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06 de julio de 2020
¿Esperamos a que llegue la paz para que comience el desarrollo, o buscamos alternativas de y
al desarrollo para que llegue la paz? La respuesta a esta pregunta resulta obvia si tomamos en
cuenta que la paz se traduce no solamente en cese al fuego de grupos armados, sino en garantías
de bienestar para las comunidades tanto en los ámbitos rural como urbano, y por lo tanto se
requiere de una suma de esfuerzos tanto del gobierno como de la sociedad civil concentrados en
su construcción y consolidación. Sin embargo, el interrogante plantea dos opciones para caminar
hacia ese objetivo, las cuales hacen parte de la división en tres grandes corrientes conceptuales
presentadas por los estudios de desarrollo según Castillo (2016): el desarrollo económico, el
desarrollo).
Se abordará entonces esta reflexión tratando de generar una expectativa frente a las
implicaciones de tomar cada una de estas dos rutas específicamente para el caso colombiano, en
1
En la literatura sobre construcción de paz el término spoiler se aplica a quienes buscan entorpecer, demorar u
obstaculizar un acuerdo de paz (Vargas y Hurtado, 2017. p. 6).
Las alternativas de desarrollo empiezan a surgir a mediados del siglo XX para abordar
asuntos ignorados por el reduccionismo del desarrollo económico (Castillo, 2016). No obstante,
para ese momento países como Colombia recibían ayudas extranjeras para contrarrestar la
pobreza, mientras se afianzaba un conflicto interno surgido de las luchas por la tierra y el cual
contempla los compromisos adquiridos para lograr una paz estable y duradera, sino que además
obedece a las lógicas de la globalización que estimulan la fuga directa del capital en detrimento
Con este panorama, se plantea desde varios sectores la necesidad de un desarrollo alternativo,
que permita el sostenimiento de condiciones favorables para la vida en los territorios, respetando
la cosmogonía de los pueblos e integrando los saberes populares con el conocimiento científico
para resolver los conflictos que se puedan generar en el proceso, el cual debe estar articulado con
palabras de Moncayo (2001, p. 46) “esta visión integrada se refiere más a una aproximación
Teniendo en cuenta que alternativas de desarrollo son muchas (desarrollo humano, con
perspectiva de género, participativo, local, sistémico, sostenible entre otros) conviene pensar en
la importancia de un desarrollo múltiple, donde se integren varias de las perspectivas que ven en
la diversidad y la inclusión la estrategia para encauzar la capacidad de las comunidades de ser
gestores de su propio desarrollo. Entre las alternativas más actuales, se encuentra el desarrollo
territorial, que se puede leer como una apuesta al dialogo entre globalización y democracia local
para lograr que los estados generen políticas teniendo en cuenta el aumento del bienestar y la
calidad de vida de la población, como lo expresa Soto (2006, p. 2) “en el nuevo orden mundial,
El desarrollo territorial implica volver a mirar lo autóctono, lo cultural heredado que puede
significar hoy en día un valor agregado en los procesos y productos que se llevan afuera. Soto
(2006) sostiene que las economías nacionales se adaptan al mercado global, en la medida que las
economías territoriales son capaces de identificar el potencial del territorio y aprovecharlo. Sin
embargo, para el caso colombiano esto resulta algo casi exclusivo de zonas históricamente
desconoce la soberanía, sin tener en cuenta que muchas comunidades han logrado sostenerse
gracias a saberes heredados, que hoy en día buscan insertarse a nivel político en las entidades
una perspectiva propia de desarrollo ecológico, económico y social” (Grueso, Escobar, Cogollo
desde adentro, desde sus capacidades a un ritmo acorde con el que se vayan adaptando las
por la autonomía popular y se permita tener una visión propia del futuro, la oportunidad de saber
hacia dónde se va. No obstante, Boisier (1999, p. 62) plantea que “el crecimiento económico de
un territorio, en el contexto de la globalización, tiende a ser más y más determinado por factores
organizaciones internacionales con la capacidad discursiva para persuadir a los entes nacionales
sin que en la práctica haya habido cambios en las dinámicas de expansión capitalista según
plantea Castillo (2016). Así mismo, la implementación de parte de los acuerdos de paz que se
responder a una rentabilidad para un Estado que no reconoce en la inversión social la base de un
desarrollo integral, que fortalecería al territorio nacional en los ámbitos político, económico,
cultural y ambiental.
Resulta sencillo deducir esta inclinación estatal por implementar modelos de desarrollo que
siempre han buscado integrar a las comunidades rurales en las lógicas del mercado,
“desestimando los costos sociales, políticos, culturales y ambientales de dicha opción para la
sociedad colombiana en general” (Castillo, 2016, p. 58), lo cual se puede evidenciar a través de
la historia con las primero con las reformas, las intervenciones económicas extranjeras y luego
megaproyectos extractivos o agroindustriales, los cuales han terminado por despojar a las
comunidades abriendo aún más la brecha del desarrollo, ampliando las condiciones de
desigualdad e incrementando la deuda histórica del Estado con la población más vulnerable del
país.
Es aquí, donde pese a los esfuerzos desde diferentes corrientes de pensamiento por darle un
contrapeso a la dimensión económica del desarrollo, surge otra corriente que promueve la
alternativas al desarrollo.
motivo fue cuestionar precisamente los modos en que Asia, África y Latinoamérica llegaron a
participación de los pueblos que supuestamente deberían beneficiarse de él. En este sentido, el
construcción de desarrollo para retomar saberes, usos y costumbres ignorados por la economía
política, reconociendo sujetos y agentes del conocimiento que visibilizan los procesos alternos al
desarrollo arrollador.
A manera de ejemplo Escobar hace una síntesis de estos aspectos que configuran la forma
como puede asumirse desde un territorio concreto el postdesarrollo para un caso colombiano:
Casos como el citado constituyen una prueba fehaciente de la alta probabilidad de construir
escenarios paralelos, más aún cuando la paz territorial está en juego, pues si se analizan los
montos designados para intervenir en los territorios desde la estrategia de competitividad del
Plan nacional de desarrollo 2014-2018, donde del total del plan de inversiones el componente
a la transformación del campo (Castillo, 2016), se puede inferir la falta de compromiso con la
sostenibilidad y las dinámicas de erradicación del despojo que conllevan a la pérdida de garantías
mínimas de bienestar para la población, sobre todo rural, eso sin contar con las graves
soporte en el territorio.
Ahora bien, las problemáticas que este tipo de decisiones conllevan, se agudizan con la
inoperatividad de las políticas de desarrollo económico territorial que priman para empresas del
sector privado alimentando indicadores oficiales que pocas veces hacen un análisis cualitativo de
industriales que terminan apropiándose, además de extensas áreas de tierra y del acceso a
(2005) de desarrollo económico territorial, entendido como “la capacidad de una sociedad local
18).
El gobierno nacional fue categórico al afirmar que el modelo de desarrollo no era objeto de
política, con énfasis en que ella sea posible para todos los actores, su posición de respecto y
apertura hacia otras ideologías y, sobre todo, la consideración de otros caminos y otros objetivos
Es claro entonces que el gobierno una vez más optó por mantener un modelo desarrollista
econocéntrico, desconociendo que la crisis del sector rural se agudiza, y que el intento por
integrar al campo a los mecanismos de crecimiento económico está destinado a fracasar por falta
de condiciones mínimas como lo son el acceso a salud y educación de calidad y por una
segregación sistemática que ve la vida rural como sinónimo de retraso y pobreza, esto sumado a
la desesperada acción del gobierno por concesionar bloques del territorio nacional para la
movilización social.
Esto resulta incongruente en la intención de alcanzar una paz estable y duradera, si se tiene en
cuenta que justamente temas como el desarrollo rural integral, el problema de las drogas de uso
ilícito y víctimas entre otros, estarán directamente influenciados por el modelo de desarrollo que
instaure el país. Respecto a esto, cabe resaltar la intervención del padre Francisco de Roux, con
En esta reflexión se puede sentir ese halito de cordura que llama al Estado y la insurgencia a
sentar cabeza, pero sobretodo pone de manifiesto que la discusión apenas empieza, ahora en un
escenario que en teoría debería ser más pluralista e intercultural, pues las alternativas de y al
desarrollo, son una realidad que viven cientos de pueblos originarios y comunidades ancestrales
en el país. La cuestión que compete tanto a entidades territoriales como al gobierno nacional, es
cuenta una participación representativa en todas las instancias que definen las directrices de
intervención en los territorios, como lo son los planes de desarrollo, planes de ordenamiento
Por el momento, parece que aún tendremos que esperar para ver voluntad política en el
arrasando con la biodiversidad y la cultura humana en una carrera sin precedentes orquestada por
del territorio, que son los que frente a la dinámica del despojo y la mercantilización demuestran
la capacidad de las comunidades y las redes de apoyo de sostener la vida, gestionando el saber
propio y sumando cada vez acciones más significativas en el fortalecimiento del tejido social, los
En síntesis, Colombia asumirá un reto que definirá el futuro de un país mega diverso, con
incipiente que vale la pena sostener, pero también con un histórico uso y aprovechamiento de los
Consideraciones finales
A la sazón de hoy, parece que no hemos entendido el funcionamiento de los mecanismos que
producen el desarrollo. Tenemos estructuras de pensamiento que hacen difícil pensar que puede
factores exógenos) (Boisier, 1999), ya que lo que hay es flujos de divisas que impulsan los
soberanía.
En este sentido, considerar al territorio como sujeto, estimula procesos que se articulan a la
globalización sin que esta resulte avasallante para los múltiples territorios interconectados para
que no haya exclusividad y se pueda garantizar ese derecho a una buena calidad de vida, al goce
del medio ambiente, a lo básico sin que sea un privilegio, sino que sea normal, lo mínimo, lo
razonable y justo.
importado. Se ha tenido la idea equívoca de que el desarrollo es el fiel reflejo de una postal
de leyes, de consumo etc., Entonces existe la creencia generalizada en una solo visión posible de
desarrollo, sin considerar variables, desconociendo patrones, esperando en cierta medida que la
Mantener la cadencia en el desarrollo, comprender que la articulación debe ser sólida, fuerte,
resistente pero también flexible. Abordarlo dese proyecto político resulta cuando menos
coherente con el grado de complejidad que encarna el fenómeno del desarrollo, lo que no
significa que dependa del gobierno, sino del carácter con el que se pretende encauzar el potencial
territorial y esto mucha de las veces se origina desde el mismo territorio. Importante la
reciclaje en la naturaleza. Cuando se consideran demasiado los límites, las fronteras, los
esquemas resulta imposible e improbable pensar en que los territorios son abiertos y se
interrelacionan, que se construyen mutuamente y se transforman. Hay que empezar a pensar más
en las asociaciones y las relaciones de cooperación que en los conflictos, desmontando poco a
olvidadas, tumbar paradigmas, probar nuevos modelos, pero también evaluar y revalorar el
pensamiento de la tribu, de los pueblos originarios, adaptado por supuesto al tiempo que
vivimos.
Referencias Bibliográficas
Boisier, S. (1999). Capitulo II El vuelo de una cometa: una metáfora para una teoría del
desarrollo territorial. pp. 59-89 In: Boisier (1999) Teorías y metáforas sobre desarrollo territorial.
ONU-CEPAL.
https://repositorio.cepal.org/handle/11362/2189
https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/7250/S0701004_es.pdf?sequence=6&isAllo
wed=y
alternativas al desarrollo para Colombia? En Dime qué Paz quieres y te diré qué campo
https://etnoterritorios.org/CentroDocumentacion.shtml?apc=x-xx-1-&x=1002
https://red.pucp.edu.pe/wp-content/uploads/biblioteca/090505.pdf
Moncayo J, E. (2001). Capitulo VIII. Aplicaciones empíricas de los enfoques teóricos. pp. 43-46.
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http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/7262/S018637.pdf?sequence=1
http://recursos.salonesvirtuales.com/assets/bloques/Soto_URIBE_desarrolloterritorialrural.pdf
Vargas, G. & Hurtado, R. (2017). Los retos de la “paz territorial”. Universidad de Los Andes,
Bogotá.
https://rndp.org.co/wpcontent/uploads/2017/11/Doc_politica_Cider_No1.pdf