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Este documento presenta un resumen y comentario del Título Preliminar del Código de Ejecución Penal. Se analizan los seis primeros artículos que establecen el objeto de regulación de la ejecución penal, los objetivos de la ejecución penal, el principio de humanidad, el sistema progresivo, los derechos subsistentes del interno y la asistencia post-penitenciaria. El documento fue elaborado por estudiantes de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo.
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Título original
COMENTARIO DEL TITULO PRELIMINAR DEL Codigo de Ejecución Penitenciaria - Grupo 7. (1)
Este documento presenta un resumen y comentario del Título Preliminar del Código de Ejecución Penal. Se analizan los seis primeros artículos que establecen el objeto de regulación de la ejecución penal, los objetivos de la ejecución penal, el principio de humanidad, el sistema progresivo, los derechos subsistentes del interno y la asistencia post-penitenciaria. El documento fue elaborado por estudiantes de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo.
Este documento presenta un resumen y comentario del Título Preliminar del Código de Ejecución Penal. Se analizan los seis primeros artículos que establecen el objeto de regulación de la ejecución penal, los objetivos de la ejecución penal, el principio de humanidad, el sistema progresivo, los derechos subsistentes del interno y la asistencia post-penitenciaria. El documento fue elaborado por estudiantes de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo.
Este Código, de acuerdo con el artículo 234 de la Constitución Política del Perú, regula la ejecución de las siguientes penas dictadas por los órganos jurisdiccionales competentes: 1.- Pena privativa de libertad. 2.- Penas restrictivas de libertad. 3.- Penas limitativas de derechos. Comprende, también, las medidas de seguridad. Las normas de ejecución penal integran el sistema global de consecuencias jurídico penales con una relativa autonomía político- criminal. Ello ha permitido sostener que el juez lleva a cabo, en el ámbito de la ejecución, una auténtica política criminal dentro del marco de la legalidad. Las penas persiguen, por tanto, fines distintos en cada una de las fases que conducen de su previsión a su ejecución: o En la fase de conminación legal prevalece el fin preventivo general, se justifica en la necesidad de protección de bienes jurídicos para preservar la coexistencia libre y pacífica de los integrantes de la comunidad. o En la fase de determinación judicial de la pena conviven fines preventivo generales y preventivo-especiales, con especial prevalencia de los primeros. o La individualización e imposición de la pena constituye una confirmación de la vigencia de la norma jurídica. Dentro de las penas aplicables, como lo señala el presente artículo, encontramos a la pena privativa de libertad que es la sanción penal que se impone al sujeto que ha cometido un acto delictivo, declarado así por un tribunal a través de un proceso público celebrado con todas las garantías, y que consiste en la privación del derecho a la libertad en un lugar determinado durante el tiempo que se establezca en la sentencia condenatoria. Las penas restrictivas de la libertad Son aquellas que, sin privar totalmente al condenado de su libertad de movimiento, le imponen algunas limitaciones. Se encuentran reguladas por el artículo 30º del Código Penal. Son penas que restringen los derechos de libre tránsito y permanencia en el territorio nacional de los condenados. Las penas limitativas de derechos estas sanciones punitivas limitan el ejercicio de determinados derechos económicos, políticos y civiles, así como el disfrute total del tiempo libre. Las medidas de seguridad son sanciones que se imponen a un sujeto que haya incurrido en la comisión de algún delito, debido a su peligrosidad delictiva, con el objetivo de lograr su reeducación y reinserción social. Artículo II.- Objetivos de la Ejecución Penal La ejecución penal tiene por objeto la reeducación, rehabilitación y reincorporación del penado a la sociedad. La misma regla se aplica al procesado, en cuanto fuera pertinente. Nuestro Código Penal señala que la pena tiene función preventiva, protectora y re socializadora, la reinserción social está dirigida a minimizar los efectos desocializadores del internamiento, puesto que la vida en prisión ha de tomar como referencia la vida en libertad, pues, aunque el interno esté en prisión sigue formando parte de la sociedad. En el ámbito de la reinserción se pueden observar varias etapas: en la etapa de inicio se genera confusión y temor en la persona en cuanto a las relaciones personales y familiares se refiere; en la etapa crítica hay una gran crisis y en la etapa de inicio de la estabilidad la persona siente la necesidad de trabajar, independizarse, asumir un rol en la vida y de ser parte de la familia si la hay. La preocupación por el bienestar y respeto de los derechos fundamentales del reo naturalmente no es una idea que se originó en el Perú, los distintos países fueron adoptándola como reglas mínimas establecidas por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 1955. Dichas reglas mínimas fueron acordadas en el Primer Congreso sobre Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente celebrado en Ginebra, Suiza desde el 22 de agosto al 3 de setiembre en 1955. No se debe olvidar que el castigo es el hecho de que el penado este recluido dentro de un centro penitenciario, el que no pueda andar libremente es la sanción impuesta por el delito que cometió con lo cual cualquier sanción extra por parte de cualquier miembro del centro penitenciario, es un delito más. Una manera en la que se podría favorecer al proceso de resocialización es promoviendo la convivencia en grupo de los reos, lógicamente habiendo realizado la separación correspondiente, que estos no estén uniformados, que los encargados del orden en las prisiones no porten armas, etc. Por otro lado, se le debería acompañar un proceso de formación en caso de que la socialización haya sido interrumpida o de terapia en caso de resocialización, el cual se considere más oportuno. Artículo III.- Principio de Humanidad
La ejecución penal y las medidas privativas de libertad de los procesados
están exentas de tortura o trato inhumano o humillante y de cualquier otro acto o procedimiento que atente contra la dignidad del interno. COMENTARIO: Toda persona tiene como derecho fundamental conservar su integridad física, psíquica y moral. Así lo ha reconocido el artículo 2º, inciso 1° de la Constitución Política del Estado y las normas internacionales. De ello se deriva el presente artículo la prohibición de las torturas, así como los tratos crueles, inhumanos o degradantes.
Este principio es de tal importancia, que su vigencia no depende de la
existencia o no de recursos del Estado y en su aplicación no debe hacerse distinción alguna (incluido el tipo de delito que la persona hubiera cometido). Por ello, las personas privadas de libertad deben ser tratadas respetando su condición de ser humano. En un establecimiento penitenciario el reo tiene derecho a vivir en condiciones compatibles con sus necesidades básicas, psicológicas, sociales y espirituales, respetándose las normas, entre ellas la prohibición de la tortura y de los tratos crueles, inhumanos o degradantes. Es el Estado el garante de este derecho, como responsable de las cárceles.
Artículo IV.- Sistema progresivo
El tratamiento penitenciario se realiza mediante el sistema progresivo.
Este artículo señala que debe aplicarse un tratamiento penitenciario mediante “un sistema progresivo”, es decir, se inicia con los internos en los centros penales con intervenciones en las áreas de educación, trabajo, psicología, legal y servicio social, y continúa aplicándose a la población del medio libre mediante los programas de intervención focalizada Focos, Capas, Reto, No más problemas, así como los talleres multidisciplinarios para el resto de participantes. Tiene dos modalidades: un Régimen progresivo cerrado Ordinario y un Régimen progresivo cerrado Especial. Artículo V.- Derechos subsistentes del interno El régimen penitenciario se desarrolla respetando los derechos del interno no afectados por la condena. Está prohibida toda discriminación racial, social, política, religiosa, económica, cultural o de cualquier otra índole. El régimen penitenciario desarrollando las normas de convivencia dentro de las cárceles busca afectar positivamente sobre los reos, induciéndolos a una mejor convivencia e intentando modificar las conductas que lo llevaron a perpetrar un delito. Todo ello sin perjudicar sus derechos no vulnerados por la pena, se tiene un total respeto por ello, así como de que se encuentre en un adecuado ambiente sin dañar su integridad y otros derechos que no se han visto afectados, todo lo mencionado es realizado mediante supervisiones por parte de la Defensoría del Pueblo, específicamente al Programa de Asuntos Penales y Penitenciarios que es la encargada de velar por el respeto de sus derechos fundamentales. Asimismo, este control se realiza básicamente de acuerdo a dos acciones: La primera, destinada a consignar el resultado de las entrevistas con autoridades a cargo del establecimiento penal (Policía Nacional e INPE) quienes además nos brindan información estadística. la segunda, nos permite consignar la información recogida de los internos y la constatada a través de la observación directa. Por ello, en muchas ocasiones nos apoyamos con tomas fotográficas y filmaciones. Artículo VI. - Asistencia Post-Penitenciaria La sociedad, las instituciones y las personas participan en forma activa en el tratamiento del interno y en acciones de asistencia post- penitenciaria. Es "el conjunto de medidas de supervisión y de ayuda material y moral, dirigidas fundamentalmente al reo liberado de una institución penal, a fin de permitir y facilitar a éste su efectiva reincorporación a la sociedad libre". Es por ello que nuestro sistema penitenciario progresivo intenta la reincorporación, reintegración y resocialización del interno, se centra principalmente en la ayuda material y moral, esto engloba a las potenciales instituciones o entidades que permitan que pueda obtener un trabajo digno y también el de desarrollarse libremente en la sociedad sin tener que ser objeto de discriminación de cualquier tipo. Entre ellas tenemos: Persona liberada y sus redes de apoyo. Organizaciones civiles. Instituciones educativas (públicas y privadas). Sector empresarial. Gobiernos federal y estatal. Organismos públicos de Derechos Humanos. Así como también las personas deben coadyuvar a la reintegración de los mismos. la idea de asistencia y tratamiento al liberado, para favorecer su reintegración social, deberían ser considerados los propósitos genéricos que debe cumplir la Asistencia Postpenitenciaria, y no solo centrarse en objetivos de "asistencia material y moral", ya que ello no abarca una total y plena reincorporación a la sociedad que está llena de prejuicios. Esta asistencia se debe realizar luego de ser liberado, sin embargo, queda claro que algunos van a necesitar más ayuda que otros. La importancia de la asistencia postpenitenciaria radica en que el sujeto luego de ser liberado pueda encontrar las condiciones adecuadas en su entorno familiar, su medio social, situación laboral, posibilidad de alojamiento, entre otras situaciones, todo ello para que se evite una reincidencia u otras formas de comportamiento desviado. Artículo VII. Traslado de los condenados al exterior “La transferencia de personas extranjeras o nacionales condenadas por jueces peruanos para el cumplimiento de las penas impuestas en su país de origen o en el de su residencia habitual se regirá por los Tratados o Convenios Internacionales sobre la materia y el principio de reciprocidad por razones humanitarias y leyes respectivas. No se autorizará la transferencia de aquellos que se encuentren condenados por delitos de terrorismo, terrorismo agravado, atentado contra la seguridad nacional y traición a la patria o del agente que actúa como cabecilla o dirigente de una organización destinada al tráfico ilícito de drogas, sin perjuicio de lo dispuesto en los Tratados o Convenios Internacionales en los que el Perú es parte. La transferencia se autorizará mediante Resolución Suprema”. En tal sentido, en lo concerniente a su artículo VII, donde incorpora el cumplimiento de sentencia en el extranjero de los internos de nacionalidad no peruana, es necesario analizar todo su texto, toda vez que la política exterior peruana ha proyectado las posiciones peruanas de apoyo al migrante en el plano carcelario enfocada en un plano internacional como una necesidad de crear y fortalecer mecanismos de diálogo y cooperación con el objetivo de crear un espacio regional que garantice una gestión ordenada, segura, regular y responsables de las migraciones; y en este caso, también para nuestros migrantes que se encuentran cumpliendo condena en varios de los recintos carcelarios a nivel nacional. Ante ello, es necesario preguntarse ¿Cómo está respondiendo nuestra legislación penitenciaria para con esta población penal? ¿Se aplica, se accede y se materializa consecuente y cuantitativamente el traslado de internos o internas de nacionalidad distinta y viceversa? ¿Nuestro sistema penitenciario nacional es consciente que este es un artículo a tener en cuenta para el proceso de resocialización de todo interno sin importar la nacionalidad? ¿Cómo repercute esta situación en nuestra actual realidad? De la primera hoja de nuestro actual código de ejecución penal, promulgado por el Decreto Legislativo N° 654°, específicamente en el artículo 7°, se nos señala que: La transferencia de personas extranjeras o nacionales condenadas por jueces peruanos para el cumplimiento de las penas impuestas en su país de origen o en el de su residencia habitual se regirá para los Tratados o Convenios Internacionales sobre la materia y el principio de reciprocidad por razones humanitarias y leyes respectivas. No se autorizará la transferencia de aquellos que se encuentren condenados por delitos de terrorismo, terrorismo agravado, atentado contra la seguridad nacional y traición a la patria o del agente que actúa como cabecilla o dirigente de una organización destinada al tráfico ilícito de drogas, sin perjuicio de lo dispuesto en los Tratados o Convenios Internacionales en los que el Perú es parte. La transferencia se autorizará mediante Resolución Suprema.En virtud de lo descrito, surge la pregunta ¿Qué significa y quiere decir ese artículo aludido? Se denota que, para nuestro código de ejecución penal y, por ende, para nuestra legislación penitenciaria prima que el interno o interna que no es de nacionalidad peruana pueda tener la posibilidad — previo una serie de requisitos y trámites— de ir a cumplir su condena a su país de origen, a efectos de que pueda mantenerse cerca de su familia, sin perder sus costumbres y lenguaje como parte de su proceso en aras de su resocialización. Asimismo, algunas características que se desprenden del artículo en mención son las siguientes: 1. Se determina conforme lo que está suscrito en cada tratado y convenio bilateral, ya que, contiene cláusulas específicas para evitar irregularidades y, sobre todo, impunidades. 2. Se utiliza el principio de reciprocidad, toda vez que está dirigido a la población penal extranjera como a la población penal de nacionalidad peruana que se encuentran cumpliendo condena en uno de nuestros 68 recintos carcelarios peruanos o en un establecimiento penitenciario de otro país, respectivamente. En ese sentido, rige las relaciones de Estado, utilizando frecuentemente este principio por el que un Estado acepta la propuesta del otro Estado, a cambio de obtener el mismo tratamiento en otro supuesto igual. Además, este principio está expresamente admitido en el ámbito de la ejecución de resoluciones judiciales y, por tanto, para el cumplimiento de penas privativas de libertad impuestas por condenas penales, bien sea pronunciadas por tribunales extranjeros o peruanos. 3. En caso exístase una pena distinta en el país de origen a comparación del país donde fue condenado, primará la cantidad de pena del país donde fue condenado, por lo que la jurisdicción de la sentencia y, por ende, la pena permanece inalterables en el país receptor en caso fuese menor o mayor. 4. El interno o interna extranjero(a) puede acceder al trámite del cumplimiento de condena en su país de origen siempre que tenga una sentencia libre, consentida y ejecutoriada. En ese sentido, tiene que estar en la naturaleza de cosa juzgada donde no melle ningún recurso impugnatorio. 5. El hecho debe tener doble incriminación; es decir, debe ser delito en Perú y en el país receptor. 6. Si bien, se puede colegir, tras una primera lectura, que solo podrán acceder a este artículo los internos de los países que tengan tratado o convenio internacional con Perú. Sin embargo, no existe tal limite y/o restricción, toda vez que, a pesar, de no existir algún tratado o convenio se puede realizar el traslado para que cumpla su condena en su país de origen, con la salvedad de que, el Estado no sería quien asuma los gastos del proceso sino la familia del interno o interna solicitante. Artículo VIII.- Retroactividad e interpretación benigna “La retroactividad y la interpretación de este Código se resuelven en lo más favorable al interno”. Dicha disposición, tomando en cuenta que la ley aplicable es la vigente al momento de presentarse, por ejemplo, la solicitud de acogimiento a los beneficios penitenciarios, determina que una nueva ley pueda ser aplicable retroactivamente en aquellos casos en los que, a pesar de que la solicitud se presentó durante la vigencia de una ley anterior, la nueva ley establece condiciones más favorables para acceder a los beneficios penitenciarios. De manera que si, prima facie, tal solicitud debe resolverse conforme a la ley vigente al momento de presentarse tal petición, se aplicará la nueva ley, siempre que ésta regule tal materia de la manera más favorable a las expectativas del interno. Artículo IX.- Protección de madres internas e hijos “La interna gestante o madre y los hijos menores de ésta que conviven con ella gozan de amplia protección del Sistema Penitenciario.” Nuestra población penal —en adelante, POPE— está conformada por personas de distintos rangos de edades, géneros, enfermedades, rasgos psicológicos, patológicos (entre otras particularidades y características más). Es esa línea, se cuenta con tres clases de población penal que merecen un tratamiento preventivo especializado: - La población penal concerniente a las madres gestantes y madres con hijos menores de 3 años. - La población penal de personas de la tercera edad. - La población penal de internos que tienen enfermedades mentales. Al respecto, con la entrega en vigencia del C.E.P. de 1991, se permite las creaciones de nuevos establecimientos especiales y diferenciados para cada una de las clases de internos anteriormente señalados. Ante lo expuesto, en lo que prosigue describiremos la realidad de cada una de las clases de internos que merecen un tratamiento penal especializado, y responderemos si a la actualidad se ha dado la construcción de recintos carcelarios específicos y particulares para el tratamiento penitenciario para estas clases. Nuestra Constitución Política del Perú en su artículo 4° señala que “la comunidad y el Estado protegen especialmente al niño, al adolescente, a la madre y al anciano en situación de abandono (..)”, mientras que nuestro Código de Niños y Adolescentes, en su artículo V, concerniente al ámbito de aplicación general, señala que se aplicará a todos los niños y adolescentes del territorio peruano, sin ninguna distinción, sea propia o de sus padres o responsables; y, en su artículo VI subraya que la obligación de atender al niño y al adolescente se extiende a la de la madre y a la familia del mismo. En virtud de ello, nuestro C.E.P. en su título preliminar, específicamente en el artículo IX referente a la madre gestante interna, así como en el artículo 8° de su Reglamento, establecen que la interna gestante o madre y sus hijos menores que conviven con ella gozan de amplia protección por el sistema penitenciario. De este modo, el Estado asume una obligación constitucional que se acentúa en esta población penal que se encuentra internada en alguno de los recintos carcelarios a nivel nacional. En esa línea, la mujer, como su(s) hijo(s), pasa(n) a depender de la Administración Penitenciaria en servicios y prestaciones tan básicas como la salud, alimentación, alojamiento, educación, entre otros. ¿Cómo es que este tipo de personas vulnerables pueden entrar a un lugar como lo es la cárcel? Al respecto, la mayor cantidad de ingresos con estas particularidades se dan debido a las siguientes razones: Que la mujer procesada y/o condenada es madre de un niño menor de tres años, por lo que solicita el ingreso del mismo al recinto carcelario para su cuidado. Que la mujer procesada y/o condenada se encuentra en estado de gestación y al nacer su(s) hijo(s) entra a formar parte de la población de niños a cargo del sistema penitenciario. Que la mujer procesada y/o condenada se embaraza al recibir su visita conyugal. Aunado a esto, según el informe estadístico del Instituto Nacional Penitenciario —en adelante, INPE— hasta abril del presente año, se han registrado un total de 169 niños, de los cuales 88 son varones y 81 son mujeres, donde la mayor concentración oscila entre las edades de 0 a 2 años, por lo que —tras la obligación constitucional— el INPE debe brindarles albergue, alimentación, educación y otros servicios en cumplimiento de la normatividad fundada y constituida. Artículo X.- Recomendaciones de las NN.UU. “El Sistema Penitenciario acoge las disposiciones, conclusiones y recomendaciones de las Naciones Unidas para la prevención del delito y tratamiento del delincuente.” Desde su fundación, las Naciones Unidas han trabajado activamente en la elaboración y promoción de principios internacionalmente reconocidos en materia de prevención del delito y justicia penal. A lo largo de los años surgió un conjunto considerable de reglas y normas de las Naciones Unidas relacionadas con la prevención del delito y la justicia penal que abarca una gran variedad de temas, como la justicia de menores, el tratamiento del delincuente, la cooperación internacional, la buena gobernanza, la protección de las víctimas y la violencia contra la mujer. Los congresos de las Naciones Unidas sobre prevención del delito y justicia penal, que se han venido celebrando cada cinco años desde 1955, han resultado una fuente muy valiosa y una fuerza impulsora para este proceso. Los sistemas de justicia penal difieren de un país a otro, y su respuesta a los comportamientos antisociales no siempre es homogénea. Aun así, a lo largo de los años las reglas y normas de las Naciones Unidas en materia de prevención del delito y justicia penal han proporcionado una visión colectiva acerca de cómo debería estructurarse un sistema de justicia penal. No obstante su naturaleza de derecho en formación (“soft-law”), las reglas y normas han realizado una importante contribución a la promoción de estructuras de justicia penal más justas y eficaces en tres dimensiones. En primer lugar, pueden utilizarse a nivel nacional, fomentando evaluaciones en profundidad que se traduzcan en la aprobación de las reformas necesarias en la esfera de la justicia penal. En segundo lugar, pueden ayudar a los países a desarrollar estrategias regionales y subregionales. En tercer lugar, en el plano mundial e internacional, las reglas y normas representan las “mejores prácticas” que los Estados pueden adaptar a sus respectivas necesidades nacionales. La primera edición de la recopilación de las Reglas y normas de las Naciones Unidas en la esfera de la prevención del delito y la justicia penal1 se publicó en 1992. Entre la primera edición de la Recopilación y la actual, la comunidad internacional ha elaborado nuevas reglas y normas y negociado y aprobado cinco instrumentos jurídicos vinculantes, a saber, la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional y los tres protocolos que la complementan (el Protocolo para prevenir, reprimir y sancionar la trata de personas, especialmente mujeres y niños, el Protocolo contra el tráfico ilícito de migrantes por tierra, mar y aire y el Protocolo contra la fabricación y el tráfico ilícitos de armas de fuego, sus piezas y componentes y municiones) y la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción. Las reglas y normas en materia de prevención del delito y justicia penal, elaboradas a lo largo de los últimos 60 años, han preparado el camino para la aprobación de esas convenciones y proporcionado un punto de partida para su negociación. Actualmente cabe esperar que esos instrumentos jurídicos refuercen y fortalezcan el valor y la importancia de las reglas y normas, suscitando el tipo de cooperación a nivel de todo el sistema que tenga debidamente en cuenta su ulterior aplicación. Las Naciones Unidas vienen preocupándose desde hace tiempo por que se humanice la justicia penal y se protejan los derechos humanos, y poniendo de relieve la importancia fundamental de los derechos humanos en la administración diaria de la justicia penal y la prevención del delito, Consciente de que las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos han sido las reglas mínimas universalmente reconocidas para la reclusión de presos y han tenido un gran valor e influencia, como guía, en la elaboración de leyes, políticas y prácticas penitenciarias desde su aprobación por el Primer Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente, celebrado en 1955, Recordando las reglas y normas de las Naciones Unidas en materia de prevención del delito y justicia penal relacionadas con el tratamiento de los reclusos y las medidas sustitutivas del encarcelamiento aprobadas desde 1955, en particular los Procedimientos para la Aplicación Efectiva de las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos, el Conjunto de Principios para la Protección de Todas las Personas Sometidas a Cualquier Forma de Detención o Prisión, los Principios Básicos para el Tratamiento de los Reclusos9, las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas sobre las Medidas No Privativas de la Libertad (Reglas de Tokio)10 y los Principios Básicos sobre la Utilización de Programas de Justicia Restaurativa en Materia Penal. Teniendo presente la necesidad de ejercer una vigilancia con respecto a la situación específica de los niños, los menores y las mujeres en la administración de justicia, en particular en situaciones de privación de libertad, como se pide en las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para la Administración de la Justicia de Menores (Reglas de Beijing)1 las Directrices de las Naciones Unidas para la Prevención de la Delincuencia Juvenil (Directrices de Riad), las Reglas de las Naciones Unidas para la Protección de los Menores Privados de Libertad y las Reglas de las Naciones Unidas para el Tratamiento de las Reclusas y Medidas No Privativas de la Libertad para las Mujeres Delincuentes (Reglas de Bangkok). Así también las reglas y normas de las Naciones Unidas en materia de prevención del delito y justicia penal aprobadas desde 1955 que proporcionan orientación adicional sobre el tratamiento de los reclusos. EVIDENCIAS:
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