común para el Bachillerato Nacional (colegios nacionales), el Magis-
terio (escuelas normales) y el Comercial. Este ciclo básico general de tres años era
seguido por un ciclo superior de solo dos años de duración, diferenciado para cada
orientación. Así se uniformaba la preparación básica para todas las modalidades
de enseñanza (menos la industrial), por lo que la formación específica propia de
las escuelas normales, comerciales y nacionales quedaba reducida a los dos años
del ciclo superior. No obstante, la creación del ciclo básico, con sus tres años de for-
mación común para todas las modalidades de escuelas secundarias, permitió que
los egresados de las escuelas normales quedaran habilitados para realizar estudios
universitarios.

Los estudios superiores seguían siendo la gran deuda pendiente, en materia edu-
cativa, para la ciudad. El primer intento de establecer una institución universita-
ria que estuviera en consonancia con el desarrollo económico y cultural que había
alcanzado la ciudad se produjo en 1924, cuando el diputado nacional radical Mario
Guido presentó un proyecto de creación de la Universidad Nacional de la Costa Sur,
que contaría con una estructura académica conformada por tres facultades: Agro-

329
Historia de la educación en Bahía Blanca (1880-2001)

nomía y Agricultura, Ciencias Económicas y Química Industrial. Sin embargo, la


Cámara de Diputados no aprobó esta propuesta.

La posibilidad de que la ciudad tuviera su propia sede universitaria recién se vol-


vería a plantear en 1939, cuando el diputado nacional Samuel Allperín presentó un
nuevo proyecto de creación de una universidad en Bahía Blanca, estructurada en
dos Facultades: la de Ciencias Económicas, que otorgaría los títulos de Contador
Público y Doctor en Ciencias Comerciales, y la Facultad de Agronomía y Politécnica,
que otorgarían diplomas de Ingeniero Agrónomo, Veterinario e Ingeniero en diver-
sas ramas. El espíritu del proyecto buscaba el establecimiento de un nuevo tipo de
universidad orientada a la producción y que acompañara las transformaciones de
la matriz económica que estaba experimentando el país.

Esta propuesta contó con el apoyo de la clase dirigente bahiense. En marzo de 1939,
un grupo nucleado en la filial local del Museo Social Argentino decidió crear una
institución privada denominada Universidad del Sur, como parte de una estrate-
gia que buscaba presionar al Congreso nacional para que aprobara el proyecto del
diputado Allperín.

Esta institución se organizó sobre la base de tres facultades: Ciencias Económicas,


Química e Ingeniería, estableciéndose de esta manera un perfil productivo. Fue
designado como rector Prudencio Cornejo (quien se desempeñaba como director
de la Escuela Superior de Comercio desde 1919) y el resto del plantel docente lo con-
formaron profesionales de la ciudad, algunos de los cuales se desempeñaban como
profesores en instituciones secundarias. Las clases comenzaron en mayo de 1940
con una matrícula inicial de 170 estudiantes, funcionando la Facultad de Ciencias
Económicas en las instalaciones de la Escuela Superior de Comercio y la Facultad
de Química e Ingeniería en la sede de la Escuela Normal.

Al año siguiente, como el Congreso no avanzaba en el tratamiento del proyecto de


Allperín, los miembros del Consejo Superior de la Universidad del Sur buscaron
otra solución y solicitaron a la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) la creación
en Bahía Blanca de una Facultad de Ciencias Aplicadas donde se dictaran las carre-
ras de Química e Ingeniería. El rector de la UNLP, Alfredo Palacios, constituyó una
comisión para evaluar la posibilidad de instalar en la ciudad una subsede de la uni-

330
Mariano Santos La Rosa

versidad platense. La institución estuvo conformada por un conjunto de docentes


y alumnos de la UNLP, entre quienes se destacó el joven abogado bahiense Miguel
López Francés. El informe elaborado por la comisión fue favorable y fue aprobado
por el Consejo Superior de la UNLP en mayo de 1943. Para allanar este camino, en
abril de 1943 el Consejo Superior de la Universidad del Sur resolvió transformar la
Universidad del Sur en Instituto Técnico Superior del Sur. Sin embargo, la anexión
a la Universidad Nacional de La Plata no prosperó como consecuencia de los cam-
bios institucionales que experimentó el país luego del golpe militar del 4 de junio
de 1943, que provocaron la renuncia de las autoridades de la universidad platense.
El Instituto Técnico Superior del Sur continuó funcionando por un año más, a la
espera de que las nuevas autoridades nacionales establecieran la creación de una
universidad. Finalmente, el Consejo Superior resolvió cesar las actividades de la
institución en mayo de 1944.

La educación en Bahía Blanca durante la etapa peronista

La llegada al poder del peronismo generó un impacto importante en el sistema edu-


cativo. Entre 1946 y 1955 se desarrolló una política que estimuló una fuerte expan-
sión de la matrícula en todos los niveles, sobre todo en las escuelas secundarias,
debido a la sensible mejora que experimentaron los ingresos de amplios sectores
de la población, producto del desarrollo de políticas redistributivas. A esto se sumó
una importante inversión en educación que implicó un amplio programa de cons-
trucción de establecimientos educativos. Esta etapa también se caracterizó por una
fuerte intervención sobre los contenidos escolares, sobre todo a partir de 1952, con
el objetivo de difundir la “doctrina nacional” peronista.

Durante este período finalmente se pudo concretar el ansiado proyecto de establecer


una institución universitaria en Bahía Blanca, facilitado por un contexto político
propicio. En las elecciones de 1946 fue electo como gobernador de la provincia de
Buenos Aires el candidato peronista Víctor Mercante e ingresó como diputado pro-
vincial Miguel López Francés, quien impulsó nuevamente la creación de una institu-
ción universitaria en Bahía Blanca. Presentó el proyecto en la legislatura bonaerense
en mayo de 1946, el cual obtuvo el apoyo de todas las fuerzas políticas, por lo que en
octubre de ese mismo año la Ley provincial n.o 5051 creaba el Instituto Tecnológico

331
Historia de la educación en Bahía Blanca (1880-2001)

del Sur (ITS) en Bahía Blanca. En febrero de 1947 un decreto del Poder Ejecutivo
nacional dispuso la implementación de este instituto reconociéndole rango univer-
sitario y determinando los fondos necesarios para su funcionamiento.

El ITS, en sus comienzos, contaba con tres carreras: Contador Público, Ingeniería
Química y Química Industrial. Así, desde su creación, el instituto tuvo un perfil
tecnológico que lo diferenciaba del resto de los centros universitarios del país. Esta
orientación era congruente con el proyecto industrializador promovido desde el
gobierno nacional a partir de los planes quinquenales.

Inicialmente los estudios universitarios eran pagos y los alumnos debían abonar
por cada materia cursada así como por el derecho a rendir exámenes finales. Esta
situación perduró hasta diciembre de 1949, cuando por el Decreto presidencial n.o
6401 se eliminaron los aranceles en todas las universidades nacionales, quedando
establecida la gratuidad de los estudios universitarios. Esta decisión del gobierno
nacional junto con medidas tomadas por el ITS, como el establecimiento de un sis-
tema de becas, de un pensionado para estudiantes de la zona y la creación de una
Cooperadora de Estudiantes, contribuyeron al incremento de la matrícula, que en
1948 era de 269 estudiantes, pero que tres años después ya superaba los 1200 estu-
diantes inscriptos.

En febrero de 1948 fue designado como rector interino el Dr. López Francés, quien
desde setiembre de 1946 se desempeñaba como ministro de Hacienda de la provincia
de Buenos Aires. El hecho de que el rector fuese simultáneamente ministro facilitó
en gran manera la disponibilidad de partidas presupuestarias. El importante aporte
financiero realizado por el gobierno provincial permitió al ITS la compra de propie-
dades y la construcción de diversas instalaciones.

En primer lugar, el ITS funcionó en Rondeau 29, inmueble que había ocupado la
Escuela Superior de Comercio hasta 1946. En 1951 comenzaron las obras de cons-
trucción de la sede del rectorado en Colón 80, inaugurada dos años después, y del
complejo de av. Alem 1253, que finalizara recién en 1963. También en 1951 las autori-
dades del ITS crearon el Club Universitario con el objetivo de establecer un ámbito
para la realización de actividades sociales y deportivas. Se instaló en un predio de
av. Alem y San Juan que hasta 1949 ocupó la Sociedad Sportiva y que fue expropiado

332
Mariano Santos La Rosa

por el Estado provincial en beneficio del ITS. Al año siguiente, el ITS, a través de su
Cooperadora de Estudiantes, inició la construcción de un barrio compuesto por 17
casas, destinado a los alumnos de pocos recursos procedentes de la zona.

En 1950 el Poder Ejecutivo nacional dispuso la anexión del ITS a la Universidad


Nacional de La Plata, ya que la institución bahiense no estaba facultada para expe-
dir títulos. Al año siguiente se amplió la oferta académica con la puesta en marcha
de las especialidades de Electromecánica, Ciencias Físico-Matemáticas, Química,
Mineralogía y Geología y Letras. Como parte de su proyecto formativo orientado a la
producción, las autoridades del ITS promovieron la creación de una escuela secun-
daria agrícola-ganadera que comenzó a funcionar en 1952 en el edificio de 11 de Abril
445, sede de la Escuela Superior de Comercio. Para realizar la formación práctica de
los estudiantes, la Escuela de Agricultura y Ganadería contó con dos establecimien-
tos rurales situados en las localidades de Ascasubi, Argerich y la laguna Chasicó,
que fueron expropiados por el gobierno provincial y cedidos a la escuela. De esta
manera, así como el ITS se inclinaba hacia la preparación de graduados orientados
a la producción industrial, la Escuela de Agricultura y Ganadería haría lo propio en
la preparación de especialistas en producción agropecuaria.

En 1952, el ITS estableció una Escuela de Bellas Artes, modificando de esta manera
su perfil técnico-productivo inicial, pero tuvo una existencia muy breve, como con-
secuencia de la intervención que se estableció al finalizar el mandato del gobernador
Mercante. Como el proyecto de desarrollo del ITS estaba muy ligado a su gestión y
la de su Ministro de Hacienda, López Francés, un decreto del gobierno nacional de
octubre de 1952 dispuso que el ITS dejara de depender de la UNLP y pasara a la esfera
del Ministerio de Justicia y Educación de la Nación. El gobierno nacional nombró
al Ing. Juan M. Rioja como interventor de la institución, quien dispuso el cierre de
las carreras de Bellas Artes con el argumento de que la institución debía retomar el
perfil técnico indicado en su proyecto de creación.

Rioja profundizó el proceso de peronización a través de diversas medidas que busca-


ban homogeneizar ideológicamente la comunidad educativa del ITS, determinando
la cesantía de profesores y docentes auxiliares que no simpatizaban con el partido
gobernante. La afiliación comenzó a ser un requisito imprescindible para seguir
trabajando en el instituto y los estudiantes debieron cursar obligatoriamente una

333
Historia de la educación en Bahía Blanca (1880-2001)

materia de Formación Política, cuyo dictado se inició en 1953 con la intención de


difundir la “doctrina nacional”. Ante esta situación, los estudiantes del ITS, nuclea-
dos en la Federación Universitaria del Sur (FUS) realizaron una serie de manifesta-
ciones y una huelga que paralizó las actividades en el instituto. Finalmente, en los
primeros meses de 1954, y ante la decidida resistencia estudiantil, se dio por termi-
nada la intervención y se reestableció su dependencia académica de la Universidad
Nacional de La Plata, denominada entonces como Universidad Eva Perón.

No fue casual que la creación de la primera institución universitaria de la ciudad


tuviera lugar en los años del primer peronismo, ya que en ese momento un sec-
tor de la dirigencia política local ocupó importantes puestos durante la gestión de
Mercante como gobernador de la provincia de Buenos Aires. Como mencionamos
previamente, el bahiense Miguel López Francés fue ministro de Hacienda entre
1946 y 1952. Otra figura destacada del gabinete, el ministro de Educación Julio César
Avanza, había sido previamente comisionado municipal de Bahía Blanca en 1946.
Esta circunstancia favoreció la realización de una gran cantidad de obras en la ciu-
dad y una importante inversión en infraestructura edilicia.

En 1946 se produjo la inauguración del amplio y moderno edificio para la Escuela


Superior de Comercio levantado en calle 11 de abril 445, aunque las tareas se inicia-
ron previamente a esta etapa, en 1942. También se construyeron nuevos edificios
para las escuelas primarias 4, 6, 7 y 13, entre los años 1951 y 1952.

En el marco de la sanción de la Ley n.o 5096, conocida como Ley Simini de 1946, se


crearon los tres primeros jardines de infantes de la ciudad. Esta norma establecía
la gratuidad y obligatoriedad de las salas de 3 a 5 años, con la atención de docentes
formados especialmente para este nivel educativo. Todo jardín debía contar con el
siguiente personal: director, maestras de grado, profesor de música, visitadora social,
preceptor, médico, odontólogo. La finalidad era organizar instituciones integrales
donde coexistieran lo asistencial y lo pedagógico. Sin embargo, esta ley fue rápida-
mente modificada y solo quedó obligatoria la sala de 5 años, hasta que en 1951 fue
reemplazada por otra norma en la que la educación inicial pasaba a ser voluntaria.

Otro logro importante de la política educativa peronista desarrollada en nuestra


ciudad durante el gobierno de Mercante fue la creación en 1950 del primer insti-

334
Mariano Santos La Rosa

tuto terciario denominado en ese momento como Instituto Superior de Pedagogía


(actual Instituto Avanza), cuya creación fue impulsada por el entonces ministro de
educación provincial y que funcionó inicialmente en la planta baja del edificio de la
escuela primaria n.o 2. La primera carrera que dictó fue el Profesorado en Pedagogía.
En 1953 se transformó en Instituto Superior de Perfeccionamiento Docente, ampliando
su oferta con la incorporación de las carreras de Profesor Especializado en Pedagogía
General (1954-1956) y Profesor Especializado en Pedagogía Diferenciada (1954-1959). También
durante esta etapa fue creado el primer instituto de formación artística de la ciudad, la Escuela
de Artes Visuales en el año 1951.

Pero la rama del sistema educativo que el gobierno peronista impulsó más fuer-
temente fue la educación técnica, tanto en el nivel secundario como superior. Un
decreto de junio de 1944, ratificado dos años después por la Ley 12921, creó la Comi-
sión Nacional de Aprendizaje y Orientación Profesional (CNAOP) que diseñó un
sistema educativo paralelo determinando que las escuelas de artes y oficios con-
formarían un ciclo básico, las escuelas técnicas de oficios serían el ciclo medio y las
escuelas fábricas conformarían el ciclo superior. Esta formación culminaba en la
universidad obrera.

Como parte de esta política de estímulo a la formación técnica, se instaló en 1947


la primera escuela fábrica de Bahía Blanca, dictándose en ese momento cursos de
automotores, carpintería y electricidad. Este sería el origen de la actual Escuela
Técnica n.o 4, ubicada en calle Florida 633.

La universidad obrera fue una iniciativa del gobierno nacional que tuvo su origen en
la Ley 13229 sancionada en 1948. Sin embargo, su funcionamiento recién fue regla-
mentado por el decreto del Poder Ejecutivo en octubre de 1952, siendo inaugurada
oficialmente en marzo de 1953. Su finalidad era la promoción de la actividad indus-
trial nacional mediante la formación de recursos humanos idóneos, en línea con las
directivas planteadas desde el gobierno en el Segundo Plan Quinquenal.

La Universidad Obrera Nacional (UON) se organizó en facultades que funcionaban


como sedes regionales en distintas ciudades del país. Las primeras sedes regiona-
les que iniciaron sus actividades en 1953 fueron Buenos Aires, Córdoba, Mendoza,
Rosario y Santa Fe. Al año siguiente, se creó la facultad regional de Bahía Blanca,

335
Historia de la educación en Bahía Blanca (1880-2001)

junto con la de La Plata y Tucumán. Cada facultad estaba dirigida por un decano,
quien debía ser obrero egresado de la escuela sindical de la CGT. Por su parte, la
dirección técnica recaía en un secretario, que necesariamente debía ser un técnico
o profesional con título habilitante. Este tipo de conducción evidenciaba la estrecha
relación entre la central sindical y la nueva universidad. Por ello no resulta extraño
que la iniciativa de crear una sede local de la UON partiera de la delegación regional
de la CGT ―que consideraba importante para la continuidad de los egresados de
las escuelas fábrica de la ciudad y la región― y contara con el apoyo del Instituto
Tecnológico del Sur.

La Facultad Regional Bahía Blanca (FRBB) de la UON inició sus actividades oficial-
mente en abril de 1954. Para ingresar se debía contar con el título de Técnico de
Fábrica otorgado por la CNAOP o el de las escuelas industriales de la nación. Las
tres carreras que se implementaron inicialmente fueron Construcciones Mecánicas,
Electrotécnica y Construcciones de Obras, cuyas clases se dictaban en horario ves-
pertino para facilitar el ingreso de estudiantes que trabajaban. El claustro docente
se conformó sobre la base de los profesionales con que contaba la ciudad, muchos
de los cuales ya se desempeñaban en el ITS.

Complejo de la Universidad Nacional del Sur (1970) (AMUNS)

336
Mariano Santos La Rosa

Las actividades académicas comenzaron en el edificio de la esquina de Zelarrayán y


Rodríguez, donde hasta ese momento funcionaba la biblioteca central y algunas
aulas delInstituto Tecnológico del Sur, y más adelante, a mediados de la década de
1960, se trasladaron al edificio de calle 11 de Abril 461.

A diferencia de las restantes universidades argentinas, la UON mantuvo una exce-


lente relación con el gobierno nacional ya que formaba parte de un proyecto educa-
tivo claramente asociado con el ideario peronista. Esta vinculación con el gobierno
puso en peligro la continuidad de la UON una vez que Perón fue derrocado por el
golpe militar de septiembre de 1955.

Las transformaciones educativas entre 1955 y 1983

Luego del golpe de Estado de 1955, las autoridades de facto resolvieron interve-
nir las universidades nacionales. En el caso del Instituto Tecnológico del Sur, fue
designado como interventor el profesor de la casa Pedro González Prieto y, por
decreto n.o 2432, se convirtió a la institución en una entidad descentralizada hasta
que se le concediera categoría universitaria. El nuevo interventor, aprovechando el
apoyo brindado por diversos sectores de la ciudad, resolvió el cese de actividades
del instituto como una forma de presionar para que el gobierno de facto adoptara
una decisión definitiva para la casa de estudios. Finalmente, en enero de 1956, por
medio del Decreto Ley n.o 154 fue creada la Universidad Nacional del Sur (UNS) y se
designó como nuevo interventor a Vicente Fatone. La nueva universidad se organizó
bajo un sistema departamental, conformada inicialmente por ocho departamentos:
Contabilidad, Economía, Física, Geología y Geografía, Humanidades, Ingeniería,
Matemática y Química.

Con el establecimiento de la Universidad Nacional del Sur, los directivos y un grupo de


profesores de la Escuela Normal presentaron la propuesta de anexión a la casa de altos
estudios con el fin de lograr un régimen más descentralizado que permitiera realizar
con mayor flexibilidad experiencias pedagógicas novedosas. La anexión se anunció
durante la celebración del cincuentenario de la creación de la escuela, el 23 de julio de
1956. Poco después, en noviembre de ese mismo año, se produjo también la incorpora-
ción a la universidad de la Escuela Superior de Comercio. Ambas escuelas se sumaron

337
Historia de la educación en Bahía Blanca (1880-2001)

a la de Agricultura y Ganadería como parte de las escuelas secundarias que dependían


de la UNS, nucleadas en torno al Consejo de Enseñanza Media a partir de 1959.

En 1962 la necesidad de introducir reformas en la educación secundaria llevó a que el


Consejo de Enseñanza Media y Superior (CEMS) decidiera la creación de la Escuela
de Ciclo Básico de la UNS. Esta nueva escuela pasó a comprender los tres primeros
años de la educación secundaria, por lo que la formación específica brindada por
las Escuelas Normal, de Comercio y de Agricultura y Ganadería quedó compren-
dida como un segundo ciclo de la enseñanza media, de tres años de duración. Esta
nueva escuela funcionó desde un principio en el edificio de 11 de Abril 445 pertene-
ciente a la Escuela Superior de Comercio y compartido desde 1952 con la Escuela de
Agricultura y Ganadería. La última institución en incorporarse a este edificio fue
la Escuela Normal que se mudó en 1970. De esta manera, todas las escuelas medias
dependientes de la Universidad Nacional del Sur permanecieron reunidas en un
mismo edificio hasta inicios de la década de 1990, cuando la Escuela de Agricultura
y Ganadería se trasladó a sus instalaciones actuales en Sarmiento al 3300.

La educación técnica atravesó un período de transformaciones luego de la caída del


peronismo. En 1959, por medio de la Ley n.o 14885, la Universidad Obrera Nacional
fue transformada en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), otorgándosele un
régimen de autarquía financiera e igualdad jurídica con las demás universidades
nacionales. A partir de ese momento la organización docente, jurídica y adminis-
trativa de la institución se asimiló a las restantes casas de altos estudios, lo que
implicaba asumir similares características: representación de profesores, graduados
y estudiantes en los cuerpos colegiados, organización de los órganos de gobiernos
centrales y en las facultades, y elección del rector y los decanos por medio de vota-
ción de los cuerpos colegiados.

Las escuelas de formación técnica secundaria pasaron por un proceso similar ya que
durante ese mismo año el gobierno nacional resolvió la unificación de todas las escue-
las fábrica e industriales bajo la órbita del Consejo Nacional de Educación Técnica
(CONET) que las renombra como Escuelas Nacionales de Educación Técnica (ENET).

Con respecto a la educación privada, en octubre de 1960 el gobierno nacional auto-


rizó a los colegios secundarios privados a promover a sus estudiantes sin interven-

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Mariano Santos La Rosa

ción de los colegios estatales. De esta manera, se puso fin a la vigencia de la Ley
n.o 934 de 1878 que durante más de ochenta años había regulado el funcionamiento
de la educación privada, y se dio a los establecimientos privados de educación media
la facultad de otorgar títulos por sí mismos, sin necesidad de estar “incorporados”
a una institución de gestión estatal.

Esta etapa también se caracteriza por una importante expansión de la matrícula


secundaria. A su vez, a partir de la década de 1960, la mayor parte de los jóvenes
provenientes de los sectores medios y medios bajos deciden continuar sus estudios
en lugar de intentar insertarse rápidamente en el mercado laboral al finalizar la
escuela primaria, como sucedía hasta ese momento. Esta tendencia fue resultado
de las transformaciones operadas en la matriz productiva y laboral no solo a nivel
local, sino también a escala global, que implicaron la necesidad de ampliar la etapa
de formación de los jóvenes antes de insertarse en el mercado laboral y generaron el
surgimiento de transformaciones culturales como la aparición de la adolescencia.

Esto implicó también la diversificación de la formación terciaria y universitaria


como parte del fenómeno de segmentación asociado al desarrollo y complejiza-
ción de los sistemas educativos de masas. Por lo tanto, no es casual que durante
esta etapa se haya ampliado la oferta de instituciones terciarias en la ciudad. En
1957 fueron creados la Escuela de Danzas y el Conservatorio de Música, del que se
desprendió cuatro años después la Escuela de Teatro. En 1960, luego de un año de
intensas gestiones, la orden salesiana establece el Instituto Católico del Profesorado
Juan XXIII, que inicialmente dictó las carreras de Castellano y Literatura, Filosofía y
Pedagogía, Matemática y Cosmografía. Hasta 1969 el instituto Juan XXIII funcionó
en las instalaciones del colegio María Auxiliadora, año en que se trasladó definitiva-
mente al edificio construido en la esquina de las calles Vieytes y Gorriti.

El nivel terciario también experimentó cambios importantes a partir de 1968,


cuando el gobierno de facto del general Onganía inició un proceso de transforma-
ción de las escuelas normales al establecer que la formación de maestros debía desa-
rrollarse en un nivel postsecundario. La terciarización de los estudios del magisterio
se dio a partir de tres resoluciones: la Resolución n.o 994/68 que estableció la reforma
del sistema educativo; la Resolución n.o 2779/70 que creó los Institutos Superiores
de Formación Docente y la carrera de profesor de Nivel Elemental; y la Resolución

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Historia de la educación en Bahía Blanca (1880-2001)

n.o 2321/70 que aprobó con carácter experimental el primer plan de estudios de la


carrera de Profesor de nivel elemental. En este contexto y adelantándose a estos
cambios, la Escuela Normal de la UNS implementó en 1968 un ciclo superior de
Magisterio comprendido por dos años de estudios que, al cabo de su finalización,
permitían acceder al título de Profesor de Enseñanza Primaria. Dos años después
se implementaron especializaciones que duraban seis meses y otorgaban los títulos
de Profesor de Educación Elemental Rural, Profesor de Educación Elemental de
Adultos y Profesor de Educación Preescolar, único que quedará en vigencia hacia
fines de la década de 1970.

Estos cambios también impactaron en el instituto terciario provincial fundado


por Avanza, que se transformó en Instituto Superior de Formación Docente incor-
porando la formación de maestros primarios con orientaciones bajo los títulos de
“Maestro Normal Superior con Iniciación a la Enseñanza Diferenciada” (1971-1979),
“Maestro Normal Superior con Orientación a la Educación Pre-escolar” (1972-1979),
así como titulaciones de formación docente para profesionales como la “Capacita-
ción Docente para la función Directiva y Técnica” (1971-1979), “Capacitación Docente
para Técnicos de Especialidad” (1972-1984). Esta institución pasó a ocupar su destino
definitivo en 1982 cuando finalizó la construcción de la planta alta del viejo edificio
Centenario de Vieytes 51.

A fines de la década del sesenta continuó la diversificación de la oferta de escuelas


técnicas en nuestro distrito, esta vez por iniciativa del gobierno provincial. En 1969 las
autoridades de la provincia de Buenos Aires autorizaron la creación de una Escuela
de Pesca y Náutica en la localidad de Ingeniero White, denominada Escuela Técnica
Industrial n.o 1 a partir de 1976, dependiendo siempre de la jurisdicción provincial, a
diferencia del resto de las escuelas técnicas que existían por aquel entonces en la ciu-
dad. Con respecto al nivel primario, los diversos gobiernos de facto que se sucedieron
durante esta etapa no implementaron grandes transformaciones, con excepción del
traslado de las escuelas primarias nacionales Láinez a las jurisdicciones provinciales
entre 1968 y 1978 y la consecuente disolución del Consejo Nacional de Educación.

La dictadura militar que llegó al poder con el golpe de Estado de 1976, autodeno-
minado “Proceso de Reorganización Nacional”, consideró la educación un campo
de batalla más en su lucha contra lo que denominaba la “subversión”, llevando ade-

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Mariano Santos La Rosa

La represión a estudiantes en Bahía Blanca


El 3 de abril de 1975 fue asesinado frente a sus compañeros y en los pasillos de la
universidad David Cilleruello, conocido como Watu. Este estudiante de 24 años
cursaba la carrera de Ingeniería y participaba en la reorganización de la Federación
Universitaria de la Universidad Nacional del Sur (UNS). Recibió un disparo en la
cabeza por parte de uno de los integrantes de la custodia de Remus Tetus, designa-
do interventor de la UNS por el gobierno de María Estela Martínez de Perón.

Otro ejemplo de la represión sufrida por estudiantes en nuestra ciudad fue el


caso del secuestro en diciembre de 1976 de 16 alumnos y un profesor de la Escuela
Técnica Industrial n.o 1, quienes fueron llevados al centro clandestino de deten-
ción “La Escuelita” y sometidos durante un mes a torturas psíquicas y físicas.

lante una política fuertemente represiva. El rol del Estado en el ámbito educativo
comenzó a ser definido como subsidiario, otorgando un lugar prioritario a la Iglesia
y la familia como agentes de la educación. La dictadura implementó una serie de
mecanismos de control sobre el aparato escolar, especialmente en las instituciones
universitarias y en las escuelas secundarias, que fueron sometidas a intervenciones
que desplegaron un fuerte aparato represivo, de control y vigilancia sobre profesores
y estudiantes que culminaron en secuestros, torturas, desapariciones y asesinatos.
Se prohibió el funcionamiento de los Centros de Estudiantes, se endurecieron los
reglamentos disciplinarios, se cambiaron planes de estudios, se censuraron pro-
gramas y bibliografía y se establecieron restricciones al ingreso en las carreras de
ciencias sociales y los estudios universitarios fueron arancelados.

Las transformaciones educativas de los últimos 35 años

El período más oscuro de la historia argentina culminaría en 1983 con el restable-


cimiento del régimen democrático y el triunfo en las elecciones de Raúl Alfonsín.
Las herencias del período autoritario (enorme endeudamiento externo, crisis fis-
cal, inflación) y las limitaciones políticas del gobierno condicionaron seriamente su

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Historia de la educación en Bahía Blanca (1880-2001)

capacidad para revertir la crisis del modelo de Estado benefactor. El nuevo gobierno
otorgó al ámbito educativo la función de desmantelar el orden autoritario a partir
de la transmisión de valores democráticos, por lo que fueron modificadas las nor-
mas y reglamentos de convivencia, se crearon Consejos de Escuela y se fomentó el
restablecimiento de los centros de estudiantes en el nivel medio y superior. Pero
en cuanto a lo curricular, los cambios realizados solo estuvieron vinculados a los
contenidos de las materias de civismo en la escuela secundaria. Se reemplazó sim-
plemente la asignatura Instrucción Moral y Cívica por Educación Cívica, aunque
el gobierno convocó a un segundo Congreso Pedagógico Nacional que implicó un
profundo debate de todo el sistema educativo. Con respecto al nivel universitario,
finalizaron las intervenciones y se restablecieron los estatutos previos a 1966 y el
cogobierno, se eliminaron el arancelamiento y las restricciones al ingreso en las
carreras, lo que implicó un incremento significativo de la matrícula universitaria.

Sin embargo, la crisis económica condicionó cualquier posibilidad de reforma y


el descenso del poder adquisitivo de los salarios docentes generó grandes movi-
lizaciones y huelgas a partir de 1987 y 1988. La hiperinflación de 1989 terminó por
producir la fractura del sistema escolar y dio inicio a una etapa en la que la pobreza
invadió las escuelas, de allí que el Estado comenzó a otorgarle al aparato escolar un
rol asistencial en detrimento de su función pedagógica.

Las elecciones que marcaron el triunfo de Carlos Menem como presidente constituyen
un punto de inflexión en la historia de la educación argentina. A partir del año 1992,
casi inmediatamente después de superada la grave crisis hiperinflacionaria, Menem
inició una profunda transformación y reestructuración del sistema educativo argen-
tino que entendía como una parte central del proceso de “reforma del Estado”.

Los cambios impulsados por el menemismo fueron los más desestructurantes en la


historia del sistema educativo argentino. Se instrumentaron a partir de 1992 con la
sanción de la Ley 24049, conocida como Ley de Transferencia de los Servicios Educa-
tivos, que implicó el traslado a la órbita provincial de todos los establecimientos de
nivel medio y terciario administrados por el Estado nacional. Esto supuso el fin de
las escuelas normales, comerciales y de los colegios nacionales. En nuestra ciudad la
Escuela Normal y la de Comercio pudieron subsistir por ser escuelas dependientes
de la UNS, pero los dos colegios nacionales de la ciudad fueron reconvertidos en la

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Mariano Santos La Rosa

Escuela de Enseñanza Media n.o 13 y n.o 14, respectivamente. También se produjo el


traslado de las tres escuelas técnicas nacionales a la jurisdicción provincial bajo el
nombre de EPET n.o 2, n.o 3 y n.o 4.

La reforma educativa menemista se profundizó con la sanción en 1993 de la Ley


Federal de Educación n.o 24195 y de la Ley de Educación Superior n.o 24521 en 1995.
La Ley Federal de Educación fue la primera en legislar sobre todos los niveles que
conforman el sistema educativo, abarcando a los establecimientos de gestión estatal
o privada. Consagró legalmente la descentralización del sistema educativo, iniciada
por la Ley de Transferencias, al asignar a las provincias la responsabilidad de la ges-
tión de los niveles inicial hasta el superior no universitario (terciario) y reorganizó
el tradicional esquema de educación preescolar, primaria, secundaria, terciaria y
universitaria por el siguiente:

• Educación Inicial: conformada por el jardín maternal (de 45 días a 3 años) y


la educación preescolar (de 3 a 5 años), cuyo último año fue declarado como
obligatorio.

• Educación General Básica (EGB): obligatoria, de 9 años de duración que se orga-


nizó en tres ciclos de tres años cada uno: Primer Ciclo (alumnos de 6 a 8 años),
Segundo Ciclo (de 9 a 11 años) y Tercer Ciclo (12 a 14 años). Este nivel reemplazó
al primario y sumó los dos primeros años del antiguo secundario.

• Educación Polimodal: no obligatoria, de 3 años de duración y organizada en


diversas orientaciones: Economía y Gestión de las Organizaciones; Comunica-
ción, Arte y Diseño; Ciencias Sociales; Ciencias Naturales; Producción de Bienes
y Servicios. El Polimodal implicó la reestructuración profunda de las escuelas
técnicas, comerciales y agropecuarias que debieron adaptarse a la nueva estruc-
tura, convertidas en modalidades que solo otorgaban el título de bachiller. Las
mayores resistencias se dieron en el caso de las escuelas técnicas ya que sufrían
una transformación drástica que afectaba en gran medida su rol como forma-
dora de profesionales.

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Historia de la educación en Bahía Blanca (1880-2001)

• Educación Superior: integrada por dos subsistemas, el Superior No Univer-


sitario (terciario) y el Superior Universitario, que sería regulado por la Ley de
Educación Superior, muy resistida en las universidades nacionales.

La implementación de la Ley Federal en la provincia de Buenos Aires generó fuertes


críticas de docentes y estudiantes secundarios bahienses que organizaron sentadas
y cortes de calle entre 1997 y 1998. Sin embargo, la reforma se aplicó a partir de 1999
con la aparición de los diseños curriculares para la EGB y el Polimodal. Esto implicó
que muchas escuelas secundarias se vieran obligadas a “articular” con escuelas pri-
marias al trasladarse a este nivel los dos primeros años de la formación media. Al
mismo tiempo, el gobierno provincial procedió a la construcción en nuestra ciudad
de tres edificios para albergar a tres escuelas secundarias que no contaban con sede
propia: las escuelas medias 5, 8 y 12.

Con la llegada del kirchnerismo al poder los fuertes cuestionamientos hacia la


reforma educativa menemista impulsaron una nueva normativa sancionada en
2006, la actualmente vigente Ley Nacional de Educación, que reconstituyó un sis-
tema de educación primaria y secundaria aunque conservando su dependencia bajo
la jurisdicción provincial.

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