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Héctor Vielva Diego.

Sinopsis de “José Ángel GARCÍA DE CORTÁZAR, La sociedad rural en la España Medieval, Méjico, Siglo XXI, 1988”.

“La sociedad rural en la España Medieval”

de José Á. García de Cortázar (Universidad de Cantabria)

Héctor Vielva Diego1


(hectorvielva@gmail.com)

ESQUEMA

1. Introducción

2. Coyuntura del mundo rural previa a la formación de la sociedad hispanocristiana


(siglos III-VIII)

3. El triunfo de la aldea (siglos VIII y IX)

4. Diferenciación social y jerarquización en la aldea del siglo X

5. Aldeas y dominios (siglo XI)

6. Expansión del modelo feudal (siglos XII y XIII)

7. Crisis y acomodación señorial (siglo XIV) y desenlace de la historia medieval de la


sociedad rural hispánica (siglo XV)

1
Graduado en Historia (2010-2014) por la Universidad de Valladolid.
Héctor Vielva Diego.
Sinopsis de “José Ángel GARCÍA DE CORTÁZAR, La sociedad rural en la España Medieval, Méjico, Siglo XXI, 1988”.

1. INTRODUCCIÓN

El objetivo de esta reseña es sintetizar la obra de José Ángel García de Cortázar,


La sociedad rural en la España medieval.
Según el autor, el estudio de la sociedad rural en el Medievo español entraña un
amplio esfuerzo. Supone analizar las formas de vida de todos aquellos individuos
capaces de producir bienes agrícolas o ganaderos, así como aquellos otros que
influyeron sobre los mismos, desde el siglo VIII hasta el XV y en todos los reinos
cristianos. Este empeño afronta grandes obstáculos, como la escasez de fuentes, en
numerosas ocasiones fragmentarias o episódicas, la variabilidad regional del objeto de
estudio y el carácter hipotético de las generalizaciones. Metafóricamente expresado en
palabras del autor, o “[…] los árboles no dejan ver el bosque […]” o “[…] el bosque no
deja ver los árboles […]”2.

2. COYUNTURA DEL MUNDO RURAL ANTES DE LA FORMACIÓN DE LA


SOCIEDAD HISPANOCRISTIANA (SIGLOS III-VIII)

Una de las visiones más aceptadas es aquella que sitúa el origen de la sociedad
rural hispanocristiana en el contexto de la invasión musulmana y la permanencia latente
de elementos norteños y visigodos en los núcleos de resistencia cristianos.
En los siglos III y IV, la relación entre súbdito y Estado de la Hispania romana
deja paso a formas de dependencia personal debido principalmente a tres fenómenos.
En primer lugar, la paulatina extinción de las ciudades, con la consiguiente
desaparición de los grupos sociales adheridos a ella. En segundo lugar, la priorización
de la tierra, que es entregada a un señor a cambio de seguridad, creando un sistema de
dependencia colono-terrateniente. Asimismo el señor, aprovechando el vacío de poder,
fortalece su posición, adquiere competencias y crea un pequeño ejército con el que
ejercer su autoridad. Por último, la conversión del esclavo del mundo antiguo en siervo,
probablemente para abaratar los costes de producción en el campo.
2
García de Cortázar, op. cit. pg. 150.
Héctor Vielva Diego.
Sinopsis de “José Ángel GARCÍA DE CORTÁZAR, La sociedad rural en la España Medieval, Méjico, Siglo XXI, 1988”.

A modo de conclusión se podría afirmar que la desaparición de la esclavitud y


los grupos medios urbanos, junto a una ausencia de autoridad pública, favorece el
surgimiento de grandes propietarios y de relaciones de dependencia personal.
Con la llegada de los visigodos algunos elementos de estos fenómenos
continúan, debido quizá al leve impacto demográfico y al alto grado de romanización de
los germánicos, sobre todo el desarrollo de las relaciones de dependencia, como se
puede observar en las clientelas familiares.
Tras la caída del poder visigodo permanecen tres modelos de organización del
mundo rural:

- Villa: no las elegantes residencias campestres de los senadores en los siglos III
y IV sino complejos agrícolas explotados por siervos y colonos. Tanto siervos,
manumitidos pero retenidos, como colonos, que entregan sus parcelas al señor
pero se atan jurídicamente, van a acabar juntándose en un mismo estrato de
servidumbre.

- Aldea: núcleos pequeños de carácter agrario. Su origen puede hallarse en las


agrupaciones colectivas desde el Alto Imperio o en siervos obsequiados con
parcelas familiares por sus señores.

- Comunidad de valle: pequeñas comarcas cuyo aprovechamiento económico va


unido a un grupo de parentesco, dirigido por un jefe familiar.

El último modelo es propio de las cordilleras del norte de la Península, mientras que los
dos primeros en el resto del territorio.

3. EL TRIUNFO DE LA ALDEA (SIGLOS VIII – IX)

Desde mediados del siglo VIII la reducción de la presión musulmana sobre la


zona astur-cántabra permite la repoblación de parte del valle del Duero y la expansión
del modelo de ‘valle’. En el Este de la Península la presión es más fuerte y por tanto el
avance menor.
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Los inmigrantes hispanogodos, que con la llegada de los musulmanes habían


buscado refugio en el Norte, llevan a las poblaciones indígenas la práctica de la presura,
por la cual se pasa a poseer una tierra inculta por medio de su explotación. Cuando
comienza la repoblación en los siglos VIII y IX se difundió la mencionada práctica y,
junto a este avance conquistador tan dinámico, fue difícil mantener los modelos de villa
y comunidad de valle. En un contexto de inseguridad, belicismo y constante
movimiento, la villa fue perdiendo relevancia, así como la comunidad de valle,
modificada por las nuevas estructuras de los refugiados hispanogodos. Ambas perdieron
influencia a favor de la aldea, que se alza como modelo hegemónico de la organización
rural hispanocristiana.
La aldea, consolidada ya en el siglo X, es definida por un grupo humano
asentado de forma estable en un territorio, el cual explota en núcleos familiares
conyugales, y con el conjunto de la colectividad local los espacios comunes. Su origen
se remonta a los colonizadores cristianos que se convirtieron en pequeños propietarios
libres por medio de la presura, aunque también pudo surgir a partir de antiguas aldeas
hispanogodas, células de colonización monacal o fracciones de valles y villas.

4. DIFERENCIACIÓN SOCIAL Y JERARQUIZACIÓN EN LA ALDEA DEL


SIGLO X

A mediados del siglo X ya es evidente en las aldeas una jerarquización social,


ligada a la especialización, el desigual reparto de las tierras y el excedente agrario. Cabe
destacar asimismo la superioridad de los ganaderos frente a los agricultores. La aldea
dejó de ser gobernada por la colectividad de pequeños propietarios libres en favor de un
grupo de élite, una aristocracia local que surge por delegación real, por un asentamiento
inicial ventajoso o por una gestión económica afortunada. Esta élite hace valer su
superioridad basándose en tres elementos principales: la riqueza, la administración de
justicia, delegada o usurpada, y la legitimación mediante símbolos y el apoyo del clero.
De esta forma se configura una nobleza regional a costa del poder del monarca y del
progresivo sometimiento del campesinado, sumada a las noblezas norteñas e
hispanovisigodas ya existentes. Esta minoría ejerce su poder a través del control de la
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ganadería, la exigencia de rentas y las encomendaciones personales y territoriales, que


van configurando la realidad de la sociedad rural hispana.

5. ALDEAS Y DOMINIOS (SIGLO XI)

En el siglo XI tuvo lugar un aumento demográfico que impulsó la conquista


hacia el Sur. La repoblación fue llevada a cabo por reyes, nobles y monasterios. Los
campesinos libres fueron perdiendo su relativo protagonismo en la colonización inicial,
cada vez más controlados por la nobleza regional. En esta época comenzó el
enfrentamiento entre la aldea y los dominios laicos y eclesiásticos, los cuales contaban
con grandes ventajas gracias al control de la guerra y la escritura. Los señores, ya
mencionados antes, son personajes que reúnen un amplio patrimonio territorial, ya por
herencia, conquista o usurpación, que luego reciben prerrogativas a nivel jurídico y
militar por parte del rey. Con el tiempo estos señores intentaron percibir parte de la
producción aldeana sin ningún fundamento jurídico salvo la fuerza. Asimismo, el
campesino libre se vio obligado a encomendarse a un señor y a ceder sus tierras, que
pasan al dominio señorial, por ruina, endeudamiento o usurpación. A través de la
encomendación, el campesino, desde ahora vasallo, cede parte de su producción al señor
a cambio de protección y gobierno, y generalmente también la propia tierra que trabaja.
Por tanto los excedentes agrarios pasaron a los grupos superiores y la señorialización de
la sociedad se fue completando. A partir de este momento el poblamiento gira en torno a
los intereses señoriales. Las viejas y dispersas parcelas, fruto de una repoblación
temprana, se fueron convirtiendo en solares familiares, unidades de poblamiento que
combinan casa y cultivos y son explotadas por núcleos familiares conyugales.
Con la generalización del solar como unidad básica y del señorío como unidad
estructural, la larga tradición del mundo antiguo de las villas y las comunidades de valle
deja paso al sistema feudal, caracterizado por las relaciones de dependencia y
justificado por todo un imaginario legitimador creado por la Iglesia.
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6. EXPANSIÓN DEL MODELO FEUDAL (SIGLOS XII-XIII)

El modelo de sociedad rural hispanocristiana se completa a comienzos del siglo


XI entre la Cordillera Cantábrica y el Sistema Central. Sin embargo la particularidad de
la coyuntura peninsular y su Reconquista hace que el modelo en expansión se
manifieste de diferentes formas según la región, aunque dentro del mismo concepto. Así
en León y Castilla prima la ganadería, el pago de parias y el pillaje, mientras que en
Aragón y Cataluña el aprovechamiento agrícola de la población musulmana asentada en
los territorios recién conquistados.
A partir del siglo X y hasta el siglo XII, los territorios conquistados se
repoblaron mediante fueros, cartas puebla y franquicias, documentos jurídicos
otorgados por nobles, obispos, monasterios, órdenes militares o por el propio rey. A
cambio de estas normas y privilegios los campesinos deben reconocer la jurisdicción del
señor y aportar ciertas rentas. De esta forma el territorio se colmó de señoríos laicos,
eclesiásticos (abadengo, episcopales, monásticos) y ciudades de realengo, las cuales
constituyen verdaderos señoríos urbanos. Para profundizar un poco más en el concepto
de señorío, cabe mencionar que eran grandes propiedades que escapaban de los
funcionarios reales. Dentro de sus dominios, los señores explotaban al campesinado
mediante rentas y también por medio de los derechos jurisdiccionales, usurpados de la
autoridad regia. En principio el señorío englobaba a una o varias aldeas pero con el
avance de la colonización, los señores aumentaron su patrimonio territorial y su poder
jurisdiccional. Esto se manifiesta en el aumento de rentas y prestaciones en trabajo y en
la apropiación de los espacios colectivos. Pero sobre todo se muestra en el intento de
adscribir, atar a la tierra al vasallo por medio de fuertes penalizaciones, los malos usos y
de la transmisión indivisa de las parcelas cedidas, con el objeto de asegurar su
explotación y evitar que huyan a las florecientes ciudades.
En resumen, los fueros limitaban la arbitrariedad de los señores pero aseguraron
su poder sobre la tierra. Los monarcas, debido a la debilidad de su situación, se
contentaban con el reconocimiento de su soberanía, en muchos casos sólo teórica.
Las anteriormente referidas ciudades se consolidan en el siglo XII, sobre
antiguas ciudades o de nueva creación. Las principales causas del fenómeno urbano son
la gestión de la creciente producción agraria y al aumento demográfico, que favorece a
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su vez el desarrollo del comercio y la artesanía. Así el modelo social hispanocristiano


comenzó con el solar campesino, enmarcado en la comunidad aldeana, que está
sometida a su vez a la ciudad, capital del alfoz. Estas ciudades están dirigidas por el
concejo urbano, en poder de las oligarquías urbanas, y responden ante los señoríos.
Solar, Aldea, Ciudad, Señorío. Para completar el modelo es necesario hablar de la
Iglesia. Los obispos, ligados al mundo urbano desde finales del siglo XI, consiguieron
crear sus propios señoríos e imponer una red de parroquias que abarcaba todo el ámbito
rural y cuya función principal era el control ideológico y el cobro del diezmo.
En el siglo XIII el modelo acuñado en la mitad norte de la Península se expande
hacia el Sur a la par que la Reconquista. Los reyes apostaron por las crecientes
ciudades, delegando su poder en la incipiente burguesía urbana. También hicieron
importantes concesiones a los señores como premio a su labor conquistadora. Éstos
crearon en la mitad sur grandes señoríos, haciéndose con el dominio de numerosas
ciudades e incrementando el control sobre sus vasallos.
Al filo del año 1300 la sociedad rural se caracteriza por: la existencia de tres
religiones, cristianismo, Islam y judaísmo; la igualación de siervos y vasallos adscritos a
la tierra; mayor importancia social de la riqueza, que permite a un labrador rico
convertirse en caballero villano y más tarde hidalgo; legitimación de las relaciones de
poder mediante vías jurídicas e ideológicas; y por último, la dependencia de los vasallos
respecto a un señor.

7. CRISIS Y ACOMODACIÓN SEÑORIAL (SIGLO XIV) Y DESENLACE DE


LA HISTORIA MEDIEVAL DE LA SOCIEDAD RURAL HISPÁNICA (SIGLO
XV)

En la primera mitad del siglo XIV tiene lugar un descenso de la producción, y a


su vez de la población, debido al endurecimiento de las condiciones climáticas y a las
guerras constantes. En esta coyuntura llegó la Peste Negra, que provocó una gran
mortalidad, la quiebra de los sistemas productivos y el debilitamiento de los señoríos,
que contaban con menos rentas y mano de obra. Crisis agraria, hambre y guerra se
convirtieron en causantes de un círculo vicioso de enfermedad y despoblamiento.
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En esta coyuntura se configuran extensos señoríos, principalmente mediante la


absorción o reagrupación de tierras abandonadas. Destacan los urbanos, de realengo o
nobiliarios, que jugaron un papel cada vez más relevante en el control de mundo rural.
Los reyes apoyaron a las oligarquías mercantiles para limitar el poder de la nobleza, ya
en buena parte urbanizada. Sin embargo durante todo el siglo el fenómeno principal fue
el fortalecimiento de los nobles laicos. Aprovechando la debilidad de la monarquía en
un contexto de guerra civil y revueltas nobiliarias constantes, fortalecieron su
jurisdicción e intentaron atar al vasallo a la tierra por medio de rentas, prestaciones en
trabajo y los denominados malos usos. También se ofrecían a actuar de intermediarios
en el cobro de las rentas reales, pues eran los únicos con capacidad para forzar su pago,
sacando de esta forma enormes beneficios. En este triunfo de la señorialización cabe
destacar la institución del mayorazgo, por la cual la totalidad del patrimonio nobiliario
pasa al primogénito, transmitiéndose todo el poder intacto.
En este contexto de sumisión, también hubo reacción campesina ante los abusos
de los señores. No obstante, los levantamientos antiseñoriales fueron duramente
aplastados antes de representar una amenaza seria, salvo dos excepciones destacables,
las Guerras Irmandiñas en Galicia y la Insurrección de los forans en Mallorca.
A partir de los años treinta del siglo XV se empieza a apreciar una lenta
recuperación de los efectos de la crisis bajomedieval. En el campo se roturan nuevas
tierras, se desarrolla el riego y aumentan los cultivos orientados a la comercialización.
Asimismo, cabe destacar el papel esencial de la ganadería para la economía castellana,
que favoreció a su vez el desarrollo de la industria textil doméstica.
A nivel político, los reyes recuperaron progresivamente parcelas de poder
apoyándose en las ciudades. Poco a poco los señores se alejaron cada vez más de sus
propiedades y los concejos urbanos y aldeanos se convirtieron en verdaderos
ordenadores de la explotación. A finales del siglo XV, los Reyes Católicos promulgaron
la libertad para cambiar de domicilio, aseguraron la propiedad campesina de la tierra y
acabaron con los malos usos. De esta forma el campesinado se fue sacudiendo el yugo
de los señores durante el siglo XVI.

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