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FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS  UNIVERSIDAD NACIONAL DE CUYO

Noemí GOLDMAN.
Crisis imperial, revolución y guerra.
Nueva Historia Argentina, tomo III: Revolución. República.
Confederación (1806-1852), dirigido por Noemí Goldman,
Sudamericana, Buenos Aires, 1999, p. 28.

El intento de imponer una administración mejor organizada y centralizada afectó,


sin duda, el frágil equilibrio entre el poder de la Corona y aquellos arraigados en
realidades económico-sociales y jurídicas locales. Con la adopción del régimen de
intendencias la Corona se propuso desplazar del control de la administración, y en
particular de los cargos de responsabilidad, a las familias de las elites criollas que
ocupaban posiciones decisivas en casi todas las instancias del Estado. Se estima
que para el Río de la Plata, sobre 158 personas individualizadas que ocuparon
cargos en la administración colonial a fines del siglo XVIII, el 64 % eran
peninsulares y sólo el 29 % porteños; el restante 7 % provenía de otras partes de
América.

Pero a su vez la mayor concentración de porteños se produjo en los escalones más


bajos de la administración, mientras que la casi totalidad de los cargos altos fue
ocupada por españoles. Sin embargo, también se observa durante este período
una integración de criollos y peninsulares y por medio de linajes (...) Pero las
reacciones criollas a estas reformas, más allá de sus éxitos o de sus fracasos, se
encuentran vinculadas también al carácter de a reformulación de las relaciones
entre la metrópoli y sus súbditos americanos propuesta por los Borbones.

En efecto, existía en América una larga tradición de autogobierno fundada en la


legislación indiana, según la cual los súbditos americanos eran integrantes de
reinos dependientes de la Corona de Castilla. La monarquía hispánica durante los
Habsburgos se había basado en una relación contractual considerada
fundamental: la existencia de derechos y deberes recíprocos entre el rey y el
reino. De ahí derivaba la pervivencia de una serie de fueros, privilegios y
libertades particulares en las diferentes comunidades políticas que integraban los
virreinatos.

La política uniformadora de la Corona en tiempo de los Borbones avanzó sobre


estos privilegios, en particular sobre el gobierno de los municipios, a partir del
criterio básico de considerar su poder como absoluto e ilimitado. De modo que la
tendencia a ignorar el supuesto derecho de los pueblos al autogobierno, que
cristalizó en el nuevo término colonia para referirse a las posesiones americanas,
terminó por producir descontentos en los diversos estamentos de la sociedad
colonial.
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