Kant nos describe la ilustración en sus propias palabras como “la ilustración es la salida del hombre de su condición de menor de edad de la cual él mismo es culpable” (Kant. P. 7), lo cual es un abre bocas ante la propuesta social y política en la cual se desarrolla su escrito. Se puede entender que para el autor la ilustración es el uso racional del entendimiento y de los instrumentos propios del hombre con total libertad, de modo que sea capaz de caminar o avanzar sin la conducción del otro. Cabe aclarar, que la condición de menor de edad no se relaciona con la falta de conocimiento del hombre, sino, con su poca voluntad y valentía para tomar decisiones sobre su vida, lo cual es la base teórica de donde surge el emblema de la ilustración ¡sapere aude! “Ten el valor de servirte de tu propio entendimiento” (Kant. P. 7), dicho de otra forma, ten el ímpetu de valerte por tu propio conocimiento. El hombre no se acerca a la mayoría de edad, entendiéndose de esta que el hombre no requiere de un tutor o una guía y a su vez el mismo se convierte en un tutor, debido a la pereza, la cobardía y la comodidad que genera en él que alguien más solucione o lleve su vida limitando permanentemente la salida de la minoría de edad, y esto lo podemos evidenciar en la total comodidad que genera que alguien más decida por él “Si tengo un libro que piensa por mi, un pastor que reemplaza mi conciencia, un médico que dictamina acerca de mi dieta, y así sucesivamente, no necesitaré esforzarme” (Kant. P. 7). Con esto, el autor ejemplifica su posición (para el hombre es mucho más sencillo recibir información y no darla por si mismo) , al mismo tiempo, nos extiende la invitación a liberarnos de la ignorancia y tener el coraje de usar nuestra sabiduría. En concreto, lo hemos vuelto nuestra propia naturaleza. El ser humano nunca ha pensado por si mismo, alguien más lo ha hecho por él, dado que desde pequeño se la ha impedido que se arriesgue, se le ha embaucado con una pseudo-libertad, donde es prisionero de su engaño y de una vida ilusoria donde cree tener la posibilidad de tomar decisiones, evadiendo así responsabilidades. Razonar es la capacidad de establecer conexiones entre los conocimientos que poseemos y con esto conseguirs generar un juicio propio, esta acción la podemos realizar tanto en público como en privado, puede darse la situación que un individuo por fin se liberó de los grilletes de la minoría de edad, sin embargo esta no es su victoria todavía, posteriormente debe luchar con la unanimidad de las masas que están o se encuentran sumidas en los prejuicios, las cuales consiguen que el individuo se vea obligado a acatar las normas, aún cuando el mismo ha sido capaz de objetar el pensamiento. Las instituciones son las encargadas de sumergirnos en su sistema de andaderas de forma casi imperceptible, presentando la duda como algo nocivo para la salud humana, en virtud de la experiencia de alguien más, que por pensar fuera del sistema, goza de una libertad limitada. Es por ello que se entra a la discusión si vivimos o no en una sociedad ilustrada, la respuesta es un no rotundo, nos encontramos en una época de ilustración, que si bien es cierto que cada día son menos las personas que rompen con el yugo de la minoría de edad y se deciden por tomar las riendas de su vida, es muy arriesgado decir que todos ya lo lograron, poco a poco la humanidad superará la condición de minoría de edad y serán capaces de servirse de su propio entendimiento, valerse de su conocimiento y actuar conforme a lo que piensan. Pese a lo anterior Kant no considera como malo obedecer, nunca afirma que no se debe hacer, simplemente cuestiona que no se haga un uso de la razón, tampoco busca que el hombre sea auto-suficiente, ya que hablar de autosuficiencia es una utopía, es muy difícil que el hombre consiga y logre sobrevivir sin relacionarse con alguien más, Kant habla más de autonomía. Por la parte de la reglas, tampoco se considera que sean malas, simplemente no se debe admitir que los dirigentes pretendan que el ser humano acate sin someter a escrutinio sus postulados. Sin pensamiento propio en la actualidad, existirían muchos más abusos, cómo también descontrol sobre nuestra vida. En definitiva, detrás del miedo al fracaso y a las responsabilidades se esconde una visión recurrente, automática y negativa