INTRODUCCIÓN La cultura y la educación brindan el espacio social fundamental para construir una estrategia hacia el futuro. A diferencia de los marxistas, que establecen estas como subproducto de la economía o afirma que están determinadas en última instancia por el devenir de la vida material, apuntalamos aquí el territorio de las ideas, las voluntades, los procesos formativos del espíritu, como factor central en la evolución histórica, y en las posibilidades de tomar con las manos el destino de una nación. Los estudios formales hechos en torno a los problemas desuelo y vivienda social en Honduras, datan de principios de la década pasada y responden a situaciones en buena medida diferentes a las que el país muestra ahora Contenido
¿Qué tipo de ciudadanos debemos crear a través de la educación y la cultura?
Esto es un asunto fundamental porque tiene que ver con la definición de lo que queremos que sea el costarricense. Es importante que aquí diferenciemos dos cosas: la educación y la cultura deben generar un ser humano preparado para la vida colectiva en este momento histórico, y que sea capaz de enfrentar los retos que se nos imponen. Esto implica dos cosas: por un lado, adquirir el conocimiento y las destrezas necesarias, al mismo tiempo que los valores y principios generales necesarios para abordar la situación actual. Por otro, es necesario crear ciudadanos para una democracia, y ello implica formar ciudadanos que sepan tomar sus decisiones de manera colectiva, con base en el consenso y en el respeto a la participación de todos, al mismo tiempo que de manera responsable puedan ejercer el derecho a su libertad; pero, aparte de estos dos últimos rasgos que podrían definir una personalidad democrática, la educación y la cultura necesitan ayudar a crear en el ciudadano valores más generales que son de naturaleza ética; la educación y la cultura deben ayudar a promover o a fortalecer la honestidad, la solidaridad, el respeto, la eliminación de los fanatismos y los dogmatismos, la disciplina y el trabajo fuerte, el respeto a la naturaleza y el respeto a la opinión de todos los conciudadanos; entonces, la educación y la cultura deben contribuir a crear una personalidad democrática pero, sobre todo, una personalidad ética que fundamente sus acciones y su conducta en principios universales.
No obstante, debemos subrayar que, aparte de crear valores éticos, nuestra
cultura y educación deben crear ciudadanos con altos niveles de instrucción y formación, dotados del conocimiento y las destrezas necesarias; la educación no es sólo una educación de valores, involucra ilustración, instrucción, conocimiento y destrezas; esto es importante señalarlo porque ha habido en este país una tendencia desde hace bastantes años que busca dejar de lado el conocimiento, la instrucción de alta calidad y las destrezas; que, sin duda, resultan esenciales en la definición del costarricense que necesitamos producir en el siglo XXI. Entonces, tanto como conocimiento, como acción o esparcimiento o vivencia, la cultura, aunque pueda ser aprehendida de manera diferente por los diferentes sectores de la sociedad, debe ser ofrecida en su múltiple gama de posibilidades a la población. Por supuesto, resulta entonces absolutamente inapropiada la idea, que algunos han expresado, de hacer algo intermedio, de buscar algún tipo de cultura que pueda satisfacer a las amplias masas y a la minoría; esto es, simplemente una aberración intelectual; no es posible encontrar esos términos medios sin entrar en contradicción con las necesidades de algunos de los sectores de la sociedad; de lo que se trata es de abrir todas las posibilidades, no negar ni cerrar ninguna puerta a la expresión cultural o al conocimiento en su conjunto y dejar que sea la población, libre e independientemente, la que escoja sus opciones culturales; no podemos, bajo ningún concepto, definir a priori bajo criterios que no estarían suficientemente claros, ni el tipo de cultura, ni el tipo de conocimientos, ni el tipo de acción cultural que requiere nuestra población; no existe ente social o individual que pueda definir qué es lo que le conviene culturalmente a la población. Se trata de ofrecer la mayor flexibilidad, la mayor amplitud, la mayor libertad en la cultura y la educación.
En otro orden de cosas, es evidente que los medios modernos de comunicación
colectiva juegan un papel esencial en la cultura y en la educación de un país; pero de igual forma que a través de estos mecanismos se tiene acceso y proyección en las masas, también se tiene acceso y proyección en minorías selectas que también usan estos mecanismos de la vida social. Es necesario, entonces, promover y estimular que estos mecanismos sirvan como medio para un acceso mayor al conocimiento y a la expresión cultural de los diferentes sectores, en la medida de sus intereses y en la medida de sus necesidades. La vivienda es una edificación cuya principal función es ofrecer refugio y habitación a las personas, protegiéndolas de las inclemencias climáticas y de otras amenazas. Otras denominaciones de vivienda son: apartamento, aposento, casa, domicilio, estancia, hogar, lar, mansión, morada, piso, etc. El concepto de vivienda social nace desde los primeros Tiempos de la revolución industrial, como respuesta Directa a los problemas de la migración y a la creciente Proletarización que ese fenómeno produjo, y como una Iniciativa de gobierno destinada a mejorar la situación Habitacional de los grupos más desposeídos de la Sociedad. Si bien desde que surge la vivienda social fue impulsada Como iniciativa gubernamental concebida para transmitir Beneficios sociales, con los años se involucraron en ella Emprendedores privados que la asumieron como industria Lucrativa, abriendo así la contienda entre dos líneas de Pensamiento: En los proyectos habitacionales los beneficiarios son Protagonistas de los mismos y deben tener un papel Activo. En los proyectos habitacionales los destinatarios no Deben involucrarse por cuanto son catalogados como Clientes. Conclusiones Conclusión N° 1 Mediante una búsqueda de con gratuita entre distintos actores sociales, se debe organizar un gran frente común para gestionar ante el Estado la constitución inmediata del banco de tierras. Hoy que su esencialidad se ha vuelto vital, no lograr este objetivo es condenar a la vivienda social a una muerte casi segura en pocos años. Aunque esta afirmación parezca fatalista, no se ve en el horizonte del futuro cómo se podrán viabilizar proyectos de vivienda social con un escalamiento tan alto del precio Del suelo.
Conclusión N° 2 Los organismos privados no mercantiles dedicados a la vivienda
social deberían emprender una gran cruzada para exigir que se elimine el requisito del ahorro previo en efectivo, promoviendo que con sólo cubrir gastos básicos de cierre se aplique un sistema de cuota corrida para la población que se postula para un crédito habitacional.
Conclusión N° 3 La obsolescencia pesa ya varios años sobre los diagnósticos
realizados en cuanto al tema suelo y vivienda, por lo que es de conveniencia nacional hacer un estudio actualizado en el contexto de las nuevas situaciones que vive el país, el cual debería incluir un capitulado especial para establecer de manera muy precisa y objetiva cuál es el déficit habitacional en el país, cuántas viviendas nuevas deben construirse, cuánto se necesita hacer en lo concerniente a dotación de servicios básicos en el stock de viviendas carenciadas, cuánto en sustitución de vivienda totalmente descartable, cuánto en ampliación de vivienda de tamaño insuficiente, cuánto en reparaciones parciales, etc.
Conclusión N° 4: Se debe lanzar una campaña en contra el asistencialismo
imperante en nuestro país, con la cual se procure hacer conciencia en el gobierno, las iglesias, las ONG´s y en todas las instancias de la sociedad, del daño presente y futuro que se incuba en la mentalidad de la población y del costo social que eso implica. Esta campaña para evitar el asistencialismo debe incluir los planos locales, de modo tal que con todo el respeto a que son merecedoras las instancias edilicias, no se tome como una falta a la autonomía municipal sugerir enfáticamente que se abandone de una buena vez la costumbre, todavía vigente en varios lugares, de darle todo a la gente de manera gratuita.