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INTRODUCCIÓN

Muchas personas sentimos dolor en diversos momentos de nuestras vidas, este realiza una gran función
adaptativa para nuestra supervivencia ya que nos avisa de la existencia de daño en nuestro organismo, lo
cual nos permite ponernos alerta e intentar solucionarlo. El dolor se considera una experiencia general,
tanto física como emocional. Sin embargo, cuando el dolor continúa en el tiempo, a pesar de haberse
curado la herida o lesión que lo produjo y se vuelve resistente al tratamiento, deja de cumplir su función y
se convierte en lo que se conoce como dolor crónico, en donde incluye distintas patologías como
fibromialgia, lumbalgia, artrosis y cefaleas.
Este tipo de dolor, conlleva a la persona que lo padece a contraer diversos problemas en sus diferentes
áreas, lo que le produce frustración y estados de ánimo depresivos, así como problemas laborales,
aislamiento social, deterioro en la forma de manejar sus actividades diarias, problemas con la pareja o
familia, incluso el consumo excesivo de diversos fármacos como manera de paliarlo.

Además, suele darse un consumo excesivo de fármacos que puede llegar a causar farmacodependencia y
efectos secundarios que contribuyen al malestar. Por tanto, puede decirse que ciertas personas que
padecen dolor pueden entrar en un círculo vicioso, a través de las conductas de evitación y la
farmacodependencia, en el que el dolor va a más y se cronifica.

Por tanto, la importancia del tratamiento desde diferentes abordajes, radica desde el descubrimiento de
diversas tipologías en donde su mecanismo etiológico no responde a un daño tisular. En este sentido, se
reconoce seis categorías para su manejo terapéutico: farmacológicas, terapia física, terapia psicológica
neuromodulación, intervencional y quirúrgico.
Teniendo en cuenta ello, diversos ensayos clínicos aleatorizados y revisiones sitemáticas, ham
evidenciado la eficacia de abordajes conductuales de tercera generación, específicamente la Terapia de
Aceptación y Compromiso. Este modelo se basa en enseñar al paciente a prescindir del control y
afrontamiento directo, es decir, que pueda ser capaz de vivir la experiencia de dolor de manera abierta y
consciente sin realizar esfuerzos deliberados por evitarlo. Así, durante la terapia, el paciente pueda
desligarse de los maros de relación socio-verbales que están involucrados y son aprendidos durante su
vida.

 Araya,D. (2017). Aplicación de la terapia de aceptación y compromiso en pacientes con


fibromialgia: una experiencia clínica [Tesis de posgrado, Universidad de Costa Rico] Archivo digital.
https://www.binasss.sa.cr/bibliotecas/bhp/textos/tesis85.pdf
 Cazorla,C. (2017). Revisión sistemática de la efectividad de la Terapia de Aceptación y
Compromiso para pacientes con dolor crónico [Tesis de pregrado, Universidad de Jaén]
http://tauja.ujaen.es/handle/10953.1/5584
 Quiñonez, M.; Larrieux, V.; Durán, G. y Pons, J. (2015). Adaptación cultural del modelo
“acceptance commitment Therapy” para tratamiento de dolor crónico. Revista Puertorriqueña de
Psicología, 26(1), 108-120.
 Moix,J. y Casado,I. (2011). Terapias Psicológicas para el Tratamiento del Dolor Crónico. Clínica y
Salud, 22(1), 41-50. https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1130-
52742011000100003

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