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UNIVERSIDAD NACIONAL PEDRO RUIZ GALLO

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS


POLITICAS

 Tema:
Comentario del Título Preliminar del Código
de Ejecución Penal

 Asignatura:
Derecho Penitenciario

 Docente:
Francisco Santiago Delgado Paredes.

 Alumnos:
 BAUTISTA RAMOS, Luz Natalia.
 CHAMAYA GUEVARA, Telvy
 ORTIZ LLANOS, Stin
 RODRIGUEZ FERNANDEZ, Luciana
 SEGOVIA FERNANDEZ, Rosabet

 Año y Sección:

4to “A”

Lambayeque, octubre del 2020


COMENTARIO DEL CÓDIGO DE
EJECUCIÓN PENAL
 Artículo I.- Objeto de regulación
Este Código, de acuerdo con el artículo 234 de la Constitución Política del
Perú, regula la ejecución de las siguientes penas dictadas por los
órganos jurisdiccionales competentes:
1.- Pena privativa de libertad.
2.- Penas restrictivas de libertad.
3.- Penas limitativas de derechos.
Comprende, también, las medidas de seguridad.
Las normas de ejecución penal integran el sistema global de
consecuencias jurídico penales con una relativa autonomía político-
criminal. Ello ha permitido sostener que el juez lleva a cabo, en el
ámbito de la ejecución, una auténtica política criminal dentro del marco
de la legalidad.
Las penas persiguen, por tanto, fines distintos en cada una de las fases
que conducen de su previsión a su ejecución:
o En la fase de conminación legal prevalece el fin preventivo
general, se justifica en la necesidad de protección de bienes
jurídicos para preservar la coexistencia libre y pacífica de los
integrantes de la comunidad.
o En la fase de determinación judicial de la pena conviven fines
preventivo generales y preventivo-especiales, con especial
prevalencia de los primeros.
o La individualización e imposición de la pena constituye una
confirmación de la vigencia de la norma jurídica.
Dentro de las penas aplicables, como lo señala el presente artículo,
encontramos a la pena privativa de libertad que es la sanción penal que
se impone al sujeto que ha cometido un acto delictivo, declarado así por
un tribunal a través de un proceso público celebrado con todas las
garantías, y que consiste en la privación del derecho a la libertad en un
lugar determinado durante el tiempo que se establezca en la sentencia
condenatoria.
Las penas restrictivas de la libertad Son aquellas que, sin privar
totalmente al condenado de su libertad de movimiento, le imponen
algunas limitaciones. Se encuentran reguladas por el artículo 30º del
Código Penal. Son penas que restringen los derechos de libre tránsito y
permanencia en el territorio nacional de los condenados.
Las penas limitativas de derechos estas sanciones punitivas limitan el
ejercicio de determinados derechos económicos, políticos y civiles, así
como el disfrute total del tiempo libre.
Las medidas de seguridad son sanciones que se imponen a un sujeto
que haya incurrido en la comisión de algún delito, debido a su
peligrosidad delictiva, con el objetivo de lograr su reeducación y
reinserción social.
 Artículo II.- Objetivos de la Ejecución Penal
La ejecución penal tiene por objeto la reeducación, rehabilitación y
reincorporación del penado a la sociedad.
La misma regla se aplica al procesado, en cuanto fuera pertinente.
Nuestro Código Penal señala que la pena tiene función preventiva,
protectora y re socializadora, la reinserción social está dirigida a
minimizar los efectos desocializadores del internamiento, puesto que la
vida en prisión ha de tomar como referencia la vida en libertad, pues,
aunque el interno esté en prisión sigue formando parte de la sociedad. 
En el ámbito de la reinserción se pueden observar varias etapas: en la
etapa de inicio se genera confusión y temor en la persona en cuanto a
las relaciones personales y familiares se refiere; en la etapa crítica hay
una gran crisis y en la etapa de inicio de la estabilidad la persona siente
la necesidad de trabajar, independizarse, asumir un rol en la vida y de
ser parte de la familia si la hay.
La preocupación por el bienestar y respeto de los derechos
fundamentales del reo naturalmente no es una idea que se originó en el
Perú, los distintos países fueron adoptándola como reglas mínimas
establecidas por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 1955.
Dichas reglas mínimas fueron acordadas en el Primer Congreso sobre
Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente celebrado en
Ginebra, Suiza desde el 22 de agosto al 3 de setiembre en 1955.
No se debe olvidar que el castigo es el hecho de que el penado este
recluido dentro de un centro penitenciario, el que no pueda andar
libremente es la sanción impuesta por el delito que cometió con lo cual
cualquier sanción extra por parte de cualquier miembro del centro
penitenciario, es un delito más.
Una manera en la que se podría favorecer al proceso de resocialización
es promoviendo la convivencia en grupo de los reos, lógicamente
habiendo realizado la separación correspondiente, que estos no estén
uniformados, que los encargados del orden en las prisiones no porten
armas, etc.
Por otro lado, se le debería acompañar un proceso de formación en caso
de que la socialización haya sido interrumpida o de terapia en caso de
resocialización, el cual se considere más oportuno.
Artículo III.- Principio de Humanidad

La ejecución penal y las medidas privativas de libertad de los


procesados están exentas de tortura o trato inhumano o humillante y
de cualquier otro acto o procedimiento que atente contra la dignidad del
interno.
COMENTARIO:
Toda persona tiene como derecho fundamental conservar su integridad
física, psíquica y moral. Así lo ha reconocido el artículo 2º, inciso 1° de
la Constitución Política del Estado y las normas internacionales. De ello
se deriva el presente artículo la prohibición de las torturas, así como los
tratos crueles, inhumanos o degradantes.

Este principio es de tal importancia, que su vigencia no depende de la


existencia o no de recursos del Estado y en su aplicación no debe
hacerse distinción alguna (incluido el tipo de delito que la persona
hubiera cometido). Por ello, las personas privadas de libertad deben ser
tratadas respetando su condición de ser humano. En un
establecimiento penitenciario el reo tiene derecho a vivir en condiciones
compatibles con sus necesidades básicas, psicológicas, sociales y
espirituales, respetándose las normas, entre ellas la prohibición de la
tortura y de los tratos crueles, inhumanos o degradantes. Es el Estado
el garante de este derecho, como responsable de las cárceles.

Artículo IV.- Sistema progresivo

El tratamiento penitenciario se realiza mediante el sistema progresivo.


Este artículo señala que debe aplicarse un tratamiento penitenciario
mediante “un sistema progresivo”, es decir, se inicia con los internos en
los centros penales con intervenciones en las áreas de educación,
trabajo, psicología, legal y servicio social, y continúa aplicándose a la
población del medio libre mediante los programas de intervención
focalizada Focos, Capas, Reto, No más problemas, así como los talleres
multidisciplinarios para el resto de participantes.
Tiene dos modalidades: un Régimen progresivo cerrado Ordinario y un
Régimen progresivo cerrado Especial.
 Artículo V.- Derechos subsistentes del interno
El régimen penitenciario se desarrolla respetando los derechos del
interno no afectados por la condena.
Está prohibida toda discriminación racial, social, política, religiosa,
económica, cultural o de cualquier otra índole.
El régimen penitenciario desarrollando las normas de convivencia
dentro de las cárceles busca afectar positivamente sobre los reos,
induciéndolos a una mejor convivencia e intentando modificar las
conductas que lo llevaron a perpetrar un delito. Todo ello sin perjudicar
sus derechos no vulnerados por la pena, se tiene un total respeto por
ello, así como de que se encuentre en un adecuado ambiente sin dañar
su integridad y otros derechos que no se han visto afectados, todo lo
mencionado es realizado mediante supervisiones por parte de la
Defensoría del Pueblo, específicamente al Programa de Asuntos Penales
y Penitenciarios que es la encargada de velar por el respeto de sus
derechos fundamentales. Asimismo, este control se realiza básicamente
de acuerdo a dos acciones:
La primera, destinada a consignar el resultado de las entrevistas con
autoridades a cargo del establecimiento penal (Policía Nacional e INPE)
quienes además nos brindan información estadística.
la segunda, nos permite consignar la información recogida de los
internos y la constatada a través de la observación directa. Por ello, en
muchas ocasiones nos apoyamos con tomas fotográficas y filmaciones.
 Artículo VI. - Asistencia Post-Penitenciaria
La sociedad, las instituciones y las personas participan en forma activa
en el tratamiento del interno y en acciones de asistencia post-
penitenciaria.
Es "el conjunto de medidas de supervisión y de ayuda material y moral,
dirigidas fundamentalmente al reo liberado de una institución penal, a
fin de permitir y facilitar a éste su efectiva reincorporación a la sociedad
libre". Es por ello que nuestro sistema penitenciario progresivo intenta
la reincorporación, reintegración y resocialización del interno, se centra
principalmente en la ayuda material y moral, esto engloba a las
potenciales instituciones o entidades que permitan que pueda obtener
un trabajo digno y también el de desarrollarse libremente en la sociedad
sin tener que ser objeto de discriminación de cualquier tipo. Entre ellas
tenemos:
 Persona liberada y sus redes de apoyo.
 Organizaciones civiles.
 Instituciones educativas (públicas y privadas).
 Sector empresarial.
 Gobiernos federal y estatal.
 Organismos públicos de Derechos Humanos.
Así como también las personas deben coadyuvar a la reintegración de
los mismos. la idea de asistencia y tratamiento al liberado, para
favorecer su reintegración social, deberían ser considerados los
propósitos genéricos que debe cumplir la Asistencia Postpenitenciaria, y
no solo centrarse en objetivos de "asistencia material y moral", ya que
ello no abarca una total y plena reincorporación a la sociedad que está
llena de prejuicios. Esta asistencia se debe realizar luego de ser
liberado, sin embargo, queda claro que algunos van a necesitar más
ayuda que otros.
La importancia de la asistencia postpenitenciaria radica en que el sujeto
luego de ser liberado pueda encontrar las condiciones adecuadas en su
entorno familiar, su medio social, situación laboral, posibilidad de
alojamiento, entre otras situaciones, todo ello para que se evite una
reincidencia u otras formas de comportamiento desviado.
 Artículo VII. Traslado de los condenados al exterior
“La transferencia de personas extranjeras o nacionales condenadas por
jueces peruanos para el cumplimiento de las penas impuestas en su país
de origen o en el de su residencia habitual se regirá por los Tratados o
Convenios Internacionales sobre la materia y el principio de reciprocidad
por razones humanitarias y leyes respectivas. No se autorizará la
transferencia de aquellos que se encuentren condenados por delitos de
terrorismo, terrorismo agravado, atentado contra la seguridad nacional y
traición a la patria o del agente que actúa como cabecilla o dirigente de
una organización destinada al tráfico ilícito de drogas, sin perjuicio de lo
dispuesto en los Tratados o Convenios Internacionales en los que el Perú
es parte. La transferencia se autorizará mediante Resolución Suprema”.
En tal sentido, en lo concerniente a su artículo VII, donde incorpora el
cumplimiento de sentencia en el extranjero de los internos de
nacionalidad no peruana, es necesario analizar todo su texto, toda vez
que la política exterior peruana ha proyectado las posiciones peruanas
de apoyo al migrante en el plano carcelario enfocada en un plano
internacional como una necesidad de crear y fortalecer mecanismos de
diálogo y cooperación con el objetivo de crear un espacio regional que
garantice una gestión ordenada, segura, regular y responsables de las
migraciones; y en este caso, también para nuestros migrantes que se
encuentran cumpliendo condena en varios de los recintos carcelarios a
nivel nacional.
Ante ello, es necesario preguntarse ¿Cómo está respondiendo nuestra
legislación penitenciaria para con esta población penal? ¿Se aplica, se
accede y se materializa consecuente y cuantitativamente el traslado de
internos o internas de nacionalidad distinta y viceversa? ¿Nuestro
sistema penitenciario nacional es consciente que este es un artículo a
tener en cuenta para el proceso de resocialización de todo interno sin
importar la nacionalidad? ¿Cómo repercute esta situación en nuestra
actual realidad?
De la primera hoja de nuestro actual código de ejecución penal,
promulgado por el Decreto Legislativo N° 654°, específicamente en el
artículo 7°, se nos señala que:
La transferencia de personas extranjeras o nacionales condenadas por
jueces peruanos para el cumplimiento de las penas impuestas en su
país de origen o en el de su residencia habitual se regirá para los
Tratados o Convenios Internacionales sobre la materia y el principio de
reciprocidad por razones humanitarias y leyes respectivas.
No se autorizará la transferencia de aquellos que se encuentren
condenados por delitos de terrorismo, terrorismo agravado, atentado
contra la seguridad nacional y traición a la patria o del agente que
actúa como cabecilla o dirigente de una organización destinada al
tráfico ilícito de drogas, sin perjuicio de lo dispuesto en los Tratados o
Convenios Internacionales en los que el Perú es parte.
La transferencia se autorizará mediante Resolución Suprema.En virtud
de lo descrito, surge la pregunta ¿Qué significa y quiere decir ese
artículo aludido? Se denota que, para nuestro código de ejecución penal
y, por ende, para nuestra legislación penitenciaria prima que el interno
o interna que no es de nacionalidad peruana pueda tener la posibilidad
—previo una serie de requisitos y trámites— de ir a cumplir su condena
a su país de origen, a efectos de que pueda mantenerse cerca de su
familia, sin perder sus costumbres y lenguaje como parte de su proceso
en aras de su resocialización.
Asimismo, algunas características que se desprenden del artículo en
mención son las siguientes:
1. Se determina conforme lo que está suscrito en cada tratado y
convenio bilateral, ya que, contiene cláusulas específicas para evitar
irregularidades y, sobre todo, impunidades.
2. Se utiliza el principio de reciprocidad, toda vez que está dirigido a
la población penal extranjera como a la población penal de
nacionalidad peruana que se encuentran cumpliendo condena en
uno de nuestros 68 recintos carcelarios peruanos o en un
establecimiento penitenciario de otro país, respectivamente.
En ese sentido, rige las relaciones de Estado, utilizando
frecuentemente este principio por el que un Estado acepta la
propuesta del otro Estado, a cambio de obtener el mismo
tratamiento en otro supuesto igual.
Además, este principio está expresamente admitido en el ámbito de
la ejecución de resoluciones judiciales y, por tanto, para el
cumplimiento de penas privativas de libertad impuestas por
condenas penales, bien sea pronunciadas por tribunales extranjeros
o peruanos.
3. En caso exístase una pena distinta en el país de origen a
comparación del país donde fue condenado, primará la cantidad de
pena del país donde fue condenado, por lo que la jurisdicción de la
sentencia y, por ende, la pena permanece inalterables en el país
receptor en caso fuese menor o mayor.
4. El interno o interna extranjero(a) puede acceder al trámite del
cumplimiento de condena en su país de origen siempre que tenga
una sentencia libre, consentida y ejecutoriada. En ese sentido, tiene
que estar en la naturaleza de cosa juzgada donde no melle ningún
recurso impugnatorio.
5. El hecho debe tener doble incriminación; es decir, debe ser delito
en Perú y en el país receptor.
6. Si bien, se puede colegir, tras una primera lectura, que solo
podrán acceder a este artículo los internos de los países que tengan
tratado o convenio internacional con Perú. Sin embargo, no existe tal
limite y/o restricción, toda vez que, a pesar, de no existir algún
tratado o convenio se puede realizar el traslado para que cumpla su
condena en su país de origen, con la salvedad de que, el Estado no
sería quien asuma los gastos del proceso sino la familia del interno o
interna solicitante.
 Artículo VIII.- Retroactividad e interpretación benigna
“La retroactividad y la interpretación de este Código se resuelven en lo
más favorable al interno”.
Dicha disposición, tomando en cuenta que la ley aplicable es la vigente
al momento de presentarse, por ejemplo, la solicitud de acogimiento a
los beneficios penitenciarios, determina que una nueva ley pueda ser
aplicable retroactivamente en aquellos casos en los que, a pesar de que
la solicitud se presentó durante la vigencia de una ley anterior, la nueva
ley establece condiciones más favorables para acceder a los beneficios
penitenciarios.
De manera que si, prima facie, tal solicitud debe resolverse conforme a
la ley vigente al momento de presentarse tal petición, se aplicará la
nueva ley, siempre que ésta regule tal materia de la manera más
favorable a las expectativas del interno.
 Artículo IX.- Protección de madres internas e hijos
“La interna gestante o madre y los hijos menores de ésta que conviven
con ella gozan de amplia protección del Sistema Penitenciario.”
Nuestra población penal —en adelante, POPE— está conformada por
personas de distintos rangos de edades, géneros, enfermedades, rasgos
psicológicos, patológicos (entre otras particularidades y características
más).
Es esa línea, se cuenta con tres clases de población penal que merecen
un tratamiento preventivo especializado:
- La población penal concerniente a las madres gestantes y madres
con hijos menores de 3 años.
- La población penal de personas de la tercera edad.
- La población penal de internos que tienen enfermedades
mentales.
Al respecto, con la entrega en vigencia del C.E.P. de 1991, se permite
las creaciones de nuevos establecimientos especiales y diferenciados
para cada una de las clases de internos anteriormente señalados. Ante
lo expuesto, en lo que prosigue describiremos la realidad de cada una
de las clases de internos que merecen un tratamiento penal
especializado, y responderemos si a la actualidad se ha dado la
construcción de recintos carcelarios específicos y particulares para el
tratamiento penitenciario para estas clases.
Nuestra Constitución Política del Perú en su artículo 4° señala que “la
comunidad y el Estado protegen especialmente al niño, al adolescente, a
la madre y al anciano en situación de abandono (..)”, mientras que
nuestro Código de Niños y Adolescentes, en su artículo V, concerniente
al ámbito de aplicación general, señala que se aplicará a todos los niños
y adolescentes del territorio peruano, sin ninguna distinción, sea propia
o de sus padres o responsables; y, en su artículo VI subraya que la
obligación de atender al niño y al adolescente se extiende a la de la
madre y a la familia del mismo.
En virtud de ello, nuestro C.E.P. en su título preliminar,
específicamente en el artículo IX referente a la madre gestante interna,
así como en el artículo 8° de su Reglamento, establecen que la interna
gestante o madre y sus hijos menores que conviven con ella gozan de
amplia protección por el sistema penitenciario.
De este modo, el Estado asume una obligación constitucional que se
acentúa en esta población penal que se encuentra internada en alguno
de los recintos carcelarios a nivel nacional. En esa línea, la mujer, como
su(s) hijo(s), pasa(n) a depender de la Administración Penitenciaria en
servicios y prestaciones tan básicas como la salud, alimentación,
alojamiento, educación, entre otros.
¿Cómo es que este tipo de personas vulnerables pueden entrar a un
lugar como lo es la cárcel? Al respecto, la mayor cantidad de ingresos
con estas particularidades se dan debido a las siguientes razones:
Que la mujer procesada y/o condenada es madre de un niño menor de
tres años, por lo que solicita el ingreso del mismo al recinto carcelario
para su cuidado.
Que la mujer procesada y/o condenada se encuentra en estado de
gestación y al nacer su(s) hijo(s) entra a formar parte de la población de
niños a cargo del sistema penitenciario.
Que la mujer procesada y/o condenada se embaraza al recibir su visita
conyugal.
Aunado a esto, según el informe estadístico del Instituto Nacional
Penitenciario —en adelante, INPE— hasta abril del presente año, se han
registrado un total de 169 niños, de los cuales 88 son varones y 81 son
mujeres, donde la mayor concentración oscila entre las edades de 0 a 2
años, por lo que —tras la obligación constitucional— el INPE debe
brindarles albergue, alimentación, educación y otros servicios en
cumplimiento de la normatividad fundada y constituida.
 Artículo X.- Recomendaciones de las NN.UU.
“El Sistema Penitenciario acoge las disposiciones, conclusiones y
recomendaciones de las Naciones Unidas para la prevención del delito y
tratamiento del delincuente.”
Desde su fundación, las Naciones Unidas han trabajado activamente en
la elaboración y promoción de principios internacionalmente
reconocidos en materia de prevención del delito y justicia penal. A lo
largo de los años surgió un conjunto considerable de reglas y normas de
las Naciones Unidas relacionadas con la prevención del delito y la
justicia penal que abarca una gran variedad de temas, como la justicia
de menores, el tratamiento del delincuente, la cooperación
internacional, la buena gobernanza, la protección de las víctimas y la
violencia contra la mujer. Los congresos de las Naciones Unidas sobre
prevención del delito y justicia penal, que se han venido celebrando
cada cinco años desde 1955, han resultado una fuente muy valiosa y
una fuerza impulsora para este proceso.
Los sistemas de justicia penal difieren de un país a otro, y su respuesta
a los comportamientos antisociales no siempre es homogénea. Aun así,
a lo largo de los años las reglas y normas de las Naciones Unidas en
materia de prevención del delito y justicia penal han proporcionado una
visión colectiva acerca de cómo debería estructurarse un sistema de
justicia penal. No obstante su naturaleza de derecho en formación
(“soft-law”), las reglas y normas han realizado una importante
contribución a la promoción de estructuras de justicia penal más justas
y eficaces en tres dimensiones. En primer lugar, pueden utilizarse a
nivel nacional, fomentando evaluaciones en profundidad que se
traduzcan en la aprobación de las reformas necesarias en la esfera de la
justicia penal. En segundo lugar, pueden ayudar a los países a
desarrollar estrategias regionales y subregionales. En tercer lugar, en el
plano mundial e internacional, las reglas y normas representan las
“mejores prácticas” que los Estados pueden adaptar a sus respectivas
necesidades nacionales.
La primera edición de la recopilación de las Reglas y normas de las
Naciones Unidas en la esfera de la prevención del delito y la justicia
penal1 se publicó en 1992. Entre la primera edición de la Recopilación y
la actual, la comunidad internacional ha elaborado nuevas reglas y
normas y negociado y aprobado cinco instrumentos jurídicos
vinculantes, a saber, la Convención de las Naciones Unidas contra la
Delincuencia Organizada Transnacional y los tres protocolos que la
complementan (el Protocolo para prevenir, reprimir y sancionar la trata
de personas, especialmente mujeres y niños, el Protocolo contra el
tráfico ilícito de migrantes por tierra, mar y aire y el Protocolo contra la
fabricación y el tráfico ilícitos de armas de fuego, sus piezas y
componentes y municiones) y la Convención de las Naciones Unidas
contra la Corrupción. Las reglas y normas en materia de prevención del
delito y justicia penal, elaboradas a lo largo de los últimos 60 años, han
preparado el camino para la aprobación de esas convenciones y
proporcionado un punto de partida para su negociación. Actualmente
cabe esperar que esos instrumentos jurídicos refuercen y fortalezcan el
valor y la importancia de las reglas y normas, suscitando el tipo de
cooperación a nivel de todo el sistema que tenga debidamente en cuenta
su ulterior aplicación.
Las Naciones Unidas vienen preocupándose desde hace tiempo por que
se humanice la justicia penal y se protejan los derechos humanos, y
poniendo de relieve la importancia fundamental de los derechos
humanos en la administración diaria de la justicia penal y la prevención
del delito, Consciente de que las Reglas Mínimas para el Tratamiento de
los Reclusos han sido las reglas mínimas universalmente reconocidas
para la reclusión de presos y han tenido un gran valor e influencia,
como guía, en la elaboración de leyes, políticas y prácticas
penitenciarias desde su aprobación por el Primer Congreso de las
Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Tratamiento del
Delincuente, celebrado en 1955,
Recordando las reglas y normas de las Naciones Unidas en materia de
prevención del delito y justicia penal relacionadas con el tratamiento de
los reclusos y las medidas sustitutivas del encarcelamiento aprobadas
desde 1955, en particular los Procedimientos para la Aplicación Efectiva
de las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos, el Conjunto
de Principios para la Protección de Todas las Personas Sometidas a
Cualquier Forma de Detención o Prisión, los Principios Básicos para el
Tratamiento de los Reclusos9, las Reglas Mínimas de las Naciones
Unidas sobre las Medidas No Privativas de la Libertad (Reglas de
Tokio)10 y los Principios Básicos sobre la Utilización de Programas de
Justicia Restaurativa en Materia Penal.
Teniendo presente la necesidad de ejercer una vigilancia con respecto a
la situación específica de los niños, los menores y las mujeres en la
administración de justicia, en particular en situaciones de privación de
libertad, como se pide en las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas
para la Administración de la Justicia de Menores (Reglas de Beijing)1
las Directrices de las Naciones Unidas para la Prevención de la
Delincuencia Juvenil (Directrices de Riad), las Reglas de las Naciones
Unidas para la Protección de los Menores Privados de Libertad y las
Reglas de las Naciones Unidas para el Tratamiento de las Reclusas y
Medidas No Privativas de la Libertad para las Mujeres Delincuentes
(Reglas de Bangkok).
Así también las reglas y normas de las Naciones Unidas en materia de
prevención del delito y justicia penal aprobadas desde 1955 que
proporcionan orientación adicional sobre el tratamiento de los reclusos.

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