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Instituto Superior de Estudios Humanísticos y Filosóficos

Seminario de Filosofía Moderna

Nombre: Denis Roa

Curso: Tercero

Ensayo sobre “Kant: ¿Qué es Ilustración?”

“La ilustración es la salida del hombre de la minoría de edad”. Con esta frase Kant nos
introduce a una cuestión humana importante, la madurez como sociedad es imposible, si
el individuo no madura, no se supera. Es conveniente para cualquier hombre quien le
absuelva de la responsabilidad de educarse, de formarse, de pensar. Si no piensa por si
mismo, si no actúa por valores propios, sencillamente se librará de la carga de la culpa,
si algo está mal, será porque quien le impone un marco está mal. Pero el hombre tiene la
capacidad de pensar, de cuestionar, de descubrir por sí mismo aquello que lo beneficia o
perjudica a él y a su entorno. Pero abocarse al pensamiento, a la reflexión no es tarea tan
fácil, y quien se anima a hacerlo puede decir que está dejando la comodidad del
conformismo, por la incertidumbre de la búsqueda, pero puede estar seguro, que en esa
búsqueda, día con día, se hará más grande.

La ilustración, que es el uso práctico de la razón, que lleva al tanto al individuo como a
la sociedad a la madurez, se podría decir que es un atributo de la libertad. Piensa quien
es libre de hacerlo, como todo hombre es libre en esencia, todo hombre puede ilustrarse,
puede hacer uso práctico de su razón, del entendimiento más allá de la tutoría, que
muchas veces es impuesta por quienes no han sido capaces de abandonar la minoría de
edad, y han arrastrado a las masas a una inmadurez racional colectiva. Y aun esta
situación, surge quien se ilustre, porque la libertad está en su humanidad y simplemente
no puede dejar de pensar. El pensar lo hará capaz de incluso cuestionar la gestión del
tutor, puede ser arbitraria o no, pero es el juicio del docto, del pensador, del ilustrado lo
que colocara sobre la balanza esa cuestión. El docto emplea el uso público de la razón,
plantea criterios públicos, de los cuales todos pueden servirse.es la forma ideal del uso
de la razón, cuyo “otro uso”, podríamos decir, es el privado, la razón reservada para la
gestión de las instituciones, donde aunque se piense, lo importante es obedecer,
mantener el sistema funcionando. Kant utiliza como ejemplo, al pastor o sacerdote,
quien imparte una doctrina y dirige una colectividad, mas aunque imparta la doctrina
acogida por la colectividad, que la sigue sin titubeos, él no puede cegarse ante dicha
doctrina. Su razón debe tomar acción, debe hacer uso de su entendimiento para, si es
posible, cuestionar aquello que imparte, y predicar con la verdad, de que posiblemente
no existe infalibilidad en la doctrina, pero uno decide seguirla por convicción.

Claro, que el docto, al hacer un cuestionamiento, lo hace siempre en busca de mejorar el


sistema, sus observaciones y comentarios son constructivos y bien intencionados, puesto
que goza de una estructura moral iluminada por el entendimiento, y se reconoce y
acepta a sí mismo libre, reconoce también la libertad en los feligreses. El ilustrado se
reconoce libre y reconoce libres a los demás. Ninguno puede renunciar o someter su
libertad, entendido como su derecho natural a pensar, para que otro, persona o
institución decida por él, por más convencido que esté de que lo hace en pro de un bien
mayor, no podría ser más que un crimen contra la naturaleza humana, el renunciar o
limitar a la propia capacidad de pensar.

El hombre puede desatarse de las cuerdas que lo atan a sistemas injustos porque puede
pensar sobre ellos, puede ilustrarse en cuanto a todo lo que le rodea y ver con claridad
aquello que le es constructivo, autentico, bueno. Es capaz de plantar esa semilla en sus
congéneres y con éstos avanzar hacia una sociedad que pase del estado de minoría de
edad, por lo que la ilustración, aun hoy en día, tal vez sea solo una idea, pero también es
un camino, que todos están llamados a recorrer por la voz de su propia razón (aunque
suene poético y optimista).

El ilustrado conoce y da a conocer, es libre para hacerlo y es su deber hacerlo. Todo


hombre que piensa, reflexiona y juzga, es libre de realizar dichas tareas, pero debe
hacerse responsable también de lo que comparte e imparte, ya que es consciente
también de que su pensamiento es relativo a sí, y también puede (y debe) ser
cuestionado. Pero debe haber condiciones que así lo permitan. La libertad de uso de
razón no es censurable, no existe líder o caudillo, monarca o magistrado que pueda
prohibir al pueblo razonar sobre el sistema, y si lo hay, es un criminal más que un líder.

La libertad de pensar, de elegir, de ilustrar e ilustrarse son derechos inherentes al


hombre y son factores que humanizan y elevan la dignidad del hombre, que es un ser
con el potencial de mejorarse a sí mismo, y de transformar su entorno, siendo optimista,
para bien.

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