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DICIEMBRE // 2016

LA FORMACIÓN
MÉDICA AL
SERVICIO DEL
BIOPODER
MEDICINA Y PODER: EL ROL DE LA MEDICINA EN LA
POLÍTICA CONTEMPORÁNEA

FRANCISCA AHUMADA ARELLANO


JAEL MISRAJI GIORDANO
PROFESOR ÁLVARO HEVIA
ESCUELA DE MEDICINA
UNIVERSIDAD DE VALPARAÍSO
DICIEMBRE 2016
FRANCISCA AHUMADA ARELLANO & JAEL MISRAJI GIORDANO – LA FORMACIÓN MÉDICA AL SERVICIO DEL BIO-PODER

Me parece que la verdadera tarea política en una sociedad como la


nuestra es realizar una crítica del funcionamiento de las instituciones
que parecen neutrales e independientes; hacer una crítica y atacarlas de
modo tal de desenmascarar la violencia política que se ha ejercido a
través de éstas de manera oculta, para que podamos combatirlas.

Michel Foucault.
(La naturaleza humana: justicia versus poder. Un debate. 1971)
FRANCISCA AHUMADA ARELLANO & JAEL MISRAJI GIORDANO – LA FORMACIÓN MÉDICA AL SERVICIO DEL BIO-PODER

INTRODUCCIÓN
El presente trabajo tiene como finalidad analizar la formación médica, al servicio
del biopoder, como medio de subjetivación de lxs estudiantes. Esto lo haremos desde
nuestra experiencia en la Escuela de Medicina de la Universidad de Valparaíso, sin
embargo, considerando también las realidades que se escapan de nuestro núcleo educativo.

Foucault dice que "lo que hace que el poder agarre, que se le acepte, es simplemente
que no pesa solamente como una fuerza que dice no, sino que de hecho la atraviesa,
produce cosas, induce placer, forma saber, produce discursos; es preciso considerarlo
como una red productiva que atraviesa todo el cuerpo social más que como una
instancia negativa que tiene como función reprimir.” El poder productivo surge entonces ya
desde nuestras acciones cotidianas, categorizando, subjetivando al individuo, “es una forma
de poder que construye sujetos individuales. Hay dos significados de la palabra sujeto;
sujeto a otro por control y dependencia y sujeto como constreñido a su propia identidad, a
la conciencia y a su propio autoconocimiento. Ambos significados sugieren una forma de
poder que sojuzga y constituye al sujeto” (Foucault,1979, p. 182). Es por lo anterior que
consideramos importante realizar este análisis desde la formación médica en particular ya
que es desde ahí que nos creamos una identidad profesional, desde la cual, además, se
forjarán códigos morales y normativos que propiciarán la modificación de nuestra
interpretación del mundo y la forma en que nos situamos en él, subjetivándonos y
convirtiéndonos en agentes subjetivadores. Si bien esto sucede en la formación de cualquier
profesional (ya sean médicxs, abogadxs, enfermerxs, etc.) creemos que cobra especial
relevancia en el caso de la medicina ya que ésta es un agente de subjetivación per se. Por lo
tanto, se genera un efecto potenciador, ya que se subjetiva a las personas que luego, en su
práctica profesional, contribuyen de manera importante a la subjetivación de toda la
población (relación medicina-población).

Nuestro método de trabajo se basó principalmente en reflexiones en torno a


discusiones originadas en clases, revisión de los apuntes tomados en clases, investigación y
análisis de diversa bibliografía, tanto académica como informal (fanzines, blogs, etc.).

Decidimos estructurar el trabajo de tal manera que el trabajo se cimienta en dos


áreas principales: salud y educación, profundizando en cómo en la actualidad, cada una de
éstas áreas por sí sola, se encuentra al servicio del biopoder. Luego, cruzaremos ambas
partes para entrar de lleno en lo que es la formación médica y su importancia en la
subjetivación de lxs estudiantes de medicina. Finalizaremos con las conclusiones a las que
llegamos durante este trabajo y adjuntaremos la bibliografía que utilizamos como apoyo y
base para la comprensión y el desarrollo de la temática elegida.
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DESARROLLO
SALUD
La medicina, a lo largo de la historia, ha sufrido importantes cambios que le han
permitido posicionarse como elemento esencial la vida y el modo de ser humano, tanto
individual como colectivo; nos referimos a que estamos definidos en esencia y
funcionamiento a partir del saber médico. Un momento crucial en esta historia de cambios,
es hacia finales del siglo XVIII, ya que aquí se comienza a revolucionar la medicina como
disciplina y su territorio de influencia, y aparece la “medicina moderna”, dejando de
concebir la enfermedad como su objetivo puro, en esencia maligno, y desligado del ser
humano, para tomar en su reemplazo, al ser humano, desde la concepción creada a partir de
la anatomía y la clínica, como ente lábil, que es capaz de enfermarse, y, por ende, que
necesita ser el verdadero objetivo de la atención médica.

Además del desarrollo de esta nueva mirada médica, ocurrieron cambios relativos a
los espacios en que se ejercía la medicina; el carácter asistencialista que se materializaba en
los hospitales para enfermos pobres, en la cuarentena y en todos los socorros, fue
abandonado en la reformulación del hospital como espacio de claridad en torno a las
enfermedades, donde las personas enfermas serían curadas y ya no irían a morir. Se
vislumbra aquí, la aparición de la “población”, el grupo de individuos que gracias a su
estado de salud y mediante su trabajo, mantienen y robustecen al Estado; opuestos a los
ociosos enfermos pobres que sólo significaban un coste económico para el país y las
organizaciones que se encargaban de su atención. Por lo tanto, se torna necesario sanar a la
población, hacerla vivir, y al resto, dejarlo morir. Demostrando la fuerte influencia de la
mirada economicista del problema de la enfermedad en la transformación del hospital y el
objetivo médico, que, considerando el cuerpo como una máquina de producción laboral,
pretende transformar a los pobres en mano de obra útil, y dejar a financiamiento individual
la atención médica para quienes no fuesen aptos para trabajar, haciendo vivir y dejando
morir. Además de convertirse en un espacio para la curación, se transformaron
también en espacios para la formación clínica de los médicos que necesitaban
aprender a mirar y tocar el cuerpo en estado de enfermedad, y así contribuir al
crecimiento del nuevo modo de hacer medicina.

La nueva mirada médica además de definir la forma en que se aplicaba la medicina,


comenzó a modificar la propia concepción del ser humano, como sujeto anatómico
susceptible de enfermar, definiendo los parámetros de lo normal y lo patológico; y así,
subjetivando a la población de un nuevo modo al servicio de la nueva economía
capitalista. “El saber médico resulta esencial dentro de cierta comprensión que los seres
humanos modernos tienen de sí mismos” (Estrada Mesa, 2015). Con todo, se vuelve
importante ahora, ser normales, y sanos para poder producir.

Por lo tanto, los aspectos de los cuales dependerá la firmeza del Estado capitalista
serán los relacionados con la vida de la población: natalidad, mortalidad, vejez, invalidez,
etc. Y la relación de las personas con el medio. Dando pie para el posicionamiento de una
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nueva autoridad social, la autoridad médica, que además de ser dueña del nuevo saber del
ser humano, “es una autoridad social que puede adoptar decisiones relativas a una ciudad,
un barrio, una institución, un reglamento” (Foucault, 1999), en tanto elementos que
modifican el estado de salud de las personas, extendiendo el campo de intervención de la
medicina hacia elementos distintos de la enfermedad y que se ubican más bien en el medio
con que la población se relaciona.

Y en último lugar, tenemos la creación de mecanismos estadísticos para la


administración de la salud de la población, de los cuales, los médicos serán un efector
importante, tanto en el registro como en la toma de decisiones a partir de los datos y la
realización de aquellas determinaciones; por ejemplo, encontramos campañas de
vacunación, registro de la natalidad, mortalidad, etc. Así podemos sintetizar la medicina
moderna como una nueva medicina que se pone al servicio del poder, y se incrusta en la
estrategia biopolítica para gestionar la vida de la población, tomando en su área de
influencia todos los aspectos de la vida humana, es decir, medicalizando la vida; todo en
función del sistema capitalista.

Dicho lo anterior, podemos ahondar en el concepto de biopolítica, que viene a ser la


estrategia del biopoder, es decir, el mecanismo que permite la gestión de la vida en una
sociedad determinada, y que nace en la transición del poder soberano, al
gubernamentalizado, como un refinamiento de las técnicas de poder, dejando atrás la
norma y el encierro del cuerpo, para comenzar a normalizar la vida en función de un
objetivo, es decir, gestionarla , induciendo, facilitando o dificultando las acciones de la
población, mediante la organización de su entorno, formando una red con los elementos
que lo constituyen, red que Foucault llamará dispositivo. Y ya que el objetivo de esta
estrategia es la fuerza laboral, el crecimiento económico capitalista, la biopolítica establece
una distinción entre las vidas esenciales y las dispensables, las que deben ser protegidas y
las que no, sesgando en términos políticos, sociales, económicos y sanitarios, a las personas
que no pertenecen a la población.

La salud pública, nace para asegurar o incrementar alguna fuerza. En Alemania,


tuvo  objetivo de mejorar la salud pública, con la “Medicina de Estado”, que organizó el
saber médico a nivel estatal, normalizó la profesión médica, subordinó a los médicos a una
administración general y los integró en una organización médica de Estado. A esta le
interesaban los individuos como constituyentes del Estado, es decir, mejorar su salud para
conformar un Estado que tuviese fuerza para enfrentar sus conflictos políticos y
económicos. Otros Estados como Francia e Inglaterra, fundaron la gestión de la vida de las
personas para la formación de fuerza laboral en beneficio del mercantilismo imperante.

En Chile, el surgimiento de la salud pública, no es muy distinto a lo ya expuesto:


“La atención médica para pobres e indigentes estaba a cargo de la caridad, en forma tardía
se fue poniendo parcialmente en manos estatales a través de la Junta de Beneficencia y
desde 1924 de la Caja de Seguro Obligatorio, que atendía a los obreros asegurados.
Entretanto, la medicina preventiva evolucionaba lánguidamente desde 1918 hasta anclar en
el Servicio Nacional de Salubridad. La fusión de las instituciones estatales curativas y
preventivas originó el Servicio Nacional de Salud (1952), cuyo cometido incluía fomentar y
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proteger la salud y proveer atención médica a indigentes, obreros asegurados y su familia


nuclear” (Kottow, 2010)

Con todo, podemos decir que la medicina se asocia al desarrollo de la ideología del
biopoder y la biopolítica, que en las medidas de salud pública se presentan las diferencias
establecidas entre las vidas valiosas y las prescindibles (por ejemplo GES), y que los
médicos son en esta maquinaria, moléculas constituyentes del Estado, llevando a cabo la
estrategia biopolítica que norma, normaliza y subjetiva a la población, en función del
capitalismo, constituyendo un elemento esencial en el dispositivo; lo que es, el completo
ejercicio del biopoder.

EDUCACIÓN
El pensamiento de Michel Foucault, tan influyente en todas las ciencias sociales, es obvio que
debía resultar de interés en el ámbito de la educación. (...) explorar en profundidad las principales
ideas y conceptos de Foucault sobre las cuestiones y contextos educativos. Se argumenta en él que
las instituciones escolares, al igual que las prisiones y manicomios, están preocupadas
fundamentalmente por la regulación moral y social; utilizan para ello complejas tecnologías de
poder y control disciplinario y se apoyan también en la arbitrariedad típica de las modernas
instituciones. Las cuestiones de «poder» y «saber» se nos muestran como algo fundamental en el
seno de toda institución de educación.
S. J Ball.

“Sobre el biopoder (…) se puede destacar el proceso educativo del cuerpo como una
máquina, al cual es preciso arrancarle fuerzas para obtener ciertas ventajas, hacerlo dócil
para integrarlo eficazmente en el sistema de control.”
Francisco Bolla

Ya desarrollada el área de la salud, es momento de ahondar en la segunda área que


nos convoca: educación. Las reflexiones que se han hecho a lo largo de la historia acerca
de la relación entre educación y sociedad han partido siempre de un supuesto fundamental:
se educa a los miembros de la misma para que puedan llevar a cabo ciertas conductas,
de las cuales depende su mantenimiento o su progreso. Se asume entonces que las
acciones de los componentes sociales son susceptibles de ser creadas, dirigidas o
corregidas, con el propósito de llevar a cabo un cierto proyecto de sociedad. Desde la
posición griega de la relación necesaria entre ciudadanía y Paideia hasta la
profesionalización universitaria, pasando por las ideas ilustradas sobre el sentido de la
educación y por sus múltiples críticas; educación y sociedad se encuentran en la
construcción de aparatos sociales diseñados para promover y controlar las acciones de sus
diversos componentes. (Posada, 2015)

Si bien Foucault no estudia en particular la educación y el sistema educativo como


herramientas al servicio del biopoder, sí podemos inferir la importancia que les atribuye
dentro de la biopolítica, a modo general. Según el análisis realizado por el tesista de la
Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile, Francisco Bolla, en su
ensayo “Biopolítica y educación”, la educación para Foucault está relacionada con la
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disciplina y la formación del carácter y personalidad: se normaliza (esta normalización


tiene carácter de moralidad). Para Foucault, “la disciplina es, en el fondo, el mecanismo de
poder por el cual llegamos a controlar en el cuerpo social hasta los elementos más tenues, y
por éstos alcanzamos los átomos sociales mismos, es decir, los individuos. Técnicas de
individualización del poder. Cómo vigilar a alguien, cómo controlar su conducta, su
comportamiento, sus aptitudes, cómo intensificar su rendimiento, cómo multiplicar sus
capacidades, cómo situarlo en el lugar en que sea más útil: esto es, desde mi punto de vista,
la disciplina.” (Foucault, 1999b, p. 243). En este sentido, la educación es un lugar, un
espacio donde se impone, se vigila y moldea el alma, como también es parte del control
espacial donde se materializan las prácticas discursivas. La postura de Foucault respecto a
la educación queda más clara en una intervención durante un debate con Noam Chomsky:

“Pero creo que el poder político también se ejerce a través de la mediación de ciertas
instituciones que parecerían no tener nada en común con el poder político, que
se presentan como independientes a éste, cuando en realidad no lo son. / Sabemos
esto en relación con la familia; y sabemos que la universidad, y, de un modo general,
todos los sistemas de enseñanza, que al parecer sólo diseminan conocimiento, se
utilizan para mantener a cierta clase social en el poder y para excluir a otra de
los instrumentos del poder. Las instituciones del saber, de la previsión y el
cuidado, como la medicina, también ayudan a apuntalar el poder político”
(Foucault & Chomsky, 2006, p. 23)

En términos simples, se podría decir que “el sistema de enseñanza y educación que
en apariencia solo transmite conocimiento sería parte, de un ensamblaje posible, con un
dispositivo de seguridad y control de las clases dominantes” (Bolla, 2015).

Ahora bien, cuando se lleva a cabo una reflexión crítica sobre las relaciones
actuales entre educación y sociedad, se hace inevitable reconocer que el proyecto
económico-político llamado liberalismo económico, es decir, la interacción entre
capitalismo y democracia, ha terminado por capturar el sentido de las modalidades
educativas, especialmente las dirigidas a la capacitación técnica o a la formación
profesional (Posada, 2015). En términos simples, diremos que los procesos educativos
contemporáneos se subordinan a los intereses del sistema político-económico actual,
evidenciándose esto en acciones tan cotidianas y naturalizadas como cuando a una persona
se le prohíbe estudiar alguna carrera artística por la preocupación que sienten sus padres
respecto del futuro bienestar económico del estudiante o, bien, de forma más cruda, cuando
nos enfrentamos a la educación convertida en un bien de consumo, accesible solo para
quienes pueden costearla. Apoyando lo anteriormente mencionado, el ex mandatario,
Sebastián Piñera, en pleno clímax del movimiento estudiantil (2011), afirma lo siguiente:

“Requerimos, sin duda, en esta sociedad moderna una mucho mayor


interconexión entre el mundo de la educación y el mundo de la empresa,
porque la educación cumple un doble propósito: es un bien de consumo (…)
Significa conocer más, entender mejor, tener más cultura, poder aprovechar mejor
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los instrumentos y las oportunidades de la vida para la realización plena y personal


de las personas, pero también la educación tiene un componente de inversión".

En este sentido, la educación se vuelve la salida para alcanzar, por fin, la sociedad
justa y equitativa con la que toda democracia sueña, lo que la hace objeto privilegiado de
atención social y prioridad de los gobiernos contemporáneos. (Posada, 2015) Estos
gobiernos, a su vez, se ven influenciados por los requerimientos productivos del sistema
político-económico imperante. Es de ahí, que se puede establecer que la institución de la
Universidad actúa como un dispositivo de producción de productores.

Ahora bien, el hecho de que la idea de educación como bien de consumo sea
naturalizada y aceptada entre nuestros pares contemporáneos no explica las razones u
orígenes de la misma. Posada, en su texto, da un claro ejemplo de esto: si interrogamos a un
grupo de jóvenes respecto al espacio que conocemos hoy como “baño” y su división
“natural” de baño “para mujeres” y baño “para hombres”, la mayoría aceptará esta división
como correlación a la división biológica entre hombres y mujeres y la privacidad que cada
sujeto, dentro de su condición biológica, debe disfrutar en ese espacio. Si se les mostrara a
los mismos sujetos entrevistados cómo funciona el baño romano (con inodoros
comunitarios) o la casa de baños medieval (con su confusión de cuerpos y promiscuidad
aceptada), podría surgir la duda de cómo entonces ocurre la transformación de ese concepto
de baño al que conocemos actualmente. Surge el cuestionamiento de qué y cómo llegamos
a la división por sexo/género. Al realizar una arqueología se termina articulando con una
genealogía.1 (Posada, 2015)

Extraer las condiciones de aceptabilidad de un sistema y seguir las líneas de ruptura


que marcan su emergencia son dos operaciones correlativas… La detección de la
aceptabilidad de un sistema es indisociable de la detección de lo que lo hacía difícil de
aceptar: su arbitrariedad en términos de conocimiento, su violencia en términos de poder,
en suma, su energía. (Foucault, 1969) Y son, finalmente, estas condiciones de aceptabilidad
que naturalizan y neutralizan la relación entre educación y capitalismo. Estas condiciones
que surgen desde los saberes biológicos, médicos, educativos. Aplicándolo al ejemplo
anterior, lo que hace funcionar la naturalidad, la aceptabilidad del espacio “baño”, es una
elaboración compleja de dispositivos de control de la conducta que validan su eficacia
en saberes legitimados por regímenes de verdad, capaces de constituir sujetos precisos
a través de sus ejercicios de poder. (Posada, 2015)

En el caso particular de Chile, consideramos interesante e imprescindible mirar hacia el


pasado para entender la relación educación-capital actual de nuestro país y, así, la
formación médica de estudiantes tanto en el sector público como en el privado de la
educación superior. Según el análisis realizado por Bolla, desde una perspectiva socio-
histórica, podemos afirmar dos cosas respecto a la institución educacional en el Chile
republicano:

1
La arqueología se ocupa de realizar una historia de la producción de enunciados y de regímenes de verdad, mientras la
genealogía indaga acerca de los efectos reglados de poder que induce tal régimen, los dispositivos que soporta y los
sujetos que produce a través de la implementación de esas técnicas.
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1. El paso de una educación concebida como misión y derecho garantizado por el


Estado, a ser concebida esencialmente como una inversión privada de los
individuos ejerciendo su libertad de escoger en el mercado educacional como
consumidores e acuerdo a su poder económico. (Cabe recordar la declaración
emitida por Sebastián Piñera en pleno clímax del movimiento estudiantil).
2. Que la educación pasa de ser practicada como un proceso de encauzamiento
religioso/moral/cívico para evitar las revoluciones, a la vez que instruye en saberes
técnicos y científico-humanistas para formar trabajadores y gobernantes, pasa a ser
practicada esencialmente como un disciplinamiento social y adiestramiento en
competencias tecno-científicas y lingüísticas en orden a la formación de
potenciales trabajadores y ejecutivos competentes en función de las necesidades del
mercado para la potenciación de su desarrollo: productividad e hiperconsumo.

En este sentido, se marca un hito en la historia de la educación chilena, donde se pasa


desde un enfoque igualitario, en que prima “el bien común y colectivo”, hacia un modelo
neoliberal y mercantilista, donde prima “la competencia y la búsqueda de la máxima
productividad y eficiencia”. Existe una ruptura entre el concepto de educación que iba de la
mano del gobierno de la Unidad Popular hacia a dictadura cívico-militar liderada por
Augusto Pinochet.

Es a raíz del golpe militar del ´73 que comienza la mercantilización de la educación
hasta como la conocemos hoy en día. Es aquí donde se acentúa un vínculo entre educación
y economía en dirección hacia lo neoliberal, reemplazando el modelo estatista de la UP por
uno mercantil. Durante la dictadura se busca presentar con fuerza violenta SU verdad e
imponer así un nuevo orden, torturando, golpeando, violando, exiliando, haciendo
desaparecer al que se pronunciara de manera contraria. Así, la dictadura se ejerce sobre los
cuerpos. Es así como en esta línea de trabajo, Pinochet declara lo siguiente:

“Sobre el nuevo Gobierno recae la misión de extirpar de Chile el marxismo, de


reconstruir moral y materialmente el país hacia el desarrollo económico.”
(General Augusto Pinochet, Decreto Ley nº 77) (Diario Oficial, 13 de octubre de
1973)

Es bajo esa misión de “salvar la patria” que se construye una nueva o, más bien, se
modifica la sociedad chilena. Es esa misión, ese pequeño decreto, que se volverá
transversal a las instituciones que constituirán la gubernamentalidad. Y esta última, a su
vez, nos muestra que existe una conexión entre los modos como se gobierna una sociedad y
los modos como los “sujetos” se relacionan consigo mismo, es decir, nos subjetiva. Esto
significa que quizá no haya nada más “interior” que los dispositivos de poder que hacen
posible el gobierno de una sociedad. Es decir, que lo que se entiende por “sí mismo”, lo
más “interno” y “original” que existe para cada quien, está determinado por una modalidad
de gobierno, por un conjunto de prácticas de poder que ya no dependen del sujeto ni
pretenden favorecer su acción libre. El sujeto de la ética, dice Foucault, no es un sujeto
dado de una vez y para siempre, o constituido a priori, sino que se consolida como sujeto
desde y a través de las prácticas y los discursos. (Posada, 2015)
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En términos de disciplinamiento, la dictadura se propuso terminar con toda práctica


de participación democrática popular en las escuelas y universidades, y tanto profesores
como estudiantes fueron sometidos a un modelo de control y conducción “corporativista”
de carácter gremial, jerárquico y autoritario. El buen gobierno de la disciplina como
dispositivo de formación de la normalidad. Ejercicio efectivo del panóptico: todos son
vigilados y vigilantes. (Bolla, 2015) Comprender lo anterior, descrito por Bolla, nos parece
imprescindible para la comprensión de la formación tanto de profesionales como de
médicos en particular, ya que es esta línea de pensamiento la que nos ha moldeado hasta el
día de hoy tanto como “individuos” como profesionales de salud al servicio del biopoder.

FORMACIÓN MÉDICA

Como mencionamos anteriormente, la educación en Chile se cimienta en una constitución


neoliberal nacida en la dictadura de cívico-militar que irrumpe en nuestro país en el ´73. En
este sentido, el sistema de enseñanza bajo la gubernamentalidad neoliberal funciona como
un dispositivo de subjetivación articulada por y dócil al orden del mercado. Esto influye
directamente en la educación y formación de futuros médicos en nuestro país ya que, si
bien la formación de médicos es un agente de subjetivación per se, el hecho de que la
educación tienda a la mercantilización llega a cambiar incluso la forma en que se ejerce la
medicina en el Chile actual. Esto por diversos motivos, dentro de los cuáles consideramos
como principales:
1. Desmantelamiento de la educación estatal y con “vocación de servicio público y
colectivo”.
2. Surgimiento de universidades privadas cuyos objetivos potencian y sustentan el
actual modelo político-económico en el que nos encontramos inmersos.
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CONCLUSIONES
En la primera cita que decidimos poner el ensayo, Foucault dice lo siguiente:

“Me parece que la verdadera tarea política en una sociedad como la nuestra es
realizar una crítica del funcionamiento de las instituciones que parecen
neutrales e independientes; hacer una crítica y atacarlas de modo tal de
desenmascarar la violencia política que se ha ejercido a través de éstas de
manera oculta, para que podamos combatirlas.”

El haber seleccionado esta frase en particular no fue un acto estético o aleatorio.


Estamos realmente convencidas de que como individuxs, como seres intrínsecamente
políticxs, más allá de estudiantes, debemos mantenernos en constante cuestionamiento,
incluso de lo que en primera instancia nos parezca incuestionable. Son precisamente las
instituciones que parecen no “tender hacia lo político”, sino que neutrales e independientes,
las más peligrosas (familia, patriarcado, educación, etc.) ya que nos quitan la oportunidad
de combatirlas al invisibilizar las horribles y opresivas consecuencias que tienen en nuestra
libertad y vidas.

A raíz de cuestionamientos personales, que tuvieron lugar antes y durante el


electivo, ambas creemos que la salud y la educación pueden ser un arma de doble filo, una
herramienta que puede ser utilizada para liberar o para oprimir -dependiendo de quien las
controle-, por lo que es nuestro deber defender y promover el ideal de una salud y
educación anti-autoritaria, anti-capitalista, integral, libre y equitativa. Para esto, es
imprescindible mantenernos alertas y activxs, ocupando y aprovechando todos los espacios
de discusión, reflexión y formación política. Generando instancias de construcción
colectiva, esa construcción que tanto teme el capitalismo, que busquen la emancipación de
todos los cuerpos. Buscando generar saberes propios, conscientes a nuestra propia
experiencia, pudiendo así liberarnos de las imposiciones provenientes de los saberes tanto
biológicos, médicos y educativos ya mermados por la codicia y control neoliberal.
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BIBLIOGRAFÍA
Cabrera Díaz, E. (2016). La medicina moderna como dispositivo al servicio del biopoder y
la biopolítica. Bioética, 18 - 24.
Estrada Mesa, D. A. (30 de noviembre de 2015). La medicina como producción de
subjetividad. Una aproximación a Michel Foucault. Escritos, 23(51), 331-335.
Recuperado el 18 de diciembre de 2016, de
https://revistas.upb.edu.co/index.php/escritos/article/viewFile/6295/5780
Foucault, M. (1999). Estrategias de poder. Barcelona: Ediciones Paidós Ibérica, S.A.
Kottow, M. (2010). Salud pública y biopolítica. Nuevos folios de bioética.
Bolla, F. (Julio de 2015). Biopolítica y educación: una posibilidad de entender la invención,
emergencia y procedencia de los discursos neoliberales. Santiago de Chile.
Foucault, M. (1969). La arqueología del saber.
Posada, J. E. (2015). La interacción entre biopolítica, educación y subjetividad: La
Universidad como productora de productores desde una lectura foucaultiana.
Revista de la Asociación de Sociología de la Educación .

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