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La palabra Signo, del latín signum, significa: Objeto, fenómeno o acción material que, natural o

convencionalmente, representa o sustituye a otro objeto, fenómeno o acción; también: Indicio, señal
de algo.”

El Signo del Aprendiz inicia su ejecución con la posición “Al Orden”, esta postura gutural (porque el
pulgar toca la garganta) interpreta una disposición al Silencio, entendiéndose por silencio la sujeción
de las pasiones del corazón, permitiendo a la razón tomar el tiempo necesario para analizar y meditar
antes de tomar una postura con respecto a cualquier situación de la vida.

En pie, Los pies a escuadra, colocando la mano derecha en la garganta, pulgar a escuadra, dedos
extendidos, mano, antebrazo y brazo horizontales

En esta posición los secretos son comunicados.

De pie y al orden”

Los Masones del mundo asumimos la responsabilidad de encontrarnos en medio de una creación que
depende de las acciones humanas para abrigar nuestra propia vida.

El ser humano modifica su ambiente y se adapta socialmente a “la creacion” pero nuestro origen
bestial plagado de impulsos e instintos nos ha conducido a una estructura voraz, sanguinaria y cruel.

Por lo que Los Masones asumimos las herramientas del cambio, y aprovechamos las alegorías del
constructor, para indicar en nuestras mentes inconscientes que hay mucho trabajo por realizar, y que
es nuestra labor desarrollar las estructuras de humanización, sensibilización y construcción de la
patria universal.

Siempre escuchamos o repetimos una antigua y tradicional fórmula

masónica que dice “de pié y al orden”. Para qué?, pues para reconocer

nuestra condición de iniciados.

Luego que el Venerable Maestro pregunta al Primer Vigilante “¿Cuál es

vuestro primer deber en Logia?”, el Venerable realiza la otra pregunta

“Cuál es vuestro segundo deber, H:. Primer Vigilante?” y éste responde

“Ver si los HH:. que decoran ambas Columnas son Aprendices Masones”.

En ese momento, el Venerable Maestro dice “Aseguráos de que lo son…

Mis HH:. de pié y al Orden”. Seguidamente, ambos Vigilantes -tras

percatarse de que todos están de pié y al orden- anuncian “Son


Aprendices Masones los que decoran la columna del mediodía… y ambas

columnas”. El Venerable Maestro a su turno -después de cerciorarse que

todos están debidamente “de pié y al orden”- manifiesta “respondo por

los del Oriente”.

Entonces, queda claro que “de pié y al orden” es la única postura que

corresponde a un iniciado. Esa postura está bien definida, es

reconocible y visible ante todos los demás iniciados. Por

consiguiente, es inconcebible un masón que no esté “de pié y al

orden”.

Entre columnas, de pié… y con el signo (estar al orden). Ese signo

recuerda al iniciado, de cualquier grado, sus compromisos, tales como

el de ser firme, activo y valiente obrero; de servir directamente, en

todas las oportunidad por el pensamiento como por la acción, los

intereses generales y particulares de la Orden; a mejorar su condición

física y moral de hombre y de miembro de las sociedades para que sus

esfuerzos sean más eficaces en beneficio suyo, de su familia y de la

humanidad; a no abdicar nunca de sus derechos imprescriptibles de

hombre, ciudadano y de Masón, a la vez de no violar jamás

concientemente ninguno de los deberes correlativos a esos derechos; y

a separarse franca y lealmente de la Orden, antes que dañarla o ser en

ella un H:. anárquico, hipócrita, indigno o inútil. Todo lo expresado

es lo que significa el signo expresado en la posición “de pié y al

orden”. Además, significa que preferimos “cortarnos la garganta” antes

que revelar los secretos que nos fueron confiados.- Está demás decir

que estar “de pié y al orden” no es un mero o vació formulismo.


De pié y al orden…y entre columnas y sobre el piso de mosaico, nos

recuerda que la dualidad existe y está manifestada en el día y la

noche, el bien y el mal, la apariencia y la esencia, lo esotérico y lo

exotérico. En fín, más que cualquier otro ser humano el masón entiende

y convive concientemente con esa dualidad, y él -entre columnas y

sobre el piso de mosaico- es el catalizador, sublimador o transmutador

de esas manifestaciones de la dualidad.

De pié y al orden, entre columnas…con la palabra sagrada grabada en la

conciencia, entendiendo claramente que “la Fuerza está en Él”, es

decir, en uno mismo, en nuestro interior. Cada uno debe descubrir esa

fuerza y utilizarla en la obra arquitectónica que individualmente

llevamos a cabo. La fuerza no está afuera o en los demás, sino en

nosotros mismos. Por eso, primeramente nos sometemos a una profunda y

conciente introspección, a fin de descubrir nuestras fortalezas que

nos permitirá combatir nuestras debilidades.

De pié y al orden, entre columnas…con el mazo, el cincel y la piedra

bruta; entendiendo que nuestros brazos se convierten, el uno, en el

mazo; y el otro, en el cincel, que trabajan decantando la piedra bruta

que somos nosotros mismos.

De pié y al orden, entre columnas…con el mandil puesto, que es la más

preciada prenda del Masón y la primera que recibe en su condición de

iniciado de manos del Venerable Maestro. El mandil es el símbolo del

trabajo, suprema condición de todo progreso, de toda dicha. Ley

ineludible, necesaria que rige todo organismo, desde el más elemental,

la célula, hasta el cerebro humano más perfecto. Todo cuanto existe


acusa trabajo. Entonces, el Masón está “de pié y al orden, entre

columnas” para trabajar y hacer progresos en la Masonería; recordando

que nuestras obras deben ser “justas y perfectas” paraGloria del Gran

Arquitecto del Universo. Insisto, ese iniciado que está “de pié y al

orden, entre columnas” debe trabajar con alma y vida, con alegría, en

pos de su felicidad, de la de su familia y de la humanidad. Su obra

debe inspirarse en lasabiduría, ejecutarse por medio de la fuerza

constructiva y deberá destacarse por su belleza.

De pié y al orden, entre columnas…con los guantes blancos puestos,

sabiendo que la blancura es el símbolo de la pureza, de la

transparencia, de la nobleza del alma. El iniciado procurará hasta el

último suspiro mantener su integridad moral, no cediendo a ninguna

forma de corrupción.

De pié y al orden, entre columnas… dispuesto a avanzar de Occidente

hacia Oriente. Un iniciado es conciente de que murió a la vida profana

y nació a la verdadera vida. Viene lentamente -con pasos indecisos y

muchas veces torpes- de la oscuridad (Occidente) y avanza hacia la luz

(Oriente). Asumiendo, con el brazo, los dedos y los pies la forma de

la escuadra, para significar la rectitud instalada en su conciencia y

su coherencia con los principios masónicos; sabiendo que llegar al

Oriente forma parte de un proceso.

De pié y al orden, entre columnas… recordando en cada pensamiento,


acción y reacción al Gran Arquitecto del Universo, manifestado en el

tres, la trinidad o el ternario. Nuestro ingreso al Templo con los

tres pasos, simbolizan muchas cosas. Así, las tres grandes

interrogantes: ¿de dónde venimos?, ¿quiénes somos?, y ¿adónde vamos?;

también, los tres grados simbólicos: aprendiz, compañero y maestro;

asimismo, el ternario: libertad, igualdad, fraternidad; pero por sobre

todo lo citado, el tres es la manifestación del GADU en el triángulo.

Los Masones creemos en esa fuerza superior, omnipotente y

omnipresente, principio y fin de todas las cosas, a quien denominamos -

genéricamente- Gran Arquitecto del Universo y a su mayor gloria y

honra trabajamos. Tratamos por todos los medios de someter a la

materia (escuadra) a fin de sobreponer lo espiritual (compás) para

lograr la inmortalidad y la perfección del alma.

De pié y al orden, entre columnas… en silencio; entendiendo que es

preferible observar nuestro entorno, en silencio y con atención, a

través de los sentidos. El iniciado convierte gradual y

progresivamente en un especialista en el conocimiento, la comprensión,

el análisis, la síntesis y la evaluación de lo aparente, lo esencial y

lo trascendente. Aclaro que no es un silencio pasivo sino que activo.

Ese silencio y atención que prestamos a todo lo que nos rodea nos

permitirá justipreciar las cosas, los hechos, las palabras, ect; y nos

ayudará a -en su momento- emitir un juicio de valor exacto y verídico

sobre cualquier asunto; para no caer en expresiones irresponsables,

simples o chabacanas.
Sin haber agotado el tema, debo manifestar que cada iniciado que se

pone “de pié y al orden, entre columnas”, y que al asumir esa postura

recuerda los puntos precedentemente enunciados… ese, es un verdadero

masón, un caballero a carta cabal, un ser humano compremetido consigo

mismo y con sus semejantes, una persona de nobles ideales, un eterno

buscador de la verdad y la sabiduría… un hombre libre y de buenas

costumbres.

Ese masón que está “de pié y al orden, entre columnas” es aquel que

silenciosa y discretamente aplica sus conocimientos en el mundo

profano promoviendo una sociedad más justa, más humana, sustentada en

la búsqueda de la felicidad, el bienestar, el progreso; y, que

asumiendo y corrigiendo los errores cometidos transita hacia la

perfectibilidad, para gloria del Gran Arquitecto del Universo.

Ese masón que está “de pié y al orden, entre columnas” nunca más podrá

perder o cambiar esa postura, ya sea dentro del Templo o en el mundo

profano. El Masón no tiene doble personalidad. El masón desde que “vió

la luz” es Masón hasta el último suspiro. Aunque nadie lo pueda ver,

nosotros sabemos que siempre estamos “de pié y al orden, entre

columnas… con nuestro mandil y guantes puestos” tanto en el Templo

como en la vida profana…

QQ:. HH:. todos los Masones siempre estamos “de pié y al orden, entre

columnas”…

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